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Tulio Hernández
Coordinador
E
Emilio Graterón
Alcalde del Municipio Chacao
LOGO
CULTURA
CHACAO
Fundación Chacao
para la Cultura y el Turismo
Gerente de Programación
José Antonio Blasco
Gerente de Comunicaciones
David Pacheco Di Geronimo
Introducción
Estrategias culturales y gobierno de las ciudades
Tulio Hernández 9
Emilio Graterón
Alcalde de Chacao
Introducción
Para ofrecer un espacio de reflexión sobre las relaciones entre cultura, espacio
público, ciudad y cultura urbana; reunir una visión panorámica de diversas
perspectivas sobre el papel de la cultura en los procesos de renovación urbana
y recuperación y rediseño de ciudad; evaluar experiencias concretas de inter-
venciones culturales en el desarrollo de planes estratégicos y, en general, en
procesos de transformación urbana en ciudades de España y América Latina;
fue convocado en noviembre de 2008 el Seminario “Intervenciones culturales
en la renovación de las ciudades”.
Gracias al auspicio de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI)
y la Alcaldía de Chacao, esta iniciativa de Cultura Chacao pudo ser realizada y
un destacado número de investigadores, gestores culturales, expertos en cultu-
ra y ciudad, alcaldes y otras autoridades de gobiernos de ciudad se reunió en
Caracas durante dos días, a sala llena, en el auditorio de la Corporación Andina
de Fomento, para debatir aciertos y desaciertos, experiencias concretas, éxitos
y fracasos en la tarea de utilizar la acción cultural como pivote, soporte y estra-
tegia en los programas de renovación de ciudades.
De los trabajos presentados en esa ocasión hemos retomado nueve ponen-
cias, ahora reunidas en forma de libro, que ofrecen en su conjunto una mirada
si no exhaustiva por lo menos plural del tema. Tratando de ser fieles al Semi-
nario hemos decidido mantener en lo posible el orden en que se realizaron las
intervenciones de acuerdo al esquema temático original.
Al primer módulo del Seminario, “Renovación urbana, ciudades creativas
y gestión cultural”, corresponden La ciudad desde la cultura, la cultura desde la
ciudad de Tulio Hernández y Alberto Quevedo, y Patrimonio, políticas culturales
y ciudades creativas de Mónica Lacarrieu.
El primer texto —La ciudad desde la cultura, la cultura desde la ciudad— no
es en realidad la ponencia leída en aquel evento sino un desarrollo posterior
de lo presentado que amplié, en compañía del sociólogo argentino Alberto
Quevedo, como uno de los documentos centrales que sirvieron de base para la
realización del VII Campus de Cooperación Cultural Euroamericana, realizado
en Las Palmas, Canarias, en diciembre de 2010. Decidí incorporarlo porque
funciona adecuadamente como marco introductorio del resto del contenido
del libro al hacer énfasis en el tema de cómo comprender la ciudad desde una
10 Estrategias culturales en la renovación de las ciudades
Tulio Hernández
Coordinador académico del Seminario
Caracas, julio de 2012
La ciudad desde la cultura, la cultura desde la ciudad
Tulio Hernández y Luis Alberto Quevedo
Cuando se hace un análisis comparativo de los procesos vividos por las ciuda-
des que han experimentado proyectos de cambio exitosos, es posible identifi-
car puntos de coincidencia que los han hecho posible.
El primero de ellos, en la que todas coinciden por igual, hay que ubicarlo
en la capacidad de su dirigencia política, sus élites económicas o sus grupos
intelectuales de haber identificado y reconocido colectivamente la enfer-
medad: las dimensiones de la crisis que padecían, los síntomas e índices de
deterioro y, en consecuencia, el inicio de movimiento de opinión y voluntades
coincidentes en la necesidad de encontrar alternativas.
Pero esa decisión solo ha cobrado fuerza, y esa es la segunda coincidencia
y el marco de todos estos procesos, en ciudades cuyas legislaciones nacionales
y locales les permiten, ya por largas tradiciones nacionales, ya por conquistas
de procesos recientes de democratización, desconcentración y descentraliza-
ción, elevados niveles de autonomía frente a los gobiernos centrales y las ins-
tituciones de rango nacional para concebir, desarrollar, financiar y administrar
sus propios proyectos.
Una tercera circunstancia convirtió la creciente de autonomía en una fuer-
za de despegue, la convicción de que las ciudades, como los países, las empre-
sas o las personas, necesitaban dotarse de visiones de largo plazo si querían
resolver de manera exitosa y sustentable sus déficits y que esas visiones, para
que fueran operativas, era necesario plasmarlas en planes, programas e itinera-
rios capaces de reconducir con claridad sus energías económicas, urbanísticas
y políticas. Todas las ciudades que se exhiben hoy como “ciudades fénix” —
ciudades que se han recuperado de largas situaciones de deterioro o de pérdida
de su florecimiento anterior— lo han hecho en buena medida recurriendo a
planes de ciudad, planes estratégicos o proyectos urbanos, entre otras moda-
lidades de planificación, en los que se definen, en algunos casos con precisión
detallada, su carta de navegación a cinco, diez o más años.
Tres condiciones más son compartidas: el hecho de que estas ciudades
encontraron liderazgos visionarios e ilustrados, con alta voluntad política
y forjaron contextos en los cuales garantizar la continuidad administrativa
de los proyectos independientemente de las diferencias ideológicas entre los
gobiernos que los sucederán. En la mayoría de estas experiencias la ciudad o
la región tiene la suerte de disponer de un alcalde —pensemos en Pasqual Ma-
ragall, Sergio Fajardo, Jaime Lerner o Leopoldo López— que es él mismo un
Estrategias culturales en la renovación de las ciudades 17
1 Algunas referencias han sido tomadas de: Félix Manito. Cultura y territorio en España: Del
Museo Guggenheim de Bilbao a las Fábricas para la Creación en Barcelona. Ponencia presentada
en el Seminario “Intervenciones culturales y renovación de las ciudades”, OEI-Cultura Cha-
cao, Caracas, noviembre, 2008.
Estrategias culturales en la renovación de las ciudades 21
3 Mockus, Antanas (2002). Cultura ciudadana contra la violencia. en Santa Fe de Bogotá. 1995-
97. Estudio Técnico Banco Interamericano de Desarrollo (http://www.iadb.org/sds/doc/cul-
turaciudadana.pdf).
4 En un sentido muy general, se entiende por cultura ciudadana el conjunto de hábitos, cos-
tumbres, disposiciones, acciones y reglas mínimas de convivencia compartidas por un col-
ectivo urbano que generan sentido de pertenencia, facilitan la convivencia en la ciudad,
conducen al respeto del patrimonio común y al reconocimiento de los derechos y deberes
ciudadanos.
Estrategias culturales en la renovación de las ciudades 23
Otro tipo de estrategias que tienen tanto impacto como polémicas generan
son las intervenciones de remodelación urbana, ya se trate de recuperación de
centros históricos, creación de distritos culturales o de zonas concebidas como
24 Estrategias culturales en la renovación de las ciudades
Bibliografía
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Patrimonio, políticas culturales y ciudades creativas
Mónica Lacarrieu
el desarrollo, y de los efectos que este modelo tiene sobre la “cultura urbana”,
con implicancias sobre el papel que hoy tiene el campo de la cultura sobre las
políticas urbanas, es que pondremos en debate las relaciones y tensiones que se
establecen entre cultura/patrimonio y espacios públicos urbanos.
Hace ya unos cuantos años cuando visité La Habana y recorrí las calles de su
centro histórico, encontré cierto aire de familiaridad con otras centralidades
históricas de América Latina e incluso con barrios que, sin ecuacionar centro
y poder, vienen transitando por el mismo camino de la intervención cultural.
Desde este “parecido de familia” (retomando la expresión de Witgenstein que
el autor utiliza para referirse a los juegos de lenguaje como “una complicada
red de parecidos que se superponen y entrecruzan. Parecidos a gran escala y en
detalle” (1988:87)); la pregunta que emerge casi como una obviedad es, cómo
La Habana, enmarcada en un contexto socio-político contundentemente dife-
rente del que prevalece en otros países y ciudades, fue intervenida de la mano
de la cultura y el patrimonio y cómo desde este modelo es que las implicancias
han sido relativamente similares a las de otras ciudades: los desplazamientos de
población local y localizada —solo en retorno para ofrecer algún servicio—, el
vaciamiento de espacios públicos antes bulliciosos, la estetización y la visita del
transeúnte-turista. Probablemente, Cuba necesitó del centro histórico embelle-
cido de La Habana para hacer frente al bloqueo económico, no obstante y si así
fuera, le ha hecho frente con las mismas armas con que se lo bloquea, porque
en cierta forma estas intervenciones se entienden en el marco de la cultura y el
desarrollo, encuadrado en el discurso global de organismos que responden a
ciertos modelos de la “occidentalización del mundo”.
Más recientemente aún, visité por primera vez la ciudad de Bogotá, sobre
la que hasta hace poco conocía solo desde los relatos de algunos de sus habi-
tantes, en los cuales el centro histórico aparecía como un lugar en las sombras
de la ciudad, acechando peligrosamente a sus visitantes. Sin embargo, tal fue
la sorpresa cuando La Candelaria —el centro histórico— apareció ante mis
ojos: un barrio en renovación, intentando revivir un pasado que hasta hace
poco era ajeno a sus residentes, pero sobre todo, a los habitantes de la ciudad.
Y pensé en la ciudad de Quito y su monumentalidad colonial que, obviamen-
te, se construye a distancia de la monumentalidad “popular” de La Candela-
ria, pero sobre todo pensé que las propuestas de regeneración urbana en los
36 Estrategias culturales en la renovación de las ciudades
2 Sobre esta cuestión hemos trabajado en otros textos retomando la famosa frase del escritor
Milan Kundera: “La insoportable levedad del ser”.
38 Estrategias culturales en la renovación de las ciudades
Hace ya unos cuantos años, pero como no podía ser de otro modo, en la
década de 1990, cuando estos procesos empezaron a tener presencia, en la
ciudad de San Pablo la Asociación Viva O Centro en alianza con el gobierno
local, comenzó a promover la recualificación del centro histórico. Fue en torno
de dicho contexto en que desde el poder público se planteaba: “necesitamos
sacar nuestra carta de identidad, elegir algún símbolo que al mismo tiempo
catalice nuestro espíritu de paulistanidad, el que no se traduce por la raza,
color u origen, sino que es antes un estado de espíritu”, espíritu reflejado en
el “ser paulista” como una forma de vivir, soñar, trabajar, luchar y morir por
San Pablo. En esa propuesta subyacía un interés casi patriótico fundado en
base al consenso en torno de una identidad esencial “leve” y al mismo tiem-
po lo suficientemente fuerte como para recrear la “comunidad imaginada” en
tanto entidad abstracta y abstraída de la vida social. Pero sobre todo de la vida
social y sus conflictos.
Aunque recreada desde la imagen visual, el reciente concurso ligado a la
marca que simbolizara la identidad de Buenos Aires en relación al Bicentenario,
no apela a otra cosa que a una esencia que nos identifique, al mismo tiempo
en que invisibiliza sujetos, grupos, tensiones y diferentes formas de imaginar
e identificarse con esta ciudad: la elección del río (fuertemente ausente de los
imaginarios sociales actuales) y la relación con la “activación” de Puerto Made-
ro como detonante urbano denota la ausencia de un debate público, no solo
acerca de identidades, sino sobre todo respecto de proyectos sociales diversos
imaginados e imaginables para esta ciudad (la población local solo participó
mediante el voto hacia un proyecto producto de la expertise de los arquitectos,
en el contexto de un shopping). El objetivo de posicionar a la ciudad como
“Capital Cultural de América Latina” coincide y se complementa con la pro-
puesta de declararla “Paisaje Cultural de la Humanidad”, procurando otorgar
“valor universal excepcional” a una extensa zona que por sobre todas las cosas
incluye el río, territorialidad física desde la que se intenta fortalecer el carácter
“porteño” de la ciudad.
Retomando lo dicho hasta aquí, podríamos plantearnos tres premisas bá-
sicas en la promoción de la recualificación, las que necesariamente deben re-
saltarse: 1) la banalización con que se construye la cultura como recurso, por
efecto de su supuesta ampliación que sobreviene de pensarla como un recurso
que puede flexibilizarse y desparramarse más allá de distinciones sociales y
culturales —desde este punto de vista, no solo habría ampliación sino también
inclusión—; 2) la estrecha vinculación entre esa idea de cultura y la visión de
la regeneración y renacimiento como parte de un estado de situación único que
omite procesos y contextos de localización específicos —es muy probable que el
modelo catalán solo sea aplicable con relativo éxito en el contexto de una ciudad
como Barcelona. Cada ciudad es el resultado de procesos de conformación históri-
Estrategias culturales en la renovación de las ciudades 41
cos localizados a partir de los cuales son entendibles valores, prácticas y compor-
tamientos—; 3) la puesta en juego de modelos en los que impera y circula la lógica
de la rentabilidad económica camuflada mediante el protagonismo dado a lógica
de la rentabilidad cultural, en el presupuesto de que todo espacio condensa valor
agregado y capital simbólico —solo hay que saber extraerlo—, por ende que cada
y todo lugar de la ciudad puede usufructuar de esa rentabilidad —oscureciendo
un registro segmentado de lugares más rentables y lugares menos rentables, o sea
más o menos atractivos, más o menos distintivos—.
Desde las premisas planteadas, resulta de interés profundizar en esta cues-
tión de la cultura como recurso de la recualificación, pues es en ese punto que
se entroniza una serie de paradojas:
1) La visión de la cultura como recurso se forja en una idea esencial y utilitaria
de la cultura que en primera instancia relega la importancia de pensar la cultura
como “lo cultural” o sea como diferencia situada por efecto de procesos especí-
ficos de localización y desigualmente constituida en relación a los mismos. Por
ende, la cultura en estos términos desdiferencia (reproduce modelos aparente-
mente generalizables y necesarios por igual, negando su dimensión hegemónica);
2) En la visión de la cultura como antídoto de las patologías urbanas, opera
la fuerte mirada acerca de que “todo espacio y todo sujeto y/o grupo social tiene/
posee cultura” (García Canclini, 2005). El aparente desplazamiento del sentido
de “trascendencia” que supo tener la cultura, que hemos puesto en duda más
arriba, y que se vio plasmado en determinados “nichos urbanos” de la ciudad
moderna —zonas históricas resaltadas, áreas asociadas a las bellas artes— con-
duce hacia la concepción antropológica y subjetiva de la cultura, que en tér-
minos de UNESCO y otros organismos, se traduce en la palabra creatividad.
Creatividad y expansión de la cultura más allá de las artes cultas y el patrimonio
histórico, supone desarticulación de la cultura y la especialización y consagra-
ción instituida por efecto de políticas culturales selectivas, asimismo, supone
igualación de producción, circulación y consumo del entramado de símbolos
que interceptan la vida social. Se espera que la capacidad de imaginar e innovar
surja del reconocimiento de la creatividad que todos podemos desarrollar, más
allá de capacidades intelectuales y/o culturales especiales (todos somos poten-
cialmente creativos y toda ciudad contiene recursos asociados a la creatividad)
—la idea de creatividad se introduce como solucionador de problemas de todo
orden, por ello se dice que la cultura se transculturaliza, o sea excede el campo
autónomo de lo cultural y toma cuenta de otros órdenes de la vida social y eco-
nómica; al mismo tiempo iguala y posibilita la autogestión de los problemas por
vía de recursos inherentes a cualquier sujeto y grupo social—;
3) No obstante, en el camino hacia su utilización en procesos de recuali-
ficación urbana, la cultura comporta cierta ambigüedad: por un lado, se des-
parrama como atributo y atribución extendida en la estructuración de la vida
42 Estrategias culturales en la renovación de las ciudades
Los procesos sobre los cuales estamos colocando nuestra atención, entraron a
escena en las ciudades denominadas del Primer Mundo —como Nueva York
44 Estrategias culturales en la renovación de las ciudades
tra sentido desde esa lógica de uso—. Los procesos de gentrificación, que los
autores brasileros tradujeron como de “ennobrecimento urbano”, pero que con
posterioridad también fueron llamados de recualificación cultural urbana —
sobre todo en nuestro medio se recurrió a esta denominación en sintonía con
el modelo de Barcelona, el que fue impostado con características similares en
varios lugares de Buenos Aires, aunque especialmente en Puerto Madero, el
detonante urbano en tanto espacio público remozado que más se ha mencio-
nado como emblema de la ciudad en los últimos años y que se ha intentado
reproducir en lugares con “aire de familia”—, responden a una estrategia de
impostación de un estilo de vida antes que a una revitalización o rehabilitación
—conceptos diferenciados en cuanto a su sentido— del espacio deteriorado e
intervenido, desde las cuales se focalizaría la atención en el mejoramiento de
las condiciones de vida de los sectores empobrecidos.
Cuando el presidente de Viva O Centro en San Pablo se planteó el siguiente
interrogante: “¿Estrategia de recualificación o Política habitacional?” resolvió el
dilema diciendo: “Un programa exitoso de uso residencial del Centro será impor-
tante por su significado simbólico, no así como programa de atención a las agotado-
ras demandas por vivienda en la ciudad. …en la perspectiva de la recualificación
del área, se incentiva la función residencial…”3. Evidentemente este actor prove-
niente del ámbito del mercado resalta la visión de estos procesos asociados al
estilo de vida, constituido en base a la impostación de cultura, particularmente
de patrimonio histórico cuando se trata de recentralizar centros históricos, sin
embargo, en contextos de empobrecimiento y falta de políticas de vivienda de
interés social.
Alineado con esta postura, Proenca Leite (2009) señala la relevancia de
algunos aspectos característicos de estos procesos: 1) la necesaria incidencia de
la espectacularización de la cultura; 2) la revalorización del patrimonio histó-
rico; 3) ambos usados por prácticas asociadas al consumo cultural. A dichos
rasgos, el autor agrega que el ennoblecimiento de determinadas zonas lleva a
la “formación de socioespacialidades y a la construcción de un espacio público
fragmentado…”. En base a esta visión quisiéramos resaltar, por un lado, la
impostación/imposición de lo cultural, en la mayoría de las veces bajo la exal-
tación de un patrimonio histórico en su “versión autorizada del pasado”, que
parece bajar y asentarse sobre un sitio más allá de procesos y sujetos históricos
locales. Por el otro, la fuerza que adquiere esa “bajada-intervención cultural/
patrimonial” que acaba reafirmando la perspectiva de estos fenómenos en base
a “usos” y “consumo” y negando no solo la misma idea de procesos, sino in-
cluso de apropiaciones y producción. Condensación de recursos que llevarían
bajo esta lógica a la construcción de un mapa urbano pleno de fragmentos
3 “¿Estratégia de requalificacao ou política habitacional?” ������������������������������
Por Marco Antonio Ramos de Al-
meida, en: Urbs, Año VI, N° 26, mayo/junio 2002, San Pablo.
46 Estrategias culturales en la renovación de las ciudades
aquellos que no participan de los modos dominantes del consumo visual. Mas,
¿quién hoy posee una mirada tan desocializada? Los sin techo, que no tienen
lugar en el mercado; aquellos que permanecen en el lugar a despecho de las
fuerzas del mercado (por razones sentimentales o de historia, barreras de clase
o raza)….”. Sin embargo, aún así, la autora desecha la posibilidad de pensar
en “identidades de resistencia” partiendo de que dichos “espacios totalmente
programados” (O´Connor y Wynne, Op.cit) por el capital, son el resultado de
“identidades de consumo” que acabarían con aquellos sectores desplazados de
la apropiación cultural.
La cuestión de la imposición y control homogeneizante que la cultura/patri-
monio contribuirían a crear en cada uno de estos lugares especiales, asunto que
obligaría a pensar en la reproducción de sitios copiados a imagen y semejanza
unos de otros, ha llevado genéricamente a pensar como Zukin, que estos pro-
cesos no generan resistencias, por ende no darían lugar a posibles transforma-
ciones y puesta en juego de conflictos en discusión con la imagen legitimada. O
bien, en la perspectiva de Proenca Leite, aún en la idea del consumo, los usos
asociados a los “paisajes de poder” (Zukin citado por el autor), podrían contra-
rrestarse con la generación de “contra-usos” (Leite 2007, citado en Leite, 2009).
Más allá de la visión “paisajista” o territorial desde la cual se construye esta
visión, la misma relega dos cuestiones a nuestro entender de importancia: por
un lado, los procesos de producción y circulación de bienes y recursos mate-
riales y simbólicos que involucrarían a todos los sujetos y grupos implicados
en algún punto con la recualificación, asunto que al recargar las tintas sobre
el consumo, deja a los sujetos en actitud de pasividad, pero particularmente a
ciertos sectores sociales en relación a la “no producción”, en este caso, cultural;
por el otro, la inclusión de los “contra-usos” o “contra-paisajes” lleva a otros
tres aspectos cruciales: 1) la discusión con el “paisaje recualificado” se daría
solo en términos de dicotomía espacial, o sea en confrontación de opuestos,
reforzando la idea de fragmentación del espacio y calificando entonces entre
espacios legítimos y espacios deslegitimados, aunque usados por contraposi-
ción con aquellos; 2) la visión asociada a los usos, desestima la idea de apro-
piaciones del espacio público urbano, perspectiva que no solo avanza sobre
la simple idea de uso —y consideremos que los usos no implicarían de por sí
resistencia, debate, entre otras cuestiones—, sino que integraría la concepción
ligada a la dimensión política que todo espacio requiere en su constitución
social —y cuando hablamos de lo político en este caso, estamos abarcando a
los sujetos y grupos sociales que residen, transitan, producen, consumen, en
los lugares “extraordinarios” por efecto de la recualificación—; 3) finalmente,
aunque permitiría asumir la idea de resistencia por oposición, la construcción
de la misma se daría por la vía de los opuestos, sin estimar tensiones y dispu-
tas que además de llevar a repensar la misma idea del “contra-uso” —como
48 Estrategias culturales en la renovación de las ciudades
de una identidad exótica que permita negar el estigma del pasado. La recualifi-
cación urbana es funcional a la cultura y la conformación de identidades en las
que la etnicidad puede ser un indicador de demarcación siempre y cuando el
fenotipo, los atuendos, los movimientos, las prácticas se adecúen al sentido de
estética y belleza previsto, asimismo, cuando el color pueda ser reconstruido
en tanto signo global y generalizable.
4. A modo de conclusión
Bibliografía
El efecto Guggenheim
miento de Valencia que para el año 2003 informa que el número de visitantes
anuales fue de 3,2 millones.
Sobre la procedencia, las estimaciones apuntan que un 35% procede de la
Comunidad Valenciana, un 50% del resto de España y un 15% son extranje-
ros. Ahora bien, el flujo principal de asistentes a la CAC son visitantes de un
día y con un impacto económico reducido en el espacio urbano.
En la dimensión de Valencia como destino turístico los cambios han sido
significativos. Mientras que en 2005, según cifras del Instituto Nacional de
Estadística, el número de visitantes era de 1,3 millones, en 2008 esta cifra
alcanzó los 1,8 millones con más de un 40% de turistas extranjeros. Valencia
crece más y más deprisa que ninguna otra ciudad española, se sitúa por de-
lante de destinos clásicos culturales como Toledo, Salamanca o Santiago de
Compostela y es la ciudad que ha tenido un mayor crecimiento turístico en
Europa en los últimos 15 años. Además, Valencia es la ciudad europea en la
que más creció el número de pernoctaciones entre 2002 y 2007, por delante
de ciudades como Tallin, Praga o Venecia.4 La influencia del CAC en este cre-
cimiento es innegable. No tanto como destino específico sino como refuerzo y
anclaje de una oferta turístico-cultural de la ciudad.
Para realizar una evaluación del impacto de la iniciativa del CAC en el
modelo de ciudad de Valencia hemos de remitirnos al profesor de la Univer-
sidad de Valencia, Pau Rausell, que ha estudiado con amplitud el tema. Sus
observaciones son estas:
• Queda fuera de discusión el hecho de que la aparición del complejo de
la Ciudad de las Artes y las Ciencias ha dotado de nuevos contenidos
tangibles e intangibles al destino Ciudad de Valencia y en este sentido ha
reconfigurado las características de dicho destino.
• Los elevadísimos costes de las inversiones así como la posibilidad de que
el producto de la Ciudad de las Ciencias se encamine hacia un parque
temático está teniendo consecuencias confusas sobre la configuración del
turismo en la ciudad. La Ciudad de las Artes y las Ciencias pueden estar
jugando un cierto efecto de desplazamiento sobre el resto de los destinos
culturales.
• No cabe ninguna duda que la Ciudad de las Artes y las Ciencias, como
icono está transformando la imagen de la ciudad y constituye un vector
de atracción de nuevos visitantes. Valencia ha cambiado sus referencias
iconográficas y el CAC es un ingrediente fundamental en la reordenación
de la jerarquía icónica de la ciudad.
El caso del Museo Dalí reúne una serie de características que hace de él una
experiencia excepcional en el panorama de los museos españoles. El Museo
Dalí y Figueres es la crónica de la potencia que genera una oferta de excelencia
aunque sea en un entorno ausente de complicidades.
Ejemplifica cómo una oferta cultural singular y de excelencia sitúa también
a pequeñas ciudades en el mapa cultural de un país. Figueres, con una pobla-
ción de 42.809 habitantes5, acoge una de las principales instituciones museís-
ticas españolas. De hecho es la primera institución privada de bellas artes de
España por número de visitantes y la tercera globalmente después del Museo
del Prado y el Reina Sofía. En 2007 el número de visitantes fue de 1,3 millones
a los tres vértices del triángulo daliniano: Figueres, Púbol i Portlligat. El creci-
miento ha sido constante y creciente desde el primer año de funcionamiento
del Museo en 1975 en el que los visitantes fueron 135 mil hasta llegar a los
casi 1,4 millones de 2004, año del centenario del nacimiento de Salvador Dalí.
En 1961, Ramón Guardiola, entonces alcalde de Figueres, propuso a Sal-
vador Dalí crear un museo en la ciudad dedicado a su obra. El pintor escogió
como sede para construirlo las ruinas del viejo teatro de Figueres. Durante más
de una década Dalí participó activamente en su realización e intervino diseñan-
do los detalles más mínimos hasta su inauguración oficial el 28 de setiembre de
1974. En sus más de 30 años, el Museo y la Fundación Gala-Dalí han tenido
tres etapas muy diferenciadas.
La primera, irrepetible, estuvo marcada por la dirección y el genio del pro-
pio Dalí, que dirigió personalmente la construcción del Museo. Al caer en-
fermo se entró en una etapa de estancamiento y de polémica, después de su
muerte, por el destino final del legado. En 1991, el nombramiento por consen-
so de Ramón Boixadós como presidente de la Fundación supuso un impulso
decisivo para garantizar la conservación de la herencia daliniana, para asegurar
el buen estado del museo y para ampliar la difusión de la obra del genial pintor
ampurdanés. Ramón Boixadós era un hombre de empresa que había dirigido
las obras de la Villa Olímpica de Barcelona y había sido presidente de Renfe.
La gestión de Boixadós demuestra que un hombre de empresa es también
garantía de eficacia museística. En unas declaraciones a la prensa apuntaba al-
gunas de las claves del Museo. “El éxito se debe sobre todo a Dalí y a su manera
de enfocar el museo. Si fuese un museo normal, solo agradaría a los especialis-
tas. Pero además se dirige con criterios estrictamente empresariales enfocados a
un objetivo cultural. Para incrementar los visitantes anualmente hay que hacer
mucho marketing, salir en los medios de comunicación y renovar la oferta”.
Hay que subrayar que la renovación de la oferta tiene que ver con los conte-
nidos museográficos pero también con el impulso de acciones dedicadas a
mejorar la accesibilidad y la comunicación. Los horarios se han ido ampliando
a las necesidades de sus usuarios y desde 1991 el Museo Dalí también ha sido
pionero en la apertura nocturna de su centro. La evolución positiva del número
de visitantes no puede ser ajena, tampoco, a la fuerte política de promoción
que tradicionalmente ha realizado la Fundación y que llevó al Teatro-Museo,
en 1992, a ser el primer museo que en España se anunciaba en televisión y que
vendía entradas por teléfono. Su política de difusión y promoción siempre ha
tenido presente su ubicación cercana a un entorno clásico del turismo de ma-
sas en Cataluña: la Costa Brava. En referencia al sector escolar, en el año 2000
se inició el Servicio Educativo que se ha consolidado como uno de los más
innovadores en Cataluña.
El presupuesto de la Fundación es bastante atípico respecto al conjunto de
museos públicos y privados de España. También en este sentido es singular.
La principal fuente de financiación es la venta de entradas. La autonomía del
sector público le ha permitido una política de precios ambiciosa: entradas a 9
euros. Durante el 2005 este concepto ha significado un 68% de los ingresos
totales de la entidad. El 32% restante proviene de la explotación de las tiendas
de los museos, derechos de autor y organización de exposiciones. Las aporta-
ciones que recibe la Fundación de las administraciones son mínimas. Ni la au-
tonómica, ni la central, con todo y que forman parte del Patronato, colaboran
de forma estable.
De los visitantes un 70% son extranjeros y un 30% son españoles. De los
visitantes extranjeros, principalmente hay europeos y encabezan el ranking los
procedentes de Francia. El perfil mayoritario es de una persona entre 26 y 40
años que se aloja en la Costa Brava y viaja con la familia.
No ha sido hasta el 2006 que se ha explicitado los beneficios que para el
territorio aporta el entorno daliniano. Un estudio encargado por la Fundación
a la Universidad de Girona señala que los Museos Dalí tienen un volumen de
actividad económica de 119 millones de euros y generan 54 millones de euros,
un 2,5 por ciento del PIB de la comarca del Alt Empordà, siendo el sector más
beneficiado el de la restauración. Así mismo las actividades de la Fundación
generan un total de 1.252 puestos de trabajo, directos e indirectos.
La paradoja de todo este caso es que hasta hace bien poco el Ayuntamiento
se mantenía al margen y no explotaba este potencial en clave de ciudad. En
mayo de 2000 el pleno municipal aprobaba un triple objetivo: preparar la
apertura al público de la casa natal de Dalí, organizar los actos del centenario
de su nacimiento para 2004 y diseñar un plan de “dalinización” urbana de toda
la ciudad. “Dalinización” a imagen y semejanza de Arles, dedicada por comple-
to a Van Gogh. A finales de 2006, pasado el centenario, la “dalinización” sigue
Estrategias culturales en la renovación de las ciudades 65
Fundación Cidade da Cultura para redefinir los usos y contenidos de los edi-
ficios inicialmente previstos como Teatro de la Música y Nuevas Tecnologías,
con el objetivo de crear un proyecto de contenidos y estructuras que fuera
viable atendiendo a las necesidades culturales de Galicia. El proceso contó
con la participación de más de 400 representantes del mundo de la cultura y
la ciencia en Galicia.
Fruto de todo ese proceso de participación interna y externa la redefi-
nición de usos del Complejo del monte Gaiás preveía: un Archivo Nacional
(en el edificio previsto para Hemeroteca) y una Biblioteca Nacional (anterior
Biblioteca), bajo la unidad temática de documentación; un Centro de Investi-
gación de Patrimonio (anterior edificio de Servicios Centrales) y un Museo de
Galicia (antes Nuevas Tecnologías), bajo el área de patrimonio; y un Centro
de Arte Internacional (antes Museo) y un espacio Obradoiro (antes Teatro de
Música), para creación y exhibición. Más concretamente las funciones de cada
edifico serán las siguientes:
• Biblioteca Nacional: centro coordinador del sistema bibliotecario gallego,
conformándose como el catálogo colectivo de las bibliotecas de Galicia.
• Archivo Nacional: cabeza del sistema gallego de archivos como instrumen-
to de coordinación de todos ellos.
• Centro de Investigación de Patrimonio: centro para el análisis, estudio, de-
sarrollo y difusión de conocimientos, métodos y técnicas de conservación,
restauración y difusión del patrimonio histórico.
• Museo de la Historia de Galicia: observatorio de la historia de Galicia y las
tendencias culturales actuales, centrándose en la divulgación internacio-
nal del patrimonio histórico-cultural gallego.
• Centro de Arte Internacional: espacio para exposiciones temporales pro-
cedentes de instituciones culturales de prestigio a través de acuerdos de
colaboración. Acogerá también el Museo de los Niños como espacio lú-
dico-didáctico para niños, complemento del ocio familiar, y el Centro de
Enlace Cultural (Casa Mundo) como espacio para impulsar políticas de
interconexión y relación sociocultural entre Europa y Latinoamérica.
• Espacio Obradoiro: centro de creación, exhibición y punto de encuentro y
de intercambio cultural en el campo de la creación artística.
Según datos económicos del año 2006, después de redactados los proyec-
tos detallados de ejecución sobre la idea original de Eisenman el presupuesto
total se estableció en 337,2 millones de euros, habiéndose ejecutado aproxi-
madamente una tercera parte del presupuesto, algo más de 130 millones de
euros. No obstante, el presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, afirmó
que la redefinición suponía “un coste claramente menor que el inicialmente
estipulado y garantizó que el nuevo modelo permitirá poner en valor el com-
68 Estrategias culturales en la renovación de las ciudades
El MUSAC en León
una forma cóncava y hace de espacio público para la vida de la ciudad”. A par-
tir de esta idea decidieron “incluir el optimismo de los colores” en la fachada
principal, con un mosaico realizado a través de la digitalización de un trozo de
la vidriera “El halconero”, una de las más antiguas de la catedral (siglo XIII). “El
proceso es atractivo, al buscar relaciones con la historia de la ciudad y vestirlas
o transformarlas con el lenguaje de nuestra época. Los colores de la catedral
como lugar público se trasladan con medios de nuestra época al museo, con
un orden o desorden que solo se puede realizar a través del ordenador y/o la
naturaleza. No se trata de una metáfora, ya que no es capaz de producir arqui-
tectura al implicar una forma”10.
Desde que el Museo fue inaugurado el 1 de abril del 2005 por los Prín-
cipes de Asturias, por el edificio diseñado por Emilio Tuñón y Luis Mansilla
han pasado más de 530.000 visitantes según balance hecho unos días antes de
cerrar el año 2008. Unos resultados sin precedentes en León, que por año re-
presenta más de 176.000 visitantes, una media superior a su total de población
(135.119 habitantes según datos del INE de 2008).
La arquitectura de un museo que en el año 2007 recibió el premio Mies
Van der Rohe, así como las apuestas artísticas más arriesgadas, han permitido
a la ciudad dar la vuelta al mundo a través de las páginas de periódicos que,
como The New York Times, jamás antes se habían fijado en León y que han
situado a la ciudad como destino turístico.
Los números, mes a mes, exposición tras exposición, respaldan la gestión
del MUSAC, que se ha convertido ya en el principal reclamo de León y el nue-
vo icono de la Comunidad Castellanoleonesa. Además, con la creación del cen-
tro de arte se ha logrado la aparición de interacciones artísticas en el territorito
que combinan lo conservador con la innovación, logrando el cambio de una
ciudad que hasta ahora era conocida por su patrimonio histórico para serlo por
el arte contemporáneo.
El distrito 22@Barcelona
Todos y cada uno de los casos que hemos mostrado son ejemplo del papel clave que
está adquiriendo la cultura en las políticas y programas de desarrollo urbano. Una
última muestra de la importancia y del interés creciente que despierta la cultura en
80 Estrategias culturales en la renovación de las ciudades
pitales y de Meses Culturales Europeos (ECCM) desde 1985, que es una ONG
con sede en el Ministerio de la Cultura, de la Investigación y de la Enseñanza
Superior de Luxemburgo. El objetivo principal de esta red es asegurar la trans-
ferencia de conocimientos y de experiencias concernientes a las capitales cul-
turales, de dar la documentación necesaria y de ayudar a las futuras Capitales
Culturales.
La opción a la candidatura a la capitalidad cultural europea es actualmente
impulsada por quince ciudades españolas. Es un ejemplo claro de la centrali-
dad de la cultura en las políticas locales de España, de su papel creciente en el
desarrollo territorial y social.
1 Llamo ingeniería cultural a dos cosas, básicamente: la estructuración del Sistema Municipal de
Cultura (y de uno de sus productos centrales, el Plan de Desarrollo Cultural) y las grandes in-
fraestructuras culturales (parques bibliotecas, centros de desarrollo cultural, casas de la música,
museos, teatros). Y llamo jardinería cultural a todo lo que es programación, proceso, creación,
circulación, investigación, participación. Ingeniería sería equivalente al “continente” y jardi-
nería al “contenido”. Estoy desarrollando estas dos ideas con un objetivo: demostrar que una
ciudad, que un país, tienen que trabajar tanto en la ingeniería como en la jardinería cultural,
pero que en Medellín hemos dado ya el gran paso en la ingeniería cultural y que ahora lo que
debe seguir es el máximo cuidado, la mayor atención, a la jardinería cultural.
Estrategias culturales en la renovación de las ciudades 85
2 Por cierto, en declaraciones como las de UNESCO o en documentos como los de la Agenda 21
de la Cultura están los principios básicos para que un proyecto cultural local o nacional tenga
sentido. Pero muchas de esas declaraciones y de agendas internacionales se han quedado en
palabras escritas y no se han convertido en políticas públicas, en presupuestos públicos, en estra-
tegias, programas y proyectos. El camino es fácil: solo hacen falta decisiones políticas. Y acciones
concretas para que esas decisiones se vuelvan realidad.
86 Estrategias culturales en la renovación de las ciudades
“¿De verdad alguien puede creer con sinceridad que sería posible pacificar a
Colombia sin emprender un gran proceso cultural de construcción de una verdadera
solidaridad nacional, un movimiento profundo y democrático de dignidad, de respeto
por los otros, una inversión generosa y original en caminos creadores de convivencia?
(…) El gran error de Álvaro Uribe y de sus adoradores no está en lo que han hecho
sino en lo que no sabrían hacer: creer que Colombia merece la oportunidad de un
recomienzo, convocando a una gigantesca transformación de las conciencias y de la
conducta cuyo eje central sea la cultura. Si juzgamos por los recursos que le asignan,
comparados con los descomunales presupuestos de la guerra, aquí siguen creyendo
que la cultura es una suerte de ornamento inoficioso de la sociedad.”
Estrategias culturales en la renovación de las ciudades 87
En Medellín hemos hecho grandes esfuerzos desde 2004 para que lo público
sea sinónimo de confianza, de calidad, de inclusión y de equidad. En un país
donde lo público ha sido todo lo contrario, y en una ciudad que venía de ser
calificada como la de mayor corrupción en Colombia3, hacer de lo público un
referente positivo ha sido uno de los grandes logros. En esa tarea, la cultura ha
sido clave: además de su contribución para fortalecer los espacios de participa-
ción y deliberación (democracia deliberativa y democracia participativa como
complemento, e incluso como alternativa, a la democracia representativa), la
cultura se ha convertido en generadora de grandes proyectos barriales, pro-
yectos de envergadura inimaginables hace pocos años, donde además de los
hechos propios de la cultura se da espacio para el encuentro ciudadano.
Hoy, los equipamientos culturales —parques bibliotecas, centros de desarro-
llo cultural— son los nuevos referentes de ciudad, esos referentes que comienzan
a hacer parte de los imaginarios comunitarios y de sus motivos de orgullo (…
Medellín es la ciudad colombiana donde sus habitantes se sienten más optimistas,
y nueve de cada diez personas se sienten muy orgullosas de vivir en ella).
La formación de la ciudadanía, el desarrollo de infraestructuras, el forta-
lecimiento institucional (público, privado, comunitario), el fortalecimiento de
las habilidades y capacidades ciudadanas y la construcción de espacios cultu-
rales que propician y promueven las relaciones de cooperación e intercambio
entre barrios, comunas, zonas, ciudades y países, han sido también desafíos
asumidos desde la cultura y siguen siendo desafíos en nuestro Plan 2011-2020.
Las visiones siempre tienen ese tufillo pretencioso de ideales inalcanzables. La vi-
sión de nuestro PDC no es diferente a ese estilo, pero en su favor debo decir que
tiene el valor agregado de que fue construida colectivamente, con participación
de personas no solo del sector cultural (no podemos dejar que el sector cultural
“secuestre” a la cultura, la cultura no es asunto solo del sector cultural…):
“En 2020, Medellín será una ciudad armónica e incluyente donde se reivindica la
diversidad cultural, se integra a los ciudadanos en los beneficios del desarrollo, en la
que se puede hablar de verdadera convivencia y autonomía, en la que los ciudadanos
cuentan con una mejor calidad de vida, en un ambiente sano y pacífico, con reco-
Y los objetivos específicos derivados ayudan a concretar las que serán las
estrategias y los programas y proyectos principales:
• Contribuir a la consolidación de una cultura de paz.
• Promover la democratización del acceso a los bienes y servicios culturales.
• Garantizar las condiciones para que los habitantes de Medellín puedan
crear, difundir y hacer circular sus producciones culturales.
• Promover el diálogo creativo y la integración de Medellín con la región
latinoamericana y con el mundo.
• Promover el respeto a la diferencia.
• Fortalecer las relaciones entre cultura y educación en sus diversos niveles.
• Fortalecer las capacidades de gobernanza democrática.
• Favorecer la generación de alianzas estratégicas culturales.
Para cerrar
“El día va a creciendo hacia ti como un fuego desde el alba desnuda demudada de frío.”
Entre los desafíos que tiene la gestión cultural en la actualidad, se podría seña-
lar como uno de los más importantes encontrar su pertinencia en los asuntos
públicos y en las agendas gubernamentales. Cuando revisamos las gestiones
culturales de gobiernos locales exitosos observamos que estas se han enfocado
hacia el fortalecimiento del tejido social y la construcción de ciudadanía, de-
jando de ser solo un aspecto decorativo o estar únicamente ligadas a las bellas
artes, para convertirse en pilares fundamentales del desarrollo, junto con las
áreas económica, social y ambiental.
La experiencia del municipio Chacao durante la gestión del alcalde Leopol-
do López y su equipo (2000-2008) enfocó el desarrollo sostenible desde la ge-
neración de capital social, entendido este según la definición de Robert Putnam
(1994), que incluye tres aspectos: el grado de confianza existente entre los ac-
tores sociales, las normas de comportamiento cívico y el nivel de asociatividad.
Con el objetivo claro de reforzar el tejido social se establecieron las metas de
la política cultural del municipio enfocadas en generar sentido de pertenencia
entre los ciudadanos a través de la revaloración de sus elementos de arraigo
(tradiciones, memoria y patrimonio) a la vez que se le dio especial importancia
a la difusión de las manifestaciones artísticas contemporáneas como una ex-
presión de la capacidad creativa del ser humano y un modo de compresión y
acercamiento del ciudadano a la cultura de nuestro tiempo.
La construcción de nuevos espacios para la cultura fue otro de los rasgos a
destacar en un notable esfuerzo de inversión en capital físico. La gestión estable-
ció un estrecho vínculo entre arte y ciudad al entender la dinámica vida urbana
como un generador de cultura y al espacio público como el ámbito necesario
para el ejercicio de la ciudadanía. En ese sentido se propició, a través de la
cultura, la formación ciudadana como un factor de inclusión y progreso social.
El impulso de la gestión cultural fue convertir a sí misma en un instrumen-
to para el desarrollo, promoviendo la formación ciudadana como un factor ca-
talizador de la inclusión social y de comprensión de la diversidad. Una concep-
ción de la cultura que borra las fronteras entre las categorías tradicionales de
alta cultura y cultura popular, y entiende el hecho cultural —en su dimensión
más amplia— como expresión colectiva de la riqueza y multiplicidad de las
manifestaciones humanas y una alternativa de estímulo intelectual, espiritual y
lúdico de los seres humanos.
92 Estrategias culturales en la renovación de las ciudades
Cuadro 1.
431 % Incremento en el número de proyectos realizados o apoyados por Cultura
Chacao entre los años 2004 y 2008
327 % Incremento en el número de asistentes que pudieron disfrutar de los
proyectos realizados o apoyados por Cultura Chacao entre los años 2004
y 2008
527.871 Número acumulado de asistentes a proyectos y actividades de Cultura
Chacao entre los años 2003 y 2008
Fuente: Cultura Chacao (2008).
Uno de los mayores esfuerzos de Cultura Chacao entre los años 2000 y
2008 fue el fortalecimiento del sentido de pertenencia de los habitantes con su
localidad. El objetivo es contribuir a afianzar aquellas referencias y valores de
la comunidad que en su conjunto conforman la identidad de los pobladores.
Investigar sus orígenes históricos, difundir la crónica de su evolución urbana,
apoyar sus tradiciones, realzar sus fiestas representativas y distinguir a sus per-
sonajes emblemáticos mediante distintas actividades, celebraciones, eventos y
publicaciones constituyen una parte relevante del trabajo de gestión cultural.
El calendario festivo y religioso local se consolidó con el apoyo y difusión del
Carnaval, los Palmeros de Chacao, la Semana Santa, la Cruz de Mayo, la Navi-
dad y la Fiesta de Celebración del Fin de Año. Y se incorporaron otros eventos
como la Fiesta de la Tradición Venezolana.
94 Estrategias culturales en la renovación de las ciudades
artes contemporáneas y los nuevos lenguajes. De igual modo, uno de los mayores
logros del Centro Cultural Chacao, en cuatro años de actividades, es haberse con-
vertido es un recinto para la innovación, la experimentación y lo alternativo. Un
centro cultural donde los artistas y en especial los jóvenes creadores disponen de
una institución abierta a sus propuestas. El Centro Cultural Chacao es, en defini-
tiva, un espacio de inclusión artística y de respaldo a los nuevos talentos.
La versatilidad del Centro Cultural Chacao propicia el uso de sus instala-
ciones para múltiples actividades —plástica, video, fotografía, música, teatro,
performance, literatura y danza— que también lo han transformado en un
centro cultural muy concurrido. Para finales de 2008 recibió 150 mil visitan-
tes, quienes pudieron disfrutar de una programación artística de gran calidad,
afluencia de público que incluso sobrepasó las proyecciones de la Alcaldía
y que confirman el éxito del Centro Cultural y la necesidad, por parte de la
comunidad, de obtener propuestas artísticas, culturales y de entretenimiento.
Cuadro 2.
150.000 Número de visitantes que disfrutaron de los distintos programas culturales del
Centro Cultural Chacao, desde su apertura en octubre de 2004, hasta diciembre
de 2008
Una prioridad del Centro Cultural Chacao ha sido desde sus inicios ofre-
cer programación para el público joven y son ellos los que mayoritariamente
apoyan las actividades que se realizan en el recinto. Esta intención de atraer la
atención de los jóvenes explica la propuesta del diseño arquitectónico colori-
do, informal y flexible en el uso de los espacios. En ese sentido, el lugar rompe
con la rigidez y formalidad de otros centros culturales e invita a la participa-
ción. En Caracas no había un espacio concebido y pensado especialmente para
los jóvenes y sus necesidades expresivas y de consumo cultural. Arquitectura,
diseño interior y programación definen al Centro Cultural Chacao como un
punto de encuentro para expresiones alternativas, y como un sitio de encuen-
tro para los caraqueños.
En el año 2011 se inaugurará la segunda etapa del Centro Cultural Chacao,
sumando a las instalaciones existentes un singular teatro cuya arquitectura de
vanguardia lo convertirá en una edificación de referencia en la ciudad. Con un
aforo para 525 personas y una infraestructura de 3.000 metros cuadrados, con
tecnología de punta en iluminación y sonido, y doce salas de ensayo. El pro-
yecto, realizado por el arquitecto Juan Machado, está concebido a partir de un
lenguaje contemporáneo de elaborado y creativo diseño a nivel de las mejores
salas de teatro construidas en Latinoamérica.
98 Estrategias culturales en la renovación de las ciudades
Módulo de turismo
Cuadro 3.
21.203 Número de personas que se acercaron a solicitar información turística al
módulo localizado en Altamira entre septiembre de 2007 y diciembre de 2008
tamaños; el desempleo llegó a niveles jamás antes vistos; una creciente descon-
fianza de la población en los políticos, escepticismo total frente a ellos; y mu-
cha emigración, especialmente grave para Quito por la salida de mano de obra
calificada como lo eran los plomeros, electricistas, entre otros.
Esto dio lugar a sucesivos cambios de gobierno en muy poco tiempo. Como
es bien sabido, en diez años tuvimos siete gobiernos distintos, sin contar los
que duraron tres días. Una de las manifestaciones de la crisis fue el crecimiento
del comercio informal, sin control ni solución, que creaba caos y desorden.
Una de sus causas, como he dicho, era la debilidad y la corrupción de las auto-
ridades municipales y la presión social de la política y la extorsión que ejercían
los líderes de estas organizaciones, porque los vendedores se asociaban y tam-
bién se federaban. Había 98 organizaciones en total y ellos ejercían una presión
política y un chantaje constante a las autoridades municipales.
En estas condiciones recibió Paco Moncayo el Centro Histórico: colapsado
y con la sensación de ser un problema sin solución. ¿Por qué se había deterio-
rado? Ya lo hemos dicho bastante: cambios en el uso del suelo, de residencia a
comercio; deterioro y apiñamiento en las casas coloniales; el tránsito y el trans-
porte congestionados; deterioro de la infraestructura pública, baja calidad; y
debido a las consecuencias del sismo de 1987. A esto añadamos la crisis del
año 2000. Entonces planificamos qué hacer. Propusimos el Plan Estratégico
para el 2025, que se llama Equinoccio 21, lo discutimos con más de 1.800 rep-
resentantes en muchos foros, y planificamos cuatro ejes estratégicos y hemos
tenido dos planes de gobierno cuatrienales: el primero del 2001 al 2004, y el
segundo, este que estamos concluyendo.
Los cuatro ejes son: tener una sociedad equitativa e incluyente; tener un
territorio gestionado eficientemente; tener una economía productiva, com-
petitiva y diversificada; y tener una fuerte ciudadanía social. Basados en esto,
teníamos como objetivos importantes preservar el patrimonio cultural y el
Centro Histórico es nuestro principal patrimonio cultural material, pero tam-
bién inmaterial para el uso equitativo e incluyente de las presentes y futuras
generaciones. El Centro Histórico se había privatizado, lo habían privatizado
los buhoneros y teníamos que recuperarlo para el disfrute y goce de todos,
como uno de los elementos estratégicos para el desarrollo sostenible y como el
elemento fundamental de nuestra identidad, autoestima y sentido de pertenen-
cia, cuyo resultado se ha visto materializado.
Entonces empezamos con un plan de ordenamiento y modernización del co-
mercio minorista. Los objetivos eran recuperar el espacio público, modernizar y
ordenar el comercio popular en el Centro Histórico, con la reubicación de 10.000
comerciantes, poner en valor las edificaciones patrimoniales, mitigar y controlar
el impacto de la contaminación visual, auditiva y de desechos sólidos y líquidos,
devolver a la ciudad, al país y al mundo un Centro Histórico Patrimonio de la
104 Estrategias culturales en la renovación de las ciudades
con su participación, todos querían oír de boca del alcalde que esto se iba a
hacer y que era serio y que era mejor para ellos que andar en las calles, que no
se les iba a traicionar, que iban a estar a tiempo los centros comerciales, por
eso la fecha clave del 24 de mayo de 2003, todo tenía que confluir en ese día.
Otra razón del éxito fue la honestidad: se hizo un censo de vendedores en
el año 2000 con la Universidad Católica y eso fue base para todo, la trasparen-
cia a la hora de la reubicación de los comerciantes asegurando el puesto de
todos los trabajadores informales fue clave. Una razón más fue la firmeza, no
dejarse intimidar, a los dirigentes había que tomarles en cuenta, no había que
dejarles hacer lo que quisieran sino más bien tomarles en cuenta delante de
sus propios asociados, eso fue importantísimo. Y una última razón para que
esta estrategia fuera exitosa fue la inclusión, aceptando un reto terrible plan-
teado por los vendedores: todos o nadie, por eso era necesaria la ubicación
de los 10.000 vendedores sin que ni uno solo quedara fuera, controlando
de igual forma las calles para que no fueran ocupadas. Entonces para eso se
permitió el acceso directo a las asambleas, las conversaciones, son estrategias
de inclusión.
Luego de esto fue posible pensar en la recuperación de las viviendas, em-
pezando por las más emblemáticas. Ya para la fecha tenemos más de 900 recu-
peradas, junto a esto se iluminaron las calles, se colocaron coches con caballos, y
enseguida comenzaron a llegar las diversiones. Una vez que se había recuper-
ado el Centro Histórico, calle por calle, barrio por barrio, empezaron a venir
inversiones privadas, entonces ahora hay hoteles de lujo, un nuevo centro de
convenciones, entre otras atracciones como teatros y espacios culturales.
Cinco años después, Quito recuperó su alma que estaba como perdi-
da, Quito se unificó, al reconocernos y enorgullecernos por nuestro Centro
Histórico, y los vendedores continúan en sus centros comerciales, el municipio
los sigue apoyando. Desde el comienzo tuvimos que poner desde los payasos
hasta la seguridad, la limpieza, todo, para servirles de apoyo y que no se re-
gresaran a sus antiguos puestos, pero no les ha ido tan mal, nosotros tenemos
una forma de controlar que les favorece, empezamos a regalar premios, vehícu-
los, departamentos, a los compradores de los centros comerciales, por cada
diez dólares se les daba un boleto para la rifa. Lo que conlleva a que estos com-
erciantes vendan tres veces más que lo que vendían en las calles, porque acude
más gente, porque es más seguro, porque no están a la intemperie, porque
pueden funcionar los días de lluvia. Luego tenemos que el turismo se ha du-
plicado apareciendo en el ranking de las revistas más importantes de turismo,
haciendo que continuemos las mejoras, creando un teleférico, más seguridad,
más variedad cultural, también de diversión, más hoteles, pero lo principal ha
sido la restauración integral del Centro Histórico, la reubicación del comercio
informal y nuestra activa acción cultural.
Estrategias culturales en la renovación de las ciudades 107
La decadencia del centro histórico de Salvador empieza a finales del siglo XIX,
con la crisis de la agroindustria de la caña de azúcar y la consecuente liberación
de los esclavos. Esta enorme masa humana, sin empleo, ni calificación, migra
hacia Salvador formado las primeras favelas o barriadas y sobreviviendo como
prestadores de servicios eventuales en el centro de la ciudad. La crisis urbana,
que se reflejaría en su centro, se agravaría en los años 30 del siglo siguiente con
la quiebra de la Bolsa de Nueva York y la paralización de la comercialización
del nuevo producto que reemplazó el azúcar en las exportaciones bahianas, el
cacao (Azevedo, 1990).
Pero es a partir de la II Guerra Mundial que ella se agudiza. Cuando el interés
de los grandes capitales transnacionales se fija en ciertos países periféricos a fin
110 Estrategias culturales en la renovación de las ciudades
Es difícil para la mayoría de las personas comprender la función que cumple la po-
blación excluida o marginal de las grandes ciudades del conteniente. Pero muchos
economistas, geógrafos y sociólogos de América Latina consideran que esa masa
humana forma parte orgánica de las economías dependientes del Tercer Mundo.
Muchos de ellos han desarrollado teorías para explicar el fenómeno. Coincidimos
con el pensamiento del geógrafo brasileño Milton Santos y de otros autores que
identifican dos subsistemas en la economía urbana de los países subdesarrolla-
Estrategias culturales en la renovación de las ciudades 111
región en las primeras décadas del siglo pasado, sea de forma dirigida como en
el caso de Buenos Aires, Rio de Janeiro y ciudad de México o de forma más o
menos espontánea en São Paulo, Lima y Caracas.
En nuestro caso, esto se realiza tardíamente al final de la década de 1960,
de forma autoritaria, bajo el régimen militar, poco planeado y movido por
grandes intereses inmobiliarios. Esta gran reforma urbana comprendió la cre-
ación de un nuevo polo vial y de negocios, Iguatemi, el nuevo Centro Ad-
ministrativo de Bahia y el Centro Industrial de Aratu, articulados por grandes
avenidas, entonces aún poco ocupados. Esas inversiones provocarían un gran
impacto sobre la centralidad de la ciudad y consecuentemente sobre el centro
histórico. Es exactamente en este momento que se realizan las primeras ac-
ciones de recalificación de esta parte de la ciudad. Pero la descentralización no
ha producido un nuevo y único centro de negocios, sino una serie de centros
especializados que no logran reestructurar la ciudad (Azevedo, 1984).
Turismo y reapropiación del Centro Histórico
OEA, que en aquel año de 1967, realizó una reunión técnica en el Ecuador, de
donde salen las Normas de Quito, en la que el turismo cultural es presentado
como la solución, no solo para la preservación de los monumentos y centros
históricos, sino para el desarrollo de los países de la región. Con esta inspi-
ración se hicieron algunos grandes programas de desarrollo regional con base
en el turismo cultural, como el llamado Plan Esso para la ciudad de Santo Do-
mingo, en República Dominicana, y el Plan Copesco para el desarrollo de una
franja de 500 kilómetros en la cordillera Andina, entre Cuzco y Puno, en Perú.
Entre 1969 y 1975 fueron invertidos US$ 72.4 millones financiados por el
Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Estos planes han tenido muy poco
efecto económico en sus regiones, aunque han posibilitado la restauración de
algunos importantes monumentos y la creación de infraestructura urbana en
muchos pueblos históricos (Azevedo, 2001).
En Brasil, el informe de la UNESCO causó un gran impacto. En aquella
época, los militares promovían el llamado “milagro económico brasileño”, y el
recién revelado potencial turístico de una de las regiones más pobres del país
constituía una salida muy interesante para su desarrollo. De este modo, se crea
en 1973 el “Programa de las Ciudades Históricas del Nordeste en Función del
Turismo”, subordinado a los Ministerios de la Planificación y de Educación y
Cultura. La principal preocupación de los militares era captar un gran acopio
de divisas para el país, a través del turismo.
Buscando captar recursos del BID, se elaboró en 1969 un primer plan
general para la recuperación del Pelourinho muy depreciado por el proceso
de descentralización y por la creación del nuevo centro de servicio de Igua-
temi, en la zona de elegante expansión de la ciudad. La idea central seguía
siendo el turismo cultural. El plan preveía el desalojo de la población, consti-
tuida por familias pobres, ambulantes y prostitutas para dar lugar al turismo
(Sant’Anna,1995). Pero el préstamo no fue conseguido, ni se implementó el
plan original de crear una dinámica de recuperación del barrio con la compra
y transformación de las casonas en condominios de departamentos y tiendas.
Esto se debió a la visión conservadora y paternalista de las autoridades
estatales, que no querían enfrentar a los grandes propietarios de los inmuebles,
dentro de ellos la Iglesia, las hermandades religiosas y las familias tradicionales
bahianas. No interesaba tampoco incomodar a los propietarios y obligarlos a
asumir una parte de los costos de recuperación edilicia que proporcionarían
mejores condiciones de vida.
Los propietarios de los inmuebles del centro histórico querían solamente el
rescate económico de esta área central de la ciudad con la expulsión de los exclui-
dos del área. Otros sectores más liberales de la clase media, entre los que están los
técnicos de aquella fundación, creían que aprovechando el repentino interés del
gobierno por el centro histórico se podría recuperar el área, no solo física, sino
114 Estrategias culturales en la renovación de las ciudades
socialmente. Estos grupos presionaban al sector público para que a la par que se
realizara la restauración física del barrio se desarrollase una acción social paralela.
En el año 1973, el Ministerio de la Planificación instituyó el “Programa
de Reconstrucción de las Ciudades del Nordeste en Función del Turismo”,
o sencillamente Programa de las Ciudades Histórica - PCH, que pasó a ser la
principal agencia de financiación de obras de restauración y construcción de
equipamientos turísticos en ciudades históricas del Nordeste. Pero en el caso
del Pelourinho se desarrolló, paralelamente, un programa de carácter asisten-
cial, que comprendía la creación de puestos médicos, escuelas y guarderías.
A partir de aquel año y con recursos de esta fuente, del estado de Bahia y de
la empresa nacional de turismo, Embratur, se realizó la restauración de algunos
grandes monumentos religiosos, la instalación de dos paradores, la conversión
de casonas en equipamientos turísticos y equipamientos sociales de carácter
educacional y de salud, y la recuperación de las fachadas de la calle que li-
gaba las tres plazas más importantes del barrio, Terreiro de Jesús, Pelourinho
y Largo del Carmo, formando un corredor turístico. Pero, por detrás de estas
fachadas restauradas, seguía la pobreza alojada en los tugurios.
La ilusión del turismo cultural
A guisa de conclusión
Bibliografía
Otras referencias
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Fábricas de Artes y Oficios de la Ciudad de México:
Construir cultura en el barrio para transformar la ciudad
Liliana López Borbón
ciertos los beneficios del proyecto y darle curso a una dinámica donde la mera
posibilidad de la transformación del territorio físico y simbólico, es garante de la
transformación misma de las gramáticas de lo institucional público y lo emergente
comunitario. Una dialógica que con el paso de los años sirvió de estructura social
para la sostenibilidad del centro cultural, así como de su prospección, adecuación
y sobrevivencia a las tensiones políticas, a las presiones administrativas y a las
simplificaciones de los circuitos culturales centrales urbanos, donde se privilegia
la relación de consumo por encima de la de producción cultural y se reduce al
ciudadano a simple consumidor o público.
El 24 de junio del año 2000, se abrieron las puertas de la Fábrica de Artes y
Oficios de Oriente: Faro de Oriente. Se inauguró con una obra de teatro donde
todos los actores eran de la comunidad, dirigida por una de las más importantes
gestoras culturales, directoras y actrices de la ciudad, Jesusa Rodríguez, con la pre-
sencia de más de 5.000 habitantes de la zona, incluyendo artistas independientes,
intelectuales, académicos, políticos y simpatizantes de la izquierda democrática.
Ese día, el primer proyecto cultural público y gratuito de la ciudad que se inaugu-
raba en años, anunciaría una transformación en la política cultural urbana y desde
el barrio se empezó la gestión de una fábrica de sueños.
tiempo, sabemos que los talleres de oficios artesanales son los que arraigan con
más fuerza el tejido comunitario y el económico, y hoy en día, el taller que más
colectivos y fuentes de trabajo genera es el de cartonería y alebrijes7.
De otra parte, otro eje estructurante de la política cultural ha sido la imbrica-
ción de la propuesta cultural con los más destacados artistas de los diferentes sec-
tores, que abrió espacios para el intercambio en una dinámica más bien horizontal,
donde la ciudad y el país de las artes, podían ser parte de la otra ciudad, la ciudad
de los márgenes, la ciudad silenciada, la que aparece en las páginas de los diarios
teñida con tinta roja. De este encuentro surgieron cientos de experimentos estéti-
cos, que aún hoy en día siguen generando inquietudes y alimentando diferentes
circuitos culturales locales, nacionales e internacionales. Un circuito que termina
por romper esquemas urbanos de centro —periferia, haciendo más densa y tupida
la red de creatividad y producción cultural.
Cabe mencionar que fue central, el tránsito que pasó de los jóvenes margina-
les planteados como un problema urgente que atender desde la institucionalidad
vigente de la cultura, a los jóvenes marginales como oportunidad para la creación,
fundamentalmente siguiendo las lógicas de la pedagogía freiriana. La Fábrica de
Artes y Oficios de Oriente es un territorio público y gratuito, donde a través de
los más de 70 talleres libres en artes y oficios artesanales, y los servicios culturales:
galería, biblioteca, librería, ludoteca, nave industrial, residencias, libroclub, cine-
club, eventos musicales, teatro, danza, etc., recibe anualmente un aproximado
de 220.000 visitantes y forma en los talleres a más de 4.500 beneficiarios, en un
ambiente que busca el ejercicio de la autonomía y la libertad.
Finalmente, el Faro de Oriente se ha convertido en los casi nueve años de
abiertas sus puertas, en un territorio apropiado por la comunidad circundante,
por los cientos de visitantes que se desplazan hasta el centro cultural desde todos
los lugares de la ciudad y de artistas de los circuitos independientes no solo de la
ciudad o del país, sino de todas las latitudes. Esta apropiación ha garantizado la
sostenibilidad institucional y económica del centro cultural, así como su proyec-
ción dentro de las dinámicas culturales urbanas de la Ciudad de México.
No cabe duda que desde que se inició el proyecto de la Fábrica de Artes y
Oficios de Oriente, hasta hoy cuando la ciudad cuenta con otros tres Faros8, se
han ido gestando diferentes ideas de lo que es propio de estos centros culturales y
7 Los alebrijes son animales fantásticos que se construyen con alambre y cartón.
8 En 2006 se crearon 3 nuevos Faros: el Faro Tláhuac ubicado en un bosque del mismo nom-
bre y que se ha consolidado como un espacio de interlocución entre lo más contemporáneo
radical y lo tradicional, como es el caso de la actualización de las artes circenses; el Faro
Milpa Alta ubicado en una zona donde habitan pueblos originarios de la ciudad, constituyé-
ndose como un Laboratorio de Actualización de la Memoria, y el Faro Indios Verdes que
será inaugurado este año y que tiene como antecedente el Faro Cuautepec, ubicado inicial-
mente en una reserva ecológica y reubicado en una zona urbana del norte de la ciudad, que
tiene como eje las artes escénicas y el cruce de arte y ecología.
130 Estrategias culturales en la renovación de las ciudades
esas visiones, en algunos casos contrapuestas, contienen una riqueza que alimenta
el debate y el análisis: ¿Los Faros deberían ser espacios exclusivamente para jóve-
nes?, ¿deberían constituirse como una escuela cultural y dejar la idea de talleres
libres?, ¿deberían ser espacios mixto entre el taller libre y las posibilidades de la
profesionalización?, ¿cuál era el sustento pedagógico de los Faros? Y una pregunta
que definiría el horizonte de posibilidades: si los Faros es un espacio democrático
y lugar de encuentro de cientos de marginales ¿cómo establecer las dinámicas
políticas internas y externas?
Desde lo político, fue urgente y también difuso el proceso de trazar las líneas
entre el uso clientelar de la comunidad que allí se estaba forjando y la necesidad
de una inversión institucional acorde con las demandas y expectativas generadas.
La deliberación pública y el uso de mecanismos democráticos como las asambleas
abiertas, fueron gestando una autonomía en la toma de decisiones y en el trámite
de intereses, que prevalece hasta hoy y que choca con las estructuras de organiza-
ción de la institucionalidad pública vigente. Sin embargo, los canales ya estableci-
dos permiten diálogos entre lo que hoy sus actores llaman los ‘diferentes Faros en
uno’ y promueven la existencia de un sinnúmero de voces en el mismo territorio.
Desde el punto de vista social, la idea de que los Faros se convirtieran en
un espacio exclusivamente para jóvenes fue desplazada rápidamente por la
comunidad: todos tienen derecho a disfrutar y encontrarse en el Faro y este
encuentro propicia que se gesten actuaciones en el cotidiano del ‘como sí’, es
decir, madres y padres que tienen serios problemas con sus hijos encuentran
en el Faro un espacio de intercambio con otros adolescentes, que les permite
ensayar nuevas formas para el encuentro en casa; jóvenes sin padres, adultos
mayores abandonados, discapacitados o adultos solitarios, encuentran una fa-
milia en el Faro y en ese ‘como sí’ van reconstruyendo su entorno familiar real.
Esta suma de complejidades, que van desde la configuración individual,
pasan por la construcción de un sujeto de enunciación que puede decirse
públicamente, con baja posibilidad de rechazo, y van hasta la construcción
de un ciudadano con voz y voto, convierten a los Faros, en territorios para
la emergencia de la confianza social, la creatividad, la generación de nuevas
estéticas y de una política cultural que ha enfrentado los retos que la ciudad
marginal y el conflicto social le han impuesto.
En los últimos cuarenta años los discursos sobre la cultura se han ido trans-
formando, pasamos de la cultura a las culturas en plural, al lenguaje de lo
diverso, lo híbrido y lo heterogéneo. El reconocimiento de los derechos socia-
les, económicos y culturales, hicieron del desarrollo cultural y de las políticas
gubernamentales sobre la cultura, asuntos prioritarios en la UNESCO y al in-
terior de cada Estado nación. En estos mismos años, en América Latina se fue
configurando un campo de estudio alrededor de las políticas culturales que
hasta hace una década eran comprendidas como una intervención deliberada
que en el campo de la cultura realizan el Estado, las asociaciones civiles, las
comunidades y las industrias culturales con el propósito de construir algún
tipo de consenso, generar desarrollo simbólico o participar en el mercado9.
9 García Canclini (1987, 26). Una definición muy similar se encuentra en: Brunner, (1982).
132 Estrategias culturales en la renovación de las ciudades
Lo que es destacable de este campo de pensamiento son los debates que se han
librado en los más diversos foros sobre cómo superar la visión instrumental de la
política y de la cultura, sobre la cual aún se consolidan casi todas las institucionali-
dades públicas vigentes que son garantes del Derecho a la Cultura como el funda-
mento de estas políticas. Si revisamos el concepto y su desarrollo, encontramos que
cada vez más se le otorga a la política el espacio de la construcción no solo de los
sentidos públicos, sino también de los propósitos y los espacios concretos donde
esos propósitos se realizan; y que podrían proveer a la política cultural de aquello
que Martín Barbero consideró central: “su capacidad para representar el vínculo en-
tre los ciudadanos, el sentimiento de pertenencia a una comunidad”10. En el centro
de estos debates están como telón de fondo las repetidas y comunes problemáticas
que subyacen a todos los países latinoamericanos y a sus grandes urbes, como co-
rrelatos del truncado proyecto de modernidad occidental que no alcanzaron. En
medio de esa precaria modernidad, surgió una serie de cuestiones que tratar: cómo
se estructuran los procesos de desarrollo en relación con las dinámicas culturales
de los ciudadanos, y por supuesto, cómo se desenvuelven estas imbricaciones en el
marco de la globalización11. La indagación ha tenido múltiples aciertos: la concep-
ción del espacio de lo cultural como una dimensión política y social donde se tra-
mitan y construyen los procesos democráticos; la comprensión de la cultura como
un estructurante de la economía; la exploración de discursos sobre la diversidad
cultural, que han llevado al debate por la libertad cultural y el derecho a elegir la
propia cultura y actualizar el pasado con el filtro del presente.
El giro en el discurso y las diversas exploraciones que se han emprendido en
los últimos años en términos de las políticas culturales urbanas, dejan una serie
de cuestiones aún por discutir y ampliar. Una de las principales, son los proyec-
tos adelantados por diferentes entidades relacionados con la idea de Cultura (+)
Desarrollo (C+D), en torno al cual se han gestado a lo largo del continente una
serie de incubadoras de empresas y Pymes enfocadas al desarrollo económico
y la sustentabilidad de los sectores culturales: artistas, gestores y promotores
culturales, comunicadores, hasta economistas, sociólogos y antropólogos que
realizan estudios de mercado, con el propósito de garantizar la sustentabilidad
del sector de la cultura, fuera de las dinámicas institucionales que normalmente
son la fuente de recursos para el desarrollo cultural.
En esta generación de proyectos que incuban la cultura desde la pers-
pectiva económica, quedan al menos tres asuntos urgentes. Por un lado, la
10 Martín Barbero (2002, 298).
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Estrategias culturales en la renovación de las ciudades 137
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El arte en la escena urbana.
¿Qué pueden hacer hoy el arte y la cultura
por las ciudades latinoamericanas?*
María Elena Ramos
Hay un arte que nos es contemporáneo y se refiere a ciudad. Hay otro que
también nos es contemporáneo, mas se realiza en ciudad. En el primer caso
museos y galerías acogen obras sobre el tema ciudad. En el segundo —obras
hechas en ciudad— podemos recordar desde el ágora, el anfiteatro, los bardos
nómadas y teatreros del sociodrama, hasta los performances de hoy. Ahonda-
remos aquí en este arte que se realiza en ciudades.
Este arte no viene a aterrizar en espacio virgen, sino que viene a compartir,
y hasta a competir, en ámbito ya hiperestético. Dice Wolfgang Welsch: “Si el
arte en espacios públicos tiene aun sentido, no puede ser el de una estetización
embellecedora. Su sentido debe estar en otra parte”.1 Y propone la resistencia a
la rampante estetización del espacio público, así como la extrañeza, la disrup-
ción, la interrupción y la alteridad como categorías determinantes para la ac-
ción del arte en las calles, características, agregamos, de particular pertinencia
en ciudades latinoamericanas.
Señalemos dos categorías para la obra hecha en ciudad: por una parte son
obras sobre cualquier tema —el amor, lo sagrado, la violencia—, y aquí la ciudad
es la gran divulgadora para que amplios públicos accedan a esos contenidos nue-
vos o eternos. Por otra parte, obras que se inspiran en la misma vida urbana y, así,
autorreflexivamente, el arte muestra a la ciudad en que se muestra. La obra así
revela, deja ver, algo esencial —de la ciudad o de sus habitantes—.
1 Wolfgang Welsch. Undoing aesthetics. Sage Publications. Londres, 1997. Pág. 121.
2 W. Welsch. Obra citada. Pág. 137.
Estrategias culturales en la renovación de las ciudades 141
3 Alfonso Reyes. Notas sobre la inteligencia americana. Serie Memoria de América Latina. Uni-
versidad Central de Venezuela. Caracas, 1983. Pág. 13.
4 José Jiménez. El final del eclipse. Fundación Telefónica. Madrid, 2001. Págs. 52-53.
5 Rafael Tomás Caldera. Ciudad posible. Publicado en Filosofías de la ciudad. Editorial Equinoc-
cio. Universidad Simón Bolívar. Caracas, 1991. Pág. 16.
142 Estrategias culturales en la renovación de las ciudades
Hay en las ciudades un arte que quiere llamar la atención, como si gritara “aquí
estoy, deténganse y mírenme”. Pero hay también un arte que parece quererse
casi desaparecido. El arte existe así entre el llamado más íntimo y aquel que
solo puede responderse en medio del gentío. Uno llama exacerbadamente a lo
visible y otro se vuelve casi-no-visible, difícil de adivinar en su ubicación, ca-
muflado en vitrinas y vallas, huella desvanecida sobre el pavimento o entierro
en un parque urbano. Murmullo frente a griterío.
Hay también un arte que levanta la voz como crítica. No es nuevo sino
cíclico, pues es en el corazón de las ciudades donde el espíritu romántico (y
ético, y político) que nunca muere señaló una y otra vez —espacial o metafóri-
camente— los máximos peligros. Es la ciudad que a modernos paradigmáticos
como Baudelaire inspirara tanto pastorales como contrapastorales, o la que
fuera para Walter Benjamin el ambivalente lugar donde alegrarse por la espe-
ranza social y a la vez donde lamentarse por la pérdida del aura armoniosa y el
advenimiento del shock agresor. La ciudad en nuestra América existe, más aún,
entre el sueño de la Utopía y el desbarrancadero que abisma.
Los ciudadanos de Sao Paulo o Caracas, La Asunción o Medellín, somos tam-
bién modernos en esta faceta del amor-odio, del regocijarnos y a la vez dolernos,
del descubrir —unos días con placer y otros con pesadumbre— que no podría-
mos ser de otro lugar porque estamos condenados a ser urbanos. El arte percibe y
ahonda estos antagonismos, poniéndolos delante para que nos demos cuenta de
una conducta que involucra a muchos, pues también en eso somos “semejantes”.
El arte en la calle de nuestros tiempos tanto construye como deconstruye.
Tanto le canta al ciudadano como le increpa. Tanto es capaz de hacer un vacío
benevolente en medio del caos como de considerar que solo agregando más
ruido al ruido o, en términos de Baudrillard, “más catástrofe a la catástrofe”6
puede el arte ser eficaz.
6 Jean Baudrillard. En conversación con María Elena Ramos. Publicada en Diálogos con el arte.
Editorial Equinoccio, Universidad Simón Bolívar. Caracas, 2007, Pág. 429.
Estrategias culturales en la renovación de las ciudades 143
zona con haces luminosos”.7 El arte cumple con frecuencia la función de esta
mirada afectiva de Benjamin: hace girar la cabeza del ciudadano para que mire,
también, sus rechazos y sus miedos.
VII- Un tiempo laxo y lábil, que se cuela entre los otros tiempos
urbanos
Lava lavandera, Colectivo Sociedad Civil, Lima Ponte una red, Diego Barboza, Londres
146 Estrategias culturales en la renovación de las ciudades
10 Teodoro Adorno. Citado por G. Zarone en Metafísica de la ciudad. Encanto utópico y desen-
canto metropolitano. Pág. 15.
Estrategias culturales en la renovación de las ciudades 147
y luego las entregaron en la Biblioteca Luis Ángel Arango para crear una
instalación. Dice la artista: “Ser ángel por un día a través de las alas como
símbolo de inocencia, fue el señalamiento de una infancia profanada, del
sacrificio diario de los juegos y de las risas. Y un homenaje a estos niños”.
• El ambiente natural de cada ciudad fue tema eterno de los pintores y hoy
lo es de intervenciones efímeras. Allí está el mar para los artistas de Las
Antillas; la montaña del Ávila para los caraqueños. En Medellín el colectivo
Urbe rememora con proyecciones la cristalinidad del río, antes de que se
convirtiera en recolector de desechos.
• En La Habana Intramuros, Carlos Garaicoa toma la arquitectura, dejando
constancia para los habitantes tanto de su belleza como de su ruina. E in-
cluye también la zona demolida de La Hoyada, en Caracas, como parte de
sus seguimientos de otras urbes latinoamericanas.
• En el encuentro ArteCidade, Vito Acconci hace containers con baños para
quienes malviven en las calles de Sao Paulo. Dice Aracy Amaral, crítica brasile-
ra: “Este grito que es Arte-Cidade IV, que expone los intestinos de la ciudad (y
huelen mal... o nos asombran por su vitalidad) es un proyecto sin término”.
• El mexicano Francis Alys empuja un bloque de hielo que se va deshacien-
do. Capta otra esencia urbana: la del andar, la de ir haciendo el camino con
el cuerpo en movimiento. El mismo artista, en otra acción, va dejando caer
un hilo de pintura fresca, como señal del recorrido durante su desplaza-
miento. Alys muestra el tiempo actuando sobre el espacio.
Estrategias culturales en la renovación de las ciudades 149
Resumen
I. Territorio, nación
han tenido como referente a esta región mestiza con raíces indígenas. Han
mirado hacia una Europa decimonónica y solo en las últimas décadas hacia
Estados Unidos de Norteamérica. En los últimos tiempos y apoyado por una
fuerte irrupción y ampliación de los medios de comunicación de masas, se ha
tendido a integrar a la cultura popular, una serie de prácticas de más diversas
procedencias.
Respecto de la generación de conciencia patrimonial local y nacional, han
sido históricamente las instituciones las maniatadas a asumir este rol, a dife-
rencia de las comunidades que no cuentan con un protagonismo destacable
en este ámbito. Las instituciones más relevantes en esta proyección han sido
las iglesias, las Fuerzas Armadas, el Estado y algunas colonias europeas de in-
migrantes. Solo recientemente se observan agrupamientos instrumentales aso-
ciados a la defensa de ciertas expresiones identitarias territoriales amenazadas.
Ahora bien, cuando hablamos de identidad y de proyecto común, nos re-
ferimos a lo que una comunidad percibe, desea y piensa en colectivo. Solo en
ese ejercicio, nos transformamos en parte de una entelequia que abraza, integra
y protege. A esto le hemos llamado nación. Esta ilusión de pertenencia ha sido
un rasgo que ha acompañado a la especie desde siempre, pero más allá de esta
pulsión de pertenencia, surgen las preguntas: ¿Estamos en un momento en que
debamos volver a mirarnos en el espejo del prójimo? ¿A quién debemos invitar
a apalabrar los sueños que nos unifican? ¿Cuál es la forma de compartirlos?
¿Son las instituciones o los grupos los más significativos en el instante en que
intentamos materializar esta ilusión? Es decir, si creemos que la cultura y los
símbolos compartidos deben renovarse, es importante decidir a quién encar-
gamos la tarea.
La conformación del constructo ser chileno demoró más de un siglo en
ser caracterizado e identificado de manera masiva por parte de la población
y su simbología fue siempre estimulada y forzada por y desde los gobiernos
centrales. Los mecanismos que se utilizaron para lograr que la heterogeneidad
de la población pos-colonial se viera reflejada en el espejo de la chilenidad y se
diferenciara del ser peruano o argentino fueron muchos, incluidas las guerras
fronterizas que se prolongaron hasta el siglo que acaba de cerrar sus humanas
y occidentales puertas, constituyéndose en conflictos con una clara dimensión
“cultural”.
Para el caso chileno, el componente cohesionador a lo largo del siglo XX
fue el territorio. Otros factores, como las políticas y los gobiernos autoritarios,
han diseminado divisiones sociales; otros eventos traumáticos y magmáticos
de la tierra como terremotos y maremotos, han generado importantes des-
plazamientos humanos que han fusionado tradiciones culturales y han gene-
rado una fuerte impronta de desapego material. Otros procesos largamente
construidos, como el centralismo o el caciquismo, han debilitado la imagen
Estrategias culturales en la renovación de las ciudades 155
del ser nacional fragmentándola y haciendo emerger una y otra vez pequeños
señoríos en cada territorio que se siente marginado, excluido o invisibilizado.
Sin embargo, lo que siempre ha quedado como suma de las partes ha sido la
pertenencia a este territorio que con su columna vertebral andina mira algo
ensimismado al inmenso océano Pacífico.
sión del siglo XX, la salvaguarda de los derechos sociales, que enfatizan la seguri-
dad económica y social, con lo cual se posibilitarían las condiciones materiales
para la realización con equidad de la participación ciudadana. Los derechos cul-
turales de cuarta generación cumplirían finalmente los ideales de lograr la par-
ticipación cabal de los ciudadanos en los asuntos centrales de su comunidad.
Reclama, que en una democracia, la justicia social demanda por la equidad entre
todos los ciudadanos, aún cuando existan diferencias como la raza, clase, género u
orientación sexual que potencialmente puedan ser utilizados para hacer a ciertas
personas menos iguales o inferiores que otras. La noción de pertenencia significa la
membrecía cabal en el grupo y la habilidad para influir en el propio destino al tener
una voz significativa en las decisiones básicas. (Aceves:2001)
Antecedentes y proceso
“Ciudadanía Cultural:
Una carta de navegación hacia el futuro”
Conferencia Intergubernamental
sobre Políticas Culturales, 1998
2 La División de Cultura fue el organismo estatal que tuvo a cargo la definición de políticas
públicas así como la implementación de programas y proyectos de extensión y fomento a
la cultura artística. Tenía representación descentralizada en todas las regiones del país y
actualmente ha sido reemplazada por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, cuya
autoridad máxima cuenta con rango ministerial.
Estrategias culturales en la renovación de las ciudades 159
En una línea de análisis de discurso, es posible señalar que los temas reite-
rados se agrupan en seis grandes ámbitos:
• Institucionalidad cultural
• Financiamiento
• Infraestructura, patrimonio e identidad cultural
• Educación artística y capacitación en gestión cultural
• Pueblos originarios y jóvenes
• Chile cultural en el exterior
Tipos de cabildos:
4 Esta fue la frase de convocatoria que se desplegó por todo el territorio y la que orientaba a
iniciar un diálogo muy abierto a las aspiraciones y expectativas culturales más sentidas de
la población.
Estrategias culturales en la renovación de las ciudades 161
Estos son los acuerdos principales con carácter de compromiso que adqui-
rieron los asistentes y que fueron presentados al Presidente de la República:
Esta imagen y práctica del orden social común ha cambiado en los últimos vein-
ticinco años. La ruptura del matrimonio exclusivo y dependiente de la sociedad con el
Estado es un rasgo fuerte de esta época. Ni el Estado ni la política definen y sustentan
8 Roberto Matta es un connotado artista plástico de origen chileno, que residió en Francia
hasta su muerte, pero que mantuvo un contacto fluido con su país de origen.
Estrategias culturales en la renovación de las ciudades 167
ya por sí solos el orden social común, ni los actores sociales dependen de ellos para
existir socialmente. Este cambio no es el resultado de un movimiento emancipatorio
de los actores sociales. Ha dependido más bien de la decisión del Estado bajo la dic-
tadura de entregar la organización de la sociedad al Mercado y bajo la transición de
entregarla a las dinámicas de la modernización. En este cambio la sociedad misma
va a rezago.
El Mercado y las modernizaciones institucionales —desde la reforma judicial a
la doble jornada escolar, pasando por las nuevas carreteras concesionadas— aportan
sin duda nuevas oportunidades y nuevas relaciones a los individuos. Pero ellas se han
mostrado empíricamente débiles para proporcionar una imagen de orden colectivo. No
ofrecen un lenguaje público, tienen dificultades para promover vínculos de confianza y
cooperación, o una práctica de responsabilidades sociales, o una estructura confiable de
protección social. Es decir, ya por principio o por opción, ni el Mercado ni las moderni-
zaciones (del Estado) son suficientes para construir los materiales estrictamente sociales
que requieren la integración, el desarrollo y la democracia. (Güell:2001)
Bibliografía
Mi ponencia tiene que ver con Caracas, solo que me voy a permitir hacer una
disgresión inicial que sirve de marco para hablar de un tema fundamental: la
revalorización del suelo urbano a partir de las actuaciones de mejoramiento del
espacio público y equipamientos para sus ciudadanos.
Estoy convencido de que una verdadera renovación urbana, de este nuevo
siglo, no puede atender solo a la lógica de la ciudad como máquina de consu-
mo, como espacio de libre crecimiento del capital inmobiliario, sino que debe
obedecer a la demanda intrínseca de individuos y colectivos que aspiran a que
se reconozca su derecho a la ciudad, lo cual implica, en primer lugar, el derecho a
tener una vivienda digna en un entorno digno, que forme parte de la ciudad y no
sea un simple apéndice de esta. Pienso que toda intervención que apunte, directa
o indirectamente, a la exclusión y expulsión de los que no engranan en esa lógica,
no asume como suya la transformación democrática de la ciudad, sino que entien-
de esta como simple repertorio de imágenes legibles y escenas urbanas potables
que terminan escamoteando los conflictos reales, presentes en el cuerpo social.
No podemos “pacificar” la vida urbana sin transformar su contextura social y sin
abrir espacios para conocer, comprender y resolver sus conflictos.
Voy a la disgresión:
En el número 10 de la calle Bolívar, entre las estaciones Lesseps y Vallcarca,
en Barcelona (España), hay un bar casi clandestino, La Reina de África. En él,
el primer jueves de cada mes, desde hace ya varios años, Manuel Delgado Ruiz,
un antropólogo catalán con su variopinta cohorte de des-adaptados, realizan
las sesiones de Escopofilia, jornadas de muestra y discusión de fragmentos cine-
matográficos y videográficos que por lo general sirven para reflexionar en rela-
ción con temas urbanos, como el de los inmigrantes, siempre como resistencia
a la idea de una ciudad higiénica, controladora, excluyente, y contra la ciudad
como máquina de renta especulativa. Ayer, jueves 6 de noviembre, presenta-
ron fragmentos de varias películas: Fuego en Castilla (1958), Plaga zombie: zona
mutante (2001), Todas las mañanas del mundo (1991), La paz empieza nunca
(1960), The Art of Living (1997)… esta podría ser una de las últimas sesiones
en ese refugio. Nuevas intervenciones urbanas tienen pendiente transformar esa
174 Estrategias culturales en la renovación de las ciudades
calle de viejas casas en las que hay un par de bares más, que si bien no son
“clandestinos”, sin duda son de dudosa reputación.
No me extrañaría que la intervención sobre esta zona tenga como fin acabar con
esos focos perturbadores del paisaje, borrar del mapa esos lunares que afean la piel
y la nueva reputación barcelonesa, que se diseña y construye palmo a palmo, man-
zana a manzana, como ciudad de incalculable riqueza arquitectónica y cultural. No
me extrañaría porque con mis propios oídos escuché de un funcionario del Ayun-
tamiento de Barcelona en el año 2002, cuando se desarrollaban las intervenciones
urbanas para el Fórum de las Culturas 2004, que derribarían un par de edificios del
barrio La Mina porque habían detectado allí focos de operación del narcotráfico (La
Mina es un sector popular de grandes bloques de finales de los años 1960, cercano
a la Zona Fórum, con un 30% de población gitana y muchos problemas sociales).
Cierto es que el barrio necesitaba de nuevos equipamientos, mejorar sus espacios
públicos, y esto finalmente se consiguió, a pesar de algunas disconformidades. En
realidad lo que quiero es llamar la atención sobre el discurso en el que los proyectos
urbanos tienen algo de esa perversa mixtura entre las lógicas militar y médica: hay
sectores de la ciudad que están enfermos, la enfermedad es contagiosa —pobreza,
delincuencia, descontrol social— y, por tanto, hay que curarla amputando. Para ello
se realiza una suerte de “bombardeo quirúrgico”. De lo que se trata es de limpiar,
controlar, asegurar… eliminar coágulos que no permiten el veloz flujo de cuerpos
y capitales por la ciudad, eso ha animado históricamente la idea de intervenir en las
ciudades. Lo sabe la París de Haussman del siglo XIX y modestamente lo sabe nues-
tra Caracas de los años 1940, con la reurbanización de El Silencio.
El sociólogo Richard Sennett, en su libro Carne y piedra. El cuerpo y la ciudad
en la civilización occidental, luego de señalar los hallazgos de William Harvey en
1628, en relación con la circulación de la sangre en el cuerpo humano, y el uso de
esa metáfora circulatoria en las conjeturas de Adam Smith sobre el libre mercado,
Sennett dice:
guapa”, con mayor consumo. Eso ha pasado en muchas ciudades. Neil Smith,
en su ensayo “Nueva ciudad, nueva frontera: el Lower East Side como oeste,
salvaje oeste”, publicado en el libro Variaciones sobre un parque temático: La
nueva ciudad norteamericana y el fin del espacio público (Gustavo Gilli, España,
2001), pone en evidencia esas “avanzadas” que como “cabezas de playa” (la
retórica militar ha sido de uso explícito en las argumentaciones de algunos
promotores inmobiliarios norteamericanos), muchas veces inocentemente van
reconquistando el terreno para que luego intervenga el capital inmobiliario,
reformando, derribando y construyendo nuevos edificios o centros comercia-
les que, además, tienen un atractivo adicional: el de vivir o trabajar en zonas
fronterizas, un tanto salvajes pero pacificadas, donde se asiste al espectáculo
cosmopolita de la diferencia e incluso de una pobreza que ya no intimida por-
que ha quedado fuera de lugar.
Zonas como el barrio Alfama en Lisboa, Pelourinho en Salvador de Bahia,
o los barrios de Santa Caterina o el Born en el casco antiguo de Barcelona, son
muestras de ello. Aquí podríamos hablar del pueblo de El Hatillo. Sin ir muy
lejos, el casco de Chacao debe hacerles agua la boca a los promotores inmobi-
liarios ante las muchas bondades que ha incorporado a la vida cívica la inver-
sión municipal, para sacarles el jugo a terrenos y viejos edificios con alquileres
bajos que están amenazados o en procesos de desalojo.
Hay quienes dicen que la ciudad es el espacio público, y no les falta razón, por-
que esa expresión encarna un anhelo: el de la libertad del individuo en un contexto
societario, el de la movilidad y el anonimato. Y hay quienes dicen que la ciudad es
la vivienda, y creo que a estos les sobra razón, porque significa la posibilidad de
tener lugar, de hacer comunidad aunque sea de nexos superficiales, desde donde
la movilidad en la ciudad adquiere sentido. Soy partidario de que ambas ideas de
ciudad deben coexistir, negociar entre ellas. Porque la ciudad (como gran arte-
facto cultural) no debe ser del privilegio de unos grupos sociales que mantienen
a raya o expulsan a aquellos seres “redundantes”, que no producen ni consumen
lo suficiente como para justificar su presencia en el escenario urbano. Cabría pre-
guntarse si acaso tienen derecho a la ciudad solo quienes pueden consumir en
ella, y que, por tanto, a mayor consumo mayor ciudadanía.
Marshall Bermann, profesor norteamericano de teoría política y urbanismo
en Nueva York, que reivindica de una manera muy particular a Marx, en un ar-
tículo titulado “Los signos de la calle” (Aventuras marxistas, Siglo XXI de España
Editores, 2002) nos dice —y concuerda con la preocupación que señalaba Sen-
nett— que “Sería más productivo que, en vez de preguntar si la modernidad to-
davía puede producir obras maestras y revoluciones, nos preguntásemos si puede
generar fuentes y espacios de significado, libertad, dignidad, belleza, alegría, soli-
daridad (…) no podremos generar ideas que unan la vida de la gente si perdemos
el contacto con lo que son esas vidas. A menos que sepamos cómo reconocer a la
Estrategias culturales en la renovación de las ciudades 177
Muchos saben que desde hace varios años un pequeño grupo de correligio-
narios y yo nos hemos dedicado a patear y mostrar nuestra ciudad real, cotidia-
na. El extinto semanario enCaracas, cartografías del ocio y vida urbana, y más re-
cientemente la página dominical que publicamos en El Nacional, Caracas a pie,
han sido espacios, entre otras cosas, para reivindicar lugares que a la luz de los
medios y de temerosas conciencias, son indignos, impresentables. Ni siquiera
nos hemos dedicado a penetrar directamente en las zonas no representadas en
el mapa, y por tanto no reconocidas de nuestra ciudad. Poco hemos entrado
(por ahora) por los escenarios de la violencia dura. Más bien nos hemos de-
dicado a caminar buscando espacios fronterizos, a veces espacios que parecen
obvios, espacios olvidados por cierta clase media que los ve como degradados
y peligrosos. Nos la pasamos resaltando esa infernal y disfuncional cultura
del automóvil particular que interviene brutalmente los espacios de Caracas,
con más desparpajo e impunidad que los propios vendedores informales, que
han devenido en chivos expiatorios de muchas de nuestras omisiones e incon-
gruencias (recordemos, una vez más, el dato que habla de esta insensatez: cerca
de 25% de los viajes diarios de la ciudad se hacen en vehículo particular, pero
esos vehículos ocupan alrededor de las tres cuartas partes de las vías). Hemos
puesto en evidencia cierres ilegales de calles, con rejas y garitas. Hemos señala-
do la ausencia de puentes, reales y simbólicos, en nuestra ciudad. Y esto nos ha
abierto un espacio político en el marco de la revisión de eso que gruesamente
llamamos “cultura urbana”.
En una pasada ponencia que presenté en un seminario sobre movilidad,
aquí mismo en Chacao, decía que “la vida es política, y la política es ecología”,
que “aislarse, renunciar a la calle, es un acto contra natura” (porque la ciudad
no tiene sentido sino en el roce). A eso quiero agregar, para ahora sí entrar de
lleno en el tema de Caracas, que las prácticas culturales son también prácticas
políticas: pueden ser formas de exclusión o inclusión, en tanto que formas de
reconocimiento, entendimiento y negociación con lo mismo y con lo otro, pues
lo cultural es el producto directo de las dinámicas e interacciones sociales.
También son formas de poder que pueden asumirse para ordenar, controlar
desde la institucionalidad de la polis o para transformar espacios y relaciones
178 Estrategias culturales en la renovación de las ciudades
Chacao, que en principio pareciera que nada tiene que ver con barrios que no
sean los poquitos que hay en su municipio. La historia la cuenta la propia gente
de la comunidad, con información levantada por gente de la propia comunidad,
con fotografía participativa que recoge la imagen de estos barrios, con sus espacios
significativos, los de sus afectos, los que quisieran se transformaran para el bien
colectivo. Es la voz de la comunidad, es su memoria, no la visión que tiene Cultura
Chacao de esos barrios. Cultura Chacao solo se limitó a servir la mesa.
La otra experiencia, según desde donde se mire, tan osada como esta, es la
de la Red Metropolitana de Inquilinos, que está vinculada a otros movimientos
de pobladores. Lo que quiero señalar como un gesto relevante es que cada
vez que hay acciones de desalojo en la ciudad de Caracas, la gente de la Red
se moviliza para evitarlo. Esta red está conformada por gente que proviene de
barrios, pero también de urbanizaciones como Colinas de Bello Monte, Las
Acacias, Chacao, entre otras, por profesionales, activistas, miembros de colec-
tivos artísticos y ONG relacionadas con el tema del hábitat. Lo singular, a con-
tramarcha de la experiencia que señalé anteriormente, es que gente de algunos
barrios que forman parte de esta red se movilicen a defender el derecho a la
vivienda de unos desconocidos que viven en urbanizaciones de clase media.
Probablemente a muchos les horrorice estas acciones, que traen a colación el
tema de la propiedad de los inmuebles y el uso del suelo urbano, pero a mí
me parece un signo relevante porque nos habla de una posibilidad: traspasar
la barrera de la comunidad de los míos para luchar por los derechos de otros que
desconozco, sin importar en qué espacio de la ciudad se encuentren.
Gladys Villarroel, educadora e investigadora en ciencias sociales venezola-
na, señala en un papel de trabajo para justificar la inclusión de las variables re-
feridas a “confianza social” o “confianza interpersonal” en algunas investigacio-
nes de campo, que “Muchas de las carencias y debilidades de la cultura política
en América Latina se han atribuido a la falta de ‘confianza interpersonal’ (...)
Para que la justicia social pueda alcanzarse, de una manera o de la otra, se ne-
cesita que estemos dispuestos a sacrificarnos por personas anónimas a quienes
no conocemos, a las que, con seguridad, nunca conoceremos, y cuyo estilo de
vida, etnia o religión es completamente diferente al nuestro”. Y esta “confianza
social” se ha demostrado (Inglehart mediante) que se relaciona positivamente
con el producto interno bruto y con la democracia.
En la sociedad moderna, y Caracas no ha estado exenta de participar de
este festín, nos vendieron la idea de que cada quien debía resolver sus propios
problemas, a pesar de que muchos de estos fuesen sistémicos. Por eso, como
señala en su blog el periodista Héctor Bujanda, “un sector del planeta, imbuido
en esta profunda ‘personalización’, no comprende la dimensión política que ya
se encuentra en curso: o desconoce los problemas sistémicos, y le angustia no
poder resolverlos de manera personal; o desconoce cualquier política sistémica
Estrategias culturales en la renovación de las ciudades 181
Muchas veces la iniciativa cultural en los barrios se improvisa desde el seno de la propia comunidad,
como esta tarima en Los Frailes de Catia
Sociólogo con Maestría en Sociología (École des Hautes Études en Sciences Sociales,
Universidad de París). Director del área Comunicación y Cultura de la FLACSO-Argentina.
Profesor Titular de Sociología Política en la UBA, donde fue director de la carrera de Ciencias
de la Comunicación (1996-1997). Director del posgrado internacional Gestión y Política en
Cultura y Comunicación de la FLACSO. Ha publicado tres tomos sobre Consumos Culturales
en Argentina (2004-2006) y ha escrito numerosos artículos y capítulos de libros sobre cultura
y comunicación, derechos humanos, cultura política, nuevas tecnologías en la educación.
Forma parte del directorio de Educ.ar, el portal educativo del Ministerio de Educación de la
Argentina.
MÓNICA LACARRIEU
Doctora en Antropología Social (UBA). Directora del Programa Antropología de la Cultura
(ICA-UBA). Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas
(CONICET). Profesora de la Universidad de Buenos Aires. Directora de los Proyectos “Cultura
y Territorio” (UBA) y “Etnografía de los espacios públicos urbanos” (CONICET). Consultora
de UNESCO en temas de patrimonio cultural inmaterial y turismo cultural. Es directora del
Proyecto de Cooperación Internacional Conicet-CNRS “La puesta en juego del patrimonio
en la configuración de los barrios en París, Buenos Aires, Moscú, Venecia”. Dicta cursos de
posgrado a nivel nacional e internacional y cuenta con numerosas publicaciones en el área de
cultura y ciudades.
FÉLIX MANITO
Licenciado en Geografía e Historia y máster en Gestión Cultural (Universidad de Barcelona).
Licenciado en Ciencias de la Información (Universidad Autónoma de Barcelona). Fundador
y director de Kreanta, Cultura, Conocimiento, Comunicación S. L., empresa de consultoría
especializada en planificación estratégica, participación ciudadana y comunicación corporativa
en los ámbitos de cultura, educación y gobierno local. Profesor de la Universitat Oberta de
Catalunya. Autor de diversas publicaciones y estudios sobre políticas culturales. Recientemente
ha publicado los libros Cultura y estrategia de ciudad. La centralidad del sector cultural en la
agenda local (2007) y Planificación estratégica de la cultura en España (2008).
JORGE MELGUIZO
DIANA LÓPEZ
Gestora cultural, artista plástico y promotora de cultura ciudadana. Egresada del San Francisco
Art Institute, E.E.U.U. Con formación académica en el programa PS1 del Museum of Modern
Art (MoMA), Nueva York, y el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA),
Caracas. Desde 1991 expone en el circuito artístico nacional e internacional y colabora en
el impulso y formación de jóvenes artistas venezolanos a través del Laboratorio de Arte
Contemporáneo. A partir del año 2002 participa en la conceptualización y desarrollo de
políticas públicas en las áreas de cultura y turismo del municipio Chacao. Es presidenta
ejecutiva de la Fundación Chacao para la Cultura y el Turismo (Cultura Chacao), institución
que ha diseñado programas como Arte en la Calle, Turismo y Comunidad; ha creado nuevos
espacios como la Biblioteca Los Palos Grandes y el Centro Cultural Chacao; y ha generado
programas de cultura ciudadana como eje transversal para el desarrollo social.
GONZALO ORTIZ
Periodista (Universidad Central del Ecuador) y docente universitario. Maestría en Ciencias Sociales
(Instituto de Estudios Sociales de Holanda, 1977). Ha ejercido en el diario El Tiempo (1967-1968);
en la revista Mensajero (1969-1975); fue fundador y editor jefe del diario Hoy (1981-1988) y
director latinoamericano de la agencia Inter Press Service (1992-1996), en Costa Rica y Uruguay.
Fue gerente general de noticias de Ecuavisa; de Telesistema; y columnista del diario El Comercio.
Ha sido profesor y subdecano de la Facultad de Economía de la Pontificia Universidad Católica
del Ecuador (PUCE). Fue concejal metropolitano de Quito (2003-2007) en representación de la
Izquierda Democrática; y secretario general de la Administración Pública (1990-1992) y secretario
nacional de Comunicación Social (1988-89), durante el gobierno del Presidente Rodrigo Borja.
LILIANA LÓPEZ
Consultora en construcción de ciudadanía, políticas culturales, desarrollo institucional y
responsabilidad social empresarial. Directora de las Fábricas de Artes y Oficios (Faro) en la
Ciudad de México.
JOSÉ CARVAJAL
Periodista (Universidad Central de Venezuela). Maestría en Diseño y Espacio Público (Elisava
Escuela de Diseño, Barcelona, España, 2003). Co-autor de “Tarjeta postal, viaje interrumpido”,
exposición Tour-ismes, la derrota de la dissensió (Fundació Antoni Tàpies, Barcelona, España,
2004). Conceptualizador del semanario enCaracas, cartografías del ocio y vida urbana
(2004-2005). Editor de la serie “Historias de la Comunidad” (Cultura Chacao, 2008). Editor
del Plan Estratégico Caracas Metropolitana 2020 (IMUTC, Alcaldía Metropolitana de Caracas,
2011). Co-autor del libro Caracas a pie (2012) con las cien primeras ediciones de la sección
que publica en El Nacional desde 2007.