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Ibanez Mosque Ra Elvira Del Pilar 2009
Ibanez Mosque Ra Elvira Del Pilar 2009
Tesis
Director: Ricardo Vélez Ochoa
Catedratico en Responsabilidad Civil
De la Pontificia Universidad Javeriana
Conclusión 91
Bibliografía 93
Página 1 de 97
Introducción
La responsabilidad civil es un tema de gran importancia tanto para el individuo como para
la sociedad, pues atañe a las consecuencias de nuestros actos y, por lo tanto, en él se
encierran diferentes reglas de conducta que se deben tener en cuenta. Dentro de los
elementos de la responsabilidad civil o, mejor, que dan lugar al surgimiento de la
responsabilidad civil encontramos: una conducta, un nexo causal y un daño, elementos
todos ellos que se han ido perfilando por la doctrina, la jurisprudencia, e incluso por la
legislación, en la permanente evolución del derecho, a través de diferentes teorías que
hacen relación a los elementos de la responsabilidad civil. Es, precisamente, una de ellas la
que desarrollaremos como tema central de este documento: “la pérdida de oportunidad”.
La pérdida de oportunidad está concebida como la frustración de una ganancia o
expectativa de ganar u obtener algún beneficio o ventaja. Dicha teoría se ha aplicado por
diferentes Estados, pero no se ha llegado a una decisión clara sobre si se trata de un tema de
incertidumbre de causa o un tema de daño. Dentro de este trabajo serán dos los elementos
de la responsabilidad civil en los que se planteará la teoría de la pérdida de oportunidad.
Por tal razón, se realizará una breve reseña sobre los elementos de la responsabilidad civil,
se señalará en qué consiste la teoría de la pérdida de oportunidad, y se explicará cómo es
ella aplicada en la práctica.
Para el análisis que nos proponemos realizar, tendremos en cuenta, especialmente, los
ordenamientos jurídicos en tema de responsabilidad civil que rigen tanto en España como
en Colombia, de manera que se pueda analizar cómo ha sido concebida la teoría en el
ordenamiento jurídico colombiano, revisar qué opinan las altas Cortes y cómo se ha
aplicado en la práctica, si es que se ha hecho, o como se aplicaría. Saber si los jueces
conciben la pérdida de oportunidad desde la vertiente de la incertidumbre en el nexo causal
o desde el punto de vista de daño, así como saber qué implicaciones tendría aplicar la teoría
de la pérdida de oportunidad en Colombia.
1
MADRID- MALO Garizabal Mario. Derechos Fundamentales. Edi ESAP, Bogotá, 1992. Paginas 20 y 21.
de Daniel Defoe, “Robinson Crusoe”, un náufrago inglés que pasa veintiocho años en una
isla remota y deshabitada, conoce a un personaje llamado Viernes con el cual se introduce a
la historia el comercio entre los individuos y la necesitad de establecer reglas de
convivencia, es en este momento donde ponemos hablar del concepto de persona desde el
punto de vista jurídico, en cuanto el derecho para algunos es el orden normativo o
institucional de los seres humanos en una sociedad.
Dentro de las diversas relaciones de los individuos o personas encontramos normas o reglas
de conducta, deberes, derechos y obligaciones. Y es allí, donde encontramos una obligación
que, para los fines de este trabajo es de vital importancia, el “no hacer daño a otro” so pena
de acarrear consecuencias. “La necesidad de conservar el equilibrio estable de los derechos
y de los intereses de las personas en su vida de comunidad, ha sido considerada como la
finalidad propia de la responsabilidad civil. Su auge actual no es más que la respuesta o la
reacción del ordenamiento jurídico a la inseguridad material existente, inseguridad que se
inicia, sin duda alguna, con la revolución industrial que se fraguó a mediados del siglo XIX,
y que trajo como naturales secuelas grandes convulsiones en la vida social por la aparición
de nuevos inventos y una mayor intensidad en las relaciones humanas que, desde luego,
desembocaron en un aumento de las situaciones riesgosas capaces de producir
acontecimientos dañosos de distintas proporciones y distinta naturaleza. En ese sentido es
válido afirmar que la evolución de toda institución jurídica no es más que la búsqueda
permanente de un ideal de convivencia social que permite eliminar las contradicciones que
resultan de las relaciones humanas, ideal de convivencia que debe reflejar además la idea
del hombre concreto con todas sus implicaciones existenciales inmerso en un tiempo y en
un espacio determinados.”2
2
SANTOS Ballesteros Jorge. Instituciones de Responsabilidad Civil. Tomo I. Edi. Javegraf, Bogotá, 2006. Pagina 21.
3
Ibidem. Pg 22.
4
JOSSERAND Luis. Teoría de las Obligaciones. Derecho Civil T II VOL I. Edi Bosh y Cía, Buenos Aires, 1950. Pagina
295.
5
SANTOS Ballesteros Jorge. Instituciones de Responsabilidad Civil. Tomo I. Edi. Javegraf, Bogotá, 2006. Pagina 23-24.
6
Ibidem. Pg 24.
dado lugar a ellas por imprudencia u otra culpa. Porque ha ocasionado menoscabo, aun
cuando no hubiera tenido la intención de dañar.”7 Dominó entonces el concepto de culpa
en las instituciones de responsabilidad civil en el código de Napoleón, pero este se tomaba
como un concepto psicológico. Pero esto trajo algunas complicaciones con el despertar de
la Revolución Industrial, por lo que fue importante que la carga de la prueba estuviera en
cabeza de quien tenía interés en accionar. Razón por la cual, “Frente al criterio psicológico
de la culpa, entonces, se alzó la teoría de responsabilidad objetiva o teoría del riesgo, una
de sus vertientes que simplemente prescinde del problema de la imputabilidad subjetiva
para establecer que la obligación indemnizatoria surge cuando se produce un daño y éste
puede ser reconducido materialmente a un sujeto de derecho sin más consideraciones.”8
“A pesar de tales expresiones, no puede ser considerada la teoría del riesgo como un
retroceso. No hay comparación entre los tiempos de la ley Aquilia y las circunstancias
propias de la revolución industrial. El principio de neminen leadere (no causar daño a otro)
es una regla de derecho, un principio general, y como todo principio constituye una verdad
jurídica universal que no puede ser vivida en un estado de pureza originaria. De acuerdo
con Legaz, los principios generales “no pueden ser contemplados en su pura desnudez
formal, sino siempre integrados en concepciones filosóficas y políticas de donde reciben su
sentido concreto”. En consecuencia, el principio de responsabilidad siempre históricamente
ha estado socialmente condicionado, ha tenido que responder a las incitaciones de la
realidad social en que está inserto, determinado por el curso de la economía y por las
relaciones de poder de toda índole.”9 Se cree que la teoría del riesgo no fue justa para el
ordenamiento jurídico, por lo cual se hace una apreciación de la responsabilidad civil en
abstracto. Se analiza entonces el acto culposo separadamente del agente, es decir que se
compara con una situación en la que hubiera actuado un hombre prudente.
7
Ibidem. Pg 24. “En Mazeaud, Henri y Tunc, André. Tratado teórico y práctico de la responsabilidad civil delictual y
contractual. T. I, vol I. EJEA, Buenos Aires, 1977,” pág. 52.
8
Ibidem. Pg 27.
9
Ibidem. Pg 30.
Es de esta forma como se llega al análisis que hoy se hace de la responsabilidad civil,
teniendo en cuenta tres elementos: el acto o conducta, el daño y el nexo de causalidad, los
cuales serán explicados por separado más adelante. Y a ello debemos adicionarle la
antijuridicidad de la conducta.
10
Ibidem. Pg 44-45.
11
Art 1494 CC. “Las obligaciones nacen, ya del concurso real de las voluntades de dos o más personas, como en los
contratos o convenciones; ya de un hecho voluntario de la persona que se obliga, como en la aceptación de una herencia o
legado y en todos los cuasicontratos; ya a consecuencia de un hecho que ha inferido injuria o daño a otra persona, como
en los delitos; ya por disposición de la ley, como entre los padres y los hijos de familia.”
12
SANTOS Ballesteros Jorge. Instituciones de Responsabilidad Civil. Tomo II. Edi. Javegraf, Bogotá, 2006. Pg. 183.
el sol.”13 Pero para el código civil y otros autores se trata de dos responsabilidades
diferentes, motivo por el cual se deben regular por separado.
Normas del Código Civil (CC) que pertenecen a la primera: el art. 1604 el cual hace alusión
a la responsabilidad del deudor, refiriéndose a la división tripartita de culpas, el art. 1605
sobre el contenido de la obligación de dar, art. 1606 sobre la conservación de la cosa, art.
1607 sobre el riesgo del cuerpo cierto, art. 1608 sobre la mora del deudor, art. 1609
excepción de contrato no cumplido, art. 1610 sobre la mora en obligaciones de hacer, art.
1612 sobre la obligación de no hacer, art. 1615 desde cuándo se deben los perjuicios, art.
1616 extensión de los perjuicios, y el art. 1617 perjuicios por mora en obligaciones
dinerarias. 14
13
Ibidem. Pg 183.
14
Ibidem. Pg 185.
15
Ibidem. Pg 186.
16
Sentencia Corte Suprema de Justicia. 29 marzo de 1962. GJ #2253-2254 tomo XCVIII Pg 738
17
SANTOS Ballesteros Jorge. Instituciones de Responsabilidad Civil. Tomo II. Edi. Javegraf, Bogotá, 2006. Pg. 192-193.
iii) En cuanto a la constitución en mora, de conformidad con el art. 1615 CC, “en relación
con las obligaciones de dar y hacer, nace desde que el deudor se constituye en mora de
cumplir. Si se trata de obligación de no hacer, desde el momento de la contravención. En lo
que corresponde a la Extracontractual, la reparación, dado su carácter originario, se inicia a
partir de la ocurrencia del acontecimiento dañoso. No es más, en este evento, que la
consecuencia de no existir un vínculo jurídico previo entre las partes, relación que sólo
surge por la violación del deber genérico de no causar daño a otro.”18
iv) La carga de la prueba de la culpa del responsable, tiene que ver con el tema de
presunciones. El art. 1604 CC establece las clases de culpa, allí se establece por qué paga el
deudor. En materia extracontractual se señalan tres sistemas: por hecho propio, por el hecho
de otro, y por el hecho de las cosas. En el primero, existe una culpa probada razón por la
cual la carga de la prueba corresponde al demandante, en tanto que en las dos últimas existe
un sistema de culpa presunta, por lo cual la carga de la prueba corresponde al demandado
quien debe desvirtuar la presunción. Cabe añadir que en la responsabilidad contractual se
han establecido obligaciones de medio y de resultado dependiendo de la relación que se
ostente. Así, en la obligación de medio se debe probar la culpa, sistema de culpa probada, y
en la obligación de resultado se presume la culpa, presunción que debe ser entonces
desvirtuada.19
18
Ibidem. Pg 197.
19
Ibidem. Pg 199 - 203.
prueba contenida en el artículo 177 de Código de Procedimiento Civil, lo que significa que
en algunos eventos la prueba opera en un sentido dinámica”20.
v) En cuanto a los grados de la Culpa, ya se había dicho, el art. 1604 señala la división
tripartita de culpas referida a la responsabilidad contractual: grave, leve y levísima, a
diferencia de la responsabilidad civil extracontractual en que cualquier culpa da lugar a
responsabilidad de la persona.
20
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. SALA DE CASACIÓN CIVIL. Magistrado Ponente: José Fernando Ramírez Gómez.
ENERO 30 DE 2001. Ref. Expediente No. 5507. Demandante: EDUARDO AFANADOR SALOMÓN y OTRAS.
Demandado: JOSÉ ANTONIO RIVAS CORREA.
21
Ibidem. Pg 212.
viii) Por último, en cuanto a la Competencia, en materia contractual el art. 23 del Código de
Procedimiento Civil establece que la regla general de competencia está dada por el
domicilio del demandado, pero además se puede adelantar el proceso correspondiente en el
lugar en donde deben cumplirse las obligaciones. En la responsabilidad extracontractual,
será competente el juez del domicilio del demando o el lugar donde aconteció el hecho.23
Ámbito de aplicación de hechos controvertidos: Existen algunos hechos que han sido
debatidos sobre su encuadramiento en la responsabilidad contractual o extracontractual.
En relación con las obligaciones legales y cuasi contractuales encontramos lo siguiente:
Las obligaciones de los padres para con los hijos. ¿Qué pasa si el padre no administra
adecuadamente los bienes de los hijos? Los art. 298 y 299 del Código Civil establecen que
los padres son responsables por las disminuciones en el patrimonio del hijo, respondiendo
hasta por culpa leve, entonces se dice que es contractual. Lo mismo ocurre con los tutores y
22
TAMAYO Jaramillo Javier. Tratado de Responsabilidad civil. Tomo I. Edi legis, Colombia, 2007. Pg.
198.
23
Ibidem. Pg 214.
curadores; Art. 481 C.C. El cuasicontrato, en donde se presentan hechos voluntarios, lícitos,
que surgen con independencia de la voluntad de las partes, como es el caso del pago de lo
no debido. En cuanto hace a la agencia oficiosa, el art. 2306 C.C. habla sobre la mala
administración por 'dolo o culpa grave y culpa leve', por manera que se aplica el régimen
de la responsabilidad contractual.24
Los tratos preliminares del contrato también son objeto de debate. El contrato tiene tres
etapas, las tratativas o etapa precontractual, la celebración del contrato y la ejecución del
mismo. Sobre la etapa precontractual el Código Civil no contiene norma alguna, empero, en
el Código de Comercio se señala, en su art. 863, que las partes deben actuar de buena fe
exenta de culpa so pena de indemnización, pues habría en esta etapa un daño al interés
negativo o a la confianza legítima.
La Corte ha sostenido que por ser una etapa previa y no haber contrato, se trata de una
responsabilidad extracontractual. “A propósito de la responsabilidad precontractual la
doctrina ha concluido que los actos, tratos o conversaciones preliminares enderezados a
preparar la producción de un consentimiento contractual no son intrascendentes; por el
contrario, una vez formado el consentimiento son parte integrante de él, y su importancia se
traduce en servir de medios auxiliares para interpretar la verdadera intención de las partes,
cristalizada en las cláusulas del contrato. De otra parte, también ha considerado la doctrina,
que durante el decurso mismo de tales actos, tratos o conversaciones las partes contratantes
están ligadas por unas reglas jurídicas tendientes a asegurar una cierta protección contra la
mala fe o la ligereza de su contraparte, pues no pueden considerarse vinculadas por un
contrato hasta que no se haya producido el consentimiento respectivo; por ello, los
mecanismos de la responsabilidad extracontractual pueden ser utilizados para impedir que
una parte abuse de su libertad para concluir o no el contrato proyectado, en daño de aquella
otra cuyo interés ha sido solicitado por ella. Por consiguiente, se ha admitido por la aludida
fuente, que una interrupción intempestiva de las negociaciones sin motivo justo (culpa in
24
Ibidem. Pg 215-222.
contrahendo) puede dar a una indemnización por el daño que sea consecuencia de la
defraudación de la confianza en la seriedad de los tratos que venían realizándose.”25 Sin
embargo, el enfoque de algunos doctrinantes, entre ellos, Santos Ballesteros, es diferente,
pues consideran que la responsabilidad extracontractual se rige por deberes genéricos y en
el caso señalado habría un deber específico en razón del contrato. La consecuencia de
adoptar esta tesis, es decir la de Santos Ballesteros, es que pueden ser pedidos perjuicios
previsibles, o imprevisibles por dolo.26
Ahora bien, cabe señalar que sí es posible que un daño que afecta a un mismo sujeto,
producido por un hecho que tiene origen en un incumplimiento de carácter contractual
origine responsabilidad extracontractual. Sobre este punto se han presentado distintas
posiciones: i) se ha sostenido que se debe rechazar la posición de una posibilidad de acción
híbrida.27 ii) “Para otra posición, la coexistencia de la Responsabilidad Contractual y
Extracontractual no influye sobre la existencia independiente de cada una, pero al
satisfacerse una se extingue la otra por tener el mismo interés. Es la alternativa de la
opción.”28 iii) La última trata sobre la posibilidad de concurrencia, ya que es posible la
concurrencia de pretensiones.29
25
Sentencia Corte Suprema de Justicia. 28 Junio de 1989. Magistrado Ponente: Rafael Romero Sierra.
26
SANTOS Ballesteros Jorge. Instituciones de Responsabilidad Civil. Tomo II. Edi. Javegraf, Bogotá, 2006. Pg. 227-233.
27
Sentencia Corte Suprema de Justicia. 25 de noviembre de 1938. GJ Tomo 47. Pg 411.
28
SANTOS Ballesteros Jorge. Instituciones de Responsabilidad Civil. Tomo II. Edi. Javegraf, Bogotá, 2006. Pg. 244.
29
Ibidem. Pg 245.
cabría la acción por responsabilidad contractual, mientras que para los hijos y la esposa
cabría la acción de responsabilidad extracontractual. Sin embargo, es importante resaltar
que en materia de trasporte el Código de Comercio ha señalado en su art. 1006 que no es
posible acumular las acciones.30
30
Sentencia Corte Suprema de Justicia. 1 octubre de 1987. Magistrado Ponente: Héctor Gómez Uribe.
31
Sentencia Corte Suprema de Justicia. 18 octubre de 2005. Magistrado Ponente: Pedro Octavio Munar Cadena. Exp:
14.491.
1. DAÑO
El daño se ha definido como el menoscabo o alteración de una situación favorable, o
deterioro a consecuencia de un evento determinado en sus bienes o propiedad o patrimonio.
Se debe hacer una comparación siempre que se habla de daño, entre como se encontraba
antes y ahora el bien jurídicamente protegido, la persona, patrimonio, la cosa, etc. Además
cuando se habla de daño éste debe ser jurídicamente relevante y protegido. El daño debe ser
entonces: cierto, es decir, real y efectivo y no meramente hipotético o eventual, y además,
debe ser un daño que exista actualmente, es decir, presente o que se espera que exista.
formulado de vieja data, tenga dicho esta Corporación que “…tratándose de estimar
perjuicios que pueden llamarse morales, por no referirse al daño pecuniario en la hacienda
y patrimonio del damnificado, se presenta el escollo de la indeterminación de la cuantía por
falta de unidad de medida para su apreciación; pero ello no es motivo para desconocer el
hecho de la reparación, aún cuando esta sea difícil o imposible…[…] el que el daño moral
se afirme que debe ser “personal” trae consigo que por norma y en tanto por definición
hiere derechos de la personalidad, pueda reclamar su reparación tan solo la víctima directa
a título propio, entendiéndose que cuando ella no sobrevive al suceso, su muerte envuelve
una legítima aflicción que generalmente experimentan aquellos con quienes estaba ligada
por vínculos de parentesco cercano o de alianza. […] En segundo lugar es del caso hacer
ver que cuando se predica del daño moral que debe ser cierto para que haya lugar a su
reparación, se alude sin duda a la necesidad de que obre la prueba, tanto de su existencia
como de la intensidad que lo resalta, prueba que en la mayor parte de los supuestos depende
en últimas de la correcta aplicación, no de presunciones legales que en este ámbito la
verdad sea dicha el ordenamiento positivo no consagra en parte alguna, sino de simples
presunciones de hombre cuyo papel es aquí de gran importancia, toda vez que quien
pretenda ser compensado por el dolor sufrido a raíz de la muerte de un ser querido, tendrá
que poner en evidencia.”32
Un daño no deja de ser cierto por el hecho que su cuantía sea incierta, o por el hecho que su
cuantía sea indeterminada o inapreciable. Tampoco deja de ser cierto por que las
consecuencias de este daño se proyecten hacia el futuro, pero siempre debe probarse.33
El daño debe ser personal para poder incoar la acción de forma legítima, como señaló la
Corte en la sentencia anotada. El art. 2342 del CC señala para la legitimación por activa,
quién tiene derecho de solicitar el resarcimiento de los perjuicios. Puede existir pluralidad
32
Sentencia Corte Suprema de Justicia. 25 noviembre de 1992. Magistrado Ponente: Carlos Esteban Jaramillo Scholoss.
Exp. 3382.
33
Ibidem.
Se requiere para ser reconocido de manera legítima como víctima indirecta que: i) varios
individuos sean dañados o perjudicados por ese daño, ii) quienes reclaman por contra golpe
señalen un perjuicio propio iii) que entre el primer perjudicado y los segundos haya una
relación de interés, sin que haya relación jurídica. iv) que el primer afectado tenga una
capacidad productiva y económica, es decir, que los perjuicios de los segundos no podrían
exceder el ingreso del primer perjudicado.34
El daño consiste en lesionar el interés legítimo, por lo cual se debe advertir que se ha
discutido si se trata en verdad de un título legítimo o de un interés legítimo. En Colombia
se dice que hay un interés legítimo.
Y, por último, el daño no debe haber sido reparado. Si el daño fue reparado por el
responsable, el daño no existe o es insubsistente. No puede alguien ser indemnizado por el
mismo daño y la misma causa.
Clases de daños:
Los daños se dividen en dos clases:
1. Perjuicios Patrimoniales: entre los cuales se encuentran:
• El daño emergente: que son también daños materiales, y que se hallan definidos en
el art. 1614 CC. Es el perjuicio o pérdida por no haber cumplido la obligación o por
haberse cumplido mal, o haberse retardado su cumplimiento. Afectan el patrimonio
34
Ibídem.
• El lucro cesante: Definido también en el art. 1614, segunda parte, debe entenderse
como la ganancia o el provecho que deja de reportarse, cuando no se cumple, se
cumple mal o se hace tardíamente. Pérdida que se refleja en patrimonio de la
víctima, en virtud de la falta de productividad como consecuencia de la ocurrencia
de un hecho dañoso. Se deben mirar varios casos:
35
Sentencia de Corte Suprema de Justicia S-008 de 24 enero 1990 Magistrado Ponente: José Alejandro Bonivento y
Sentencia de Corte Suprema de Justicia. 29 noviembre de 2001. Magistrado Ponente: Carlos Ignacio Jaramillo.
36
YEPES Restrepo Julio Cesar y VILLADA Arenas Mario Andrés. Anotaciones acerca de la indemnización del lucro
cesante en Colombia. Pag. 103- 130.
2. Perjuicios extrapatrimoniales
Los daños morales objetivados, fueron reconocidos en un tiempo por el Consejo de Estado.
Son los daños en sentimientos o emociones de la víctima, que repercuten en su patrimonio,
como por ejemplo cuando se impide a alguien desarrollar su actividad económica habitual
tal como lo venía haciendo y obtener los ingresos derivados de la misma. Empero, al final
se dijo que constituía simplemente otra modalidad del lucro cesante.
Entonces, los daños a la vida de relación, perjuicio introducido por el Consejo de Estado y
señalado en algunas sentencias de la Corte Suprema de Justicia, como se anotó
anteriormente, es un tipo de daño que había sido denominado perjuicio fisiológico, pero
que desde el 19 julio de 2000, varió su nombre al de daño a la vida de relación, en atención
a que, no solo consiste en la lesión física, sino en las consecuencias que en razón de dicha
lesión se producen en la vida de relación de quien la sufre. Es la pérdida o limitación al
goce de la vida, privación de vivir en igualdad de condiciones, limitación de actividades
rutinarias.
La sentencia del Consejo de Estado de 25 de enero de 2001, señala los perjuicios sufridos
por el señor Gilberto Márquez Henao, debido a una publicación en los diarios sobre su
37
Sentencia Corte Suprema de Justicia. 13 Mayo de 2008. Magistrado Ponente: César Julio Valencia Copete. Exp: 11001-
3103-006-1997-09327-01.
38
Sentencia Consejo de Estado. 25 de enero de 2001. Magistrado Ponente: Alier Hernández, Rad. 11413.
efectos negativos que de él se derivan; y g) es una noción que debe ser entendida dentro de
los precisos límites y perfiles enunciados, como un daño autónomo que se refleja en la
afectación de la actividad social no patrimonial de la persona, vista en sentido amplio, sin
que pueda pensarse que se trata de una categoría que absorbe, excluye o descarta el
reconocimiento de otras clases de daño – patrimonial o extrapatrimonial- que posean
alcance y contenido disímil, ni confundirlo con éstos, como si se tratara de una inaceptable
amalgama de conceptos, puesto que una indebida interpretación conduciría a que no
pudiera cumplirse con la reparación integral ordenada por la ley y la equidad, como
infortunadamente ha ocurrido en algunos casos, en franco desmedro de los derechos que no
todo momento han de asistir a las víctimas.”39
Por el tema que trataré más adelante es necesario hacer mención al daño futuro y daño
eventual. Se señaló como característica del daño la certeza, característica que para el daño
futuro muestra dificultades, ya que la certeza de este tipo de daño depende de cada caso en
concreto. “En principio, no cabe duda de que el daño futuro pero cierto, y no meramente
eventual, da lugar a indemnización. Por lo tanto, no se exige que el daño sea actual; puede
ser actual o futuro, a condición de que haya certidumbre en su existencia. Sin embargo,
como ya lo hemos dicho, ésta fundamentada en leyes de probabilidad puesto que nada de lo
futuro tiene certidumbre absoluta de producirse. El hecho de que durante millones de años
el sol haya salido por la mañana, no quiere decir que necesariamente saldrá en el futuro,
puesto que las leyes naturales pueden alterar el curso de la cadena causal.”40 Es por ello que
el juez debe señalar si el daño futuro es cierto basado en las reglas de la experiencia y el
sentido común. A diferencia del daño eventual el cual es meramente hipotético, y en el cual
la víctima no tendrá ninguna posibilidad de reparación, ya que no es posible probarlo.
39
Sentencia Corte Suprema de Justicia. 13 mayo de 2008. Magistrado Ponente: Cesar Julio Valencia.
40
TAMAYO Jaramillo Javier. Tratado de Responsabilidad civil. Tomo I. Edi legis, Colombia, 2007. Pg. 341
Existen otras clasificaciones de los daños, como daño previsible e imprevisible, daño
contingente, y daño intrínseco y extrínseco.
2. LA CULPA
La culpa es uno de los elementos para la constitución de la responsabilidad, “La culpa
contractual consiste en no cumplir una obligación preexistente o en cumplirla mal.”41 Pero
para algunos autores esta definición es una equivocación. La posición de Planiol y Ripert
señala que “La confusión ha sido introducida en el examen de esta cuestión por el empleo
de una terminología defectuosa. En lugar de entender por culpa, conforme al sentido
corriente de la palabra, un acto sujeto a reproche, se ha dicho que el deudor está en culpa
por el hecho de no haber ejecutado su obligación. La fórmula ha podido parecer exacta,
porque la culpa, que consiste siempre bien en haber cometido un acto prohibido, bien en
haber omitido cumplir un acto ordenado, no puede ser definida como la obligación el solo
hecho de no haber procurado al acreedor, la satisfacción que él esperaba de la ejecución del
contrato. Se podría decir entonces del deudor de un cuerpo cierto entre cuyas manos la cosa
perece, que él no ha ejecutado su obligación de guarda y entrega. Sin embargo, el artículo
1302 dice que el deudor no siempre es responsable en semejante caso. Es necesario
entonces entender por culpa un acto sujeto a reproche en el sentido que el deudor incurre en
una censura por un hecho preciso de misión o de comisión. Y la cuestión consiste en saber
si una culpa así entendida, es necesaria para que haya responsabilidad contractual. La
respuesta es que hay casos en que el deudor solo es responsable si ha cometido una culpa y
cosas en los que es responsable aunque sea irreprochable.”42 Por lo que no siempre puede
decirse que la culpa nace de la inejecución de una obligación.
41
ALESSANDRI Rodríguez Arturo. Derecho Civil. Teoría de las obligaciones. Imprenta El Esfuerzo, Santiago de Chile,
1981. Pg 8.
42
TAMAYO Jaramillo Javier. Tratado de Responsabilidad Civil. Tomo I. Edi Legis. Colombia, 2007. Pg. 400-401.
El art. 53 del Código Civil trae la concepción tripartita de la culpa, al igual que el art.
2341ibídem. Como se señaló con anterioridad, la culpa tiene diferentes connotaciones para
la responsabilidad contractual y extracontractual. La naturaleza de la obligación señala
cómo se debe comportar una persona en determinado negocio. Cada sistema de
responsabilidad trae unas presunciones de culpa.
“La carga de la prueba de la culpa del responsable, tiene que ver con el tema de
presunciones. El art. 1604 CC establece las clases de culpa donde dice por qué paga el
deudor. En materia extracontractual se señalan tres sistemas: por hecho propio, por el hecho
de otro, y por el hecho de las cosas. En el primero existe una culpa probada, por lo cual la
carga de la prueba corresponde al demandante, en las dos últimas existe un sistema de culpa
43
Ibidem. Pg. 406.
presunta, por lo cual la carga de la prueba corresponde al demandado para ser desvirtuada
la presunción.44
44
SANTOS Ballesteros Jorge. Instituciones de Responsabilidad Civil. Tomo II. Edi. Javegraf, Bogotá, 2006. Pg. 199-
203.
45
TAMAYO Jaramillo Javier. Tratado de Responsabilidad Civil. Tomo I. Edi Legis. Colombia, 2007. Pg. 414-415.
46
Ibidem. Pg 418.
En cuanto a los grados de la Culpa, ya se había dicho que el Art. 1604 del Código Civil
señala la división tripartita de culpas: grave, leve y levísima, y que a diferencia de la
responsabilidad civil extracontractual cualquier culpa da lugar a responsabilidad de la
persona.
3. EL NEXO CAUSAL
La causa es aquello que produce otra cosa. Existen varias concepciones de la causa, ya que
se puede hablar de la causalidad física, la cual es un concepto meramente científico, por
ejemplo el Agua bajo una fuente de energía que alcance una temperatura determinada se
evapora. Por otra parte, en la causalidad jurídica no siempre se dan las mismas
circunstancias. “En efecto, causalidad jurídica significa que el hecho le es imputable
jurídicamente al demandado. Ahora bien, en no pocas oportunidades la causalidad física
constituye al mismo tiempo causalidad jurídica. Es lo que ocurre, por ejemplo cuando una
persona causa una lesión a otra en forma dolosa. En tales circunstancias, existe tanto
causalidad jurídica como causalidad física.”47
Existen otros eventos en los cuales la causalidad jurídica y física son diferentes. Por
ejemplo, cuando alguien empuja a un peatón y lo atropella un carro, deberá pagar quien
conducía el carro aunque no haya tenido lo culpa. Teniendo en cuenta en este caso que la
conducción de un automóvil es considerada como una actividad peligrosa.
47
Ibidem. Pg 249.
De otra parte, también puede haber asuntos en los que exista causalidad jurídica sin que
haya causalidad física. Por ejemplo en el caso de un contrato.
Dentro del nexo causal se habla de causalidad simple y compleja. La causalidad simple es
aquella en la cual un solo evento influye en la producción del daño, Ej. Lesiones
personales. Cuando existen dos o más causas que producen un daño estaremos ante una
causalidad compleja. “En algunas oportunidades, la víctima solo debe establecer un nexo de
causalidad entre el comportamiento del agente y el daño sufrido. En otras, por el contrario,
el perjuicio debe establecer dos o más nexos causales para sí eslabonar toda una cadena de
causas y efectos que comienza con el comportamiento ilícito del agente y terminan con la
realización del daño.”48
Para la prueba del nexo causal, se debe mirar el sistema de culpa probada: Hecho propio y
de culpa presunta: Hecho de terceros o Hechos de las cosas, ya que en estos dos últimos
casos hay una presunción de culpa que va a estar directamente relacionado con la causa,
pero es desvirtuable. “Conviene observar que en la práctica casi nunca es posible demostrar
con certeza absoluta el nexo de causalidad. Se requiere aquí un gran sentido común y de
equidad por parte del juez. Quien echará mano de indicios y de toda clase de medios
probatorios que le brinden la íntima convicción de que el demandado le causó daño al
demandante.”49
Existen diferentes teorías sobre el nexo de causalidad, las cuales son señaladas por la Corte
Suprema de Justicia en sentencia de 2002. Dicha sentencia trata el caso de la Señora
Georgina Isabel Gómez, quien pierde una pierna después de llegar al hospital con dolor
abdominal, no hubo intervención quirúrgica inmediata, y al empeorar su condición, sin
contar con ambulancia que la trasladara, acabó en amputación de la pierna. La Corte
Suprema de Justicia trata en esta sentencia las diferentes Teorías de la causalidad
48
Ibidem. Pg 251.
49
Ibidem. Pg 253.
señalando, que “si hay consenso en la necesidad de esa relación causal, la doctrina,
acompañada en este punto de complejas disquisiciones filosóficas, no ha atinado en ponerse
de acuerdo sobre qué criterios han de seguirse para orientar la labor del investigador –
jueces, abogados, partes- de modo que con certidumbre pueda definir en un caso
determinado en el que confluyen muchas condiciones y antecedentes, cuál o cuáles de ellas
adquieren la categoría de causa jurídica del daño. Pues no ha de negarse que de nada sirve
el punto de vista naturalístico, conocido como teoría de la equivalencia de las condiciones -
defendida hace algún tiempo y hoy abandonada en esta materia-, según la cual todos los
antecedentes o condiciones (y aún las ocasiones), tienen ontológicamente el mismo peso
para la producción del resultado50. Semejante posición deja en las mismas al investigador,
pues si decide mentalmente suprimir uno cualquiera de los antecedentes, con seguridad
llegará a la conclusión de que el resultado no se hubiera dado, a más de la necesaria
arbitrariedad en la elección de la condición a suprimir, dado que la teoría no ofrece
criterios concretos de escogencia.
50
Se comprimía esta teoría con la fórmula: “causa causae es causa causati”. Y luego se la intentó precisar mediante la
aplicación de la “condictio sine qua non”, en virtud de la cual, si mentalmente se suprime una de las condiciones, ésta
adquiere la categoría de causa, cuando el resultado asimismo se ve suprimido.
sentido común, la lógica de lo razonable) sea el más “adecuado”, el más idóneo para
producir el resultado, atendidas por lo demás, las específicas circunstancias que rodearon la
producción del daño y sin que se puedan menospreciar de un tajo aquellas circunstancias
azarosas que pudieron decidir la producción del resultado, a pesar de que normalmente no
hubieran sido adecuadas para generarlo51. En fin, como se ve, la gran elasticidad del
esquema conceptual anotado, permite en el investigador una conveniente amplitud de
movimiento. Pero ese criterio de adecuación se lo acompañó de un elemento subjetivo que
le valió por parte de un sector de la doctrina críticas a la teoría en su concepción clásica
(entonces y ahora conocida como de la “causalidad adecuada”), cual es el de la
previsibilidad, ya objetiva o subjetivamente considerada. Mas, dejando de lado esas
honduras, toda vez que su entronque con la culpa como elemento subjetivo es evidente, y
éste es tema que no se toca en el recurso, el criterio que se expone y que la Corte acoge, da
a entender que en la indagación que se haga -obviamente luego de ocurrido el daño (la
amputación de la pierna)- debe realizarse una prognosis que dé cuenta de los varios
antecedentes que hipotéticamente son causas, de modo que con la aplicación de las reglas
de la experiencia y del sentido de razonabilidad a que se aludió, se excluyan aquellos
antecedentes que solo coadyuvan al resultado pero que no son idóneos per se para
producirlos, y se detecte aquél o aquellos que tienen esa aptitud. Sin embargo, cuando de
asuntos técnicos se trata, no es el sentido común o las reglas de la vida los criterios que
exclusivamente deben orientar la labor de búsqueda de la causa jurídica adecuada, dado que
no proporcionan elementos de juicio en vista del conocimiento especial que se necesita, por
lo que a no dudarlo cobra especial importancia la dilucidación técnica que brinde al proceso
esos elementos propios de la ciencia –no conocidos por el común de las personas y de suyo
sólo familiar en menor o mayor medida a aquellos que la practican- y que a fin de cuentas
dan, con carácter general, las pautas que ha de tener en cuenta el juez para atribuir a un
51
Esta última proposición, la de sopesar antecedentes que sólo de manera anormal o azarosa producen el resultado, se le
ha añadido a la teoría de la causalidad adecuada, -que precisamente es criticada en ese aspecto, es decir, en que deja sin
explicación aquellos daños que se producen por causas que normalmente no son aptas para ocasionarlo-, pues la ayuda
que las ciencias forenses prestan a este propósito, permite que aún en esos raros casos, y junto con la “lógica de lo
razonable” (Recasens) más precisamente que con las reglas de la experiencia, dichos eventos puedan esclarecerse.
2. Teoría de la causa próxima: identifica cuál fue la causa anterior a la producción del daño.
3. Teoría de la causa adecuada: se tiende a asimilar a la causa eficiente, la cual señala que
dentro de una serie de condiciones que contribuyen a un evento, en este caso el daño,
52
Sentencia de 26 septiembre de 2002. Corte Suprema de Justicia, Magistrado Ponente: Jorge Santos Ballesteros. Exp:
6878.
Otro ejemplo: un avión se cae en una isla y los sobrevivientes hacen una balsa que no
soporta el peso, se hunde y se ahogan. Desde el punto de vista de causa adecuada, el
problema lo ocasionó la balsa, pero desde la equivalencia de condiciones todo es concausa,
La caída del avión.53
Hay dos sentencias a las cuales me quiero referir: Una sentencia de 1992, que analiza el
caso del señor Guillermo Méndez, quien muere a causa de un paro cardiaco por un choque
de electricidad que le produjo un cable de una empresa electrificadora. A la actividad
electrificadora se la considera como una actividad peligrosa, razón por la cual hay allí una
culpa presunta que solo puede ser desvirtuada mediante la prueba de una causa extraña. Por
lo anterior, en este caso la conclusión fue que la Sociedad era responsable.54
Por otra parte, existen factores exonerativos de responsabilidad, (como lo son la fuerza
mayor y el caso fortuito, el hecho de un tercero y la culpa exclusiva de la víctima).
Se exonera por estas razones ya que se interrumpe el nexo causal entre el hecho y el daño.
La fuerza mayor y el caso fortuito aunque parecieran ser similares no son términos
equivalentes, ya que el primero describe una causa externa al demandado y el segundo
describe una causa desconocida pero no exterior al demandado aunque lo involucra, como
53
TAMAYO Jaramillo Javier. Tratado de Responsabilidad civil. Tomo I. Edi legis, Colombia, 2007. Página 249-251.
54
Sentencia Corte Suprema de Justicia. de 8 octubre de 1992. Magistrado Ponente: Carlos Esteban Jaramillo Schloss.
Exp: 3446.
por ejemplo un infarto.55 Las dos tienen como similitud que requieren ser imprevisible e
irresistible. El factor de exoneración que señala el hecho de un tercero debe ser tratado
desde dos puntos de vista. En materia extracontractual se toma como un elemento extraño,
el cual debe estar evidentemente vinculado por una relación de causalidad exclusiva e
inmediata al daño, debe tratarse de un hecho del tercero y no ser responsabilidad reflejo de
otro agente presunto y no puede ser un hecho que haya sido previsto o que podría haberse
evitado. En materia contractual se debe mirar la relación contractual para establecer si cabe
o no este factor, ya que depende por ejemplo de si existe o no subordinación. El último
factor de exoneración señala la culpa exclusiva de la víctima, ya que esta contribuye al
daño, por lo cual rompe el nexo causal, pero ésta debe ser exclusiva y clara.
55
TAMAYO Jaramillo Javier. Tratado de Responsabilidad civil. Tomo I. Edi legis, Colombia, 2007. Pg 81-
137
56
SANTOS Ballesteros Jorge. Instituciones de Responsabilidad Civil. Tomo III. Edi. Javegraf, Bogotá, 2006. Pg. 111-
150.
Cabe anotar que el derecho civil español se encuentra estructurado por una evolución
histórica de fuentes, las cuales acarrean una masiva diversificación de culturas del
occidente. “En la evolución histórica del Derecho español podemos distinguir las siguientes
etapas: 1ª. Etapa antigua. Lo típico de esta primera fase es la coexistencia de legislaciones y
regímenes políticos diversos. Los primeros pobladores tienen, en efecto, una organización
patriarcal; conocen la propiedad y la transmisión inter vivos y mortis causa, pero no se
rigen por leyes escritas, sino por un Derecho consuetudinario distinto en cada una de las
tribus y razas. 2ª. Colonización romana. Constituye una época caracterizada por la
tendencia a la unificación. En el año 73 de la Era cristiana VESPASIANO concede la
latinidad a la Península y se aplica en ella el Derecho romano que aparece integrado por el
Derecho especial manifestado en Edictos provinciales y Leyes municipales, y por el
Derecho general de la metrópoli constituido entonces por los Códigos gregoriano y
hermogeniano, el Código de Teodosio, así como las Novelas de este último emperador y las
57
PUIG Peña Federico. Compendio de Derecho Civil Español. Parte General Edi Pirámide, S.A, Madrid, 1979. Pag. 24.
Respuestas de los jurisconsultos, a las que se dio fuerza de ley por la Constitución de
Valentiniano III denominada Ley de Citas.
“Aunque en el año 212 CARACALIA concede la ciudadanía a las provincias romanas, y
naturalmente a España, subsisten algunas normas anteriores especialmente referentes a la
organización familiar. 3ª. Época visigótica. En ella se sustituye el régimen de unidad por el
de dualidad, pues, pese a ser romanos los vencidos, se respetaron sus derechos, por simple
generosidad según unos, o, por el elevado concepto que los germanos tenían de su derecho
que consideraban como privilegio que no podía ser compartido, según otros. A
consecuencia de esta dualidad nacen la LEX ROMANA VISIGOTHORUN y
BREVIARIO DE ANIANO O CÓDIGO DE EURICO en los que predominaba el Derecho
romano y que se aplicaron a los hispano-romanos, y el CÓDIGO DE LEOVIGILDO y el
LIBER IUSICIORUM DE RECESVINTO que se aplicaron a los hispanogodos. 4ª. Fase
histórica de la reconquista. Esta época es de gran variedad legislativa: la aparición de varios
Estados independientes y otras complejas causas que no son del caso examinar ahora,
determinaron la creación de diversos regímenes jurídicos en las distintas Regiones: Así la
Castellano- Leonesa con sus Fueros municipales que se desarrollaron en los siglos XI, XII
y XIII; EL FUERO VIEJO Y EL LIBRO DE LOS FUEROS DE CASTILLA; EL
CÓDIGO DE LAS SIETE PARTIDAS, verdadero instrumento de unificación; y el
ORDENAMIENTO DE ALCALÁ de Alfonso XI que instaura el principio espiritualista,
característico hoy de nuestro Derecho. La Catalana con los USUTGES,
CONSTITUCIONES Y CONCORDIAS, SENTENCIAS y ACTAS DE CORTES. La
Balear con los USOS y COSTUMBRES. Navarra con el FUERO GENERAL y los
Amejoramientos de Felipe II y Carlos III; y Aragonesa con los FUEROS GENERALES y
OBSERVANCIAS. 5ª. Etapa. El período de las Compilaciones. En ella se produce la
tendencia a poner un poco de orden en la caótica situación legislativa. A este pensamiento
obedecen: EL ORDENAMIENTO DE MONTALVO del siglo XV; LA NUEVA
RECOPILACIÓN del siglo XVI, además de las Recopilaciones forales de Vizcaya,
Baleares, Navarra, Valencia, Cataluña y Aragón. 6ª. La fase de las leyes generales. Ésta se
inicia por el famoso Decreto de nueva planta de 1715, al que siguen el Decreto de señoríos
de 1811 y las Leyes des vinculadoras y desamortizadoras de los años 1820 y 1855. 7ª. La
gran época de la Codificación. Esta época se corresponde en la legislación extranjera, con
los códigos napoleónicos y Albertino y en nuestra Patria coincide con el planteamiento del
sistema constitucional.”58
58
Ibidem. Pg 25-26.
La obligación supone constricción por parte del ordenamiento jurídico a dar, hacer o no
hacer algo. Hay dos sujetos en esta relación: el deudor y el acreedor, y existe un contenido,
el cual refiere a las obligaciones. El Código Civil Español (CCE) regula el tema en los
artículos 1088 al 123059, del libro IV, título I.
En España solo se hace referencia al acto jurídico, y es entendido como un hecho voluntario
con contenido conceptual de la obligación, de manera que no existe para ellos el concepto
de negocio jurídico. Los hechos jurídicos, son los acontecimientos que tienen relevaría
jurídica, pueden ser o no voluntarios.
El art 1089 del CCE establece las fuentes de las obligaciones: “nacen de la ley, de los
contratos y cuasicontratos y de los actos y omisión ilícitos que intervenga cualquier género
de culpa o negligencia.” Sin embargo, la doctrina ha dicho que la relación de fuentes es
insuficiente, complicada y carente de actualidad.
59
“Artículo 1088: Toda obligación consiste en dar, hacer o no hacer alguna cosa.
Artículo 1089: Las obligaciones nacen de la ley, de los contratos y casi contratos, y de los actos y
omisiones ilícitos o en que intervenga cualquier género de culpa o negligencia.
Artículo 1090: Las obligaciones derivadas de la ley no se presumen. Sólo son exigibles las expresamente
determinadas en este Código o en leyes especiales, y se regirán por los preceptos de la ley que las hubiere
establecido; y, en lo que ésta no hubiere previsto, por las disposiciones del presente libro.
Artículo 1091: Las obligaciones que nacen de los contratos tienen fuerza de ley entre las partes
contratantes y deben cumplirse al tenor de los mismos.
Artículo 1092: Las obligaciones civiles que nazcan de los delitos o faltas se regirán por las disposiciones
del Código penal.
Artículo 1093: Las que se deriven de actos u omisiones en que intervenga culpa o negligencia no penadas
por la ley, quedarán sometidas a las disposiciones del capítulo II del título XVI de este libro.”
Las obligaciones nacidas de fuentes legales o que tienen su origen en la ley son, por
ejemplo, los alimentos legales debidos, ya que es la ley la que establece esta obligación, art.
142 CCE “Se entiende por alimentos todo lo que es indispensable para el sustento,
habitación, vestido y asistencia médica. Los alimentos comprenden también la educación e
instrucción del alimentista mientras sea menor de edad y aun después cuando no haya
terminado su formación por causa que no le sea imputable. Entre los alimentos se incluirán
los gastos de embarazo y parto, en cuanto no estén cubiertos de otro modo.”
Las provenientes de los Contratos, se encuentran en los art 1254-1886, en donde se ordena
que “las obligaciones que nacen de los contratos tienen fuerza de ley entre las partes
contratantes y deben cumplirse al tenor de los mismos.” Las nacidas en los cuasicontratos,
que son comportamientos lícitos y voluntarios pero en las que no existe previo acuerdo
entre las partes se encuentran en el art. 1887 CCE, como la gestión de negocios ajenos sin
encargo tácito ni expreso y también el cobro de lo indebido art. 1895 al 1910 CCE.
Y, respecto de los actos u omisiones ilícitas, se hace referencia a las obligaciones de
reparación que nacen de ilícitos penales (delitos y faltas) art. 1092 CCE.
Las obligaciones civiles que nazcan de los delitos o faltas se regirán por las disposiciones
del Código Penal Español, en atención a que este Código, el penal, regula el tema en los art
10960 y siguientes, los cuales traen normas de responsabilidad civil, todo ello debido a que
en España la codificación penal precedió a la civil, es decir, que el primero Código Penal se
expidió sin que se hubiera promulgado el Código civil. Por lo tanto, hoy se mantienen las
normas de responsabilidad civil en el código penal para tales eventos.
Cabe señalar que cuando hablamos de Código Civil Español se hace referencia al Código
Civil del Estado Español, porque en la provincia de Navarra existen normas especiales para
el tema de la responsabilidad civil.
60
“Artículo 109. 1. La ejecución de un hecho descrito por la Ley como delito o falta obliga a reparar, en los términos
previstos en las Leyes, los daños y perjuicios por él causados. 2. El perjudicado podrá optar, en todo caso, por exigir la
responsabilidad civil ante la Jurisdicción Civil.”
61
MARTINEZ de Aguirre Carlos (coordinador), CONTRERAS Pedro de Pablo, ANGEL Pérez Miguel, PARRA María.
Curso de Derecho Civil (II) Derecho de Obligaciones, segunda edición. Edi COLEX, Madrid, 2008. Pg. 865.
segundo lugar, que junto a la responsabilidad por culpa o negligencia se haya ido
consagrando cada vez con más fuerza una responsabilidad sin culpa del agente
(responsabilidad objetiva). La responsabilidad civil no debe ser considerada como una
sanción, ni debe determinarse en función de la valoración ética de la conducta del agente.
Puesto que la responsabilidad civil se dirige, primordialmente, a la reparación del daño
causado, ésta debe ser medida. El daño no sólo determina la existencia de la obligación de
indemnizar, sino también su contenido. Con independencia, por tanto, de la mayor o menor
gravedad de la actuación del agente.”62 Así pues, la responsabilidad civil tiene una función
resarcitoria o reparatoria y no sancionatoria.
62
Ibidem. Pg. 866-867.
63
“Quedan sujetos a la indemnización de los daños y perjuicios causados los que en el cumplimiento de sus obligaciones
incurrieren en dolo, negligencia o morosidad, y los que de cualquier modo contravinieren al tenor de aquéllas.”
64
“El que por acción u omisión causa daño a otro, interviniendo culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño
causado.”
65
PUIG Lluís, GETE- ALONSO María del Carmen, GIL Jacinto, Hualde José. Manual de Derecho Civil II Derecho de
Obligaciones y Responsabilidad Civil, Teoría General del Contrato. Edi Marcial, Madrid 2000. Pag. 468.
66
MARTINEZ de Aguirre Carlos (coordinador), CONTRERAS Pedro de Pablo, ANGEL Pérez Miguel, PARRA María.
Curso de Derecho Civil (II) Derecho de Obligaciones, segunda edición. Edi COLEX, Madrid, 2008. Pg 872.
67
Ibidem. Pg. 871- 875.
fundamento en un régimen u otro. Al igual que en otros países, esta concurrencia de dos
pretensiones suele ser denominada, además de tesis de la opción, tesis de la acumulación,
si bien ha de tenerse presente que no pueden acumularse dos indemnizaciones por un
mismo daño.”68
i) La conducta, que sea por acción u omisión, puede surgir de un contrato o no, lo cual es
determinante para saber qué régimen se aplica.
El Código Civil Español señala en su art. 1902 que la Conducta es el comportamiento
lesivo de una actuación positiva, o de hacer algo, o por una abstención, o por medio de una
omisión pura. Cuando varias conductas concurran a la producción del daño se da la
solidaridad entre ellas.69 Cabe añadir que tal conducta debe ser antijurídica, que “casi
siempre resulta identificada con vulneración del genérico de no dañar a otra persona.”70
Se necesita también en este elemento de la culpa, ya que el Código Civil establece que la
indemnización se debe dar cuando exista culpa o negligencia en la conducta. Empero la
culpa debe ser entendida en un concepto amplio, “en cuanto referida no sólo a la
negligencia – que resulta, además, específicamente aludida -, sino al dolo. Por eso, culpable
es tanto quien actúa de forma negligente (quien no prevé un daño previsible o no evita un
daño evitable) como quien lo hace dolosamente (quien actúa queriendo o al menos
aceptando el daño). Se comprenderá fácilmente que el tema de negligencia lo determinante
será establecer qué se considera previsible o evitable.”71
68
PUIG Lluís, GETE- ALONSO Maria del Carmen, GIL Jacinto, Hualde José. Manual de Derecho Civil II Derecho de
Obligaciones y Responsabilidad Civil, Teoría General del Contrato. Edi Marcial, Madrid, 2000. Clara I Asúa González.
Responsabilidad Civil (i) Pg. 469.
69
Ibidem. Pg 475-476.
70
Ibidem. Pg 477.
71
Ibidem, Pg 478.
ii) El daño, entendido como la lesión a un interés. “Con independencia del bien jurídico o
interés que resulte directa o primariamente lesionado (integridad física, honor, propiedad,
derecho de crédito, etc.), en el plano indemnizatorio el daño a reparar se circunscribe a dos
tipos: daño patrimonial o material y daño moral, refiriéndose el primero al perjuicio en el
terreno económico y el segundo a la esfera personal (vid. Arts. 110 y 113 cpen). Así, por
ejemplo, en caso de lesiones físicas, el daño a indemnizar sería tanto los perjuicios
económicos (daño material o patrimonial) como los morales (sufrimiento por el dolor, por
la pérdida de un miembro, etc.). Bien entendido que, como luego veremos, el daño no sólo
puede sufrir el sujeto pasivo de las lesiones, sino otras personas (piénsese, por ejemplo, en
los perjuicios materiales y morales que puede experimentar el cónyuge o compañero de la
víctima y cuya reparación podría pretender). Sin embargo, a pesar de la aceptación
indiscutida en la órbita de la responsabilidad civil del daño moral, ha de hacerse notar que
las características de interés lesionado y las perplejidades que despierta su concreción o
valoración hacen que, a menudo, se eviten los términos resarcimiento o reparación y se
prefiera el de compensación. En tema de perjuicio económico, de daños patrimoniales, es
de aplicación analógica el art. 1.106 cc, en cuanto que contempla dos posibles aspectos
concurrentes: el daño emergente y el lucro cesante. […] De daño moral o no patrimonial –
que, con mayor o menor fortuna en la expresión, se entiende referido al patrimonio
espiritual o a cualquier esfera de la persona que no sea la material-, y admitido sin reservas
en el ámbito extracontractual, se encuentran en la jurisprudencia variados ejemplos: desde
los relacionados con la lesiones físicas (sufrimiento hasta la curación; daño estético;
frustración de un viaje; haber quedado la mujer del lesionado privada de la posibilidad de
mantener con él relaciones sexuales) o la muerte (dolor por pérdida de un ser querido),
hasta el trastorno y angustia provocados por verse privado de la vivienda propia
destruida.”72 Entre muchos otros.
72
Ibidem. Pg 480- 485
iii) Y, la relación de causalidad. En este punto me centraré en hacer una explicación de las
diferentes teorías de la causa (ya mencionadas en el tema de la jurisprudencia colombiana),
las cuales son de gran importancia para explicar nuestro tema central La Pérdida de
Oportunidad.
Para saber si el daño puede ser imputado a un sujeto deben mirarse las siguientes teorías:
i) la Teoría de la Equivalencia de Condiciones: en la cual se concede igual
consideración a todos los antecedentes, pues si alguno se suprime no hubiera
ocurrido el daño; según el Tribunal Supremo “también viene a afirmar que la
determinación del nexo causal entre la conducta del agente y el daño producido
debe inspirarse en la valoración de las condiciones o circunstancias que el buen
sentido señale en cada caso como índice de responsabilidad, dentro del infinito
encadenamiento de causas y efectos, con abstracción de todo exclusivismo
doctrinal”74, Podría darse entonces la no imputación a ningún sujeto, o la
imputación a varios, ya que ello dependerá de quién haya provenido la conducta
causante.
ii) la Teoría de la Adecuación o Causalidad Adecuada: allí se selecciona como causa
aquel o aquellos antecedentes que normalmente lleven consigo un daño
especialmente consolidado, “Pero junto a él, y sin ánimo de exhaustividad, se
73
Ibidem. Pg 485.
74
Ibidem, Pg 486.
Como nuestro tema de estudio hace referencia a este punto de la importancia de constituir
el nexo causal, procederé analizar la Teoría de la Pérdida de Oportunidad.
75
Ibidem. Pg 487.
76
Ibidem. Páginas 485- 488.
Existen diversas teorías sobre el nexo de causalidad, como ya se puntualizó. Empero, ahora
nos encontramos con otra circunstancia a la cual quiero dar mayor importancia en este
texto, y es la existencia de casos en que no es posible saber a ciencia cierta si tal hecho
ilícito no hubiera ocurrido, el daño no hubiera acontecido. “Hay determinados sectores
(actividades sanitarias, legales e industriales; procesos y procedimientos; concursos
públicos y oposiciones; fabricación y distribución de productos) en los que resulta difícil o
imposible demostrar la alta probabilidad de que, sin el hecho ilícito, la víctima habría
dejado de sufrir el daño. Las técnicas de facilitación alivian tareas para asegurar protección
resarcitoria a la víctima, pese a su incapacidad para demostrar que la conducta del agente se
presenta como condicio sine qua non del daño producido. Se trata, en definitiva, de nuevas
teorías causales que introducen criterios normativos, no ya con el fin de negar relevancia
resarcitoria a causas físicas probadas, sino, a la inversa, para condenar al agente, pese a que
su actuación no se presenta como condición necesaria del resultado dañoso. Puede
apreciarse así cómo el debate causal está desplazándose de la teoría de la causalidad
jurídica, donde se han estudiado las pautas de restricción, a la teoría de la causalidad física,
pues en este ámbito quiere encontrarse criterios de facilitación que permitan afirmar
responsabilidades sin la seguridad de que el hecho ilícito fue condición necesaria del
menoscabo.”77 Se relaciona entonces con un “espíritu de ampliación” donde se pretende
que la víctima quede sin reparación por la dificultad de encontrar el nexo causal. La pérdida
de oportunidad como es llamada esta tendencia, es temida por quienes la apoyan, ya que
podría, como veremos más adelante, multiplicarse el número de casos a indemnizar. Pero
también podría tener el efecto contrario, ya que al establecerse la dificultad de encontrar el
nexo causal se llegue a la exoneración de la responsabilidad. “La dificultad estriba en
demostrar que el enfermo habría sanado, si el negligente médico le hubiera diagnosticado la
77
MEDINA ALCOZ Luis, La Teoría de la pérdida de oportunidad Estudio doctrinal y jurisprudencial de Derecho de
daños Público y privado. Thomson Civitas, Edi Aranzadi, SA. Pamplona, España, 2007. Página 41.
78
Ibídem Página 42.
79
Ibídem Pg 55.
de mala suerte y no de buena suerte, como es el caso. Se habla de una acepción positiva ya
que va de la mano con otra palabra que le da el contexto negativo, y es la pérdida.
80
Ibídem. Pg 79-80.
81
Ididem. Pg. 88-89.
Nos encontramos entonces ante una incertidumbre causal, este planeamiento se deriva de
que hay “casos en los que no puede establecerse si una determinada conducta ha provocado
un daño, pero se da por bueno que, con el comportamiento debido, habría existido
posibilidad de que el resultado lesivo no se hubiera producido”82. Teniendo esto en cuenta,
se delimita la indemnización al valor de la ventaja dejada de obtener, económica o personal,
la cual no puede superar o ser igual la indemnización que hubiera recibido por la pérdida de
la ventaja, es decir, en el caso en que no se hubiera dado la incertidumbre causal. Es decir,
no puede ser igual al monto de la ventaja pretendida. Pero este es tomado como parámetro
de base para establecer el monto proporcional a indemnizar en el caso de la pérdida de
oportunidad.
La proporcionalidad como medida para establecer la indemnización, se ha manifestado con
anterioridad en otros ámbitos como en el establecimiento de la concurrencia de culpas con
la víctima, la intervención de un tercero, y la fuerza mayor concurrente y en legislaciones
como la Norte Americana con la responsabilidad por la cuota del mercado.83
82
ASUA GONZÁLEZ Clara I. Pérdida de Oportunidad en la Responsabilidad Sanitaria. Edi. Thomson Aranzadi. S.A.,
España, 2008. Pág. 17.
83
MEDINA ALCOZ Luis, La Teoría de la pérdida de oportunidad Estudio doctrinal y jurisprudencial de Derecho de daños
Público y privado. Thomson Civitas, Edi Aranzadi, SA. Pamplona, España, 2007.Pg. 83-126.
Señalo esto porque ha sido la jurisprudencia la que ha ido formando la figura de la pérdida
de oportunidad. Es común que cuando una teoría se consolida en un país, sea compartida o
difundida a otros países por medio de sus tribunales o sus doctrinantes. “La doctrina de la
pérdida es el fruto de la interacción de estos dos fenómenos, relativo el primero a la
formación de las doctrinas; y referido al segundo a su recepción en otros sistemas jurídicos.
En efecto, la gestación de la teoría de la pérdida de oportunidad en los Derechos francés,
inglés, estadunidense, canadiense, australiano, belga, holandés o italiano constituye una
manifestación paradigmática del papel protagonista que, por lo general, han asumido los
tribunales en la elaboración del Derecho de la responsabilidad civil, cuyos razonamientos y
soluciones, adelantados o teorizados después por la doctrina, acaban teniendo reflejo en
algunos textos legales.”84 En los países de la Unión Europea se ha visto esta interconexión
entre los sistemas jurídicos nacionales, en España, por ejemplo, llegó la teoría de la pérdida
de oportunidad a través de una directiva comunitaria y de jurisprudencia de Estrasburgo.
84
Ibidem, Pg 129.
de la chance fue utilizada después por la Sala de lo Civil del Tribunal de Casación en
sentencia de 17 de marzo de 1911, relativa a un mandatario procesal que se abstuvo de
ejercitar la acción, consolidándose definitivamente en el arret de la Chambre de Requetes
de 26 de mayo de 1932, sobre la actuación negligente de un notario.
“En Inglaterra, la primera sentencia que indemnizó la pérdida de una chance, leasing case
en la materia, se remonta a 1911: el asunto Chaplin v. Hichs, de la Court of Appeal, que
admite la resarcibilidad de la posibilidad frustrada de ganar un concurso de belleza. Un
agente teatral convocó un concurso de tal signo, con el compromiso de contratar como
actrices durante tres años a las 12 candidatas que él eligiera entre las 50 más votadas por los
lectores de un periódico, abonando 20 libras esterlinas mensuales a las 4 primeras, 16 a las
4 siguientes y 12 a las otras 4. La demandante fue una de las preseleccionadas, pero el
agente no le comunicó la fecha de entrevista personal prevista en las reglas del concurso, de
modo que no fue una de las 12 finalmente elegidas; y su demanda fue acogida con el
reconocimiento de una indemnización de 100 libras. La explicación técnica del caso es que
la demandante tenía una posibilidad entre cuatro de ser escogida, por lo que esa chance
constituía un valor económico que, al serle sustraído, debía dar lugar a la correspondiente
indemnización.
“En los Estados Unidos existen varios antecedentes jurisprudenciales de principios de siglo
en el ámbito del Law of Contracts, pero los autores están de acuerdo en afirmar que la
doctrina de la chance sólo empezó a desarrollarse a partir del asunto Chaplín v. Hichs, que
proporcionó una nueva aproximación a los problemas de pérdida de oportunidad en todo el
ámbito del Common Law. Tributarias de una nueva perspectiva fueron, por ejemplo, las
sentencias de la Texas Court of Civil Appels de 1917, en el asunto Kansas City M and O v.
Bell, que reconoció al demandante el valor de la oportunidad de ganar el premio disputado
en una feria ganadera frustrada por el retraso en el transporte de los animales; y del
Tribunal Supremo de Iowa, de 1921, en el caso Wachtel v. National Alfalfa Journal Co.,
que tutela por este concepto a un sujeto que no pudo obtener el galardón al mejor vendedor
porque su empresa anuló el certamen, privándole de una posibilidad de victoria.
85
Ibidem. Pg. 130-132.
86
Ibidem. Pg 145-146.
87
Ibidem. Pg. 148.
transponen este Derecho, y que hubiera tenido una posibilidad real de obtener el contrato,
posibilidad que ha visto comprometida debido a esa violación”. Como vemos, vasta la
acreditación de una simple posibilidad real, la cual es difícil de identificar. Con esta
directiva se quiere hacer frente al problema de la contratación pública al momento de
selección, ya que se dan elementos de incertidumbre en el curso del procedimiento. Pero
como vemos, en la directiva no se habla de una probabilidad sino de una posibilidad real.
Entonces, es evidente que para cada caso la pérdida de oportunidad va a ser valorada de
forma diferente.
En un caso Goddi de mayo de 1985, “aunque con una indemnización global, el Tribunal
ordena la reparación de dos perjuicios: uno es un daño moral y el otro, que se añade al
anterior, es un perjuicio innominado (pues nada se dice sobre su naturaleza y consistencia)
que, por deducción, parece ser patrimonial. Ese último es el que se corresponde con la
pérdida de oportunidades reales de que, a través de una defensa real y efectiva, se hubiera
obtenido en el proceso una defensa mejor”.89 Pero su estudio y ubicación de la teoría no es
88
Ibidem. Pg 160.
89
Ibidem. Pg 161.
tan claro para el Tribunal, ya que en una sentencia de 2006 caso Gruais y Busquet “es un
ejemplo reciente de una (no muy rigurosa) aplicación de la teoría de la oportunidad perdida
en el que parece catalogarse como daño moral la frustración que supone la imposibilidad de
obtener una resolución judicial más favorable como consecuencia del incumplimiento del
CEDH. Este asunto es de los pocos en que el Tribunal examina la pérdida de Chance en el
capítulo de los perjuicios personales.”90
90
Ibidem. Pg 166.
por delitos de terrorismo a los perjudicados, de no haber fallecido como consecuencia del
intolerable atentado perpetrado por las Fuerzas Armadas. Si tales condenas fueran
altamente probables, como sostuvo el Gobierno del Perú, no procedería reparación alguna
en concepto de lucro cesante, pues habría que tener por cierto que las víctimas habrían sido
encarceladas y que, por tanto, no habría podido obtener las ganancias de las que, en parte,
se hubieran beneficiado sus familias. Si fueran escasamente probables, el criterio positivo
del Tribunal habría sido acertado. Si fueran simplemente serias o considerables, podría
aplicarse la teoría de la pérdida de oportunidad bajo el entendimiento de que la privación
de la vida de los fallecidos supuso para los familiares el sacrificio de una posibilidad de
ganancia”.91
Es evidente que los diferentes Estados y Cortes internacionales, de forma progresiva, han
ido desarrollando la teoría de la pérdida de oportunidad para la solución de sus casos,
siendo claro que su nacimiento se ha originado en la jurisprudencia.
91
Ibidem. Pg 177.
Por otra parte, encontramos la Teoría de la causalidad jurídica o imputación objetiva. “La
teoría de la imputación objetiva trata de contener las desmesuradas potencialidades
aplicativas de la visión naturalista de Mill y Von Buri, discriminando, con base en criterios
y valores normativos, los factores físicos que, pese a identificarse como causantes
materiales del daño, no debe reputarse capaces de engendrar responsabilidad; de los
factores del mismo tipo que, en cambio, se entiende que deben tener esa capacidad
atributiva. Se trata, en definitiva, de una teoría volcada en la localización de las razones o
criterios jurídicos que permitan restringir el amplísimo círculo de sujetos que, partiendo de
la teoría de la condicio sine qua non, pueden presentarse como responsables del daño.”93
92
Ibidem. Pg 244-245.
93
Ibidem. Pg 253.
Podría decirse que la teoría de la pérdida de oportunidad tampoco encaja en esta teoría. Ya
que, “la doctrina de la chance está llamada a funcionar en el marco de la causalidad de
hecho, cuando aún no ha podido penetrarse en el de la causalidad jurídica ni,
consecuentemente, discurrirse en torno a la concurrencia de motivos o razones que
permitan imputar objetivamente el daño; y, en aquel plano, trata de ser el remedio con que
asegurar probabilidades de que el hecho ilícito propiciaría la lesión, venga a paliar la
situación en que queda, al sufrir el sacrificio irremediable de una posibilidad real de ventaja
sin que haya resultado acreditado el lazo causal natural. Por eso puede decirse que el
sentido institucional de la teoría de la oportunidad perdida se opone diametralmente a la
teoría de la imputación objetiva. Esta última introduce valoraciones normativas para negar
la responsabilidad civil en casos en que ha quedado acreditada la causalidad física y la
primera, en cambio, busca argumentos para condenar al agente, pese a que su actuación no
se presenta como condición necesaria del daño.”94
Se trata entonces de encontrar una probabilidad de hecho causal, para de esta forma resarcir
el daño.
94
Ibidem. Pg 254-255.
95
Ibidem. Pg 413.
Seguidamente expondré algunas sentencias Españolas que tratan la Teoría para hacer su
debido análisis y entender cómo funciona dicha teoría en la práctica y, de esta forma
proceder a hacer el examen correspondiente al sistema de responsabilidad civil
Colombiano.
96
HENAO Juan Carlos. El Daño Análisis comparativo de la responsabilidad extracontractual del Estado en
derecho colombiano y francés. Edi. Universidad Externado de Colombia, Colombia, 1998. Pg. 159.
caso el demandante afirma que por no haber tenido la posibilidad u oportunidad se le causó
el perjuicio: “si yo hubiera tenido la oportunidad de hacer X, Y se habría presentado; pero
como no fue así, Y nunca se presentó”. En estos casos, a diferencia de aquellos en los que
el perjuicio deriva de una situación consolidada, el juez no puede contar con la situación Y.
La pérdida definitiva de la oportunidad se convierte así en causa del perjuicio. Se puede
anotar a este propósito, con Boré, que “si bien la jurisprudencia que indemniza la pérdida
de una oportunidad admite que subsista un desconocimiento respecto de si la víctima habría
o no podido lograr la ventaja esperada (ganar un concurso, lograr una selección o una
promoción, obtener curación), exige sin embargo que la pérdida de la ventaja sea cierta, es
decir, que la oportunidad de obtenerla se haya convertido en inexistente […] ¿Por qué esta
exigencia? Porque si la existencia del perjuicio final dependiera aún del futuro, el perjuicio
sería puramente eventual e hipotético, no pudiendo por tanto ser objeto de una
indemnización que el futuro arriesgaría convertir en indebido”. En estas situaciones, como
lo recuerdan los hermanos Mazeaud, “la realización del perjuicio no depende ya de
acontecimientos futuros o inciertos. La situación es definitiva; nada la modificará ya; por su
culpa [se debería decir por su “hecho”], el demandado ha detenido el desarrollo de una serie
de hechos que podían ser fuente de ganancias o pérdidas. Eso es lo que expresa la Corte de
Casación al decir que, “esté consumado el hecho del cual dependa el perjuicio eventual”.
No obstante, continúa lícito afirmar que “en un primer momento hay que determinar si la
pérdida de una oportunidad constituye un perjuicio cierto o si es simplemente un daño
hipotético, para luego sí poder pasar al quántum”, pues en realidad sobre la cuantificación
del daño siempre se discutirá si la oportunidad se perdió en el cien por ciento –premio total
del caballo que no pudo correr- o sólo en un porcentaje.”.97
Es evidente entonces que debemos encontrarnos ante una acción u omisión de un acto o un
hecho, que es causante de un perjuicio, que debe ser cierto, para que pueda ser
indemnizado.
97
Ibidem. Pg 159- 160.
98
YZIQUIERDO Tolosa Mariano. Sistema de responsabilidad civil contractual y extracontractual. Edi.
Dykinson, España, 2001. Pg. 152.
99
ZANNONI Eduardo A. El daño en la responsabilidad civil. Antijuridicidad y causación. Daños
patrimoniales y moral. Pérdida de chance. Damnificados directos e indirectos. Estimación económica. Modos
de reparación. Resarcimiento del daño moral. Edi. Astrea, Buenos Aires, 2005. Pg. 103.
100
Ibidem. Pg 104.
101
Ibidem. Pg 105.
Accesoriamente, hay quienes confunden las dos nociones de pérdida de oportunidad con el
lucro cesante, llegándose a pensar que la pérdida de oportunidad es una extensión a dicho
daño. “Si se parte de que el lucro cesante “está constituido por todas las ganancias ciertas
que han dejado de percibirse”, podría ser cuestionable admitir que la pérdida de una
oportunidad sea una expresión del lucro cesante y por tanto del daño. Es decir, el problema
a resolver consiste en determinar si la pérdida de una oportunidad que, como acaba de
verse, presupone aceptar el Alea respecto a la producción y/o a la dimensión del daño,
puede ser o no considerada como una expresión del lucro cesante, que presupone su certeza
para poder ser admitido. Si el lucro cesante pertenece a una de las dos facetas pecuniarias
de “la indemnización de perjuicios” (artículo 1613 del Código Civil), para indagar acerca
de su certeza no se tratará de afirmar si el mismo es constitutivo o no de la pérdida de una
oportunidad, sino mas bien, de indagar si la pérdida de una oportunidad puede ser
constitutiva de lucro cesante. Es decir, admitida como está la existencia de la figura de la
pérdida de una oportunidad, habrá de determinarse si la misma puede expresar la certeza
102
Laudo arbitral de 23 de junio 2008. TRIBUNAL DE ARBITRAMENTO DE INFORMACIÓN Y
TECNOLOGÍA S.A. CONTRA LA EMPRESA NACIONAL DE TELECOMUNICACIONES EN
LIQUIDACIÓN – SUBROGADA. POR EL PATRIMONIO AUTÓNOMO DE REMANENTES. Árbitros:
Carlos Betancourt Jaramillo, (presidente), José Armando Bonivento Jiménez y Juan Carlos Henao Pérez.
que se requiere en la presentación que hace el artículo 1613 del estatuto civil.”103 Pero se
debe hacer la distinción que anteriormente se señaló, el lucro cesante futuro, el cual sería
confundible con la pérdida de oportunidad, parte de una situación sólida o consolidada al
momento de producirse el daño. Entonces se lleva a cabo una prolongación del daño. Pero
se dice que no hay certeza absoluta sobre el daño futuro, entonces es allí, en la
incertidumbre, en donde se confunde con la pérdida de oportunidad. En éste último caso, el
juez no tiene ese hecho sólido o consolidado para hacer la proyección, motivo por el cual
debe mirar las probabilidades de la existencia de un hecho determinado. Podría entonces
concluirse que “en la primera situación se trata de un lucro cesante futuro límpido,
completo, que expresa un grado mayor de certeza; en la segunda se trata de un lucro
cesante futuro que carece del mismo nivel de certeza, por estar mediado por la teoría de la
pérdida de una oportunidad. Si bien en ambas situaciones existe un Alea, la forma como se
presenta, según se ha visto, difiere. Y en ambos casos habrá de verificarse la necesaria
convicción que debe producirse, con prueba idónea, sobre la certeza razonable del perjuicio
–aunque sea diferente, en el juez, el nivel de certeza-, requisito indispensable para hacerlo
jurídicamente indemnizable, por oposición a las reclamaciones de perjuicios futuros
ubicables en el terreno los hipotéticos o eventuales, no resarcibles bajo esa calificación.
Desde esta perspectiva la teoría de la pérdida de una oportunidad se convierte en una
expresión del lucro cesante, que se debe calificar de cierto a partir de una situación que no
existe totalmente consolidada al momento de la producción del daño, pero que no excluye
que se tenga jurídicamente como tal. No en vano se ha escrito en el ámbito del arbitraje
internacional que “en la práctica, si no se quiere excluir la indemnización, es imposible
exigir que el daño sea absolutamente cierto cuando está afectado por un alea. Así, el lucro
cesante futuro no podría nunca ser reparado si los árbitros concibieran de manera muy
estricta la exigencia de certeza del daño”, predicamento que también se puede realizar,
como se ha visto, de la pérdida de una oportunidad. Así las cosas, se puede concluir en este
103
Ibidem.
sentido que la teoría de la pérdida de oportunidad es una de las facetas del daño cierto que,
por consecuencia, se presenta como una expresión del lucro cesante.”104
Habiendo hecho una breve reseña sobre el daño y la pérdida de oportunidad, pasaremos a
ver en la práctica jurisprudencial cómo se ha ido desarrollando la teoría.
104
Ibidem.
Normalmente para establecer si hay responsabilidad civil se necesita probar los tres
elementos de la misma, es decir, la conducta, el daño y el nexo causal entre estos dos. Pero
existen casos en los que no es fácil identificar dicho nexo. La teoría de la pérdida de
oportunidad, como venimos viendo, es un tema de incertidumbre en cuanto al nexo causal,
para algunos, ya que otros creen que se trata de un problema de saber ubicar el daño en
alguna de las clasificaciones de éste, razón por la cual los jueces toman diferentes
posiciones para poder llegar a un fallo razonable. No obstante, cabe añadir, que la
jurisprudencia no ha sido pacífica en decidir si la pérdida de oportunidad es un daño
indemnizable directamente, o es una supuesto que va vinculado al nexo causal y por ende,
se indemniza pero bajo presupuestos porcentuales, razón por la cual en la jurisprudencia
que señalaré a continuación se hace evidente este debate jurisprudencial.
Así las cosas, es decir, como un daño diferente al final, nos encontramos con el
cuestionamiento sobre dónde encuadrará dicho daño, de si hace parte de los daños
patrimoniales o de los extra patrimoniales o morales.
“Se ha considerado que la propia oportunidad es un bien o interés del que una persona es
titular y que su lesión debe ser indemnizada. Especialmente llamativa a este respecto es el
empeño de la jurisprudencia y doctrina italianas en configurar la oportunidad como un bien
de naturaleza económica que cuando resulta lesionado da lugar a unos perjuicios de
naturaleza patrimonial. Empeño en cosificar y patrimonializar la oportunidad que en Italia
105
ASUA GONZÁLEZ Clara I. Pérdida de Oportunidad en la Responsabilidad Sanitaria. Edi. Thomson
Aranzadi. S.A. España, 2008. Pág. 53.
106
Ibidem. Pg 77.
viene determinado por las restricciones legales para la indemnización de los daños morales,
pues el artículo 2050 del Codice Civile la limita a los casos previstos por la Ley. La
patrimonialidad del perjuicio que se deriva de la elaboración anterior, podría llevar a pensar
que frente a la misma cabría oponer, sin más, la consideración de los daños a indemnizar
como morales y que ello ya de por sí identificaría otra construcción. No es así exactamente.
La elaboración italiana no sólo se caracteriza por la patrimonialización sino también por
erigir a la oportunidad en un bien. De esta manera, la eventual consideración de la
oportunidad como un interés o bien de naturaleza moral cuya lesión daría lugar a daños
morales participa de la cosificación de la oportunidad y de presentar la responsabilidad
como la consecuencia de la lesión de ese bien. Por ello, en este planteamiento la dicotomía
daño moral/daño patrimonial no puede hacer olvidar la común aceptación de la oportunidad
como un interés protegido y el gran paralelismo de las dos construcciones.”107 Pero, llegar a
esta conclusión, es decir daño distinto, puede ser problemático y posee un especial grado de
dificultad, ya que si se llegaré a probar la causalidad del daño final, se llegaría a la
conclusión que dicho daño (pérdida de oportunidad) no existió o, llegaría a existir, lo cual
crea inseguridad jurídica, ya que para el demandado existiría la posibilidad de tener que
indemnizar de cualquier forma, por la existencia de un daño final o por un daño distinto,
llamado pérdida de oportunidad.
“Cabría, sin embargo, hablar de daños morales sin tener para ello que incurrir en el artificio
de configurar la oportunidad como un bien moral. Y así, en la situación de incertidumbre
creada puede, sin más, verse el origen de una situación de disgusto o duda indemnizable. Es
importante incidir, sin embargo, en que estos daños morales se conectan a la situación de
incertidumbre y no a la lesión de otros intereses de naturaleza moral que se han ido
identificando precisamente en supuestos de incertidumbre causal pero que en buena o
en total medida terminan por obviarla. […]
107
Ibídem. Pg. 78-79.
Seguidamente expondré algunos fallos del Tribunal Supremo que han acogido la teoría del
autonomismo en el campo sanitario, considerando la pérdida de oportunidad como un daño
diferente al ocasionado a la salud, vida o integridad física.
108 Por ejemplo, STS (1ª) 14 julio 2005 (RJ 2005, 6532), ponente Excmo. Sr. D. Antonio Salas Carceller:
Resulta así que la indemnización procedente no puede cifrarse, como inicialmente postula el recurrente , en
la valoración del hipotético daño sufrido al no llegar a obtener sentencia favorable a sus intereses por la
resolución de fondo del recurso –resultado incierto en cuanto pendería de la estimación o desestimación final
del mismo, fuera de los casos de notorio error en la resolución recurrida– sino en el perjuicio o daño moral
sufrido por la pérdida de la oportunidad procesal que comporta la posibilidad legal de acudir a una
instancia superior para mantener determinadas pretensiones que se consideran de justicia; perjuicio que en
el caso presente la Sala valora prudencialmente por todos los conceptos en la cantidad de doce mil euros, a
cuyo pago ha de ser condenado el demandados.
109
Ibídem. Pg. 79-80.
110
Sentencia 10 octubre de 1998. Tribunal Supremo de Justicia Español. Sala de lo civil. (RJ 1998, 8371)
Ponente: Sr. D. Antonio Gullón Ballesteros.
Según los hechos de la sentencia de 17 de abril de 2007112, “El esposo y padre de los
actores, afiliados a la Seguridad Social, ingresó en el centro de Povisa, que prestaba
asistencia sanitaria a dichos afiliados en virtud de convenio con el Sergas, el día 15 de junio
de 1991, a las cuatro horas, derivado desde un centro de urgencias. El paciente presentaba
una isquemia aguda del miembro inferior derecho, con obliteración de arteria ilíaca. Al no
poder identificar la etiología de dicho cuadro, el Dr. Imanol (condenado) interesa la
realización de una arteriografía, técnica de diagnóstico que la Sala de instancia califica de
111
Sentencias 21 de marzo de 2007. Tribunal Supremo sala de lo contenciosos administrativo. (RJ 2007,
2644) Ponente: Sr. D. Agustín Puente Prieto.
112
Sentencia 17 de abril de 2007. Tribunal Supremo de Justicia Español. sala de lo civil. (RJ 2007, 2322).
Ponente: Sr. D. Vicente Luis Montes Penades.
Es claro desde este punto de vista que la pérdida de oportunidad puede ser considerada
como un daño diferente al daño final ocurrido en cada uno de los casos. Cabe señalar el
debate generado en cuanto a si dicho daño entra dentro de algunas de las clasificaciones
tradicionales de daño: patrimonial o extrapatrimonial. Para algunos clasificarlo dentro de
los daños morales parece ser lo menos incongruente al momento de establecer de qué daño
se trata, ya que como se evidencia en los diferentes casos, las posibilidades de recuperación
o tratamiento, etc., tocan con la faceta de lo personal. Empero, si se hiciera un cálculo del
daño final, podría clasificarse dentro de los daños patrimoniales de la mano con la
causalidad probabilística, por lo cual pasamos a la categorización de la pérdida de
oportunidad vinculada a la incertidumbre en la relación causal, lo que en los fallos a que se
ha hecho referencia no se hizo.
Dicha teoría del autonomismo puede generar, para muchos, inseguridad jurídica, ya que
cuando no sea posible probar la relación causal, existiría otra posibilidad de daño, en la
categoría de moral, que podría hacerse valer en todo caso.
Adicionalmente, debemos agregar que este problema se encuentra más arraigado en los
fallos de casos relacionados con la salud, o de sanidad, como se les denomina en España, ya
que no se da el mismo razonamiento en los fallos en que se evalúa la carga de los abogados
en procesos judiciales, porque la indemnización en dichos casos está directamente
vinculada con el patrimonio, no con el aspecto físico o con el aspecto afectivo. “Mientras
tanto, en el ámbito de la responsabilidad sanitaria es previsible que cada vez más se tienda a
marcar distancia respecto de la lesión a la vida, salud o integridad física y se insista en que
es otro daño el que se indemniza. Sin embargo, en casos de indemnizaciones
proporcionales respecto de la probabilidad a cargo de abogados o procuradores esa
referencia seguramente se obviará. Probablemente porque subyace la idea de que se está
indemnizando parte del daño final ¿La razón? Pues que en estos últimos casos el daño
final es, de ordinario, una lesión directa al patrimonio (daño primariamente patrimonial) y
resulta casi intuitivo pensar que se indemniza una parte de tal daño. De hecho, recuérdese
que aquí se mantiene que sólo en clave de causalidad probabilística es convincente hablar,
como se hace, de daño patrimonial para este tipo de casos.”114
Este razonamiento se hace evidente en una sentencia del Tribunal Supremo del 27 de julio
de 2006115, en el cual “El Ayuntamiento de Eibar acciona frente al Letrado D. José Manuel,
el Procurador de los Tribunales D. Juan Miguel y la Compañía aseguradora La Unión y el
Fénix solicitando en primer lugar que se declare la negligencia profesional del Abogado y
Procurador codemandados, al no haber formalizado en tiempo hábil Recurso de Casación
ante el Tribunal Supremo frente a la Sentencia dictada por la Sala de lo Contencioso-
Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Navarra en recurso Contencioso-
Administrativo número 1123/88, y, en consecuencia, sean condenados –solidariamente
junto con la Unión y el Fénix– a abonarle una indemnización por los daños y perjuicios
irrogados a referido Ayuntamiento.” Se señaló en dicho fallo que la forma de cuantificar el
daño radicaba en el mismo daño final sufrido: “distinción entre los daños patrimoniales y
morales: pérdida de oportunidad con frustración de derechos, intereses o expectativas:
valoración probabilística de las posibilidades de alcanzar un determinado resultado
económico presentado como incierto; daño derivado de la frustración de acciones judiciales
de contenido económico: necesario cálculo prospectivo de oportunidades del buen éxito de
la acción.”
114
ASUA GONZÁLEZ Clara I. Pérdida de Oportunidad en la Responsabilidad Sanitaria. Edi. Thomson
Aranzadi. S.A. España, 2008. Página 84-85.
115
Sentencia 27 de julio de 2006 Tribunal Supremo. Sala de lo civil. (RJ. 2006, 6548) Ponente: Juan Antonio
Xiol Ríos.
Normalmente para establecer que existe responsabilidad civil es necesario probar los tres
elementos que la constituyen: la conducta, el daño y el nexo entre los dos anteriores. Y,
como ya vimos, en la jurisprudencia española existe un interesante debate sobre el
encuadramiento de la teoría de la pérdida de oportunidad en el plano de la incertidumbre en
el nexo causal o en el daño. Pues bien, la jurisprudencia colombiana no se aleja de esta
discusión, todo lo cual se refleja a continuación en la jurisprudencia a que se hace
referencia.
Sin embargo, existen casos en que la Corte Suprema ha fallado señalando que no siempre
es necesaria la prueba absoluta de dicho nexo para que exista responsabilidad, como en la
sentencia de 18 de mayo de 2005,116 la cual se narran los siguientes hechos: “2.1. Por
estar padeciendo fuertes y frecuentes cólicos, entre abril y mayo de 1992, MARÍA ANA
LUISA RUGE ORTEGA fue conducida a la clínica demandada, donde fue atendida por su
gerente, el Dr. ARMANDO ARDILA CUÉLLAR, quien previo examen, dictaminó que
debía ser sometida a una colecistectomía. 2.2. El 10 de julio se le practicó, por el
citado profesional, el procedimiento quirúrgico recomendado, y el 13 de los mismos mes y
año se le dio de alta, debiendo ser hospitalizada de nuevo el 15, por sufrir fuertes dolores en
el vientre. Pasado un día, se autorizó su salida. 2.3. Como siguió experimentando dolor
"...en la región de la operación", acudió a otras instituciones para tomarse radiografías y
exámenes, que no revelaron nada anormal. 2.4. En octubre de 1992, su deteriorado
estado de salud se complicó porque no podía ingerir alimentos, y debido a ello fue llevada
116
Sentencia Corte Suprema de Justicia. 10 de mayo de 2005. Magistrado Ponente: Dr. Jaime Alberto Arrubla
Paucar. Exp: 14415.
otra vez a la institución demandada, donde la atendió su gerente, quien estimó que debía ser
operada nuevamente. 2.5. FLORENCIO SÁENZ PEÑA, su cónyuge, decidió hacerla
auscultar por el Dr. LUIS FRANCISCO DELGADO MONSALVE, médico
gastroenterólogo del Hospital Militar, galeno que luego de analizar los exámenes y
radiografías concluyó que debía ser intervenida de inmediato, "...por un obstáculo que se
presentaba adelante del píloro, que no permitía el paso del tubo para la endoscopia". 2.6.
Practicada la cirugía el 4 de noviembre de 1992, bajo la dirección del citado profesional, se
le extrajo "...una compresa encapsulada por fibrosis desarrollada en la zona donde se le
había practicado la Colecistectomía", elemento que de acuerdo con los resultados de
patología, "...generó una PERITONITIS AGUDA CRÓNICA". 2.7. Tras una ligera
recuperación, sumada a la tolerancia a los alimentos, se le dio de alta el 28 de noviembre
del mismo año. 2.8. Sin embargo, la peritonitis aguda y crónica desencadenada por la
compresa dejada en su vientre, le originó "...una congestión cardio-pulmonar el día 3 de
diciembre de 1992", por la cual debió ser llevada de urgencia al Hospital Militar, ayudada
de oxígeno, complicación que no fue posible controlar, pese a los esfuerzos médicos,
falleciendo el 6 de diciembre de 1992, a la edad de 40 años, once meses.”
El Tribunal consideró importante determinar la participación de cada uno de los actores en
las diferentes intervenciones médicas, ya que se consideraba el descuido de dejar la gasa
imputable a un actor. No obstante, la Corte anotó que en este tipo de intervenciones existe
un acto grupal, y por ende no puede ser imputado a una sola persona, por lo tanto consideró
que era una responsabilidad in solidum. Adicionalmente, sobre el nexo causal se estableció
que el fallecimiento de la señora fue ocasionado por la insuficiencia respiratoria, entre otros
problemas de la víctima, pero que, en realidad, esto se ocasionó por las diferentes
intervenciones del equipo médico al producir, por su negligencia, una infección. El médico
señaló también que existían diversas causas que podrían haber producido el embolismo
pulmonar y que esto podía presentarse en cualquier paciente que tenga reposo prolongado.
Finalmente, no se logró probar quién fue el causante del daño y la Corte señaló que
“tampoco da cuenta de la concurrencia de otros posibles eventos generadores de la
deficiencia respiratoria y el tromboembolismo pulmonar diagnosticados como causa de la
117
Sentencia Consejo de Estado. 19 Febrero de 1998. Magistrado Ponente: Daniel Suárez Hernández. Exp:
11.802.
118
Sentencia del Consejo de Estado. 28 Enero de 1999. Magistrado Ponente: Germán Rodríguez Villamizar.
Exp: 15.314.
Vemos que en Abril119 del mismo año el Consejo de Estado vuelve a condenar por pérdida
de oportunidad, y de igual manera, no realiza reducción alguna al monto a indemnizar. El
paciente murió por un retardo en la práctica de los exámenes que confirmarían el
diagnóstico debido, para la orientación del tratamiento. El médico señaló que “sin embargo,
es importante anotar que la encefalitis es una entidad necrológica muy grave y en muchos
cosas de carácter mortal, es evidente que en algunos casos de encefalitis, con tratamiento
adecuado, se puede mejorar el pronóstico y salvar la vida del paciente, pero ello dependerá
119
Sentencia Consejo de Estado. 26 de abril de 1999. Magistrado Ponente: Ricardo Hoyos Duque. Exp:
10.755.
de la etiología precisa de la encefalitis, ya que hay algunas de carácter mortal y otras más
benignas Al considerar el Consejo de Estado consideró que hubo retardo en la práctica de
los exámenes lo que originó el desenlace de circunstancias que llevarían finalmente a la
muerte del paciente. Nos encontramos nuevamente con la incertidumbre en la causa y
posibles situaciones que podrían haber evitado dicha muerte. “En conclusión la falla del
servicio de la entidad demandada que consistió en la falta de diligencia para la realizar un
diagnóstico oportuno de la enfermedad sufrida por el paciente en iniciar de manera
temprana el tratamiento adecuado, implicó para éste la pérdida de oportunidad de curación
y de sobrevivir.”.”
120
Sentencia Consejo de Estado. 3 de mayo de 1999. Magistrado Ponente: Ricardo Hoyos Duque. Exp:
11.169.
Sin embargo, después del 2001 el Consejo de Estado empieza a modificar un poco sus
fallos, estableciendo una reducción en el monto a indemnizar cuando existe una pérdida de
oportunidad, lo que nos lleva a pensar que a partir de ese momento dado se toma la teoría
de le pérdida de oportunidad relacionándolo con el tema de incertidumbre causal y no con
el daño. Para muchos, estos fallos son contradictorios pues provienen de un mismo
consejero que con anterioridad fallaba de forma diferente.
pueda producirse. De allí se deduce que los daños y perjuicios no pueden corresponder al
perjuicio que resulta porque el acontecimiento no se produjo. Solo corresponderán a una
suma menor, la cual evidentemente no es fácil de evaluar y da lugar, como en cuanto al
perjuicio moral, a aplicar un criterio arbitrario. Teniendo en cuenta que queda al arbitrio del
juez determinar la indemnización por “pérdida de la oportunidad” y que en todo caso es un
valor inferior al que hubiera tenido derecho el demandante de habérsele adjudicado el
contrato, la Sala estima el monto de ese perjuicio en atención a las diversas circunstancias
de la propuesta, en un 20% de utilidad.” Al hablar de probabilidades y porcentajes en la
determinación de la pérdida de oportunidad el Consejo enruta su decisión a la aplicación de
la teoría de la pérdida de oportunidad como un tema de incertidumbre causal. Cabe anotar
que podría pensarse en que dicha teoría se aplica de esta forma cuando está relacionada con
temas de pérdidas patrimoniales, al no ser ganada la licitación, y no morales, como sucede
en los casos de fallas en el servicio médico.
Pero entonces, vale la pena hacer un paralelo con un fallo sobre el tema de responsabilidad
médica. El Consejo de Estado el 14 junio 2001,123 falla un caso en el cual a una persona se
le negó el servicio de hospitalización, y mientras se llevó al paciente a otro centro
hospitalario, murió. El Consejo de Estado en este caso no reconoce la indemnización total
sino que señala que, por tratarse de la pérdida de la oportunidad de recuperarse, se debe dar
la indemnización de manera parcial. “La Sala encuentra procedente la pretensión de
indemnización del perjuicio moral, como concluyó el a quo. Sin embargo, encuentra que la
fijación de indemnización para los favorecidos con ella, en la suma para cada uno de ellos
en ochocientos gramos oro, al valor en pesos colombianos para el día siguiente a la
ejecutoria de la sentencia, resulta excesiva. Y lo considera de esa manera teniendo en
cuenta los siguientes hechos antecedentes; que: - se confesó en la demanda que la paciente
fue llevada a atención médica por una “afección cardiaca”; - el diagnóstico sobre la misma
paciente fue “mal estado general” y otras indicaciones y – la muerte, según el registro de
123
Sentencia Consejo de Estado. 14 de junio de 2001. Magistrado Ponente: María Elena Giraldo G. Exp:
13.006.
Para finalizar este fragmento sobre el análisis jurisprudencial, el Consejo de Estado señala
en Abril de 2004124, la aplicación de la teoría de la pérdida de oportunidad como la forma
de indemnización parcial de un daño final, es decir en relación con la incertidumbre causal,
de acuerdo a las probabilidades de la recuperación de la víctima. “En tales condiciones la
Sala considera que si bien, como se indicó en la prueba pericial obrante en el expediente, no
puede afirmarse que de haberse efectuado la intervención quirúrgica en forma oportuna y
de haberse proporcionado desde el momento del ingreso del paciente al hospital la atención
de urgencias que requería para tratar la lesión que presentaba (G) no habría muerto, si se
encuentra probado que tal circunstancia le coartó la posibilidad de recuperación y
supervivencia, ya que según se anotó en el informe médico la oportuna aplicación del
procedimiento médico a seguir en esos casos reduce la mortalidad de un 35% a un 6%. De
manera que al paciente (G) se lo privó de la oportunidad de la recuperación que, según los
dictámenes obrantes en el proceso habría sido mayor en el evento de haber atendido pronta
y adecuadamente al lesionado.”
Seguidamente, es necesario que nos preguntemos cuál de los dos puntos de vista de la
teoría de la pérdida de oportunidad se aplicaría de forma idónea a la realidad colombiana,
teniendo en cuenta que aunque el Consejo de Estado ha venido mostrando una evolución y
ha marcado un camino en su aplicación, la teoría no ha tenido gran acogida, en ninguna de
124
Sentencia Consejo de Estado. 21 de abril de 2004. Magistrado Ponente: Germán Rodríguez Villamizar.
Exp: 13.741.
sus dos modalidades. La Corte Suprema de Justicia Sala Civil, en una sentencia de 2008
hizo de alguna manera referencia a la teoría, pero no la aplicó. La sentencia del 24 de junio
de 2008125, relacionada con incumplimiento de un contrato de depósito, por el hurto del
vehículo en cuestión, señaló lo siguiente: “4. En todo caso, si de algún modo pudiera
percibirse en sus imputaciones, en verdad deshilvanadas, un reproche marginal a la
concepción que del lucro cesante asentó el Tribunal, muy pronto habría que concluir que
éste no anduvo a tientas o desatinado al exigir esas condiciones jurídicas. En efecto, en
cuanto perjuicio, el lucro cesante debe ser cierto, es decir, que supone una existencia real,
tangible, no meramente hipotética o eventual. Ahora, sin ahondar en la materia, porque no
es del caso hacerlo, esa certidumbre no se opone a que, en determinados eventos, v. gr.
lucro, el requisito mencionado se concrete en que el perjuicio sea altamente probable, o sea,
cuando es posible concluir, válidamente, que verosímilmente acaecería, hipótesis en la cual
cualquiera elucubración ha de tener como punto de partida una situación concreta, tangible,
que debe estar presente al momento de surgir la lesión del interés jurídicamente tutelado.
Vale decir que el lucro cesante ha de ser indemnizado cuando se afinca en una situación
real, existente al momento del evento dañino, condiciones estas que, justamente, permiten
inferir, razonablemente, que las ganancias o ventajas que se percibían o se aspiraba
razonablemente a captar dejarán de ingresar al patrimonio fatal o muy probablemente. Por
supuesto que en punto de las ganancias frustradas o ventajas dejadas de obtener, una cosa
es la pérdida de una utilidad que se devengaba realmente cuando el acontecimiento nefasto
sobrevino, la pérdida de un bien con comprobada actividad lucrativa en un determinado
contexto histórico o, incluso, la privación de una ganancia que con una alta probabilidad
objetiva se iba a obtener circunstancias en las cuales no hay lugar a especular en torno a
eventuales utilidades porque las mismas son concretas, es decir, que en verdad se obtenían
o podían llegar a conseguir con evidente cercanía a la realidad; y, otra muy distinta es la
frustración de la chance, de una apariencia real de provecho, caso en el cual, en el momento
que nace el perjuicio, no se extingue una utilidad entonces existente, sino, simplemente, la
125
Sentencia Corte Suprema de Justicia. 24 de junio de 2008. Magistrado Ponente: Pedro Octavio Munar
Cadena. Exp: 11001 3103 038 2000 01141 01.
Para salir de esta duda sobre cómo ve la Corte Suprema de Justicia la viabilidad de la
aplicación de la teoría a continuación señalaré lo que opinan algunos de los Magistrados, de
esta Honorable Corporación, a quienes tuve la ocasión de entrevistar personalmente, sobre
la aplicación de la Teoría de la Pérdida de oportunidad a nuestro ordenamiento jurídico.
126
Entrevista al Magistrado de la sala de casación civil de la Corte Suprema de Justicia: Arturo Solarte
Rodríguez. Realizada el Martes 2 de junio de 2009.
en este caso? No se indemniza el valor mayor porque no es cierto este ingreso sino que se
debe mirar cuál es la probabilidad de que ese caballo hubiera ganado el premio. Entonces se
hace con base en una probabilidad. En principio la pérdida de oportunidad es un daño de
naturaleza patrimonial, valor porcentual del ingreso que hubiera obtenido si hubiera jugado
o concursado, también lo es privar de las esperanzar. En dichos casos existe una
incertidumbre en el perjuicio pero una certidumbre en la probabilidad. También se da el
caso sobre la privación a la oportunidad de interrumpir el embarazo, cuando el nacimiento
puede acarrear diferentes complicaciones para el nacido y para la madre. Debate que sigue
abierto por el Tribunal de Derechos Humanos en Estrasburgo.
El Dr. Solarte opina que la pérdida de oportunidad es una modalidad de daño que se sitúa
entre el daño patrimonial y extrapatrimonial: patrimonial en los casos de concurso,
licitaciones, etc, y extrapatrimonial en los casos de responsabilidad médica, abortos, etc.
Entonces, el juicio de probabilidad se mira dependiendo de si tiene énfasis el daño en el
daño patrimonial o en el extrapatrimonial, en el primero puede sacarse un porcentaje del
daño final, y en el segundo, habrá que cuantificarlo de forma diferente.
Por otro lado, el Consejo de Estado actúa como tribunal de instancia en los asuntos
contenciosos de responsabilidad civil, motivo por el cual para que un tema sea tratado por
la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, habrá que plantearlo por las
partes en casación.
Adicionalmente, opina que no cree que al aplicar dicha teoría se dé una explosión de
indemnizaciones, ni se vaya al extremo de que no se pueda exonerar de responsabilidad el
demandado, ni va en contra de su debido proceso, pero sí cree que si se da una expansión
de dicha teoría hacia el daño extrapatrimonial podría llegarse al extremo, y por ejemplo,
establecer que si no se le hubieran causado lesiones, entonces decir que perdió la
oportunidad de estar bien, lo cual sería llegar al absurdo, y no debe ser confundida la teoría
con un tema de culpa.
Por su parte, el Magistrado Dr. Jaime Alberto Arrubla Paucar127 opina que la pérdida de
oportunidad es una forma de observar el perjuicio que sufre la víctima. Consiste
precisamente en el daño que experimenta una persona cuando el agente dañoso le ha
privado de una oportunidad, de un chance como dicen los franceses. Por ejemplo, no le
advirtieron los médicos a una mujer en el embarazo que la enfermedad viral que padeció
podría causar males al feto. El caso ocurrió en Francia donde es posible el aborto por
decisión de la mujer en las primeras semanas de la concepción. Nació el niño con
deformidades funcionales congénitas, será parapléjico y retrasado mental. No es que el
silencio del médico sea la causa del problema del niño, pero no haber advertido el peligro,
le hizo perder a la madre la oportunidad de decidir si lo tenía o no lo tenía. El daño no es
el mal que tiene el niño, sino haber privado a su madre de la oportunidad de decidir.
Cree que la pérdida de oportunidad es un problema de daño, una forma de ver el perjuicio
que ha experimentado la víctima al haber perdido la oportunidad de tomar una decisión, no
un tema de causa.
Consideró que la Corte está entrando en una nueva etapa para ver el daño indemnizable,
de manera más abierta. “Por ejemplo, ya hay fallos sobre el daño a la vida en relación. En
su opinión ya hay una sentencia, en la que se condena la Clínica Cardiovascular de
Medellín y a Su salud. Allí llegó un paciente con problemas cardiacos serios, necesitaba un
aparato y la clínica decía que la E.P.S no lo había ordenado o autorizado, hubo que poner
tutela y en todas esas, se murió el paciente. Se defendieron señalando que de todas maneras
se iba a morir, que su enfermedad era mortal. La Corte contesta que le negaron una
posibilidad, lo que hubiera pasado con el tratamiento. Aunque no lo dice expresamente,
en el fondo se le negó el chance de saber qué hubiera pasado de haberle puesto el aparato
127
Entrevista al Magistrado de la sala de casación civil de la Corte Suprema de Justicia: Jaime Alberto
Arrubla Paucar. Realizada el Lunes 8 de junio de 2009.
Cree que en muchos casos es difícil tasar ese perjuicio. Cuál es el valor de no haberle
dicho a la mujer que su enfermedad habría podido dañar al feto, pero es un problema de
prueba. Y no se afecta el derecho de defensa del demandado.
128
Entrevista al Magistrado de la sala de casación civil de la Corte Suprema de Justicia: William Namén
Vargas. Realizada el Lunes 16 de junio de 2009.
Conclusión
Visto lo anterior cabe anotar, por último, que la globalización ha hecho no solo que las
distancias sean más cortas sino también que el derecho se globalice, las tendencias
internacionales centradas a indemnizar o reparar a las víctimas de diferentes tipos de daños,
nos lleva hoy a que teorías como la pérdida de oportunidad sean tenidas en cuenta por los
jueces al momentos de fallar o tomar una decisión sobre un caso.
Esto tiene que ver con los avances técnicos para llegar a una justa indemnización. Para
nuestra Corte Suprema no se trata de una incertidumbre del nexo causal porque como lo
han señalado siempre debe existir dicho nexo, por lo tanto hablamos de daño. No se abre
un debate en torno a un tema de “todo o nada” por no existir una causa, sino más bien a un
daño diferente al daño final, un daño que debe ser indemnizado teniendo en cuenta la
probabilidad del hecho que no aconteció o que aconteció por culpa del otro, y la pérdida de
ese oportunidad o expectativa frustrada.
Sabemos que nuestra Corte Suprema está capacitada y lista para aplicar dicha teoría,
teniendo en cuenta las estrictas normas sobre la certeza del daño y que daría cumplimiento
a la plenitud de las formas propias de cada juicio, dentro de la que se halla el debido
proceso de las partes, teniendo en cuenta los hechos de cada caso y la justa indemnización
del daño, si a ello hubiere lugar. Cabe ahora esperar que sea sometido un caso a la Corte
para analizar si toda la Corporación está en la misma línea señalada en este documento.
Desde mi punto de vista, pensaría que la teoría de la pérdida de oportunidad apunta más
hacia una nueva clasificación del daño, el cual estaría de forma hibrida, si así quisiera
decirse, entre el daño patrimonial y el extrapatrimonial, o entre el daño material y el moral.
Ya que aunque se inicia la discusión sobre la aplicación de la misma desde la dificultad en
la causalidad o nexo causal, creo que para su aplicación práctica es más acorde la
tendencia a ser un tema de daño.
Bibliografía
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Sentencia de Corte Suprema de Justicia S-008 de 24 enero 1990 Magistrado ponente: José
Alejandro Bonivento
Sentencia Corte Suprema de Justicia. 13 Mayo de 2008. Magistrado Ponente: César Julio
Valencia Copete. Exp: 11001-3103-006-1997-09327-01.
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Sentencia 10 octubre de 1998. Tribunal Supremo de Justicia Español. Sala de lo civil. (RJ
1998, 8371) Ponente: Sr. D. Antonio Gullón Ballesteros.
Sentencia 17 de abril de 2007. Tribunal Supremo de Justicia Español. sala de lo civil. (RJ
2007, 2322). Ponente: Sr. D. Vicente Luis Montes Penades.
Sentencia 27 de julio de 2006 Tribunal Supremo. Sala de lo civil. (RJ. 2006, 6548)
Ponente: Juan Antonio Xiol Ríos.
Entrevistas: