Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
IMPORTANTE:
TODO lo que sigue se basa en experiencia personal que al menos a mí me funciona. Quizá otras personas
necesitan técnicas distintas, pero indiscutiblemente, una vez que se adquiere una cierta disciplina,
funciona.
PREÁMBULO
En general, todos sabemos cuántas horas necesitamos dormir al día “para estar bien” el resto de la jornada:
unas necesitan 8, otras 7, otras 7,5… es muy muy raro encontrar a alguien que se encuentra bien durmiendo
6 horas o menos al día, y también menos frecuente quien necesita 9, pero, en definitiva, uno se conoce a sí
mismo y lo sabe muy aproximadamente.
Entonces, ¿qué hacer cuando, con demasiada frecuencia, nuestro ritmo de actividad nos impide tener esas
horas seguidas de sueño, o cuando las preocupaciones nos producen insomnio? Lo que parece indudable
también es que uno necesita haber dormido ese nº de horas a lo largo del día, aunque no sean seguidas.
Se impone pues adoptar técnicas para dormir siestas entre medias. En ese sentido, la siesta no es ni un lujo,
ni una extravagancia: es una necesidad y un hábito saludable. Mi padre tuvo un ritmo frenético de trabajo
toda su vida y todos los días laborables de su vida se echó siesta. Y mucha gente como él, de su generación.
Ahora entiendo por qué.
Partiendo de esta base, lo que sigue es una propuesta de técnica que a mí, al menos, me funciona, y que
llevo practicando ya varios años.
Primero, es importante saber que la duración y número de esas siestas, para que sean eficaces, de nuevo
dependen de cada uno. Hay un cierto acuerdo de que la duración óptima sería de entre 10-20 min.
Probablemente, si se duerme más que eso, te despiertes y despereces con un cierto malestar que se
prolonga bastante, como si el cuerpo se quejara de que le “has engañado” haciéndole creer que iba a entrar
en un estado de sueño prolongado cuando no ha sido así.
Tampoco está cerrado el número de siestas que uno tiene que echarse. Yo a veces me he echado una siesta
a las 5 y otra a las 9 cuando estaba muy cansado, y eso no me ha impedido coger el sueño sin problema de
nuevo a las 11:30 para la desconexión nocturna. Porque no es cierto que las siestas, tomadas como se
expone aquí, “te quiten el sueño”: las siestas (repito) están para completar el nº de horas de sueño que
sabes que te faltan en una jornada de 24 h. Hay que tener esto muy claro, porque, viceversa, estas técnicas
no suplen “mágicamente” una falta de sueño muy acusada: si p.ej. la noche antes solo has dormido 3 h,
aunque por la tarde te eches una siesta de 20 min, a la hora siguiente vuelves a tener un sueño importante.
También es importante saber que la siesta puede hacerse a cualquier hora del día. Por supuesto, te
interrumpes a ti mismo el ritmo diario si te levantas a las 7 de la mañana y decides echarte una siesta a las
9, y por eso no se hace normalmente, pero si aun así te conviene, hazlo. No es una bobada y no eres raro:
eres consecuente y te cuidas, de esa manera.
Por último, hay un cierto acuerdo sobre qué factores influyen más a la hora de ayudarte a dormir:
LA TÉCNICA
Lo primero que hay que tener en cuenta es que vamos a darle instrucciones a nuestro cerebro, vamos a
decirle lo que tiene que hacer: dormir. Conviene decirle a tu cerebro, en silencio, frases del tipo “vas a
dormir” “vas a dormir 15 min”, y decírselo suave pero con convicción, como si de un niño se tratara. Es
imposible controlar el ritmo de nuestros pensamientos (en qué estamos pensando, y la velocidad a la que
nuestros pensamientos “cambian de tema”), pero sí debemos tener la voluntad de que nuestro cerebro va
a dejar de pensar… para empezar a soñar.
En especial, decirle a tu cerebro cuánto tiempo debe dormir es importante. Funciona. Con la práctica,
puedes asegurar que si vas a dormir 15 min, te despiertas espontáneamente en el minuto 14. Es decir, esta
técnica para dormir cuando quieras, también sirve para despertarte cuando lo decidas.
2. La relajación muscular
3. La respiración
Continua así hasta que te venza el sueño. Esta respiración tiene dos importantes ventajas:
- Una, física: está demostrado que es un buen ejercicio cuando se quiere “desacelerar” y volver al
estado de reposo el cuerpo, tras un ejercicio intenso. Lo enseñan en los gimnasios.
- Otra, psicológica: Obligarse a uno mismo a pensar en la respiración, ayuda a apartar la mente de
otros pensamientos agitados o inconvenientes para el sueño.
Y ya está…
ÚLTIMAS ADVERTENCIAS
- Es difícil conciliar el sueño si estás pendiente de algo que puede suceder “en cualquier momento” como
una llamada de teléfono o un vecino que timbra tu puerta. Pero sí es posible ajustar la duración de las
siestas a intervalos predecibles. Por ejemplo (éste es un caso real, literal), los lunes yo llego a casa a eso
de las 18 h. Charlo un momento y como una manzana, y sobre las 18h 10’ ya estoy tumbado en la cama.
Me despierto a las 18 h 25’, a tiempo de prepararme y salir con los niños hacia la piscina a las 18:30.
Incluso si no te despiertas por ti mismo, el que te despierten (de forma suave) no te molesta, porque
tu cuerpo (y tu cerebro) saben que ya han dormido lo suficiente.