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MURALES DEL

MUSEO DEL PALACIO


DE BELLAS ARTES
El muralismo mexicano a través
de la colección del MPBA

El muralismo es uno de los movimientos artísticos más importantes


que han surgido en México. Aunque sus inicios se remontan a 1910,
formalmente arrancó en los años veinte, se consolidó en las décadas
siguientes y se prolongó hasta la segunda mitad del siglo XX.

La colección de murales del Museo del Palacio de Bellas Artes cubre


poco más de treinta años de esta historia y reúne, en un solo sitio, el
trabajo de los artistas más representativos: José Clemente Orozco,
Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo, Jorge González
Camarena, Roberto Montenegro y Manuel Rodríguez Lozano.

La mayor parte de los murales fueron realizados especialmente para el


Palacio. Sin embargo, los tableros Carnaval de la vida mexicana,
Alegoría del viento, La piedad en el desierto y Tercera Internacional se
rescataron de otros sitios y se incorporaron al Museo entre 1963 y 1977.

Más allá de un movimiento lineal y unificado, el muralismo se caracterizó


por las diferencias estéticas e ideológicas entre sus protagonistas,
tal como se manifiesta en las obras y los artistas que conforman esta
colección.
01 Diego Rivera
El hombre controlador del universo, 1934
Fresco sobre bastidor metálico

La inclusión del rostro de Lenin fue un elemento más en la larga lista de


provocaciones que transformaron el proyecto inicialmente aprobado y
que culminaron con la destrucción de la primera versión de este mural
pintado en el vestíbulo del Rockefeller Center, en Nueva York. En
1934, con motivo de la inauguración del Palacio de Bellas Artes,
Diego Rivera fue invitado a realizar una réplica de la polémica
obra. Al centro, y en medio de un gran panel, aparece un obrero
rubio “mirando con incertidumbre, pero con esperanza hacia un
mundo mejor”, mientras que con sus manos controla las fuerzas
naturales y mecánicas del universo. Este personaje deberá elegir
entre la amenaza del capitalismo representada por los Estados Unidos
y la promesa del socialismo anunciada por la Unión Soviética.
02 Jorge González Camarena
Liberación, 1957-1963
Acrílico sobre tela

Liberación fue la última obra que se hizo por encargo para decorar
los muros del Palacio. También se trata del único mural de Bellas
Artes financiado por un grupo de banqueros en compensación a la
destrucción de dos murales del artista pintados años atrás en el edificio
Guardiola. La parte central muestra a un hombre de espaldas que
destroza la cruz a la que se encuentra atado. Esta enérgica figura
está flanqueada, a su izquierda, por un campesino de aspecto
cadavérico, y a su derecha, por una mujer vivaz y resplandeciente,
quienes simbolizan, respectivamente, el pasado avasallador y el futuro
prometedor. La liberación física y espiritual que plantea Jorge González
Camarena será posible a través del conocimiento y la verdad.
03 David Alfaro Siqueiros
Nueva Democracia, 1944-1945
Piroxilina sobre celotex

Después de la victoria de los países Aliados contra las potencias del


Eje que puso fin a la Segunda Guerra Mundial, estas tres obras
monumentales—inicialmente llamadas México por la democracia
y la independencia, Víctimas de la guerra y Víctima del
fascismo—recibieron en 1945 el nombre de Nueva democracia. El
conjunto celebra el triunfo de la democracia sobre los sistemas
totalitarios, a la vez que muestra la violencia y las consecuencias de
la guerra sobre la población civil a través de la representación
de cuerpos mutilados y torturados. Para dotar de dinamismo y
fuerza expresiva a las obras, David Alfaro Siqueiros recurrió a la
perspectiva poliangular y al uso de la piroxilina, compuesto
industrial a base de celulosa. La modelo para la democracia
fue Angélica Arenal, escritora, periodista y gestora cultural, quien fue
esposa del artista.
04 Diego Rivera
Carnaval de la vida mexicana, 1936
Frescos sobre bastidores transportables
[Mural incorporado en 1963]

Esta serie fue realizada por Diego Rivera para el Hotel Reforma,
propiedad del ingeniero Alberto J. Pani, pero por el contenido político
de algunos tableros fue retirada, embodegada, resguardada en
colecciones privadas y, finalmente, instalada en el Palacio de Bellas
Artes. Si bien se desconoce el título general que el artista dio al conjunto,
sí se saben los nombres que asignó a cada tablero: Leyenda de Agustín
Lorenzo, Danza de huichilobos, México folklórico y turístico y La
dictadura. Inspirado en los carnavales de Huejotzingo y Yautepec,
Rivera recurrió a distintas figuras alegóricas para expresar un
comentario satírico sobre la vida política y social del momento, así como
una crítica hacia el grupo gobernante de los “Hombres de la Revolución”
y las varias industrias que controlaban.
05 José Clemente Orozco
Katharsis, 1934
Fresco sobre bastidor
transportable

Katharsis constituye una crítica en torno a la guerra, la tecnología y las


políticas de masas en la era moderna. La escena central muestra una
lucha violenta entre dos hombres que se abre en espiral y se funde con
armas de alto calibre, máquinas monstruosas, cuerpos acribillados y
una muchedumbre en actitud de protesta, todo en medio de un paisaje
apocalíptico. La decadencia moral está representada a través de tres
prostitutas que remiten a las políticas higienistas y a la hipocresía de
su aplicación durante el Maximato. A decir de Justino Fernández,
Orozco ofrece en este mural “una posibilidad de salvación por medio
de la renovación, de la destrucción del mundo infernal, de la purga”. En
este sentido, las llamas intensas en la parte superior simbolizan el fuego
purificador que dará origen a una nueva sociedad.
06 Roberto Montenegro
Alegoría del viento, 1928
Fresco sobre bastidor transportable
[Mural incorporado en 1965]

Entre 1926 y 1928, Roberto Montenegro pintó una serie de alegorías,


hoy desaparecidas, en los muros del claustro del Colegio Máximo de
San Pedro y San Pablo, que entonces funcionaba como anexo de la
Escuela Nacional Preparatoria. Alegoría del viento representa a un
ángel con los brazos extendidos, que se eleva al cielo gracias al soplido
de dos eolos—divinidades del viento—ubicados en los extremos
inferiores de la composición geométrica. El ángel porta una túnica
que asemeja una columna de mármol de donde se despliegan sus
brillantes alas metálicas, una referencia a la era de la aviación y al
dominio de los cielos por parte de la humanidad.

Este mural fue retirado del muro donde se encontraba mediante


el strappo, una técnica que permite arrancar, con gasas y telas
empapadas en cola orgánica, la superficie cromática de una pintura
mural para trasladarla a otro soporte. Después de un proceso de
restauración, la obra fue instalada en el Museo del Palacio de Bellas
Artes en 1965.
07 David Alfaro Siqueiros
Tormento de Cuauhtémoc, 1950-1951
Piroxilina sobre celotex

Inspirado en Cuauhtémoc, el último tlatoani mexica, cuyos supuestos


restos habían sido localizados por la antropóloga Eulalia Guzmán,
Siqueiros realizó un segundo ciclo de murales para el Palacio de
Bellas Artes. A partir del relato de Bernal Díaz del Castillo, este tablero
representa el momento en que los conquistadores españoles queman
los pies de Cuauhtémoc y Tetlepanquetzal, señores de Tenochtitlán y
Tacuba respectivamente. La brutalidad de este episodio está
simbolizada por el grupo de mujeres cubiertas de sangre que aparece
a la izquierda, así como por el perro rabioso que, dispuesto a atacar,
muestra sus dientes afilados. Entre un grupo de soldados con
armaduras se asoma el rostro de Malintzin, considerada entonces como
“traidora” y no como una figura fundamental en el proceso de
conquista.
08 David Alfaro Siqueiros
Apoteosis de Cuauhtémoc, 1950-1951
Piroxilina sobre celotex

Una apoteosis es el momento culminante o triunfal de una situación, o


bien, la glorificación o exaltación de una persona. En este mural,
Cuauhtémoc se encuentra ataviado con una brillante armadura,
se yergue victorioso con una macana en la mano—después de
haber derrotado al centauro de la conquista española que yace en el
piso atravesado por una lanza—y conduce con valentía al pueblo
emancipado. Al convertir al tlatoani en símbolo de resistencia y
dignidad durante los años de la Guerra Fría, Siqueiros quiso significar,
en sus propias palabras, que “México y en general los pueblos
débiles deberían tomar con firmeza las armas en las manos para abatir
a los enemigos esclavizadores y a los verdugos”.
09 Manuel Rodríguez Lozano
La piedad en el desierto, 1942
Fresco sobre bastidor transportable
[Mural incorporado en 1966]

El tema de la piedad cristiana es reinterpretado por Manuel Rodríguez


Lozano en este mural que pintó durante los cuatro meses y medio que
estuvo preso en Lecumberri por un delito que jamás cometió. La figura
de la virgen que sostiene el cuerpo inerte de su hijo, que en realidad es
un autorretrato, resulta un homenaje a la mujer mexicana que, según
el artista, “tiene los brazos para levantar al hijo que cae, sin importarle el
delito o la monstruosidad de que sea autor”. Producto de una reflexión
motivada por el encierro, esta obra es importante porque se trata de
la primera ejecutada al interior de una cárcel en toda la historia del
muralismo mexicano.

Debido al deterioro en que se encontraba, el mural fue desprendido


mediante la técnica del strappo por parte de un equipo coordinado por
el restaurador Tomás Zurián. Después de ser rehabilitada en el entonces
Centro Nacional de Conservación de Obras Artísticas, la obra fue
incorporada a la colección del Museo en 1966.
10 Diego Rivera
Revolución Rusa o Tercera Internacional, 1933
Fresco sobre bastidor transportable
[Mural incorporado en 1977]

Este pequeño panel portátil es uno de dos que Diego Rivera realizó para
la Trotskyist Communist League of America. Inspirada en una sección
del tablero World War, de la serie Portrait of America que el artista
proyectó para la New Worker’s School de Nueva York, la obra resulta un
llamado mundial a la supresión del capitalismo. En Revolución rusa
o Tercera Internacional, Vladimir Lenin observa con atención a León
Trotsky—su heredero político—, mientras encabezan un desfile del
Ejército Rojo conformado por campesinos y obreros. El grupo de
personajes de diferentes nacionalidades que aparece en primer plano
simboliza no solo la unidad proletaria, sino las ambiciones globales del
trotskismo, corriente con la que Rivera simpatizaba en ese momento.
11 Rufino Tamayo
Nacimiento de nuestra nacionalidad, 1952
Vinelita sobre tela

Después del éxito internacional que representó su participación en la


Bienal de Venecia en 1950, Rufino Tamayo fue invitado para realizar
dos murales en el primer piso del Palacio de Bellas Artes, los cuales
pueden ser interpretados como una suerte de respuesta pictórica
al realismo social de Siqueiros. Nacimiento de nuestra nacionalidad
remite, desde una perspectiva oficial, al origen de una nación racial
y culturalmente “mestiza”. La figura central muestra a un conquistador
que cabalga sobre las ruinas de una antigua civilización. En medio de un
paisaje desolado, una mujer se encuentra dando a luz, lo que representa
el nacimiento de la nacionalidad mexicana como la conjunción
violenta entre el elemento femenino indígena y el elemento masculino
español.
12 Rufino Tamayo
México de hoy, 1953
Vinelita sobre tela

El lenguaje plástico de Tamayo se caracterizó por la búsqueda de valores


universales y por el uso de formas estilizadas sin llegar por completo a
la abstracción. A través de tres secciones que evocan los colores de la
bandera, México de hoy sustenta la idea del mestizaje como el principio
estructurador de la nación mexicana. En el centro del mural se observa
una construcción que fusiona elementos arquitectónicos europeos y
mesoamericanos; al interior se aprecia una figura que arde en llamas
y que simboliza el fuego inextinguible del espíritu mexicano de la
actualidad. A la izquierda, se representan los recursos naturales del país
en color esmeralda, mientras que, a la derecha, emerge una ciudad
industrial en tonos rosados.
B 12 11

Piso 1
A

02 03 04

D 01 05 E

10 09 08 07 06

Piso 2
C F

Servicios Salas de exposición

Elevador A Sala Nacional D Sala Jorge González Camarena


Sanitario B Sala Diego Rivera E Sala José Clemente Orozco
Sanitario C Sala David Alfaro Siqueiros F Sala Rufino Tamayo

01 El hombre controlador del universo, 1934


02 Liberación, 1957-1963
03 Nueva Democracia, 1944-1945
04 Carnaval de la vida mexicana, 1936
05 Katharsis, 1934
06 Alegoría del viento, 1928
07 Tormento de Cuauhtémoc, 1950-1951
08 Apoteosis de Cuauhtémoc, 1950-1951
09 La piedad en el desierto, 1942
10 Revolución Rusa o Tercera Internacional, 1933

11 Nacimiento de nuestra nacionalidad, 1952


12 México de hoy, 1953
Información de visita

Horario de Museo: Horario de Taquilla:


Martes a domingo 10:00 a 17:30 h
10 a 18 h

Costo:
$ 85.00
Pago solo en efectivo y con pesos mexicanos.
Entrada libre a profesores y estudiantes con credencial vigente
física o digital, personas adultas mayores con credencial, personas
con discapacidad y menores de 13 años.

Domingo entrada libre a público nacional y extranjero.

Contacto:
mpba.informes@inba.gob.mx

Página web:
museopalaciodebellasartes.gob.mx

Siguenos en redes sociales:


Museo del Palacio de Bellas Artes
@mbellasartes

Dirección:
Eje Central Lázaro Cárdenas esquina
con Avenida Juárez s/n, col. Centro,
Ciudad de México, C.P 06050

Créditos de imagen
D.R. © 2023 Banco de México, Fiduciario en el Fideicomiso Museos Diego Rivera y Frida Kahlo.
Av. 5 de Mayo, No. 20, col. Centro, alc. Cuauhtémoc, C.P. 06000, Ciudad de México

D.R. © José Clemente Orozco/SOMAAP/México/2023

D.R. © Jorge González Camarena/SOMAAP/México/2023

D.R. © David Alfaro Siqueiros/SOMAAP/México/2023


D.R. © Roberto Montenegro/SOMAAP/México/2023

© D.R. Rufino Tamayo | Herederos | México | 2023 | Fundación Olga y Rufino Tamayo, A.C

REPRODUCCIÓN AUTORIZADA POR EL INSTITUTO


NACIONAL DE BELLAS ARTES Y LITERATURA, 2023

Portada: El hombre controlador del universo [detalle], 1934


Fresco sobre bastidor metálico transportable
4.80 x 11.45 m

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