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Las desventuras del joven Werther (1774), W.

Goethe -Ahí, en mi cómoda, tengo la traducción que hiciste de unos cuentos de Ossian. Aún no borrará aquella impresión; y tú, estoy seguro, no podrás aborrecer nunca a
4 de mayo de 1771. “¡Cuánto me alegro de haber partido! ¡Ay, amigo mío, lo que es no la he visto, pues esperaba que me la leyeras; pero hasta ahora no se había dado quien tanto te ha idolatrado”. […]
el corazón del hombre! ¡Alejarme de ti, a quien tanto quiero, de quien era la oportunidad. “Wilhelm: por última vez he visto los campos, el cielo y los bosques. También a ti
inseparable, y sentirme dichoso! Sé que me lo perdonas. No parece sino que el Werther sonrió y fue por el manuscrito. Al tomarlo un estremecimiento doy el último adiós. Tú, madre, perdóname. Consuélala, Wilhelm. Que Dios los llene
destino me haya puesto en contacto con mis otros amigos, con el exclusivo fin de involuntario lo abordó; al hojearlo se le llenaron los ojos de lágrimas. […] de bendiciones. Todos mis asuntos quedan saldados. Adiós; nos volveremos a ver y
angustiar mi corazón. ¡Pobre Leonor! Y, sin embargo, no es culpa mía. ¿Podía yo Un raudal de lágrimas, que brotó de los ojos de Carlota, desahogando su corazón, entonces seremos más felices.
evitar que se desarrollase una pasión en su desdichado espíritu, mientras me interrumpió la lectura de Werther. Éste hizo a un lado el manuscrito y tomando una “Mal he pagado tu amistad, Alberto; pero sé que me perdonas. He turbado la paz
embelesaba con las gracias hechiceras de su hermana? ¿No he alimentado esa de las manos de la joven, soltó también el amargo llanto. Carlota, apoyando la de tu hogar; he introducido la desconfianza entre ustedes… Adiós, quiera el cielo
pasión?” […] cabeza en la otra mano, se cubrió el rostro con un pañuelo. Víctimas ambos de una que mi muerte te devuelva la felicidad. ¡Alberto!, haz feliz a ese ángel, para que la
Estoy aquí en la gloria. La soledad en este país encantador es el bálsamo perfecto terrible agitación, veían su propia desdicha en la suerte de los héroes de Ossian y bendición de Dios descienda sobre ti” […]
para mi corazón, tan dado a las emociones fuertes; y la estación del momento, en la juntos lloraban. Sus lágrimas se confundieron. Los ardientes labios de Werther Después de las 11. “Todo duerme a mi alrededor y mi alma está tranquila. Te doy
que todo se renueva y rejuvenece, derrama sobre él un suave calor. Cada árbol, tocaron el brazo de Carlota; ella se estremeció y quiso retirarse; pero el dolor y la las gracias, Dios, por haberme concedido en momento tan supremo resignación tan
cada seto, es un ramillete de flores; le dan a uno ganas de volverse abejorro o compasión la tenían atada a su silla como si un plomo pesara sobre su cabeza. mayúscula. Me asomo a la ventana, amada mía, y distingo a través de las
mariposa para sumergirse en el mar de perfume y respirar el aromático alimento. Ahogándose y queriendo dominarse, suplicó con sollozos a Werther que siguiera la tempestuosas nubes unos luceros esparcidos en la inmensidad del cielo. ¡Ustedes
La ciudad en sí es desagradable, pero en sus cercanías, en cambio, la naturaleza lectura; su voz rogaba con un acento del cielo. no desaparecerán, astros inmortales! El eterno los lleva, lo mismo que a mí. Veo las
hace gala y ostentación de bellezas inefables. Esto fue lo que movió al difunto Werther, cuyo corazón latía con la violencia de querer salir del pecho, temblaba estrellas de la Osa, que es mi constelación predilecta, porque de noche, cuando
conde de M*** a plantar un jardín en uno de estos oteros que con gran variedad como un azogado. Tomó el libro y leyó inseguro: salía de tu casa, la tenía siempre enfrente. ¡Con qué delicia la he visto tantas veces!
forman los valles más deliciosos. El jardín es muy sencillo y en cuanto se entra en él, “¿Por qué me despiertas, soplo embalsamado de primavera? Tú me acaricias y me ¡Cuántas veces he levantado mis manos hacia ella para tomarla por testigo de la
se nota que no se trazó por una mano de hábil jardinero, sino por un corazón dices: ‘traigo conmigo el rocío del cielo; pero pronto estaré marchito, porque felicidad que entonces disfrutaba! ¡Oh, Carlota! ¿Qué hay en el mundo que no
sensible que quería deleitarse. Mucho he llorado al recordarle en las ruinas de un pronto vendrá la tempestad, arrancará mis hojas. Mañana llegará el viajero; vendrá traiga tu recuerdo a mi mente? ¿No estás en todo lo que me rodea? ¿No te he
pabellón que era su retiro predilecto y que también se ha hecho el mío. Pronto será el que me ha conocido en todo mi esplendor; su vista me buscará a su alrededor y robado, con la codicia de un niño, mil objetos sin importancia que habías
el dueño del jardín; estoy aquí desde hace pocos días y el jardinero siempre se no me hallará”. santificado con tu toque? […]
muestra muy atento y afectuoso conmigo. No lo perderá. Estas palabras causaron a Werther un gran abatimiento. Se arrojó a los pies de “Sereno y tranquilo tocaré la puerta de bronce del sepulcro. ¡Ah! ¡Si hubiera tenido
22 de mayo. Muchas veces se ha dicho que la vida humana no es más que un sueño, Carlota con una desesperación completa y espantosa, y tomándole las manos las la suerte de morir como sacrificio por ti! Con alegría y entusiasmo hubiera dejado
y no puedo desechar de mí esta idea. Cuando considero los estrechos límites en que oprimió contra sus ojos, contra la frente. este mundo, seguro de que mi muerte afianzaba tu descanso y la felicidad de toda
están encerradas las facultades intelectuales del hombre; cuando veo que la meta Carlota sintió el vago presentimiento de un siniestro propósito. Trastornado su tu vida. Pero, ¡ay!, sólo algunos seres con privilegios logran dar su vida por los que
de nuestros esfuerzos estriba en satisfacer nuestras necesidades, que éstas sólo juicio, tomó también las manos de Werther y las colocó sobre su corazón. Se inclinó aman y ofrecerse en holocausto para centuplicar los goces de sus existencias
tienden a prolongar una existencia efímera y que toda la tranquilidad sobre ciertos con ternura hacia él y sus mejillas se tocaron. El mundo desapareció para los dos; la amadas. Carlota: deseo que me entierren con el vestido que tengo puesto, pues tú
puntos de nuestras investigaciones no es otra cosa que una resignación estrechó entre sus brazos, la apretó contra el pecho y cubrió con besos los lo has bendecido al tocarlo. La misma petición hago a tu padre. Mi alma se cierne
meditabunda, ya que nos entretenemos en bosquejar deslumbradoras perspectivas temblorosos labios de su amada, de los que salían palabras entrecortadas. sobre el féretro. Prohíbo que me registren los bolsillos. Llevo en uno aquel lazo de
y figuras abigarradas en los muros que nos aprisionan... Todo esto, Wilhelm, me -¡Werther! -murmuraba con voz ahogada y desviándose-. ¡Werther!, insistía, y con cinta rosa que tenías en el pecho el primer día que te vi, rodeada por tus niños…
hace enmudecer. Me reconcentro en mí mismo y hallo un mundo dentro de mí; suave movimiento trataba de retirarse. ¡Oh!, abrázalos mil veces y cuéntales la desgracia de su amigo. ¡Cómo los quiero!
pero un mundo más poblado de presentimientos y de deseos sin formular, que de -¡Werther! -dijo por tercera vez-, ahora con acento digno e imponente. Aún los veo agitarse a mi alrededor. ¡Ay! ¡Cuánto te he amado, desde el momento
realidades y de fuerzas vivas. Y entonces mis sentidos se nublan y sigo por el mundo Él se sintió dominado; la soltó y se tiró al suelo como un loco. Carlota se levantó y primero de verte! Desde ese momento comprendí que llenarías vida… Haz que
con mi sonrisa de ensueño. en un trastorno total, confundida entre el amor y la ira, dijo: entierren el lazo conmigo... Me lo diste el día de mi cumpleaños y lo he guardado
18 de julio. Wilhelm, ¿qué sería sin amor el mundo para nuestro corazón? Una -Es la última vez, Werther; no volverás a verme. como una reliquia santa. ¡Ah! Nunca sospeché que aquel principio llevaría a este
linterna mágica sin luz. Apenas pones la lamparilla aparecen sobre tu blanca pared Y entregándole una mirada llena de amor a aquel desdichado, corrió a la habitación final. Ten calma, te lo suplico, no desesperes... Están cargadas… Oigo las 12… ¡Que
imágenes de todos los colores. Y aun cuando no fueran más que eso, fantasmas contigua y ahí se encerró. […] sea lo que tenga que ser! Carlota… Carlota… ¡Adiós! ¡Adiós!”
pasajeros, constituyen nuestra felicidad si los contemplamos como niños pequeños Un vecino vio el fogonazo y oyó la detonación; pero, como todo permaneció en
y nos extasiamos ante esas maravillosas apariciones. Hoy no he podido ver a Lotte, El criado de Werther llegó a casa con las pistolas y se las dios a su amo, quien las calma, no averiguó qué había sucedido. […]
me retuvo una visita ineludible. ¿Qué hacer? Le envié mi criado solamente por tomó con un tipo de placer cuando supo que venían de las manos de Carlota. Cuando el médico llegó al lado del infeliz Werther, lo encontró en el suelo y sin
tener a mi alrededor alguien que hoy hubiera estado cerca de ella. Con qué Ordenó que le llevaran pan y vino, y después de decir a su criado que fuera a salvación posible. El pulso latía, pero todas sus partes estaban paralizadas. La bala
impaciencia le estuve esperando, con qué alegría volví a verlo. Si no me hubiera comer, se puso a escribir: había entrado por arriba del ojo derecho, haciendo saltar los sesos. Le sangraron de
dado vergüenza me habría gustado tomar su cabeza y la habría besado. [...] “Han pasado por tus manos; tú misma las has desempolvado; tú las has tocado… y un brazo; la sangre corrió. Todavía respiraba. Unas manchas de sangre que se veían
yo las beso ahora una y mil veces. ¡Ángel del cielo, tú apoyas mi decisión! Tú, en el respaldo de su silla demostraban que consumó el acto sentado frente a la
Werther caminaba por la sala visiblemente agitado. Carlota se sentó al clave y quiso Carlota, eres quien me entregas esta arma destructora; así recibiré la muerte de mesa en que escribía y que en las convulsiones de la agonía había caído al suelo. Se
tocar un minué; sus dedos se resistían a cooperar. Abandonó el clave y fue a quien quería recibirla yo. Me he enterado por el criado de los pormenores! encontraba boca arriba, cerca de la ventana, vestido y con zapatos, con frac azul y
sentarse al lado de Werther, que ocupaba en el sofá el sitio habitual. Temblabas al darle estas pistolas…, pero ni un ‘adiós’ me haces llegar. ¡Ay de mí!, ni chaleco amarillo. […]
-¿No traes nada que leer? -preguntó ella. un ‘adiós’. ¿Quizá el odio me ha cerrado tu corazón por aquel instante de Durante algún tiempo se temió por la vida de Carlota. Los jornaleros condujeron a
-Nada -le contestó Werther. embriaguez que me unió a ti para siempre? ¡Ah, Carlota!, el transcurso de los siglos Werther al lugar de su sepultura; no le acompañó sacerdote alguno.
Los Ladrones (1782), F. Schiller ROLLER—¡Quédate aquí! Le hemos dicho que SCHWEIZER. ¡Tú serás nuestro capitán! ¡Tú serás hormiga, y es desgraciado en cuanto lo asemeja (Acércase más.) ¡Mira! ¡Los nidos de golondrina
ACTO I ESCENA II. Posada en la frontera da venga á buscarnos. ¿Tiemblas? nuestro capitán! á los dioses?... ¿ó es ese el sello de su destino? en el palio del castillo!... el postigo del jardín...
Sajonia. CARLOS.—No. ¿Por qué he de temblar? SPIEGELBERG (Dejándose caer colérico en una SCHWARTZ.— Lo ignoro. el rincón de la empalizada, en donde te ponías
CARLOS MOOR, absorbido en la lectura, y ¡Compañeros! Esta carta... ¡Alegraos también! silla.)—¡Esclavos y cobardes! MOOR.—Bien dicho, y aun mejor hecho, si en emboscada con frecuencia para cazar... y allí
SPIEGELBERG bebiendo sentado A una mesa. Yo soy el más feliz de los hombros. ¿Por qué, MOOR.— ¿Quién te ba sugerido esa palabra? nunca te has propuesto conocerlo... Yo, abajo, en el valle, el prado en que tú, Alejandro
CARLOS (Dejando el libro)— Me hastía nuestro pues, he de temblar? (Entra Schwartz.) ¡Oye, compañero! (Agarrando á Schwartz con compañeros, he observado a los hombres; sus Magno, dabas la batalla de Arbela, y junio, la
siglo, insaciable de tinta, cuando leo en mi CARLOS (Corriendo á su encuentro)— ¡Hermano, violencia.) No ha salido de tu alma humana. cuidados de abeja y sus proyectos de gigante; colina cubierta de hierba, desde la cual
Plutarco las vidas de los grandes hombres. hermano! i La carta , la carta! ¿Quién te ha enseñado esas palabras? Sí; jpor la sus planes divinos y sus ocupaciones de ratón, derrotabas á los sátrapas persas... y en cuya
SPIEGELBERG (Ofreciéndolo un vaso y bebiendo.) SCHWARTZ (Dándole la carta, cuyo sobre rompe muerte de mil brazos! Eso queremos, eso así como su extraña lucha á la carrera para llegar cuna flotaba tu bandera victoriosa. (se sonríe.)
— Debías leer á Josefo. Carlos apresuradamente) —¿Qué tienes? Te has debemos ser; esa idea merece la apoteosis. á la felicidad... éste fiándola en el vigor de su La edad de oro de la infancia se renueva en el
MOOR— Extinguióse ya la viva y brillante puesto tan blanco como la pared. ¡Ladrones y asesinos! ¡Tan verdad como mi alma caballo, otro en la nariz de su asno; un tercero alma del desdichado... entonces eras tú tan feliz,
centella de Prometeo y le ha sustituido la de los CARLOS.—¡Letra de mi hermano! vive, que yo soy vuestro capitán! en sus propias piernas; este lote confuso de la tan completa, tan tranquilamente feliz... y
pirotécnicos... fuego artificial que ni aun SCHWARTZ.—Pero Spiegelberg ¿qué hace? TODOS. (Con gran vocerío.)—¡Viva el capitán! vida, en que tantos juegan su inocencia y ahora... ahí yacen los destrozados restos de tus
encender puede una pipa de tabaco. Arrástranse GRIMM—Ha perdido la chaveta. Hace gestos SPIEGELBERG (Levantándose de repente y exponen su porvenir por atrapar un billete planes. Aquí debías discurrir algún día, hombre
pues, como las ralas por la maza de Hércules, y como si tuviera el baile de San Vito. aparte.) Hasta que yo le ayude premiado, y, al fin, obtienen cero, sin premio ilustre, magnifico y alabado... aquí florecer de
se devanan los sesos en averiguar en virtud de SCHUFTERLE.—Su razón está bailando en MOOR.—Mira; ahora cae la venda de mis ojos, v ninguno. Es un espectáculo, hermanos, que nuevo en tus robustos hijos, con tu esposa
qué causa la humanidad se propaga. Un abad círculo. Yo creo que hace versos. comprendo mi locura en querer volver á mi llama las lágrimas á los ojos, ó hace cosquillas en Amalia... aquí el ídolo de tu pueblo... pero un
francés enseña que Alejandro fué cobarde como RAZMANN—¡Spiegelberg! ¡Eh, Spiegelberg!... jaula... Mi espíritu ansía actividad, y sólo libertad el diafragma y excita la risa. mal ángel lo dispuso de otro modo. (Se detiene.)
una liebre; un catedrático tísico, que aspira á Ese animal no oye. es ahora mi anhelo... ¡Asesinos, ladrones!... SCHWARTZ— ¡Qué magnifica puesta del sol allá ¡Por qué he venido aquí? Para igualarme al
cada palabra un frasco de amoniaco, diserta GRIMM (Sacudiéndolo.)—¿Sueñas, hombre, ó...? estas palabras ponen la ley bajo mis plantas... abajo! prisionero, al que despierta de su ensueño de
ante sus discípulos sobre la fuerza. Personajes SPIEGELBERG. (Que mientras tanto ba hecho en Entre los hombres no he encontrado la MOOR. (Abismado en su contemplación.) —Así libertad el ruido de sus cadenas... no... vuelvo á
que se desmayan después del coito censuran la un rincón pantomima de proyectista, se levanta humanidad cuando yo la llamaba; lejos, pues, de muere el héroe... ¡Digno de adoración! mi destierro... ¡El cautivo habla olvidado ya la
táctica de Aníbal... y chicuelos miserables pescan de improviso, irritando).— ¡La bolsa ó la vida! mí toda simpatía y consideración humana... No GRIMM.— Parece que te conmueve existencia de la luz, y el fantasma de la libertad
frases sobre la batalla de Cannas, y gimen (Coge por la cintura a Schweizer, que lo despide tengo ya padre, no tengo amor, y la sangre y la profundamente. pasó delante de él como un relámpago en medio
haciendo muecas por la victoria de Escipión, que contra la pared. Carlos tira la carta al suelo, y muerte me harán olvidar que en el mundo hubo MOOR — Cuando yo era niño, mi pensamiento de la noche, para sumirlo de nuevo en la
han de exponer. [...] sale de la escena corriendo. Todos se levantan.) algo caro para mi... […] favorito sólo se ocupaba en vivir y morir como oscuridad... ¡Adiós, valles natales! Antes vísteis á
CARLOS.— ¡Que la dicha te acompañe! Sube por ROLLER. (Detrás de él.) - Moor, ¿adónde vas? ellos... (Con amargo dolor.) ¡Era un pensamiento Carlos niño, y el niño Carlos era feliz... ahora lo
las columnas de la infamia á la cúspide de la ¿qué intentas? ACTO III. ESCENA II. Lugar junto al Danubio. de niño! veis hombre, y la desesperación es tu
gloria. A la sombra de los arboledas de mi casa GRIMM.—¿Qué tiene? ¿Qué tiene? Está pálido Los LADRONES acampan en una eminencia bajo GRIMM— Así lo creo. patrimonio. (Hace un movimiento rápido como
patrimonial, en los brazos de mi Amalia me como un muerto. los árboles, y los caballos pastan en la colina. MOOR (Ocultando su rostro bajo el sombrero.)— para huir y se para de repente, y mira
atraen placeres más nobles. La semana pasada SCHWARZER.— ¡Noticias agradables! Veamos MOOR—Quiero descansar aquí, (Échase en el Esa época de mi vida... Dejadme sólo, melancólico al castillo.) ¡No verla ni un
pedí ya perdón a mi padre, sin callarle nada, y ROLLER. (Cogiendo la carta del suelo y leyendo.) suelo.) Mis miembros están destrozados; mi camaradas. […] instante!... Solo una pared me separa de
cuando se procede con lealtad, la compasión, y — «Desdichado hermano.» El principio promete. lengua seca como un guijarro. (Schweizer se Amalia... ¡No! He de verla... he de verla...
la ayuda no faltan. Despidámonos, pues, «Sólo he de decirte en pocas palabras que tu aleja sin sor notado.) Os suplico que me traigáis ACTO IV. ESCENA PRIMERA. Los campos aunque haya de perecer. (Vuélvese) ¡Padre,
Mauricio. Hoy será el último día en que nos esperanza es vana... Has un sorbo de agua de ese río... pero estáis todos próximos al castillo de Moor. padre! Tu hijo llega... ¡Lejos de mí, negro vapor
veamos. El correo ha venido. El perdón de mi de llegar, según me encarga nuestro padre, al cnsados mortalmente. MOOR— Adelántale y anúnciame. ¿Sabes bien de sangre! ¡Lejos de m¡ muerte descarnada,
padre está ya dentro de las murallas de esta término de SCHWARZ.—Y todo el vino está en nuestros lo quo has de decir? horrible, de mirada vertiginosa ¡Déjame libre
ciudad. tu conducta vergonzosa. No abrigues, pues, pellejos. KOZINSKY— Sois el Conde de Brand de solo una hora. Amalia, padre, tu Carlos llega.
(Schwarzer, Grimm. Roller, Schufterle, y añade él, la ilusión de conseguir su perdón MOOR—¡Mirad cuán hermosos se ostentan los Mecklemburgo; yo, yuestro escudero... (Aproximase al al castillo a paso rápido.)
Razmann entran.) arrojándote a sus pies, si no te sometes a ser sembrados! Los árboles se vienen abajo con sus Descuidad, que representaré mi papel a la Atorméntame cuando venga el día, no te
ROLLER.—¿Sabéis lo que nos han dicho? encerrado en la bóveda más honda de su castillo frutos... Las viñas prometen rica cosecha. perfección. Adiós. (Vase) separes de mí por la noche... que sueños
GRIMM.— ¿Que nos prenden en el instante más para vivir solo de pan y agua, hasta que tus GRIMM—El año es bueno. MOOR — ¡Salve, campos de mi país natal! (Besa espantosos me aflijan, pero no emponzoñes este
impensado? cabellos crezcan como las plumas de un águila y MOOR—¿Lo crees? Y así algún sudor tendrá en la tierra) ¡Cielo de mi patria, sol de mi patria!... mi único placer . (Detiénese á la puerta) ¿Qué
CARLOS.—No me extraña. Pero suceda lo que tus uñas como sus garras. Tales son sus palabras. el mundo su recompensa. ¿Alguno?... Pero ¡y arboledas, y colinas, y ríos y selvas; á todos, a emoción es la tuya? Moor, ¿qué sientes? ¡No
quiera. ¿No habéis visto A Schwartz? ¿No os ha Mándame que cierre esta carta. Adiós para puede caer de noche una granizada, y entonces todos saludo de corazón! ¡Cómo consuela el eres un hombre? Escalofrío mortal…
hablado de una carta para mí? siempre. Te. compadezco. todo se perdió. ambiente de mis montañas natales! ¡Qué presentimiento terrible... (Entra.)
ROLLER.—Lo supongo, porque te busca hace Franz de Moor.» SCHWARTZ—Eso es muy fácil. Todo puede bálsamo perfumado traéis al mísero fugitivo!
tiempo. SCHWARTZ.—¡Ven con nosotros a los bosques desaparecer pocas horas antes de la siega. ¡Edén, mundo lleno de poesía! ¡Detente, Moor!
CARLOS.—¿En dónde está? ¿En dónde, en de Bohemia! Formaremos una banda de MOOR- Lo mismo digo yo. Todo se perderá. ¿Por ¡Tus plantas huellan un templo sagrado!
dónde? (Quiere salir.) ladrones, y tú... (Moor lo mira atentamente.) qué prospera para el hombre cuanto tiene de la
“Prometeo” (1774), W. Goethe Prometheus. “Oda a la alegría” (1785), F. Schiller
Cubre tu cielo, Zeus, Bedecke deinen Himmel, Zevs, Aquí estoy, dando forma Hier sitz’ ich, forme Menschen Original Traducción
con un velo de nubes, Mit Wolkendunst, a una raza según mi propia imagen, Nach meinem Bilde, (en itálica los agregados de Beethoven para
y, semejante al joven Und übe, dem Knaben gleich, a unos hombres que, iguales a mí, Ein Geschlecht, das mir gleich sey, su sinfonía)
que descabeza abrojos, Der Disteln köpft, sufran y se alegren, Zu leiden, zu weinen, O Freunde, nicht diese Töne! ¡Oh amigos, no en esos tonos!
huélgate con los robles An Eichen dich und Bergeshöhn; conozcan los placeres y el llanto, Zu genießen und zu freuen sich, Sondern laßt uns angenehmere anstimmen, entonemos otros más agradables
y las alturas. Müßt mir meine Erde y, sobre todo, a ti no se sometan, Und dein nicht zu achten, und freudenvollere. y llenos de alegría
Déjame a mí esta tierra, Doch lassen stehn, como yo. Wie ich! Freude! Freude! ¡Alegría! Alegría!
la cabaña que tú Und meine Hütte, die du nicht gebaut,
no has construido Und meinen Herd Freude, schöner Götterfunken Alegría, bella chispa divina,
y el calor del hogar Um dessen Gluth “El hombre” (ca. 1765), G. Herder Tochter aus Elysium, Hija del Elíseo,
que tanto envidias. Du mich beneidest. Mi canción canta al hombre, al hombre natural Wir betreten feuertrunken, penetramos ardientes de embriaguez,
al que nadie jamás vio Himmlische, dein Heiligtum. ¡Oh celeste! en tu santuario
Nada conozco bajo el sol tan pobre Ich kenne nichts ärmers
mientras en su alma lo vislumbran Deine Zauber binden wieder, Tus encantos atan los lazos
como vosotros, dioses. Unter der Sonn’ als euch, Götter!
y todos desean verlo, Was die Mode streng geteilt; que la rígida moda rompiera;
Nutrís, mezquinos, Ihr nähret kümmerlich
mientras nadie trata de serlo: Alle Menschen werden Brüder, Y todos los hombres serán hermanos,
vuestra majestad Von Opfersteuern
el hombre sin artificios, Wo dein sanfter Flügel weilt. bajo tus alas bienhechoras.
con las ofrendas de los sacrificios Und Gebetshauch
nada más que alma incapaz de burlarse,
y con el vaho de las preces. Eure Majestät,
bueno aun sin recibir favores de los dioses, Wem der große Wurf gelungen, Quien logró el golpe de suerte
En la indigencia viviríais Und darbtet, wären
lleno de humanidad sin avergonzarse, Eines Freundes Freund zu sein; De ser el amigo de un amigo;
de no existir los niños y esos necios Nicht Kinder und Bettler
lleno de verdad nada mentirosa, Wer ein holdes Weib errungen, Quien ha conquistado una noble mujer,
mendigos que no pierden la esperanza. Hoffnungsvolle Thoren.
piadoso sin ostentar virtud Mische seinen Jubel ein! ¡Que una su júbilo al nuestro!
Cuando era niño y nada sabía, Da ich ein Kind war, y feliz sin diversiones, Ja, wer auch nur eine Seele ¡Sí, que venga aquel que en la tierra
levantaba mis ojos extraviados Nicht wußte wo aus noch ein, a este canto: canción mía, Sein nennt auf dem Erdenrund! pueda llamar suya siquiera un alma!
al sol, como si arriba hubiese oídos Kehrt’ ich mein verirrtes Auge sé natural como aquel a quien cantas, Und wer's nie gekonnt, der stehle Y quien jamás lo ha podido,
para escuchar mis quejas, Zur Sonne, als wenn drüber wär’ verdadera sólo por el sentimiento Weinend sich aus diesem Bund! ¡Que se aparte llorando de nuestro grupo!
y un corazón, Ein Ohr zu hören meine Klage, y bella sólo por la verdad”
afín al mío, Ein Herz wie mein’s, Freude trinken alle Wesen Se derrama la Alegría para todos los seres
que sintiera piedad de quien le implora. Sich des Bedrängten zu erbarmen. An den Brüsten der Natur; por todos los senos de la Naturaleza;
Alle Guten, alle Bösen Todos los buenos, todos los malos,
¿Quién me ayudó en mi pugna Wer half mir
Folgen ihrer Rosenspur. Siguen su camino de rosas.
contra los insolentes Titanes? Wider der Titanen Übermuth?
Küße gab sie uns und Reben, Ella nos dio los besos y la vida,
¿Quién de la muerte me salvó, Wer rettete vom Tode mich
Einen Freund, geprüft im Tod; Y un amigo, probado hasta en la muerte;
y de la esclavitud? Von Sklaverey?
Wollust ward dem Wurm gegeben, Al gusanillo fue dada la voluptuosidad,
¿No fuiste tú, tú solo, sagrado y fervoroso corazón, Hast du nicht alles selbst vollendet,
Und der Cherub steht vor Gott. Y el querubín está ante Dios.
quien todo lo cumpliste? Heilig glühend Herz?
Vor Gott! ¡Ante Dios!
Y, sin embargo, ardiendo en tu bondad y juventud, Und glühtest jung und gut,
iluso,agradecías tu salud a aquel Betrogen, Rettungsdank
Froh, wie seine Sonnen fliegen Alegres, como vuelan sus soles
que, allá arriba, dormita... Dem Schlafenden da droben?
Durch des Himmels prächt'gen Plan, A través de la espléndida bóveda celeste,
¿Honrarte yo? ¿Por qué? Ich dich ehren? Wofür? Laufet, Brüder, eure Bahn, Corred, hermanos, seguid vuestra ruta,
¿Aliviaste tú alguna vez Hast du die Schmerzen gelindert Freudig, wie ein Held zum Siegen. Alegres, como el héroe hacia la victoria.
los dolores del afligido? Je des Beladenen? Seid umschlungen, Millionen! ¡Abrazaos, millones de seres!
¿Enjugaste las lágrimas Hast du die Thränen gestillet Diesen Kuß der ganzen Welt! ¡Este beso para el mundo entero!
del angustiado? Je des Geängsteten? Brüder, über'm Sternenzelt Hermanos, sobre la bóveda estrellada
¿No me han forjado a mí como hombre Hat nicht mich zum Manne geschmiedet Muss ein lieber Vater wohnen. Habita un padre amante.
el tiempo omnipotente Die allmächtige Zeit Ihr stürzt nieder, Millionen? ¿Os prosternáis, millones de seres?
y la eterna fortuna, Und das ewige Schicksal, Ahnest du den Schöpfer, Welt? Mundo, ¿presientes al Creador?
que son mis dueños y también los tuyos? Meine Herrn und deine? Such' ihn über'm Sternenzelt! ¡Búscalo por encima de las estrellas!
Über Sternen muss er wohnen. ¡Allí debe estar su morada!
¿Acaso imaginaste Wähntest du etwa,
que iba yo a aborrecer mi vida Ich sollte das Leben hassen,
y a retirarme al yermo In Wüsten fliehen,
porque no todos mis floridos Weil nicht alle
ensueños dieran fruto? Blüthenträume reiften?

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