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EL PARENTESCO DE LOS HIJOS DE CRIANZA FRENTE A LA FAMILIA


EXTENSA
THE RELATIONSHIP BETWEEN FOSTER CHILDREN AND THEIR EXTENDED
FAMILY1

Erika Johana Ramírez Salcedo2


Universidad Libre
johana.0231995@gmail.com

Hellen Julieth Sánchez Gómez3


Universidad Libre
hjsanchez0822@gmail.com

Resumen

Las fuentes de parentesco reconocidas y reguladas por el Estado


Colombiano como lo son: el matrimonio, fuente de parentesco por afinidad; la
filiación, fuente de parentesco por consanguinidad y finalmente; la adopción, que
es fuente del parentesco civil, no alcanzan a recoger la totalidad de formas de
familia que existen en la actualidad.
Es evidente la necesidad la creación de una nueva fuente de parentesco
denominada “parentesco de vínculos de afecto” que nace con la familia de crianza
extensa, la cual ha tenido el reconocimiento de sus Derechos por medio de la
jurisprudencia de las Altas Cortes, con el fin de evitar rupturas familiares y la
protección de estas sobre los vínculos biológicos.

Palabras Clave: Familia de crianza, Familia extensa, Parentesco y vínculos


afectivos.

Abstract

The sources of kinship recognized and regulated by the Colombian State,


such as: marriage, which is the source of kinship by affinity; filiation, a source of
kinship by consanguinity and finally; adoption, which is the source of civil kinship, is
not enough to include all the family forms that exist today. It seems to be a

1 Artículo de revisión como requisito de grado para optar por el título de especialista en Derecho de
Familia de la Universidad Libre.
2 Abogada de la Universidad Cooperativa de Colombia. Estudiante de la Especialización en Derecho

de Familia de la Universidad Libre.


3 Abogada y Psicóloga de la Universidad Católica de Colombia. Estudiante de la Especialización en

Derecho de Familia de la Universidad Libre.


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necessity to create a new source of kinship called "kinship of affection ties" that is
born with the extended family of upbringing, which has had the recognition of its
Rights through the jurisprudence of the High Courts, in order to avoid family
breakups and the protection of these over biological ties.

Keywords
Foster family, Extended family, Kinship, and affective ties.

Introducción

La familia de crianza es uno de los conceptos jurídicos que ha tenido varios


pronunciamientos en las Altas Cortes, adaptándose a la realidad social. Sus
primeros aportes se encuentran en la sentencia T-523 de 1992 (al principio
constitucional de la unidad familiar). Hoy en día, tenemos la sentencia T-836 de
2014, SL 3312 de 2020 y la sentencia SC1171 de 2022 siendo está, la primera en
la que se indica que los hijos de crianza tienen derechos hereditarios.

En dicha sentencia se reconoce la vocación hereditaria de los hijos de


crianza, no obstante, no se aborda el tema de parentesco. La corte se ha limitado
a reconocer derechos pensionales y sucesorales a los hijos de crianza, sin
abordar si surge alguna clase de parentesco, como se regularía y si abarcaría
relaciones de ascendente, descendiente y colaterales, más allá de padre e hijo.

Otro aspecto que ha sido analizado por la Corte Constitucional, es el de la


declaratoria de la posesión notoria del hijo de crianza, sin embargo, no ha
abordado la posibilidad de modificar el concepto de parentesco, de tal forma que
cobije la familia de crianza, la cual nace por los vínculos y lazos afectivos que van
surgiendo de la convivencia, cuidado, dependencia, solidaridad y crianza.

La modificación del parentesco parece ser una necesidad actual, que


permita entender cuáles son los requisitos para que exista parentesco entre la
familia de crianza y a su vez permita diferenciar esta forma de familia, a la simple
ayuda o solidaridad que se puede brindar entre miembros de una misma familia,
sin cumplir todas las condiciones de familia de crianza.

Un ejemplo de esta realidad, se da cuando un abuelo o tío desean ayudar


económicamente para la subsistencia de su nieto o sobrino, e incluso se hacen
participes de sus vidas, sin que el hecho de que por esta solidaridad y cotidianidad
deseen convertirte en padres de crianza. Siendo esto último una problemática que
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deberá afrontar las Altas Cortes, por la falta de legislación y regulación de la


existencia de familia de crianza.

El concepto de familia en Colombia, ha evolucionado a lo largo de la


historia, adaptándose a la realidad social, la Corte Constitucional se ha ido
acogiendo a las nuevas formas de familia y ha reconocido los derechos de los
hijos de crianza. No obstante, ha limitado el reconocimiento de dichos derechos
únicamente frente a los padres de crianza, dejando de un lado los vínculos
afectivos, la relación de solidaridad, dependencia y amor que se crean con la
familia extensa de los padres de crianza.

Por lo expuesto, se realiza el siguiente planteamiento ¿En Colombia, se


debería modificar o crear una nueva fuente de parentesco, a causa de la
existencia de vínculos afectivos que nacen entre las relaciones de los hijos, padres
y la familia extensa de crianza?

Para dar respuesta a la pregunta de investigación, en primer lugar, se


abordará la evolución jurisprudencial del concepto de hijos de crianza en
Colombia; en segundo lugar, se indagará sobre la formación de vínculos afectivos,
entre los hijos, padres y su familia extensa de crianza; por último, se estudiará si a
través de la formación de los vínculos afectivos entre los hijos de crianza y su
familia extensa, puede surgir una nueva fuente de parentesco.

Evolución jurisprudencial de la familia de crianza en Colombia

Históricamente en la Constitución Política de 1886 se trató el tema de la


familia como algo incidental, pero con la Asamblea Nacional Constituyente y dada
la incidencia del ordinal 3 del Artículo 16 de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el
10 de diciembre de 1948, se muestra un avance en el tema de la Familia. Por ello
en la Constitución de 1991 se define la familia como:

El núcleo fundamental de la sociedad. Se constituye por vínculos naturales


o jurídicos, por la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer
matrimonio o por la voluntad responsable de conformarla. El Estado y la
sociedad garantizan la protección integral de la familia (C.P, 1991, artículo
42).

Se evidencia en la actual constitución, un verdadero interés por proteger a


la familia y las relaciones civiles, afectivas y sociales que de esta desprenden, este
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precedente ha llevado a que la legislación acepte y reconozca nuevas clases de


familia:

Es común hoy en día conocer casos en donde los menores no tienen


relación con sus padres biológicos, y en cambio han reemplazado esa
figura con un tercero que los acogió como si fueran sus hijos, derivándose
entre los hijos y los miembros de la familia de crianza relaciones con fuertes
lazos de solidaridad, afecto y respeto, además de asumir la totalidad de los
gastos de los menores (Tirado, 2020, p. 284).

Lo anterior, obliga al Estado Colombiano como garante de Derechos, a


establecer prerrogativas constitucionales de la Familia, sin diferenciar aquellas que
no se conforman por vínculos naturales (filiación) y/o jurídicos (afinidad y civil),
sino a aquellas que emanan de las relaciones humanas por situaciones de facto,
es decir, aquellas que nacen por la convivencia y los lazos de solidaridad, respeto,
ayuda, protección, afecto y en las cuales se puede determinar la existencia de
familia de crianza.

Por su parte en cuento a legislación, es la ley 45 de 1936, quien da los


primeros avances en el reconocimiento de “familia de crianza” al darle a la madre
de crianza, la posibilidad de impugnar el reconocimiento que un hombre hiciera de
tal niño, e impidió que el menor sea separado de su “madre de crianza”, en tanto
ella no manifestara su consentimiento o sin que existiera una orden judicial para
su entrega (Cordoba, Mendoza & Arias, 2021), para ello indica en el numeral 9:

La mujer que ha cuidado de la crianza de un niño, que públicamente a


proveído a su subsistencia y lo ha presentado como hijo suyo, puede
impugnar el reconocimiento que un hombre ha hecho de ese niño, dentro
de los sesenta días siguientes al que tuvo conocimiento de este hecho. En
tal caso, no se puede separarlo del lado de la mujer sin su consentimiento o
sin que preceda orden judicial de entrega (Ley 45, 1936, art 9).

El anterior implica que, al impedir la separación del menor frente a la madre de


crianza sin orden judicial, se está buscando proteger los lazos existentes, siendo
la primera garantía que realiza la ley a la familia de crianza. Al respecto, la Corte
exalta que

Si bien la familia es la primera llamada a proteger los Derechos de los


niños, este llamado no es exclusivo para la familia biológica y que puede
ser trasladado a la familia de crianza, siempre y cuando existan lazos de
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dependencia y afecto entre los miembros de la familia y el menor (Corte


Constitucional, sentencia T-497, 2005).

El llamado que hace la ley a la familia de crianza a proteger los derechos de


los niños, es analizado precisamente en un caso que analizó la corte, cuando
pareja que decide solicitar al Ministerio de Defensa Nacional el reconocimiento y
pago de la indemnización por la muerte de quien consideraban su hijo de crianza,
basando su decisión en los lazos de afecto, respeto y asistencia entre los tres
miembros, que se afianzo por la solidaridad. En este caso la corte afirmó:

La situación de abandono en que se encontraba Juan Guillermo, terminó


cuando los demandantes decidieron hacer de él, el hijo de familia que no
habían tenido; las relaciones que entonces se establecieron entre los
actores y el soldado fallecido fueron, hasta la muerte de éste último, las que
ordinariamente se dan entre padres e hijos; los peticionarios se
preocuparon por proporcionar a Juan Guillermo un hogar, y por brindarle en
él la estabilidad emocional, afectiva y económica que ya no recibía de sus
padres. A su vez Juan Guillermo reaccionó a la acogida que Tomás Enrique
y María del Carmen le dieron, comportándose para con ellos como si fuera
un hijo de esa pareja (Corte Constitucional, Sentencia T-495, 1997).

La decisión que toma la Corte al ordenar que se le dé el pago de


indemnización por muerte al hijo de crianza, se basa en la evidencia de que
existieron entre las partes una verdadera relación de padre e hijo, en la cual se
satisficieron las necesidades básicas y se cumplieron las funciones propias de una
familia. Parra (2008) reafirma el anterior pronunciamiento de la corte, al indicar
que en Colombia se contemplan varias funciones que le corresponden a la familia
“entre las principales la de satisfacer las necesidades de sus miembros (afecto,
comunicación, supervivencia, atención, socialización, seguridad económica, etc.) y
la de protegerlos” (p.7).

De la satisfacción de necesidades que surge como una función de la


familia, surge el concepto de Solidaridad Familiar, el cual se incluye no solo a la
familia de origen, sino que se extiende a la familia de crianza, este concepto se
regula con la ley de infancia y adolescencia, en el año 2006 más específicamente
en su artículo 67 el cual habla sobre la solidaridad familiar

El Estado reconocerá el cumplimiento del deber de solidaridad que ejerce la


familia diferente a la de origen, que asume la protección de manera
permanente de un niño, niña o adolescente y le ofrece condiciones
adecuadas para el desarrollo armónico e integral de sus derechos. En tal
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caso no se modifica el parentesco (Código de Infancia y Adolescencia,


2006).

El nacimiento jurídico que se le brinda al deber de solidaridad, permite que, a su


vez, la familia de crianza cuente con elementos propios y característicos, que
lleven a garantizar su protección. Así lo ratifican Acevedo y Caquimbo (2021)
quienes indican que la jurisprudencia constitucional no solo ha buscado reconocer
la existencia de la familia de crianza, sino que además le concede una protección
excepcional de sus derechos sobre la familia biológica, cuando exista relaciones
afectivas en las que se evidencia la necesidad de protección, en garantía del
desarrollo de sus integrantes, procurando siempre salvaguardar el interés superior
del menor (Ap. 47).

La protección excepción que brinda la corte a la familia de crianza, sobre la


familia biológica, se evidencia en un caso que estudio la corte, en el cual la madre
biológica de una menor de edad, inicio acciones para reclamar el cuidado de su
hija a quien, había entregado a una pareja dos añas atrás, pidiendo que se hiciera
cargo del cuidado y protección de la niña. En esa ocasión la corte indico que:

Cuando un niño ha desarrollado vínculos afectivos con sus cuidadores de


hecho, cuya ruptura o perturbación afectaría su interés superior, es
contrario a sus derechos fundamentales separarlo de su familia de crianza,
incluso si se hace con miras a restituirlo a su familia biológica. En este
campo, las autoridades de Bienestar Familiar cuentan con un margen
suficiente de discrecionalidad, pero al mismo tiempo deben obrar con un
nivel especial de diligencia y cuidado, para evitar decisiones desfavorables
que puedan incidir negativa e irreversiblemente sobre el desarrollo
armónico y estable del niño afectado (Corte Constitucional, Sentencia T-
292, 2004).

Siguiendo la postura del anterior fallo, de preservar los vínculos afectivos


entre niños y sus cuidadores, la Corte Constitucional estableció los criterios que
deben ser estudiados en cada caso, para preservar los intereses superiores del
niño o adolescente:

La protección del menor frente a riesgos prohibidos; el equilibrio con los


derechos de los parientes biológicos sobre la base de la prevalencia de los
derechos del menor la necesidad de evitar cambios desfavorables en las
condiciones presentes del niño involucrado; la necesidad de tener en
cuenta las opiniones expresadas por el menor respecto del asunto a decidir
(Corte Constitucional, Sentencia C- 577, 2011).
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El criterio expuesto por la Corte Constitucional, como la necesidad de


escuchar al menor, frente a su posición de permanecer con sus cuidadores o
volver con su familia biológica, de acuerdo con Medina (2020) responde a la
relación del principio de Solidaridad y al principio del pluralismo constitucional.
Dos principios que fundamentan el estado social de derecho y que, a la luz
de la jurisprudencia, son pieza fundamental en el reconocimiento de la
‘familia de crianza’, el principio de Solidaridad y el principio del pluralismo
constitucional. El primero es entendido como un deber en cabeza de todos
los colombianos hacia todos los ciudadanos y el segundo hace referencia a
la diversidad de nuestra sociedad (p.12).

Es precisamente, el principio de Pluralismo Constitucional, el que soporta y


valida, que en Colombia existen diversas formas de familia, compuestas a su vez
por diferentes grupos de personas. De esta forma lo contempla la Corte
Constitucional:

El grupo familiar está compuesto no solo por padres, hijos, hermanos,


abuelos y parientes cercanos, sino que incluye también a personas entre
quienes no existen lazos de consanguinidad, pero puede haber relaciones
de apoyo y afecto incluso más fuertes, de ahí que no haya una única clase
de familia, ni menos una forma exclusiva para constituirla. Se distinguen
entonces diversas clases de familia, por adopción, matrimonio, unión marital
entre compañeros permanentes, de crianza, monoparentales y
ensambladas (Corte Constitucional, Sentencia T-580 A, 2011).

Reconocer que el grupo familiar se compone por distintas personas y


diversas formas de relación, ha llevado a que la Corte Constitucional se vea
obligada a reconocer y proteger estas formas de familia y a sus integrantes, así se
evidencia en sentencia del 2013, en la cual analiza un caso en el que la empresa
Ecopetrol S.A vulnero el derecho a la igualdad y la protección especial a la familia,
al negarle la inscripción de la hija de su compañera permanente, quien también
era su hija de crianza, al respecto la Corte señala que:

a juicio de la Sala de Revisión, la evolución y dinámica de las relaciones


humanas en la actualidad hace imperioso reconocer que existen núcleos y
relaciones familiares en donde las personas no están unidas única y
exclusivamente por vínculos jurídicos o naturales, sino por situaciones de
facto, caracterizadas y conformadas a partir de la convivencia y en virtud de
los lazos de afecto, solidaridad, respeto, protección y asistencia, y en las
cuales pueden identificarse como padres o abuelos de crianza a los
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cuidadores que ejercen la autoridad parental, relaciones familiares de


crianza que también son destinatarias de las medidas de protección a la
familia fijadas en la Constitucional Política y la ley (Corte Constitucional,
Sentencia T-606, 2013).

En la sentencia del 2013, se observa el reconocimiento de derechos patrimoniales


y económicos, que surgen de la relación entre hija y padre de crianza, basándose
en la relación humana, que surgen de la convivencia y solidaridad. Esta
protección de derechos, que se desprende por las relaciones y lazos diferentes a
los vínculos jurídicos o naturales es nuevamente acogida en sentencia del 2016, al
señalar que:

se puede colegir que las familias de crianza son las que no necesariamente
surgen por lazos de consanguinidad o vínculos jurídicos, sino
principalmente por relaciones de facto que involucran sentimientos de
afecto, respeto, solidaridad, comprensión y protección que consolidan el
núcleo familiar. Se sustentan en lazos de dependencia y su
desconocimiento afecta el interés superior de los niños, por lo que la
presunción de la familia biológica cede ante esta tipología de familia en pro
del cumplimiento de los deberes y derechos que se dan en el marco de una
familia. Se generan, normalmente, cuando padres de crianza toman como
suyos hijos que en principio no lo son, ante la ausencia de uno o todos los
integrantes de la familia consanguínea o jurídica. Estas familias generan
derechos y obligaciones, y es responsabilidad del Estado concebir
escenarios de protección que faciliten el cumplimiento de sus deberes a las
familias de crianza, creando así un ambiente sano para el desarrollo
integral del menor (Corte Constitucional, Sentencia C- 525, 2016).

La anterior declaración de la Corte, implica que la protección y reconocimiento de


los hijos de crianza, como una forma de valida y legal de crear de familia, conlleva
a su vez el cumplimiento de las partes, de los deberes, obligaciones y funciones,
que la Constitución y el Estado han impuesto tradicionalmente a todas las formas
de familia. Lo que implica que el reconocimiento de derechos a las familias de
crianza está supeditado al cumplimiento de las obligaciones que derivan de la
constitución de familia.

Siguiendo con la evolución de reconocimiento de derechos, que ha venido


desarrollando la jurisprudencia, en un fallo de casación oficiosa, se reconoce por
primera vez que los hijos de crianza tienen derechos sucesorales. En esta
sentencia la Corte propone que la filiación se conciba como institución cultural,
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social y jurídica, que no depende exclusivamente de los mandatos de la ciencia,


afirma que:

La familia es ante todo una institución cultural, mediada por lazos sociales,
donde lo científico puede ser desplazado. De allí que en tiempos más
próximos el campo de aplicación de la familia de hecho se ensanchara,
para reconocer que podía emanar de lazos parentales o colaterales
producidos por la crianza, esto es, de la acogida de una persona en un
núcleo familiar que, por fuerza de la convivencia, permite la formación de
relaciones de afecto, respeto, solidaridad, comprensión y protección, dando
incluso, origen a una nueva fuente del vínculo filial no derivada del nexo
biológico, pero no extraña al ordenamiento jurídico, como en antaño se
admitió en materia de adopción (Corte Suprema de Justicia SC 1171,2022).

En esta sentencia, se observa ya no solo un interés de garantizar las necesidades


mínimas de los niños, niñas y adolescentes, ni el solo reconocimiento de las
relaciones que surgen de la familia de crianza, sino que, se logra por primera vez,
garantizar los derechos sucesorales que existen entre un hijo y un padre de
crianza, equiparándolos a los derechos sucesorales que existen entre un hijo y
padre biológico o adoptivo.

De acuerdo con la evolución jurisprudencial analizada, se puede concluir


que en Colombia se entiende que la familia se “constituye por la voluntad
responsable de conformarla, mediante un vínculo jurídico solemne (el matrimonio),
o consensual (la unión marital de hecho), mujer o varón cabezas de familia
derivadas de la filiación, familia de crianza (solidaria) vínculos naturales o
jurídicos” (Duran, Gómez y Cala, 2017, p.45).
Lo cual implica que, para entender la naturaleza de las familias de crianza,
se hace necesario estudiar la formación de vínculos afectivos de los miembros de
la misma.

Formación de vínculos afectivos, entre los hijos, padres y su familia extensa


de crianza

Tradicionalmente, cuando los progenitores no han podido atender a sus


hijos/as a causa de fallecimiento, enfermedad, encarcelamiento o de ausencia por
motivos laborales o personales, la crianza de los niños/as ha recaído en sus
familiares extensos, siendo ésta una decisión de ámbito privado en la mayoría de
las culturas ( Marcano,2021) , lo cual, en Colombia, se ha ido conceptualizando
como Familias de Crianza. Esta forma de protección del niño, niña y adolescente
ha llevado a que la Corte Constitucional reconozca en primera medida esta
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práctica, como una forma de constituir familia y ha llevado al reconocimiento de


derechos de los hijos de crianza, derechos pensionales, de Seguridad Social y así
como derechos sucesorales.

No obstante, el concepto de parentesco en Colombia, no ha cobijado a las


familias de crianza, la cual nace por los vínculos y lazos afectivos que van
surgiendo de la convivencia, cuidado, dependencia, solidaridad y crianza. Desde
la psicología, se ha estudiado la creación de vínculos desde el nacimiento a la
edad adulta, creando como uno de sus ejes de estudio la Teoría del Apego
dándole relevancia a las relaciones tempranas y su influencia en la calidad de los
vínculos que se establecen entre el niño y sus cuidadores, y también entre los
adultos (Bowlby, 1995)

Bowlby (1995), ha bautizado su teoría como teoría del apego, la cual


describe y conceptualiza la tendencia de los seres humanos a crear fuertes
lazos afectivos o vínculos entre sí, en especial entre las madres o
cuidadores y sus hijos. Esta tendencia se traduce en las conductas que
establecen los infantes, y posteriormente los adultos, para lograr la
proximidad de las figuras de apego en momentos de temor, ansiedad o
estrés, lo que les confiere a estas conductas un estatus de sobrevivencia y
auto conservación. Estas conductas que permiten establecer relaciones
significativas entre los cuidadores y los niños y entre los adultos, surgen a
partir de representaciones mentales internalizadas, a las cuales Bowlby
(1969, 1980, 1995, 1997, 2003) definió como pautas o estilos de apego,
que en el caso de los adultos reciben el nombre de modelos internos o
mapas representacionales de las relaciones (Pinedo Palacios, J. R., y
Santelices Álvarez, M. P., 2006, p.202).

La teoría del apego (Bowlby, 1995), presenta cinco fundamentos centrales,


desde los cuales el autor sostiene la creación de vínculos afectivos y la forma de
relacionarse del niño y del adulto:
a. “La teoría del apego considera la tendencia a establecer lazos emocionales
íntimos con individuos determinados,”
b. “Como un componente básico de la naturaleza humana, presente en forma
embrionaria en el neonato,”
c. “prosigue a lo largo de la vida adulta, hasta la vejez,”
d. “durante la infancia, los lazos se establecen con los padres (o padres sustitutos), a
los que se recurre en busca de protección, consuelo y apoyo,”
e. “durante la adolescencia sana y la vida adulta, estos lazos persisten, pero son
complementados por nuevos lazos” (p. 142).
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Desde el nacimiento se encuentra presente, la necesidad de vincularse


afectivamente y perdura a lo largo de toda su vida, con el objetivo de satisfacer las
necesidades de niños y adultos de contar con apoyo real y significativo ante
presencia de peligro, ansiedad, miedo y a su vez para poder suplir las
necesidades básicas del ser humano (Bowlby, 2003) lo cual permite inferir que la
creación de lazos afectivos entre hijo y padre de crianza se basa en el instinto de
protección y resulta de forma innata:

Los primeros lazos vinculares se generan en función de las figuras


significativas de apego, en especial en relación a los padres o cuidadores.
El resultado de estos lazos es el tipo de modelo representacional de las
relaciones significativas que el niño ha ido construyendo como resultado de
cada una de las interacciones con sus figuras de apego. Es decir, frente a
cada evento en que el niño necesitó protección, consuelo y apoyo, sus
figuras de apego reaccionaron de cierto modo, lo trataron de cierta manera,
le dijeron ciertas cosas y le hicieron sentir, con mayor o menor seguridad,
que podían contar con ellos (Pinedo Palacios, J. R., y Santelices Álvarez,
M. P., 2006, p.203).

Una vez constituido el lazo vincular entre cuidadores y niño, estos


permanecen, siendo más o menos estable a lo largo del tiempo y operaran a nivel
inconsciente, de tal forma que una pauta de apego de un niño pequeño estará en
directa sintonía con los modelos de sus padres y cuidadores (Bowlby, 1995).
Aquellos lazos vinculares que perduran en el tiempo constituyen a su vez
relaciones afectivas. Lo anterior implicaría que el fundamento de las familias de
crianza recae en la constitución de apego y relación afectiva, siendo la última “una
necesidad humana moldeada durante el proceso de socialización, en el cual se
establecen pautas y normas que van conformando los modos de expresar dicha
relación, la cual está unida a la sensibilidad e influye sobre la acción y sobre el
aprendizaje” (Wallon, 1934, citado por Montero, 2004).

Sin embargo, la sola convivencia no debe ser tomada como característica


de la creación de vínculos afectivos, ya que los lazos vinculares se crean
únicamente cuando implica amplia significación y presencia afectiva para los
involucrados, dado que “El desarrollo evolutivo es un proceso narrativo que la
persona va construyendo desde la realidad física” (Horno, 2009 p. 69) donde
tendrá impacto solo aquellas relaciones que contribuyeron a satisfacer
necesidades, que componen no solo las necesidades básicas y biológicas , sino
también aquellas necesidades sociales del ser humano que componen la
autonomía, la autorrealización, el orgullo, y la seguridad.
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El sistema de apego puede sustentarse o activarse en una relación a largo


tiempo o ser una necesidad de satisfacción inmediata (Morrone, 2001). Lo anterior
implicaría que para constituir una familia de crianza y declarar la relación entre los
miembros de esta, se puede usar un análisis de la formación de lazos vinculares
para determinar si se trata de un hecho simple convivencia, de actos de ayuda o
solidaridad aislados o de una verdadera constitución de familia.

Un aspecto que requiere especial atención respecto al establecimiento de


vínculos afectivos, es justamente lo que establecen Roser y Bueno (2011):

El establecimiento de un mínimo de relaciones positivas y estables con un


adulto sensible a sus necesidades ya bastará para que el menor
experimente fuertes y reales sentimientos de afecto hacia esa persona, de
manera que la echará de menos cuando no esté, la reclamará cuando
necesite ayuda, y la buscará tras su ausencia (p. 335).

Este último presupuesto implicaría que en el análisis de la formación de


lazos vinculares, se debe diferenciar el vínculo afectivo que nace en el niño, niña o
adolescente, y el vínculo que nace en el adulto o cuidador, ya que el solo análisis
de los sentimientos del niño puede llevar a confundir relaciones de ayuda y
cuidado con las relaciones propias de una familia de crianza y realmente el factor
decisivo será la construcción del vínculo del adulto o cuidador, la forma en que
estructura y visualiza la relación con el menor a quien cuida y si se proyectan
como unidad familiar. Lo anterior, crea nuevos cambios en la relación de familia y
modifica el concepto formal del parentesco para que sea el legislador quien regule
las nuevas realidades sustanciales entre hijos, padres y familia extensa de
crianza.

Parentesco en hijos, padres y familia extensa de crianza

Inicialmente, en nuestra Constitución Política de 1991, específicamente en


su artículo 42, el Estado Colombiano califica a la institución de la familia como el
núcleo fundamental de la sociedad, por medio del cual se crean vínculos sean
estos naturales o jurídicos.

De igual forma, algunos autores como: Montoya y Montoya (2013) estudian


a la familia desde el punto de vista jurídico así:

La institución de la familia es calificada por la Carta Política del año 1991


como “el núcleo fundamental de la sociedad”, para significar con ello que es
a partir de la familia de donde surge la sociedad. El texto constitucional no
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defiende la familia como tal, pero, como ya se anotó, se coligen de la norma


fundamental tres grupos a los cuales el Estados les reconoce el estatus de
familia: (a) La familia como pareja heterosexual: Cónyuges compañeros
permanentes, (b) Los sujetos vinculados en relación de filiación, parientes
especialmente regulados: línea materna o línea paterna y (c) Los sujetos
vinculados en razón del parentesco, salvo los vinculados por filiación que
tienen tratamiento especial: Parentesco de consanguinidad, afinidad o civil
(P.35-36).

Por otra parte, como lo menciona Valencia (1983), “La familia da origen al
parentesco, pues este lo forma las vinculaciones o lazos existentes entre los
miembros de ella” (p.22).

Es necesario indicar, que el parentesco se define como la relación jurídica y


natural que coexiste de la unión de dos o más personas que forma una misma
familia.

De acuerdo con Quiroz (2014),

Podemos definir el parentesco como la cualidad recíprocamente atribuida a


dos o más personas ligadas entre sí por la existencia de un ascendente o
descendente común o por el matrimonio o la unión marital de hecho de
alguno de los miembros de una familia con el de otra; se clasifica en
consanguíneos, adoptivo y de afinidad; de donde podemos inferir que solo
existen estos tres tipos de parentesco (P.3).

No hay que olvidar que, en Colombia, legalmente existen tres fuentes de


parentesco, constituidos por el Estado y la familia, los cuales son: el matrimonio
que es la fuente de parentesco por afinidad; la filiación, fuente de parentesco por
consanguinidad y finalmente; la adopción, que es fuente del parentesco civil.lo
anterior, se encuentran regulado en el Código Civil Colombiano -ley 84 de 1873 e
igualmente, los desarrolla la doctrina como se verá a continuación:

Autores como Granados (2017) sostienen que,

la familia se puede constituir por filiación y se materializa a través del


parentesco, que puede ser tres tipos: consanguinidad, afinidad y civil
(Abello, 2007; Belluscio, 1967). De estos tres solamente el parentesco por
consanguinidad es natural y se da entre los parientes que pertenecen a un
mismo tronco común y están unidos por lazos de sangre. En este sentido
se pronuncia el artículo 35 del Código Civil Colombiano: “(p)arentesco de
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consanguinidad es la relación o conexión que existe entre las personas que


descienden de un mismo tronco o raíz, o que están unidad por el vínculo de
sangre (P.30).

Así mismo, Granados (2017) manifiesta que,

El parentesco por afinidad es aquel que tiene el cónyuge o compañero con


la familia, de su cónyuge o compañero; el artículo 47 del Código civil, dice que el
parentesco por afinidad es el que existe entre una persona que esta o ha estado
casada y los consanguíneos legítimos de su marido o mujer (P.31).

Y finalmente, Granados (2017) consigna en su obra

El parentesco civil se da por adopción, la cual es un acto jurídico voluntario


que debe atender a los requisitos establecidos por ley (Cardozo, 2011). La ley
1098 de 2006 incluye una definición de adopción que muestra que se trata de un
vínculo jurídico por excelencia (P.31).

No obstante, los cambios sociales modernos nos ha obligado a reconocer


nuevas relaciones familiares basadas en vínculos ya no jurídicos o naturales sino
por aquellos que nacen de lazos de afecto, solidaridad, protección, auxilio y
respeto; relación de facto que nace de la familia de crianza y que por su trato
preferencial en comparación con las otras fuentes de parentesco, dichas
relaciones han tenido reconocimiento de sus derechos por medio de la
jurisprudencia de las Altas Cortes, con el fin de evitar rupturas familiares y buscar
la protección estos sobre los vínculos biológicos.

Con el nacimiento de la familia de crianza extensa, se involucra la


alteración no solo en la unidad del estado civil del nuevo integrante de la familia,
sino del conjunto familiar y a su vez, se modifica la filiación en las relaciones de
parentesco con hijos, la Corte constitucional estableció:

La filiación es el derecho que tiene todo individuo al reconocimiento de su


personalidad jurídica y conlleva atributos inherentes a su condición humana
como el estado civil, la relación de patria potestad, orden sucesoral,
obligaciones alimentarias, nacionalidad, entre otros. Además, a través de la
protección del derecho a la filiación se concreta el contenido de ciertas
garantías superiores como tener una familia, el libre desarrollo de la
personalidad y la dignidad humana (Corte Constitucional, sentencia C-
258/15).
15

Zannoni, Eduardo A (2012) establece sobre la filiación que:

El termino filiación del latín filius, hijo sintetiza el conjunto de relaciones


jurídicas que, determinadas por la paternidad y la maternidad, vinculan a los
padres con los hijos dentro de la familia.
Desde una perspectiva amplia, el derecho de la filiación comprende todas
aquellas relaciones jurídicas familiares que tienen como sujetos a los
padres respectos de los hijos y, recíprocamente que atañe a su objeto, es
decir, la relación de los fines e intereses familiares que el derecho protege
en razón a la paternidad y la maternidad (P. 61).

Anudado a lo anterior, la Corte Suprema de Justicia Sala de Casación Civil se


pronuncia así:

el estado civil de una persona es su situación jurídica en la familia y la


sociedad, determina su capacidad para ejercer ciertos derechos y contraer
ciertas obligaciones, es indivisible, indisponible e imprescriptible, y su
asignación corresponde a la ley» (art. 1° Decreto 1260 de 1970), de ahí que
si bien, por vía jurisprudencial se ha desarrollado las familias de crianzas,
esto deviene de la posesión notoria del estado de hijo y padre, el cual debe
ser debidamente acreditado por las partes a través de un juicio declarativo
(Corte Suprema de Justicia Sala de Casación Civil, STC5594, 2020,
rad.2020-00184-01).

Y aunque, las relaciones de facto son el elemento principal para que exista
un estado civil aparente en la familia de crianza; el fundamento legal lo
encontramos en el artículo 67 del Código de la Infancia y la Adolescencia, excluye
que tales relaciones alteren y/o modifiquen el parentesco del nuevo integrante de
la familia. El artículo dispone lo siguiente:

El Estado reconocerá el cumplimiento del deber de solidaridad que ejerce la


familia diferente a la de origen, que asume la protección de manera
permanente de un niño, niña o adolescente y le ofrece condiciones
adecuadas para el desarrollo armónico e integral de sus derechos. En tal
caso no se modifica el parentesco (Ley 1098, 2016).

De modo que, este presupuesto legal desconoce la realidad social de la


familia de crianza extensa y exige al juez constitucional encontrar un camino para
la protección de sus Derechos a través de las fuentes subsidiarias, que en parte
desconocen significativamente otras situaciones jurídicas las cuales explicaremos
a continuación:
16

Primera situación, Inhabilidades e incompatibilidades para ejercer cargos


públicos. Estas prohibiciones se encuentran taxativamente en las leyes o en la
constitución, pero en lo referente al parentesco por consanguinidad, afinidad y
civil; pero en nada dice sobre las nuevas relaciones familiares que nacen de los
vínculos afectivos como lo es en la familia de crianza extensa.
Segunda situación, Derechos sucesorales: Se da una protección
excepcional a los hijos de crianza en el entendido que estos a primera vista
pueden heredar doblemente, por un lado, a su padre o madre biológicos y por el
otro a sus padres de crianza.
Tercera situación: Derechos sucesorales familia de crianza extensa, la
sentencia C-085 de 2019 indica que el hijo de crianza puede heredar a su padre
de crianza, pero no establece si el reconocimiento de estos derechos sucesorales
se limita a los padres de crianza o puede extenderse a la familia de sus padres de
crianza, lo cual genera inseguridad jurídica.

Las anteriores situaciones dan cuenta de la necesidad de crear una cuarta


fuente de parentesco que nace de los vínculos familiares de afecto, respeto,
solidaridad, comprensión y protección que se denominaría fuente de parentesco
de vínculos afectivos.

Es necesario indicar que, la fuente de parentesco de vínculos afectivos, es


una realidad social y una necesidad legal que no se puede desconocer, por lo
tanto no es una situación que permita tratarla y regularla al igual que la fuente de
parentesco por consanguinidad y civil.

La primera, es decir, la fuente de parentesco por consanguinidad, los


integrantes de la familia descienden de un mismo tronco o raíz y/o están unidos
por lazos de sangre. En consecuencia, existen líneas y grados de consanguinidad,
las líneas se dan en ascendientes, descendientes, colaterales, paternas o
maternas, y los grados se determinan por el número de generaciones existe entre
la raíz común y los demás miembros de la familia (Artículo 35, Código Civil). Lo
anterior, da cuenta que entre parientes las obligaciones y derechos se extienden
automáticamente a toda la familia por derivarse del nexo biológico, sin entrar a
valorar los vínculos de afectos que se tengan unos con otros.

En la segunda fuente de parentesco, es decir, la civil: Este parentesco no


pasa de generaciones a generaciones de forma automática, como si lo hace el
parentesco por consanguinidad; solamente da obligaciones y derechos entre
adoptantes y adoptados y descendientes de este. Dicho vínculo familiar no se
puede asimilar al parentesco de vínculos de afecto porque su creación no se dé
17

por lazos naturales. Toda vez que, no se valora el estado civil aparente del nuevo
integrante de la familia o la relación de afecto, sino que se crean los vínculos por
efectos legales.

Por último, el Parentesco en hijos, padres y familia extensa de crianza,


tendría sus alcances en línea directa y de acuerdo con la naturaleza y calidad de
los lazos de afectos con la familia extensa de crianza, se extendería o no a la línea
colateral. Siendo necesario un análisis para cada caso en particular, valorando los
siguientes criterios psicosociales: a) establecimiento de relaciones significativas
entre los cuidadores y los niños, b) que los lazos que se crea perdure en el tiempo,
c) satisfacción de necesidades biológicas y sociales, d) Intencionalidad e identidad
reciproca de conformarse como familia.

De acuerdo a lo anterior, no se podría indilgar obligaciones al padre de del


padre de crianza, es decir “abuelo de crianza” si con esta persona el nuevo
integrante de la familia no tuvo ningún acercamiento o si los tuvo no perdure en el
tiempo. Otro ejemplo: No se puede exigir al hijo del padre de crianza “Hermano de
Crianza” que a suma responsabilidades familiares para con el nuevo integrante de
la familia, si esté vive en el exterior y no hizo parte de la crianza de este, ni tuvo la
oportunidad de crear vínculos afectivos que perduraran en el tiempo.

Conclusiones

Abordar la evolución jurisprudencial de la familia de crianza en Colombia,


permite evidenciar, que, desde la constitución de 1991, hay un verdadero interés
por proteger a la familia, y los derechos y deberes que de ella desprenden. Ese
interés ha llevado a que la Corte Constitucional actué como garantista de las
diversas formas de familia que han surgido y así mismo de sus miembros.
Esta protección a la familia, ha llevado a que, en el Estado Colombiano, se
reconozca las relaciones humanas que nacen por la convivencia y lazos de
solidaridad o afecto, siempre y cuando estén llamadas a cumplir las funciones
propias de la institución familiar, las cuales son suplir necesidades de afecto,
atención, cuidado, protección, apoyo social y económico entre sus miembros.

A su vez, en la constitución de 1991, también se reconoce el interés


superior del niño, lo cual ha llevado a que las Altas Cortes, indiquen que dicha
protección al menor no es ejercida únicamente por la familia biológica, sino que
puede ejercerla la familia de crianza, e incluso en algunos casos le ha otorgado el
carácter de prevalente sobre la familia biológica, cuando se evidencia la existencia
de lazos afectivos y significativos. No obstante, la Corte Constitucional no ha
indicado cual debe ser la naturaleza de dichos lazos.
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Respecto a la creación de lazos afectivos entre el hijo y sus padres o familia


de crianza, se concluye que de acuerdo con la teoría del apego de (Bowlby, 1995)
estos se crean de forma innata, basándose en el instinto propio de protección de
la especie humana. No obstante, se hace necesario distinguir la mera convivencia
y solidaridad, de la constitución de lazos vinculares, ya que este último parámetro
es el verdadero fundamento de las familias de crianza.

La necesidad de analizar la formación de los lazos vinculares en las familias


de crianza, recae en lograr determinar cuál es la intencionalidad con la que una
persona o familia acoge a otra persona bajo su protección, si se trata de actos de
conducta prosocial o de la voluntad de ejercer como padre o madre de crianza,
además de estudiar si la intencionalidad puede cambiar a lo largo de la
convivencia.

Aunque la intencionalidad y voluntad de conformarse como familia, parece


bastar para determinar que las existencias de dichos vínculos afectivos
pertenecen a los de una verdadera familia, es menester destacar el papel de la
reciprocidad, ya que no puede declararse familia de crianza cuando un niño
desarrollo sentimientos de afecto y apego a quien tiene la intencionalidad de
actuar como un simple cuidador, motivado por actos morales, deseos de ayuda o
solidaridad.

Del análisis de la formación de vínculos afectivos entre los miembros de


una familia de crianza, se puede indicar que para declarar que se configura esta
forma de familia, se debe evidenciar como mínimo la presencia de un
establecimiento de relaciones significativas, que se caractericen por perdurar en el
tiempo, y tener una intencionalidad reciproca de las partes de conformarse como
una verdadera familia, en la cual se satisfagan no solo las necesidades biológicas,
sino también necesidades sociales.

Abordada la formación de los vínculos afectivos entre los hijos de crianza y


su familia extensa, se hace evidente la obligación del legislador de crear y regular
una nueva fuente de parentesco. Lo anterior, dado que, en nuestra legislación
colombiana, específicamente en la ley 84 de 1873, se encuentran reguladas
únicamente tres fuentes de parentesco como lo son: por afinidad, consanguinidad
y civil. En la actualidad no existe una legislación que regule las relaciones
jurídicas que emanan de la familia de crianza y su familia extensa, sino que se le
da un tratamiento por medio de fuentes subsidiarias, que reconocen una
protección excepcional, desconociendo la realidad sustancial y omitiendo la fuente
de su nacimiento.
19

En el presente artículo se propone, que la nueva fuente de parentesco, que


responda a la necesidad de regular las relaciones de los miembros de una familia
de crianza, sea parentesco por vínculos afectivos, lo cual implica que el
parentesco en hijos, padres y familia extensa de crianza, tendría sus alcances en
línea directa frente a padre o madre de crianza y de acuerdo con la naturaleza y
calidad de los lazos de afectos con la familia extensa de crianza, se extendería o
no a la línea colateral.

Al indicar que la fuente de parentesco son los vínculos afectivos, se


evidencia la obligación de estudiar la formación, calidad y tiempo de dichos
vínculos entre las partes, lo anterior con el objetivo de evitar que familia extensa
de los padres de crianza, quienes no han formado lazos afectivos y en su actuar
no han manifestado su intencionalidad de formar una familia con aquel sobrino,
hermano o primo de crianza, reciban de manera automática un parentesco que no
buscaron y que en muchos casos no aceptan.

Lo anterior indica que, si Pedro es reconocido como hijo de Crianza de


María y Juan, la fuente que los acoge es parentesco por Vínculos Afectivos,
teniendo total alcance en línea directa frente a sus padres de crianza, pero
requiriendo un análisis individual de cómo es la relación y creación de vínculos
afectivos con el resto de integrantes de la familia extensa de crianza, es decir, la
hermana de María o incluso un hijo adoptivo o biológico de María y Pedro, no
serian catalogados de manera automática como la tía de Pedro y el hermano de
Pedro, sin antes realizar un estudio de si entre estas personas y Pedro se
formaron vínculos afectivos, cuanto perduraron en el tiempo, cual es la intención
de la relación establecida, si las partes se perciben y constituyen como familia de
manera reciproca, además del cumplimiento y satisfacción de necesidades
biológicas y sociales.

El análisis de la formación de vínculos afectivos en cada caso concreto,


evita otorgar calidades a quienes no le corresponde y no desean asumirla, a la vez
que protege y regula la creación de familias de crianza, ya que les otorga una
fuente de parentesco propia, que responde a su realidad y naturaleza, sin
pretender que se regule por fuentes ajenas, como seria el caso de pretender extra
poner las reglas propias del parentesco por adopción a la familia de crianza.
20

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