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Los costos sociales incluyen todos los costos privados, tanto explícitos como
implícitos, en los cuales incurren las partes que intervienen en una transacción,
más cualquier otro costo adicional impuesto sobre otros individuos. De esta
manera, un costo social incluye los costos privados en que incurren aquellas
personas que forman parte de la misma sociedad, pero que no pueden consi-
derarse como partes integrales de la transacción propiamente dicha, de la
cual emergen dichos costos. Con el objeto de que estos costos externos a la
transacción permanezcan en esta categoría (no tenidos en cuenta por las
personas que toman las decisiones), debe existir alguna barrera para que se
realicen negociaciones entre las partes externas afectadas, por un lado, y
aquellos agentes de los cuales proviene dicha externalidad, por el otro. En el
caso en que sea posible realizar una negociación entre estas dos partes, los
costos externos serían "internalizados".
Es bastante improbable, por no decir imposible, que los empresarios indi-
viduales tengan en cuenta todos los costos sociales. Esto es particularmente
cierto en un mercado competitivo, en el cual, a menos que el precio sea igual
a los costos marginales privados, los empresarios no maximizarán sus ganan-
cias y, eventualmente, deberán abandonar el mercado.
Sin embargo, si de lo que se trata es de obtener también la maximización
del bienestar de la sociedad, los costos marginales privados deben ser iguales
a los costos marginales sociales. Con el objeto de maximizar las ganancias
privadas, todas las actividades de la empresa individual deben realizarse hasta
aquel punto en el cual el ingreso marginal privado sea igual a los costos
marginales privados, o donde los costos y los beneficios marginales privados
se igualen. Pero, para maximizar el bienestar social, deben tenerse en cuenta
tanto los beneficios como los costos marginales sociales. Solamente cuando
se tengan en cuenta estos factores, podremos considerar que se ha alcanzado
el máximo bienestar.
Es precisamente en el contexto de la anterior terminología que se explican
los conceptos de economías y deseconomías externas. Se dice que se presenta
una economía externa cuando el costo marginal social de una actividad deter-
minada es menor que su beneficio marginal social, en una situación de equi-
librio entre el costo marginal y el beneficio marginal privado. De otro lado, se
dice que se presenta una deseconomía externa cuando el costo marginal social
es mayor que el beneficio marginal social, en una situación de equilibrio entre
el costo marginal y el beneficio marginal privado. Si cualquiera de estos dos
conceptos tiene lugar, no se satisface la condición de Pareto. Es decir, existe
la posibilidad de realizar algún reordenamiento de la producción y/o del con-
sumo, que finalmente llevaría a que se presentara un incremento de la satis-
facción total de las personas que hacen parte de la economía. En uno de los
artículos más famosos que se han escrito sobre las "fallas del mercado" atribui-
das a la presencia de externalidades,' se hace la distinción existente entre
1
Francis M. Bator, "The Anatomy of Market Failure", Quarterly Journal of Economics, vol. 72,
1958, pp. 351-379.
EXTERNALIDADES, BIENES PÚBLICOS Y LAS FALLAS DEL MERCADO 639
EXTERNALIDADES TÉCNICAS
Existen numerosas extemalidades técnicas que imponen costos o confieren
beneficios (costos menores) a otros individuos. En la mayoría de los casos, las
extemalidades técnicas no adolecen de los problemas que se presentan en
las extemalidades originadas por los derechos sobre la propiedad o en las
extemalidades asociadas con los bienes públicos, de manera que la mayoría
de los economistas no las consideran como un problema que deba ser reme-
diado.
Henry Ford consiguió una gran cantidad de dinero tanto para él como
para los accionistas de la Ford Motor Company, gracias a la aplicación de su
cadena de ensamblaje y al diseño de las partes intercambiables en el proceso
de producción de automóviles. Esta mejora de la tecnología significó una
externalidad (una deseconomía) técnica para las empresas competidoras, las
cuales sufrieron pérdidas en sus niveles de ventas y de ganancias debido a la
reorientación de recursos en favor de la Ford. Obviamente, el público se bene-
fició de esta mejora tecnológica, pero los competidores dentro de la industria
se vieron perjudicados. En algunos casos, las mejoras de la tecnología significan
extemalidades (economías) técnicas para otros individuos. Por ejemplo, el
desarrollo de los circuitos integrados para computador redujo de una manera
significativa los costos de producción y mejoró la calidad de diversos artículos
electrónicos de consumo, tales como radios y equipos de sonido. Los produc-
tores de este último tipo de bienes estuvieron entonces en capacidad de utilizar
estos insumo más baratos y de mejor calidad, para mejorar así sus respectivas
posiciones en el mercado.
Como tuvimos oportunidad de anotar en nuestro análisis de los monopo-
lios, es posible que un monopolio natural sea creado gracias a la presencia
de rendimientos crecientes a escala por parte del productor dominante en el
rango de producción relevante. Esta condición puede llegar a desarrollarse
gracias a un cambio en la tecnología que le permita a la firma dominante
hacer que sus competidores salgan del mercado, debido a sus costos margina-
les decrecientes. En este caso, una externalidad técnica hace que las firmas
competidoras sean eliminadas. En casi todos los casos relacionados con las
extemalidades técnicas, los costos que se imponen sobre otros individuos no
son compensados de ninguna manera2.
2
En años recientes ha habido una creciente preocupación acerca de las extemalidades téc-
nicas en los mercados domésticos. Algunos gobiernos estatales han considerado la posibilidad
de imponer costos a aquellas empresas que trasladan las facilidades de la producción hacia otros
estados, debido a la menor producción existente en ellos.
640 MICROECONOMIA
la persona que le está infringiendo daño a dicho recurso. Los casos clásicos
de externalidades originadas en los derechos sobre la propiedad hacen referen-
cia a la polución del aire y a las fuentes de agua de propiedad pública.
Cuando los costos privados difieren de los costos sociales, generalmente
clasificamos esta situación como un problema de externalidades debido a que
a aquellos que toman las decisiones les corresponde asumir un monto menor
de los costos plenos en que se incurre al tomar dichas decisiones, mientras
que aquellos que no están en capacidad de ejercer ninguna influencia sobre
estas decisiones les corresponde asumir parte de estos costos. Así, para estos
últimos, parte de estos costos son extemos al proceso mismo de la toma de
decisiones. Este problema se analiza en la Figura 19-1, en la cual se ha dibujado
una curva de oferta para el producto x. Sin embargo, la curva de oferta es
equivalente a la suma horizontal de todas las curvas individuales de costo
marginal e incluye, por lo tanto, solamente los costos internos o privados. La
intersección de las curvas de demanda y oferta se presentará a un nivel de
precios Pe, siendo Qe la cantidad correspondiente. Sin embargo, asumiremos
que en la producción del bien x se incluyen costos externos que las empresas
privadas no toman en cuenta. Estas externalidades podrían ser aspectos tales
como la polución del aire o del agua, o cualquier otro factor dentro de paráme-
tros similares.
En cualquier caso, sabemos que los costos sociales de producir el bien x
son mayores que los costos privados. Esto puede representarse dibujando la
curva de oferta O'O', la cual se ubica por encima de la curva de oferta original
00. Esto es así porque en O'O' se incluyen tanto las externalidades como los
costos privados o internos, comprendiendo, por lo tanto, los costos económicos
plenos de producir el bien. Ahora el precio "correcto" de equilibrio del mercado
sería P1; mientras que la cantidad demandada y ofrecida sería Qj. Puede verse,
entonces, que la inclusión de los costos externos en el proceso de la toma de
decisiones llevaría finalmente a una situación caracterizada por un mayor
precio y una menor cantidad producida y consumida del bien. Por consiguien-
te, podría decirse que aquella situación en la cual los costos económicos
no son asumidos por los agentes que han originado directamente estos costos,
el precio es "demasiado bajo" y la cantidad producida es "excesiva".
Corrección de las Puede verse aquí un método relativamente "fácil" de reducir, al menos en
señales alguna medida, la cantidad de polución y degradación del ambiente. De alguna
manera debe procurarse que las señales de la economía se modifiquen, de tal
forma que las personas que toman decisiones tengan en cuenta todos los
costos en que se incurre como resultado de sus acciones. En el caso de la
polución causada por los automóviles, por ejemplo, podría pensarse en diseñar
algún método por medio del cual a los automovilistas, o bien se les fije un
impuesto de acuerdo a la cantidad de polución que generen, o se les recom-
pense por no generarla, dependiendo de quién "posea" los derechos sobre el
aire puro y, por lo tanto, de quién esté en capacidad de asumir la posición
de poder "venderlos". En el caso de una empresa, podría pensarse en diseñara
algún método por medio del cual se les fije un impuesto por la cantidad de
polución que generen o se les recompense por no generarla. En ambos casos,
EXTERNALIDADES, BIENES PÚBLICOS Y LAS FALLAS DEL MERCADO 641
FIGURA 19-1
Igualación de los costos privados y los
costos sociales
Si las empresas tienen en cuenta solamente
los costos privados, la curva de oferta está dada
por 00. La cantidad demandada y vendida será
Qe, mientras que el precio estará dado por Pe.
Sin embargo, si los costos sociales son tenidos
en cuenta, la curva de oferta se convierte en
O'O'. Si se estableciera un impuesto (igual a
los costos externos por unidad de producto),
de tal manera que el precio al cual se enfrentara
el consumidor fuera Pv la cantidad demandada
y vendida sería ahora Q v Los consumidores
estarían, entonces, pagando por la totalidad
del costo social de sus acciones. (No
necesariamente se corregiría la polución; sin
embargo, sí se reduciría, debido a los menores
niveles de producción).
' Sin embargo, no estamos distinguiendo entre el daño económico y otras clases de daños.
Cualquier cosa por la cual una persona estaría dispuesta a pagar una determinada suma para
evitarla o por la cual le tendrían que compensar para soportarla (para mantener un nivel constante
de utilidad) es un "daño económico". La suma total de dichos pagos es una medida de la cantidad
de daño económico.
642 MICROECONOMIA
4
Ronald Coase, "The Problem of Social Costs", Journal oí Law and Economías, octubre de
1960, pp. 1-45.
5
Ignoramos el efecto-ingreso sobre las curvas de demanda de árboles y de paisaje. Esto tiene
más sentido cuando trabajamos con decisiones que se toman exclusivamente sobre la base de
pérdidas o ganancias. Debido a las diferencias de preferencias y a cambios de la distribución del
ingreso, puede suceder' que una reasignación de los derechos sobre la propiedad modificara las
demandas, los precios relativos y el conjunto de la producción de una economía.
646 MICROECONOMIA
Cuando los costos de Hasta el momento nuestro ejemplo es bastante sencillo, puesto que incluye
transacción son altos solamente dos personas y, además, los costos de transacción son bajos. ¿Qué
sucede en aquellos casos en los cuales los costos de transacción no son tan bajos? Considérese
el ejemplo de una fábrica que genera contaminación ambiental en una ciudad en la que habitan
varios millones de personas. Sería difícil que toda la gente se pusiera de acuerdo para negociar
con la fábrica la disminución de la contaminación o que la fábrica realizara un contrato con
todas las personas para adquirir el derecho a generar contaminación. Los costos de transacción
en una situación como esta serían, por consiguiente, extremadamente altos.6 En consecuencia, no
estamos en capacidad de asegurar que ahora los costos privados serán iguales a los costos sociales
para la fábrica. Este es probablemente el caso para muchos de los problemas ambientales.
Obsérvese que en una situación en la cual los derechos de propiedad son
indefinidos no necesariamente se llega a que las externalidades no se corrijan,
siempre y cuando el proceso de la realización de los contratos no resulte
costoso. Sin embargo, cuando se involucra en una misma situación a una gran
cantidad de personas, el proceso de la realización de los contratos se torna
muy difícil y, en muchos casos, los costos reales son difíciles de medir y/o los
agentes generadores de dichos costos son difíciles de identificar. Por ejemplo,
si los buques petroleros esparcen este líquido en el océano, ¿cómo se identifica
a los responsables? El costo de identificarlos puede resultar demasiado alto
como para justificar los posibles beneficios que se deriven de encontrarlos. La
discusión acerca de los derechos sobre la propiedad nos conduce hacia otra
posible solución para nuestros problemas ambientales.
La asignación de los En lugar de intentar establecer un impuesto a los agentes económicos que
derechos sobre la generan la contaminación, en proporción a los daños causados por ellos,
propiedad podemos definir los derechos sobre la propiedad de una manera más precisa,
de tal forma que se tendría que llevar a cabo un proceso de realización de
contratos entre los potenciales contaminadores y aquellos cuyo medio am-
biente es objeto de la contaminación. En el caso del árbol que obstruye el
paisaje, no tenía importancia en realidad a quién se le habían asignado los
derechos sobre la propiedad del paisaje, puesto que, en realidad, dichos dere-
chos eran inconsecuentes con el resultado final de la situación, excepto, claro
está, para la posición de riqueza de los individuos. Sin embargo, éste no es el
caso con otros problemas relacionados con el medio ambiente. Por ejemplo,
es posible que queramos hacer responsables a las fábricas por la contaminación
que generan. Al hacerlo, implícitamente estamos otorgando a los ciudadanos
de esa comunidad los derechos sobre los recursos de propiedad común que
rodean las fábricas; en este caso, sobre el aire y el agua. De esta manera, los
individuos que viven en esa zona implícitamente serán los propietarios del
6
Debería notarse que la evolución de las demandas públicas en los años recientes ha dismi-
nuido sustancialmente los costos de transacción de los procedimientos legales en el área de los
asuntos del medio ambiente.
EXTERNALIDADES, BIENES PÚBLICOS Y LAS FALLAS DEL MERCADO 647
aire y el agua "públicos". La fábrica, por lo tanto, será responsable por los usos
que se les dé al agua y al aire y que impliquen algún costo para esas personas.
En cierto sentido, esto no es realmente "justo", puesto que tanto a los
clientes como a los empleados y accionistas de esta fabrica se les estarán
cobrando los costos de la polución. Después de todo, por definición, un recurso
de propiedad común es de propiedad de todos. El problema radica en que
cuando se dice "de propiedad de todos", en realidad no es de propiedad de
nadie. Sería tan arbitrario, entonces, asignar los derechos sobre la propiedad
común de un recurso a los residentes locales, como arbitrario sería asignarlos
a los dueños de las fábricas. Sin embargo, puesto que administrativamente es
menos costoso hacer que los propietarios individuales de las fábricas paguen,
es posible que sea nuestro interés continuar llevando a cabo una asignación
arbitraria de los derechos sobre la propiedad hacia los residentes locales. En
esencia, las personas que toman las decisiones desde el gobierno actuarán en
representación de los residentes locales al negociar con la fábrica que origina
la contaminación.
Asignación de los
derechos sobre la Las personas que toman las decisiones desde el gobierno buscarán, de alguna
propiedad por parte manera, determinar el valor de los daños económicos que la contaminación
del gobierno de la fábrica está causando, para requerir a la misma, de esta manera, y con
el objeto de que realice una plena compensación monetaria, que instale equipo*
para disminuir la contaminación, o que llegue a una combinación de las dos
soluciones anteriores. Cualquier compensación monetaria sería distribuida
entre los residentes, de tal manera que se compensara el costo económico en
que incurre cada uno de ellos.7 Este, claro está, es un problema difícil de
resolver, particularmente cuando las personas que toman las decisiones desde
el gobierno no están en capacidad de visualizar ningún incremento de los
beneficios, originado al distribuir "correctamente" la compensación monetaria.
Puede resultar más simple utilizar el dinero que debe pagar la fábrica para
limpiar parte de la contaminación que origina, en lugar de tratar de compensar
a los perdedores (los residentes individuales). Obsérvese que tanto en este
caso, como en todos los demás, el nivel óptimo de polución es igual a cero.
El nivel óptimo es aquel en el cual los beneficios sociales originados por una
reducción adicional de la polución son exactamente iguales a los costos
sociales de hacerlo. Si la sociedad, al gastar US$1 en recursos dedicados a
disminuir la polución, recibe un beneficio de US$90 ctvs., puede decirse que
se ha logrado un gran avance.
BIENES PÚBLICOS
En la mayor parte de nuestro análisis se ha hecho referencia a la clase de
bienes que siguen el principio de la exclusividad. Una manzana, por ejemplo,
posee estas características; en efecto, si yo me como una manzana, ya usted
no puede comérsela, puesto que el uso que yo haga de ella lo excluye a usted
de utilizarla. De esta manera, si el precio por unidad es de US$15 ctvs., y mi
demanda es de 10 manzanas por semana, significa que esta misma cantidad
menos por semana estará disponible para alguien más que se encuentre dis-
puesto a consumirlas. Si, al mismo tiempo, a ese precio de US$15 ctvs., por
unidad, su demanda es de 20 manzanas por semana, significa que, en conjunto,
existirá una cantidad de 30 manzanas menos disponibles para que alguien
más, diferente de usted o de mí, las consuma.
Existe una completa gama de bienes para los cuales no se aplica el prin-
cipio de la exclusividad. Por ejemplo, en el momento en que yo decido encender
mi televisión, no le estoy quitando la oportunidad a ninguna otra persona de
que vea exactamente el mismo programa y a la misma hora en su propio
receptor. En otras palabras, cuando yo compro (si pudiera) una señal de
televisión y la consumo completamente, no estoy evitando con esto que usted
no pueda comprar exactamente la misma señal. Lo mismo se cumple, por
ejemplo, para la defensa nacional, puesto que el consumo que yo haga de este
servicio no interfiere en absoluto con el consumo que usted pueda hacer del
mismo. La defensa nacional es un servicio que puede ser consumido de manera
simultánea por individuos localizados en una misma área geográfica, sin que
por esto se disminuya el consumo de dicho servicio por cualquier otra persona
ubicada en la misma área. Gústenos o no, todos obtenemos el mismo nivel de
protección.
Falta de exclusividad A los bienes o servicios tales como las señales de televisión o los servicios de
defensa nacional los denominamos bienes públicos o colectivos definiéndose
como aquellos bienes para los cuales no se cumple el principio de la exclusi-
vidad. Una vez que se produce un bien público, el costo marginal que un
usuario adicional del mismo le impone a la sociedad es, efectivamente igual a
cero. Debemos ser cuidadosos en distinguir aquí entre dos condiciones
diferentes, aunque frecuentemente se consideran conjuntamente. Algunos bie-
nes o servicios, tales como el servicio de la defensa nacional, tienen un alto
costo de exclusión, en el sentido de que aun aquellas personas que no pagan
ninguna clase de impuestos al gobierno reciben los beneficios derivados de
la prestación de dicho servicio. Igualmente, es posible que se pueda cobrar
una pequeña tarifa a aquellas personas que ingresan a los parques o a los
bosques nacionales, pero puede resultar difícil hacer de dicho cobro algo
obligatorio, puesto que algunas personas ingresarán cuando no estén funcio-
nando las casetas de cobro. La segunda condición que puede presentarse es
aquella en la cual el costo marginal para el consumidor adicional de un bien
colectivo sea igual a cero. Si una cantidad de 100 000 inmigrantes llega a los
Estados Unidos este año, el costo de suministrar el servicio de defensa nacional
para el país como un todo, incluyendo estos inmigrantes, no sufrirá ninguna
modificación.
. EXTERNALIDADES, BIENES PÚBLICOS Y LAS FALLAS DEL MERCADO 649
analizando. Estos ejemplos indican que los bienes públicos pueden ser some-
tidos a una "subproducción" en los mercados, en lugar de presentarse una
situación en la cual no se producen en absoluto.
Bienes públicos que Debemos ser cuidadosos en este punto, sin embargo, puesto que el mercado
se convierten en privado tiene una larga historia de intentos por parte de los empresarios para
bienes privados convertir los bienes públicos en bienes privados. De esto es exactamente de
los que se trata el hecho de colocar una pared alrededor de un campo de
béisbol, de encerrar una pantalla de cine en un teatro o de prestar el servicio
de televisión por cable. De esta manera, los empresarios privados pueden
proveer efectivamente los servicios que de otra forma no serían prestados, en
el caso en que los consumidores no se les cobrara un precio determinado por
asistir a un partido de béisbol, por acudir al cine o por tener la oportunidad
de observar un evento especial gracias a la televisión por cable. En realidad,
aun la historia del ejemplo clásico de un bien público que aparentemente no
puede ser suministrado por el sector privado muestra qué tan ingeniosos
pueden llegar a ser los empresarios.
El ejemplo clásico de un bien público al que hicimos mención en el
párrafo anterior es el que se refiere a los faros marítimos. Una vez que se
construye un faro, el costo marginal de prestar el servicio de demarcación de
la proximidad de la tierra a los buques durante una tormenta es muy cercano
a cero y parecería imposible lograr que los buques efectivamente pagaran por
dicho servicio, debido a los problemas que surgen para identificar los barcos
que pasan por la zona y para obligarlos a pagar una tarifa. Sin embargo, si se
realiza una breve investigación histórica, se encontrará que durante muchos
años los faros eran de propiedad privada en Inglaterra. Además, parece ser
que los propietarios de faros estaban obteniendo ganancias, puesto que en el
período comprendido entre 1700 y 1834 el número de faros construidos expe-
rimentó un incremento. El pago se obtenía por parte de los propietarios de
los buques, estableciendo la tarifa en cada muelle, de acuerdo al tonelaje del
buque respectivo. Aunque podría parecer que el proceso de hacer efectivo el
pago implicaba un costo alto, no era lo suficientemente alto como para desa-
lentar a los empresarios privados para que no construyeran más faros. Por lo
general, los buques pasaban por la zona por la cual estaba ubicado el faro
solamente de uno en uno; de esta manera, si el buque (que debía tener on-
deando su bandera) no había pagado previamente el servicio, simplemente
no se encendía la luz del faro.8
Los beneficios de los
Los bienes públicos se consideran por lo general como bienes que generan
bienes públicos
externalidades positivas por las cuales los individuos no "deberían" pagar,
debido a que el costo marginal de proveer dichas externalidades es igual a
cero, una vez que el bien público ha sido producido. El problema con este
tipo de análisis es que no permite que los miembros individuales que consumen
el bien asuman la participación respectiva que les correspondería en los costos
" Véase Ronald Coase, "The Lighthouse in Economics", Journal of Law and Economics, vol.
18, no. 2, octubre de 1974, pp. 357-376.
EXTERNALIDADES, BIENES PÚBLICOS Y LAS FALLAS DEL MERCADO 651
asociados con la producción del bien público. En efecto, los individuos reac-
cionan ante las señales que observan. Si estas señales no existen, es decir, si
el precio de consumir una cantidad adicional de un bien público es igual a
cero, el consumidor, considerado individualmente, no tomará en cuenta el
efecto de sus acciones combinadas. De esta manera, la cantidad producida
de un bien público mediante las interacciones del mercado privado entre los
individuos puede ser menor que la cantidad que a los consumidores les gus-
taría "realmente" pagar, si es que se les exigiera algún pago. Sin embargo,
debemos ser cuidadosos para no confundir los bienes públicamente suminis-
trados con los bienes públicos. Simplemente por el hecho de que el gobierno
recaude impuestos para pagar el suministro de un bien, no significa que éste
sea un bien público, en la manera como este término se utiliza en economía.
Al mismo tiempo, como se ha visto anteriormente, los bienes públicos por lo
general son suministrados por entes privados, aunque frecuentemente en
cantidades inferiores a las consideradas como "óptimas".
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