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Intimidades: Un Marco Conceptual Integrativo y

Multicultural en Terapia de Pareja


MICHELE SCHEINKMAN*

Implıcita o explıcitamente, nuestras ideas sobre la intimidad son las nociones funda-
mentales que orientan el proceso de la terapia de pareja. Sin embargo, como disciplina pro-
fesional hemos dedicado poco tiempo a conceptualizar la intimidad y a un menos tiempo a
considerar la diversidad de prioridades y significados que las parejas traen a nuestros con-
sultorios. En la Primera Parte, Tipos de Intimidad, describo un caleidoscopio de contextos
–socio-historicos, culturales, de genero, ciclo vital y desarrollo– que inciden en nuestras
ideas y expectativas sobre la intimidad en las relaciones de pareja. Destaco diferentes
esferas en las que puede darse la intimidad, tales como la emocional, sexual, intelectual o
familiar. Propongo un punto de partida desde el cual el o la terapeuta, de manera colabo-
rativa, ayuda a los miembros de la pareja a expresar sus necesidades, anhelos y priori-
dades, con el fin de negociar una visi on compartida. En la Segunda Parte,
Conceptualizaci on de la Intimidad, sugiero una definicion experiencial que da espacio
para los significados subjetivos de cada miembro de la pareja, y al mismo tiempo toma en
cuenta diversos procesos relacionales que puede ser necesario abordar para que las fluctua-
ciones de las experiencias de intimidad sean resilientes. En la Tercera Parte, Intimidad
Sexual, menciono las condiciones en las que resulta m as probable que el sexo sea una expe-
riencia ıntima en lugar de una distante. Finalmente, en la Cuarta Parte, describo Princip-
ios Terapeuticos para guiar al terapeuta a llevar a las parejas de la reactividad al dialogo
y a las negociaciones en relacion a la intimidad. El marco integrativo aquı propuesto desin-
centiva nociones monolıticas a priori de la intimidad y subraya, en cambio, significados
matizados, procesos relacionales a considerar en forma diferencial, bloqueos emocionales
presentes y pasados y un enfoque clınico flexible para promover las condiciones para el
desarrollo y la resiliencia de las experiencias ıntimas.

Keywords: Terapia de Pareja; Intimidad; Integrativo; Multicultural; Marco Conceptual


Te
orico y Clınico

Fam Proc 0:1–21, 2019

La intimidad se resiste porfiadamente a una definici on simple. Efımera y a menudo evasiva en la


vida cotidiana, se convierte, con mayor razon incluso, en objeto de an alisis intelectual. Sin
embargo, si el concepto de intimidad es borroso y poco diferenciado, nuestros anhelos de intimidad
son poderosos, a veces abrumadores. Los placeres de la intimidad son tan profundamente satisfac-
torios, su ausencia es tan dolorosa, sus vicisitudes son tan relevantes para las preocupaciones de

*The Ackerman Institute for the Family, New York City, NY.
La correspondencia relativa a este artıculo debe dirigirse a Michele Scheinkman, 400 Park Avenue
South, apt 32B, New York, NY 10016. E-mail: michelescheinkman@gmail.com.
La autora agradece a Froma Walsh, Mona Fishbane, Suzanne Iasenza, Lois Braverman y Peggy Papp
por sus sugerencias y su estımulo, y a The Ackerman Institute por su apoyo permanente al Couples and
Intimacy Project (Proyecto Parejas e Intimidad).

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Family Process, Vol. 0, No. 0, 2019 © 2019 Family Process Institute
doi: 10.1111/famp.12444_01
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las parejas que buscan terapia, que la intimidad nos demanda un esfuerzo para luchar a nivel con-
ceptual y clınico con su ambig€
uedad. (Karpel, 1999, p. 84)

PRIMERA PARTE. TIPOS DE INTIMIDAD: UNA PERSPECTIVA MULTICULTURAL

H emos llegado a aceptar que nuestras necesidades de conexion humana est


nadas neurobiol
an determi-
ogicamente y son primarias e intensas, y que sufrimos cada vez que
nuestros vınculos se ven amenazados o se rompen (Fishbane, 2013; Fisher, 2004; Siegel,
2012). Sin embargo, parece igualmente indiscutible que lo que llamamos “intimidad” varıa
de una persona a otra y de cultura en cultura. Nuestras expectativas son socialmente con-
struidas y moldeadas por muchos contextos diferentes –tales como el zeitgeist de nuestros
tiempos, normas y valores culturales y generacionales, formacion de genero, clase, raza,
orientaci on sexual y etapa de la vida– y por marcadores evolutivos en la vida de cada per-
sona. Adem as, podemos vivenciar la intimidad a traves de muchos tipos de actividades
diferentes tales como el sexo, la conversaci on, compartir experiencias y rutinas, y tambien
por medio de diversos procesos relacionales como la colaboracion, el cuidado, expresar nue-
stros sentimientos y vulnerabilidades, escuchar y otros. Tambien podemos experimentar
intimidad en diferentes esferas de la vida de pareja, como los a mbitos parental, fısico,
estetico, religioso o intelectual, por mencionar algunos. M as a
un, las prioridades tienden a
cambiar a lo largo del ciclo vital, de manera que el anhelo de conexion sexual de la fase ini-
cial de la relaci on puede ser sobrepasado por deseos de colaboracion efectiva durante los
a~nos de crianza de las y los hijos, o por la posibilidad de confiar en la otra persona en situa-
ciones de enfermedad, discapacidad (Rolland, 2018) y envejecimiento. Definir la intimidad
se vuelve a un m as difıcil cuando pensamos que nuestras expectativas est an te~
nidas por
necesidades y temores que provienen de nuestras relaciones de apego tempranas, las rela-
ciones amorosas previas, los traumas y los legados culturales y de genero que tienden a
operar sin que nos demos cuenta. Sobre todo, la intimidad depende de la interaccion de las
vulnerabilidades de los miembros de la pareja, y sus estrategias defensivas recıprocas
(Scheinkman & Fishbane, 2004).

 Es la Intimidad, Entonces?
¿Que
Incluso a nivel ling€ uıstico, intimidad tiene muchos significados diferentes. El dic-
cionario Merriam-Webster define intimidad como “algo de naturaleza personal o privada”.
El diccionario Oxford la define como “confianza y amistad cercanas”, y menciona como
sinonimos cercanıa, afinidad, conexi on, apego, compa~ nerismo, afecto, calidez, com-
prensi on, relaciones sexuales, coito y hacer el amor.
En la literatura profesional muchos te oricos/as han reconocido que, como concepto, efec-
tivamente la intimidad es bastante escurridiza y difıcil de definir (Karpel, 1999; Wein-
garten, 1991; Wynne & Wynne, 1986). Carlson y Sperry (1999a), editores del libro The
Intimate Couple2, se~ nalan en el prefacio: “. . .parece haber tantas definiciones de intimidad
como individuos que escriben acerca de ella” (p. xix). La cuestion es que no solo no hay con-
senso sobre qu e significa intimidad, sino tampoco sobre como abordarla en la pr actica
clınica. Desde mi perspectiva esto es un problema. Sin una conceptualizacion explıcita de
la intimidad, las y los terapeutas s olo pueden operar por default sobre la base de sesgos
personales. Sin un marco conceptual que sea posible ense~ nar y que guıe a los terapeutas,
corremos el riesgo de “hacer calzar” a las parejas con los discursos culturales dominantes
en lugar de ayudarles a reflexionar y decidir sobre sus prioridades y necesidades.
En este trabajo uso el t ermino intimidad en un sentido amplio para abarcar una
variedad de experiencias, incluyendo la sensacion de conexion, sentirse conocido/a, com-
partir, sentirse unidos/as y pertenecer. Parto del supuesto de que la intimidad, en todas

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sus variaciones y giros, es una necesidad humana fundamental y una cualidad de la
relacion que las parejas de hoy en dıa esperan tener en sus vınculos de largo plazo. Mi foco
no es solo un momento especıfico de intimidad, sino el ir y venir de la conexion,
desconexi on y reconexi
on a lo largo del tiempo. En las siguientes paginas recomiendo a las
y los terapeutas mantener la curiosidad acerca de la diversidad de intimidades que pueden
encontrar, y tener presentes las m ultiples situaciones y contextos diferentes en los cuales
las expectativas de los miembros de la pareja son examinadas cuidadosamente, filtradas y
vivenciadas.

El Filtro de la Historia y los Desafıos de un Paradigma en Desarrollo


En Marriage, a History3, Coontz (2005) observa que las relaciones de pareja han cambi-
ado m as en los u ltimos cincuenta a~ nos que en los cinco mil a~ nos previos. La autora nos
recuerda que durante la mayor parte de nuestra historia registrada, los matrimonios eran
acuerdos promovidos por las familias para asegurar la procreacion, la paternidad, los dere-
chos de propiedad y la seguridad econ omica de mujeres y ni~ nos. En el antiguo orden, dado
que la iglesia, el estado y la familia dictaban las reglas del compromiso de pareja dentro de
un sistema patriarcal rıgidamente establecido, las y los adultos jovenes tenıan muy poco
que decir con respecto a con qui en casarse o c
omo estructurar sus relaciones.
Solo despues de que la noci on de “amor de compa~ neros” (companionate love) se hizo cada
vez m as popular a partir de la d ecada de los sesenta (Reibstein & Richards, 1993), espe-
cialmente en Occidente, la palabra intimidad empezo a ser parte del vocabulario de las
parejas. En el nuevo paradigma, hoy en dıa los miembros de la pareja esperan amor e
intimidad, iguales derechos a la educaci on y la vida laboral, y una reparticion equitativa
del trabajo dom estico. M as a
un, en la medida que el amor y el compa~ nerismo se vuelven
elementos importantes del pegamento que mantiene unidas a las parejas –en vez de la pro-
creacion y los derechos de propiedad– la convivencia sin matrimonio y las uniones del
mismo sexo se han normalizado y van teniendo cada vez m as aprobacion formal.
Muchos acad emicos/as e investigadores/as han hecho diferencias entre el amor pasion y
el amor de compa~ neros (Fisher, 2004; Hatfield, Pillemer, O’Brien, & Le, 2008; Mitchell,
2002). El amor pasi on por lo general involucra novedad, riesgo, entusiasmo e intensas
necesidades emocionales; en cambio, el amor de compa~ neros/as combinarıa una sensacion
de apego estable, confianza en el otro/a, seguridad y apoyo emocional. En la actualidad
muchas parejas esperan combinar el amor compa~ nerismo y el amor pasion (Perel, 2006).
Para algunas personas estas expectativas conllevan un esfuerzo por cultivar la sexualidad
y el romance en sus relaciones (Iasenza, 20104;), mientras que a otras estas expectativas
les producen confusi on y una sensacion de presion. Algunas parejas tratan de resolver este
acertijo del “amor pasi on de compa~ neros/as” abriendo su relacion al swinging, el sexo vir-
tual, la pornografıa, el poliamor o diversos tipos especıficos de aventuras sexuales consen-
suadas. Para algunas personas estos experimentos son importantes y estimulantes,
mientras que para otras son campos minados de celos e inseguridad, y requieren un proce-
samiento verbal intenso acerca de la relaci on y sus reglas (Scheinkman & Werneck,
2010;5). En el contexto clınico, el/la terapeuta6 debe tener en mente que si bien algunas
parejas son capaces de manejar los desafıos que surgen en estos acuerdos no-monogamos,
para muchas personas estos experimentos son problem aticos e inseguros, y presagian el
fin de la relaci
on.
La sombra del divorcio
En los u ltimos cincuenta a~
nos la instituci
on del matrimonio ha pasado de ser una union
permanente y sagrada a ser un contrato legal no vinculante en el cual surge la posibilidad
del divorcio. Este cambio ha contribuido a una proposicion paradojica en la cual las parejas

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deben formar vınculos duraderos en un contexto en que la disolucion de su union es posi-


ble. Esto puede constituir un delicado acto de malabarismo. Con el fin de establecer un
vınculo, cada miembro de la pareja tiene que suavizar sus fronteras, al menos parte del
tiempo, por el bien de la relaci
on y la familia. Y al mismo tiempo deben proteger sus fron-
teras y su crecimiento personal, en caso de que la relacion no funcione. Coontz (2005) plan-
tea que lo que hace que los matrimonios actuales sean especiales –el hecho de que esten
basados en el amor y la libertad de elegir– los hace prescindibles, optativos y fr agiles al
mismo tiempo.
La revoluci
on sexual
A lo largo de los u ltimos sesenta a~
nos, en simultaneo con estos cambios en el amor de
compa~ neros, las parejas han empezado a esperar mucho de sus relaciones sexuales. A
medida que el sexo se disocia cada vez m as de la procreacion –mediante la anticoncepcion
y las tecnologıas reproductivas– las parejas esperan que sus relaciones sexuales esten cen-
tradas en el placer y la autorrealizaci on (Giddens, 1992). Pr acticas que anteriormente se
consideraban “perversiones” o “pecados” tales como la masturbacion, las relaciones sexu-
ales prematrimoniales, la homosexualidad, la bisexualidad, la pornografıa, los trıos, el
fetichismo, el sadomasoquismo y las relaciones abiertas se han ido normalizando progresi-
vamente, y muchas personas las consideran experiencias de autoactualizacion en lugar de
patologıas. Antes de la revoluci on sexual las parejas tenıan expectativas muy limitadas,
en cambio hoy en dıa tienen que decidir sobre variadas pr acticas. Una clienta comento:
“Joseph y yo estamos en desacuerdo. A mı me gusta el sexo convencional y el quiere probar
juguetes, bondage y trıos”. Cuando existe este tipo de diferencias es necesario que la pareja
converse sobre los gustos y preferencias de cada uno/a, que negocien h abilmente y se acer-
quen a su pareja para poder lograr un ajuste suficientemente bueno entre ambos/as.
La digitalizaci
on de la intimidad
Hoy en dıa hay una preferencia creciente por lo virtual por sobre lo real (Turkle, 2011),
y los reclamos acerca de mensajes de texto, twitter, correos electronicos y redes sociales
son quejas cotidianas en la oficina de un/a terapeuta. Si bien la revolucion de Internet
ofrece inmediatez de un continente a otro, tambien ha promovido una distancia y
desconexi on en las cuales los miembros de la pareja pueden estar en la misma habitacion
y, sin embargo, estar distraıdos y emocionalmente ausentes.
En lo que a intimidad se refiere, el aspecto m as difıcil de la tecnologıa es la forma en
que Internet ofrece oportunidades exponenciales para la traicion y las escapadas sexuales.
Aventuras sexuales virtuales, reencuentros con ex-parejas y aventuras en curso pueden
ocurrir dentro de los confines de la propia casa. M as a
un, como la fantasıa puede sobrepa-
sar facilmente a las tareas y obligaciones cotidianas, muchas personas encuentran m as
atractivas las relaciones virtuales que la intimidad con una pareja real. Cuando alguien
descubre registros digitales, a menudo ellos exponen detalles ıntimos difıciles de perdonar
y de olvidar. Es difıcil borrar de la mente los pensamientos intrusivos con respecto a los
di
alogos explıcitos del otro miembro de la pareja. Cuesta mucho repararlos y pueden trans-
formarse en obst aculos importantes para la reconstruccion de la intimidad despues de una
infidelidad.

El Filtro de la Cultura
Vivimos en un mundo altamente interconectado en el que m as y mas personas en difer-
entes partes del mundo buscan relaciones democr aticas basadas en el compa~nerismo, la
colaboraci
on y el amor. Sin embargo, en mi opinion, es fundamental que el/la terapeuta
tenga presente que estas expectativas se dan en distintas formas y velocidades, en la

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medida que tienen que integrarse con valores y prioridades de culturas y subculturas
especıficas. En un estudio demogr afico acerca de la disminucion del matrimonio en Asia
(The Economist, 2011), los autores describen que las mujeres jovenes de Corea, Japon y
China llevan a~ nos en una “huelga matrimonial” que consiste en resistirse a los acuerdos
tradicionales mediante un retraso del matrimonio o la decision de no casarse. Del mismo
modo, en Rusia, donde tradicionalmente las mujeres se casaban jovenes y frecuentemente
con hombres mayores, muchas de ellas est an priorizando sus carreras por sobre el matri-
monio. En India, Pakist an y Bangladesh, donde todavıa prevalecen los matrimonios con-
certados, las novias y novios participan crecientemente en la eleccion de sus parejas
(Harris, 2015). En muchos paıses europeos las parejas prefieren las uniones civiles en vez
de los votos matrimoniales tradicionales. En los Estados Unidos los cambios en los valores
tradicionales se reflejan en la postergaci on de los matrimonios y los embarazos, las con-
vivencias, el aumento del divorcio, las familias monoparentales, los matrimonios homosex-
uales, las relaciones abiertas y el hecho de tener varios matrimonios a lo largo de la vida.
En terminos generales, podemos decir que estamos presenciando una transformacion
social radical de las relaciones ıntimas a trav es de todo el mundo y especialmente en las
generaciones m as j
ovenes. Estos cambios ocurren con mucha rapidez en Occidente y en los
centros urbanos. Sin embargo, la equidad de genero, las relaciones entre personas del
mismo sexo y la libertad de elecci on son valores a los que las culturas fundamentalistas y
los grupos conservadores se resisten con fuerza, tanto dentro como fuera de los Estados
Unidos.
Los valores culturales inmersos en nuestras nociones de intimidad pueden estar ocultos
o ser sutiles, y aun ası pueden generar malentendidos importantes entre los miembros de
la pareja. El siguiente ejemplo es de una pareja a quienes atendı en psicoterapia. Peter, un
hombre cauc asico del Medio Oeste, de 38 a~ nos de edad, expresaba su frustracion porque su
mujer “nunca me habla de sus deseos y sentimientos”. Por esa razon, el se sentıa emo-
cionalmente desconectado de ella. Su esposa Mari, una mujer japonesa de 35 a~ nos de edad
que creci o en Tokio, estaba perpleja ante sus expectativas. Explico que para sentirse en
intimidad con Peter ella esperaba que  el se esforzara por comprender lo que ella querıa y
necesitaba sin tener que explic arselo palabra por palabra. Tener que ser explıcita en reali-
dad arruinaba su experiencia de intimidad. Un tiempo despues, haciendo clases en Japon,
entendı mejor que en ese paıs y en muchas otras culturas asi aticas la intimidad se enti-
ende a trav es de un filtro de interdependencia colectiva que implica la anticipacion a las
necesidades de los dem as, la generosidad y la pertenencia, y que muchas veces se consid-
era que la comunicaci on directa sobre los propios sentimientos y deseos es egoısta y de mal
gusto. Tamura y Lau (1992) explican que mientras en las culturas anglosajonas se prior-
izan nociones individualistas como autonomıa y definicion de lımites, las culturas

FIGURE 1. Normas Culturales sobre Cercanıa y Distancia.

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asi
aticas comparten la idea de que los matrimonios exitosos se basan en que los miembros
de la pareja se complementen bien entre sı y se integren con ambas familias de origen.
Con el fin de visibilizar estos sutiles filtros culturales, las y los terapeutas familiares de
otros paıses me han ayudado a diagramar la intimidad en terminos de cu anto comparten
habitualmente los miembros de la pareja en t erminos de hablar de sus sentimientos y rea-
lizar actividades juntos (Figura 1).
En los Estados Unidos las parejas le dan mucha importancia a hablar de sus sentimien-
tos y vulnerabilidades, y pasar bastante tiempo juntos. En cambio, en Francia las parejas
suponen una intersecci on menor de estos tipos de intimidad, y esperan mucho respeto de
la privacidad, la distancia y el misterio. Mientras hacıa clases en Parıs, mi anfitrion me
explicaba que en Francia la “capacidad de aceptar a las otra persona como es” es una
dimensi on fundamental de la intimidad. Hablando desde su experiencia me dijo: “Para
sentir que tengo intimidad con mi esposa necesito saber que puedo ser yo mismo y que
tengo derecho a estar en silencio, que me dejen estar solo, e incluso andar malhumorado
parte del tiempo. . . La intimidad presupone que ella tolera mis manıas y que yo tolero las
de ella. Adem as, implica cierto grado de misterio que me hace sentir curiosidad sobre su
vida separada de mı y a ella sobre la mıa”. Por el contrario, las parejas japonesas por lo
general esperan casi ninguna comunicaci on sobre sentimientos o preocupaciones y pasar
muy poco tiempo con su pareja. Mi anfitri on me explico que en Japon la norma es que las
personas casadas compartan sus preocupaciones emocionales con individuos de su propio
genero. Segun T. Tamura (comunicaci on personal), lo que da a las parejas un sentido de
intimidad y conexi on es su “sensaci on de pertenencia” a un mundo com un, por ejemplo,
sus familias y sus comunidades.
Desde el punto de vista de la satisfacci on de la persona, supongo que cada una de estas
perspectivas culturales responde a necesidades y anhelos un poco diferentes y por lo tanto,
cada perspectiva tiene sus pros y sus contras. La perspectiva individualista norteameri-
cana incluye el ser conocido y conocer a la otra persona a nivel subjetivo, y le da poca
importancia a la satisfacci on que proviene de pertenecer a la misma familia extensa y a
una comunidad m as amplia. La perspectiva oriental hace enfasis en lo colectivo y enfatiza
la generosidad, el respeto y la inclusi on, y al mismo tiempo reprime una comunicacion
clara que permitirıa una sensaci on de conexi on m as fina entre los miembros de la pareja.
Por otra parte, incluso dentro de la misma cultura, los valores relacionados con la intim-
idad pueden diferir dependiendo de la subcultura de cada miembro. Por ejemplo, mientras
una pareja de acad emicos puede priorizar su intercambio intelectual, una pareja de inmi-
grantes puede sentirse m as unida por su travesıa transcultural, y una pareja religiosa
puede sentir que su b usqueda espiritual es lo m as importante para su sensacion de con-
exion y pertenencia.
Quisiera aclarar que cuando localizamos las prioridades de la pareja dentro de la cul-
tura y la subcultura de cada miembro, esto no significa que seamos neutrales con respecto
a cuestiones de justicia social. Los matrimonios forzados, la coercion, la violencia y los
doble estandar son pr acticas (Okin, 1999) incompatibles con el sentimiento de intimidad y
conexion. Cuando una persona se siente violentada, humillada, impotente o maltratada,
experimenta a nivel neurobiol ogico la necesidad de protegerse a sı misma, y al hacerlo, la
intimidad se pone en peligro. En t erminos de intervencion clınica, con el fin de promover
la conexion, las y los terapeutas obviamente deben cuestionar cualquier norma cultural
opresiva. Sin embargo, para evitar la colonizacion, creo que las y los terapeutas est an en
una mejor posici on cuando sit uan sus comentarios y recomendaciones en el marco de sus
propios valores profesionales y culturales, como una perspectiva m as a considerar. Esto
implica un delicado equilibrio terap eutico. Por un lado, los terapeutas tienen que empo-
derar a la pareja para que piensen m as alla de su marco cultural con el fin de considerar
diferentes alternativas sobre la forma de llevar su relacion. Por otro, tienen que transmitir

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comprensi on por sus normas y lımites culturales, siempre con cuidado de no hacer pros-
elitismo. Falicov (2014) enfatiza que ser sensible a lo multicultural significa salir de nue-
stro propio sistema personal y profesional y conservar la curiosidad sobre los valores y
normas culturales, generacionales, de genero, familiares y personales que forman parte de
los modos de relacion de la pareja.

 nero
El Filtro del Ge
Tannen observ o que cuando los hombres y las mujeres conversan, su participacion
tiende a basarse en paradigmas diferentes. Estos paradigmas crean brechas en su sen-
sacion de conexi on. Un ejemplo de esto es el caso de Susan y Paul: cada vez que tienen una
conversaci on intelectual, Susan termina llorando y Paul se siente decepcionado y frus-
trado. En la terapia Susan explic o que cuando le cuenta sus ideas a Paul espera que el la
escuche, que valide los puntos que encuentra interesantes y despues agregue sus pen-
samientos e ideas, de manera que puedan generar juntos un conocimiento mayor. Sin
embargo, esto no es lo que pasa. Por el contrario, Paul la desafıa a ofrecer nuevas eviden-
cias, propone ideas contrarias y destaca debilidades en los argumentos de ella. El resul-
tado es que Susan termina muy enojada y a la defensiva, y Paul la considera una
polemista insıpida. Tannen (1991) argumenta que mientras las mujeres tienden a ver las
situaciones interpersonales a trav es del filtro de la filiacion y la cooperacion, los hombres
tienden a considerar la misma situaci on a traves del filtro del debate, la autonomıa y el
poder. Es como si trataran de comunicarse hablando diferentes idiomas.
M as recientemente, Real (2002) agreg o un nuevo nivel a nuestra comprension de la bre-
cha de g enero. El propone que la mayorıa de los impasses entre hombres y mujeres se
deben a una diferencia en las habilidades emocionales de ni~ nos y ni~
nas, ya que siguen
siendo entrenados/as para cumplir su rol en el contexto patriarcal: los hombres como
proveedores y las mujeres como cuidadoras. Este autor se~ nala que estamos en una encruci-
jada difıcil. En la medida que las mujeres dominan habilidades tradicionalmente masculi-
nas, su expectativa es que sus parejas masculinas debieran ser capaces a su vez de
dominar las que tradicionalmente se conocen como “habilidades femeninas” requeridas en
mbito dom
el a estico. Estas expectativas no s olo abarcan las tareas domesticas y la division
del trabajo, sino tambi en las capacidades emocionales necesarias para criar a las y los
ni~
nos, cuidar a los padres y madres a medida que envejecen y escuchar emp aticamente
despu es de un largo dıa de trabajo. Nuestro dilema es que las mujeres est an cambiando
mas rapido que los hombres y a menudo se frustran porque sus parejas no est an adquir-
iendo recıprocamente destrezas como aceptar la vulnerabilidad, sentir lo que la otra per-
sona necesita y siente, o incluso la introspeccion. Real se~ nala que las mujeres no est an
contentas en sus matrimonios porque quieren que los hombres esten “m as conectados” de
lo que la mayorıa de los hombres saben estar, mientras los hombres est an infelices en sus
matrimonios porque muchas veces sus compa~ neras est an frustradas y se quejan de ellos
(Real, 2002, p. 41). Obviamente, es importante no generalizar excesivamente estos
patrones, ya que hay muchas excepciones. Sin embargo, para ayudar a muchas parejas
heterosexuales a llevarse suficientemente bien, es u  til que el/la terapeuta muestre estas
brechas de g enero a nivel macro, y que asesore a cada miembro de la pareja para “recali-
brar”, tanto a nivel instrumental como emocional.

Cambios en las Prioridades a lo Largo del Ciclo Vital


Del mismo modo que las relaciones de pareja cambian en el tiempo, tambien cambia el
tipo de intimidad que los/las integrantes de la pareja priorizan en cada etapa. Por ejemplo,
al inicio de su relaci
on, Judith y Marta dedicaron mucho tiempo a conocerse emocional y
sexualmente. Hablaban mucho sobre sus infancias y sus familias, viajaban por el mundo y

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tenıan relaciones sexuales todos los dıas. Con la llegada de los hijos sus prioridades cam-
biaron. Marta perdio el inter
es por el sexo, se fueron a vivir a los suburbios por el bienestar
de la familia y se enfocaron en la parentalidad y el apoyo mutuo en sus carreras. La sexu-
alidad se mantuvo relegada. Evaluaban su nivel de cercanıa con base en su fun-
cionamiento como compa~ neras. Mas tarde, cuando los ni~ nos se fueron de la casa, se
encontraron renegociando un nuevo capıtulo. Volvieron a viajar, exploraron nuevas for-
mas de sexualidad y finalmente se trasladaron a una cuidad en la costa donde comenzaron
un peque~ no negocio. Algunas parejas sienten confusion o mucho cansancio frente a los
cambios del ciclo vital, en cambio otras son capaces de mantener una perspectiva a largo
plazo, evolucionan con las necesidades estructurales de cada etapa y renegocian los signifi-
cados que le dan a su identidad de acuerdo a eso.
Como terapeutas, cuando pensamos en estas prioridades cambiantes, es importante
tener presente que la etnia y los valores culturales interact uan con el ciclo vital de la
familia en cada etapa (McGoldrick, Garcia Preto, & Carter, 2015). En otras palabras, lo
que se define como ıntimo en cada etapa del ciclo vital variar a de acuerdo con la cultura y
subcultura de las personas involucradas. La pareja de lesbianas estadounidenses recien
mencionada consideraba que su sensaci on de conexion en el plano sexual era fundamental
en la primera fase de su relaci on. En cambio, una pareja india cuyo matrimonio ha sido
arreglado puede considerar que la fase inicial de su relacion es un tiempo para desarrollar
compa~ nerismo e integrarse con sus familias de origen. Dado el significado del matrimonio
en su cultura, una conexi on sexual satisfactoria se considera producto de la confianza y la
colaboracion que se desarrolla durante los primeros a~ nos.

El Filtro del Estigma Internalizado


Alan Downs (2012) ha acu~ nado la expresi on “ira de terciopelo” (velvet rage) para
describir los profundos sentimientos de autodesprecio y verg€ uenza que surgen al crecer
en un entorno homof obico donde se ha aprendido que por pertenecer a un minorıa sex-
ual no es posible aceptar ni querer a la persona que uno es. Cuando son dirigidos
hacia sı mismo/a, estos sentimientos por lo general tienen un efecto profundo sobre las
formas en que los individuos experimentan la intimidad. En ocasiones la persona com-
pensa en exceso estos sentimientos y trata de ganarse el amor y la aceptacion inten-
tando ser perfecta/o (por ej., mas bella, m
as sexi o mejor que los dem as). A veces el o
ella tiene patrones conductuales autodestructivos como la adiccion a las drogas, la
automutilaci on o la ideacion suicida con el fin de evitar las relaciones ıntimas. O la
persona se involucra en relaciones de pareja pero es excesivamente sensible a la
crıtica o el rechazo. Las mismas dificultades aparecen en el estigma internalizado en
relacion a la etnia y la raza. El proceso para superar el estigma internalizado implica
vencer estos sentimientos y pensamientos autoderrotantes y correr el riesgo de darse a
conocer a otra persona. Sentirse aceptado/a tal cual uno/a es puede ser la base de una
profunda sensaci on de intimidad (Iasenza, 2010).

Los Diferentes Ambitos de Intimidad


Una de las mayores dificultades para definir intimidad es que dicha experiencia puede
mbitos diferentes de la vida de una pareja, tales como la esfera sexual,
existir en muchos a
emocional, intelectual, creativa, espiritual o de la compa~ nıa. De acuerdo a la combinacion
entre los miembros, la intimidad puede existir especialmente en una esfera m as que en
otra. Por ejemplo, Robert siente una conexi on profunda con su esposa Joana con quien
colabora en el ambito acad emico y comparte una variedad de intereses intelectuales y
familiares. Sin embargo, echa de menos la f acil conexion sexual que tenıa con una novia
con quien no era intelectualmente compatible. Por otra parte, la intimidad puede tener

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diferentes sabores. Puede ser que con un compa~ nero/a la intimidad se intensifique con el
juego y el sentido del humor, mientras que en otro caso puede basarse en vulnerabilidades,
traumas o din amicas de familia de origen similares. La intimidad tambien puede estar
basada en rutinas cotidianas compartidas que le dan a la pareja una sensacion de famil-
iaridad y pertenencia. Esta diversidad de esferas, sabores y actividades contribuyen a
hacer de la intimidad un concepto escurridizo.

Priorizar las Expectativas


A medida que nuestros valores con respecto a la intimidad est an cambiando r apida-
mente, muchas parejas acuden a terapia confundidas acerca de que esperar y en que med-
ida. Algunas personas se encuentran atrapadas entre las normas de dos generaciones o
culturas diferentes. Otras se esfuerzan bastante por combinar su necesidad de seguridad y
protecci on con el anhelo de tener pasion en sus vidas. Sin embargo, m as que cualquier otra
cosa, las parejas llegan a terapia frustradas porque su compa~ nero/a no satisface todas sus
necesidades emocionales. El problema es que mientras m as espere la pareja de su relacion,
mas espacio habr a para el desencanto. Con el fin de abordar estas presiones contem-
poraneas, es posible que el/la terapeuta tenga que ayudar a la pareja a bajar sus exigen-
cias. Tal vez sea necesario que les sugiera que pueden fortalecer su vınculo diversificando
sus fuentes de apoyo y pidi endole menos a su pareja (Finkel, 2017). Puede recordarles que
necesitan tener amigos (Braverman, 1995). Una estrategia para ayudar a las parejas a
bajar sus expectativas es pedirles que hagan una lista acerca de sus necesidades y anhelos
mas urgentes, alent andolos a determinar qu e es lo m
as apremiante de su lista y que estan
dispuestos a soltar y descartar.
Hablando en t erminos culturales, el/la terapeuta debe tener presente que hay muchas
jerarquıas posibles de valores y significados. Lo que podrıa encabezar la lista de una per-
sona latinoamericana probablemente no coincida con lo que es m as importante para una
persona judıa jasıdica, un japon es/a o un joven hipster de Brooklyn. El/la terapeuta ser a
mas u til si mantiene una posicion de “no saber” que es lo mas relevante para cada miem-
bro de la pareja en t erminos personales, culturales y subculturales. Esta exploracion es
fundamental cuando se trabaja con parejas interculturales, ya que por lo general tienen
distintos supuestos y prioridades con respecto al significado de la intimidad. No darse
cuenta de estos diferentes significados culturales con frecuencia les lleva a patologizar al
compa~ nero o compa~ nera, o a importantes malentendidos en la relacion.

PARTE DOS: UNA CONCEPTUALIZACION DE LA INTIMIDAD PARA LA PRACTICA


MULTICULTURAL
En esfuerzos anteriores por conceptualizar la intimidad, las y los terapeutas a veces la
han entendido como una actividad especıfica (comunicacion, sexo o compartir experien-
cias), a veces como un proceso relacional (diferenciacion, sintonıa o apego seguro), y otras
veces como un valor relacional especıfico (honestidad, fidelidad o transparencia). Aquı pro-
pongo que consideremos la intimidad en terminos m as generales como una experiencia
relacional subjetiva (de conexi on, unidad, compartir o pertenecer) que se da a traves de
diversas actividades, procesos y valores compartidos, ası como en diferentes esferas de la
vida de una pareja. M as a
un, propongo que es m as probable que dichas experiencias se den
cuando se apoyan en una base de procesos y condiciones relacionales optimas que pro-
mueven su ocurrencia y resiliencia.
Esta definicion abierta da libertad a los miembros de la pareja para definir que activi-
dades, sentimientos, valores y significados son m as importantes para ellos/as en relacion a
la intimidad. Tambi en anima al terapeuta a tomar en cuenta diversos procesos y

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FIGURE 2. Procesos Relacionales que Sostienen la Resiliencia de las Experiencias de Intimidad.

condiciones relacionales que tal vez sea necesario fortalecer con el fin de apoyar la creacion
y resiliencia (Walsh, 2012) de la intimidad a lo largo del tiempo.

Procesos Relacionales que Sustentan la Intimidad


A lo largo del tiempo las y los terapeutas familiares han identificado varios procesos
asociados con la intimidad en las relaciones de pareja. En su artıculo fundacional, Wynne
y Wynne (1986) enfatizaron “la autorrevelaci on y la confianza” como los procesos mas b
asi-
cos que subyacen a la intimidad. Kerr y Bowen (1988), Lerner (1989) y Schnarch (2009)
han subrayado la “diferenciaci on del sı mismo” como una condicion indispensable para
crear y mantener la intimidad. Weingarten (1991) ha destacado que los miembros de la
pareja se unen en la creaci on conjunta de significado. Abrahms Spring (1997) y otros auto-
res/as que escriben sobre infidelidad han considerado que la transparencia y la honestidad
son condiciones esenciales para la recuperaci on de la intimidad despues de las aventuras
amorosas. Fishbane (2013) y Siegel (2012) y otros autores/as han enfatizado la importan-
cia de estar en sintonıa y tener empatıa, mientras que Johnson (2008) ha equiparado intim-
idad con el establecimiento de apego seguro y empatıa.
Aquı, en concordancia con la perspectiva multicultural, recomiendo cautela a las y los
terapeutas en el sentido de no definir la intimidad en terminos de un proceso relacional
 nico, sino tomar en cuenta varios procesos relacionales que podrıan ser relevantes depen-
u
diendo del caso (Figura 2).
Por otra parte, sugiero que a medida que le vamos presentando a la pareja habilidades
relacionales vinculadas a estos procesos (por ej., ayudarles a expresar sus deseos y necesi-
dades, hablar desde posiciones de vulnerabilidad, escuchar activamente, abrazarse o con-
certar citas) tengamos presente la forma en que estas tareas y sugerencias especıficas se
ajustan o se contraponen con los est andares culturales de cada miembro de la pareja. La
lista de procesos relacionales que se mencionan a continuacion no es exhaustiva y no todos
los procesos mencionados son necesarios en todos los casos. Esta lista es m as bien un menu

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SCHEINKMAN / 11
de opciones que el/la terapeuta puede tener presente segun lo que considere necesario para
apoyar y fortalecer las bases del vınculo de la pareja.
Diferenciaci
on del sı mismo
Por lo general, las parejas llegan a terapia enredadas en circuitos reactivos que pueden
incluir quejas, culpabilizaci on, distanciamiento o intentos de hacer cambiar al otro/a por
la fuerza. En estas situaciones habitualmente da la sensacion de que los lımites entre el sı
mismo y el otro se difuminan. Kerr y Bowen (1988) han propuesto que reflexionemos sobre
la diferencia entre fusi on e intimidad. En un estado fusionado, los miembros de la pareja
pueden tener una sensaci on intensa de cercanıa, pero su sensacion de intimidad se ve
amenazada por su ansiedad y su confusi on en relacion a los lımites. Un cliente se~
nalaba:
“Cuando Miriam est a enojada, incluso cuando no tiene que ver conmigo, pierdo mi centro.
No puedo concentrarme en mis propios deseos y objetivos y me siento obligado a hacer lo
que ella quiera, pero m as tarde estoy resentido con ella”. La ansiedad viaja muy r apido. Es
un sentimiento contagioso que genera una sensacion de enredo (Kerr & Bowen, 1988) y
ahogo (Napier, 1999). Por el contrario, en un estado diferenciado los miembros de la pareja
conservan su sentido de sı mismos, sus lımites personales y su capacidad de decidir. Ler-
ner (1989) destaca que cuando mantenemos un estado diferenciado sentimos que tenemos
derecho a nuestros propios sentimientos, ideas y necesidades, y al mismo tiempo somos
capaces de comunicarlas y actuar en funci on de ellas, incluso cuando estan en conflicto con
las ideas, sentimientos y necesidades de nuestra pareja. Tambien quiere decir que pode-
mos permitir a la otra persona que haga lo mismo sin volvernos reactivos/as. Sin un sen-
tido bien definido de lımites personales, las relaciones se tornan excesivamente intensas o
distantes y a menudo los miembros de la pareja alternan entre estos dos polos. La diferen-
ciacion del sı mismo no se debe confundir con distancia o falta de compromiso, ya que para
cultivar la intimidad los miembros de la pareja deben ser capaces de mantener un claro
sentido del sı mismo pero tambi en deben ser capaces de “incorporar de todas las formas
posibles ese sı mismo diferenciado en sus relaciones” (Lerner, 1989).
Cuando pensamos en el concepto de diferenciacion del sı mismo debemos tener presente
que distintas culturas tienen prioridades diferentes en el continuo entre separacion y con-
exion. Como ya mencionamos, las culturas de Norteamerica tienden a privilegiar las
necesidades individuales, mientras las culturas asi aticas tienden a priorizar la adaptacion
y la armonıa por sobre la satisfacci on individual. En Japon, por ejemplo, existe una idea
muy extendida de que una persona fuerte es la que se sacrifica al servicio de los dem as
(Tamura & Lau, 1992). Aunque tanto la “diferenciacion del sı mismo” como “la integracion
a la familia y la comunidad” pueden ser relevantes en el desarrollo humano, las y los ter-
apeutas que trabajan con parejas asi aticas deben ser cuidadosos con respecto a la manera
de reconocer e incorporar estas diferentes prioridades en el proceso clınico.
Autorrevelaci
on, empatıa y confianza
Los terapeutas pueden centrarse en la definicion de lımites con algunas parejas y con
otras pueden enfocarse en la autorrevelaci on y la capacidad de confiar. Wynne y Wynne
(1986) han se~ nalado que cuando una persona revela aspectos privados de sı misma, el o
ella necesita creer que la otra persona va a respetar aquello que revele y no va a traicionar
esa confianza. Esa exposici on puede ser verbal o no verbal. Se puede revelar un sen-
timiento, un deseo o el propio cuerpo desnudo. Al mismo tiempo, la aceptacion por parte
del otro u otra tambi en puede ser verbal o no verbal, por ejemplo, a traves de un gesto o
una accion. Aquı nuevamente es necesario tener presente que distintas culturas consid-
eran la revelacion de los sentimientos de manera diferente. Una clienta coreana, por ejem-
plo, explic
o que serıa terriblemente humillante para ella exponer sus sentimientos heridos
a proposito de la traicion de su marido. Querıa que el se diera cuenta de algo obvio –que

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12 / FAMILY PROCESS

ella estaba herida y ofendida– y que reparara sin que ella tuviera que hablar de la dev-
astaci
on que sentıa. En situaciones como esta, las sesiones individuales, las met
aforas, las
esculturas (Papp, Scheinkman, & Malpas, 2013), y otras tecnicas indirectas pueden ser
mas sint
onicas que la exposici
on verbal de los sentimientos o el di
alogo.
Encontrarse en la creaci
on conjunta de significado
Con el fin de sentirse cerca, las parejas tienden a desarrollar actividades y rituales
mediante los cuales cultivan su sensaci on de conexion. Weingarten (1991) plantea que
para sentir una conexion ıntima serıa necesario que una persona entre transitoriamente
en un a rea de inter
es o preocupaci on de la otra, y encontrarse con ella a traves de la
creaci
on conjunta de significado:
Para muchas parejas el sexo o ir a un concierto o a cenar son contextos que conducen –aunque no
siempre– a una interaccion ıntima. . . los individuos pueden tener que negociar entre sı, desarrol-
lar intereses, aprender habilidades, con el fin de unirse a otra persona elegida. . . Ası, si una mujer
experimenta intimidad cuando habla de relaciones interpersonales, entonces, cualquier hombre
que quiera tener intimidad con ella puede elegir interesarse en este tema. Si un hombre ama sen-
tarse a pescar en un bote, es posible que quienes quieran tener intimidad con  el se encuentren
pescando en el bote. (p. 292)
Cultivar la intimidad requiere ampliar el sı mismo para estar mas cerca de la otra per-
sona. Sin embargo, en aquellas culturas en que las actividades se dividen por genero,
puede ser mas importante crear una coexistencia general armoniosa.
Capacidad de relacionarse en el modo orientado hacia uno mismo/a y en el modo
orientado hacia el otro/a
Tradicionalmente las mujeres han sido socializadas para relacionarse principalmente
en formas orientadas hacia el otro/a, en el rol de personas que apoyan y cuidan de los
dem as, mientras que los hombres han sido criados para funcionar principalmente en
modos orientados hacia sı mismos, en los que tienen que actuar sobre la base de sus obje-
tivos individuales. Sin embargo, en la medida que nuestro paradigma de las relaciones
est
a cambiando hacia la equidad y la reciprocidad, es imperativo que tanto las mujeres
como los hombres nos relacionemos fluidamente a traves de ambos modos.
En otras palabras, cuando nos relacionamos en el modo orientado hacia el otro/a, lo que
nos guıa principalmente es tomar en cuenta las necesidades y prioridades de la otra per-
sona. Nuestro sentido moral de responsabilidad est a en ese momento dirigido a la otra per-
sona, y sentimos satisfaccion al empatizar, dar y unirnos. Por otra parte, cuando actuamos
desde la posicion de orientacion hacia el sı mismo, lo que nos guıa son nuestros propios
objetivos. Sentimos que tenemos derecho a hacerlo y sentimos satisfaccion por nuestra
capacidad de mantenernos centrados y ser productivos (C. Jenkins, comunicacion per-
sonal).
En nuestro trabajo como terapeutas muchas veces encontramos mujeres que est an en
conflicto con respecto a su sentido personal de direccion, especialmente despues de la
maternidad. Forzadas a ser cuidadoras, no se sienten con derecho a actuar desde sus pro-
pios objetivos, ni siquiera transitoriamente. Sin embargo, vemos a muchas mujeres que se
deprimen o se resienten porque no est an trabajando por sus propias metas. Paralela-
mente, encontramos hombres que desean m as intimidad con sus parejas, sin embargo, tie-
nen poca paciencia para escuchar, empatizar y apoyar. Es posible que las y los terapeutas
que buscan promover la intimidad tengan que ayudar a las mujeres a sentir que tienen
derecho a perseguir sus objetivos personales e, inversamente, desafiar a los hombres a que
dejen de lado sus privilegios y desarrollen habilidades emocionales tales como empatıa,
conexion y cuidado de los dem as.

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SCHEINKMAN / 13
mbito nuevamente es importante considerar las diferencias culturales. Mien-
En este a
tras las culturas anglosajonas tienden a priorizar el individualismo y la autonomıa, las
culturas asiaticas y latinas tienden a considerar que la adaptacion y el complacer a los
demas son valores m as importantes. Puede ser necesario enfatizar con la pareja que para
funcionar dentro de un marco igualitario, hombres y mujeres deben encontrar en sı mis-
mos/as un equilibrio entre esos dos impulsos, aun si sus culturas evaluan estos modos de
manera diferente.
Reciprocidad y equidad en el quid pro quo
El equilibrio de poder es un tema fundamental en las relaciones de pareja (Goldner,
1988; Walsh, 1989; Walsh & Scheinkman, 1989) y una condicion esencial para que las
parejas se sientan bien con respecto a su conexion. A causa de la vida estresante de las
parejas hoy en dıa, donde las personas esperan compartir las responsabilidades domesti-
cas, es comun que los individuos se sientan maltratados y que las parejas discutan sobre la
distribucion del trabajo. Ser capaces de manejar la logıstica de la vida domestica de una
manera que ambos consideren justa y razonable es crucial para la intimidad. Los desequi-
librios de poder y los sesgos persistentes (por ej., un miembro privilegia sus propias necesi-
dades, o un miembro trabaja en exceso mientras el otro lo hace menos de lo necesario)
conducen inevitablemente al resentimiento, la perdida del interes sexual o la depresion en
uno o ambos miembros de la pareja (Walsh, 1989). Con el proposito de abordar clınica-
mente los desequilibrios de poder, el/la terapeuta debe hablar explıcitamente sobre el tema
de compartir las tareas y responsabilidades.
Es importante tener presente que la distribucion del poder es diferente de si la pareja
organiza su relaci on de manera sim etrica o complementaria. Muchas parejas con roles
diferentes siguen negociando acuerdos en los que sienten que sus intercambios son justos
(Walsh, 1989). Lo que importa no es un intercambio exacto sino que ambos/as sientan que
en t
erminos generales es un arreglo justo.
Ecologıa de interacciones positivas y negativas y desarrollo de un espıritu l
udico
Para sentir que hay intimidad, las parejas habitualmente necesitan mantener una
atmosfera emocional m as positiva que negativa. En sus investigaciones, Gottman (1995)
encontro que los matrimonios que prosperan tienden a tener una proporcion de cinco inter-
acciones positivas por cada interacci on negativa, y que incluso las parejas muy vol atiles
pueden lograrlo si mantienen esta proporci on. Algunos ejemplos de mantener interac-
ciones positivas son mostrar aprecio por el otro/a, interes, gratitud, sonreır, hacer bromas
o tocarse. Estas conductas funcionan como mecanismos reparatorios que contrarrestan la
defensividad y desescalan las tensiones. Asimismo, la biologa evolucionista Behncke
(2011) enfatiza el rol del espıritu l
udico en la resiliencia de las relaciones adultas. El juego
aumenta la dopamina en el cerebro, la que neutraliza la tension y ayuda a las personas a
manejar las ambig€ uedades, la frustraci on y el conflicto.
Capacidad de integrar necesidades y anhelos en la relacion
Cuando las parejas vienen a terapia, con frecuencia sus interacciones est an organi-
zadas en torno a la defensividad y la culpa (Scheinkman & Fishbane, 2004). Para
recuperar el di
alogo productivo, el/la terapeuta tiene que convencer a los miembros de
la pareja de que la defensividad socava la intimidad. Debe ayudarles a contactarse con
lo que hay detras de sus defensas para que puedan relacionarse sobre la base de sus
vulnerabilidades y necesidades. Este trabajo clınico es esencial para ayudarles a enten-
derse mutuamente y luego negociar un mejor ajuste entre ellos en lo relacionado con
la intimidad.

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En los cırculos profesionales norteamericanos muchas veces la comunicacion verbal


sobre los sentimientos se equipara la con intimidad. Sin embargo, para mucha gente y en
muchas culturas hablar de los sentimientos no es la esencia de la intimidad. En cambio, la
intimidad se trata de compartir experiencias, generosidad, cuidados, o tener experiencias
placenteras juntos. Si bien conversar de los sentimientos es un paso terapeutico necesario
para ayudar a la pareja a aclarar sus necesidades y hacer adaptaciones recıprocas, hablar
puede ser simplemente un medio para un fin, fin que consistirıa en la creacion de aquello
que ellos/as consideran experiencias de intimidad.
Capacidad de diferenciar el presente del pasado
A medida que el/la terapeuta anima las negociaciones acerca de la intimidad con fre-
cuencia se encuentra con porfiadas resistencias. Por ejemplo, Julia puede decir que quiere
tener una relaci on mas cercana con Fernanda en lo sexual. Sin embargo, siempre que Fer-
nanda se le acerca, Julia retrocede porque siente que dichos acercamientos son invasivos.
En estos momentos de ambivalencia es importante que el/la terapeuta detenga y encuadre
la interaccion de la pareja (Scheinkman & Fishbane, 2004), e indague cuidadosamente si
ha habido otras situaciones en el pasado en que Julia puede haberse sentido invadida o
violentada. Tambi  til preguntar si recuerda la primera vez que se sintio ası. Esta
en es u
lınea de exploracion le ayuda al terapeuta a comprender si hay sentimientos del pasado
que se han transferido a la situaci on presente, agregando ası un nivel adicional de con-
fusion o angustia a las din amicas de la pareja. Ese nivel puede tener que ver con la histo-
ria de esa relacion de pareja o con experiencias en otras relaciones amorosas. Sin embargo,
muchas veces el/la terapeuta encuentra dolor y trauma asociados con un pasado m as
lejano. A medida que los miembros de la pareja relatan sus historias ocultas, el/la ter-
apeuta puede ayudarles a darse cuenta de que sus interacciones difıciles tienen un sub-
texto historico. Al ayudarles a separar el presente del pasado, les anima a recurrir menos
a sus estrategias defensivas.
Revisi
on del vınculo entre progenitor/a e hijo/a
Como terapeutas oımos con frecuencia episodios en la vida de la pareja en los que un
miembro se siente profundamente molesto cada vez que el otro no est a perfectamente sin-
cronizado o disponible. Tal vez percibamos que hay elementos como expectativas de privi-
legio, irracionalidad o nostalgias infantiles que est an contaminando estas situaciones. La
extensa literatura existente sobre la aplicaci  til para entender
on de la teorıa del apego es u
estas situaciones (Greenberg, 2008; Johnson, 2008). Napier (1999) ha descrito formas en
que el estado hipn otico de la intimidad adulta –con sus momentos de lımites difusos,
fusion, encuentro fısico y placeres del espıritu l
udico– conecta inevitablemente con experi-
encias tempranas, y al hacerlo despierta nuevamente necesidades primarias de alguien
confiable, confianza y sintonıa emocional. Tambien se~ nala –y yo lo comparto– que si bien
la intimidad adulta conecta con anhelos y frustraciones tempranas, desde el punto de vista
clınico el/la terapeuta debe tener cuidado de no mezclar la relacion de pareja con los vıncu-
los tempranos de sus miembros. Aunque durante la infancia hay una necesaria fusion
entre el ni~ no o ni~
na y su cuidador/a, en la adultez suponemos que los miembros han vivido
un proceso de separaci on e individuacion –aunque puede haber sido turbulento– e ideal-
mente debieran ser capaces de lidiar con los lımites entre sı mismo/a y el otro/a. Las expec-
tativas de que un miembro “deberıa” reparar las deficiencias que hubo en el desarrollo del
otro son problem aticas porque muchas personas que sienten que no pidieron tener ese rol.
M as a
un, en el trabajo multicultural el/la terapeuta debiera tener claro que en muchas cul-
turas la relaci on entre matrimonio y terapia no es congruente. En mi opinion, al trabajar
con necesidades primarias que se activan en la relacion de pareja, el mejor camino es que
el/la terapeuta presuponga que la carga del trabajo con la familia de origen y de la

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SCHEINKMAN / 15
regulaci
on emocional son de cada individuo. El/la terapeuta favorece la empatıa entre los
miembros de la pareja, pero evita suponer que es responsabilidad de ellos/as reparar las
heridas pasadas de la otra persona. Dicho supuesto puede ser contraproducente.
Reedici
on de las din
amicas entre los padres
Otro punto de vista para entender los patrones refractarios de las parejas es el marco
conceptual que plantea que con frecuencia las parejas recrean din amicas similares a las de
sus progenitores/as. Recrean la misma pauta o bien se exceden en el sentido inverso (por
ej., ‘Mis padres peleaban todo el tiempo; yo nunca voy a levantar la voz’). Cuando Patricia
dejo de trabajar como abogada para dedicarse a ser madre de tiempo completo –una deci-
si
on que tom o voluntariamente– no estaba preparada para el intenso resentimiento que
finalmente experiment o. Confundido por la irritabilidad de su esposa, Paul reacciono con
creciente frustracion y con el tiempo se encontraron discutiendo de manera muy parecida
a los padres de Patricia. Confundido por su propia frustracion, Paul empezo a sentir
verg€ uenza de “convertirse en su padre”, que era proclive a los arranques de ira. Por otra
parte, Patricia se vio a sı misma convirti
endose en su madre, que estaba deprimida y se
sentıa intimidada por el padre. En este tipo de situaciones, el/la terapeuta puede ayudar a
la pareja a superar las predicciones bilaterales prescritas centr andose en los asuntos
inconclusos de cada uno/a con su familia (Fishbane, 2013; Scheinkman, 2008) y ayudarles
a ver que su relaci
on no es la misma que la de sus progenitores/as.

PARTE TRES: INTIMIDAD SEXUAL


Dado que la sexualidad es un tema amplio y complejo, aquı me refiero al sexo como una
esfera crıtica en la vida de una pareja en la cual los miembros pueden experimentar intim-
 til aclarar
idad o no. Con el fin de diferenciar entre la sexualidad con y sin intimidad es u
algunos t erminos.

 n, Pasio
Excitacio  n e Intimidad
Aunque muchas actividades sexuales pueden generar excitacion –tales como la mastur-
bacion, la pornografıa, el sexo virtual, las aventuras casuales o el swinging–, ellas no nece-
sariamente conllevan intimidad en el sentido relacional de la palabra. Estas experiencias
pueden volverse ıntimas si son parte de la sensacion de estar compartiendo o de ser
complices, en la cual la pareja recurre a estas actividades para aumentar la excitacion de
su conexi on.
Tambi en es importante diferenciar la pasi on de la intimidad sexual. La pasion emerge
espont aneamente, mientras que la intimidad sexual necesita ser intencional y ser culti-
vada a lo largo del tiempo. La pasi on es incontrolable y se impone a sı misma; la intimidad
sexual involucra una consciencia de sı mismo/a, toma de decisiones, comunicacion y
esfuerzos por adaptarse y reparar. La lujuria tiende a desvanecerse con el tiempo, en cam-
bio la intimidad sexual tiende a generar una sensacion duradera de union. Muchas parejas
se angustian cuando la pasi on desaparece; es fundamental que el/la terapeuta normalice
esta situacion y les recuerde los placeres asociados a un vınculo sexual m as intencional
(Iasenza, 2010).

El Sexo Puede Conllevar o no Intimidad


El sexo tiende a tener una cualidad ıntima cuando se comparte entre personas que se
importan una a la otra o que est
an desarrollando un vınculo afectivo. La sexualidad puede
ser una manera de conocer a la otra persona o un espacio para expresar distintos sen-
timientos; puede ser un momento de dejarse ir, de autodescubrimiento o reparacion.

Fam. Proc., Vol. 0, July, 2019


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Tambi en puede ser simplemente una actividad para estar cerca. En una atmosfera de
intimidad el sexo puede llenarse de sentimientos y significados como “Te amo”, “Eres espe-
cial” o “Yo elijo hacer esto contigo”. La intimidad sexual toma en cuenta la experiencia sub-
jetiva de la otra persona, en cambio el sexo habitualmente se vive como no ıntimo en la
medida que convierte al otro/a en objeto, es mec anico o es como una tarea y se ignoran o
reprimen los sentimientos de la otra persona. En las situaciones en que el sexo es deman-
dado o impuesto por la fuerza, la experiencia puede ser profundamente traum atica y
toxica.

Procesos Relacionales que Sustentan la Intimidad Sexual


Todos los procesos relacionales reci
en descritos se aplican tambien al desarrollo y cui-
dado de la intimidad sexual a lo largo del tiempo. La sexualidad tiende a experimentarse
como ıntima cuando los miembros de la pareja se comunican de maneras diferenciadas.
Tambi en es ıntima cuando cada persona revela su deseo, sus sentimientos, fantasıas y su
cuerpo desnudo, confiando en que la otra persona aceptar a lo que le est
a revelando. La
capacidad de encuentro con la pareja en la creacion conjunta del placer tambien es funda-
mental. Asimismo, el sexo tiende a ser m as satisfactorio cuando se da en un contexto de
mas interacciones positivas que negativas. La capacidad de cada persona para alternar
entre los modos orientados hacia uno mismo/a y los modos orientados hacia el otro/a es
b
asica para crear excitaci on y para dar y recibir placer. Adem as de estos procesos, hay
algunas otras condiciones que pueden ser necesarias para mantener la intimidad sexual
en el tiempo.
Intencionalidad
Con el fin de sostener el ir y venir de la intimidad sexual es posible que las parejas ten-
gan que desechar el mito de la espontaneidad y abordar el sexo intencionadamente, planif-
icando ocasiones en que puedan deshacerse de la interferencia de las y los hijos, las tareas
domesticas, las preocupaciones de trabajo, las tabletas y los telefonos moviles. Adem
as, el
supuesto establecido sobre el “funcionamiento sexual normal” –que la relacion sexual debe
comenzar con deseo espont aneo y terminar con un orgasmo– es contraproducente para el
desarrollo de la intimidad sexual (Iasenza, 2010). Iasenza plantea que el modelo secuen-
cial de la respuesta sexual propuesto por Masters y Johnson (1966) –excitacion, meseta,
orgasmo, resoluci on, a lo que se suma la idea de Kaplan de que el deseo debe preceder a
esta secuencia– es problem atico y centrado en el hombre. Este modelo ignora el hecho de
que en muchas mujeres (y tambi en parejas mayores) es m as probable el deseo surja en
respuesta a ser seducidas y estimuladas m as que como deseo espontaneo. Esta autora
plantea que lo central en el desarrollo de la intimidad sexual es la disposicion de las/los
miembros de la pareja a adentrarse en la situacion sexual sin expectativas de que sus
respuestas sigan un determinado orden.
Sensaciones en relaci
on al propio cuerpo y el cuerpo de la pareja
Para cultivar un flujo confiable de experiencias sexuales, los miembros de la pareja por
lo general necesitan sentirse suficientemente bien con respecto a sus cuerpos y los de sus
compa~ neros/as. Esto no es sencillo, dado que la relacion de las mujeres con sus cuerpos ha
sido tan profundamente da~ nada por la sociedad de consumo y los estereotipos sobre la bel-
leza femenina (Wolf, 1991). La mayorıa de las mujeres a lo largo de su vida tienen un sen-
timiento omnipresente de que hay algo mal en su apariencia y que solo las mujeres
delgadas, jovenes y bonitas tienen derecho a vivenciar la sexualidad. Sin tener la sen-
sacion de que el propio cuerpo lo merece es difıcil mantener la atencion en las propias sen-
saciones y en el placer. Con frecuencia trabajo con mujeres que se ven a sı mismas como

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objetos, al extremo de que incluso cuando sus parejas expresan atraccion, la verg€
uenza les
impide disfrutar del sexo.
La contraparte masculina del mito de la belleza es el dogma de que “para ser un hom-
bre” hay que ser poderoso, agresivo e invulnerable. Este modelo induce a los ni~ nos a vivir
sus sexualidades en funci on de la performance, para probar que son “machos” y poderosos.
El mito de la masculinidad impide a los hombres contactarse con la vulnerabilidad, la ter-
nura y la empatıa, elementos que habitualmente son necesarios para la sexualidad ıntima
(Kimmel, 2005).
Permiso para intervalos breves de “rudeza”
La excitaci
on sexual requiere que una persona centre su atencion en sus propias sensa-
ciones y fantasıas y no se preocupe por las necesidades de la otra persona por un rato,
mientras va aumentando la excitaci on (Bader, 2002). Esto puede ser difıcil para las
mujeres ya que hist oricamente se las ha disuadido de seguir su propio deseo y tienden a
sentirse culpables y avergonzadas de ser egoıstas. En nuestra era posfeminista muchos
hombres tambi en tienen dificultades para centrarse en sı mismos cuando est an con
alguien que les importa. De ahı el atractivo del sexo casual y la prostitucion, donde los sen-
timientos de la otra persona no importan. El cultivo del placer sexual en una relacion
ıntima requiere un equilibrio entre egoısmo y cuidado del otro/a, entre dar y recibir. Habit-
ualmente la intimidad se ve afectada si cualquiera de estos dos polos est a ausente.
Resentimiento
Cuando el resentimiento contamina insidiosamente la relacion de pareja, por lo general
afecta su capacidad de sentir placer juntos. El resentimiento puede surgir en la relacion
sexual misma –por ejemplo, por una discrepancia en el deseo– o puede provenir de otros
mbitos de la vida de pareja tales como una division inequitativa del trabajo o sentirse
a
criticado/a y poco apreciado/a. La sexualidad de la pareja puede estar bloqueada debido a
dinamicas en el aquı y ahora, pero tambi en puede provenir de resentimientos acumulados
que nunca se abordaron. M as all
a de su origen, cuando el resentimiento invade la relacion
de pareja, habitualmente esto afecta su disposicion a relacionarse sexualmente. M as a
un,
mientras m as tiempo lleva una pareja sin tener relaciones sexuales, m as incomodo les
resulta tener sexo nuevamente. Puede que el o la terapeuta tenga que animarlos a dar
pasos intencionados hacia una reconexi on sexual, con el fin de ayudarlos a romper su ciclo
evitativo negativo.
La importancia relativa del sexo para cada miembro de la pareja
La sexualidad no es igualmente importante para todo el mundo. Para algunas personas
el sexo es una panacea que ofrece un sentido de identidad, conexion o regulacion emo-
cional, mientras que para otras es menos importante; es un a mbito de intimidad entre
muchos otros. Cuando el sexo no es una prioridad para uno de los miembros y el otro/a lo
demanda, esto puede llevar a circuitos negativos perseguidor-perseguido que escalan f acil-
mente. Aunque es posible que el/la terapeuta no pueda nivelar las discrepancias en el
deseo sexual, sı puede ayudar a cada uno/a a definir sus prioridades y tratar de acercarse
al otro/a sobre la base de empatıa, generosidad y disposicion.

PARTE CUATRO: PRINCIPIOS Y HABILIDADES TERAPEUTICAS BASICAS


Cuando las parejas llegan a nuestra oficina por lo general sus miembros est an atrapa-
dos/as en ciclos reactivos de los cuales no pueden escapar por sı mismos. El/la terapeuta
debe ayudarles a desescalar a nivel conductual antes de poder facilitar un di alogo sobre
sus vulnerabilidades y sobre la intimidad que buscan. Lo hace por medio de interrumpir

Fam. Proc., Vol. 0, July, 2019


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respuestas reactivas y ayudandoles a traducir sus frustraciones y su rabia en narrativas


de posibilidades y necesidades. Las estrategias clınicas propuestas en The Vulnerability
Cycle (Scheinkman & Fishbane, 2004) y The Multi-Level Approach (Scheinkman, 2008)
mbito. A continuaci
son pertinentes en este a on sugiero algunos principios y habilidades
adicionales para ayudar al terapeuta a facilitar este proceso.

Adoptar una Actitud de Curiosidad


Despu es de contener las escaladas mas intensas de la pareja, con el fin de ayudarles a
definir sus objetivos, el/la terapeuta mantiene una posicion de curiosidad y de no saber
(Anderson & Goolishian, 1992) sobre variados temas tales como:

• Sus esperanzas, necesidades y expectativas.


• Sus respectivas jerarquıas de prioridades y sus valores en relacion a la intimidad.
• mbitos donde ven que la intimidad se est
Las expectativas y los a a desarrollando.
• Los procesos relacionales y los bloqueos emocionales que pueden estar interfiriendo con
la creaci
on o la conservaci
on de la intimidad.

Mentalizar Sentimientos y Conductas Sanadoras


Cuando las parejas inician una terapia, por lo general sus narrativas est an explıcita o
implıcitamente llenas de culpa. Mentalizar (Fonagy, Gergely, Jurist, & Target, 2002) es
una habilidad en la cual el/la terapeuta trata de poner en palabras las vulnerabilidades,
intenciones y expectativas que subyacen a las quejas de los miembros. Puede que el o ella
tenga que adivinar. O puede que tenga que prestar palabras a la pareja, siempre a modo
de pregunta, chequeando si est an de acuerdo. El/la terapeuta puede decirle a David:
“¿Sera que detras de tu retraimiento hay un deseo de que Carla se muestre m as agrade-
cida? ¿Que conductas de Carla te harıan sentir que agradece lo que haces por ella?” A med-
ida que el/la terapeuta ayuda a la pareja a verbalizar sus necesidades, mejora tambien sus
comportamientos mediante un bloqueo de la reactividad in util y la promocion de formas
mas efectivas de expresar sentimientos y deseos.

Centrarse en Momentos Especıficos y Promover la Intimidad a lo Largo del Tiempo


Adem as de mentalizar necesidades e intenciones, el/la terapeuta tambien debe ayudar
a la pareja a concretizar sus expectativas. Weingarten (1991) se~ nala que las parejas se
sienten m as capaces de crear intimidad cuando se les ayuda a centrarse en situaciones
especıficas. Esta autora plantea: “Las personas elijen diversas actividades en las cuales es
probable que ocurran interacciones ıntimas entre ellos/as y quienes comparten con ellos/
as”, tales como el sexo, comer juntos/as, pasear en bicicleta o tener determinados tipos de
conversaciones. Sin embargo, aunque estos momentos especıficos son ladrillos fundamen-
tales para construir la intimidad, las parejas tambien necesitan mantener una con-
tinuidad en t erminos del flujo de conexi on, desconexion y reconexion.
Las desconexiones entre los miembros de la pareja ocurren todo el tiempo y pueden pro-
venir de diversas fuentes como el estr es cotidiano asociado al trabajo, la crianza de las y
los hijos o la relacion con la familia extensa. O pueden ser el resultado de una acumulacion
de decepciones y heridas en la relaci on misma. Otra posibilidad es que las desconexiones
se deban a la activaci on de heridas mas antiguas. Con el fin de contrarrestar estas frac-
turas, las parejas tienen que mantener valores y principios que les ayuden a resistir los
perıodos m as difıciles. Algunos de estos valores son, por ejemplo, el compromiso, la lealtad
y la tolerancia. Tambi en tienen que estar dispuestos a perdonar, reparar y seguir
intentandolo una y otra vez (Goldner, 2006).

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Promover las Negociaciones
A medida que el/la terapeuta va ayudando a los miembros de la pareja a verbalizar sus
expectativas, tambien promueve negociaciones de cambios especıficos. Por ejemplo, una
persona puede expresar el deseo de compartir de manera m as justa las responsabilidades
del hogar, mientras la otra quisiera m as espıritu l
udico y alegrıa en sus vidas. El/la ter-
apeuta puede ayudarles a planificar salidas a bailar y estar con sus amistades, y en la
misma sesion ayudarles a crear una planilla de tareas que deben repartirse. Estas tareas
claras para la casa se convierten en barometros de cambio que indican semana tras sem-
ana si la pareja est
a avanzando hacia donde dicen querer ir. Cuando la pareja frecuente-
mente evita u olvida hacer las tareas, puede ser necesario un enfoque diferente.

Identificar y Fortalecer los Procesos Relacionales


En la medida que el/la terapeuta observa que hay inercia es posible que sea necesario
evaluar si hay procesos relacionales especıficos que es necesario fortalecer para que la par-
eja sea capaz de seguir avanzando en la direcci on que desean. Por ejemplo, puede que el/la
terapeuta tenga que animar a los miembros de la pareja a definir lımites m as claros, o
expresar m as sentimientos positivos, hacer ajustes en su quid pro quo o hablar claramente
de sus necesidades. Si este trabajo no es suficiente para ayudar a la pareja a sentirse m as
conectados/as y cercanos/as, es posible que el/la terapeuta tenga que explorar si existen
otros impedimentos de m as difıcil acceso.

Explorar Bloqueos Emocionales Complejos


Es imposible abordar la intimidad desde la clınica sin tomar en cuenta su naturaleza
ambivalente. Si bien la intimidad es una experiencia que se busca intensamente, tambien
es una exploraci on que conecta con ansiedades b asicas que, paradojalmente, bloquean la
experiencia misma que la pareja est a buscando. Estas ansiedades pueden incluir temores
existenciales a ser abandonado/a, rechazado/a, ignorado/a, criticado/a o abrumado/a. La
ansiedad tambi en puede estar vinculada a da~ nos emocionales previos, experiencias
traum aticas o entornos hostiles que han contribuido a cristalizar las defensas. Para explo-
rar y trabajar estos multiples niveles, los artıculos “The Vulnerability Cycle” (Scheinkman
& Fishbane, 2004) y “The Multi-Level Approach” (Scheinkman, 2008)7 son complementar-
ios al marco conceptual que presento aquı.

CONCLUSION
Este trabajo propone un marco conceptual integrativo y multicultural para pensar sobre
las “intimidades” en terapia de pareja. Previene a las y los clınicos contra las nociones
monolıticas y al mismo tiempo les anima a trabajar en forma colaborativa con los miem-
bros de la pareja para ayudarles a identificar sus necesidades y anhelos, a contextualizar
sus significados y a tomar decisiones acerca de sus preferencias. El/la terapeuta facilita la
reflexi
on sobre sı mismos/as, la comprension mutua sobre sus expectativas, y las negocia-
ciones de cambios que les ayuden a crear el mejor ajuste posible entre ellos/as. Se parte del
supuesto de que la intimidad a lo largo del tiempo no es algo que “simplemente sucede”,
sino que es necesario cultivarla; el/la terapeuta identifica procesos relacionales que pue-
den requerir apoyo, porque son la base para que exista fluidez en el ir y venir de las experi-
encias ıntimas. Cuando las negociaciones y el apoyo de estos procesos relacionales no son
suficientes, es posible que el/la terapeuta tenga que centrarse en bloqueos emocionales
complejos asociados con traumas, familia de origen o mandatos culturales y multigenera-
cionales que pueden estar interfiriendo con el desarrollo de la intimidad. El enfoque

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propuesto aquı integra el respeto por las preferencias especıficas de cada miembro de la
pareja con el vasto conocimiento adquirido en el a mbito de la terapia familiar. Este destaca
significados contextuales y procesos relacionales fundamentales para el proceso ter-
apeutico y para la resiliencia de la intimidad en las relaciones de pareja.8

Notes.

1
Literalmente, La Pareja Intima. (NT).
2
Literalmente Historia del matrimonio. (NT).
3
Disponible en espa~ nol en el sitio web de Family Process con el tıtulo ¿Que Es lo Com-
plejo del Sexo? Como Ampliar las Perspectivas sobre lo Sexual en la Teorıa y la Pr actica.
(NT).
4
Disponible en espa~ nol en el sitio web de Family Process con el tıtulo Desactivar los
Celos en las Relaciones de Pareja: Un Enfoque de M ultiples Dimensiones. (NT).
5
La autora usa alternativamente los g eneros femenino y masculino. (NT).
6
En espa~nol serıan ‘El ciclo de la vulnerabilidad’ y ‘El Enfoque de m ultiples niveles’,
respectivamente. (NT).
7
Traducci
on de Ps. Soledad S anchez D., Instituto Chileno de Terapia Familiar, Santiago
de Chile. Formato final: Family Process.

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