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CALVINISMO CLASICO

TOTAL DEPRAVACIÓN.
Total depravación del hombre causada por el pecado original: En lo que
respecta a la caída, Calvino expone que es necesario que el hombre se conozca
tal cual es, es decir que sea consciente de su naturaleza pecaminosa, la que le
viene dada por la desobediencia de Adán
La desobediencia de Adán afecta radicalmente a la naturaleza humana, el
hombre pierde su libre albedrío y queda determinado o esclavizado al pecado,
no puede querer algo diferente a lo que su naturaleza le manda, todos nacimos
de la simiente de Adán por tanto todos somos culpables ya que pecamos en él:
“Por tanto, todos nosotros, al ser engendrados de una simiente inmunda,
nacemos infectados del pecado, y aún antes de ver la luz estamos manchados
y contaminados ante la faz de Dios. Porque ¿quién hará limpio a lo inmundo?
Nadie, como está escrito en el libro de Job (14,4)
Ésta es la corrupción que por herencia nos viene, y que los antiguos llamaron
pecado original, entendiendo por la palabra “pecado” la depravación de la
naturaleza que antes era buena y pura.
Es interesante ver que para Calvino a diferencia de otros teólogos el pecado,
no se limita a un hecho o acción particular del hombre que ofende la ley de
Dios, sino que el pecado es una constante en el ser humano, es inherente a su
naturaleza misma, todo lo que hace, lo hace en pecado aún las obras que
parecerían éticamente correctas ante Dios son inmundicias, porque salen de
un árbol que no puede dar jamás frutos buenos agradables al Creador, solo
sería posible el cambio en su naturaleza si el mismo Dios le da un corazón
nuevo.
ELECCIÓN INCONDICIONAL
Siguiendo con el punto anterior, si el hombre está muerto espiritualmente,
cautivo en el pecado y sin entendimiento espiritual e inclinado naturalmente a
lo malo, entonces, el remedio para solucionar esta condición, debe
encontrarse fuera del hombre mismo, es decir en Dios. El hombre es incapaz
de salvarse a sí mismo, ya que la caída en Adán fue total, y si solo Dios puede
salvar, y si no todos son salvados, entonces llegamos a la conclusión que Dios
escoge a sus elegidos que serán salvos. En las Escrituras encontramos textos
como Deut. 7, 7–8 donde se expresa lo siguiente: “No por ser vosotros más
que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros
erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os
amó...” o en Efesios 1, 3–4: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo (...) según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para
que fuésemos santos y sin mancha delante de él”. Queda claro que esta
elección “no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene
misericordia” (Rom. 9, 16).
Para Calvino hay una doble predestinación: Dios predestina a sus elegidos a la
Salvación (accionar activo) y a los demás para perdición. Sin embargo respecto
a esto último hay que tener en cuenta que Dios no obra de manera activa
haciendo que los” no elegidos” se condenen, sino que directamente los deja
en su estado natural, es decir en pecado, hay un accionar pasivo de Dios con
respecto a ellos.
La razón por la cual Dios elige a unos para salvación y a otros para condenación
es un misterio para Calvino

EXPIACIÓN LIMITADA.
La expiación de nuestros pecados fue consumada por Cristo que con su muerte
en la cruz sufrió la ira de Dios justo que nos correspondía a nosotros y salvó a
sus escogidos del pecado como lo sostiene Calvino, es decir por aquellos que
el Padre escogió en él antes de la fundación del mundo como aparece en
Efesios 1:4 o en Juan 17:9: “Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino
por los que me diste; porque tuyos son”.
Solo en Cristo insiste Calvino, la salvación es posible, sin Él y su muerte en cruz,
todos seríamos condenados, por ello escribe: “los que Dios ha tomado como
hijos suyos no se dice que Él los ha elegido en ellos mismos, sino en Cristo (Ef.
1,4); pues no podía amarlos, ni honrarlos con la herencia de su Reino, sino
haciéndolos partícipes de Él. Ahora bien, si somos elegidos en Él, no hallaremos
la certeza de nuestra elección en nosotros mismos; ni siquiera en Dios Padre,
si lo imaginamos sin su Hijo. Por eso Cristo es para nosotros a modo de espejo
en quien debemos contemplar nuestra elección, y en el que la
contemplaremos sin llamarnos a engaño” para Calvino, Cristo solo murió por
los suyos, es decir por los elegidos.
GRACIA IRRESISTIBLE.
Si los hombres son incapaces de salvarse a sí mismos debido a su naturaleza
caída, y dado que Dios por su gracia e infinita misericordia decide salvarnos
enviando a su hijo a pagar las culpas de nuestros pecados, deducimos de todo
ello que la gracia de Dios es absoluta en lo que respecta a nuestra salvación y
que no hay quien pueda resistirse a ella. El llamado en los elegidos es eficaz y
completamente por gracia de Dios quien mediante su Espíritu trabaja en el
corazón y mente de los mismos para hacer que se arrepientan de sus pecados
regenerándolos y luego los justifica. Sin la intervención divina abriendo el
corazón de los hombres, nadie vendría a Cristo. Calvino escribe al respecto:
“Porque siendo Él aquel a cuyo cuerpo el Padre ha determinado incorporar a
quienes desde la eternidad ha querido que sean suyos, de forma que tenga
como hijos a todos cuanto reconoce como miembros del mismo, tenemos un
testimonio lo bastante firme y evidente de que estamos inscriptos en el libro
de la vida, si comunicamos con Cristo.”
Como vemos para Calvino aquellos que desde el principio Dios los ha elegido
como hijos suyos, es imposible que se pierdan o que no se consume su
salvación por motivos inherentes a cada persona ya que como dijimos la
salvación no depende del hombre sino de Dios y no hay quien pueda resistir a
ello. Es Dios quién interviene para salvar al hombre por medio de Jesucristo.
Este llamado siempre viene al pecador por medio de la Palabra de Dios, la cual
es aplicada infaliblemente por medio de la operación del Espíritu Santo, es un
llamado poderoso y efectivo para salvación: “Los gentiles, oyendo esto, se
regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que
estaban ordenados para vida eterna” (Hechos 13:48).
PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS
La salvación que se realiza por gracia de Dios y mediante su absoluta soberanía
y designios termina con el cumplimiento de su inquebrantable propósito de
que “aquellos que antes conoció” (Rm 8, 29) sean unidos eternamente con su
Salvador. Para Calvino la salvación no se pierde, porque como analizamos en
los puntos anteriores no depende del hombre sino de Dios y “el que comenzó
en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.”
(Filipenses 1:6). Calvino insiste mucho en la perseverancia de la fe de los
elegidos en Cristo y así escribe: “Porque todos aquellos a quienes el Señor ha
adoptado y recibido en el número de sus hijos, deben preparase a una vida
dura, trabajosa y llena de males. Porque la voluntad del Padre es de esta
manera ejercitar a los suyos, para ponerlos a prueba”
Los frutos de la salvación en los elegidos son los que confirman su elección que
como dijimos no se puede perder una vez que Dios la otorgó, Calvino escribe
sobre esto que “los frutos de la regeneración que en sí mismo contemplan les
sirven de argumento y de prueba de que el Espíritu Santo reside en ellos, con
esto se confirman y animan para esperar en todas sus necesidades el favor de
Dios, viendo que en una cosa tan importante lo experimentan como Padre.”
“Aquellos a quienes Dios ha aceptado en el Amado, y ha llamado eficazmente
y santificado por Su Espíritu, y a quienes ha dado la preciosa fe de Sus elegidos,
no pueden caer ni total ni definitivamente del estado de gracia, sino que
ciertamente perseverarán en él hasta el fin, y serán salvos por toda la
eternidad, puesto que los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables...”

CALVINISMO MODERADO.
TOTAL DEPRAVACIÓN EN SENTIDO EXTENSIVO
Sostiene que la imagen de Dios no ha sido completamente borrada de la
humanidad caída, sino solamente difuminada. Si bien las personas no pueden
iniciar o alcanzar la salvación mediante sus propias obras, sí son capaces, no
obstante, de recibir el don de la salvación. Incluso los seres humanos caídos
tienen la capacidad de aceptar o rechazar el don de la salvación de Dios, puesto
que, aunque la salvación no procede de nuestra voluntad (Juan 1:13), sin
embargo, sí se hace realidad «por medio de la fe [la nuestra]» (Efesios 2:8)
mediante nuestro acto de «recibir» a Cristo (Juan 1:12).
EXPIACIÓN LIMITADA EN SU APLICACIÓN.
Expiación: El calvinismo clásico afirma que ésta expieación es limitada en
su alcance e insisten en que Cristo murió solo por los escogidos. Por su parte,
los calvinistas moderados sostienen que tal limitación de alcance no existe,
puesto que Cristo murió por todos (Juan 1:29; 2 Corintios 5:15; 1 Juan 2:2);
admiten sin embargo, que sí es limitada en su aplicación haciéndose efectiva
solo en quienes creen. Esta diferencia afecta a las correspondientes creencias
acerca de la seguridad eterna de ambos sistemas. Según los calvinistas
radicales, Dios quiere que solo algunos tengan seguridad eterna. Por ello,
Cristo solo murió por ellos. Por el contrario, el calvinista moderado sostiene
que aunque solo serán salvos quienes crean, Dios desea, sin embargo, que
todos lo sean (1 Timoteo 2:4; 2 Pedro 3:9).
GRACIA IRRESISTIBLE, PERO NO EN CONTRA DELA VOLUNTAD HUMANA.

Existe también una importante diferencia entre los calvinistas radicales y los
moderados respecto al entendimiento de cómo recibimos la seguridad eterna.
Para los primeros, la persona recibe el don de la salvación en contra de su
voluntad. Por naturaleza, todos los escogidos son pecadores, están muertos, y
eran incapaces de recibir la salvación cuando Dios se la otorgó en contra de lo
que realmente deseaban.
Los calvinistas moderados, por el contrario, están convencidos de que la Gracia
irresistible de Dios es eficaz en aquellos que la desean (los escogidos), pero no
en quienes no la aceptan. Dios obra de un modo irresistible y eficaz en los que
deciden recibir su Gracia. Sin embargo, no fuerza la voluntad de quienes no
desean recibirla. Dios es amor, y el amor actúa de manera persuasiva, pero no
coercitiva. El amor forzado representa una contradicción moral (Mateo. 23:37).
Por ello, el calvinismo radical difiere del moderado en el modo de entender la
naturaleza de la Gracia irresistible y su funcionamiento.
PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS.
El último de los cinco puntos del calvinismo es el de la perseverancia de los
santos, conocido también como la doctrina de la seguridad eterna. Esta
doctrina postula que todas las personas que han sido regeneradas
perseverarán en la fe hasta el fin. Es decir, al final llegarán al Cielo. Dicho en
lenguaje popular, los calvinistas de todo tipo creen que una vez has sido salvo,
lo eres para siempre, cosa que niegan todos los arminianos.
Respecto a la seguridad eterna, el calvinismo clásico dice que es necesario
perseverar para disfrutar de dicha seguridad, el calvinismo moderado dice que
NO es necesario perseverar hasta el fin para disfrutarla.
El calvinismo clásico, insiste en que además de seguir teniendo fe, las personas
han de seguir siendo fieles a Dios hasta el fin como prueba de que son
verdaderamente salvas.
Las cosas que se sugieren como señales de la verdadera y permanente certeza
hacen imposible que las personas sepan con seguridad que son salvas antes de
su muerte. Sin embargo, la verdad es que, en la práctica, se hace imposible que
alguien pueda saber, sin duda, que ha perseverado en todas estas cosas antes
de morir. O, por decirlo de otro modo, cualquiera que no esté cumpliendo estos
requisitos hasta el día de su muerte no puede estar seguro de ser uno de los
escogidos.
Otro contraste al respecto es que los calvinistas moderados creen que los
escogidos experimentan la certeza en la Tierra y poseen también la seguridad
eterna en el Cielo. Sin embargo, algunos calvinistas clásicos sostienen solo esto
último, ya que no podemos estar realmente seguros de que alguien forma
parte de los escogidos hasta que tal persona persevera hasta el fin. Esto se
debe a la existencia de la «falsa certeza» que puede llevarnos a creer «que
tenemos fe cuando de hecho, no es así».

ARMINIANISMO.
LIBRE ALBEDRIO
Para Arminio la naturaleza humana fue afectada por la caída de Adán pero no
en su totalidad como lo admite Calvino, el hombre aún conserva su libre
albedrio y puede elegir creer en Dios. Sin embargo Arminio acepta que el
hombre por sí solo no puede arrepentirse y creer sin que Dios mediante su
gracia lo capacite para que se arrepienta y crea, pero no interfiere con la
libertad del hombre. Cada pecador posee una voluntad libre, y su salvación
depende de cómo la use. La libertad del hombre consiste en su habilidad para
escoger el bien sobre el mal en los asuntos espirituales; su voluntad no es
esclava a la naturaleza pecaminosa. El pecador tiene el poder para cooperar
con el Espíritu de Dios y ser regenerado o resistir la gracia de Dios y perecer. La
fe dentro de este esquema es el don del hombre hacia Dios; es su contribución
para la salvación.
ELECCIÓN CONDICIONAL
Los arminianos creen que la elección de Dios para la salvación se basa en
escoger bajo condición de su pre– ciencia aquellos que lo eligen primero a Él
de manera libre ya que como expusimos en el punto anterior el hombre aún
conserva su libre albedrio, el pecado original simplemente lo afectó. La fe en la
cual Dios fundamenta su decisión no fue dada al pecador por Él, es decir que
no fue creada por el poder regenerador del Espíritu Santo, sino que resulta de
la voluntad del hombre. En definitiva es la decisión del pecador por Cristo y no
la decisión de Dios por el pecador, la causa final de la salvación.
EXPIACIÓN UNIVERSAL O GENERAL
La obra redentora de Cristo fue para que todo el mundo fuera salvo pero sin
embargo, esta obra de redención no es eficaz ya que queda supeditada a la
libre voluntad del hombre el que se concrete o no. Cristo murió por todos y
cada uno de los hombres, pero solamente aquellos que creen en Él serán
salvos.
En definitiva podemos decir que la expiación de Cristo es para los arminianos,
universal, necesaria y única pero no eficaz ya que en última instancia su
concreción depende del libre albedrio humano.
GRACIA RESISTIBLE
Dentro de la lógica arminiana, la gracia de Dios puede ser siempre resistida por
el hombre y siendo así este es quien elige salvarse o condenarse. El Espíritu
Santo llama externamente a los hombres pero considerando que el hombre
posee su libre albedrio, éste puede exitosamente resistir a la llamada del
Espíritu. El Espíritu no puede regenerar por si solo al pecador sin que éste
decida creer; la fe para Arminio es un fruto o una contribución del hombre para
su salvación que hace posible su nuevo nacimiento. Así, la voluntad libre del
hombre limita el Espíritu en la aplicación de la obra salvadora de Cristo. Hasta
que el pecador no responda, el Espíritu no puede dar vida. La Gracia de Dios
encuentra su gran límite en el hombre pudiendo ser resistida o despreciada
por éste.
PERDIDA DE LA SALVACIÓN.
Como el hombre puede aceptar o rechazar la gracia de Dios, es decir como su
salvación depende de él y no de Dios, es posible que pueda perder la salvación
por él conquistada en cualquier momento ya que depende de sus obras y
perseverancia en la fe.
En el sistema arminiano gira en torno al hombre y a su libre albedrío, la
salvación es completada por medio de los esfuerzos combinados de Dios, quien
toma la iniciativa pero que espera la respuesta del hombre que constituye el
factor determinante. Dios ha proveído salvación a todo el mundo, pero su
provisión se hace efectiva solamente para aquellos quienes por su propia libre
voluntad, “escogen” cooperar con Él y aceptan la oferta de su gracia. En lo más
determinante con respecto a la salvación es el hombre y no Dios quien juega
el rol decisivo.

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