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La tiendita mágica de la esquina

Este cuento ofrece una oportunidad valiosa para enseñar a los niños
sobre la importancia de los valores humanos y la gratitud, al mismo
tiempo que estimula su imaginación y creatividad a través de una
historia mágica y edificante.

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Detalles y ficha educativa

Número de personajes: El cuento presenta tres personajes principales:


el mago, un niño y una niña.

Tema principal: El cuento trata sobre la magia, los deseos y el valor de


los sentimientos y actitudes positivas, como el amor y la bondad. Se
enfatiza la importancia de apreciar lo que realmente importa en la vida
más allá de las posesiones materiales.

Estilo: La historia tiene un tono fantástico y moralizante, con


elementos de magia y fantasía. Se presenta de manera narrativa con
versos rimados, lo que la hace adecuada para ser leída en voz alta.

Descripción de los personajes


Mago: Es el protagonista de la historia, un ser mágico capaz de
conceder deseos. Aunque muestra habilidades sobrenaturales, también
demuestra comprensión y aprecio por los sentimientos humanos.
Niños: Dos niños curiosos que descubren la tienda mágica y piden
deseos al mago. Representan la inocencia y la ilusión propia de la
infancia.

Aspectos educativos.

Valores humanos
El cuento enseña sobre la importancia de valores como el amor, la
bondad y la generosidad, destacando que estos son más valiosos que
las posesiones materiales.

Ética
Se puede utilizar para enseñar a los niños sobre la importancia de
hacer elecciones éticas y actuar de manera bondadosa hacia los demás.

Gratitud
Invita a los niños a reflexionar sobre las cosas importantes en la vida y
a practicar la gratitud por lo que tienen.

Imaginación
Estimula la imaginación y la creatividad al presentar situaciones
fantásticas y mágicas que despiertan la curiosidad de los niños.
Literatura moral
El cuento es una oportunidad para discutir temas morales y éticos de
manera accesible para los niños, promoviendo la reflexión sobre el
significado de valores como el amor y la bondad.

Autor del cuento: Raúl Andrés Rodríguez Cota.


Ilustración de Juan Gómez.

Un cuento con moraleja protagonizado por dos niños y un mago que


crea de la nada una tiendita singular, en las que sólo las personas de
buen corazón pueden entrar.
Una tienda en la que cualquier cosa es posible, pero que nos enseña
cuáles son las realmente importantes.

En medio de la madrugada,
en una calle desolada,
un mago salió de la nada
con su varita embrujada.

Flotando sobre el suelo


y sin mostrar ningún apuro,
alzó las manos al cielo
para hacer un gran conjuro.

“Usando mi talento
a toda la magia apelo
para que en esta calle aparezca
la tienda que más anhelo”.

“Convierte este honguito


en algo muy diferente:
una tienda donde venir
a comprar frecuentemente”.

Frente a él, un champiñón,


pequeño e insignificante,
empezó a crecer bastante
hasta volverse gigante.

Muy pronto tomó la forma


de un curioso edificio
que parecía haber salido
de un mundo ficticio.

El hechizo terminó,
pero él no estaba satisfecho,
pues de pronto se dio cuenta
que faltaba algo en el techo.

«Un letrero ahí pondré


que hará mi tienda más fina».
Y así apareció el anuncio:
La tiendita mágica de la esquina.

El mago entró al local


imaginando a sus nuevos clientes.
Esperando que todos fueran
personas muy decentes.

Por eso le hizo a la tienda


un hechizo muy singular:
Que solo los de buen corazón
pudieran a ella entrar.

«Aquel que llegue aquí


será muy afortunado.
Pues podrá hallar esa cosa
que siempre haya deseado”.

“Un balón que no se desinfle,


una bicicleta que pueda volar.
Aquí tendrá todo
lo que se pueda imaginar».

Así llegó la mañana


y el sol se posó en el cielo,
y después salieron las aves
armando gran revuelo.

Como era fin de semana,


dos niños andaban en la calle,
y fue entonces que uno de ellos
se fijó en un gran detalle:

Una tiendita había aparecido


de la noche a la mañana
y eso era tan raro
como ver cantar a una rana.

«Mira esta tiendita,


quizá deberíamos entrar.
Se ve que hay cosas locas
que podríamos comprar”.

Los dos buenos amigos


mostraron gran interés,
y decidieron entrar ya
sin dejarlo para después.
Adentro se fascinaron
con todo lo que encontraron.
Un montón de cosas exóticas
que jamás imaginaron.

Libros que hablaban solos


y estatuas que se movían.
¡Todo un lugar mágico
que ni en el mundo hacían!

“Hola, ¿cómo están?


Bienvenidos a mi tiendita.
Que, como pueden apreciar,
es de todas la más bonita”.

“Ahora, quiero escucharlos,


¿qué es lo que quieren tener?
Pues con sólo mencionarlo,
¡yo lo haré aparecer!”.

El primer niño se acercó


mostrándose muy valiente,
diciendo al mago, firmemente,
que él sería el primer cliente.

“Quiero conducir un auto


a la velocidad de la luz,
y que sea del tamaño
de un gran avestruz”.

“Que atraviese todo el cielo,


como hacen las avionetas,
y que además sea capaz
de llegar a otros planetas”.

“Que lance fuego, que tenga música


y también televisión,
y que la silla dónde me siente
sea suave como un bombón”.

El mago lo miró un tiempo


con verdadera admiración.
“Sí que sabes lo que quieres,
¡y concederé tu petición!”

Alzando su varita al cielo


el viejo lanzó un conjuro:
“Que aparezca para este niño
ese loco auto del futuro”.

Y habiendo dicho esto,


frente a ellos se empezó a formar
la máquina más sorprendente
que alguien jamás pudo desear.

El niño no podía creerlo,


estaba loco de alegría.
Y con singular cariño
acariciaba la carrocería.

“Ahora saldré de viaje


a donde sea que yo quiera.
Puedo ir a todas partes,
y hasta fuera de la Tierra”.

“A los anillos de Saturno


podré ir sin problema
y conducir en ese planeta
será la aventura suprema”.

Diciendo esto el pequeñito,


subió y encendió el motor,
y sin mostrar ningún cuidado,
pisó a fondo el acelerador.

El auto salió volando


a una gran velocidad,
y el niño se divertía
sin medidas de seguridad.

Muy pronto desapareció


dejando en el cielo una estela,
mientras el mago y su amiga
se despedían desde la tienda.

“Ese niño supo pedir


una máquina muy genuina.
Sólo espero que pueda volver,
¡porque en Saturno no hay gasolina!”.

“Es tu turno, amiguita,


de pedir lo que tú quieras.
Recuerda escoger bien
para que después no te arrepientas”.

La niña pensó mucho


en lo que podría solicitar,
pues quería tener algo
que mucho le fuera a durar.

Después de una gran reflexión,


llegó a una conclusión.
Y se preparó para pedir eso
que no tuviera comparación:

“Quiero tener mucho amor,


y que nunca se pueda acabar.
Para darle a todo aquel
que lo pueda necesitar”.

“Para mi familia y mis amigos,


y para todos en la escuela.
Para los que cantan en la calle,
y hasta para la gente chimuela”.

“Que nadie más se sienta solo


ni sumido en la tristeza,
que les pueda yo hacer ver
que en la vida hay mucha belleza”.

El mago quedó encantado


con aquella petición.
Y decidió concederle el deseo
a la niña de buen corazón:

“De ahora en adelante,


no tendrás más maldad,
y a donde quiera que tú vayas
solo llevarás bondad”.
“El amor es lo mejor
que podríamos tener,
porque todo lo material
tiende a desaparecer”.

“Ni el dinero ni las cosas


tienen mucho de valor.
Lo que sí cuenta un montón
es lo que hay en nuestro interior”.

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