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Que es la fábula

La fábula es un tipo de relato breve de ficción, a menudo


protagonizada por animales u objetos personificados, que tiene
una intención didáctica y moralizante. Por eso, suele estar
acompañado de una moraleja, es decir, una enseñanza explícita
sobre la interpretación del relato.

Este género literario sirve para divulgar y enseñar valores, así como
para sancionar aquellas conductas que resultan antisociales.
La fábula es un género muy antiguo. En Grecia encontramos los
registros escritos más antiguos, recopilados en la célebre
obra Fábulas de Esopo.

La palabra fábula procede del latín fabŭla, que tiene el mismo origen
que "habla". De allí que el término se relacione con el acto de contar
historias, normalmente inventadas, es decir, de ficción.

Características de la fábula
Dentro de los rasgos más característicos de las fábulas, podemos
mencionar los siguientes:

• Son populares;
• Son breves;
• Pueden comunicarse en verso o en prosa;
• El orden del relato es lineal, sin saltos temporales;
• Son educativas o moralizantes;
• Son atemporales;
• Los personajes representan arquetipos;
• Predominan los personajes de animales u objetos humanizados
(personificados), aunque también hay fábulas con personajes
humanos y divinos.
Estructura de la fábula
En términos generales, se conocen las siguientes partes de la fábula o
estructura del relato:

• Situación inicial;
• Conflicto;
• Desenlace o solución;
• Moraleja (esta puede ir antes o después del relato).
Elementos de la fábula
La fábula posee los siguientes elementos:

• Narrador en tercera persona, el cual actúa también como un


sancionador;
• Personajes (humanos, divinos, animales u objetos animados);
• Acontecimientos.
Tipos de fábula
Existen diversos tipos de fábula. Vamos a conocer los más difundidos:

Según el tipo de relato.


• Fábulas de situación: son aquellas fábulas en que un
personaje se enfrenta solo a un dilema, mientras otro que lo
observa sanciona la escena sin participar en ella.
• Fábulas agonales: consta de tres momentos. Primero, la
situación inicial donde dos personajes; segundo, el agón o
evaluación donde cada personaje expresa su posición; tercero,
la enseñanza o conclusión. Por ejemplo, El hombre y la culebra,
de Esopo.
• Fábulas etiológicas: son aquellas fábulas de muy breve
duración, que se encabezan o rematan con una moraleja. Por
ejemplo, Los cuadrúpedos y las aves, de Esopo.
Según el tipo de personajes:
• Fábulas mitológicas: protagonizadas por dioses. Suelen
relacionarse a los mitos. Por ejemplo, Fábula de Píramo y Tisbe,
de Luis de Góngora.
• Fábulas humanas: protagonizadas por personajes humanos.
Por ejemplo, El pastor mentiroso, de Esopo.
• Fábulas animales: protagonizadas por animales humanizados.
Por ejemplo, El cuervo y la zorra, de Esopo.
• Fábulas del reino vegetal: son aquellas protagonizadas por
plantas. Por ejemplo, El abeto y el espino, de Esopo.
• Fábulas de objetos inanimados o seres inertes: aquellas
donde los objetos se animan. Por ejemplo, El clavo y la pared,
de Esopo.
Ejemplos de fábula
Son muchos los ejemplos que podemos mencionar de las fábulas.
Algunos de ellos siguen formando parte de la cultural popular y son
ampliamente conocidos. Entre las fábulas más difundidas de Esopo,
podemos mencionar El león y el ratón, La zorra y las uvas y La liebre y
la tortuga.

En el relato de La liebre y la tortuga, por ejemplo, una liebre y una


tortuga compiten en una carrera. La liebre, confiada de más en sus
habilidades naturales para correr, se entretiene por el camino y se
descuida. La tortuga, menos ágil, acaba ganando la carrera por su
constancia y disciplina.

Las fábulas fueron muy importantes en la literatura medieval y


renacentista, así como en el Siglo de Oro español. Por
ejemplo, Fábula de Polifemo y Galatea, escrita por Luis de Góngora.

EjemplosNecesitas ejemplos. Los tenemos.

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Las fábulas son textos literarios de corta extensión con un contenido
educativo o ejemplificador. Por lo general, están destinadas a los niños
y niñas, por lo cual desempeñan un rol importante dentro de la
literatura infantil. Son textos con una finalidad didáctica que estimula la
curiosidad, la reflexión y la adquisición de valores, y suelen ser de
transmisión oral.

Los personajes de las fábulas son animales o seres inanimados que


realizan acciones propias de los humanos, es decir que están
personificados. De esta forma, permiten analizar distintas virtudes y
defectos de las personas de una manera pedagógica, a fin de
transmitir una reflexión moral, que suele ser la moraleja. Esta puede
aparecer de manera explícita en una frase final, o bien ser implícita,
para que la deduzca el receptor.

Ver además: Fábulas con moraleja para niños


Origen y evolución de la fábula
El origen de la fábula se sitúa en Oriente, particularmente en la India,
donde ciertas culturas buscaban difundir entre los hijos de los nobles
valores y virtudes que los ayudaran a convertirse en buenos
gobernantes.

Luego, a través de los viajeros, se fueron transmitiendo a Europa. En


Grecia, Esopo fue uno de los cultores más destacados del género,
mientras que, en Roma, Horacio y Fedro se han inspirado en muchos
de sus textos para escribir los propios.

Luego, la fábula se difundió en todo el mundo a través de las distintas


campañas de conquista, y llega a la actualidad conservando sus
características originales, tanto en lo que respecta a sus elementos
formales como a su voluntad moralizante.
Estructura de las fábulas
Las fábulas constituyen también la expresión mínima de algunas
cuestiones relativas a los textos narrativos; su corta extensión hace
que los relatos deban condensar rápidamente sus elementos
principales:

Introducción. Se presentan los personajes, el tiempo y el lugar, y las


primeras acciones que llevarán al conflicto principal.
Nudo. Se detalla lo que les sucede a los personajes, es el problema al
que deben enfrentarse.
Desenlace. Se resuelve el conflicto que se presentó en el nudo y se da
cierre a la historia.
Moraleja. Se transmite una lección o enseñanza moral relacionada con
el valor que se busca ejemplificar.
Puede servirte: Introducción, nudo y desenlace
Ejemplos de fábulas cortas
El lobo con piel de cordero
Para poder comerse a los corderos del rebaño, un lobo decidió
meterse dentro de una piel de cordero y despistar al pastor. De esta
manera, al atardecer, el granjero lo llevó junto al rebaño y cerró la
puerta del corral para que no pudiera entrar ningún lobo. Sin embargo,
a la noche el pastor entró al corral para tomar un cordero para la cena
del día siguiente. Así, tomó al lobo creyendo que era un cordero y lo
sacrificó al instante.

Moraleja: Quien hace el engaño recibe el daño.

El perro y su reflejo
Había una vez un perro que estaba cruzando un lago. Al hacerlo,
llevaba una presa bastante grande en su boca. Mientras lo cruzaba, se
vio a sí mismo en el reflejo del agua. Creyendo que era otro perro, y al
ver el enorme trozo de carne que llevaba, se lanzó a arrebatársela. Sin
embargo, al querer quitarle la presa a su propio reflejo, perdió la presa
que tenía en su boca y se quedó sin nada.

Moraleja: La ambición de tenerlo todo nos puede llevar a perder lo que


hemos logrado.

Pedro y el lobo
Pedro solía divertirse burlándose de sus vecinos, pues gritaba
diciendo que había un lobo y cuando todos iban a socorrerlo se reía y
les decía que había sido una mentira. Un día, verdaderamente vino un
lobo y quiso atacar a su rebaño. El problema fue que cuando Pedro
comenzó a pedir auxilio, nadie le creyó, por lo cual el lobo acabó por
comerse a todas sus ovejas.

Moraleja: No debemos mentir, pues si no nadie nos creerá cuando


digamos la verdad.

La zorra y las uvas


Una zorra tenía hambre y vio un enorme racimo de uvas colgando de
una vid. Se acercó e intentó llegar a ellas, pero por más que se
esforzó, no logró ni siquiera rozarlas. Al darse cuenta de que no podría
alcanzarlas, se alejó del lugar, en medio de una gran frustración,
exclamando: “Esas uvas estaban tan verdes que seguramente sabían
mal, ¡ni siquiera las quería!”.
Moraleja: Si no logramos alcanzar una meta, no debemos
menospreciarla ni culpar a otras personas o a las circunstancias por
nuestros planes fallidos.

La liebre y la tortuga
La liebre siempre se burlaba de la tortuga por su lentitud. Un día, la
tortuga, cansada de su actitud, la desafió a correr una carrera. La
liebre, entre risas y muy segura de sí misma, aceptó el duelo. Cuando
comenzó la carrera, ella salió a toda prisa y la tortuga hizo lo propio
con su lento andar. Como la liebre daba por descontado que ganaría
ella, decidió dormir una siesta poco antes de llegar a la meta. Cuando
despertó, se dio cuenta de que se había dormido demasiado tiempo y
que la tortuga estaba a dos pasos de llegar. Corrió a toda velocidad
pero no hizo a tiempo, por lo cual la tortuga ganó la carrera y fue
ovacionada por los animales del bosque.

Moraleja: La vanidad y la soberbia nos pueden jugar una mala pasada,


y nunca debemos subestimar o burlarnos de aquellos que no tienen
las mismas habilidades que nosotros.

La gallina de los huevos de oro


Una pareja de granjeros muy pobres compró un día la gallina más
grande y linda que había en el mercado. A la mañana siguiente,
cuando fueron al gallinero a buscar los huevos, se encontraron con
una sorpresa: ¡había puesto un huevo de oro! La pareja no salía de su
asombro, y más cuando vieron que este extraño suceso se repetía día
tras día. Así fue como se volvieron ricos, hasta que, presos de la
codicia, se les ocurrió matar a la gallina para no tener que esperar a
que pusiera un huevo por día, y entonces acceder a la fuente de toda
esa riqueza de una vez por todas. Lo hicieron, pero cuando mataron y
abrieron a la gallina no encontraron nada.
Moraleja: La codicia y la avaricia nunca son buenas consejeras, pues
nos pueden llevar a perder lo que tenemos.

La cigarra y la hormiga
La cigarra disfrutaba muy tranquila del verano, mientras veía a la
hormiga trabajar duramente, recogiendo alimentos para el invierno.
Aunque le aconsejaba a la cigarra que dejara de ser tan holgazana e
hiciera lo mismo que ella, esta no hacía caso y seguía cantando muy
despreocupada bajo el sol. Un día, el invierno llegó, y la cigarra se
encontró a la intemperie, muerta de frío y sin alimento. Decidió
entonces acercarse a la casa de la hormiga y pedirle ayuda, pero ella
le respondió: “Mientras yo trabajaba, tú no hacías nada, mira ahora
cómo estamos”. Y diciendo esto, le cerró la puerta en la cara. La
cigarra se fue cabizbaja, pero aprendió la lección.

Moraleja: Debemos repartir el tiempo entre el trabajo y el ocio, y ser


precavidos para los tiempos difíciles, porque todo puede cambiar de
un día para otro.

El ratón y el león
Un día el león se disponía a descansar luego de un largo día de caza.
Se echó debajo de un árbol, y en cuanto estaba por dormirse sintió
una molestia en la nariz. Cuando abrió los ojos, vio que se trataba de
un ratón, entonces se dispuso a comerlo para poder descansar de una
buena vez. En ese momento, el ratoncito le suplicó que no lo hiciera,
que si lo dejaba ir algún día se lo compensaría. Entre risas, el león lo
dejó escapar, incrédulo de esa promesa. Tiempo después, el león
quedó atrapado en la red de un cazador. Comenzó a gritar
desesperado y el ratón lo escuchó. Así fue como se acercó y, con sus
filosos dientes, pudo romper la red y salvar al león de su captor.
Moraleja: Las buenas acciones tienen su retribución, y una ayuda
puede provenir de quienes menos lo esperamos.

La rana y el escorpión
Un día descansaba la rana a la orilla de un río cuando vio que se
acercaba un escorpión. Atemorizada, se puso en guardia. Cuando lo
tuvo enfrente, el escorpión le pidió si por favor podía cruzarlo en su
lomo porque necesitaba llegar a la otra orilla. La rana desconfió, pero
la convenció cuando comprendió que si el escorpión la picaba, ambos
morirían ahogados. Así fue como lo subió a su lomo y comenzó a
nadar a través del río. En medio del camino, sintió un profundo
pinchazo en su lomo y se dio cuenta de que el escorpión la había
picado. Cuando le preguntó por qué lo había hecho, puesto que ahora
los dos morirían, el escorpión, mientras se hundían, le respondió: “No
pude evitarlo, está en mi naturaleza”.

Moraleja: Los demás no tienen por qué actuar como lo haríamos


nosotros: aunque alguien muestre buenas intenciones, los rasgos que
forman parte de su naturaleza no cambian.

El caballo y el asno
Un campesino tenía un caballo y un asno que usaba como animales
de carga. Un día, los dos iban con mucho peso en el lomo hacia la
ciudad, y el asno ya no podía resistir más, por lo cual le pidió al caballo
que lo ayudara con su carga. El caballo, indiferente, hizo oídos sordos
al pedido, y unos minutos después el asno cayó derrotado y murió al
instante. Entonces, el campesino tomó toda su carga y la puso encima
del caballo, a lo que sumó también la piel del asno. Así, el caballo, por
no haber querido ayudarlo, debió cargar con todo el peso el resto del
camino.
Moraleja: Siempre debemos ayudar al prójimo, pues de no hacerlo, de
un modo u otro, terminamos perjudicándonos a nosotros mismos.

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