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EL ECO-SISTEMA
ANDINO
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1. Carl Troll/StePhf J , r
El ecosistema ail
Carl Troll / St'& /Dhen Brush
EL ECO-SISTEMA
a n d in o
K
hisbof
breve biblioteca de bolsi
Carl Troll / Stephen Brush
El eco-sistema andino
Carl Troll/Stephen Brush
EL ECO-SISTEMA
ANDINO
H
hisbol
Fuentes:
Cari Trbll, /-¿J.v culturas superiores andinas y el medio geográfico.
En: Allpanchis 15 (1980) 3-55.
1987
© HISBOL
Casilla 20753
La Paz
D.L. 4-1-431-87
Imprenta "Papiro"
Bernardo Trigo 447 La Paz
Telefono 353890
4
Indice
Cari Troll
1. Introducción
2. La posición de las culturas andinas
dentro del conjunto de las culturas
indígenas
3. Los pueblos andinos civilizados y
semicivilizados
4. Los bienes culturales y materiales
de los pueblos andinos
5. La estructura del paisaje andino
6. Las conquistas de la agricultura en
las altas culturas de la esfera cultural
peruana
a. El riego artificial
b. La crianza de los grandes animales
domésticos
c. Cultivo y conservación de las planta de
tubérculos andinos
Notas
5
II. EL LUGAR DEL HOMBRE EN EL
ECOSISTEMA ANDINO
Stephan Brush
1. Introducción
2. El sistema andino de recursos
3. Sistema de recursos de la comunidad
de Uchucmarca
4. Determinación de las zonas de cosecha
5. Ubicación de la población en el valle
6. Patrones de zonas ecológicas andinas
a. El tipo compacto
b. el tipo archipiélago
7. Conclusiones
Bibliografia
6
I. LAS CULTURAS SUPERIORES
ANDINAS Y EL MEDIO GEOGRAFICO
Cari Troll
L- Introducción
7
la agricultura, y de los indios de Sonora, siguiendo ha
cia los indios de California que, aunque vivían de la
caza, alcanzaron una sorprendente cultura de recolecto
res, altamente desarrollada, y llegando, por último, has-
la los pueblos indios pescadores de la costa de fiordos
del noroeste de America del Norte.
11
co" y cs|K'< uilincnlc icloi/m h en el sector cuzqucfk
de los valles del Vik anota Uruhnmba, Paucar tambo >
Apmímac. Desde el l ( uadoi las lonnas más elevadas
de cultura se extienden liae 1a el oeste, basta la costa del
Océano Paeílico, loque evidentemente está en relación
con el hecho de que en la parte media de la región
costanera del Ecuador, los bosques tropicales y los
pantanos de manglares de la costa occidental, el trecho
más inhabitable de toda la América tropical, son subs
tituidos por paisaje abiertos y, por último, en el nor
oeste del Perú por ¡a costa desértica en la que abundan
oasis. En las sabanas y bosques xcrofíticos del oeste
del Ecuador se desarrollaron, eñ la actual Provincia de
Manabí13, los mantas como pueblos semi-civilizados
que hacían sus construcciones con piedras, y los hábi
les navegantes huancavilcas y punáis, en tomo del gol
fo del Guayas.
13
70‘ 60°
16
»00 » o m ut i— •*
L ím ite de las regiones h a b ita -________ Pie oriental 4 » Solares,
das por lasdiversas razas de los Andes -aliñas, salitereras
17
tiva más meridional del continente, a lo largo de la eos
ta del Pacífico. Según Latcham, durante la época de k
expansión incaica se trasplantaron también uros del al
tiplano del Titicaca a la costa del sur del Perú, los que,
por su parte, habrían presionado a los changos a emi
grar de sus desiertos con oasis a las pampas salinas.
Posteriormente tuvo lugar todavía en la costa de Tara-
pacá una invasión por aimaras, los que, según Lat
cham, bajo la coacción del medio ambiente tuvieron
que contentarse con el mismo modo de vivir de los
changos y uros de la costa.
18
de los pueblos cazadores del oriente. Pero nada puede
subrayar mejor la conexión de las culturas andinas con
el carácter montañés, que el hecho de que el pequeño
pueblo de los comechigones, muy alejados de los An
des, habitando en la Sierra de Córdoba, ha adaptado20
elementos culturales andinos puros: agricultura, irriga
ción artificial, crianza de la llama, vestido de lana
(¿también cultivo de la papa?).
19
por debajo de los pueblos de alta cultura andina, propia
mente dichos.
20
para América del Sur, el "Wanderstockbau”) o el "Shif-
ting Cultivation" tan extendido entre los pueblos
tropicales. Debido a los largos períodos de descanso
entre los desmontes e incendios, este sistema sólo
permite la existencia de una escasa población y, sin el
empleo de medidas especiales de protección del suelo,
resulta muy destructiva para el crecimiento del bosque
y la fertilidad del suelo. En los Andes, por el contrario,
los indios practicaron el desarrollo del suelo mucho
más sostenido, un verdadero "laboreo" ("Tillage Sys
tem" de O.F. Cook) que, unido al cuidado del suelo,
abono y, eventualmente también, construcción de
andenerías y riego artificial, permitía una cultura esta
ble y por su rendimiento regular era capaz de alimentar
a una población densa. Como es sabido, la América
antigua, por falta de animales domésticos, corpulentos,
apropiados para bestias de tiro, no pudo desarrollar una
cultura basada en el arado. En América, por consi
guiente, no se trata de contraste entre cultivo con azada
y cultivo con arado, sino en la diferencia entre un
cultivo migratorio y el "laboreo" (ambos "cultivos de
azada", en el sentido de E. Hahn). La elevada técnica
en el desarrollo de los instrumentos de arado manual,
en los países civilizados del oeste, muy particular
mente la "taclla" peruana, permitió, con sólo la fuerza
humana, un desarrollo del suelo parecido al cultivo por
medio del arado del Viejo Mundo. No es pues de ex
trañar que en las descripciones españolas antiguas se
empleen continuamente expresiones tales como "arado
de mano" o "arado de los indios" o en la literatura mo
derna también "foot plow"26. Es empero un error, que
se ha propagado hasta en los trabajos más recientes, el
que la taclla era servida por 6 u 8 hombres. Se originó
por una traducción errónea de Garcilaso de la Vega, por
W. H. Prescott, parecida a otro error que se remonta al
Almirante Spilbergen, que afirma que los indios utili
zaban llamas (Chilihuques) para arrastrar la taclla27.
En realidad, hoy todavía, siglos después de la in
troducción del arado por los españoles, la antigua
herramieta para arar se halla aún en uso en los Andes,
y esto tal como era usual a comienzos del siglo XVII
según las bellas descripciones e ilustraciones de h
"Nueva Corónica" de Poma de Ayala28. En las figura*
3 y 4 hemos reproducido algunos instrumentos de la
branza de los indios antiguos del altiplano boliviano
tal como los encontramos allí en 1926-1928. La figun
3 muestra herramientas que todavía son fabricadas en
su forma original, sin empleo de partes metálicas, sólo
con maderas duras; en la figura 4, las mismas formas
con empleo de hojas y puntas de hierro, pero siempre
con las antiguas ligaduras de cuero y sin hacer uso de
los clavos de hierro.
22
y desempeña todavía un gran papel el arbusto llamado
eoca (Erythroxylon coca y E. novogranatense), planta
cultivada de la región boscosa, húmeda, de las monta
nas cuyas hojas secas, que contienen un alcaloide, son
degustadas por medio de masticación y esto precisa
mente por los indios de las zonas Alto-andinas, como
adaptación fisiológica a las condiciones de los procesos
respiratorios y del metabolismo en las áreas secas y
elevadas de los Andes29. A consecuencia de lo cual, el
arbusto, siempre que no fuera substituido por formas
silvestres poco valiosas como ocurre a menudo en Co
lombia, tiene que ser cultivado fuera de las regiones
culturales propiamente dichas y serlo en áreas muy
malsanas, precisamente mortíferas para el indio de los
Andes. Esto no podía conseguirse sino por medio de
una organización estatal de los cultivos y el desplaza
miento de los indios de las regiones altas de los Andes
al área de producción de la coca en la región de los
Yungas, de la que se derivaron manifestaciones agrario-
sociológicas muy interesantes, efectivas hasta hoy30.
En el Imperio Incaico el cultivo de la coca era sobre
todo del dominio del poder central31. Por otra parte la
sola técnica del cultivo y preparación de la coca es ya
un arte elevado (cultivo en zanjas dispuestas en inge
niosas andenerías, continuamente renovadas, en laderas
cortadas a pico; selección en planteras, secada en ado
quinado de piedra bajo determinadas condiciones del
tiempo). El cultivo de la coca pertene en lo esencial a
los bosques de montaña de altitudes medias, a la "Tie
rra Templada" o "MedioYungas". Su límite meridional
se halla más o menos en la latitud de Santa Cruz de la
Sierra. En el Norte, después de una total interrupción
en los Andes del Ecuador, se presenta nuevamente en
el sur y norte de Colombia, en donde el uso de la coca
prosperó en el antiguo reino Chibcha32 y hasta hoy se
halla todavía muy en boga entre los indios de tierra
dentro y de la Sierra Nevada de Santa Marta.
23
blos andinos, especialmente en el área del Imperio I
caico, parece impuesto por exigencias fisiológic
pues las experiencias de un médico alemán en el al
plano de México34, han demostrado que en el clin
tropical seco, de altitud, rico en radiaciones y de fuer
evaporación, se presentan serias pertubarciones de
digestión (estreñimiento y desprendimiento del intest
no) y que generalmente sólo pueden evitarse consi
miendo las comidas usuales del país, fuertemente cor
dimentadas ("Picantes"). Es instructivo a este respect
el que los habitantes del altiplano etiope han adoptad
también ávidamente el pimentón, después de que lo
portugueses se lo hicieron conocer, de modo que ho
tanto en la agronomía como en la alimentación de lo
abisinios desempaña un papel completamente seme
jante al que tiene en los Andes tropicales. Como equi
valente del arbusto de la coca se cultiva en los
altiplanos del sur de Etiopía (Harrar, Kafa y Galla) asi
como en el Yemen, el arbusto Kath (Catha edulis) allí
nativo. Es extremadamente parecido al arbusto de k
coca en la fisonomía de la planta, en su compor
tamiento ecológico, su técnica de cultivo y forma eco
nómica, como también en su condición bioquímica
(alcaloide) y su acción fisiológica sobre el organismo.
Por consiguiente, en los países citados sus hojas secas
tienen una importancia comercial parecida a la alcan
zada por la coca en los Andes.
24
también en la cultura Santa Marta, de Colombia. El
arte más evolucionado fue alcanzado en las construc
ciones monumentales de templos de las culturas pe
ruanas más antiguas y en las de fortalezas y, por últi
mo, también en las construcciones de caminos de los
Incas35. La riqueza mineral de los Andes suministró
los elementos para el equipo instrumental de los pue
blos civilizados. En toda la región andina, desde el mar
Caribe hasta la Argentina, el oro y el cobre fueron ex
traídos y beneficiados; la plata lo fue desde el Perú ha
cia el sur y el estaño en la región estañífera de Bolivia.
La técnica de beneficio fue diferente en detalle. A base
de cobre y estaño nació en el Alto Perú, desde el tiem
po del "Tiahuanaco tardío", la aleación para formar
bronce más duro y el fundido del bronce para la fabri
cación de instrumentos y también, en el área de las cul
turas chibchas, la aleación de cobre y oro (lumbago).
En el arte de la platería, el norte (muisea, quimbaya)
con sus procesos de dorado con jugos de plantas, el fun
dido del oro en forma hoy olvidada y la fabricación de
hilos de oro, superaba al Perú que sólo conocía fundido
completo, oro laminado y oro repujado. De por sí se
entiende que tan grande habilidad se haya extendido
también en otras ramas tales como tejidos, alfarería y
tallado de piedras. Los utensilios de cobre y bronce no
pudieron ciertamente reemplazar por completo al hierro
aún desconocido. Pero el indio de los Andes ha sabido
ayudarse de otro modo. Como la piel de los animales
en el clima seco de los altiplanos no se corrompe y,
aunque no estácurtida, no es atacada por ningún insec
to destructor del cuero sino que de por sí se momifica,
se puede atar con correas de piel fresca las que des
pués, al sacarsefse contraen formando ligaduras extraor
dinariamente fuertes que reemplazan por completo al
empleo del clavado con hierro. En esta forma se adhie
ren también, por ejemplo, las herramientas de labran
za. En lugar de las partes de hierro, que en su mayoría
son hoy importadas, (puntas de pico, azada, hojas de
lampa), se empleaban maderas particularmente duras de
los Valles y Yungas (ver Figs. 3 y 4).
Fig. 3 .— Aperos indígenas de mano usados en Bolivia. (Sin
empleo de hierro).
26
Fig. 4 . - Aperos de mano indígenas, usados en Bolivia (Ayata,
Prov. de Muñecas. Ejemplares con partes de hierro en lugar de
madera dura).
1. Rastrillo ("Laucaría" o "Liucca n a ").
2. El llamado "A ra d o de M ano" "T a c lla " o "C haqi^itaclla").
3. Azada encorvada con hoja en form a de pala ("L a m p a ") utilizada
para am ontonar el m aíz y las papas y para trazar surcos.
(O rig. T ro ll).
Mano a mano con el progreso de las formas de h
economía marchó el refinamiento del orden social, e
avance de la agricultura, y, por último, el desarrollo de
los Estados. Si bien desde los primeros ensayos de
creación de un "señorío bárbaro", entre los quimbayas
del valle del Cauca, hasta el Gran Estado autoritario de
los Incas, organizado hasta el último detalle, hay un
largo recorrido, éste ha seguido una línea de unidad.
Cuando se dirige la mirada a las diferentes fases en el
equipo industrial de los pueblos andinos salta a la vista
muy particularmente una subtancial diferencia:cl desa
rrollo particularmente alto de la agronomía en el territo
rio perú-boliviano-argentino, frente al de los Andes
ecuatoriales de Colombia, Venezuela y Ecuador, cuyos
habitantes no tomaron parte en una serie de progresos
culturales decisivos (riego artificial, crianza de anima
les grandes, etc.). El objeto de las exposiciones que si
guen será hacer comprensible esta diferencia a la luz
de las condiciones geográficas. No se trata de un sim
ple factor natural de importancia ecológico-cultural,
sino que existe una concatenación de factores mate
riales y espirituales que sólo pueden justipreciarse en
conjunto. De todos modos es posible señalar en el sec
tor económico una serie de influencias naturales que,
en parte estimulantes y propulsoras y en parte obstacu
lizantes y limitativas, ha actuado, en todo caso, deter
minando las actividades humanas. Para comprender
estas relaciones, tenemos que representamos primero el
espacio habitado de los Andes tropicales en su estruc
tura regional.
28
Hiuíía regional; 2) un corte longitudinal de los Andes
que, con la ayuda de los límites de altitud físicos y
biológicos, permita reconocer el escalonamiento verti-
i al del clima y del paisaje; 3) una serie de cortes trans
versales, regionales, a través de los Andes tropicales y
subtropicales que hacen posible una visión de conjunto
en lo zonal y en sus diversos niveles.
32
los 5,000 m.; el límite de la agricultura a más de
4,000 m., de modo que el escalón de puna propiamente
dicho, viene a estar en una altitud considerablemente
mayor que el escalón correspondiente de páramo, te
niendo también mayor juego en altitud (1,200 a 1,600
m.). El límite de la población humana con residencia
permanente puede ascender en la puna en casos extre
mos hasta los 5,200 m. en la forma de poblaciones a
base de pastizales. Los escalones de paisajes, dentro
del límite de la agricultura, representan formaciones
mesofísicas de monte de arbustos y leñosas (escalón
"Sierra" del Perú, "Valles altos" o "Cabecera de Valle"
de Bolivia). En la zona de la puna desértica, "Desierto
Anden" de W. Hellmich37, descienden ya considerable
mente los límites de la agricultura y de la población
permanente, pero en cambio, el límite de las nieves
perpetuas alcanza su altitud máxima de más de 6,000
m., de modo que a la puna desértica le corresponde
una extensión, o juego en altura, de varios millares de
metros. El escalonamiento de los paisajes cambia to
talmente al otro lado de la faja desértica, en las cordille
ras subtropicales chileno-argentinas. Las temperaturas
descendentes y sobre todo las marcadas estaciones tér
micas del año pasan a ser ahora decisivas y la presencia
además, de precipitaciones de invierno y la consi
guiente formación estacional de una región nevada, por
debajo de la línea de nieves perpetuas, crean condi
ciones fundamentales diferentes dentro de las que des
cienden rápidamente todas las líneas límites de altitud
de la nieve, sequedad y agricultura. A causa de ésto, en
el denominado "Norte Chico" de Chile, morada en otro
tiempo de los diaguitas, el límite de la población agrí
cola permanente queda limitado a menos de 2,000 m.
Con ello termina también la economía de dehesa de
todo el año en la región alta. En su lugar, sólo en épo
ca de los españoles, se efectuaba la migración de las
manadas (trashumancia) a los pastales veraniegos de
las montañas. En esas latitudes la montaña, como tal,
es ya campo de lucha y no espacio nuclear y de sus
tento de culturas humanas, como en los trópicos.
33
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F»g..7.- Perfiles de vegetación de los Andes Tropicales
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[»+»«# ] Bosque tropical I !▼ y Y | Bosque xerófilo (tae tin g a ) L y ay a . 1 Puru seca o xerofitica
y estepa con árboles xerófilos. ■■■ 1 ■ (incluyendo grupos de Lapidophyllum )
i« » » » I Bosque de m onzón, (caducifolio)
f ' 1 M atorrales mesof»ticos y leñosos Salares
[ 4 4 4 1 ] Bosque de m ontaña siempre vertie de L -----J de Polylopi«.
f 1« "Tierra T em plada” o "Medio Yungas" [ u m i i l D esierto.
Sabanas
| m tr I Uo*Sue "«bul«»» d r b T ie rra F r ú "
K *ja de la m ontaña) a partir de I -------H * im ite de la nieve perpetua.
los 18 ° hacia el Sur, bosques de
Podocarpus y Alnus. | P d e niebla o de nubes sobre
37
los bosques húmedos a ocupar también el valle lon
gitudinal chileno. Frente a las regiones regadas del
Perú ofrecen importancia secundaria las instalaciones
más pequeñas de los valles andinos secos del Ecuador.
Según los datos de Hans Meyer41, son más impor
tantes de lo que supone O. Quelle, pero se hallan muy
alejados de la región cerrada de riego artificial y debie
ron haber sido instaladas por los Incas poco antes de la
conquista española. Donde quiera que hoy el riego se
prolonga más allá de la extensión máxima del Imperio
Incaico, debe tratarse por lo general de instalaciones
más recientes, establecidas durante la época colonial es
pañola o aún en época moderna, como lo testifican las
del oeste de la Argentina, norte de Patogonia, las del
Lago Valencia en Venezuela, o las de las plantaciones
de bananas cerca de Santa Marta (Colombia) y, proba
blemente también, las instalaciones de riego de menor
cuantía en el altiplano de Bogotá que datan de época an
tigua española42.
38
áridas e intensificaron la producción, cosa que con la
ayuda de la técnica moderna sigue haciéndose en el
Perú y la Argentina contemporáneos. Naturalmente
que fuera del desierto propiamente dicho, junto al culti
vo por medio del riego, se practicó también la agri
cultura a base de la lluvia.
40
con el cultivo con arado; enigma histórico-cultural de
primera magnitud. Hasta se llega a pensar en relacio
nes con las esferas de cultivo por medio del arado del
Viejo Mundo, como anteriormente Y. Trimbom52 las
imaginó con Polinesia, carente ciertamente de crianza
de ganado. Sin embargo, como K. Sapper53 lo ha ex
puesto convincentemente, éste no ha sido el caso de
ningún modo. Tenemos pues que contentamos con el
hecho de que los indios han encontrado, independiente
mente, la domesticación de animales, lo que es muy fá
cil de comprender por la mentalidad del indio con res
pecto al animal y la actitud de curiosidad de las espe
cies salvajes de auquéfíidos ante el hombre. En relación
con este asunto es muy interesante lo que ha subrayado
E.Hahn54, a saber, que el empleo de la llama y alpaca
como animales domésticos y de utilidad se extiende es
pacialmente mucho menos que el úrea de distribución
natural de las formas silvestres. En cambio, la región
de la crianza de la llama coincide casi exactamente con
la esfera cultural peruana. La alpaca, menos importan
te, tiene una distribución más reducida aún, hallándose
sólo en el sur del Perú y en algunas partes de Bolivia.
El límite septentrional del área continua de distribu
ción de la llama se halla ahora en el Perú Central, allí
donde termina también la puna. En la latitud de la
Cordillera Blanca no desempeña ya ningún papel dig
no de mención55. Hacia el Ecuador, donde todavía exis
ten llamas en los páramos encima de Riobamba, se les
emplea para transportes locales de carga. Allí fueron in
troducidas tardíamente por los Incas. A. Stübel, en una
carta dirigida a J.J. von Tschudi, le indicaba que esta
ocurrencia aislada es consecuencia del suelo arenoso.
Las llamas que fueron llevadas por los Incas a Chile
Central no han podido, de ninguna manera, mantenerse
allí; ya habían vuelto a desaparecer a principios del si
glo XVII56. Según la opinión de J J . von Tschudi,
basada en el estudio crítico dé fuentes históricas y a cu
yo exacto conocimiento del país debemos indudable
mente los más valiosos datos acerca de la historia natu
ral y cultural de las llamas57, éstas nunca se aclimata
41
ron tampoco en los desiertos costaneros peruanos, sino
que, de cuando en cuando, iban allí como animales de
carga. La llama ,y lo mismo vale para la alpaca, es por
su contextura biológica y actitud ecológica, un animal
típico de los climas tropicales fríos de altitud, con fuer
tes oscilaciones diarias de temperatura, es decir la
estepa seca de la puna. En otra oportunidad me ha refe
rido58 a que esto tiene fundamento ecológico-alimen-
ticio, porque las llamas se alimentan principalmente de
las gramíneas y hierbas de brote anual que crecen
abundantemente entre los duros pastos en ramillete y
arbustos. Parece que entran también en juego otras ra
zones ecológicas relativas a la economía de calor y hu
medad, las que todavía no han sido investigadas. Un
moderno especialista en ecología animal, a la vez que
explorador andino, lo confirma cuando dice:59 "Nada
ilumina con mayor claridad el hecho de que entre los
Andes de páramo y los de puna se trata de dos regiones
biogeográficas de naturaleza totalmente diferente, como
la reciente tentativa, organizada por el Estado, de abrir
a los agricultores colombianos una nueva fuente de
recursos y mejores condiciones de existencia por medio
de la importación de llamas y alpacas. La totalidad de
los animales que para reproducción fueron distribuidos
en los niveles altos de los Andes colombianos sucum
bieron porque el clima húmedo de la estepa de páramo
no les era favorable". Allí les ocurre a las llamas algo
parecido a lo que pasó con las ovejas de Astrakan que
en 1934, encontramos todavía vivas, como lamenta
bles animales de prueba, en los bosques altos y húme
dos de Africa Oriental.
42
deración60 * el valor de estos animales consistió en
otras cuatro fuentes de utilidad:
43
desta capacidad de cargar de cada animal y lo corto de
su recorrido diario, es considerable cuando se tiene en
cuenta que siempre se puede emplear rebaños cada vez
mayores, los que en el viaje no necesitan ningún fo
rraje puesto que encuentran su alimento en el camino,
durante la marcha. Se comprende, por consiguiente,
cómo la llama pudo desempeñar un papel importante
en la economía minera de los españoles y aún hoy
conserva su importancia junto al mulo, el ferrocarril y
el camión. Su falta de necesidades, su fuerza de
resistencia al frío y su agilidad en la alta montaña des
provista de caminos, nos indujo a que hasta en la Ex
pedición Andina Alemana a la Cordillera Real, nos sir
viéramos temporalmente de las llamas para el transpor
te de carga. En la esfera cultural peruana y durante la
época pre-hispánica, la llama era el medio de transporte
más importante, tanto en tiempo de paz como en el de
guerra y el Alto Perú era gracias a esta conquista
singular, ampliamente superior al resto de América.
El intercambio vertical y la remisión de los tributos
fueron atendidos por medio de las llamas62.(Lámina I).
44
por la experiencia de que tales lugares ofrecen un buen
aislamiento del calor contra la fuerte y fría irradiación
nocturna del clima de puna. La llama, con su propio es-
l iércol, se prepara así una guarida naturalmente acolcho
nada.
4.- Quizá sí, la menor importancia económica la
tuvo la utilización de la llama como animal de carne
comestible, por lo menos en épocas normales. Así co
mo hoy los indios no crían llamas de manera alguna
con el fin de beneficiarlas, sino que consumen las que
tienen que ser sacrificadas por otras razones, asimismo
se acostumbraba en el Imperio Incaico. Hasta existían
en aquella época severas disposiciones estatales que só
lo permitían dentro de ciertas condiciones la matanza
de este animal, particularmente de las hembras capaces
de procrear. Las cantidades de animales de los rabaños
de llamas (rebaños pequeños de propiedad particular en
áreas agrícolas frías y grandes rebaños colectivos de la
comunidades de la puna62) fueron protegidas como va
liosos bienes nacionales, pero empleadas en las expe
diciones militares para el aprovisionamiento de las tro
pas. Los ejércitos de los Incas fueron acompañados por
grandes rebaños de llamas. Como animales de trans
porte y como provisión de carne proporcionaban al ejér
cito una fuerza de choque contra otros pueblos que no
disponían de tales posibilidades y que sólo podrían
conseguir carne mediante la caza. Así es como, en todo
caso, la llama no puede ser separada de la vida cultural
peruana y se puede comprender que regiones en las que
la cría de llama no fue posible o lo fue en forma muy
reducida como en Chile Central, no pudieron ser tan
duraderamente penetradas por la cultura peruana y con
solidadas por el poder incaico.
c) Cultivo y conservación de las plantas de tubércu
los andinos. La utilización del clima de helada an
dino
El cultivo de los tubérculos andinos tuvo un sig
nificado muy especial en la explotación del suelo del
45
Alto Perú por los indígenas. Su preparación para con
vertirlos en productos durables con la ayuda de las
heladas debe ser valorizada como una adquisición histó
rico cultural decisiva. Tenemos que considerar que la
agricultura precolombina de los Andes no conoció nin
gún cereal por encima del nivel del cultivo del maíz.
En calidad de productos del suelo, con tenor de almi
dón, sólo existíanallí las chenopodiaceas andinas ¿mel-
de?, quinua y cañihua (chcnopodium quinoa, etc.) y la
serie de tubérculos: ocas (Oxalis tuberosa). Ahora
bien, el cultivo del maíz llega sólo hasta altitudes mo
deradas, en general hasta los 3,200 mts.; en el norte
del Perú, Ecuador y Colombia, en promedio hasta los
3,000 metros. Sólo en un lugar, en las Islas Sagradas
y en las orillas del Titicaca, madura el maíz en la
altitud record de 3,850 mts.63. Pero en este caso se
trata de una variedad especial beneficiada además por un
clima "lacustre" local. Los indígenas son sensibles a
este favor insólito, veneran como sagrado el maíz
cosechado en el Lago y lo ofrendan a la Virgen María,
como antes lo ofrecían en tributo al Sol. En los nive
les escalonados entre los 3,000 y 4,000 mts. y en las
áreas interandinas entre los 3,500 y 4,100, extensos te
rritorios habitados por los indígenas, en el sur del Perú
y Bolivia, donde todavía hoy existen muchos centros
urbanos, la colonización agrícola indígena, en épocas
pasadas, sólo fue posible a base del cultivo de vege
tales con tubérculos. Sin embargo, los tubérculos se
conservan poco tiempo en buen estado, sobre todo en
el clima de heladas frecuentes de estas elevadas regio
nes. Ya el padre Cobo en 1653 escribió: "En la sierra
y en la tierra fría del Perú donde no se cosecha maíz ni
ningún otro fruto de las regiones templadas y cálidas,
las patatas son las cosechas habituales de los indios.
Su cultivo se halla tan difundido en el Perú que la mi
tad de los indígenas no conocen ninguna otra clase de
pan" .
46
Andes, reinan condiciones que rara vez agradan a los
habitantes de latitudes mayores (ver figura 7). En otra
parte de este trabajo hemos expuesto detalladamente las
condiciones de las heladas en el clima de altitud del
Perú meridional, a base de las observaciones de la Uni
versidad de Harvard en los alrededores de Arequipa65
Hasta en las mayores altitudes, las montañas de los
trópicos, como las tierras bajas tropicales, manifiestan
oscilaciones anuales muy pequeñas de la temperatura.
Las oscilacioes diarias, por el contrario, a causa de la
fuerte radiación diurna e irradiación nocturna, son par
ticularmente grandes. Al ascender a las altas montañas
de los trópicos llegamos forzosamente a niveles de
climas en los que en todos los meses del año se realiza
casi diariamente una doble oscilación en tomo del
punto de congelación: un fuerte calentamiento durante
el día, un enfriamiento por debajo del punto de conge
lación durante la noche. En los años 1892-1895 el
límite inferior de las heladas, en las inmediaciones de
Arequipa, se hallaba a los 3,000 mts. aproximada
mente. Tratándose de la superficie del suelo, respecto a
la cual no se ha publicado ningún dato, pero que mues
tra una amplitud notablemente mayor de las oscila
ciones de la temperatura que el aire, el límite de las
heladas debe hallarse considerablemente más bajo. Ya a
los 4,000 mts. las heladas nocturnas se presentan en to
dos los meses del año; la estación Alto de los Huesos,
a 4,137 mts. de altitud tiene, en promedio, 337 días de
helada variable (aire). A mayor altitud este valor au
menta aún más, entre 4.900 mts. y 5,000 mts. de alti
tud tenemos 350 días de helada variable. El diagrama
de la figura 7 muestra estas condiciones, para un perfil
de las alturas de Arequipa, hasta la cumbre del volcán
el Misti, a los 5,850 mts. En la región del Altiplano
del Titicaca, a causa de la elevación en masa de los An
des, los límites correspondientes se hallan todavía
unos 200 a 300 mts. más altos.
47
clima que posee heladas muy frecuentes las que en los
meses de cosecha de la estación seca se manifiestan
casi todas las noches. En la superficie del suelo estas
heladas son mucho más sensibles que en el aire y no
se presenta una capa de nieve que pudiera proteger al
suelo contra la helada. En Alto de los Huesos (4,137
mts.) se distribuyen del modo siguiente los días de
helada variables (aire) en los distintos meses:
Ene. Feb. Mar. Abr. May. Jun.JuL Ag. Sep. OcL Nov. Dic.
11 5 - - 25 26 29 29 24 14 11 10
49
al termino del proceso y en otros durante las variacio
nes del tratamiento. Según Latcham, el chuño negro
resulta de la manipulación, en seco, de los tubérculos
por la alternación de la helada nocturna y el calor so
lar; el chuño blanco, en cambio, de un tratamiento ulte
rior por medio del agua. El no toma en cuenta el efec
to de evitar la luz solar. Respecto al chuño negro cita
el siguiente método: "Las papas fueron extendidas en
paja donde cae el Sol todo el día y de noche expuestas
a la helada. Así se les deja unos 10 ó 12 días; revol
viéndolas de cuando en cuando, para exponer todas sus
partes a la helada. Transcurrido ese lapso, todos los tu
bérculos estaban arrugados ("achuñuscados")77 a pesar
de la humedad que contenían y que las heladas absor
bían. Cuando estuvieron blandos y completamente he
lados se le cubrió de paja y "apisonó" suavemente pa
ra desalojar toda humedad. En seguida, se les dejaba
algunos días más al sol, durante los cuales eran cuida
dosamente tapados en las noches o cuando el sol no bri
lla, hasta que se hallaron completamente secos". El
chuño blanco, por el contrario, después que los tubércu
los fueron expuestos al sol y a la intemperie, como en
el primer caso, y aprensados, eran echados en agua pu
ra "para ablandarlos y dejados allí uno o dos meses has
ta que hubieran perdido todo gusto amargo y se hubie
ran vuelto blancos. El agua era cambiada con frecuen
cia para mejorar el resultado final. Después que los
tubérculos se hallaron suficientemente ablandados se
les extendía al sol, sobre paja, para secarlos en la for
ma ya indicada". Para un tercer modo de preparar se
empleaban papas cocidas, las que entonces eran peladas
y expuestas durante varios días a la helada nocturna y a
la insolación diurna. El producto acabado se denomina
ba "tsutsuka" (chochoca).
50
antigua especie linneana Solanun Tuberosum se ha
bían encontrado varias razas que prosperan en diferentes
partes de los Andes entre el sur de Chile y Colombia,
y entre ellas sobre todo Solanum montanum (Ruiz y
Pavón), de los Andes tropicales, por encima de los
2,500 mts. de altitud. Según la reciente revisión de
las especies de papas andinas por los genéticos ru
sos79, las razas primitivas con 24, 36 y 60 cromoso
mas se hallan difundidas precisamente en el altiplano
Perú-boliviano y eso en las ocho razas nuevamente es
tablecidas: Solanum ajanhuiri, Sol juzepezuc, Sol plu-
reja, Sol estenotomun, Sol. chancha, Sol. mamillt-
ferum, Sol. curtilolum y Sol. tenuifilamentum. Se
gún Bukasov80 los Andes de puna del sur del Perú y
Bolivia son precisamente los que exhiben la mayor di
versidad de razas de papas. En cambio la más difundida
(hasta Colombia) es Solanum andigenum juz. y Buk.
Las formas cultivadas en los Andes se diferencian mu
cho en la forma, color y en el quimismo de los tubércu
los. Particularmente conocida es la "papa morada" que
tiene tubérculos completamente pardo-obscuros y una
vez seca suministra un tinte que es empleado para teñir
de color violeta la lana y el algodón, y que con añadi
dura de sulfato de cobre, sirve también para dar color
azul. Ya Thaddaeus Haenke81 había llamado la aten
ción al respecto y hoy, todavía, en Puno por ejemplo,
junto al lago Titicaca, se le cultiva. Según Latcham,
para la preparación del chuño negro se emplean tipos
de Solanum montanum de color natural obscuro, y
en cambio para el chuño blanco se escojen tipos blan
cos. Principalmente preferido para la preparación del
chuño es, sin embargo, un tipo pequeño y amargo que
lleva el nombre de "loqui chaca" o (lloqui tsuka, luqui
choque; en aimara, luki amká). Según Latcham, es
preferido generalmente para la preparación del chuño,
mientras que, según Tschudi y Kaerger, sólo debe ser
empleado para el chuño blanco. Kaerger supone que
hasta el tratamiento por medio del agua tenía
originalmente por objeto quitar al tubérculo las subs
tancias amargas. Queda todavía para una investigación
51
medio de procedim ientos químicos in-situ, la relación
entre la preparación del chuño y la cuestión del tipo de
tubérculos.
Lo mismo q u e d e la papa, se preparan también pro
ductos duraderos d e otros tubérculos andinos, muy en
especial de Oxalis tuberrosa (cuya o cavi) mediante el
tratamiento por la helada. Los productos correspon
dientes al chuño n e g ro y al blanco se llaman en auna
ra tratándose de O xalis, "huipi caya" y "urna caya"
(urna =agua) respectivamente82. Los tubérculos de Tro-
paeolum tuberosum (massua o añu, en aimara isaña)
poseen según el P ad re Cobo, la propiedad de matar el
^apetito venéreo”, p o r lo cual cra suministrado a los
soldados por el Inca, a fin de hacerlos olvidar a sus mu
jeres83 El chuño, com o conserva duradera muy livia
na formaba en general uno de los componentes princi
pales de subsistencia de los ejércitos incaicos. Casi
todas las papas que eran consechadas en los terrenos fis
cales o tierras del Inca iban a parar en forma de chuño,
a los grandes depósitos del Gobierno84. Es interesan
te desde el punto de vista fitogeográfico, el hecho de
que las plantas de tubérculos provenientes de los An
des tropicales, tanto los tipos de papas tropicales, co
mo también Oxalis tuberosa, Iropaeolum tuberosum
y Ullucus tuberosus, dejan de producir bulbos cuando
son cultivados en Europa. Como plantas de "días cor
tos" se hallan adaptadas a las condiciones de ilumi
nación de los trópicos y en Europa recién dan tubércu
los cuando se les coloca, por medios artificiales de dar
les sombra en esas condiciones de iluminación. Por
esa razón l¿s ensayos de cultivo de esos tres últimos ti
pos no han llegado a tener éxito en Europa; las papas
europeas en cambio provienen, como es sabido, de los
ppos de papas chilenas que ya en su propia patria esta
ban acostumbrados a las condiciones de iluminación ex
tra-tropicales.
El cultivo y en especial la conservación de las
plantas de tubérculos ha sido sin duda una conquista ex
traordinariamente importante de las altas culturas andi-
52
lias. Para nuestra tesis acerca del desarrollo parti
cularmente elevado de las culturas andinas, precisa
mente dentro de la esfera cultural peruana, es de mayor
importancia el hecho de que si bien el cultivo de las
/dantas de bulbo andinas se hallaba difundido en todo
el espacio de los andes tropicales, hasta hoy se cultiva
también Oxalis, Tropaeolum y Ullucus, en extensión
reducida, en la Cordillera de Bogotá85, la fabricación
del chuño, en cambio, sólo se practicó dentro de la esfe
ra cultural peruana. La razón de esto es muy senci
lla. Para comprobarlo sólo se necesita analizar con ma
yor exactitud las condiciones de la helada en los Andes
de puna y en los de páramo. Para mostrarlo sirve el
perfil longitudinal, algo esquematizado, de los Andes
tropicales (Fig. 8) que pone a la vista los escalones y
los límites de altitud del espacio interior de los Andes.
En los Andes del sur del Perú y norte de Bolivia co
mienzan las heladas regulares de la temperatura del aire
a los 3,200 - 3,000 mis., límite de la agricultura; en
la Antigua América la zona del cultivo de las plantas
de tubérculo y de la quinua, llega, en cambio, hasta los
4,100 m. Tenemos allí, por consiguiente, un alto esca
lón superior de los cultivos en el que si bien no todo
el año, por lo menos en la época seca que sigue a la co
secha, prodominan heladas nocturnas regulares. Sólo a
una pequeña altura sobre el ecalón de agricultura, si
gue el escalón de heladas variables durante todo el año
(ver también Fig. 7). Desde los 4,300 hasta los 5,400
m., es decir casi en toda la región de puna, podemos
contar con más de 330 días de heladas variables. La si
tuación es completamente diferente en los Andes de pá
ramo. El límite de la agricultura lo he fijado allí en los
3,400 mts. Según los trabajos de W. Sievers, A Hott-
ner, O. Burger y H. Pittier, en la Cordillera de Mérida
y en la Cordillera de Bogotá, se halla generalmente a
los 3,200 m. para el trigo, la cebada y las papas y sólo
excepcionalmente, en la Cordillera de Cocui, a algunos
cientos de metros más alto. Para los Andes venezola
nos, H. Pittier86 señala para todas las plantas de tu
bérculos el límite 3,600 m. Por eso en los Andes cena
Ü1
F ig . 8 . L a d is trib u c ió n v e rtica ld e lo sciim a s con h e la d a sd e los A n d es tro p ica les, en rela ció n con el lím it e su perior
de la a g ric u ltu ra y con la región de nieves perpetuas.
(Las alturas se refieren a la región interior de las montaña, con máxima elevación de masa.
MI
55
bérculos el límite 3,ó(X) m. Por eso en los Andes ccua- ■
loríales la agricultura se mantiene por completo dentro I
del escalón superior del bosque de la Tierra Fría y su I
límite de las heladas, empero, se encuentra sólo poco I
más bajo que en los Andes de puna. Basándose en las I
buenas mediciones de Quito, ha sido fijado por K. Sa-
pper y R. GeigeP7 algo por encima de los 3,000 mts.
Quito, situado a una altitud de 2,817 mts, en todo caso
no ha expciimentado desde 1894 ninguna helada más.
Por consiguiente, en los Andes ecuatoriales la agricul
tura sólo penetra unas cuantas centenas de metros en la
región de las heladas; las temperaturas más bajas, de
heladas regulares, que se pudiera utilizar para la fabrica
ción de chuño, no se presentan en la esfera de altitu- 1
des de la agricultura. Los autores citados creen que la I
zona permanente de heladas variables se encuentra re
cién a una altitud de 5,500 a 6,000 mis. Creemos que
se le puede fijar ya desde los 4,600 m. para arriba. Pe
ro aún así cae entonces en la región de las nieves per
petuas que en las montañas ecuatoriales comienza ya a
ios 4,600 - 4,800 mts. Los "páramos", que están situa
dos entre el límite de la agricultura y el de las nieves
perpetuas, poseen un clima de heladas considerable
mente más suave que la "puna"; la zona de las heladas
variables regulares comienza recién a los 1,000 mts.
por encima del límite de los cultivos. De aquí se des
prende, sin más, que en los Andes ecuatoriales no exis
te ninguna posibilidad para la preparación del chuño.
Para ello los indios tenían que transportar sus cosechas
de plantas de tubérculos hasta gran altitud en las cordi
lleras, a proximidad de las nieves perpetuas siendo ade
más dudoso si en el clima de páramo, húmedo y cons
tantemente nublado hasta en estas altitudes, pueda rea
lizarse la necesaria alternación de heladas nocturnas y
calor diurno.
56
bérculos el límite 3,6(X) m. Por eso en los Andes ecua
toriales la agricultura se mantiene por completo dentro
del escalón superior del bosque de la Tierra Fría y su
límite de las heladas, empero, se encuentra sólo poco
más bajo que en los Andes de puna. Basándose en las
buenas mediciones de Quito, ha sido fijado por K. Sa-
pper y R. Geiger87 algo por encima de los 3,000 mts.
Quilo, situado a una altitud de 2,817 mts, en todo caso
no ha experimentado desde 1894 ninguna helada más.
Por consiguiente, en los Andes ecuatoriales la agricul
tura sólo penetra unas cuantas centenas de metros en la
región de las heladas; las temperaturas más bajas, de
heladas regulares, que se pudiera utilizar para la fabrica
ción de chuño, no se presentan en la esfera de altitu
des de la agricultura. Los autores citados creen que la
zona permanente de heladas variables se encuentra re
cién a una altitud de 5,500 a 6,000 mts. Creemos que
se le puede fijar ya desde los 4,600 m. para arriba. Pe
ro aún así cae entonces en la región de las nieves per
petuas que en las montañas ecuatoriales comienza ya a
ios 4,600 - 4,800 mts. Los "páramos", que están situa
dos entre el límite de la agricultura y el de las nieves
perpetuas, poseen un clima de heladas considerable
mente más suave que la "puna"; la zona de las heladas
variables regulares comienza recién a los 1,000 mts.
por encima del límite de los cultivos. De aquí se des
prende, sin más, que en los Andes ecuatoriales no exis
te ninguna posibilidad para la preparación del chuño.
Para ello los indios tenían que transportar sus cosechas
de plantas de tubérculos hasta gran altitud en las cordi
lleras, a proximidad de las nieves perpetuas siendo ade
más dudoso si en el clima de páramo, húmedo y cons
tantemente nublado hasta en estas altitudes, pueda rea
lizarse la necesaria alternación de heladas nocturnas y
calor diurno.
56
los cereales, de fácil manipulación y practicar así una
economía de almacenamiento de recursos a largo pla
zo. La valorización de las plantas de bulbos unida al
riego artificial de los campos y a la cría de los grandes
animales domésticos aceleró esencialemle el desarrollo
de las altas culturas en la esfera de los Andes de puna.
A la extensión de la elevada cultura peruana hacia el
norte,empero le fue impuesto un límite por el clima y
la estructura del paisaje.
57
matriarcal avanzando del norte de las zonas más calien
tes en los escalones de cultivo del maíz, de los Andes
tropicales.
58
NOTAS
59
9 PITTIER DE FABREGA, H. Ethnographie and
linguistic notes on the Paez Indians o f Tierraden
tro, Cauca, Colombia. Memoirs Americ. Anthro-
pol. Association, I. Lancaster (Pa.), 1907.
BURG. G. Beitrag zur Ethnographie Sudkolumbiens
auf Grund eigener Forschungen.. Iberoamerikanis-
ches Archiv Bd. XI 1937-38, S. 333-375.
10 PREUSS K. Th.- Monumentale vorgeschichtliche
Kunst. Ausgrabungen in Quellgebiet des Magdale
na in Kolumbien und ihre Ausstrahlungen in Ame
rika . I. u. II. Gottingen, 1929.
LUNARDI. La Vida en Tumbas. Arqueología del
Macizo Colombiano. Arte y Cultura Americana
comparadas. Río de Janeiro 1935.
UHLE, M. "Herkunft und Alter der frühgechichtli-
chen Denkmäler von San Agustín in Kolumbien".
En: lberoamerikanisches Archiv. Bd. XI, 1937-38,
S. 327-332.
11 MASON A. Archaelogy of Santa Marta, Colombia
The Tairoma Culture. I. Report on Field Wock, II
Objects o f stone, shell, bone and metal. Field
Museum Publ. Arührop. Series 20. Chicago 1931
u. 1936.
12 VERNEAU, R.et Rivert P. Ethnographie ancienne
de V Equateur. Mission de service de l’A rmé pour la
Mesure d'un arc de méridien équatorial en Amérique
du Sud (1899-1906), vol. VI, 1 u 2 Pans, 1912 u
1922.
13 SA VILLE MARSHALL, H. The Antiquities o f Mana-
bi, Ecuador. Prelim. and Final Report. 2 vols, New
York. 1907 u. 1910.
60
16 METRAUX, A. Chipayaindianerna. En: folkspillra
frán en forgánganandrnsk Kulter. Ymmer. Argcng.
1932.
61
24 FRIEDERICI. G. Der Charakter der Entdeckung und
Eroberung Amerikas durch die Europäer. Bd. I.
Stuttgart - Gotha, 1925.
62
Anden". En: Verh. u. Wiss. Abhandl d. 24, Dt. Geo-
gr. Tages zu Danzig, 1931 Breslau, 1932.
46 GARCILASO DE LA V EGA. -C
Lisboa, 1609. Lib. V, Cap. XXIV.
ornentariosR
eales-
47 COBO, Historia del Nuevo Mundo, 1653. Edición
de Marcos Jiménez de la Espada. Sevilla 1890-
1895.
64
61 TROLL, C - "Die Cordillera Real". En: Zeitch d.
Ges. f Erkd. Berlin, Jg. 1929. S. 279-312.
65
-"D ie Einführung neuer Kortoffelsorten aus Peru
und ihre Bedeutung für die deutsche Landwirtschaft".
En: Jbuc.h des. Vereins f. Spiritusfabrikanten in
Deutschland, HL Bd„ 1903, S. 260-270.
66
HX TRIMBORN, H.- Véase la cita número 52.
Stephen Brush
1. Introducción
Los Andes constituyen una de las áreas más
propicias para el estudio de la ecología cultural en el
mundo. Es un área marcada por una increíble variedad
ecológica, donde numerosas fajas climáticas se encuen
tran comprimidas en pequeñas áreas debido a los rápi
dos cambios de altitud. Aún más, en un área donde las
aisladas comunidades de subsistencia sobreviven gra
cias a su habilidad para explotar diferentes pisos ecoló
gicos. Este trabajo se propone delinear la etnografía de
una comunidad andina y sugerir tres patrones diferentes
por medio de los cuales diversas zonas agrícolas se inte
gran a sistemas únicos de subsistencia en el flanco
oriental los Andes peruanos.
En el Perú las estrategias de subsistencia de m u
chas comunidades serranas incluyen métodos que ante
ceden a la conquista española y sobrepasan varias fron
teras lingüisticas, étnicas y hasta nacionales. Recientes
análisis etnohistóricos y etnográficos que tratan de la
ecología y subsistencia andinas han aumentado nues
tro conocimiento respecto a los patrones generales de
la relación hombre-tierra en el área. Este trabajo se apo
69
ya en gran parte en las investigaciones hechas por
botánicos (Weberbaucr 1936,1945) y geógrafos (Bow-
man 1916, Troll 1958, y Pulgar Vidal 1946) de gene
raciones anteriores.
70
Mariones en nuevos asentamientos que fueron estable
cidos para cumplir más bien con necesidades europeas
y no andinas, destruyó el sistema administrativo indíge
na y aniquiló con enfermedades y maltratos a buena par
le de la población andina.
71
un fuerte declive ambiental, donde diversas zonas cli
máticas se aprietan en valles individuales y las laderas
pueden cubrir varios miles de metros de altitud. Según
un geógrafo, "en ningún otro lugar de la tierra hay
mayores contrastes físicos comprimidos dentro de espa
cios tan pequeños" (Milstead, 1928:97). Botánicos co
mo Weberbauer (1936, 1945) y geógrafos como T osí
(1960) han descrito la tremenda variedad de micro-
climas y comunidades vegetales que pueden encontrarse
en los Andes, dentro de áreas relativamente pequeñas.
El factor crítico en la relación de esos microclimas es
la altura o ubicción vertical, y constituye el meollo al
cual se relacionan otros fenómenos ambientales como
son: precipitaciones, temperatura, viento, declive, dre
naje y suelos.
72
la localidad, pero el patrón de la mayoría de las
comunidades ubicadas en los flancos orientales de los
Andes comprende generalmente cuatro zonas principa
les para la obtención de estos u otros recursos. La zona
más alta de pastos naturales no es apta para cultivo
alguno a causa de las frecuentes heladas. Entre los
animales que allí pastan se encuentran la llama y la
alpaca al sur del Perú y en Bolivia, y ganado equino,
vacuno y ovino a lo largo de todos los Andes. Entre
los términos que se aplican a esta zona se hallan los de
puna al sur, y jalka en las regiones del centro y norte.
Colindando con ella está la zona de la papa y otros
tubérculos, denominada igualmente puna o jalka, y que
ha constituido tradicionalmcnte el centro principal de
las actividades de subsistencia en los Andes. Es allí
donde se domesticaron la papa y otros tubérculos an
dinos, tales como la oca (Oxalis tuberosa) y el olluco.
La gran cantidad de variedades de papa, que incluye más
de 400 tipos conocidos por los indígenas (Ugcnt,
1970), indica la importancia y la diversidad de esas co
sechas. En muchas partes de los Andes el cultivo de la
papa es el que recibe mayor atención, sea desde el pun
to de vista de la proporción de terrenos, como de las
horas de trabajo que se le dedica. La antigua parcela
ción de la tierra y de los asentamientos indican que la
papa era igualmente importante para la población
andina prehistórica
Debajo de la zona de tubérculos se encuentra la
zona de los cereales, conocida en la región andina co
mo kichwa. En tiempos prehispánicos, la cosecha prin
cipal que de ella se obtenía era el maíz, pero desde la
Conquista los granos europeos como el trigo y la ceba
da han ganado notable importancia. Los cereales
producidos en la zona kichwa son ahora importantes
artículos de subsistencia en muchas partes de los An
des, al punto que en algunas comunidades el maíz (o
mejor aún la chicha, bebida fermentada de maíz) tiene
el carácter de cosecha ceremonial antes que de sub
sistencia (Webster, 1971). La zona más baja con
siembras de importancia es la llamada montaña, yunga
73
o temple, de la que se obtienen cosechas tropicales ta
les como coca, plátanos, yuca, camote, frutas cítricas,
ají y caña de azúcar. Algunas de estas cosechas, como
la coca, tienen más importancia ritual y de intercambio
que de subsistencia. A lo largo de los flancos orienta
les, al pie de los Andes, estas cosechas no precisan de
riego, pero sí en los valles intermontanos, donde la
parte seca de declive de montaña (rain shadow) crea una
zona árida y caliente.
74
comunidades respecto a sus sistemas de recursos se
comparan a las que existen entre las unidades domés-
licas correspondientes a sistemas únicos de recursos.
Así como existen comunidades sin acceso a todo el
espectro de rccurssos regionales, también hay unidades
domésticas que no tienen acceso a todos los recursos de
su comunidad. En ambos casos, tanto la comunidad
como la unidad doméstica deben desarrollar estrategias
y métodos para explotar hasta donde sea posible los
recursos necesarios de subsistencia. Tanto al nivel de
la comunidad como al de la unidad doméstica, las
estrategias de subsistencia destinadas a permitir el acce
so a los recursos implican sistemas de especialización
y de trueque. Es frecuente que dentro de las comuni
dades se recurra a ciclos de reciprocidad para la distri
bución de recursos escasos, mientras que las estrategias
de subsistencia dependen usualmente del sistema de pa
rentesco (Brush, 1972).
75
7A
lud y cruzan una serie de picos que se elevan a más de
4,300 metros.
78
Aunque clasificaciones tales como las zonas de
vida natural del T osí son útiles para propósitos com
parativos generales, un análisis cultural-ecológico de
cualquier sistema de subsistencia debe tratar directamen
te con la percepción y clasificación nativa de los dife
rentes elementos del paisaje. Los habitantes de Uchuc-
marca dividen su valle en siete zonas de acuerdo a sus
cultivos, identificados terminológicamente según su
uso. Otro factor es el tipo actual de tenencia de la tie
rra. El uso de una zona es el factor predominante en el
sistema del pueblo. El enfoque de definición está dado
por la actividad de subsistencia que mejor puede
llevársela cabo en una cierta área. De esta forma, la
delineación primaria entre zonas tiene que ver con
factores tales como si la temperatura es suficiente para
proporcionar bastante gluten al trigo, o si la maléfica
combinación de lluvia y bajas temperaturas por encima
de una altura dada crea condiciones que pueden inducir a
la "rancha negra" en papas y ocas.
80
ñon, está determinado por una vegetación xerofítica y
chacras irrigadas. Los cultígenos principales son caña
de azúcar, coca, maíz, frutas cítricas, plátanos, yuca, ca
cao y ají. Hasta hace poco el área no era habitable a
causa del paludismo. La tenencia de la tierra en el tem
ple se caracteriza por su carácter más comercial que en
cualquier otra zona. Hay mucha competencia por las
chacras de las que se pueden obtener cosechas negocia
bles.
81
82
La zona templada (2,450 a 3,(XX) metros) repre
senta una transición entre el valle bajo, más caliente y
seco, y el valle alto, más frío y húmedo, es decir entre
las zonas de vida natural del bosque seco montano bajo
y las del bosque húmedo montano. Llueve regular
mente y sólo existe una corta estación seca (junio-
agosto). El temple es también intermedio con referen
cia a los cosechas que se obtienen. En la parte baja se
siembra maíz, trigo y cebada, mientras que en la alta
produce especies de mayor altitud, como la papa. Una
cosecha importante exclusiva de esta zona es la arveja
(pisum sativum). La población nucleada de Uchuntar
ca vive en ella y la competencia por las chacras es
menor que en la zona más baja, productora de cereales.
En general, la tenencia de la tierra se caracteriza por un
mínimo de transacciones comerciales.
84
los dos tipos clave de recursos, tierra o trabajo. Para
sobreponerse a esta escasez, las unidades domésticas de-
Ixm recurrir a diversas estrategias, tales como el inter
cambio recíproco de labor, o huasheo; el establecimien
to de sociedades en las que, en parte iguales, se inter
cambia tierra por labor; a la obligación de obtener
como recompensa la misma cosecha o bien dinero en
efectivo; y al intercambio recíproco o trueque de cose
chas de diferentes zonas (Brush, 1973).
CUADRO i
papa - - - 12 88
oca - - - 19 81
m afz - 7 50 35 2
trig o - 10 68 22 -
ceb ad a - — 16 74 10
a rv e ja s - - 14 66 10
habas 34
P o rc en ta je 2 6 12 3 19 43 15
d e base
to tal de
tie rra »
♦Una aproximación
87
CUADRO 2
Maíz no produce -
un
y jalka. En Uchucmarca, al igual que en otras comuni
dades andinas, la introducción del trigo dio lugar a un
notable cambio de las actividades de subsistencia.
a. El tipo compacto
90
taña, en el drenaje del río Huallaga, que está a más de
un día. Lo compacto del valle de Uchucmarca significa
que su gente pueda subsistir explotando todo el valle,
sin tener que recurrir a migraciones mayores o a exten
sas redes de comercio y sistema de intercambio que se
salga de los límites territoriales de la comunidad.
b. El tipo archipiélago
c. El tipo extendido
Un tercer tipo de relaciones ecológicas andinas es
el extendido. Se da en los valles relativamente largos
que incluyen el conjunto usual de zonas andinas de
cosecha. Sin embargo, su declive ambiental es menos
marcado que el de los tipos compacto y archipiélago.
Hay contigüidad entre las zonas, las mismas que son
explotadas en forma continua. Demográficamente di
fiere también de los anteriores. En lugar de que las
poblaciones se agrupen en las partest altas del valle,
donde el acceso a las zonas jalka y kichwa es directo,
éstas tienden a dispersarse más uniformemente por
todo el valle. En lugar de la explotación directa de
varias zonas y de un movimiento constante entre ellas,
que caracteriza a los dos primeros tipos, los productos
de dichas zonas se movilizan por todo el sistema
mediante las redes de intercambio, que en ocasiones
resultan ser sistemas de mercado altamente desarrolla
dos. Familias que viven en diferentes partes del valle
suelen viajar periódicamente a los centros de mercado
que concentran los productos de las diversas zonas. En
el trueque siempre funciona el regateo y hay también
ventas en efectivo.
♦
94
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■lín e a prohibida e incluso satanizada que d e se m b o ca
[en la te o - y a ntropo-sofía co n te m p o rá n e a que ta n to
'h izo po r la descolonización de la India y la e m a n
cipación de la mujer.