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Los miserables.

Victor Hugo.
Victor Marie Hugo fue un poeta, dramaturgo y novelista románticofrancés,
considerado como uno de los más importantes en lengua francesa. También fue un
político e intelectual comprometido e influyente en la historia de su país y de la
literatura del siglo xlx. Era hermano de los también escritores Eugène Hugo y Abel
Hugo.

Nombre de nacimiento: Victor Marie Hugo.


Nacimiento: 26 de febrero de 1802 Besanzón, Francia .
Fallecimiento: 22 de mayo de 1885 (83 años) París, Francia.
Causa de muerte : Neumonía.
Sepultura : Panteón de París.
Residencia : Avenida Victor-Hugo, calle de la Reina y Plaza de los Vosgos.
Nacionalidad: Francés.

Movimiento literario.
Romanticismo.

Personajes principales.
Jean Valjean: Expresidiario, que también se hace
llamar Magdalena y Fauchelevent.
Fantine: Madre de Cosette, que vende su cabello,
2 dientes y se prostituye para mandarle dinero a
su hija
Cosette: Hija de Fantine la cual los Thenardier
toman como criada.
Personajes secundarios.
Bienvenido Myriel: Obispo de Digne que protegió a Jean Valjean de los
gendarmes.
Magloire: Sirvienta del obispo.
Margarita: Amiga de confianza de Fantine.
Victoria: Causante del despido de Fantine y la enemiga de esta.
Los Thenardier: Dueños de la posada y las personas que le hicieron la vida
imposible a Fantine.
Las monjas del convento: Son las que acogieron a Jean Valjean y Cosette.
Fauchelevent: Fue al que ayudo Jean Valjean del accidente de la carreta.
Marius: El enamorado/novio de Cosette.
Eponine: Muchacha que estaba enamorada de Marius.
Cartero: Aquel que escribía las cartas de Fantine hacia los Thenardier.
Napoleón Bonaparte: Militar de Francia.
Gillenormand: Abuelo de Marius.

Ambiente en el que se desenvuelve la historia.


Francia.
Siglo XIX.
Revolución francesa.
Revueltas: revolucionistas VS. monarquía.
Argumento.
En 1815, era obispo de Digne el ilustrísimo Carlos Francisco Bienvenido
Myriel. El señor Myriel era hijo de un consejero del Parlamento de Aix,
nobleza de toga. Se decía que su padre, pensando que heredara supuesto,
lo había casado muy joven. Carlos era de buena presencia, aunque de
estatura pequeña, elegante, inteligente; y se decía que toda la primera
parte de su vida la habían ocupado el mundo y la galantería.

Sobrevino la Revolución; se precipitaron los sucesos; las familias ligadas al


antiguo régimen, perseguidas, acosadas, se dispersaron, y Carlos Myriel
emigró a Italia, muriendo allí su mujer de tisis.

El hundimiento de la antigua sociedad francesa, la caída de su propia


familia, los trágicos espectáculos del 93, ¿hicieron germinar tal vez en su
alma ideas de retiro y de soledad? Nadie hubiera podido decirlo; sólo se
sabía que a su vuelta de Italia era sacerdote.

Hacia la época de la coronación de Napoleón, un asunto de su parroquia lo


llevó a París con el propósito de hacerle una visita al cardenal Fesch. Un día
en que el Emperador fue también a visitarlo, el digno cura que esperaba en
la antesala se halló al paso de Su Majestad Imperial, Napoleón. Napoleón,
notando la curiosidad con que aquel anciano lo miraba, se volvió, y dijo
bruscamente:

-¿Quién es ese buen hombre que me mira?

-Majestad -dijo el señor Myriel-, vos miráis a un buen hombre y yo miro a un


gran hombre. Cada uno de nosotros puede beneficiarse de lo que mira.

Esa misma noche el Emperador pidió al cardenal el nombre de aquel cura y


algún tiempo después el señor Myriel quedó sorprendido al saber que
había sido nombrado obispo de Digne.

Terminada la instalación en el palacio episcopal, la población aguardó a


ver cómo se conducía su obispo.

En los primeros días del mes de octubre de 1815 un hombre de aspecto


miserable que viajaba a pie entraba en la pequeña ciudad de Digne. Nadie
lo conocía. Evidentemente era forastero. ¿De dónde venía? Debía haber
caminado todo el día, pues se veía muy fatigado.
Se dirigió hacia el Ayuntamiento. Entró en él y volvió a salir un cuarto de
hora después. Luego empezó a tocar la puerta de posadas pidiendo
refugio, pero no lo dejaban hospedarse, ya que tenía un carnet amarillo, el
cual delataba que él era un expresidiario.

Destrozado por el cansancio, y no esperando ya nada se echó sobre un


banco de piedra. Una anciana salía de la iglesia en aquel momento, y vio a
aquel hombre tendido en la oscuridad. La anciana le pregunta que por qué
él está ahí, a lo que este le hace saber que no lo reciben en ninguna
posada.

La mujer tocó el hombro al viajero, y le señaló al otro extremo de la plaza


una puerta pequeña al lado del palacio arzobispal.

-¿Habéis llamado a aquélla puerta? – le preguntó.

-No.

-Pues llamad allí.

La puerta se abrió. El viajero entró, dio un paso y se detuvo, dejando detrás


de sí la puerta abierta. Llevaba el morral a la espalda; el palo en la mano;
tenía en los ojos una expresión ruda, audaz, cansada y violenta. Era una
aparición siniestra.

-Me llamo Jean Valjean: soy presidiario. He pasado en presidio diecinueve


años. Estoy libre desde hace cuatro días y me dirijo a Pontarlier. Vengo
caminando desde Tolón. Hoy anduve doce leguas a pie. Esta tarde, al llegar
a esta ciudad, entré en una posada, de la cual me despidieron a causa de
mi pasaporte amarillo, que había presentado en la alcaldía, como es
preciso hacerlo. Fui a otra posada, y me echaron fuera lo mismo que en la
primera. Nadie quiere recibirme. He ido a la cárcel y el carcelero no me
abrió. Me metí en una perrera, y el perro me mordió. Parece que sabía quién
era yo. Me fui al campo para dormir al cielo raso; pero ni aún eso me fue
posible, porque creí que iba a llover y que no habría un buen Dios que
impidiera la lluvia; y volví a entrar en la ciudad para buscar en ella el quicio
de una puerta. Iba a echarme ahí en la plaza sobre una piedra, cuando una
buena mujer me ha señalado vuestra casa, y me ha dicho: llamad ahí. - dice
el viajero.

El obispo lo recibe de la mejor manera, dándole muy buenas atenciones.

Jean Valjean no podía creer que no lo habían echado, llegando al punto de


querer pagarles por el hospedaje, pero el obispo no aceptó haciéndole
saber que esa es la casa de Dios. Tiempo después, todos se fueron a dormir.
Jean Valjean pertenecía a una humilde familia de Brie. Perdió de muy corta
edad a su padre y a su madre. Se encontró sin más familia que una
hermana mayor que él, viuda y con siete hijos. El marido murió cuando el
mayor de los siete hijos tenía ocho años y el menor uno. Jean Valjean
acababa de cumplir veinticinco. Reemplazó al padre, y mantuvo a su
hermana y los niños.

Aquella familia era un triste grupo que la miseria fue oprimiendo poco a
poco. Llegó un invierno muy crudo; Jean no tuvo trabajo. La familia careció
de pan.

Un domingo por la noche Maubert Isabeau, panadero de la plaza de la


Iglesia, se disponía a acostarse cuando oyó un golpe violento en la puerta y
en la vidriera de su tienda. Acudió, y llegó a tiempo de ver pasar un brazo a
través del agujero hecho en la vidriera por un puñetazo. El brazo cogió un
pan y se retiró. Isabeau salió apresuradamente; el ladrón huyó a todo
correr, pero Isabeau corrió también y lo detuvo. El ladrón había tirado el
pan, pero tenía aún el brazo ensangrentado. Era Jean Valjean.

Jean Valjean fue acusado ante los tribunales de aquel tiempo como autor
de un robo con fractura, de noche, y en casa habitada. Tenía en su casa un
fusil y era un eximio tirador y aficionado a la caza furtiva, y esto lo
perjudicó. Fue declarado culpable, condenado a cinco años de presidio en
la cárcel de Tolón.

Le llegó su turno para la evasión y se evadió. Así mismo lo hizo 4 veces más,
y por cada vez que se escapaba la condena aumentaba, llegando al
acumulado de 19 años.

En aquella cárcel Jean Valjean trabajaba y también aprendió a leer, escribir


y contar. En el momento que sale libre, se le devuelve poco dinero de lo
que había trabajado y es así como vuelve desde Tolón hasta que llega a
Digne.

Daban las dos en el reloj de la catedral cuando Jean Valjean despertó. Este
entró al dormitorio del obispo sigilosamente, se dirigió al armario que
estaba a la cabecera; alzó la barra de hierro como para forzar la cerradura;
pero estaba puesta la llave; la abrió y lo primero que encontró fue el cestito
con la platería; lo cogió, atravesó la estancia a largos pasos, sin precaución
alguna los cubiertos en su morral, tiró el canastillo, atravesó el jardín, saltó
la tapia como un tigre y desapareció.

Al día siguiente, al salir el sol, monseñor Bienvenido se paseaba por el


jardín. La señora Magloire, la mujer que trabajaba para él, salió corriendo a
su encuentro muy agitada.
- ¿Dónde están los cubiertos? – dice ella.

- No lo sé.

-¡Gran Dios! ¡La han robado! El hombre de anoche la ha robado.


Y en un momento, con toda su viveza, la señora Magloire corrió al oratorio,
entró en la alcoba, y volvió al lado del obispo.

-¡Monseñor, el hombre se ha escapado! ¡Nos robó la platería!

El obispo permaneció un momento silencioso, alzó después la vista, y dijo a


la señora Magloire con toda dulzura:

-¿Y era nuestra esa platería?

La señora Magloire se quedó sin palabras; y el obispo añadió:

-Señora Magloire; yo retenía injustamente desde hace tiempo esa platería.


Pertenecía a los pobres. ¿Quién es ese hombre? Un pobre, evidentemente.

Minutos después golpearon a la puerta.

-Adelante -dijo el obispo.

Se abrió con violencia la puerta. Un extraño grupo apareció en el umbral.


Tres hombres traían a otro cogido del cuello. Los tres hombres eran
gendarmes. El cuarto era Jean Valjean. Un cabo que parecía dirigir el grupo
se dirigió al obispo haciendo el saludo militar.

Bienvenido se había acercado a ellos.

-¡Ah, habéis regresado! -dijo mirando a Jean Valjean-. Me alegro de veros.


Os había dado también los candeleros, que son de plata, y os pueden valer
también doscientos francos. ¿Por qué no los habéis llevado con vuestros
cubiertos?

Jean Valjean abrió los ojos y miró al venerable obispo con una expresión
que no podría pintar ninguna lengua humana.

-Monseñor -dijo el cabo-. ¿Es verdad entonces lo que decía este hombre?
Lo encontramos como si fuera huyendo, y lo hemos detenido. Tenía esos
cubiertos...

-¿Y os ha dicho -interrumpió sonriendo el obispo- que se los había dado un


hombre, un sacerdote anciano en cuya casa había pasado la noche? Ya lo
veo. Y lo habéis traído acá.
-Entonces -dijo el gendarme-, ¿podemos dejarlo libre?

-Sin duda -dijo el obispo.

-Amigo mío -dijo el obispo-, tomad vuestros candeleros antes de iros.

Y fue a la chimenea, cogió los dos candelabros de plata, y se los dio.

Después volviéndose a los gendarmes, les dijo:

-Señores, podéis retiraros.

Los gendarmes abandonaron la casa.

El obispo se aproximó a Jean Valjean, y le dijo en voz baja:

-No olvidéis nunca que me habéis prometido emplear este dinero en


haceros hombre honrado.

Jean Valjean salió del pueblo como si huyera con la cabeza llena de
pensamientos.

Cuando ya el sol iba a desaparecer en el horizonte, Jean Valjean se sentó


detrás de un matorral.

En medio de su meditación oyó un alegre ruido. Volvió la cabeza, y vio venir


por el sendero a un niño saboyano, de unos diez años.

El muchacho interrumpía de vez en cuando su marcha para jugar con


algunas monedas que llevaba en la mano, y que serían probablemente
todo su capital. Entre estas monedas había una de plata de cuarenta
sueldos.

Se detuvo cerca del arbusto sin ver a Jean Valjean y tiró las monedas que
hasta entonces había cogido con bastante habilidad en el dorso de la
mano. Pero esta vez la moneda de cuarenta sueldos se le escapó y fue
rodando por la hierba hasta donde estaba Jean Valjean, quien le puso el pie
encima. Pero el niño había seguido la moneda con la vista. No se detuvo; se
fue derecho hacia el hombre.

-Señor -dijo el saboyano -: ¡Mi moneda!

-¿Cómo lo llamas? -preguntó Jean Valjean.

-Gervasillo, señor.

-Vete -le dijo Jean Valjean.


-Señor, dadme mi moneda volvió a decir el niño.

Jean Valjean bajó la cabeza y no respondió.

El muchacho volvió a decir:

-¡Mi moneda, señor!

La vista de Jean Valjean siguió fija en el suelo.

-¡Mi moneda! -gritó ya el niño.

Parecía que Jean Valjean no oía nada. El niño le cogió la solapa de la


chaqueta, y la sacudió, haciendo esfuerzos al mismo tiempo para separar el
tosco zapato claveteado que cubría su tesoro.

El niño lloraba. Jean Valjean levantó la cabeza; pero siguió sentado. Sus
ojos estaban turbios. Miró al niño como con asombro, y después llevó la
mano al palo gritando con voz terrible:

-¿Quién anda ahí?

-Yo, señor -respondió el muchacho-. Yo, Gervasillo. ¿Queréis devolverme


mis cuarenta sueldos? ¿Queréis alzar el pie?

Y después irritado ya y casi en tono amenazador, a pesar de su corta edad,


le dijo:

-Pero, ¿quitaréis el pie? ¡Vamos, levantad ese pie!

-¡Ah! ¡Conque estás aquí todavía! -dijo Jean Valjean; y poniéndose


repentinamente de pie, sin descubrir por esto la moneda, añadió-: ¿Quieres
irte de una vez?

El niño lo miró atemorizado y después de algunos momentos de estupor,


echó a correr.

El sol se había puesto. La sombra crecía alrededor de Jean Valjean. En todo


el día no había tomado alimento. Se había quedado de pie, y no había
cambiado de postura desde que huyó el niño.

Se encasquetó bien la gorra; se cruzó y abotonó maquinalmente la


chaqueta, dio un paso, y se inclinó para coger del suelo el palo. Al hacer
este movimiento vio la moneda de cuarenta sueldos.
Después de algunos minutos se lanzó convulsivamente hacia la moneda de
plata de dos francos, la cogió, y enderezándose miró a lo lejos por la llanura,
dirigiendo sus ojos a todo el horizonte, anhelante, como una fiera asustada
que busca un asilo.

Dio un suspiro y marchó rápidamente hacia el sitio por donde el niño había
desaparecido. Después de haber andado unos treinta pasos se detuvo y miró.
Pero tampoco vio nada. Desde ese momento su conciencia lo atormentaba
por lo sucedido con el niño.
Jean Valjean camina hasta salir del pueblo, se va a París, de parís llega a un
pueblo llamado Montreuil. En este pueblo Jean valjean pone su propia fábrica
y cambia su nombre a Magdalena. Este se hizo de mucho dinero y era muy
generoso y bondadoso dándole este trabajo a todo aquel que tocara sus
puertas.

En este momento, los muchachos ya estaban visitando muchachas que les


atrajeran. En este caso había un grupo de cuatro chicos para cuatro chicas.
Entre estas chicas, resaltaba Fantine, ya que era la menos experimentada,
pura y muy hermosa. Fantine se enamora del muchacho y se ilusiona, sin
embargo, al momento de la cita, en el que ella esperaba que se declarara su
enamorado, llegó un mensajero con una carta donde los cuatro muchachos
se despedían, pedían que se olvidaran de ellos y que disfrutaran porque la
cuenta del restaurante ya estaba pagada. A todo esto, la que más sufrió este
mensaje fue Fantine, ya que estaba embarazada. Por su reputación deja su
ciudad natal y da a luz en otro pueblo. Es una niña, llamada Cosette.

Cosette y Fantine pasean por el parque cuando se encuentran con dos niñas
muy bien vestidas y arregladas, y esta última le elogia las niñas a su madre.
Luego se presentaron, esta era la señora Thenardier, a la que más tarde,
Fantine pide que cuide de Cosette por un monto de 3 francos, a lo que el
señor de Thenardier reaccionó incrementando la suma, por nada más y nada
menos que por 7 francos mensuales, y Fantine no lo pensó mucho y aceptó.

Fantine con la esperanza de recuperar su vida, vuelve a Montreuil y empieza a


trabajar para Magdalena. Todo iba bien para Fantine, a excepción de que la
envidiaban por su belleza y porque se la pasaba escribiendo cartas, las cuales
eran para Cosette. Un día, una de las que la envidiaban, llamada María se
puso a investigar a donde iban esas cartas y terminó consiguiendo el
paradero de Cosette a la cual visitó. Allí los Thenardier le hicieron creer que
Fantine había abandonado a Cosette y que ellos la estaban cuidando por
pena, y esto no solo se lo hicieron creer a Victoria, sino a todo el pueblo.

Al victoria volver a Montreuil, le dijo a todos que Fantine tenia una hija
abandonada y en estos tiempos era muy mal visto simplemente el hecho de
ser madre soltera, lo que hizo que todo el mundo la empezara a rechazar, y
junto con esto perdió su trabajo.
Los Thenardier empezaron a pedir cantidades grandes de francos porque
supuestamente Cosette estaba muy enferma, a lo que Fantine respondía con lo
ultimo que le quedaba, ya que era una desempleada. Las peticiones seguían y
cada vez eran de cifras mayores, a las que Fantine no podía responder.
Desesperada y angustiada por su hija enferma va a un peluquero y vende su
pelo largo, rubio y sedoso para poder mandarle dinero a los Thenardier, sin
embargo, esto no fue suficiente, ya que pedían más dinero. Un día, caminando
pasa por el lado de un dentista charlatán que le da la oferta de comprar sus dos
dientes principales, a lo que ella sin pensarlo aceptó. Pero daba igual, los
Thenardier pedían más y con la amenaza de que si no les enviaban el dinero
iban a deshacerse de Cosette. Al leer esto, Fantine no tuvo más opción que
volverse prostituta. Lo que ella no sabía es que Cosette estaba sana y ellos la
tenían como una criada.

Un día, caminando frente a una cafetería, se encuentra a unos militares, de los


cuales uno empieza a decirle cosas despreciables, y Fantine se sintió horrible
pero lo ignoró y siguió caminando, sin embargo, el militar la sigue y le arroja
hielo dentro del corsé, a lo que ella reacciona arañándole la cara. Rápidamente,
llega un inspector y la arresta, llevándola a comisaría. Sin hacerle juicio, la
sentencian a seis meses de cárcel. Fantine rogó llorando y besándole las botas
al inspector, pero este no la escucha. Se veía una sombra asomada, la cual se
presentó, era Magdalena, quien era también el alcalde de Montreuil. Fantine,
pensando que Magdalena era el culpable de todas sus desgracias porque la
había despedido, le escupe. A Magdalena ni le importó esta acción y le pide al
inspector que la escuche y este lo hace ya que el alcalde es su autoridad.

Fantine comenzó a toser, pues al parecer toda la miseria que paso hizo que se
enfermara, este procedió a cargarla y llevarla a la enfermería para que la
atendieran. Luego de que el la dejara en la enfermería saldría de allí y se
cruzaría con varias personas amontonadas observando algo, este se acercaría y
vería que una carreta estaba aplastando a un señor, el cual se llamaba
Faucheleven. La historia nos habla del pasado de este, que lo habían estafado y
había caído en la miseria, este tenía su caballo y su carreta, con eso se ganaba la
vida siendo carretero de ese pueblo.
Volviendo a la historia, al parecer su caballo se había fracturado una pata y toda
la carreta le había caído encima de su pecho, la gente estaba amontonada solo
observando, Magdalena se acerca a toda la multitud, Javert estaba ahí
observando.
Magdalena se acerca y pregunta ¿por qué no lo ayudaban? entonces le
respondieron que ya habían mandado a buscar ayuda, Magdalena les
pregunta que en cuanto tiempo iba a llegar la ayuda y les responden que
llegaría en 15 minutos, pero Magdalena ya sabia que en ese tiempo el se iba
a morir por la carga en sus costillas, entonces el comenzó a ofrecer dinero
para que alguien le ayudara, pero nadie respondía ni hacia nada.

Magdalena al ver que nadie ayudaba a Faucheleven se acercó y comenzó a


levantar la carreta en sus hombros, los demás al ver esto comenzarían a
ayudarlo, Javert que estaba ahí comenzó a sospechar pues el recordaba una
proeza que hizo Jean Val Jean en la cárcel de Tolón, pues él había levantado
una carreta igual de pesada que esa, también Jan Val Jean y Magdalena
poseían rasgos físicos similares, aparte de que el haber ayudado a Fantine le
estaba haciendo dudar si Magdalena era Jean Val Jean.

Luego de un rato, que ya Magdalena está en la alcaldía, Javert llega y


comienza a tocar la puerta, Javert al identificarse Magdalena le da el
permiso de entrar, Javert le comienza a explicar que va a renunciar a su
puesto de Inspector por el hecho de haberlo confundido con Jean Val Jean y
que lo había denunciado en los tribunales, pero allá le habían dicho que a
Jean Val Jean lo estaban juzgando en el pueblo de Arras por haber robado
platería a un obispo y robarle dinero a un niño y en 24 horas le va iban a
juzgar.

Entonces Magdalena comenzó a pensar que hacer pues no quería que


alguien fuera condenado por su culpa, entonces el partiría al pueblo de
Arras. Este entraría al juzgado justo antes de que condenaran al que era
Jean Val Jean, este gritaría alto y le dijo a todos los que estaban ahí que ese
no era Jean Val Jean y que estaban cometiendo un error.
Pero si ese no era Jean Val Jean donde estaba era la pregunta de muchos de
los que estaban ahí observando el juicio, entonces Magdalena les diría a
todos que el era Jean Val Jean, cosa que nadie le creyó pues era el acalde
de Monteruil y bueno él había hecho muchas buenas obras por el pueblo.

Al saber todas las buenas obras que hizo Magdalena fue dejado en libertad,
pues él había creado muchas escuelas y ayudado a hospitales, así que
Magdalena volvió a Monteruil para ser mas precisos a la enfermería donde
estaba Fantine.
Javert que había escuchado que él había confesado que el era Jean Val
Jean salió a su búsqueda, mientras tanto Magdalena estaba con Fantine
que estaba tosiendo mientras la muerte estaba aproximándose a ella.
Pero antes de eso Fantine le dio una carta a Jean Val Jean, para que
recogiera a su hija Cosette con los Thenardier, Fantine se levantaría de la
cama mirando a un lugar en especifico y Magdalena le preguntaría ¿qué le
sucedía?, entonces este miraría a donde miraba Fantine viendo al Inspector
Javert que los miraba, Fantine con voz débil diría alcalde Magdalena.

Pero Javert solo se limitaría a decir que no lo llamara alcalde Magdalena


pues el era el ex presidiario Jean Val Jean y que él había venido para
arrestarlo, en ese instante Fantine cae muerta sobre la cama, así que Javert
procedió a arrestar a Jean Val Jean, pero este se le escapa en la multitud
de personas, Jean Val Jean llegaría donde estaba la señora que cuidaba de
Fantine y esta le entregaría una carta, unos días después Jean Val Jean es
capturado de nuevo no por Javert, pero a el lo suben a una embarcación
para llevarlo a la prisión.

En la embarcación había un preso que estaba en peligro y Jean Val Jean


por salvarlo cae al mar, al ver todos que el no subía a la superficie le dieron
por muerto, pero este no había muerto solo se había escapado.

Luego de esto el aparece en un pueblo llamado Montfermeil ya era de


noche así que caminando vio a una niña cargando agua, esta niña para el no
aparentaba mas de 8 años, así que se le acercaría ayudándola a cargar el
agua, este le preguntaría el nombre a la niña, pero su sorpresa fue enorme
al recibir el nombre de la boca de la niña, me llamo Cosette diría la niña.

Jean Val Jean le preguntaría que ¿qué hacía cargando agua a esas horas de
la noche?, esta le respondió que trabajaba en una posada, este le pediría
que lo llevara a dicha posada ya que quería alquilar un cuarto, la niña solo
lo llevaría mientras Jean Val Jean le ayudaba cargando el agua, luego de
un rato de caminata llegarían a la posada que era de los esposos
Thenardier, antes de entrar Cosette le pediría las cubetas de agua para no
ser regañada.

Jean Val Jean tomaría posada y a la mañana siguiente este se dispondría a


irse, pero seria frenado por la esposa Thenardier que le preguntaría ¿por
qué se iba tan temprano?, Jean Val Jean solo se limitaría decir que ya se iba
a ir, entonces la esposa Thenardier le ofrecería a Cosette pues ya no podían
sacarle más dinero a Fantine pues ya había muerto, en ese momento llega
el esposo Thenardier y le dice que si le daba 1,500 francos se podía llevar a
Cosette, Jean Val Jean solo sacaría la cantidad que le pidieron y se los dio a
los esposos Thenardier para luego tomar a Cosette de la mano y llevársela.
Los esposos Thenardier comenzaron a hablar y se dieron cuenta que
habían pedido muy poco por la niña, así que el esposo Thenardier saldría
en busca de Jean Val Jean, alcanzado lo y deteniéndolo pidiéndole más
dinero, lo siento, pero no puede llevarse a la niña, su madre me la
encomendó y solo una persona con la carta firmada por ella se podía llevar
a Cosette, cosa que Jean Val Jean tenia en su poder pues era la carta que
Fantine le habia dado.

El esposo Thenardier aun viendo la carta pediría mas dinero, Jean Val Jean
solo cogería un palo que estaba ahí y lo miraría amenazante espantando al
esposo Thenardier, luego de esto Cosette y Jean Val Jean llegarían a
Gorbatte, alquilaron un apartamento ahí y ya Jean Val Jean veía a Cosette
como su hija, en ese pueblo habían muchos mendigos y Jean Val Jean
tenia la costumbre de darle una moneda a este tipo de personas al ver a
una persona se acercaría y le daría una moneda, pero al ver su rostro se
daría cuenta que se parecía al Inspector Javert, este se iría y preguntaría a
una mujer por el mendigo con el aspecto físico de Javert, pero la respuesta
de la mujer afirmo aun mas sus sospechas ya que le había dicho que ese
mendigo era nuevo en el pueblo.

Así que en la noche Jean Val Jean agarraría a Cosette y comenzaría a huir
de ese pueblo, mientras huía Javert y sus gendarmes lo comenzaron a
perseguir, Jean Val Jean llegaría a un callejón sin salida con una pared
alta, así que se amarro a Cosette a su cuerpo y comenzó a trepar esta
pared, al Javert y sus gendarmes llegar a ese lugar no encontraron a nadie
pues Jean Val Jean y Cosette se habían fugado, estos al estar caminando
llegaron a un jardín encontrándose con Faucheleven, al fijarse mejor se
dieron cuenta que estaban en un convento de monjas.

Se encuentran en el jardín con un tal señor Fauchelevent, es aquí cuando


Jean Valjean se le acerca y le dice que necesita posada para el y su hija,
este reconoce a el señor Magdalena (Jean Valjean) por salvarlo de la
carroza y lo ayuda dándole posada. Al día siguiente Jean Valjean le pide a
Fauchelevent que le dé su trabajo de jardinero, este acepta diciéndoles a
las monjas que Jean Valjean era su hermano, también que era un
Fauchelevent y que le dieran el trabajo de jardinero y las monjas aceptan,
aquí es donde Jean Valjean pasa de ser Magdalena a Fauchelevent.
Pasan 9 años, nadie los persigue y también Cosett tiene 18 años siendo
más hermosa, las monjas le dicen que debería unirse a ellas a lo que
Fauchelevent dice que ella no conoce el mundo todavía, como para
unirse a las monjas y se van del convento.

Este alquila una casa y compra dos más por si tenían que huir, tenía la
costumbre de ir a un parque con su hija Cosett y esta iba con un vestido
acampanado. Había un joven que siempre la miraba (Marius) y escribía en
una libreta poemas de amor, hasta que un día dejó su libreta en un
banco, ella la encontró luego se conocieron y se juraron amor eterno.
Se veían todos los días y tenían casa sola, pasa qué Fauchelevent tenía
que irse para su otra casa y le informa a Cosett, ella le dice que se tiene
que ir y a él que se fuera con el, y el le dice que lo iba a hablar y si el no
volvía la iba a amar por siempre.

Marius va donde su abuelo y le dice que se quiere casar, este le dice que
cual era el apellido de la chica, el responde Fauchelevent y su abuelo le
dice que la coja de querida. Marius se enoja con su abuelo y se va a
decirle a Cosett que si abuelo no quiere darles la bendición, pero cuando
llega encuentra la casa cerrada y sola, en ese momento llega un
muchacho y le dice a marius que empezó la revolución.

Llegan a la revolución y empiezan a matarse ambos bandos, Marius en


un papel escribe “si me muero, llévenme a casa de mi abuelo” y en otro
escribe “Cosett si muero, quiero que sepas que te amé hasta el último
minuto de mi vida” y lo envía a la dirección de Cosett que una muchacha
le había dado. Este muchacho va a la dirección que le dió Marius, pero le
entrega el papel a Fauchelevent que era el que estaba en el frente,
Fauchelevent (Jean Valjean) lee el papel y se da cuenta que su hija está
enamorada e inmediatamente sale para la revolución.

Escucha a varios hombres dispuestos a matar a otro, aquí es donde


aparece Javert amarrado y listo para que le dispararan, Jan Valjean pide
ser el quien lo mate, ellos dicen que si pero este dispara lejos para que
piensen que lo había matado. Se va con Javert para la alcantarilla, lo
suelta, le dice que se vaya y este hace caso. Al volver se esconde detrás
de una piedra y ve como le dispararán a un hombre, este escucha que no
para de mencionar a Cosset mientras delira, así qué, lo carga y se lo
lleva.

Es aquí donde la historia nos cuenta como Jean Valjean tenia a Mario casi
muerto en sus hombros en el alcantarillado y como aparece una puerta,
pero, en ella se encuentra con Thenardier al cual le tiene que dar dinero
para poder salir de la alcantarilla pues era su única opción.
Diríamos que se salvaron, que ya todo iba a estar bien, pero no, cuando
este sale de ahí, se encuentra con el inspector Javert quien quiere arrestar
a Jean Valjean después de perseguirlo por tanto tiempo por sus delitos
cometidos, sin importarle que Jean Valjean le había salvado la vida en la
barricada. Al Jean Valjean ver esto, como sigue aun con el cuerpo de Marius
le pide un favor a Javert de por lo menos llevar al chico a su casa ya que
estaba moribundo, por lo que este acepta.

Al llegar a casa del abuelo de Marius (el cual poseía mucho dinero), se
asombra y manda a que le den la mejor atención médica a su nieto ya que
estaba muy grave y lo atienden. Es ahí, donde Jean Valjean sale y le pide un
ultimo favor a Javert y es que lo lleve a su casa, lo cual Javert no negó y lo
llevó, estando allí como iban en coche había una parte en que no entraban
los caballos, por lo que se desmontan, Jean Valjean entra y Javert se queda
afuera esperando. Jean Valjean entra a su casa, sube las escaleras, se
asoma por la ventana y se da cuenta de que Javert se había ido.

Y sí se había ido Javert a un puente cercano donde pasaba un rio, estando


muy pensativo no quiere reconocer que había trabajado con Jean Valjean
siendo el un expresidiario, no creía que alguien como Jean Valjean podía
ser bueno, su consciencia comenzó a hablarle tanto que Javert llevó al
punto de lanzarse por el puente(suicidarse).

Después de esto, Jean Valjean continuo cubriendo su identidad en


conjunto con Cosette la cual era considerada su hija y estuvo cuatro meses
con ella. Marius por un lado ya estaba más sano y le dice a su abuelo que
quiere casarse por lo que este le dice que lo sabe porque durante todo el
tiempo que estuvo enfermo no dejo de mencionar el nombre de Cosette;
también le dice que no se preocupara que la había mandado a llamar
porque era una muy buena muchacha, muy linda que provenía de una
buena familia, que le daba la bendición de que se casara. Por lo que al
siguiente día Jean Valjean y Cosette visitan a Marius y fue allí donde se
hace la pedida de mano de Cosette, al estar todos de acuerdo se casan
Marius y Cosette.

Y ya en la boda, al momento en que tiene que firmar Jean Valjean como


padre de Cosette este no está, lo que preocupó a algunos, pero por ello no
se detuvo la fiesta, sino que el abuelo de Marius firma. SE CASARON.Así que
al día siguiente Jean Valjean visita a los novios y así como el abuelo de
Marius le dio mucho dinero y los consintió, así fue Jean Valjean y le entregó
muchísimo dinero a Cosette (600,000.00 francos) y se va.
Después de unos días aparece Jean Valjean (que su nombre era otro en
ese momento) le confiesa su verdadera identidad y se dice la cantidad de
cosas que había hecho en el pasado, incluyendo la razón por la cual no
firmó en su casamiento, ya que él se había robado ese identidad y se
descubría su compromiso podía ser anulado, por lo que le cuenta a Marius
que era mejor que el no tuviera mas relación con ellos por el bien de
Cosette y pues, ambos buscando lo mejor para ella aceptan que deberían
dejar de verse.

Y es así como Jean Valjean se va triste, tanto así que dejó de comer por una
semana, estaba todo decaído y enfermo ya. Pero, es ahí cuando aparece
Thenardier en la casa de los novios y pide hablar con Marius, le dice que
tenia información importante sobre el padre de su esposa Cosette, así que
le habla de Jean Valjean de su pasado y de todo lo que este le había
confesado, pero en ese instante se entero de algo que le cambio la forma
de pensar de Jean Valjean y fue que este fue quien había salvado su vida y
todo por un pedazo de tela que Thenardier tenía de su ropa el día que Jean
Valjean lo rescató, los ojos Marius fueron abiertos y estaba tan agradecido
con Jean Valjean que le pagó dinero a Thenardier para que se fuera y corrió
junto con Cosette a darle las gracias a su padre, en ese encuentro tuvieron
unos hermoso minutos donde se expresaron muy bonito y se abrazaron.

Es aquí donde nuestra historia concluye, donde en medio de esa hermosa


reconciliación Jean Valjean muere. Pero aún al lado de su cama seguían las
dos copas de oro que le había dado el Obispo Myriel.
Glosario.
Diócesis: Es el distrito o territorio cristiano en el que tiene y ejerce
jurisdicción eclesiástica un prelado: arzobispo, obispo, etcétera.
Feligreses: Persona que pertenece a una parroquia o demarcación
religiosa determinada.
Ínfimo: Que es muy bajo en cantidad, calidad o importancia.
Superfluo: Que no cumple ni desempeña una función.
Sotanas: Es una vestimenta usada por sacerdotes, diáconos y religiosos
de la iglesia católica.
Desván: Parte más alta de la casa, que tiene por cubierta el tejado y que
generalmente sirve para guardar objetos desusados.
Dosel: Cubierta ornamental de madera o de tela que decora y
ennoblece un asiento, una imagen o una cama.
Alhajas: Son accesorios ornamentales que una persona luce para
adornar su cuerpo.
Transeúnte: Que está de paso, que no reside sino transitoriamente en
un sitio.
Gendarmes: Agente de policía de algunos países, especialmente
Francia.
Postigo: Puerta de madera o metal que se pone en la parte exterior de
las ventanas o balcones para impedir el paso de la luz o resguardar el
frío o del calor.
Fisonomía: Aspecto externo y característico que se muestra o se da a
una cosa.
Ignominia: Ofensa grave que sufre el honor o la dignidad de una
persona.
Vilipendiar: Tratar con desprecio o insultar gravemente a alguien.
Inopinado: Que sucede de manera imprevista o inesperada.
Paria: Persona despreciada o marginada socialmente.
Lúgubre: Sombrío, triste, melancólico.
Impávido: Que no muestra miedo o temor.
Soez: Que es grosero y bajo en sus palabras o actos de modo que
resulta desagradable y ofensivo.
Dilapidar: Malgastar el dinero o los bienes.
Taciturno: Que es habitualmente callado o silencioso.
Eximio: Que es ilustre o excelente.

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