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Trabajo final español 1

Distinguido participante.
Realiza lo siguiente:
I.- Del cuento “Cielo negro” del autor Néstor Caro. Escribe lo que se te pide:

a).- Con el título del cuento elabora dos oraciones compuestas (coordinadas o subordinadas).

Paola expuso sobre el cuento Cielo negro como lo hizo José.


A Donailin le gusta el cuento Cielo negro y a sus amigos también.

b).- Con el nombre del autor del cuento elabora dos oraciones compuestas yuxtapuestas.

A Néstor le gustan mucho las motos, pero prefiere irse en el carro.


Néstor reclama y grita pero no se rinde.

c).- Con el nombre de dos personajes del cuento elabora una oración simple.
Marcial se cortó el pelo.
Leticia explico las causas de la revolución francesa.

d).- Identifica dos valores y dos antivalores del cuento. Luego elabora una oración con cada uno.

Valores:
Perseverancia: La clave del éxito está en la perseverancia y en el trabajo duro.
Honradez: Marcial, hombre trabajador y honrado.

Anti valores:
La desesperación: La desesperación es parte del fracaso.
Maldecir: No debes maldecir los animales por tus desgracias.

II.- Opinión personal (En dos párrafos).


Me intereso desde el principio, ya que me trajo recuerdos de cuando iba de vacaciones a Azua
y veía mi tío trabajar con los animales en la finca, y nosotros lo ayudábamos.
Me gusto ver la perseverancia de Marcial a esperar a su negrita linda y como no perdió el enfoque de
su trabajo a pesar de tener ese pensamiento en la mente dia a dia mientras trabaja, muy pocas
personas tienen esa determinación de mantenerse firme a la espera de lograr algo sin importar los
procesos que este atravesando.
III.- Escribe un párrafo comparativo con un hecho presentado en el cuento en su infancia y la
actualidad.
El ejemplo de Marcial de levantarse cada dia a trabajar a pesar de las vicisitudes que pasa en el
terreno diariamente sin perder de vista sus objetivos a alcanzar me recuerda a mis padres en sus
tiempos de empleados que se esforzaban cada dia para que nosotros como hijos tengamos un hogar
y no pasáramos tantos trabajos.

IV.- ¿Qué te gustó del cuento? Argumenta en dos párrafos.


La persistencia de Marcial, de cada dia trabajar la tierra junto a Cielo negro sin importar las
inclemencias del tiempo, donde un dia de nubosidad era una bendición para él, ya que el sol no los
maltrataba.
También el enfoque que tuvo dia a dia para mantenerse pensando en su amor querido que tanto
deseaba que estuviera con el en la finca.

V.- ¿Qué no te gustó del cuento? Argumenta en dos párrafos.

La parte cuando míster Bauer fue a mandar a Marcial a buscar a Cielo negro, ya que estaba
tan encantado de estar en su casita con su negrita bella.
Tampoco me gusto la parte en la que la negrita bella de Marcial se queda llorando porque ni
siquiera le dio un beso al irse, ya que estaba tan enojado por no poder disfrutar con ella la
noche por ir en búsqueda de cielo negro.

Los criterios a tomar en cuenta para la evaluación de este trabajo son:


En cuanto a la forma:

 Presentación del trabajo, sin faltas ortográficas, con el logo ACTUAL de la UAPA, nombre
correcto de la escuela a la que pertenece, carrera, nombre y matrícula del participante, nombre
de su facilitador/a, tema del trabajo y fecha de entrega.

 Contenido del trabajo (escrito correctamente, sin faltas ortográficas, títulos justificados a la
izquierda y en negrita, los demás párrafos alineados (no centrados), letras tipo Times New
Roman, tamaño 12, color automático (negro sin resaltar).

 Coherencia y organización en los párrafos.

Incluir los siguientes requisitos metodológicos:

1. Hoja de presentación
2. Introducción
3. Desarrollo
4. Conclusión
--Debe revisar bien su trabajo antes de enviarlo.--
--Envíe a la plataforma virtual en el plazo indicado por su facilitadora.--

CIELO NEGRO
El empujón del viento tiró las cañas a la vera del camino. La carreta, con Cielo Negro
uncido al yugo, sigue por los trillos con su ruido penetrante. Clap, clap, clap.
—”Sube, Cielo Negro”. “Atrinca, Niña Linda”. “Cierra, Bagoruno”. “Arre, bueye”. “Arre,
¡carijo!”
El sol mira desde muy alto. Se recrea en la espalda de Marcial el carretero, agitando su
látigo de fuego, sol y tierra negra. Hombres y cañas de azúcar. Hombres vencidos antes de
ganar la esperanza.
—A este buey lo quiero porque me entiende. Cuando llamo mueve las orejas y mira por
debajo del yugo. No sé por qué le pusieron Cielo Negro. “¡Arre, Cielo Negro! ¡Arre!”
El cariño del boyero es ancho, como los brazos abiertos del cielo. No importa que sea
estrecho el camino a los bateyes. Cuando la miseria le golpea la frente, entonces Marcial
piensa mejor y pasa los días recordando a La Negra, la novia que dejó en el Sur con su
palabra envuelta en un pañuelo.
—Le dije que la quiero y tengo que traerla, pa que viva conmigo. Si espero la mejoría,
pasarán muchas zafras y cuando venga no servirá ni “pa oír los truenos de mayo”. ¿No es
verdad, Cielo Negro?
En el “tiro”, el capataz saborea comentarios de la gallera.
Cuando la carreta de Marcial entra en el batey, aún queda un borrón de sol trepado
sobre la tarde. La bomba suena lejos. Nino, el muchacho aguador, cruza el potrero cercano.
La noche va cayendo sobre el silencio y sobre los hombres…
Como luceros encendidos con luces de brujería, los fogones le hinchan el hambre a la
noche del batey. Las voces de los peones surgen apagadas y sin eco frente a la bodega, en
donde la sombra del último vagón asecha la algazara de Leticia Sanetils.
—Bon nuit, carretero. ¿Comme sa va? ¿Tú ta bián?
—Sí, Leticia, estoy bien.
—¿Cuándo venez tu negrita, carretero?
—Agora en el pago mandaré por ella. Ya no espero más.
—Sí, tráila, carretero. Se vive mejor entonce. Bon nuit, carretero.
La última palabra, huida de la voz de Leticia, cae sobre la primera lamentación de
Nonino de Vargas.
—Ay, Marcial, he pasado todo el día meloso de una fiebre loca, y esta mañana le puse la
mano a una palma verdecita.
—Usté siempre quejándose, vale Nonino. Cuando no son la fiebre es la raquiña.
—Marcial, por Dios, ¿qué quiere tú? Si te pasara dos o tres días entre el yerbaso del
tablón aprenderías una cosa buena. ¡Desconsiderao! Estos blancos del dianche.
—Cállate. Si te oye un yuncú1 tienes que desgaritarte… Nonino, pronto traeré mi
negrita.
—Cuanto antes, Marcial. Así la vida te será mejor. Después que uno cae en este infierno
no le queda otro camino.
Cuando cantaron los ruiseñores la carreta de Marcial resbalaba ya sobre la grama: Clap,
clap, clap…
—”¡Sube, Cielo Negro!” “¡Eh, Niña Linda!” “¡Empuja Bagoruno!” “¡Arre, carijo!” El
sábado en la tarde, cuando llegó La Negra del Sur, Marcial veía los cañaverales muy lejos y el
árbol más alto lo miraba pequeño.
—Llegó La Negra de Marcial. ¡Es linda como la flor del cajuil! ¿Le viste los ojos,
Belarminio? Son grandes y con ojeras. ¡Válgame Dios, qué mujer se ha echao ese hombre!
—Nonino, es que pa los laos del Sur la mujer sabe a canela. Usté porque no ha dío. La
casita de Marcial está pintada de cal, junto al camino que conduce al abrevadero; por la
ventana asoma la cara linda La Negra, con una rosa en la selva negra de los cabellos y una
sonrisa más blanca que la leche de la vaca moruna.
Aquella noche –pensaba Marcial– en la casita dormiría el amor bajo los luceros. Los
luceros vagabundos mirarían la casita con el rubor de los niños, y la chicharra echaría su
grito feo en la alforja sin fondo del potrero.
—¡Marcial, Marcial, te llama míster Bauer! Que vaya en seguida –anunció un peón
sudoroso.
—… Pero míster Bauer, Cielo Negro es un buey manso y cualquiera puede amarrarlo. Yo
mandaré a Nonino.
—No, Marcial, tiene que ir usted… Hasta luego.
La silueta del amo blanco, jamás se pareció tanto al demonio como entonces. Marcial
no pudo decirle que había llegado La Negra. Su Negra del Sur.
—¿Ha visto a Cielo Negro?
—Va p’arriba. Hace tiempo que lo vide.
Marcial lo sigue con el lazo, pero el pensamiento se le quedó con La Negra en la casita
pintada de cal.
Los luceros de la noche lloran la suerte de Marcial. Aquella noche querían treparse
sobre el techo de la casita en donde estaría durmiendo, como un ángel, el amor del Sur. El
de Marcial y la negra bonita.
En la madrugada Marcial regresó con Cielo Negro. El buey volvía amarrado; pero traía la
cara levantada, porque había estado libre. ¡Libre! Sí, venía amarrado, pero sacudió los
potreros con sus mugidos y vio en una cerca distante a su amigo Cacha e Palo. La casita
blanca estaba muerta de frío con el techo mojado del sereno. Marcial traía los ojos como
brasas. ¡Maldita noche! ¡Maldito Cielo Negro!
—Negra linda, despierta. Dame café que ya es hora de volver a la lucha. Esta gente no
respeta ni los domingos. Dame café, prieta linda.
El sol se esconde tras una nube gruesa, temeroso de que Marcial crea que ha podido
ayudar a Cielo Negro. El rocío le besa los pies al infeliz carretero mientras suena la carreta:
“Clap, clap, clap”.
—”¡Eh, Niña Linda! ¡Atrinca, Bagoruno! ¡Atesa tú, maldito Cielo Negro! ¡Cierren, carijo!
¡Cieeeerren!”
La Negra linda llora en la casita. Hubiera sido distinto, si Marcial le hubiera pedido
siquiera un beso. Ya no volverá hasta muy tarde. Desde lejos llega el ruido de la carreta:
“Clap, clap, clap”.
—¡Cierra, Niña Linda! ¡Atesa, Bagoruno! ¡Maldito seas, Cielo Negro!

NÉSTOR CARO

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