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U1. Intimidades Un Marco Conceptual Integrativo y Multicultural en Terapia de Pareja 2019
U1. Intimidades Un Marco Conceptual Integrativo y Multicultural en Terapia de Pareja 2019
Implıcita o explıcitamente, nuestras ideas sobre la intimidad son las nociones funda-
mentales que orientan el proceso de la terapia de pareja. Sin embargo, como disciplina pro-
fesional hemos dedicado poco tiempo a conceptualizar la intimidad y a un menos tiempo a
considerar la diversidad de prioridades y significados que las parejas traen a nuestros con-
sultorios. En la Primera Parte, Tipos de Intimidad, describo un caleidoscopio de contextos
–socio-historicos, culturales, de genero, ciclo vital y desarrollo– que inciden en nuestras
ideas y expectativas sobre la intimidad en las relaciones de pareja. Destaco diferentes
esferas en las que puede darse la intimidad, tales como la emocional, sexual, intelectual o
familiar. Propongo un punto de partida desde el cual el o la terapeuta, de manera colabo-
rativa, ayuda a los miembros de la pareja a expresar sus necesidades, anhelos y priori-
dades, con el fin de negociar una visi on compartida. En la Segunda Parte,
Conceptualizaci on de la Intimidad, sugiero una definicion experiencial que da espacio
para los significados subjetivos de cada miembro de la pareja, y al mismo tiempo toma en
cuenta diversos procesos relacionales que puede ser necesario abordar para que las fluctua-
ciones de las experiencias de intimidad sean resilientes. En la Tercera Parte, Intimidad
Sexual, menciono las condiciones en las que resulta m as probable que el sexo sea una expe-
riencia ıntima en lugar de una distante. Finalmente, en la Cuarta Parte, describo Princip-
ios Terapeuticos para guiar al terapeuta a llevar a las parejas de la reactividad al dialogo
y a las negociaciones en relacion a la intimidad. El marco integrativo aquı propuesto desin-
centiva nociones monolıticas a priori de la intimidad y subraya, en cambio, significados
matizados, procesos relacionales a considerar en forma diferencial, bloqueos emocionales
presentes y pasados y un enfoque clınico flexible para promover las condiciones para el
desarrollo y la resiliencia de las experiencias ıntimas.
*The Ackerman Institute for the Family, New York City, NY.
La correspondencia relativa a este artıculo debe dirigirse a Michele Scheinkman, 400 Park Avenue
South, apt 32B, New York, NY 10016. E-mail: michelescheinkman@gmail.com.
La autora agradece a Froma Walsh, Mona Fishbane, Suzanne Iasenza, Lois Braverman y Peggy Papp
por sus sugerencias y su estımulo, y a The Ackerman Institute por su apoyo permanente al Couples and
Intimacy Project (Proyecto Parejas e Intimidad).
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Family Process, Vol. 0, No. 0, 2019 © 2019 Family Process Institute
doi: 10.1111/famp.12444_01
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las parejas que buscan terapia, que la intimidad nos demanda un esfuerzo para luchar a nivel con-
ceptual y clınico con su ambig€
uedad. (Karpel, 1999, p. 84)
Es la Intimidad, Entonces?
¿Que
Incluso a nivel ling€ uıstico, intimidad tiene muchos significados diferentes. El dic-
cionario Merriam-Webster define intimidad como “algo de naturaleza personal o privada”.
El diccionario Oxford la define como “confianza y amistad cercanas”, y menciona como
sinonimos cercanıa, afinidad, conexi on, apego, compa~ nerismo, afecto, calidez, com-
prensi on, relaciones sexuales, coito y hacer el amor.
En la literatura profesional muchos te oricos/as han reconocido que, como concepto, efec-
tivamente la intimidad es bastante escurridiza y difıcil de definir (Karpel, 1999; Wein-
garten, 1991; Wynne & Wynne, 1986). Carlson y Sperry (1999a), editores del libro The
Intimate Couple2, se~ nalan en el prefacio: “. . .parece haber tantas definiciones de intimidad
como individuos que escriben acerca de ella” (p. xix). La cuestion es que no solo no hay con-
senso sobre qu e significa intimidad, sino tampoco sobre como abordarla en la pr actica
clınica. Desde mi perspectiva esto es un problema. Sin una conceptualizacion explıcita de
la intimidad, las y los terapeutas s olo pueden operar por default sobre la base de sesgos
personales. Sin un marco conceptual que sea posible ense~ nar y que guıe a los terapeutas,
corremos el riesgo de “hacer calzar” a las parejas con los discursos culturales dominantes
en lugar de ayudarles a reflexionar y decidir sobre sus prioridades y necesidades.
En este trabajo uso el t ermino intimidad en un sentido amplio para abarcar una
variedad de experiencias, incluyendo la sensacion de conexion, sentirse conocido/a, com-
partir, sentirse unidos/as y pertenecer. Parto del supuesto de que la intimidad, en todas
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sus variaciones y giros, es una necesidad humana fundamental y una cualidad de la
relacion que las parejas de hoy en dıa esperan tener en sus vınculos de largo plazo. Mi foco
no es solo un momento especıfico de intimidad, sino el ir y venir de la conexion,
desconexi on y reconexi
on a lo largo del tiempo. En las siguientes paginas recomiendo a las
y los terapeutas mantener la curiosidad acerca de la diversidad de intimidades que pueden
encontrar, y tener presentes las m ultiples situaciones y contextos diferentes en los cuales
las expectativas de los miembros de la pareja son examinadas cuidadosamente, filtradas y
vivenciadas.
El Filtro de la Cultura
Vivimos en un mundo altamente interconectado en el que m as y mas personas en difer-
entes partes del mundo buscan relaciones democr aticas basadas en el compa~nerismo, la
colaboraci
on y el amor. Sin embargo, en mi opinion, es fundamental que el/la terapeuta
tenga presente que estas expectativas se dan en distintas formas y velocidades, en la
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medida que tienen que integrarse con valores y prioridades de culturas y subculturas
especıficas. En un estudio demogr afico acerca de la disminucion del matrimonio en Asia
(The Economist, 2011), los autores describen que las mujeres jovenes de Corea, Japon y
China llevan a~ nos en una “huelga matrimonial” que consiste en resistirse a los acuerdos
tradicionales mediante un retraso del matrimonio o la decision de no casarse. Del mismo
modo, en Rusia, donde tradicionalmente las mujeres se casaban jovenes y frecuentemente
con hombres mayores, muchas de ellas est an priorizando sus carreras por sobre el matri-
monio. En India, Pakist an y Bangladesh, donde todavıa prevalecen los matrimonios con-
certados, las novias y novios participan crecientemente en la eleccion de sus parejas
(Harris, 2015). En muchos paıses europeos las parejas prefieren las uniones civiles en vez
de los votos matrimoniales tradicionales. En los Estados Unidos los cambios en los valores
tradicionales se reflejan en la postergaci on de los matrimonios y los embarazos, las con-
vivencias, el aumento del divorcio, las familias monoparentales, los matrimonios homosex-
uales, las relaciones abiertas y el hecho de tener varios matrimonios a lo largo de la vida.
En terminos generales, podemos decir que estamos presenciando una transformacion
social radical de las relaciones ıntimas a trav es de todo el mundo y especialmente en las
generaciones m as j
ovenes. Estos cambios ocurren con mucha rapidez en Occidente y en los
centros urbanos. Sin embargo, la equidad de genero, las relaciones entre personas del
mismo sexo y la libertad de elecci on son valores a los que las culturas fundamentalistas y
los grupos conservadores se resisten con fuerza, tanto dentro como fuera de los Estados
Unidos.
Los valores culturales inmersos en nuestras nociones de intimidad pueden estar ocultos
o ser sutiles, y aun ası pueden generar malentendidos importantes entre los miembros de
la pareja. El siguiente ejemplo es de una pareja a quienes atendı en psicoterapia. Peter, un
hombre cauc asico del Medio Oeste, de 38 a~ nos de edad, expresaba su frustracion porque su
mujer “nunca me habla de sus deseos y sentimientos”. Por esa razon, el se sentıa emo-
cionalmente desconectado de ella. Su esposa Mari, una mujer japonesa de 35 a~ nos de edad
que creci o en Tokio, estaba perpleja ante sus expectativas. Explico que para sentirse en
intimidad con Peter ella esperaba que el se esforzara por comprender lo que ella querıa y
necesitaba sin tener que explic arselo palabra por palabra. Tener que ser explıcita en reali-
dad arruinaba su experiencia de intimidad. Un tiempo despues, haciendo clases en Japon,
entendı mejor que en ese paıs y en muchas otras culturas asi aticas la intimidad se enti-
ende a trav es de un filtro de interdependencia colectiva que implica la anticipacion a las
necesidades de los dem as, la generosidad y la pertenencia, y que muchas veces se consid-
era que la comunicaci on directa sobre los propios sentimientos y deseos es egoısta y de mal
gusto. Tamura y Lau (1992) explican que mientras en las culturas anglosajonas se prior-
izan nociones individualistas como autonomıa y definicion de lımites, las culturas
asi
aticas comparten la idea de que los matrimonios exitosos se basan en que los miembros
de la pareja se complementen bien entre sı y se integren con ambas familias de origen.
Con el fin de visibilizar estos sutiles filtros culturales, las y los terapeutas familiares de
otros paıses me han ayudado a diagramar la intimidad en terminos de cu anto comparten
habitualmente los miembros de la pareja en t erminos de hablar de sus sentimientos y rea-
lizar actividades juntos (Figura 1).
En los Estados Unidos las parejas le dan mucha importancia a hablar de sus sentimien-
tos y vulnerabilidades, y pasar bastante tiempo juntos. En cambio, en Francia las parejas
suponen una intersecci on menor de estos tipos de intimidad, y esperan mucho respeto de
la privacidad, la distancia y el misterio. Mientras hacıa clases en Parıs, mi anfitrion me
explicaba que en Francia la “capacidad de aceptar a las otra persona como es” es una
dimensi on fundamental de la intimidad. Hablando desde su experiencia me dijo: “Para
sentir que tengo intimidad con mi esposa necesito saber que puedo ser yo mismo y que
tengo derecho a estar en silencio, que me dejen estar solo, e incluso andar malhumorado
parte del tiempo. . . La intimidad presupone que ella tolera mis manıas y que yo tolero las
de ella. Adem as, implica cierto grado de misterio que me hace sentir curiosidad sobre su
vida separada de mı y a ella sobre la mıa”. Por el contrario, las parejas japonesas por lo
general esperan casi ninguna comunicaci on sobre sentimientos o preocupaciones y pasar
muy poco tiempo con su pareja. Mi anfitri on me explico que en Japon la norma es que las
personas casadas compartan sus preocupaciones emocionales con individuos de su propio
genero. Segun T. Tamura (comunicaci on personal), lo que da a las parejas un sentido de
intimidad y conexi on es su “sensaci on de pertenencia” a un mundo com un, por ejemplo,
sus familias y sus comunidades.
Desde el punto de vista de la satisfacci on de la persona, supongo que cada una de estas
perspectivas culturales responde a necesidades y anhelos un poco diferentes y por lo tanto,
cada perspectiva tiene sus pros y sus contras. La perspectiva individualista norteameri-
cana incluye el ser conocido y conocer a la otra persona a nivel subjetivo, y le da poca
importancia a la satisfacci on que proviene de pertenecer a la misma familia extensa y a
una comunidad m as amplia. La perspectiva oriental hace enfasis en lo colectivo y enfatiza
la generosidad, el respeto y la inclusi on, y al mismo tiempo reprime una comunicacion
clara que permitirıa una sensaci on de conexi on m as fina entre los miembros de la pareja.
Por otra parte, incluso dentro de la misma cultura, los valores relacionados con la intim-
idad pueden diferir dependiendo de la subcultura de cada miembro. Por ejemplo, mientras
una pareja de acad emicos puede priorizar su intercambio intelectual, una pareja de inmi-
grantes puede sentirse m as unida por su travesıa transcultural, y una pareja religiosa
puede sentir que su b usqueda espiritual es lo m as importante para su sensacion de con-
exion y pertenencia.
Quisiera aclarar que cuando localizamos las prioridades de la pareja dentro de la cul-
tura y la subcultura de cada miembro, esto no significa que seamos neutrales con respecto
a cuestiones de justicia social. Los matrimonios forzados, la coercion, la violencia y los
doble estandar son pr acticas (Okin, 1999) incompatibles con el sentimiento de intimidad y
conexion. Cuando una persona se siente violentada, humillada, impotente o maltratada,
experimenta a nivel neurobiol ogico la necesidad de protegerse a sı misma, y al hacerlo, la
intimidad se pone en peligro. En t erminos de intervencion clınica, con el fin de promover
la conexion, las y los terapeutas obviamente deben cuestionar cualquier norma cultural
opresiva. Sin embargo, para evitar la colonizacion, creo que las y los terapeutas est an en
una mejor posici on cuando sit uan sus comentarios y recomendaciones en el marco de sus
propios valores profesionales y culturales, como una perspectiva m as a considerar. Esto
implica un delicado equilibrio terap eutico. Por un lado, los terapeutas tienen que empo-
derar a la pareja para que piensen m as alla de su marco cultural con el fin de considerar
diferentes alternativas sobre la forma de llevar su relacion. Por otro, tienen que transmitir
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comprensi on por sus normas y lımites culturales, siempre con cuidado de no hacer pros-
elitismo. Falicov (2014) enfatiza que ser sensible a lo multicultural significa salir de nue-
stro propio sistema personal y profesional y conservar la curiosidad sobre los valores y
normas culturales, generacionales, de genero, familiares y personales que forman parte de
los modos de relacion de la pareja.
nero
El Filtro del Ge
Tannen observ o que cuando los hombres y las mujeres conversan, su participacion
tiende a basarse en paradigmas diferentes. Estos paradigmas crean brechas en su sen-
sacion de conexi on. Un ejemplo de esto es el caso de Susan y Paul: cada vez que tienen una
conversaci on intelectual, Susan termina llorando y Paul se siente decepcionado y frus-
trado. En la terapia Susan explic o que cuando le cuenta sus ideas a Paul espera que el la
escuche, que valide los puntos que encuentra interesantes y despues agregue sus pen-
samientos e ideas, de manera que puedan generar juntos un conocimiento mayor. Sin
embargo, esto no es lo que pasa. Por el contrario, Paul la desafıa a ofrecer nuevas eviden-
cias, propone ideas contrarias y destaca debilidades en los argumentos de ella. El resul-
tado es que Susan termina muy enojada y a la defensiva, y Paul la considera una
polemista insıpida. Tannen (1991) argumenta que mientras las mujeres tienden a ver las
situaciones interpersonales a trav es del filtro de la filiacion y la cooperacion, los hombres
tienden a considerar la misma situaci on a traves del filtro del debate, la autonomıa y el
poder. Es como si trataran de comunicarse hablando diferentes idiomas.
M as recientemente, Real (2002) agreg o un nuevo nivel a nuestra comprension de la bre-
cha de g enero. El propone que la mayorıa de los impasses entre hombres y mujeres se
deben a una diferencia en las habilidades emocionales de ni~ nos y ni~
nas, ya que siguen
siendo entrenados/as para cumplir su rol en el contexto patriarcal: los hombres como
proveedores y las mujeres como cuidadoras. Este autor se~ nala que estamos en una encruci-
jada difıcil. En la medida que las mujeres dominan habilidades tradicionalmente masculi-
nas, su expectativa es que sus parejas masculinas debieran ser capaces a su vez de
dominar las que tradicionalmente se conocen como “habilidades femeninas” requeridas en
mbito dom
el a estico. Estas expectativas no s olo abarcan las tareas domesticas y la division
del trabajo, sino tambi en las capacidades emocionales necesarias para criar a las y los
ni~
nos, cuidar a los padres y madres a medida que envejecen y escuchar emp aticamente
despu es de un largo dıa de trabajo. Nuestro dilema es que las mujeres est an cambiando
mas rapido que los hombres y a menudo se frustran porque sus parejas no est an adquir-
iendo recıprocamente destrezas como aceptar la vulnerabilidad, sentir lo que la otra per-
sona necesita y siente, o incluso la introspeccion. Real se~ nala que las mujeres no est an
contentas en sus matrimonios porque quieren que los hombres esten “m as conectados” de
lo que la mayorıa de los hombres saben estar, mientras los hombres est an infelices en sus
matrimonios porque muchas veces sus compa~ neras est an frustradas y se quejan de ellos
(Real, 2002, p. 41). Obviamente, es importante no generalizar excesivamente estos
patrones, ya que hay muchas excepciones. Sin embargo, para ayudar a muchas parejas
heterosexuales a llevarse suficientemente bien, es u til que el/la terapeuta muestre estas
brechas de g enero a nivel macro, y que asesore a cada miembro de la pareja para “recali-
brar”, tanto a nivel instrumental como emocional.
tenıan relaciones sexuales todos los dıas. Con la llegada de los hijos sus prioridades cam-
biaron. Marta perdio el inter
es por el sexo, se fueron a vivir a los suburbios por el bienestar
de la familia y se enfocaron en la parentalidad y el apoyo mutuo en sus carreras. La sexu-
alidad se mantuvo relegada. Evaluaban su nivel de cercanıa con base en su fun-
cionamiento como compa~ neras. Mas tarde, cuando los ni~ nos se fueron de la casa, se
encontraron renegociando un nuevo capıtulo. Volvieron a viajar, exploraron nuevas for-
mas de sexualidad y finalmente se trasladaron a una cuidad en la costa donde comenzaron
un peque~ no negocio. Algunas parejas sienten confusion o mucho cansancio frente a los
cambios del ciclo vital, en cambio otras son capaces de mantener una perspectiva a largo
plazo, evolucionan con las necesidades estructurales de cada etapa y renegocian los signifi-
cados que le dan a su identidad de acuerdo a eso.
Como terapeutas, cuando pensamos en estas prioridades cambiantes, es importante
tener presente que la etnia y los valores culturales interact uan con el ciclo vital de la
familia en cada etapa (McGoldrick, Garcia Preto, & Carter, 2015). En otras palabras, lo
que se define como ıntimo en cada etapa del ciclo vital variar a de acuerdo con la cultura y
subcultura de las personas involucradas. La pareja de lesbianas estadounidenses recien
mencionada consideraba que su sensaci on de conexion en el plano sexual era fundamental
en la primera fase de su relaci on. En cambio, una pareja india cuyo matrimonio ha sido
arreglado puede considerar que la fase inicial de su relacion es un tiempo para desarrollar
compa~ nerismo e integrarse con sus familias de origen. Dado el significado del matrimonio
en su cultura, una conexi on sexual satisfactoria se considera producto de la confianza y la
colaboracion que se desarrolla durante los primeros a~ nos.
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diferentes sabores. Puede ser que con un compa~ nero/a la intimidad se intensifique con el
juego y el sentido del humor, mientras que en otro caso puede basarse en vulnerabilidades,
traumas o din amicas de familia de origen similares. La intimidad tambien puede estar
basada en rutinas cotidianas compartidas que le dan a la pareja una sensacion de famil-
iaridad y pertenencia. Esta diversidad de esferas, sabores y actividades contribuyen a
hacer de la intimidad un concepto escurridizo.
condiciones relacionales que tal vez sea necesario fortalecer con el fin de apoyar la creacion
y resiliencia (Walsh, 2012) de la intimidad a lo largo del tiempo.
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de opciones que el/la terapeuta puede tener presente segun lo que considere necesario para
apoyar y fortalecer las bases del vınculo de la pareja.
Diferenciaci
on del sı mismo
Por lo general, las parejas llegan a terapia enredadas en circuitos reactivos que pueden
incluir quejas, culpabilizaci on, distanciamiento o intentos de hacer cambiar al otro/a por
la fuerza. En estas situaciones habitualmente da la sensacion de que los lımites entre el sı
mismo y el otro se difuminan. Kerr y Bowen (1988) han propuesto que reflexionemos sobre
la diferencia entre fusi on e intimidad. En un estado fusionado, los miembros de la pareja
pueden tener una sensaci on intensa de cercanıa, pero su sensacion de intimidad se ve
amenazada por su ansiedad y su confusi on en relacion a los lımites. Un cliente se~
nalaba:
“Cuando Miriam est a enojada, incluso cuando no tiene que ver conmigo, pierdo mi centro.
No puedo concentrarme en mis propios deseos y objetivos y me siento obligado a hacer lo
que ella quiera, pero m as tarde estoy resentido con ella”. La ansiedad viaja muy r apido. Es
un sentimiento contagioso que genera una sensacion de enredo (Kerr & Bowen, 1988) y
ahogo (Napier, 1999). Por el contrario, en un estado diferenciado los miembros de la pareja
conservan su sentido de sı mismos, sus lımites personales y su capacidad de decidir. Ler-
ner (1989) destaca que cuando mantenemos un estado diferenciado sentimos que tenemos
derecho a nuestros propios sentimientos, ideas y necesidades, y al mismo tiempo somos
capaces de comunicarlas y actuar en funci on de ellas, incluso cuando estan en conflicto con
las ideas, sentimientos y necesidades de nuestra pareja. Tambien quiere decir que pode-
mos permitir a la otra persona que haga lo mismo sin volvernos reactivos/as. Sin un sen-
tido bien definido de lımites personales, las relaciones se tornan excesivamente intensas o
distantes y a menudo los miembros de la pareja alternan entre estos dos polos. La diferen-
ciacion del sı mismo no se debe confundir con distancia o falta de compromiso, ya que para
cultivar la intimidad los miembros de la pareja deben ser capaces de mantener un claro
sentido del sı mismo pero tambi en deben ser capaces de “incorporar de todas las formas
posibles ese sı mismo diferenciado en sus relaciones” (Lerner, 1989).
Cuando pensamos en el concepto de diferenciacion del sı mismo debemos tener presente
que distintas culturas tienen prioridades diferentes en el continuo entre separacion y con-
exion. Como ya mencionamos, las culturas de Norteamerica tienden a privilegiar las
necesidades individuales, mientras las culturas asi aticas tienden a priorizar la adaptacion
y la armonıa por sobre la satisfacci on individual. En Japon, por ejemplo, existe una idea
muy extendida de que una persona fuerte es la que se sacrifica al servicio de los dem as
(Tamura & Lau, 1992). Aunque tanto la “diferenciacion del sı mismo” como “la integracion
a la familia y la comunidad” pueden ser relevantes en el desarrollo humano, las y los ter-
apeutas que trabajan con parejas asi aticas deben ser cuidadosos con respecto a la manera
de reconocer e incorporar estas diferentes prioridades en el proceso clınico.
Autorrevelaci
on, empatıa y confianza
Los terapeutas pueden centrarse en la definicion de lımites con algunas parejas y con
otras pueden enfocarse en la autorrevelaci on y la capacidad de confiar. Wynne y Wynne
(1986) han se~ nalado que cuando una persona revela aspectos privados de sı misma, el o
ella necesita creer que la otra persona va a respetar aquello que revele y no va a traicionar
esa confianza. Esa exposici on puede ser verbal o no verbal. Se puede revelar un sen-
timiento, un deseo o el propio cuerpo desnudo. Al mismo tiempo, la aceptacion por parte
del otro u otra tambi en puede ser verbal o no verbal, por ejemplo, a traves de un gesto o
una accion. Aquı nuevamente es necesario tener presente que distintas culturas consid-
eran la revelacion de los sentimientos de manera diferente. Una clienta coreana, por ejem-
plo, explic
o que serıa terriblemente humillante para ella exponer sus sentimientos heridos
a proposito de la traicion de su marido. Querıa que el se diera cuenta de algo obvio –que
ella estaba herida y ofendida– y que reparara sin que ella tuviera que hablar de la dev-
astaci
on que sentıa. En situaciones como esta, las sesiones individuales, las met
aforas, las
esculturas (Papp, Scheinkman, & Malpas, 2013), y otras tecnicas indirectas pueden ser
mas sint
onicas que la exposici
on verbal de los sentimientos o el di
alogo.
Encontrarse en la creaci
on conjunta de significado
Con el fin de sentirse cerca, las parejas tienden a desarrollar actividades y rituales
mediante los cuales cultivan su sensaci on de conexion. Weingarten (1991) plantea que
para sentir una conexion ıntima serıa necesario que una persona entre transitoriamente
en un a rea de inter
es o preocupaci on de la otra, y encontrarse con ella a traves de la
creaci
on conjunta de significado:
Para muchas parejas el sexo o ir a un concierto o a cenar son contextos que conducen –aunque no
siempre– a una interaccion ıntima. . . los individuos pueden tener que negociar entre sı, desarrol-
lar intereses, aprender habilidades, con el fin de unirse a otra persona elegida. . . Ası, si una mujer
experimenta intimidad cuando habla de relaciones interpersonales, entonces, cualquier hombre
que quiera tener intimidad con ella puede elegir interesarse en este tema. Si un hombre ama sen-
tarse a pescar en un bote, es posible que quienes quieran tener intimidad con el se encuentren
pescando en el bote. (p. 292)
Cultivar la intimidad requiere ampliar el sı mismo para estar mas cerca de la otra per-
sona. Sin embargo, en aquellas culturas en que las actividades se dividen por genero,
puede ser mas importante crear una coexistencia general armoniosa.
Capacidad de relacionarse en el modo orientado hacia uno mismo/a y en el modo
orientado hacia el otro/a
Tradicionalmente las mujeres han sido socializadas para relacionarse principalmente
en formas orientadas hacia el otro/a, en el rol de personas que apoyan y cuidan de los
dem as, mientras que los hombres han sido criados para funcionar principalmente en
modos orientados hacia sı mismos, en los que tienen que actuar sobre la base de sus obje-
tivos individuales. Sin embargo, en la medida que nuestro paradigma de las relaciones
est
a cambiando hacia la equidad y la reciprocidad, es imperativo que tanto las mujeres
como los hombres nos relacionemos fluidamente a traves de ambos modos.
En otras palabras, cuando nos relacionamos en el modo orientado hacia el otro/a, lo que
nos guıa principalmente es tomar en cuenta las necesidades y prioridades de la otra per-
sona. Nuestro sentido moral de responsabilidad est a en ese momento dirigido a la otra per-
sona, y sentimos satisfaccion al empatizar, dar y unirnos. Por otra parte, cuando actuamos
desde la posicion de orientacion hacia el sı mismo, lo que nos guıa son nuestros propios
objetivos. Sentimos que tenemos derecho a hacerlo y sentimos satisfaccion por nuestra
capacidad de mantenernos centrados y ser productivos (C. Jenkins, comunicacion per-
sonal).
En nuestro trabajo como terapeutas muchas veces encontramos mujeres que est an en
conflicto con respecto a su sentido personal de direccion, especialmente despues de la
maternidad. Forzadas a ser cuidadoras, no se sienten con derecho a actuar desde sus pro-
pios objetivos, ni siquiera transitoriamente. Sin embargo, vemos a muchas mujeres que se
deprimen o se resienten porque no est an trabajando por sus propias metas. Paralela-
mente, encontramos hombres que desean m as intimidad con sus parejas, sin embargo, tie-
nen poca paciencia para escuchar, empatizar y apoyar. Es posible que las y los terapeutas
que buscan promover la intimidad tengan que ayudar a las mujeres a sentir que tienen
derecho a perseguir sus objetivos personales e, inversamente, desafiar a los hombres a que
dejen de lado sus privilegios y desarrollen habilidades emocionales tales como empatıa,
conexion y cuidado de los dem as.
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mbito nuevamente es importante considerar las diferencias culturales. Mien-
En este a
tras las culturas anglosajonas tienden a priorizar el individualismo y la autonomıa, las
culturas asiaticas y latinas tienden a considerar que la adaptacion y el complacer a los
demas son valores m as importantes. Puede ser necesario enfatizar con la pareja que para
funcionar dentro de un marco igualitario, hombres y mujeres deben encontrar en sı mis-
mos/as un equilibrio entre esos dos impulsos, aun si sus culturas evaluan estos modos de
manera diferente.
Reciprocidad y equidad en el quid pro quo
El equilibrio de poder es un tema fundamental en las relaciones de pareja (Goldner,
1988; Walsh, 1989; Walsh & Scheinkman, 1989) y una condicion esencial para que las
parejas se sientan bien con respecto a su conexion. A causa de la vida estresante de las
parejas hoy en dıa, donde las personas esperan compartir las responsabilidades domesti-
cas, es comun que los individuos se sientan maltratados y que las parejas discutan sobre la
distribucion del trabajo. Ser capaces de manejar la logıstica de la vida domestica de una
manera que ambos consideren justa y razonable es crucial para la intimidad. Los desequi-
librios de poder y los sesgos persistentes (por ej., un miembro privilegia sus propias necesi-
dades, o un miembro trabaja en exceso mientras el otro lo hace menos de lo necesario)
conducen inevitablemente al resentimiento, la perdida del interes sexual o la depresion en
uno o ambos miembros de la pareja (Walsh, 1989). Con el proposito de abordar clınica-
mente los desequilibrios de poder, el/la terapeuta debe hablar explıcitamente sobre el tema
de compartir las tareas y responsabilidades.
Es importante tener presente que la distribucion del poder es diferente de si la pareja
organiza su relaci on de manera sim etrica o complementaria. Muchas parejas con roles
diferentes siguen negociando acuerdos en los que sienten que sus intercambios son justos
(Walsh, 1989). Lo que importa no es un intercambio exacto sino que ambos/as sientan que
en t
erminos generales es un arreglo justo.
Ecologıa de interacciones positivas y negativas y desarrollo de un espıritu l
udico
Para sentir que hay intimidad, las parejas habitualmente necesitan mantener una
atmosfera emocional m as positiva que negativa. En sus investigaciones, Gottman (1995)
encontro que los matrimonios que prosperan tienden a tener una proporcion de cinco inter-
acciones positivas por cada interacci on negativa, y que incluso las parejas muy vol atiles
pueden lograrlo si mantienen esta proporci on. Algunos ejemplos de mantener interac-
ciones positivas son mostrar aprecio por el otro/a, interes, gratitud, sonreır, hacer bromas
o tocarse. Estas conductas funcionan como mecanismos reparatorios que contrarrestan la
defensividad y desescalan las tensiones. Asimismo, la biologa evolucionista Behncke
(2011) enfatiza el rol del espıritu l
udico en la resiliencia de las relaciones adultas. El juego
aumenta la dopamina en el cerebro, la que neutraliza la tension y ayuda a las personas a
manejar las ambig€ uedades, la frustraci on y el conflicto.
Capacidad de integrar necesidades y anhelos en la relacion
Cuando las parejas vienen a terapia, con frecuencia sus interacciones est an organi-
zadas en torno a la defensividad y la culpa (Scheinkman & Fishbane, 2004). Para
recuperar el di
alogo productivo, el/la terapeuta tiene que convencer a los miembros de
la pareja de que la defensividad socava la intimidad. Debe ayudarles a contactarse con
lo que hay detras de sus defensas para que puedan relacionarse sobre la base de sus
vulnerabilidades y necesidades. Este trabajo clınico es esencial para ayudarles a enten-
derse mutuamente y luego negociar un mejor ajuste entre ellos en lo relacionado con
la intimidad.
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regulaci
on emocional son de cada individuo. El/la terapeuta favorece la empatıa entre los
miembros de la pareja, pero evita suponer que es responsabilidad de ellos/as reparar las
heridas pasadas de la otra persona. Dicho supuesto puede ser contraproducente.
Reedici
on de las din
amicas entre los padres
Otro punto de vista para entender los patrones refractarios de las parejas es el marco
conceptual que plantea que con frecuencia las parejas recrean din amicas similares a las de
sus progenitores/as. Recrean la misma pauta o bien se exceden en el sentido inverso (por
ej., ‘Mis padres peleaban todo el tiempo; yo nunca voy a levantar la voz’). Cuando Patricia
dejo de trabajar como abogada para dedicarse a ser madre de tiempo completo –una deci-
si
on que tom o voluntariamente– no estaba preparada para el intenso resentimiento que
finalmente experiment o. Confundido por la irritabilidad de su esposa, Paul reacciono con
creciente frustracion y con el tiempo se encontraron discutiendo de manera muy parecida
a los padres de Patricia. Confundido por su propia frustracion, Paul empezo a sentir
verg€ uenza de “convertirse en su padre”, que era proclive a los arranques de ira. Por otra
parte, Patricia se vio a sı misma convirti
endose en su madre, que estaba deprimida y se
sentıa intimidada por el padre. En este tipo de situaciones, el/la terapeuta puede ayudar a
la pareja a superar las predicciones bilaterales prescritas centr andose en los asuntos
inconclusos de cada uno/a con su familia (Fishbane, 2013; Scheinkman, 2008) y ayudarles
a ver que su relaci
on no es la misma que la de sus progenitores/as.
n, Pasio
Excitacio n e Intimidad
Aunque muchas actividades sexuales pueden generar excitacion –tales como la mastur-
bacion, la pornografıa, el sexo virtual, las aventuras casuales o el swinging–, ellas no nece-
sariamente conllevan intimidad en el sentido relacional de la palabra. Estas experiencias
pueden volverse ıntimas si son parte de la sensacion de estar compartiendo o de ser
complices, en la cual la pareja recurre a estas actividades para aumentar la excitacion de
su conexi on.
Tambi en es importante diferenciar la pasi on de la intimidad sexual. La pasion emerge
espont aneamente, mientras que la intimidad sexual necesita ser intencional y ser culti-
vada a lo largo del tiempo. La pasi on es incontrolable y se impone a sı misma; la intimidad
sexual involucra una consciencia de sı mismo/a, toma de decisiones, comunicacion y
esfuerzos por adaptarse y reparar. La lujuria tiende a desvanecerse con el tiempo, en cam-
bio la intimidad sexual tiende a generar una sensacion duradera de union. Muchas parejas
se angustian cuando la pasi on desaparece; es fundamental que el/la terapeuta normalice
esta situacion y les recuerde los placeres asociados a un vınculo sexual m as intencional
(Iasenza, 2010).
Tambi en puede ser simplemente una actividad para estar cerca. En una atmosfera de
intimidad el sexo puede llenarse de sentimientos y significados como “Te amo”, “Eres espe-
cial” o “Yo elijo hacer esto contigo”. La intimidad sexual toma en cuenta la experiencia sub-
jetiva de la otra persona, en cambio el sexo habitualmente se vive como no ıntimo en la
medida que convierte al otro/a en objeto, es mec anico o es como una tarea y se ignoran o
reprimen los sentimientos de la otra persona. En las situaciones en que el sexo es deman-
dado o impuesto por la fuerza, la experiencia puede ser profundamente traum atica y
toxica.
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objetos, al extremo de que incluso cuando sus parejas expresan atraccion, la verg€
uenza les
impide disfrutar del sexo.
La contraparte masculina del mito de la belleza es el dogma de que “para ser un hom-
bre” hay que ser poderoso, agresivo e invulnerable. Este modelo induce a los ni~ nos a vivir
sus sexualidades en funci on de la performance, para probar que son “machos” y poderosos.
El mito de la masculinidad impide a los hombres contactarse con la vulnerabilidad, la ter-
nura y la empatıa, elementos que habitualmente son necesarios para la sexualidad ıntima
(Kimmel, 2005).
Permiso para intervalos breves de “rudeza”
La excitaci
on sexual requiere que una persona centre su atencion en sus propias sensa-
ciones y fantasıas y no se preocupe por las necesidades de la otra persona por un rato,
mientras va aumentando la excitaci on (Bader, 2002). Esto puede ser difıcil para las
mujeres ya que hist oricamente se las ha disuadido de seguir su propio deseo y tienden a
sentirse culpables y avergonzadas de ser egoıstas. En nuestra era posfeminista muchos
hombres tambi en tienen dificultades para centrarse en sı mismos cuando est an con
alguien que les importa. De ahı el atractivo del sexo casual y la prostitucion, donde los sen-
timientos de la otra persona no importan. El cultivo del placer sexual en una relacion
ıntima requiere un equilibrio entre egoısmo y cuidado del otro/a, entre dar y recibir. Habit-
ualmente la intimidad se ve afectada si cualquiera de estos dos polos est a ausente.
Resentimiento
Cuando el resentimiento contamina insidiosamente la relacion de pareja, por lo general
afecta su capacidad de sentir placer juntos. El resentimiento puede surgir en la relacion
sexual misma –por ejemplo, por una discrepancia en el deseo– o puede provenir de otros
mbitos de la vida de pareja tales como una division inequitativa del trabajo o sentirse
a
criticado/a y poco apreciado/a. La sexualidad de la pareja puede estar bloqueada debido a
dinamicas en el aquı y ahora, pero tambi en puede provenir de resentimientos acumulados
que nunca se abordaron. M as all
a de su origen, cuando el resentimiento invade la relacion
de pareja, habitualmente esto afecta su disposicion a relacionarse sexualmente. M as a
un,
mientras m as tiempo lleva una pareja sin tener relaciones sexuales, m as incomodo les
resulta tener sexo nuevamente. Puede que el o la terapeuta tenga que animarlos a dar
pasos intencionados hacia una reconexi on sexual, con el fin de ayudarlos a romper su ciclo
evitativo negativo.
La importancia relativa del sexo para cada miembro de la pareja
La sexualidad no es igualmente importante para todo el mundo. Para algunas personas
el sexo es una panacea que ofrece un sentido de identidad, conexion o regulacion emo-
cional, mientras que para otras es menos importante; es un a mbito de intimidad entre
muchos otros. Cuando el sexo no es una prioridad para uno de los miembros y el otro/a lo
demanda, esto puede llevar a circuitos negativos perseguidor-perseguido que escalan f acil-
mente. Aunque es posible que el/la terapeuta no pueda nivelar las discrepancias en el
deseo sexual, sı puede ayudar a cada uno/a a definir sus prioridades y tratar de acercarse
al otro/a sobre la base de empatıa, generosidad y disposicion.
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Promover las Negociaciones
A medida que el/la terapeuta va ayudando a los miembros de la pareja a verbalizar sus
expectativas, tambien promueve negociaciones de cambios especıficos. Por ejemplo, una
persona puede expresar el deseo de compartir de manera m as justa las responsabilidades
del hogar, mientras la otra quisiera m as espıritu l
udico y alegrıa en sus vidas. El/la ter-
apeuta puede ayudarles a planificar salidas a bailar y estar con sus amistades, y en la
misma sesion ayudarles a crear una planilla de tareas que deben repartirse. Estas tareas
claras para la casa se convierten en barometros de cambio que indican semana tras sem-
ana si la pareja est
a avanzando hacia donde dicen querer ir. Cuando la pareja frecuente-
mente evita u olvida hacer las tareas, puede ser necesario un enfoque diferente.
CONCLUSION
Este trabajo propone un marco conceptual integrativo y multicultural para pensar sobre
las “intimidades” en terapia de pareja. Previene a las y los clınicos contra las nociones
monolıticas y al mismo tiempo les anima a trabajar en forma colaborativa con los miem-
bros de la pareja para ayudarles a identificar sus necesidades y anhelos, a contextualizar
sus significados y a tomar decisiones acerca de sus preferencias. El/la terapeuta facilita la
reflexi
on sobre sı mismos/as, la comprension mutua sobre sus expectativas, y las negocia-
ciones de cambios que les ayuden a crear el mejor ajuste posible entre ellos/as. Se parte del
supuesto de que la intimidad a lo largo del tiempo no es algo que “simplemente sucede”,
sino que es necesario cultivarla; el/la terapeuta identifica procesos relacionales que pue-
den requerir apoyo, porque son la base para que exista fluidez en el ir y venir de las experi-
encias ıntimas. Cuando las negociaciones y el apoyo de estos procesos relacionales no son
suficientes, es posible que el/la terapeuta tenga que centrarse en bloqueos emocionales
complejos asociados con traumas, familia de origen o mandatos culturales y multigenera-
cionales que pueden estar interfiriendo con el desarrollo de la intimidad. El enfoque
propuesto aquı integra el respeto por las preferencias especıficas de cada miembro de la
pareja con el vasto conocimiento adquirido en el a mbito de la terapia familiar. Este destaca
significados contextuales y procesos relacionales fundamentales para el proceso ter-
apeutico y para la resiliencia de la intimidad en las relaciones de pareja.8
Notes.
1
Literalmente, La Pareja Intima. (NT).
2
Literalmente Historia del matrimonio. (NT).
3
Disponible en espa~ nol en el sitio web de Family Process con el tıtulo ¿Que Es lo Com-
plejo del Sexo? Como Ampliar las Perspectivas sobre lo Sexual en la Teorıa y la Pr actica.
(NT).
4
Disponible en espa~ nol en el sitio web de Family Process con el tıtulo Desactivar los
Celos en las Relaciones de Pareja: Un Enfoque de M ultiples Dimensiones. (NT).
5
La autora usa alternativamente los g eneros femenino y masculino. (NT).
6
En espa~nol serıan ‘El ciclo de la vulnerabilidad’ y ‘El Enfoque de m ultiples niveles’,
respectivamente. (NT).
7
Traducci
on de Ps. Soledad S anchez D., Instituto Chileno de Terapia Familiar, Santiago
de Chile. Formato final: Family Process.
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