Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Peripecia Del Colectivo
Peripecia Del Colectivo
los dientes ni frotarme los brazos. Había empañado todo mi ventanal con
en el sur.
¿Que te abrace?
lleno.
en el colectivo cuando subimos con Nata, y nos miró medio raro cuando
siempre. Encima del hábito abultado llevaba puesto un saco tejido de lana
más. Apenas noté que una minúscula gota de sudor le salía de la capucha
rodilla.
ruta. El ruido de las balizas parpadeaba detrás del silbido constante del
sentí que hubiera nada roto. De haberse roto, el motor se habría apagado y
en calor que noté que el saco pesaba como si tuviera arena húmeda en los
bolsillos.
camuflada—. Requisa.
segundo, olisqueó el aire del pasillo y paró las orejas. De una sacudida
feroz, logró soltarse del gendarme y vino enloquecido hacia mí y me saltó
encima. Pegué tal grito que el perro empezó a ladrarme directo a la cara;
del asiento. Y antes de que pudiera tomar aire, ya me había acostado boca
las costillas: me metió las manos adentro del saco y sacó a los tirones dos
—Perdón, perdón —dijo Nata—, pero ¿les parece que ese saco
tejido es de mi amigo? —sin bajar los brazos señaló con los dedos a la
cárcel: Ma, estoy preso, perdón por escaparme de casa, soy un pelotudo,
pero nada de eso llegó a pasar. Por suerte, todos en el bondi habían visto a