Está en la página 1de 7

MURALISMO

Angela Shantal Reyes Salinas.


3° “B”
Historia.
INTRODUCCIÓN

A casi cien años de que el movimiento muralista comenzará a formarse y su


obra a adquirir vida, seguimos redactando páginas y reflexionando sobre la
influencia que tuvo este movimiento en la cultura mexicana y universal.
Además, el surgimiento del muralismo bajo el mecenazgo de instituciones
estatales ha dado pie a diversas polémicas artísticas y provocado diversos
debates académicos. Sin embargo, esto no ha sido nada nuevo en la historia del
muralismo, pues la polémica fue constante en este movimiento, ya sea con otros
artistas e, incluso, entre sus miembros. Por eso es posible decir que el debate ha
estado presente en el centro de su historia. Lo anterior abre la puerta a la duda y
a la posibilidad de encontrar nuevas rutas para la comprensión de este momento
apasionante en la historia mexicana del siglo XX. Y es que el fenómeno de lo
político, donde las motivaciones y emociones se conjuntan con lo intelectual y
racional de las decisiones, así como el fenómeno del arte que usa como
componente a los sentimientos y las pasiones para materializarse
intelectualmente en una expresión concreta y abierta a la interpretación, no
serán jamás temas agotados. Ambas actividades son fundamentales en diversos
campos de la vida humana y, algunas veces, como el caso que nos ocupa aquí,
se entrecruzan para promover hitos excepcionales en la historia.
El hecho de que sigan apareciendo constantemente páginas sobre el movimiento
artístico del muralismo denota su relevancia como hito dentro de la historia del
arte universal. Recientemente, ha surgido un debate en torno al lugar del
muralismo dentro de esta historia, ubicando y definiendo el papel que tuvo el
movimiento en tanto novedad estética, así como una discusión en torno a su
polémica relación con el gobierno mexicano en diversos momentos y grados.
JOSE VASCONCELOS.

El escritor y político José Vasconcelos empleó un


instrumento artístico para despertar el gusto de la población
por el conocimiento: la pintura mural.

Ese fue uno de los ejes de su proyecto educativo al frente de


la Secretaría de Educación Pública (SEP), de 1921 a 1924,
el cual consistió también en la construcción de escuelas,
bibliotecas públicas, campañas de alfabetización, la enseñanza de las bellas
artes y el humanismo.Vasconcelos, como impulsor del muralismo, entregó los
muros de diversos edificios públicos a los grandes maestros de la escuela
mexicana de pintura: Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro
Siqueiros y Roberto Montenegro, en los cuales se desarrollaron arte y
educación, se captaron las raíces de la identidad nacional y recorrieron con sus
“pinceles” la historia de México.

Vasconcelos propuso educar a las masas por medio de ideas e imágenes


plasmadas en los muros de edificios públicos como el Colegio de Sal Ildefonso,
la Alameda Central, El Palacio Nacional y la Universidad de Chapingo. En ellos
se reflejarán hechos históricos para ser transmitidos al público en general, como
una forma de comprender la historia de México.Los primeros murales que se
pintaron, explicó, fueron de significados pocos
accesibles, un nacionalismo de corte fiscal y de alegorías.

Vasconcelos convocó a los artistas Fernando Leal,


Fermín Revueltas, Jean Charlot, Diego Rivera, Emilio
García, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros
entre otros. Tuvieron un acuerdo acerca del papel que
cumpliría el arte, cuya misión era “ser una especie de
apóstol de la cultura”.

“Los murales desde un principio tuvieron una función social del arte público,
no es un arte que se enajene o se venda a nivel privado, se ve, está puesto sobre
los muros y quien circule por el lugar los verá”, señaló.
DIEGO RIVERA

Diego Rivera nació el 8 de diciembre de 1886


en la ciudad de Guanajuato. A 135 años de su
natalicio, sigue siendo un referente del arte
mexicano del siglo XX, tanto en nuestro país
como en el resto del mundo. Su obra atravesó
varias facetas, aunque quizá la que más se
recuerda es la del muralismo. En las grandes
extensiones de sus murales, Diego Rivera
plasmó una ideología contundente sobre el
proyecto de nación posterior a la Revolución
mexicana, al igual que una estética innovadora que puso los pilares para un nuevo
arte de carácter nacional.

La Revolución mexicana, en la que murieron entre 300 mil y 500 mil personas, dio
pie a una enorme producción artística e intelectual. En la literatura, por ejemplo,
floreció un género completamente nuevo: la novela de la Revolución. Algunos
títulos que destacan son Cartucho (1931), una colección de relatos de la escritora
duranguense Nellie Campobello; Los de abajo (1915), del autor jalisciense
Mariano Azuela; y La sombra del Caudillo (1929), del escritor chihuahuense
Martín Luis Guzmán. En el caso del arte plástico, sin duda alguna, el muralismo
fue el movimiento más representativo de la época y Diego Rivera, uno de sus más
conocidos representantes.

Promovido asiduamente por José Vasconcelos, quien fue secretario de Educación


de 1921 a 1924, el muralismo fue una manifestación artística acerca de lo
revolucionario y lo popular, con carácter didáctico. El Estado buscaba, a través de
él, cambiar la narrativa del país y
construir una identidad nacional que le
diera sentido a la revolución. Al
integrarse al gabinete del presidente
Álvaro Obregón, Vasconcelos llamó a
Diego Rivera, quien se encontraba
desde hacía más de una década en
Europa, para que volviera a México a
pintar sus primeros murales en las
paredes de los edificios más simbólicos
de la era posrevolucionaria.
RUFINO TAMAYO

Rufino del Carmen Arellanes Tamayo (Oaxaca de


Juárez, 25 de agosto de 1899 - Ciudad de México, 24
de junio de 1991) fue un pintor mexicano. Figura
capital en el panorama de la pintura mexicana del
siglo xx, Rufino Tamayo fue uno de los primeros
artistas latinoamericanos que, junto con los
representantes del conocido "grupo de los tres"
(Rivera, Siqueiros y Orozco), alcanzó un relieve y
una difusión auténticamente internacionales. Como
ellos, participó en el importante movimiento muralista que floreció en el período comprendido
entre las dos guerras mundiales. Sus obras, sin embargo, por su voluntad creadora y sus
características, tienen una dimensión distinta y se distinguen claramente de las del mencionado
grupo y sus epígonos.}

Tamayo fue alejándose progresivamente del realismo. Pintó los ámbitos internos, la atmósfera,
los paisajes urbanos o pueblerinos, la naturaleza de su realidad local.

En su producción es posible identificar dos etapas distintas. La primera, que va de la década de


1920 a mediados de la de 1950, tiene una neofiguración cercana al realismo, pero siempre
defendiendo o manteniendo la conexión entre sus temas y los problemas sociales.

Puede considerarse que el trabajo de Rufino Tamayo se caracteriza por una voluntad de
integración plástica de la herencia precolombina autóctona, la experimentación y las nuevas
tendencias pictóricas que revolucionaron los ambientes artísticos europeos a comienzos de siglo.
Esta sincretización y ese interés por lo que acontece en Europa desde el punto de vista artístico
marcan diferencia en su trabajo y estilo respecto del núcleo
fundamental de los "muralistas", los cuales prefieren mantener
una absoluta independencia estética respecto a las tendencias
europeas y tener su fuente de inspiración en la herencia pictórica
precolombina, marcadamente indigenista.6
También se separó del movimiento muralista por su falta de
motivación ideológica y revolucionaria, y por tener un marcado
acento formal y abstracto del tema indio.
DAVID ALFARO
El pintor David Alfaro Siqueiros fue uno de los máximos representantes del
muralismo mexicano junto a José Clemente Orozco y Diego Rivera. Hizo gala de un
temperamento aguerrido, siempre convencido de la importancia del arte como
vehículo para la formación de la conciencia popular por medio de una nutrida obra
teórica.
El edificio Tecpan alberga actualmente el mural Cuauhtémoc contra el mito de
1944. Esta constituye la primera obra plástica mixta del autor en la que combina
pinturas modernas y soportes de madera, masonería y esculturas hechas por Luis
Arenal Bastar. A través de la perspectiva tridimensional Siqueiros intenta recrear el
movimiento de las figuras. A la derecha y en primer plano está Cuauhtémoc
empuñando las armas y oponiéndose a la destrucción de su civilización a manos de
los conquistadores españoles, estos últimos son representados como centauros
cuyas fuerzas son la religión y las armas de fuego (arriba e izquierda). Debajo de
las patas del caballo está la cabeza de un indígena decapitado y de frente aparece
Quetzalcóatl como símbolo del desarrollo milenario del México prehispánico. Al
centro, Moctezuma II implora desconcertado a los dioses que le expliquen por qué
el supuesto regreso de Quetzalcóatl (en la figura de Córtes) implicó la caída de su
imperio, apreciándose al fondo los templos incendiados.
David Alfaro Siqueiros falleció en Cuernavaca, Morelos, el 6 de enero de 1974 en
compañía de Angélica Arenal Bastar, quien fuera su inseparable compañera desde
la Guerra Civil Española. Su cuerpo fue inhumado en la Rotonda de las Personas
Ilustres.
CONCLUSION
El arte se despliega para imaginarnos; la plástica nos representa, pero
siempre es algo más que la simple replica. Es invención, creación,
síntesis de sensibilidades y, por lo tanto, resguardo de profundas
evocaciones y significaciones que construyen saberes e imágenes
sobre lo que duele y emociona, sobre lo que fuimos, somos y seremos,
sobre la identidad. Por esto el arte puede representar los mitos que
forman nuestro imaginario. Y considero que pensar los momentos
históricos en que se configuró tal imaginación, brinda la oportunidad
de la repensarnos, reimaginarnos y actualizarnos ante los problemas
actuales.
En lo general, argumento que el muralismo no fue un instrumento del
Estado, sino resultado de proyectos, personajes y contextos que,
inmersos en el drama político posterior a un largo y agotador conflicto
armado, posibilitaron la imaginación de una nación y, por lo tanto,
moldearon la imagen del Estado. Y es que el Estado, al ser nacional,
subsume, en ciertos momentos, las facultades infraestructurales a su
necesidad de definirse legítimo. Para ello requiere constituir una serie
de valores culturales que asimilen a un grupo amplio de personas bajo
una tutela unitaria. Y los artistas, en su afán de crear y actuar,
produjeron con su genialidad obras evocativas trabajadas con
maestría. Con ellas, crearon una síntesis cultural necesaria para el
momento posrevolucionario y volvieron a su obra, una propiedad
pública.

También podría gustarte