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EL VERDADERO AMOR

1 JUAN 4:7 Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo
aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.

Amémonos unos a otros. Aunque el amor es un aspecto del fruto del Espíritu Santo
(i.e., los rasgos de carácter que Él desarrolla en vida de los cristianos, Gá 5:22-23
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad,
fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.)

y una evidencia de la transformación de la vida que viene con la salvación espiritual


(2:29; 3:9-10; 5:1), también es algo que somos responsables de desarrollar. Por eso
Juan espera que amemos a los demás y mostremos el amor con la acción práctica
que busca beneficiar a otros. Juan no está hablando sólo de sentimientos de buena
voluntad, sino de decisión y buena disposición para ayudar a las personas en sus
necesidades (3:16-18; cf. Lc 6:31). Hemos de mostrar amor por tres razones:
(1) El amor es la naturaleza misma de Dios (vv. 7-9), que demostró al dar a su propio
Hijo por nosotros (vv. 9-10). Compartimos su naturaleza porque hemos nacido de
El (v. 7).
(2) Como Dios nos ha amado, nosotros los que hemos experimentado su amor,
perdón y ayuda, tenemos la 'obligación de ayudar a los demás, incluso a gran costo
personal (cf. 3:16).
(3) Si nos amamos unos a otros, Dios sigue viviendo en nosotros y su amor se ha
perfeccionado en nosotros (v. 12).

4:17 Confianza en el día del juicio. Mientras que nuestros motivos y acciones
demuestren que estamos en una comunión correcta con Cristo y Dios el Padre (1:3),
que el Espíritu Santo vive en nosotros (3:24), que procuramos obedecer los
mandamientos de Dios (2:3), que no participamos en prácticas corruptas del mundo
(2:15-17), que somos leales a la verdad (2:24), y que amamos a los demás como
Dios lo hace (vv. 7-12), entonces podemos tener confianza en el día del juicio.

4:18 El perfecto amor echa fuera el temor. No tenemos que temer el juicio de Dios
si estamos en una buena comunión con Él. Su amor por nosotros, nuestro amor por
Él y nuestro amor por los demás, confirma nuestra salvación espiritual. (Véase Mt
22:39; Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Mr 12:30, Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda
tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.

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