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Hasta la revolución, Inglaterra era una monarquía absoluta de derecho.

El Parlamento
inglés era tan solo un comité consultivo temporal convocado y disuelto a discreción por el
monarca.
A pesar de estas restricciones, a lo largo de los siglos, el Parlamento había ido ganado
significativos poderes de hecho, y el monarca ya no podía ignorar al Parlamento. En
particular, el monarca necesitaba la aprobación parlamentaria para imponer nuevos
impuestos. Este era el único poder de negociación del Parlamento, ya que no podía anular
las acciones del monarca, pero sí impedir la financiación de medidas a las que se
oponía. Enrique VIII ordenó ejecuciones arbitrarias sin resistencia pública significativa,
mientras que su tentativa de implementar un nuevo impuesto sin Parlamento estuvo
contrariada por una rebelión.1
El Parlamento tenía dos cámaras. La Cámara de los Lores reunía a los miembros más
importantes de la nobleza y del clero. La Cámara de los Comunes acogía a diputados
elegidos. El sufragio estaba limitado a los ciudadanos más adinerados, aunque unas
circunscripciones (potwalloper boroughs) elegían sus diputados con sufragio universal
masculino.2 La Cámara de los Comunes representaba la gentry, la nobleza baja y
la burguesía alta. Los poderes de hecho del Parlamento derivaban de la importancia de la
gentry inglesa. Nuevos impuestos eran imposibles sin su
cooperación. Escocia e Irlanda tenían parlamentos, pero con menos poderes.34
En 1603 murió Isabel I de Inglaterra sin descendientes. Jacobo I, hijo de María I de
Escocia, subió al trono como el primer rey Estuardo de Inglaterra, Escocia e Irlanda.
Jacobo I fue un defensor del derecho divino de los reyes y al asumir el trono inglés ya
estaba reinando en Escocia con un Parlamento débil. Con el Parlamento inglés, en
cambio, tuvo malas relaciones en varias ocasiones. No obstante, Jacobo I procuró
moderar sus ambiciones de absolutismo a fin de sostener relaciones buenas con sus
súbditos.5
Religión[editar]
Durante el siglo XVI, la Reforma protestante penetró Inglaterra y Escocia de maneras
distintas, mientras que la mayoría de los irlandeses se mantenía católicos. Después de la
turbulencia de la Reforma inglesa, Isabel I recreó la Iglesia de Inglaterra como un equilibrio
precario entre catolicismo y calvinismo.6 Había un movimiento de puritanismo, que
deseaba una iglesia sin obispos y sin otros elementos de catolicismo.7 Mientras tanto, los
movimientos de Caroline Divines, anglocatolicismo e iglesia alta deseaban restablecer
elementos de catolicismo.8 La Iglesia de Escocia era también protestante, pero tenía
tradiciones presbiterianas separadas. Jacobo I y Carlos I procuraron uniformar las Iglesias
de Inglaterra y de Escocia.9 De hecho, Jacobo restableció exitosamente la figura de los
obispos en Escocia.

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