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Tratando de ser creativo

Los recuerdos más perdurables de mis propias experien-


cias iniciales en la enseñanza mediática se refieren todos ellos
a la producción de los estudiantes. Como encargado de admi-
nistrar los recursos mediáticos en una importante escuela se-.
cundaria, mi despacho se convirtió en foco de atracción de una
extraña mezcla de grupos e individuos que estaban entusias-
mados con la idea de producir sus propios medios (casi totlos
ellos chicos, conviene precisar). Entre ellos, recuerdo a Cos-
tas, de quince años de edad, que producía sus propias varían- ·
tes en super-8 de las películas de terror de la Hammer; a Ben,
un muchacho hiperactivo de once años de edad, que insistía
una y otra vez en sus animaciones de plastilina; a Chris y a sus
amigos, que durante varios años trabajaron en sus propias re-
vistas y finalmente se pasaron a la animación por ordenador;
a Sam, de dieciséis años cie edad, que posteriormente hizo
de su obsesión por escribir a.rtículos de ciencia ficción una
dedicación profesional a tiempo completo. Cuando más tarde
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yo mismo introduje algunas asignaturas formales de Estudios mos en otros escritos de la época. Bob Ferguson, en un escri-
Mediáticos, me costó mucho conseguir que los·alumnos toma-· to de 1981, condenó las producciones de vídeo de los estu-
sen en serio las formas mecánicas del análisis semiótico, que diantes en términos muy parecidos.
se veían como algo obligatorio; en cambio, lo que siempre lo-
graba motivarlos era la oportunidad de hacer sus propias foto- Muchos grupos terminaban haciendo simplemente el payaso
grafías y -eventualmente, contando con las limitaciones del con el equipo [... ] a menudo la cámara «era disparada a pre-
sión>) sobre su objeto y los mareantes, aburridos e incoheren-
material disponible- grabar y editar sus propias cintas de ví- tes resultados obtenidos de esta manera solían justificarse con
deo. Todavía puedo evocar algunas de las elaboradas imita- la disculpa de que se trataba de trabajos experimentales.
ciones que -medio en broma medio en serio- produjera~ Cuando se intentaba desarrollar argumentos, éstos eran en ge-
aquellos alumnos de las revistas para adolescentes, de los neral pueriles y [ ...] a menudo incorporaban las consabidas ri-
«programas juveniles» y de los documentales de investiga- ñas de pubs y discotecas (Ferguson, 1981, págs. 44-45).
ción.
Sin embargo, cuando vuelvo mis ojos a las publicaciones Significativamente, la principal crítica de Ferguson se di-
sóbre educación mediática que entonces empezaban a apare- rigía contra el concepto de «creatividad», una idea importada
cer, me encuentro con un panorama muy diferente. Los autores de la enseñanza de Arte y de Inglés, que nuestro autor con-
más prestigiosos de entonces parecían condenar la produc- denaba como mística e individualista. La insistencia en la au-
ción concreta como políticamente sospechosa y educativamente toexpresión creativa a través de los medios reflejaba, según
sin interés. En la influyente obra de Len Masterman Teaching estos autores, una peligrosa «mitificación de la clase trabaja-
about Television (19~0), el capítulo dedicado a la producción dora» y dio como resultado trabajos que eran «intelectual-
era el más corto y la mayor parte del mismo contenía puntos mente poco exigentes» y se limitaban a institucionalizar las
de vista extraordinariamente negativos. ¿Qué pasa -se pre-
guntaba Masterman- cuando pones en manos de los estu-
diantes una cámara de vídeo?
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bajas expectativas de los estudiantes.
Críticas de este estilo se repiten de una u otra manera en
muchos de los textos sobre educación mediática publicados
en la década de 1980 (véanse, por ejemplo, Al varado, Gutch y
Según mi experiencia, .un inmenso erial de aburridas imitacio- Wollen, 1987; Mastennan, 1985). Más tarde se vieron agrava-
nes de esp~ctáculos pop de baja calidad, embarazosos video- das por el. rechazo de lo que parecía ser una insistencia de ca-
dramas, y documentales sin apenas originalidad dedicados a rácter estrictamente «tecnicista» en las habilidades de produc-
condenar la guerra y la pobreza, en gran parte tolerado por ción, aspecto este último que resultaba evidente en algunos de
profesores para los cuales la técnica lo es todo y el medio el los nuevos· cursos mediáticos de orientación profesional que
único mensaje (Masterman, 1980, pág. 140). empezaron a programarse por entonces. Según Masterman
(1985), este tipo de formación técnica representaba «una for-
Lo que hoy. pasados ya más de veinte años, nos impresio- ma de reproducción cultural en virtud de la cual se naturallza-
na especialmente de esta cita es el desprecio que manifiesta ban determinadas prácticas dominantes»; era una especie de
por el trabajo de los estudiantes, así como su curiosa depen- «esclavizaci6n» ideológica que produciría «deferencia y con-
dencia del tipo de criterios crítico-literarios propuestos por formidad».
Leavis que el resto del libro de Masterman trata de poner en Como sugieren las anteriores citas, estas preocupaciones
tela de juicio. De todos modos, este mismo tono lo encontra- estaban motivadas en parte por el temor a la imitación, que a
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LJ.· su vez derivaba de una más amplia sospecha de los placeres acerca del rango o condición de quienes la estudian. La rele-
engañosos de la cultura popular. La imitación se consider~ba vancia tan extraordinaria que adquirió el análisis crítico en la
un proceso intrínsecamente irreflexivo, a ~ravés de~ cual Sl~­ década de 1970 y a comienzos de la década de 1980 puede ex-
plemente serían interiorizadas y reproducidas las «ldeologms plicarse en parte como una exigencia de legitimidad académi-
dominantes» de los productos mediáticos. El hecho de real- ca -realizada por cierto en términos sumamente tradiciona-
zar tanto la producción del alumno se consideró, por ta~t~, les-. Sin embargo, en algún sentido, estos intereses se vieron
que contradecía la misión política radical de la educac10n suplantados con la llegada de un sistema de examen común a
mediática. . .· mediados de la década de 1980; a partir de entonces, asignatu-
Al parecer, la única alternativa era la ?~ estimular ~ los ras como Estudios Mediáticos dejaron de distinguirse por ser
alumnos para que produjesen «textos anta~omcos;>, que ~ec­ indicadas sólo para estudiantes «menos capacitados». Los
tamente cuestionaran y trastornaran estas 1deolog¡as recumen- nuevos planes de estudios especializados que empezaron a im-
do a formas «vanguardistas»; otra solución era utilizar los ejer- plantarse por entonces --como los que los han sucedido--,
cicios de producción para «dec.onstruir» sistem?ticame~te. las contienen todos un significativo componente de trabajo de
normas convencionales de los medios de la comente pnnc1pal producción.
(Masterman, 1980). De esta mane~a, los estudiantes .podían Al mismo tiempo, como es na,tural, se han producido de-
realizar ejercicios sobre las convenciOnes de las ~ntrev1~tas te- cisivos avances tecnológicos. Cuando yo empecé a dar clases,
levisivas o sobre la presentación de los informativos, rusland.o en la época de las cámaras super-8 y de las grabadoras de cin-
sistemáticamente y experimentando con el encuadre o la posi- tas de vídeo, la producción era mucho más difícil de organizar
ción de la cámara; también se les podía exigir a los alumnos en el aula. Comprenderemos los formidables obstáculos que
que realizasen «ejercicios de estilo», destinado~ a dem?strar había que superar si recordamos que los aparatos de vídeo no
su comprensión de los «códigos» de un determmado gen~r~, fueron nunca realmente portátiles, que los proyectores te es-
como el film noir o el de terror. Este enfoque trataba explíci- tropeaban indefectiblemente la película, y que las ampliadoras
tamente de oponerse a -y trastoc~- las formas ~ominantes eran tan fáciles de manejar como los dinosaurios. Realizar un
de la práctica profesional; con el tiempo, el potenc1al «expre- montaje significaba «estrellarse» contra una máquina tras otra,
sivo» 0 «creativo» de la producción se vio rigurosamente su- y las pocas salas de montaje que se rumoreaba que existían es-
bordinado a la demostración de la comprensión crítica. taban celosamente vigiladas por temibles técnicos con cha-
quetas marrones y numerosos grupos de soldadores. En la era
de las videocámaras portátiles, de las fotos en discos compac-
Prácticas cambiantes tos y de los dibujos por ordenador, cuesta trabajo imaginarse
cómo nos las arreglábamos nosotros para llevar a feliz térmi-
Juntamente con otros muchos aspectos de la educación no una obra cualquiera. Naturalmente, la producción de los
mediática, esta perspectiva de la producción estudiantil ha almimos no necesita contar con medios de «elevada tecnolo-
sido cuestionada y revisada sustancialmente a lo largo de las gía». Gran parte del trabajo interesante y valioso que todavía
dos últimas décadas. Hay varias razoJ!eS para ello. Los deb~t~s hoy se hace en las escuelas continúa realizándose con plumas,
sobre el lugar de la producción de los alumnos en la educac10n tijeras y pegamento, con sencillas grabadoras de cassete y cá-
mediática han estado estrechamente vinculados con reclama- maras de «apuntar y disparan;. De todos modos, los avances
ciones más amplias acerca del rango de dicha producción, Y tecnológicos hall hec.:ho que formas más complejas de produc-
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ción práctica resulten mucho más accesibles y fáciles de ma- tica «informal» -por ejemplo, en el contexto de proyectos ju-
nejar (véase Stafford, 1994); y, como veremos más detenida- veniles y comunitarios- ha empezado a influir también en la
mente en el capítulo 11, el uso de la tecnología digital -por práctica de las escuelas (véase el capítulo 12). .
ejemplo, para montar cintas de vídeo- tiene, con casi total De esta manera, aunque algunos cursos continúan impar-
seguridad, importantísimas consecuencias para el aprendizaje tiéndose de acuerdo con el enfoque estrictamente «decons-
de los alumnos. truccionista.>> típico de comienzos de la década de 1980, en
el
En nuestra forma actual de definir objetivo fundamental este momento l.a producción ha sido aceptada ampliamente
como elemento central de la educación mediática, tanto en el
del trabajo de producción -y, consecuentemente, de valorar
sus resultados- han influido también algunos cambios de ca- contexto de cursos especiales de Estudios Mediáticos como en
rácter más general -del tipo de los descritos en el capítu- otras áreas del currículo. A lós alumnos que siguen los cursos
lo 2- que se han producido en el entorno mediático. Por de Estudios Mediáticos en las escuelas secundarias inglesas se
ejemplo, la distinción ·entre práctica «dominante» y práctica les exige en general que, ,como mínimo, realicen dos proyec-
«opositora», que fue un elemento característico de la justifica- tos importantes de producción como parte de su examen. Por
ción teórica de la producción de los alumnos en las décadas de ejemplo, pueden publicar una revista o un periódico, grabar
1970 y 1980, se ha convertido paulatinamente en superflua. una cinta de vídeo o crear una página de Internet, realizar una
Las estrategias estéticas de la vanguardia han coincidido siem- exposición fotográfica o una campaña publicitaria, o hacer un
p~e con la corrie?te principal, coincidencia que resulta espe- programa de radio; además, tienen que escribir un texto que,
cialmente llamativa en la publicidad y los vídeos musicales; como complemento .del trabajo de producción, les permitirá
por otra parte, muchas de las distinciones institucionales y explicar sus objetivos, evaluar la obra que han realizado, y re-
económicas entre producción «independiente» y producción flexionar sobre el proceso de producción, todo ello a la luz de
«dominante» casi han desaparecido. La idea de que existen las teorías y los enfoques críticos más amplios que les han sido
«normas» profesionales fijas que deberían ser atacadas y de• explicados a lo largo del curso. Estas actividades son a menu-
construidas se ha vuelto altamente cuestionable; a su vez, la do simuladas: a los estudiantes se les encomiendan diversas
exigencia de que la produccióQ de los alumnos debería pre- tareas Ocometidos, en virtud de los cuales son invitados a «COn-
sentarse como una práctica «opositora» parece tener cada día vertirSe» ~n productores mediáticos imaginarios en circuns-
menos sentido. tancias bien defmidas, que por sí mismas suscitan cuestiones
Como ya he señalado anteriormente, la educación mediá- o problemas teóricos niás amplios (véase, por ejemplo, Gra-
tica ha dejado atrás, por propia decisión, el proteccionismo hame, 1994).
político de este tipo de enfoque. La idea de que los medios se
limitan a transmitir e imponer «ideologías dominantes» mo-
nolíticas, y de que la educación mediática debería tratar de Los límites de la «creatividad»
«liberar» a los estudiantes de la mistificación, es más cuestio-
nada cada día. Mientras tanto, la relevancia práctica de los Aunque algunas de las sospechas de las anteriores genera-
cursos profesionales y pre-profesionales ha ejercido un influ- ciones de educadores mediáticos hoy nos parezcan equivoca-
jo creciente en los enfoques más «académicos» de la enseñan- das, las preguntas que ellos se hicieron sobre los objetivos y
za de los medios (véase el capítulo 6); y, durante los últimos los resultados de su actividad no han desaparecido. De mane-
años, el aumento de oportunidades para la producción mediá- ra especial, siguen pendientes las cuestiones relativas a la na-
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turaleza de la creatividad y a la manera más adecuada para de- Desde esta perspectiva, creatividad y educación deberían con-
sarrollarla. Las tempranas críticas de Ferguson contra esta siderarse dos dimensiones intrínsecamente incompatibles. Por
idea, mencionadas al comienzo de este capítulo, han sido lo tanto, en la práctica, el trabajo «creativo» en una serie de
puestas en tela de juicio por autores posteriores que tratan de áreas temáticas (tales como Arte, Música e Inglés) ha tenido
exponer las razones a favor del trabajo de produc:ión de los que adoptar un enfoque un tanto diferente (Sefton-Green y
estudiantes (por ejemplo, Stafford, 1990). En reahdad, en ~1 Sinker, 2000). Con el tiempo, hemos asistido a un creciente
momento de escribir estas líneas, la «creatividad» es el condi- reconocimiento de las dimensiones sociales y colaboradoras
mento de moda en la política educativa y cultural británica; se de la producción creativa, de las complejas relaciones entre
comprende, por tanto, que este término aparezc.a cada vez con «expresión creativa» y «habilidades técnicas»; y de la impor-
mayor frecuencia en textos que tratan de exphcar los funda- tancia de la reflexión y la autoevaluación. De estas tres cues-
mentos lógicos de la educación mediática (British Film Insti- tiones, de las dos primeras tratarán las próximas secciones de
tute, 2000; ·Buckingham y Jones, 2001). Sin embarg~, ~omo este mismo capítulo; sobre la tercera hablaré detenidamente
yo mismo he sugerido (Buckingham, 2000c), la «creatividad» en el capítulo 9.
está definida con rasgos muy imprecisos en esos documentos:
el término parece responder a muy diversos objetivo~ de d~e­
rentes usuarios, al tiempo que actúa como una espec1e de «In- Los mundos sodales de la producción
grediente mágico» del que se supone que produce tódo tipo de
efectos transformadores. Hablando en general, podría argumentarse que toda pro-
Esta utilización del término a menudo parece implicar una ducción creativa es inevitablemente social. Ni siquiera los ar-
concepción romántica de la creatividad. Aquí, la c~;atividad tistas instalados en sus proverbiales buhardillas pueden aislar-
está vista en términos individuales, como la emanac1on de una se completamente del mundo; y tanto la distribución como la
especie de «Visión personal»: un <<SÍ mismo» -o «YO»- ~u­ recepción del arte están gobernadas inevitablemente por pro-
téntico encontrando su propia «expresión». A partir de esta cesos sociales y económicos de diversas categorías (Becker,
perspectiva, la creatividad es un proceso esencialmente inme- 1982; Bourdieu, 1984). La teoría postestructuralista sugiere \'-
diato, una efusión espontánea del sentimiento que no está su- que el arte surge inevitablemente del diálogo con los demás,
jeta a convenciones y estructuras establecidas de antemano. Y incluso allí donde éstos no están presentes físicamente en el
los productos creativos se consideran de ~guna maner~ a~to­ momento de la producción (Bakhtin, 1981).
suficientes: «hablan por sí mismos»~ de ah1 que cualquier tlpo Esto mismo es lo que sucede en las aulas. Estudios de la
de análisis únicamente sirva para reducirlos o destruirlos. En escritura creativa de niños en las escuelas sugieren que la obra
todos estos sentidos, se piensa que la verdadera creatividad escrita surge con frecuencia a partir de una negociación entre ~­
implica un rechazo o superación de las limitaciones, sean és- los intereses del grupo de pares (intereses que frecuentemente
tas de tipo social, formal o «académico». . están inspirados en la cultura popular) y los criterios sobre lo
Est¡; concepto de creatividad, sin duda muy mfluyente, que debe considerarse un auténtico «escrito escolar» (Moss,
plantea no obstante algunos problem.as innegables en el terr~­ 1989; Willett. 2001 ). Los niños se incluyen a menudo a sí mis-
no de la educación. Como nhserva Juhan Sefton-Green (2000a), mos y ¡:¡ ¡¡us pares ~n las historias que cuentan o escriben. lo
ta1 visión parece implicar que los individuos creativos ~acen, que les permite definir identidades y negociar amistades
no s-:: hacen, lo que dejaría poco espacio para la ensena..'1za. ---como hacen también en los proyectos de producción me-
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diática- (véanse, por ejemplo, Buckingham y Sefton-Green, relacionados con las dimensiones sociales de sus identidades,
1994, cap. 5). La investigación de Anne Haas Dyson ilustra por ejemplo, en relación con la etnia y el sexo.
ampliamente las negociaciones sociales que tienen lugar Estas cuestiones aparecen inevitablemente en escena como
cuando la narración por escrito de historias está vinculada con consecuencia de la naturaleza colaboradora de la mayor parte
el drama del aula y los juegos del patio de recreo (Dyson, de la producción mediática. Naturalmente, en muchas de las
1997; véase, además, el capítulo 10 de mi libro). áreas de producción mediática.no es necesario el trabajo reali-
De ésta manera, sería erróneo suponer que los alumnos zado en colaboración; pero; en la educación mediática, se ha
necesariamente presentan o expresan sus «auténticos sí mis- concedido siempre una relevancia central al trabajo en grupo.
mos» -o «yoes>>- en tales actividades. Como han defendi- Hay varias razones para ello. En ei «mundo real», natural-
do algunos críticos, la práctica común de escribir relatos au- mente, la producción requiere por norma general un cierto nú-
tobiográficos en la. enseñanza de Inglés parece apoyarse en mero de trabajadores especializados, aunque a menudo están
una visión relati:vamerite ingenua de la escritura como medio jerárquicamente organizados; y en la simulación de la prácti-
para acceder a ún sí mismo -o yo- original y auténtico ca profesional, a los estudiantes se les exige frecuentemente
(Moss, 1989). De manera parecida, otros autores han puesto que adopten determinados roles de producción. Es más, se ha
en tela de juicio el enorme relieve que se pretende conceder a _comprobado que la producción mediática -.lo mismo que
la «voz del estudiante» en la llamada pedagogía crítica: la otras áreas, como el teatro- ofrece notables oportunidades de
idea de que el profesor puede «otorgar» una voz a los alum- desarrollar «habilidades sociales y de comunicación» más ge-
nos, quienes la utilizarán después para expresar algún tipo de' nerales (Lorac y Weiss, 1981; Buckingham, Grahame y Sef-
verdad subjetiva, es una ilusión, según dichos autores (Omer, ton-Green, 1995, cap. 4). Y, aunque la colaboración tal vez no
1992).
sea siempre estrictamente necesaria para las producciones en
Por el contrario, los educadores mediáticos han tratado pequeña escala que suelen emprenderse en las escuelas, la es-
con frecuencia de utilizar la producción, especialmente en el casez de recursos técnicos puede hacerla inevitable.
campo de la fotografía, como un medio para explorar cómo Así pues, aunque deseable e incluso necesaria, la produc-
está construido y representado .el «SÍ mismo» -o yo-. (por . ción en colaboración plantea no obstante notables dificulta-
ejemplo, Dewdney y Lister, 1988; Spence, 1986). En nuestro des. Los .alumnos llegan al aula con diferentes niveles de ex-
estudio de uno de estos proyectos (Buckingham y Sefton- periencia y conocimiento sobre los medios, y con diferentes
Green, 1994, cap. 5), investigamos paso a paso cómo, conscien- motivaciones de cara a la producción. El género -es decir, el
temente, los estudiantes manipulaban y jugaban con diversas sexo de los alumnos- constituye aquí frecuentemente un fac-
«identidades» por medio de autorretratos y relatos construidos tor a tener en cuenta (Drotner, 1989), aunque su importancia
a base de fotos que utilizaban un abanico de géneros comunes variará de acuerdo con el medio que está siendo utilizado. Por
en los medios. De todos modos, el trabajo más interesante ejemplo, algunos estudios sobre proyectos de clase en música
aquí tal vez fue aquel que permitió cierto grado de juego y fan- popular han comprobado que algunos chicos tienden a echar
tasía -y, en realidad, de cumplimiento de los deseos-. En este mano de su pericia de especiali~tas como medio para intimidar
caso, varios grupos de estudiantes optaron por crear historias o excluir a las chicas, que suelen mostrar un acercamiento más
sobre temas considerados «tabúes», como la violencia de una bien «emocional» o «estético» a la música (Buckingham y
pandilla --e incluso, en un caso memorable, sobre striptease Sefton-Green, 1994, cap. 4; Buckingham, Grahame y Sefton-
masculino--, que implícitamente les permitían explorar temas Green, 1995, cap. 5). Por otra parte, proyectos en los que la re-
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presenlacíón escénica tiene mayor peso --como los relaciona- des), j.u?to con la exigencia de que los estudiantes compartan
dos con las telenovelas o culebrones (Buckingham, Grahame la penc1a que actualmente poseen, debería dar como resulta-
y Sefton-Green, 1995, cap. 7)- pueden dar lugar a una divi- do una forma más inclusiva de trabajar. Más difícil es tal vez
sión del trabél.jo con ciertos matices sexistas, en el sentido de encontrar temas mediáticos -o enfoques de temas- que no
que los chicos a los que no les gusta actuar en escena tienden pare_z~an «apuntar» tan automáticamente a expectativas este-
a escoger roles más «técnicos». reotíplcas. ·
En el estudio de Jeong (2001) de uno de esos proyectos se Sin embargo, el carácter intrínsecamente social de la pro-
muestra cómo los estudiantes contrarrestaban la necesidad de ducción mediática no es algo que se pueda hacer desaparecer
armonía dentro del grupo con la necesidad de terminar el tra- de un plumazo. En realidad, como yo mismo describiré más
bajo y obtener buenas calificaciones. Aquí, la mayor pericia detalladamente en el capítulo 10, esto puede crear todo tipo de
de los estudiantes varones en ciertos aspectos de la produc- proble~a__s a los profesores. Al ofrecer oportunidades para la
ción desembocaba en una clara división del trabajo: los chicos produccmn, los profesores deben dejar las riendas sueltas· ha-
tomaban las decisiones ~xcreativas» y las chicas se encarga- ciéndolo así, tal vez consigan liberar todo tipo de tensio~es y
ban principalmente de las «tareas domésticas» de tipo organi- conflictos de difícil solución. ·
zativo. De manera parecida, el estudio que yo mismo realicé
de la producción de una cinta de vídeo sobre másica rap-en
este caso, en el contexto no de una escuela, sino de un pro- Medios escritos
yecto de trabajo juvenil-. muestra cómo las chicas se veían
marginadas dentro del grupo por los chicos (Buckingham, Como ya he observado anteriormente, la expresión meta-
Grahame y Sefton-Green, 1995, cap. 4). En algún sentido, fórica «alfabetización mediática» implica que la educación
este hecho podría interpretarse como consecuencia inevitable mediática debería incluir tanto la «lectura» como la «escritu-
del predominio de los varones en el campo de la música rap, ra». Ah~ra bien, como sucede con la alfabetización impresa,
aunque se debió también en parte al hecho de que no intervi- se ha ab1erto un debate que no cesa sobre cuáles son las for-
niesen los tutores. En mi opinión, este enfoque se justificó en mas más eficaces de enseñar estas dos áre.as, y sobre cómo de-
parte con apelaciones sentimentales a la «aceptación entre la berían interactuar una y otra. En particular, está la cuestión de
gente joven» por parte de los estudiantes que trabajaban en el cómo contrarrestamos nosotros lo que los psicólogos llaman
proyecto. procesos «ascendentes» (de abajo arriba) y «descendentes»
Evidentemente, los profesores pueden tomar algunas me- (de arriba abajo). En el caso de la lectura, ¿damos prioridad a
didas para prevenir tales dificultades. El hecho de establecer la correcta descodificación de elementos (fonética), o estimu-
de mutuo acuerdo las bases y los procedÍJ;nientos para la ne- lamos la búsqueda de significado por parte del lector (como en
gociación debería evitar que las diferencias ·de opinión en el el enfoque denominado «lenguaje integral»)? Por su parte,
grupo se conviertan en simples «choques personales». El en el caso de la escritura, ¿damos prioridad al dominio de la
ofrecimiento explícito de oportunidades para que todos los o~~grafía Y.de la construcción de oraciones (sintaxis), o per-
alumnos experimenten un abanico de roles en el campo de la mltnnos el libre fluir de la «escritura emergente»?
producción (por ejemplo, utilizando grupos formados por Debates !Jarecidos a éstos se han suscitado en relación con
alumnos dei mismo sexo, o haciendo que todos los integran- el trabajo de producción mediática en educación (Sefton-Green,
tes del grupo desempeñen sucesivamente las responsabilida- 1995). Por una parte, algunos enfoques dan prio~idad al domi~
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nio de las habilidades técnicas y de la «gramática» de las fot:- pondencia o ajuste de la línea de los ojos (Bordwell y Thomp-
mas mediáticas dominantes. Este tipo de enfoques es particu- son, 1979), a menos que --e·incluso, en algunos casos, a pe-
larme11te verificable en los cursos profesionales, donde los sar de que- alguien se las recuerde explícitamente.
alumnos son instruidos en las -reglas y las rutinas de la prácti- El estudio de Jenny Grahame de un grupo de estudiantes
ca profesional. La producción mediática se enseña aquí utili- de once años de edad a los que se les pide· que creen historias
zando un enfoque gradual-«paso a paso»--, que tiene como a base de fotos apunta a la naturaleza experimental o de tanteo
resultado el aumento progresivo de un· repertorio fijo de habi- de estos primeros pasos en la «escritura mediática» (Bucking-
lidades y técnicas (por ejemplo, Dimbleby, Dimbleby y Whit- ham, Grahame y Sefton-Green, 1995, cap. 2). Siguiendo el uso
tingtori, 1994). Por otra parte, hay enfoques que subrayan con tradicional, a modo de introducción de este proyecto, los alum-
fuerza la autoexpresión y la exploración no limitada de ante- . 1 nos se ejercitaron de alguna manera en el análisis de imágenes
mano. Aquí, los medios se consideran a menudo medios capa- sin movimiento procedentes de diversas fuentes y posterior~
ces de transmitir la «voz auténtica» de los jóvenes. Este enfo- mente en el análisis de una historieta cómica. Antes de hacer
que es particularmente verificable en el contexto del trabajo sus fotos, a los estudiantes se les exigió también que prepara-
juvenil (por ejemplo, Dowmunt, 1980). Como indicaré más sen un guión y un argumento detallados. Sin embargo, como
detalladamente en el capítulo 12, estos dos tipos de enfoque a sucede a menudo en estos casos, a· los estudiantes les resultó
menudo parecen coexistir, con consecuencias más bien incó- muy duro ajustarse a sus propios planes; y, aunque se les ofre-
modas. ció la oportunidad de repetir cada una de sus fotos, no mostra-
A primera vista, es difícil" negar que la producción mediá- ron el mínimo interés por aprovecharla. En último término, el
tica implica un conjunto de «habilidades» que los alumnos ne- hecho de que las secuencias «tuvieran sentido» para ellos fue
cesitan aprender. Los productos mediáticos (como el resto de suficiente:. ni las enigmáticas respuestas de sus profesores, ni
las formas artísticas) están elaborados de acuerdo a conven- las preocupaciones por comunicarse con una audiencia poten-
ciones lingüísticas y de género; y si bien es verdad que tales cial parecieron importarles ..
convenciones pueden ser flexibles y pueden cambiar con el El dilema, sin embargo, es cuándo y .cómo deben enseñar-
paso del tiempo, en último término resulta imposible crear se estas habilidades «técnicas» y «lingüísticas». Las habilida-
enunciados significativos_.prescindiendo totalmente de ellas. des no pueden enseñarse de forma duradera si no las situamos
Nuestra investigación demuestra que los primeros ensayos de en el contexto de los intentos de los alumnos por comunicar .
los alumnos en el campo de la producción mediática se carac- sentido --es decir, significado---. Los ejercicios descontex- .
terizan a menudo por «errores» absolutamente básicos: en el tualizados en la selección de ángulos de la cámara -lo mismo
sentido de que sus productos no corresponden a lo que inten- que los ejercicios en el uso de las preposiciones o de los ver-
taban, o a lo que ellos pensaron que «veían» (Buckingham, bos intransitivos- no tienen por qué ser necesariamente inte-
Grahame y Sefton-Green, 1995). Por ejemplo, en sus primeros resantes, o en todo caso diferenciarse mucho de lo que final-
ensayos en el campo de la fotografía, muchos estudiantes em- mente realicen por su cuenta los estudiantes, si es que dichos
plean a menudo casi exclusivamente tomas largas: la imagen ejercicios están desvinculados de sus propias intenciones y
que están tratando de enfocar únicamente ocupa una pequeña propósitos. Es más (como sucede con la enseñanza de la lec-
zona del campo. Igualmente, al realizar el montaje, los princi- tura), las maneras como nosotros podemos echar a perder es-
piantes descubrirán gradualmente la necesidad de atenerse a tas habilidades no se corresponden necesariamente con las
ciertas ~'<reglas», como la de los 180 grados o la de la corres- maneras que tienen los alumnos de desarrollarlas: lo que a no-
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TRATANDO DE SER CREATIVO 211

sotros nos parece ser una estructura lógica puede muy bien no nera sistemática a través de la configuración global de su pro-
corresponder a la «lógica» con la que los estudiantes mismos ducción; también debería ayudarles a «pensar visualmente»
encuentran sentido a las cosas. sobre determinadas tomas o secuencias. No obstante, aunque
Aquí, una vez más, puede ser útil establecer un cierto pa- los guiones gráficos son un elemento esencial de la práctica
ralelismo con el lenguaje verbal. Como es natural, los estu-
diantes poseen amplios repertorios de conocimientos sobre el
profesional (al menos en algunas áreas mediáticas), hay ra-
zones para que dudemos de su valor para los estudiantes, es-
«lenguaje mediático». Todos ellos son ya «lectores.» compe- pecialmente en los primeros estadios de su formación. Los
tentes, aunque todavía tengan que convertirse en «escritores». estudiantes más jóvenes, que no están familiarizados con la
No obstante, su conocimiento actual es pasivo: tiene que vol- forma, a menudo confunden los guiones gráficos con las tiras
verse activo con el fin de que pueda ser utilizado. Tal vez co- o historietas cómicas; otros, en cambio, se muestran inhibidos
nozcan intuitivamente qué «significa» una convención deter- porque desconfían de su habilidad para el dibujo. Tal vez im-
minada, pero no cómo se alcanza ese significado. En otras porte más destacar el hecho de que algunos aspectos del pro-
palabras, el conocimiento «pasivo» d~~~ad'<. de' la observa- ceso de producción -por ejemplo, la colocación de las cá-
ción o de la lectura -o incluso d~l anahs1s- 'd~!Je de alguna maras o el ritmo de montaje-· sólo pueden comprenderse
manera traducirse en el conocimiento «activo» que. se requie- realmente a través de la experiencia práctica. Únicamente des-
re para la producción o la escritura. . . pués de haber vivido este tipo de experiencias pueden empe-
Naturalmente, podría replicarse que ctertos t1pos de com- zar los estudiantes a descubrir el interés del hecho de «dibu-
prensión únicamente se alcanzan de forma plena a través ?~ ~a jarlas» utilizando lápiz y papel. (Para más detalles, véanse
experiencia de la producción. Por ejemplo, a ~avés del an~1s1s Buckingham, Grahame y Sefton-Green, 1995, cap. 8).
1.
1'
minucioso de las diversas escenas de las pehculas es pos1ble Como mostraré más 'detenidamente en el capítulo 11, la tec-
:,i... llegar a «comprender» el significado de la expresión «montaje nología digital podría h~cer inútiles muchas de estas.observa-
de continuidad>>, pero la comprensión que puede lo~arse a tr~­ ciones. Incluso en el casó 'de la actividad de construir historias
vés de las prácticas que uno mismo haga del montaje es cuali- mediante fotos propuesta por Grahame, el uso de cámaras di-
tativamente diferente. Sin embargo, este proceso es de los que gitales silenciosas habría permitido un enfoque mucho más in-
inevitablemente requieren cierta instrucción formal. Los e~tu­ ductivo, a base de «ensayo y erran>. Utilizando una vez más el
diarites pueden ser capaces de aprender practicando; pero, s1 no paralelismo con la enseñanza del lenguaje, esta tecnología fa-
están en condiciones de reflexionar sobre lo que han hecho, les cilita el proceso de «redactar un borrador y volverlo a redac-
será imposible generalizar a partir de su ex~eriencia con vistas tar>>, mucho más difícil de conseguir con tecnología analógi-
a futuras situaciones. Desde este punto de v1sta, pues, el apren- ca; por otra parte, al reducir la necesidad de una planificación
dizaje implica necesariamente_ una relación d~alécti:a ent:e 1~ previa detallada, elimina también en parte la necesidad de for-
acción y ei análisis o, para dec1rlo con la termmolog1a hab1tua1 mas más «abstractas» de instrucción directa.
en educación mediática, entre ,<práctica» y «teoría».
Este enfoque sugiere que algunos procedimientos Y~rác­
licas corrientes !al vez necesiten ser reconsiderados. Por eJem- Utilizando los géneros
pl(, "i ~'"'S"'"ar n~,,d,,..,...;,o'n
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..,~ .,... -...... r ' del vídeo, los profeso-

~eE 'utilizan a menudo guiones gráficos. En principio, esta Mi razonamiento ha tratado aquí de superar la dicotomía
práctica de hería capddtar a los estudiantes para pensar de ma- entre ~~habilidades)' y «creatividad» que a menudo ha caracte-

·t~ .!
212 APRENDIZAJE EN MEDIOS TRATANDO DE SER CREATIVO 213

rizado los debates en torno a la producción mediática. Implí- los ·géneros dominantes del lenguaje, puedan acceder libre-
citamente, estoy rechazando una visión del lenguaje (y por mente a todos ellos; según estos mismos autores, los intentos
tanto también del «lenguaje meq.iático») como una realidad de negarles esta posibilidad, con la disculpa de que dichos gé-
objetivamente dada: como un conjunto abstracto de reglas y neros están «viciados» ideológicamente, esconderían una ac-
convenciones que deberían enseñarse de manera explícita. Sin titud de desprecio hacia los alumnos (Cope y Kalantzis,
embargo1 también estoy rechazando la v.isión del lenguaje como 1993). .·
simple vehículo al servicio de la creatividad y la autoexpre- Otra objeción aquí es que, cuando han tenido la posibili-
sión pers~:male$. La comunicación sólo es posible gracias al dad,_ los alumnos no reproducen efectivamente formas «domi-
fundamento compartido del lenguaje; se basa en la experien- nantes» de manera tan directa. Una rápida ojeada incluso a las
cia social, en el diálogo social con otras personas, y utiliza re- producciones estudiantiles más «imitativas» externamente su-
cursos socialmente estructurados para producir significado. geriría que casi siempre existe un elemento de negociación,
Parafraseando un dicho muy conocido, realmente fabricamos parodia o crítica. Es más, al utilizar formas o géneros mediáti-
significados, pero lo hacemos en condiciones que nosotros cos existentes, los estudiantes no asumen automáticamente los
mismos no elegimos. valores que normalmente se atribuyen a dichos géneros. Por el
Parecidos -argumentos pueden aplicarse, si no exactamen- contrario, están dispuestos a reelaborar activa y consciente-
te al reducido nivel de la composición de imágenes o del mon- mente su conocimiento anterior de los medios, a menudo a tra-
taje, sí al nivel más general de los géneros mediáticos. Como vés de la parodia o el pastiche, un proceso que deberíamos
ya hemos visto, gran parte de las sospechas de generaciones comprender no como una mera imitación servil, sino más bien
anteriores de educadores mediáticos se basaba en el temor corno una forma de «intertextualidad» o comunicación dialó-
a que, de no ser supervisados, los estudiantes se limitarían a gica (Bakhtin, 1981). Como veremos con más detenimiento en
imitar sin más las f01mas mediáticas dominantes. El simple el capítulo lO, las producciones paródicas son a menudo alta-
hecho de «copiar» Top ofthe Pops (Ferguson, 1981).o incluso mente ambiguas o de doble filo: por una parte, permiten ha-
documentales sobre temas sociales (Mastennan, 1980) se in- . cer enunciados potencialmente «incorrectos», pero, al mismo
terpretaba como una forma de complicidad con la «ideología tiempo, los rechazan, de modo que a menudo plantean proble-
dominante». mas a los profesores.
Una de las objeCiones más obvias contra esta visión es que El estudio de casos de Jenny Grahame sobre una simula-
la imitación representa una dimensión indispensable del apren- ción en el mercado de música popular (Buckingham, Grahame
dizaje. Para la mayor parte de quienes trabajan en otras for- y Sefton-Green, 1995, cap. 5) muestra los usos positivos que
mas de arte no representaría problema alguno la idea de que puede tener la «imitación». Aquí, a los estudiantes se les pidió
los estúdiantes aprendan, al menos en los estadios iniciales, -· que empaquetasen de nuevo ejemplos de géneros musicales
imitando a profesionales más hábiles. La visión de la imita- anteriormente populares con destino a audiencias contempo-
ción como un proceso esencialmente irreflexivo está en con- ráneas; para ello debían crear cubiertas para los CD, revistas,
tradicción con el hecho de que imitar exige -y sin duda contri- vídeos de promoción y programas de radio. Como muchas
buye a desarrollar- un elevado nivel de habilidades analíticas simulaciones realizadas dentro del área de Estudios Mediáti-
y prácticas. En la enseñanza de la alfabetización, los defenso- cos, el proyecto sugería explícitamente una forma de ~<repro­
res de la «teoría del género» han defendido la necesidad de ducción» de géneros dominantes y, consiguientemente, cierto
que los alumnos, además de recibir instrucción explícita sobre conocimiento y comprensión de sus convenciones; no obstan-
214 APRENDIZAJE EN MEDIOS TRATANDO DE SER CREATIVO
215

te, la readaptación de esos géneros a otra época y a un merca- tudiantes podía.1'1 hacer utilizando sus propios recursos y los
do diferente obligaba también a manipular y cambiar de algu- «modelos» que la televisión ponía a su alcance.
na manera las convenciones originales. Los estudiantes del Est~ úl~~o ejemplo ilustra también una forma más gene-
estudio --en este caso, de edades comprendidas entre los die- r~l de hzbnd!sm? que frecuentemente caracteriza las produc-
ciséis y los diecisiete años- se mostraron sumamente espon- ciOnes estudiantiles. Al menos algo de este proceso de muta-
táneos a la hora de echar mano de la «jerga mercantil>> de los ción genérica puede hacerse remontar al contexto social del
profesionales, hasta rayar casi en el cinismo. Como apunta aula. En este caso, se produjo una interesante coincidencia en-
Grahame, el grupo hizo gala de un amplio abanico de tipos di- tre la agenda de «problemas sociales» familiares del género de
fe:entes de «imitación». En algunos puntos, los estudiantes los seriales televisivos y la forma como se plantean ordinaria-
trataron sin más de recrear géneros musicales conocidos; no mente estos mismos temas en asignaturas escolares como
obstante, también mostraron una aguda conciencia de las limi- Educación Social y Teatro. Como en el estudio de Rebekah
taciones institucionales y en especial de la tensión entre crea- Will~tt (2001) del uso que hacen los niños pequeños de los
tividad (o innovación) y la necesidad de generar beneficios. ~edtos en su escritu~a. creativa, es frecuente que a los estu-
Los estudiantes utilizaron géneros dominantes, pero lo hicie- amntes les cueste dec1drr entre ·«seguir las normas de la escue-
ron de una manera muy consciente y autorreflexiva. la»~ «a~tuar de cara a la galería>> -es decir, para agradar a la
De manera parecida, el estudio de Julian Sefton-Green i audiencia fonnada por sus pares- (véase capítulo 10).
de un proyecto sobre seriales televisivos, llevado a cabo con . ~~ utili~ar de forma activa y reelaborar formas y conven-
1
alumnos de trece y catorce años de edad (Buckingham, Gra- ciOnes domma."'ltes, los estudiantes se ven obligados a echar
hame y Sefton-Green, 1995, cap. 7), muestra el valor de 1
~ano de otr~ muchas fuentes y formas. Esto es tal vez espe-
trabajar dentro de un determinado género con el que los es- Cialmente ev1dente en aquellos casos en que los estudiantes no
tudiantes están ya familiarizados. Aquí, los estudiantes em- parecen poseer -o al menos utilizar- un único «modelo» de
pezaron creando un reparto de personajes por medio de im- género. Esto puede ocurrir donde los est~diantes están menos
provisaciones dramáticas, y posteriormente procedieron a familiarizados con 1~ fo~a que están utilizando. Por ejemplo,
ponerlos a actuar juntos en una serie de escenas cortas, que en un proyecto que Imphcaba la producción de narraciones en
• gradualmente fueron «puliendo» para filmarlas. Además de hipertexto, comprobamos que los estudiantes tendían a utilizar
ser perfectamente conscientes de las convenciones del género, modelos procedentes de tests con respuestas de elección múlti-
estos estudiantes fueron capaces· de' utilizarlas de una manera ple en las revistas para adolescentes, combinados con elemen-
no <<irreflexiva» sino autoconsciente. Con el tiempo, sin em- tos narrativos del tipo «crea tu propia aventura». De manera
bargo, «descubrieron>~ efectivamente por qué ciertos tipos de pare~ida, en nuestro proyecto sobre creación de historias por
personaje y situación (como la sala de consulta de un médico) medto de fotografías descrito anteriormente, los estudiantes
eran necesarios para generar narraciones significativas. A tra- construyeron narraciones que aprovecharon y combinaron ele-
vés de la «farsa» o comedia, los estudiantes investigaron una mentos de una amplia gama de medios (películas, televisión ti-
serie de temas relacionados con el realismo y la representa- r~s- cómicas,, libros) y géneros (terror, seriales o culebrones, ~o­
ción de cuestiones sociales que posteriormente pudieron con- hcmco, etcetera) (Buckingham, Grahame y Sefton-Green,
vertirse en puntos focales explícitos de reflexión y debate. En 1995, caps .. ~ ~ 3). Aunque es indudable que todos estos tipos
realidad, lo que en este caso provocó gran parte del pensa- de produccwn mcorporaban elementos de «imitación», el con-
mtento .fueron prec!:sdtnente las diferencias entre lo que los es- cepto de «intertextualidad» --es decir, la idea de que los textos
216 APRENDIZAJE EN M~DIOS TRATANDO DE SER CREATIVO 217

están vinculados por medio de relaciones sumamente comple- · Naturalmente, no podemos dejar de fijar una agenda de
jas con otros textos- parece describir de manera más adecua- cuestiones teóricas, y sobre todo de indicar cómo enmarcamos
da el conjunto de fenómenos que tienen lugar aquí. y estructuramos las tareas de clase; por otra parte, es vital que
En otros casos, sin embargo, la aparente falta de un «mo- estas cuestiones les sean comunicadas explícitamente a los
delo» genérico podría ser problemática. En las contadas oca- alumnos, de forma que no tengan ellos que «descubrirlas»,
siones en que nosotros mismos hemos animado a los alumnos como por ósmosis. Sin embargo, si los alumnos no son capa-
a utilizar formas más vanguardistas~· hfm surgido también im- ces de investigar, estos temas por su propia cuenta y de poner
portantes problemas por ,teste motivo, aunque como es natural a contribución su actual conocimiento (y disfrute) de los me-
podría replicarse qtie 1a vanguardia es exactamente tan «ge- dios, los resultados de su trabajo serán necesariamente super-
nérica» como otras formas más populares. Por ejemplo, un ficiales. Gran parte del :valor del trabajo práctico reside en el
proyecto que implicaba la producción de textos mediáticos hecho de que les permite a los estudiantes explorar su interés
autoconscientemente «analíticos» ·sobre el tema de la repre- . afectivo y subjetivo por los medios, algo mucho más difícil de
sentación dio como resultado un trabájo un tanto abstracto y conseguir con la ayuda del simple análisis crítico. Si quere-
esquemático (Buckingham y Sefton-Green, 1994, cap. 10). 1 mos que el trabajo de los estudiantes sea eficaz en este senti-
No obstante, otros han demostrado que este tipo de trabajos do, hemos de dejar -y crear· conscientemente-- un hueco
puede ser interesante para alumnos algo mayores, especial- para el juego y la experimentación, en el que verdaderamente
mente si lo realizan a través de Internet (Jones, 1999). De to- no tienen cabida las «respuestas correctas».
dos modos, tal vez irónicamente, todo parece indicar que, si Esto implica que la producción debería ser al mismo tiem-
queremos que los alumnos no se limiten a reproducir la agen- po frecuente y reiterativa, algo que con la creciente accesibili-
da del profesor, necesitan un género que les resulte familiar, dad de la tecnología se está convirtiendo en una posibilidad
al menos como punto de partida o de referencia. cada vez más realista. En lugar de preparar el terreno para in-
crementar la producción (como pretenden al parecer algunos
planes de Estudios Mediáticos), los estudiantes deberían com-
Conclusión prometerse en trabajos prácticos de forma regular, tanto en
forma de proyectos más largos como en actividades frecuen-
En este capítulo, he defendido la idea de que la produc- tes y de pequeño alcance, sin necesidad de que todas ellas sean
ción debería constituir un componente central de la educación evaluadas. Aunque estas actividades pueden adoptar la forma •
mediática. Aunque he criticado los conceptos románticos de de «ejercicios», siguen teniendo un lugar importante los usos
«creatividad» y «autoexpresión» que a veces han inspirado la sociales no estructurados de la· tecnología, es decir, un tipo de
. producción de los estudiantes, también he dejado claro que el actividades que muy bien podrían parecer «entretenimientos»
trabajo de producción debería ser mucho más que una simple sin objetivos prefijados: esta forma de juego es un primer paso
ilustración de puntos de vista «teóricos» predeterminados. vital con el que debería contarse siempre, sin tratar de evitar-
También he defendido que la producción de los alumnos es in- se. Igualmente, es importante que los alumnos tengan la opor-
trínseca y necesariamente social, tanto en el sentido de que ge- tunidad de trabajar en una amplia gama de formas y tecnolo-
neralmente se realiza en colaboración como en el sentido de gías mediáticas: fotografía, vídeo, autoedición, etcétera.
que utiliza recursos socialmente asequibles («lenguajes» y gé- Al defender la idea de que el trabajo práctico debería ser
neros) para dotarse de significado. reiterativo, estoy dando a entender también que existe una es-
218 APRENDIZAJE EN MEDIOS

pecial relación entre proceso y producto. El producto no debe-


ría verse como el final del proceso, sino más bien como un es-
tadio o momento del mismo: no una recapitulación y demos-
tración de lo que se ha aprendido, sino un punto de partida
para la reflexión y una base para corregir y mejorar el borra-
dor. Como he señalado en repetidas ocasiones, la reflexión es
un aspecto central e indispensable del trabajo práctico; pero
es de vital importancia que aparezca integrada dentro del pro-
ceso y no constituya simplemente un elemento forzoso al fmal
del mismo. Esto debería tenerse· en cuenta a la hora de se-
cuenciar las actividades del aula. En lugar de empezar «expo-
niendo la teoría» y a continuación utilizar el tr.abájo de pro-
ducción como ilustración de la misma, como sucede a menudo,
existen razones de peso para utilizar el trabajo práctico deduc-
tivamente, como un medio para generar ideas teóricas frescas.
Para conseguir esto último, los estudiantes han de estar since-
ramente motivados para volver sobre sus producciones y re-
flexionar sobre las implicaciones teóricas de las mismas. La
reflexión o autoevaluación de este tipo debe estar impulsada
por algo más que las simples exigencias abstractas de los exa-
minadores, pero, además, ha de ser reiterativa, es decir, formar
parte de un ciclo ininterrumpido de acción y reflexión. Estos
ílltimos temas los trataré con mayor detalle en el próximo ca-
pítulo.

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