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BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA

PREPARATORIA URBANA ENRIQUE CABRERA BARROSO

HISTORIA UNIVERSAL

MAESTRO: JUAN FIDEL PEREZ ESPINOZA

ALUMNO: ANA ASERET MORA ARGÜELLO

GRUPO: A-I-1

FECHA DE ENTREGA: 24 DE OCTUBRE


LIBERALES VS. MONARQUISTAS

Que es el liberalismo

El liberalismo es una doctrina que se basa en la defensa de las iniciativas


individuales y que busca limitar la intervención del Estado en la vida económica,
social y cultural.

Se trata de un sistema filosófico y político que promueve las libertades civiles y


que se opone al despotismo. La democracia representativa y los principios
republicanos se basan en las doctrinas liberales.

Aunque suele hablarse del liberalismo como un todo uniforme, es posible distinguir
entre distintos tipos de liberalismo. El liberalismo económico es el más difundido
ya que es defendido por las grandes corporaciones y los grupos económicos más
fuertes. Se basa en limitar la intromisión estatal en las relaciones comerciales,
promulgando la reducción de los impuestos y eliminando las regulaciones.
El liberalismo económico cree que, al no intervenir el Estado, se garantiza la
igualdad de condiciones y se establece un mercado de competencia perfecta. La
falta de intervención del Estado, sin embargo, no permite la ayuda social (se
cancelan los subsidios, por ejemplo).
El liberalismo social, por su parte, defiende la libertad en las conductas privadas
de los individuos y en sus relaciones sociales. La legalización del consumo de
drogas está avalada por el liberalismo social.
El liberalismo político, por último, entrega el poder a los ciudadanos, quienes
eligen a sus representantes de manera libre y soberana. Los funcionarios
estatales, por lo tanto, son elegidos por el poder popular de la democracia.

Cada una de estas doctrinas del liberalismo, por supuesto, cuenta con variantes y
defensores más o menos acérrimos de las libertades promovidas.

Con respecto a la historia del liberalismo, podemos decir que abarca


aproximadamente los cuatro siglos más recientes, con su comienzo alrededor de
la Revolución francesa, a modo de una doctrina general o movimiento que
buscaba responder a las guerras religiosas que habían tenido lugar en el
continente europeo a lo largo de los siglos XVI y XVII. De todos modos, es
necesario señalar que sus antecedentes más remotos se hallan en la Edad Media,
la cual comprendió aproximadamente un milenio, entre los siglos V y XV.
Las bases intelectuales del liberalismo se deben al trabajo del filósofo John Locke,
uno de los pensadores ingleses más importantes del siglo XVII. Uno de los puntos
a destacar fue que impulsó con fuerza la Ilustración, el movimiento intelectual y
cultural nacido a mediados del 1800 con el propósito de cuestionar
las tradiciones preexistentes de los gobiernos y el pueblo. La unión de éstas y
otras ideas dio lugar al surgimiento de fuertes movimientos de naturaleza
revolucionaria que pusieron fin a varios regímenes anticuados de muchos países,
en especial de Europa, Latinoamérica y Norteamérica.
Recién a mediados del siglo XVIII con la Revolución de las Trece
Colonias (también conocida como la Revolución Estadounidense), un proceso de
descolonización que supuso varios cambios que dieron lugar al surgimiento de la
nación que hoy en día conocemos como Estados Unidos de América, se vislumbró
la primera manifestación sólida del liberalismo, que poco tiempo más tarde
adquirió un alcance mundial para oponerse al viejo orden en el contexto de la
Revolución francesa.
Se habla de liberalismo clásico para agrupar las ideas políticas que aparecieron a
lo largo de los siglos XVII y XVIII, y de hecho a John Locke se lo considera el
padre de este fenómeno que se opuso al absolutismo del poder, a los privilegios
de los aristócratas y a que el Estado interviniese en los temas civiles.

Los liberales clásicos respetaban sobre todo el libre mercado y los derechos
civiles. Con la llegada del siglo XXI, son muchos los países que apoyan las
democracias liberales, donde encontramos conceptos tales como la sociedad
pluralista y las elecciones libres.

Revoluciones liberales europeas


Las revoluciones liberales son las revoluciones que se sucedieron al comienzo de
la Edad Contemporánea, es decir, a lo largo del siglo XIX. Ello, con el fin de
acabar con el absolutismo y el despotismo de las monarquías absolutas. A su vez,
con ellas se buscaba la adquisición de nuevos derechos y libertades, dado que,
bajo los regímenes anteriores, estos estaban bastante limitados.

La Revolución Industrial también detenta un papel clave. Las nuevas técnicas


de producción y el impulso económico derivado de la gran industrialización actúan
como empuje de una sólida burguesía, la cual no se muestra a favor de las viejas
instituciones y del funcionamiento político y social de la época.

Podemos señalar la Revolución Francesa no como a una revolución liberal, pero sí


como el gran antecedente que supuso el cambio de paradigma que derrocó
al Antiguo Régimen y dio paso a un nuevo contexto. Un nuevo contexto en el que
el poder popular sería la base de los nuevos regímenes.

Otras revoluciones previas a las liberales del siglo XIX, pero que también
consiguieron resultados similares fueron la inglesa de 1642 y la americana de
1765.

Doctrina Monroe

La Doctrina Monroe es el principio de la política exterior de Estados Unidos de no


permitir la intervención de las potencias europeas en los asuntos internos de los
países del hemisferio americano. Derivado de un mensaje al Congreso por
el presidente James Monroe el 2 de diciembre de 1823, (párrafos 7, 48 y 49).

Monroe afirmó en dos de sus discursos más relevantes que las potencias
europeas no podían colonizar por más tiempo América, y señaló que éstas no
deberían intervenir en los asuntos de las recientemente emancipadas repúblicas
latinoamericanas. Previno a los estados europeos contra cualquier intento de
imponer monarquías en las naciones americanas independientes, pero añadió que
Estados Unidos no emprendería ninguna acción en las colonias europeas
existentes ni en la propia Europa. Este último punto confirmaba las ideas
expuestas por George Washington en su discurso de despedida presidencial
de 1796, en el que recomendaba encarecidamente que Estados Unidos no
entablara complicadas alianzas en política exterior.

Al marcar de este modo la diferencia entre Europa y América, Monroe subrayaba


la existencia de unos intereses americanos y, más concretamente,
estadounidenses. Rechazaba las monarquías europeas como sistema político,
consideraba que ninguna nueva nación americana lo adoptaría y que su presencia
en el continente americano pondría en peligro la paz y seguridad de su propia
nación. Asimismo, exponía que únicamente Estados Unidos estaba destinado a
completar la colonización de los territorios vírgenes de Norteamérica.

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