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AÑO
6º
DISEÑO CURRICULAR PARA LA
EDUCACIÓN SECUNDARIA
ORIENTACIÓN
CIENCIAS NATURALES
6º AÑO
Provincia de Buenos Aires
Gobernador
Dn. Daniel Scioli
Subsecretaria de Educación
Mg. Claudia Bracchi
Gobernador
Dn. Daniel Scioli
Subsecretario de Educación
Lic. Daniel Belinche
Orientación
Ciencias
Naturales
6O año
ISBN 978-987-676-041-6
1. Diseño Curricular. 2. Educación Secundaria. 3. Ciencias Naturales I. Bracchi, Claudia, coord. II. Paulozzo,
Marina, coord.
CDD 301.712
Equipo de especialistas
Coordinación Mg. Claudia Bracchi | Lic. Marina Paulozzo
Ciencias Naturales
Marco de la Orientación: Lic. Gustavo Bender | Lic. Alejandra Defago | Lic. Laura Lacreu
Materias orientadas de 6º año
Química del Carbono: Lic. Alejandra Defago | Mg. Guillermo Cutrera
Biología, genética y sociedad: Msc. Adriana Schnek | Dra. Alicia Massarini.
Lectura Crítica: Laura Lacreu
Física clásica y moderna: Lic. Gustavo Bender | Dr. Néstor Rotstein
Ambiente, desarrollo y sociedad: Lic. Gustavo Bender | Lic. Alejandra Defago | Lic. Guadalupe
Carbó |Lic. Raúl Ithurralde
Filosofía e historia de la ciencia y la tecnología: Dr. Hernán Miguel | Lic. Gustavo Bender
Ciencias Naturales
Orientación: Escuela Secundaria Orientada en Ciencias Naturales
Título a otorgar: Bachiller en Ciencias Naturales
Introducción
De acuerdo con estos fines, la Escuela Secundaria Orientada en Ciencias Naturales es una ins-
titución en la cual se continúa la formación secundaria de los jóvenes comenzada en el Ciclo
Básico, orientándola en los saberes y modos de producción de conocimiento de estos campos
disciplinares, concebidos como una forma de la cultura integrada en la sociedad actual y atra-
vesada por sus problemáticas.
Desde este punto de vista la alfabetización científica y tecnológica (act), que ha sido el enfoque
de enseñanza durante los primeros tres años de la secundaria, se enriquece y complejiza en
el Ciclo Superior con el aporte de nuevas y más poderosas herramientas teóricas y prácticas.
Estas contribuyen a la formación de jóvenes capaces de analizar críticamente el impacto de las
ciencias sobre las instituciones y el imaginario social acerca de la actividad científica. Al mismo
tiempo, ofrecen nuevos elementos para comprender, interpretar y actuar sobre la sociedad y
participar activa y responsablemente sobre los problemas del mundo.
Para cumplir con los propósitos arriba enunciados, se han seleccionado materias que, por
una parte, toman en cuenta el conocimiento, la visión disciplinar y los impactos tecnológicos
alcanzados en las últimas décadas y, por otra, dan una primera aproximación a otros campos,
ya no de corte disciplinar sino más complejos e integrados, cuyas producciones provocan
fuerte impacto en la vida de las personas y las sociedades. En cada una de las materias no
sólo se desarrollan teorías, conceptos y metodologías propias de estas ciencias sino que
también se incluyen temas de debate y reflexión acerca de la relación ciencia-tecnología-
sociedad y ambiente.
La sociedad actual está atravesada por múltiples discursos científicos, provenientes de distintas
ciencias: las ciencias sociales, las ciencias naturales, la medicina, las ciencias económicas, entre otras.
Las ciencias naturales aportan sus resultados a la comprensión actual de los fenómenos y constitu-
yen una de las formas de construcción de conocimiento que impregna la cultura. Desde este punto
de vista, han cobrado gran importancia en la actualidad.
Las ciencias –en particular las naturales en el caso de esta Orientación– aparecen de manera
inevitable en la percepción del mundo que nos rodea; ya sea desde los términos que incesante-
mente se incorporan al discurso diario, ya desde los debates que se generan acerca del impacto
tecnológico o político de determinada investigación. En este sentido, los términos que desde
lo científico se incorporan a lo cotidiano, portan significados y, de esta manera, contribuyen
a la la interpretación que los ciudadanos hacen de su realidad y de la actualidad. A su vez, sus
producciones constituyen aportes necesarios a la hora de comprender y decidir sobre las accio-
nes individuales y sociales a desarrollar frente a las numerosas problemáticas que encuentran
explicaciones en las interpretaciones científicas.
Esta Escuela es un espacio en el que, más que formar a los estudiantes como especialistas en
este campo de saberes, se pretende educarlos como ciudadanos a partir de estas ciencias y en
conjunción con otros saberes, buscando una formación integral de los jóvenes que les permita
una mirada crítica sobre la producción científica y su impacto en la vida de las personas. Por
ello, la propuesta intenta dinamizar y enriquecer los conocimientos e intereses de los estudian-
tes y abrirles la posibilidad de participar socialmente, integrándose a una comunidad a partir
de los saberes, de las preguntas y problemas que estos estudios les provean. En este sentido,
se resalta que no se trata solo de una formación en ciencias sino también sobre las ciencias
considerando tanto sus saberes como sus procederes.
En este sentido, la act constituye una forma específica de la formación ciudadana que le permi-
te al estudiante incluirse como actor en cuestiones vinculadas a lo científico tecnológico y que
lo interpela como protagonista de la vida política, social y cultural de su comunidad.
En este Ciclo Superior la act se profundiza, en tanto aumenta la complejidad de sus objetos de
conocimiento y se avanza en la participación ciudadana incentivando a los estudiantes a inter-
venir socialmente, con criterio científico, en ciertas decisiones sociales y políticas. Del mismo
modo, se avanza en los aspectos culturales que involucran la comprensión de la naturaleza de
la ciencia, el significado de la ciencia y la tecnología, su incidencia en la configuración social y
su articulación con otros campos de saberes.
Es frecuente que en la escuela se produzca una división entre materias humanísticas o sociales
y científico tecnológicas, que a menudo se perciben como opuestas. Por el contrario, en esta
Orientación se busca que, a lo largo de la formación, los estudiantes construyan una visión crí-
tica del quehacer de la ciencia y de su integración con otras áreas del saber no tecnológicas.
Por eso, la act en esta Escuela no sólo se propone formar en saberes científicos, sino formar de
manera tal que los jóvenes visualicen la integración de estos saberes en contextos culturales es-
pecíficos y así contribuir a reducir la brecha entre dos culturas: la científica y la humanística.
Ello implica proporcionar una imagen menos distorsionada de la ciencia y la tecnología, mostran-
do sus aspectos como producción humana, cultural y social, históricamente situada, y atravesada
por las mismas complejidades que caracterizan a la sociedad en la que se desarrolla. Del mismo
modo, se promueve una sensibilidad crítica acerca de los impactos sociales y medioambientales
de aquellas, y educar para la participación pública en su evaluación y control. Esto implica ampliar
los horizontes disciplinares de la cultura de los estudiantes de ciencias, mejorando su formación
en los aspectos humanísticos básicos de la ciencia y la tecnología.
Por otra parte, es necesario tener en cuenta que el saber ciencias, y el saber acerca de las cien-
cias no necesariamente promueve la participación ciudadana, ni el compromiso. No basta con
estar informado para creer en la necesidad de ser un actor en los procesos de cambio. La infor-
mación es una condición necesaria para tener una visión crítica y participar como ciudadano,
pero no basta con ello. Es necesario proponerse una formación en la que el aprendizaje a partir
de las ciencias no sólo profundice en los saberes científicos, sino que forme ciudadanos cons-
cientes de la necesidad de su inserción en la comunidad para la construcción social de nuevas
alternativas frente a las problemáticas científicas, tecnológicas o ambientales.
Por ello es que en esta escuela tienen lugar tanto los contenidos axiológicos –valores culturales
y sociales– como las actitudes, sentimientos y emociones, ya que las decisiones personales y
grupales sobre las cuestiones científico-tecnológicas están atravesadas por estos aspectos. Por
ello, los estudiantes deberán disponer de suficientes espacios institucionales y prácticas escolares
La finalidad de la enseñanza de las ciencias ha ido variando a lo largo de las últimas décadas,
a medida que se ha logrado una mayor universalización en la enseñanza, es decir, que se ha
extendido la educación a niveles cada vez más amplios de la población. Si en un principio se
consideraba que dicha finalidad era formar futuros intelectuales o científicos, en la actualidad
los objetivos de enseñanza deben ser educar científicamente a la población para que sea cons-
ciente tanto de las posibilidades de desarrollo que las producciones de las ciencias naturales
pueden brindar a las sociedades, como del impacto negativo que las mismas puedan provocar.
Es decir, es necesario poner en discusión a la actividad científica como producción humana,
desnaturalizando los elementos históricos, sociales y culturales que la impregnan.
El significado que tiene esta educación científica queda reflejado en las siguientes palabras de
Marco Berta1: “Formar ciudadanos científicamente no significa hoy dotarlos sólo de un len-
guaje, el científico –en sí ya bastante complejo– sino enseñarles a desmitificar y decodificar las
creencias adheridas a la ciencia y a los científicos, prescindir de su aparente neutralidad, entrar
en las cuestiones epistemológicas y en las terribles desigualdades ocasionadas por el mal uso
de la ciencia y sus condicionantes socio-políticos”.
Como se ha señalado, esta act sería estéril si no estuviera íntimamente ligada a una educación
de y para la ciudadanía. Es decir, que los estudiantes, como parte de la población, sean capaces
de comprender, interpretar y actuar sobre la sociedad, participar activa y responsablemente
sobre los problemas del mundo, con la conciencia de que es posible cambiar la propia sociedad,
y que no todo está determinado desde un punto de vista biológico, económico o tecnológico.
Puesto que lo deseable es que la act se desarrolle durante todo el proceso de educación, no sólo
durante la escolarización, resulta claro que la enseñanza del profesor por sí sola no puede ser el
único canal de esta alfabetización. Debe tenerse en cuenta que existen muchas otras instancias
que proporcionan aprendizajes acerca de la ciencia, como las diferentes formas de divulgación
científica, los medios de comunicación (prensa, radio, televisión, internet, etc.), en diversos tipos
1
Marco Stiefel, Berta, Alfabetización científica: un puente entre la ciencia escolar y las fronteras científi-
cas. Cultura y educación, Vol. 16, Nº 3, 2004.
La act, como se ha presentado, va mucho más allá de lo que se concibe como una función
exclusivamente propedéutica, es decir, como enseñanza preparatoria para el estudio de una
disciplina, aunque esta también forma parte de los fines de la Educación Secundaria. Existen
diversas maneras de entenderla en el sistema escolar, de acuerdo con las concepciones que
sobre la actividad científica se plantee. Dependiendo de para qué se considere relevante la
ciencia escolar, podrá variar el significado y el alcance que se dé a esta alfabetización. Esto
necesariamente tendrá fuertes implicancias en la organización escolar, en la planificación, en
el diseño y puesta en práctica de la propuesta en el aula.
Por ello es necesario preguntar qué imagen de ciencia queremos construir en el trabajo
con los estudiantes para, en función de ella, poder precisar qué significará un sujeto alfa-
betizado científicamente.
En el imaginario social existe una idea de ciencia que asocia el saber científico con la idea
de “verdad” o “verdadero”, que concibe a la ciencia como la manera correcta de observar e
interpretar el mundo. Esta idea se asienta sobre la base de algunos supuestos sobre la ciencia
y la actividad científica construidos históricamente: la objetividad, la motivación puramente
epistémica y la existencia de un método científico infalible.
La objetividad científica, uno de estos supuestos más fuertes, asume que las teorías científicas
representan a la realidad tal cual es debido a la existencia de un método científico con base
experimental. Se concibe entonces que el conocimiento científico avanza perfeccionando estas
representaciones y así se aproxima cada vez más a “la realidad misma”.
Esta idea está parcialmente sostenida sobre la creencia de que el conocimiento científico puede
ser demostrado mediante experimentos y que es enunciado de una manera clara y sin influencias
políticas, ideológicas o éticas. Es decir, la ciencia aparece como “verdadera” porque está fundada
en un método “infalible” propuesto por los propios científicos: “el método científico”.
A esta idea de objetividad se asocia otra que considera a las investigaciones y producciones
científicas como desinteresadas, y sólo orientadas por el deseo de saber y conocer, de “desen-
trañar los misterios de la naturaleza”, al margen de condicionantes políticos e ideológicos. Para
muchos pensadores y científicos, ciencia y ética se constituyen como áreas separadas y sepa-
rables. Así la ciencia queda vinculada exclusivamente con cuestiones relativas al conocimiento
empírico, lo que derivará en la actualidad, en una estrecha relación con la tecnología.
Estas mismas creencias, otorgan a la ciencia un carácter de incuestionable. Desde esa perspec-
tiva, todo conocimiento científico es positivo y tiende a mejorar la vida de las personas. Si ello
no ocurre es porque la sociedad hace un “mal uso” de los conocimientos que la ciencia produce.
De este modo, se la pone al margen de los mecanismos de disputa de poder que atraviesan las
sociedades en las que la ciencia se desarrolla.
• que las ciencias naturales son muy difíciles de aprender y que sólo están al alcance de los
estudiantes más capacitados de la clase;
• que lo que se dice en los libros de textos son verdades indiscutibles;
• que lo que se observa es “real” y nos dice cómo son las cosas, en cambio la teoría es lo que
se piensa, son supuestos, abstracciones sin relación con los hechos;
• que los científicos trabajan en los temas elegidos por ellos libremente, ignorando que los
presupuestos para investigación se definen en organismos públicos y privados y se corres-
ponden con propósitos no solamente científicos.
Desde el punto de vista de la act que se sostiene en los diseños curriculares para la Educación
Secundaria se pretende desmitificar la producción científica proporcionando a los estudiantes
una mirada crítica sobre la misma que permita valorar sus alcances y limitaciones, compren-
diendo que la ciencia no posee respuestas para todo ya que tiene los límites de sus propios
marcos de interpretación y de sus condiciones particulares de producción de conocimiento en
consonancia con la sociedad y la cultura en las que se desarrolla.
Una visión diferente de la ciencia debe incorporar otras problemáticas a la enseñanza: la ne-
cesidad de mostrar el contexto de producción de los conocimientos científicos, tanto como sus
resultados. Esta dimensión incluye el marco histórico, las actitudes y los valores, es decir, toda
la dimensión social y cultural de la práctica científica. Las consecuencias de esta concepción
para la educación en ciencias se traducen en la necesidad de presentar los contenidos teniendo
en cuenta cuándo surgieron, quién o quiénes lo produjeron y en qué contextos sociales, es
decir, a qué preguntas se está respondiendo con dicho conocimiento.
2
Heisenberg Werner, La imagen de la naturaleza en la física actual. Barcelona, Orbis, 1985.
Frente a estas creencias es preciso resaltar el papel jugado en la investigación por el pensa-
miento creativo, que se concreta en aspectos fundamentales y erróneamente relegados en la
invención de hipótesis y modelos o en el propio diseño de experimentos. No se razona, en tér-
minos de certezas más o menos basadas en “evidencias”, sino en términos de hipótesis que se
apoyan, es cierto, en los conocimientos adquiridos, pero que son contempladas como “tentati-
vas de respuesta”. Entonces, resulta importante reconocer que ese carácter tentativo se traduce
en dudas sistemáticas, en replanteamientos, en búsqueda de nuevos caminos, que muestran el
papel esencial de la invención y la creatividad, contra toda idea de método riguroso o algorít-
mico como única vía de investigación.
3
Watson James Dewey, La doble hélice. Madrid, Alianza, 2000.
Esta Orientación propone establecer, en el interior de las instituciones en las que cobra vida, una
comunidad de aprendizaje en la que los estudiantes tengan la oportunidad de construir, desde sus
saberes, las concepciones que dan cuenta de los fenómenos naturales y tecnológicos acorde con
los modelos científicos actuales y a la vez accesibles a su comprensión. Sin embargo, es preciso
aclarar que la ciencia escolar no es la ciencia de los científicos, sino una versión elaborada para su
aprendizaje en los ámbitos escolares. El camino a recorrer será, entonces, desde los saberes de los
estudiantes, hacia la comprensión y la interpretación de los modelos y teorías científicas. La ciencia,
tal como el estudiante la reconstruye durante la escolaridad, es un puente entre el conocimiento
cotidiano con el que se enfrenta habitualmente al mundo y los modelos y marcos teóricos desde los
que los científicos interpretan y analizan los fenómenos naturales.
Existe una creencia generalizada de que pueden enseñarse los contenidos científicos “tal cual
son”, suponiendo que pudiera hacerse una traslación de prácticas y conceptos del ámbito de
las disciplinas científicas al aula. Esta concepción es errada porque no toma en cuenta las sin-
gularidades propias de cada uno de estos ámbitos, ciencia y escuela.
Frente a esta postura, se propone considerar a la ciencia escolar como “una visión selectiva
de contenidos […] de tal forma que la selección consiste en un relevamiento de los conceptos
estructurantes de diversas disciplinas científicas, adaptados a su máxima profundidad según las
condiciones de entorno de cada situación de enseñanza en particular (edad de los estudiantes,
recursos de diferente índole, condicionantes socioculturales, etcétera)”.4 Esta aproximación im-
plica que cada estudiante al final de la educación obligatoria conocerá determinados conceptos
científicos que podrá relacionar con fenómenos naturales con los que convive, informaciones
que recibe a través de los medios de comunicación o explicaciones que lee o escucha. También
adquirirá una idea acerca de cómo la ciencia construye saberes y los valida, sus límites y posi-
bilidades y de cuál puede ser su lugar en los debates científicos y tecnológicos que ocurran en
su comunidad o en su entorno. Este enfoque ha sido la base de la construcción de las disciplinas
escolares de ciencias naturales durante los tres primeros años de la Educación Secundaria y
continúa con mayor profundidad conceptual e integradora en los tres años de la Orientación.
Serán los estudios superiores en un área científica específica, los que aportarán a quienes elijan
esa dedicación, los conocimientos necesarios para el quehacer profesional en dicha área.
4
Adúriz Bravo, Agustín y Galagovsky, Lidya, “Modelos y Analogías en la enseñanza de las ciencias” en Ense-
ñanza de las ciencias, N° 19, Volumen 2, 2001.
La ciencia y la tecnología se perciben con dos caras, una de seducción y otra de desencanto; la
enseñanza de las ciencias, por tanto, se inserta actualmente en este contexto. Por un lado, los ob-
jetos tecnológicos son parte de nuestra cotidianeidad y a veces simplifican muchas tareas arduas
y, por otro, su comprensión requiere aparentemente de un caudal de saberes que nunca podrían
alcanzarse por completo. Ambos puntos de vista comprometen la enseñanza de las ciencias.
Aunque la ciencia y la tecnología están casi omnipresentes en las sociedades actuales, los hábi-
tos sociales tienden a excluirlas en las relaciones cotidianas. Paradójicamente, el conocimiento
científico y tecnológico no suele formar parte de las relaciones sociales y culturales, ni del acervo
necesario para la convivencia y la ciudadanía. De hecho, la ciencia y tecnología son percibidas
como un conocimiento hermético e inaccesible para la mayor parte de las personas, y también
como peligrosos instrumentos de opresión y control social al servicio del poder político, econó-
mico, militar y de minorías elitistas. Esta percepción negativa de la ciencia y la tecnología genera
desconfianza, cuando no un abierto rechazo, tanto entre estudiantes como en sus familias, sobre
todo ante algunas decisiones científico tecnológicas públicas, como puede ser la implementación
de determinadas biotecnologías, los ensayos nucleares, el uso de transgénicos, etcétera.
Ahora bien, las razones para este desencanto no sólo son externas. Algunas provienen de la
propia ciencia y tecnología, sobre todo por la escasa atención que la mayoría de los científicos
suelen prestar a la comunicación de la ciencia a la sociedad. Así visto, el ciudadano común no
entiende las controversias científicas que a veces se le plantean, ni se siente parte de ellas, con
el consiguiente perjuicio para su participación ciudadana, lo que se traduce en la delegación de
las decisiones a expertos y políticos, generando una tendencia a favor de la tecnocracia.
Aun cuando en la actualidad la información circule con mayor fluidez y resulte más sencillo
el acceso a los datos, esto no garantiza que la misma se distribuya igualitariamente o que se
la pueda comprender sin preparación anterior. Con frecuencia, se dispone de gran cantidad
de datos que no alcanzan a constituirse en información por falta de marcos referenciales que
permitan contextualizarlos.
Conforme a los fines planteados en la Ley Provincial de Educación, para que la Educación Se-
cundaria promueva y consolide la formación de los estudiantes como ciudadanos, los prepare
para la continuidad de los estudios superiores y vincule la escuela con el mundo del trabajo
y la producción, y en consonancia con la visión de las ciencias y de su enseñanza, la Escuela
Secundaria con Orientación en Ciencias Naturales se propone:
• sostener una visión integradora y actualizada tanto de las diferentes disciplinas científicas,
como del papel de la ciencia en la sociedad;
• reconocer a la ciencia como una producción histórica y socialmente situada, relevante en
su entorno cultural, cuyos resultados son provisionales y tentativos dentro de los marcos
en los que trabaja;
• elaborar juicios propios y autónomos frente a argumentos que se esgrimen en nombre de
la ciencia y del conocimiento científico;
• identificar los distintos intereses y relaciones de poder que son parte del proceso de pro-
ducción, distribución y consumo de los conocimientos científicos;
• valorar el papel de la producción científica y tecnológica como posibilidad de mejorar la
calidad de vida del conjunto de la sociedad desde una concepción humanista y democrá-
tica de la ciencia;
• interpretar, organizar y procesar datos propios o de otros a través del manejo de herra-
mientas informáticas básicas y específicas;
• leer, analizar e interpretar diversos textos y formatos no textuales referidos a información
científica reconociendo su pertenencia disciplinar y su verosimilitud;
• utilizar los datos provenientes de diversas fuentes (bibliográficas, experimentales, etc.) al
trabajar sobre un problema;
• fundamentar sus opiniones y comunicar sus resultados a otros mediante herramientas
discursivas, convencionales o informáticas que seleccione para la presentación;
• participar en proyectos de gestión o investigación escolar comprendiendo los recortes
establecidos y las variables seleccionadas, adoptando las estrategias necesarias para su
implementación y desarrollo.
Organización curricular
El Ciclo Superior se organiza en una doble direccionalidad. Por un lado, continúa con la con-
cepción curricular de los tres primeros años, en tanto tiene los mismos objetivos, profundiza la
prescripción didáctica y centraliza a nivel jurisdiccional las definiciones de temas y contenidos,
y por otro, busca la formación específica para la próxima inserción laboral, la continuidad de
los estudios y el ejercicio de los derechos y las responsabilidades de la ciudadanía política en
ciernes. La conjugación de una sólida formación común y general con el logro de precisión en
la formación específica es la matriz de esta estructura.
La organización curricular busca un necesario equilibrio entre la formación común y los saberes
específicos de esta Orientación. Así, las materias se organizan en dos grandes campos:
Trabajo y Ciudadanía
A lo largo de los seis años, las materias se organizan tendiendo a una especialización progresiva
desde primero a sexto año. Esta especialización se refleja en los contenidos y en el número de
materias orientadas, progresivamente mayor, a lo largo del Ciclo Superior. De este modo, se
ofrece a los estudiantes un período de transición en el cual puedan fortalecerse para la toma
de decisiones con respecto a su formación futura.
• progresiva especificidad disciplinar y continuidad con las materias del Ciclo Básico: a me-
dida que se avanza en el Ciclo Superior, se incluyen materias cada vez más específicas en
sus contenidos disciplinares, generando mayor profundidad en los tratamientos de las
problemáticas de cada campo, que vienen siendo abordadas desde el Ciclo Básico. Esta
creciente especialización implica, por un lado, ampliar las miradas dentro de cada campo
de conocimiento, haciéndolas cada vez más específicas y, por otro, trabajar los contenidos
de cada materia con un nivel creciente de complejidad, profundizando la mirada y los
alcances de cada una de ellas.
• la creciente especificidad de las materias a lo largo del Ciclo Superior: desde este punto
de vista debe consignarse que la proporción de materias de la formación común y las de
formación orientada varía durante los tres años. A medida que avanza la escolarización
del estudiante las materias comunes disminuyen y dan lugar a las orientadas, además del
aumento de la carga horaria;
• integración creciente de los campos de conocimiento: para evitar la fragmentación de
saberes y aumentar las posibilidades de transferencia de conocimientos a contextos socia-
les en los que los jóvenes participan, se da entrada progresivamente a lo largo del Ciclo a
materias de carácter integrador. En las mismas se integran saberes disciplinares con cues-
tiones vinculadas a la articulación entre ciencias y sociedad.
Las materias, tanto comunes como orientadas, tienen como referentes externos a los campos aca-
démicos de conocimiento. Sin embargo, por el carácter escolar de las mismas y por los enfoques
de cada una de ellas, han sido organizadas como materias, atendiendo a su condición de discipli-
nas escolares. Esto significa que los recortes presentados dentro de cada materia, atienden, tanto
a los referentes disciplinares académicos, como a las particularidades de la situación escolar. En
este sentido, la selección de los contenidos y los enfoques de enseñanza refieren, simultáneamen-
te a las finalidades de la Educación Secundaria y a los requerimientos académicos de los campos
disciplinares sin que estos se conviertan en la única referencia de formación.
Las materias están diseñadas de modo tal que permiten una apropiación de los principales
campos de la cultura actual, en una perspectiva que posibilite la transferencia de los cono-
cimientos construidos durante la escolaridad a los ámbitos en los que los jóvenes desarrollan
y habrán de desarrollar su actividad. De este modo, las materias son espacios de formación
sistemáticos que implican aproximaciones cada vez más profundas y complejas a los diferentes
campos de saber, tanto como a las implicancias y usos de los conocimientos de estos campos
en el espacio social más amplio.
El 4o año presenta las materias que son el fundamento de las ciencias naturales, permitiendo
una primera aproximación a la Orientación y dando la oportunidad a los estudiantes de tomar
decisiones posteriores mejor fundadas. Aparecen allí, materias como Biología, Introducción a la
Química e Introducción a la Física. Mientras que Biología continúa el desarrollo de los conteni-
dos iniciado en el Ciclo Básico, Introducción a la Química e Introducción a la Física presentan
un panorama de los grandes temas de estos campos que por primera vez en esta Escuela Secun-
daria aparecen como materias separadas. Esta inserción en sus campos específicos, profundiza
los temas disciplinares y sus aplicaciones que, si bien se iniciaron en el Ciclo Básico en la mate-
ria Fisicoquímica, se delinean con mayor especificidad a partir del Ciclo Superior.
En el 5o año, las materias de la Orientación aumentan en número y carga horaria de modo que
posibilitan una formación más específica, sin descuidar la formación común. Así, Fundamentos
de Química, Biología, Física y Ciencias de la tierra, van ampliando el panorama de las ciencias
naturales, introduciendo perspectivas nuevas y enriquecedoras del campo.
El 6o año, está aún más orientado ya que junto con Física clásica y moderna, Química del Carbo-
no y Biología, genética y sociedad, que continúan a las de 5o y amplían el panorama conceptual
y metodológico de estos campos, aparecen otras nuevas que trascienden lo disciplinar ya que
articulan saberes de distintos campos. Se trata de Ambiente, desarrollo y sociedad y Filosofía
e historia de la ciencia y la tecnología. Estas materias permiten problematizar el campo de las
ciencias naturales al aportar miradas críticas e integradoras de la práctica científica y su vin-
culación con problemáticas sociales, filosóficas y éticas.
Las diversas materias, tanto las de corte disciplinar como las integradoras, promueven el desa-
rrollo de proyectos de investigación y de participación, brindando una oportunidad para que
los estudiantes comiencen a enfrentarse a problemas de tipo científico-tecnológicos y que,
en ese marco, establezcan los objetivos, se distribuyan las tareas, ejerzan funciones de coor-
dinación, aprendan a superar las dificultades que se presenten tanto en los vínculos dentro
del grupo como fuera del mismo. El aprendizaje de la colaboración entre pares es también un
importante componente de la educación científica que esta Orientación debe fomentar. La au-
tonomía de los estudiantes frente al conocimiento y a sus elecciones futuras, tanto académicas
como laborales, debe ser concomitante con el reconocimiento de la inserción de los mismos en
el mundo social.
Así durante los tres años del Ciclo Superior, se incrementa la carga horaria destinada a espacios
de la Orientación, sus prácticas específicas y su problematización, y se promueve una creciente
autonomía en los estudiantes.
Arte
Plan de estudios
Literatura 3 108
Matemática-Ciclo Superior 4 144
Educación Física 2 72
Inglés 2 72
Trabajo y Ciudadanía 2 72
6º año Química del carbono 3 108
Física clásica y moderna 3 108
Biología, genética y sociedad 3 108
Ambiente, desarrollo y sociedad 2 72
Filosofía e historia de la ciencia y la
2 72
tecnología
26 936
Biología
Se desarrollan los principales conceptos que permiten comprender la Teoría Sintética de la Evo-
lución. A su vez, se aborda la cuestión de la Evolución humana. Cada unidad incorpora como
contenido un tema de debate estrechamente vinculado a los conceptos estudiados.
Fundamentos de Química
Se presentan y profundizan los fundamentos de la interpretación actual del cambio químico, sus
singularidades y las variables que operan en él. A partir de estas profundizaciones, se interpretan
procesos biológicos, tecnológicos e industriales de importancia en nuestro país y en el mundo.
Física
Se propone desarrollar el estudio de uno de los campos de la Física que mayor impacto tecnoló-
gica ha tenido en los últimos 150 años: el electromagnetismo. La electricidad y el magnetismo
son un caso paradigmático de desarrollo de ciencia y tecnología, por eso se ha elegido estudiar
este campo de saberes a partir de los fenómenos eléctricos y magnéticos en nuestro alrededor
y llegando luego hasta estudios más abstractos.
Ciencias de la Tierra
Se desarrollan conceptos relacionados con la historia y la dinámica del planeta y se abordan las
bases geológicas que permiten comprender algunas problemáticas ambientales.
Se desarrollan conceptos vinculados con la singularidad del carbono y los variados e importan-
tes compuestos que a partir de este elemento se forman. Cuestiones como el comportamiento
de las moléculas asociadas a la vida, la formación de polímeros, las reacciones de tratamiento
de efluentes son interpretadas desde este marco teórico general.
• El enlace covalente. Modelo atómico actual. Niveles y subniveles de energía. Los orbitales atómi-
cos. Configuraciones electrónicas. Relación entre la configuración electrónica de un elemento y
su posición en la Tabla Periódica. Propiedades periódicas. Teoría de enlace de valencia. Teoría de la
hibridación de los orbitales atómicos. Diferentes tipos de hibridación para el átomo de carbono.
• Compuestos orgánicos: estructura, propiedades y reacciones químicas. Predicción de
propiedades físicas y químicas a partir de consideraciones estructurales en compuestos
orgánicos. Sitios de reacciones orgánicas. Principales tipos de reacciones orgánicas.
• Polímeros de importancia biológica. Moléculas quirales. Esteroisomería. Series de cetosas
y aldosas. Formas cíclicas de hemiacetal de un azúcar. Azúcares reductores y no reduc-
tores. Arreglos glicosídicos frecuentes en disacáridos naturales. Polisacáridos. Proteínas
simples y proteínas compuestas. Hemoglobina. Modelos de acción enzimática. Cofactores.
Factores que afectan la actividad enzimática.
• Consideraciones generales sobre metabolismo. Metabolismo. Anabolismo y catabolismo.
Respiración y fermentación. Degradación de la glucosa. Regulación del metabolismo de la
glucosa. Catabolismo de ácidos grasos. Integración metabólica.
• Polímeros sintéticos. Polímeros más frecuentes: monómeros y usos. Diferentes criterios
para la clasificación de polímeros. Relaciones entre usos y estructura molecular. Compor-
tamiento de los materiales poliméricos frente a la temperatura. Mecanismos de reacción.
Rupturas homolíticas, rupturas heterolíticas e intermediarios de reacción.
Se parte de casos paradigmáticos de fuerte impacto social para desplegar contenidos biológi-
cos de gran actualidad que son requeridos para el ejercicio de una ciudadanía responsable.
Esta materia tiene por objetivo brindar un panorama extenso y detallado de la naturaleza de
las problemáticas ambientales en diferentes escalas espaciales, sus impactos actuales y futuros,
Astolfi, Jean Pierre, Conceptos clave en la didáctica de las disciplinas. Sevilla, Díada, 2001.
Benlloch, Montse, Por un aprendizaje constructivista de las ciencias. Madrid, Visor, 1998.
Cañal de León, Pedro, “Investigación escolar y estrategias de enseñanza por investigación” en Investigación
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Ceretti, Helena y Zalts, Ana, Experimentos en contexto: Química. Manual de laboratorio. Buenos Aires,
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García, José Eduardo y García, Francisco, Aprender investigando. Sevilla, Díada, 1989.
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Historia
Filosofía Ciencias Sociales
Geografía
Danza Historia
Estructura
Música Historia
Teatro Historia
Matemática
Proyecto de producción en teatro
Ciclo Superior
Marco General de la Orientación
La materia Química del carbono presenta algunos contenidos centrales de la disciplina para esta
etapa de la escolaridad y en relación con estudios superiores, al mismo tiempo que aporta a los
estudiantes un panorama de las aplicaciones químicas en la actualidad, y su relevancia para su
formación como ciudadanos. De esta forma se articula con los propósitos establecidos para la
educación secundaria común y obligatoria en relación con la formación para la ciudadanía, el
mundo del trabajo y la continuidad en los estudios. En tal sentido, resulta fundamental esta-
blecer que dichos propósitos implican cambios en la perspectiva curricular de la educación, en
ciencias en general y de química en particular, que no se dan de manera arbitraria, sino que
resultan requisitos para el logro de los propósitos mencionados.
Implica una educación científica que forme, desde las ciencias, para el ejercicio pleno de la ciuda-
danía. Es decir, una educación científica que, de acuerdo con los lineamientos de la Alfabetización
Científica y Tecnológica (act) propuestos para la educación secundaria de la Provincia en el
ámbito de las ciencias naturales, sirva a la formación de los estudiantes, para su participación
como miembros activos de la sociedad, sea que se incorporen al mundo del trabajo o que
continúen estudios superiores. La act constituye una metáfora de la alfabetización tradicional,
entendida como una estrategia orientada a lograr que la población adquiera cierto nivel de
conocimientos de ciencia y de saberes acerca de la Ciencia.
Estos conocimientos constituyen herramientas para comprender, interpretar y actuar sobre los
problemas que afectan a la sociedad y participar activa y responsablemente en ella; se valoran
sus aportes pero, a la vez, se reconocen sus limitaciones. En este sentido, una persona científi-
camente alfabetizada se interioriza sobre estos modos particulares en que se construyen los co-
nocimientos científicos que circulan en la sociedad y difieren de otras formas de conocimiento.
Asimismo, puede ubicar las producciones científicas y tecnológicas en el contexto histórico y
cultural en que se producen, a partir de tomar conciencia de que la ciencia no es neutra ni
aséptica y que, como institución, está atravesada por el mismo tipo de intereses y conflictos
que vive la sociedad en la que está inmersa.
1
Declaración de Budapest, Conferencia Mundial sobre la ciencia para el siglo xxi, auspiciada por la Unesco y
el Consejo Internacional para la ciencia, Unesco; 1999.
Las prácticas de enseñanza de las ciencias más extendidas desde el enfoque tradicional, conciben
y transmiten una visión de la actividad científica como un conjunto rígido de etapas a seguir
mecánicamente –el método científico– resaltando los aspectos cuantitativos y descuidando o re-
chazando el significado de la duda, la invención y la creatividad. Además, muestra a la actividad
científica como propia de personas especialmente “dotadas” y aisladas, ignorando la importan-
cia del trabajo en colaboración, los intercambios entre equipos de investigación y las complejas
relaciones entre la ciencia, la tecnología y la sociedad.
La enseñanza de la química, desde esta visión, implica una especie de ritual de iniciación. Los
estudiantes son introducidos, sin mayores explicaciones, a un mundo de definiciones, fórmu-
las y ecuaciones, con un fuerte peso de la operatoria matemática y el críptico lenguaje de las
ecuaciones químicas, que son aprendidas de manera más o menos mecánica y que, además,
tienen escasa vinculación con lo tecnológico o lo cotidiano, aspectos que son de interés para
los estudiantes.
Otro déficit de estas prácticas de enseñanza está vinculado con el uso del lenguaje como
puente imprescindible en la construcción social de los conceptos científicos. De este modo, las
complejas definiciones propias de las disciplinas, se presentan sin mediación ninguna del len-
guaje coloquial que manejan los estudiantes, obstaculizando la comprensión de los conceptos.
En consecuencia, el enfoque tradicional, que se presenta defendiendo la función propedéutica
como exclusiva de la educación secundaria, logra, paradójicamente, los resultados inversos:
desinterés de los jóvenes por los contenidos y las prácticas científicas, escasa formación en
ciencias, así como imposibilidad de relacionar o transferir los conocimientos científicos a la
comprensión del mundo natural o tecnológico que los rodea.
El enfoque que se explicita en este Diseño, basado en la idea de alfabetización científica y tec-
nológica para la educación en ciencias, propone una labor de enseñanza fundamentalmente
diferente de la tradicional, que atienda a las dificultades y necesidades de aprendizaje de los
jóvenes que transitan la Educación Secundaria, tanto si deciden continuar estudios superio-
res en relación con las ciencias como otras trayectorias. En todos los casos, la impronta que
la educación científica deje en ellos facilitará su comprensión y su desempeño en relación
con los fenómenos científicos y tecnológicos de acuerdo con una concepción de ciencia más
actualizada y ajustada a las características de la ciencia entendida como producto de la acti-
vidad humana. “La mejor formación científica inicial que puede recibir un futuro científico,
coincide con la orientación que se dé a la alfabetización científica del conjunto de la ciuda-
danía. […] [ya que] dicha alfabetización exige, precisamente, la inmersión de los estudiantes
en una cultura científica”.2
2
Gil Pérez, Daniel; Vilches, Amparo, Educación, ciudadanía y alfabetización científica: mitos y realidades,
en Revista Iberoamericana de Educación, oei, no 42, 2006.
Como señala Lemke, “el razonamiento es fundamentalmente una forma de hablar, que in-
cluye una forma de escribir y de hablarnos a nosotros mismos. Lo aprendemos al hablar con
otros miembros de nuestra comunidad, lo practicamos al hablar con otros, […] al escribir y
cuando utilizamos otras formas de actividad más complejas (por ejemplo, resolver problemas
o experimentar)”.3
Por ello, desde la perspectiva de este enfoque de enseñanza, las actividades vinculadas con el
uso del lenguaje se deben ofrecer en todos y cada uno de los núcleos de contenidos, así como
en toda tarea escolar en el ámbito de la química. Al resolver problemas, es necesario trabajar
sobre el significado de los datos y consignas. Al encarar investigaciones –tanto bibliográficas
como experimentales– se hará necesario enfrentar los usos del lenguaje en los textos que sean
abordados y en la redacción de informes de las experiencias.
Del mismo modo, al dar una definición, formular una hipótesis o argumentar, se dan oportu-
nidades claras de ejercitar las prácticas del lenguaje y su uso en el ámbito de la química. No se
trata de dejar de lado el uso de cálculos u operaciones propias de este campo, sino de entender
que la enseñanza centrada exclusivamente en estas habilidades provoca aprendizajes empo-
brecidos de la ciencia y la desvinculan de su carácter cultural y de sus aplicaciones cotidianas.
Los cálculos y las formalizaciones deben integrarse junto con el lenguaje coloquial para crear
una comunidad de habla dentro de las clases de química. Estas herramientas lingüísticas y
matemáticas tendrán significado sólo en la medida en que se permitan discutir acerca de apli-
caciones y efectos, sirvan para dar explicaciones o para corroborar hipótesis, y no se transfor-
men en una finalidad en sí misma. Estas últimas consideraciones deben ser tenidas en cuenta
durante el desarrollo de cada uno de los ejes temáticos propuestos.
Química del carbono es una materia específica de la Orientación en Ciencias Naturales. Corres-
ponde al 6o año de la misma; con ella se cierra la formación específica en Química para la men-
cionada Orientación. Es preciso destacar, asimismo, que los contenidos propios de la química se
despliegan a lo largo de los tres años previos de la Educación Secundaria y que las materias que
se presentan en el Ciclo Superior tienen continuidad con las anteriores de Ciencias Naturales
(1o año) y Fisicoquímica (2o y 3o), de la Escuela Secundaria.
Los contenidos que se desarrollan en la presente materia tienen por finalidad dar un panorama
de la química para los jóvenes. Es decir, se presentan algunos ámbitos de actividad e incumben-
cia de la química del carbono en contextos que puedan ser de interés y de valor formativo para
los estudiantes en tanto ciudadanos. Al mismo tiempo, se aspira a salir del estrecho margen de
los contenidos disciplinares, tal como son presentados tradicionalmente, y evitar que la ense-
ñanza se base exclusivamente en exposiciones y ejercitaciones, que en poco contribuyen a la
formación de los jóvenes de la provincia. Interesa que conozcan la actividad de la química y al-
gunas explicaciones de este campo de conocimientos, de interés para la formación ciudadana y
3
Lemke, Jay, Aprender a hablar ciencias. Buenos Aires, Paidós, 1997.
Este es el planteo que introduce a los conceptos propios de la disciplina, necesarios para
explicar las problemáticas incluidas en el Diseño Curricular. En tal sentido, los contenidos
que se presentan posibilitan introducir y profundizar aspectos relevantes de la química para
la continuidad de los estudios.
Carga horaria
Objetivos de enseñanza
• Generar espacios de colaboración entre pares que favorezcan la confrontación de ideas
sobre los fenómenos naturales y tecnológicos que se trabajen, promoviendo los procesos
de comunicación en el ámbito de la química.
Objetivos de aprendizaje
• Evaluar los impactos medioambientales y sociales de las industrias químicas y tomar posi-
ción fundamentada respecto del uso y explotación de los recursos naturales.
• Identificar el conjunto de variables relevantes para la explicación del comportamiento de
diversos sistemas químicos.
Los contenidos que se presentan en la materia Química del carbono, así como los que confor-
man el resto de las materias de química del Ciclo Superior de la Educación Secundaria, fueron
seleccionados de acuerdo a los siguientes criterios:
Los contenidos se organizan en ejes temáticos que describen los grandes campos de apli-
cación, dentro de los cuales se trabajarán los marcos disciplinares. Al interior de cada eje, los
núcleos de contenidos representan recortes específicos que delimitan posibles abordajes de
los ejes temáticos.
Cada uno de estos núcleos contiene uno o más de los marcos disciplinares previstos para trabajar
durante este año, de manera que los mismos pueden ser abordados, en más de una oportunidad,
integrando y profundizando los conocimientos. Los estudiantes podrán así volver, reiteradamente,
sobre contenidos que son centrales en la comprensión química de los fenómenos.
Se pretende mostrar la unidad de la química como estructura conceptual, que permita generar
marcos teóricos amplios de utilidad en múltiples fenómenos. Asimismo, este planteo en espiral,
posibilita a docentes y estudiantes utilizar progresivamente las herramientas construidas y am-
pliar el campo de fenómenos que se pueden explicar desde el mismo marco teórico, maximizando
las posibilidades de generar discursos cada vez más ricos en torno a los fenómenos.
Es decir, trabajar con el modelo, sus bases y la concepción que de él se desprende, de modo tal
que él mismo sea interpretado y utilizado en la explicación de determinado fenómeno, en vez de
ser memorizado sin comprender su contenido. De esta forma, se introduce el modelo mecánico
cuántico del átomo y, desde el mismo, se pretende conceptualizar la noción de orbital atómico
y los diferentes tipos de orbitales atómicos en átomos polielectrónicos. El análisis de configu-
raciones electrónicas permitirá encontrar regularidades en la clasificación periódica que se
podrá ejemplificar desde el análisis de propiedades periódicas, como el radio atómico o la
energía de ionización.
Asimismo, recuperar la teoría del enlace de valencia permitirá abordar los tipos de solapamientos
más sencillos (σ y π) entre orbitales atómicos. En esta instancia se analizará la fuerza relativa
entre ambos tipos de orbitales moleculares. Esta comparación es conveniente realizarla des-
de valores de longitud y energía de enlace para enlaces de moléculas comunes (por ejemplo,
etano, eteno). Se trabajará en la identificación de los enlaces presentes en moléculas sencillas
pertenecientes a los grupos funcionales trabajados, en términos del tipo de orbitales molecu-
lares y de los orbitales atómicos que los constituyen.
Como resultado del trabajo con estos contenidos, los estudiantes podrán:
En este núcleo, además, se presentan los principales tipos de reacciones orgánicas; numerosos
dada la gran variedad de compuestos orgánicos. Sin embargo la mayoría de ellos pueden in-
cluirse como ejemplos de un grupo de reacciones: de eliminación, adición y sustitución.
En tal sentido, se trabajará caracterizando las diferencias entre ellas, a partir de ejemplos presen-
tados en el laboratorio, con reacciones globales. Así, a partir de la reacción de esterificación se
puede recuperar la estructura de grasas y aceites -presentados en 4o año- y desde la formación de
poliésteres, al trabajar con ejemplos de reacciones de condensación en el eje temático 3.
El trabajo con este tipos de ecuaciones químicas ofrece, además, la posibilidad de retomar
cuestiones vinculadas a la nomenclatura de compuestos orgánicos, así como la realización de
cálculos sobre el equilibrio y estequiométricos.
Como resultado del trabajo con estos contenidos, los estudiantes podrán:
• describir las fuerzas intermoleculares y su influencia sobre las propiedades físicas, como
puntos de ebullición y solubilidad, de los compuestos orgánicos;
• anunciar propiedades físicas de compuestos a partir de consideraciones estructurales;
• predecir posibles sitios reactivos en moléculas orgánicas sencillas a partir de la estruc-
tura molecular;
• argumentar respecto de la influencia de la estructura molecular de compuestos orgánicos
sencillos sobre su reactividad;
• comparar la solubilidad y puntos de ebullición entre compuestos orgánicos sencillos
explicitando los criterios de la comparación;
Con respecto a las estructuras que corresponden a arreglos de disacáridos y polisacáridos frecuentes,
abordadas de manera introductoria durante el 4o año, se conceptualizará el enlace glucosídico
en términos de la formación de acetales cíclicos. Bajo este conjunto de consideraciones se
También aquí se continúa y profundiza en el estudio de las enzimas en diferentes aspectos. Por
un lado, en la presentación introductoria de algunos modelos de unión enzima-sustrato (llave-
cerradura; ajuste inducido); por otro, al referir a cofactores necesarios para la acción enzimá-
tica. Este nuevo tratamiento de la acción enzimática implica, además, el análisis de algunos de
los factores que modifican la actividad enzimática. Entre estos factores serán considerados la
temperatura, la concentración del sustrato y el pH. El efecto de la temperatura y del pH serán
analizados en términos de las modificaciones a nivel de la estructura de la enzima. A partir de
este análisis será necesario retomar los diferentes niveles de estructura en una proteína, opor-
tunamente trabajados en Introducción a la Química.
Como resultado del trabajo con estos contenidos, los estudiantes podrán:
• identificar y escribir las proyecciones de Fisher para moléculas que sean enantiómeros;
• indicar las principales clases de proteínas y describir sus propiedades y funciones;
• distinguir enantiómeros de diasterómeros;
Consideraciones análogas a las realizadas para la ruta de la glucólisis, pueden efectuarse para
el ciclo de Krebs. En este contexto, se trabajará sobre los procesos de glucólisis, ciclo de Krebs,
cadena respiratoria y fosforilación oxidativa. Estos últimos procesos –cadena respiratoria y
fosforilación oxidativa- serán presentados como etapas que permiten transformar el poder
reductor en atp, sin necesidad de mostrar detalles de los procesos involucrados.
Como resultado del trabajo con estos contenidos, los estudiantes podrán:
En tal sentido, es necesario estudiar las condiciones históricas en las cuales se contextualizaron las
producciones de algunos materiales poliméricos. Por otra parte, en este núcleo es posible trabajar
sobre situaciones experimentales vinculadas al entrecruzamiento entre moléculas de materiales
poliméricos y el análisis de las propiedades resultantes, la identificación de plásticos basada en
diferencias de densidad, dureza, etc.; así como a la obtención de resinas sintéticas, entre otras
posibilidades.
En tal sentido, se pretende retomar y ampliar el estudio de los polímeros atendiendo a dife-
rentes clasificaciones -origen, comportamiento ante la temperatura, tipo de síntesis-; será
necesario destacar que las informaciones obtenidas de cada una de ellas poseen un carácter
complementario. En particular, la clasificación de los polímeros, según sean de adición o con-
densación, permite una introducción al estudio de las reacciones de polimerización.
De este modo, se analizarán los diferentes tipos de morfologías que pueden presentarse en
los materiales poliméricos, atendiendo a la disposición de las moléculas y a su relación con la
longitud de las cadenas. Estas morfologías se vincularán con diferentes propiedades de los po-
límeros y se trabajarán presentando diferentes casos. Así, las diferentes formas del polietilieno
y del poliestireno, pueden ser ejemplos útiles; el nylon, también ofrece un ejemplo de interés
para ser considerado. A su vez, se estudiará el comportamiento de estos materiales frente a
la temperatura, por ejemplo, atendiendo a las condiciones que favorecen la obtención de or-
denamientos cristalinos o amorfos. A partir de allí, se presentará la noción de temperatura de
transición vítrea y la relevancia de esta magnitud sobre las propiedades de los polímeros.
Además, y en referencia a este vínculo con las propiedades, se describirán las alternativas
para modificar el valor de esta temperatura –en todo caso, es importante ilustrar con ejem-
plos las nociones trabajadas–. Este comportamiento frente a la temperatura permitirá abordar
la diferenciación entre polímeros termoplásticos y elastómeros. Estos dos tipos de materiales
poliméricos pueden, a su vez, vincularse a partir del proceso de entrecruzamiento y del efecto
que este produce sobre las propiedades de los materiales poliméricos, en particular sobre los
polímeros termoplásticos. Un ejemplo clásico de entrecruzamiento de cadenas es el proceso de
vulcanización utilizado para la producción de neumáticos; además, se abordarán otros pro-
cesos de entrecruzamiento de cadenas como los que se presentan en las resinas epoxi de dos
componentes, de fácil reconocimiento en aplicaciones cotidianas.
Por otra parte, se establecerán las diferencias entre las reacciones de condensación y de adición
en la síntesis de polímeros, mostrando las ecuaciones globales a partir de ejemplos de cada una.
En el caso de polímeros de adición, se podrá trabajar en el cálculo que vincule el número de
unidades que forman el polímero y la masa molecular.
Esta forma de representación complementa las instancias que los estudiantes trabajaron
durante la Educación Secundaria, en el contexto de la lectura y escritura en ciencias. En tal
sentido, es necesario que, al ser utilizada, el docente haga explícita la interpretación de la
misma, anunciando el significado del conjunto de símbolos utilizados.
Por otra parte, es importante remarcar en la necesidad de adecuación que toda propuesta de
mecanismo debe tener con cierto conjunto de evidencias empíricas. Por tanto, es necesario
destacar, durante la enseñanza, que todo mecanismo de reacción es una propuesta consensua-
da dentro de la comunidad científica de los químicos y que guarda su carácter de tentativa. La
consideración de este último aspecto permite remarcar el carácter provisional del conocimien-
to científico y dar cuenta de una construcción a través de la búsqueda de consenso en el marco
de la comunidad científica de referencia.
Como resultado del trabajo con estos contenidos, los estudiantes podrán:
• explicar los criterios utilizados en las diferentes clasificaciones propuestas para los mate-
riales poliméricos;
• predecir propiedades de ejemplos de polímeros a partir de las consideraciones estructura-
les trabajadas;
• diseñar y realizar experiencias vinculadas al trabajo con la síntesis de diferentes tipos de
materiales poliméricos y al análisis de las propiedades estudiadas;
• argumentar respecto de la influencia de la estructura molecular de algunos polímeros
sobre las propiedades analizadas;
• presentar la información científica cuantitativa y cualitativa con un vocabulario técnico
adecuado a diferentes públicos, utilizando símbolos y notación técnica, gráficos y cálculos;
• diferenciar entre los procesos de adición y de condensación en la síntesis de polímeros
y ejemplificar.
En esta sección se proponen orientaciones para el trabajo en el aula, a partir de los contenidos
establecidos para este año. Las orientaciones toman en consideración dos aspectos. Por un
lado, presentar como actividades de aula algunas de las prácticas que son específicas de esta
disciplina y que están relacionadas tanto con los conceptos como con sus metodologías. Por
otro, resignificar prácticas escolares y didácticas que, aunque puedan ser habituales en la ense-
ñanza de la química, a veces, por un uso inadecuado o rutinario, van perdiendo su significado
y su valor formativo. Se incluyen, además, orientaciones para la evaluación consistentes con la
perspectiva de enseñanza.
De acuerdo con el enfoque de enseñanza propuesto para esta materia y en consonancia con
los fundamentos expuestos en este Diseño, se señalan tres grandes pilares del trabajo en aula,
que si bien no deberían pensarse ni actuarse en forma aislada, constituyen unidades separadas
a los fines de la presentación. Estos pilares son:
“Ningún científico piensa con fórmulas. Antes de que el físico comience a calcular ha
de tener en su mente el curso de los razonamientos. Estos últimos, en la mayoría de los
casos, pueden expresarse con palabras sencillas. Los cálculos y las fórmulas constituyen
el paso siguiente" (Albert Einstein)
La comunicación –de ideas y/o resultados– es una actividad central para el desarrollo científico
y, por lo tanto, desde la perspectiva de la Alfabetización Científica y Tecnológica (act) constituye
un elemento central en la enseñanza de la ciencia escolar, lo que significa que debe ser explícita-
mente trabajada, dando tiempo y oportunidades variadas para operar con ella y sobre ella.
Como dice Lemke “[…] no nos comunicamos sólo a través del intercambio de signos o señales, sino
gracias a la manipulación de situaciones sociales. La comunicación es siempre una creación de
una comunidad”. Comunicar ideas científicas no implica sólo manejar los términos específicos
de las disciplinas, sino poder establecer puentes entre este lenguaje específico y el lenguaje más
coloquial acerca de la ciencia.
Por ello es que se pretende establecer en el aula de química una comunidad de aprendizaje.
Esto implica gestionar el aula de tal manera que los intercambios de ideas, opiniones y funda-
mentos ocurran como prácticas habituales, permitiendo a los alumnos adentrarse en un mundo
de conceptos, procedimientos y acciones específicas.
Muchas veces es difícil precisar si las dificultades se deben a una mala comprensión de los
conceptos necesarios para responder a la demanda que plantean las tareas o están vinculadas
con el dominio del género lingüístico correspondiente. Se suele sostener que los diferentes
géneros lingüísticos se aprenden en las clases de lengua y que no son objeto de aprendizaje en
las clases de ciencias.
Sin embargo, conforme al enfoque del presente Diseño, se acuerda con lo expresado por Neus
Sanmartí al decir “las ideas de la ciencia se aprenden y se construyen expresándolas, y el cono-
cimiento de las formas de hablar y de escribir en relación con ellas es una condición necesaria
para su evolución y debe realizarse dentro de las clases de ciencias”.4
Las dificultades que experimentan los estudiantes en relación con las prácticas de lenguaje
propias de las materias de ciencias, solo pueden superarse por medio de un trabajo sistemático
y sostenido sobre el lenguaje, en el contexto de las disciplinas específicas en la que tales prác-
ticas se significan.
Las habilidades discursivas que requieren las descripciones, las explicaciones y las argumenta-
ciones como expresiones diversas, pero características de las ciencias, constituyen formas de
expresión del lenguaje científico, caracterizadas por contenidos propios. Por lo tanto, no es
posible pensar que las mismas pueden ser enseñadas exclusivamente en las clases de lengua. Es
precisamente en las clases de ciencia donde los géneros específicos adquieren una nueva di-
mensión al ser completados por los términos que les dan sentido. Y así como cualquier persona
es capaz de hablar y comunicarse en el lenguaje de su propia comunidad, todo estudiante es
capaz de aprender el lenguaje característico de las ciencias, si el mismo se pone en circulación
en las aulas.
4
Sanmartí, Neus, “Enseñar a argumentar científicamente: un reto de las clases de ciencias” en Enseñanza
de las Ciencias, 18 (3), 2000.
Dentro de este enfoque serán actividades pertinentes el trabajo de a pares, el trabajo en peque-
ños grupos y los debates generales, en los que las prácticas discursivas resultan fundamentales
para establecer acuerdos durante la tarea, al expresar disensos o precisar ideas, hipótesis o
resultados, vinculados a los conceptos de química.
Estas consideraciones implican que en la práctica concreta del trabajo escolar en química los
estudiantes y el docente, como miembros de una comunidad específica –la del aula de quími-
ca- lleven adelante, de manera sostenida y sistemática, las siguientes acciones:
Para que estas actividades puedan llevarse adelante el docente, como organizador de la tarea,
deberá incluir prácticas variadas como:
• presentar los materiales o dar explicaciones antes de la lectura de un texto, a fin de favo-
recer la comprensión de los mismos y trabajar con y sobre los textos de química, en cuanto
a las dificultades específicas que éstos plantean (léxico abundante y preciso, estilo de texto
informativo, modos de interpelación al lector, etcétera);
• precisar los formatos posibles o requeridos para la presentación de informes de laborato-
rio, actividades de campo, visitas guiadas, descripciones, explicaciones, argumentaciones,
planteo de hipótesis;
• señalar y enseñar explícitamente las diferencias existentes entre las distintas funciones de
un texto como: describir, explicar, definir, argumentar y justificar, al trabajar con textos
tanto orales como escritos;
Esto no implica, sin embargo, que se pueda dar por comprendido un concepto, exclusivamente,
a partir del uso correcto del término, pero sí que es un elemento imprescindible en la ense-
ñanza. La necesidad de precisar el significado de los conceptos, no sólo debe incluir el uso de
los términos específicos, sino también garantizar que los estudiantes tengan la oportunidad de
construirlos, partiendo de sus propias formas de expresarse hasta enfrentarse a la necesidad de
precisar y consensuar los significados, evitando que sólo los memoricen para repetirlos.
Además, es preciso considerar el uso de las expresiones adecuadas a cada nivel de des-
cripción de los objetos de la química. Más precisamente, establecer la diferencia para los
diversos niveles de descripción –macroscópico o atómico-molecular– y utilizar para cada
uno, los términos que resulten adecuados. En particular, en aquellos temas en los que se
trabaja con ambos niveles de descripción de manera explícita, es imprescindible remitir al
nivel correspondiente en cada caso, resaltando cuáles son los términos que dan cuenta de
los fenómenos en cada nivel de descripción.
En relación con los contenidos en que se haga referencia a las propiedades de las sustancias, se
deberá explicitar que las mismas solo se revelan a nivel macroscópico, lo mismo que al trabajar
sobre las fuerzas intermoleculares, se enfatizará especialmente en que las mismas solo son
producto de la interacción entre moléculas y no de las moléculas tomadas como unidades indi-
viduales. Por ejemplo, decir que el etanol tiene puente hidrógeno, aunque en la jerga química
se entienda el contenido de la expresión, es incorrecto. Corresponde explicitar, en cambio, que
entre las moléculas de etanol, se producen interacciones de tipo puente hidrógeno.
Esta diferencia que puede resultar menor para un químico, dado que es parte de la propia jerga
profesional es, sin embargo, fundamental para quien recién se inicia en el uso de estas expre-
siones, pues resalta el modo en que las moléculas interactúan entre sí, exponiendo con mayor
Por último, es necesario consignar que cada disciplina tiene un dialecto propio. En este sentido,
sus simbolismos también deben ser aprendidos como parte de la inmersión de los estudiantes
en esa comunidad específica de la química escolar. La enseñanza de estos simbolismos, requiere
hacer evidentes las necesidades que llevaron a crearlos y las ventajas que de su uso se derivan.
De este modo, se muestra su lógica interna, en lugar de transmitir un compilado de fórmulas a
memorizar. Es necesario establecer cómo, porqué, y para qué surgieron y cómo son utilizados
estos lenguajes particulares cuyo aprendizaje, como señala Lemke,5 genera para los estudiantes
dificultades análogas al aprendizaje de una lengua extranjera.
Una tarea de enseñanza consiste, entonces, en poder traducir el significado de las ecuaciones
y expresiones matemáticas en el ámbito de aplicación específico de la química y hacerlo en
5
Lemke, Jay, Aprender a hablar ciencias. Buenos Aires, Paidós, 1997.
Esto significa que, hablar en un lenguaje coloquial para hacerlo progresivamente más preciso,
no implica hacer una traducción incorrecta de la naturaleza de la expresión, sino mostrar que
hay formas de expresarla –y por lo tanto de comprenderlas- que resultan equivalentes. Del
mismo modo, se deben poner de relieve qué expresiones son incorrectas, revelan una falta de
comprensión o son contradictorias con el significado de la ecuación.
Acerca del primer aspecto, es importante destacar que durante los tres primeros años de la es-
colaridad secundaria, se introduce la lectura y escritura de fórmulas por parte de los estudiantes.
En relación con la nomenclatura de sustancias químicas, se prescribió en los años anteriores de la
Educación Secundaria enseñar a los estudiantes algunas de las convenciones que la química uti-
liza para nombrar sustancias, así como la clasificación de compuestos binarios sencillos. Durante
el 4° año y el 6° año se trabajará con la nomenclatura de compuestos orgánicos.
Los estudiantes deberán escribir y nombrar compuestos orgánicos sencillos, de acuerdo a las con-
venciones establecidas por la Unión Internacional Química Pura y Aplicada (Iupac) cuando esta
acción tenga sentido dentro del tratamiento del tema específico y no como mera ejercitación de
la nomenclatura en sí misma. En particular, resulta útil conocer los nombres de los principales
grupos funcionales, así como de aquellas sustancias de uso más frecuente, aunque no se pretende
hacer un uso extendido de la nomenclatura como contenido escolar.
De esta forma, se propone trabajar sobre las diferencias entre los puntos de ebullición de
compuestos pertenecientes a una misma serie homóloga y, por otra parte, de compuestos con
grupos funcionales diferentes. Consideraciones análogas son pertinentes para el análisis de
reactividades relativas.
En todo momento el experto monitorea la marcha de las acciones que lleva a cabo. Sigue
un recorrido hacia adelante –hacia la resolución del problema a partir de los datos– que, sin
embargo, no es lineal. Va y vuelve desde los datos al marco teórico, hasta obtener resultados
satisfactorios o verosímiles.
Se espera que los estudiantes, en colaboración con un docente experto en la materia y con sus
pares, recorra esos mismos pasos al enfrentar problemas de ciencia escolar. El docente deberá
promover las acciones necesarias para que, al resolver distintos problemas de ciencia escolar,
los estudiantes adquieran estas habilidades con creciente autonomía. En este sentido, al traba-
jar con problemas el docente buscará:
• presentar situaciones reales o hipotéticas que impliquen verdaderos desafíos para los es-
tudiantes, que admitan varias soluciones o alternativas de resolución, en lugar de trabajar
exclusivamente problemas cerrados con solución numérica única;
• promover la adquisición de procedimientos en relación con los métodos de trabajo propios
de la química;
• requerir el uso de estrategias para su resolución y, por lo tanto, la elaboración de un plan
de acción en el que se revisen y cotejen los conceptos y procesos científicos involucrados
y no sólo aquellos que presenten una estrategia inmediata de resolución –entendidos ha-
bitualmente como ejercicios–;
• integrar variedad de estrategias (uso de instrumentos, recolección de datos experimenta-
les, construcción de gráficos y esquemas, búsqueda de información de diversas fuentes,
entre otras) y no ser exclusivamente problemas que se hacen con lápiz y papel;
• ampliar las posibilidades del problema no reduciéndolo a un tipo conocido;
• fomentar el debate de ideas y la confrontación de diversas posiciones en el trabajo grupal
durante el proceso de resolución de las situaciones planteadas;
6
Polya, George, Cómo plantear y resolver problemas. México, Trillas, 1987.
Las cuestiones aquí planteadas exigen un trabajo de enseñanza muy distinto del que supone
exponer un tema y enfrentar a los estudiantes a la resolución de ejercicios tipo con mayor o
menor grado de dificultad. Es decir, la resolución de ejercicios o el uso de algoritmos senci-
llos es un paso necesario aunque no suficiente para el logro de los desempeños planteados,
teniendo claro que el horizonte está puesto en alcanzar desempeños más ricos y complejos
en los estudiantes.
El docente, como experto en cuestiones de química, en sus métodos y sus conceptos, y además
como experto en resolver problemas de la materia, es quien está en mejores condiciones de
recrear un panorama conceptual y metodológico para facilitar el acceso de los estudiantes a
este amplio campo de conocimientos. Sus acciones se encaminan a diseñar intervenciones y
explicitaciones, de su propio quehacer, que propicien en los estudiantes el aprendizaje de con-
ceptos y procedimientos, tanto como la reflexión sobre su propio pensamiento en materia de
problemáticas científicas.
Si bien el trabajo con problemas puede utilizarse en cualquiera de los núcleos de contenidos de
química de este año, se señalan a continuación algunos ejemplos en los cuales pueden plantear-
se ejercicios y algunos tipos de problemas más abiertos a modo de indicación.
a. Problemas cerrados o ejercicios: pueden plantearse en aquellos núcleos en los que el obje-
tivo está ligado al aprendizaje del uso de fórmulas o ecuaciones matemáticas. Al realizarse este
tipo de ejercitaciones tendientes al aprendizaje o aplicación de un algoritmo, la secuencia de-
bería comenzar por problemas en los cuales la cantidad de datos sea la estrictamente necesaria
para obtener la respuesta y el procedimiento sea directo; luego con situaciones en las cuales
existan más o menos datos de los necesarios, de modo que el estudiante deba decidir de qué
manera seleccionar o buscar los datos pertinentes para la solución. De este modo, se seguirá
avanzando hasta lograr que el estudiante maneje con soltura, y cada vez con mayor autono-
mía, los conceptos vinculados como los algoritmos requeridos. Es importante que el docente
tenga en cuenta algunas cuestiones a la hora de trabajar con ejercicios.
La complejidad del problema no debe estar centrada en los algoritmos matemáticos necesarios
para la resolución, ya que esto conspira tanto para el aprendizaje de la técnica como para la
interpretación de la respuesta.
El rol del docente, como experto, debe ser el de presentar, según el caso, un modelo de resolución
del ejercicio, pensando en voz alta y explicitando los pasos que va desarrollando al momento de
resolverlo; pero, a su vez, intentando que los estudiantes puedan alcanzar una dinámica propia
de resolución evitando que sólo consigan copiar al docente en los pasos seguidos.
Según las pautas que se ofrezcan a los estudiantes para el trabajo, las investigaciones pueden
ser dirigidas (aquellas en las que el docente va indicando paso a paso las acciones a realizar
por los estudiantes) o abiertas, en las que, la totalidad del diseño y ejecución de las tareas está
a cargo de los estudiantes, bajo la supervisión del docente. Esta división depende de muchos
factores que el docente debe considerar: el nivel de conocimiento de los estudiantes respecto
de conceptos y procedimientos que deban utilizarse, la disponibilidad de tiempos, la forma en
que se define el problema, la diversidad de métodos de solución, entre otros. Como en todo
aprendizaje, encarar investigaciones escolares implica una gradualidad; se comienza con trabajos
más pautados hacia un mayor grado de autonomía de los estudiantes, en la medida en que
éstos adquieran las habilidades necesarias. Es conveniente destacar que, dado que este enfoque
de enseñanza tiene una continuidad a lo largo de toda la educación secundaria, es de esperar
que en el último año, los estudiantes alcancen un nivel de actuación, tanto en el plano proce-
dimental como en el conceptual, que permita profundizar con mayor autonomía el trabajo con
investigaciones en este momento de su escolaridad.
Al realizar investigaciones con el fin de resolver un problema se ponen en juego mucho más
que el aprendizaje de conceptos, por lo cual las investigaciones escolares no pueden redu-
cirse a la realización de trabajos experimentales pautados, sino que deben implicar procesos
intelectuales y de comunicación –cada uno explícitamente enseñado y trabajado por y con
los estudiantes–.
Fase de identificación del problema: en la que se insta a los estudiantes la discusión de ideas
que permitan identificar la situación a resolver, conceptualizarla, formular las posibles hipóte-
sis y clarificar las variables a investigar.
7
Camaño, Aureli, “Los trabajos prácticos en ciencias” en Jiménez Aleixandre, María Pilar (coord.), Enseñar
ciencias. Barcelona, Graó, 2003.
Es necesario recalcar que una tarea importante a cargo del docente es guiar a los estudiantes por
un camino que les permita comprender la lógica y la cultura propia del quehacer científico. De
este modo, pensar una investigación escolar en el marco de la resolución de un problema, tiene
como finalidad hacer evidente a los estudiantes la forma en que se plantean las investigaciones
en el ámbito científico. Siempre hay alguna situación que no está del todo resuelta o en la que lo
conocido hasta el momento resulta insatisfactorio para que se constituya en un problema.
Además, resulta preciso insistir en la realización de planes de acción, discutirlos con los grupos de
estudiantes, dar orientaciones específicas o sugerencias cuando sea necesario, así como disponer
los medios adecuados para la realización de las investigaciones, coordinar los debates o plenarios
para hacer circular y distribuir entre los estudiantes los resultados y conclusiones alcanzados.
Asimismo, es importante considerar los tiempos que requieren las investigaciones escolares. Es
preciso planificar el tiempo y generar las oportunidades necesarias para los aprendizajes que
deben realizarse dado que, junto con la obtención de información y datos, se están poniendo
en juego destrezas y habilidades de diverso orden que hacen a la comprensión del modo de
hacer ciencias. Seguramente la extensión variará de acuerdo con los diversos contextos, la dis-
ponibilidad de información, la profundidad de la cuestión planteada, el interés que despierte
en los estudiantes, entre otros factores. Sin embargo, es necesario establecer que una investi-
gación escolar requiere, como mínimo, de tres clases en las que puedan realizarse las fases de
identificación y planificación, la de realización y finalmente la de comunicación.
De acuerdo con lo planteado, las actividades de investigación propuestas en las clases de quí-
mica deben estar orientadas de modo que los estudiantes aprendan a:
• plantear problemas de la vida cotidiana y/o situaciones hipotéticas que involucren los
contenidos a enseñar;
• elaborar preguntas que permitan ampliar o reformular los conocimientos;
• orientar en la formulación de los diseños o hipótesis de trabajo de los grupos;
• explicar el funcionamiento del instrumental y las técnicas de laboratorio en los casos en
que deban usarse para la resolución del problema;
• evidenciar los conflictos y las contradicciones que se presentan entre las ideas intuitivas o
incompletas de los estudiantes y los conceptos o procedimientos a aprender;
• promover el interés por encontrar soluciones a problemas o preguntas nacidas de la propia
necesidad de conocer de los estudiantes sobre los temas propuestos;
• estimular la profundización de los conceptos necesarios y precisos para responder a las
preguntas o problemas formulados, de modo que el proceso de aprender esté en conso-
nancia con las prácticas de la actividad científica;
• orientar hacia la sistematización de la información, datos o evidencias que avalen o refu-
ten las hipótesis planteadas por los estudiantes.
De esta forma, las investigaciones escolares que se realicen deben presentarse a partir de pro-
blemas o preguntas que deban ser profundizados con ayuda bibliográfica o mediante trabajos
experimentales de posible realización. En este sentido, es posible trabajar ampliamente con
situaciones que promuevan investigaciones escolares en las que, además de las búsquedas bi-
bliográficas, se trabaje con experiencias en las que se utilicen aparatos y/o técnicas sencillas.
Los estudiantes deberán ser capaces de formular, también, sus propios diseños de prácticas de
laboratorio, en función de los resultados que esperan obtener de ellas, para lo cual deberán
realizar una búsqueda y/o investigación acerca de las características del sistema a abordar.
Este trabajo es fundamental, en tanto permite la construcción de herramientas para resolver
problemas a partir de estudios teóricos y para su puesta en práctica, desarrollándose así una
relación entre teoría y práctica en el ámbito escolar.
En 6o año, muchos de los contenidos pueden trabajarse o profundizarse mediante trabajos de inves-
tigación bibliográfica, como los vinculados con metabolismo y rutas metabólicas; formación de los
diversos polímeros y aplicaciones de cada uno de ellos; ventajas y desventajas de la utilización de
diversos polímeros, en relación con el ambiente y los costos de producción; entre otros.
• debates en clase donde distintos grupos tengan que argumentar a favor de diferentes
posturas en relación con temas controversiales, debiendo sostener su posición y anticipar
las posibles objeciones de los otros;
• sesiones de preguntas a especialistas;
• visitas a distintas industrias, institutos o centros de investigación para conocer sus prácticas
habituales y las medidas de seguridad que toman quienes trabajan con estos materiales;
• discusión con paneles de expertos de diversas procedencias sobre los peligros y posibilida-
des de la utilización de diversos productos;
• búsqueda de información en los medios, las organizaciones ecologistas, o internet, para
ampliar la mirada sobre los contenidos planteados.
Para el Eje temático 2, donde se abordan los polímeros de importancia biológica, algunos ejem-
plos de problemas pueden ser los siguientes.
Las integraciones metabólicas, presentadas en el Eje temático 2, pueden ser trabajadas como
situaciones problema con diferentes grados de apertura según se considere conveniente. Por
ejemplo, pueden ser presentadas de modo expositivo por el profesor o guiadas por éste a través
de preguntas que promuevan actividades de investigación por parte de los estudiantes en un
contexto de aplicación e integración de los contenidos trabajados en el núcleo.
Para este último eje, puede proponerse también una indagación acerca de cómo es posi-
ble identificar a los polímeros por ensayo al fuego, quemándolos. Esta última investigación
puede llevarse a un diseño experimental realizado por los estudiantes y, alternativamente,
en colaboración con el docente a partir de la información que éste puede sistematizar. Es
posible realizar experiencias de identificación de diferentes muestras de materiales poliméri-
cos. También la experiencia puede realizarse desde la aplicación de un protocolo presentado
por el profesor. En todo caso, es fundamental atender a las condiciones de seguridad para el
trabajo de laboratorio.
Como ya se mencionara en los diseños curriculares de los años precedentes, los modelos son
formas específicas de la actividad científica y su uso y construcción deben ser enseñados. Es
necesario revisar el uso que suele hacerse de los modelos en las aulas. Una de las confusiones
más frecuentes consiste en homologar la enseñanza de la ciencia a la enseñanza de modelos
científicos aceptados, tomando a estos últimos como contenidos a enseñar.
Es necesario tener presente que los estudiantes tienen representaciones y discursos previos que
han construido en etapas anteriores8, acerca de cómo suceden los fenómenos naturales. Estas
representaciones son conjuntos de ideas entrelazadas que sirven para dar cuenta de fenómenos
o situaciones muy amplias como la flotación, el movimiento de los objetos, o la disolución de
un sólido en un líquido o los intercambios de energía.
Conocer estas representaciones es más que reconocer si los términos empleados por los estu-
diantes son los más apropiados desde el punto de vista científico. Se trata de entender cuál
es la lógica interna que se juega en estos modelos, dado que ellos serán la base de los futuros
aprendizajes. El proceso de indagación de estas representaciones debe promover condiciones
para que las mismas se hagan explícitas.
Para indagar estas ideas, representaciones o modelos previos, es necesario recurrir a preguntas
que no evalúen un contenido escolar previo, como por ejemplo, ¿cómo se llaman los principales
tipos de biomoléculas? o ¿en qué unidades se expresa el calor de combustión de una sustancia?,
sino preguntas del estilo, ¿cómo y por qué se mantiene encendida la llama de la hornalla? o
¿qué sucede con una madera o un combustible cuando arde o se quema?
Cualquier nueva representación que esté implicada en los modelos de ciencia escolar que se pre-
tenda enseñar, se construirá a partir del modo en que los estudiantes puedan darle significado
desde sus representaciones anteriores. Es desde esos significados que las ideas se comunican y
se negocian para acordar una comprensión compartida. Dicha comprensión será aceptada como
válida a partir del consenso alcanzado y de su potencia explicativa. Este carácter de negociación
compartida implica también que está sujeta a revisión y que, por lo mismo, toda comprensión de
un fenómeno –tal como ocurre con las teorías científicas– será por definición, provisional.
Por lo expuesto, la actividad de enseñanza consistirá en descubrir los aspectos centrales de las
representaciones de los estudiantes, sus inconsistencias, las variables que no han tenido en cuenta
en su explicación, las imprecisiones, explicitándolas, haciendo evidentes las contradicciones, pro-
moviendo la aparición de un conflicto al que los estudiantes se enfrentarán para tratar de alcan-
zar una alternativa aceptable desde el marco teórico disciplinar. Es tarea del docente tender un
puente entre el conocimiento previo de los estudiantes, sus interpretaciones idiosincrásicas y las
representaciones específicas del modelo de ciencia escolar que se pretende enseñar. Por lo tanto,
conocer esas construcciones previas es un requisito fundamental para encarar la tarea futura.
En este sentido, las analogías pueden resultar herramientas apropiadas para esta mediación en
el tránsito hacia el uso de modelos simbólicos y/o matemáticos propios de la ciencia escolar.
8
Driver, Rosalind, Ideas científicas en la infancia y la adolescencia. Madrid, MEC/Morata, 1989.
• la abstracción de este tipo de modelos conlleva toda una serie de dificultades provenientes del
uso de un nuevo lenguaje, que ya se señalaron en el apartado sobre lenguajes científicos;
• dado que estos modelos no surgen como producciones del aula sino que son transpuestos
a partir de modelos científicos, el trabajo del docente implica recorrer la variedad de usos
que tiene, desde el punto de vista funcional (relación entre variables) y desde la predicción
(cálculo de nuevos valores por modificación del valor de alguna variable).
Las orientaciones didácticas desarrolladas en este apartado tienen por objeto hacer evidente
el tipo de trabajo que debe realizarse en las aulas conforme al enfoque establecido para la
educación en ciencias a lo largo de toda la educación secundaria. El mismo está en consonan-
cia con los modos propios de este campo de conocimiento y su didáctica, con los contenidos
propuestos y con las concepciones actualizadas de la ciencia. La elección de las estrategias que
mejor se adapten a las características del grupo, sus conocimientos previos, los contenidos a
tratar y los objetivos propuestos, es una tarea del docente. No obstante, es necesario resaltar
que los tres puntos trabajados: Hablar, leer y escribir en las clases de química, Trabajar con
problemas, y Conocer y utilizar modelos en química, son centrales a la hora de construir cono-
cimientos en esta materia e indispensables para la formación del estudiante en este campo de
conocimientos de acuerdo con los fines establecidos para la Escuela Secundaria: la formación
ciudadana a partir de las ciencias, la preparación para el mundo del trabajo y la continuidad
de los estudios.
En este Diseño Curricular se entiende por evaluación un entramado de aspectos y acciones mu-
cho más amplio que la sola decisión sobre la acreditación o no de las materias por parte de los
estudiantes. Se hace referencia a un conjunto de acciones continuas y sostenidas que den cuenta
de cómo se desarrollan los procesos de aprendizaje de los estudiantes tanto como los procesos de
enseñanza –en relación con la posibilidad de ajustar, en la propia práctica, los errores o aciertos
de la secuencia didáctica propuesta–. Al evaluar, se busca información de muy diversa índole; a
veces, conocer las ideas que los estudiantes traen construidas con anterioridad; en otras ocasio-
nes, conocer la marcha de una modelización, en otras el aprendizaje de ciertos procederes.
En la evaluación, los contenidos no están desligados de las acciones o procederes a los cuales
se aplican o transfieren. Por lo tanto, la evaluación de los conceptos debe ser tan importante
como la de los procedimientos y esto implica revisar los criterios y los instrumentos utilizados
en relación a los aprendizajes de los estudiantes, así como los relativos a la evaluación de la
propia planificación del docente.
Es posible reconocer tres dimensiones para la evaluación. Por un lado, establecer cuáles son los
saberes que los estudiantes ya han incorporado previamente, tanto en su escolaridad anterior
como en su experiencia no escolar. Por otro, conocer qué están aprendiendo los estudiantes
en este recorrido y, por último, conocer en qué medida las situaciones didácticas dispuestas
posibilitaron (u obstaculizaron) los aprendizajes. Por eso es que en todo proceso de evaluación,
tanto la evaluación de las situaciones didácticas como la evaluación de los aprendizajes de los
estudiantes, forman parte de los procesos de enseñanza y deben ser planificadas como parte
integrante de éstos. En tal sentido, la evaluación debe ser considerada en el mismo momento
en que se establece lo que debe enseñarse y lo que se desea aprendan los estudiantes.
En la química escolar existen actividades que son propias y especialmente formativas como las
salidas de campo y los trabajos experimentales –que pueden requerir o no de un laboratorio–.
En ambos tipos de actividades, es indispensable no sólo la identificación de objetivos claros
–tanto para el docente como para el estudiante– sino también la explicitación de lo que el
estudiante debe hacer en ellas.
Es conveniente que esas actividades sean acompañadas por una guía o protocolo elaborado, ya
sea por el docente, o por el conjunto de la clase durante las investigaciones escolares, que or-
ganice los pasos que se deberán cumplimentar y en qué secuencia. Al evaluar tales actividades
es necesario discriminar las distintas habilidades puestas en juego. De acuerdo con lo propuesto
en las guías, podrían evaluarse distintas destrezas como:
Es entonces un gran desafío, a la hora de pensar en la evaluación, construir no sólo los ins-
trumentos sino, fundamentalmente, los criterios que permitan obtener información válida y
confiable para el mejoramiento de los procesos de enseñanza y aprendizaje, así como de las
condiciones en que se producen.
Para el núcleo de contenidos relativo a polímeros, un ejemplo posible es diseñar y realizar experien-
cias que permitan determinar la resistencia al calor de diversos polímeros sintéticos. Para evaluar
en qué medida los estudiantes han cumplido con este objetivo, algunos criterios podrían ser:
Entre los objetivos de aprendizaje para este año y en relación con todos los núcleos de con-
tenidos, se propone que el estudiante logre presentar la información científica cuantitativa y
cualitativa de las investigaciones vinculadas a contenidos de los ejes, a partir de un vocabulario
técnico adecuado para su presentación a diferentes públicos, utilizando símbolos y notación
técnica, gráficos y cálculos. Respecto a este propósito, podría plantearse, como ejemplo espe-
cífico, realizar una investigación bibliográfica acerca del empleo de un determinado polímero
para cierto tipo de aplicación cotidiana o industrial. Para poder evaluar en qué medida los
estudiantes han podido cumplir con esta actividad en relación con el objetivo señalado más
arriba, algunos criterios podrían ser:
• ser capaces de formular preguntas, en forma individual o grupal, que puedan luego
investigarse;
• reconocer fuentes de las cuales obtener información;
• recolectar información en forma adecuada y organizada;
Instrumentos de evaluación
Cada actividad puesta en juego en las aulas informa acerca del avance y de los obstáculos de
los procesos de enseñanza y aprendizaje en su conjunto, por lo cual es importante disponer de
elementos para evaluar esta información.
Por otra parte, es conocido que los estudiantes se adaptan rápidamente a un estilo o tipo de
evaluación –como la prueba escrita en la que se requiere aplicación automática de algoritmos,
o el examen oral en donde se evalúa casi exclusivamente la memoria– y de esta manera sus
aprendizajes se dirigen hacia las destrezas que les permiten resolver exitosamente las situacio-
nes de evaluación, más que al aprendizaje de los contenidos.
Un único instrumento no resulta suficiente a lo largo de un año para evaluar los distintos nive-
les de comprensión, dada la variedad de contenidos a aprender. Asimismo, resulta fundamental
sostener una coherencia entre la propuesta de enseñanza y la propuesta de evaluación. En este
sentido, el Diseño Curricular establece modos de enseñar y trabajar en el aula de química que
son específicos de esta concepción acerca del aprendizaje. Los contenidos han de trabajarse
de manera integrada, atendiendo a construir los conceptos de la mano de los procedimientos
y en el marco de los modelos que los incluyen. De modo que también resulta esencial evaluar
integradamente estos aspectos, evitando separar artificialmente la evaluación de conceptos,
modelos y procedimientos. Por ello, es importante diversificar los tipos de evaluaciones para
que los estudiantes experimenten una gama de instrumentos diferentes y para que puedan
poner a prueba sus aprendizajes en distintos formatos y en variadas circunstancias.
La definición y/o reconocimiento de definiciones (qué significa cantidad de sustancia, qué son
los glúcidos, qué se conoce con el nombre de aceites, a qué se llama isomería).
La utilización en una situación determinada, por la que se trata de constatar si una vez conocido
el procedimiento se logra aplicar. Por ejemplo, cómo construir un calorímetro con material de uso
cotidiano; el cálculo de la masa molar de una sustancia; el cálculo del volumen de gas obtenido
en ciertas condiciones, la realización de una determinada técnica o proceso químico.
La generalización del procedimiento a otras situaciones: se trata de ver en qué medida el pro-
cedimiento se ha interiorizado y puede extrapolarse a problemas análogos asociados a otras
temáticas. ¿Cómo se podría estimar determinada propiedad de un compuesto orgánico? ¿Qué
determinaciones darían indicios de ello? ¿Podría determinarse con cierto grado de certeza? En
caso de ser afirmativa la respuesta, ¿de qué modo?
La selección del procedimiento adecuado que debe usarse en una situación determinada, de
modo que una vez aprendidos varios procedimientos, interesa conocer si los estudiantes están
en condiciones de utilizar el más adecuado a la situación que se le presenta. Por ejemplo, ¿es
conveniente usar un gráfico cartesiano para representar estos datos? ¿Cuál es el mecanismo
apropiado para realizar y/o explicar la obtención de determinado polímero?
En todo caso, debe advertirse que la evaluación de la comprensión conceptual supone una
intervención pedagógica docente de mayor complejidad que la supuesta para evaluar el
recuerdo de hechos y datos, y remite al desafío de diseñar diversidad de instrumentos que
promuevan la utilización de los conocimientos en distintas situaciones o contextos. También
debe tenerse en cuenta que la evaluación de procedimientos requiere de un seguimiento
continuo en los procesos de aprendizaje que promuevan instancias de reflexión sobre los
pasos o fases involucradas.
Para ello es necesario cuestionarse, en principio, qué es lo que se va a evaluar en relación con
los modelos, esto es, plantearse si los estudiantes son capaces de responder a los siguientes
interrogantes:
• ¿Qué problema/s resuelve o representa el modelo? ¿Qué otras situaciones permite representar?
A partir de estas respuestas se puede dar cuenta de la adecuación del modelo y de su grado de
generalidad. Un detalle importante en esta evaluación reside en poder describir el tipo de pro-
blema origen (si es un problema de predicción, de explicación o de representación); clarificar
cuál es el problema origen es un paso necesario para poder evaluar el modelo y, además, es una
muestra importante de aprendizaje porque implica una profunda reflexión sobre el mismo.
• ¿Cuáles son las variables implicadas? ¿Se han explicitado todas las variables y las
hipótesis utilizadas?
En este sentido, y en consonancia con la propuesta del Diseño Curricular, la evaluación constituye
un punto central en la dinámica del aprendizaje por diversas razones. En primer lugar, porque el
trabajo de construcción de conocimiento, tal como es entendido en esta propuesta, es un trabajo
colectivo, en la medida en que todos participan individual y grupalmente de la construcción de
modelos explicativos, del diseño e implementación de las investigaciones, de las argumentaciones
y de las actividades generales de aprendizaje que se propongan. Por lo tanto, es menester que la
evaluación incluya este aspecto social, dando oportunidades a los estudiantes para hacer también
evaluaciones tanto del propio desempeño, como el de sus compañeros.
La evaluación entre pares o evaluación mutua, en donde el estudiante comparte con sus pa-
res los criterios de evaluación construidos con el docente y, en función de ellos, puede hacer
señalamientos sobre los aspectos positivos o a mejorar, tanto del desempeño individual como
el grupal, en relación con la tarea establecida. Este tipo de evaluación, que por supuesto debe
La coevaluación, entendida como una guía que el docente brinda a sus estudiantes durante la
realización de una tarea, indicando no sólo la corrección o incorrección de lo realizado, sino
proponiendo preguntas o comentarios que orienten a los estudiantes hacia el control de sus
aprendizajes, llevándolos a contrastar los objetivos de la actividad con los resultados obtenidos
hasta el momento y tendiendo siempre hacia la autorregulación.
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