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Funcionó?

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2
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VIVIRleyenDO01@gmAIl.COm

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TRADUCCIÓn heChA gRATUÍTAmenTe, sIn FInes De lUCRO y


sOlO PARA leCTURA PeRsOnAl y De mIs segUIDORes.
nO es OFICIAl. POR lO TAnTO nO AUTORIzO qUe se PUblIqUe
en OTROs sITIOs.
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CONTENIDO

SINOPSIS
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
4
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
EPÍLOGO

5
A mARlAnA gRelA-
UnO De lOs seRes hUmAnOs más
mágICOs qUe he COnOCIDO. TengO
sUeRTe De PODeR llAmARlA mI AmIgA.

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sInOPsIs

Una vida de drogas, sexo y rock 'n' roll fue un demonio que
Dean Finlay aceptó como su destino.
La suya no es una historia de amor. Es un viaje y las cosas
están a punto de torcerse...

Dean Finlay estaba listo para una vida más fácil. Estaba
cansado de la fama y había terminado con mujeres más
jóvenes. Cuanto más viejo se hacía, más jóvenes se
volvían. Era un puto bucle en el que estaba harto de estar
atrapado.

Brielle McGinnis había sido expulsada de su hogar de


acogida el día que cumplió dieciocho años. El embarazo que
había estado tratando de ocultar le había quitado la poca
juventud que había logrado conservar. Bri había crecido de
la noche a la mañana.

La vida la había hecho dura y había aprendido a sobrevivir.


Ahora, a los veintiocho años, tenía un buen trabajo con el
seguro trabajando en admisiones en la escuela secundaria
local.
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Cuando la leyenda del rock Dean Finlay entró en la oficina
de la universidad, quería un autógrafo para su hijo, pero su
arrogancia la hizo cambiar de opinión.
Al igual que cualquier otro hombre, fue una decepción.

Hasta que... ya no lo es.

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CAPÍTUlO 1

DeAn

necesitaba un canuto para almorzar con el presidente de


la universidad a la que asistí durante un semestre antes de
que se formara Slacker Demon, la banda de rock en la que
yo tocaba la batería. La mejor marihuana que el dinero
puede comprar debería hacer esto soportable.
Cuando mi contable me dijo que necesitaba otra
desgravación fiscal, opté por donar a mi única alma mater
universitaria. Siempre estaban pidiendo donaciones. Supuse
que lo necesitaban. Además, si iba a volver a vivir en el
Panhandle de Florida, tenía que invertir en la zona.
No esperaba que me invitaran a comer y me preguntaran si
quería hablar en la ceremonia de graduación del año
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siguiente. No sabía por qué coño querían que hablara un
tipo que no tenía un título.
¿Qué coño les iba a decir a los chicos?
Buena suerte con esos títulos.
Dróguense un poco, pero no demasiado.
Rock on.
Inhalé la última bocanada de alivio antes de quitarme las
gafas de sol y dirigirme al interior de la oficina principal del
campus. El aire acondicionado no parecía estar bombeando
lo suficiente como para enfriar el edificio. No debe estar en
el presupuesto mantener al personal de la oficina cómodo
durante los meses de verano. Por suerte, el almuerzo no iba
a ser aquí. Si tenía que aguantar que un hombre de
mediana edad me besara el culo, prefería al menos estar
cómodo.
Empujé la puerta de la oficina, entré y una brisa me golpeó
la cara. Suspiré aliviado y me giré para ver tres ventiladores
a toda potencia. No refrescaban precisamente, pero eran un
poco más llevaderos.

"Cuando te mando un mensaje, espero que respondas,


Cam".

Una voz femenina frustrada captó mi atención.


Me giré para ver la espalda de una mujer con el pelo
castaño grueso amontonado en la parte superior de la
cabeza en un moño desordenado con un lápiz a través de
él. Tenía una mano en la cadera y el vestido azul que
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llevaba se ceñía a sus curvas. Probablemente por el sudor.
Aunque los tres ventiladores apuntaban en su dirección, no
eran suficientes contra el calor de Florida.

"Eso no es excusa" –le espetó al pobre tipo del teléfono.

"No me importa" –le dijo.

Luego, suspiró pesadamente.

"Vale. Te quiero. Llámame en cuanto llegues".

Me estremecí. El tipo estaba siendo mantenido bajo su


pulgar. Luché contra el impulso de gritar, ¡Corre, hombre!
¡Corre como el viento! No hay un coño que merezca ese
comportamiento controlador.
Miré a mi alrededor para ver si alguien más podía indicarme
dónde estaba el despacho del presidente, pero estábamos
solos. Tendría que esperar a que terminara de asfixiar al tipo
con el que estaba hablando.
Entonces, se me ocurrió que tal vez podría salvarle de esta
llamada.
Necesitaba indicaciones, y Cam necesitaba colgar el
teléfono con aquella.
Me aclaré la garganta en voz alta.

"Tengo que irme" –dijo ella, luego giró sobre sí misma y sus
ojos se clavaron en los míos.
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Vi que se abrían ligeramente cuando dejó el teléfono sobre
el escritorio.

"Hola, Sr. Finlay. Lo siento. No le he oído entrar. Espero no


haberle hecho esperar demasiado".

En ese momento me di cuenta de dos cosas.


La primera, que era sexy en ese sentido de bibliotecaria
traviesa. Sus ojos eran tan grandes y de un azul tan brillante
que había que mirarlos un momento antes de seguir
adelante. Tenía los labios carnosos y pintados de rosa
pálido, y una delantera difícil de ignorar.
La segunda, comprendía un poco mejor al pobre Cam.
Probablemente tenía más o menos su edad, y ella era joven;
yo diría que unos veinte años.
Para un chico de esa edad, un coño caliente era una fuerza
poderosa en su vida.
Tal vez siempre lo sería.
La vida que había llevado me había insensibilizado ante el
poder de las mujeres. Conocía el engaño que podían
enmascarar tan bien.
La madre de mi hijo había sido una lección que no
necesitaba aprender dos veces.

“¿Has terminado con él? ¿O necesitas ladrar más órdenes


antes de ayudarme?” –Pregunté, queriendo señalar su
defecto.

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Me gustaría decir que era para hacerla pensar en cómo le
hablaba a su novio la próxima vez, pero era por razones
egoístas. No quería gustarle. Por muy tentadora que fuera,
había renunciado a las mujeres jóvenes.
Era demasiado viejo para esa mierda.
Era hora de empezar a salir con mujeres que no querían
reproducirse y tener familias.
Yo tenía una familia.
La familia de mi hijo.
No quería criar a otro niño. No había sido tan bueno la
primera vez.
Aquellos ojos que habían parecido tan angelicales se
entrecerraron ligeramente, y sus bonitos y carnosos labios
se afinaron.
La había cabreado fácilmente.
Supuse que necesitaría más comentarios groseros para
ponerla en mi contra.
Normalmente, hacía falta mucho más daño para que una
mujer me mirara así. Incluso cuando acababa con las
groupies, me sonreían y me daban las gracias al marcharse.
Ya no era un hombre joven, pero era Dean Finlay. Mi fama
me permitía salirme con la mía en muchas cosas. Las
mujeres y la mayoría de los hombres me perdonaban todo.
Besar culos era algo que esperaba.

“Sí” –dijo en un tono frío, y sus hombros se enderezaron


mientras me sostenía la mirada, sin suavizar ni una sola vez
la mirada que me dirigía.
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“Por favor, sígame” –añadió.

Entonces se dio la vuelta tan deprisa que el lápiz se le


escapó del moño desordenado y más pelo del que esperaba
le cayó en rizos sueltos casi hasta la cintura. Me recordaba
a un río de chocolate, o tal vez fuera la marihuana. En
cualquier caso, era precioso. Quería pasar los dedos por él
y comprobar si era tan sedoso y suave como parecía.
Recogió el lápiz y murmuró algo en voz baja, luego rodeó el
escritorio y me dirigió una última mirada de fastidio antes de
dirigirse a otro par de puertas al otro lado de la habitación.
Disfruté viendo cómo movía el culo mientras caminaba
delante de mí.
Oh, sí, Cam, entiendo por qué estás aguantando su boca.
Caminamos en silencio, y las ganas de ver hasta qué punto
podía enfadarla se apoderaron de mí.

“¿Eres ayudante de alumnos?” –le pregunté, sabiendo que


era muy poco probable.

“No. Trabajo en admisiones” –dijo secamente.

No recordaba la última vez que una mujer me había hablado


con tan poco interés. Yo era una leyenda del rock. Sabía mi
nombre, sabía quién era.

“Debe ser un trabajo de mierda” –dije.

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“¿O siempre eres tan… agradable?”

Ella se detuvo y giró para mirarme, su pelo osciló con el


movimiento repentino.
Me gustaba cómo lo hacía. Sin embargo, acababa de
enfadarla más. Ni siquiera había una sonrisa fingida en su
cara. Estaba dejando claro que yo no le gustaba y que mi
fama no le importaba. Maldita sea si eso no me gustaba.
Esto era algo nuevo.

“Disfruto con mi trabajo” –respondió tajante, y luego llamó


dos veces a la puerta de su izquierda.

No hizo ningún comentario sobre la otra, y estaba claro que


nadie le había llamado la atención por su actitud.
Probablemente por su aspecto. Estaba seguro de que se
había salido con la suya la mayor parte de su vida.
Decidí presionarla un poco más. A ver si conseguía hacerla
estallar.

“¿Tu mamá te dijo alguna vez que la belleza es sólo


superficial?” –le pregunté mientras apoyaba un hombro
contra la pared y la estudiaba.

Ella enarcó las cejas ante la pregunta.


Un profundo “Adelante” llegó desde el otro lado de la puerta
cerrada.

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“¿Te ha dicho alguna vez la tuya que no te metas en lo que
no te importa?" –replicó.

Luego, una sonrisa apareció en su rostro mientras abría la


puerta y daba un paso atrás.

“Que tenga un buen día, Sr. Finlay”.

No estaba listo para que esto terminara. Era entretenido.


Estaba disfrutando. Sería divertido follar con ella.
Literal y metafóricamente.

“¡Sr. Finlay!” –retumbó una voz, y supe que mi tiempo con la


descarada había terminado.

Mantuve la mirada clavada en la suya mientras pasaba junto


a ella y entraba en el despacho, que debía de estar como
mínimo a sesenta y cinco grados. Parecía que aquí era
donde se gastaba el presupuesto de aire acondicionado de
la universidad este verano.

"Gracias, Brielle" –le dijo a la morena, y ella asintió, luego


cerró la puerta al salir.

De mala gana, me puse en modo intérprete y dirigí mi


atención al hombre que tenía delante.

"Por favor, llámame Dean".


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El rostro del hombre me sonrió.
Era una mirada a la que estaba acostumbrado.
La que esperaba.
La que Brielle no me había dado.
Ni siquiera una vez.

17
CAPÍTUlO 2

bRIelle

el silencio. No era algo a lo que estuviera acostumbrada.


Ahora, en cuanto llegaba a casa del trabajo, estaba rodeada
de él. Lo sentía y me dolía el pecho.
Un dolor profundo que me dificultaba un poco la respiración.
La vida estaba cambiando, y esto no era más que el
principio.
Si ya lo estaba pasando mal, ¿cómo afrontaría el día en que
le viera marcharse en un coche sin mí?
¿O el día en que tuviera que marcharme, dejándole en la
universidad que eligiera?
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Inspiré profundamente y me senté en la silla de la cocina
que tenía más cerca. Me puse una mano sobre el corazón y
me di un momento para recuperarme.
Cam acababa de irse de campamento durante seis
semanas. Había trabajado muy duro para ayudarme a
pagarlo. Este había sido su sueño todo el año, y lo estaba
consiguiendo. Debería estar feliz por esto.
El año pasado sólo hablaba de campamentos de música. El
pasado agosto, su profesor de música en la escuela había
mencionado que Cam se beneficiaría de ello, y Cam se
había empeñado en que lo conseguiría.

"Eres más que la madre de Cam, Brielle. Eres una mujer


fuerte e independiente que tiene un buen trabajo y necesita
aceptar que su hijo está creciendo. Tú también necesitas
una vida" –me dije en voz alta.

No estaba segura de estar escuchándome.


Suspirando, me volví a levantar y me acerqué a la nevera.

"Tampoco necesitas comer helado de chocolate, sentarte


sobre tu trasero y ver Netflix. Tienes que salir a correr.
Organiza el armario del pasillo. Lee uno de los libros que
compraste y que están amontonados, sin leer, al lado de tu
cama" –me dije mientras metía la mano en el congelador en
busca del helado.

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No estaba de humor para escucharme a mí misma esta
noche.
Esta mañana había metido a Cam en un autobús, rumbo a
un campamento a trescientos treinta y seis kilómetros de mí.
Necesitaba este helado. Y posiblemente una botella entera
de vino.
Nunca había estado lejos de Cam tanto tiempo.
Nunca se había alejado de mí más de una noche, y aun así,
había sido en casa de un amigo.
Además, me había suplicado una cosa antes de irse: que le
pidiera un autógrafo de Dean Finlay.
Dean Finlay había sido su ídolo desde el momento en que
Cam se enamoró de la batería.
Slacker Demon había sido una vez mi banda favorita, pero
la vida había pasado, y yo había cambiado. Era de esperar
que mi hijo idolatrara a Dean Finlay.
Me había preparado para conseguir su autógrafo para Cam
hoy, pero entonces el arrogante asno había abierto la boca.
Le había fallado a Cam, pero necesitaba un nuevo héroe.
El que tenía apestaba.
Deslizándome de mis tacones altos, los pateé hacia la
puerta y llevé mi helado al salón. Había una nueva
temporada de Sea Breeze en streaming, e iba a verla
mientras comía mis sentimientos.
Justo antes de hundirme en el sofá, mi iPhone empezó a
sonar. Miré hacia la cocina. Lo había dejado sobre la mesa.
Normalmente, lo ignoraría, pero no con Cam fuera. Podría
haber una emergencia.
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La idea de que pudiera necesitarme me hizo volver
corriendo a la cocina para sacar el teléfono de la mesa de
fórmica azul descolorida que había comprado hacía tres
años en una tienda de segunda mano.
El nombre de Clara, mi mejor amiga, se iluminó en la
pantalla. Sabía que Cam se había marchado esta mañana y
esta era su llamada de confirmación. A diferencia de mí,
Clara vivía como la mayoría de las mujeres solteras de
veintiocho años que conocía. Por ejemplo, se hacía la
manicura con regularidad, compraba ropa y tenía citas.
Si no le contestaba, estaría aquí en menos de veinte
minutos, trayendo su burbujeante personalidad al interior de
mi apartamento. Necesitaba revolcarme a solas, así que
decidí contestar.

"¿Hola?" –Dije, poniéndome el teléfono en la oreja y


dándome la vuelta para volver al salón.

"Vale, escúchame" –empezó, lo que significaba que estaba


a punto de sugerirme algo que no quería hacer.

"Puedo ir a ayudarte a arreglarte y luego iremos a


Chandelier esta noche. Nunca vas a las discotecas
conmigo, y lo entiendo porque quieres estar en casa para
Cam, incluso cuando se queda a pasar la noche en casa de
un amigo, pero da igual. Esta noche, tienes que sacar tu
culo sexy de ese apartamento e ir a divertirte. Conoce a un
chico. O chicos. El cielo es el límite”.
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Metí la cuchara en el helado, esperando a ver si seguía
hablando. Tras un momento de silencio, supe que era mi
turno de hablar.

“Ha sido un día muy largo” –dije, y Clara gimió al otro lado
de la línea.

“Lo ha sido. Estoy emocionalmente agotada. El trabajo ha


sido…”

Hice una pausa porque si le contaba mi experiencia


negativa con Dean Finlay se iba a volver loca. Era una gran
fan de Slacker Demon. Su pasado y el mío no eran iguales.

“Fue una mierda, y luego, por supuesto, Cam se ha ido.


Sólo necesito una noche para adaptarme”.

“Entonces, ¿estás diciendo que mañana por la noche


saldrás conmigo?”

Ella saltó sobre eso rápidamente, y supe que no iba a


dejarlo pasar.

“Sí, tal vez” –respondí, sin querer.

“No puedes engañarme. Ya lo sabes. Vas a salir conmigo


mañana. No recuerdo la última vez que tuviste una cita,
Brielle. Han pasado años. ¡Literalmente años! ¿Cómo se
22
llamaba, Jonah o Noah? No me acuerdo. No importa.
Acabas de salir con él dos veces. Es hora de vivir. Sal ahí
fuera. Diviértete este verano. El verano de las chicas
calientes”.

Puse los ojos en blanco y me metí la cucharada de helado


en la boca. Lo hacía parecer tan divertido. ¿Acaso no sabía
lo divertido que era comer helado y ver mi serie favorita?
Probablemente no.
Clara era mi opuesto, y también la razón por la que éramos
amigas. Cuando se empeñaba en algo, se agarraba y no lo
soltaba. Por alguna razón, hace ocho años, ese algo al que
se había aferrado era yo. Yo necesitaba una familia, y ella
se había convertido en eso.

“Vale, iré mañana por la noche, pero no me presiones. El


verano de las chicas calientes suena agotador y molesto.
Me gusta mi vida, Clara. No necesito un hombre. Tengo a
Cam”.

Clara suspiró dramáticamente.

“Cam es tu hijo. Y eres la mejor madre que conozco, pero,


Brielle, tienes que buscarte la vida. Cam está creciendo. Va
a empezar a querer hacer cosas sin ti. Cuando eso pase, te
vas a derrumbar porque olvidaste cómo ser tú. Encuéntrate
a ti misma. Eres más que la mamá de Cam”.

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Abrí la boca para argumentar que era consciente de ello
cuando un fuerte estruendo procedente del pasillo exterior
de nuestro apartamento llamó mi atención.
Me levanté y me dirigí a la puerta, sin oír nada de lo que
Clara decía. Había voces fuera y más golpes. Decidí si era
seguro abrir la puerta cuando un hombre gritó:

“¡Este piso no! Se supone que tenemos que empezar por


arriba”.

Mi mano rodeó el pomo de la puerta y la abrí despacio,


asomándome al bullicioso pasillo. Mis vecinos no eran gente
ruidosa. La señora Jo vivía a nuestra derecha y dentro de
diez días celebraría su septuagésimo octavo cumpleaños.
Iba a prepararle una tarta, como hacía siempre.
Damar y Jim vivían al otro lado del pasillo. Trabajaban
muchas horas y casi nunca estaban en casa.
Probablemente no los vería hasta el cumpleaños de la
señora Jo.
Unos ojos marrones con pestañas espesas y largas -que
deberían haber hecho que sus ojos parecieran femeninos,
pero de alguna manera no lo hicieron- se clavaron en los
míos, y me quedé helada. La puerta estaba medio abierta, y
la voz de Clara en mi oído, llamándome por mi nombre, me
recordó que estaba allí.

“Sí, lo siento. Había ruido en el pasillo. ¿Puedo llamarte


luego?” –respondí.
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“¿Ruido? ¿Qué tipo de ruido? ¿Te encuentras bien? ¿Tengo
que llamar a la policía?” –preguntó con voz cada vez más
asustada.

“No. No pasa nada. Parece mantenimiento o algo así. Te


llamo luego” –repetí, y terminé la llamada antes de que
pudiera hacer más preguntas.

Mi curiosidad era más fuerte que mi aprecio por un hombre


de grandes pestañas, me di cuenta, mientras apartaba mi
mirada de la suya y observaba el resto de la situación.
Un hombre pelirrojo con barba a juego sostenía una
escalera con el ceño fruncido.

"¿Por qué importa en qué planta empecemos? Esta maldita


escalera es un coñazo de subir" –dijo el pelirrojo.

"Le importa al hombre que nos paga. Yo llevaré la escalera.


Pero estas latas de pintura no son mucho más ligeras" –
replicó Ojos Marrones.

"Al menos no son tan voluminosos" –dijo el hombre, dejando


caer la escalera al suelo con un suspiro de alivio.

"El equipo que está colocando el suelo de madera y las


baldosas de mármol está arriba ahora. Deberíamos haber
llegado antes. Vamos” -dijo Ojos Marrones con la voz llena
de frustración.
25
Me miró de nuevo.

"Perdona si te hemos molestado".

"No sabía que se estaban haciendo reformas en el edificio"


–dije, pensando que el propietario debería haber enviado
una nota a los residentes.

¿Y quién demonios iba a poner el suelo de mármol?

"De momento, sólo la planta del ático. Cuando esté


terminado, se renovarán la entrada, los ascensores y la
estructura exterior" –me dijo.

"Vaya" –murmuré, preguntándome qué había provocado


aquello.

El señor Halston tenía casi ochenta años. Era propietario de


este edificio de apartamentos, junto con otros cuatro de la
ciudad, algunas estaciones de servicio, una o dos tiendas de
comestibles y el edificio de correos. Nunca hacía
actualizaciones, pero este era un edificio más nuevo y
estaba en la parte más bonita de la ciudad. Lo había elegido
para que Cam pudiera asistir a las escuelas de esta zona.
Eran lo mejor que podía ofrecerle.

"El nuevo propietario está convirtiendo este edificio en algo


muy bonito. Elegante y esas cosas" –me informó el pelirrojo.
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"¿Nuevo propietario?" –pregunté, confusa.

¿Cómo no sabía que el edificio tenía un nuevo dueño?

"Sí, Halston lo vendió. Jodida sorpresa. Ese viejo se aferra a


todo" –añadió el tipo.

La puerta contigua a la mía se abrió y la señora Jo salió al


pasillo, frunciendo el ceño.

"¿Qué es todo este alboroto? No oigo mi programa en la


tele-visión" –ladró, y luego me miró.

"Brielle, cariño, ¿cómo estás? ¿Cam ha ido bien al


campamento? Iba a hacerte una tarta de delicias de cereza
para animarte, pero hoy se me ha olvidado ir a la tienda".

Ambos hombres empezaron a moverse de nuevo hacia la


escalera. Los miré brevemente, preguntándome quién había
comprado el lugar y decidiendo que lo buscaría en Google
cuando volviera a entrar en mi apartamento.

"Parece que el último piso se está renovando" –le dije.

"Y yo estoy bien. No te preocupes por la tarta. Sin Cam aquí


para ayudarme a comerla, engordaría cinco kilos" –le dije
con una sonrisa.

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Ella negó con la cabeza y me señaló con el dedo.

"No harías algo así. Ya eres demasiado pequeña. A los


hombres les gusta que sus mujeres tengan algo de carne en
los huesos. Al menos, así era en mi época. Curvas. Todos
queríamos curvas y chocolate. La vida era buena entonces”
-musitó, se dio la vuelta, entró en su apartamento y cerró la
puerta.

No tenía ninguna duda de que mañana tendría una tarta


esperándome cuando llegara a casa del trabajo.

28
CAPÍTUlO 3

DeAn

Podrías haberte comprado una casa" –me dice Rush, mi


"
hijo, mientras entraba en mi nuevo ático.

"Tengo una casa" –respondo, metiendo la mano en la


nevera para sacar dos cervezas.

"Está en Los Ángeles. Podrías haber comprado una aquí".

Le entregué la cerveza.

"Vivo solo. No necesito una maldita casa aquí. Este sitio


tiene tres dormitorios, sauna, jacuzzi y vistas".
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Rush se rie entre dientes.

"Sí, después de que la renovaras por completo. Lo que tú


digas, papá".

"¿Qué? Es un gran edificio, y necesita algo de trabajo. Me


da algo que hacer. Compré este lugar para estar cerca de mi
familia. Los niños están creciendo, y quiero estar aquí para
ello, pero necesito una puta vida también. Esto es un
proyecto. Me mantendrá ocupado".

Rush sonrió satisfecho.

"Por ahora".

Me acerco al sofá de cuero blanco, me siento en él y apoyo


los pies en la otomana.

"Cuando termine esto, buscaré un nuevo proyecto" –


respondo.

Rush da un largo trago a su botella y me mira.

"No me refería a eso. Kiro se aburrirá y querrá volver de


gira, y entonces tú volverás a la carretera".

Eso siempre era una posibilidad, pero esta vez no estaba


tan seguro. Kiro parecía acabado.
30
Cuando no estaba viviendo su vida de estrella del rock,
estaba en Rosemary Beach, visitando a su hija y a su nieta.
Aunque quisiera volver a salir de gira, por ahora estaría
aquí.
Me encojo de hombros.

"¿Quién sabe? Puede que demos algunos conciertos aquí y


allá, pero creo que ya hemos terminado con la carretera".

"Ya he oído eso antes" –dice Rush.

No iba a discutir. Lo había visto todo a lo largo de su vida.


No estaba seguro de lo que el futuro deparaba a Slacker
Demon, pero ya no me controlaba. La fama, las mujeres, la
música... todo había envejecido. Quería algo más que esa
vida.

"¿Has conocido a tus inquilinos?" –pregunta Rush con tono


divertido.

Niego con la cabeza.

"No”.

Lo había pensado, pero luego cambié de opinión.


Al final sabrían que vivía aquí. No podía mantenerlo oculto
mucho tiempo. Incluso con mi entrada privada y el garaje,
me verían.
31
"No puedes ocultar el hecho de que estás viviendo aquí. Se
sabrá."

"Lo sé”.

"Deberías haber comprado una casa en Rosemary Beach.


Están acostumbrados a los famosos. No te habrían
molestado".

Rush vivía en Rosemary Beach desde que era un niño. Le


había comprado una casa allí y había permitido que su
madre viviera en ella con su hermanastra hasta que Rush
tuviera edad suficiente para decidir si se quedaban o se
iban. Era una ciudad costera pequeña y elitista, y me
alegraba de que mis nietos crecieran allí, pero no quería
estar allí. No tan cerca. Quería formar parte de sus vidas,
pero no involucrarme por completo. Ellos necesitaban su
espacio y yo el mío.

"Me gusta estar aquí. Siempre me ha gustado. Es más


grande que Rosemary Beach, pero no demasiado. También
está más cerca del aeropuerto".

Empecé a decir algo más cuando sonó el teléfono de Rush,


que lo miró antes de contestar.

"Hola" –dijo, poniéndose de pie y caminando hacia la mesa,


donde había dejado caer sus llaves.
32
"Estoy en la nueva casa de papá, pero me voy ahora. Estaré
allí en treinta minutos. Te amo".

Le eché un vistazo, sabiendo que era su mujer, Blaire.

"¿Todo bien?"

Rush se detuvo en la puerta.

"Sí. Nate le dio un puñetazo a un chico en el club de


campo".

Sonreí.

"¿Qué hizo el chico?".

Rush negó con la cabeza.

"Blaire dijo que el chico llamó a Lila Kate un nombre o


alguna mierda. No lo sé. Sólo tengo que ir a ayudarla a lidiar
con eso".

Lila Kate era la nieta de Kiro. A la que él adoraba.


Nate y Lila Kate crecían juntos en Rosemary Beach, como
una familia.
Levanté una mano para saludar, pero no me levanté.

"No seas tan duro con mi nieto. Actúa igual que su padre".
33
Rush dejó escapar una breve carcajada.

"Adiós, papá".

"Adiós" –le devolví la llamada y bebí otro trago de mi


cerveza.

El silencio vino una vez que él se había ido, y me senté allí


en él. Esto era nuevo para mí e incómodo a veces, la mayor
parte del tiempo. Nunca había estado solo mucho tiempo. Mi
vida había estado llena de los chicos de la banda.
Siempre había vivido con Kiro en la mansión que teníamos
en Beverly Hills.
Cuando tu vida había estado llena de ruido y gente, no se te
daba bien la soledad.
Me pasé los diez minutos siguientes intentando equilibrar mi
botella de cerveza sobre la rodilla. Cuando lo conseguí, me
levanté y me acerqué a la ventana. La piscina necesitaba
una reforma. Una revisión completa. Había quedado con un
contratista para poner una cascada de rocas y un tobogán,
pero quizá debería desmontarla por completo y hacerla más
grande. Añadir más flash a la misma. Algo que les gustara a
mis nietos.
Con esa idea en la cabeza, decidí ir allí.
Cogí una gorra de béisbol negra y unas gafas de sol. Si
mantenía la cabeza gacha, esto normalmente me
disimulaba lo suficiente. Podía llegar a la piscina desde el
ascensor privado que conducía a mi propio garaje, pero
34
había que dar un largo paseo por el exterior hasta la puerta.
Así que, cuando salí por mi puerta, me dirigí al ascensor
principal del edificio para usarlo por primera vez desde que
me había mudado. La pintura fresca se veía bien junto con
los nuevos espejos del ascensor. Le daban profundidad.
El ascensor no se detuvo en ninguna de las otras plantas, y
suspiré aliviado cuando llegó a la planta inferior y no había
nadie esperando al otro lado.
Era más difícil pasar desapercibido si estabas cara a cara
con alguien. Sólo me crucé con algunos de los paisajistas
que había contratado, trabajando en las palmeras que había
encargado para bordear el paseo hacia la zona de la
piscina. Uno de ellos se fijó en mí y asintió, pero no dijo
nada. Levanté la barbilla en señal de saludo silencioso y
continué hasta llegar a la verja blanca que rodeaba la
piscina. Al entrar, observé las instalaciones. Ya la había visto
una vez, cuando hice una oferta para comprar el edificio.
Entonces supe que iba a necesitar reformas. La única
mejora que había hecho hasta entonces era sustituir las
tumbonas de plástico barato por otras de teca con
portavasos integrados en los reposabrazos y cojines para
tumbarse.
No hice contacto visual con nadie mientras echaba un
vistazo a las tumbonas que no estaban en uso. Sin
embargo, mi mirada me traicionó cuando se topó con un
culo suave, redondo y bronceado, apenas cubierto por un
bikini rosa intenso.

35
Me fijé en las piernas, los delgados tobillos y los delicados
pies antes de dejar que mi mirada se moviera hacia arriba
por la espalda desnuda. Dos veces tuve que ceder y volver
a mirar el culo antes de subir para ver el pelo castaño
oscuro amontonado sobre su cabeza.
Un niño gritó y salpicó agua en mi dirección,
interrumpiéndome mientras memorizaba la vista para mi
banco de azotes. Eso desvió mi atención de la mujer, pero
sólo el tiempo suficiente para quitarme las gafas de sol y
secármelas. Cuando volví a mirarla, ya no estaba boca
abajo, sino sentada y recogiendo sus cosas. Tenía el móvil
pegado a la oreja y sonreía mientras escuchaba a su
interlocutor.
Se levantó y se puso las gafas de sol en la cabeza mientras
buscaba algo, y una sonrisa se dibujó lentamente en mi
cara.
Era ella.
La chica de la oficina de la semana pasada. La de la
universidad.
Se llamaba... Brielle.
Me quedé allí de pie, observándola detrás de mis gafas de
sol oscuras, esperando a que se diera cuenta de mi
presencia. La conversación que mantenía por teléfono tenía
toda su atención. Empezó a caminar hacia la puerta para
marcharse, sin mirar ni una sola vez en mi dirección.
Di un paso atrás, impidiéndole el paso. Entonces se detuvo
y levantó su mirada hacia la mía. Tenía el ceño fruncido por
la molestia.
36
Tardó un momento.
Mis gafas de sol y mi gorra de béisbol funcionaban bien si
alguien no me buscaba o no me esperaba. Sin embargo,
tenía la esperanza de que me recordara lo suficiente de la
semana pasada como para ver más allá del semidisfraz.
Lo vi en sus ojos cuando se dio cuenta de quién era.
Una miríada de emociones cruzó su rostro antes de
asentarse en lo que yo llamaría inseguridad y confusión.
Sus ojos miraron al resto de los residentes de la zona de la
piscina para ver si alguien miraba en esa dirección antes de
volver a mí.

"¿Qué haces aquí?" –me preguntó.

"¿Qué haces tú aquí?” –le contesté.

Con un suspiro y poniendo los ojos en blanco, dijo entre


dientes apretados:

"Vivo aquí".

Entonces me eché a reír. No pude evitarlo. Ya había


deducido que probablemente era residente, pero siempre
cabía la posibilidad de que estuviera visitando a alguien y
utilizara la piscina. Saber que vivía en mi edificio era
demasiado divertido.

37
"¿Te parece divertido?" –me preguntó, luego inclinó la
cabeza hacia un lado y me miró fijamente.

"Tú no vives aquí. ¿Por qué...?"

Entonces se detuvo y sus ojos se abrieron de par en par. Se


le cayó el labio inferior y soltó un grito ahogado.

"No" –exhaló, cerró los ojos con fuerza y murmuró algo en


voz baja que no llegué a captar.

La observé, completamente entretenido por su reacción.

"Voy a suponer que has averiguado por tu cuenta por qué


estoy aquí" –dije, cruzando los brazos sobre el pecho,
incapaz de dejar de sonreír.

"Tú" –dijo ella.

"¿Compraste este lugar?”

Asentí con la cabeza.

"¿Por qué? ¿No tienes un...?”

Hizo una pausa, volvió a mirar a su alrededor y susurró:

"¿Una mansión en Beverly Hills o algo así?".


38
Sabía dónde vivía.
Me impresionó.

"Si sabes eso, entonces probablemente sepas que tengo un


hijo que vive en Rosemary Beach. Y nietos también".

Levantó las cejas.

"Sí, pero esto no es Rosemary Beach".

"¿Qué te parece la piscina?" –Le pregunté en su lugar.

"Necesita una reforma, ¿no crees?".

Me miró fijamente, sin decir nada.


Lo admito, me había aburrido antes de venir aquí y
encontrarla. Me divertía ver cómo se enfadaba conmigo. Era
interesante, y aunque ya no me follaba a mujeres de su
edad, eso no significaba que no pudiera hablar con ella.

"La piscina está bien como está" –dijo.

"Pero te gustan las nuevas tumbonas" –le dije, sabiendo que


mentiría si dijera que no.

"Sí, me gustan" –reconoció, pero la expresión agria de su


cara dejaba claro que odiaba decirlo.

39
"¿Cómo está Cam?" –le pregunté, sorprendido de haber
recordado el nombre del pobre chico al que controlaba con
su vagina mágica.

"Está bien" –espetó.

"Tengo que irme" –añadió, y me rodeó para marcharse.

Así, sin más, iba a marcharse.


¿Alguna vez una mujer se había alejado de mí mientras le
hablaba?
La seguí con la mirada mientras se marchaba y, cuando me
devolvió la mirada antes de abrir la puerta, le guiñé un ojo.
Brielle acababa de mostrar una pequeña grieta en su actitud
molesta al mirar hacia atrás.
No era completamente inmune a mí.
Aunque deseara serlo.

40
CAPÍTUlO 4

bRIelle

Di un portazo con más fuerza de la necesaria, tiré la bolsa


al suelo y gruñí de frustración.
Era un gilipollas, un imbécil, y seguía apareciendo en mi
vida y recordándome todas esas cosas.
¿Qué había hecho mal para que el cosmos lo dejara caer no
sólo en mi edificio, sino también como el nuevo propietario
de mi maldito edificio?
No importaba.
Rara vez le vería.
Dudaba que fuera a entrar así como así.
41
Obviamente había estado tratando de ocultar su identidad
en la piscina. Como si la gente no se diera cuenta de que un
hombre llevaba vaqueros rotos y botas negras de piel de
serpiente junto a una piscina en Florida durante el verano.
Por no hablar de su camisa negra desabrochada que
mostraba sus tatuajes.
Iba a llamar la atención.

"Que Dios me ayude si Clara se entera" –murmuré en voz


alta.

Nunca se iría.
Unos golpes en la puerta interrumpieron mis pensamientos y
me di la vuelta para ir a abrir. Esperaba que fuera la señora
Jo, ya que sabía que Clara no iba a venir y la señora Jo era
la única otra persona que me visitaba. Sobre todo para
dejarme algo que había horneado y que no necesitaba
comer.
El albañil de ojos marrones con el que me había cruzado
varias veces mientras trabajaba fuera la semana pasada
estaba allí de pie. Me sonrió y sus ojos se posaron en mi
pecho. Tiré de mi abrigo, que se había quedado abierto,
para cerrarlo. Volvió a mirarme a la cara cuando se dio
cuenta de que le había pillado.

"Sólo quería que supieras que estamos trabajando en tu


piso esta semana. Pintaremos, martillaremos un poco, pero
no demasiado. No debería ser tan ruidoso".
42
Otra molestia, cortesía del nuevo propietario. Aunque una
mano de pintura no vendría mal.
Nuevas lámparas también estaría bien. Quizá también
pintura nueva en las puertas.
Asentí con la cabeza.

"Gracias por avisarme" –le contesté.

Se aclaró la garganta y arrastró los pies con nerviosismo.

"Sí, eh, y me preguntaba... Quiero decir, me he fijado en ti


porque es difícil no fijarse en ti. Quiero decir, es decir, yo...
¿te gustaría cenar conmigo alguna vez? ¿O quizás tomar
algo? ¿Un café? Soy Gavin, por cierto".

Oh. Vaya.
Me estaba invitando a salir.
Vale, um... ¿quería salir con él?
Era atractivo. Parecía que tenía un buen trabajo.
Mi última cita había sido por lo menos hace dos años. Fue
increíblemente aburrida. Había hablado de sus años de
fútbol en la universidad, y tenía treinta y dos años.

"Las bebidas suenan bien, y yo soy Brielle" –respondí antes


de que pudiera disuadirme a mí misma.

No iba a aceptar cenar por si esta cita también era una


bomba.
43
Cuanto más corto fuera el compromiso, más rápido podría
escapar.
Entonces me sonrió, y me di cuenta de que tenía una gran
sonrisa. No le había prestado mucha atención antes.

"Sí, lo sé. Oí a tu vecina llamarte por tu nombre la primera


noche que te vi" –respondió.

"Salgo mañana. ¿Es demasiado pronto?"

Se había acordado de mi nombre. Qué bien.

"Mañana me parece bien" –respondí.

"¿A las siete? ¿O antes? ¿Más tarde?" –preguntó.

"A las siete está bien" –le dije, ya que probablemente


comería a las cinco y media.

"Estupendo. Te recojo a las siete".

Hice una pausa. No estaba segura de estar preparada para


subirme al coche con un hombre que no conocía.

"¿Nos vemos allí?" –Le pregunté.

Asintió con la cabeza.

44
"Sí, por supuesto" –dijo.

"Debería haberte preguntado si querías hacerlo. Perdona.


Carmines está a la vuelta de la esquina. No tendrías que ir
muy lejos. ¿Te parece bien, o tienes otra sugerencia?" –
preguntó.

Conocía bien Carmines. Tenían unas magdalenas de


terciopelo rojo excelentes.

"Carmines funciona para mí".

"Genial. Bueno, vale. Yo, eh, nos vemos entonces. Si no


antes. Ya que" -hizo un gesto con la cabeza hacia el pasillo-
"estaré trabajando aquí el resto del día".

"Sí, es probable que te vea al menos una vez más hoy" –le
dije.

Empecé a despedirme de él y a cerrar la puerta cuando otra


voz me detuvo.

"Brielle, ¿qué te parece un azul muy claro para las paredes?


Alegra un poco el lugar. Este verde es demasiado oscuro,
joder" –preguntó la voz suave y profunda de Dean, haciendo
que la cabeza de Gavin girara en esa dirección.

45
Se había quitado la gorra y las gafas de sol, y miraba las
lámparas del techo, que llevaban veinte años desfasadas.

"También hay que quitarlas" –dijo.

No dije nada porque caí en la cuenta de que ahora sabía el


número de mi piso. Aunque era el dueño y podría haber
mirado en los archivos. O tal vez ya lo sabía y por eso
estaba aquí.

"Cualquier color que elija estará bien, señor Finlay" –


respondí.

"Mierda" –murmuró Gavin en voz baja.

No debía saber para quién estaba trabajando. Estaba con la


boca abierta, claramente conmocionado.
Quería decirle que no desperdiciara su emoción con aquel
hombre.
Dean levantó una comisura de los labios en una media
sonrisa.

"Vamos, Brielle. Tú vives aquí. Tienes que tener una


opinión".

"Azul claro suena genial" –dije.

46
"Tengo que irme" –añadí y volví a mirar a Gavin para
despedirme de él, pero estaba concentrado en Dean, que
aún no lo había reconocido.

Cuando empecé a cerrar la puerta, oí una risita de Dean.


¿Por qué su risa tenía que ser sexy?
Tenía toda la fama y el dinero del mundo. Seguía siendo un
rompecorazones mundial a sus cincuenta años.
¿No podía su risa ser al menos molesta?
Me alejé de la puerta, sin querer oír sus voces, y me dirigí al
cuarto de baño para darme una ducha.
Clara iba a venir esta noche, traería tacos de nuestro
camión de comida favorito de West Beach, e íbamos a ver
una película.
Ella había querido salir, pero yo me había negado a hacerlo
de nuevo tan pronto.
Al día siguiente de la marcha de Cam, habíamos salido y yo
lo había odiado. Clara se había conformado con una noche
sin hombres aquí. Sólo esperaba que Dean Finlay
mantuviera su culo arriba, donde pertenecía. No quería que
Clara se enterara de que vivía aquí. Ella querría algo más
que un autógrafo. Cam había querido su autógrafo, pero le
fallé en esa parte.
Después de que Dean fuera un completo imbécil desde el
momento en que abrió la boca, no pude pedirle nada ese
día. Por qué había esperado algo más de Dean, no lo sabía.
Él era quien era. Quería a mi hijo, pero tendría que vivir sin
conseguir ese autógrafo.
47
De ninguna manera iba a alimentar el ya enorme ego de ese
hombre.
Una vez, nada me había gustado más que ver a Slacker
Demon en concierto. Mi novio me había conseguido una
entrada para su concierto, y me escapé de casa de mi
familia de acogida para encontrarme allí con él, ya que no
había aparecido para recogerme. Cuando llegué, descubrí
que se había liado con mi mejor amiga y, al parecer, le había
dado mi entrada a ella. Aquella noche marcó el rumbo de mi
vida, y yo ni siquiera me había enterado. Un mes después,
cumplí dieciocho años y me echaron de mi casa de acogida.
También fue la mañana en que no me vino la regla.
Justo cuando el agua corriente se calentó lo suficiente para
que entrara, mi teléfono sonó, alertándome de un mensaje.
Me giré para mirarlo y asegurarme de que no era Cam.
En la pantalla aparecía un número extraño y lo cogí.

Me alegro de que te guste el azul claro. -D

El cabrón había sacado mi número de teléfono de mi


contrato de alquiler.
Dejé caer el teléfono sobre la encimera y me metí en la
ducha.
No iba a responder.
Quizá pensaría que había cambiado de número.

48
CAPÍTUlO 5

DeAn

Una llamada rápida a Maegan, la administradora del


edificio que había contratado, y me dio la lista de residentes,
los números de sus apartamentos y sus números de
teléfono. No los necesitaba todos. Sólo el de Brielle. Porque
tenía curiosidad. Ella me entretenía. No iba a hacer nada
por ella debido a su edad, pero podía divertirme un poco.
El pobre Cam no sabía que mientras él aparentemente
estaba fuera de la ciudad, ella iba a tener una cita con uno
de los hombres del equipo de construcción que yo había
contratado. Claro, podía echarle la bronca a Cam por no
mandarle mensajes, pero le pondría los cuernos muy
fácilmente.
Sacudí la cabeza al pensarlo.
49
Era una lástima.
Esperaba que fuera diferente, pero no lo era.
La puerta de mi entrada privada se abrió y me giré para ver
a Kiro entrando en mi ático. Llevaba una camiseta rota,
pantalones de cuero negro y botas de combate.
No me lo esperaba.
Levantó la mano y se quitó las gafas de sol de diseño
mientras me miraba.

"¿Por qué coño vives en este infierno?" –preguntó, y luego


observó la zona.

"¿Dónde está el whisky? Ni siquiera hay un bar en


condiciones en este lugar".

"No hay whisky, pero hay cerveza en la nevera" –le


contesté.

Enarcó las cejas.

"¿Por qué coño no tienes whisky? Jesús, tío, vuelve a las


Colinas, donde perteneces".

Kiro estaba más en Rosemary Beach que en Beverly Hills


estos días. Sabía por qué estaba aquí, y era la misma razón
por la que seguía volviendo. Su nieta, Lila Kate, y su hija,
Harlow.

50
Tenía más nietos y dos hijos más -que supiéramos-, pero no
estaba tan unido a ellos. Harlow era la hija de la única mujer
a la que Kiro había amado. Era la niña que más le
importaba.

"¿Vienes a verme de camino a Rosemary Beach?" –le


pregunté mientras me sentaba en el sofá.

"No me vengas con esas. Visitar a la familia es diferente a


mudarse a esta parte infernal de Estados Unidos. Aquí no
puedo respirar. El aire es demasiado espeso" –dijo mientras
pasaba a mi lado.

"¿Dónde está la maldita cocina?" –preguntó mientras se


dirigía hacia el dormitorio principal.

"Por el otro lado" –le dije.

Le preguntaría cómo me había encontrado, mi entrada


privada, y conocía el código para entrar, pero ya sabía la
respuesta: Maegan. Se había estado follando a Kiro en Los
Ángeles, pero él se aburrió de ella y yo le ofrecí este trabajo.
Ella no era una groupie. Había sido nuestra administradora
inmobiliaria hasta que Kiro decidió que había terminado con
ella y la quería fuera.
Le oí maldecir mientras despotricaba de que mi cocina era
demasiado pequeña, y sonreí. Siempre sería Kiro Manning,
leyenda del rock, cantante de Slacker Demon.
51
Ni siquiera la dulce Lila Kate podría cambiar su
personalidad. Adoraba a su nieta. Se parecía tanto a su
madre a esa edad. Vigilaba sus maldiciones cerca de Lila
Kate, pero eso era todo.
Cuando volvió al salón, levantó la cerveza con el ceño
fruncido.

"Puedes hacerlo mejor que esta mierda" –dijo, y luego se


sentó frente a mí.

"Supongo que estás hablando con Maegan otra vez" –le


dije.

Soltó una carcajada.

"Claro que no. Estaba demasiado apegada. Eso es un puto


libro cerrado".

"Pero la llamaste para conseguir mi información" –señalé.

"Y ella te la dio".

Se encogió de hombros.

"¿Y qué? Tú y yo vivimos juntos desde que teníamos veinte


años. Tenemos una casa juntos. Ella lo sabe. ¿Por qué no
me daría el código de tu ático?"

52
Porque no era el dueño. Pero no dije nada. No era como si
Kiro fuera a visitarme a menudo. Odiaba el calor y la
humedad de Florida. Además, con él aquí, no estaba solo.

"¿Quieres venir a Rosemary conmigo? ¿Visitar a los niños?"


–me preguntó.

Negué con la cabeza.

"Rush acaba de salir hace unas horas. Le dije que estaría


allí la semana que viene".

Kiro agitó su cerveza.

"¿Qué coño vas a hacer aquí?".

Había estado debatiendo sobre la comprobación de Brielle


McGinnis en las redes sociales. Ver si tenía un Instagram o
incluso un TikTok. Estaba más intrigado por ella de lo
necesario, pero ¿quién coño podía culparme? Su culo
apenas cubierto en la piscina me había provocado.
Me gustaba su descaro y actitud. Luego, estaban sus tetas.
Joder, me gustaban las tetas grandes, y ella tenía un par
excelente. Incluso si ella era una tramposa ... pero entonces
tal vez no lo era. Tal vez ella y Cam tenían un acuerdo
abierto. ¿Quién era yo para juzgar? Especialmente después
de la mierda que había hecho.

53
"Tengo que reunirme con el equipo de construcción. Tomé
nota de algunas renovaciones más hoy que se debe hacer "
–le dije.

"¿No contrataste a Maegan para esa mierda?" –preguntó.

Había contratado a Maegan para gestionar el edificio, no la


construcción, pero no iba a explicárselo a Kiro. No tendría ni
idea de lo que significaba. El último trabajo que había
tenido, aparte de entretener a millones de personas con su
voz, había sido en un local de comida rápida cuando
teníamos dieciocho años. Mi renovación de este lugar era
un trabajo para él. No comprendía mi deseo de hacerlo.
De repente sonó una alarma y me levanté al reconocerla.
Una alarma de incendios.
¡JODER!

"Joder, ¿qué es ese ruido?" –Preguntó Kiro, sin moverse de


su posición relajada.

"Alarma de incendios" –dije, dirigiéndome hacia la puerta


que conducía al ascensor principal.

Las escaleras se encontraban en la entrada privada.


Necesitaba llegar antes al origen del humo.
Mi teléfono empezó a sonar, y el nombre de Maegan se
iluminó en la pantalla.

54
"¿Dónde está?" –Le pregunté mientras se abrían las puertas
del ascensor.

"El sistema de seguridad dice que en la tercera planta".

Sus palabras fueron apresuradas.

"Pero sólo dice humo detectado. Los aspersores sólo han


saltado en la tercera planta. Quizá no en todos los
apartamentos. No estoy segura. Esto es nuevo, y todavía
estoy aprendiendo a leer las alertas del sistema".

"Voy para allá ahora mismo" –espeté, y terminé la llamada


mientras entraba en el ascensor.

Kiro estaba en la puerta abierta, mirándome.

"En un incendio, se supone que tienes que ir por las


malditas escaleras" –me ladró.

"Sube las escaleras y sal" –fue mi respuesta.

Dejé que el ascensor se cerrara y bajé a la tercera planta, la


de Brielle. No sabía si era su apartamento, pero sí sabía que
sólo había tres apartamentos en la tercera planta. El de
Brielle y el de al lado eran más pequeños, pero el de
enfrente tenía tres dormitorios, tres baños y el doble de
metros cuadrados que el de Brielle.
55
Los apartamentos del primer y segundo piso eran del
tamaño de Brielle o más pequeños. El cuarto piso tenía dos
de los apartamentos más grandes, y luego estaba mi piso.
Cuando se abrieron las puertas del ascensor, la primera voz
que oí fue la de Brielle. Hablaba con alguien en un tono
reconfortante.
El sonido de su voz me tranquilizó, pero no quise pensar
demasiado en ello. No había corrido hasta aquí para
asegurarme de que estaba a salvo. Estaba preocupado por
todos mis inquilinos y mi inversión.
Mi mirada fue de la puerta de Brielle a la de su vecina,
donde la encontré con el brazo alrededor de una señora
mayor mientras hablaba con ella. La puerta de la señora
mayor estaba abierta y de ella salía humo. También pude
ver los aspersores encendidos dentro del apartamento.
Aquello iba a ser un puto desastre que limpiar.

"Está bien, señora Jo. Todo va bien. Sólo fue un pequeño


incendio en el horno. Ya está solucionado y todas sus cosas
se secarán. Ahora, respire hondo y relájese. Está a salvo" –
le dijo Brielle a la señora mayor, que estaba claramente
nerviosa pero respiraba hondo, tal y como Brielle le había
dicho que hiciera.

"Olvidé poner el temporizador. Eso nunca se me olvida.


Siempre me acuerdo cuando meto una tarta en el horno" –
dijo la señora con voz temblorosa mientras miraba a Brielle.

56
"A todo el mundo se le olvidan las cosas a veces. Ayer me
olvidé de volver a meter la leche en la nevera y estuvo fuera
toda la noche. Esta mañana estaba completamente
estropeada. Son cosas que pasan. Pero estás bien" –le dijo
Brielle.

"¿Quieres que llame a Andrew?".

La señora mayor asintió.

"Vamos a mi apartamento entonces y te sientas en el sofá


mientras lo llamo" –dijo justo cuando los aspersores dentro
del apartamento se apagaron.

Brielle se volvió para mirar a la puerta cuando me vio allí de


pie.

"Los bomberos y el administrador del edificio están en


camino" –le dije.

Asintió con la cabeza y suspiró.

"Fue un accidente" –me dijo en un tono que dejaba claro


que iría a la batalla por la anciana si era necesario.

"¿Están todos bien?" –le pregunté.

Volvió a asentir.
57
"La señora Jo sólo está conmocionada. Estaba en el balcón,
regando las plantas, cuando explotó. La ha trastornado".

Miré a la mujer, que me miraba con curiosidad.


Dando un paso en su dirección, le tendí la mano.

"Soy Dean Finlay. Soy el dueño del edificio. Encantado de


conocerla, señora Jo" –le dije.

Me miró de arriba abajo, como si me estuviera evaluando.


Luego, puso su pequeña mano en la mía.

"Tienes un montón de tatuajes" –me dijo.

Sonreí y asentí.

"Sí, señora".

Sacudió la cabeza, como decepcionada, y me soltó la mano.

"Es una pena que un hombre tan guapo como tú se haga


eso en el cuerpo. Podrías haber lucido un bonito pecho,
pero lo has manchado todo".

Su mirada volvió a ella, y entonces jadeó.

"Dios santo, ten piedad" –dijo, y luego señaló con un dedo


torcido hacia el piercing de mi pezón.
58
Me desabroché la camisa justo cuando oí una risita.
Desvié la mirada hacia Brielle, que estaba sonriendo.
Maldita sea, tenía una gran sonrisa.
Aunque en ese momento sonriera porque se reía de mí.
Me daba igual. Me gustaba mirarla.
Le devolví la sonrisa divertida, y pude ver el destello de
inquietud en su mirada mientras lo hacía.
Quería odiarme... y a mí me gustaba.
¿Cómo de jodido era eso?

"Vamos, señora Jo" –dijo.

"Vamos a llamar a Andrew".

Luego, me miró.

"Andrew es su hijo. Puede llevarla a su casa hasta que esto


esté listo para que vuelva".

Me alegré de que tuviera un lugar donde ir hasta que


pudiéramos limpiar su apartamento.
El incendio no había sido culpa mía, ni era mi
responsabilidad reponer lo dañado, pero podía y quería
hacerlo.

"¿Puedo hacer algo para ayudar?" –le pregunté a Brielle


simplemente porque no quería que nuestra conversación
terminara.
59
Ella asintió hacia el apartamento de la señora Jo.

"Haz que su apartamento sea habitable tan pronto como


puedas. No le gusta quedarse con Andrew".

Estaba a punto de sugerirle a la señora Jo que se quedara


con Brielle cuando abrió la puerta de su apartamento y la oí
jadear ruidosamente. Empecé a moverme en su dirección.

"Cariño, lo siento mucho. Todo esto es culpa mía" –exclamó


la señora Jo, sonando más alterada que antes.

Cuando llegué detrás de ellas, vi el piso mojado. Había agua


por el suelo en varias zonas. Pero no estaba tan mal como
el de la señora Jo. Esto sería más fácil de limpiar y secar.

"Será mejor que llame a Damar y Jim. Su piso también


podría estar mojado, y no lo sabrán hasta que lleguen a
casa esta noche" –dijo Brielle, y luego dio unas palmaditas
en el brazo de la señora Jo.

"No pasa nada. Conseguiré secar mis cosas enseguida. No


te preocupes. Todos estamos a salvo. Eso es lo que importa.
Esto" -hizo un gesto con la mano hacia su apartamento-
"son sólo cosas".

"Supongo que es el apartamento de Damar y Jim" –dije.

60
Brielle se volvió para mirarme. Ya no sonreía. Se limitó a
asentir.

"Si no se me ha mojado el móvil, debería poder llamarles y


avisarles de que tienen que venir a echarles un vistazo".

Cogí mi móvil para mandarle un mensaje a Maegan. Ella


tenía un juego de llaves maestro y podría comprobarlo por
ellos.

"Le diré a mi jefe que lo compruebe. No hay necesidad de


preocuparlos si no es necesario" –le dije.

Luego, levanté mi mirada hacia la suya.

"Ahora los iPhone son resistentes al agua" –añadí para


calmar su preocupación.

"Sí, seguro que lo son, pero el mío no. No es una versión


nueva" –dijo con un toque de diversión en la voz.

"Son resistentes al agua desde hace varios años" –le


aseguré.

Entonces sonrió.

"No eran resistentes al agua hace ocho años" –replicó, y


entró en su húmedo apartamento.
61
La miré caminar y disfruté de la vista. Los pantalones cortos
que llevaba eran diminutos, y maldita sea, eso me gustaba
demasiado.

"No es tu tipo, estrella del rock" –dijo la señora Jo,


recordándome que estaba allí.

Me giré para mirar a la señora.

"¿Perdona?"

La señora Jo señaló en la dirección en que se había ido


Brielle.

"Brielle es una buena chica. No es una groupie estrella del


rock".

Entrecerré los ojos y una sonrisa se dibujó en mi rostro.

"Ya sabes quién soy".

La señora Jo enderezó los hombros para parecer más alta y


puso los ojos en blanco.

"Claro que lo sé. Soy vieja, no estoy muerta. Y esa chica no


necesita una estrella del rock tatuada y con piercings en los
pezones en su vida. Tiene algo bueno. Déjala en paz".

62
Estudié a la señora mayor un momento.

"¿Y si quisiera cambiar de aires? Convertirme en un tipo


normal. Vivir una vida normal".

Ella suspiró y me señaló con el dedo.

"No puedes. Igual que no puedes lavar toda esa tinta de tu


cuerpo, no puedes recuperar tu pasado. No puedes decidir
eso a los... ¿qué, ya tienes cincuenta años?".

Asentí. Tenía cincuenta y tres, pero no necesitaba señalarlo.

"Un hombre de cincuenta años no cambia sus costumbres.


Se aferra a ellas. Y tú eres peor que la mayoría. Estás
mimado por tu fama y éxito. Mi Brielle, ella no está mimada
en absoluto. Ni mucho menos. Los dos no coincidirán. Ella
ve a través de ti. Aunque a ese Cam, seguro que le gustaría
conocerte. También es baterista, sabes".

La Sra. Jo sabía de Cam entonces.


Me pregunté si ella sabía que el baterista iba a ser
engañado mañana por la noche por la virtuosa Brielle.
No sería yo quien le diera pistas a la señora mayor. Si
quería proteger a Brielle, que así fuera.

"No tengo ningún interés en Brielle. No es mi tipo, en eso


tienes razón" –le dije.
63
"Andrew está de camino. Te ayudaré a empaquetar algunas
cosas para que te quedes en su casa unas noches" –dijo
Brielle, y levanté la mirada de la señora Jo para mirar a
Brielle.

Estaba enfadada, pero intentaba disimularlo.


La observé atentamente, y ni una sola vez miró en mi
dirección. Era como si yo fuera invisible.
Estaba enfadada porque le había dicho que no era mi tipo.
Seguí observándola mientras acompañaba a la señora Jo a
su húmedo apartamento, y los bomberos llegaban por las
puertas que daban a las escaleras.
Ahora tenía que ocuparme de ellos, pero volvería a la sexy y
enfadada Brielle más tarde.

64
CAPÍTUlO 6

bRIelle

no tengo ningún interés en Brielle. No es mi tipo".


"

Fruncí el ceño mientras las palabras se repetían en mi


cabeza. Había intentado que no me importaran. No era
como si quisiera ser su tipo. Dean Finlay no era mi tipo.
Para empezar, era viejo. Como si yo quisiera un hombre de
esa edad. Tal vez, una vez, cuando yo había sido una
adolescente tonta enamorada, su edad no había importado.
Pero ahora, era una mujer adulta con sentido común, ¡y él
no era mi tipo!
Miré mi apartamento mojado y gemí.
65
Esto era un desastre.
Tuve suerte de que los aspersores no hubieran saltado en
todas las habitaciones. Sólo en las que compartían pared
con el apartamento de la señora Jo. Lo que incluía la sala
de estar y mi dormitorio. El dormitorio de Cam estaba seco y
su batería a salvo. Ese fue el mayor alivio.
Tenía un seguro de alquiler, pero era un plan básico. No
creía que la batería estuviera cubierta.
Me había pasado meses trabajando por las noches,
repartiendo comida después de un día entero en la
universidad, para pagar la batería usada de Cam. Pero la
alegría en su cara la mañana de Navidad había hecho que
cada momento de agotamiento valiera la pena.
Unos golpes en la puerta interrumpieron mis pensamientos y
me giré para abrir. Cualquier cosa que me distrajera de mi
situación actual.
Una atractiva mujer rubia estaba al otro lado con un iPad en
las manos, sonriéndome. Antes de que ninguna de las dos
pudiéramos decir nada, Dean apareció detrás de ella.

"Brielle, esta es Maegan. Es la administradora del edificio y


tiene que venir a evaluar los daños causados por el agua en
tu apartamento" –dijo Dean.

Volví a mirar hacia mi apartamento.

"Tengo un seguro de alquiler" –dije, sin saber por qué tenía


que evaluar mis daños.
66
"No tendrás que presentar una reclamación a su seguro.
Esto no es culpa tuya, y el seguro del edificio lo cubrirá" –me
informó Dean.

Me sentí aliviada.
Odiaba que hubiera dicho algo que aliviara mis
preocupaciones. No quería que Dean me ayudara, pero era
el dueño del edificio y si quería que el seguro lo cubriera, no
era tan mezquina como para discutir.
Puede que no fuera mi tipo, pero era mi casero.
El destino tenía una manera de torcer la vida de maneras
que nunca esperaste. Al diablo con el destino y su mal
sentido del humor.

"De acuerdo" –respondí, dando un paso atrás para que


entrara Maegan.

Por suerte, Dean no la siguió.

"¿Tengo que quedarme o esperar fuera?" –le pregunté.

"Haz lo que te parezca cómodo. Sólo quiero asegurarme de


anotar todos los daños para que todo esté cubierto" –dijo.

Me debatí entre quedarme a su lado mientras trabajaba, o


tal vez ir a mi dormitorio húmedo, o apartarme de su camino.
No creía que mis cosas corrieran peligro de ser robadas.
Tomando una decisión rápida, me dirigí hacia la puerta.
67
"Me quitaré de tu camino. Si me necesitas, estaré aquí
fuera".

"Excelente" –respondió.

Cuando me volví, mis ojos se cruzaron con los de Dean y


me di cuenta de que había tomado una decisión precipitada.
Mi habitación húmeda habría sido un lugar mejor para
esperar. O incluso la habitación seca de Cam.
Me estaba observando atentamente.
Aparté mi mirada de la suya y miré hacia el pasillo mientras
pasaba junto a él. No había venido a hablar con él ni a
discutir nada sobre los daños. Maegan parecía capaz de
arreglárselas sola. Además, era una rubia preciosa de unos
treinta años, con unos labios tan carnosos que no podían
ser naturales y unas piernas kilométricas. No tenía ninguna
duda de que era el tipo de Dean, y por ahora, su trabajo
estaba a salvo. Hasta que se aburriera de ella.

"Lo que se necesite" –dijo, y volví la mirada hacia él para ver


que se concentraba en Maegan.

"Por supuesto" –respondió.

Crucé los brazos sobre el estómago y me quedé mirando las


paredes verdes que pronto serían azul claro. Lo necesitaban
ahora más que nunca. El humo había dañado la pintura más
cercana a la puerta del apartamento de la señora Jo.
68
La mayor parte de su piso necesitaría una mano de pintura.
Fruncí el ceño pensando en el tiempo que llevaría y en que
ella no volvería a su apartamento para su cumpleaños la
semana que viene. Iba a hacerle una tarta y a comprar
sombreros, cuernos y velas de bengala para celebrarlo,
como todos los años. Ahora, ella no estaría aquí.

"Todo va a salir bien. Todo será reemplazado" –dijo Dean,


ahora de pie a mi lado.

Lo miré y simplemente asentí.


Tenía razón. Nadie estaba herido. La señora Jo no estaba
herida. Las cosas podían reponerse. No estaba disgustada
por eso, pero no iba a perder el tiempo contándole la
pequeña fiesta de cumpleaños que había planeado para el
septuagésimo octavo cumpleaños de la señora Jo.
Él y yo no éramos amigos. Incluso podríamos ser enemigos.
No estaba segura de cómo clasificarnos. No es que tuviera
que categorizarlo. Mantener a Dean Finlay firmemente fuera
de mi vida era mi objetivo principal. No era una mujer tonta
que necesitaba o quería su atención.

"Ven conmigo" –dijo Dean.

Levanté la cabeza para mirarle fijamente.

"¿Cómo dices?"

69
Sonrió.

“¿Vienes conmigo?"

Volví a mirar hacia la puerta abierta de mi apartamento.

"Maegan tiene esto bajo control. Ella se asegurará de que


todo esté bajo control. Si hay algún problema, ella me
llamará. Has tenido una experiencia estresante. La señora
Jo le contó a un bombero cómo entraste en su apartamento
y usaste el extintor para apagar las llamas, luego la sacaste
de allí. Eso es mucho. Sube conmigo. Tengo cerveza o
refresco si lo prefieres. Siéntate y relájate. Descomprímete.
Esto podría llevar un rato".

Estaba indecisa. Tenía curiosidad por su ático. Un refresco


también sonaba bien. ¿Pero no acababa de pensar en él
como un enemigo?
Eché un vistazo a mi apartamento. Estaba siendo un casero
muy meticuloso al asegurarse de que las cosas estuvieran
arregladas. Era arrogante y egocéntrico, pero también era
famoso. Sólo era una copa y un lugar donde esperar. No era
como si estuviera pidiendo ser mi amigo. No formaría parte
de mi vida. Esto no me haría daño.
Encogiéndome de hombros, volví a centrar mi atención en
él.

"De acuerdo, claro" –respondí.


70
Levantó las cejas, como si le sorprendiera mi respuesta, y
no podía culparle. Yo también estaba un poco sorprendida.
Esto podría ser un error.

"Quiero ver cómo es tu ático. Es sólo curiosidad" –admití.

No quería que pensara que tenía miedo de que intentara


atraerme a su apartamento para seducirme. Sabía que eso
no estaba en sus planes.
Dean se rió.

"Me parece justo" –respondió.

"El ascensor estuvo parado unos minutos, pero vuelve a


funcionar. Podemos cogerlo".

Lo seguí hasta el ascensor, y el olor a humo era incluso


dentro de este pequeño espacio.

"¿Cuánto tiempo llevas viviendo aquí?" –me preguntó.

"Tiene mi contrato de alquiler y toda mi información


personal" –respondí.

Se encogió de hombros.

"Sí, supongo que sí. Pero prefiero preguntártelo a andar


husmeando. Se llama charla trivial".
71
Bien. No tenía sentido ser grosera. No podía estar siempre
molesta con él. Por el momento estaba siendo amable.

"Casi cuatro años" –le dije.

No me explayé sobre el hecho de que conseguir el trabajo


en la universidad era la razón por la que habíamos podido
mudarnos a este lado de la ciudad. Antes de eso, habíamos
vivido en un barrio peligroso, donde compartía habitación
con Cam. La mayoría de las noches se oían disparos y
sirenas de policía. Entonces me reconfortaba tener a Cam
en la misma habitación que yo. Mudarnos aquí cambió
nuestras vidas. Le dio a Cam algo de independencia y
privacidad. Y lo que es más importante, le había dado una
mejor educación.

"¿De dónde te has mudado?" –me preguntó entonces.

"Al otro lado de la ciudad" –fue la única respuesta que


obtuvo.

Las puertas del ascensor se abrieron y salimos a una


elaborada entrada con suelo de mármol y lámparas con una
llama de gas parpadeante. Las puertas dobles negras eran
anchas y brillantes. Lo asimilé todo mientras le seguía
lentamente hasta la entrada. Pulsó un código y se abrió la
puerta de la derecha.

72
"Mi cocina es eléctrica" –le dije.

Me devolvió la mirada.

"Si se estropea, Maegan se encargará de cambiarla".

Negué con la cabeza. No era eso lo que había querido decir.

"Mi estufa no es de gas. Tampoco mi calefacción. Pero


tienes linternas de gas. ¿Cómo... cuándo ha llegado el gas
al edificio?".

¿Y el edificio tiene detectores de monóxido de carbono?

"Ya tenía las tuberías de gas. Sólo estaban tapadas y no se


utilizaban" –respondió, y luego dio un paso atrás para
permitirme entrar en su ático.

"¿Por qué coño has tardado tanto? Me muero de hambre y


tú no tienes una mierda para comer" –gritó una voz
masculina.

Dean suspiró pesadamente, como si estuviera molesto o se


hubiera olvidado de que tenía compañía. Antes de que
pudiera responder, Kiro Manning apareció en la entrada, con
una cerveza en una mano y una bolsa de patatas fritas en la
otra. Levantó las patatas y la cerveza.

73
"Esto es comida de mierda, Dean. Contrólate, tío".

"Brielle, este es Kiro, mi huésped no invitado" –dijo Dean, y


luego me indicó con la cabeza que lo siguiera mientras
empezaba a caminar hacia Kiro.

Volví a mirar a Kiro Manning y descubrí que me miraba con


interés. Kiro no envejecía. Era uno de esos hombres que
parecían haber detenido el proceso de envejecimiento
alrededor de los cuarenta.

"Ya veo. Tu necesidad de poseer un complejo de


apartamentos en el infierno tiene más sentido ahora" –me
sugirió.

"No”.

El tono de Dean era duro y la advertencia, clara. Sin


embargo, la sonrisa divertida en el rostro de Kiro decía que
no le importaba. A Kiro no parecían importarle muchas
cosas. Tenía una personalidad que había mantenido durante
toda su carrera en el negocio. Kiro era el chico malo.

"Esta es la clase de crisis de los cuarenta de la que yo


podría formar parte" –dijo Kiro y me guiñó un ojo.

Luché contra el impulso de poner los ojos en blanco. Estaba


segura de que esperaba que me pusiera sentimental.
74
No iba a conseguir nada de eso. Se habían acabado mis
días de obsesión por las estrellas.

"Ignóralo. Ven conmigo. Tengo cerveza o refrescos para que


elijas" –me dijo Dean.

Me acerqué entonces a Dean, sintiendo de repente que era


el menor de los dos males aunque, en el fondo, sabía que
eran iguales. Dean se acercaba con más suavidad. Kiro
parecía amenazador de una forma que no provocaría
violencia, pero que podía ser inquietante.
Últimamente no me gustaban los hombres mayores, pero,
como todas las mujeres del mundo, tenía mi propia opinión
sobre quién era el Demon Slacker más guapo.
Dean Finlay había sido mi elección desde que estaba en la
secundaria. Claro que entonces no lo conocía y no tenía ni
idea de lo imbécil que podía llegar a ser. Clara era fan de
Kiro. Esto sería un sueño hecho realidad para ella. Clara los
había visto en concierto siete veces. Una vez, cuando casi
había conseguido entrar pero no lo hice, fue lo más cerca
que había estado de verlos en concierto. Esa noche fue
suficiente para mí. Las cosas cambiaron para mí después
de aquello. Mi vida se había alterado y nunca volvería a ser
la misma. Con ella, mi percepción de Slacker Demon
también había cambiado. Ya no me interesaba su música.
Los recuerdos que me traía eran algunos que quería dejar
atrás.

75
Dean me condujo a una cocina del tamaño de mi
apartamento y abrió la puerta de una nevera que tenía un
televisor en la parte delantera. Me quedé mirando
asombrada. Había visto anuncios de frigoríficos así, pero
nunca había visto uno en persona.

"Sírvete" –dijo Dean, dando un paso atrás y señalando la


nevera con la mano.

Estaba lleno de comida. Kiro había dicho que no tenía nada,


pero aquí había más comida de la que había comprado para
Cam y para mí en un mes.
Me acerqué a la nevera, saqué un refresco light y retrocedí.

"Gracias" –le dije a Dean.

"¿Quieres algo más?”

Negué con la cabeza.

"No, gracias”.

Cogió una botella de agua y cerró la puerta.

"Siento lo de Kiro. Con toda la mierda de abajo, me olvidé


de que estaba aquí. Debería haberte avisado" –me dijo.

76
"Gracias por la bebida, pero puedo volver abajo. No me
importa esperar abajo" –le dije.

Frunció el ceño.

"No. Tienes que sentarte y relajarte. Kiro es inofensivo, en


su mayor parte".

Quise replicar: "¿Qué? ¿Yo tampoco soy su tipo?” Pero me


limité a asentir. No había razón para insistir en ese
comentario o hacerle saber que me importaba que lo
hubiera dicho.

"La vista es buena. Ven al salón y relájate. Maegan me


avisará cuando haya terminado".

"Gracias" –respondí, y en contra de mi buen juicio, lo seguí


a la habitación contigua.

Kiro estaba sentado en un sofá de cuero blanco tan grande


que ocupaba casi toda la habitación. Tenía los pies
apoyados en una gran otomana redonda, lo bastante grande
como para que varias personas pusieran los pies encima.
Tenía las piernas cruzadas por los tobillos y una cerveza
apoyada en un muslo de cuero.
Mientras que Dean parecía un rockero, Kiro gritaba estrella
de rock por su elección de ropa, pelo, contoneo, todo.
Nunca podría parecer normal.
77
El hecho de que fuera abuelo salía regularmente en las
revistas y las noticias. Kiro no parecía ni actuaba como un
abuelo. Su ropa era llamativa y no se parecía a nada que
llevara una persona normal.

"¿Fue tu apartamento el que tuvo el incendio?" –me


preguntó Kiro mientras me sentaba en el extremo opuesto
del sofá.

Negué con la cabeza.

"Era el de mi vecina".

Kiro dirigió la mirada a Dean.

"La vecina no debe ser una buenaza".

Dean puso los ojos en blanco.

"No empieces".

Kiro parecía ofendido o sorprendido.

"¿Qué?"

"¿Sabes qué?" –espetó Dean, echándose hacia atrás y


apoyando el tobillo izquierdo en la rodilla derecha.

78
"Y una mierda que sí. Sólo estaba exponiendo los hechos" –
replicó, apuntándome con su botella de cerveza.

"Ella es un espectáculo de humo, y tiene un buen conjunto


de..."

"Kiro" –espetó Dean, ahora con la voz más alta.

"Tetas, cariño. Tienes unas tetas muy bonitas, y a Dean le


encantan las tetas grandes".

"Jesús, ¿no puedes ser normal nunca?" –Preguntó Dean,


asqueado.

"Esto es normal. Es la vida. Ella es un pedazo caliente de


culo joven con grandes tetas, y tú deseas tanto ser
enterrado entre esos muslos-"

"Fuera" –dijo Dean, poniéndose de pie y señalando hacia


una puerta diferente a la que habíamos entrado.

"Ahora. Ve a ver a Lila Kate. Ve a ser un puto abuelo normal.


Vete ya".

Kiro se rió y se levantó lentamente.

"Vale. Sé alguien que no eres. Finge que no buscas un


polvo caliente. Pronto se dará cuenta. Y Maegan también.
79
Mejor vigila las garras de Maegan. Tengo pruebas de que
están tan afiladas como putos cuchillos".

Dean suspiró y sacudió la cabeza.

"Adiós, Kiro".

Kiro volvió a guiñarme un ojo.

"Nos vemos, cariño".

Luego se dirigió hacia la puerta que Dean había señalado


sin mirar atrás.
Me pregunté si Dean era la única persona en el mundo que
podía hablarle así a Kiro Manning.
Miré a Dean, que fruncía el ceño y se masajeaba las sienes
con una mano antes de mirarme brevemente y volver a
sentarse en el sofá.

"Lo siento por él. Él es así".

"Es una estrella del rock" –dije.

Dean soltó una risita al cabo de un momento y luego me


miró.

"¿Pero yo no lo soy?".

80
Levanté un hombro.

"Sí, pero no es tu personaje. Kiro es el chico malo. La cara


de la banda. Es conocido por su comportamiento grosero.
Tú no lo eres. Eres conocido por tu talento en la batería y
por ser un buen padre a pesar de tu trabajo. Aunque estoy
segura de que has tenido tu propio mal comportamiento,
simplemente no haces alarde de él".

Me sorprendió haber dicho todo eso. Era cierto, pero sonaba


casi como si lo estuviera defendiendo. Y no lo hacía.
Tampoco quería que supiera lo mucho que sabía sobre
Slacker Demon. Sobre él.
Se inclinó hacia delante, apoyando los codos en las rodillas
mientras me estudiaba.

"¿Eres fan de Slacker Demon, Brielle?" –me preguntó.

Bajé la mirada hacia mi refresco y jugueteé con la tapa.


¿Cómo iba a manejar esto? ¿Con sinceridad? ¿Con
mentiras? ¿Decir parte de la verdad? Tras un breve debate
interno, levanté la mirada para encontrarme con la suya.

"Lo fui una vez".

Eso era. Esa era la verdad.


Una comisura de sus labios se levantó.

81
"Una vez, ¿eh?" –preguntó.

"Supongo que nuestro primer encuentro cambió eso".

No tenía nada que ver con ese día en la oficina. Ya me


había formado una opinión sobre Dean. Él me la confirmó
esa mañana. No había sido fan mucho antes de ese
momento. Dean, sin embargo, necesitaba hacer sus propias
suposiciones, y yo no iba a negar ni admitir nada.
Cuanto más lo hiciera, más curiosidad sentiría.

"Crecí" –dije simplemente.

Dean se llevó una mano al corazón.

"Ay".

Entonces conseguí sonreír.

"Mis gustos musicales cambiaron".

"Me da miedo preguntarte cuál es tu grupo favorito ahora" –


dijo.

No tenía ninguno. La verdad es que no. Pero no se lo dije.


Me encogí de hombros. Entonces sonó el teléfono de Dean,
que se levantó y lo sacó del bolsillo de los vaqueros.

82
"¿Hola? Hola. ¿Seguro que lo tienes todo? De acuerdo.
Adelante, empieza el proceso. Es tu máxima prioridad. Sí".

Luego volvió a meter el teléfono en el otro bolsillo de los


vaqueros y levantó los ojos para encontrarse con los míos.

"Maegan tiene todo lo que necesitaba. El dormitorio principal


está mojado, pero probablemente ya lo sabías. Tienes que
elegir un colchón nuevo. Podemos irnos ahora o, si lo
prefieres, Maegan puede llevarte".

Sacudí la cabeza y me levanté.

"Oh, no, pensé que podría secarse al aire. Quizá al sol en el


balcón".

Dean negó con la cabeza.

"No. Te comprarás uno nuevo".

No quería ir a comprar colchones con él ni con Maegan. No


es que Maegan me cayera mal, pero no le tenía mucho
cariño. No tenía motivos reales para sentirme así. Sin
embargo, sí tenía razones para que Dean me cayera mal.
Puede que no me cayera tan mal como antes, pero si había
entendido las palabras de Kiro, Dean y él se habían
acostado con Maegan.
Ew.
83
La línea de Hamlet de repente vino a mis pensamientos.
Creo que la dama protesta demasiado. Y me estremecí.
Ya no era aquella chica. La vida me había cambiado. La
maternidad me había cambiado.

"Me vale cualquier colchón. No soy exigente. Confía en mí"


–le dije.

No había dormido en un colchón hasta los veinte años.


Había dormido sobre mantas en el suelo, había dormido
sobre heno, incluso había dormido sobre suelos de
hormigón desnudo. Podía dormir en cualquier sitio si lo
necesitaba.

"¿No tienes preferencia por la firmeza o la suavidad?" –me


preguntó.

Negué con la cabeza.

"He dormido en sitios en los que cualquier colchón es


agradable".

No había querido decir eso, pero se me había escapado.


Dean entrecerró los ojos.

"¿En serio?" –preguntó.

"¿Por qué?"
84
No. No íbamos a hablar de mi pasado. Eso había quedado
atrás. Era mi secreto. Había construido una nueva vida, y
era todo lo que él necesitaba saber.

"Uh, ya sabes, los niños, los adolescentes, duermen en


lugares locos" –dije.

"Gracias por el refresco y la oportunidad de sentarme y


esperar. Pero si ha terminado, quiero volver ahí y empezar a
secar el suelo".

"Ya se está haciendo. No hace falta que bajes. Al contrario


de lo que dijo Kiro, tengo comida en la cocina. Puedo
hacerte algo de comer".

No, no, no, no. Yo no estaba haciendo esto. No me estaba


poniendo cómoda y amistosa con este hombre. Era suave y
encantador cuando decidía serlo, pero ya me había dado
cuenta de que la falta de filtro de Kiro era más exacta a la
forma en que iban los pensamientos internos de Dean.
Puede que yo no fuera su tipo, pero era una mujer y estaba
en su apartamento, a solas con él.
Una bandera de advertencia importante, y lo sabía.

"Me sentiría mejor si estuviera allí. Con mis cosas" –


respondí.

Dean asintió con la cabeza.


85
"Entendido. Puedes llamarme o mandarme un mensaje si
necesitas algo".

Hizo una pausa y luego sonrió.

"Ya deberías tener mi número".

El mensaje de antes me recordó que él también tenía mi


número. También me recordó que Clara tenía que venir
dentro de una hora.
¡Mierda! Se me había olvidado. Tenía que llamarla. Tenía
que irme.

"Sí" –dije, y me dirigí hacia la puerta.

"Nos vemos, Brielle" –gritó justo cuando abrí la puerta.

Levanté una mano para saludar pero no miré atrás, luego


salí, cerrando la puerta tras de mí.
Esperaba que nos viéramos muy poco. No era algo que
hubiera planeado que ocurriera. La vida seguiría como
siempre y yo no cambiaría nada.
No había razón para hacerlo.

86
CAPÍTUlO 7

DeAn

le di dos días antes de enviarle un mensaje a Brielle. No


se había puesto en contacto conmigo, ni siquiera con
Maegan. Sabía que le habían entregado el colchón nuevo
una hora después de que volviera a su apartamento el día
que vino aquí conmigo. Yo mismo lo había pedido. Uno
idéntico al colchón en el que yo dormía, pero de tamaño
normal para que encajara en su cama, no en la mía.
No me había mandado ningún mensaje ni me había llamado
después de recibirlo. Maegan había dicho que apenas había
estado ayer, y supuse que había estado en el trabajo.
Lo más frustrante de todo era que no debería haberme
importado una mierda. Ella no era lo que yo buscaba, si es
87
que la buscaba. Aún no me había decidido al respecto. Las
relaciones eran pegajosas, y yo nunca había conseguido
tener una. Parecía demasiado maldito trabajo. Hasta el
último par de años. Una parte de mí quería lo que Kiro había
tenido con Emily, su difunta esposa. Había sido tan
jodidamente feliz durante un tiempo. Antes de su accidente.
Antes de que la alegría de vivir se le fuera por completo
cuando la perdió.
¿Amar como él había amado valía la pena el dolor que
podría venir después? No estaba seguro de poder
arriesgarme. Lo había visto tan completamente envuelto en
ella, y le envidiaba esa conexión con otra persona. Luego,
había estado allí cuando se desmoronó por la agonía de
perderla. No creí que pudiera sobrevivir a eso.
Harlow era lo único que había evitado que se hundiera.
No. Lo que necesitaba era alguien más cercano a mi edad.
Una mujer. Alguien que hubiera vivido la vida y fuera
madura. Alguien a quien pudiera respetar, apreciar, disfrutar
estando cerca. Si yo iba a estar en una relación, tendría que
ser real. Tendría que ser profunda. No podía ser con una
veinteañera huidiza y tramposa con un cuerpo que me ponía
la polla dura. Necesitaba algo más que una puta polla dura.
Brielle era simplemente una inquilina y nada más. Tenía que
empezar a fijarme en mujeres de mi edad, o al menos de
unos quince años. Tenía nietos, por el amor de Dios. Mi hijo
no debería ser mayor que mi novia.
Mi teléfono emitió una alerta de mensaje de texto y miré
hacia abajo para ver la respuesta de Brielle.
88
Es como si nunca hubiera habido daños por agua.
Gracias por arreglarlo.

Eso era todo. Nada más. Como debe ser.


Volví a deslizar el teléfono en el bolsillo y me encaminé
hacia la salida privada de mi casa cuando llamaron a la otra
puerta antes de que se abriera.

"¿Dean?" –gritó la voz de Maegan.

Me di la vuelta y volví al salón justo cuando ella entraba.


Hoy, su falda era aún más corta que ayer. Pronto se le iba a
ver el culo por detrás. Sabía que estaba intentando llamar
mi atención. Había puesto sus ojos en Kiro, pero después
de unos cuantos polvos, él se había aburrido de ella.
Le había dado el trabajo para sacarla de allí. No para
follarla. Empezaba a pensar que ella tenía otras ideas.

"Hola, Maegan" –dije, y ella me mostró una sonrisa que


parecía más una invitación que una sonrisa de negocios.

"Buenos días, Dean. ¿Puedo ofrecerte algo?" –preguntó.

Negué con la cabeza.

"No. Estaba a punto de irme. ¿Hay algún problema con el


edificio?" –le pregunté.

89
Le recordé cuál era su trabajo y por qué estaba aquí.
Ella negó con la cabeza.

"Todo va de maravilla. Los muebles nuevos van a ser


trasladados hoy al apartamento de la señora Jo, y la pintura
tiene un aspecto fantástico. Cuando hablé con ella, estaba
muy emocionada al verlo todo".

Me alegré de que la señora Jo estuviera contenta, pero si


era sincero, estaba más preocupado por su vecina, y eso
era un desastre.
Me había dicho a mí mismo que Brielle estaba descartada.
Fuera de la mesa. Demasiado joven.

"Puedo prepararte la comida si quieres" –dijo, dando un


paso en mi dirección.

"Estoy a tu entera disposición".

No tenía ninguna duda de que lo estaba.


Necesitaba largarme de aquí.

"Estoy bien. Todo bien. Gracias. Voy a salir. Cierra cuando te


vayas. Asegúrate de que Brielle McGinnis también esté
contenta con sus nuevos muebles".

No pude evitarlo. Tenía que saberlo.


Maegan frunció el ceño.
90
"Ella no recibió muebles nuevos".

"¿Qué?" –pregunté, mi voz sonando más áspera de lo


necesario.

"Dijo que los suyos estaban bien. Que estaba seco. Le dije
que eligiera lo que quisiera, dentro de lo razonable, pero no
quiso".

Maegan sonaba ligeramente asustada.

"¿Cómo de mojados estaban sus muebles?" –pregunté.

Maegan hizo una mueca.

"Estaba bastante mojado. Un poco empapados, pero los


sacó al balcón los dos últimos días y dijo que se habían
secado bien".

"¿Puso un sofá en el balcón?" –Pregunté, sin creerlo.

¿Por qué Brielle es tan terca?

"Sólo los cojines".

"Maldita sea" –murmuré y me di la vuelta para dirigirme


hacia el ascensor del edificio.

91
"¿Adónde vas?" –Maegan preguntó.

"A revisar los muebles de mi inquilina" –respondí.

"Pero si ya lo he hecho. No pasa nada".

Ignoré a Maegan y continué hacia el ascensor.


Cada segundo que tardaba en llegar de mi planta a la de
Brielle, me enfadaba más. Los muebles tenían que oler mal.
¿Cómo podía vivir con eso? Yo había sustituido la mayoría
de los muebles de la señora Jo. No era como si lo hubiera
hecho para meterme en los pantalones de la señora Jo, y
tampoco estaba cambiando los de Brielle para meterme en
sus pantalones.
Jesús, Brielle era tan condenadamente obstinada.
El ascensor se abrió y di varias zancadas largas hasta llegar
a la puerta de Brielle. Con un golpe seco, esperé, tratando
de calmarme. Estaba enfadado, y no sabía muy bien por
qué. Normalmente, estas cosas no me molestaban.
Normalmente ni siquiera me involucraba y dejaba que mis
encargados se ocuparan de ello. Quería comprarle los
malditos muebles. Era así de simple. ¿Por qué no me
dejaba? ¿Por qué era así?
La puerta se abrió y Brielle estaba allí, con un vestido de
punto rosa sin mangas que no le llegaba ni a medio muslo.
Llevaba el pelo recogido en otro de esos moños
desordenados y parecía estar ligeramente sudorosa.

92
Su pecho parecía húmedo, y su... joder, no llevaba
sujetador.

"¿Dean?"

Dijo mi nombre como si fuera una pregunta, y de mala gana


desvié la mirada de sus preciosas tetas a su cara.
Joder. Joder, joder.
Maldición. Maldición.
¿Por qué tenía tantas ganas de follármela? ¿Por qué a ella?
¿Por qué no Maegan?
O, diablos... no sé... alguien unos años mayor que mi hijo.
¿Por qué esta chica, que era demasiado joven y para nada
lo que yo necesitaba?

"No elegiste muebles nuevos" –dije, pasando junto a ella y


entrando en el apartamento.

"No lo necesitaba" –dijo detrás de mí.

Me acerqué al sofá que había visto días mejores. Tenía que


ser tan viejo como ella. De hecho, estaba dispuesto a
apostar que era más viejo que ella.

"Sí, lo necesitas" –espeté, mirándola de nuevo.

93
"Lo necesitas con urgencia. Lo necesitabas antes de los
daños causados por el agua. Jesús, Brielle, este sofá es
antiguo".

Se puso rígida y vi que se ponía a la defensiva.

"Mis muebles están bien. Es cómodo, y nos gusta".

¿Nosotros? ¿Quién coño es nosotros? ¿Cam? ¿El tío al que


engañó? ¿Cómo fue la cita con el trabajador de la
construcción? ¿Disfrutaba siendo infiel?

"Es una mierda" –respondí.

"También lo es la maldita mesa de café y esa silla. Trae los


muebles nuevos. Los necesitas".

No dije que lo necesitaran porque me negaba a aceptar que


dejara que un hombre viviera aquí con ella. Eso significaba
que se la follaba y la veía desnuda. Tenía que enterrar su
polla en esas tetas.

"Creo que tienes que irte" –dijo enfadada.

Caminé hacia la puerta, pero no me fui. La cerré. Luego, me


giré sobre ella y seguí hasta que su espalda estuvo contra la
pared. Olía a vainilla y lavanda. Me gustó.
No, me encantaba.
94
Inhalando profundamente, incliné la cabeza hacia abajo
hasta que mi boca tocó su oreja. La sentí temblar, y ese
pequeño movimiento fue directo a mi maldita polla.

"Tienes razón. Tengo que irme. Necesito salir corriendo de


aquí, joder" –le dije suavemente al oído, y luego pasé la
punta de mi nariz por su hombro.

"Estar aquí es una idea terrible. Sólo quería que recogieras


los muebles. Ya está. Vine aquí para hacértelo ver" –dije,
levantando la cabeza y mirándola a los ojos.

"Pero abriste la puerta, vestida así. Toda sudada y sin un


puto sujetador".

Le pasé un dedo por el escote del vestido.

"Ahora, sólo puedo pensar en arrancarte la ropa del cuerpo


y cogerte fuerte contra esta pared. Hasta que grites mi
nombre y te rompas contra mí. Y los dos sabemos que es
una mala idea".

Su pecho subía y bajaba rápidamente, haciendo que sus


pesados pechos rebotasen ligeramente. Quería tener mis
manos sobre ellos. Su gordo pezón en mi boca.
Dios, ¿alguna vez en mi vida había deseado tanto follarme a
una mujer?

95
"Dean".

Susurró mi nombre y mi polla palpitó en mis vaqueros.


El sonido jadeante de su voz me volvió un poco loco. Podía
imaginármela. Ella desnuda y mi polla enterrada dentro de
ella. Entonces, el sonido del teléfono rompió el silencio. Ella
se tensó debajo de mí y luego me empujó hacia atrás,
corriendo hacia el teléfono móvil que estaba tirado en la silla
ofensiva que yo quería que se fuera.

"Cam" –contestó, sonando feliz y nerviosa.

Ese fue el balde de agua fría que necesitaba.


No la escuché decir nada más. Me dirigí a la puerta, la abrí,
salí y la cerré de un portazo. Kiro tenía razón. Ella era un
pedazo de culo caliente y nada más. Podía reemplazarla por
cualquier otro culo caliente. Nunca había dejado que una
significara nada para mí. ¿Por qué empezar ahora? Tenía
cincuenta y tres años y estaba acostumbrado.
Cuando volví a entrar en mi ático, Maegan salió de la cocina
con un delantal. No sabía que tenía un maldito delantal.

"Te he hecho la comida. Por si tienes hambre" –dijo.

"Necesito follar. No quiero ataduras ni drama. Sólo necesito


correrme" –respondí.

Entonces sonrió.
96
Una sonrisa seductora.

"¿Dónde quieres follar?"

Pasé junto a ella y la cogí de la mano, llevándola de vuelta a


la cocina.

"Quítate las bragas" –le ordené.

"No llevo" –respondió.

Le di la vuelta, la miré y luego bajé la falda corta que


llevaba. Ella quería esto. Estar disponible. Quizá había
planeado agacharse en algún momento para dejarme ver.
Cualquiera que fuera la razón, la aprecié en este momento.

"Pon las manos en la isla" –le ordené.

Así lo hizo, sacando el culo sin indicaciones. Sabía lo que


había que hacer y cómo follar. Me acerqué por detrás y le
pasé las manos por los muslos desnudos antes de sacudir
la poca tela que le cubría el culo hasta la cintura. Luego, la
abofeteé con fuerza. Tan fuerte como quería abofetear el
jugoso y bronceado culo de Brielle. Maegan gimió y me lo
meneó. Abofeteé el otro lado, y luego volví a hacerlo hasta
que ambas mejillas se enrojecieron y ella jadeó y gimió.
Metí la mano en el cajón de la isla y saqué un preservativo.
Maegan no parecía sorprendida de que tuviera
97
preservativos aquí. Era la razón principal por la que la había
traído. Me bajé la cremallera de los vaqueros y me los metí
hasta las rodillas. Agarrándola por la cintura, tiré de ella
hacia atrás y la puse sobre mi polla de un solo empujón.
Gritó mi nombre. Sabía que era ruidosa durante el sexo. La
había oído con Kiro más de una vez. Una noche, incluso me
senté a verlos en la alfombra frente a la chimenea. Entonces
me sonrió pícaramente, como si quisiera que me uniera a
ellos. Me planteé acercarme y meterle la polla en la boca,
pero no lo hice. Quería límites. Hoy no me importaba. Sólo
necesitaba liberarme. Yo también iba a conseguirlo. Justo
aquí, en este coño disponible y dispuesto.

"¡Más fuerte, Dean! Fóllame más fuerte" –gritó.

No quería oírla hablar. Sólo quería su cuerpo. Le tapé la


boca con la mano y seguí penetrándola. Cerré los ojos y
pensé en su pelo castaño oscuro y sus brillantes ojos
azules, que me miraban por encima del hombro mientras me
la follaba. Sus grandes y pesadas tetas se balanceaban y
rebotaban mientras nuestros cuerpos chocaban.
Aparté la mano de la boca de Maegan mientras gritaba mi
nombre y se retorcía bajo mí en un orgasmo.
Entonces me corrí, pero el alivio que esperaba no llegó.
Sólo culpa y disgusto conmigo mismo.

98
CAPÍTUlO 8

bRIelle

no había muebles nuevos ni se hablaba más de muebles


nuevos. Nada había aparecido, salvo el colchón, y yo ya
había dejado de esperarlo.
Hacía una semana que Dean había entrado en mi
apartamento, insultando a mis muebles y mojándome las
bragas inmediatamente después.
Me quedé dormida, pensando en la forma en que su voz
había sonado en mi oído y en cómo había olido tan
completamente masculino. Era una pendiente muy peligrosa
y resbaladiza por la que estaba dispuesta a caer.
99
En el calor del momento, nada más importaba. Debería
haber importado. Debería haber importado mucho.
Entonces, Cam llamó. Dean se fue. No había habido
mensajes de texto, llamadas, o vislumbres de él desde
entonces. Esto era algo bueno. Era lo que tenía que pasar.
Me alegraba que hubiera puesto distancia entre nosotros.
Tenía que seguir así. Lo sabía. Pero en mis sueños, a
menudo olvidaba todo eso.
Maldito sea él y su voz sexy, oscura y tentadora.
Seguí decorando la tarta de la señora Jo con pequeñas
flores de rosa que había aprendido a hacer en un vídeo de
YouTube. Tenía otras cosas que hacer que pensar en Dean
Finlay todo el tiempo. Gavin había vuelto a llamarme para
invitarme a salir. Había tenido que cancelar nuestra última
cita por los daños causados por el agua y porque no estaba
de humor para salir. Me había preguntado si podíamos
volver a intentarlo la semana que viene y se había ofrecido a
ayudarme con cualquier cosa de mi apartamento que
pudiera necesitar su experiencia. Debería haberle dejado
venir y ayudarme a sacar el sofá al balcón para que se
secara al sol. Porque empezaba a oler mal. Lo había
comprado hacía años en una tienda de segunda mano por
veinticinco dólares. Era más de lo que podía permitirme,
pero también necesitaba un sitio donde dormir. La cama
individual que Cam y yo habíamos estado compartiendo se
estaba quedando pequeña para los dos. Tenía casi seis
años y yo quería que tuviera su propia cama. Algo que yo
nunca había tenido de niña.
100
Ahora, era muy probable que el armazón de madera
estuviera podrido y no aguantara mucho más. Podía
permitirme otro sofá usado, pero admitirlo significaría que
Dean tenía razón. No quería que tuviera razón.
Tal vez estaba siendo testaruda, pero quería tener razón. La
tarta estaba terminada y, aunque no era profesional, pensé
que había quedado bonita. Busqué las velas en la bolsa de
artículos de fiesta que había comprado para la fiesta de la
señora Jo. Mientras colocaba la vela número siete y la
número ocho en la tarta, me di cuenta de que había podido
celebrarlo con ella gracias a Dean. Él había acelerado su
mudanza. Tenía muchos muebles nuevos y estaba
encantada con todo. Me había enseñado la casa con orgullo
el día que se mudó. Incluso había cambiado la vieja lámpara
del salón por un ventilador de techo. Por cómo hablaba de
Dean, cualquiera diría que había inventado la rueda.
Llamaron a mi puerta y se oyó una llave en la cerradura.
Miré por encima del hombro y vi a Clara, a quien esperaba.
Llevaba una minifalda corta de cuero blanco y un crop top
amarillo. La envidiaba por poder llevar ese tipo de blusas.
Tener las tetas pequeñas era mucho más fácil. Podías llevar
todos los tops elegantes y parecías más delgada.

"Si alguna vez quieres dejar la universidad, podrías


dedicarte a la decoración de tartas" –dijo mientras miraba la
tarta.

"Es preciosa".
101
"Gracias, pero creo que me quedaré con mi trabajo de día" –
le contesté.

Clara no sabía tostar pan sin quemarlo. Se impresionaba


fácilmente. Podría haber puesto mantequilla de cacahuete
en una tostada y luego haber colocado un malvavisco
encima con una vela sobresaliendo, y a ella le habría
parecido genial.

"Probablemente sea lo mejor. Viene con seguro médico" –


aceptó, y luego me sonrió.

"Dime, ¿saldrás con Gavin o no? ¿Lo has decidido?"

Desde que le conté a Clara lo de Gavin, me había estado


volviendo loca, presionándome para que tuviera una cita.
Era como si su misión en la vida fuera que me acostara este
verano. Ella pensaba que el sexo lo arreglaba todo. Quizá
para ella sí, pero yo no lo veía así. El sexo complicaba las
cosas. Hacía que la gente actuara diferente. Yo me
conformaba con mi vibrador y los recuerdos de Dean Finlay
empujándome contra la pared. Pero eso era algo que nunca
admitiría. Admitirlo significaría que era una idiota.
No, era una idiota por excitarme, pensando en ese hombre.
Admitirlo sería compartir mi idiotez con los demás.

"Quiere salir mañana por la noche. Creo que voy a ir" –le
dije.
102
Levantó los brazos y gritó: "¡Anotación!", como si
estuviéramos en un partido de fútbol y ella siguiera siendo
animadora.
Sacudí la cabeza y le di la bolsa con las cosas para la fiesta
de la señora Jo.

"Coge esto y vámonos. Damar y Jim volverán pronto de la


oficina para acompañarnos. No quiero que se nos
adelanten".

"Estoy tan celosa de Jim. Damar está tan bueno. ¿Por qué,
oh por qué tiene que batear para el otro equipo?".

Puse los ojos en blanco y me dirigí hacia la puerta con la


tarta.

"No flirtees con él, por favor. Les incomoda a los dos".

Clara se encogió de hombros.

"Está bien. Le dejaré en paz. Aunque él no sabe lo que se


pierde".

"Sí que lo sabe. Recuerda que estuvo casado con una mujer
durante dos años en la universidad. No le interesa lo que
hay entre tus piernas".

"Sólo estaba probando la vagina equivocada" –dijo Clara.


103
"Eso es todo."

"Qué asco. Por favor, cállate ya y sé normal" –le dije.

"La normalidad no es divertida. ¿Cuántas veces tengo que


decírtelo?" –contestó y abrió de un tirón la puerta de mi
apartamento con más energía de la necesaria.

La seguí, cerró la puerta y echó el pestillo tras nosotras.


Estábamos en la puerta de la señora Jo cuando se abrió de
golpe, y la señora Jo estaba de pie con un vestido rosa
brillante, cubierto de rosas. Incluso se había rizado el pelo.
Uno de los rulos estaba todavía en la parte de atrás. Podía
verlo asomando por detrás de su cuello. Dudaba que ella lo
supiera. Se lo arreglaría antes de que llegara nadie más.

"¡Feliz cumpleaños!" –exclamé, y ella aplaudió mientras


tomaba la tarta.

"¡Es preciosa! Nunca había comido una tarta tan bonita" –


dijo contenta.

"La tarta del año pasado estaba buena, pero tiene razón,
señora Jo; esta es preciosa. Definitivamente compensa el
aspecto que tenía la del año pasado" –dijo Clara, entrando y
depositando un beso en la mejilla de la señora Jo.

104
Siempre se iban a burlar de mi intento de hacer una tarta
con forma de rosa. Lo había visto en Pinterest y estaba
segura de que podría hacerlo. Al final, la decisión unánime
había sido que se parecía más a un pene y un saco de
bolas.

"Oh, no sé" –dijo la señora Jo.

"Toda mujer necesita un pastel de pene una vez en su vida.


Dios sabe que un pene de verdad no sabe bien".

Hizo una mueca.

"Cosas asquerosas".

Clara echó la cabeza hacia atrás y se rió.

"A mí también me gusta el sabor del pene, pero estaré de


acuerdo en que el pene de tarta era delicioso" –dijo Damar
desde la puerta.

La señora Jo se echó a reír y fue a abrazar a los dos


hombres. Jim llevaba una pequeña bolsa de regalo Tiffany
Blue, y sabía que contenía una joya que haría las delicias de
la señora Jo. Ella les hacía pasteles y galletas todo el año,
pero a cambio, ellos le compraban los mejores regalos de
cumpleaños. Ojalá hubiera tenido dinero para hacer lo

105
mismo, pero lo mejor que podía hacer era preparar la tarta y
conseguir los artículos para la fiesta.

"Mira este sitio" –dijo Jim al entrar.

"Maldita sea, ojalá hubiera saltado el aspersor en nuestro


apartamento" –añadió.

La señora Jo sonreía de orgulla.

"¿No es maravilloso? Siéntate en ese sofá. Es lo más suave


en lo que me he sentado nunca. Podría dormir ahí toda la
noche y ni siquiera me dolería a la mañana siguiente".

Una pequeñísima parte de mí sentía envidia del sofá ahora


que el mío probablemente estaba en las últimas. Y el olor no
desaparecía. Pero ya había decidido que no necesitaba
muebles de repuesto y tenía que atenerme a eso.
Metí la mano en la bolsa de la fiesta y saqué los sombreros
que había comprado, luego se los pasé a todo el mundo
antes de ponerme uno en la cabeza. Había comprado una
diadema de papel para la señora Jo, y fui a ponérsela en la
cabeza. Le aparté el último rulo del pelo y le guiñé un ojo,
luego me lo metí en el bolsillo para guardarlo más tarde.

"¿Cómo son tus nuevos muebles, Brielle?" –preguntó


Damar.

106
"No ha comprado ninguno" –respondió Clara por mí, y luego
puso los ojos en blanco.

"Es terca de cojones".

"Odio esa palabra, Clara" –le recordó la señora Jo.

Clara se disculpó, y entonces Damar dirigió su mirada hacia


mí.

"¿No te has llevado los muebles nuevos? Pero, cariño, tus


cosas son... bueno...".

"Es viejo y asqueroso" –terminó Clara por él.

"No es asqueroso" –defendí mis muebles.

Aunque eran un poco asquerosos. Al menos la estructura


del sofá.

"Esa cosa ha visto días mejores, amor" –dijo Jim con más
dulzura que Clara.

Tenía razón, pero no iba a darle la razón. En lugar de eso,


saqué las bocinas de fiesta y las repartí. Todos cogieron una
mientras seguían hablando de los nuevos muebles y del
color de pintura que había elegido la señora Jo. Aquello
parecía más luminoso y alegre que antes.
107
Llamaron a la puerta y Damar me miró.

"No puede ser la comida. Acabo de pedirla. ¿A quién más


esperamos?" –preguntó.

Negué con la cabeza.

"A nadie”.

La señora Jo pasó junto a nosotros y se dirigió hacia la


puerta.

"Es mi cumpleaños. Uno nunca sabe lo que aparecerá en la


puerta".

La abrió sin mirar antes por la mirilla. Algo en lo que


normalmente estaba muy atenta. Dean estaba allí de pie
con un jarrón lleno de las rosas rosas más brillantes que
había visto nunca. La señora Jo chilló como una niña y las
cogió.
Después de eso, una serie de acontecimientos empezaron a
sucederse rápidamente.
Clara me agarró el brazo con tanta fuerza que sus uñas se
clavaron en mi piel mientras repetía "Dios mío" una y otra
vez. Damar se quedó en silencio, conmocionado, y Jim se
tapó la boca con la mano después de gritar:

"¡Santo cielo!".
108
Yo me quedé donde estaba, sin decir nada. Excepto una
mueca de dolor por el dolor que me estaba infligiendo en el
brazo en ese momento. Sin embargo, no le dije nada al
respecto. El dolor me mantenía centrada. Porque Dean
estaba allí de pie con flores para la señora Jo, y debían de
costar una fortuna. Era dulce. Era amable. Era considerado.
Se suponía que él no era ninguna de esas cosas.
Dean Finlay era arrogante, egocéntrico y estaba
acostumbrado a conseguir lo que quería. Esto, este... gesto
no era lo que esperaba de él.

"Pasa, pasa. Ven y conoce a todos. Bueno, excepto a


Brielle. Ya la conoces" –le dijo la señora Jo, aparentemente
ajena a los asombrados presentes.

"Tenemos mucha tarta. Brielle hizo una preciosa. La del año


pasado parecía un pene, así que estamos muy
impresionados con lo lejos que ha llegado su habilidad para
decorar tartas en un año".

Cerré los ojos, deseando que no hubiera sacado ese tema.


Cuando volví a abrirlos, Dean me miraba divertido.
El maldito pastel de pene nunca desaparecería.

"Nunca he comido un pastel de pene" –me dijo.

"Iba a ser una rosa, pero falló en Pinterest" –dije, sintiendo


que mis mejillas se calentaban.
109
"Voy a necesitar una explicación" –dijo finalmente Damar.

"Dean Finlay está en este apartamento. No solo lo conoce la


señora Jo, sino también tú" –preguntó mirándome.

La señora Jo se dirigió hacia la cocina para colocar las


rosas en el centro de la mesa, ignorando las preguntas.
Entonces, la mirada de todos giró hacia mí.

"Yo, eh, bueno..."

Miré a Dean. No estaba segura de si debía decirles que era


el propietario del edificio y que vivía en el ático. ¿Era un
secreto? Había estado muy visible el día del incendio, pero
parecía que había vuelto a esconderse.

"El edificio es mío".

Le tendió la mano a Damar. Damar le estrechó la mano


mientras lo miraba con asombro.

"Damar Helter. Encantado de conocerle, señor Finlay" –le


dijo.

"Sólo Dean" –respondió.

Luego se dirigió a Jim, que me preocupaba que no fuera


capaz de hablar. Parecía demasiado nervioso, pero
110
consiguió presentarse. Clara no pudo esperar más y se
levantó y se acercó a Dean en cuestión de segundos.
Estaba de espaldas a mí, pero ya sabía que le estaba
mostrando su sonrisa de imán masculino. También me
echaría la bronca por no haberle dicho antes que vivía en el
ático. Sobre todo porque estaba claro que ya le conocía.
No quería ver cómo Clara atraía a Dean. Lo haría
fácilmente. Tenía fe en sus habilidades. Así que me di la
vuelta y me dirigí a la cocina con la señora Jo.
Estaba arreglando sus rosas y sonriendo alegremente.
Cuando me vio, sonrió aún más.

"¿Le has regalado a Dean un sombrero de fiesta?" –


preguntó, como si eso fuera algo que realmente se pondría
en la cabeza.

"Es Dean Finlay" –dije, como si eso lo explicara todo.

La señora Jo se encogió de hombros.

"Eso no significa que quiera que lo dejen de lado".

No iba a discutir esto con ella. Lo dejé estar.


Ocupándome de coger los platos de fiesta y los tenedores
de plástico que había traído, casi no pensé en Clara en la
otra habitación, flirteando con Dean. Casi. Sin duda era su
tipo. Le gustaban ricos y mayores. Dean sería su santo grial.
La idea me revolvió el estómago, y no quería sentir nada en
111
absoluto cuando se trataba de él. Oí reír a Clara. Era su risa
sexy de "ven a buscarme". Era mi mejor amiga, pero el
sonido me hizo poner los ojos en blanco.
Sí, tenía que ir a esa cita con Gavin. Si pudiera meterme a
otro hombre en la cabeza, sería genial.
La señora Jo sacó un sombrero de fiesta de la bolsa y volvió
al salón con él. La idea de que Dean llevara el sombrero me
hizo sonreír, incluso cuando Clara volvió a reírse.
Dean no me parecía especialmente gracioso.
¿Por qué se reía tanto?
Me volví hacia la nevera para sacar el té dulce que sabía
que había allí. Dean estaba de pie en la puerta, mirándome.
Me sorprendió que estuviera solo y que Clara no estuviera
colgada de su brazo. El sombrero de fiesta se posaba
orgulloso en su cabeza y, esta vez, tuve que taparme la
boca para no reírme.
La risa de Clara ahora tenía sentido.

"¿Qué?" –me preguntó con una sonrisa torcida en la cara.

"¿No me queda bien?".

Conseguí reprimir la risita y negué con la cabeza.

"No. Creo que te queda bien".

Entonces sonrió satisfecho.

112
"Claro que sí”.

Lo estudié un momento y luego miré las rosas.

"¿Cómo sabías que le gustaban las rosas rosas?" –le


pregunté.

"Se lo pregunté".

Volví a dirigirle la mirada.

"¿Se lo preguntaste?” –Repetí, dejando que lo asimilara.

Tenía una imagen de Dean Finlay en mi cabeza. Una que


tenía desde hacía mucho tiempo. Cuando Dean hacía cosas
como ésta, me resultaba más difícil aferrarme a esa imagen.

"Por supuesto que lo hice. Mencionó lo contenta que estaba


de mudarse antes de su cumpleaños y que siempre le
hacías una tarta y le organizabas una fiesta. Me invitó a la
fiesta y le dije que iría sólo si me decía cuál era su flor
favorita".

La señora Jo había sabido que iba a venir. Esa chivata no


había dicho ni una palabra.

"Son unas rosas impresionantes. Nunca había visto ninguna


de ese tono de rosa" –le dije.
113
Se encogió de hombros.

"Ser yo tiene sus ventajas".

Estaba segura de que tenía todas las ventajas.

"Ahí estás" –dijo Clara alegremente al pasar junto a Dean y


entrar en la cocina.

Estaba radiante con su preciosa sonrisa blanca como el


peral, y yo no estaba seguro de si me hablaba a mí o a
Dean. Supongo que era Dean, pero ella quería que
pareciera que me buscaba a mí.
Sonó el timbre y tuve mi excusa para alejarme del próximo
flirteo de Clara con Dean.

"Probablemente sea la comida tailandesa" –dije y rodeé a


Dean para dirigirme a la puerta.

Damar y Jim siempre pagaban la comida tailandesa, y yo


hacía la tarta todos los años. Sin embargo, quería salir de la
cocina, y ésta era mi oportunidad.
Damar ya estaba en la puerta, pagando al repartidor por la
comida, mientras Jim se dirigía hacia mí con las bolsas.
Genial, ahora volvemos a la cocina.
Acabo de escapar de esos dos .

114
"Dios, me encanta cómo huele esto. Damar nunca quiere
pedir comida tailandesa. Es la única vez al año que puedo
comer pad thai, y disfruto cada momento" –dijo Jim.

Forcé una sonrisa y esperé a que pasara por delante de mí,


casi hasta la cocina, antes de darme la vuelta para ir a
ayudar a preparar la mesa.
Cuando entré en la habitación, Clara estaba casi pegada a
Dean, inclinada hacia él y mirándole con sus largas
pestañas mientras hablaba.
Sí, esta noche iba a ser la bomba.

115
CAPÍTUlO 9

DeAn

eran una familia. Se notaba en la forma en que se


hablaban, en sus sonrisas, en el sonido de sus carcajadas y
en cómo se preocupaban de verdad por la vida de los
demás. En el centro de esta familia estaba su núcleo:
Brielle. Ella había sido la encargada de preparar la comida,
traer las bebidas de todos, cortar la tarta y servir a todos.
Estaba jodidamente fascinado con ella. Cada movimiento
que hacía. Nada en ella se parecía a otras jóvenes con las
que había salido.
Clara era el tipo de mujer con la que había terminado y con
la que ya no tenía ningún deseo de perder el tiempo.
116
Brielle debería estarlo también. No tenía veinticinco años.
Tenía veintiocho. Su cumpleaños era en noviembre, y
Damar ya estaba planeando su fiesta, que él y Jim iban a
organizar en su apartamento. Por lo demás, se hablaba
poco de la vida de Brielle. Damar habló de la aplicación de
citas por internet que habían inventado. Clara habló de los
conciertos a los que había ido, mencionando más de una
vez a Slacker Demon. La señora Jo habló de Andrew y su
nuevo novio. Todos parecían aliviados de que Andrew
hubiera roto con su último novio, coincidiendo en que había
sido controlador. Yo escuchaba, esperando oír algo más
sobre Brielle. Cuando por fin se levantó y empezó a limpiar
la mesa, esperé a ver quién la ayudaba. Clara acercó su
silla a la mía y me preguntó qué iba a hacer esta noche. Ni
una sola vez miró hacia Brielle para ver si necesitaba ayuda.
La señora Jo y Damar estaban en una profunda
conversación sobre la clase de yoga que se iba a dar ahora
en el parque al amanecer. Jim había salido de la habitación
para atender una llamada telefónica.
Moví la silla hacia atrás y me puse de pie. No respondí a la
pregunta de Clara, pero cogí mi plato y los demás objetos
vacíos que había sobre la mesa, y luego me acerqué al
fregadero, donde Brielle estaba de pie, llenando el lado
izquierdo del fregadero con agua jabonosa.

"Lava tú; yo aclararé y secaré" –le dije.

117
Levantó los ojos y se encontraron con los míos, en los que
percibí una pizca de sorpresa. Luego los entrecerró
ligeramente.

"¿Sabes hacerlo?" –preguntó.

Me encogí de hombros y le seguí la corriente.

"Estoy seguro de que si me confundo, podrías ayudarme".

Una pequeña sonrisa se dibujó en la comisura de sus labios


y me entraron ganas de pasar el dedo por ellos. Eran
carnosos y siempre rosados. Incluso después de comer y
beber, seguían siendo de un bonito color rosa sin la ayuda
de un pintalabios o un brillo.

"No hace falta" –me dijo.

"Seguro que prefieren hablar contigo".

"Pero prefiero ayudarte" –repliqué.

Un rubor tiñó sus mejillas.

"De acuerdo" –susurró, y volvió a centrar su atención en el


fregadero.

118
La miré mientras empezaba a lavar el cuchillo con el que
había cortado la tarta. Me gustó el esmalte rojo de sus uñas.
Era atrevido y sexy.
Damar, Jim y la señora Jo pasaron de la cocina al salón.
Una parte de mí quería volver a estar a solas con Brielle, y
otra parte no estaba seguro de poder tomar las decisiones
correctas si así fuera.

"Los muebles de la señora Jo son bonitos" –me dijo


mientras me entregaba el cuchillo.

Se lo cogí.

"Tú también podrías tener muebles nuevos y bonitos" –le


recordé.

Volvió a mirar el agua.

"Sí" –fue todo lo que dijo.

La estudié y esperé, pensando que iba a decir algo más.


Lavó dos tazas más y me las entregó en silencio.

"¿Has cambiado de opinión sobre los muebles?" –le


pregunté.

Suspiró, pero no me miró.

119
"No. Está bien".

"Su sofá está en muy mal estado. Hasta huele mal. Pero no
te lo va a decir. Es demasiado orgullosa, pero los daños del
agua no le hicieron ningún favor".

La voz de Clara llegó desde detrás de nosotros.


Brielle se giró y miró a la otra mujer.

"No pasa nada, Clara" –espetó.

Clara puso los ojos en blanco, se llevó una mano a la


cadera y me miró.

"No, no lo está. Lo compró hace años en una tienda de


segunda mano. La explosión de los aspersores lo dejó en
mal estado y lo convirtió en un asco".

Se me apretaron las tripas.


Vi cómo las mejillas de Brielle se sonrojaban y me di cuenta
de que estaba avergonzada. Aunque necesitaba esa
información, también quería que Clara se callara.
Estaba molestando a Brielle.

"Termina de lavar los platos" –le dijo Brielle mientras se


secaba las manos.

120
"Tengo que irme. Se supone que Cam llamará en unos
minutos. Debería volver a mi apartamento".

Maldito Cam. No lo habían mencionado en toda la noche.


Pero Clara no discutió con ella. Ella simplemente tomó su
lugar, y Brielle me miró con una pequeña sonrisa antes de
salir de la cocina.

"Si quieres, puedo elegir un sofá que le guste y hacer que lo


acepte. Tengo la llave de su apartamento. Puedes mudar
esa mierda que tiene ahora y poner el nuevo mientras ella
está en el trabajo" –me ofreció Clara.

Pensé un momento en su sugerencia. Brielle se pondría


furiosa, pero era su mejor amiga. Sabría cómo llegar a
Brielle.

"¿Cuánto hace que la conoces?” –Le pregunté a Clara.

Hizo una pausa y apretó los labios.

"Eh... déjame pensar... hace ya ocho años" –dijo.

"Ni siquiera teníamos edad legal para beber cuando nos


hicimos amigas".

"¿Se conocieron en la universidad?" –Pregunté, queriendo


saber más sobre Brielle.
121
No dejaba de sorprenderme. Sabía tan poco de ella, y ella
no ofrecía mucho. Estaba claro que no quería que la
conociera.
Clara negó con la cabeza.

"No, estuve en un colegio privado religioso. Era la única


universidad que pagaban mis padres, y Brielle estaba en la
universidad en la que trabaja ahora. Mi madre insistió en
que consiguiera un trabajo. Me enfadé mucho por eso, pero
entonces conocí a Brielle. Fue lo mejor que mi madre hizo
por mí".

"¿La conociste en el trabajo?" –pregunté para aclarar.

Clara asintió.

"Sí."

"¿Dónde trabajaban las dos?" –pregunté.

"En una tienda llamada Luxe. Brielle era la gerente y me


contrató. Candace, la dueña, le confiaba todo. Candace
salió durante un tiempo con el presidente del colegio; por
ella Brielle consiguió el trabajo allí. Aunque a Candace le
encantaba tenerla como empleada, quería más para Brielle,
y la universidad podía darle un seguro médico y pagarle
más".

122
Clara me pasó el último plato del fregadero y dejó salir el
agua jabonosa, luego se volvió para mirarme mientras lo
enjuagaba y lo secaba.
Cuando terminé, la miré y me di cuenta de que el brillo
coqueto de sus ojos había desaparecido. Parecía seria.

"Brielle es especial. Me da igual quién seas; te haré daño si


le haces daño a ella" –me dijo Clara.

"Casi le doblo la edad. No pienso hacerle nada" –repliqué,


sin estar seguro de creerme mis propias palabras.

Era muy probable que le hubiera hecho bastante si Cam no


le hubiera llamado la semana pasada cuando estábamos en
su apartamento. Había estado a punto de hacerle más.
Clara levantó la ceja izquierda.

"Y una mierda que no. No puedes alejarte de ella. Estabas


pendiente de cada palabra que decía. No te culpo. Si me
gustaran las mujeres, ya la habría reclamado y le habría
puesto un anillo. Pero bajo todo ese exterior duro, ella tiene
mucho dolor y heridas del pasado. Cam es lo que la salvó".

Ahí estaba ese maldito nombre otra vez. Un hombre al que


todavía no había visto, pero cuando la gente hablaba de él,
actuaban como si fuera un jodido héroe.
Brielle no era tan malditamente perfecta. Había engañado a
Cam.
123
¿Su club de fans lo sabía?
Estaba dejando que un pedazo de culo caliente que tenía
algunas buenas cualidades nublara mi juicio.
Claro, Brielle era una buena amiga y considerada, pero no
era inocente. Ella hizo mierda como el resto de nosotros.
Debería pensar en ser tan considerada con su novio como
lo era con el resto de las personas de su vida.

"Quizá alguien debería preocuparse más de que Cam salga


herido" –dije antes de poder contenerme.

Clara frunció el ceño.

"¿Qué quieres decir con eso?".

No era asunto mío. Brielle no me había hecho nada. No


tenía por qué meterme en sus asuntos personales. El hecho
de que se me pusiera dura con ella no significaba que
pudiera ponerme desagradable y compartir sus trapos
sucios.
Sacudí la cabeza.

"Nada”.

"Oh, no. No puedes hablar de Cam y no dar explicaciones" –


dijo, con un tono ligeramente enfadado.

¿Qué le pasaba?
124
Las malditas mujeres eran jodidamente confusas.

"No sé qué tipo de relación tiene con Cam. No puedo decirlo


porque nunca he visto al hombre con ella. No es asunto
mío".

Clara se quedó en silencio unos instantes y yo me di la


vuelta para marcharme, no quería que me machacaran con
más preguntas. Por suerte, me dejó marchar sin más
disgustos.
La señora Jo estaba abrazando a Damar, y luego a Jim,
agradeciéndoles el regalo mientras estaban en la puerta
abierta de su apartamento. Brielle se había ido. Yo también
estaba listo para irme.
El silencio en mi apartamento parecía ahora un amigo
bienvenido. Lo necesitaba para pensar y reflexionar.
Para volver a pensar en Brielle.

125
CAPÍTUlO 10

bRIelle

más vale que estés despierta" –gritó la voz de Clara, y


"
entonces oí cerrarse la puerta principal.

Salí de la bañera y me envolví en una toalla.

"¡En serio! Tengo que decirte algo, ¡y quieres oírlo!" –dijo,


acercándose su voz.

Entré en mi habitación justo cuando Clara entraba por el


pasillo.
126
"Bien. Te has despertado" –dijo aliviada.

"Probablemente iba a despertarte si no lo estabas".

No la había esperado aquí esta noche. Después de dejarla


con Dean para lavar los platos, supuse que acabarían
juntos. Tal vez lo habían hecho, y ella venía a darme
detalles. Aunque no había estado fuera tanto tiempo, así
que no podían ser muchos detalles. De cualquier manera,
no quería oír hablar de ello. Había algunas cosas que no
compartiríamos. Los detalles sexuales de Dean Finlay eran
una de ellas.

"¿No te fuiste con Dean?" –Pregunté, tratando de sonar


como si no me importara.

Porque no debería importarme. Era peligroso que me


importara.
Se dejó caer en el borde de mi cama.

"No, no me fui con Dean. Eres la única mujer con la que ese
hombre quería irse. Jesús, Brielle, ¿no viste cómo te
miraba? Miraba cada uno de tus movimientos. No podía
quitarte los ojos de encima".

No quería creer eso porque si lo hacía se me metería en la


cabeza.

127
"Es viejo" –fue mi respuesta.

Era una respuesta estúpida y algo que no me importaba. La


edad era sólo un número, o al menos eso me habían dicho
una vez.

"Cállate. Es el puto Dean Finlay. Estará bueno cuando tenga


setenta años. Además, cincuenta y tres no es viejo. Sólo es
veteranía" –replicó Clara.

Me encogí de hombros porque no tenía energía para


argumentar en contra de algo con lo que estaba de acuerdo.

"Cree que Cam es tu novio, o que tienes alguna relación con


él" –dijo sonriendo alegremente, como si aquello fuera la
mejor de las noticias.

"Lo sé" –respondí.

Se le borró la sonrisa.

"¿Lo sabes?" –preguntó.

Asentí con la cabeza.

"Sí. Me pilló hablando con Cam por teléfono. Supuso que


estaba hablando con un chico con el que salía. Cam no me
había llamado durante su viaje al campamento. Le había
128
dicho que me llamara cada dos horas. Me entró el pánico.
Dean hizo un comentario sarcástico sobre que yo era
controladora o algo así. Me molestó. Me cayó mal nada más
verlo".

Clara me miraba como si estuviera loca.

"Vale, espera. En primer lugar, sabías que Dean Finlay vivía


en este edificio desde el día que Cam se fue de
campamento, ¿y no me lo dijiste? ¿Y por qué no le dijiste
quién era Cam?".

Me encogí de hombros y me acerqué a mi cómoda para


coger un camisón.

"No sabía que vivía aquí ese día. Tenía una reunión en la
universidad. Y no, no vi motivo para explicarle mi llamada".

"Vale, ya volveremos a lo de la reunión con el decano Finlay


y lo de no decírmelo. Pero por ahora, centrémonos en lo
importante. Veo una razón para hablarle de Cam. Le gustas.
No está seguro de si le gusta cómo tratas a tu novio, pero
está a punto de que no le importe. Quiere tu culo caliente.
Puedo verlo en toda su cara".

Saqué uno de mis camisones favoritos y me lo puse por


encima de la cabeza.

129
"Estás leyendo mucho más en esto de lo que hay. Es Dean
Finlay. Puede tener a la mujer que quiera. Soy una asistente
de admisiones universitarias. No hay nada especial en mí.
No me quiere".

Clara gruñó de frustración y se levantó, levantando las


manos.

"¡Por el amor de todo lo sagrado! ¿Quieres escucharme


cuando te digo que eres guapísima, lista, considerada,
amable, dura, la mejor madre que conozco y tienes una
personalidad fantástica? ¿Por qué no te querría?".

Me acerqué y la abracé con fuerza.

"Yo también te quiero" –le dije, y luego la solté.

"Pero ahora mismo, quiero meterme en la cama. Tengo


trabajo mañana y una cita con Gavin mañana por la noche.
Lo llamé justo después de colgar el teléfono con Cam.
Decidí que necesitaba salir con alguien este verano. En eso
tienes razón".

Porque estaba fantaseando con Dean Finlay, y eso era un


terreno resbaladizo.

130
"¿Sales con un obrero de la construcción guapo cuando una
estrella del rock está interesada en ti? ¿En serio? ¿Esto es
la vida real?"

Parecía tan desanimada.

"Sal con Dean Finlay si crees que es tan genial" –le dije.

Aunque, en el fondo, no lo dijera necesariamente en serio.


Porque entonces tendría que oír hablar de ello, y no estaba
segura de poder hacerlo.

"Oh, fui con toda mi fuerza. Usé todas mis habilidades.


Pensé que sólo era difícil de conseguir hasta que entramos
en la cocina y me di cuenta de que el hombre estaba
interesado, sólo que no en mí. Había sido lo suficientemente
listo como para fijarse en mi sexy mejor amiga" –me dijo
Clara.

"Te equivocas. De todas formas no importa. Ahora necesito


dormir. Vete a casa" –le dije suavemente.

Suspiró con fuerza, se levantó, se dio la vuelta y se dirigió a


la puerta.

"Bien. Todos mis sueños de ser la mejor amiga de la novia


de Dean Finlay se han esfumado. Me los has arrebatado.
Deberías avergonzarte. Ahora no soy más que una mujer
131
rota. Destrozada sin remedio" –dijo dramáticamente
mientras salía al pasillo.

"Mañana será otro día" –le dije.

"Quizá puedas hacerte amiga de la novia de alguna otra


estrella del rock".

Empecé a mencionar que Kiro Manning visitaba a Dean a


veces o que lo había hecho la única vez que subí a su ático.
Sin embargo, decidí que era una mala idea. Justo ahora
estaba asimilando que Dean vivía aquí. Ya lo haría otro día.

"¿Tienes helado en el congelador?" –me preguntó.

"Sí" –respondí.

"Bien. Cerraré cuando me vaya. Pero necesito helado para


superar esto" –dijo, y luego se dirigió al pasillo.

Supuse que el helado también la llevaría a ver Netflix, así


que me acerqué y cerré la puerta de mi habitación antes de
meterme en la cama.
El sueño no llegó tan rápido como esperaba, pero cuando lo
hizo, también llegaron los sueños.
Dean Finlay aparecía en todos ellos.

132
Conseguir no pensar en Dean al día siguiente en el trabajo
fue fácil, ya que me habían encargado la tarea de coger los
archivos en papel y convertirlos a formato digital. El
ordenador se había estropeado dos veces porque hacía
cinco años que había que cambiarlo. Había archivos
incompletos y que faltaban. Se me rompió el talón derecho.
Me había venido la regla y se me había olvidado traer un
tampón. Para colmo, en la sala de archivos hacía ochenta y
tres grados.
Cuando entré en mi apartamento, donde el aire
acondicionado mantenía la temperatura en unos agradables
sesenta y ocho grados, dejé caer mi bolso al suelo y me
deleité en el fresco... hasta que mis ojos se posaron en mi
sofá. No. No en mi sofá, sino en un sofá.
Lentamente, me acerqué al otro lado del sofá y me quedé
mirándolo. Los cojines eran tan grandes y mullidos que
parecía que pudieras hundirte en ellos. Los reposabrazos
cuadrados eran lo bastante anchos como para poner cosas
encima, y el color era más parecido al gris pizarra que al
azul. En el centro había un único cojín de chenilla amarilla
que alegraba el conjunto.
No me moví.
Me quedé mirando.
133
Era nuevo y lo más bonito que tenía en el piso. Los demás
muebles del salón parecían tristes en comparación.
Cuando se me pasó el susto inicial, me entró la rabia. Había
entrado en mi piso cuando yo no estaba. Se había llevado
mi viejo sofá y lo había sustituido sin mi permiso. Que fuera
el dueño del edificio no significaba que pudiera decorar las
casas de los demás. Yo le pagaba el alquiler de este
apartamento. Era mío. No tenía derecho a entrar cuando yo
no estaba en casa. Podía ver cosas. Fotos. La habitación de
Cam. Este era mi lugar privado. No debería haber estado en
mi apartamento. Aceché hacia la puerta y la cerré de un
portazo mientras me dirigía al ascensor. Iba a traerme el
sofá y a llevarse este... este... lujoso reemplazo.
Cuando entré en el ascensor, me di cuenta de que no había
botón para su planta. La planta ático requería un código
especial para que el ascensor subiera a ese nivel.
Saqué el teléfono del bolsillo para enviarle un mensaje.

Necesito hablar contigo. Ahora mismo.

Lo envié y esperé. No tardó más de un minuto en responder.

¿No te gusta?

Maldito sea. A cualquiera le gustaría el estúpido sofá. Era


fabuloso. Ese no era el punto.

Ahora, Dean.
134
Ve al ascensor. Presiona 3, 2, 1, luego presiona 3 dos
veces muy rápido. Confío en que no compartirás eso
con nadie.

Presioné los números como me había dicho, y las puertas


se cerraron de inmediato. Cuando el ascensor empezó a
subir, me llevé las manos a los costados. Era tan
prepotente. No me importaba su estúpida fama. No
necesitaba su dinero. Mi sofá estaba bien. No le había
pedido uno nuevo. Ningún seguro pagaría por ese tipo de
reemplazo. Había estado en mi casa sin que yo estuviera
allí. Había tantas cosas mal en esta situación.
Las puertas del ascensor se abrieron, y al otro lado estaba
Dean, en su puerta abierta, apoyado en el marco con los
brazos cruzados sobre el pecho. Tenía el pecho desnudo.
Todos sus gloriosos tatuajes y su pezón perforado a la vista.
No quería distraerme. Me dirigí hacia él, sin mirar más allá
de sus ojos. Estaba enfadada, maldita sea. No estaba aquí
para verlo semidesnudo.

"Intenté ir con uno color perla o crema, pero Clara insistió en


que no se podía hacer un color claro" –dijo encogiéndose de
hombros.

Hice una pausa y me llevé una mano a la cadera.


¿Clara?
¿Estaba metida en esto?
¡Maldita sea!
135
Ahora, no podía estar completamente enfadada con él.
Tenía que compartir ese enfado con mi mejor amiga, que
había tenido buenas intenciones pero había cruzado un
límite. Lo cual no me sorprendió. Ella siempre cruzaba los
límites. Debería haber sabido que no lo querría en mi
apartamento. Era lógico. Privacidad y todo eso.

"Me encargaré de ella después" –le dije.

"Ella no pagó y no se metió en mi apartamento sin mi


permiso".

Levantó las cejas e hizo un chasquido con la lengua.

"Ah, no es exactamente cierto. Utilizó la llave que le habías


dado y estuvo allí con la gente que recogió tu sofá y con los
que entregaron el nuevo. Yo personalmente no he visto el
interior de tu apartamento. Después de todo, eres un
inquilino. Respeto tu intimidad".

Maldije en voz baja.

"Me llevo la llave" –murmuré.

Luego, me sentí aliviada de que no hubiera estado en mi


apartamento. Que Clara se hubiera encargado de todo
aunque se hubiera pasado de la raya al hacerlo. .Dean se
rió entre dientes.
136
"¿Puedo ofrecerte un refresco? ¿Un trozo de una tarta de
cerezas jodidamente deliciosa que me ha hecho la señora
Jo? ¿O tal vez una cerveza?"

Bajé la mano de la cadera y me pasé la otra por el pelo con


un suspiro. Ahora mismo, lo único que podía pensar era que
Dean era culpable de comprarme un sofá que yo no había
pedido. Parecía que mi mejor amiga era quien debía recibir
mi ira. Al menos la mayor parte.
Había quedado con Gavin dentro de dos horas en
Carmines. Sacudí la cabeza. Entrar en aquel ático con un
Dean sin camiseta era una mala idea.

"Tengo que irme. Pero el sofá es demasiado. Sólo...


¿puedes devolverlo? ¿Recuperar tu dinero? Sé que el
seguro no lo cubría".

Dean se encogió ligeramente de hombros.

"Supongo que podría. Pero entonces no tendrías sofá. El


otro se deshizo por la base y se rompió incluso antes de que
lo subieran al camión. Ahora mismo está en varios pedazos
en el vertedero".

Mierda.
Me mordí el labio para no gemir. Por supuesto que se había
venido abajo. Había estado a punto de desmoronarse bajo
el peso de cualquiera que se sentara encima.
137
Esa cosa pertenecía a un vertedero.

"Vale, ¿entonces podrías comprar un sofá más barato que


cubra el seguro? ¿O puedo encontrar uno en una tienda de
segunda mano, traerte el recibo y me lo reembolsas?".

Cualquiera de esas ideas me sentaba mejor que el fabuloso


sofá de mi salón.

"Me lo pensaré" –dijo, y luego se enderezó apoyándose en


el marco de la puerta.

"Pero primero, tienes que entrar y tomar una copa y un poco


de tarta. Entonces hablaremos de ello. Creo que Maegan
me llenó ayer el botellero. Lo había olvidado. Incluso te
dejaré elegir la botella. Podemos tomar una copa".

Debería irme, pero había una parte de mí -la parte estúpida


y que no pensaba con claridad- que quería entrar. Había
dicho que yo no era su tipo. Podría haberlo dicho en serio.
Volví a mirar hacia el ascensor.

"Sólo veinte minutos, máximo" –dijo.

Veinte minutos. Podía aguantar veinte minutos.


Entonces, tal vez me conseguiría un sofá menos lujoso, y no
pensaría en él cada vez que me sentara en él.
Era poco probable, pero tenía esperanzas.
138
"Veinte minutos" –acepté.

Me sonrió y deseé que no fuera atractivo. Ojalá tuviera


aspecto de viejo. Deseé que no fuera mi casero. Deseé
muchas cosas, pero ninguna se hizo realidad.
Dean dio un paso atrás y me dejó entrar. Olía bien. Casi
como el aroma ideal de playa. Con aire fresco del océano,
coco, era muy tropical. No había olido así la última vez que
estuve aquí.

"Te enseñaré el botellero" –dijo y empezó a caminar en


dirección contraria a la sala de estar.

Lo seguí por un pasillo que no había visto antes y que


conducía a un gran comedor. La mesa era lo bastante
grande como para sentar a dieciséis comensales, y sobre
ella colgaba una gigantesca lámpara de araña negra. Había
un rincón con un estante de madera empotrado del suelo al
techo, repleto de botellas de vino. Se acercó a él con los
vaqueros colgando de las caderas. Los músculos de su
espalda se movían al caminar. Sus anchos hombros eran
más visibles cuando iba sin camiseta. También mostraba su
estrecha cintura. Intenté no admirar la vista, pero era difícil.
Sobre todo con el tatuaje del demonio holgazán cubriéndole
la mayor parte de la espalda. Era bien sabido que todos los
miembros de la banda tenían el mismo tatuaje. Una vez
había visto todos sus tatuajes en una foto en la portada de
una revista en la caja del supermercado. Era un recordatorio
139
de que era famoso. No sólo en Estados Unidos, sino en todo
el mundo. Era legendario. Había sido considerado el mejor
batería del siglo por la revista Rolling Stones. No había
ninguna banda más joven que se hubiera acercado a su
fama.

"No he mirado las selecciones. Siéntete libre de sacar todas


las botellas que necesites" –dijo mientras se daba la vuelta
para mirarme.

Mis ojos pasaron de su pecho desnudo a su cara. Percibí


una sonrisa de complicidad en sus labios.

"Tu tatuaje" –empecé, intentando explicarme.

No quería que pensara que le había estado mirando,


aunque en realidad sí lo había hecho.

"Nunca he visto un tatuaje de Slacker Demon en persona".

Fue un comentario tonto. Uno al que me había agarrado


para disimular mi mirada. Sentía la cara caliente.

"¿Quieres verlo más de cerca?" –preguntó, todavía


sonriendo.

Negué con la cabeza, sintiéndome aún más avergonzada.

140
"Uh, ¿paseas sin camiseta a menudo?" –pregunté, tratando
de desviar la conversación hacia él y posiblemente
conseguir que se pusiera una camiseta.

"Sí. Estaba en ropa interior antes de que me mandaras el


mensaje. Me puse los vaqueros por ti. ¿No te gusta estar
cómodo en tu casa?".

Me reí suavemente.

"Sí, me gusta" –admití.

"Pero mi idea de comodidad es un pantalón de pijama y una


camiseta grande y holgada".

Sus ojos se posaron en mi pecho.

"Pero sin sujetador" –añadió.

Inspiré profundamente, deseando no haberlo hecho porque


seguía mirándome las tetas.

"Eso no es asunto tuyo" –dije, esperando haber sonado más


molesta y menos jadeante.

Él sonrió satisfecho.

"Las mujeres odian los sujetadores. Nos limitan".


141
Era una afirmación, no una pregunta. No iba a hablar de
sujetadores con él. Lo hacía para ponerme nerviosa e
incómoda.

"Quizá debería irme" –dije, pensando que había sido una


muy mala idea.

"No" –dijo, moviéndose en mi dirección.

"Prometo portarme bien. Lo siento. Estoy seguro de que


llevas sujetador en casa todo el tiempo. Dejaré de pensar en
ti sin sujetador y te dejaré elegir un vino".

Luego pasó junto a mí, deteniéndose sólo un segundo


cuando estuvo a mi lado antes de salir de la habitación.
Me giré y le vi alejarse, pensando que posiblemente era el
hombre vivo más sexy.
Incluso a los cincuenta y tres.

142
CAPÍTUlO 11

DeAn

¿ Por qué la había invitado a entrar?


Estaba claro que estaba enfadada por lo del sofá, pero en
cuanto se había enterado de que Clara era la que estaba en
su piso, su mal genio se había desatado rápidamente.
Debería haber aceptado comprarle algo menos caro y
dejarla marchar. En lugar de eso, la invitaba a elegir una
botella de vino para que nos tomáramos y le ofrecía un poco
del pastel que me había dado la señora Jo.
Brielle tenía una relación. Ya había engañado una vez desde
que la había conocido. Tenía veintiocho años. Esos tres

143
hechos por sí solos me bastaban para dejar de encontrar
motivos para estar cerca de ella.
Cogí una camiseta que había llevado antes, tirada en la
otomana del salón, y me la puse por encima de la cabeza.
Yo también lo había hecho. Decidí no ponérmela cuando ella
subiera. Sabía que mi cuerpo tenía buen aspecto. Tenía que
mantenerlo así por si Kiro quería dar un concierto o volver a
la carretera. Mi maldita vanidad había querido mostrarle lo
bien que me veía.

"No sé mucho de vino. O al menos, del tipo que tienes ahí.


Compro el vino en el supermercado y la mayoría de las
veces es el que está de oferta. Pero sé que me gusta el
Zinfandel” -dijo tendiéndome una botella de vino.

Aquella botella en concreto no era de supermercado. En eso


tenía razón. Tenía buen gusto. Aunque no se diera cuenta.
Cogí la botella y le guiñé un ojo.

"Buena elección".

Me dirigí a la cocina.

"Abriré la botella y serviré el vino. Tú puedes cortar la tarta y


ponerla en los platos. Te enseñaré dónde encontrar las
cosas".

144
Me siguió a la cocina, abrí el cajón de los cuchillos y señalé
el armario donde estaban los platos.

"Ahí" –dije simplemente, y luego me centré en el vino y no


en cómo olía o qué aspecto tenía con la blusa sin mangas y
los pantalones cortos de lino azul marino que llevaba.

Trabajamos en silencio durante unos minutos antes de


mirarla.

"El pastel estaba bueno anoche. Se me olvidó mencionarlo".

Sonrió suavemente y colocó un trozo de tarta en un plato.

"Gracias. Pero no estará tan bueno como esto. Veo que ya


has comido un poco, así que sabes de su exquisitez" –dijo.

Asentí con la cabeza.

"Desde luego".

"A la señora Jo le encanta esta tarta. Ya que te ha dado una,


significa que has llegado a su corazón. Si no, no te la habría
hecho. Para ella, un pastel de cerezas significa que te
quiere. Que se han convertido en familia. Considérate
afortunado" –me dijo Brielle, y luego me miró de forma
mordaz.

145
"Me alegra oír eso. Es una buena mujer" –le contesté,
acercando las dos copas de vino a la mesa y dejándolas en
el suelo.

"¿Cuánto hace que la conoces?" –pregunté.

Brielle sonrió, como si tuviera un grato recuerdo.

"Desde que me mudé aquí. Fue la primera persona del


edificio que me habló. De hecho, vino y...".

Brielle hizo una pausa, como si no estuviera segura de si


debía continuar. Esperé, con más curiosidad que antes.

"Se presentó. Me hizo sentir bienvenida".

Luego se detuvo y no dijo nada más. Había omitido algo.


Estaba claro. Se me daba bien leerla. Cuanto más la
observaba, mejor lo hacía. Brielle tenía una cara expresiva.

"Está muy emocionada por tu nuevo sofá. Quizá por eso me


ha regalado este pastel" –admití.

Brielle se rió y me miró a través de las pestañas.

"Es muy posible que tengas razón".

La sonrisa que se extendió por mi cara fue fácil.


146
Quería sonreír. Diablos, quería reír. Brielle me hacía sentir...
feliz. ¿Por qué coño era eso? ¿Por qué me hacía sentir algo
más que lujuria?
Dio un mordisco, la vi tragar y luego beber un sorbo de vino.
El mío se olvidó delante de mí. Prefería la vista a la comida
y la bebida.
Brielle volvió a mirarme y se sonrojó.

"¿Por qué me miras? ¿Tengo tarta en la cara?" –me


preguntó.

Podría mentirle y decirle que sí, pero no lo hice. Decidí que


la sinceridad con ella era lo mejor.

"Es difícil no mirarte".

Sus grandes ojos azules se abrieron de par en par y me


miró fijamente. Mi mente se fue entonces a otras cosas.
Cosas desnudas. Brielle extendida encima de la mesa. Mi
polla se endureció y se apretó contra la cremallera de mis
vaqueros.

"Yo, eh, probablemente debería irme" –dijo, moviendo su


silla hacia atrás.

"No te has terminado ni el vino ni la tarta" –señalé.

147
Me miró nerviosa, cerró los ojos un momento y respiró
hondo antes de abrirlos.

"Lo siento. Creo que no debería haber entrado" –dijo,


poniéndose de pie.

La vi esforzarse por decir algo más antes de salir. Intenté


obligarme a permanecer en mi silla. Dejarla marchar. Hizo
bien en irse. Los dos necesitábamos que se fuera. Pero no
pude. Me levanté de la silla de un salto y di varias zancadas
hasta colocarme detrás de ella. La agarré por la cintura y tiré
de ella contra mi pecho, rodeando su cintura con un brazo
para mantenerla allí. Cerré los ojos con fuerza e inhalé su
aroma. ¿Por qué esta mujer me hacía tan estúpido?

"Quédate" –le dije al oído, y se estremeció entre mis brazos.

Disfruté de la sensación. La quería tan afectada como yo.


No quería estar solo en esta completa locura. .
Inhaló profundamente y luego dijo en un susurro:

"No soy tu tipo".

"Y una mierda que no lo eres. ¿Qué sabes tú de mi tipo?" –


pregunté, sonriendo mientras le daba un beso en el lóbulo
de la oreja.

Ella era exactamente mi tipo.


148
O al menos, lo había sido una vez.
Soltó un suspiro tembloroso.

"No sé cuál es tu tipo" –admitió.

"Pero le dijiste a la Sra. Jo que yo no era tu tipo".

Maldita sea.
Pasé el dorso de mi dedo por su cuello lentamente.

"¿Alguna vez has dicho una mentira, Brielle? ¿Una que


querías que fuera verdad?" –Le pregunté mientras le
recorría el escote de la blusa.

Volvió a estremecerse y asintió.

"Eres joven. Juré no querer más mujeres jóvenes" –le


susurré al oído.

"Estaba cambiando de aires”.

Bajé la mano derecha para acariciarle el pecho a través de


la suave tela de la blusa. Inspiró pero no se apartó de mí.

"Pero me lo pones muy difícil".

Se quedó tan quieta que sus respiraciones rápidas eran los


únicos sonidos que emitía.
149
Le cogí el otro pecho con la mano izquierda y se lo apreté
suavemente. Eran increíbles. Más que un puñado, y yo tenía
unas manos enormes.
Un suave gemido salió de sus labios y quise verla. Quería
verle la cara. Ver esos grandes ojos mirándome. Llenos de
la misma necesidad que bombeaba a través de mí.
Adueñándose de mí.
Solté las manos y la agarré por la cintura, luego la giré hasta
que quedó de espaldas a la pared. Dejó caer la cabeza
hacia atrás mientras me miraba. Ahí estaba. El mismo deseo
que me arañaba. El deseo de saber hasta dónde podía
llegar esto. Levanté la mano, le agarré la barbilla entre el
pulgar y el índice y la mantuve quieta. Estudié su turgencia
antes de bajar la cabeza para reclamar esos dulces labios.
La suavidad era mejor de lo que había soñado, y cuando
abrió la boca para mí, estaba perdido.
Le agarré la cabeza con las dos manos y hundí los dedos en
sus gruesos mechones castaños. Sabía a vino y cerezas.
Ella los convertía en una combinación perfecta.
Aparté una mano de su pelo y la deslicé bajo su camisa
hasta que pude bajarle el sujetador y liberar sus pechos.
Cuando la carne suave y cálida llenó mi palma, gemí y
rompí el beso. Tenía que quitarse la camiseta.

"Quítatela" –gruñí, mirando de ella a la camisa.

Subió las manos hasta los botones y empezó a


desabrocharlos despacio, como si en cualquier momento
150
fuera a parar. Me estaba volviendo loco. Luché contra las
ganas de arrancársela. Cuando se desabrochó el último
botón, sus pechos estaban sujetos por el sujetador que aún
llevaba debajo. Parecían un puto bufé que me ofrecían.
Los toqué con reverencia. Sus grandes pezones rosados
eran aún más hermosos de lo que había imaginado, y yo los
había imaginado más de lo que me importaba admitir.
Los apreté suavemente antes de bajar la cabeza para
meterme un dulce pezón en la boca. Los gemidos de Brielle
avivaron el fuego en mi interior. Iba a follármela. Nadie más
lo haría. Tenía que ser ella. En ese momento, no me
importaba si estaba comprometida con Cam, quienquiera
que fuese.

"Dean" –dijo sin aliento.

"Por favor".

Tenía miedo de preguntar qué significaba ese "por favor".


Si era ella la que me pedía que parara, iba a acabar de
rodillas delante de ella, suplicándole. Esto no podía ser todo
lo que me permitiera.
Besé su estómago y me arrodillé, luego empecé a
desabrochar sus pantalones.

"¿Qué haces?" –me preguntó.

151
Le bajé los pantaloncillos hasta los tobillos y levanté la
cabeza para mirarla mientras le bajaba también las bragas
de satén rosa. Cogí su pierna derecha y la coloqué sobre mi
hombro. Sus ojos se abrieron de par en par y jadeó.

"¿Dean?" –Dijo mi nombre como una pregunta.

"¿Hmm?" –Le pregunté, pasando mi nariz por el interior de


su muslo.

"¿Qué estás haciendo?”

Pasé la mano por su pierna hasta que mis dedos se


deslizaron por su húmeda abertura.

"Oh, Dios" –jadeó, y su rodilla se dobló.

La empujé hacia atrás para que tuviera más apoyo en la


pared y le dediqué una sonrisa perversa antes de darle un
beso en la parte superior del muslo y mover la cabeza entre
sus piernas. Con un largo lametón, gritó mi nombre y se
estremeció. La sujeté por la cintura mientras empezaba a
darle placer con la boca. Sabía fresca y dulce. El aroma de
su excitación me hizo palpitar en los vaqueros, pero por el
momento, todo giraba en torno a ella. Darle un orgasmo.
Demostrarle lo bien que podía hacerla sentir.
Me tiró del pelo, apretándolo con una de sus manos. Me
gustó el dolor agudo y gruñí contra su clítoris antes de
152
acariciarlo suavemente varias veces con la lengua. Su
rodilla volvió a doblarse. La miré y me lamí los labios.

"Sabes al puto cielo" –le dije antes de volver por más.

El cuerpo de Brielle temblaba mientras la saboreaba y la


acariciaba con la lengua. Empezó a suplicarme y a gemir.
Me encantaba el sonido de su voz. Saber que la tenía tan
cerca. Cuando no estaba seguro de que pudiera aguantar
mucho más, chupé su clítoris hinchado y explotó en mis
brazos. Mi nombre salió como un grito de sus labios, y su
cuerpo se sacudió varias veces mientras el orgasmo la
inundaba. Cuando estuve seguro de que había terminado,
volví a levantarme para sostenerla, pero entonces oí algo
detrás de mí.

"Qué bien. ¿La has traído para que se una a nosotros? Me


encantan los tríos" –dijo Maegan.

Vi cómo el placer de Brielle se convertía en horror en sus


ojos. Me apartó de un empujón y se agarró los calzoncillos,
subiéndoselos por las piernas antes de abrocharse la
camisa.

"¿Qué coño?” –le ladré a Maegan, conteniendo a duras


penas mi furia.

153
Parecía tan sincera en su confusión, pero yo sabía que no
era así. Maegan había esperado el momento perfecto para
hablar. Para hacer huir a Brielle.
Joder con Maegan fue uno de los peores errores que había
cometido.

"Tengo que irme" –dijo Brielle, alejándose de mí.

La alcancé, pero ella se apartó de mí. Incapaz de mirarme


siquiera.

"¡NO!" –gritó, y se dio la vuelta para correr hacia la puerta.

"Brielle, escúchame" –le supliqué, yendo tras ella.

Sacudió la cabeza y abrió la puerta.

"Déjame ir" –dijo con voz suplicante.

"Soy tan estúpida" –añadió.

"¡Déjame ir!"

Aceché tras ella y, cuando llegó al ascensor, la agarré del


brazo.

"Brielle" –le dije con severidad.

154
"Tienes que escucharme".

"No" –dijo mientras empezaba a pulsar el botón una y otra


vez, como si eso fuera a hacer que se abriera más rápido.

"No puedo creer que te dejara..." –dijo, y luego se tapó la


cara.

"Nunca nadie me había hecho eso. Y te dejé..."

Soltó un sollozo cuando se abrieron las puertas del


ascensor. Empecé a seguirla dentro, pero me tendió la
mano. Tenía lágrimas en los ojos.

"No lo hagas" –dijo con fuerza.

"Suéltame. Por favor".

Las puertas empezaron a cerrarse.

"Tengo que explicártelo" –le dije.

"No me importa" –respondió, y luego se fue.

Me quedé allí, enfadado con Maegan por joderme esto.


Enfadado conmigo mismo por contratar a Maegan y
follármela. Y enfadado con Brielle. No me había dado la
oportunidad de explicarme.
155
Golpeé con ambas manos las puertas cerradas del
ascensor.

"¡MALDITA SEA!" –rugí.

Luego me di la vuelta y me dirigí hacia la puerta abierta del


ático. No me detuve a mirar a Maegan, que estaba allí de
pie, esperando.

"Estás despedida. Coge tus cosas y vete. Tendrás noticias


de mi abogado. Has incumplido el contrato" –dije y seguí
hacia mi dormitorio.

"¡Dean! No lo sabía" –gritó tras de mí.

"¡A la mierda! Sabías exactamente lo que estabas haciendo.


Tienes veinte minutos y luego llamaré a la policía. Vete."

Cerré la puerta de un portazo.


Mi próximo encargado de edificio iba a ser un hombre.
Un hombre heterosexual.

156
CAPÍTUlO 12

bRIelle

el resto de la semana transcurrió sin incidentes.


Fui a trabajar, volví a casa, me preparé una cena fácil y me
puse a leer la pila de libros que tenía al lado de la cama.
Una vez más, había cancelado mi cita con Gavin, pero
después de lo que había hecho con Dean, no había forma
de que pudiera tener una cita e incluso mantener una
conversación. Esa chica, en la que me había convertido en
su ático, no era alguien que quisiera volver a ser.
Había pensado que había huido porque la administradora de
su edificio se había presentado y había dicho lo que había
157
dicho. Pero no era eso exactamente. Sabía que ese era el
tipo de estilo de vida que tenía Dean. Probablemente había
tenido orgías con la banda y groupies. Un trío sería sano
comparado con las cosas que había hecho. No era una niña
ingenua. Sabía que no lo era... pero en ese momento, no
había importado. Dean Finlay me hizo estúpida.
La voz de Maegan me había sacado del hechizo en el que
había estado. Dejé que Dean me quitara el pantalón y me
lamiera ahí abajo. En su pasillo, contra la pared.
¿Quién era yo? ¿Cuándo había empezado a actuar así?
No era una groupie salvaje. Tenía un hijo. Era madre.
Dean esperaba esas cosas de las mujeres. Esperaba
exactamente en lo que me había convertido. Pero yo no era
esa chica, y como no había vuelto a intentar hablar conmigo
después del día que huí de su ático, supuse que él también
debía haber llegado a esa conclusión.
Yo no era su tipo, después de todo. Algo que ambos
sabíamos pero ignorábamos.
Mis acciones habían sido tan distintas de mí que ni siquiera
podía contarle a Clara lo que habíamos hecho. Lo que le
había dejado hacer. Por suerte, Clara tenía una cita esta
noche, y no me vería presionado a salir con ella.
Era viernes por la noche y me apetecía una noche con
helado, comida china y televisión sin sentido. Ya había
hecho el pedido de comida, así que me senté con un litro de
helado de chocolate y empecé a hojear los canales de la
televisión.
Echaba de menos a Cam.
158
Ayer me dijo que no podría volver a llamarme hasta el
domingo. Se estaban preparando para una batalla de
bandas en el campamento. También sentía que necesitaba
que le diera más independencia. Tener que llamar a su
madre a diario tenía que estar haciéndose viejo.
Me metí otro bocado de helado en la boca justo cuando
llegué al canal de entretenimiento. Hice una pausa.
Conocía esa espalda.
Me apoyé en los cojines mullidos de mi sofá, que aún no
había sido sustituido por algo más asequible, y miré.
La mano de Dean descansaba en la parte baja de la
espalda de una rubia alta y musculosa, con un vestido de
ensueño. La alfombra roja bajo sus pies y los fans gritando a
ambos lados, siendo retenidos mientras caminaban hacia el
gran telón de fondo del estreno de la película a la que
asistían, hacían que Dean pareciera intocable.
Me pregunté si Dean había llevado esmoquin alguna vez.
Incluso ahora iba vestido con unos vaqueros negros que le
colgaban de las caderas, un chaleco de cuero negro sin
nada debajo, una fina cadena de plata alrededor del cuello y
botas negras.
Estudié a la rubia que llevaba del brazo. Era mayor que yo,
el tipo de belleza despampanante que esperarías ver del
brazo de Dean, y sentí celos. No debería estarlo, pero lo
estaba. Yo nunca me vería así de su brazo. Por supuesto,
nunca estaría en su brazo.
La parte inferior de la pantalla decía que se llamaba Helena
Noble, y por supuesto era modelo.
159
Me metí otro gran bocado de helado en la boca. Quería
cambiar de canal, pero necesitaba ver esto. Obviamente era
algo que me había permitido olvidar. Esta era la vida de
Dean. Su mundo. No el edificio en el que yo vivía.
El locutor dijo que Dean había sido visto con una mujer dos
veces esa semana en Beverly Hills. Así que había vuelto a
California. No sabía que se había ido.
¿Maegan estaba aquí? No quería volver a verla. Ya me
había humillado bastante que me hubieran pillado así.
Ella era la única testigo de mi momento de debilidad.
Prefería no encontrármela nunca más.
La rubia le dijo algo y él se rió, luego se inclinó y le dio un
beso en la sien. Sin embargo, había una mirada en sus ojos.
Una que yo nunca había visto.
Dejé el helado sobre la mesa y me incliné hacia delante
para mirarle de cerca. Estaba actuando. Era falso. Había
visto a Dean cuando se reía. Reía de verdad. No era así. La
risa no le llegaba a los ojos.
No volví a mirar a la mujer. Mantuve la mirada fija en Dean
hasta que se fueron y apareció la siguiente pareja. Pulsé el
botón de encendido del mando a distancia y me quedé
mirando la pantalla negra.
En dos semanas, Cam estaría en casa. Tendríamos que
empezar a preparar las cosas para el nuevo curso escolar.
Mi vida volvería a girar en torno a ser madre. Era lo que
sabía hacer. Se me daba bien ser madre. Me encantaba ser
la madre de Cam.
Dean probablemente nunca me volvería a hablar.
160
O tal vez, con el tiempo, olvidaría que lo había abandonado.
Si nos encontrábamos en el edificio, podíamos charlar y
luego seguir con nuestras vidas. Cuanto más lejos lo
mantuviera, mejor. Sin embargo, la idea me entristecía.
No quería sentir nada, pero lo sentía.
Sonó el timbre y supe que había llegado mi comida. Me
comería mis sentimientos o comería mientras intentaba dar
sentido a mis sentimientos. Cogí el dinero, abrí la puerta,
pagué al repartidor y cogí la comida. Volví a cerrar y me
dirigí a la cocina para abrir la botella de vino del
supermercado y acompañar el pollo kung pao y los
dumplings. Miré el móvil y pensé en enviarle un mensaje a
Cam, pero me resistí. Tenía que dejar de preocuparme
tanto. Se estaba haciendo mayor. Era difícil de aceptar.
Cuando tuve la comida en el plato y un vaso de vino, volví al
salón. Esta vez iba a intentar ver la televisión por streaming.
No había posibilidad de ver a Dean y hacerme un lío en la
cabeza. Me decidí por uno de mis programas favoritos y me
puse a comer mientras empezaba la tercera temporada de
Downton Abbey.

161
CAPÍTUlO 13

DeAn

los intentos de Kiro para que me quedara en Beverly Hills


habían sido inútiles. Diez días allí y ya estaba listo para
volver a la Costa Este.
Me había dejado ver en varios eventos y había cumplido con
mi deber para con la banda. Ahora estaba de vuelta en
Florida, donde el sol calentaba más y la vida era más lenta.
Hacía dos semanas que no veía a Brielle. El espacio me
había sentado bien. Follar con Helena no ayudó, pero fue
una distracción por un momento. Las strippers que Kiro traía
a casa también me entretenían, pero al final no era más que
una liberación superficial y sin sentido. Del tipo de cosas de
las que mi vida había estado llena y que ya no deseaba.
162
Por eso me había ido de California. Quería normalidad.
Pasar por la universidad en la que trabajaba Brielle era
tentador. Podía aparcar allí y entrar en la oficina. Ella estaría
allí, incapaz de huir de mí esta vez. Tendría la oportunidad
de explicarme o disculparme por lo de Maegan, pero eso
había quedado atrás. Estaba dejando atrás a Brielle.
De todos modos, había sido una idea terrible.
Aparqué en mi garaje privado y subí por el ascensor hasta
mi ático. Rush había venido a ver cómo estaban las cosas, y
había contratado a un nuevo administrador del edificio para
mí. No era un hombre, pero era una mujer que Rush me
había asegurado que no estaría interesada en mí
sexualmente. Tenía una esposa, que trabajaba en el
Kerrington Country Club, y vivían en Rosemary Beach.
Todo estaba limpio y en orden. También era tranquilo, y lo
acepté después de diez días de vivir de nuevo con Kiro.
Mi mirada, sin embargo, se dirigió al pasillo. En el que le
había comido el coño a Brielle mientras gritaba mi nombre.
Se sentía como un asunto pendiente, y odiaba esa
sensación. Iba a perseguirme en mi maldita casa. Pero
traerla de vuelta aquí para terminarlo y seguir adelante con
mi vida tampoco me parecía una gran idea.
Me quedé allí, mirando por el pasillo, recordando lo bien que
me había sabido, lo sexy que habían sido sus sonidos de
placer, y deseé que hubiera alguna forma de borrarlo de mi
memoria.

163
"¡A la mierda!" –Dije con frustración y saqué el móvil para
pulsar su número.

Sonó tres veces y pensé que iba a enviar el mensaje al


buzón de voz cuando sonó un "¿Hola? Pero no era un
"Hola" normal. Algo iba mal.

"¿Brielle?" –Pregunté.

Hubo una pausa. Silencio. Empecé a pensar que me había


equivocado de persona o que había cambiado de número.

"Sí" –dijo, seguido de un ataque de tos.

"Estás enferma" –le dije.

"Sí" –dijo, y entonces oí un ruido en su pecho.

"¿Has ido al médico?" –pregunté, cada vez más


preocupado.

"Clara me llevó ayer" –respondió.

"¿Te dieron medicamentos? ¿Qué te pasa?” –le pregunté


mientras empezaba a caminar hacia la puerta.

"Es COVID. Estoy medicada. Suena peor de lo que es" –


dijo, y volvió a toser.
164
"¿Estás sola?" –le pregunté, pulsando el botón del ascensor.

"Sí. Estoy en cuarentena".

"A la mierda" –murmuré al teléfono y pulsé el botón del


tercer piso.

"¿Perdona?" –preguntó ella.

"Voy para allá. Necesitas que alguien te cuide" –le dije.

"Dean, tengo COVID. No puedes venir aquí o también


tendrás que entrar en cuarentena. Clara me puso una
mascarilla y aún tiene que pasar cinco días en cuarentena
en su casa".

Dejó de hablar y empezó a toser de nuevo. Sonaba como si


no pudiera respirar.
Maldita sea, ¿por qué tarda tanto el ascensor?
Por fin se abrió y salí corriendo hacia su puerta. Me di
cuenta de que no llevaba llave.

"Abre tu puerta. Haré una maldita prueba de COVID más


tarde, pero me quedo contigo. Tu oxígeno podría bajar.
Necesitas mantenerte hidratada y alimentada".

Ella rió débilmente entonces.

165
"¿Y vas a hacer todo eso por mí?"

"Sí. Ahora, abre la puerta".

Terminó la llamada y esperé. Justo cuando estaba a punto


de llamarla de nuevo y amenazarla con ir a buscar una llave
y entrar yo mismo, la puerta se abrió y ella dio un paso
atrás. Llevaba una mascarilla, un pantalón de chándal y una
sudadera extragrande. Hacía treinta grados fuera y mucho
calor en su apartamento. ¿Cómo es que no se está
quemando? Entré e inmediatamente le puse la mano en la
frente.

"Tienes fiebre" –le dije.

"¿Te has perdido la parte en la que te he dicho que tengo


COVID?”

Agarré un lado de la mascarilla y se la quité.

"Estoy vacunado y me han puesto una dosis de refuerzo" –


le dije.

Suspiró.

"Yo también".

166
"Me da igual. Ya no puedes respirar bien. No llevas una
maldita mascarilla" –le dije.

Ella se balanceó entonces y estiró la mano para agarrarme


del brazo, y yo fui a cogerla.

"Estoy mareada" –murmuró.

Me agaché, le pasé una mano por debajo de las rodillas y la


abracé.

"Bájame" –dijo en un ronco susurro mientras se le cerraban


los ojos.

"Te bajaré. En cuanto te lleve a la cama" –le dije.

"¿Cuándo comiste por última vez?”

Sus párpados se agitaron.

"Esta mañana, creo".

Luego hizo una pausa.

"Oh, no, fue anoche. Comí unas galletas".

Cuando llegué a su habitación, la tumbé en el lado de la


cama que no estaba tan desordenado y luego alisé las
167
sábanas del otro lado antes de moverla y taparla bien. El
vaso que había junto a la cama tenía muy poca agua, o era
hielo derretido de otra cosa que había estado bebiendo.

"Túmbate ahí. Vuelvo enseguida" –le dije, y me dirigí a la


cocina.

Fui directamente a la nevera y abrí el congelador para coger


hielo. No había hielo en la máquina y parecía que hacía
mucho tiempo que no lo había. No había ni rastro de hielo
en el cubo. Al cerrar el congelador, miré a mi alrededor y vi
cuatro cubiteras vacías en el fregadero.
¿Por qué no utilizaba la máquina de hielo?
Al abrir la puerta del frigorífico, encontré una jarra de agua y
me sentí aliviado de que estuviera fría. Le llené el vaso y
encontré una pajita nueva en el cajón de debajo del
microondas. Al revisar los armarios y la nevera, encontré
muy pocas cosas para llevarle de comer. Me decidí por
galletas saladas y mantequilla de cacahuete. Preparé varios
bocadillos con las galletas y la mantequilla de cacahuete, los
puse en un plato y volví con ellos a su habitación.
Tenía los ojos cerrados cuando entré, pero cuando dejé el
vaso y el plato en la mesa junto a ella, abrió los ojos y me
miró.

"Apenas tienes comida" –le dije.

168
Luego, cogí las almohadas del suelo y las coloqué detrás de
ella para que pudiera sentarse y comer.
Una vez que estuvo adaptada y sentada en su mayor parte,
puse el plato a su lado y le di el vaso de agua.

"Voy a pedir que me traigan la comida. ¿Te gusta la sopa?


¿Pollo con fideos? ¿De tomate?" –le pregunté.

Bebió un sorbo de agua y miró el plato.

"Pollo con fideos está bien" –respondió.

"O quizá sólo caldo. No tengo apetito" –respondió.

Su voz sonaba débil.

"¿A qué médico fuiste? ¿Era bueno? ¿Dónde están tus


medicinas?" –pregunté mientras buscaba frascos de algo
para poder leer lo que le habían recetado.

"Fui a la clínica de guardia. Mis medicinas están en el baño"


–dijo, señalando el baño conectado a su dormitorio.

"Come" –le dije.

Luego me dirigí al baño para buscar lo que le habían dado.


Mis ojos se fijaron en el sujetador rosa que estaba en el
suelo y en las bragas negras de encaje que había encima
169
del cesto de la ropa sucia. Me reprendí mentalmente y me
quité las imágenes de la cabeza mientras buscaba su
medicación. Estaban junto al lavabo. La primera era una
mierda que ni siquiera podía pronunciar, pero había oído
hablar de ella. Había visto al CDC hablando de ello en las
noticias. La otra era para el dolor y la fiebre.
Me llevé los dos a la habitación.
Brielle masticaba, pero tenía la cabeza apoyada en la pared,
ya que no tenía cabecera, y los ojos cerrados. Estaba pálida
y respiraba entrecortadamente. No debería haber estado
sola.

"¿Cuándo enfermaste?" –le pregunté, acercándome a la


cama para sentarme en el borde.

Necesitaba mantenerla despierta el tiempo suficiente para


comer.

"Hace dos días. Empecé a sentirme mal y pensé que eran


las sobras de la comida china que había tomado para
comer. Pero fue empeorando y a la mañana siguiente ya no
estaba bien" –me dijo.

Le quité de la mano el bocadillo de galletas que tenía a


medio comer y se lo acerqué a la boca.

"Come" –le dije con firmeza.

170
"¿Te has tomado la medicación hoy?” –le pregunté.

Asintió con la cabeza y probó un bocado sin rechistar. Le


cogí agua y se la acerqué a los labios para que bebiera.
Repetí el proceso hasta que se los terminó todos. Le quité
las almohadas y la ayudé a recostarse en la que había
estado antes.

"Descansa. Yo me ocuparé de todo lo demás. No te levantes


sin mí. Podrías caerte".

Me miró y esperé a que dijera algo. Cuando no lo hizo, me


di la vuelta y me dirigí a la puerta.

"¿Dean?"

Volví a mirarla.

"¿Sí?"

"¿Por qué haces esto?"

"Necesitas ayuda" –respondí, y luego la dejé descansar.

Decirle que verla así de enferma me daba mucho miedo no


iba a ayudar en nuestra situación. Yo era humano, así que
debía preocuparme por ella, pero era más que eso.

171
Y no tenía las palabras adecuadas para explicárselo cuando
ni yo mismo entendía lo que era.
Simplemente no quería que enfermara.

172
CAPÍTUlO 14

bRIelle

Abrí los ojos despacio y esperaba que el martilleo de la


cabeza me diera la bienvenida junto con el dolor en el pecho
provocado por la tos interminable. Cuando no sentí ninguno
de los dos, miré a mi alrededor y decidí intentar
incorporarme lentamente. Lo conseguí, y aun así, nada.
Ni siquiera tenía náuseas.
Miré el móvil y la hora marcaba las ocho de la mañana.
Había dormido toda la noche. No me había despertado con
espasmos de tos.

173
Aparté las sábanas, me levanté y empecé a caminar hacia
el baño para hacer mis necesidades cuando mis ojos se
posaron en Dean. Estaba debajo de una colcha del armario
y tenía la cabeza apoyada en una de las almohadas
cubiertas de espuma que puse en la cama cuando la
preparé. Parecía agotado.
¿Cómo es que duerme en el suelo duro? ¿Por qué?
Anoche había dormido en el caro sofá. Sabía que era
mucho más cómodo.
Entré en silencio en el cuarto de baño y cerré la puerta tras
de mí. Si no hubiera aparecido cuando lo hizo, no sabía qué
habría hecho. Me había comprado comida y me había
alimentado. Se había asegurado de que tuviera mis
medicinas a la hora correcta. Era imposible deshidratarse
con él trayéndome constantemente Gatorade o agua.
Hubo un momento en que la fiebre me subió tanto que
estaba segura de que su presencia era una alucinación.
Me acerqué a la ducha, la encendí y esperé a que el agua
estuviera caliente para quitarme la ropa y meterme en el
chorro. El agua me sentaba de maravilla. Los últimos días
no había podido estar de pie mucho tiempo, y mucho menos
ducharme. Retrocedí una vez y me senté en el pequeño
banco empotrado. Si el agua se mantuviera caliente sin
llegar a enfriarse, podría quedarme aquí todo el día.
Había tantas cosas que tenía que hacer hoy.
Llamar a Cam para ver cómo estaba era lo primero. Había
recibido un par de mensajes suyos y sólo pude responderle
que no me encontraba bien y que le llamaría cuando
174
estuviera mejor. Clara me llamó una vez, pero no pude
contestarle porque me dolía la cabeza. Después me mandó
un mensaje y conseguí ponerla al corriente de mi estado.
Pero no le había dicho que Dean estaba aquí conmigo. Le
había dado demasiada importancia. Demonios, yo estaba
interpretando demasiado. Al menos en mis sueños, lo había
hecho. Él seguía apareciendo. Cuando tenía momentos de
claridad, me convencía a mí misma de que era un amigo,
aunque la idea de que Dean Finlay fuera mi amigo era muy
extraña. Adaptarme al hecho de que mi casero fuera famoso
ya había sido bastante difícil. Que se ocupara de mí
mientras tenía COVID fue tan inesperado.
Me levanté y empecé a bañarme y a lavarme el pelo.
Necesitaba afeitarme las piernas y otras partes del cuerpo,
así que me tomé mi tiempo. No quería excederme y acabar
de nuevo en la cama. Sabía que había facturas en el buzón,
esperándome. Las facturas de la luz, del coche y del agua
debían llegar esta semana.
Cuanto más pensaba en todo lo que tenía que hacer, más
estresada me sentía.
Terminé de ducharme antes de lo previsto y me estaba
secando cuando llamaron a la puerta del baño. La puerta no
estaba bloqueada y me envolví rápidamente el cuerpo con
la toalla antes de que se abriera lentamente.
Dean estaba allí, sexy y despeinado. No era justo, pero
¿acaso era justa la vida? El hombre tenía cincuenta y tres
años. Había dormido en el suelo, posiblemente toda la
noche.
175
¿Por qué no tenía arrugas de almohada en la mejilla ni los
ojos hinchados? ¿Por qué no tenía el pelo como si un pájaro
se hubiera instalado en él?

"Buenos días" –dijo con voz ronca y profunda por el sueño.

"Buenos días" –le contesté, abrazándome con fuerza a la


toalla.

Tenía el pelo mojado y me goteaba por la espalda, pero no


iba a coger la toalla para secármelo con Dean allí de pie,
mirándome.

"Debes sentirte mejor" –dijo, y luego bostezó mientras se


pasaba una mano por el pelo perfectamente desordenado.

Asentí con la cabeza.

"Sí, me siento mejor. Pero has dormido en el suelo. ¿Estás


bien?"

Sonrió satisfecho.

"Sí. Puede que hoy mi espalda me dé alguna paliza por ello,


pero sobreviviré".

"¿Por qué no has vuelto a dormir en el sofá?" –le pregunté.

176
Se encogió de hombros.

"Estabas demasiado callada. No tosías. Nada. Me preocupó.


Me acerqué por si necesitabas algo".

No tenía palabras para eso. Lo miré fijamente, tratando de


entender por qué se había preocupado tanto por mí. Podía
haber pagado a alguien para que viniera y se quedara
conmigo. Tenía gente a su entera disposición.

"¿Por qué te quedaste?" –le pregunté.

Levantó ligeramente las cejas.

"¿Qué? No, ¿Gracias, Dean?"

Suspiré.

"Claro que te estoy agradecida. Sólo que no entiendo por


qué lo hiciste".

Se quedó callado un momento y finalmente sacudió la


cabeza.

"Estabas enferma. Estaba preocupado. Necesitabas a


alguien. Me quedé. Eso es todo".

"Pero tú eres Dean Finlay" –dije señalando.


177
"No puedo imaginar que cuidar de gente enferma sea algo
que hagas a menudo".

"Yo crié a mi hijo. Su madre no era muy buena madre.


Cuando se ponía enfermo, siempre me lo mandaba a mí. Sé
lo que hay que hacer".

Había leído artículos sobre él y su hijo cuando era más


joven. Siempre era algo que a los medios les encantaba
cubrir. Dean Finlay, el malvado batería de Slacker Demon,
es un padre excepcional cuando no está en el escenario.
Era una de las muchas cosas que decían de él. Era algo
que siempre me había preguntado, y luego me sentía
culpable por dudarlo. Que cuidara de su hijo era una cosa.
Yo sólo era... ¿una inquilina? ¿Una chica que conocía?
No sabía lo que yo era para ese hombre. Éramos algo que
nunca tendría una etiqueta.

"También soy muy bueno con los panqueques. Son mi


especialidad. ¿Estás lista para comer algo que no sea
sopa?"

Iba a hacerme tortitas.


Tal vez todavía estaba durmiendo.
Esperaba que no.
De verdad, de verdad esperaba que no.

"Eso suena maravilloso" –respondí.


178
Sonrió, obviamente complacido.

"Te dejo para que te vistas".

Luego, echó un rápido vistazo a mi cuerpo vestido con la


toalla, me guiñó un ojo y cerró la puerta.
Respiré hondo y me acerqué al espejo para ver lo ridícula
que estaba. Tenía el pelo mojado y liso, lo cual era mejor
que cuando me desperté. Mi cara estaba sonrojada y ya no
parecía pálida. No estaba tan mal como me había
imaginado.
Metí la mano debajo del armario, saqué una segunda toalla
y empecé a secarme el pelo. Llevaba aquí unos días y sabía
que había visto las fotos por toda la casa -posiblemente
incluso en la habitación de Cam-, pero nunca había
preguntado nada. Me pregunté si no habría fisgoneado
nada. Era impresionante, si es que era cierto. No estaba
segura de haber hecho lo mismo en su lugar. Había muchas
cosas que no quería que viera, pero había estado tan
enferma que nada de eso me importaba.
Ahora sabía que podría importar mucho.
Me cepillé el pelo y seguí secándomelo. Ya me preocuparía
de esto más tarde. Tenía que secarme el pelo y vestirme.
Después de todo, Dean Finlay estaba en mi cocina,
preparándome el desayuno.
No tenía por qué hacerle esperar.

179
CAPÍTUlO 15

DeAn

ella estaba mejor.


Me aseguraría de que comiera algo y luego me iría.
Quedarme aquí me llevaría a hacer cosas de las que me
arrepentiría.
Dos veces, cuando le subió la fiebre y empezó a dar vueltas
en la cama, preguntó por Cam. Eso era lo único que me
mantenía con los pies en la tierra. Sin embargo, dónde coño
estaba Cam, no lo sabía. ¿Por qué no había llamado?
¿Por qué no había aparecido? No era asunto mío.
Debo admitir que me importaba demasiado Brielle.
Era más que lujuria, y lo sabía.
Era la primera vez para mí.
180
Querer algo que no era bueno para mí.
Normalmente, lo único que deseaba era un polvo caliente.
Con ella, disfrutaba de su compañía, cuando no era una
sabelotodo.
¿A quién quería engañar?
Me gustaba eso de ella. No tenía ningún problema en
ponerme en mi lugar. Quedarme aquí y ver cómo había
hecho de este pequeño apartamento un lugar tan cómodo y
hogareño me afectó. Eso era una puta estupidez, y lo sabía,
pero me provocaba sentimientos cálidos que necesitaba
superar. Sus cuadros de colores, las fotos de su familia -o,
al menos, de su hermano pequeño-, las velas con olor a
vainilla y la vajilla desparejada no deberían hacerme sentir
nada. Cuanta más distancia pusiera entre nosotros, mejor.
Ella tenía a Cam -donde coño estuviera- y yo tenía mi vida.
Una muy diferente de este apartamento. De su mundo.
Terminé de colocar la última tortita de arándanos en el plato
y le puse un poco de mantequilla por encima antes de
acercarme a la mesa y dejarla. Podía comérselo y seguir
con su vida. Yo me iría y eliminaría a esta mujer de mi
organismo.
Oí el secador de pelo y decidí salir antes de volver a hablar
con ella. No estaba seguro de confiar en mí mismo para salir
si tenía que mirarla una vez más. Querría preguntarle cosas.
Averiguar sobre su hermano menor. Dónde estaba el resto
de su familia. Dónde había crecido. Si el amarillo era su
color favorito, estaba en casi todo lo que la rodeaba.
Coloqué un tenedor y una servilleta junto a su plato, me
181
acerqué al sofá y cogí mi bolsa de viaje. Luego me dirigí a la
puerta. Era mejor que me fuera y parara esto ahora. No
llevaba a ninguna parte. Cuanto menos supiera de Brielle
McGinnis, mejor.
Después de ducharme y desayunar, me hice una prueba de
COVID para asegurarme de que estaba limpio antes de
dirigirme a Rosemary Beach. Se suponía que anoche
cenaría con Rush y su familia, pero había llamado y
explicado mi ausencia. Hoy iría a pasar tiempo con mis
nietos en su piscina.
Salir del edificio de apartamentos me había parecido una
prioridad absoluta. No es que Brielle fuera a venir al ático a
preguntarme por qué había desaparecido, pero ¿y si lo
hacía? No estaba seguro de poder tomar las decisiones
correctas. Todavía no.
Rosemary Beach era lo mismo. Nunca parecía cambiar.
Conduje por la autopista 30A hasta llegar al camino que
llevaba a la casa de Rush y Blaire. Cuando le compré esta
casa a Rush de niño para que tuviera un lugar decente
donde vivir, no me imaginaba que crecería y formaría una
familia allí. Resultó ser mucho mejor de lo que podría haber
esperado. Hubo un tiempo en que vi que su vida iba en una
dirección muy diferente. Me preocupé por él. Creía que mi
estilo de vida y la forma en que se había criado en él le
habían arruinado para una vida normal. Blaire entró en su
mundo y cambió todo eso. Mi hijo se enamoró.
Claro que se habían enfrentado a momentos difíciles, a
obstáculos que parecían demasiado grandes para
182
superarlos, pero al final, el amor había ganado. Rush tenía
la vida que yo nunca tendría. Una esposa que lo amaba,
viviendo en una casa con sus hijos, y criándolos juntos.
Aquí, en Rosemary Beach, tenían una comunidad de
amigos que eran como su familia.
Aparqué mi Harley justo detrás del Tesla de Blaire y me
quité el casco justo cuando se abrió la puerta principal y
Nate, mi nieto, salió disparado de ella, dirigiéndose
directamente hacia mí.
El chico era la réplica de su padre. Incluso tenía sus ojos.

"¡DEAN!" –Nate gritó mientras corría hacia mí.

"¡Llévame!"

Me reí entre dientes cuando se detuvo frente a mí.

"Las chicas me llaman G-man, ya sabes. Debería conseguir


algo más que Dean si a tu otro abuelo le llaman Grandpop".

"Pero tú eres Dean" –dijo moviendo las cejas.

"El Finlay".

Me reí y lo agarré, tirando de él para abrazarlo.

183
"Bueno, Dean el Finlay le tiene pánico a tu mamá, y de
ninguna manera te voy a llevar en mi moto. Sabes que ella
no te quiere en aquí ".

Nate suspiró con fuerza.

"Maldita sea."

"Lenguaje, muchacho. ¿Quieres que tu madre nos


despelleje a los dos?".

Nate me sonrió divertido.

"Mamá no despelleja a nadie".

"Si la enfadas, tu padre lo hará".

Nate se encogió de hombros.

"La verdad es que no. Se hace el duro, pero no da miedo".

Le apreté el hombro.

"Que no se entere".

Nate asintió.

"Sí, no lo haré".
184
La puerta volvió a abrirse y Phoenix, de tres años, salió con
un bañador rosa de lunares y brillantes, el pelo rojo y rizado.
Me saludó con la mano.

"¡G-man!" –me gritó.

"¡Ahí está una de mis princesas favoritas!" –Dije mientras


me dirigía a la puerta principal.

"Ofelia está en casa de Lila Kate. Se ha quedado a dormir" –


dijo Nate, que parecía disgustado con la idea.

Ophelia era la mediana y a menudo la más difícil. Pero me


encantaban sus agallas y su descaro. Nunca se conformaba
y siempre estaba llena de energía.

"¡Ven a nadar conmigo!" –dijo Phoenix cuando llegué hasta


ella.

Me agaché y la levanté para darle la vuelta. Chilló de


alegría.

"¡Entra, Dean!" –Blaire llamó desde dentro de la casa.

"Tengo las manos cubiertas de masa de galletas".

Seguí a Nate dentro de la casa con Phoenix todavía


aferrado a mi cuello.
185
Este lugar me había parecido tan frío cuando Rush era niño.
Odiaba la forma en que su madre la había convertido en un
lugar de exhibición en lugar de un hogar. Blaire era lo
opuesto a su madre. Ahora era un hogar con olor a galletas,
juguetes en el suelo del salón, música por toda la casa,
pisadas húmedas en el suelo de mármol y risas.
Siempre risas.
Cuando la vida me parecía dura o sentía que se me
escapaba, venía aquí de visita. Este lugar y su gente hacían
que cada día que había vivido mereciera la pena.
Hoy, alejaría de mi mente a cierta morena que era
demasiado joven. Me recordaría quién era. Un abuelo, un
padre, alguien a quien mi familia quería y respetaba.
Tenía que centrarme en eso.
En esta casa, yo no era Dean Finlay, la estrella de rock. Yo
era G-man, el abuelo.
Y estaba jodidamente feliz por ello.

186
CAPÍTUlO 16

bRIelle

Antes de que saliera el sol, me había duchado, vestido,


limpiado el polvo y aspirado la habitación de Cam,
preparado sus brownies favoritos con glaseado por encima y
cambiado las sábanas de su cama aunque no lo
necesitaran.
Los últimos once días habían sido confusos y
decepcionantes.
Desde el momento en que salí de mi habitación y me
encontré con un apartamento vacío y tortitas de arándanos
187
en la mesa sin despedida ni nota, había sido una mezcla de
emociones. Sin embargo, la llegada de Cam hizo que mi
mundo volviera a estar en orden.
Este verano había sido extraño, y me encontré deseando
que llegara la rutina del nuevo curso escolar. Saber qué
esperar y que mi casero no me confundiera. Ni siquiera
estaba segura de que siguiera viviendo arriba. No lo había
visto desde la mañana en que abrió la puerta del baño para
preguntarme si quería tortitas.
Aquellos pocos días que me había cuidado mientras estuve
enferma ahora parecían un sueño. Casi como si me lo
hubiera inventado. Cam haría que la vida volviera a ser
mejor. Le necesitaba aquí. Aunque se sintiera decepcionado
porque no había conseguido el autógrafo de Dean.
Miré el reloj, me levanté de un salto de la mesa, donde
había estado bebiendo mi tercera taza de café, y me
acerqué a la ventana para mirar fuera. Cam llegaría en
cualquier momento. Hacía treinta minutos, había enviado un
mensaje de texto diciendo que estaban de vuelta en la
ciudad y que el padre de su mejor amigo, Jeremy, había
llegado temprano y lo traía a casa. Estaba triste por no
haber estado allí para verlo bajar del autobús, pero me
habían dicho que no llegarían hasta las diez.
En cambio, habían vuelto a las ocho y cuarenta y cinco.
Me moría de ganas de abrazarle. Que llegara antes
significaba que lo vería antes.
Eché otro vistazo al apartamento para asegurarme de que
estaba perfecto para su regreso y bajé a esperarle fuera. La
188
señora Jo me había hecho prometerle que se lo contaría
cuando llegara, pero antes quería que estuviera un rato a
solas. Tenía que oírlo todo sobre su verano. Las cosas que
no me había enviado por mensaje de texto ni me había
contado por teléfono. Cuanto más crecía, menos me dejaba
entrar en su vida. Había decidido que esa era la parte más
difícil de ser madre. El momento en que tu hijo quería su
independencia. Cuando ya no te sentías tan necesaria.
Dolía, aunque no era su intención. Era parte de la vida. Lo
sabía, pero no por eso era menos doloroso.
Salí del edificio justo cuando Pete, el padre de Jeremy,
llegaba en su vieja camioneta Ford azul.
Pete y Nora se habían divorciado hacía dos años y, la
primavera pasada, Pete me había invitado a tomar un café
una mañana. Inventé una excusa. Luego, se sentaba a mi
lado en los partidos de béisbol de los chicos. Seguí siendo
amistosa, pero también dejé claro que no me interesaba
nada más. Finalmente, me dejó en paz.
Cuando el camión se detuvo y se abrió la puerta del
pasajero, Cam saltó del asiento y me sonrió.
El año pasado habría corrido a abrazarme. Pero ahora no.
Había cambiado tanto en un año. En lugar de eso, se acercó
a mí y dejó que le abrazara. Me devolvió el abrazo, pero no
tan fuerte como yo. Sabía que lo estaba avergonzando
delante de Jeremy, y traté de pensar en eso, pero estaba tan
feliz de que estuviera aquí que era difícil.

189
"Yo también te he echado de menos, mamá" –dijo,
alejándose de mí.

"Has crecido" –le dije, cogiéndole de los brazos y mirándole


en busca de algún otro signo de cambio.

"Mamá" –dijo con un suspiro.

"Es que estuve fuera seis semanas".

Me entraron ganas de reír. Sólo seis semanas. Habían


parecido más bien doce semanas.

"Has crecido" –repetí, y luego le di un beso en la frente.

Iba a ser más alto que yo antes de que me diera cuenta.


Aquel pensamiento hizo que se me atascara la garganta de
emoción.

"Aquí está su maleta" –dijo Pete, acercándose y dejando la


maleta a su lado.

"Parece que han pasado un buen verano. Espero que tú


también". –Sonrió.

Era la sonrisa demasiado amistosa que quería evitar.

190
"Yo también, y lo mismo te digo a ti. Gracias por traerlo a
casa" –le dije.

"De nada. Cuando necesites ayuda, tienes mi número" –dijo.

Hoy no había necesitado ayuda. No sabía que llegarían tan


pronto. Siempre estaba disponible para recoger a mi hijo.
Pero no le dije eso. Sólo intentaba ser amable.
Me limité a asentir.

"Hasta luego" –llamó Cam a Jeremy, que levantó la vista del


móvil y saludó.

Puse mi mano en la espalda de Cam, y él agarró el asa de


su maleta y la hizo rodar mientras caminábamos de vuelta a
la entrada del edificio.

"Voy a necesitar oírlo todo desde el principio, pero antes te


he hecho brownies".

"¿Con glaseado?" –preguntó.

"Oh, ¿querías glaseado?"

Hizo una pausa y me miró como si estuviera loca.


Conseguí mantener una expresión seria durante unos
instantes, pero me quebré y me eché a reír.
Él sonrió.
191
Mi hijo estaba en casa.
La vida volvía a ser buena.
Yo estaría bien.
No más tiempo para pensar en hombres... o en un hombre.
El verano de la estrella de rock había terminado. Además,
podría no volver a verlo. Era muy probable que se hubiera
vuelto a Beverly Hills.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron y salimos al
pasillo, Cam se detuvo y soltó un silbido bajo.

"Vaya. ¿Qué le ha pasado a este sitio?".

Me había olvidado del hecho de que él no sabía de la nueva


pintura, luces, maderas duras. Cuando habíamos hablado,
habíamos hablado de su día, no de lo que estaba pasando
aquí.

"Deberías ver las nuevas tumbonas de la piscina" –le dije.

"El nuevo propietario compró el edificio y arregló las cosas".

Omití quién era el nuevo propietario. No era algo que


necesitara saber. Cam acecharía el lugar hasta que viera un
atisbo de Dean.

"¿A quién le importan las tumbonas? ¿Y un tobogán?" –


respondió.

192
"No hay tobogán. Lo siento, chaval" –dije mientras abría la
puerta de nuestro apartamento.

Antes de que pudiéramos entrar, la puerta del apartamento


de la señora Jo se abrió de golpe.

"¡Me ha parecido oír una voz familiar!".

Sonrió alegremente.

"¡Y mira qué alto te has puesto!" –añadió.

Cam me fulminó con la mirada, y yo le lancé una mirada de


"te lo dije".

"Hola, señora Jo" –respondió.

"Te he hecho una tarta de Oreo. Espera ahí y voy a por ella"
–dijo.

Ni siquiera tuve que darle un codazo; se dirigió hacia ella


para ir por su tarta.

"¡Apuesto a que no tenían tartas como esta en el


campamento de música!" –gritó la señora Jo desde el
interior de su apartamento.

193
"Seguro que no" –asintió Cam cuando la señora Jo volvió a
la puerta y le dio la tarta, después le acarició la mejilla.

"Qué guapo" –le dijo.

"Ahora, ve a darle a tu mamá toda la atención. Te ha echado


mucho de menos".

"Sí, señora" –respondió él.

"Y gracias por la tarta".

Le sonrió.

"Cuando quieras uno, ya sabes dónde ir".

Cam me sonreía cuando volvió a la puerta.


Ahora era más alto, pero cuando sonreía así, todo lo que
veía era al niño pequeño que quería cogerme de la mano,
seguirme por la casa mientras limpiaba, agarrarse a mi
brazo por la noche mientras dormíamos.
Ya no hacía ninguna de esas cosas. La vida cambiaba cada
día. Pero nos teníamos el uno al otro, y eso era lo que
importaba.
No podía seguir siendo un niño para siempre.

194
CAPÍTUlO 17

DeAn

Kiro estaba aburrido. Me lo esperaba de él. Cuando


estaba aburrido, nos íbamos de gira.
Cada maldita vez.
Nuestro mánager había intentado convencerle de que
esperara hasta el próximo verano, pero lo mejor que pudo
hacer fue este invierno. Kiro no iba a esperar un año para
subirse al escenario y sentir el poder que le daban los fans
gritando su nombre.
Las reuniones en nuestra casa de Beverly Hills con el resto
de la banda habían sido tediosas. Una semana había sido
molesta, pero dos semanas habían sido brutales.

195
Kiro y su vida social se habían ralentizado con los años,
pero cuando estaba pasando por una mierda mental, tendía
a llenar el vacío con gente.
Sobre todo mujeres.
Muchas.
Una vez decididas las cosas y elegidas las paradas de la
gira, Kiro tenía algo en lo que centrarse, y yo era libre de
volver a Florida. Lo único bueno de todo aquello era que
había estado lo bastante ocupado como para no pensar en
Brielle. No del todo, pero sí en su mayor parte.
El calor de agosto era como caminar en una sauna. Me
planteé ponerme un bañador y meterme en la piscina, pero
entonces llamaría la atención. En la piscina no podía
esconderme detrás de unas gafas y un gorro. Mi tatuaje de
Slacker Demon me delataría. Quedarme dentro con el aire
acondicionado era la única forma de aliviarme.
Justo cuando me di cuenta de que estaría solo en mi ático
todo el día, mi teléfono me avisó de un mensaje de texto.
Miré hacia abajo y vi que el contratista general de las
reformas del edificio me preguntaba por la palmera muerta
del extremo sur de la propiedad. No estaba seguro de a cuál
se refería, así que le respondí que me reuniría con él allí en
diez minutos. Luego me levanté y cogí mi sombrero y mis
gafas antes de dirigirme a la salida privada.
El clima opresivo me abofeteó en la cara mientras salía del
ascensor y atravesaba la verja que conducía desde mi
garaje hasta los terrenos del apartamento. Esperaba que
esta mierda no me llevara mucho tiempo.
196
Eché un vistazo a la piscina y se me vino a la cabeza la
imagen del culo en bikini de Brielle; aparté la mirada de la
zona de la piscina y seguí caminando hacia la parte sur de
la propiedad. No iba a pensar en ella. Me había ido bien.
Ojos que no ven, corazón que no siente. ¿Verdad?

"Mierda".

Hice una pausa y me volví hacia la voz. De pie en la acera


adyacente al camino por el que yo iba había un chico. Era
mayor que Nate, pero seguía siendo joven. Tenía el pelo
castaño lo suficientemente largo como para llevarlo recogido
detrás de las orejas. Mi mirada se dirigió a las baquetas que
llevaba en las manos. Las llevaba de un lado a otro. Las
hacía girar. Posiblemente tocando con otras cosas que no
fueran tambores cuando sentía el ritmo. Una vez yo había
hecho lo mismo.
El chico me reconoció y, extrañamente, me resultó familiar.
Le sonreí.

"Hola".

Se quedó boquiabierto.

"No puede ser" –murmuró, y luego sacudió la cabeza.

"No puede ser".

197
"Bonitos palos" –le dije, preguntándome qué tenía el chico
que me resultaba tan familiar.

Estaba claro que no nos conocíamos. Su reacción lo había


hecho evidente.
Miró las baquetas que tenía en la mano y luego volvió a
mirarme. La cara de asombro que puso hizo que todo lo
malo de esta vida mereciera la pena. Para este chico y otros
como él, yo era importante. Yo representaba algo.

"¿Tú tocas?" –Le pregunté.

Asintió con la cabeza.

"Sí. Hace unos días volví de un campamento. Campamento


de música" –dijo, y luego entrecerró los ojos y me estudió
detenidamente.

"¿De verdad eres tú?"

Incapaz de evitar que se me dibujara una sonrisa, me


encogí de hombros.

"Si te refieres a si soy Dean Finlay. Entonces, sí, soy él de


verdad".

"Estás aquí. En mi edificio de apartamentos. Aquí. Tú".

198
Volvió a sacudir la cabeza y continuó mirando fijamente.

"Mamá dijo que no habías venido a la oficina. Pensé que tal


vez habías cambiado de opinión".

¿Qué? ¿Conocía a su madre? Quizá fuera eso. ¿Pero qué


oficina?

"Tu autógrafo. Se suponía que ella me lo conseguiría. En


mis viejas baquetas en realidad. Se las dejé para que me las
firmara. Eran mis primeras baquetas. Con las que aprendí.
Había ahorrado suficiente dinero cortando hierba y haciendo
recados el año pasado para ayudarla a pagar el
campamento y comprar estas baquetas mejores".

Yo también había cortado el césped para pagarme las


baquetas. El chico quería tocar. Quería ser el mejor. Lo
quería tanto como para hacerlo realidad. No era algo
pasajero para él. Estaba entregado a ello. Ya no lo veía
tanto.

"¿Entonces vives aquí?" –le pregunté, señalando con la


mano el edificio de apartamentos.

Quizá lo había visto de lejos alguna vez y lo había olvidado.


Asintió con la cabeza.

199
"Sí. Si pudieras esperar un segundo, podría ir corriendo a
buscar un Sharpie. ¿Quizá podrías firmar estos palos?" –me
preguntó con tanta jodida esperanza en la voz que hizo que
se me oprimiera el pecho.

"Te diré una cosa. Tengo que ir a ver a este hombre unos
minutos para manejar una situación. Puedes acompañarme,
y es muy probable que tenga un Sharpie en su camioneta.
Así podrás contarme sobre el campamento al que fuiste. No
había campamentos de música cuando yo era niño. Podrías
enseñarme lo que aprendiste. Podríamos tocar juntos".

Sus ojos se iluminaron de alegría y me entraron ganas de


sentarme a tocar con él ahora mismo. Darle algunos
consejos. Mostrarle cómo desarrollarlo. Esperaba por Dios
que tuviera talento. Por su bien.

"¡Claro!" –respondió.

"Por aquí" –le dije, y se puso a mi lado.

"¿Cuánto tiempo llevas tocando?" –le pregunté.

"Hace tres años, el profesor de música del colegio nos dejó


elegir un instrumento que queríamos aprender. Yo elegí la
batería. Me pareció que molaba. Mamá me dijo que llevaba
tocando la batería desde que era pequeño. Ese año aprendí
lo básico, pero quería mi propia batería. Mamá ahorró y tuvo
200
algunos trabajos extra para comprarme un juego. Cree que
me los ha traído Papá Noel, pero no tengo valor para decirle
que hace años que no creo en Papá Noel. Sé que trabajó
duro para comprármela. Era usada, pero era la que yo había
elegido. No podemos permitirnos clases, pero mi profesor
de música me ayuda en la escuela durante el año. Aunque
no es tan bueno como tú".

¿Dónde estaba el padre del niño? ¿Por qué pagaba todo su


madre? Malditos padres morosos. Odiaba esa mierda. Tuve
mi propio par de padres jodidos. La madre de Rush también
tenía sus problemas. Cuando eliges traer una vida a este
mundo, debes poner a tu hijo primero.

"¿Qué pasa con tu padre?" –Le pregunté, sabiendo que la


respuesta me iba a cabrear.

El chico se encogió de hombros.

"No lo sé. Nunca lo conocí. Mamá se quedó embarazada


muy joven y él no quiso ser padre. Intentó ponerse en
contacto con él varias veces. Pero ella no sabe que yo lo sé.
La escuché hablando con su mejor amiga sobre eso".

Sí. Estaba cabreado. El pobre chico sabía que su padre no


lo quería. Nadie debería sentirse así. Especialmente un
niño.

201
"Sr. Finlay" –Norton, el contratista general, pronunció mi
nombre, y dirigí mi atención al hombre que me esperaba.

"¿Dónde está?" –Le pregunté.

Señaló una palmera que parecía moribunda. La estudié un


momento.

"¿Cree que se puede salvar si llamamos a alguien que sepa


algo de estas cosas?".

Se encogió de hombros.

"Lo dudo, pero puedo intentarlo".

Odiaba talarlo si tenía alguna posibilidad.

"Inténtalo" –respondí.

"No está completamente muerto. Podría haber esperanza".

Norton asintió.

"Además, ¿qué pasa con la piscina? ¿Has tomado ya una


decisión sobre su renovación?".

"Te lo haré saber a finales de semana" –dije, y luego añadí:

202
"¿Llevas un Sharpie encima?".

Norton rebuscó en un bolsillo de su cinturón de trabajo y


sacó un rotulador negro.

"¿Esto sirve?" –preguntó.

"Perfecto" –le dije, y luego me volví hacia el chico, dándome


cuenta de que nunca me había dicho su nombre.

Me tendió los palos. Los cogí, los firmé y se los devolví.

"¡Gracias! Esto es lo mejor. Mamá no se lo va a creer" –dijo,


mirando mi firma como si fuera el santo grial.

"Seguro que hay cosas mejores en la vida" –le contesté.

Sacudió la cabeza con fuerza.

"¡No! No las hay. Tengo que ir a enseñárselo" –dijo.

"¿En serio quieres tocar conmigo alguna vez?" –preguntó


nervioso.

Asentí con la cabeza.

"Sí. Pero antes, quizá me ayudaría saber tu nombre" –


respondí.
203
Sonrió alegremente.

"Cam. Cam McGinnis" –dijo.

"¿Quieres el número de nuestro apartamento?" –preguntó.

Cam. McGinnis. Este era Cam. Las fotos. Lo había visto en


las fotos. Había pensado... había pensado que era su
hermano. Supuse que eran hermanos.
Me quedé allí, repitiendo cada conversación, cada
momento, cada mención de su nombre. Las palabras no
salían de inmediato, y sabía que tenía que decir algo. Pero
el hecho de que acababa de recibir una bofetada de
información que no esperaba me había dejado sin habla.

"Yo también tengo teléfono. Se supone que sólo lo uso para


hablar con mamá y con mi mejor amigo, Jeremy, pero a ella
no le importará que te lo dé. Mamá era una gran fan de
Slacker Demon. Estuvo a punto de ir a vuestro concierto
hace mucho tiempo, pero su madre adoptiva no la dejó ir".

Siguió hablando. Contándome cosas. Cosas que debería


haber sabido. Cosas que no había preguntado. Todas las
suposiciones que había hecho...
¡Joder!

"¿Tu mamá alguna vez te dijo que la belleza es sólo


superficial?"
204
¡Jesús!
Era una niña de acogida.
¡Que me jodan!
Maldita sea, tuve suerte de que me volviera a hablar.
Era un auténtico gilipollas.

"Uh, sí" –me las arreglé para salir.

"Sé el número de tu apartamento".

Parecía confuso pero no discutió.


Me agitó los palos.

"¡Gracias de nuevo! Hasta pronto".

Luego se dio la vuelta y echó a correr hacia la entrada del


edificio. Me quedé mirándole. ¿Cómo no me había dado
cuenta en cuanto me miró con esos ojos? Eran sus ojos.
¿Qué edad tenía cuando lo tuvo? ¿Y era una niña de
acogida? ¿Cómo coño se las había arreglado para tenerlo?
¿Cuidarlo? Ella había trabajado extra para enviarlo al
campamento de música. Ahí era donde había estado. Esa
conversación telefónica en la que pensé que le estaba
echando la bronca a un tío, había sido una madre
preocupada.
Fui un estúpido hijo de puta.
Y me di cuenta de que no conocía a Brielle McGinnis en
absoluto.
205
CAPÍTUlO 18

bRIelle

el olor a lasaña llenaba el apartamento.


Cuando Cam estaba en el campamento, no había hecho
comidas de verdad sólo para mí. Ahora que estaba en casa,
cocinaba a diario. Ayer, habían sido tacos. El día anterior,
pollo frito con puré de patatas y judías verdes. El día que
había llegado a casa, había sido fettuccini Alfredo con
gambas frescas del Golfo.
Echaba de menos tener un motivo para cocinar.
206
Terminé de doblar el resto de la colada y la dejé en
montoncitos por todo el sofá para ir a sacar la lasaña del
horno. Cam volvería a las cinco para cenar y le pediría que
guardara la colada, así que podríamos sentarnos en el salón
después de cenar y ver la nueva película de Marvel que
tenía ganas de ver. Estaba disponible en streaming y yo ya
la había comprado como sorpresa.
La puerta se abrió de golpe, sobresaltándome, ya que Cam
había dicho que volvería treinta minutos antes de
encontrarse con Jeremy en el parque.
Me di la vuelta y Cam entró corriendo en el apartamento con
una enorme sonrisa en la cara. Llevaba las baquetas en la
mano izquierda. Casi nunca iba a ninguna parte sin ellas.
Así había sido desde que tocó por primera vez. Era como si
formaran parte de él.

"¡Mamá!" –gritó más alto de lo necesario, pues ya tenía mi


atención.

"¡No te lo vas a creer!" –me dijo con la emoción en el rostro.

En ese momento, lo supe. No tuvo que decirme nada más.


Lo supe. Había pocas cosas en este mundo que excitaran a
Cam de esa manera, y yo sabía sin lugar a dudas de qué se
trataba. Pero no dije nada y dejé que me lo contara.
Sonreía y actuaba tan feliz como él. Fingiría por él. Porque
la verdad era que, ahora mismo, el hombre que había hecho
tan feliz a mi hijo hacía exactamente lo contrario por mí.
207
Me tendió las baquetas.

"Mira eso" –dijo con asombro en su voz.

"Fíjate bien".

La firma de Dean no estaba en una, sino en las dos. El


hecho de que me hubiera sacudido emocionalmente y
jugado con mi cabeza no parecía importar ahora. Había
firmado las baquetas de Cam. Nunca había visto a Cam tan
feliz en mi vida. Excepto posiblemente en la Navidad que
había conseguido su batería. Pero incluso entonces, no
había estado brillando así.

"Guau, colega, es increíble" –le contesté.

"¡Es una locura! Mamá, estaba ahí fuera. Justo fuera de


nuestro apartamento. Yo estaba allí de pie y él pasó con
sombrero y gafas, pero le reconocí. Primero le vi el tatuaje
del brazo derecho y lo supe. No puedo creerlo. Habló
conmigo. Dijo que tocaría un set conmigo. ¡¡Quería ver lo
que aprendí en el campamento!!"

¿Pero Dean le daría indicaciones una vez que supiera de


quién era hijo?
Sentí un nudo en el estómago. No quería que Cam se
sintiera decepcionado y todo por mi culpa.

208
Tal vez podría prometerle que no estaría aquí cuando viniera
Dean si me evitaba. Este era un momento que no quería
quitarle a Cam. Incluso si me asustaba.

"Eso es-eso es-guau, Cam."

Iba a tener que hablar con Dean. Asegurarme de que no


cambiara de opinión.

"¡MUY BIEN! Tengo que llamar a Jeremy" –dijo mientras


corría de la sala de estar a su dormitorio.

No lo llamé para que guardara la ropa. No dije nada en


absoluto. Me quedé allí, mirando la pared. Intentando
averiguar cómo manejar esto. Qué hacer. Si podía hacer
algo. ¿Era mejor dejar que las cosas siguieran su curso?
Como si tuviera el piloto automático, fui al horno, saqué la
lasaña, la coloqué en la placa caliente que había puesto en
la encimera, apagué el horno y me quedé mirando la lasaña
igual que había mirado la pared. ¿Qué debía hacer? ¿Por
qué no le había dicho a Dean quién era Cam? Después del
día en la oficina, podría habérselo dicho y dejarme de
soberbias.
Sonó el timbre y levanté la mirada de la lasaña al salón.
Cuando no oí los pasos de Cam corriendo por el pasillo, me
dirigí hacia la puerta. No esperaba a nadie, y si era Clara, no
estaba de humor para oírla hablar de cosas. Yo tenía mis
propios problemas.
209
Miré por la mirilla y me quedé inmóvil. Apoyé una mano en
la puerta y me tranquilicé. No había perdido tiempo en
cumplir su promesa a Cam. ¿O estaba aquí para
enfrentarse a mí? No había hecho nada malo exactamente.
Los errores que había cometido, él no lo sabía. Sólo le
había ocultado información, pero no era asunto suyo. Mi
vida personal nunca era asunto suyo.
Respirando hondo, abrí la puerta, salí y la cerré tras de mí.
Necesitaba hablar con él un momento sin que Cam nos
oyera.

"Hola" –dije, sin saber cómo empezar.

Él enarcó una ceja.

"¿Así es como vas a empezar?" –me preguntó.

"Uh, sí, eso, y gracias por firmar las baquetas de Cam. No


tienes ni idea de lo feliz que le has hecho".

Eso es. Se lo merecía. Había sido amable cuando no era


necesario. Se lo agradecí. Más de lo que él nunca se daría
cuenta.

"Así que Cam" –dijo.

"No es tu novio".

210
Suspiré con fuerza y negué con la cabeza.

"Nunca dije que lo fuera. Esa fue tu suposición".

"Tienes veintiocho años. ¿Qué otra cosa se suponía que


debía pensar?" –dijo señalando.

"No vi ninguna razón para corregirte" –repliqué.

"¿Dejarme hacer el ridículo con mis comentarios era mejor


idea?" –preguntó.

Me encogí de hombros.

"No era asunto tuyo quién fuera".

No era una respuesta justa, y lo sabía.


Dean dio un paso hacia mí, y yo retrocedí hasta quedar
presionada contra la puerta.

"La vez que tuve mi cara entre tus piernas, habría cambiado
todo si hubiera sabido que no eras una tramposa".

Me puse rígida. No estaba segura de lo que me molestaba:


el recuerdo de haber tenido un orgasmo en su cara o que
me hubiera llamado tramposa, cosa que claramente no era.
Probablemente ambas cosas.

211
"Sabes, mencionó lo gran fan que eras" –dijo Dean,
agachando la cabeza para acercar su cara a la mía.

"Que nunca fuiste a un concierto... Que yo era tu Slacker


Demon favorito".

Cerré los ojos mientras se me calentaba la cara.

"Tiene imaginación" –dije en voz baja.

La mano de Dean me acarició un lado de la cara y luego la


deslizó por mi pelo.

"No lo creo. Creo que Cam me estaba diciendo la verdad".

Maldita sea, Cam. ¿Por qué tenías que hablar de mí? ¿A él?

"Lo fuiste una vez. Tal vez por un tiempo" –respondí.

"Hmm" –dijo, pasando la punta de su nariz por mi cuello e


inhalando profundamente.

"Lo admitiste. Era una suposición esperanzadora".

Sabiendo que Cam podría abrir esta puerta en cualquier


momento, puse mis manos planas contra el pecho de Dean
y lo empujé hacia atrás. Apenas se movió.

212
"Cam está dentro. Estoy preparando la cena. Tengo que
irme" –dije, sonando sin aliento y odiándolo.

Dean asintió y cogió el pomo de la puerta por detrás.

"Excelente. Me muero de hambre".

Cubrí su mano con la mía, impidiéndole abrir la puerta.

"Yo no te he invitado".

Ladeó la cabeza y sonrió con maldad.

"¿Pero qué querría Cam? Me querría aquí para cenar.


Podría verlo tocar y darle algunos consejos. ¿Se lo
ocultarías? ¿Después de lo contento que estaba de
conocerme?"

Maldito sea. Tenía razón y lo sabía.


Respiré hondo. Esto era lo que temía que no hiciera. Había
temido que decepcionara a Cam, pero él estaba aquí,
haciendo exactamente lo que había prometido.
Estaba siendo ridícula y egoísta.

"Tienes razón. Gracias" –dije y empecé a girarme hacia la


puerta.

Me detuvo.
213
"Tengo otras ideas sobre cómo puedes agradecérmelo.
Muchas ideas. Muchísimas, joder".

Se me encendieron los ojos y quise abofetearle, empujarle,


posiblemente besarle hasta que me flaquearan las piernas,
pero no iba a pensar en eso último. Ese era un camino que
nunca necesitábamos recorrer.

"No me necesitas para todas tus ideas" –dije enfadada.

Se rió entre dientes.

"Oh, pero te necesito, Brielle. Joder, sí que te necesito".

Abrí la puerta para alejarme de su cuerpo duro y caliente.


Necesitaba aire. Claridad. Calmarme.
Cuando entré, mis ojos se dirigieron directamente a la ropa
sucia que seguía en el sofá.

"No esperaba compañía" –le dije, acercándome a ella y


recogiendo rápidamente mis bragas y sujetadores.

Eso me pasaba por no guardarla inmediatamente.

"No los muevas por mí. Me encantaría revisarlas" –dijo,


acercándose de nuevo demasiado.

Me giré para mirarle.


214
"Espacio personal. Es una cosa. Hay que respetarlo".

Sonrió satisfecho.

"¿Pero de verdad quieres eso? Tu boca me dice una cosa,


pero tu cuerpo me dice otra".

Sus ojos se posaron en mis pechos. Mis pezones estaban


duros, y murmuré una maldición.

"Muévete. Ponte de pie o siéntate allí. Llamaré a Cam aquí"


–le dije.

"Hazlo” –respondió en tono divertido.

¿Qué pretendía? ¿Por qué estaba tan raro?


Me había dejado plantada la mañana que me dejó tortitas.
Habían pasado dos semanas. Y nada. No es que tuviera
que ponerse en contacto conmigo, pero me había parecido
que había una conexión o un vínculo la mañana que me
desperté con él dormido en el suelo de mi habitación.
Luego, había desaparecido. Puf. Y ahora, ¿esto?

"¡Cam!" –Lo llamé.

"¿Qué?" –respondió.

"¡Tienes visita!" –le dije.


215
Volví a mirar a Dean, que estaba de pie junto al televisor,
mirando las fotos de la estantería que había encima.

"Dios, tú también eras una niña" –susurró.

La foto que tenía en la mano era del primer cumpleaños de


Cam. Ese día habíamos ido al zoo porque mi antiguo jefe
me había dado pases. Le habían encantado los elefantes.

"¡Estás aquí!"

La voz sorprendida de Cam se quebró.


Dean dejó la foto en el suelo y se volvió hacia Cam.

"He dicho que quería que me enseñaras lo que has


aprendido".

Cam asintió con la cabeza.

"Sí, lo hiciste" –estuvo de acuerdo.

"Déjame ver esos tambores" –le dijo.

Cam le sonrió y volvió a asentir.

"¡Vale! Por aquí. Están en mi habitación. Los compramos


usados, recuerda, pero son muy bonitos".

216
"Mi primer juego también era usado. Un juego bien cuidado
es un buen juego" –dijo Dean.

Desaparecieron por el pasillo.


Aparté las toallas y me hundí en el sofá.
El día había dado un giro. Otro giro emocional.
Cuando se trataba de Dean Finlay, mis sentimientos y mi
cabeza estaban por todas partes.
Podía arruinarme tan fácilmente.
No quería que se metiera con las emociones de Cam.
No esperaba que visitara a Cam de nuevo, pero esta vez
podría ser mágica.
Cam podría recordarlo por el resto de su vida.
Cenaríamos juntos.
Incluso invitaría a Dean a ver la película con nosotros.
Luego, cuando se fuera, sería un adiós.
Eso sería todo.

217
CAPÍTUlO 19

DeAn

Cosas que no sabía de Brielle. Sabía cocinar, había sido


madre soltera desde los dieciocho años, nunca había salido
con nadie -al menos, que Cam supiera-, tenía un trabajo
extra como repartidora de comida para una de esas
aplicaciones cuando necesitaban dinero extra para algo, y
era una madre estupenda.
Cada palabra que salía de la boca del niño decía que lo era.
Había elogiado a su madre contándolo todo en la
conversación.

218
Brielle se levantó para empezar a recoger la mesa, y Cam
se levantó de un salto y empezó a ayudarla sin que nadie se
lo pidiera. Era un buen chico.
Me uní a ellos y Brielle me quitó el plato de las manos y
luego lo llevó al fregadero.

“Cam quería ver la nueva película de Marvel. La he


comprado para verla en streaming esta noche” –me dijo.

“¡¿La has comprado?!” –exclamó Cam.

“¡Gracias, mamá!”

“De nada” –dijo ella, sonriéndole.

No estaba preparado para irme.


No quería darle demasiadas vueltas, pero quería estar cerca
de ellos. Observarlos. Una parte de mí pensaba que si los
observaba lo suficiente, vería algo en Brielle que no era
perfecto. Que me mostraría sus defectos. Todos los
tenemos. Me costaba encontrar los suyos. Probablemente
porque acababa de descubrir que los defectos que tenía
eran mentiras.
Por un momento esta tarde, había imaginado tomarla como
yo quería. Follármela hasta que ambos estuviéramos
satisfechos con esta atracción entre nosotros.
Sabiendo que no era una infiel y que estar con ella estaba
bien. Pero luego viéndolos, viéndola ser madre, supe que no
219
podía. No iba a jugar con esto. Con ella. Ella merecía más.
Más de lo que yo le ofrecía.
Miré hacia el pequeño televisor y luego volví a mirar a
Brielle.

“¿Qué tal si lo vemos en nuestro cine privado?” –Le


pregunté.

Ella frunció el ceño, sin saber a qué me refería.

“¿Dónde?” –Preguntó Cam.

Levanté la vista.

“En mi casa”.

“¿También tienes un teatro allí arriba?” –Me preguntó Brielle.

Tenía muchas cosas que quería enseñarle. Empezando por


la sauna. Desnudo. Pero eso había sido antes… antes de
saber todo esto sobre ella. Era madre soltera. Una joven
madre soltera. Necesitaba un futuro, y yo no era un futuro
para ella.

“Sí, lo necesito” –respondí.

“Dios mío. ¡Mamá, por favor! ¿Podemos?”

220
Cam la agarró del brazo con mirada suplicante. Estaba claro
en su cara que quería decir que no. Ella sabía que no era
bueno para ellos.

“Pero lo compré en nuestra cuenta de Amazon Prime” –le


dijo.

“Puedes iniciar sesión en tu cuenta en mi sistema” –le dije,


pero ella ya lo sabía.

Necesitaba cerrar la puta boca. No me estaba facilitando las


cosas.
Me miró fijamente y me entraron ganas de reírme de su
expresión de frustración. Me gustaba hacer que sus ojos
destellaran de ira. Ya que no me permitiría dejarlos brillar
con pasión o lujuria.

“¿Ves? Podemos hacerlo. Hagámoslo, mamá” –le animó.

Pude verla ceder antes de que finalmente asintiera.

“Vale, de acuerdo”.

“Tenemos palomitas para microondas” –me dijo Cam.

“Podríamos usar eso o usar mi máquina de palomitas del


cine” –le dije.

221
Nunca la había usado. Maegan la había comprado para el
cine para cuando vinieran mis nietos de visita.

“¡Demonios. Claro que sí!” –respondió Cam.

“Camden Dace McGinnis” –dijo Brielle con voz severa.

Estaba hasta sexy en modo mamá.


Cam parecía avergonzado.

“Lo siento, mamá”.

Ella asintió.

“Ve a ponerte los zapatos” –dijo.

“Sí, señora” –respondió él.

Cuando estuvo fuera del alcance del oído, me incliné hacia


ella.

“Te das cuenta de que probablemente dice cosas peores


cuando no estás cerca. Es un niño. Será un adolescente
antes de que te des cuenta”.

Me fulminó con la mirada.

“Puede ser, pero en mi presencia, lo corregiré”.


222
Porque le importaba. Sabía que Blaire tampoco se lo
permitiría a Nate ni a las niñas cuando fueran un poco
mayores y lo intentaran. Rush había maldecido como un
marinero a los ocho años. Su madre no se daba cuenta ni le
importaba. Yo no era mucho mejor. Criarlo en mi mundo
había sido un desastre.

"Si quiere ponerse el pijama o lo que sea con lo que duerme


para estar cómodo, vamos a subir por el ascensor. Ni
siquiera necesita zapatos".

Ella miró hacia atrás en la dirección que Cam había ido.

"Eso sería mejor. Así podrá irse a la cama cuando volvamos.


Voy a decírselo" –dijo.

La miré alejarse, deseando como el demonio poder apagar


mi atracción hacia ella. Era peor ahora que conocía su
pasado. Sentía respeto por ella después de oír a su hijo
hablar de ella y de todo lo que había sacrificado por él.
Lo había cambiado todo. Incluyendo mis planes de llevarla a
mi cama. Eso ya no sucedería. Yo no iba a ser el hombre en
la vida de Cam, y eso era lo que él necesitaba. Alguien que
pudiera estar al lado de Brielle y ayudarla a criar a su hijo.
Un hombre que quisiera una familia. Ese no era yo.
Cuando Brielle salió de la habitación de Cam, había una
sonrisa en su cara que no había visto antes. Era una sonrisa
feliz, contenta, tal vez incluso esperanzada.
223
No necesitaba ser yo quien la hiciera sonreír así. Esta noche
sería una más. Cam era un fan, y yo haría esto por él.
Luego, me iría por unas semanas. Volvería a Beverly Hills
hasta que Kiro me molestara. Darnos a todos un respiro.

"¿Estás planeando una segunda cita con el trabajador de la


construcción?" –Le pregunté.

Pareció sorprendida por mi pregunta antes de encogerse de


hombros.

"Nunca logramos lo de nuestra primera cita. Siguieron


surgiendo cosas".

Maldita sea.
Necesitaba obstáculos en mi camino. Sería más difícil para
mí ceder y tomar lo que quería.

"¡Estoy listo!" –Cam dijo con emoción mientras salía de su


habitación.

Lo hacía por el chico. Nada más. Tendría algo que contar a


sus amigos. Esto no tenía nada que ver con su madre. Me lo
repetí hasta que lo asimilé.

"Subamos" –dije mientras me dirigía a la puerta.

224
Podía estar agradecido de que Brielle no llevara puesto su
pijama. No había mucho que un hombre pudiera soportar.
Sostuve la puerta abierta mientras salían, y todos nos
dirigimos hacia el ascensor.

"Esto es una locura" –dijo Cam en el ascensor.

"Nadie me creerá nunca".

"Tomaremos algunas fotos. No podrán discutir con ellas" –le


dije.

Sus ojos se iluminaron de nuevo y me sonrió. Tenía la


sonrisa de su madre, me di cuenta.

"¿En serio? ¿Me dejarías hacer eso?"

Asentí.

"Siempre es mejor tener pruebas".

Mi mirada se dirigió a Brielle, que me miraba.

“Gracias" –dijo en silencio.

Sabía que lo decía en serio.


Por mucho que me metiera en su piel, me perdonaría
cualquier cosa por Cam.
225
Pero no lo hacía por eso. Me gustaba el chico. Podía darle
esto sin ningún esfuerzo por mi parte.
Tal vez un día, dentro de unos años, encendería la televisión
y él estaría tocando la batería en un nuevo grupo de moda.
Esperaba que eso sucediera.

226
CAPÍTUlO 20

bRIelle

Fue una experiencia que Cam nunca olvidaría.


Algún día se la contaría a sus hijos. Era una oportunidad
única en la vida, y él lo sabía.
Había muchas razones por las que debería desagradarme el
arrogante hombre que en ese momento le estaba
enseñando a mi hijo la batería que tenía en una habitación
insonorizada con paredes acolchadas de color rojo, pero en
ese momento, ninguna de esas razones importaba.
Cam estaba viviendo un sueño.

227
Un calor se instaló en mi pecho cuando miré a Dean; era
peligroso, y lo sabía. No podía dejar que algo así
desbaratara las verdades que sabía sobre este hombre.
Era bueno con los niños, era amable cuando se trataba de
sus fans más jóvenes, y estaba centrado en Cam. Era como
si yo no estuviera aquí en absoluto. Sin comentarios ni
miradas sugerentes. Yo respetaba eso de él. Aunque ver
esta escena delante de mí me rompió un poco. Era algo que
nunca había imaginado que Cam llegaría a hacer. Estaba
compartiendo su amor con su héroe. El hombre al que
quería parecerse. Dean no tenía idea del impacto que tuvo
en la vida de Cam.

"El teatro está al otro lado del apartamento" –dijo Dean,


finalmente mirando en mi dirección.

"Si ustedes dos están listos, entonces yo también" –


respondí.

Cam tocó reverentemente las baquetas que Dean había


dejado junto a su batería, y luego miró a Dean.

"Estoy listo".

Dean hizo un gesto con la cabeza en dirección a las


baquetas.

228
"Llévatelas. Ya las he acostumbrado, pero necesitan más
uso del que les he dado estos días".

Eso fue todo. El hombre había encontrado una manera de


hacerme olvidar todos sus males.
Sentí tanta presión en el pecho que pensé que iba a llorar.
Los ojos de Cam se abrieron de par en par mientras miraba
las baquetas y luego a Dean.

"¿De verdad?" –preguntó con expresión de asombro.

Dean asintió.

"Sí. Necesitan un buen hogar".

Cam las cogió entonces y las sostuvo entre sus manos con
fuerza. Me pregunté si volvería a soltarlas. También temía
que, en cualquier momento, me despertara y todo esto fuera
un sueño. Esto no podía ser la vida real. Sobre todo porque
sentía por Dean Finlay cosas que no tenía por qué sentir.
Cosas que me destrozarían el corazón, y no sólo el mío.
Vi cómo Cam se acercaba a Dean y lo miraba.

"Gracias" –dijo simplemente, pero la expresión de su cara


dejaba claro lo mucho que significaba para él.

Dean le apretó el hombro.

229
"Trátalas bien" –le dijo.

Cam asintió.

"Lo juro. Lo juro".

Permanecí en silencio, sin estar segura de poder hablar por


el nudo en la garganta, y los seguí hasta el cine.
A estas alturas, no debería sorprenderme por las
comodidades de este ático, pero, una vez más, me quedé
de piedra. La sala parecía sacada de una revista. Quince
sillones reclinables de cuero negro. Toda una sección con
una máquina de refrescos, palomitas y otros aperitivos
dentro de una vitrina de cristal. La pantalla era tan grande
como la de un cine de verdad, y en las paredes había
carteles enmarcados de conciertos de Slacker Demon, que
se remontaban a principios de los noventa.
Cam se dirigió directamente al cartel más antiguo. Lo miró
fijamente y luego siguió avanzando por la fila.
De algún modo, la velada le parecía cada vez mejor.
Señaló un póster y volvió a mirarme.

"Esta habría sido la gira que no pudiste ver, mamá" –dijo


sonriendo.

"Fue el año en que nací".

230
Sentí la mirada de Dean sobre mí, y mis mejillas se
calentaron.
Una pequeña parte de mí sintió pánico, pero sabía que
nadie podía leer mis pensamientos. Mis secretos eran míos.

"¿Quién quiere palomitas?" –pregunté, cambiando de tema.

Dean soltó una risita, yo lo miré y sonreí.

"¿Contento? Yo era fan" –le dije.

Él sonrió satisfecho y no dijo nada. Vi cómo se acercaba a la


máquina de palomitas y la miraba como si no supiera qué
hacer con ella. Me di cuenta de que nunca la había usado.
Antes de que pudiera llamar a Maegan para que viniera, me
acerqué a él.

"Puedo arreglármelas si quieres preparar la película. Cam


puede ayudarte a entrar en mi cuenta" –le dije.

Parecía aliviado.

"Puedo hacerlo" –respondió.

Pude descifrar el proceso con bastante facilidad y, cuando


empezó a sonar el sonido de los granos al explotar, la
pantalla también se iluminó.

231
La risa de Cam resonó en la habitación y miré a Dean, que
sonreía. Había dicho algo que había divertido a Cam.
La forma en que miraba a Dean con total adoración de
héroe era nueva para mí. Había tenido muy pocos hombres
en mi vida, y a ninguno de ellos le había permitido estar
cerca de Cam. No había confiado tanto en nadie. Esta era la
primera vez que confiaba en un hombre cerca de mi hijo.
Por supuesto, era un hombre famoso al que mi hijo
idolatraba, pero aún así, era un gran paso para mí.
Estaba confiando en Dean con Cam, y no me había dado
cuenta de que lo estaba haciendo hasta ahora.
¿Era un error?

"¡Mamá! ¿Quieres un refresco?" –me preguntó Cam.

Negué con la cabeza.

"Un agua está bien".

"¿Puedo tomar también un caramelo?" –me preguntó a


continuación.

Miré a Dean, que me miraba con una expresión de "vamos,


deja que el niño tome un caramelo".
Asentí con la cabeza. ¿Por qué no? Estaba dejando que
todo ocurriera sin pensar en las repercusiones. ¿Qué daño
podían hacer unos caramelos?

232
Llené tres bolsas de palomitas y las repartí antes de ir a
buscar un asiento. Cam ocupó una silla en la fila frente a la
mía, y Dean se sentó en una silla dos asientos más abajo de
la mía. Estábamos todos repartidos. De algún modo, no me
lo esperaba. Una parte de mí había pensado que Dean se
sentaría a mi lado. Me resistía a admitir que lo había
deseado. Mis sentimientos por él habían dado un giro esta
noche, o tal vez era que estaba dispuesta a aceptar cómo
me hacía sentir ahora que había hecho tan feliz a Cam.
Antes, me había resistido y había negado sentir algo por
Dean. Después de todo lo que había hecho por Cam, mis
muros habían caído. Los de Dean, sin embargo, parecían
estar subiendo.
Lo miré y vi cómo bebía un trago de su refresco y se metía
un puñado de palomitas en la boca. Ni una sola vez miró en
mi dirección. Su mirada estaba fija en la pantalla que tenía
delante. Tanto que parecía forzado. ¿Intentaba no mirarme?
¿Qué me había perdido?
Normalmente, hacía todo lo posible para que le hablara.
Llegaba incluso a provocarme con sus palabras sólo para
llamar mi atención. Esta noche, estaba diferente.
¿Era por Cam?
Empezó la película y desvié la mirada hacia la pantalla.
Sabía lo suficiente sobre el mundo Marvel como para
seguirla. Cam me había hecho ver todas las películas, pero
seguía sin importarme. Simplemente las veía para tener
algo que ver con Cam. Era más consciente de Dean que de
cualquier otra cosa.
233
Las veces que lo miraba, estaba absorto en la película.
Entonces, su teléfono se encendió y salió del cine.
Me costó concentrarme en lo que ocurría en la pantalla
cuando pasó el tiempo y Dean no regresó. Justo cuando
empezaban a pasar los créditos, volvió a entrar en la sala.
Vi cómo se estiraba y bostezaba. Cam se levantó de un
salto, encantado con el final, y no parecía saber que Dean
había estado desaparecido durante toda la segunda mitad
de la película.
No dije nada mientras Cam charlaba alegremente con Dean
sobre el mundo Marvel y lo que él y yo acabábamos de ver.
Dean hizo un buen trabajo, siguiéndome la corriente.
Nos condujo a la puerta y al ascensor mientras hablaban.
No me miró ni dijo nada. Parecía que me había vuelto
invisible. Cuando se abrieron las puertas del ascensor y
entramos, Dean se quedó donde estaba.

"¡Gracias, Dean! Buenas noches" –le dijo Cam justo cuando


se cerraron las puertas.

Yo no dije nada, pero Dean ni siquiera me había mirado.

234
CAPÍTUlO 21

DeAn

no hacía ni un día que había vuelto de California cuando


la señora Jo me llamó para decirme que tenía una tarta para
mí y que tenía que ir a buscarla.
Cuando volví, tenía la intención de recuperar el sueño
perdido mientras vivía bajo el mismo techo que Kiro. Sin
embargo, decirle a la señora Jo que no podía bajar en ese
momento tampoco era una opción.
Cogí una camiseta de la silla de mi dormitorio y me dirigí al
apartamento de la señora Jo. Eran las once de un jueves, lo
que significaba que Brielle no estaría. Estaría trabajando. No
estaba seguro de adónde iba Cam cuando ella trabajaba o
si estaba en su apartamento... ¿o habían vuelto las clases?
235
No sabía cuándo empezaban las clases por aquí, pero sabía
que Nate había vuelto la semana pasada. Pero no
importaba. Ver al niño no era un problema, pero alejarse de
su madre sí. No había podido sacármela de la cabeza
mientras estuve en California, pero la distancia me había
ayudado a reflexionar. Yo no era lo que ella necesitaba, y
ella ya no era un polvo caliente que quería en mi cama. Era
una madre con un gran hijo que estaba criando sola.
¿Quién iba a decir que respetar a una mujer podía joderte la
cabeza? No estaba seguro de haberme tomado nunca el
tiempo de respetar a una mujer con la que había follado o
planeaba follar. Todo esto era nuevo para mí, y no sabía
cuál era la mejor manera de afrontarlo. Por eso, marcharme
la mañana siguiente a nuestra noche de cine había sido tan
vital. Había sentido que me miraba en el cine. Sabía que
quería que la mirara. Si me hubiera sentado a su lado, no le
habría importado. Se había ablandado hacia mí después de
que le dedicara a Cam algo de tiempo y atención. Pero
maldita sea si iba a aprovecharme de ella porque me estaba
agradecida. Salir de ese teatro había sido lo único que podía
hacer. Si me hubiera mirado una vez más, no estaba seguro
de haber podido mantener las distancias.
La puerta de la señora Jo se abrió antes de que llamara.

"Pasa, pasa" –dijo alegremente.

Su apartamento olía a tarta de manzana y vainilla. La seguí


dentro y cerró la puerta tras nosotras.
236
"Cuando oí tu moto esta mañana, me puse a cortar las
manzanas que había comprado en el mercado. Estuviste
fuera demasiado tiempo. Pensé que necesitabas una buena
tarta sureña que te recordara lo mucho mejor que se vive
aquí. Si tuviera que elegir una costa y no hubiera vivido aquí
toda mi vida, seguiría eligiendo la Costa Este. La vida es
mejor aquí. No sé por qué has estado fuera tanto tiempo".

Se apresuró a entrar en la cocina y yo me quedé en el


salón, entre los muebles nuevos que le había comprado. El
lugar se veía mucho mejor con la pintura fresca y los
artefactos de iluminación.

"Por la forma en que mirabas a Brielle la última vez que te


vi, pensé que te quedarías más por aquí. Pero supongo que
descubrir que es madre puede asustar a un hombre. Ella es
un paquete y todo" –dijo la señora Jo mientras caminaba de
regreso, sosteniendo un pastel con una toalla de mano
debajo del plato.

Abrí la boca para decir algo, aunque no estaba seguro de


qué responder a aquel comentario. Sin embargo, la señora
Jo no parecía necesitar una respuesta por mi parte.
No había terminado de hablar.

"No importa. Todo sale como tiene que salir. El destino tiene
su plan, y así son las cosas. Ese hombre tan guapo que ha
estado saliendo con ella incluso se llevó a Cam anoche.
237
Fueron a ese lugar de putt-putt a lo largo de la franja. Creo
que el destino tiene a Brielle yendo en otra dirección,
aunque seguro que pensé que serías tú por un tiempo" –
dijo, y luego me tendió el pastel.

"¿Brielle está saliendo con alguien?" –pregunté, sorprendido


por aquella información.

Hacía tres semanas que me había ido, pero por la forma en


que la señora Jo hablaba, Brielle había estado saliendo
mucho con ese chico. ¿Qué, había empezado a salir de
nuevo al día siguiente de mi marcha?
¿Había leído más en su comportamiento la noche en el
teatro?

"Oh, sí. Ese agradable trabajador de la construcción. Es un


buen hombre. Le lleva flores y fue a nadar con ellos el último
día antes de que Cam volviera al colegio" –dijo la señora Jo.

"Toma esta tarta y añádele un poco de helado de vainilla. Es


la mejor manera de comerla".

El obrero de la construcción.
Por fin habían tenido esa cita, y parecía que había ido bien.
Por lo que la Sra. Jo había dicho, el hombre estaba metido
en el culo de Brielle. ¿No tenía trabajo? ¿Trabajando para
mí? ¿Cuándo tenía tiempo para nadar y jugar al putt-putt?
Conseguí darle las gracias a la señora Jo por la tarta
238
mientras me acompañaba a la puerta. Salí al pasillo y
esperaba que se despidiera y cerrara la puerta, pero me
estaba mirando. ¿Tenía que decir algo más sobre la tarta?
Ya le había dado las gracias.

"El destino es lo que nosotros hacemos de él. Podemos


dejar que ocurra o podemos manipularlo. Todo depende de
lo que deseemos. Ver el futuro no es un don que nos den. A
veces, sólo tienes que hacer caso a tus instintos, coger el
manillar del destino y dirigirlo. Pero ahora todo depende de
ti, ¿no?" –dijo la señora Jo, y luego me sonrió antes de
cerrarme la puerta en las narices.

Bajé la mirada hacia mi tarta y me pregunté si realmente me


había hecho esto porque creía que lo necesitaba o si había
sido una forma de hacerme bajar aquí para poder contarme
todo aquello.
¿Qué había pasado con su charla sobre que yo no era lo
que Brielle necesitaba?
Empecé a llamar a la puerta, pero me detuve y dejé caer la
mano. No era asunto mío. Debería sentirme aliviado.
Debería alegrarme por Brielle. Interponerme en su camino y
fastidiarles la vida no estaba bien.
Al girarme para volver al ascensor, oí que se abría una
puerta detrás de mí y miré hacia atrás para ver si la señora
Jo había decidido que tenía que decir algo más. Pero no era
la puerta de la señora Jo. Era la de Brielle. Estaba allí de
pie, mirándome fijamente con esos grandes ojos azules, y
239
sentí que algo en mi pecho se tensaba. Maldita sea por
llegar a mí.

"Hola" –dijo levantando un poco la mano para saludar.

"Hola" –respondí, y levanté un poco la tarta.

"La señora Jo me hizo un regalo de bienvenida".

Sonrió, pero no se encontró con sus ojos.

"Ella es buena en eso".

Quería decir más. Preguntarle por el obrero de la


construcción. Preguntar cómo fue la primera semana de
Cam en la escuela. Preguntarle cómo le iba. Sólo
escucharla hablar. Pero no hice nada de eso.

"Saluda a Cam de mi parte" –le dije, y me agaché para


pulsar el botón del ascensor.

"Lo haré" –fue su suave respuesta.

Me quedé mirando las puertas del ascensor hasta que oí


cerrarse la suya. Miré hacia atrás y la vi dirigirse a las
escaleras. Se marchaba y había decidido no utilizar el
ascensor por mi culpa.

240
Podía ir tras ella y disculparme. Pero, ¿de qué iba a
disculparme exactamente? No habíamos salido.
Tuve un momento caliente con ella en el que pensé
demasiado. Y eso fue todo.
Aparte de un divertido intercambio de palabras, no había
nada más.
Cuidé de ella cuando estaba enferma sólo porque
necesitaba un amigo. Necesitaba ayuda. Y yo tenía miedo
de que le pasara algo. Me había preocupado.
Las puertas del ascensor se abrieron y entré.
Todavía me importaba, joder.
Demasiado.

241
CAPÍTUlO 22

bRIelle

"¡ Vamos a subir!" –dijo Clara cerca de mi oído mientras se


deslizaba de nuevo en el taburete a mi lado.

Miré hacia atrás por encima del hombro justo cuando se


anunciaba una chica con el pelo corto, rizado y pelirrojo. Iba
a cantar "¡Uy! ... lo he vuelto a hacer". Qué sorpresa. El
primer karaoke de la noche era una canción de Britney
Spears. Puse los ojos en blanco y me volví hacia la copa
que tenía delante en la barra. Toda esta noche había sido un
error. Debería estar en casa, viendo la televisión.
242
Posiblemente comiendo helado o tal vez haciendo brownies
para cuando Cam llegara mañana de su fiesta de pijamas
con Jeremy.

"¿Qué canción deberíamos hacer?" –Clara me preguntó.

Los chicos del otro extremo de la barra se levantaron y


empezaron a dirigirse en nuestra dirección. Había pillado al
rubio mirándome cuando Clara fue al baño. Era cuestión de
tiempo que hicieran algo. Me bebí el resto del vodka con
soda y me levanté.

"No me importa. Intenta ser más original que Britney" –le


dije.

"Voy al baño".

Clara frunció el ceño.

"Acabas de decir que no tenías que ir".

"Eso fue antes de que hubiera chicos dirigiéndose en


nuestra dirección" –contesté.

Clara miró a mi alrededor y sus ojos se iluminaron.

"Aunque son guapos. Sobre todo el rubio".

243
Bien. Podía quedarse con los dos. No me interesaba
ninguno de los dos. Las cosas iban bien con Gavin, o así
había sido. Incluso a Cam le había gustado que lo
incluyeran en algunas de nuestras citas. Debería alegrarme
por eso. En lugar de eso, le había dado una excusa a Gavin
cuando me invitó a salir esta noche simplemente porque mi
cabeza no estaba en un buen lugar. Dean había vuelto.
Había sido fácil dejarlo de lado y no pensar demasiado en él
cuando nunca lo veía. Luego, había salido en las noticias de
entretenimiento con el resto de Slacker Demon cuando se
anunció su gira. Saber que no estaba arriba había hecho
más fácil compartimentarlo en mis pensamientos. Había
vuelto a ser una estrella del rock. Verle ayer me había
revuelto la cabeza. No esperaba que volviera, al menos no
pronto. Quizá cuando viniera a visitar a su familia.
Cuando Clara me llamó para pedirme que fuera al karaoke
del Chandelier el sábado por la noche, acepté. Me sentía
débil y necesitaba distraerme. Gavin se merecía más que
eso. Me caía bien. Era un buen hombre. Yo le gustaba, y lo
sabía. Él lo dejó claro y nunca me mantuvo adivinando. Era
muy trabajador. Me traía flores. No era Dean. Pero eso era
injusto. Nadie era Dean Finlay. Nadie lo sería jamás.
Cogí el destornillador de Clara y también me lo bebí, justo
antes de que los dos tipos se acercaran a ambos lados.
Clara empezó a hablar y yo sonreí alegremente a los dos
hombres, sintiéndome ligeramente embriagada ahora que
me había bebido dos copas tan rápido.

244
Mi necesidad de ir al baño ya no era una mentira para
escapar. Saludé a Clara con la mano y volví hacia la fila que
conducía al baño de mujeres. La canción de Britney terminó
y suspiré aliviada. Había sido brutal. No es que no me
gustara Britney, me gustaba. Era sólo que, esta noche,
sabía que otras diez chicas cantarían una canción de
Britney y la destrozarían, como lo había hecho aquella.
Estaba a punto de llegar a la línea cuando una mano me
rodeó el brazo y al instante di un tirón para intentar soltarlo
mientras giraba para ver quién me tocaba. Llevaba un bote
de spray de pimienta en el bolso, pero no podía sacarlo y
utilizarlo en un bar abarrotado. Justo cuando se me pasó por
la cabeza, mis ojos se fijaron en unas gafas de sol y una
gorra de béisbol que me resultaron familiares.
Mis ojos se abrieron de par en par al darme cuenta de quién
tenía mi brazo. Eché un rápido vistazo a mi alrededor para
ver si alguien más se daba cuenta de quién era. En un lugar
como este, causaría un completo frenesí.

"¿Qué haces aquí?" –le pregunté, inclinándome para que


pudiera oírme por encima de una versión no tan mala de "La
verdad duele" de Lizzo.

"¿Dónde está el albañil?" –fue su respuesta.

Le miré con el ceño fruncido y tiré de mi brazo para liberarlo,


pero él seguía sujetándolo con los dedos.

245
"Te das cuenta de que si alguien te ve, se desatará un
infierno" –señalé.

"¿Dónde está Cam?" –preguntó esta vez.

Me eché a reír. Debería estar enfadada. Había desaparecido


y no me había dirigido la palabra en casi un mes. Pero me
estaba riendo. Tenían que ser las bebidas.

"Está en casa de su amigo. Pijamada" –respondí, y luego


miré hacia la fila del baño.

"Realmente necesito usar el baño. ¿Puedes soltarme?"

La mano de Dean me sujetó el brazo.

"Ven conmigo”.

Parecía una orden, no una petición.

"No estoy bromeando. Necesito orinar".

Me hizo un gesto con la cabeza y empezó a tirar de mí hacia


la parte trasera del club.
¿Adónde íbamos? Tenía que hacer cola para ir al baño.
Maldito sea.
Miré hacia la barra mientras me arrastraban y vi que los ojos
de Clara se cruzaban con los míos.
246
Desvió la mirada de mí a Dean y luego me devolvió la
sonrisa. ¿En serio? Se suponía que tenía que vigilarme.
Ese era nuestro trabajo cuando salíamos. Cuidarnos la una
a la otra. ¿Iba a dejar que me llevara y sonreír por ello?
Traidora.
Cuando nos acercamos, un portero abrió una puerta negra
que se confundía con las paredes y le hizo un gesto con la
cabeza a Dean. Atravesamos la puerta y no estaba segura
de dónde estábamos. Ésta no era una parte de Chandelier
que hubiera visto antes.

"¿Adónde vamos?" –le pregunté.

"Por favor, dime que allí hay un baño" –añadí con énfasis.

Al doblar una esquina apareció una amplia escalera, y Dean


me guió hacia arriba, sin soltarme del brazo ni una sola vez.
A estas alturas, sentía más curiosidad que otra cosa.
Había venido a este club más veces de las que podía contar
desde que había cumplido veintiún años, y ni una sola vez
había visto esta parte. En las paredes había carteles de
conciertos. Sabía que organizaban espectáculos más
pequeños para artistas menos conocidos, pero nunca había
pagado el precio para entrar en uno de ellos.
Llegamos al último escalón y Dean por fin me soltó. Me
balanceé, un poco desprevenida, y él me miró con el ceño
fruncido.

247
"¿Estás borracha?" –me preguntó.

Le devolví el ceño fruncido.

"No”.

Pasó junto a mí y abrió una puerta plateada.

"Ve a mear" –me dijo.

Aliviada, me apresuré a cruzar la puerta y me detuve. Era un


elegante baño para una sola persona. La puerta se cerró
tras de mí, eché el pestillo y me miré en el espejo antes de
ocuparme de mis asuntos. Me maquillé más de lo habitual.
Esta noche dejaría que Clara lo hiciera por mí. El corto
vestido rojo apenas me cubría el culo. El escote bajo y los
tirantes de espagueti hacían imposible llevar sujetador. Era
uno de los muchos que Clara había traído y el único que me
cubría remotamente las tetas. Incluso los tacones que
llevaba eran de Clara. Eran tan plateados como la puerta
por la que había entrado y me gustaba cómo brillaban bajo
las luces del club. Nunca me vestía así, pero esta noche
quería ser otra persona. Clara me había convertido en
alguien que no era. Era mi noche para escapar. Entonces,
Dean había aparecido.
Miré mi reflejo con el ceño fruncido.
¿Por qué estaba aquí?
¿Había venido a buscarme?
248
No le había dicho a nadie adónde iba.
Terminé en el baño y volví a salir por la puerta para
encontrarme a Dean sin gorra ni gafas de sol, apoyado en la
pared de enfrente con los brazos cruzados sobre el pecho,
esperándome. Iba vestido como una estrella del rock con
sus vaqueros negros rotos y su cazadora de cuero, sin
camiseta debajo. Se veía sexy en algo que se vería extraño
en cualquier otro hombre abajo en el club.

"¿Qué estás haciendo aquí, y por qué estamos de vuelta ...


aquí?" –Le pregunté para distraerme del pequeño aro de
plata en su pezón izquierdo.

"¿Dónde está el obrero de la construcción?" –volvió a


preguntarme.

Suspirando, negué con la cabeza.

"No sé dónde está Gavin. No le he preguntado qué planes


tenía para esta noche. ¿Por qué te interesa? ¿Te interesa él
ahora?".

Dean sonrió satisfecho y se separó de la pared con la


espalda mientras bajaba los brazos a los costados.

"Dios, echaba de menos tu boca de sabelotodo" –dijo.

249
No debería importarme que hubiera echado de menos algo
de mí. Debería seguir frunciéndole el ceño y exigirle que me
llevara de vuelta con Clara. Tenía una canción que cantar.
No debería estar aquí arriba con él. Lo que debía hacer y lo
que ya sabía que iba a hacer eran dos cosas distintas. Y
más tarde le echaría la culpa de mi decisión al alcohol.

"¿Qué haces aquí?" –Volví a preguntarle.

Caminaba hacia mí, y era injusto, la forma en que podía


hacer que el simple hecho de caminar pareciera genial.
Como si fuera un deporte. Uno en el que destacaba.

"Necesitaba salir. Despejar mi cabeza" –dijo.

"Pero tengo la puta suerte de que mientras intentaba


despejarme, apareció en el bar el objeto que no quería salir
de mi cabeza".

Intenté no pensar en el hecho de que estaba hablando de


mí. Que me producía un cosquilleo y calor en las entrañas.
También culparía de eso al vodka.

"¿Y si alguien se hubiera fijado en ti?" –le pregunté.

Me puso una mano en la parte baja de la espalda y me llevó


hacia otra puerta.

250
"Poco probable" –respondió.

"No estuve ahí abajo hasta que tuve que estar. Hasta que vi
algo que necesitaba ir a buscar".

Dean empujó la puerta y entré. Desde la ventana, que iba


del suelo al techo y medía por lo menos tres metros, se veía
todo el club. Fruncí el ceño, intentando pensar cómo no me
había dado cuenta antes. ¿Se debía a que nunca miraba
hacia arriba o era un espejo de dos caras? Si se pudiera ver
a la gente desde abajo, alguien ya se habría dado cuenta.

"¿Quieres un trago?" –me preguntó Dean.

Me volví para mirarle mientras se acercaba a una barra llena


que había contra la pared de la derecha. También había
ocho sillas de cuero rojo alrededor de la habitación y una
gran alfombra de piel de oso en el centro. Esperaba que
fuera falsa. La iluminación era tenue y sólo había dos
lámparas de pie en la pared del fondo.

"¿Qué es esto?” –le pregunté.

"Es el salón del dueño, donde deja pasar el rato a sus


invitados favoritos" –me dijo Dean.

"Claro que conoces al dueño" –le dije.

251
Se acercó a mí con un vaso de agua helada.

"Bebe esto. Hidrátate".

Miré el agua y empecé a discutir, pero pensé que tenía


razón. Debía beber agua.
Tomé el vaso y bebí profundamente antes de acercarme a
estudiar el club.
Tardé unos instantes en encontrar a Clara en la pista de
baile con el chico rubio del bar. El karaoke estaba en una
pausa y la música la ponía un grupo en directo.

"¿De qué conoces al dueño?" –le pregunté a Dean sin


mirarle.

"Jimmy es amigo de mi hijo y mi nuera" –contestó.

No me esperaba esa respuesta. Me había imaginado que


tenía que ver con Slacker Demon o con su fama.

"Entonces, ¿estabas aquí arriba y me has visto?" –le


pregunté, apartando por fin la vista de la escena de abajo
para mirar a Dean.

Había tomado asiento en una de las sillas y me observaba


mientras bebía lo que parecía whisky en su vaso.
Se limitó a asentir.

252
"¿Por qué has venido a buscarme?" –le pregunté entonces.

Bebió un trago y luego no dijo nada por un momento.


Pensé que no iba a responder cuando finalmente contestó:

"No me gustó".

"¿No te gustó qué?”

Esta vez no dudó.

"Eso" –dijo, haciendo un gesto con la mano en mi dirección.

Me miré y volví a mirarle.

"¿No te gusta mi vestido?” –le pregunté para aclararme.

Se levantó y dejó el vaso en la mesita junto a su silla. Sus


ojos se clavaron en los míos.

"Me encanta el puto vestido. No me gustó que todo el


mundo en ese bar te viera con él puesto. ¿Es eso lo que
quieres oír? ¿Quieres que lo admita, Brielle? ¿Que te diga
que no quería que otros miraran tu cuerpecito caliente?
¿Que no quería que los hombres fantasearan con ponerte
las manos encima?".

Negué con la cabeza.


253
Dean dio un paso hacia mí, inclinando la cabeza mientras se
acercaba, y luego sonrió satisfecho.

"Sí, así es. Eso es exactamente lo que querías oír".

Me costaba encontrar palabras mientras estaba allí,


mirándole.
Sí, oírle decirlo me hizo sentir cosas por dentro que no
debía. Este era Dean. Un hombre del que debía
mantenerme alejada. Él podría confundir mi futuro. Podría
destruir la vida que había construido para mí y Cam.
Era una mala idea por más razones de las que creía. Pero al
igual que las veces anteriores, mi cuerpo no estaba de
acuerdo conmigo.
Mi corazón se aceleró cuando se acercó a mí, y yo quería
cosas que era mejor no hacer.
Dean se detuvo al llegar a mí y observé fascinada cómo se
quitaba la chaqueta de cuero. Los acordonados músculos
de sus brazos eran los de un hombre más joven. Los
tatuajes que cubrían su cuerpo sólo acentuaban su pecho
bien definido. Me puso la mano izquierda en la cintura y me
miró los pechos mientras tiraba de mí hacia él.

"Lo intenté" –dijo en un susurro ronco.

"Incluso me fui de la ciudad. Hice cosas que no quiero


admitir. Nada funcionó".

254
Levantó los ojos para mirarme.

"No saldrás de mi cabeza, Brielle. ¿Por qué no puedo dejar


de pensar en ti?"

No creí que quisiera una respuesta. No es que tuviera una.


Lo único que podía hacer era mirarle fijamente.
Esto era diferente. No era como antes. Esto podría ser un
gran error. Era un error, y no habíamos hecho nada.
Levantó una mano y me pasó el dedo índice por la clavícula,
luego rozó con el pulgar la turgencia de mis pechos.

"Necesito follarte como necesito respirar" –dijo, moviendo de


nuevo su mirada de mis pechos a mi cara.

"Tienes un poder sobre mí, y no me gusta, pero estoy


empezando a aceptarlo".

De nuevo, sin palabras.


No tenía palabras.
¿Qué podía decir? ¿No? No era lo suficientemente fuerte
para decir que no. No aquí. No en este momento. No
después de haber pensado en él durante semanas.
No cuando había pasado mis días apartándolo de mi mente,
sólo para escuchar una de sus canciones o ver... algo que
me recordaba a él.

255
"Más tarde, te quiero desnuda en mi cama. Quiero horas
para saborearte, explorarte, hundirme dentro de ti. Pero no
puedo esperar" –dijo, apartándome el pelo del hombro.

"Voy a follarte ahora. Este vestido, esos malditos tacones" –


dijo mientras su mano volvía a rodear mi brazo y me
empujaba contra él.

"Necesito ese coño agarrando mi polla, Brielle. Quiero


correrme contigo gritando mi nombre".

Me estremecí.
Todo mi cuerpo me delataba.
Sus palabras me hacían sentir débil y necesitada a la vez.
Me alegré de que me abrazara tan fuerte porque no estaba
segura de poder mantenerme en pie sin tambalearme.
Deslizó la otra mano por mi costado y me acarició el pecho.

"Tú también lo deseas, ¿verdad, nena?" –me preguntó,


complacido por la forma en que mi cuerpo le respondía.

Su pecho olía al cuero que llevaba puesto. Quería sacar la


lengua y probarlo. Ver si estaba salado por el sudor. Inhalar
su aroma más profundamente. Me dolía la ternura entre las
piernas. Era una mala idea que no podría detener.

"Joder" –maldijo, agarrándome por la cintura y haciéndome


girar para mirar a la multitud de abajo.
256
Luego, sus dedos encontraron la parte inferior de mi vestido
y tiró de la tela hasta mi cintura. Había muchas cosas que
deberían preocuparme en ese momento. Sin embargo, la
elección de mis bragas no era una de ellas.
Me había puesto las más pequeñas para que no quedara
ninguna línea bajo el vestido.

"Jesucristo" –maldijo mientras su mano recorría mis nalgas


desnudas.

Cuando deslizó una mano entre mis piernas y bajo la tira de


seda que había allí, jadeé y se me doblaron las rodillas.
Mis dos manos salieron y tocaron el cristal que tenía
delante. Miré a la gente que bailaba mientras Dean me
metía un dedo.

"Empapada" –gimió.

"Eso es, nena. Móntame la mano. Dame ese coño dulce y


caliente".

Era el único hombre que me había dicho algo así. Oír su voz
decir cosas sucias me desesperaba más. Me encantaba.
No debería haberme encantado.
Debería haber huido de él. Pero era Dean.
Me bajó las bragas de un tirón por las piernas hasta que las
sentí en los tobillos. Las manos de Dean recorrieron la parte
trasera de mis piernas.
257
"Sal de ahí, pero no te quites estos tacones" –me dijo.

Levanté el pie izquierdo para que tirara de él y luego el


derecho. Giré la cabeza para mirarlo, arrodillado detrás de
mí con las bragas en la mano, y lo miré mientras se las
llevaba a la cara e inspiraba profundamente.
Sus ojos se cruzaron con los míos y sentí que todo mi
cuerpo se enrojecía de calor. No por vergüenza, sino por
pura necesidad sexual.
Dean se levantó y se metió las bragas en el bolsillo antes de
abrocharse los vaqueros. Observé, paralizada, cómo los
bajaba y se los metía por los muslos junto con los
calzoncillos. El grueso y duro pene que se soltó no me
asustó. Me lamí los labios resecos por mi respiración
agitada.

"Más tarde" –dijo sonriendo, me agarró de la cadera con la


mano derecha y tiró de mí hacia él.

Su mirada se posó en el espacio entre mis piernas y pasó la


punta de su polla por la zona necesitada y ahora hinchada.
Me moví, abriendo más las piernas, y me incliné hacia
delante, apretando las palmas contra el cristal.
Entonces, con un movimiento de sus caderas, me llenó.

"Jesús" –gimió.

Un grito de placer y dolor salió de mi garganta.


258
Era un buen dolor. Ser estirada para acomodar su tamaño.

"Joder, qué coño más estrecho" –dijo, retrocediendo hasta


casi salir de mí antes de hundirse de nuevo con una fuerte
embestida.

"Joder, Brielle" –gruñó.

"Sabía que este coño sería bueno, pero joder, nena, esto
es...".

Se interrumpió y empezó a bombear dentro de mí con más


fuerza. Gemí y grité su nombre, lo que le hizo volverse más
salvaje e intenso.

"El coño más caliente que he tenido nunca" –dijo,


golpeándome mientras mi cuerpo se acercaba a un orgasmo
que sabía que me pondría de rodillas.

"Eso es, nena. Aprieta esa polla. Córrete encima".

Si seguía hablando así, me iba a correr en cualquier


momento.
Mis manos se apretaron contra el cristal y grité su nombre.
Mi cuerpo empezó a temblar, y entonces el edificio de mi
interior estalló mientras me sacudía varias veces contra él.
Mis rodillas se doblaron y su brazo me rodeó mientras me
penetraba un par de veces más antes de retirarse.
259
"¡JODER!" –gritó, y luego gimió cuando sentí calor en la
parte baja de la espalda y en las nalgas.

"Mierda" –dijo, como si le costara respirar.

Cerré los ojos y apoyé la cabeza contra el cristal.


Nada iba a ser igual.
Nada.

260
CAPÍTUlO 23

DeAn

ni siquiera había pensado en un condón. Siempre usaba


preservativo. Había uno en mi cartera, pero no lo había
considerado. Nada había importado una vez que vi su culo
desnudo, excepto estar dentro de ella. Ahora, mientras
miraba mi semen por todo su precioso culo, esperaba que
no estuviera enfadada porque, maldita sea, tenía que
hacerlo otra vez. Y otra vez. Su edad ya no importaba.
No me importaba que fuera madre soltera.
Diablos, mudaría a Cam a mi penthouse.
Sólo la quería en mi cama.
Tenía que follármela otra vez. Si me la follaba lo suficiente,
entonces podría sacármela de la cabeza.
261
Empezó a levantarse y le puse la mano en la espalda.

"Espera" –le dije, manteniéndola allí, y luego volví a subirme


los vaqueros antes de acercarme a la barra para coger una
toalla de mano.

La visión de ella apoyada en el cristal con las piernas


abiertas y mi semen sobre ella era el mejor porno que había
visto nunca.
Jesús, me iba a matar, y yo iba a disfrutar cada minuto.
La limpié y volví a ponerle el ajustado vestido rojo sobre el
culo desnudo. Me quedé con las bragas. Olían a su
excitación y no estaba dispuesto a renunciar a ellas.
Ahora eran mías.
Dejé caer la toalla en la silla que había a mi lado, la volví a
acercar a mi pecho y le rodeé la cintura con ambos brazos.

"Estoy limpio" –le dije.

"Nunca voy sin protección y me reviso anualmente".

Ella asintió con la cabeza apoyada en mi hombro.


Podía sentir cómo su corazón seguía latiendo deprisa.

"Yo también" –dijo, un poco sin aliento.

"Estoy limpia, eso es. No he tenido relaciones sexuales en...


un tiempo, y me he revisado desde entonces".
262
Esta no era la conversación que quería tener con ella
después de un sexo alucinante. Quería que me prometiera
cosas. Como que volveríamos a hacerlo esta noche en mi
cama, mi sauna, mi jacuzzi, la ducha, ese tipo de cosas.
Pero quería que supiera que me importaba. No estaba
simplemente tirando mi polla desnuda por ahí.

"Eso no va a ser suficiente" –le dije.

"Lo sabes, ¿verdad?"

Se quedó quieta y respiró hondo. .

"¿Qué quieres decir?"

"Me acabas de dar algo de lo que voy a necesitar más" –le


dije.

Se movió entonces y se giró ligeramente para poder


mirarme.

"¿Sexo?"

"Eso no fue sólo sexo" –le dije, acomodándole un mechón


de pelo detrás de la oreja.

"Ha sido una follada superior. Tu coño podría ser adictivo".

263
Se rió y sus mejillas, ya sonrojadas, se encendieron.
Brielle no era sólo hermosa. Era impresionante. El tipo de
belleza que hacía a los hombres débiles. Los controlaba. Sin
embargo, tenía veintiocho años y estaba soltera.
¿Cómo carajo era eso? ¿Por qué ningún hombre la había
probado y reclamado?
La puerta detrás de nosotros se abrió y miré hacia atrás
para ver a Jimmy entrar. Me sonrió y negó con la cabeza.

"He venido por una copa. No sabía que habías traído


compañía" –dijo.

Brielle se soltó de mis brazos y giró sobre sí misma,


alisándose el vestido.
Vi el momento en que recordó que ya no llevaba bragas.
Sus ojos se clavaron en los míos y luego en los de Jimmy.
Se sonrojó aún más y sonrió nerviosa.
Jimmy era un hombre hermoso. Lo sabía y lo había
aprovechado en su vida. Una vez, había sido camarero en el
Kerrington Country Club cuando era más joven. Entonces,
se metió en una relación con un hombre rico, mucho mayor.
Aunque nunca se casaron, le compró a Jimmy este club,
que Jimmy rebautizó y convirtió en el club de moda del
Panhandle de Florida. Hace cinco años, el hombre había
muerto de un ataque al corazón y le dejó todo a Jimmy.
Mis nietos le llamaban tío Jimmy y era un residente muy
respetado en Rosemary Beach.
Yo, sin embargo, conocía su lado oscuro.
264
Disfrutaba de algunas cosas duras en su suite privada que
tenía aquí. Había látigos, cadenas y otras locuras que usaba
con sus voluntariosos juguetes. Había dicho que no se
establecería de nuevo hasta que tuviera que hacerlo.

"Brielle, este es Jimmy. Jimmy, ella es Brielle" –le dije.

Jimmy le guiñó un ojo a Brielle.

"No pasa nada, cariño. No pongas cara de que te acaba de


pillar tu madre en el pajar. Es un pedazo de culo caliente" –
le dijo Jimmy.

Brielle soltó una carcajada sorprendida.


Jimmy le dedicó su sonrisa más encantadora.

"Dime que es tan bueno como he fantaseado" –dijo


moviendo las cejas.

"Tranquilo" –le advertí.

Me miró y luego se encogió de hombros.

"Vale. Quítame la diversión".

"Te diviertes mucho" –le dije.

265
"Gracias por dejarnos... visitar" –dije, extendiendo la mano
para coger la de Brielle.

"Pero es hora de irnos".

Jimmy me dedicó una sonrisa socarrona y cómplice.

"Ajá" –dijo.

"Ya veo”.

Recogí mi chaqueta y me la volví a poner, pero me dejé los


vaqueros desabrochados. Acerqué a Brielle a mi lado y le
pasé una mano por la cintura.

"Fue un placer conocerte, Brielle. Espero volver a verte" –


dijo Jimmy mientras se acercaba a una silla, se sentaba en
ella y cruzaba las piernas.

"A ti también" –contestó.

"Hasta luego" –dije, levantando una mano mientras


caminábamos hacia la puerta.

Quería sacar a Brielle de aquí y llevarla a mi ático.


Mañana llegaría demasiado pronto, y tenía que ver si podía
sacármela de encima esta noche. Después de lo que

266
acababa de probar en esa habitación, dudaba que un mes
con ella encerrada en mi dormitorio fuera suficiente.

"Es simpático" –dijo simplemente mientras bajábamos las


escaleras hacia la entrada de empleados.

"Sí" –asentí, sin ganas de hablar de Jimmy.

Tenía otras cosas de las que quería hablar. La mayoría de


las cuales eran cosas descriptivas que quería hacer con
ella.

"Tengo que decirle a Clara que me voy o dónde he estado" –


dijo, haciendo una pausa, como si acabara de recordar que
su amiga estaba aquí.

"Ella lo sabe" –le dije.

Brielle dejó de caminar y me miró con incertidumbre en los


ojos.

"¿Cómo?”

"Cuando iba a buscarte a la cola del baño, envié a uno de


los camareros para que le dijera que estabas conmigo" –le
expliqué.

Frunció el ceño.
267
"¿Se lo dijiste antes de encontrarme?".

"Sí" –respondí.

"¿Supusiste que iría contigo?".

Me incliné y le di un beso en la sien.

"No supuse nada. Lo sabía" –susurré cerca de su oído.

"¿Has montado alguna vez en moto?" –le pregunté.

Se puso rígida y negó con la cabeza.


La acerqué a la salida mientras procesaba esa pregunta y lo
que significaba. Llegamos a mi Harley, cogí el casco y se lo
puse en la cabeza. Prefería protegerla a ella antes que a mí
mismo.

"No creo que esto sea seguro" –dijo, mirándome.

"Conmigo estás a salvo, te lo juro" –le aseguré mientras me


subía la cremallera de los vaqueros.

Subí a la moto y le tendí la mano.

"Vamos. Abre esos muslos preciosos y envuélveme con


ellos".

268
Tragó saliva nerviosa, puso su mano en la mía y se subió el
vestido para poder abrir las piernas.
La oí jadear y me di cuenta de que su coño desnudo estaba
presionado contra mis vaqueros. Esta vez, era yo quien
tragaba con dificultad.
Volví a mirarla y sonreí.

"Estoy a punto de volver a mojar ese coño".

Sus ojos se abrieron de par en par cuando arranqué el


motor y pasé la mano por su muslo desnudo.
Esto iba a ser un juego previo que no había previsto.
Acabaría follándomela en el maldito garaje antes de llevarla
a mi cama.
Llevé ambas manos a los barrotes e intenté concentrarme
en conducir y no en el hecho de que estaba a horcajadas
sobre mí sin bragas.
Era imposible no pensar en ello.

269
CAPÍTUlO 24

bRIelle

Cuando Dean entró en un garaje oculto bajo el complejo


de apartamentos, yo estaba tan cerca del orgasmo que el
corazón me latía con fuerza contra el pecho y respiraba con
dificultad y rapidez.
Un segundo más en esa cosa con su vibración mientras
estaba apretada contra el culo de Dean, y habría alcanzado
el clímax.
Dean me tendió la mano para que la cogiera y me bajara,
pero no estaba segura de poder moverme todavía.

270
Estar tan cerca de correrme y que no ocurriera me tenía un
poco trastornada.
Le cogí la mano, pero no me moví.
Me miró y fue él quien se movió. Se bajó de la moto, me
levantó y me sacó de la máquina. Pero no me puso de pie.
Me sentó en la moto, de cara a él, me quitó el casco y lo tiró
a un lado. Luego me abrió las piernas y se metió entre ellas.
Apenas había luz aquí abajo, y las sombras que cubrían su
rostro me impedían ver su expresión. Su mano se deslizó
entre mis piernas y pasó las yemas de sus dedos por mi
zona excesivamente excitada.

"¡AH!" –grité, cerrando los ojos con fuerza.

No tardaría mucho en llegar.

"Niña traviesa" –dijo en un susurro ronco.

"¿Estabas a punto de correrte en mi moto?" –preguntó,


metiendo un dedo dentro de mí.

Apenas podía respirar. Jadeaba y me agarré a sus brazos


para estabilizarme.

"Si vas a correrte en mi moto, será conmigo. No tú sola" –


dijo, y entonces oí la cremallera de sus vaqueros y quise
gemir de alivio.

271
"Ábreme más" –me ordenó.

Entonces, su mano desapareció y sentí su espeso calor


presionando mi abertura.
Hice lo que me había dicho y nuestros cuerpos se
golpearon, resonando en el garaje mientras él se hundía
profundamente en mi interior.

"¡SÍ!" –Grité con fuerza, amando lo bien que me sentía.

Que me llenara con el olor de su chaqueta de cuero


mientras me presionaba.

"Tienes tu humedad por todo mi asiento" –dijo, golpeando


dentro de mí rápido y fuerte.

"Qué chica tan mala. Tu culito desnudo en mi moto".

Me agarré a él y eché la cabeza hacia atrás para mirarle en


la oscuridad. Me subió más el vestido hasta dejarme el
vientre desnudo y me pasó la mano por encima.

"Iba a follarte desnuda. En mi cama. Para poder verte" –dijo


con un gruñido al final.

"Pero ni siquiera puedo llegar hasta ahí sin volver a


necesitarte".

272
Levanté ligeramente las rodillas, intentando acercarlo aún
más, y eso le hizo gritar una maldición. Le había hecho
hundirse más. Mi cabeza cayó hacia atrás y me oí
suplicarle. Le suplicaba que me follara más fuerte. Decía
cosas que no parecían mías. Cada vez que decía algo, le
hacía manejarme con más rudeza y descontrol.

"Córrete por mí, nena".

Era una exigencia, y mi cuerpo respondió mientras gritaba


su nombre. Empecé a sacudirme contra él con cada oleada
de placer que me recorría.

"¡JODER! –rugió, y se apartó de mí.

Sujetándome por el brazo para evitar que me cayera


mientras con la otra mano se agarraba la polla, descargó su
esperma por mi muslo y cayó al suelo.
Sólo se oían nuestros jadeos.
Agradecí la oscuridad.
Me dio un momento para serenarme. Para procesar lo que
acabábamos de hacer.
Otra vez.
Pasaron varios momentos antes de que Dean se moviera.
Se limpió la mano en los vaqueros y se los subió con una
mano mientras me sujetaba con la otra. No se molestó en
abrochárselos. En lugar de eso, me cogió y me levantó de la

273
moto, luego me puso delante de él mientras me bajaba el
vestido.

"Gracias" –dijo, sorprendiéndome.

Le miré, confusa.

"Era una fantasía que no sabía que tenía" –respondió.

Entonces se me escapó una pequeña carcajada, e incluso


en la oscuridad pude ver cómo sonreía.

"A ver si puedo llevarte a mi apartamento sin follarte en el


ascensor" –respondió con tono divertido.

No estaba segura de que me importara. Nunca había tenido


sexo en un ascensor, pero tampoco en un club o en una
moto. Esta noche era una noche de muchas primeras veces.
En el fondo de mi cabeza, sabía que podría arrepentirme de
todo esto mañana, pero esta noche, no iba a dejar que eso
arruinara el momento. Incluso si se trataba de un momento
que nunca debería haber sucedido. Muchos momentos que
debería haber detenido.
La mano de Dean se deslizó hasta la parte baja de mi
espalda y me condujo hacia un ascensor. Este no iría al
resto del edificio. Para empezar, estaba en el lado
equivocado. Era su forma privada de entrar y salir de su
ático. Nadie nos pillaría si nos acostábamos en el ascensor.
274
Cuando ese pensamiento me hizo sentir un cosquilleo entre
los muslos, me preocupé por mi comportamiento repentino.
Acababa de acostarme con él. Mi orgasmo había sido
increíble. Debería haber estado exhausta.

"¿En qué estás pensando?" –me preguntó Dean cuando se


abrieron las puertas del ascensor y la luz aclaró sus rasgos
por primera vez desde que habíamos llegado.

Negué con la cabeza.

"En nada”.

"Mentirosa" –dijo, apretándome los dedos en la espalda


mientras entrábamos en el ascensor.

No discutí con él porque tenía razón. Era una mentirosa.


En más de un sentido. Aunque nunca hubiera sido
intencionado.
Las puertas se cerraron y Dean me dio la vuelta para
ponerme de cara a la pared. La excitación de saber que
estaba a punto de conseguir lo que había estado esperando
hizo que mi ritmo cardíaco se acelerara de nuevo. Entonces,
la cremallera de mi vestido se deslizó hacia abajo. Dean me
rodeó para bajármelo por delante por encima de los pechos
y luego volvió a bajármelo hasta que cayó al suelo,
quedando a mis pies. Estaba completamente desnuda.
Cerré los ojos, sintiéndome vulnerable de repente.
275
No había nada que me cubriera. Estaba desnuda ante él
bajo las luces brillantes y poco atractivas del ascensor. Me
pasó una mano por el costado lentamente, justo cuando se
abrieron las puertas del ascensor. Su mano derecha se
deslizó sobre mi estómago y se apoyó en él mientras se
inclinaba más hacia mí y respiraba hondo.

"Puedo follarte aquí mismo, o podemos ir dentro. A mi


cama".

"A tu cama" –respondí.

Mi fantasía del ascensor podía esperar. Estar en su cama


era algo que deseaba más.

"Joder" –murmuró.

Entonces, me cogió de la mano y me sacó del ascensor,


atravesó la puerta que daba a su ático y, sin detenerse, me
condujo por un pasillo y atravesó unas puertas dobles
pintadas de azul marino.
No tuve mucha oportunidad de contemplar el enorme
dormitorio. La cama king-size que ocupaba el centro de la
habitación estaba deshecha y tenía sábanas de satén
negro. Eso fue lo único en lo que me fijé antes de que Dean
me girara hacia él y me agarrara del pelo antes de taparme
la boca con la suya.

276
Correspondí al hambre que sentía en sus acciones con el
mismo deseo que latía en mí. El beso pasó de excitado a
salvaje cuando me mordió el labio inferior y me metió la
lengua en la boca. Maldijo al separar su boca de la mía y me
miró fijamente. No dijo nada, y nos quedamos así unos
instantes antes de que diera un paso atrás y se quitara de
un tirón la cazadora de cuero, tirándola al suelo, se quitara
las botas y se bajara los vaqueros.
En ningún momento rompió el contacto visual.

"Súbete a mi cama" –me dijo.

Me eché hacia atrás y me senté en el extremo de la cama.

"Hasta el fondo. Túmbate. Quiero verte sobre mis sábanas,


desnuda. Ya me he masturbado bastante pensando en ello.
Necesito ver la realidad. Porque ninguna de mis putas
fantasías estaba a la altura de la realidad".

Sus ojos se posaron en mis pechos.

"Esas tetas. Jesús, Brielle".

El brillo de aprecio y deseo en sus ojos hizo que cualquier


preocupación que tuviera sobre mi cuerpo se evaporara. Le
gustaba lo que veía. No parecía darse cuenta de mis
defectos. Me eché hacia atrás y me recosté lentamente
sobre las sábanas frías.
277
Dean no se movió al principio, y mi mirada se deslizó por su
cuerpo. Pasando por su vientre plano y tonificado hasta la
parte de él que nunca parecía cansarse.
Estaba agradecida por ello.

"Te juro que la próxima vez te daré de comer" –dijo.

"No tengo hambre" –le dije.

Al menos, no de comida.

"Necesitas tu energía. Va a ser una noche muy larga" –


respondió.

Me mordí el labio inferior para no decir más.


No quería que esta noche terminara. Por la mañana, las
cosas serían diferentes. Dean vería las cosas de otra
manera. Esta noche, él me deseaba, pero yo sabía que no
era suficiente para satisfacerlo por mucho tiempo.
Yo había elegido hacer esto. Ceder y hacer lo que quería, no
lo que era bueno para mí.

"Dobla las rodillas" –me dijo, deslizando la mano por la


pierna desde el tobillo y deteniéndose a medio muslo
mientras yo hacía lo que me había dicho.

Cuando bajó la cabeza entre mis piernas, no tuve tiempo de


responder antes de que su lengua me acariciara el clítoris y
278
empezara a recorrer la tierna carne. Mis manos encontraron
su pelo y enredé los dedos entre sus cortos mechones.

"Dean" –gemí, y él deslizó un dedo en mi interior sin dejar


de complacerme con la boca.

Su otra mano se deslizó por mi vientre hasta cubrirme el


pecho, y empezó a pellizcarme el pezón y a hacerlo rodar
entre sus dedos. Mis manos se movieron hacia las sábanas
y apreté los puños mientras me retorcía. Aún no quería
correrme, pero, de algún modo, él estaba consiguiendo que
lo hiciera de nuevo. Tres veces en una noche. Iba a batir el
récord de mi vibrador después de esto.
Justo cuando la burbuja estalló dentro de mí y grité mi
liberación, Dean estaba sobre mí y golpeando dentro de mí.
Una vez más desnuda. Nada entre nosotros. Sabía que
tenía condones, pero no me importaba. Quería el contacto.
Me había dicho que estaba limpio y yo tenía un DIU.
Sus brazos se flexionaron mientras se levantaba y me miró
fijamente, lamiéndose mis jugos de los labios. Esta vez
empezó a moverse más despacio y yo levanté las caderas
para recibir sus embestidas. Nuestras miradas se quedaron
fijas y algo se apretó en lo más profundo de mí.
Reconocerlo significaría abrirme a un mundo de dolor. Ya no
era una jovencita. Tenía un hijo, un trabajo, una vida que me
había labrado. Dean no estaba pidiendo ser parte de eso, y
él nunca encajaría en ella de todos modos.
Esta era una noche de libertinaje.
279
No podía sentir algo más que lujuria y deseo.

"La próxima vez me pondré un condón" –dijo con voz tensa.

Le toqué el brazo y lo rodeé con los dedos.

"Tengo un DIU".

Sus ojos se desorbitaron y gruñó mientras empezaba a


moverse más deprisa.
Sus embestidas se hicieron más fuertes.

"Levanta las rodillas" –dijo, inclinándose sobre mí mientras


su pecho rozaba el mío.

"Voy a marcar este coño. Descargarme dentro de ti y luego


follarte un poco más" –me dijo cerca de la oreja, y yo gemí
al pensarlo.

"Eso es. Coge mi polla" –dijo mientras su cuerpo se pegaba


al mío.

El olor a sexo llenaba la habitación.


Sudor, excitación y siempre cuero.

280
CAPÍTUlO 25

DeAn

me tomé el café de pie en la puerta de mi dormitorio.


Brielle dormía profundamente, acurrucada cerca del centro
de la cama. Tenía el pelo esparcido por mi almohada y la
suya. Me había dormido abrazándola contra mí como si
temiera que se marchara. Era imposible que se hubiera
marchado después de todo el sexo que habíamos tenido.
Hasta sentía las piernas débiles esta mañana.
La había deseado, y la había tenido… ocho veces anoche.
Eso debería ser suficiente.
Habíamos follado por todo este maldito ático.

281
Debería estar listo para darle una taza de café y enviarla de
vuelta a su apartamento. Era lo que ambos necesitábamos
que hiciera. Era lo que Cam necesitaba que hiciera. Pero,
joder, no estaba listo para dejarla ir.
Me hacía la cama tan apetecible que quería rodearla con mi
cuerpo y abrazarla hasta que se despertara.
Iba a estar dolorida, pero podría penetrarla fácilmente.
Deslizarme lentamente hacia adelante y hacia atrás dentro
de ella mientras nos llevaba a los dos a otro orgasmo.

"Jesús" –maldije en voz baja y me pasé una mano por el


pelo revuelto.

¿Qué me pasaba? ¿Por qué no podía saciarme de ella?


No era una groupie ni una aventura. Era madre. Tenía un
hijo. Tenía casi la mitad de mi edad. Tenía que meterme esa
mierda en la cabeza. Me había corrido dentro de ella sin
protección. Claro, ella tenía un DIU, pero aún así. Había
perdido la maldita cabeza. Quería que me tuviera dentro de
ella. Una mierda cavernícola se apoderó de mí, y la idea de
llenarla con mi liberación me volvió loco. Tenía que hacerlo
una y otra vez. Ella me hacía actuar como alguien que no
era.
Cuando abrí los ojos y la vi tumbada a mi lado, se me pasó
por la cabeza volver a Beverly Hills.
Mi polla se había puesto dura al instante, y había tenido que
salir de la cama antes de despertarla, follándomela.
Cam volvería a casa hoy.
282
No podía dejarla aquí para que fuera mi banco de semen
personal.
Me estremecí al pensar en ello.
Era un bastardo enfermo. No iba a huir otra vez. Por mucho
que no quisiera admitirlo, esta vez no iba a poder huir de
ella. Sólo con mirarla allí tumbada, me sentía posesivo.
No quería que otro hombre la tocara.
El sonido de sus gritos cuando llegara al clímax era mío,
maldita sea.
Miré la copa que tenía en la mano y pensé en ponerle
whisky. Necesitaba algo.
El sonido de su bostezo llamó mi atención, me aparté de la
puerta y me dirigí hacia el salón.
No tenía por qué despertarse mientras yo la miraba dormir.
Se le ocurrirían cosas. Se daría cuenta de que estaba en mi
cabeza. Yo me ocuparía de eso, pero ella no tenía por qué
saberlo. Me hundí en el sofá y apoyé las piernas antes de
beber otro trago de café. Pronto se levantaría y me
preocupaba su reacción. Una parte de mí quería que saliera
corriendo para evitarme más decisiones estúpidas. La otra
parte de mí la quería desnuda y en mi regazo mientras yo
adoraba sus tetas y ella me montaba la polla.
Sí, necesitaba un puto whisky.

“¿Sabes dónde está mi vestido?”

Tenía la voz entrecortada por el sueño.


No me moví.
283
Me encogí de hombros y la miré.
Estaba envuelta en mi sábana.
¡Jesús!
Aparté la mirada de ella.

“Creo que nos deshicimos de el en el ascensor, ¿quizá?” –


Respondí, y luego di un trago al café para no volver a
mirarla.

“Vale” –dijo ella, y luego se movió por la habitación hacia la


puerta que daba al ascensor.

Cerré los ojos con fuerza y respiré hondo.


No me levantaría para ir a tocarla.
No le ofrecería algo de comer.
Se vestiría y se iría.
No había expectativas matutinas en ella.
No intentaría incrustarse en mi vida haciéndome el
desayuno o paseándose con mi camiseta.
Se iba.
Chica lista.
Cuando la puerta volvió a abrirse y ella salió, estaba vestida
y llevaba mi sábana en brazos.

"Voy a poner esto en su sitio y coger mis cosas" –dijo, sin


apenas mirarme.

Maldita sea.
284
Estaba nerviosa. Insegura.
Anoche la había puesto en todas las posturas que conocía.
Tenía que dolerle algo más que entre las piernas.
La estaba tratando como a una groupie.
Dejé caer los pies al suelo y miré hacia el pasillo un
momento, intentando decidir qué era lo mejor.
No quería hacerle daño. Me importaba. Lo había admitido.
Me importaba. Me gustaba. Mi polla la amaba. No se
merecía esta mierda incómoda de la mañana siguiente.
Cuando volvió al salón, llevaba el bolso colgado del hombro
y los tacones en la mano derecha.
Me dedicó una sonrisa apretada y empezó a caminar hacia
la puerta.

"Brielle, espera" –le dije, deteniéndola.

Luego, me levanté mientras ella se volvía para mirarme.


Había una tristeza en sus ojos que parecía abrirme el
pecho.

"Estoy intentando averiguar cómo hacer esto bien" –le


expliqué.

Su sonrisa se suavizó, pero la tristeza en sus ojos


permaneció. Necesitaba que eso desapareciera.
Mi pecho no podía soportarlo. No quería verla triste.
Especialmente por mi culpa.

285
"No pasa nada. Sabía... lo que estaba haciendo anoche.
Sabía que llegaría la mañana".

No. Sacudí la cabeza. Eso no era lo que ella debía saber.


No debería haber esperado ser tratada así. Así.

"Tenemos que hablar. Ven a la cocina. Te prepararé algo de


comer".

Una verdadera sonrisa se dibujó en sus labios y me sentí


aliviado al ver sus ojos brillar con diversión.

"¿Vas a preparar el desayuno?" –preguntó burlonamente.

Así estaba mejor. Podía volver a respirar hondo.

"Puedo hacer huevos y tostadas. No es lujoso, pero está


bueno" –le dije.

Se rió suavemente y negó con la cabeza.

"Aunque me encantaría comer tus huevos con tostadas,


tengo que irme. Tengo que recoger a Cam dentro de una
hora y tenemos que ir a comprar zapatos. Sus pies han
crecido otra talla en un mes".

No quería que se fuera. Quería tenerla aquí. Pero era


mamá.
286
Asentí con la cabeza.

"De acuerdo. Entonces, en otra ocasión".

Se sonrojó ligeramente, asintió pero no dijo nada antes de


volverse hacia la puerta para marcharse.
Quería decir algo más. Preguntarle si ella y Cam querían ir a
ver otra película. Una que yo no abandonaría.
Pero no dije nada.
La dejé marchar.

287
CAPÍTUlO 26

bRIelle

Intenté centrarme en los zapatos mientras Cam se probaba


varios pares diferentes. Los que realmente quería se salían
de mi presupuesto. Acababa de comprarle un par el mes
pasado, pero parecía que había pegado un estirón de la
noche a la mañana y ya estábamos otra vez necesitando
otro par.
Mis pensamientos volvían a esta mañana.
La incomodidad.
288
El arrepentimiento en los ojos de Dean. Esa había sido la
parte más difícil. Pasar de la noche anterior a esta mañana
había sido doloroso.
El nudo en la garganta había permanecido en su lugar hasta
que vi a Cam y él me recordó todo por lo que tenía que estar
agradecida.
Mi teléfono zumbó con un mensaje de texto, y miré hacia
abajo para ver el nombre de Gavin. Se suponía que Cam y
yo iríamos al cine con él esta noche. No tenía valor para
cancelarlo y decepcionar a Cam, pero ¿cómo iba a mirar a
Gavin a los ojos después de lo de anoche?
No es que fuéramos exclusivos. Nunca había dicho que lo
fuéramos. Sólo llevábamos saliendo unas semanas. No
llamaba ni mandaba mensajes todos los días. No era una
relación. Yo no había hecho nada malo... al menos para él.
Aunque me había duchado, seguía sintiendo que olía a
Dean.
¿Era correcto tener sexo toda la noche con un hombre y
luego salir con otro la noche siguiente? No sabía si había
una respuesta para eso.

"¿Mamá?" –dijo Cam, y mi mirada se levantó del texto para


mirar a mi hijo.

"¿Sí?" –le pregunté sonriendo.

Frunció el ceño y levantó las zapatillas que tenía en las


manos.
289
"¿Me las compras?”

Cogí la caja para comprobar el precio y, aunque superaban


en veinte dólares el límite de cincuenta, decidí ceder. No iba
a conseguir el par de doscientos dólares que tanto deseaba,
los que sólo miraba pero nunca pedía. Sabía que no podía
permitírmelos, pero estos sí.

"Claro que sí" –acepté, y la dependienta cogió los zapatos y


los volvió a meter en la caja.

"Voy a pagar" –dije, y seguí a la dependienta hasta el


mostrador.

Mi teléfono volvió a sonar y suspiré, bajando la vista para


ver otro mensaje de Gavin. Desbloqueé el teléfono y leí su
mensaje, en el que me preguntaba si las seis seguían
siendo una buena hora para recogernos esta noche.
Antes de darle más vueltas, le contesté que sí, guardé el
teléfono en el bolso y saqué la cartera para pagar.
Una vez que pagué, le llevé la bolsa a Cam, que estaba en
la puerta, mirando algo.

"¿Qué miras?" –le pregunté mientras le entregaba la bolsa.

Cam me devolvió la mirada y se encogió de hombros.

"Nada. Es un chico que conozco del colegio" –respondió.


290
Miré hacia donde se había centrado y vi a un chico de su
edad con un hombre que debía de ser su padre. Le estaba
enseñando a cambiar una rueda. El camión en el que
viajaban había pinchado. El hombre le dio una palmada en
la espalda y el niño le sonrió. Fue un momento padre-hijo.
Volvía a tener un nudo en la garganta.
Ni una sola vez en la vida de Cam había dicho nada sobre
no tener padre. Incluso cuando era pequeño y todos sus
amigos tenían padre, nunca había sacado el tema. Pero se
estaba haciendo mayor. Me había dado cuenta de que, con
Gavin, Cam se aferraba a la atención que le prestaba. No
había adoración al héroe en sus ojos, como cuando hablaba
con Dean, pero Gavin no era su héroe.
Gavin era un hombre que podía ser padre.
¿Cam quería eso?
¿Ya no era suficiente?
Ya no me necesitaba tanto.
Estaba creciendo, y con eso, quería más.
Yo sabía cómo cambiar neumáticos. Podía enseñarle, pero
sabía que eso no era lo que había llamado su atención. Era
el momento padre-hijo que pensaba que nunca tendría.
Caminamos hacia el coche en silencio. No sabía qué decir o
si debía dejarlo pasar. No sacar el tema. No quería que
supiera lo que había estado viendo. Sabía que, en su
cabeza, me estaba protegiendo. Quería que creyera que yo
era suficiente. Ahora mismo, sólo quería abrazar a mi
pequeño y detener el tiempo.
Una vez en el coche, le miré.
291
"¿Quieres ir por pizza?" –le pregunté, sabiendo que su
pizzería favorita estaba a la vuelta de la esquina.

Me dirigió la mirada.

"Mamá, acabamos de comprar zapatos. Tampoco podemos


permitirnos pizza. Me basta con un queso a la plancha en
casa. Además, ¿no va a salir Gavin con nosotros esta
noche?".

Había habido una época en la que él no entendía de dinero,


y se habría lanzado por pizza. No habría sabido que sería
una exageración para mí después de gastarme setenta
dólares en zapatos. Otra señal de que estaba creciendo.
Este verano parecía haberle hecho envejecer varios años.

"Puede que Gavin quiera llevarnos por pizza" –acepté


mientras me volvía hacia nuestro apartamento.

"¿Te gusta Gavin?" –me preguntó.

No esperaba que me hiciera esa pregunta. Me lo pensé un


momento. Gavin me gustaba. Era simpático. Era atractivo.
Estaba de acuerdo con que tuviera un hijo. Sin embargo,
nunca iba a hacer más que gustarme. No había mariposas
ni momentos de lujuria.

"Es un buen hombre" – respondí.


292
"Ya lo sé. Pero te preguntaba si te gustaba, te gustaba" –
dijo.

Miré a Cam y fruncí el ceño.

"Uh, bueno"

"¿Te gusta Dean?" –me preguntó antes de que pudiera


pensar en la respuesta correcta.

Sentí que se me calentaban las mejillas y balbuceé,


insegura de por qué sacaba el tema de Dean cuando no lo
había visto desde la noche en su ático.

"Eso es lo que pensaba" –dijo.

"No he dicho nada" –respondí a la defensiva.

"No tenías que hacerlo. Tu cara me lo dijo".

Volví a centrarme en la carretera.

"Estoy segura de que a la mayoría de las hembras de la


tierra les gusta Dean" –señalé.

"Probablemente. Es famoso" –asintió Cam.

293
"Gavin es una persona mucho más sensata en la que
centrarse" –expliqué, quizá más para mí misma que para
Cam.

No me había preguntado quién era sensato.

"Gavin no es famoso" –respondió Cam.

No, no lo era. Tampoco había protagonizado ninguna de mis


fantasías. Todas parecían centrarse en Dean. Más ahora
que cuando era más joven.

"¿Crees que podemos ir a ver a Slacker Demon en concierto


este invierno cuando tengan una parada cerca de aquí?" –
me preguntó.

"Siempre he querido ir a un concierto, y sería súper guay


poder ver a Dean en el escenario. Podría ser mi regalo de
Navidad. No querría otra cosa".

Esas entradas serían difíciles de conseguir.


Odiaba prometer algo que podría no ser capaz de hacer.
Sí, podía pedirle a Dean que me ayudara a conseguir dos
entradas, pero me sentía rara pidiéndole algo ahora.
Después de... anoche.

"No sé si Papá Noel regala entradas para conciertos" –


respondí, sin querer decirle que no.
294
Suspiró y pensé que iba a decir algo más, pero se limitó a
asentir con la cabeza, como si lo entendiera.
Pero no lo entendía.
Yo sabía que no.
Trabajaría algunos turnos nocturnos de reparto hasta que
tuviera suficiente para comprar los billetes.
Lo conseguiría.

295
CAPÍTUlO 27

DeAn

Reduje la velocidad de mi moto al girar para atajar entre


los coches aparcados enfrente y llegar a mi camino privado
que lleva al garaje cuando vi a Cam sentado en un banco
con sus palos, tocando un ritmo con las rodillas mientras
miraba hacia el aparcamiento. Su mirada se cruzó con la
mía y levantó un palo para saludarme. Le devolví el saludo y
conduje mi moto hasta donde estaba sentado.
Había dado un paseo en coche para ver si me despejaba la
cabeza de pensamientos sobre su madre.
No había funcionado.
Estaba a punto de no darle importancia y dejarlo estar.

296
¿A quién le importaba la edad? Nunca me había
preocupado. Claro, ella tenía un hijo, pero él me gustaba. Le
encantaba la batería. Teníamos una conexión.
¿Qué tenía de malo la idea?
Dios, me estaba volviendo loco.
La mujer tenía una vagina mágica después de todo.
Me detuve frente a Cam y apagué la moto, luego me quité el
casco para que pudiera verme la cara.

"¿Cómo te va?" –le pregunté.

Me sonrió y se encogió de hombros.

"Bien. He estado trabajando en el riff que me enseñaste.


Creo que lo tengo" –respondió.

Me sentí culpable por no haberle enseñado más. Le había


prometido que lo haría y luego me había marchado.
Fui un imbécil.

"Tendré que venir a escucharlo. Hay un contratiempo que


puedo enseñarte".

Sus ojos se abrieron de par en par.

"¿En serio? Eso sería increíble".

297
"¿Por qué no llamo a tu madre? Pueden venir esta noche.
Podemos tocar un poco y luego ver una película".

Y ahí estaba. Iba a hacerlo. Quería a Brielle. Quería todo de


ella. Al diablo con las buenas decisiones.
La cara de Cam cayó entonces, y me detuve, no esperaba
eso. ¿Había dicho Brielle algo sobre no volver a verme?
A la mierda con eso. Iría a ver su sexy culo ahora mismo.
Aclararíamos eso muy rápido.

"No podemos esta noche. Tenemos un... asunto" –dijo, con


cara de desilusión.

¿Qué cosa?

"¿Cuánto va a durar? Podrías subir después".

La quería en mi cama esta noche. El dormitorio de invitados


estaba al otro lado del ático. Estaba todo arreglado para
Nate cuando venía de visita. A Cam le gustaría. Incluso
había una de esas nuevas estaciones de juego con una
pantalla plana.

"Será tarde. Vamos a la película de las ocho" –dijo.

"La película en mi cine es gratis. Hablaré con tu madre" –le


aseguré.

298
Sus hombros subieron y bajaron con otro profundo suspiro.

"Sí, bueno, la película a la que vamos a ir también es gratis.


La paga Gavin".

Gavin. El obrero de la construcción.


¿Qué coño?
Mis manos se crisparon ante la idea de que Brielle estuviera
cerca de Gavin o de cualquier hombre.
Ni de coña iba a salir con él esta noche.
Pagaría por siquiera considerarlo. Le azotaría el culo
desnudo hasta dejárselo rojo antes de lamerle el coño, y
luego me la follaría hasta que nos corriéramos los dos.
Volví a ponerme el casco.

"Hablaré con tu madre" –le dije de nuevo, incapaz de


quedarme sentado más tiempo y dejar que Brielle pensara
que se iba a algún sitio con otro hombre.

Anoche me la había follado hasta la saciedad, ¿y esta


noche iba a tener una cita con otro hombre?
Arranqué la moto, la conduje innecesariamente rápido hasta
el garaje y la aparqué. Me bajé de la moto, miré el asiento
donde Brielle había estado hacía menos de veinticuatro
horas y volví a maldecir. Cogí el móvil de los vaqueros y no
me molesté en mandarle un mensaje. La llamé.

"¿Hola?"
299
Su voz sonaba insegura cuando contestó al teléfono.

"Sube aquí" –dije, esforzándome por contener mi ira.

"¿Cómo dices?"

"Brielle, ven a mi casa ahora mismo o iré por ti" –dije


apretando los dientes.

Dudó.

"Vale" –contestó, y cortó la llamada.

Pulsé el botón del ascensor y entré mientras la polla se me


metía dentro de los vaqueros. La maldita cosa sabía que
ella llegaría en un minuto, y estaba excitada.
Maldita sea su vagina mágica y sus bonitos ojos azules. Era
demasiado viejo para esta mierda.
Cuando se abrieron las puertas del ascensor, me dirigí a mi
ático y hacia la puerta de entrada, abriéndola de un tirón
justo cuando Brielle salía del ascensor. Se detuvo y me miró
fijamente. Parecía nerviosa. Debería estar nerviosa. Debería
estar preocupada por su culito, porque iba a darle unos
azotes.
Di un paso atrás y le hice un gesto con la mano para que
entrara. Se acercó de mala gana. Agarré con fuerza el pomo
de la puerta para no estirar la mano y agarrarla.
Era mía.
300
Era mía joder. No iba a salir con el maldito obrero de la
construcción. Él no iba a probar su coño.
La estaba reclamando como el maldito cavernícola en que
ella me había convertido.
Cerré la puerta tras de mí con más fuerza de la que
pretendía, y Brielle dio un respingo, se giró y me miró con
esos ojos grandes e inocentes. Como si no hubiera hecho
nada malo.

"Quítate los pantalones. Las bragas también" –le ordené.

"¿Qué?" –contestó ella, dando un paso atrás mientras yo


daba uno hacia ella.

"Ya me has oído" –le dije mientras ella retrocedía de nuevo


hasta que su espalda chocó contra la pared.

"Dean" –empezó, y le tapé la boca con el dedo.

"No hables. Quítate los pantalones" –le exigí.

Tragó saliva pero no se movió.

"¿Por qué?" –preguntó en un susurro.

Me incliné tanto que nuestras bocas casi se tocaban.

301
"Porque si no te azoto el culo hasta que grites, voy a
empezar a romper mierda" –le dije.

"Oh" –susurró.

"Estás enfadado".

Le acomodé el pelo detrás de la oreja.

"No. Estoy jodidamente furioso" –respondí con calma.

"Quítate los pantalones, Brielle".

Ella seguía sin moverse.


Maldita mujer testaruda .

"¿Por qué quieres pegarme?" –preguntó.

"Azotar. No golpear. Es un azote" –la corregí.

"Pues vale. ¿Por qué quieres azotarme?" –preguntó.

Me agaché y deslicé la mano entre sus piernas, y ella jadeó.

"Porque este es mi coño. Me he corrido en él. Una y otra


vez. ¿Y vas a dejar que otro hombre te lleve al cine? Quítate
los pantalones" –le repetí.

302
La comprensión apareció lentamente en su expresión.

"Pensé... quiero decir... no pensé...".

Hizo una pausa y se lamió los labios.

"Pensé que era cosa de una sola vez".

Incapaz de esperar más, le agarré los pantalones y se los


bajé de un tirón. Le cayeron hasta los tobillos y pasé un
dedo por el encaje de sus bragas blancas.

"Necesitaba tiempo para pensar" –le dije.

"Me has jodido la cabeza".

Agarré las bragas por los lados y tiré con fuerza una vez,
aflojándolas y dejándolas caer al suelo con los pantalones.

"Acababa de despertarme y tenía la polla dura, deseando


hundirme dentro de ti otra vez. Las mujeres no se me meten
así en la piel. Era nuevo. Confuso. Pero he tenido tiempo
para pensarlo".

"Oh" –dijo ella suavemente.

"No voy a compartir" –le advertí.

303
Ella no dijo nada. La levanté y la eché sobre mi hombro, y
ella chilló sorprendida.

"¡Dean!" –dijo, golpeándome la espalda con las manos.

Me detuve en el sofá y volví a dejarla en el suelo. Me senté


en el sofá, la agarré de la muñeca y la arrojé sobre mi
regazo.

"¡Dean! No puedes hablar en serio" –dijo sin aliento.

Estaba excitada. No podía ocultarlo. Le pasé las manos por


el culo y la espalda. Temblaba bajo mis caricias.
Llevé la mano a su pelo y tiré de ella hasta que me miró.

"Mía" –repetí, le solté el pelo y levanté la mano para darle el


primer golpe en su suave carne.

Gritó y yo hice lo mismo en la otra mejilla. Ambas estaban


rosadas y mi polla palpitaba. Me turné para abofetear cada
lado mientras sus gritos de sorpresa se convertían en
gemidos. En una pausa, pasé la mano entre sus piernas y
encontré su coño empapado.
Joder, era perfecta.
Esta vez gritó mi nombre cuando le metí los dedos.
Había recibido su azote y ahora la haría correrse.

304
"Te ha gustado. La chica traviesa se excita cuando le azotan
el culo" –dije mientras le metía los dedos en el coño.

Jadeaba y se mecía contra mi mano.

"Fóllame los dedos" –le dije.

"Córrete en ellos".

Dijo mi nombre mientras se mecía más rápido contra mi


mano.

"Eso es. Cabalga mi mano como vas a cabalgar mi polla


esta noche".

Gritó mi nombre mientras su cuerpo se tensaba y su cálida


entrada apretaba mis dedos. Pasé la otra mano por su culo
desnudo, acariciando la carne rosada donde aún
permanecía la huella de mi mano.
Cuando se calmó, la moví para acunarla entre mis brazos.
Cerró los ojos con fuerza y sonreí al ver su expresión.

"No puedo creer lo que he hecho" –dijo.

Le pasé el pulgar por el labio inferior.

305
"Estaba caliente. Tan caliente que estás perdonada. Ahora,
ve a romper la cita. Dile a Greg que ya no estás disponible.
Nunca más".

"Es Gavin" –respondió ella.

"Me importa una mierda si es Dios. Cancela esa mierda".

Suavicé la demanda presionando un beso en la parte


superior de su cabeza.
Ella suspiró contra mí.

"De acuerdo" –aceptó, y en ese momento, todo estaba bien


en el mundo.

306
CAPÍTUlO 28

bRIelle

había cosas que no sabía cómo explicarle a mi hijo.


Mis decisiones de hoy eran una de ellas.
No me había preguntado ni se había enfadado por el cambio
de planes. Estaba encantado de volver a pasar tiempo con
Dean.
Oía los tambores mientras terminaba de recoger la cena.
Habían entrado después de que comiéramos la pizza, que
había sido pedida en el sitio favorito de Cam y entregada en
el ático de Dean.

307
Limpié la mesa y cargué el resto de la vajilla en el
lavavajillas, pero no lo encendí porque no tenía botones.
No había ningún mando. No sabía cómo hacerlo funcionar.
Se lo preguntaría a Dean más tarde.
Incapaz de mantenerme alejada por más tiempo, seguí el
sonido de la música hasta el cuarto de la batería de Dean.
Había dejado la puerta abierta y me pregunté si era para
que yo pudiera oírlos o para que él pudiera oírme a mí.
Esta tarde no había sido lo que esperaba de él. Me había
estado preparando para que volviera a marcharse de la
ciudad, no para que me ordenara subir a su ático y me diera
unos azotes. Se me calentó la cara y me mordí el labio
inferior al recordarlo.
Me detuve justo antes de llegar a la puerta y los espié desde
la esquina. Cam estaba sentado en el taburete y Dean
estaba detrás de él, enseñándole algo que llamaba riff.
Ya había oído a Cam hablar de eso antes. Cam estaba
completamente absorto en todo lo que decía Dean.
¿Nunca me había fijado en lo mucho que se parecía a su
padre cuando estaba concentrado?
En ese momento era inconfundible.
Di un paso atrás y cerré los ojos. Dean había cambiado el
juego hoy. Había hecho que mis decisiones fueran más
difíciles. Verlo con Cam lo hacía aún más difícil.
No había libro de instrucciones para salir con una estrella de
rock... ¿o sí? Debería buscarlo en Google.
La voz de Dean mientras elogiaba a Cam hizo que mi
corazón sintiera como si fuera a explotar.
308
No lloraría.
No lloraría.
Respiré hondo y me tranquilicé antes de entrar en la
habitación donde me podían ver. Ambos pares de ojos me
miraron. Miré de Cam a Dean.

"¡Mamá, escucha!" –dijo Cam mientras empezaba a tocar lo


que Dean le había enseñado.

Era bueno. No, era excelente. Tenía talento. No era un


experto en la batería, pero incluso yo podía decir que estaba
dotado. en esto.

"El chico va a llegar lejos" –dijo Dean, apretando su hombro.

"Le puse algunas cosas avanzadas sólo para ver lo que


podía hacer, y tiene un talento natural. Le sale como si fuera
parte de él. Naces con ello. No se enseña".

El nudo en mi garganta era tan grande que parecía que


podía ser visto por los demás.

"¡Escucha esto!" –dijo Cam y empezó a tocar algo que me


sonaba familiar.

Tardé un momento en darme cuenta de que estaba tocando


una canción de Slacker Demon. Levanté los ojos hacia los
de Dean y me estaba mirando.
309
Me guiñó un ojo y supe que todo el sentido común, la
autopreservación y las promesas que me había hecho a mí
misma se habían desvanecido. Me había enamorado de
Dean Finlay, pero no sería un cuento de hadas. Lo sabía. La
verdad lo cambiaría todo.

"¿Lista para la película?" –Dean me preguntó una vez que


Cam terminó.

"¿Qué estamos viendo?" –preguntó Cam.

"Lo que tú quieras ver" –le dijo Dean.

"Genial" –contestó Cam, poniéndose de pie y entregándole


las baquetas a Dean.

Cam pasó corriendo a mi lado y se dirigió hacia el cine.


Dean estaba a mi lado y me rodeó la cintura con la mano.
Luego, apretó su cara contra mi cuello e inhaló
profundamente.

"Ve a quitarte las bragas" –me susurró al oído.

Giré la cabeza para mirarle.

"Cam volverá a sentarse en primera fila. No mirará a la fila


de atrás para ver dónde están mis manos" –susurró Dean.

310
Negué con la cabeza.
No iba a hacer cosas con él mientras Cam estuviera en la
habitación.
Dean me sonrió con complicidad.

"¿Sujetador entonces?" –preguntó.

Volví a negar con la cabeza y le empujé el pecho antes de


caminar en dirección al teatro.
Aunque esperaba que Cam no eligiera una película larga.
Mi cabeza ya estaba en la habitación de Dean con él.
Cam eligió Thor, y aunque disfrutaba viendo a Chris
Hemsworth tanto como la chica de al lado, tenía a un Dean
Finlay de la vida real sentado a mi lado en la oscuridad con
su mano entre mis muslos. Estaba dispuesta a poner fin a
esta tortura y quedarme a solas con él.
Cam se durmió antes de que terminara. Había estado
despierto hasta tarde anoche, jugando a videojuegos en
casa de Jeremy. Me sorprendió que hubiera aguantado
hasta la primera mitad antes de dormirse. Cuando su
cabeza cayó hacia delante, Dean se levantó y fue a
levantarlo. Yo le seguí. Cuando Dean lo tumbó en la cama
de invitados, yo me encargué de arroparlo. Había una
lámpara de noche de Superman, y la miré, sabiendo que
esta habitación era para su nieto.
Dean se dirigió a la puerta y me esperó.
Cuando salimos los dos al pasillo, cerró la puerta.

311
"Necesito una ducha" –dijo.

No era lo que yo esperaba que dijera.

"Vale" –respondí, esperando que se diera una rápida.

"Contigo dentro" –añadió.

"Quiero follarte bajo el agua caliente y luego lavarte".

Sí. Yo también quería eso.

"Sólo si yo también puedo bañarte" –respondí.

Me cogió de la mano y casi me arrastró por el ático hasta su


dormitorio.

"Desnúdate" –dijo mientras cerraba y atrancaba la puerta


tras nosotros.

Le dediqué una sonrisa pícara y me dirigí al baño principal.


Tenía la ducha más grande que jamás había visto. Había
mármol blanco por todas partes. En el suelo, en las paredes,
en la ducha.
Empecé a desabrocharme lentamente la parte superior del
vestido camisero mientras Dean se quitaba la camisa de un
tirón y la tiraba al suelo antes de pasar a sus vaqueros.

312
"Más vale que te muevas más rápido, nena, o te lo
arrancaré todo de tu cuerpecito caliente" –me advirtió.

Me gustaba mi vestido, y por muy excitante que me


pareciera que me arrancara la ropa, yo tenía un
presupuesto, y destrozar mi ropa no entraba en ese
presupuesto.
Detuve mi striptease burlón y me moví más deprisa.
Dean estaba desnudo y se dirigía a la ducha para abrir el
grifo. Me distraje con su culo desnudo. Era firme y
musculoso. También estaba bronceado, lo que significaba
que o bien se acostaba desnudo o iba a una cama de
bronceado. Miré el tatuaje que tenía bajo el hombro
izquierdo y me vinieron recuerdos de la primera vez que lo
había visto. Dean se dio la vuelta y me sorprendió
mirándole.

"Se acabó el tiempo" –dijo y dio tres largas zancadas hacia


mí.

Sus manos estaban sobre mi vestido camisero que aún no


me había quitado del todo.

"No, espera" –le supliqué.

"Me gusta este vestido".

313
Hizo una pausa y luego lo empujó hacia atrás para que se
deslizara por mis brazos. Luego me lo bajó por las caderas y
me lo quité.

"¿Cuánto te gustan esas bragas?" –me preguntó.

Ya me había robado un par y arrancado otro.

"Mis bragas ya están menguando por tu culpa. Reponerlas


constantemente no entra en mi presupuesto" –le dije,
sonriendo.

Sus manos se dirigieron a los lados de mis bragas, las rasgó


y me las quitó. Las miré y luego volví a mirarlo.

"Te compraré todas las putas bragas que quieras" –me dijo.

Luego me agarró y me atrajo hacia él, y su boca cubrió la


mía. Me puse de puntillas y me incliné hacia él mientras sus
manos empezaban a desabrocharme el sujetador.
Cuando estuvo suelto, dio un paso atrás y me lo quitó.
Luego señaló la ducha.

"Métete y ponte de cara a la pared".

Hice lo que me había ordenado y apoyé la frente contra el


mármol, esperando que estuviera frío pero sorprendida de
que ya estuviera caliente.
314
Apoyé las palmas de las manos en la pared y giré la cabeza
hacia un lado, observando cómo Dean se acercaba por
detrás. Me pasó la mano por las nalgas.

"Te di unos azotes demasiado fuertes" –dijo con suavidad.

"La huella de mi mano sigue ahí".

"No me quejo" –dije, gustándome la idea de su marca en mí.

"La huella de mi mano en tu culo, mi semen dentro de ti" –


dijo, moviéndose hasta que su erección estuvo contra mi
espalda.

"Empeora mis tendencias territoriales contigo".

"Bien" –respiré.

Quería que me marcara.


Lo amaba.
Se agachó y me cogió la pierna, luego colocó mi pie en el
banco empotrado que había junto a nosotros. Le miré por
encima del hombro mientras bombeaba lentamente su polla
sin dejar de mirarme, abierta para él.
Quería suplicarle que me follara, pero esperé, paralizada por
el aspecto de su mano, frotándose sobre su grosor.

"Pídemelo" –dijo.
315
Levanté los ojos hacia los suyos. Me había estado
observando.

"Por favor" –le supliqué.

Negó con la cabeza.

"¿Por favor qué?"

"Por favor, dámelo" –dije, sin saber exactamente qué era lo


que quería que dijera.

"¿Que te dé qué?"

"Tu polla" –respondí.

"Buena chica" –me elogió, y luego me pasó la mano por la


espalda antes de tocarme las nalgas.

"Me he masturbado dos veces esta tarde, al olerte en mis


dedos" –dijo, moviéndose detrás de mí hasta que su punta
me rozó.

"¿Estás dolorida? Te he follado tanto que tienes que estar


dolorida".

Me estremecí.

316
"Lo estoy, pero me gusta".

Presionó dentro de mí, pero sólo la punta. Nada más.

"¿Te gusta que te duela mi polla?" –me preguntó al oído.

Asentí y jadeé, deseando que hiciera más.

"¿Piensas en mí cuando andas por ahí con el coño


dolorido? ¿Piensas en la cantidad de semen con la que te
he llenado?".

Volví a asentir, pero esta vez me siguió un gemido.

"Quiero follarte tan fuerte que te lo rompa. ¿Quieres que te


la rompa?"

No sabía qué significaba romperlo, pero asentí de todos


modos.

"¡Dios!" –siseó entre dientes mientras me penetraba.

"Me encanta este coño" –gimió.

Su mano se deslizó a mi alrededor y la apretó contra mi


vientre, luego la deslizó hacia abajo para frotarme el clítoris.
Nuestros cuerpos húmedos se golpeaban cada vez que
entraba en mí.
317
Grité de placer cuando me llenó y me tocó al mismo tiempo.
Era demasiado. Me ahogaba en la sensación.
Escalando hacia algo a lo que no estaba segura de
sobrevivir.

"¿Te sientes bien, nena?" –me preguntó mientras me


pellizcaba el clítoris y luego lo frotaba entre las yemas del
pulgar y el índice.

Gemí por su nombre. Golpeé el mármol húmedo bajo mis


palmas. Mis pechos se balanceaban con cada embestida, y
no estaba segura de que mis piernas fueran a sostenerme
cuando me encontrara con la explosión que se estaba
gestando en mi interior.

"Mi coño. Mío" –dijo mientras empezaba a acelerar el ritmo.

Gritó cuando el primer chorro de calor me llenó, y me corrí


con él en ese momento.
Mi cabeza cayó hacia atrás, contra su hombro, y me sacudí
contra su pecho mientras mi mano cubría la que él utilizaba
para complacerme.
Sus brazos me sostuvieron mientras cada músculo de mi
cuerpo parecía ceder ante mí.
Volví a estremecerme y gemí cuando me invadió una última
oleada.
Sus manos me sujetaron por la cintura mientras me
penetraba.
318
Quería protestar.
Cuando estábamos unidos, nada más importaba.
No temía amarle, no temía al futuro y no temía a la verdad.
Fue cuando el orgasmo se desvaneció y mi cuerpo se sintió
frío que esas cosas volvieron a mí.
Burlándose de mí.
Recordándome que, con el tiempo, todo esto cambiaría.

319
CAPÍTUlO 29

DeAn

había sabido que no estaría en mi cama cuando abrí los


ojos. Me había explicado que cuando Cam se despertara,
tenía que estar durmiendo en el tercer dormitorio. Yo no
estaba de acuerdo. El chico necesitaba saber la verdad
sobre nosotros, pero Brielle se negó. Dijo que era
demasiado pronto. Sentí que estaba tratando de decir que
no confiaba en que esto duraría. Esa fue la parte que más
me costó entender. Eso, y que me había despertado con
ganas de enterrarme dentro de ella.
Brielle me esperaba en el salón cuando entré. Estaba
vestida y bebiendo una taza de café.
Miré a mi alrededor buscando a Cam pero no lo vi.
320
"Buenos días" –dijo, poniéndose de pie cuando me acerqué
a ella.

La atraje hacia mí y le di un beso largo y hambriento en la


boca. Se sonrojó cuando me aparté.

"Buenos días" –dije, y le quité la taza de la mano para


dejarla en el suelo.

"No puedo quedarme. Ya le he dicho a Cam que baje a


vestirse. Tengo que ir a darle de comer, y luego enviarlo al
autobús" –dijo.

"Luego, vuelve conmigo" –añadí.

Sonrió y me apretó una mano contra el pecho.

"No. Luego, tengo que ir a trabajar".

Joder. Al trabajo.
Me había olvidado de eso. Tenía que trabajar.

"Di que estás enferma" –le dije.

Ella se rió, luego se deslizó lejos de mí, poniendo espacio


entre nosotros.

321
"No puedo. Ya no es horario de verano. El campus está
lleno de estudiantes y me necesitan".

"Yo te necesito" –le dije.

Ella suspiró y se dirigió hacia la puerta.

"No podemos... ya sabes... todo el tiempo" –dijo.

“¿Follar?” –pregunté cuando no pudo pronunciar la palabra.

Volvió a sonrojarse y asintió.

"Oh, nena, pero yo sí puedo. Cuando eres tú, mi polla no


parece necesitar un descanso".

Se rió y se volvió hacia la puerta.

"Tengo que irme, Dean".

Odiaba el trabajo. La quería aquí. Conmigo. Todo el tiempo.


Whoa ... Necesitaba parar y procesar eso.
¿Realmente quería eso? ¿Estaba completamente "Coño-
Azotado?” ¿Así lo llamaban?
No me acerqué a la puerta cuando la abrió.
La miré mientras salía y me saludaba con la mano.

"Te veré luego" –dijo.


322
Asentí con la cabeza y vi cómo cerraba la puerta.
Allí de pie, mirando la puerta, esperé a ver cómo me sentía.
Qué era esto exactamente.
Me miré la polla y estaba dura. Era un hecho. Luego, volví a
mirar la puerta y sentí... sentí... que me jodía.
La echaba de menos. Echaba de menos su sonrisa. Echaba
de menos el sonido de su voz.
Maldita sea, la echaba de menos y no sólo su cuerpo.
La echaba de menos.
Dejé caer la cabeza hacia atrás, cerré los ojos y volví a
maldecir.

"Hijo de puta".

Había pasado de decirle que su coño era mío durante el


sexo a querer reclamarlo todo de ella. Todo el tiempo.
¿Cómo demonios había llegado hasta aquí?
Mierda.
Me dirigí a las ventanas de la cocina que daban a la calle
principal. Entonces, me quedé allí y esperé.
Finalmente, vi a Cam cruzar corriendo el aparcamiento con
la mochila a la espalda justo cuando el autobús escolar se
detenía en el exterior. Se giró y saludó. Brielle había bajado
con él. La vi cuando se adentró en el aparcamiento. Ella le
dijo algo, él asintió y subió al autobús. Volví a mirarla.
Esperó a que el autobús se alejara por completo antes de
darse la vuelta y volver al edificio.
Era una madre estupenda.
323
Cam era un chico especial. Tenía talento. Mucho talento. Me
impresionaba, y eso no tenía nada que ver con mi obsesión
por su madre. Estaba jodidamente dotado con la batería.
¿Estaba listo para esto? ¿Para ser el padre suplente de un
niño? ¿Quería esto?
La quería a ella.
La quería tanto que pensaba a largo plazo.
Hoy no había que decidir nada. Esto era nuevo. Todo podría
envejecer, o podríamos aburrirnos. No podía ser amor.
Claro, me encantaba tener mi polla enterrada en su coño,
pero eso no era estar enamorado. Estaba pensando con
demasiada antelación. Teníamos tiempo para dejarlo pasar.
Me di la vuelta y me dirigí a la ducha. Necesitaba
restregarme y vestirme. Esta tarde había una reunión de la
junta del Kerrington Country Club, y yo había formado parte
de la junta durante los últimos nueve años. Podría ir a visitar
a Rush y ver a mi nieta pequeña, que aún no iba al colegio.
Me distraería de Brielle.
¿Presentaría a Brielle a mi familia?
Era más joven que Rush y Blaire.
No es que a Rush le sorprendiera que me follara a una
mujer de su edad, pero nunca había salido con una.
No llevaba mujeres a mi familia.
Estaba pensando en el futuro otra vez.
Había mucho tiempo para resolver esto.
No había razón para hacer que todo encajara ahora.

324
CAPÍTUlO 30

bRIelle

"¿ Viene Dean a cenar? Tengo una gran noticia, pero


quiero contársela a los dos al mismo tiempo" –anunció Cam
mientras entraba en la cocina, lleno de energía.

"Sí, va a venir" –le contesté, ya sabiendo sus buenas


noticias.

Hoy me había llamado su profesor de banda. No se lo había


dicho a Dean. Quería reservarlo para Cam.
325
Sabía que Dean vendría esta noche.
En las últimas dos semanas, había venido a cenar aquí o yo
le había preparado la cena en su ático. Habíamos pasado
todas las noches juntos. Incluso habíamos aprendido a tener
sexo tranquilamente en mi dormitorio. Aunque, la mayoría
de las veces, Dean me tapaba la boca con la mano.
Esperaba que Dean se aburriera de mí... de nosotros... de la
rutina que era nuestra vida. Aún no lo había hecho.
Mientras yo estaba en el trabajo, me enviaba mensajes a
menudo. La mayoría de las veces me sonrojaba y sonreía.
Eso no había pasado desapercibido para los demás en la
oficina. Cuando me preguntaban de quién se trataba, yo
siempre decía que sólo era un amigo.
¿Qué más podía decir? No podía decirles la verdad.
La mayoría de los días, Dean hacía subir a Cam a su ático
para trabajar en la batería hasta que yo llegaba a casa.
Cam rara vez terminaba una frase últimamente sin el
nombre de Dean en ella. Eso era algo con lo que estaba
lidiando internamente.
No esperaba que llegara este día, y ahora que Cam vivía en
un mundo en el que estaba Dean, me sentía más ansiosa a
cada minuto que pasaba.
¿Qué pasaría cuando esto terminara?
¿Cómo explicaría las cosas?
¿Debería hacerlo?
¿Causaría más daño a Cam que no?

326
Que tu madre saliera con tu ídolo era un sueño hecho
realidad para un niño, pero ¿en qué se convirtió cuando
descubrió que su ídolo era su padre?

16 DE OCTUBRE DE 2012

Bradley no me había esperado. No sabía si debía sentirme


dolida o no, pero no era culpa de mi novio que yo no tuviera
teléfono. No había podido llamarle para avisarle de que
llegaría tarde. Mi madre adoptiva, Gail, se había negado a
dejarme venir esta noche. Habría tenido que preparar la
cena a los niños y llevarlos a la cama. Ni hablar de
ayudarles con los deberes. Era la única razón por la que
pensaba que no me echaría el mes que viene cuando
cumpliera dieciocho años. Gail vivía del Estado. Era madre
de acogida, y los cheques que recibía por ello eran lo que le
pagaba las facturas. Ahora tenía cinco hijos menores de
diez años, tres de los cuales tenían menos de cinco. Me
necesitaba para cuidarlos. Le había pedido que me dejara ir
esta vez a un concierto. Bradley había conseguido entradas
para Slacker Demon y me iba a llevar como regalo
anticipado de cumpleaños. Nunca me habían hecho un
regalo de cumpleaños, y este era el mejor regalo de todos.
327
Hoy se había comportado de forma extraña, pero también
había estado así las últimas semanas. Estaba caliente o frío.
Era confuso. La mayor parte del año pasado, me había
perseguido. Me rogó que saliera con él. Cuando finalmente
cedí y empecé a sentarme en su mesa en el almuerzo, las
cosas habían progresado rápidamente. Bradley era popular
y, de repente, yo también. El problema era que yo no tenía
una vida como los demás de su pandilla. Se esperaba de mí
que fuera a casa a trabajar. No había padres que me
compraran un teléfono o un coche. Había oído a Jilly
Connor, que se suponía que era mi amiga, decirle a Hannah
Matthews que la única razón por la que Bradley salía
conmigo era por mi cuerpo. A él le gustaban mis tetas y ella
no entendía por qué. Decía que eran demasiado grandes y
que me vestía mal. Llevaba la única ropa que tenía y, sí, se
me estaba quedando pequeña, pero Gail no iba a cambiarla
por otra que me quedara bien. Tendría que gastar dinero
para hacerlo, y ella se lo guardaba para los cigarrillos y el
vino. La única amiga de verdad que tenía era Natalie Brock.
Había sido mi amiga durante años. Mucho antes de
empezar a salir con Bradley. Era la única que entendía cómo
era mi vida. Natalie no era una niña de acogida, pero vivía
con su madrastra, y su padre a menudo estaba ausente.
Ella también luchaba por encajar. Los demás nunca lo
entenderían.
Podía oír la música desde fuera de la entrada del coliseo al
aire libre donde Slacker Demon actuaba esta noche.

328
Bradley ya estaba dentro, y me sentí mal por haber
malgastado dinero en una entrada que no había utilizado. Si
pudiera encontrar a alguien que le dijera que estoy aquí
fuera, podría venir a buscarme. No había nadie más que los
de seguridad. Caminé por el malecón que rodeaba el lugar.
Todas las entradas estaban vigiladas por agentes de policía,
y pensé en pedirle a uno de ellos que fuera a buscarlo.
Conocía nuestros números de asiento. Ni siquiera sabía qué
hora era ahora. El concierto había empezado dos horas
antes de que yo pudiera escabullirme, pero siempre había
teloneros. De todos modos, no me importaban. Lo que
quería ver era a Slacker Demon.
Me tiré del vestido negro de punto sin mangas que llevaba.
Me había quedado bien dos años atrás, cuando Natalie me
lo regaló para una fiesta de cumpleaños. Ahora, si me lo
subía para cubrirme el escote, me quedaba demasiado corto
en las piernas. Si tiraba de él hacia abajo para evitar que
fuera demasiado corto, parecía que se me iban a caer las
tetas. Me detuve y miré alrededor del aparcamiento. Había
miles de vehículos en la propiedad. ¿Podría encontrar el
coche de Bradley entre todos ellos? Podría dejarle una nota.
Explicarle lo que había pasado.
Una risa llamó mi atención y me volví hacia el sonido,
esperando que fuera alguien conocido. Como si Dios
hubiera escuchado mis plegarias, allí estaban Hannah y Jilly
con un tipo que no conocía. Estaban con otras chicas del
grupo de amigos de Bradley.

329
"Lo juro por Dios, le va lo barriobajero. Creo que es la
presión que su padre ejerce sobre él. Tiene que rebelarse
en algún momento de su vida" –dijo Jilly.

Me acerqué a ellos.

"¡Eh!" –grité para llamar su atención, ya que se estaban


alejando de mí.

Todos se giraron, y cuando los ojos de Jilly se fijaron en mí,


sonrió. No era una sonrisa amistosa. Era una sonrisa de
miedo. Del tipo que viene con problemas.

"Ah, mira, su último despojo" –dijo Jilly, echándose el pelo a


la espalda y poniéndose una mano en la cadera.

No estaba segura de qué estaba hablando, pero la ignoré.


Necesitaba un favor, y ésta era mi única oportunidad.

"¿Puedes darle un mensaje a Bradley por mí?" –Pregunté


tan dulcemente como pude.

Por favor, que Jilly esté de buen humor. Por favor, Dios.
Se rió.

"Claro”.

El alivio me inundó.
330
"Hazle saber que estoy aquí. Llego tarde y tiene mi billete
dentro. ¿O podría llamarle desde tu teléfono? Eso sería
mejor".

Esta vez se rió más fuerte. Eso no era una buena señal.

"Oh, cariño, él no tiene tu billete. La usó para meter a


Natalie -ya sabes, tu mejor amiga- en el concierto con él".

¿Natalie? ¿La llamó, y cuando no pude ir, le ofreció mi


entrada? Eso tendría sentido. No quería que se
desperdiciara.

"Oh, bueno, ¿puedo llamarlo al menos? Por favor. Necesito


disculparme y darle las gracias por dársela a Natalie".

Jilly no fue la única que se rió esta vez. Todas lo hicieron.


Una chica incluso se tapó la boca y empezó a marcharse.
¿Qué era tan gracioso?
Estaba pidiendo prestado un teléfono.
¿Por qué todas tenían que actuar de forma tan ridícula?

"Puedes llamarle, pero la última vez que le vi, tenía la


lengua metida en la garganta de Natalie y la mano en el
culo. No le dio tu entrada porque no habías aparecido. La
había invitado hace semanas. Simplemente no te lo dijeron.
Uy” -dijo, y luego se tapó la boca con una mano, como si
estuviera conmocionada.
331
Me quedé allí de pie, intentando asimilarlo todo. El grupo
seguía riéndose mientras se daban la vuelta y se alejaban,
de vuelta al concierto, mientras yo volvía a quedarme sola,
con cara de tonta y un vestido que esperaba que le gustara
a Bradley aunque no le quedara bien.
Empecé a andar. No estaba segura de hacia dónde
caminaba. Estaba en estado de shock. Cuanto más
caminaba, más me daba cuenta de que era por Natalie por
quien estaba dolida. Había sido mi mejor amiga durante
años. Bradley sólo había sido un novio. No estaba
enamorada de él, pero le había dado mi virginidad.
Me había suplicado sexo hasta que cedí hace unos meses,
y empezamos a hacerlo siempre que había ocasión. No
tuvimos muchas. No conmigo, que no podía salir de casa
cuando Gail estaba despierta.
No estaba segura de cuánto había caminado cuando me
detuve y me di cuenta de que los coches ya no estaban y la
iluminación no era tan buena. No sabía dónde había girado
y parecía que estaba en la parte trasera de las instalaciones
principales en vez de en la delantera. Tenía que volver a
casa de Gail, pero primero tenía que averiguar dónde
estaba. Podría ocuparme de mi angustia por la traición de
Natalie más tarde.

"Sexy y valiente" –dijo una voz grave desde algún lugar


entre las sombras.

332
Me giré hasta que vi una bocanada de humo bajo una luz
que provenía del interior.
Me quedé allí de pie, incapaz de ver una cara, pero estaba
segura de que debía correr o gritar.

"Buscaba a alguien" –me apresuré a decir.

"Como he dicho, valiente" –volvió a decir la voz.

Retrocedí mientras el resplandor anaranjado del extremo del


cigarrillo se acercaba.

"Me has encontrado, cielo. ¿O buscabas a Kiro?"

Fue entonces cuando el dueño de la voz salió a la luz de la


luna, y el rostro de Dean Finlay se hizo visible antes de que
diera otra calada a su cigarrillo-oh, espera.
El olor... eso no era un cigarrillo.
Sacudí la cabeza para despejarla.
¿Era real?
El batería de Slacker Demon estaba aquí fuera, donde
cualquiera podía toparse con él.

"Se supone que estás en el escenario" –solté.

Se rió entre dientes.

"¿Ah, sí?"
333
Asentí con la cabeza, mirándole fijamente, aún intentando
hacerme a la idea de que estaba hablando con Dean Finlay.

"El concierto ha terminado, cariño. ¿No estabas ahí?" –me


preguntó.

Negué con la cabeza.

"Yo... no tenía entrada".

Era la verdad. Nunca había tenido una entrada, al parecer.


Natalie sí.

"¿Viniste a buscarnos entonces? Inteligente. La mayoría de


las groupies ya están dentro. ¿Por qué no te les uniste
antes?".

Su mirada se posó en mi pecho.

"Deet te habría dejado entrar. Conoce a mi tipo".

No sabía quién era Deet ni de qué estaba hablando, pero


Dean Finlay me estaba mirando las tetas.
Mi vestido ya no me parecía una mala elección.

"Me dirigía al autobús. No me apetecía tener compañía esta


noche, pero tú me has hecho cambiar de opinión" –dijo,
acortando la distancia que nos separaba.
334
Me cogió la cara con la mano y me estudió.

"¿Cuántos años tienes?"

No pensé. No sopesé las consecuencias. Dean Finlay


estaba flirteando conmigo, y si le decía que tenía diecisiete
años, dejaría de hacerlo. No seguiría hablándome. Esto
terminaría. Nunca esperé mucha emoción en mi vida. Hasta
ahora, había estado llena de decepciones y luchas. Por esta
vez, tenía la oportunidad de que me ocurriera algo
excepcional.

"Veintiuno" –respondí.

Sonrió.

"Siempre elijo a las jóvenes" –dijo, luego me agarró la teta


izquierda y me la apretó.

"Pero, joder, qué dulce eres".

Estaba segura de que me había olvidado de respirar.


Dean se movió entonces, poniendo una mano en mi espalda
y llevándome con él. Pasamos junto a dos autobuses
grandes antes de que se detuviera en uno y golpeara la
puerta una vez con la palma abierta. Se abrió, Dean me
cogió de la mano y tiró de mí hacia dentro.

335
"Vete" –le dijo a un hombre alto y delgado con una extraña
perilla.

El hombre asintió.

"Sí, señor”.

Luego, se dirigió a la puerta por la que acabábamos de


entrar.

"Han sido unos meses muy largos. Estoy cansado, cariño.


Ayúdame y quítate ese vestido. Quiero ver esas tetas
enormes" –dijo Dean mientras se sentaba en un sofá de
cuero negro.

Me quedé helada. Quería que me desnudara. ¿Eso


significaba que quería... acostarse conmigo?
¿Dean Finlay?
Sólo me había acostado con Bradley. No estaba segura de
querer tener sexo otra vez. No lo había disfrutado. Pero este
era Dean Finlay. Estaba en su autobús.

"Nena, no tienes que hacerte la tímida. Estoy jodidamente


excitado. Esos grandes ojos azules y esas tetas me tienen
listo para follar. Ahora."

En la vida, no siempre nos daban tiempo para tomar


decisiones cuidadosamente. Teníamos que actuar o seguir
336
adelante. Sabía que este era uno de esos momentos. Podía
quitarme el vestido para el batería más famoso del mundo, o
podía salir de este autobús. Sus ojos gris plateado me
miraban mientras me llevaba la mano al dobladillo del
vestido. Tragando saliva, respiré hondo, me lo levanté, me lo
puse por encima de la cabeza y lo dejé caer al suelo del
autobús.

"Jesús" –murmuró, levantándose y acercándose a mí.

Sus manos se sentían ásperas contra mi piel, pero eso me


excitaba. Yo estaba haciendo esto. Esta noche había
perdido a mi mejor amiga y a mi novio. No estaba segura de
si tendría un lugar donde vivir el mes que viene.
Cuando cumpliera dieciocho dudaba que Gail me dejara
quedarme. Pero ahora iba a acostarme con una estrella del
rock. No con cualquiera, sino con la que me había
obsesionado desde que escuché su primera canción.
Sólo por esta vez, iba a ser la groupie de Dean Finlay.
Cuando se apartó de mí y se desmayó, me levanté y vi que
aún tenía el condón roto en el pene.
Me agaché para tocarme entre las piernas y noté más
humedad de la que debería haber.
Extendí la mano y vi la prueba en mis dedos.

337
CAPÍTUlO 31

bRIelle

que el padre de Cam viniera un día a reclamarlo o a


pelear conmigo en los tribunales por la custodia nunca fue
un temor con el que viviera.
Decirle a un hombre que se había acostado con una mujer
distinta cada noche durante la mayor parte de su vida adulta
que tu hijo era suyo parecía un tópico.
Había intentado contactar con Dean cuando era más joven.
Cuando no tenía dónde vivir y tenía un bebé en camino.
338
Dejé algunos mensajes en la página de contacto de la
banda en su sitio web. También utilicé la dirección postal
que tenían para el correo de sus fans para contarle lo del
embarazo. El último intento que hice fue cuando Cam tenía
un año y no tenía dinero para comprarle leche. Entonces era
joven e ingenua. Con el tiempo, me di cuenta de que Dean,
junto con el resto de la banda, debía de recibir cartas y
acusaciones como esa todo el tiempo.
Dudaba que Dean recordara aquella noche o el condón roto.
Nunca imaginé que volvería a verlo.
Cuando me habían dicho que iba a venir a la facultad a
comer con el presidente después de hacer una donación
enorme, había querido pedirle un autógrafo a Cam.
El hombre cuyo ADN era la razón por la que amaba tanto la
batería iba a estar a mi alcance.
Cam lo había querido porque ese mismo hombre se había
convertido en su ídolo.
El giro que había tomado todo este verano no era algo para
lo que pudiera haberme preparado. Ahora, lo había dejado
pasar tanto tiempo que no estaba segura de cómo empezar
a decírselo a Dean. O a Cam. No sabía si sería bueno para
alguno de ellos. Les había estado mintiendo a ambos.
Ocultándoles una verdad. Algo que sabía con absoluta
certeza. Cam era el hijo de Dean Finlay. Habían pasado más
de dos meses desde que había tenido sexo con Bradley
cuando dormí con Dean en su autobús. Bradley había usado
un condón, y no se había roto. Nueve meses, tres semanas
y un día después de acostarme con Dean Finlay, Cam había
339
llegado a este mundo. Lloré porque no sabía cómo iba a
cuidar de él y porque no había sabido que podía amar con
tanta fuerza. Nunca había amado a nadie así. Su manita me
agarró el dedo con fuerza y entonces supe que haría todo lo
posible por mantenerlo a salvo. La enfermera de partos,
Janie Meadows, acababa de cumplir sesenta y tres años el
día antes de que naciera Cam. Nos llevó a su casa y allí
vivimos los diez primeros meses de vida de Cam.
Janie fue muy buena con nosotros. Me ayudó a
recuperarme y a obtener el GED. Me enseñó a conseguir
cupones de alimentos y ayuda del Estado. Cuando murió de
un cáncer que yo no sabía que escondía, nos dejó a Cam y
a mí el poco dinero que tenía. Había sido lo único que nos
había mantenido fuera de las calles.
Durante años, le había contado a Cam historias sobre Janie.
Le contaba que había sido nuestro ángel de la guarda. A
menudo me preguntaba si estaría orgullosa de mí ahora. Me
gustaba pensar que lo estaría. Una cosa que sabía con
certeza era que Janie me diría que Cam tenía derecho a
conocer a su padre. No importaba cómo se tomara Dean la
noticia. Incluso si convertía cualquier sentimiento que Dean
pudiera tener por mí en odio. Posiblemente asco.
No decírselo a él y a Cam era egoísta. Lo sabía. Sólo que
no sabía cómo empezar. Por dónde empezar.
Cuanto más tiempo pasaba con Dean, más difícil me
parecía la conversación.
La puerta se abrió y mi lucha interna se detuvo ante el rostro
que había llegado a amar.
340
Nunca había querido enamorarme de él. De todos los
hombres del mundo, era el último al que debería haber
entregado mi corazón. Era el único que podía destruirme.
Destruirlo todo.

"Esperaba una expresión más feliz en tu rostro al verme" –


dijo Dean, cerrando la puerta tras de sí mientras me
estudiaba.

Aparté todos esos pensamientos y le sonreí.

"Lo siento. Un día largo. Tenía la cabeza en otra parte".

"Claramente, me necesitan aquí" –dijo, cerrando el espacio


entre nosotros.

Cuando sus manos me tocaron la cintura, levanté la vista


hacia él y supe que, aunque me perdiera esto -que me
mirara como si me quisiera, como si le importara-, lo amaba
demasiado como para seguir mintiendo.
Cam tenía que conocerlo tal y como era, pero primero
tendría que decírselo a Dean. Que Dean decidiera cómo
decírselo a nuestro hijo.
Bajó la boca hasta la mía y me permití disfrutar del beso
como si fuera el último. Me aferré a él, deseando que fuera
diferente. Que la vida no me hubiera puesto en esta
situación. Sabía que acercarme demasiado a él era
peligroso, pero lo había hecho de todos modos.
341
Había bajado la guardia y me había enamorado de él.
Se apartó lentamente y me miró fijamente.

"Por favor, dime que estamos solos" –dijo con voz ronca.

Negué con la cabeza y él gimió.


Sonriendo, di un paso atrás justo cuando oí los pasos de
Cam corriendo por el pasillo.

"¡Dean!" –gritó alegremente.

"No te lo vas a creer. El instructor de la banda de música del


instituto ha venido a oírnos tocar hoy, ya que el año que
viene pasaremos a la categoría superior, y me ha
preguntado después del ensayo si quería pasar a la
categoría superior este año. Me dijo que podía desfilar esta
temporada en los partidos de JV".

Dean se acercó a él y le chocó los cinco.

"¡Eso es jodidamente increíble!" –Dijo Dean.

"¿Cuándo es el primer partido?"

"Me están encargando un uniforme. Dijo que podría


empezar el próximo jueves. Dijo que si seguía demostrando
este talento, me ascenderían a la banda del equipo
universitario antes incluso de llegar al instituto."
342
Oírlo de Cam y ver la emoción en su cara me hizo llorar de
nuevo.
Me había atragantado después de hablar con su profesor de
banda. Pero ahora estaba más cerca de las lágrimas, al ver
a Cam tan orgulloso mientras se lo contaba a Dean.

"Mamá, ¿estás llorando?" –me preguntó con una sonrisa


burlona.

Me encogí de hombros, moqueé y me enjugué la lágrima


que se me había escapado.

"Tal vez un poco" –dije, luego me acerqué a él y lo abracé.

"Estoy tan orgullosa de ti" –dije mientras lo abrazaba más


fuerte de lo que él quería.

Sobre todo delante de Dean.


No estaba bien que tu madre te abrazara.
Odiaba cómo había cambiado aquello y cómo la vida iba
demasiado deprisa y daba giros para los que no estabas
preparado.

343
CAPÍTUlO 32

DeAn

brielle había estado diferente anoche. No sabía lo que


era, pero algo no iba bien. El sexo había sido increíble.
Todavía se había quedado dormida en mis brazos.
Simplemente no podía tener una sensación fácil de las
cosas. Nos habíamos estado llevando tan condenadamente
bien.
Me desperté, emocionado por mi día, por ver a Brielle, por
trabajar con Cam en la batería. Eran la mayor parte de mi
vida ahora, y no estaba seguro de cuándo había pasado
todo eso.

344
Había pasado de querer follarme a Brielle sin parar a
necesitarla cerca de mí todo el tiempo. Odiaba cuando
estaba en el trabajo. La echaba de menos. Contaba las
horas que faltaban para que llegara a casa.
Iba a subir al ático en cuanto Cam se fuera con Jeremy de
acampada con el padre de Jeremy. Cam había estado
hablando de ello toda la semana. Yo le había llevado a
comprar un buen saco de dormir y otras cosas. Brielle se
había ofrecido a devolvérmelo, y yo la había inclinado sobre
el sofá y me la había follado hasta que los dos estuvimos
gritando nuestra liberación.
Los golpes en la puerta antes de que abriera siempre me
hacían sonreír. Conocía mi código. Sabía que no tenía que
llamar. Pero lo hizo. No podía decidir si iba a desnudarla y
llevarla primero a la sauna o hacerla hablar conmigo.
Desahogarse de lo que fuera que la había estado
molestando. Cuando entró en el salón, pude ver en su cara
lo que íbamos a hacer primero. Estaba dispuesta a hablar.
Fuera lo que fuera, quería sacármelo de encima.
Este era nuestro tiempo a solas, y yo quería cada segundo
de él.

“¿Qué pasa?” –le pregunté, acercándome para cogerle la


mano.

“Sácalo. Hay algo que te preocupa desde ayer. Te he visto


distraerte antes, pero no así. Oigámoslo, para que pueda
follarte”.
345
Se rió entonces, pero no le llegó a los ojos.
¿Qué demonios pasaba?
Qué podía ser esto… joder.
La agarré del brazo y la miré a los ojos.

“No estás embarazada, ¿verdad?” –Le pregunté.

Había eyaculado tanto dentro de ella que no estaba seguro


de que el DIU pudiera soportarlo todo. Tenía cincuenta y tres
años. Era demasiado viejo para un bebé.
Se rió a carcajadas y se tapó la boca con la mano. Aquellos
grandes ojos azules me miraban fijamente.
Solté un suspiro de alivio. Estaba claro que no era eso.

“Vale, lo tomo como un no” –respondí, sonriendo ante su


diversión.

“¿Podemos sentarnos?” –me preguntó entonces.

Esto parecía serio.


Tal vez era algo como, “no puedo seguir con esto,
necesitamos espacio en serio”.
Eso no iba a pasar, joder.
Miré al sofá y de nuevo a ella.

“No vas a terminar con esto” –le dije.

Me dedicó una sonrisa triste y negó con la cabeza.


346
“No, Dean, no voy a terminar con esto”.

Pero la forma en que lo dijo sonaba como si quedaran


palabras sin decir.
Me acerqué al otro lado del sofá y se menté. Extendí los
brazos sobre el respaldo y apoyé los pies en la otomana.

“En ese caso, escúpelo para que podamos ir a follar” –dije, y


luego le guiñé un ojo.

Se acercó como si fuera a sentarse, pero se detuvo.


La vi respirar hondo.

“Vale, tengo que retroceder en el tiempo. Ten paciencia” –


dijo.

Asentí con la cabeza, esperando a que dijera algo más.


Abrió la boca para decir algo, pero sacudió la cabeza y cerró
los ojos.

“No sé por dónde empezar. Lo siento. Creía que sí, pero


ahora no estoy segura”.

“Sólo habla, cariño. Tienes toda mi atención” –le aseguré.

“Ese concierto tuyo al que no fui” –empezó.

Asentí con la cabeza para animarla.


347
“Bueno, no entré, pero di una vuelta fuera. Estaba tan
ensimismada, intentando aceptar que mi mejor amiga
estaba dentro con mi novio y que llevaban un rato tonteando
a mis espaldas”.

Hizo un gesto con la mano, como si eso no tuviera


importancia.

“De todos modos, me perdí. Estaba oscuro, y entonces un


hombre habló. Me puse nerviosa, me di cuenta de que me
había alejado de los coches y de la seguridad hasta la parte
trasera del coliseo. El hombre estaba solo y fumaba un
porro. Habló conmigo un momento y luego se adentró en la
luz de la luna. Me quedé sin habla. Ante mí estaba…
estabas tú ”.

¿Yo? Fruncí el ceño y esperé más.


¿Por qué me lo estaba contando ahora?
Me pareció extraño. Quería preguntar, pero necesitaba oír
más.

“Hablamos. Pensaste que era una groupie. No te corregí.


Era joven” –dijo.

“¿Cómo de joven?” –Le pregunté.

“Diecisiete”.

348
Se me hizo un nudo en el estómago y maldije.

“Por favor, dime que no te he follado”.

Respiró hondo y su mirada se clavó en la mía. Ya tenía mi


respuesta. Me había follado a una cría de diecisiete años.

“Te dije que tenía veintiuno” –dijo.

“Me habías preguntado y te mentí. Sabía que no seguirías


hablando conmigo si supieras mi edad”.

“¿Y te creí?”

Ella asintió.

“Sí.”

Me pasé una mano por el pelo y dejé caer los pies al suelo,
inclinándome hacia delante con los codos apoyados en las
rodillas. Necesitaba escuchar todo aquello, pero había una
parte de mí que quería que dejara de hablar ya.
Quería poner fin a la hora del cuento e irme a la mierda con
la crecidita Brielle.

“Fuimos a tu autobús. Me hiciste quitarme el vestido para ti.


Luego, me llevaste a una cama y tuvimos sexo. Te

349
desmayaste justo después de llegar al clímax y rodaste
sobre mí. Me levanté para irme”.

Se detuvo y cerró los ojos. Su cuerpo estaba tan tenso que


tuve miedo de oír lo que tenía que decir. No iba a ser una
historia divertida. No era algo de lo que nos íbamos a reír
para luego irnos a la mierda. Estaba a punto de cambiarlo
todo. Podía sentirlo. La tensión en la habitación era
demasiado densa. Mis manos se cerraron en puños
mientras esperaba, aterrorizado por lo que iba a decir.

“El condón estaba roto. Tenía semen entre los muslos”.

Tragó saliva y me miró con los ojos húmedos de lágrimas no


derramadas.

“Nueve meses después…” –dijo y se tapó la boca de un


sollozo.

Me quedé sentado, entumecido.


Asimilé lo que me estaba contando.
Las preguntas empezaron a acumularse en mi cabeza. Pero
no me salía nada.
Me quedé allí sentado.
Mi mirada pasó de ella a la pared que tenía detrás.
Por fin, después de varios momentos -no estaba seguro de
cuánto tiempo habíamos permanecido allí, en silencio-,
pregunté:
350
“¿Estás segura de que es mío?”.

No la miré cuando se lo pregunté. No estaba seguro de


cómo me sentía al respecto. No estaba seguro de lo que
sentía por ella. Las mentiras. Todo lo que había creído sobre
ella ya no se sostenía. Me lo estaba cuestionando todo.

“Sí” –susurró.

Conseguí asentir y me pasé una mano por la cara. Estaba


aturdido. Nunca había estado tan aturdido en mi vida.

“Necesitaré que me hagan una prueba de paternidad” –dije


entonces.

Ella soltó un suspiro tembloroso.

“No te estoy pidiendo nada. No quiero manutención,


Dean…”

Me puse en pie, con la ira creciendo lentamente en mi


interior.
Volví a mirarla.

“No se trata de ti, Brielle. Se trata de que afirmas que tengo


un hijo que no sabía que existía. Un niño que necesitaba
conocer a su padre. Quiero una maldita prueba de

351
paternidad. Si es mío, necesita saberlo. Yo necesito saberlo.
Nos quitaste nueve años”.

Las lágrimas corrían por su cara. No podía consolarla. No


ahora. No después de esto.

“Prepararé la prueba. Que venga mañana al mediodía. Lo


haremos entonces” –le dije.

Quería preguntarle si había intentado ponerse en contacto


conmigo. Quería saber por qué había esperado hasta ahora
para decírmelo. ¿Quería atraerme primero con su cuerpo y
mi necesidad de ella? ¿Todo eso formaba parte de su plan?

“Tienes que irte” –le dije en lugar de preguntarle nada más.

Ahora mismo, era la última persona que quería cerca de mí.


No dijo nada mientras se daba la vuelta para irse.
Ningún intento de explicación. Ni disculpas. Se marchó en
silencio mientras yo miraba por la ventana, recordando
todas las conversaciones que había tenido con ella desde
que entré en aquella oficina. Si hubiera sido la mujer que yo
creía, me habría hablado de Cam. Habría encontrado la
forma de localizarme. No me lo habría ocultado.
Kiro tenía varios hijos, y todas sus madres habían podido
contactar con él. Para hacerle saber que su hijo existía.
Brielle no había hecho nada.
Brielle no había hecho nada.
352
CAPÍTUlO 33

bRIelle

De pie frente al espejo de mi cuarto de baño, miro


fijamente mi reflejo. Tenía los ojos hinchados por haber
llorado anoche hasta quedarme dormida.
Alargo la mano para cepillarme el pelo mojado. Esperaba
que una ducha me hiciera parecer menos desastrosa.
Cuando Cam volviera a casa, no podía tener este aspecto.
Se preocuparía. Haría preguntas. Iba a hacer preguntas de
todos modos cuando subiéramos al ático de Dean para la
prueba de paternidad.

353
Apreté el cepillo contra mi pecho y mis ojos volvieron a
llenarse de lágrimas al pensar que Cam también podría
alejarse de mí. Quería un padre. Yo lo sabía. ¿Cómo
reaccionaría cuando descubriera que el hombre al que
adoraba era su padre y que yo se lo había ocultado durante
nueve años?
¿También me odiaría?
Se me escapó una lágrima y me la enjugué. Tenía que
controlarme. Cam necesitaba que fuera fuerte y sensata.
Tenía que protegerle. Era mi trabajo, aunque ahora mismo
me sentía un completo fracaso.
Dean ni siquiera podía mirarme después de que se lo
contara. Cuando tuviera los resultados y viera que Cam era
su hijo, ¿entonces qué? Lo tendría cada dos fines de
semana, y estaríamos incómodos el uno con el otro, sin
apenas hablarnos. Yo no quería eso, pero tampoco había
querido enamorarme del padre de mi hijo. Por loco que
pareciera, lo había sabido. Había luchado contra ello.
Entonces, él me había hecho amarlo de todos modos.
Ya no se trataba de mí. Se trataba de Cam. Se trataba de
Dean. Yo sólo era la mujer que los unía.
Me lavé la cara con un paño y juré que había terminado de
llorar. Luego me sequé el pelo, me cepillé los dientes, me
vestí y fui a la cocina a buscar bolsitas de té para los ojos.
Necesitaba algo para mejorarlos y se me acababa el tiempo.
Cuando Cam entró por la puerta, ya me había maquillado un
poco.
Cam, sin embargo, se detuvo y me estudió.
354
"¿Qué te pasa?" –me preguntó.

Sonreí y negué con la cabeza.

"Nada. Háblame de tu viaje".

Esperaba que su entusiasmo por el viaje fuera suficiente


para distraerlo.
Frunció el ceño un momento, tratando de decidir si le estaba
diciendo la verdad, y luego empezó a hablar de todo lo que
habían hecho. Escuché -o intenté escuchar- mientras me
preocupaba por lo que iba a ocurrir a continuación. Cuando
Cam terminó de hablar, lo atraje hacia mí y lo abracé con
fuerza.

"Te amo" –le dije ferozmente.

"Eh, sí, yo también te amo" –respondió, sonando confuso,


pero devolviéndome el abrazo.

"Todo lo que he hecho desde el día en que naciste es


porque te amo. Cometí errores porque era joven, pero
siempre te he amado por completo, y siempre te amaré. No
importa lo que la vida nos depare, yo estoy aquí".

Se apartó y me miró.

355
"Mamá, no estás enferma, ¿verdad?" –preguntó con miedo
en los ojos.

"No, no estoy enferma".

"¿Lo juras?" –dijo.

Asentí con la cabeza.


Entonces se relajó.

"Vale, entonces sólo eres tú haciendo cosas raras de madre.


Puedo lidiar con eso".

Sonreí ante su comentario, pero por dentro quería llorar.

"Tenemos que subir al ático de Dean" –empecé.

Él sonrió al mencionar el nombre de Dean.

"¡Vale!"

Quería agarrarle del brazo y explicarle primero, pero ¿cómo


iba a hacerlo? ¿Debería hacerlo sin Dean?
Se dirigió hacia la puerta antes de que pudiera detenerlo, y
no tuve más remedio que seguirlo.

"¿Cuáles son nuestros planes?" –preguntó cuando las


puertas del ascensor se cerraron tras nosotros.
356
No teníamos planes. Quizá algún día, él y Dean tendrían
planes, pero ya no iba a haber un nosotros.

"No estoy segura" –fue todo lo que pude decir.

Ojalá hubiéramos hablado de esto ayer. Dean no había


dicho cómo quería proceder con Cam. Yo también quería
sentarlo y sincerarme con él, contarle todo, pero no estaba
segura de que eso fuera bueno para él.
¿Y si Dean decidía que no quería formar parte de la vida de
Cam? No podía permitir que fuera rechazado por su propio
padre.
Cuando se abrieron las puertas del ascensor, Cam saltó
hacia la puerta de Dean, emocionado por ver a su héroe.
Empezó a teclear el código para entrar y yo empecé a
detenerlo cuando la puerta se abrió y una mujer rubia y
despampanante se plantó allí.
Me resultaba familiar, pero no sabía por qué.
¿La había visto con Dean en fotos?
¿Era una de sus antiguas novias?

"Hola" –dijo, sonriendo a Cam y luego levantando la mirada


para mirarme a mí.

Pude ver cómo me estudiaba, pero mantuvo la sonrisa en su


sitio antes de volver a mirar a Cam.

"Tú debes de ser Cam. Pasa" –dijo, dando un paso atrás.


357
Cam la miraba, curioso. Pude ver cómo trabajaba su
cerebro. Sabía que Dean y yo habíamos estado saliendo,
así que esta mujer lo confundía.
Esto era sólo el principio de su confusión. Quería protegerlo
de todo.
Siguió caminando hacia el ático y lo observé mientras
asimilaba su entorno. Al llegar a la puerta, la mujer me miró
y su sonrisa era genuina. Incluso amable. No era algo que
hubiera esperado encontrarme hoy. Al menos, no en este
apartamento.

"Soy Blaire Finlay" –dijo, y el nombre me sonó tan bien


como la cara que había visto antes.

Era la esposa de Rush. La nuera de Dean.


Ella era aún más hermosa en persona que las fotos que
había visto de ella salpicadas en las revistas cuando se
casó con Rush.

"Encantada de conocerte" –respondí sinceramente.

"Ya que estás aquí, supongo que ya sabes quién soy".

Me dedicó una sonrisa comprensiva.

"Sí" –respondió.

358
"Rush pensó que sería más fácil para ti si otra mujer
estuviera aquí".

Qué considerado fue Rush. Me sorprendió. Sobre todo


porque Dean se lo había dicho a su hijo y también porque
había permitido que Rush le aconsejara en cualquier cosa.
No parecía muy propio de Dean.

"Dean ya dejó su muestra. No está aquí" –dijo


amablemente.

Saber que no iba a volver a enfrentarme a él fue un alivio y


un dolor de corazón, todo a la vez.
Me estaba evitando.
No quería estar en la misma habitación que yo.

"Lo entiendo" –conseguí decir por encima del nudo que se


me había formado en la garganta.

"Ven por aquí" –dijo Blaire, y nos dirigimos al salón.

Cam tenía el ceño fruncido.

"Dean no está aquí".

"Ha tenido que hacer unos recados" –dijo Blaire.

"Oh" –dijo Cam, con cara de decepción.


359
"¿Quién eres?" –preguntó entonces a Blaire.

"Soy la nuera de Dean, Blaire" –respondió ella.

Eso pareció tranquilizar a Cam. Asintió con la cabeza y


volvió hacia donde yo estaba.

"¿No sabía que veníamos?" –me preguntó.

Un hombre mayor con una bata blanca salió de la cocina.

"Qué bien, ya están aquí".

Blaire miró a Cam y luego a mí. Pude ver por su expresión


que había asumido que Cam sabía lo de la prueba de
paternidad.
Maldito Dean por no hablar de este proceso conmigo.
Cam era un niño. No se podía esperar que manejara este
tipo de información a la ligera.

"Dr. Moses, uh ..." –Blaire comenzó.

El hombre mayor sonrió a Cam.

"No creo que esto sea necesario, y me sorprende que Dean


lo exija. El parecido entre Rush a esa edad y Cam es
asombroso. Dean está ciego" –dijo, y luego me miró.

360
"O estaba preocupado".

El hombre mayor guiñó un ojo y volvió a centrar su atención


en Cam.

"Sólo necesito un pequeño frotis de la mejilla, y luego me


iré" –le dijo el Dr. Moses, y luego miró a Blaire.

"Ese sándwich estaba excelente, querida. Gracias".

Blaire le asintió, pero su atención se centró en Cam.


Estaba preocupada. Se le notaba en la cara.
Quería llorar porque en ese momento me sentía sola y esa
desconocida me hacía sentir que tenía apoyo.
Como si a alguien más le importara.
El Dr. Moses abrió un maletín y se sentó en el sofá. Sacó un
hisopo esterilizado.

"Muy bien, Cam, abre".

Cam hizo lo que le había dicho sin preguntar, pero la


incertidumbre en su cara era evidente.
El hisopo tardó sólo unos instantes, y luego el Dr. Moses
estaba guardando sus cosas y poniéndose de pie.
Cam observó al anciano, luego miró a Blaire y por último a
mí. Esperaba una explicación. Nadie se la dio.
Me dolía el corazón por la conversación que íbamos a tener
en cuanto volviéramos a nuestro apartamento.
361
Tendría que decírselo.
No era así como yo quería hacerlo. Pero Dean lo había
forzado con sus acciones.
Vi a Blaire acercarse y hablar en voz baja con el doctor
Moses.

"Es hora de irnos" –le dije a Cam.

"¿Vas a contarme lo que acaba de pasar?" –me preguntó.

Asentí con la cabeza.

"Sí. Te lo explicaré cuando estemos en nuestro


apartamento".

Cam hizo una pausa y volvió a mirar al médico.

"No estoy enfermo, ¿verdad?".

Negué con la cabeza, odiando que se preocupara por algo


así.

"Estás perfectamente bien".

Parecía querer decir algo más, pero se acercó a mí y, por


primera vez en mucho tiempo, mi hijo deslizó su mano entre
las mías. Ya no era algo que hiciera Cam. Cogerme de la
mano era cosa de bebés.
362
O al menos, eso había dicho la última vez que intenté
cogerle la mano. Ahora, necesitaba mi seguridad. Yo era su
lugar seguro, y el hecho de que buscara esa seguridad me
hacía sentir culpable.
Empezamos a caminar alrededor del sofá, y la mirada de
Blaire encontró la mía.

"Gracias" –le dije.

"Tenemos que ir a hablar de cosas. Fue un placer


conocerte".

"Encantada de conocerlos a los dos también" –contestó ella.

Estábamos casi en la puerta cuando oí los tacones


golpeando el suelo de mármol. Me detuve, miré hacia atrás
y Blaire apareció. Miró a Cam y luego a mí.

"Los hombres Finlay pueden ser... difíciles, pero... cuando


aman, es para siempre".

No supe qué decir a eso. Porque Dean Finlay no me amaba.


Malinterpretó la situación.
Simplemente asentí y abrí la puerta para salir. Libre de los
confines del ático en el que nunca volvería a pasar otro
momento feliz. Esa puerta estaba cerrada para mí.
Rezaba por encontrar algún día la forma de seguir adelante.

363
CAPÍTUlO 34

DeAn

el whisky que tenía en la mano había sido mi amigo


durante las últimas cuarenta y ocho horas.
Me quedé de pie, mirando por la ventana de mi salón,
mientras Rush se sentaba en el sofá, esperando a que
respondiera a sus preguntas.
No tenía respuesta para él.
Iba a esperar un rato.

"¿Dean?" –Volvió a pronunciar mi nombre.

Le devolví la mirada.

364
"¿No puedes dejarme esperar en puto silencio?" –le
pregunté.

"Te he dado silencio, y tu tiempo se ha acabado" –dijo.

"Esto no sólo te afecta a ti. No sólo a ti. Hay un niño. Tu hijo.


Según Blaire y el Dr. Moses, se parece a mí a esa edad.
Eso significa que tengo un hermano. Un niño. Uno que no
sólo se parece a Finlay, sino que también tiene tu talento".

Eran cosas que ya había pensado.


La primera vez que había visto a Cam, me había parecido
familiar, y luego había pensado que era por las fotos de su
apartamento. Ahora lo sabía. Se parecía a Rush a esa edad.
Tenían la misma sonrisa.
¿Cómo coño se me había pasado? Luego, estaba el talento
de Cam en la batería. Era asombroso. No era promedio. Era
un superdotado. Amaba la batería como yo la había amado
una vez. Era lo que más quería hacer en la vida. Yo había
sido igual.
¡Carajo! Tenía nueve años.

"Nueve años, Rush. Me quitó nueve putos años".

Rush no dijo nada, y me volví para mirarle.

"¿Por qué siento que te pones de su lado? Primero Blaire y


ahora tú" –dije acusadoramente.
365
Rush se encogió de hombros.

"No la conozco. Pero confío en mi mujer. Sabe juzgar muy


bien a las personas. Además, ha hecho algunas
puntualizaciones muy buenas".

"¡A la mierda sus argumentos!" –rugí.

"Si este es mi hijo, ha vivido una vida de pobreza. No creció


en una mansión en la playa. Vivía en Dios sabe dónde
cuando nació. Ha pasado hambre. Mi hijo ha pasado
hambre. Ha tenido una vida dura. No ha tenido la vida que
yo le he dado".

La rabia empezó a subir de nuevo al pensar en qué clase de


vida habría hecho pasar a mi hijo una adolescente. Mientras
yo había vivido entre lujos y lo mejor que el dinero podía
comprar, él había vivido sin nada.

"Crecí en un hogar con una madre que me dañaba mental y


emocionalmente. El único amor que recibí de un padre fue
de una estrella del rock que a menudo estaba drogado o
borracho cuando yo estaba cerca de él. Tenía todo lo que el
dinero podía comprar, pero lo que realmente quería era una
puta madre. Una que me arropase por las noches. Una que
estuviera ahí para abrazarme cuando lloraba. Una de la que
pudiera depender. Yo no tuve eso, Dean. Pero... mi hermano
sí. Pobreza o no, el chico tiene una muy buena madre. No
366
me guío sólo por la evaluación que Blaire hizo de ella. Me
guío por lo que el investigador privado que pusiste en su
culo hace dos días nos dijo. La elogió, Dean. Dijo que era
una excelente madre. Así que enfádate con ella. Enfádate si
te hace sentir mejor, pero recuerda, te follaste a una chica
de diecisiete años. Una niña de acogida. Y no lo recuerdas.
Ella no tenía a nadie. Era una niña. Sin embargo, aquí está,
diez años después, con tu hijo. Es sano, feliz y jodidamente
talentoso".

Rush se levantó entonces y me señaló con el dedo.

"Si es mi hermano -y creo plenamente que lo es-, entonces


Brielle será bienvenida en mi casa. Será invitada a las
fiestas. Se convertirá en amiga de mi mujer porque Blaire
así lo querrá. No será excluida. No se merece eso".

"Ella podría haber contactado conmigo" –le interrumpí.

¿Por qué no le importaba que me hubieran ocultado a mi


hijo?

“¿Cómo coño se supone que iba a hacer eso? Era una niña.
¡Una niña sin hogar! Jesús, papá, míralo desde su lado.
¿Cómo se supone que iba a hacer eso? ¡Y una mierda!
Deberías haberle pedido su identificación. Asegurarte de
que era legal”.

367
“¿Y cuando volvió a verme? Entonces no me lo dijo. ¿Cuál
es tu excusa para ella? ¿Hmm?” –le pregunté.

“Habían pasado nueve años” –dijo.

“Ella había sido su única madre durante nueve años. Era


adulta y estaba protegiendo a su hijo. Tú eres Dean Finlay.
Ella estaba asustada. Asustada de que cambiaras su
mundo”.

“Ella me dejó entrar en su vida. Me dejó follarla. Dejó que


me preocupara” –respondí, de repente muy cansado.

“¿Y le echas en cara eso? Deberías considerarte afortunado


de que confiara en ti lo suficiente como para dejarte
acercarte a él. No te lo ocultó. Te dejó entrar en su vida.
Pero primero, ella era su madre. Tenía que asegurarse de
que era seguro. Que te la follaras fue su propio mal juicio” –
dijo Rush, y luego sacudió la cabeza.

“A veces olvido lo diferente que ves el mundo. La mayor


parte de tu vida has vivido en la fama. Bueno, Dean,
bienvenido al mundo real, donde la gente tiene que pensar
en sus decisiones. Tienen que sopesar los resultados. No
pueden simplemente decidir y saber que, si es un
espectáculo de mierda, alguien lo limpiará por ellos. No
todos somos estrellas del rock”.

368
Mi teléfono sonó en ese momento, silenciándonos a los dos.
Metí la mano en el bolsillo y lo saqué. Conocía el número.
Había estado esperando esta llamada.

“¿Hola?” –Dije mientras Rush me observaba atentamente.

“El chico es tuyo, Dean” –dijo el doctor Moses por la otra


línea.

“No había duda en mi mente después de echarle un vistazo,


pero esto es una prueba. Es un Finlay. Es tu Finlay”.

“Gracias” –dije y terminé la llamada.

Cuando mis ojos se encontraron con los de Rush, asintió,


sin necesidad de oírlo de mí.

“Tienes una semana. Una semana. Decide lo que vas a


hacer. Porque en una semana, conoceré a mi hermano
contigo o sin ti”.

Me quedé allí de pie, sosteniendo mi vaso de whisky vacío,


mientras mi hijo mayor se dirigía a mi entrada privada antes
de dejarme solo.
Cam era mío. El niño era mío. Y su madre… No sabía cómo
seguir adelante con esto. Todo lo que sabía era que los
echaba de menos.
A los dos. Cam y Brielle.
369
CAPÍTUlO 35

bRIelle

hoy, Cam y yo hemos ido a la playa. Llevamos un picnic.


Nos tomamos el tiempo para procesarlo todo. Le dejé hacer
preguntas, y respondí a todas con sinceridad. A veces era él
mismo, riendo y jugando con las olas. Otras veces estaba
callado y yo sabía que estaba pensando. Que te dijeran que
la estrella de rock a la que idolatrabas era tu padre era
demasiado para cualquiera. Especialmente para un niño de
nueve años.
Mientras comíamos nuestros bocadillos de pavo, me
preguntó si Dean estaba enfadado conmigo.
370
Me había jurado a mí mismo que le diría la verdad. Aunque
fuera difícil.
Asentí con la cabeza.

"Lo está. Pero porque se siente robado. De conocerte".

Cam frunció el ceño.

"Intentaste hablarle de mí. Es una estrella del rock. ¿Cómo


esperaba que se lo dijeras?".

Me encogí de hombros.

"Creo que es más por no habérselo dicho antes. Desde que


se mudó a nuestro edificio".

Cam no dijo nada durante un buen rato. Cuando por fin lo


hizo, se deslizó más cerca de mí.

"No estoy enfadado contigo, mamá".

Esas simples palabras fueron suficientes.


Podía sobrevivir a todo, sabiendo que me perdonaba.
Lo comprendía.
En el camino a casa, hablamos de su viaje de campamento
y de su paso a la banda de música de la secundaria. No
mencionó a Dean ni una sola vez, y no sabía si eso era
bueno o malo.
371
Quería que Cam se sintiera libre de hablar conmigo sobre lo
que le preocupaba. No tenía que protegerme de Dean.
Yo era su madre. Quería saber cómo se sentía con todo
esto.
Cuando llegamos a casa y cenamos, guardé las sobras y
lavé los platos, y Cam se fue a bañar. No había vuelto a
mencionar a Dean. Sabía que hoy o mañana llegarían los
resultados de la prueba de paternidad. Esperaba una
llamada de Dean o quizá de Blaire. Posiblemente incluso de
su abogado.
Cuando llamaron a la puerta, me sequé las manos en una
toalla y fui a abrir. Al asomarme por la mirilla, vi a Dean de
pie. Di un paso atrás y respiré hondo varias veces; luego,
cogí la cerradura y la descorrí antes de abrir la puerta.
Los ojos de Dean se clavaron en los míos y me preparé
para lo que viniera a decirme. Yo era fuerte. Podía
soportarlo. Nada de lo que dijera podría destruirme. Había
sobrevivido a cosas peores.

"Es mío" –dijo Dean.

"Sí" –respondí.

Nunca lo había dudado.

"¿Él lo sabe?" –Dean me preguntó.

¿Hablaba en serio?
372
¿Qué creía que iba a pasar después del frotis de mejillas en
su apartamento?

"Es listo. La prueba de paternidad no fue algo de lo que no


se dio cuenta" –dije.

Dean hizo una mueca. Como si no hubiera pensado en eso.

"¿Puedo pasar?" –me preguntó.

Miré hacia atrás para ver que Cam no estaba dentro y volví
a mirar a Dean.

"Vale" –respondí, dando un paso atrás para dejarle entrar.

Pasó junto a mí y odié que su cercanía me afectara.


No había pensado que vendría a contarme los resultados él
mismo. No después de cómo había actuado desde que se lo
dije. Me había preparado para algo más formal.

"¿Está aquí?" –Me preguntó Dean.

"Pasamos el día en la playa. Se está duchando" –respondí,


cerrando la puerta.

"¿Cómo se lo has dicho?" –preguntó.

Me volví para mirar a Dean.


373
"De la mejor manera que pude. Se lo expliqué, omitiendo los
detalles sexuales, y dejé que me hiciera preguntas".

Dean asintió, luego suspiró mientras miraba alrededor de la


habitación.

"Manejé mal las cosas" –dijo.

"Simplemente no estaba preparado".

No iba a decirle que estaba bien ni a ofrecerle perdón. No


me sentía capaz de hacerlo todavía. Necesitaba tiempo.

"Brielle." –Dijo mi nombre y me tendió la mano.

Di un paso atrás. No quería que me tocara. Esto no era algo


que pudiera superar. Sin embargo, la expresión de dolor en
su rostro era difícil de ver. Desvié la mirada hacia la
televisión. Seguían dando las noticias locales.

"¿Qué quieres que te diga?" –me preguntó.

No le miré. No estaba segura de poder hacerlo y tomar


decisiones inteligentes.

"¿Qué quieres que te diga? No quiero nada de ti. Cam es


nuestro hijo. Podemos discutir cómo quieres involucrarte en
su vida".
374
"No digas eso" –dijo en voz baja.

Mis ojos se desviaron hacia los suyos por voluntad propia.

"¿Qué no diga qué?"

"Que no quieres nada de mí" –dijo.

"Porque tengo una lista de cosas que quiero de ti".

Negué con la cabeza.

"No. No puedes decir eso ahora. Tú... tú..."

Me alejé de él.

"Eres el padre de Cam. Dime de qué parte de su vida


quieres formar parte, y partiremos de ahí".

Dean se movió entonces y su mano rodeó mi muñeca.

"Brielle" –dijo en tono suplicante.

"Me soltaste esto de la nada. Me sentí engañado.


Traicionado. Robado. ¿No te das cuenta? Mi mundo se
había puesto patas arriba y necesitaba procesarlo".

"Suéltame" –dije, tratando de no ablandarme hacia él.


375
Tenía que proteger mi corazón, y este hombre ya me lo
había destrozado una vez. No lo había superado, y era una
herida grande y abierta que ni siquiera podía reconocer.
Primero tenía que pensar en mi hijo.

"Brielle".

Volvió a pronunciar mi nombre, y odié cómo el oírlo hacía


que el corazón me diera un espasmo en el pecho.

"Suelta a mi mamá" –gritó Cam con fuerza.

Me volví para mirarlo y lo vi mirando a su padre.


Me estaba protegiendo.
Algo que no debería sentir la necesidad de hacer.

376
CAPÍTUlO 36

DeAn

lo vi entonces. La ferocidad en su rostro. El fuego en sus


ojos mientras mi hijo estaba allí, mirándome.
¿Cómo no lo había visto antes?
Excepto por los ojos, era exactamente igual a Rush a esa
edad. Incluso más que Nate.

"No pasa nada" –dijo Brielle en tono tranquilizador mientras


soltaba su brazo de mi agarre.

Entonces se acercó a él.


Su mirada pasó de mí a su madre.

377
Estaba preocupado por ella, y en ese momento supe que se
enfrentaría a cualquier cosa para mantenerla a salvo.
El orgullo se me hinchó en el pecho. No esperaba que me
afectara tanto. Fue casi doloroso.

"¿Por qué te sujetaba del brazo?" –le preguntó, y luego


lanzó una mirada de advertencia en mi dirección.

"Sólo intentaba hablar conmigo. Estaba siendo testaruda. Ya


sabes cómo soy" –le dijo ella.

"No eres testaruda" –le dijo él, y luego me miró a mí.

"No vuelvas a hacer llorar a mi madre".

Entonces miré a Brielle. Ella no reconoció su amenaza.


Estaba completamente concentrada en él. Había llorado. La
había hecho llorar. Sentí en el pecho como si alguien me
hubiera clavado un cuchillo y me lo hubiera retorcido.

"Cam" dijo su suave voz con severidad.

"Esto no es necesario. Dean está aquí para hablar con los


dos".

"¿Por qué? ¿Porque ha salido su análisis? ¿Sabe que no


estás mintiendo?"

378
La acusación en su tono era clara.
Confiaba en su madre sin dudarlo.
Las palabras de Rush volvieron a mí. Recordándome todo lo
que le había dado, pero no una madre. No lo que más
quería. Le había dado a Rush todo lo que el dinero podía
comprar, pero eso no había sido una madre que lo amara.
Una que lo defendiera y protegiera.
Cam tenía eso. No había tenido las ventajas que mi riqueza
podría haberle dado, pero había tenido algo más grande que
el dinero. Tenía algo que el dinero no podía comprar. Tuvo
una madre que sacrificó todo por él. Una madre que lo crió
con la seguridad de que él la tenía a ella. Ella estaría ahí
para él, pasara lo que pasara. Y en este momento, él me
estaba mostrando lo que ella le había enseñado. Que uno
protegía a los que amaba.

"Me equivoqué" –le dije.

"Cometí un error".

Cam miró a su madre y luego a mí. Pude ver la


incertidumbre en sus ojos. No sabía qué hacer.
Brielle le puso una mano en el brazo. Ese pequeño toque le
dio la respuesta que necesitaba.

"¿Porque sabes que mi madre no mentía?" –me respondió.

Asentí con la cabeza.


379
"Eso, entre otras cosas. Hacer daño a tu madre fue una de
ellas. Me sorprendió. Conmocionado. Reaccioné mal, y ojalá
pudiera volver atrás y hacerlo otra vez. Lo afrontaría de otra
manera".

Miró a su madre. Ella le hizo un gesto con la cabeza.


No necesitaban palabras. Era fascinante ver cómo se
hablaban con gestos. Rush no había tenido eso con su
madre. Demonios, él no tenía eso conmigo. Eso era algo
que venía de la confianza, el respeto y el amor. Un amor
como nunca había experimentado.
Brielle había criado a mi hijo ... nuestro hijo ... mejor de lo
que yo podría haberlo hecho, y ella lo había tenido cuando
era una niña.
Yo la amaba.
No era su belleza, el tamaño de su pecho, la forma en que
se sentía cuando yo estaba dentro de ella. Estaba
enamorado de la persona que era. La forma en que
pensaba en los demás. Su bondad. Su determinación y su
espíritu. La forma en que su amable sonrisa podía hacer
más llevadero un momento oscuro.
La amaba porque, incluso a los dieciocho años, había sido
la mejor madre que podría haber pedido para mi hijo.
La amaba porque nuestro hijo era inteligente, leal, valiente y
talentoso, y todo porque su madre le había enseñado a serlo
con sus propias acciones.

380
"No te quiero aquí si eso va a molestar a mi mamá" –me
dijo.

"Cam". –Brielle dijo su nombre, y él la miró.

"Esto no es sobre Dean y yo. Se trata de ti y ..."

Hizo una pausa y me miró un momento.

"Se trata de ti y de tu padre. Nunca imaginé que tendrías la


oportunidad de conocerlo. Has recibido un regalo. Quiero
que lo aceptes. Estaré bien. No te preocupes por mí".

"Eso no es exactamente cierto" –dije, dando un paso en su


dirección.

"Esto siempre será sobre ti también. Eres su madre. Eres su


lugar seguro".

Empezó a decir algo y levanté la mano para detenerla.

"También eres la única mujer que he amado y la única que


amaré. Sé que la he cagado, Brielle, pero pasaré cada
maldito día que me queda en esta tierra demostrándote lo
mucho que te amo. Cuánto siento haberte hecho daño. Sólo
dame una oportunidad. Por favor".

381
Sus grandes ojos azules se abrieron de par en par mientras
me miraba fijamente. Pude ver las diferentes emociones
cruzar su rostro. Esa cara tan bonita y expresiva. Incluso
cuando quería odiarla, no podía. Estaba en mi cabeza, bajo
mi piel y en mi corazón.

"¿Me amas?" –preguntó en un susurro, como si decir las


palabras en voz alta fuera a hacerlas falsas.

"Muchísimo" –respondí.

Brielle parpadeó, levantó la mano y se secó una lágrima de


la mejilla.

"¿Mamá?” –preguntó Cam, mirándola.

"No creo que pretendiera hacerte llorar diciendo eso".

Le dio un beso en la frente.

"Lo sé" –dijo.

"Es que... no me lo esperaba" –dijo, volviendo a mirarme.

"¿Puedes perdonarme? ¿Darme una oportunidad para que


me quieras?" –Le pregunté, dando un paso en su dirección.

382
Ella se rió, y Cam me miró, con los ojos muy abiertos por la
confusión, y luego volvió a mirar a su madre.

"Lo siento" –me dijo.

Por un momento se me encogió el corazón.

"Es que una parte de mí te quiere desde la noche en que


concebimos a Cam. Pero... luego conocí al hombre -al
verdadero Dean Finlay- y me enamoré de él con demasiada
facilidad".

No esperé a que dijera más. Fui hacia ellos. Hacia mi hijo y


su madre. La agarré por la cintura y tiré de ella hacia mí
antes de cubrir su boca con la mía. Ella me devolvió el beso,
aferrándose a mis brazos como a mí me gustaba. Como si
tuviera que agarrarse a mí para no caerse.
Brielle me hizo sentir como un hombre. Me hizo sentir
necesario por algo más que mi dinero y mi fama.
Cam carraspeó y Brielle se apartó. Miré a nuestro hijo. Me
estaba mirando de nuevo.

"Tranquilo" –dijo.

"Es mi madre".

La risa de Brielle llenó la habitación, y mi mundo estaba


bien. Estaba lleno. Estaba completo.
383
ePÍlOgO

bRIelle

Un AÑO DesPUÉs ...

le devolví el saludo a Cam mientras me levantaba por el


techo solar de la limusina. Clara estaba a su lado,
cogiéndole la mano y secándose las lágrimas mientras
sonreía. La señora Jo, de pie junto a Kiro Manning en la
escalinata mientras nos veían marchar, me hizo reír.

384
Todos nuestros seres queridos estaban allí, en el exterior de
la mansión del Demonio Slacker en Beverly Hills.
Cuando volví a mirarlos, incluso después de un año de
entrelazar el mundo de Dean y el mío, parecía surrealista.

"Será mejor que bajes. Los medios de comunicación están


al otro lado de la puerta" –me llamó Dean mientras me
sujetaba por los tobillos.

Saludé por última vez con la mano antes de hundirme en la


parte trasera de la limusina. El techo solar se cerró y me
acurruqué junto a Dean.

"Hoy ha sido perfecto. Gracias" –dije inclinando la cabeza


hacia atrás para mirarle.

Dean me agarró la barbilla con el dedo y el pulgar y la


sostuvo mientras fijaba su mirada en la mía.

"Prométeme una cosa" –dijo, su tono de repente muy serio.

"¿Qué?” –le pregunté.

"Háblame. Si alguna vez te resulta difícil ser la señora de


Dean Finlay, dímelo. Nos trasladaré a una puta isla privada
si hace falta. Pero no me dejes".

Este era su mayor temor.


385
No era la primera vez que lo mencionaba en el último año.
Cuando me pidió que me casara con él, me dijo que no
podría vivir sin mí. Que movería cielo y tierra para hacerme
feliz. A menudo tenía que evitar que fuera demasiado lejos
en su necesidad de complacerme. Me bastaba con estar
con él.

"No volveré a tener secretos" –le aseguré.

"Hablaremos de todo".

Se inclinó y posó sus labios sobre los míos. Fue más suave
y dulce de lo que había sido delante del ministro y de
nuestros amigos y familiares. Después de nuestro sí quiero,
Dean me había agarrado la cara y me había besado como si
necesitara que respirara.
Kiro y el resto de los miembros de la banda le habían
vitoreado, haciendo reír a todos.
Alcé la mano y le toqué la cara suavemente.
Era mi marido.
Estaba casada.
Esta vida no había resultado como yo había imaginado.
Dean me hizo creer en los cuentos de hadas. Me había
enseñado a confiar, a ser amada por un hombre y lo que
significaba necesitar a alguien.
Una mano golpeando la ventana me hizo dar un respingo, y
Dean maldijo en voz baja.

386
"Malditos medios" –dijo.

"Pronto pasaremos de ellos".

Volví a apoyar la cabeza en su brazo, sintiéndome tan


contenta con la vida que casi me daba miedo.
Cam iba a pasar una semana con sus nuevos sobrinos en
casa de Rush y Blaire. Estaba entusiasmado, y yo no tenía
por qué sentirme culpable por irnos a Grecia sin él.
Rosemary Beach se había convertido en uno de sus lugares
favoritos para visitar.

"Cuando volvamos, tenemos que empezar a buscar casa" –


dijo Dean.

Levanté la cabeza para mirarle.


Cam y yo llevábamos cuatro meses viviendo en su ático.
Cuando se acercaba la fecha de finalización de mi contrato
de alquiler, habíamos estado con Dean de gira, y él se negó
a que lo renovara. Nos quería con él. No había discutido con
él porque ya no utilizábamos mucho nuestro apartamento.
Pensaba que seguiríamos viviendo en su ático después de
casarnos.

"¿Quieres una casa?" –le pregunté.

"¿Tú no?" –respondió.

387
Me encogí de hombros. No había pensado en ello.

"Te quiero a ti".

Sonrió.

"Y tú me tienes a mí. Pero, ¿y una casa? Una grande.


Podrías tener tu propio jardín. Una piscina".

"A Cam le encantaría" –admití.

Nunca había vivido en una casa.

"A Cam le encantaría cualquier lugar donde estés. Eres su


hogar. ¿Qué quieres?" –Dean me preguntó.

Por un momento, pensé en un patio con flores y un árbol


con columpio. Todas las cosas con las que había soñado de
niña. Ser adoptada por una familia con un hogar en el que
me sintiera segura. Un lugar decorado para las fiestas y un
árbol de Navidad que necesitara una escalera para poner la
estrella en lo alto.

"Una casa estaría bien" –admití.

Dean me dio un beso en la cabeza.

"Entonces, compraremos una maldita casa".


388
Me reí, y él sonrió mientras me miraba.
Este hombre tenía dos personalidades. Era la estrella del
rock y el hombre de familia. Cuando tenía que ser Dean
Finlay, batería de Slacker Demon, hacía su papel. Entretenía
al público. Yo le había observado con asombro entre
bastidores durante la gira del invierno y la primavera
pasados. Luego, en el momento en que las cámaras se
apartaron de él y los fans ya no estaban cerca, era Dean,
padre, abuelo y ahora marido. Yo amaba a ambos. Porque
ambos eran míos. El rockero que me buscaba mientras
estaba en el escenario y me guiñaba un ojo, y el hombre
que me abrazaba por la noche mientras me dormía.

"El día que entré en aquella oficina y te vi allí de pie con tu


moño desordenado, con pinta de bibliotecaria sexy, no tenía
ni puta idea del regalo que me había hecho el destino. El
hecho de que casi cancelara aquella cita me atormenta.
Puede que nunca te hubiera encontrado, que nunca hubiera
sabido de Cam" –me dijo, colocándome un rizo detrás de la
oreja.

"Creo que algún día habría intentado volver a ponerme en


contacto contigo. Cuando supiera cómo hacerlo. No es fácil
ponerse en contacto contigo" –le contesté.

Sabía que había intentado ponerme en contacto con él


cuando estaba embarazada y sin hogar. Se lo había contado
todo. Pero eso no hacía más fácil el tiempo que había
389
perdido con Cam. Deseaba más que nada que hubiera
tenido ese tiempo con Cam, pero entonces, ¿estaríamos
aquí ahora? Yo también había sido una niña.
El tiempo y las dificultades aún no me habían moldeado en
la mujer que era ahora. Tuvimos suerte. Nuestros caminos
podrían haberse cruzado antes o nunca.
La vida no siempre había sido buena conmigo, pero en este
momento, no estaba segura de que pudiera mejorar.
Era como si el universo estuviera recuperando el tiempo
perdido.
Dean me cogió la mano y entrelazó sus dedos con los míos.
No dijo nada más sobre los años que llevaba sin saber de
Cam. Ya habíamos hablado de eso.
Nuestra historia no fue fácil. No había empezado con un
romance. Había comenzado con mentiras y lujuria. Pero en
el camino, a través de los giros y vueltas, se había
convertido en algo hermoso.

FIn

390
TRADUCIDO POR

VIVIRleyenDO01@gmAIl.COm

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TRADUCCIÓn heChA gRATUÍTAmenTe, sIn FInes De lUCRO y


sOlO PARA leCTURA PeRsOnAl y De mIs segUIDORes.
nO es OFICIAl. POR lO TAnTO nO AUTORIzO qUe se PUblIqUe
en OTROs sITIOs.
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