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El Gobierno
Debido a la guerra y ocupaciones de tierra en Santo Domingo, se estableció una milicia
permanente financiada localmente, y la Real Audiencia fue instruida a no intervenir en
asuntos militares, dejando al Gobernador como Capitán General encargado
exclusivamente de ellos. La ciudad de Santo Domingo se convirtió en una "presidio"
fortificada. Con el tiempo, el Gobernador adquirió más poder político en detrimento
de otros órganos administrativos como la Real Audiencia y los Cabildos, lo que provocó
protestas. En 1706, se llegó a una crisis que se resolvió mediante un acuerdo llamado
"Papel de Concordia" en el que se definieron las atribuciones de cada órgano. A partir
de ese año, el Rey designó a un militar de carrera como Gobernador debido a la
demanda de la guarnición local.
En la colonia, además de los cuerpos armados españoles que custodiaban las
principales ciudades, se formaron milicias forzadas de criollos llamadas "Cincuentenas"
para vigilar la frontera indefinida con la colonia francesa. Estas milicias a menudo
destruían las plantaciones francesas en territorio español. También se armaron naves
para atacar a extranjeros en la costa norte y detener el contrabando. En 1790, la
región fronteriza se dividió en dos secciones con dotaciones permanentes en Dajabón
y San Rafael. Debido a la escasa población blanca, se reclutaron mulatos libres para
reforzar las milicias criollas y apoyar al Batallón Fijo de Santo Domingo en la protección
de la colonia.
La Justicia
En el ámbito de la justicia en la colonia, se introdujeron cambios significativos, como la
creación del cargo de Regente de la Real Audiencia en 1776, que estaba por debajo del
Gobernador, pero por encima de los Oidores. Su función principal era resolver disputas
entre el Gobernador y los Oidores, agilizar los procesos judiciales y garantizar la
imparcialidad en los recursos contra las decisiones del Gobernador. Esto permitió
separar las funciones judiciales de las ejecutivas, liberando al Gobernador para abordar
los crecientes problemas en las fronteras.
Además, se designó a uno de los Oidores como "Juez de Rescate" para combatir el
contrabando, una actividad en la que la mayoría de los habitantes de la colonia
estaban involucrados. Este juez realizaba inspecciones periódicas en las áreas más
afectadas por el contrabando con el objetivo de atrapar a los infractores en el acto.
CAMBIO EN ESPAÑA
El despotismo ilustrado llevado a España por los reyes de la Casa de Borbón, introdujo
cambios tanto en la administración central como en la de la colonia. En 1717 se creó
un Ministerio para asuntos coloniales llamado "Secretaría del Despacho Universal de
Indias", al cual se le encargaron muchas de las funciones que venía ejerciendo el Real
Consejo de Indias. Luego en 1787 ese Ministerio se dividió en dos, uno de Gracia y
Justicia y el otro para asuntos de Guerra, Hacienda, Comercio y Navegación.
Comercio
En el siglo XVIII, el régimen de comercio monopolístico de España con sus colonias en
América llegó a su fin. Esto comenzó con el Tratado de Utrecht en 1713, que obligó a
España a permitir que los barcos ingleses realizaran un comercio limitado con sus
colonias y a importar hasta 144,000 esclavos africanos en 30 años. En 1756, la Corona
Española se asoció con comerciantes de Barcelona para formar la Real Compañía de
Cataluña, que obtuvo autorización para comerciar entre Barcelona y los puertos de
Santo Domingo, Puerto Rico y la Isla Margarita, desafiando el monopolio de Sevilla.
Un importante cambio que benefició a las colonias fue una disposición de 1756 que
abrió los puertos de Cuba, Santo Domingo, Trinidad y la Isla Margarita al comercio
internacional y estableció aranceles del 3% para productos españoles y del 7% para
productos extranjeros importados a estas colonias. Además, se permitió el comercio
libre entre las propias colonias. Estas medidas y otras posteriores finalmente pusieron
fin al monopolio comercial de Sevilla.
En 1772, se reglamentó y autorizó permanentemente el corso, permitiendo a quienes
armaban barcos para este propósito retener las mercancías capturadas de barcos
enemigos y venderlas en subasta pública, siempre y cuando entregaran la nave y la
tripulación como botín a las autoridades.
La situación fronteriza
A medida que se volvió evidente que los españoles no podían expulsar a los franceses
de la parte occidental de la Isla Española, se llevaron a cabo acuerdos entre los
Gobernadores de ambas colonias para dar un reconocimiento legal a las ocupaciones
de hecho, reconociendo el dominio francés sobre la parte ocupada por sus súbditos.
Desde 1680, existía un acuerdo que establecía el Río Rebuc (Guayubín) como el límite
máximo de las ocupaciones francesas en el oeste de la isla.
En 1680, el Tratado de Ryswick entre Francia y España aceptó las ocupaciones
francesas realizadas hasta esa fecha en todos los territorios españoles, lo que los
franceses interpretaron como el reconocimiento de las ocupaciones en la parte de la
Isla que controlaban. En 1715, se ratificó el Río Rebuc como frontera entre ambas
colonias. En 1727, se reconoció el derecho de los españoles a tener guardias
fronterizos en el Río Masacre, desplazando la frontera unos 30 kilómetros al oeste del
Río Rebuc. Cuatro años después, en 1731, se ratificó el acuerdo del 1727 y se
estableció el Río Masacre como el límite norte de la frontera.
En 1771, los comandantes de las dotaciones militares fronterizas se reunirían para
resolver disputas sobre límites. En 1773, los comisionados fronterizos acordaron ubicar
el límite sur en la desembocadura del Río Pedernales, estableciendo así los dos
extremos de la frontera: la desembocadura del Río Masacre al norte y la del Río
Pedernales al sur. Sin embargo, la frontera en el centro ha cambiado con el tiempo, y
regiones que antes eran parte española ahora forman parte de Haití, incluyendo las
villas de Hincha, San Miguel de la Atalaya, Las Caobas y San Rafael.
Debido a múltiples acuerdos fronterizos imprecisos, los Gobernadores de ambas
colonias realizaron un estudio en las regiones fronterizas para establecer una línea
fronteriza definitiva. Este estudio condujo al Tratado de San Miguel de la Atalaya,
firmado en 1776 por el Gobernador Español José Solano y el Marqués De Ennery de
Francia. El acuerdo detalló los límites fronterizos, creó un mapa y describió los lugares
y características geográficas de la línea fronteriza. Se colocaron 221 pirámides o hitos a
lo largo de la línea, con las inscripciones "España" y "Francia". El tratado fue enviado a
España y Francia para su ratificación y se ratificó en el Tratado de Aranjuez en 1777, lo
que estableció oficialmente las ocupaciones francesas en la Isla Española y dividió la
isla en dos colonias. Junto con el Tratado de Aranjuez, se acordó la devolución de
esclavos que hubieran huido de una colonia a la otra.
El comercio fronterizo
Debido a la imposibilidad de detener el contrabando de ganado español hacia la
colonia francesa, España se vio obligada a aceptar la necesidad de permitir y regular
este comercio. Esto se llevó a cabo mediante una Real Cédula en 1761. Se firmaron
acuerdos en 1762 y 1764 entre los Gobernadores de ambas colonias, permitiendo la
exportación libre de hasta 800 cabezas de ganado macho hacia la colonia francesa, a
un precio de 35 pesos por par, con aduanas establecidas en las localidades fronterizas
de Dajabón, San Rafael y Las Caobas.
En 1772, las autoridades españolas suspendieron esta libertad para favorecer a la Real
Compañía de Cataluña, pero tuvieron que revocar la prohibición poco después debido
al malestar causado entre los ganaderos y comerciantes de la colonia española.
Finalmente, en 1777, como parte del Tratado de Aranjuez, se permitió definitivamente
el comercio libre de ganado y otras mercancías entre ambas colonias.