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Continuando con el Sur de América, ya existían para la época de la conquista,
las agrupaciones indígenas más numerosas en la América meridional, son las que
hablaban la lengua mapudungun o araucana, y se ubicaban en el actual centro-sur
de Chile. Dentro de ellos, el grupo étnico más importante era el mapuche con una
población cercana al millón de habitantes previa la irrupción de los españoles a
mediados del siglo XVI. Si a ello le sumamos los atacameños, los diaguitas, las tribus
patagónicas, los indios pampas, los huarpes y los indígenas del sur austral llegamos
a una población que superaba el millón y medio de nativos en esta área.
El hábitat de la América meridional se caracteriza por su diversidad de
ambientes naturales y ecosistemas. Encontramos allí la extrema aridez del desierto
de Atacama, la inmensidad y el silencio de la Patagonia, la fertilidad de los
numerosos valles que se desprenden de los Andes, la exuberancia de los bosques
del sur chileno y el riguroso frío de los canales australes y la Tierra del Fuego. En
todos estos parajes se habían asentado hacía mucho tiempo grupos humanos muy
distintos entre sí, demostrando en muchos casos una admirable capacidad para
sobrevivir en un medio que a menudo no se presentaba muy apto para el
desenvolvimiento de la vida.
Las diferentes culturas de la América del Sur se beneficiaban de una
importante variedad de recursos alimenticios, como un sinnúmero de frutos
silvestres, peces y mariscos, avestruces, pumas, huemules y ganado auquénido (la
llama, la alpaca, el guanaco y la vicuñaƞ).
De igual modo, nos toca mencionar a Colombia. La mayoría de las culturas
nativas prehispánicas de Colombia se encontraba en estado tribal con una
organización social igualitaria. Se trataba de pueblos sedentarios que practicaban la
agricultura y tenían un importante desarrollo material, los cuales eran gobernados por
caciques o jefes. Los pueblos más importantes de la actual Colombia, conformaban
el grupo lingüístico chibcha, destacándose entre ellos los muiscas y los taironas. Su
número de población, según los trabajos más recientes, se ha estimado en unos
cuatro millones de habitantes, siendo las zonas más pobladas hacia 1535 el valle del
Cauca (1 millón de habitantes), la altiplanicie central (1,2 millones) y la costa atlántica
(500.000).
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Luego tenemos otra parte importante del continente “conquistado” de nuestra
América: El pueblo azteca es originario de la mítica tierra de Atzlán, ubicada al norte
del área mesoamericana (actual norte de México) y hogar de una serie de culturas
denominadas chichimecas. El término chichimeca designa a los pueblos extraños a
la región de Mesoamérica, los cuales poseían un nivel de desarrollo material muy
escaso en relación a las imponentes civilizaciones que se habían sucedido en dicho
territorio, tales como Teotihuacán , los zapotecas de Monte Albán o los toltecas.
La economía azteca se sustentaba en las actividades agrarias y en complejas
redes de intercambio que abarcaban todo el imperio. La agricultura proporcionaba
una gran variedad de frutas y hortalizas, como el tomate, el ají, las calabazas, el
poroto y las tunas, necesarios para alimentar a la elevada cantidad de habitantes del
imperio. La economía agraria azteca es considerada una de las más evolucionadas
de la América Indígena, sólo superada por el sistema implementado en el área
andina.
Hacia el año de 1519, la población indígena estimada para el Valle de México
oscila entre los 4, 5 y los 25 millones de habitantes. En ningún caso la población del
imperio azteca puede haber sido inferior a los 7 millones de habitantes.
En este párrafo nos referiremos a lo que se conoce por civilización maya;
era un conjunto de tribus de rasgos comunes que se asentaron principalmente en la
península de Yucatán y en las tierras bajas de México y Guatemala. El área ocupada
por los mayas posee una superficie de 324.000 kilómetros cuadrados que incluye los
actuales estados mexicanos de Yucatán, Quintana Roo y Campeche; regiones de
Tabasco y Chiapas; Repúblicas de Guatemala y Belice, y diversas zonas de
Honduras y El Salvador. Esta extensa región constituye el límite sur de
Mesoamérica.
La agricultura del maíz constituyó la columna vertebral de la economía maya,
tanto durante el período Clásico como en el Postclásico.
Además de la agricultura, los mayas practicaban la caza, sobre todo de
jaguares, venados, conejos, monos, tortugas y tapires, y la pesca, donde existía
conocimiento para secar y ahumar los peces para poder llevarlos hacia el interior.
Con los productos de la caza se hacían capas y sandalias para los señores y los
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sacerdotes y bellísimos tocados de pluma. La variedad de productos obtenidos por
los mayas motivó el surgimiento de un activo comercio e intercambios regulares en
los mercados, hacia donde confluían mercaderías de regiones muy alejadas entre sí.
El número de población del mundo maya es muy difícil de precisar, dada la
dispersión geográfica en que se encontraban los distintos centros urbanos. fluctúan
entre los 2 y los 13 millones de habitantes para el período anterior a la irrupción
española.
Y, finalmente, una importante población aborigen que ya se encontraba
asentada en América en la llegada de los conquistadores: los incas. Los Incas
fueron la civilización más compleja que se desarrolló en la América del Sur,
constituyendo un vasto imperio que abarcó los actuales países de Perú, Bolivia, gran
parte de Ecuador, el noroeste de Argentina y el norte de Chile.
Los incas gobernaron sobre múltiples culturas y etnias que en muchos casos
poseían una trayectoria más larga en el tiempo que los propios incas. Desde la
capital Cuzco, el "ombligo del mundo" en idioma quechua, el dominio incaico se
extendió hacia los cuatro puntos cardinales.
Las actividades económicas de subsistencia más importantes del
Tahuantinsuyo fueron la agricultura, la ganadería, la pesca y la artesanía, todas ellas
reguladas por el poderoso estado inca en virtud de los lazos de reciprocidad y
redistribución.
Podemos afirmar, sin lugar a dudas, que los incas implementaron el sistema
agrícola más avanzado de la América Indígena, lo cual se comprueba al analizar la
variedad de productos, la tecnología y los rendimientos.
Así pues, la población del Imperio incaico en el momento de la llegada de los
españoles oscilaba entre los 10 y los 12 millones de personas que se concentraban
fundamentalmente en el actual territorio peruano.
Impresionante la organización social, el respeto a la naturaleza, la estructura
económica que estos pueblos poseían y que fueron desestructurados por la
conquista española, es decir, se interrumpió para siempre el devenir histórico de
grandes civilizaciones e importantes culturas. Trastornadas sus jerarquías sociales,
alterada su estructura económica y amenazada sus creencias religiosas, los
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indígenas tuvieron que adaptarse a las nuevas circunstancias impuestas por los
conquistadores. Ante este desastre, debemos reflexionar y reconsiderar lo sucedido
en el pasado, y lo que ocurre también en el presente en muchas partes de América.