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PARTE UNO

MIRA A LAS ESTRELLAS


“Mientras la Nebulosa Negra se tragaba a cada mundo en la
oscuridad, se contaban historias de una sola chispa de luz que
resplandece más que una estrella que dio esperanza a la gente
cuando toda esperanza estaba perdida. Esta es la historia de la
nave espacial Prospero, y este es su vuelo final.

Mira a las estrellas. Apunta. Ilumina.”

—Monólogo final, Starfield, Episodio 54


LA MONSTRUODRASTRA ESTÁ HACIÉNDOLO DE NUEVO.

Rifas, cupones de descuento y sorteos de revistas yacen esparcidos por la mesa de la


cocina. Mi madrastra está sentada en una de las sillas de madera crujientes, con la
espalda derecha y cortando delicadamente otro cupón; cabello rubio teñido sobre su
cabeza en rizos perfectos, labial del color de la sangre del corazón de los hombres. Su
blusa blanca está impecable, su falda de lápiz oscuro prolijamente planchada. Debe tener
una reunión con un cliente potencial hoy.

—Cariño, un poco más rápido esta mañana—. Hace chasquear los dedos para que me
apure. Me arrastro hasta el mostrador y abro la lata de café. El olor es fuerte y barato, el
único tipo con el que me criaron. Lo cual es mucho mejor, ya que no podemos
permitirnos un café caro, aunque sé que eso nunca impide que la monstruodrastra
ordene su sucio doble chai con leche de soja sin crema todas las mañanas y lo cargue a
una de sus docenas de tarjetas de crédito.

Catherine, mi madrastra, toma otra revista para cortar. —Nada de carbohidratos esta
mañana. Me siento hinchada y tengo una reunión con una pareja esta tarde. Grandes
planes de boda. Ella va a debutar, ¡¿puedes creer eso?!

¿En Charleston? Puedo creerlo. Todo el mundo es debutante, una Hija de la


Confederación o el hijo de un político: Thornhill, Fishburne, Van Noy, Pickney o un
puñado de antiguos nombres de Charleston. Y no podría importarme menos.

Vierto dos cucharadas de café en la máquina, más una extra. Siento que va a ser un día de
tres cucharadas. Quizás agregar más cafeína a su mañana sacará a mi madrastra y a las
gemelas de la casa antes de las nueve. Eso no es pedir demasiado, ¿verdad?

Miro el reloj en el microondas. 8:24 a. m. A menos que las gemelas comiencen a moverse
a la velocidad de un tornado, no lo creo. Digo una oración silenciosa al Señor de la Luz o
Q o quien sea que esté escuchando: Por favor, por una vez, dejen que la monstruodrastra y
las gemelas salgan de la casa a tiempo.

La historia de Starfield la pasarán hoy a las 9 a.m. en Hello, America, y no


pienso perdérmela. Me niego. Después de años de retrasos, cambios de director y
problemas de distribución, finalmente están haciendo la película, (un remake,
pero a caballo regalado no se le miran los dientes), y hoy harán el tan esperado
anuncio de la plataforma oficial de la película. Los actores principales, la trama,
todo.
Me he perdido las maratones de Starfield y las repeticiones a medianoche del
episodio final en los cines y las apariciones en convenciones debido a Catherine y
las gemelas, pero no me voy a perder esto.

—Quieren pronunciar sus votos bajo los magnolios en Boone Hall Plantation
— continúa Catherine —. Sabes, desde que Ryan Reynolds y su esposa se casaron
allí, ese lugar siempre está reservado.

Catherine es planificadora de bodas. La he visto pasar fines de semana


enteros cosiendo lentejuelas en los manteles y haciendo invitaciones a mano en
la imprenta del centro. Por la forma en que planea el lugar, hasta el tipo de tela en
las mesas y el color de las flores en los jarrones, haciendo que cada boda parezca
una tierra mágica de unicornios, pensarías que lo hace por el “felices para
siempre” que no tuvo, pero no es así. Ella quiere sus bodas en Vogue e InStyle, del
tipo que ves en Instagram y Pinterest cien veces después. Ella quiere el renombre,
y ha hundido todo el pago del seguro de vida de papá en su negocio. Bueno, su
negocio y todo lo que afirma es "esencial" para su "imagen".

—Quiero al menos lucir como si comprara en Tiffany's —dice, hablando más


para sí misma que para mi.

Es el mismo rollo una y otra vez. Como solía comprar en Tiffany's. Como
solía asistir a las galas en Boone Hall Plantation. Como solía estar felizmente
casada y con dos maravillosas hijas. Nunca me menciona a mí, su hijastra.

Catherine termina de cortar su cupón con un suspiro. —Pero todo eso fue
antes. Antes de que tu padre nos dejara a mí y a las gemelas aquí en esta
horrorosa y pequeña casa.

Y ahí está. Como si fuera mi culpa que ella haya gastado todos sus ahorros.
Como si fuera culpa de papá. Saco la taza de Starfield de papá, lo único que queda
de él en nuestra casa, y me sirvo una taza de café.

En el exterior, el perro del vecino comienza a ladrarle a un corredor que pasa


por la acera. Vivimos en las afueras del famoso distrito histórico, la casa no es lo
suficientemente grande como para ser una atracción turística, ni lo
suficientemente nueva como para ser renovada (no es que pudiéramos pagarlo
de todos modos). A dos calles te encuentras con la Universidad de Charleston.
Nuestra casa fue una de las últimas que quedó después de que el huracán Hugo
diezmara la costa de Carolina del Sur antes de que yo naciera. La casa tiene sus
filtraciones, como todas las cosas buenas y viejas. He vivido aquí toda mi vida. No
conozco nada más.

Catherine la odia profundamente.


El olor a café huele rico y a nuez. Tomo un sorbo, y casi me derrito. Es el cielo.
Catherine se aclara la garganta y le sirvo café en su taza favorita: blanca con
flores rosadas. Dos cucharadas de azúcar (la única dulzura que derrocha cada
día), ligeramente revueltas, con tres cubitos de hielo. Ella lo toma sin siquiera
levantar la vista de su revista. Y luego, cuando el perro vecino deja escapar un
aullido agudo, deja su taza.
—Uno pensaría que los perros aprenden cuándo callarse. Giorgio tiene
suficiente en su plato sin ese perro ladrando.
A Catherine le gusta fingir que ella sabe los nombres de pila de todos,
especialmente las que ella considera importantes. El Sr. Ramirez, Giorgio, es
banquero, lo que significa que tiene mucho dinero, lo que significa que es una
parte influyente del club de campo, lo que significa que es importante.

—Si no se calla pronto— continúa con esa fría y distante voz de ella —, lo
encerraré yo misma.

—Su nombre es Frank— le recuerdo —. Y no le gusta estar atado.

—Bueno, todos debemos acostumbrarnos a la decepción —responde, y toma


otro sorbo de café. Sus labios color sangre se fruncen y me devuelve la taza —.
Demasiado amargo. Inténtalo de nuevo.

A regañadientes, pongo otro cubo de hielo para disolverlo. Ella toma el café y
prueba otro sorbo. Debe ser estar lo suficientemente desabrido, porque ella lo
deja al lado de su pila de cupones y vuelve a escanear la columna de chismes en
su revista.

— ¿Y bien? —Insiste.

Dudo, mirando de la taza de café hacia ella, preguntándome si he olvidado


algo. He estado haciendo esto durante siete años. No creo haberme olvidado nada.
Afuera, el perro da un aullido lastimoso. Oh.

Ella levanta una ceja delgada como un lápiz. — ¿Cómo se supone que voy a
tener una mañana tranquila con ese alboroto? —continúa con esa voz demasiado
trabajada y sabelotodo que tiene —. Si Robin todavía estuviera aquí…

La miro. Abro mi boca. Comienzo a decir que echo de menos a papá también.
Lo quiero aquí también, pero algo me detiene. O me detengo a mí misma. Culpo a
la falta de café. Un sorbo no da el coraje instantáneo que da una taza. Además, no
estoy tratando de hacer que Catherine se enfade. Estoy tratando de darle cafeína,
aplacarla y sacarla de la casa.

Ella voltea la página en su revista y recoge las tijeras de nuevo para cortar un
cupón de un abrigo de invierno. Es junio. En Carolina del Sur.

Pero luego se aclara la garganta. —Danielle, haz algo para que ese perro se
calme.

—Pero…

—Ahora —dice Catherine, moviendo su mano para que me apresure.

—Claro, mi reina— murmuro en voz baja. Mientras Catherine deja sus


cupones y se concentra en un artículo sobre el última look de Jessica Stone en la
alfombra roja, saco las sobras de filete de la noche anterior de la nevera y corro
por la puerta trasera.
El pobre Frank está sentado en el barro fuera de su caseta de perro,
golpeteando la cola en un charco. Me mira a través de la tablilla rota en la valla,
un perro salchicha marrón con un sucio collar rojo. Llovió anoche y su caseta se
inundó, tal como le dije al Sr. Ramirez, (lo siento, Giorgio), que pasaría.

El Sr. Ramírez trajo a Frank a su casa unas semanas después de casarse con su
segunda ex esposa, supongo que como un ensayo para cuando tuviese un hijo.
Pero desde su divorcio hace unos años, vive prácticamente en el trabajo, por lo
que Frank es una idea olvidada que nunca funcionó, con la caseta inundada para
demostrarlo. Al menos el pobre Frank puede flotar.

Deslizo el contenedor a través del espacio en la valla y acaricio al perro


detrás de las orejas, untando mis dedos en barro. —Eres un buen chico, ¡sí lo
eres! Una vez que ahorre lo suficiente, nos sacaré a los dos de aquí. ¿Qué piensas
de eso, copiloto? —Su cola da golpecitos emocionados en el barro —. Incluso
conseguiré lentes que nos combinen. Todo o nada.
La lengua de Frank se asoma por el lado de su boca, en aprobación. Tal vez ni
siquiera hacen gafas de sol para perros, pero durante un tiempo he tenido esta
imagen en mi cabeza: Frank y yo nos metemos en un auto destartalado, salimos
en la única carretera que sale de la ciudad, con gafas de sol, por supuesto. Y nos
dirigimos directamente a Los Ángeles.

Desde que tengo memoria, me pican los dedos de ganas de hacer cosas.
Escribir. He llenado diarios, terminado fanfics, escapado una y otra vez en las
páginas de la vida de otra persona. Si papá tenía razón, (si pudiera hacer algo, ser
alguien) haría un espectáculo como Starfield y les diría a otros niños raros que no
están solos. Y después del próximo año, mi último año, lo voy a hacer. O comenzar.
Estudiar escritura de guiones. Escribir guiones. Ya tengo un portafolio, más o
menos. En este momento, satisfago mi necesidad de escribir, escribiendo en mi
sitio Rebelgunner, donde cubro la única cosa que sé con certeza: Starfield. Eso y el
dinero que estoy juntando de mi trabajo en el camión de comida serán mi boleto
para salir de aquí. Algún día.

— ¡Danielle! —Mi madrastra chilla desde la ventana de la cocina.

Empujo los pedazos de carne debajo de la cerca y Frank se zambulle de


cabeza en el cuenco.

—Tal vez en otro universo, muchacho — le susurro —, porque por ahora, mi


casa está aquí.

Este lugar está demasiado lleno de recuerdos como para dejarlo, incluso si
quisiera irme. Papá técnicamente me dejó la casa, pero Catherine está a cargo de
eso mientras yo todavía sea menor de edad. Así que hasta entonces…

— ¡Danielle!

Hasta entonces estoy aquí con mi madrastra y sus hijas.


— ¡Bueno! ¡Ya voy! —Con una última caricia detrás de la oreja de Frank, me
despido, hago una nota mental para regresar más tarde por el plato y vuelvo a la
cocina.

— ¡Chicas! —Catherine vuelve a llamar, arrojando un bolso de Gucci sobre su


hombro. — ¡Dense prisa o llegarán tarde a la lección del Sr. Craig! ¿Chicas?
¡Chicas! Será mejor que estén despiertas o que dios me ayude, las voy a. . .—Sus
pasos resonaron en su habitación y miro el reloj. 8:36.

No hay forma de que salgan de aquí a tiempo. No, a menos que acelere las
cosas.

A regañadientes, preparo col rizada, fresas y leche de almendras para


preparar los batidos matutinos de las gemelas. Catherine, por supuesto, dejó su
revista extendida en el mostrador, así que la cara de Darien Freeman me sonríe.
Mis labios se curvan en una mueca de desprecio. Hubo rumores de que se había
registrado en el nuevo remake de Starfield, pero es una broma tan grande como
decir que Carmindor será interpretado por un pug montado en una patineta. No
pones una estrella de telenovela a cargo de una galaxia completa.

Ugh. Presiono MEZCLAR y trato de no pensar en eso.

Arriba, hay golpes sordos cuando Catherine saca a las gemelas de la cama.
Esto sucede todas las mañanas, como un reloj.

Mi rutina de la mañana de verano es la siguiente: Despertar; café, una


cucharada extra los lunes. Catherine se inclina sobre los periódicos del día y
corta los cupones. Se queda demasiado tiempo probando bolsos y vestidos
bonitos. Dice algo pasivo-agresivo sobre su vida anterior. Ordena que le prepare
el desayuno. En su lugar, alimento a Frank. Catherine sube las escaleras y les grita
a las gemelas por "olvidarse" de poner las alarmas. Todavía no preparo el
desayuno. Diez minutos más tarde, las gemelas pelean por la ducha, y Catherine
me recuerda que ella es la que tiene la escritura de la casa, Danielle, y a menos
que quiera que ella cobre en efectivo por este lugar para un condominio de lujo
(como si esta casa alguna vez llegara a costar tanto), mejor que prepare el
desayuno. Así que mezclo su vómito de Grinch, las gemelas agarran sus vasos a
juego y Catherine las empuja hacia la puerta para clases de tenis.

El resto de mi día no es mucho mejor. Llego cinco minutos tarde al trabajo,


pero mi compañera de trabajo Sage, la hija del dueño del camión de comida, está
demasiado absorta en sus revistas de moda de Harajuku para darse cuenta.
Luego son ocho horas en La Calabaza Mágica, repartiendo buñuelos de comida
saludable a banqueros en trajes de negocios apretados y mamás futboleras1 con
bebés saltando sobre sus caderas. Luego me abro paso por el supermercado
armada con cupones que hacen que la cajera ponga los ojos en blanco cuando
llego a la fila (todos odian los cupones). Luego regreso a casa para una "cena
familiar", hecha por mí. Escucho las quejas de las gemelas sobre mi comida, luego
desaparecen al piso de arriba para filmar un blog de belleza sobre el delineado

1
En general, se refiere a mujeres de clase media-alta que viven en los suburbios y que emplean gran parte de su
tiempo en llevar a sus hijos en edad escolar a sus actividades deportivas
perfecto o el mejor par de sombras de ojos con labios de rubí o lo que sea. Luego,
platos, sobras, una última visita a Frank y a la cama.

Bueno, maso. Luego las repeticiones nocturnas de Starfield en la TV cuadrada


de mi papá en la esquina de mi habitación. Quizás escribo una publicación en el
blog sobre el episodio, si me siento inspirada. Reviso todos los sitios de fans de
Stargunner para obtener noticias. Me quedo dormida con la voz del Príncipe de la
Federación "Mira a las estrellas. Apunta. Ilumina."

A la mañana siguiente me levanto y hacemos todo de nuevo, pero esta vez,


(¡plot twist!) llegaré a trabajar a tiempo. Tal vez Sage me hable por una vez. Tal
vez las gemelas sean agradables. Tal vez alguien compre dos boletos de avión a
L.A. y los deje en el frasco de propinas. Tal vez escriba una carta de amor al
episodio 43 en lugar de criticar la integridad de los personajes a medida que la
colonia explota. Tal vez sueñe con papá.

La licuadora gruñe como si tuviera dolor. La dejo descansar y agito el batido


de col en dos vasos separados, mirando nerviosamente el reloj del microondas.
8:41 a. m.

Después de deslizar los desayunos de las gemelas por el mostrador como la


empleada de servicios alimentarios experimentada que soy, busco en el armario
el tarro de mantequilla de maní que guardé anoche. Protejo mi mantequilla de
maní como Gollum protege el Anillo Único, mío, precioso, sin importar qué dieta
"estemos haciendo” en la casa.

En este momento, Catherine está con la dieta paleolítica, pero el mes pasado
fue comida cruda. Antes de eso South Beach, ¿o era Atkins? Algo con tocino. La
próxima semana será baja en grasa o baja en sal o ... lo que sea de lo que tenga
antojo. Cualquier comida que pueda hacerme prepararle, amenazándome con
vender esta casa, la casa de papá.

Saco la última porción de mantequilla de maní del fondo del tarro, saboreándola
en mi lengua. Tomo mis victorias donde sea que pueda obtenerlas. Arriba, la
ducha se apaga con un gemido de tuberías. Finalmente. Las gemelas se están
tomando su tiempo esta mañana.

Por lo general, disfrutan de la práctica de tenis en el club de campo porque


sus amigos siempre están allí. Es un lugar frecuentado si eres popular y rico. ¿En
cuanto a mí? Catherine siempre insiste no sutilmente, en que lo único que me
conviene hacer en el club es llevar los palos de golf de alguien.

Pongo la jarra de mantequilla de maní en la basura y reviso mi teléfono de


ladrillo indestructible, que “heredé” después de la muerte de papá. Otra gran idea
de la monstruodrastra, otra forma de ahorrar el dinero que apenas tenemos; a las
gemelas les permitió comprar otros nuevos, pero si yo quería un teléfono, tenía
que agarrar lo que estuviese en la casa. Es enorme; prácticamente puedes
defenderte de un barco lleno de Reavers con él, pero al menos dice la hora.

8:43 a. m. ¿No pueden irse antes? Sólo una vez. Solo una vez salgan de la casa
a las 9 a.m.
Están arriba, pero la voz nasal de Chloe se oye clara como una campana. —
Pero mamá, ¡Darien Freeman va a estar en la televisión esta mañana! No me
perderé eso.

Mi corazón se hunde. Si Chloe toma el control de la televisión, no hay forma


de que pueda ver Hello, America.

—Podemos llegar unos minutos tarde — repite Calliope. Cal se pone del lado
de Chloe en todo. Tienen la misma edad que yo, a punto de pasar a último año,
pero también podríamos estar en planetas diferentes. Chloe y Calliope son
titulares en el equipo de tenis. Organizadoras del comité de bienvenida. Líderes
del baile de gala. Y no les importa usar su popularidad para recordarles a todos
en la escuela que soy prácticamente mugre. Que, sin su familia, sería una
huérfana.

Gracias. Como si pudiera olvidar eso.

—No podemos perdernos esto —dice Chloe —. Tenemos que verlo y


bloggearlo o todos los demás tendrán sus reacciones antes que nosotras. Y eso
nos mataría, mamá. Nos mataría.

—Cariño, le estoy pagando al Sr. Craig una hermosa suma de dinero para que
les enseñe tenis. ¡No desperdiciaré sus puestos en el equipo el próximo año por
un programa de televisión!

Catherine baja las escaleras y vuelve a entrar en la cocina, revolviendo su


bolso.

—Danielle, ¿has visto mi celular?

Alcanzo el mostrador para desengancharlo del cargador de pared. —Aquí


está.

— ¿Por qué lo pones ahí? —Ella me quita el teléfono sin echarle un segundo
vistazo y comienza a bajar por su feed de Facebook —. Ah— agrega —, y recuerda,
mañana es…

—Sí— digo —. Lo sé. —Como si me olvidara el día en que murió mi padre. —


Debería conseguir orquídeas este año o…

— ¡Chicas! —grita Catherine, mirando su reloj. — ¡Bajen aquí ahora!

— ¡De acuerdo! —Bajan las escaleras con sus tenis blancos y toman sus
batidos del mostrador. Las gemelas son la viva imagen de Catherine. Cabello claro,
ojos color avellana, labios carnosos hechos para romper corazones. Chloe y mi
madrastra están cortadas con el mismo molde, pero Cal es un poco diferente, un
poco más silenciosa. Creo que es porque se parece a su padre, que salió corriendo
cuando ellas eran unas niñas y se casó con la hija de algún propietario de un
casino de Atlantic City.

En este momento, ambas tienen el pelo rubio recogido en una coleta


apretada, y sería imposible diferenciarlas si no sabes que Calliope siempre hace
coincidir sus pendientes con sus lentes de color púrpura, y Chloe tiene un color
de uñas nuevo todos los días. Hoy, son de un dulce azul veraniego. A veces el mal
viene disfrazado.

— ¡No es justo! ¿Por qué Elle no tiene que ir a estas estúpidas lecciones? —
Chloe se queja.

—Chicas. —Mi madrastra hace un tsk, poniendo una sonrisa paciente. —Elle
tiene que arreglárselas con los talentos que tiene.

Intento ignorarla mientras agarro mis llaves del cuenco en el vestíbulo y las
pongo en mi bolso, fingiendo que me estoy preparando para el trabajo. A veces
pienso que Catherine olvida que estoy en la habitación.

—Vas a arruinar nuestra carrera — acusa Chloe, tomando su batido verde —.


Necesitamos estar al tanto de esto.

—Todos los demás estarán tuiteando al respecto — agrega Calliope.

— ¡Desde que obtuvimos cien mil visitas gracias a nuestro tutorial de


maquillaje de Seaside Cove, la gente espera que estemos al día!

— ¡CHICAS! —Catherine golpea una uña rosada hacia la puerta. —Lecciones


de cuatrocientos dólares. ¡AHORA!

Calliope pone los ojos en blanco, toma su bolso del estante en el vestíbulo y
sale corriendo por la puerta hacia Miata rojo (otra "necesidad" para la "imagen"
de Catherine). Catherine mira a la gemela restante. Si hay algo que Chloe no
puede soportar, es la desaprobación de su madre. Ella agarra su bolso también,
exactamente lo mismo que Cal, excepto que es rosa, y sale corriendo detrás de su
hermana. No envidio ese trayecto a la práctica.

Mi madrastra le da un último retoque victorioso a su cabello en el espejo del


vestíbulo. — ¿Estás segura de que no quieres que hable bien de ti en el club,
Danielle? Estoy segura de que te tomarán de vuelta incluso después de tu...
incidente... el año pasado. Has aprendido, ¿verdad?

¿A nunca volver a confiar en un chico? Por supuesto. Hago una sonrisa


educada. —No, gracias.

—Es el mejor lugar para alguien como tú, sabes. — niega con la cabeza. —
Verás que tengo razón al final. — Con eso, cierra la puerta.

Espero hasta que el Miata sale del camino de entrada antes de correr la sala
de estar y encender el televisor. 8:57. Perfecto. Se supone que el camión de
comida debe recogerme a las diez para ir al juego de béisbol RiverDogs en la
ciudad, así que tengo bastante tiempo. Durante la próxima hora, disfrutaré de
quizás las noticias más importantes en la historia de Starfield.

Este momento para finalizar todos los momentos, o quizás comenzarlos. Un


nuevo Starfield para una nueva generación. Me gusta el potencial que hay en eso.
Agarrando el control remoto de la mesa de café, me siento con las piernas
cruzadas frente al televisor de 54 pulgadas. La pantalla negra parpadea, y la
anticipación florece en mi pecho. Ojalá papá pudiera estar aquí para ver esto.
Ojalá pudiera estar sentado a mi lado. Él estaría igual de emocionado; no, estaría
más emocionado. Pero la realidad es que realmente no tengo a nadie con quien
fangirlear. Sobre quién finalmente se pondrá las estrellas de la Federación y
seguirá los legendarios pasos de David Singh, el Príncipe Carmindor original.

He estado blogueando sobre ello durante meses en mi pequeño rincón del


mundo, pero nadie realmente lo lee. Rebelgunner es terapéutico, más parecido a
un diario. Lo más cercano a amigos que tengo es la comunidad Stargunner en
línea, donde todos han estado especulando sobre el elenco: ¿tal vez el tipo de la
última película de Spider-Man? ¿O tal vez esa linda estrella de Bollywood que está
en todos los GIFsets de Tumblr? Sea quien sea, será mejor que no elijan a un actor
blanco para ser mi príncipe.

En el televisor, Hello, America está cerrando un segmento sobre mascotas que


hacen cosas tontas en Internet. La anfitriona sonríe, y luego la cámara corta a la
audiencia. Está lleno de chicas, muchas chicas, y todas están animando.
Sosteniendo carteles. Vistiendo camisetas con el mismo nombre garabateadas
sobre ellas. Un nombre que hace que la anticipación en mi pecho se enfríe y caiga
como una bomba atómica en mi estómago.

Darien Freeman.

Las chicas levantan sus manos hacia la cámara, gritando su nombre. El


nombre de solo una persona. Algunos parecen literalmente desvanecerse.

Yo no me desmayo.

Mi emoción hace una vuelta en U convirtiéndose en terror.

No, no, esto no puede estar bien. Debo haber puesto el canal equivocado.

Hago clic en el botón INFO. Hello, America, los subtítulos, y lo único que
quiero es que la Nebulosa Negra me trague entera.

¿Cuáles son las probabilidades? ¿Cuáles son las probabilidades de que él esté
en la misma charla esta mañana? ¿Cuáles son las probabilidades de que él sea el
invitado en el programa que anunciará el elenco de Starfield?

Pero la anfitriona sonríe y dice algunas palabras, y de repente todos mis


temores se vuelven realidad.

El logo de Starfield brilla en la pantalla detrás de ella. Este momento se ha


convertido en una catástrofe de la que no puedo apartar la mirada. Es mi fandom
completo chocando con un pozo ardiente y burbujeante de desesperación.

No. No, no es él. No puede ser él.

Darien Freeman no es mi Príncipe Carmindor de la Federación.


LA MUCHEDUMBRE ESTÁ LLENA DE MONSTRUOS.

De acuerdo, no monstruos reales. Pero tú intenta volar a la ciudad de Nueva York


en un vuelo nocturno, sin más con lo que subsistir que café quemado y medio
pomelo, sentado durante treinta minutos en una silla de maquillaje para que tu
estilista pueda poner en su lugar a tu cabello rizado (por el amor de Dios, hombre ,
es cabello), en jeans de diseñador que te pellizcan en lugares que ni siquiera están
despiertos tan temprano mientras tratas de recordar las respuestas a todas las
preguntas que te van a hacer los anfitriones (todo en tres horas de sueño, tres) y
luego estar emocionado de ver una multitud de fanáticos.

Respira, me digo a mí mismo. Está bien.

Camino de un lado a otro detrás del escenario exterior. Nadie me ha visto todavía,
pero mi piel se siente como si me estuvieran mirando. Viene con el lugar.

Ahora sé por qué Gail, mi mánager, me dijo que tomara dos Advil2 antes del
espectáculo. He estado en conciertos de rock (y, en el pasado, paneles de
convenciones), pero esta audiencia es ridícula. Gail dijo que han estado aquí desde
las cuatro de esta mañana. ¿Qué persona en su sano juicio haría cola tan temprano
para mí?

A mi lado, Gail rebota en sus bien gastadas zapatillas de deporte. No creo que
haya tenido la oportunidad de sacárselos desde el segundo episodio de Seaside Cove.
Ella está desplazándose a través de sus correos electrónicos, asintiendo. —Todo está
listo. Tenemos tu vuelo reservado para esta noche, tu viaje de ida y desde el
aeropuerto, dos asistentes que interfieren con los paparazzi... —Entonces ella me
mira y sonríe. —Somos oro.

Ella me da una botella de agua y la pongo contra mi cuello. Su cabello rubio fresa
está recogido en un moño rizado demasiado apretado, una señal segura de que está
tan estresada como yo.

—Sólo respira. Estarás bien. Este es solo el curso inicial para el bombardeo de los
medios. Puedes hacerlo.
2
Medicina para calmar el dolor de cabeza, espaldas, etc.
—Se podría decir que estoy subiendo de nivel— bromeo.

Ella me da una mirada en blanco.

— ¿Como en los videojuegos? Cuando obtienes suficientes puntos de


experiencia. . . Cállate. —Desenrosco la botella y tomo un trago. A través del espacio
en las cortinas detrás del escenario, veo a mis fans moverse con impaciencia.
Entorno los ojos. — ¿Esa chica está usando un polo con mi cara?

—No le prestes demasiada atención— responde ella. Su teléfono suena y lo saca


de nuevo. Ella frunce el ceño.

La miro de reojo. — ¿Todo está bien?

Ella se desplaza a través de su correo electrónico.

— ¿Tierra llamando a Gail?

Nada.

—Gail Morgan O'Sullivan.

— ¿Qué? ¡Oh! —ella se mete el teléfono en el bolsillo trasero —. Perdón, perdón.


¿Alguna vez sientes que estás olvidando algo?

—Mi ropa interior. Todo el tiempo —digo con seriedad —. A veces me hago un
calzón chino solo para asegurarme de tenerlos puestos.

Su preocupación se abre en una pequeña sonrisa. —No.

Gail es mayor (de veinticinco años más o menos) con pecas en las mejillas que se
oscurece en el verano y casi brilla cuando se sonroja. Además de mi copia firmada
de Batman: Year One, ella es la mejor amiga que tengo. Cuando eres yo, los
verdaderos amigos no llegan tan fácil. O en absoluto. Solían hacerlo, pero aprendí
por las malas que las cosas cambian. Especialmente cuando eres famoso.

Un miembro del staff se acerca a mí para ponerme el micrófono. Lo paso debajo


de mi chaqueta y sujeto el receptor a la parte trasera de mis jeans. —Dos minutos —
dice, y se va corriendo.

— ¡Oh-kay! —dice Gail —. Recuerda sonreír y ser lo mejor que puedas ser. —Ella
me mira con ojos de águila, colocando un mechón de cabello en su lugar y
enderezando la chaqueta sobre mi camiseta. Es lo más caro que poseo (el blazer, no
la camiseta) según lo pedido por mi agente. Él quiere que luzca agradablemente
geek, pero aun así del material de Seaside Cove que usa de Burberry. Lo cual, en lo
que a mí respecta, son dos corrientes que no debes unir nunca.

—Mira a las estrellas. Apunta. Ilumina. —Gail canta. Ella me abraza fuertemente.
—Estoy tan orgullosa de ti, Darien. Tu padre también está. . .
—Orgulloso del dinero —murmuro.

Su boca se contrae. —No creo que sea solo. . .

La alegría chillona de la audiencia corta sus palabras. Solo chillidos, gritos


infernales. Estoy bastante seguro de que mi co-estrella Jessica Stone (dulce,
popular, con un historial de películas independientes que es mucho más
impresionante que mi temporada en Seaside Cove) consigue una multitud que es
mucho más. . . tranquila. Sus seguidores no escriben YO AMO A JESS en sus
camisetas, simplemente. . .bueno, no importa. Realmente no quiero pensar en las
espeluznantes búsquedas de Google de los fans de Jess Stone. Nuestras multitudes
son diferentes, fin de la historia. El director de Starfield, Amon Wilkins, de la fama
de una enorme película, probablemente pensó que ella haría traer la codiciada
atención de los premios y elogios. Pero creo que lo sabré lo suficientemente pronto,
ya que comenzamos a filmar mañana.

¿Y yo? Aparentemente traje un ejército de monstruos a un adorado fandom de


culto. Mis fanáticos se autodenominan SeaCos, o tal vez sean Darienites. ¿Y hoy?
Este es un truco publicitario. Este es mi gerente y equipo de relaciones públicas en
su máxima expresión.

Scotty puede transportarme en cualquier momento ahora.

Esa es la cosa también. Sé que no soy el primer chico que se hace cargo de un
personaje que la gente ya ama. Estoy seguro de que Chris Pine tenía personas que
no le cayeron bien porque era Kirk 2.0. Pero soy diferente. Tengo dieciocho. Él tenía
veintitantos años. Tuvo tiempo de refinar su No Fraks Given. Todavía me preocupa
emparejar mis calcetines y asegurarme de que nadie descubra mis calzoncillos de
Star Wars. Además, en este momento, mis manos están húmedas y creo que estoy
empezando a sudar, y sudar durante una entrevista televisada es lo peor que puedes
hacer.

Inhala, exhala. Puedes hacer esto, Darien.

El señor del staff se vuelve hacia atrás y me encierra en los escalones del
escenario. Comienza a contar con los dedos.

Cinco. . . cuatro…

Alizo mi blazer. Trago mi ansiedad.

—Y ahora vamos a invitar a nuestro próximo invitado al escenario —dice uno de


los anfitriones, callando a la multitud —. El joven actor mejor conocido como el rey
de Seaside Cove —Bendita manera de romper mi ego, Batman, eso arruina todo mi
crédito callejero —, y ahora recogiendo el manto como nuestra realeza favorita de
las estrellas, Príncipe Carmindor de la Federación... ¡Darien Freeman!

Inhala, exhala. Pon una sonrisa.

Como un superhéroe que se pone una máscara, salgo de mí y me meto en Darien


Freeman, engullido por los gritos devastadores de quinientas adolescentes.
El hermoso rostro (Molestamente hermoso, la clase que recordarás porque estará
plasmado en cada anuncio de fragancia y en la cartelera por los siguientes diez años)
de Darien Freeman, se estira a través de toda la televisión de 54 pulgadas de mi
madrastra, sonriendo burlonamente de una manera fácil. Piel marrón, largas pestañas,
pelo rizado. Él podría parecerse al papel, pero su sonrisa es tan brillante que es casi
cegadora. No es terco, melancólica característica del Príncipe de la Federación.

Carmindor sonrió solamente una vez en todos los cincuenta y cuatro episodios. A la
princesa Amara en el episodio 53. El último episodio. . .

No, no. Nadie piensa sobre el último episodio, deja a los solitarios hablar sobre ello.
Eso nunca ha pasado. Yo incluso he añadido a la lista negra las menciones sobre ello en
mi blog.

El centro Rockfeller está atestado con Starfield azules y plateadas. Una multitud de
fanáticas en el primer círculo de la fila alrededor de ¡Starcrushéame! y Yo quiero hacer
wabba-wabba contigo cantan como si ellas hubiesen visto las misiones interestelares
contra el Nox de primera mano. Cosa que no han hecho.

Incluso si yo no lo he hecho.

Papá, pensé…él estuvo ahí desde el principio. El fanático original. Él incluso empezó
una convención para eso. ExcelsiCon. Nosotros fuimos cada año. Yo recuerdo
conociendo al envejecido reparto, consiguiendo mi stargun firmada. Escondiéndola en
mi mochila durante la escuela. Despertándome cada mañana con la alarma de papá
sonando el tema musical. Comiendo cereales Wabba-Wabba para el desayuno (que en
realidad eran simplemente Frosted Flakes, pero para una niña de seis años no sabía la
diferencia) Mirar las estrellas en los veranos y pretendiendo derrotar al Nox en nuestra
retaguardia. Salvando la galaxia que estaba siendo succionada hacia la Nebulosa Negra.

Viviendo con papá era como estar viviendo en un universo donde el Príncipe
Carmindor de la Federación existía.

Y entonces, en un abrir y cerrar de ojos, ese universo se desvaneció.

Mis dedos estaban sobre el botón de encendido del control remoto, pero no podía
apartar la mirada. ¿Cómo se enfrentarán los fans de Seaside Cove con nuestros
Stargunners? Es como ver a dos corredores que se dirigen a una colisión a toda
velocidad. . . Tengo que verlo.

Reclinándose en la silla de aspecto cómodo, Darien Freeman saluda (un poco tímido,
un poco estupefacto) a su mar de fans y a los presentadores dándole la bienvenida al
show. Estoy segura de que piensa que es adorable.

—Es genial estar aquí —Darien Freeman empieza. Sus fanáticos gritan como las
sirenas de una ambulancia: “¡Te amo, Darien!” y “¡Cásate conmigo!”

Ugh, patético.

Uno de los presentadores, uno con una enorme barbilla dice: — ¡Estamos muy
emocionados de tenerte! Recuerdo (y esto podría situarme en una época) estando
despierto hasta tarde solamente para ver el programa. ¡Es un clásico! ¿Cómo te sientes
interviniendo en un papel tan importante como Carmindor?

El actor sonríe. Sus dientes son demasiado blancos, sus labios tan
equilibrados. . .Apuesto a que lo practica en el espejo. —Es un honor, eso de seguro —
dice él, aunque no sabría ni un clásico así le disparen cañones phaser3 —, y estoy
mirando más allá para entrar en Carmindor. Son grandes zapatos para llenar.

—Grandes botas, querrás decir —se lo digo a nadie. David Singh fue fenomenal. Un
rompe barreras en los días en que casi ningún otro programa de ciencia ficción tenía
un actor principal de color. Un defensor de los derechos humanos, en pantalla y fuera
de ella. Un hombre que creía verdaderamente en la filosofía de Starfield.

—Bueno, a diferencia de Rick aquí, yo nunca he visto Starfield, —dice la segunda


presentadora, una mujer menuda vestida con un pantalón blanco que probablemente
no tenga la intención de parecerse a un Stormtrooper pero realmente lo hace. — ¡Pero
parece que todo el mundo sabe sobre eso en los últimos días! Ese lema, ¿cómo era?

—Mira a las estrellas. Apunta. Ilumina. —dice Darien —Y espero que te conviertas
en una fanática. Starfield tiene de todo un poco para cada uno. Es una historia sobre la
buena nave Prospero y su tripulación mientras luchan para proteger la galaxia y
defender los estándares de paz e igualdad. Oh —él sonríe— y luchan contra aliens.

— ¡Eso suena francamente aterrador! —la presentadora jadea. Pongo los ojos en
blanco. “Pelear contra alienígenas” no es como yo describiría frente al rey Nox,
técnicamente los humanos son los aliens en la serie. Asi que de nuevo, soy una
Stargunner actual.

—Ahora, no nos odies por esto —el presentador continúa —, pero a nosotros nos gusta
hacer pequeños juegos en nuestro programa, y sinceramente, tú luces como que
supieses mucho sobre Starfield, pensé que podría desafiarte al Dunk Tank.

La cámara panorámica apunta a una cabina llena de agua con un tiro al blanco en el.
La cámara se vuelve hacia Darien, quien está haciendo (bueno, fingiendo) una
expresión impactada. — ¡Oh, hombre! ¿De verdad?

3
(Ciencia Ficción) Un arma que lanza un rayo que puede aturdir o aniquilar.
— ¡Por supuesto! —Entonces la presentadora sale detrás de su silla y muestra una
pistola de agua. — ¡Vamos a ver lo bien que nos puede enseñar sobre Starfield! Cuando
respondas mal, dispararé.

Oh, pienso, esto va a ser bueno. No hay manera de que sepa nada de la serie más allá de
su propio personaje.

La multitud empieza a cantar en voz alta y ruidosa. — ¡Dunk Tank! ¡Dunk Tank! ¡Dunk
Tank!

Darien levanta sus brazos a la multitud dramáticamente. — ¿De verdad? ¿De verdad?
¿Quieren ver cómo me mojo?

— ¡Dunk Tank! ¡Dunk Tank! —la muchedumbre canta, y estoy de acuerdo.

— ¿Qué dices, Darien? —la presentadora pregunta, sonriendo.

Él resopla, dejando su cabeza colgada, está actuando todo, oh, muy bien, vamos a
hacer esto. Entonces él apoya fuertemente sus manos en los lados del sofá y se levanta,
quitándose su cara y bonita chaqueta. — ¡De acuerdo! Tú estás dentro.

Oh, ¿en serio? Vamos a ver en qué te equivocarás, Darien Freeman. Doblo mis brazos
y me vuelvo a sentar. En la pantalla, Darien sube encima del tanque con agua, con gafas
de seguridad alrededor de sus ojos, y sube los pulgares hacia arriba.

La mujer coge su pistola de agua y mira a la carta en su mano. — ¡Primera pregunta!


¿Cuál es el nombre del gobierno del que Carmindor es parte?

— ¿De verdad? ¡Muy fácil! —Darien vuelve a gritar hacia ella — ¡La Federación!

Suena un timbre, señalizando que la respuesta es correcta, y la audiencia abuchea,


gritando para que lo mojen ya. Algo pasa volando cerca de la cabeza de Darien, creo
que es ropa interior. Él no se ve de mal humor en lo más mínimo, sonriendo de oreja a
oreja, balanceando los pies debajo de la tabla en la que está sentado.

—Bueno, ¡Vamos a hacerlo un poco más difícil! —el presentador de barbilla grande
grita. Él lee la siguiente pregunta — ¿Quién es el mejor amigo de Carmindor?

— ¡Euci! ¡Un poco más difícil que eso! —Darien los incita.

— ¿Qué tal sobre que hacía Euci en la nave? ¿O en qué episodio Carmindor traiciona
Nox para salvar a su colonia? — murmuro — ¿Qué me dices sobre esas preguntas, chico
bonito?

La multitud canta más fuerte. — ¡Dunk Tank, Dunk Tank, Dunk Tank!

— ¿Cuál es el nombre del barco?

— ¡Prospero!

— ¿Cuál es el saludo de la Federación?


— ¡La promesa jurada!

La presentadora sonríe y saca la carta final, claramente con la intención de matarlo.


Me siento en el borde de mi sitio.

— ¿Cómo llama Carmindor a su amor en el episodio final de la serie? —pregunta ella.

Darien tartamudea en esa. Él mira alrededor, fuera de la multitud.

— ¡Sin trampas! —la presentadora grita —¿Te rindes? Diez, nueve…

Arriba de la tabla, Darien se muerde la mejilla, meciéndose hacia delante y hacia atrás.
Yo resoplo. Obviamente no se sabe esta. Él nunca se ha visto un episodio de Starfield en
su vida.

— ¡Cinco! ¡Cuatro! ¡Tres! —La multitud empieza a contar. La presentadora separa sus
pies y apunta con una mano (muy dramáticamente, lo que no es una buena manera de
apuntar con un arma de agua) mientras Darien se frota la parte posterior del cuello,
buscando respuestas.

— ¡Dos! . . . ¡UNO! —la multitud aplaude.

La presentadora dispara y golpea al centro del blanco directamente. Una sirena suena
y una luz intermitente gira por encima de la cabeza perfectamente ordenada de Darien
Freeman, el tablón se desliza por debajo de él. Él se va cayendo dentro del agua, y la
multitud se vuelve loca. Ellos lo están amando.

Extrañamente, pienso, yo no

—Es ah’blena —murmuro, incluso cuando él está bajo el agua. Incluso si lo estoy
viendo a él a través de la televisión. Incluso si él definitivamente no puede oírme y
estoy simplemente hablando a una pantalla de plasma plana. Aún. Si él va a ser
Carmindor, es algo que debería saber. Mojado en el tanque o no mojado en el tanque.
—Ah’blena es como le llama él a ella.

En la pantalla, Darien emerge del tanque empapado y voltea el pelo mojado hacia la
multitud, y ellos gritan, alzando sus manos. Él les sonríe.

Frunzo el ceño. En este punto, la única forma en la que la película puede salvarse es
anunciando al villano perfecto. Obviamente, debería ser el rey Nox, ¿El motivo de cuán
genial sería? Los Nox son los enemigos naturales de la Federación, pero,
desafortunadamente, los primeros de los años 90 SFX en la serie original no los
hicieron tan sexys, con sus orejas gigantes. Un retoque podría hacer que se vean mejor.
Mas (vamos a ser honestos) que pensar en el potencial de la slash fiction. Miro mi
teléfono, simplemente para saber la hora, pero todavía tengo unos buenos veinte
minutos antes de estar de servicio en La Calabaza.

En la pantalla, Darien lleva una toalla entregada a él por un PA, y empieza a secarse.
Pero entonces alguien le dice que se quite su camiseta. Él se para, volviéndose a la
multitud.

— ¿De verdad? —pregunta él a los demás.


Ellos gritan en respuesta.

Los gritos se vuelven más altos cuando alcanza el botón de su empapada camiseta. Y
ya puedo ver la definición de su pecho a través de la tela. Todo el mundo puede. Me
quejo. ¿Por qué la vida no tiene un botón de avance rápido?

A diferencia de las gemelas, no soy una fanática de Darien Freeman. Y definitivamente


no soy una fanática de ese sueño mojado adolescente del show Seaside Cove.

Pero entonces Darien Freeman se quita su camiseta, y mi boca se cae. Sus


abdominales y su pecho cruzan le televisión de Catherine, penetrando hacia mi
dormido cerebro como un rayo de esperanza en este universo sin Dios.

—Él…él ciertamente se ha esforzado para el Príncipe de la Federación. —murmuro—


Le daré esa.

Lo miro más tiempo de lo que quiero. Más del que nunca (nunca) admitiré. Darien,
claramente amoroso cada minuto, abre sus brazos y entonces, después de un momento,
se inclina hacia la audiencia.

La presentadora empieza a abanicarse a sí misma con su pistola de agua. —Bueno.


¡Eso te sucede por perder! ¿Puedo tocarlos?

Fuera, un estruendo atraviesa el aire tan fuerte que hace que tiemblen las fotos de
encima de la repisa de la chimenea y salto. Crap. Reconocería ese sonido en cualquier
lugar.

La Calabaza Mágica está viniendo.

Rápidamente, me vuelvo a la televisión, cogiendo el control de la TV como en una


súplica. —¡Vamos, simplemente anuncia quién es el villano! —le ruego —¡Por favor
deja que sea el rey Nox ! ¡Por favor! ¡Por favor!

—Así que, como el héroe de la Federación galáctica —el chico de la gran barbilla le da
a su compañera una pequeña y compasiva mirada mientras mira a Darien ponerse su
camiseta de nuevo. —, tú necesitas una némesis.

—¡Piensa en los monólogos! ¡Piensa en el OT3s! —le grito a nadie —¡Simplemente


dame algo, universo!

Gran Barbilla sigue como si yo no estuviese haciéndole caso muy convincentemente.


—Ahora he oído que el villano ha sido muy silencioso y ha habido algunos…
rumores…andando por ahí. Sobre una cierta…chica.

Mi boca se cae abierta, sin palabras. Si es una chica, entonces no es el rey Nox. Pero
entonces tiene que ser…

Me inclino más cerca para escuchar por encima del ruido de la Calabaza, sosteniendo
la vela en la mesa de café para evitar que se sacuda en su frasco. Darien Freeman dice
algo raro, se entretiene con sus gemelos de los puños de camisa, y espera por
eso…espera por eso…
Me concentro en leer sus labios. Son buenos labios, por lo menos. Y reconozco las
silabas que dice alrededor de ellos. La forma de su boca hace el nombre del villano, la
forma en la que su lengua se forma alrededor del sonido.

Las bocinas de La Calabaza suenan desde la entrada, y en la siguiente puerta, Frank


empieza a ladrar. Los cuernos vuelven a sonar, pero Sage va a tener que esperar, ella
ha llegado temprano, de todos modos. Simplemente me vuelvo a sentar, aturdida. No
puedo creerlo. Ellos han cogido al único villano (al único personaje) del que no quería
volver a pensar de nuevo. En el Starfield original, el Príncipe Carmindor grita su
nombre al cielo con una agonía mientras sacude el puño.

Por otra razón, ella es la única villana que tiene sentido para un remake de la película.
La única que podría arrancar tu humano corazón débil de tu pecho y usar tu columna
vertebral como hilo dental contra los dientes de la agonía y de la amargura. El Príncipe
Carmindor es el único y solitario amor interesado.

Princesa Amara.

Gran Barbilla mira a la pantalla. —Y si quieres ser unos de los pocos afortunados de
conocer al propio Príncipe de la Federación, ¡Midlight Entertaiment se asoció con
ExcelsiCon este año para organizar una competición de fans! ¡Disfrázate de tu
personaje favorito de Starfield y tú podrás ganar entradas de única-vez-en-la-vida para
el baile de máscaras de la ExcelsiCon, donde los ganadores serán llevados a un meet-
and-greet con nuestro chico Darien Freeman, además de entradas para el estreno de
Starfield en Los Ángeles!

Sacudo mi cabeza. La única parte de ese premio que quiero son las entradas a Los
Ángeles. Y quizá tener la oportunidad de decirle a Darien Freeman lo que pienso de su
estúpido, insípido Carmindor a su estúpida, insípida cara.

Darien Freeman le da al presentador una mirada extraña. —Yo… ¿qué?

El presentador lo mira, boquiabierto. Hay una incómoda pausa. Entonces Darien


Freeman mira a la televisión de nuevo. A mí. Una emoción cruza su rostro que no
puedo reconocer (algo que él está tratando de ocultar) y que millones de americanos
están viendo.

—Ya sabes, Darien. ¡ExcelsiCon!

Darien asiente distraído. —Cierto, cierto. Lo siento. Por supuesto.

La presentadora pone una mano en su rodilla. —Darien, fue muy agradable el tenerte
en el show y no podemos esperar por Starfield, ¡Llegando a los cines la próxima
primavera!
De repente, hay un sonido fuera del rango de la cámara. Gritando. Alguien sube al
escenario y comienza a correr hacia el actor. Una chica con una camiseta hecha en casa
de I’LL SEA YOU AT THE COVE4 con la parte baja del bikini.

Su boca se une con la de él, con tal fuerza que ambos caen del sofá. Los de seguridad
intervienen. La cámara corta a un comercial de Huggies.

Me hundo aún más profundo en la blanda silla de Catherine. ¿Esto es Starfield ahora?
¿Todos estos SeaCos y Darienites se congregan en mi Starfield? ¿Son sus abdominales y
atardecer dorados más que la promesa de por vida jurada y celebrar tu propia rareza?

Bien. Si el universo piensa que puede hacerlo, entonces yo puedo hacerlo bien de
nuevo. Empujo a mis pies y trueno por las escaleras, corriendo a mi habitación. Yo abro
mi portátil justamente cuando Sage presiona la bocina de La Calabaza Mágica en la
entrada.

Lo ignoro y me meto en mi blog. Honestamente, Chloe y Cal no estaban equivocadas,


cuando se trata de Internet, tú necesitas subir tu opinión tan rápido como te sea
posible. Y si hago algo en la vida, es esto: escribir sobre la catástrofe en la que se va a
convertir Starfield. Documentándolo. ¿Después de cuarenta años así es como
Hollywood recompensa a los Stargunners? ¿Dándonos a Darien Freeman?

¿FAN-TÁSTICO O FAN-SERVICE? Lo pongo en el lugar del título. Perfecto.

Mis dedos se mueven mientras pasan volando por el teclado. Las palabras solo
manan fuera de mí. No sé de donde están viniendo. Tal vez de años de rabia por no ser
apreciada. O tener que ver repeticiones en un televisor de segunda mano durante años
solo para ver la cara de alta definición de algún idiota rompedor de corazones que
sería el personaje favorito de mi padre.

Mi personaje favorito.

Las bocinas suenan otra vez, y sé que los vecinos se están preguntando que está
haciendo un camión de comida en la entrada.

—¡Ya voy! —grito. Con un click, cuelgo el artículo, enviándolo a la red.

Treinta segundos después, he pasado mi camiseta de trabajo sobre mi cabeza, me he


puesto mi cartera sobre el hombro, y salto en un disparo a la monstruosidad
anaranjada ostentosamente que es mi lugar de trabajo.

—Llegas tarde —me dice ella en una voz que coincide con su pelo verde cloro.
Estúpido.

Hermosamente incómodo. No está interesada en hablarme. Fue probablemente una


vez verde profundo, porque ella es el tipo de persona que teñiría su pelo con el color
de su nombre, Sage —He estado esperando aquí hace tiempo.

4
Mantuve la frase original para que se note el juego de palabras referente a Seaside Cove. Traduciendo literalmente la
frase dice: Te veré en la cueva (la palabra sea suena como see, es un juego en la pronunciación, y cove no es cueva pero
quiere decir algo cerrado, cubierto, un pequeño lugar protegido asi que no se me ocurrió otro mejor que eso.)
—Perdón —digo rápidamente. Una espeluznante risueña calabaza cuelga del espejo
retrovisor que mi compañera de trabajo ajusta cuando retrocede. —Tenía que… hacer
algo —en un millón de años, o en un millón de universos, no admitiría nunca a Sage
que soy una Stargunner. Estoy segura de que ella simplemente se reiría. —Un
momento, ¿no está el estadio RiverDogs en la otra dirección? —añado cuando ella se
mete en una de las notorias calles de Charleston de un solo sentido.

—Cambio de planes.

—Yo… —Mi voz sale cuando echo un vistazo a la placa del nombre de la calle. —Yo
creo que este es un camino al otro camino.

Sage no dice nada, solamente acelera, una sonrisa curvando sus labios rosáceos. En
su cara contraria sin expresión, se ve. . . fuera de lugar. Como un peluche en una charca
de sangre. Demoniaco al menos.

—¡Tally-ho! —Sage grita (tan alto que salto) y da un tirón alrededor del cambio de
velocidad.

Me revuelvo en mi cinturón de seguridad. Tengo mi licencia de conducir, pero desde


que su madre es la propietaria (y por supuesto nuestra jefa), Sage es la que se queda
con el asiento del conductor. La desventaja es que ella es también una lunática detrás
del volante. Y en cualquier otro lugar, también. Honestamente, si pudiese trabajar en
otro lugar, lo haría. Pero ya que la única cosa en mi currículum es mi mal servicio en el
club (al cual no voy a volver, no importa lo que diga Catherine), probablemente tengo
suerte de que la Calabaza incluso me quiera después de todo.

Hay trabajos peores, supongo. Podría estar siendo agredida por fanáticas como al
pobre, hermoso Darien Freeman.
—Lo siento tanto, tanto, tanto —Gail me tiende un paquete de hielo tan pronto llego a
la sala verde.
— ¿Qué acaba de pasar? —Lo cojo y hago una mueca cuando presiono el paquete en la
parte trasera de mi cuello.
Gail sacude su cabeza.
—Creí que seguridad la cogió…
—Quiero decir, la cogieron —digo—. Justo después de que ella me cogiera a mí. En el
suelo. Pensé que me ahogaría con su lengua. —Mi húmedo pelo, que ya no está
perfectamente rizado, se pega a mi cuello como algas marinas.
La fan vino hacia mi tan rápido, que apenas supe qué (o quién) me pegó hasta que ya
estaba cayendo sobre el sofá duro como roca y golpeándome en mi ya mala espalda. Lo
que es ridículo, lo sé: tengo dieciocho, no debería tener una mala espalda. Pero después
de dos años de llevar a mi co-estrella en Seaside Cove (se suponía que debía de ser
romántico, a los fanáticos les encantó), mi quiropráctico me dijo que dejara las
acrobacias por un tiempo. Estoy seguro de que eso incluía a extrañas chicas
abalanzándose sobre mí en medio de Hello, America.
Gail se frota sus manos nerviosamente.
—Me aseguraré de que no vuelva a pasar otra vez. Lo siento. Fue mi culpa
completamente. Debería haber tenido más seguridad. Debería haber dicho algo.
—Hey —le interrumpo, tocando gentilmente su codo—, estoy seguro de que no ha sido
tu culpa, ya lo sabes. Ambos sabemos que estos abdominales son asesinos.
Ella me da un aspecto doloroso, pero sonríe.
— ¡No me hagas reír! Soy tu representante; debí haber manejado esto antes de que te
sorprendiesen en directo en la televisión. Mark esta vez va a matarme a puñaladas.
Me hundo en el sofá de la sala verde. Mark. Mi gerente, mi admirador número uno, mi
rescatador-de-la-cárcel, y (en algún lugar lejos, lejos de esa lista en una galaxia, muy
lejos) mi padre. El trabajo de Gail ha estado molestándolo durante bastante tiempo. Para
él, ella es una idiota a ciegas, y a veces se pasa de la línea, pero todo el mundo lo hace. Y
si él piensa que ella es una idiota a ciegas, de verdad que no quiero saber que piensa
sobre mí.
Además, Gail es la única persona que queda desde A.S.C (Antes de Seaside Cove). Todos
los demás, mis asistentes y sus asistentes como los asistentes de Gail fueron
atormentados por Mark, pero Gail se quedó. Ella es un monumento de donde yo vengo.
Una parte de historia del tiempo en que nunca pensé que una fanática me atacaría en el
escenario de Hello, América.
Tampoco nunca pensé que fallaría a propósito una pregunta de Starfield. Sabía la
respuesta, era muy fácil. Pero ese era el guion. Me olvidaría de ah’blena, me mojaría, y
enseñaría mis abdominales. Todo en un día de trabajo.
Gail masajea mi cuello.
— ¿Te duele?
—Puedo sentirlo, así que pienso que eso es una buena señal.
Asintiendo, se sienta a mi lado. Una vez que la seguridad sacó a la fanática, los
productores me introdujeron en mi camerino a la salida para hacer un repaso de lo que
firmé para estar en el espectáculo. Principalmente para que no los demande por lesiones.
Por supuesto que no lo haría, pero al segundo que Mark descubrió que había pasado,
ordenó que nos quedásemos en el estudio hasta que llegase. Él demandaría a Hello,
América en un latido.
Pero eso no es por lo que estoy más preocupado.
—Así que… —digo, girándome hacia Gail—. ¿Quién se suponía que debía decirme
sobre ese concurso de ExcelsiCon?
—Lo siento. Yo solo… —Gail suele mirarme a los ojos cuando me habla, pero ella ahora
coge su teléfono—. Hay unas tantas cosas a la vez que se me olvidó.
— ¿Gail?
Ella empieza a revisar su correo. Otra cosa de trabajar con ella por tanto tiempo, es que
puedo darme cuenta de cuando está mintiendo.
— ¿No hace mucho calor aquí? —comienza a abanicarse—. Hace calor aquí. Voy a
pedirle a alguien que prenda el aire.
Pongo una mano en su hombro para evitar que se levante, entonces le ofrezco mi bolsa
de hielo. Ella lo coge y lo presiona en sus sonrojadas mejillas.
—No estoy hecha para esto —dice
— ¿Estas bromeando? Estaría perdido sin ti, Gee. Lo sabes.
—Esto es mi culpa —sacude la cabeza, enterrando su cara en la bolsa de hielo—. Lo
arruino todo.
—No lo haces —le respondo—. Nadie podía haber predicho a la boca de pescado.
— ¿Boca de pescado? Ese es un apodo terrible Darien.
Me encojo de hombros.
—Me refiero a que no es como si ella hubiese tomado el tiempo de presentarse.
Usualmente cuando alguien se me tira encima al menos consigo su nombre primero…
¿Viste la mirada del chico?
— ¿Rick Daley?
—Cubrió su cara tan rápido que pensarías que tiene su barbilla asegurada por medio
millón.
Al parecer, eso no fue lo más adecuado para decir. Asustada, Gail tiró el paquete de
hielo y empezó a inspeccionarme de nuevo, levantando mi ahora agitado pelo, revisando
mis brazos.
— ¡Mierda, mierda, mierda! ¡Tú cara! ¿Está tu cara bien? ¿Algún hematoma? ¡Vas a
grabar mañana! Le dije a Mark que no te dejaran quitarte la ropa en el show. ¡Le dije que
era una mala idea! Mark me va a matar si…
Agarro sus manos y las pongo juntas.
—Gee, está bien —le digo, mintiendo.
—P-p-p-pero…
—Estoy bien —repito, sentándola gentilmente en el sofá, y poniendo el paquete de
hielo sobre su mano. Gail es lo más cercano que tengo a una amiga, después de que mis
actuales amigos se convirtieran, bueno, en mierdas. Conozco a Gail. Confío en ella. Es
como una pequeña vocecita en la parte trasera de mi cabeza diciéndome cuando algo no
es una buena idea. Como tener clases de vuelo con Harrison Ford, o comprar una casa en
la misma calle que Justin Bieber. Y siempre parece hacer magia tipo Houdini para
sacarme de multitudes de endemoniados fanáticos o de paparazzis acosadores apenas
en un momento.
— ¡Pero se me olvidó de contarte sobre esa convención! —llora—. ExcelsiCon. Lo
olvidé completamente.
El nombre empuja un fragmento de hielo a mi estómago. Ella debe ver mi cara torcerse
porque empieza a lamentarse de nuevo.
—Oh mierda, oh no, esa es a la que solías ir con…
—Está bien —miento de nuevo—. Ahora, te vas a sentar ahí. Volveré enseguida.
Lentamente, salgo de la habitación verde y cierro la puerta silenciosamente detrás de
mí. Toco mi boca, sintiendo la herida donde los dientes de Boca de Pescado colisionaron
dentro de mi labio. A lo mejor Mark está en lo cierto. A lo mejor necesito a alguien que
pueda mantener a los fanáticos a distancia, equipado con un poco de músculo solamente
por si acaso.
—No —me digo a mí mismo—. Detente. Eres confiado. Amas a tus fans. Tú eres genial,
divertido y relajado. Eres Jennifer Lawrence.
Pero mientras lo decía, mi corazón empezaba a hundirse en mi intestino. Porque
ExcelsiCon puede ser una convención, pero no es solo una convención. Es ExcelsiCon. La
convención para la que tuve que cruzar el país con mi mejor amigo, Brian. Antes de que
tuviese que estar cubriendo mi cara para tener una cita en un restaurante. Antes cuando
podía tener citas. Antes cuando no era un truco publicitario. Antes de que mis
abdominales tuvieran más tiempo en pantalla que el resto de mi.
Rasco mi estómago con el pensamiento. El maquillaje de aerógrafo en mi abdomen
(quiero decir, el “contorno”) hace que me pique la piel como el infierno. Volver a pensar
en convenciones duele. Si vuelvo a ir, eso significa que no seré ese Darien nunca más. El
normal (bueno, geeky y oscuro) chico con amigos normales que no lo traicionan.
Así que por eso simplemente he dicho siempre que no hago convenciones. Todo el
mundo sabe este pequeño factor; Gail, mi publicista Stacey, Mark, las incontables
asistentes que él ha despedido en el transcurro de mi carrera. Esto no es un secreto. Es
probable que esté incluso en mi perfil personal en la agencia, resaltado y subrayado con
un rotulador perfumado. Así que, sí, esto me está sacando de quicio.
Apenas me he apoyado en la puerta de la sala verde, cuando una estruendosa voz me
hace saltar.
— ¡DARIEN!
Es mi padre. Mi garganta se aprieta.
— ¡Viejo! —intento que sea una broma porque él no me ha dejado llamarlo “Papá” en
tres años. Para proteger mi imagen, me dijo. Yo también traté de sonar feliz de verlo, que
es la mayor broma—. ¿Finalmente lograste salir cojeando de Los Ángeles?
Su cara cae, viéndose tenso y no amigable bajo la iluminación institucional de bajos
vatios, y deja caer sus brazos extendidos. En este punto estoy seguro de que él es más
plástico que persona, pero la mayoría de la gente que odia las arrugas se acaba
convirtiendo en Daleks con el tiempo de todas maneras.
— ¿Qué estás haciendo sin Gail? Sabía que tenía que haberte conseguido un
guardaespaldas.
—Ella está ahí —digo, golpeando mi pulgar con la puerta—, y no necesito
guardaespaldas. Mis fans son… bueno, apasionados, pero…
— ¿Y qué si alguien estuviese viniendo por el pasillo y no fuera yo? No puedes ir a
ninguna parte. Es muy peligroso. Lo sabes —se estresa—, especialmente ahora que vas a
ser el Príncipe, uh… —Agita una mano alrededor.
—Carmindor.
— ¡Exactamente! —Mark sonríe—. El líder. Todo el mundo quiere una pieza. Tú eres
valioso ahora. Tú eres un hombre de un millón de dólares.
—Habría tomado el papel gratis —murmuro.
Él chasca sus dedos en mi cara.
—No digas eso. Nunca digas eso —él mira a la izquierda y a la derecha hacia la entrada,
como si estuviese preocupado de que alguien me hubiese escuchado expresando mi
entusiasmo por mi parte—. ¿Qué estás haciendo aquí, de todos modos?
Yo dudo. Simplemente tengo que dejárselo claro: no ExcelsiCon. No hay forma. Porque
en lugar de vagar por los pasillos y esperar por autógrafos, va a haber fotos. Adoloridos,
músculos de sonrisa. Ceguera con flashes. Síndrome del túnel carpiano5. Amigos falsos
pretendiendo que me conocen. Y creando malos recuerdos. Eso no es lo que quiero para
una convención.
—Bueno… —empiezo—. Me gustaría hablarte sobre. . .
— ¿Dónde está Gail?
Una vez más, golpeo hacia la puerta.

5
En resumen, esto afecta a la mano, por la irritación de un nervio en la muñeca, y lo dice por los tantos autógrafos que tendrá
que hacer.
Él murmura algo por debajo de su respiración y se ajusta sus gemelos.
—No le estoy pagando para que tenga ataques de pánico.
—Ha tenido un día largo.
—Yo he tenido un día largo. Tú has tenido un día largo. Y todavía no es lunes.
—En realidad lo es…
—Los convites de la prensa después de filmar se supone que tenían que ser los difíciles
de lidiar, no esto —él prosigue—. Esto se suponía que sería fácil.
—Fue muy fácil para Boca de Pescado subirse en el escenario —opino—. De hecho,
quiero hablar contigo sobre…
— ¿Eso puede esperar? —me interrumpe, sacando su teléfono. Suena otra vez. Un
email o un mensaje, no lo sé—. Voy a manejar esto. ¿Por qué no vas a conseguirte algo de
comer, sí? Podemos hablar de esto luego, prometido.
Mis hombros se desploman. Lo que sea que es el contrario de la promesa jurada, eso es
Mark.El luego, no va a llegar nunca.
—Sí.
—Bien. Oh, ¿Darien?
— ¿Sí?
—Dieta. No lo olvides. Creo que la tercera planta tiene una cafetería.
Hago una mueca.
— ¿Comida de cafetería? Eso es cartón, hermano.
—Hermano, coge en salada.
Abro mis labios. Con mi nuevo régimen de trabajo y mi entrenador (que me recuerda a
Wolverine, pero con la personalidad de un gatito mojado… Así que básicamente justo
como Wolverine), he existido en base de batidos de proteínas y comida de conejos. Y
pollo. Tanto pollo que me podrían salirme plumas. Y ni siquiera es sazonado. Todo para
mantenerme parecido a los muchos millones de dólares que parece que vale mi cuerpo.
David Singh (el Príncipe original de la Federación) nunca tuvo que preocuparse por
crujidos, o cardio, o por aerógrafos, o por emboscadas de fanáticas en shows directos de
televisión. El show original de Starfield apenas hizo las clasificaciones, y, sin embargo, se
inspiró un culto después. Él consiguió fanáticos por su trabajo, por inspirar a personas
en pensar más grande que la Tierra e iluminar las estrellas.
Yo tengo fanáticos por mis abdominales.
Si yo fuese David Singh, si yo fuese de verdad Carmindor, le diría a Mark que se fuera.
Diplomáticamente, por supuesto. Y él lo escucharía, y yo cogería una hamburguesa en
Shake Shack.
Pero no soy Carmindor. No en este universo, de todas formas.
La cafetería en el tercer piso es peor que cartón. Es una mesa entera llena de glotonería
y pecado. Por las donas. Nada, solo donas. Donas tan lejos hasta donde el ojo puede ver.
Y sentado en una esquina, como un chico emo en una cafetería de instituto, hay una
solitaria y triste copa de fruta.
—Somos tú y yo, pequeño —cojo la copa de fruta y busco una mesa.
Hay unas otras pocas personas desayunando (donas, para ser exactos) pero evito a
todos hasta la esquina más alejada de la cafetería. Todo se ve como el Centro Rockefeller.
La multitud de Starfield, azules y plateadas han casi desaparecido. Es difícil pensar que
todas vinieron por mí. Yo. Mi estómago se retuerce, y no hay nada que hacer con la copa
de fruta.
Le doy un mordisco a la piña. Por el rabillo del ojo, noto a un chico caminando hacia mí.
El único que hace un momento estaba comiendo una dona celestial de chocolate. Es
mayor que yo, con unas gafas de marco grueso y un bigote.
—Hey —me dice—. Tú eres Darien Freeman.
La gente dice eso todo el tiempo cuando eres famoso. ¿Qué esperan que diga? Sí, me has
descubierto. En su lugar, simplemente levanto una mano para estrechársela.
—Hola. Encantado de conocerte.
Él no me coge la mano.
—Gran espectáculo el de hoy.
Reconozco el sarcasmo cuando lo escucho.
—Gracias, hombre —Le contesto, dándole una sonrisa de labios apretados.
—Yo y otros de mis compañeros del PA6 estábamos justamente hablando de ti —Se
inclina un poco más cerca—. ¿Puedo preguntarte una cosa? Entre nosotros.
No me gusta por donde se está yendo esto, pero no hay forma de que pueda decir no,
¿la hay? Y Gail no está aquí para distraerlo mientras me escapo por la puerta. Me
remuevo incómodo.
—Uh, seguro.
— ¿Sabes algo sobre Starfield?
Mis ojos se clavan.
—Porque puedes tener a todos esos fanáticos de Seaside engañados, pero ellos no
sabrían reconocer un programa decente de televisión, aunque les golpeara la cabeza.
Apuesto a que ni siquiera podrías decirle a Carmindor del Capitán Kirk.
Eso no es una pregunta. Él simplemente lo está asumiendo.
—Sabes, hay un montón de nosotros que actualmente amamos Starfield. No es una
moda. O una vaca en efectivo. No es solo una oportunidad para tener tu cara en la
taquilla. Esto le importa a las personas. Así que no lo arruines, amigo. —Él empieza a
caminar lejos, entonces se para y da media vuelta hacia mí.— Oh, y para que lo sepas, no
soy el único que lo piensa. Eres un chiste.

6
Personal Apoyo
—Nunca he sido bueno en las bromas. —Trato de hacer una sonrisa. — No soy tan
divertido.
Él no sonríe de vuelta.
—Starfield no es un juego para nosotros. Nosotros somos una familia, no una
franquicia. Simplemente mira en la web.
Entonces se marcha antes de que pueda formular una política respuesta de actor de
películas.
Aprieto mi tenedor. Me gustaría agarrarle por su angosto cuello de almidón, darle la
vuelta, y mostrarle el saludo de promesa jurada (índice y meñique hacia fuera, los del
medio juntos, pulgar hacia abajo) en sus paralizados ojos. Y mientras tuviese su atención
me gustaría establecer cada insoportable detalle de todos los cincuenta y cuatro
episodios que me vi religiosamente como un adolescente cualquiera en los suburbios de
Los Ángeles. Desde el rey Nox hasta la princesa Amara hasta cada luna orbitando la
Galaxia Seis y cada planeta dwarf de la Nebulosa Helix hasta Andrómeda. Quiero decirle
qué significó ese monólogo final para mí. Qué significó para mí ver a alguien que se
parecía a mí en el comando del Prospero. Me gustaría cortar mí corazón de fanático y
mostrarle que sangra como el de cualquier otro Stargunner. Me gustaría decirle que el
Príncipe Carmindor de la Federación salvó mi vida.
Pero no lo hago. Porque Mark está en la parte trasera de mi cabeza diciendo, No pierdas
tu gracia. Sigue al director. Cobra el cheque. Se una estrella. Y más que nada: No te
conviertas en titulares.
—Simplemente mira en la web. —El llamado “fanático verdadero” había dicho. Empujo
mí depresiva copa de fruta y saco mi teléfono para buscar de lo que fuera que estaba
hablando. ¿Habrá alguien importante twitteando sobre mí? ¿O alguno de los sitios web
de chismes ha publicado algo ya?
No toma mucho tiempo. Pocas búsquedas por los hashtags relacionados con Starfield y
lo he encontrado. Es un artículo de un blog, vinculado a uno de los mayores medios de
comunicación social, titulado “¿FAN-TÁSTICO O FAN-SERVICE?”
En contra de mi buen juicio, abro el enlace.
La elección del rompecorazones adolescente Darien Freeman como el noble Carmindor
solo se puede ver como una ofensa a los verdaderos fanáticos de Starfield.
Tiene más de mil retweets. Cientos de comentarios. Genial.
Copio el enlace del artículo y empiezo a mensajeárselo a Gail, preparado para señalar
que esto es la razón por la que no debería ir a una convención. Los fanáticos me comerán
vivo. Pero entonces paro. Mark está con Gail, y si él oye que hay mala prensa (incluso si
solo es un bloguero) probablemente me pondría bajo vigilancia de 24/7. Y me forzaría a
ir a la convención. Y si esa convención está llena de gente como Mr. Verdadero Fanático
o quién quiera que haya escrito en el blog Rebelgunner, bueno, entonces, estoy jodido.
Voy a ser humillado. Peor que cualquier Dunk Tank. Pero si Gail no puede sacarme de
esta, y Mark no lo hará…
¿Qué haría Carmindor?
Golpeo mi móvil contra la mesa, fastidiado. Él no les echaría la culpa a otros por sus
problemas, eso por seguro. Él haría las cosas con sus propias manos. A lo mejor puedo
llamar al lugar de la ExcelsiCon. Hacerme pasar por mi asistente. Soy un actor, ¿no lo
soy? Puedo hablar con el director de la convención y arreglar todo esto. Googleando
ExcelsiCon, empiezo a desplazarme por su página web otra vez. Trato con el número de
la administración, pero mi llamada se pierde. Necesito un ser humano. Después de
desplazarme más, encuentro la página de Sobre Nosotros, que no tiene números de
teléfono, pero tiene el nombre de un chico que lo ha encontrado. Una rápida búsqueda
de páginas blancas más tarde y tengo su información.
Bingo.
Limpio mi garganta, pincho en el número, y lo escucho sonar. A lo mejor los fanáticos
piensan que no soy más que “un actor sin cerebro con más gel que talento”, como el blog
puso elocuentemente, pero soy un actor, así que mejor me voy a actuar.
Sage estacionó en la esquina del estacionamiento público, el único camino seguro
alrededor de la Isla Palm con su ordenanza de “no camiones de comida”. A pesar de la
multitud en la playa, es un día tranquilo. Junio en Charleston es pegajoso y pesado,
como el sirope de La casa de los Waffles. Ni siquiera la brisa de la playa alivia la
humedad, así que nadie quiere moverse. Los turistas simplemente yacen en la arena
como trozos de carne, asándose en el sol.

Muerdo el final de mi lapicero, mirando hacia abajo en mi diario. A mi lado, Sage está
garabateando en su cuaderno, su lápiz hace suavemente tch-tch-tches por toda la
página.

Le hecho un vistazo. Es una ilustración de una chica… No, no tiene cara; es la


ilustración de un vestido.

—Wow, ese es un buen dibujo —le digo. Sage mira hacia arriba, sus cejas oscuras
delineadas se fruncen—. No es por eso por lo que estoy sorprendida —añado
rápidamente, sintiendo mis orejas ponerse de color rojo—. A lo que me refiero es que
no sabía que podías dibujar tan bien… No, quiero decir, es solo que, no puedo dibujar,
así que…

Otra brillante conversación entre compañeras de trabajo. Lo juro, he tratado de ser


amigable con todo el mundo (excepto con las gemelas y sus amigos del club de campo)
pero apesto siendo sociable. Pienso una cosa y mi boca dice algo completamente
diferente, como si estuviese poseída. Por un montón de estupidez.

Después de un largo momento, Sage vuelve a fijarse en su cuaderno de bocetos,


grabando una larga línea debajo de la curva del vestido.

— ¿Quién crees que dibujo la calabaza a un lado del camión? —me pregunta sin mirar
hacia arriba. Empiezo a responder cuando me corta—. Spoiler: fui yo —Entonces
mueve su cabeza hacia un cliente que se acerca al camión—. Tu turno.

Suspiro, cerrando mi diario, y girándome hacia la ventanilla de pedidos. El chico es


joven y alto, su desgreñado cabello tiene la necesidad de un corte tan urgentemente
que ha comenzado a enrollarse alrededor de sus orejas.

Él me reconoce en el mismo momento.


—Oh. Hey. Elle

Aprieto mis labios.

—James.

La parte de atrás de mi cuello tiene sudor, y un poco de pánico. James Collins es uno
de los compinches del club de las gemelas. En este escenario, él es la razón por la que
he prometido no confiar en chicos, nunca. A lo mejor fue mi culpa por asumir que
alguien como James podría estar interesado en mí, pero no soy la que grabó nuestro
gran encuentro en el club de campo y envió el enlace de YouTube a toda la escuela. No,
esas serían mis encantadoras hermanastras gemelas blogueras. Ya sabes, porque ellas
no estaban haciendo mi vida miserable lo suficiente. Y James fue parte de su plan.

Él está en pantalones azules oscuros de natación y en una camiseta en la que se lee


PREFIERO ESTAR EN PROSPERO con la silueta de la nave espacial Prospero girando
alrededor de la última palabra, metiéndose en la velocidad de la luz.

Me aclaro la garganta, y señalo su camiseta.

—He escuchado que la plataforma de observación es agradable en esta época del año.

— ¿Qué? —Él mira entre Sage y yo, pero ella no está prestando atención. Entonces
mira hacia abajo a su camiseta—. Oh, ¿esto? Es una camiseta antigua de mi hermano. A
él le gusta toda esa tontería de frikis.

—Tontería —repito, y por un momento quiero meter unos fritos veganos sin alma por
su garganta. Tontería. Definitivamente está mintiendo. No lo había llamado tontería el
verano pasado—. ¿Qué es lo que tiene de ton…?

Sage me patea por debajo del mostrador.

Le dirijo una mirada asesina. Ella vuelve sus falsas pestañas hacia abajo. Me vuelvo
hacia él.

— ¿Qué vas a querer? —digo entre una apretada sonrisa de labios

—Quiere chimichangas —dice Sage, bajando su cuaderno de bocetos—. ¿No es así?

—Uh… —James mira lo que quiere, siempre más que solo comida vegana, solo para
alejarse de la chica Starfield y su colorida compañera cubierta de piercings—. Claro.

Él paga (con su propia tarjeta de crédito, por supuesto) coge las chimichangas de
Sage, y se marcha a velocidad de la luz. Me siento sobre un congelador y abro mi
cuaderno otra vez, estando todavía enfadada con James, y uso eso para diseñar otra
entrada ardiente al blog sobre otros usos para el engañoso cuerpo de Darien Freeman.

Número uno: Una tabla de lavado.

Número dos: Un traje de piel para criminales.

Número tres: El modelo real para los muñecos Ken.


Número cuatro: No para ser Carmindor.

A través del camión, el lápiz de Sage hace tic-tic-tics a través del papel. Un mechón de
pelo verde cae en su cara y ella lo saca de forma ausente.

—Ese chico parecía un tipo estúpido.

Esa es una de las frases más largas que ella me ha dicho nunca. No sé si quiera como
responder.

— ¿Les ha pasado algo?

Cuando no contesto, ella se encoge y simplemente dirige su barbilla hacia la dirección


en la que James se marchó.

— ¿Tú no ibas conmigo a la misma secundaria? Estoy segura de que viste el video.

Ella solo frunce el ceño, y por la forma en la que frota su boca rosa contra el piercing
naranja de su labio inferior, no puedo decir si lo hizo o no. Pero si quiere presionar el
tema, ella no lo hace, y me alegro. El verano pasado hubiera sido mejor estar
sacudiéndome dentro de la Nebulosa Negra. Es mejor que se haya terminado.

Por suerte, mi teléfono escoge el momento adecuado para vibrar sobre la mesa. Pero
cuando lo cojo, no reconozco el número, lo que no es una sorpresa para mí. Desde que
he heredado el número de papá, he tenido llamadas y mensajes de texto de personas
extrañas, normalmente sobre la ExcelsiCon. Y usualmente (en realidad, cada vez) los
ignoro. Ellos acaban yendo a la persona correcta eventualmente, y es mejor ignorar las
cosas que no quieres recordar. No es que no quiero que me recuerden a papá, pero
todo el tiempo que pienso en ExcelsiCon (sobre no ir) se siente como si estuviera
decepcionándolo.

Pero tan pronto como dejo que la llamada se vaya al buzón de voz, me siento mal. No
es culpa de esta persona que ExcelsiCon haya dejado la biografía de papá subida en la
página por tanto tiempo. Ellos lo echan de menos tanto como lo hago yo. Y una parte de
mí, tan pequeña que normalmente puedo sacarlo, piensa que podría haber sido papá,
llamando desde otro universo.

A sí que cuando mi teléfono vibra otra vez (un mensaje, esta vez) lo cojo.

Desconocido 11:36 AM
—Hey. ¿Podrías sacar al Príncipe de la Federación de tu horario?
—Él se disculpa sinceramente, pero surgió algo.

Mi molestia rápidamente cambia a curiosidad. Debe ser uno de los tíos en los paneles
de cosplay. Después del anuncio de hoy, todo el mundo y sus madres deben estar
jugando a ser Carmindor, así que los profesionales probablemente querrán disfrazarse
de alguien más.

Antes de que pueda contestar, el teléfono vibra de nuevo.


Desconocido 11:39 AM
— ¿Por favor? Él estará muy cansado. Tiene un montón de trabajo que
hacer.

El dia solo me quiere dar uno lleno de Starfield, ¿no es así? Le escribo una respuesta
antes de que pueda pensar realmente en ello.

11:40 AM
— ¿Trabajo? ¿Cómo qué? Según lo último que escuché, Carmindor no
da excusas.

El número me responde casi al instante.

Desconocido 11:41 AM
—Oh, no estoy de acuerdo.
— ¿Tengo el número correcto? ¿De la ExcelsiCon?

11:42 AM
—Nop.
—Pero eh, te puedo ofrecer unas deliciosas chimichangas veganas que
saben como si fueran de otro mundo.

Desconocido 11:42 AM
—Eso suena galáctico. A lo mejor en otro momento.
— ¿Sabes a quien debería contactar?

Sí. A lo mejor.

Podría dirigirle hacia la dirección correcta. No he estado en contacto con los colegas
de papá de la ExcelsiCon desde… Bueno, no desde hace mucho tiempo. Pero
posiblemente podría ponerme en contacto con alguien. Nunca lo he ofrecido antes.
Nunca he querido hacerlo.

11:43 AM
—Tristemente no.
—Tal vez no sea tan malo.
—Ya sabes, valientemente irá.

Desconocido 11:43 AM
—Show equivocado, pero gracias.
—Y ojalá la fuerza esté con esas chimichangas.

— ¡Mira, mira! —me grita Sage. Saco la cabeza de mi teléfono. Fuera en frente de
nosotros, James ronda fuera de uno de los puestos de ropa de la playa, empuja a un
peludo chico borracho de su camino, y esprinta hacia los baños públicos.

Rápidamente, miro a Sage.

—Acaso…

Sage muestra su sonrisa de demonio.


— ¿Eran esas las chimichangas que estaban recién hechas? ¿O eran las de la semana
pasada?

Ella se encoge de hombros ampliamente. — ¿Quién lo diría? Wibbly wobbly cosas


espaciales del tiempo. —Ella menea sus dedos, haciendo que sus pulseras tintinen.

¿Mi compañera de trabajo acaba de vengarse en mi nombre con envenenamiento de


comida? No sé si mostrarme agradecida o aterrorizada. Mi teléfono vibra de nuevo.

—Lo siento, yo… —levanto mi teléfono—. Este número equivocado ha estado


mensajeándome…

Pero cuando miro mis mensajes de nuevo, mi estómago se retuerce.

MonstruoMadrastra 11:44 AM
—El vecindario me ha llamado sobre un camión de comida rápida en
nuestra entrada.
—Vamos a hablar esta noche.
—Después de que recojas esta lista de compras.
— [ 1 accesorio]

Cuando miro hacia arriba de nuevo, Sage está de vuelta en su cuaderno de bocetos, en
total silencio. Y por las siguientes cuatro horas, el número misterioso no me vuelve a
mensajear.
Otra vez más, estoy completamente sola.

***

Aparentemente, Mr. Ramírez se quejó sobre una ruidosa violación de su pacífico día,
en otras palabras, básicamente se fue de chismoso sobre mí con Catherine. Así que
cuando Sage me deja al final de la calle (para que Catherine no oiga el camión) mi
castigo es limpiar el ático. Y me toca encargarme de los cupones el mes que viene. Y
debo lavar. Y debo hacer las compras. Básicamente lo que siempre he hecho, pero
ahora considerado “castigo”.

Catherine me tiende guantes de goma y una máscara para evitar la entrada de polvo.

—Tienes suerte de que no te castigue para el resto de las vacaciones de verano —me
dice—. ¡La humillación de tener que disculparte con Giorgio! Apenas voy a ser capaz de
mirarlo a los ojos en pilates. Esta es una respetable comunidad, Danielle. Tú no puedes
ir simplemente aparcando desagradables camiones en el camino de entrada.
Sinceramente, cariño, ¿qué pensaría tu padre?

Papá pensaría que ella es un monstruo por ponerse del lado de alguien que deja a su
pobre perro salchicha afuera cuando hay mal tiempo. Papá habría adoptado al perro
salchicha en un instante, probablemente. Pero, sobre todo, papá la castigaría a ella por
tirar sus cosas lejos, por gastar su dinero, por pretender que todo seguía de maravilla.

Sigo sin entender cómo o por qué acabó enamorándose de ella.

— ¡Y trabajando con alguien con tantos piercings! Estoy segura de que esto se te está
pegando de esa chica peliverde.
Finalmente echo un vistazo arriba, aterrorizada por un momento de lo que ella podría
quitarme.

—Me gusta mi trabajo.

Pero ella sigue como si no hubiese dicho nada.

—Le dije a Rob que cuando crecieses ibas a ser una alborotadora. Supongo que no se
pudo evitar.

Mis manos se empiezan a sacudir.

— ¡Estaba yendo a trabajar! ¡A mi trabajo! ¡Estaba siendo responsable!

—No discutas conmigo

— ¡Estás actuando como si hubiese cometido un crimen!

Ella me dirige una mirada sorprendida.

—Ve —me dice de forma calmada, señalando las escaleras—. Limpia tú ático. Antes de
que se haga muy tarde.

Genial.

Camino fuera de la cocina y subo las escaleras, ajustando la máscara de polvo según
paso por la habitación de las gemelas, cuando una ridícula explosiva canción optimista
se reproduce en su estéreo. Eso hace que me pare, y retroceda. A través de la rendija de
la puerta, Chloe y Cal están en el medio de su habitación, mirando su Mac, esperando a
que la canción comience de nuevo. Miro, con flojera, como Chloe comienza a cantar con
un peine, llevando puesto una ridícula cosa… rosa… sujeta alrededor de su barbilla.
Cualquiera que sea el artilugio (las gemelas están obsesionadas con los productos de
belleza coreanos) ella apenas puede mover la boca, pero todavía sacude la cadera y
mueve la cabeza. Y Cal la copia, llevando una mascarilla de cara de color morado que le
hace parecer más una luchadora que una bonita bloguera.

Ellas llevan la mitad de la canción antes de que Cal me note fuera del rabillo de su ojo.
Se queda medio paralizada. Chloe se acerca a ella. Tropiezan.

—Oh, ¡por Dios! ¿Qué demonios? —Chloe le grita. Bueno, ella intenta gritarle. Todo
suena como una jungla de palabras cuando no puede mover su mandíbula—. ¡Torpe!

Cal rápidamente mira lejos de la puerta, pero es muy tarde. Uh-oh.

Chloe se levanta para ver que la ha distraído y, una vez que me ve, se paraliza. Ella se
acerca al ordenador y pone el vídeo en pausa.

—¡Friki! ¿No entiendes el significado de la palabra privacidad? —me grita,


acercándose hacia mí.
—La puerta estaba abierta —argumento—, y escuché a las Spice Girls. ¿Estaban
practicando?

Ella frunce el ceño.

—Ugh. Cuando estemos en nuestra nueva casa, le voy a decir a mamá que te ponga
debajo de las escaleras.

Ruedo mis ojos.

—Como sea —Empiezo a acercarme a mi habitación cuando paro, finalmente


escuchando lo que ella ha dicho, y retrocediendo—. ¿Qué acabas de decir?

Cruzando sus brazos con chulería, se inclina contra la puerta.

—Sabía que mamá no te lo había contado.

Detrás de ella, Cal empieza a quitarse la mascarilla.

—Chloe, déjala en paz.

—No, creo que alguien debe decírselo.

— ¿Decirme qué?

Ella se inclina hacia mí fuera de la habitación. Las gemelas son altas y de piernas
largas, así que cuando Chloe quiere dominar, es como el Ojo de Sauron.

— ¿Por qué crees que mamá quiere que limpies el ático, eh?

—Está sucio —respondo, perpleja—. Probablemente no ha sido tocado en siete años…

—Ella está vendiendo la casa, genia —me dice.

Mis ojos se ensanchan. Miro de ella a Cal, quién nunca miente. Cal, quién está cortada
de un paño ligeramente diferente. Cal, quién está quitando todo su pelo de su cara
mientras se quita la máscara. Cal, quién no puede cruzarse con mi mirada.

Chloe sonríe.

—Ahora lo sabes.

¿La casa de mis padres? ¿Está casa? Doy un paso hacia atrás. Chloe está mintiendo.
Ella tiene que estar haciéndolo.

Vuelvo sobre mis pies y rápidamente bajo hacia la cocina. Las paredes son un borrón.
Catherine se levanta de entre sus cupones.

— ¿La estás vendiendo? —Bajo la máscara de polvo de mí cara, tratando de conseguir


suficiente aire, pero al parecer no puedo—. ¿T-tú estás vendiendo la casa?
Mi madrastra inclina su cabeza como si no tuviese ni idea de lo que estoy hablando.
Por un momento lo tomo como un buen signo. Como si ella no fuera capaz de hacer
algo tan horrible.

Pero cuando ella dice: —Oh, Danielle, es lo mejor. Tú lo entiendes —Mi garganta se
empieza a contraer, muy apretada para decir una palabra.

Ella continúa: —Es muy grande e incómodamente helada. ¿Cuándo las gemelas se
vayan a la universidad que vamos a hacer con el lugar? Pienso que lo mejor es
venderla.

— ¿Cuándo la vas a vender?

Ella me da una paciente, piadosa mirada.

—Cariño, es por eso que te he dicho que limpies el ático. Ya está en el mercado.

Me inclino hacia el marco de la puerta para sujetarme. La habitación empieza a


estrecharse a mí alrededor, deformándose, fusionándose, como si el universo estuviese
cambiando de nuevo. Como hizo cuando papá murió. Las puertas de repente estando
demasiado cerca. Atorándome. Carreteras desapareciendo. Lo que sea soplando como
polvo en el viento.

Doy un paso hacia atrás. Y otro.

Catherine me da una paciente mirada.

—Danielle, todos tenemos que hacer sacrificios. La lucha hace el carácter, después de
todo.

Parpadeando lágrimas, vuelvo hacia las escaleras y las subo de nuevo. No me molesto
con el ático esta noche. El ático puede esperar. Lo ha hecho por siete años. Puede
esperar hasta que nos vayamos.

Paso a Chloe en el camino hacia mi habitación.

—Te lo dije —me suelta.

Me doy la vuelta y la escudriño. Ella se ha quitado el ridículo sujetador de barbillas,


pero puedo ver la impresión en su cara.

— ¿Sabes? Creo que tu barbilla está más delgada.

Sus ojos relampaguean.

— ¿De verdad?

—No —Entonces cierro la puerta de mi habitación. Y le pongo seguro.

¿Qué voy a hacer ahora? ¿A dónde voy a ir? Esta es mi casa. Esta casa, estas paredes.
Me limpio la nariz, determinada en no llorar, y me siento en mi antigua mesa de
ordenador. Mi habitación es pequeña; lo suficientemente grande para una doble cama
y un escritorio. Las gemelas no vienen, y Catherine no puede estar en espacios
pequeños. Es el único lugar en el universo que es estrictamente mío.

E incluso no lo será por mucho tiempo más.

Muevo mi ratón mientras el ordenador vuelve a la vida, después tomo un Kiss marca
Hershey de mi escondite secreto en la parte inferior de mi cajón, por encima de los 721
dólares que tengo guardados de trabajar en el country club el verano pasado y este. Es
el único lugar seguro que pude pensar, donde ni las gemelas ni Catherine mirarían.

Por un breve momento, me imagino tomando el primer Greyhounds fuera de aquí con
Frank en el remolque. ¿Los Greyhounds aceptan subir perros? Ellos tienen el nombre
de una raza de perro, así que no veo por qué no. Entro en Google cuando noto que mi
email tiene un montón de notificaciones. De mi blog.

Fantástico. Más spammers. Y yo que pensaba que mi día no se podía poner peor.
Inicio sesión, preparada para la eliminación masiva. Me toma un momento darme
cuenta de que algo es diferente. Los comentarios en mi último blog no son spam. Ellos
han comentado sobre Darien Freeman como Carmindor.

Pero nadie jamás comenta en mi blog. Nadie jamás ha sabido que existo.

Cojo otro Kiss y pincho en mi blog, bajando temerosamente por los comentarios.

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Al menos no lo blanquearon.
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Pero APESTA actuando.
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Hago click en mi página de inicio y casi me ahogo con mi chocolate. Más de doscientos
mil. Y está siendo vinculado de nuevo en páginas de noticias. Páginas actuales de
noticias.

“ELOCUENTE REACCIÓN DE UNA FANÁTICA A LA REVELACIÓN DEL ELENCO DE


STARFIELD.” Se lee uno de los titulares.

“¿FAN-TÁSTICO O FAN-PROBLEMA?.” Pregunta otro.

Y ellos tienen extractos de mí blog. ¿Cómo… cómo es posible?

—Estás soñando, Elle —me digo a mi misma, checando mis suscriptores (en este
momento diez mil) ¿y mis otras publicaciones? Veintisiete mil. Treinta mil. Y muchos
cometarios.

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¡Seaside es lo peor!
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¡No puedo CREER que le estén dejando ir a la ECon (ExcelsiCon)! lolol
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Sí, los Stargunners no van a estar contentos de que ese deficiente
esté en su convención.
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¡¡¡No le voy a dejar que autografíe NADA de mis cosas de SF (Starfield)!!!
DE NINGUNA MANERA
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Mi corazón se da una rara sacudida dentro de mi pecho. Mis padres se conocieron en


una cola de autógrafos, hace veinte años. Como me dijo papá, mamá vino hacia él
mientras esperaban en la cola para el reparto; David Singh, más Ellen North, Carl

Thompson, y Kiki Sánchez, el original Carmindor, Amara, Euci, y CLEO-o. Según la


historia, mamá sonrió a papá y le dijo: —He oído que la plataforma de observación es
agradable durante esta época del año —y eso fue todo.

Juntos, eran imparables. Por la forma en como papá lo dijo, apenas sabía cómo coser
pantalones, ni pensar coser disfraces, pero mamá era fantástica. Ella fue conocida por
los circuitos como la reina de los disfraces. Ella le hizo a papá un disfraz del Príncipe de
la Federación como regalo de aniversario, y él se veía genial en el (eso también fue
cuando él tenía pelo). Siempre decía que fue la magdalena más mimosa. Yo reía, pero
en todas las fotos que Catherine tiró él era realmente apuesto. En una especie de 1980,
Marty McFly.

En el mundo de Starfield, mamá y papá se convirtieron en celebridades por su propio


camino (grandes nombres de fanáticos antes de que internet fuera la gran cosa) y
entonces fue cuando papá fundó ExcelsiCon.

Me sigo desplazando. Hay más comentarios, pero son muy pesados de leer. Me alejo
del ordenador, cambiándome al pijama, y plantando mi cara en mi cama. No hay forma
de que tenga tantas visitas. Es un truco. Alguien está jugando. Pero los amigos de Chloe
no son tan inteligentes, y no conozco a nadie más que lo haría.

Fuera de la ventana del ático, rayos de luz cruzan el océano. A través de la madera
húmeda del ático, puedo oler la lluvia en el aire. Papá amaba las tormentas de rayos. Él
se sentaría conmigo en el porche y nosotros la veríamos juntos.

—Esas son guerras galácticas, Starlight —él me diría eso. Starlight, su apodo para mí.
Como en la rima.

Star light, star bright, first star I see tonight…7

¿Cuántas veces usamos estas ventanas para mirar afuera juntos? Vuelvo mi cara a los
almohadones así que no puedo ver el cielo más. Sin esta casa, no tengo razón para
estar. Catherine no me necesita, y las gemelas seguramente tampoco. Pero no tengo a
donde ir. Lo que necesito es que el Prospero venga a barrerme. Lo que necesito es un
ticket a otro universo.

Fuera, la tormenta cruza el océano, comiendo todas las estrellas en el cielo.

7
Luz de estrella, estrella brillante, la primera estrella que he visto esta noche…
El colchón del hotel es muy blando. Siempre son muy blandos. A veces sueño que me
estoy ahogando en ellos. Esas son las peores pesadillas, pero no tan malas como en las
que me estoy cayendo. No había tenido pesadillas de que me estoy cayendo desde que
una pirueta salió mal durante la grabación de la primera temporada de Seaside Cove.
Mi arnés se rompió y caí a veinte pies de altura, a una espuma, pero continué. Por dos
segundos se me olvidó que la camuflada espuma no era cemento.
¿Cómo voy a grabar Starfield, girando alrededor en arneses en el “espacio profundo”,
si no puedo soportar una caída de veinte pies? Más importante, ¿y si ese tío en la
cafetería estaba en lo correcto?
Tiro mi almohadón hacia arriba otra vez y ruedo sobre mi espalda, intentando
olvidarme de él. El techo es inmaculado. Esa es la forma en la que puedes darte cuenta
que tan caro es un lugar. Recuerdo cuando Mark no me ponía en hoteles de cinco
estrellas, cuando recién había hecho la primera audición para Seaside Cove. Él me llevó
al casting situado en Santa Bárbara y me reservó habitación en un motel de pacotilla
que tenía cucarachas arrastrándose por todo el techo.
No hay forma. No puedo dormir. Me siento, rascándome el estómago donde el aerosol
me ha irritado la piel, y camino a la mini nevera. Cervezas con pocas calorías, botellas
de agua. En realidad, no me apetece cerveza, estoy casi seguro que la población
completa de chicos de dieciocho años me repudiaría por eso, y el agua es de esas raras
con electrolitos añadidos.
Lo que quiero es una Orange Crush. Es mi número uno y mi única Kriptonita, con
dieta o sin dieta. En uno de estos pisos tiene que haber una máquina de refrescos, e
incluso un paseo por el pasillo le gana a estar atrapado en una habitación de hotel.
Estoy poniéndome una sudadera con capucha cuando el seguro de la puerta se pone
de color verde y Mark entra estruendosamente, colgando la llamada con algún otro
agente o productor o quien sea.
— ¡Hey! ¿Has oído alguna vez sobre tocar antes de entrar? —me quejo, tirando hacia
abajo mi sudadera con irritación.
—He oído sobre ello —él coge una cerveza sin sabor de la mini nevera y la abre en la
encimera de la media-cocina—. ¿Disfrutando de la habitación del hotel?

—Estaba a punto de ir a conseguir una gaseosa.


—Llama al servicio de habitaciones —me replica, sacando el menú de debajo del
teléfono sobre la mesa en la zona para sentarse. Sí, mi habitación de hotel tiene una
zona para sentarse—. ¿Qué quieres? Yo lo haré…

—Olvídalo. Cogeré simplemente una botella de agua —me enfado por tener que tomar
una de la nevera. El agua con electrolitos sabe tan insípida como se siente mi alma —.
¿Y tú qué quieres?
— ¿Qué? ¿Un padre no puede tener un poco de tiempo de calidad con su hijo?
Lo miro.
—Bien —él toma otro trago antes de poner su cerveza en la mesa de café. Él se sienta
en una de las sillas de peluche de felpa. Yo escojo el extremo opuesto.
Nos vemos parecidos, desde nuestra oscura piel hasta nuestro negro pelo. Pero tengo
la nariz de mi madre, y aparentemente el temperamento de mi abuelo materno. Al
menos eso es lo que Mark dice. Se separaron hace mucho, en los días de A. S. C (Antes
de Seaside Cove). Mamá volvió con su familia de alta alcurnia en Londres, y no puedo
decir que la culpo, porque si ser el hijo de Mark es así de malo, no quiero saber cómo
sería estar casada con él. Estos últimos días ella ha estado haciendo trabajos de caridad
con su nuevo marido en la India o modelando para revistas italianas o algo así. Solía
invitarme a reuniones familiares para que conociera la parte de la familia Dayal. Fui
una vez, pero como había crecido con mi padre no supe cómo dirigirme a mis abuelos,
y no sabía la etiqueta de mesa (solo usas tu mano derecha, nunca puedes verter tu
propia bebida, comes solamente cuando el mayor de toda la mesa haya comido). Los
Dayals fueron abiertos y acogedores, pero me sentí como un idiota, como una pieza de
rompecabezas que no encajaba en su gran imagen.
Después de esa desastrosa reunión dejé de ir, y después de un tiempo, Mamá dejó de
invitarme, el hijo de un escalador social de Hollywood, lo siento, manager. Ahora
simplemente somos Mark y yo, unidos bajo la marca Freeman.
—Así que, este es el trato —me dice—. Vamos a mover tus vacaciones a la semana
después de que terminen de filmar.
—Sorpresa —digo inexpresivo, esperando por el resto. Quiero que él lo mencione,
ExcelsiCon. Porque estoy seguro como el infierno que no lo ha hecho todavía. Fallé
miserablemente cuando llamé, bueno, mensajeé, a ese extraño. No encontré a la
persona de la convención y además voló mi portada. Esa fue, certificadamente, una de
las peores ideas que he tenido nunca.
—Tuvimos un acuerdo de último minuto. Una sesión de fotos para Today
Enterteinment, una comercial de coches, asumiendo que estos payasos de BWM USA
afilen sus lápices un poco, y esa aparición en la…ya sabes. La cosa —Él mueve su mano
en una espiral.
—La convención —digo cortamente.
Él chasquea.
—Eso es. Mira, sé que Hello, América estropeó la sorpresa, pero…
— ¿Estropeó la sorpresa? No soy idiota Mark. ¡Yo sé que no me lo dijiste para que
ellos me rodearan y para que básicamente no tuviera otra opción que aceptar delante
de la cámara!
Él suspira.
—Vamos chico. Tú amas las convenciones, ¿no es así? Ibas siempre con ese amigo
tuyo. Billy o Bucky…
—Brian.
—Sí, él. Y no has estado en una desde hace mucho tiempo. Y pensé, ¡hey! ¡Vamos a
darle algo que en realidad le guste hacer!
Me masajeo el puente de la nariz.
—Mark, tú sabes que yo no…
-—Sí, sí, tú “no haces convenciones”. Lo sé…

—¿Acabas de imitarme?
—Pero oye, ¿sabes qué? Será el momento perfecto al final del verano para recordarles
a todos que estás en Starfield. ¡Vienes directamente de filmar! ¡Estarás en buena forma!
Y será genial para la prensa que salgas a conocer fanáticos.
—Los fanáticos —repito. Como el blogger Rebelgunner, preparado para pegarme en la
cara por ensuciar el buen nombre de Carmindor.
—Vamos, será bueno para ti salir un rato y hacer algo normal —Él está tratando de
razonar conmigo, aplausos por eso, al menos—. Todo lo que tendrías que hacer sería
aparecerte…
—No.
—Y hacer un meet-and-greet…
—No.
—Con un único ganador, y haces una aparición en su extraña fiesta después de…
Me pongo de pie en un tirón.
— ¿Cuántas veces tengo que decírtelo? No.
—Bueno, odio tener que decírtelo, colega, pero aceptaste hacerlo en directo en la
televisión. Si lo cortas ahora, se verá mal. Como si fueras un temperamental. Una diva
—él baja su voz—. Alguien difícil con quien trabajar.
—Lo que sea.
Él me da una mirada horrorizada.
— ¿Qué pasa contigo, chico? Sabes lo importante que son estas cosas para tu imagen
—él suaviza—. Y amas las convenciones.
—Amaba. Pasado. Y también amaba tomar mis propias decisiones, pero supongo que
eso no me da suficiente buena prensa, ¿huh? —Volviendo sobre mis pasos, recojo la
llave de la habitación de la esquina y la empujo en mi bolsillo trasero.
— ¿Dónde demonios vas?
—A conseguir una gaseosa —sonrío, manteniendo la puerta abierta.
—Recuerda tu dieta.
Doy un portazo.
El pasillo está en calma, blanco e inmaculado como un montón de esos nuevos hoteles
del siglo. El pasillo ahora mismo me recuerda al set de Seaside, rígidas paredes blancas
con iluminación halógena. Vacío. Excepto que el set era falso y podía retirar la madera
contrachapada que componía la mayoría de nuestras “casas” y echar un vistazo a los
técnicos detrás de ellos. Aquí, no puedo alejarme de ello.
No hay una máquina para comprar en mi piso, así que bajo las escaleras hacia el piso
diez, y después al piso nueve. En el octavo piso, sigue sin haber máquinas, ni tampoco
personas. En este momento, cuantas menos personas en mi vida, mejor.
Sin embargo, en el séptimo piso, escucho voces. Rápidamente me presiono contra el
lado de la pared mientras se hacen cada vez más fuertes, acercándose por el camino de
las escaleras. Me hundo en el último escalón del rellano, y me siento ahí, esperando a
que ellos se vayan.
A lo mejor son simplemente gente regular. A lo mejor no me reconocerán. O a lo
mejor soy un loco paranoico. Larga historia corta, hay gente como mi padre que quiere
canalizar tu fama y ayudarte a alcanzar la cima. También hay gente como Brian, que
sacan imágenes condenatorias de ti cuando les invitas a ellos a visitarte en el set y las
venden a TMZ. Eso es lo que duele, más que la caída del yate. Y no, a diferencia de lo
que el artículo “¿ESTÁ DARIEN FREEMAN DE SEASIDE COVE CAYENDO EN PICADA?”
dijo, no estaba borracho, o drogado ni había tropezado con nada debajo de mis pies.
Tampoco fue ningún tipo de anuncio publicitario.
Y sí, tengo una cicatriz para probarlo.
Pongo mi cabeza en mis manos, poniéndome nervioso. Todo lo que quería era una
Orange Crush. Solo una. Ha sido un día. Me la merezco.
Lo hago.
Levantándome, empujo mi capucha en mi cabeza y abro con la llave la puerta de la
escalera y. . . la estampo en uno de los chicos que estaban merodeando en el camino del
pasillo. Son tres de ellos, una chica. De mi edad, a lo mejor un año o dos más jóvenes.
Turistas, por sus sandalias y mochilas.
—Disculpen —murmuro, y agacho la cabeza mientras paso.
No me reconozcan, no me reconozcan, rezo. Estos días, cuando todo el mundo tiene
una cámara de un millón de megapíxeles en sus bolsillos, no tienes que preocuparte de
paparazzis oficiales. ¿Por qué no pude existir durante la era de los teléfonos de tapa?
Teléfonos. Mis manos van a mis bolsillos, vacíos. Me doy la vuelta. Los turistas siguen
allí.
—Hey, tío —me llama uno de ellos.
Me giro de nuevo, yendo en la otra dirección, con rapidez.
— ¡Espera un segundo! —añade la chica, un ligero acento en sus palabras. Francesa, o
canadiense. Por supuesto, la chica tiene que ser la que me reconoce. La oigo empezar a
correr por las escaleras hacia mí—. Oye, oye, tío, se te cayó tu teléfono.
Ella me lo tiende y yo lo cojo, tratando de no mirarla a los ojos sin parecer mal
educado.
—Gracias —murmuro.
Ella frunce el ceño.
—Te ves muy familiar.
—Me dicen eso muy seguido —replico, y rápidamente regreso a mis pasos de nuevo,
haciendo mi escape bajando por la escalera.
—Chico raro —murmura uno de sus amigos.
—Como sea, es Nueva York. Todo el mundo es raro.
Sí, entendible. Ellos siguen hablando y me fuerzo a mí mismo para no escucharlos y
seguir las indicaciones hacia las máquinas de snacks. Empujo la puerta para abrirla, y
las luces iridiscentes de la máquina de soda brillan misteriosamente en la oscura
habitación. Bingo. No me molesto en encender las luces mientras excavo en mis
bolsillos para gastar el cambio e introducir las monedas en la máquina
—Toma esa, suerte —murmuro, presionando el botón de la soda de naranja.
AGOTADO, se lee en el monitor de la máquina.
Lo pincho de nuevo.
AGOTADO.
AGOTADO.
AGOTADO.
—Grieta de Nox, vamos —alego, pinchando el botón con el mismo fervor que tendría
un hombre a punto de morir.
Suspirando, opto por el agua, y la máquina gime mientras opera, sacando una
espumosa botella de lo que sea. ¿Te has dado cuenta que las máquinas de soda nunca
se quedan sin agua?
Me dejo caer por la pared más cercana, tomando un sorbo. No quiero volver a la
habitación todavía, pero tampoco quiero pasar ese grupo de amigos otra vez, y ellos
están entre yo y, tanto el ascensor como las escaleras.
Si tuviese amigos, o una novia (esa es una idea hilarante) ahora sería cuando les
escribiría rápidamente un mensaje de texto para ponerles al tanto, decir hola, para
quejarme de mi día. Me instalo en el suelo de la sala de máquinas expendedoras y
pulso ociosamente a través de mis mensajes de abajo hacia arriba, contacto por
contacto. Hay unos pocos antiguos mensajes con el cast de Seaside del pasado marzo,
pero nunca fui cercano con ellos, todos ellos tenían como, veinticinco, y están en la
costa opuesta. También de la publicista de Seaside, de mi publicista Stacey, Gail, Mark…
Toda la gente para la que trabajo, o gente que trabaja para mí.
No estoy solo. No lo estoy, lo juro.
Entonces, en la cima, está ese número incorrecto. La chica de las chimichangas. . . o el
chico, supongo, pero por alguna razón asumo que era una chica.
Sorbo de mí desalmada agua. No hay razón para mensajear a ese número de nuevo.
Absolutamente ninguna. Pero estoy aburrido, y estoy atrapado, y mis dedos escriben
un rápido mensaje y pulsan ENVIAR antes de que mi cabeza pueda pararlos.
Me giro en mi cama, saco mi teléfono del bolsillo trasero, y deslizo mi pulgar a través
de la pantalla agrietada al mensaje.

Es el extraño. Bueno, el cosplayer, Carmindor.

Desconocido 9:42 PM
— ¿Cómo estuvieron esas chimichangas?

Me muerdo el labio. Este tipo podría ser un acosador. O algún viejo y extraño geezer
con el disfraz de Carmindor. O simplemente alguien que quiere saber de comida
mexicana de mi nave espacial La Calabaza.

9:47 PM
—Muy veganas.
—¿Te pusiste en contacto con lo que estabas buscando?

Desconocido 9:48 PM
—Tristemente no.
—No he tenido tiempo de buscar.

Me siento. La convención fue una parte de mí que cerré después de que papá murió. No
quería ser parte de eso, no quería entrar por esas puertas de vidrio y casi ver a papá de
pie en el vestíbulo, la bata de Carmindor almidonada, las estrellas brillando.

Además, la gente de ExcelsiCon tampoco ha estado en contacto conmigo. Casi me dejó


sin aliento después de que papá murió. Que buena comunidad fue esa.

Pero papá siempre creyó en ayudar a todos sin importar nada. En ser amable
atravesando la distancia. Desearía ser la mitad de la persona que era, pero él siempre
decía que lo aprendí de mamá. Entonces, si mamá fue amable y papá era la mitad de
ella, ¿qué me dejo? ¿Un cuarto?
Muerdo el interior de mi mejilla, respondo, preguntándome por qué estoy haciendo
una excepción.

9:48 PM
—¿Tal vez te pueda ayudar?
—Aunque el REAL Carmindor no da excusas, ya sabes

Desconocido 9:48 PM
—¿Cómo llamas al episodio 26?
9:48 PM
—Uh, ¿Él estaba loco por un Nox? Por favor.
—A menos de que esté equivocada, su alteza de la Federación.

Desconocido 9:48 PM
—De alguna manera corregirte sobre Starfield se siente como una mala
idea.
—Como las que suelo a tener.

9:50 PM
—No serías Carmindor sin tus malas ideas.
—…Sin ofender.

Desconocido 9:51 PM
—No me ofendo. Compadezco a la pobre galaxia que cae bajo mi
dominio.
—Muajaja.
—Así que…eres un Stargunner?

9:51 PM
—Tengo la sangre de la Federación.
— ¿Tú?

Desconocido 9:52 PM
—Nacido de la propia Devastación Brinx. Lo prometo.
—\m/

Creo en lo que dice…quien quiera que sea. Un rayo cruza nuevamente el cielo, más
cerca esta vez. Espero escuchar el trueno. Un segundo. Dos. Tres. . .Entonces viene,
lento y suave como una canción.

A papá siempre le gustaban las tormentas. La manera en cómo sacudían la casa, como
un corazón que se retuerce en la caja torácica.

Desconocido 9:59 PM
—¿Puedo preguntarte algo raro?
10:00 PM
—Uh… Creo que si??

Desconocido 10:00 PM
— ¿Qué piensas del nuevo Carmindor?

Oh. Pienso en mi publicación que hice en mi blog. Mi viral publicación. Le mentiría si


dijera algo más que lo que era absolutamente cierto.

10:00 PM
— ¿Te refieres a Darien Freeman?

Desconocido 10:00 PM
—Si.

Me inclino hacía atrás para ver como las gotas de la tormenta caen por la ventana.
Podría mandarle el link a mi blog, pero lo más probable es que si es un Stargunner, ya
conozca mis sentimientos. O los sentimientos del autor. Que no importa el universo,
Darien Freeman nunca será Carmindor. En cambio, decido no hacerlo.

10:01 PM
— ¿Por qué, eres fan de Seaside Cove?

Desconocido 10:01 PM
—Por favor, dame Gilmore Girls. Cafe. Ingenio rápido.
—Entonces, ¿no crees que pueda lograrlo?
—Darien, quiero decir.

No sé porque digo lo siguiente. Supongo que, pregunta porque realmente le gusta el


casting.

10:01 PM
—Yo…creo que, si lo intenta, tal vez podría hacerlo.
—Quiero decir, es lo que haría Carmindor. Intentar. Incluso cuando las
probabilidades son mínimas.
—Pero quién sabe si a Darien Freeman le importa lo suficiente como
para intentarlo.

Desconocido 10:01 PM
—Entonces, ¿CREES que él será bueno? ¿Qué piensas como fan?

10:01 PM
— ¿Puedo tomar un cheque de lluvia8 en esa respuesta?

Desconocido 10:01 PM
—Depende. ¿Cuánto dura la tormenta?

Observo la ventana, el agua que azota el cielo nocturno. Sin fin, es lo que quiero
decir. Pero en su lugar respondo:

10:02 PM
—Hasta que él haga algo para cambiar mi opinión, supongo.
—Demostrar que lo va a intentar.

8
Es un boleto que usa en eventos donde posponen todo hasta que la lluvia se acabe.
Mark sigue sentado donde lo dejé, bebiendo su cerveza. Levanta una ceja tan pronto
como entro.
—Así que el hijo pródigo regresa —dice a modo de saludo—. ¿Enfriaste tus motores?
—Sí, se enfriaron —Me siento frente a él en la sala de estar. Sus pulgares vuelan
sobre su antiguo Blackberry, los clics en el teclado devoran el silencio entre nosotros.
Golpeo ligeramente mi botella de agua medio vacía contra mi muslo, golpeando el tema
de Starfield.
Si los Stargunners quieren que compruebe que soy su Carmindor, que soy uno de
ellos, incluso después de perderme la pregunta sobre ah’blena en “Hello, América”, que
estoy seguro volverá a perseguirme, entonces tengo que ser un fan. Y solo hay una
forma.
Habrá gente como Boca de pescado y ese chico de la cafetería y quien sea que bloguea
en Rebelgunner, que gritan tan fuerte que es difícil escuchar algo más. Pero luego habrá
personas como la persona en el otro extremo de esos textos, susurrando en una
cadencia constante. Esas son las personas por las que firmé el contrato. Porque sé cómo
es eso. Starfield estaba allí para mí cuando mis padres de mierda y mis amigos de
mierda no. Es por eso que tomé este trabajo. Porque soy un fan.
—Iré a la convención —digo.
Él levanta la vista de su Blackberry.
— ¿De verdad?
—Eso es lo que acabo de decir
Él comienza a ponerse de pie.
— ¡Estupendo! Me alegra oír eso…
Levanté mi mano.
—Con una condición.
Él se sienta hacia atrás.
—Por supuesto. ¿Estás seguro de que no son dos? ¿Tres? —Desliza los ojos hacia el
techo, casi los hace rodar, pero no del todo—. Bien, ¿qué quieres?
Aquí va. Apunta. Ilumina.
—Quiero ser juez del concurso de cosplay. No solo quiero ser una estrella de cine
distante posando para fotos. Quiero ser parte de este fandom.
—Parte de. . .¿qué? ¿Fandom? —La ultra suave frente de papá se llena de pequeños
surcos, su expresión de mayor emoción—. No tiene estilo, Darien.
—Por favor, solo esta vez. Para mostrar que soy uno de ellos.
—Pero no lo eres.
Frunzo los labios.
—Estaré allí. Podríamos hacerlo más estiloso.
Mark se mueve en su silla y puedo decir que está haciendo un cálculo mental. ¿Podría
Chris Pine rebajarse para juzgar un concurso de disfraces? ¿Chris Evans? ¿Chris
Hemsworth?
—Sería difícil —dice por fin.
—Pero si me dejas...
—Pero —levanta un dedo para detenerme— creo que podemos hacer que funcione. Y
ExcelsiCon estará más que feliz de estar de acuerdo con eso —Toma otro sorbo de
cerveza—. Sí... sí, creo que podemos darle estilo, mantenerte al frente y al centro. Eres
un genio.
No me gusta la mirada que lentamente se desliza por su rostro, mitad engreída, mitad
intrigante. ¿Qué está pensando? No estoy seguro de querer saber. Aun así, él no dijo que
no. Por una vez que terminé.
—Gracias —digo.
Y por un momento, casi agrego papá.
No sé cuándo me quedé finalmente dormida después del último mensaje, pero se
exactamente cuándo me despierto.
— ¡Danielle! —Mi madrastra grita mientras tira de las cobijas—. Danielle,
¡levántate!
—Whaaaa… —murmuro, y me estremezco cuando ella prende una linterna en mi
cara.
Una fuerte lluvia golpea contra la ventana mientras zigzags de relámpagos cruzan
el cielo. Escudriño en el reloj, pero está completamente oscuro. La tormenta debe
haber eliminado la electricidad. El aullido del viento casi ahoga sus palabras (casi),
pero Catherine nunca dejaría que algo fuese más fuerte de lo que ella es.
— ¡Levántate! —ruge, apenas me da la oportunidad de tomar en cuenta los gordos
tubos de espuma en su pelo y su bata de seda ridícula antes sacarme de la cama del
brazo. Me froto los ojos para quitarme el sueño y tropiezo detrás de ella, sus uñas
clavándose en mi antebrazo hasta que me deja ir hacia el final del pasillo.
— ¿Qué pasa?
Ella golpea con su garra rosa pulida hacia arriba. Parpadeo adormiladamente. Una
mancha oscura se extiende por el techo. Mi corazón se hunde. Una fuga. En el ático
— ¡Pensaba que te había dicho que lo arreglaras la última vez!
Por el pasillo, las gemelas se asoman de su dormitorio. Genial. Ahora tenemos
audiencia.
— ¿Es que no puedes hacer nada? — dice ella soltando humo, doblando sus brazos
en su pecho donde su bata de baño tiene algunas manchas mojadas. Debe estar
goteando en su habitación o sino no se habría molestado en levantarme.
—Lo hice —mascullo. No es como si importara. ¿No está ella vendiendo la casa de
cualquier forma?—. El viento debe haber soltado las tejas de nuevo.
—Aparentemente, no lo hiciste —me observa mientras cambio el peso de mi
cuerpo de un pie al otro—. ¿Y bien?
La miro, confundida.
Ella levanta su dedo hacia el techo otra vez.
— ¡Sube ahí y arréglalo! —Me pongo pálida.
— ¿Ahora?
— ¡Antes de que se ponga peor! — Ella grita, y me tiende una linterna—. Primero
tu actitud es tardía y ahora esto. Honestamente, Danielle, tienes suerte que te esté
perdonando.
La mitad de mí quiere decirles que pienso que es una locura ir a buscar una fuga
en la mitad de la noche durante una tormenta. Y que tengo que ir a trabajar temprano
mañana en la mañana, ellas no.
—Ahora, vas a arrastrarte ahí arriba y pararás la fuga. Y creo que deberías pagar
los daños, ¿no crees? No puedo vender la casa así como está.
Mi boca se cae abierta.
— ¡Eso no tiene sentido! ¡Esto le podría haber pasado a cualquier casa, es una
maldita tormenta eléctrica!
— ¿Oh? ¿Acaso se le olvidó a la tormenta reparar la fuga la primera vez?
Cierro la boca. ¿Cómo demonios se discute con la locura?
—Eso es lo que pensaba —replica Catherine, luego se da la vuelta sobre sus
talones con rapidez y se marcha hacia su habitación—. Vuelvan a la cama, niñas.
Danielle se está encargando de ello.
Las gemelas se miran la una a la otra y cierran la puerta. Suspirando, alcanzo la
cuerda y bajo las escaleras hasta que la oscura boca del ático aparece abierta delante
de mí. Alumbro con la linterna hacia la oscuridad para espantar a los fantasmas y
escalo hacia arriba.
Aunque he viviendo en esta casa toda mi vida, el ático se siente prohibido. Todo mi
hogar de la infancia se siente como un extraño ahora, justamente como el Príncipe de
la Federación se sintió después de ser rescatado de El Nox. Familiar, pero prohibido.
No tan largo como recordaba. No más juegos de mesa en el comedor. No más espadas y
escudos sobre el mantel. Cuando papá se casó con Catherine, metió todo en cajas, y
cuando papá murió, ella donó todo. Borró el último pedazo de historia que me
pertenecía. O lo intentó. No puedes borrar una casa, o las historias en las paredes.
Pero Catherine encontró un camino para eso, supongo. En lugar de borrarlo,
puedes venderlo.
El ático es caliente, oscuro, y húmedo. Hay definitivamente una fuga en algún
lugar. Pero también hay una cantidad de desorden, qué, en el segundo que lo pienso,
tiene total sentido. Es como Catherine para ser una rata secreta, “perfecta” casa, y toda
su chatarra metida aquí fuera de la vista.
Alumbro con la luz a través de los compartimentos de plástico que se apilan en el
techo mientras una palmada de truenos sacude la casa. Salto, mi corazón me pesa en la
garganta. La lluvia golpea tan fuerte, que suena como si hubiera agua filtrándose por
todos lados. ¿Cómo narices se supone que debo encontrar una fuga en un aguacero?
Me arrastro a través de los tablones de madera contrachapada, en silencio
escabulléndome entre cajas de cartón etiquetadas con ROPA DE INVIERNO y JUGETES
DE BEBÉS, buscando zonas mojadas. La madera se pone más húmeda cuanto más lejos
me arrastro.
Esto es ridículo. Mírame, arrastrándome por un ático en medio de la noche
buscando fugas. No estoy segura de cómo voy a pararla si llego a encontrarla. A lo
mejor simplemente gritarle hasta que haga algo. Funciona para Catherine.
Una oscura caja apoyada en la esquina me llama la atención. El brillo de una
bisagra de hierro. Lo alumbro con mi linterna. Un baúl. No, no, no es solamente un baúl.
Yo recuerdo este baúl. De hace mucho tiempo. Una memoria difuminada, antigua.
Me arrastro hacia arriba y pongo el final de la linterna en mi boca y excavo con mis
uñas debajo del cerrojo. Mis manos tiemblan. El cerrojo se abre, innaturalmente
ruidoso contra la lluvia golpeando en el techo. Otro rollo de truenos hace vibrar las
vigas mientras empujo la tapa, la linterna ilumina una hermosa chaqueta azul.
Recuerdo el tacto del material incluso entes de tocarlo. Recuerdo cómo se siente, y
cómo susurraba cuando papá caminaba, arrastrando como si fuera una capa. El disfraz
del Príncipe de la Federación de papá. Tiro de la chaqueta, desvelando pulgada a
pulgada mientras pienso que simplemente la estoy devolviendo hacia la existencia.
Lentamente, medio asustada de que se convierta en polvo, me deslizo en ella.
El abrigo es muy grande, por supuesto. Los botones necesitan ser repuestos, las
borlas recosidas. Vuelvo mi nariz al cuello, inhalando. Todavía sigue oliendo como él,
mezclado con el almidón que usaba en las batas.
Pero entonces la linterna alumbra una prenda de purpurina y de un morado
oscuro. No puede ser… Catherine tiró todas estas cosas. Ella me dijo que lo había hecho.
Donado con las ropas de las gemelas y su desorden.
Meto mis manos en el baúl y sostengo un vestido que podría haber sido hecho a
partir de un cielo de medianoche, hecho de rica pluma, suave y cómoda. Lo levanto,
pedazos de gasa de seda deslizándose entre mis dedos. En las sombras, brilla como una
galaxia atrapada en los hilos.
Lágrimas salen de mis ojos. Es el vestido de mamá. El vestido de la Princesa
Amara. Nunca realmente supe sobre ella, no como supe sobre papá. Pero desearía con
todo mi corazón haberlo hecho.
Lo abrazo con cuidado, cerrando mis ojos con fuerza. Por un momento se siente
que no estoy sola en el ático. Se siente como si ellos estuviesen aquí.
Una idea comienza a aparecer para mí. Catherine puede vender la casa. Puede
llevarse lejos a mis padres y meterlos en bolsas. Puede obligarme a hacer los
quehaceres. Me puede regañar por trabajar en un camión de comida… Pero incluso con
lo que hay aquí, en este baúl, soy la última parte que mi padre dejó en el
mundo. Puedo no ser nadie, pero mi padre era extraordinario. Y él me amaba más que
a ninguna otra cosa.
¿Qué tipo de hija sería si dejase que eso se desvaneciese?
Y entonces de nuevo, ¿Qué puedo hacer cuando lo único propio que tengo en el
mundo son los disfraces antiguos de mis padres?
La respuesta me golpea como un relámpago.
Iré a la ExcelsiCon y entraré en ese concurso. Voy a ganar ese concurso.
Conseguiré unos boletos para algún lugar lejos de aquí, lejos de Catherine y de las
gemelas, y creare un nuevo universo donde pueda ser lo que quiera ser y no lo que la
gente piensa que soy.
Seré la hija de mi padre.
Será un arduo trabajo. Tendré que limpiar estas cosas, alterarlas para que encajen,
y encontrar una forma de llegar a Atlanta para la convención. Pero papá me enseñó
hace mucho tiempo atrás que se necesita más que unas buenas piezas de disfraces
para ser digno de la insignia de la Federación. Se requiere coraje y perseverancia. Se
necesita todas las buenas cosas que sigo sintiendo en el antiguo disfraz del uniforme
de papá. Todas las buenas cosas en el vestido galáctico de mamá.
Y con su ayuda, los haré sentir orgullosos.
Iluminaré las estrellas.
PARTE DOS

APUNTA
“Cuándo no puedes ganar la batalla, obtienes armas más grandes.”

—Episodio 14, “El Mejor Espacio”


He conocido a mi perdición, y no es ni siquiera la hora de desayunar todavía.

Dos metros, tan ancho como un corredor de fondo de los New York Jets, con dedos
salchicha con los que podría romperme (incluso al Darien 2.0 que ha ganado veinte
libras de músculo para la película) en la mitad. Un tribal tatuaje cruza de un lado al
otro su cabeza, que esta sobre todo afeitada.

Santísimos cabellos nasales, Batman.

Mark mira entre mi perdición y yo con esa sonrisa de orgullo en la cara. Como si
hubiera ganado la feria del condado con un gran premio robado.

—¿Así que? —dice él, esperando un cumplido que no le daré. Me puede llamar
petulante. Puede decir que estoy mostrando mi edad. No me importa—. ¿Qué piensas
Darien?

—No necesito un guardaespaldas —replico, cruzando mis brazos sobre mi pecho.


Trato de sostenerme tan alto como puedo, pero incluso Mr. Perdición a mi lado me
saca unos buenos veinte centímetros. Pienso que es mitad La Roca, mitad Terry Crews.
Todo trescientas libras de puro músculo. Y cuando me mantengo más estirado, él
también lo hace.

Presumido.

—Él no está aquí para tu beneficio —replica Mark con una sonrisa. Sus dientes están
apretados—. Él está aquí porque nuestra compañía de seguros insistió en ello.

—No es mi culpa que aseguraras mis abdominales. Nunca lo pidieron. Si no me


hubieses obligado a hacer esa estúpida acrobacia en Hello, América…

—Estaba pensando en tu futuro, Darien. No querrás arruinarlo más, ¿quieres hacerlo?


—Él me toca la barbilla, el mismo lugar en el que tengo una cicatriz. Después de mi
lamentable caída del barco, Mark arrojó nombres de cirujanos plásticos así como los
quarterbacks de la NFL le tiran pases a Hail Mary. No creo que las puntadas hayan sido
tan malas, pero el director tuvo que filmar otra vez cada escena en el final de
temporada para poder incluirlas. Es necesario decir que la cicatriz no terminó mi
carrera. La única cosa que terminó fue mi última y única amistad.
Dirijo mis ojos lejos de Terry Crews Jr. para mirar a mi padre.

—No me mires así, Darien —dice con un suspiro—. Simplemente quiero lo mejor para
ti. Simplemente quiero que consigas trabajos en esta ciudad. Entiendes eso, ¿verdad?

—Bien. Bien —no hay punto en discutir—. ¿Por cuánto tiempo?

—Ahora verás, esa es la cosa

— ¿Cuánto tiempo? ¿Y qué dice Gail sobre esto?


—Gail está de acuerdo de que es una buena idea. Y es indefinido —él saca su teléfono
vibrando y mira el número—. Tengo que contestar. Ustedes, conózcanse. Esto será una
aventura, ¿verdad?

Ni siquiera respondo antes de que Mark se escape, con el teléfono clavado en su


hombro.

—Hola, sí, soy Mark. ¡Harrison! ¿Cómo estás? ¿Cómo está el tobillo?

La puerta no se cierra detrás de él con la suficiente rapidez.

Mi guardaespaldas y yo intercambiamos la misma mirada expectante. Me llama la


atención su traje negro crujiente, su corbata clara, su Rolex de plata (que te hace
preguntarte que tan bien le pagan a un guardaespaldas) y su ceño fruncido. Cuando no
hace nada, me doy por vencido y me quito mi camiseta, deteniéndome en la esquina
donde puse mi maleta.

Volamos a Atlanta la noche pasada. No pude pegar un ojo porque el avión era
impulsado por medio de una monstruosa tormenta eléctrica. En el momento en el que
llegué al hotel, me dormí con la ropa puesta, y sigo estando cansado. En el reloj rojo
situado en la mesa se puede leer 8:31 am, lo que significa que he dormido cuatro horas.

—Posiblemente eres bueno dando saltos, ¿no es así? —murmuro más para mí mismo
que para mí guardaespaldas, buscando en la maleta una camiseta que no me quede
apretada—. Como un agente operativo de la CIA, ¿verdad? ¿Van los guardaespaldas a
escuelas de guardaespaldas? ¿Eres como el sicario de Hitman?

Él se ajusta sus esposas.

— ¿Sabes sobre las reglas del club de la lucha?


Le doy una asombrada mirada.

— ¡Así que puedes hablar!


Él levanta una ceja.

—Estaré justamente al lado de tu puerta si me necesitas. Tienes que estar abajo en la


recepción en veinte minutos. Sugiero te des darte prisa. —Luego toma su corpulento
cuerpo y sale de la habitación.
Empujo mi cabeza en una camiseta limpia y saco mis brazos justamente cuando mi
teléfono vibra.

Hay un mensaje. Bueno, dos mensajes.

Gail 8.36 AM
—SU NOMBRE ES LOONY. SE AMABLE

¿Loony? Ese nombre definitivamente no sirve para una máquina de trecientas libras
de total aniquilación, pero está bien. Encuentro un par de pantalones de gimnasio y
calcetines limpios. Mi teléfono suena de nuevo, y entonces es cuando recuerdo el otro
mensaje.

Desconocido 8:44 AM
—Vale, lo siento por molestarte, pero pensé que podrías saber esto. ¿Cómo le
llamas a cuando Eucinedes hace eso con las armas de la nave? ¿Corrección?
¿Reparación?
—Bah.

Correcto. Él extraño. Mis labios se convierten en una media sonrisa mientras


respondo.

8:44 AM
— ¿Escribiendo fanfics tan temprano en la mañana?

Desconocido 8:44 AM
—NO.
—Eso sonó muy fuerte, ¿verdad?

8:44 AM
—Ligeramente. Te daré una pista.
—Empieza con C.

Desconocido 8:44 AM
—Demonios, ¡sabía que era una C! Déjame pensar…

Me pongo mis pantalones de gimnasio y mis calcetines, metiendo mi teléfono en un


bolsillo, y paso mis manos por mi cabello mientras me miro en el espejo del baño. La
cicatriz de mí barbilla se nota más con luces potentes, una línea blanca en mí
bronceada piel.

Mark tiene razón. Carmindor no tiene una cicatriz. Simplemente otra razón en mi
lista por la que el director del castin estaba loco por cogerme. Loco por pensar que
podría continuar lo que David Singh dejó.

Otro mensaje parpadea y lo corto con pavor. Odio los mensajes de texto.
Especialmente los de los extraños. Pero de alguna forma… no sé cómo… hay algo
confortable en mensajearme con esta persona. Siendo completamente anónimo. No
tengo que ser alguien. Ni si quiera me ha preguntado mi nombre, y no le he preguntado
el suyo. No necesito hacer excusas de porqué tengo un guardaespaldas o de porqué
tengo un guardaespaldas o sobre mi rara dieta o de porqué sigo insistiendo en llevar
mi camiseta favorita incluso si tiene agujeros en las axilas.
Nosotros estamos… estamos simplemente hablando.

Desconocido 8:45 AM
— ¿Corrigiendo? ¿Calculando?
— ¡Vamos Carmindor!
— ¿Coleccionando? ¿Catando? No tengo NI idea.
—espera
—O POR DIOS, ES CALIBRANDO.
—Soy terrible.

8:46 AM
—Y te haces llamar un fan…

Desconocido 8:46 AM
— ¡UNO TERRIBLE!
—Nunca me lo voy a perdonar.
—Muchas gracias, su alteza.

—Diez minutos jefe —Lonny, AKA mi perdición ha sacado su cabeza desde el pasillo.

— ¿Qué eres, un temporizador también?

—Soy lo que sea que me paguen para sea.

— ¿Te puedo pagar para que desaparezcas?

Él me da una mirada de indiferencia.

—Era una broma —digo, guardando mi teléfono en mi bolsillo y cogiendo mis llaves.
No puedo decir que hago mi camino fuera de la habitación rápido, pero no me tomo mi
tiempo de ponerme los zapatos, por si te lo estás imaginando. Y justo antes de
marcharme, mando un último mensaje.

8:56 AM
—Simplemente Car está bien. :)
Calibrando.

Me voy a patear a mí misma por eones.

—Euci está calibrando su pistola, Elle —me digo a mí misma, garabateando en mi


cuaderno—. ¿Por qué demonios estaba pensando en calculando?

Un gran sol de martes cae sobre nuestras cabezas mientras miro a los turistas
bajando por La Batería. Mi teléfono ladrillo descansa en la sombra, luchando por
reproducir un video de YouTube sobre cómo medir y coser dardos en su antigua
pantalla. Debo haberlo visto unas cuarenta veces. Hay un montón de vocabulario raro
sobre coser que no entiendo, y la chica del tutorial está usando una máquina de costura,
que no tengo, al igual que el dinero para comprarla. Todos mis ahorros van para
materiales y, eventualmente, para el viaje de autobús y la entrada para la convención.
Tendría suerte si puedo pagar una aguja y un hilo, y mucho menos si consigo averiguar
cómo se usan.

— ¿Por qué no podría ser un concurso de fanfics? —me quejo. Escribir es más fácil.
Cuando soy una escritora de guiones, puedo hacer diálogos y describir los personajes
todo lo que quiero, y alguien más puede encargarse de los disfraces.

Pero por ahora, soy una mujer emprendedora.

He decidido entrar como Carmindor, tan estúpido como suene. El vestido de mamá de
Amara serviría más, pero hay algo que hace que mis brazos se echen para atrás.
Siempre necesité permiso para ponerme ese vestido. Papá lo bajaba desde la parte
superior del armario y me hacía prometer que lo pisaría ligeramente, o la galaxia
cosida en las costuras me tragaría. Pero, realmente me estaba pidiendo que no
arruinase el vestido que guardaba las memorias de mamá. Que lo tratara con cautela.
Para pretender que era un tejido de oro. Además, te disfrazas de quien quieres ser, y he
querido ser Carmindor desde que puedo recordar.

El problema, por supuesto, es que nado en la chaqueta que papá me dejó. Él era un
chico grande, pero había olvidado que tan grande. La memoria se vuelve divertida
después de un tiempo. En mi cabeza, él es este héroe de anchos hombros, con una
suave sonrisa que sube uno de los lados de su boca más que el otro y que tiene los ojos
tan profundos y oscuros como el océano Atlántico. Tengo los ojos marrones de mamá.
Él lo usaba para cantarle “Chica de los ojos marrones” mientras bailaban por el
comedor. Su cabeza apoyada en su hombro, como una cerradura y la llave.

Me pregunto si alguna vez bailoteó con Catherine alrededor del comedor. Mi


madrastra tiene los ojos azules, y no puedo pensar en ninguna canción feliz que hable
sobre una mujer de ojos azules. ¿Fueron papá y Catherine alguna vez felices? Debieron
serlo en algún punto. Después de la primera noche que la conocí (cuando ella se
presentó en nuestra puerta con un pequeño vestido blanco, sosteniendo una botella de
vino en una pequeña mochila) papá me preguntó qué pensaba de ella. Tenía ocho años.
Mamá se había ido hacía cuatro años. Querría haberlo sacudido y recordarle que la
princesa Amara moría al final, que mamá había muerto al final. Esas historias no
debieran tener secuelas. Esas secuelas son siempre malas. Un podrido en la crítica
escala de Tomates Podridos.

Pero no lo hice.

—Me gusta —le dije.

Siete meses después ellos ya estaban casados. Entonces lo imposible sucedió, y


Catherine y yo estábamos atrapadas la una con la otra. Atascadas en un mundo donde
él ya no existe, o al menos pensaba que no lo hacía. En la chaqueta, puedo sentirlo. En
las costuras, y los botones y en los charretes, le podía oír tarareando “Chica de los ojos
marrones”.

A lo mejor todo muere, pero quizás, de alguna forma, todo lo que muere, vuelve.

La puerta de La Calabaza se abre y escondo mi teléfono debajo de mi cuaderno. Sage


entra, con dos copas de helado en la mano.

—Oof, recuérdame que nunca tome un almuerzo para después correr por la ciudad
hasta la tienda de helados —dice, sin respiración, mientras me ofrece una de las dos
copas. La cuchara pinchada en el interior ha empezado a deslizarse hacia un lado—.
¿Caramelo? ¿O praliné?

La miro confundida.

— ¿Para mí?

Ella rueda los ojos y pone los dos cuencos en el mostrador.

—No, para la otra compañera de trabajo que tenemos por aquí. Jesús. Me voy a comer
el de caramelo —Ella se sienta en el taburete de agua y comienza a comer. —La cola
era ridícula. ¿Nadie vino mientras estaba fuera?

Sacudo mi cabeza, recogiendo el praliné. En realidad me gusta el praliné. Pero algo de


esto se siente… raro. Y no solamente la parte sobre Sage hablándome.

—Has comprado helado —digo estúpidamente.

—Uh, sí. Hace un calor afuera… —Sage toma de su sopa de helado.


—Pero el helado tiene… crema.

Ella pestañea con sus párpados morados.

— ¿Y? Oh —ella esboza una gran sonrisa—. ¿Pensabas que yo que era vegana? De
ninguna manera. Es solo la jefa. Ni siquiera lo entiendo.

—Yo igual —concuerdo—. Soy demasiado fan del tocino.

—Mmh, helado con sabor a tocino. Eso debe ser un pecado para la iglesia vegana —
Sage se ríe. —Vamos a ir directas al infierno vegano. Aunque no sé qué tan infernal
sería, si ya estamos en él.

— ¿No te gusta trabajar aquí?

Ella desvía la mirada con culpabilidad.

—Me refiero, si digo que no eso me hace una mala niña, ¿no? No querer heredar el
orgullo y la alegría de la jefa —Patea la esquina de la misma manera en que se lo haría
a un perro, como: buen chico, no es nada contra ti.

—Así que… ¿Qué te gustaría hacer en su lugar?

Ella se encoge de hombros.

—Trato de no pensar mucho sobre ello.

—Tú dibujas, ¿verdad? ¿Y haces tus propias prendas?

Ella baja la mirada hacia su falda, que tiene siete colores diferentes cosidos juntos en
paneles verticales con tul por debajo. Me recuerda a una de esas revistas japonesas de
moda que ella lee, como si hubiese saltado de entre las páginas.

— ¿Es tan obvio?

— ¡No de una mala forma! —añado rápidamente—. Es solo que siempre te ves tan
guay.

Ella bofa. Lo intento de nuevo.

— ¿Quieres ser una diseñadora de moda?

Ella come otra cucharada llena de helado y balbucea.

—Casarme con este helado es lo que quiero. Nos fugaremos a Tahití.

Por un medio segundo, pienso en pedirle que me explique sobre el video de costura,
pero antes de que pueda articular lo que pienso, una voz me interrumpe.

—Oh, mira, pero si es nuestra asquerosa hermana en su hábitat natural.


Chloe y Cal se están burlando desde la ventana de pedidos. En las tres semanas que
llevo trabajando en La Calabaza, las gemelas no me habían encontrado todavía. Por
supuesto han puesto fin a ello hoy. Naturalmente, están flanqueados por el entero club
de Country Crew: la mejor amiga de ambas Erin, su novio, y unos cuantos chicos del
equipo de fútbol, de esos que sus padres tienen yates propios en el puerto. Y, estando
un poquito más lejos detrás de ellos, James. Genial.

Sage deja su bote de helado en el suelo y se levanta.

— ¿Los puedo ayudar? —pregunta, con la cuchara metida en la esquina de su boca.

Chloe la ignora. Su rubio cabello está recogido en una cola de caballo suelta; lleva
unos pantalones cortos de color rosa y una camiseta del colegio de Charleston, la
universidad a la que quiere ir el año que viene. Junto a ella, un chico alto y fornido,
corredor de fondo en el equipo de fútbol, y que por su corte de pelo se puede decir que
su padre tiene dinero, asiente hacia Sage.

—¿Eres la única que trabaja con ella?

Sage se deja caer en la pared más próxima a él.

—¿Qué es para ti?

—Debería tener cuidado a su alrededor. Está loca —dice, moviendo sus ojos hacia a
mí. Al final de la multitud, James tose y desvía la mirada. Las puntas de mis orejas se
enrojecen con vergüenza.

Sage simplemente le ignora o no le escucha.

—Tenemos buñuelos de calabaza, sándwiches de tofu y calabaza, tacos de calabaza, y


patatas de calabaza —ella entona secamente—. No tenemos chimichangas. Pero
supongo que podemos hacer una excepción si estuvieras en el menú.

El corredor de fondo realmente mira a Sage esta vez, desde su pelo verde hasta el
piercing en su labio.

—Oye, tú eres la chica de mi aula, ¿verdad?

—Tú estás atrasando la línea —replica ella.

Él mira hacia atrás.

—Aquí no hay ninguna.

Ella sonríe, una sonrisa con los labios apretados.

—Lo que significa que estás espantando a los clientes. Ahora corre lejos de aquí. Ve a
perseguir a alguien más a otro lugar.

Chloe la escudriña.
—Perdona, ¿quién te crees que eres?

Mi compañera de trabajo finge quedarse en shock.

—Lo siento, ¿no me he presentado? —entonces ella hace una pausa por un largo,
largo momento, mientras ellos esperan a que ella se presente. Finalmente, Sage sigue.
—Oh, no lo voy a hacer.

Detrás de Chloe, Cal se muerde su labio inferior, tratando de esconder una sonrisa.

—Friki —se burla Chloe, coge a James del brazo, quien también tiene algún tipo de
sonrisa, porque nadie puede hacer verse a Chloe como una idiota de la forma en la que
Sage lo ha hecho, y lo arrastra lejos. El resto de la pandilla los sigue como un rebaño.
Cal permanece por un momento con su mirada clavada en Sage, mientras intenta
recomponer qué es lo que acaba de pasar, antes de que su hermana la llame y ella se dé
prisa en ir.

Sage rueda sus ojos y se gira hacia mí.

—Tus hermanas son la maldición de la existencia. Apuesto a que no puedes esperar a


graduarte.

—Supongo —replico, pero las palabras tienen un sabor amargo en mi boca porque no
sé qué pasará después de mi último año. No, lo sé ahora. Voy a ganar este concurso y
volar fuera de aquí, directamente a Los Ángeles. Y nunca volveré.

Ella coge de nuevo su bote de helado y se gira hacia mí.

—De cualquier forma. ¿Qué estabas diciendo?

—Oh… nada.

No puedo obligarme a preguntarle sobre el vídeo de costura. Sé que Sage no es como


los otros (lo he visto simplemente muchas veces) pero ella querrá saber por qué estoy
preguntando, y no hay forma de que alguien como Sage le vaya a importar algo sobre
Starfield. Si voy a fallar, no quiero arrastrar a alguien tan guay como Sage conmigo.

Ella se encoge de hombros.

—Como quieras.

De cualquier forma, lo puedo hacer yo misma. Siempre lo hago todo yo misma.


Entrecierro los ojos al espejo del cuarto de vestir, jugueteando con las estrellas
doradas en mi solapa.

—Gail, este traje está mal.

Gail está sentada en una silla dura de color rojo, desplazándose por correos
electrónicos, itinerarios y correo de admiradores, todo lo que no quiero hacer,
mientras muerde la cadena de su sudadera con capucha de IGNITE THE STARS. Se ve
tan cansada como yo me siento.

La película se está rodando en un estudio fuera de Atlanta, Georgia, bajo el nombre


clave Kingship. Será mi hogar durante los próximos veintitrés días de fotografía
principal. El director insiste en usar efectos prácticos siempre que podamos, lo que
significa disparar en un puente real hecho en un estudio de sonido y hacer acrobacias
reales y. . . Y besar a Jessica Stone en dicho puente en ese estudio de sonido mientras
hago mis propias acrobacias.

Estoy más nervioso por eso. Los besos, no las acrobacias. Bueno, está bien, tal vez las
acrobacias también.

— ¿Eh? —Gail mira hacia arriba desde su teléfono inteligente y entrecierra los ojos al
uniforme del Príncipe de la Federación—. ¿Qué tiene de malo?

—Es el color equivocado. El azul no… No es lo suficientemente azul.

—Es del mismo color de cuando te hicieron el tallaje.

—No, es más azul, Gee. Definitivamente es más azul.

—No lo es —Ella envía un correo electrónico y deja su teléfono, finalmente volteando


toda su atención hacia mí—. Es solo la iluminación aquí. Créeme.

—Pero mentiste acerca de Lonny. Él es una gran compañía, por cierto. Locuaz
incluso.

Las puntas de sus orejas se ponen rojas y ella se retuerce en su silla.

—Mark me dio instrucciones estrictas de mantenerlo... como una sorpresa.


—Porque yo diría que no.

— ¿Sorpresa? —Ella ofrece débilmente. Le brindo una mirada cómplice y ella


rápidamente desvía su mirada hacia su teléfono—. Discutamos sobre eso más tarde,
¿está bien? Tienes maquillaje en diez minutos. ¿Necesitas algo? ¿Agua? O podríamos
repasar el guion de hoy mientras esperamos, ayudar a calmar los nervios…

La puerta del vestidor se abre.

La luz del sol entra, haciendo que me estremezca. Al principio, creo que es Donna, la
maquilladora, quien viene a gritarme por llegar tarde. Pero la última vez que lo revisé,
Donna, la artista de maquillaje, no tiene el pelo largo y oscuro trenzado en una trenza
anoriana real perfecta. O piernas que continúan por días. O un uniforme femenino de la
Federación.

Gail se pone de pie, pareciendo nerviosa como siempre.

— ¡Oh! ¡Oh, hola!

— ¿Te importa si me escondo aquí por un momento? —La chica increíblemente


hermosa se deja caer en el asiento vacío de Gail y pone una pierna dorada sobre la
otra. Yo, estoy tratando de no mirar fijamente. Porque santas líneas bronceadas,
Batman.

—Es la hora de los trolls y los paparazzi están en masa —continúa, inclinándose
hacia el espejo para arreglar su lápiz labial—. Ya estoy hasta aquí con todos los
abucheos. Tenía que alejarme. ¿No te importa?

Gail me mira vacilante.

—Bueno, en realidad estábamos…

—No —alzo la voz, dándole a Gail una mirada significativa. ¿Acaso no sabe quién es
esta chica?

Jessica Stone. La Jessica Stone. Mi coestrella. El ejemplo perfecto de una película


indie, amada en el internet por ser sexy y simpática y divertida, segura de conseguir un
Oscar algún día, Jessica Stone. Creo que vi su última película en cines quince veces, y no
solo porque estaba basada en una novela gráfica.

No fanatices, me ordeno a mí mismo. No fanatices.

Gail me mira, sorprendida.

—Pero Dare, estábamos…

Yo toso. Dos veces. Gail mira entre Jessica Stone y yo, abre los ojos y finalmente lo
entiende. Sus orejas se ponen aún más rojas.
—Oh. Oh —Ella agarra su mochila y hace una retirada apresurada—. Yo... um. Estaré
cerca si me necesitas, Dare.

Después de que la puerta se cierra, Jessica Stone vuelve sus ojos, que son súper,
monstruosamente, azul agua helada, para mí.

—No quise entrometerme.

Mi lengua se ata en diez mil nudos. Ella puede entrometerse tanto como quiera.
Quiero decir, no entrometerse, (solo déjenme estar cortésmente con ella por el resto
de mi vida) pero entrometerse también funciona. En mi vida. Tanto como ella quiera.

¿Eso es raro? Probablemente sea raro. Pero es Jessica Stone.

Maldita sea, hombre, no fanatices.

—Tengo la mala costumbre de hacer eso —continúa—. Irrumpir en lugares. Mi


terapeuta dice que no tengo sentido del espacio personal. Realmente, puedes decirme
que me vaya si quieres. Soy Jess, por cierto.

—N-n-n —tartamudeo, luego muerdo el interior de mi mejilla. Permanece. Calmado.


Lo intento de nuevo, canalizando a Sebastian, mi personaje en Seaside Cove—. No, Gail
realmente estaba solo marchándose, yéndose.

Sus ojos se abren, y por un momento me preocupa que esté a punto de tomar uno de
sus tacones y meterlo por la cuenca de mis ojos como lo hizo en Huntress Rising, pero
luego echa la cabeza hacia atrás y se ríe. Es una risa sin límites, del tipo en que, si la
hago reír demasiado, garantizo que resoplará. Los bordes de sus ojos se arrugan
cuando sonríe. Ella es hermosa en todas las formas tradicionales, obviamente las
piernas, pero su personalidad ayuda, y sus habilidades de actuación. Podría citar a
Shakespeare en círculos a mi alrededor y yo no sería más inteligente. Es una cuestión
de respeto, decido, no una cosa de fanatismo.

Su risa se apaga y niega con la cabeza.

—Eres lindo. No es de extrañar que te eligieran para el papel. Partes iguales tonto y
sexy. Un combo ganador. Si fuera un chico, estaría nervioso. Comenzarás a tomar todos
los buenos papeles.

Miro hacia atrás al espejo, todavía jugueteando con la solapa de mi uniforme.

— ¿Nervioso? Yo soy el que debería estar nervioso. Me harás ver como una farsa.
Fuiste increíble en Huntress. Tú fuiste Sylvia. La canalizaste perfectamente desde los
cómics.

Ella se encoge de hombros.

—Gracias. Pero en realidad nunca los leí.

— ¿No lo hiciste?
—No hay tiempo —dice simplemente. Ella ladea la cabeza y examina mi uniforme—.
¿Cómo es que los hombres pueden usar pantalones mientras tengo que usar estas
cosas estúpidas? —Ella hace un gesto hacia sus tacones de kilómetros de altura.

— ¿Sexismo? —Ofrezco. Jess sonríe. Conmigo, no de mí, esta vez.

—Tristemente —dice ella—. Es simplemente ridículo.

—Sí —dije de acuerdo—. Porque, quiero decir, la Federación nunca pone a sus
mujeres oficiales con tacones, entonces ni siquiera es canon, ¿verdad?

Jess me mira sin expresión.

—No —dice ella, no cruelmente—. Porque esperan que yo corra en ellos.

—Oh— digo. Cierto. Por supuesto.

— ¡En tacones! ¡Con todas esas acrobacias físicas! En serio, le estaba diciendo a
Nicky, nuestro director de vestuario, ¿no viste los Globos de Oro? Los tacones y yo no
tenemos un excelente historial. Pero él me dijo que me los pusiera de todos modos. —
Ella mira hacia abajo a sus cuidadas uñas y encogimientos de hombros—. Será un
infierno. Pero no es como si no supiera eso cuando me registré. Solo un medio para un
fin, ¿sabes?

—Para... ¿qué fin? —pregunto.

Jess mira hacia arriba.

—Para algo mejor.

— ¿Mejor que Starfield? —digo antes de poder detenerme. Jess abre su boca, luego la
cierra.

—Así que eres un fanático, ¿eh? —dice ella.

Me encojo de hombros, a pesar de que es bastante obvio ahora que si lo soy.

— ¿Y tú no?

Ella resopla.

—Soy fanática de los cheques de pago.

Debo lucir desilusionado porque ella se apresura a agregar:

— ¡No es que no respete a los fanáticos de Starfield! Ellos son los que van a impulsar
esta cosa, después de todo. —Me complace con otra sonrisa gloriosamente perfecta—.
Y este tipo de cosas con un gran presupuesto, bueno, no son arte, pero es divertido,
¿sabes? Al menos al principio. Es nuevo, es brillante, es colorido. Antes de aburrirte y
pasar a la siguiente.
Me arregla con una mirada intensa, y de repente no estoy seguro si estamos hablando
de lo mismo.

— ¿Sabes lo que estoy diciendo, Darien?

Oh. Cierto. Eso. Me muevo incómodo. Otra idea brillante para aumentar la publicidad:
mantener en el aire que Jess y yo somos, bueno, una cosa. Lo cual podría explicar por
qué estoy tan nervioso por conocerla.

—Gail, mi asistente, ella mencionó que estamos saliendo, sí —le digo.

—Durante los veintitrés días que estamos filmando —corrige Jess—. Y eso es todo.
No quiero nada después, ¿de acuerdo? A menos que nos convirtamos en buenos
amigos y luego podría besarte en el estreno.

—No estoy seguro de poder besar a alguien que no sea un Stargunner —bromeo.

Un lado de sus labios malva se retuerce.

—Quizás puedas convertirme.

—Por las estrellas de la Federación, lo intentaré. —Le brindo la promesa: un saludo


jurado.

—Tonto. —se ríe—. No es de extrañar que hayas audicionado para este papel.
Naciste para esto.

Nacido para esto. La frase me hace doblar el estómago, como si ya no fuera suficiente.
Rápidamente miro hacia otro lado.

—Ja, cierto.

Jessica me mira de reojo por un momento antes de tirar de sus piernas al lado de la
silla y sentarse apropiadamente. Ella me mira a los ojos.

—Darien, ¿puedo ser sincera por un segundo?

No puedo apartar la mirada, su mirada es demasiado intensa. Van a necesitar darle


lenteuásares sobrecalentados en el espacio.

—Um, sí.

Ella inhala.

—Verás, nunca has hecho un gran papel antes… — ¿Qué piensa ella que es Seaside
Cove? ¿Un especial después de la escuela?—. Pero yo sí, y sé que los fanáticos son los
peores a veces. Lo mejor, pero también lo peor. Y eres un fan entonces vas a ser lo peor
para ti. Vas a juzgarte a ti mismo como el más duro. Mi consejo para ti es... no lo hagas.
Este es solo un rol. No tiene que definirte. Confía en tus instintos, confía en tu director,
y será un juego de niños. Y luego puedes ir a cosas más grandes y mejores. Este es un
trampolín, no una trampa de pegamento. ¿Tiene sentido?
—Uh —digo. Pero ella ya está de pie, y cuando se inclina para besarme en la mejilla,
siento que la pegajosidad de su lápiz labial se refleja en mi piel.

—Te veré en el set, ¿de acuerdo?

—Claro, princesa —murmuro.

Ella sonríe.

—No eres uno de esos actores de método, ¿verdad?

Yo imito su sonrisa, aunque no la siento.

—Nah. Si realmente quisiera entrar en personaje, te llamaría ah'blena.

— ¿No es esa la pregunta de Starfield que te perdiste?

Le doy una mirada herida.

— ¿Todos vieron eso?

—YouTube es eterno, créeme. Solo mira al GIF del momento de la alfombra roja en la
historia de los Golden Globes. —Ella hace muecas a sus talones—. Nos vemos, Darien.

Y con eso, Jessica Stone, mi coestrella, mi Amara, mi novia falsa durante los próximos
veinticuatro días, se despide, un dedo a la vez, y deja mi tráiler. Pero incluso después
de que se fue, sus palabras se pegan como alquitrán en las paredes.

Más grandes, cosas mejores. Esto es solo un trampolín.

Me vuelvo hacia el espejo y miro al aspirante Carmindor con un uniforme que


definitivamente es del color azul equivocado. Y me pregunto si soy diferente de ella, o
si debería serlo. ¿Estoy haciendo esto solo por un cheque de pago también?

Es por eso por lo que Mark quiere que lo haga. No me habría reservado para la
audición si no hubiera visto signos de dólar. No habría contratado a un guardaespaldas
si no se imaginaba mi cara en una valla publicitaria.

En el mostrador, mi teléfono zumba, y lo agarro a ciegas, rezando porque Mark no


quiera que haga otra convención.

Pero no es Mark.

Desconocido 8:32 AM
—¿Cómo logras que un Nox con un solo brazo salga de un árbol?
—¡Lo saludas!

Me muerdo el labio inferior para no sonreír. Al menos conozco a una persona que
cree en Starfield como algo más que una vaca de efectivo. Me cuadro en el espejo y
coloco mi teléfono en el bolsillo de Carmindor.

Tal vez es un trampolín. Tal vez como fan soy la peor persona para este papel.
Quizás lo arruine más que alguien a quien no le importe de esa manera. Jessica quiere
credibilidad artística, papeles serios, estatuas doradas alineadas en su repisa de la
chimenea, y hará una buena Amara. Serviciable, y ciertamente hermosa. Los fanáticos
la aceptarán. Yo, he tenido carteles de Starfield en mi habitación desde que tenía siete
años. Conozco cada galaxia y cada mundo en el espacio de la Federación. Conozco los
tics del príncipe por dentro y por fuera. Sé su monólogo final. Sé lo que le ordena al
camarero de Belowgaze.

No quiero discursos tipo Oscars, bueno, todavía no. Solo quiero ser bueno. Solo quiero
hacer justicia al fandom. Podría mantener mi cabeza baja y caminar este vals a través
de esta sesión como el Darien Freeman que el mundo cree que soy, pero así no es como
late mi corazón de fan.

Porque, sobre todo, quiero ser lo suficientemente bueno para una secuela.
Después de trabajar, llevo a Frank al cementerio de Nuestros Días Benditos, con un
ramo de narcisos en el brazo. Porque es ese día, El Día, y porque... bueno, porque
siento que necesito permiso. O su bendición. O algo.

El cementerio está desierto y tranquilo. Es uno de los más pequeños de Charleston, no


es turístico porque no es tan viejo como los embrujados, sino igual de bello, con sauces
llorones perezosos y robles con raíces grandes y retorcidas. Frank y yo somos los
únicos en todo el lugar, además del vigilante nocturno. Saco las flores caídas del jarrón
WITTIMER y las reemplazo con narcisos amarillos vibrantes.

Me siento en la hierba húmeda. Frank a mi lado, frotando su cabeza contra mi brazo.

Las lápidas son pintorescas y grises. LILY WITTIMER y ROBIN WITTIMER en letras
nítidas, más nuevas que muchas de las otras a su alrededor. El entierro de papá es más
brillante en mi cabeza, el de mamá es un borrón oscuro, pero recuerdo las palabras del
predicador como un eco que regresa de un acantilado oscuro y empinado.

Demasiado joven. Demasiado pronto. Demasiado, demasiado.

Demasiado todo. Muy poco tiempo. Muy pocos recuerdos. Muy pocos "te amo" se
intercambiaron de mí a mamá, a papá. Mayormente papá. Extraño a mamá también,
pero la echo de menos como si echaras de menos un lugar hermoso y distante del que
has oído hablar pero que nunca has visitado. Su cara está borrosa, su sonrisa en
blanco. Ni siquiera puedo recordar cómo sonaba.

Pero en mi cabeza, la voz de papá todavía está allí. Me aferro a ella como una boya, con
miedo de perderla en la tormenta del tiempo.

—Encontré tus disfraces —le dije a la lápida—. Me pregunté por un minuto si causaste
la fuga porque parecía como si estuvieras allí, ¿sabes? Como si todavía estuvieras...

Me limpio los ojos con el dorso de la mano. Frank apoya su cabeza sobre mi rodilla,
agitando la cola contra el suelo, rogándome que lo frote detrás de las orejas. Comienzo
a hacerlo, pero luego mi teléfono se suena en el bolsillo de mi sudadera con capucha.
Lo saco mientras Frank se queja, así que cambio el teléfono a la mano opuesta y me
adhiero a las órdenes de la bestia.
Desconocido 8:36 PM
—¿Crees que la gente de Prospero alguna vez siente nostalgia?

Deslizo mi pulgar por la pantalla de desbloqueo. Esta es la primera vez que me


enviaron un mensaje de texto, aparte de la primera vez.

8:36 PM
—¿Extrañando tú hogar, Carmindor?

Desconocido 8:36 PM
—Explotó, ¿recuerdas? Episodio 43. El último giro del tiempo.

8:37 PM
—No significa que no puedas extrañarla.

Desconocido 8:37 PM
—Extraño partes de eso. No echo de menos el lugar real. Eso nunca es tan
bueno como lo recuerdas.
—Lo siento, no sé lo que estoy diciendo. Es estúpido.

No tan estúpido como él piensa.

8:37 PM
—¿Sería extraño decir que sé cómo te sientes?

Desconocido 8:38 PM
—Podemos ser raros juntos entonces.
—¿A qué lugar regresarías?

Que pregunta. Porque el lugar no sería tan bueno como lo recuerdo. Y ahora, sabiendo
lo que sé, solo hay un lugar al que volvería.

Quiero enviar un mensaje de texto que no sé, que es una pregunta difícil.

Pero eso es una mentira. Sé exactamente a dónde regresaría, al momento exacto, hace
siete años, cuando me senté en los escalones de la galería, la historia que había escrito
ese día en la mano, esperando que papá volviera a casa. Le diría a esa niña que entre.
Que bloquee la puerta. Para mantener fuera las malas noticias.

Mi teléfono vuelve a sonar.

Desconocido 8:43 PM
—Déjame adivinar. Volverías cuando Starfield todavía estaba en la televisión,
¿verdad?

Yo sonrío.

8:44 PM
—Nunca lo vi en vivo. Muy joven.

Me doy cuenta demasiado tarde de que acabo de revelarle a un completo extraño que
soy una adolescente, y sé que nunca debes hacerlo. Pero luego responden.
Desconocido 8:44 PM
—Yo igual. ¿Repeticiones de Syfy? ¿De 11 a medianoche? ¿Te quedas
dormido a la mañana siguiente?

8:45 PM
—Cada. Día.

Quien sea este número desconocido, no se sienten como un extraño. O incluso


desconocido. Torpemente, en el estúpido teclado numérico, presiono GUARDAR
CONTACTO y escribo el nombre, una letra a la vez.

CARMINDOR.

Frank se sienta conmigo mientras el sol se pone detrás de la línea de árboles. En la


oscuridad oscura, el vigilante nocturno comienza sus rondas.

Cuando él llega a mí, él inclina su sombrero.

—Hora de cierre, señorita Danielle.

—¿Solo unos minutos más?

Sus rígidas cejas grises se suavizan.

—Simplemente no dejes que esa rata gorda orine sobre lápidas sepulcrales.

—No harías pis en una lápida, ¿verdad? —le pregunto a Frank una vez que el vigilante
nocturno se fue. En respuesta, el perro sorbe mi mejilla, la cola azotando el aire—. ¡No
a menos que sea la lápida de Catherine, no lo harías, no lo harías!

Frank trama y salta sobre mi regazo, y nos acomodamos un momento más. Para ser
sincera, el vigilante nocturno me permitirá quedarme todo el tiempo que quiera, y si
pudiera, me quedaría allí durante horas. Me acurrucaría junto a la lápida y solo
hablaría con la tierra.

Pero esta noche, no lo haré. Esta noche, por una vez, tengo a alguien más que sabe
cómo me siento.
Primero, descubro que tengo un guardaespaldas llamado Lonny, después la chica más
buena en Hollywood me dice que estaremos saliendo por los siguientes 23 días, y
ahora estoy a punto de morir. Probablemente.

¿Es demasiado tarde para cobrar mis abdominales asegurados?

—Creo que necesito un momento —le digo al coordinador de dobles, quien es, estoy
bastante seguro, una loca mujer de treinta y algo, con cabello negro y ojos muertos. Me
ajusto la correa que está cavando en la parte izquierda de mi pequeño amigo. En
relación a las acrobacias, esta era la que menos había estado esperando.

—¿Qué, espantado, héroe? —ella palmea mi hombro. Héroe es el sobrenombre que


me ha puesto, el cual dado con lo asustado que estoy es probablemente irónico. Como
llamar a Lonny renacuajo. Realmente favorecedor, en otras palabras.

—Yo solo quiero… ah, escribir mi testamento primero —replico. O al menos es lo que
creo que quiero. Mi pulso resuena fuerte en mis orejas que no puedo escuchar nada
más. Miro hacia abajo, abajo, cerca de 50 pies de caída hasta aterrizar en la pantalla
verde.

Si caigo ahora, aterrizaré igual de elegante que un panqué. Al menos mi único


consuelo es que el chico de la cámara que me filmará vendrá conmigo.

—Sabes, tal vez deberíamos tomar un descanso. ¿Quién está hambriento? ¿Tienes
hambre? —le pregunto al chico de la cámara.

Él aparece masticando goma de mascar, dándome una aburrida mirada de no mierda.


¿Soy el único que cree que esto es descabellado?

—Puede ser, héroe. —Mi coordinador de dobles tira de los alambres de mi arnés,
verificando tres veces que no golpearé el suelo como un panqué.

—Nosotros. . .Nosotros no hemos establecido una palabra de seguridad todavía —


digo. Para un rato, canta mi mente, para para siempre—. Quiero decir, tú me has tenido
dentro de su posición comprometedora, y ¡yo apenas te conozco!

Ella volteó los ojos y llamó al asistente del director.


—Te dije que nosotros debimos de haber dejado a Luis hacer el doblaje.

—¿Luis?

—Tu doble

—Espera, ¿él quería hacerlo?

—¿Quieres que lo traiga, héroe? —Ella arrastra la última palabra.

—Nop —chillo.

—Bien. —La coordinadora de dobles se da la vuelta y se dirige al camarógrafo y


empieza a revisar su arnés también. Él continúa jugando con las configuraciones de la
cámara a la par que hablan sobre la escena.

Tiro de mi collar mirando hacia abajo, abajo donde toda la gente está. Estoy
empezando a retractarme de mi decisión de hacer la mayoría de mis acrobacias.

La escena suena simple, Camindor corre por su seguridad. En esta parte de la película,
el oscuro asedio a la audiencia de consejo, y el edificio entero en la tierra Andrómeda
(el hogar de La Federación) arde en llamas. Carmindor (yo) se apresura por el
corredor en donde hay siete caballeros de Nox. Él va directo a la muerte, pero gracias a
que Carmindor está genéticamente mejorado, él puede destrozar la ventana al final del
pasillo, aterrizando en la azotea del otro edificio para escapar.

Es allí donde me encuentro ahora. Escapando de Nox, atravesando el cristal de la


ventana y dejando que los cables me lleven cincuenta pies abajo hasta una pista de
aterrizaje. Cincuenta pies no suena muy alto hasta que estás viendo hacia abajo desde
donde se supone tienes que saltar. Pero, yo debo haber fallado en darme cuenta que yo
no soy realmente el príncipe de La Federación y mis huesos no están hechos de titanio,
y yo me romperé tan fácil como el siguiente chico.

Trago la bilis que alcanza mi garganta.

Correr, girar, arrodillarse, amurallar. Me sigo recordando a mí mismo, recordando el


ensayo para este tiro. Correr, empujar, retroceder unos pasos, saltar. Correr, saltar

De repente, siento un zumbido en mi andrajoso uniforme. Ha sido hecho para verse


chamuscado en los bordes y apelmazado en hollín, como si yo hubiese (ya sabes)
estado custodiado.

Meto la mano en mi chaqueta.

Desconocido 3:37 PM

—Entonces, sobre tu pregunta de ayer…


—¿A dónde irías?
—A cualquier lado, cualquier tiempo en tu historia
—Hey, héroe, ¿estás listo para el rock and roll? —la señorita ojos tenebrosos me dice.

—¿Tengo elección? —Gracias a dios por mi pobre alma desafortunada.

—Conseguimos paramédicos. ¡Tienes pelotas de bronce, Darien! Te respeto. —abajo,


Amon, el director, se carcajea.

Sigo a la coordinadora de dobles de vuelta al pasillo especialmente construido para


esta escena de pelea. Una grabación continua, entonces cero errores.

Correr, girar, arrodillarse, amurallar. Correr, empujar, retroceder, saltar. Correr, saltar.

He practicado esto. Puedo hacer esto.

3:48 PM
—Honestamente no sé.
—No iría a ningún lado solo, hay un gran universo fuera de aquí.
—Necesitaría un sistema de amigos.

Desconocido 3:48 PM
—LOL gatito asustadizo. Entonces ¿a dónde IREMOS?

—¡Deja de enviarle mensajes a tu novia, héroe! Estate listo.

3:49 PM
—El frío de la tundra de la Galaxia Arteysa se supone que sería agradable.

Desconocido 3:49 PM
—¡Ánimo! Me gusta.

—¡Casanova! —La coordinadora de dobles chasquea—. ¿Puede alguien tomar el


celular del niño y llevárselo?

Niño. Trato de no dejar que la palabra me aguijonee cuando Gail se apresura y me


arrebata el teléfono de las manos.

—Solo estaba asegurándome de que mi testamento estuviera en su lugar. Y mi seguro


—agrego en voz baja.

El camarógrafo mueve su equipo de cien-mil-dólares más cerca, preparándose para


seguirme por el corredor. ¿Es demasiado tarde para optar por salirme? No soy bueno
en esto. Yo debería probablemente solo...

—Listo. —señorita ojos tenebrosos dice, y le avisa por radio a Amon—. Estamos en
posición.
—Tres, dos…—dice el AD9.

9
Asistente de Dirección.
Giro alrededor, balanceándome hacia adelante y atrás sobre mis pies. Métete en el
momento. Deslízate en Carmindor como una máscara de Halloween que todavía huele a
hule. Inhala, exhala.

—Comienza a correr. ¡Vamos! —El AD indica y entonces grita—: ¡Acción! —La bocina
de un coche suena.

Desciendo por el pasillo. Un Nox sale de la primera puerta. Giro sobre mis talones,
evitando su golpe. Una pieza de la pared pasa cerca de mi cabeza (una tira falsa) y tres
más vienen por el pasillo. Agarro al Nox por el collar y estrello su rostro en la pared
falsa.

—Y boom —grita el AD.

Tropiezo en el comando, mis pies resbalando debajo de mí. Otro Nox emerge de la
siguiente puerta y golpea la punta de su rifle en mi frente. Dispara.

Yo lo esquivo, agarrando el arma y empujándolo en el acto. Retrocedo, apunto,


disparo. El Nox cae hacia atrás.

—La señal final —ruge el AD.

Lanzando el arma a un lado, me lanzo al derribado Nox, esquivando otro caballero


que intenta lidiar conmigo. Puedo sentir el arnés enterrándose en mí. Tengo el corazón
en la garganta.

Casi puedo ver el fuego, el sabor de la sangre falsa en mi boca, el estuco cayendo
desde el techo, los gritos de la gente atrapada en el edificio de La Federación que está
en llamas, el titanio en mis huesos lastimándome (porque a Carmindor nunca dejará de
lastimarlo, nunca lo hará, su humanidad revelándose contra lo innatural dentro de él)
y por un momento, veo la ventana y no estoy asustado.

Correr, adiós besar traseros, y...

Me lanzo a través de la ventana, brazos arremolinándose, aire apresurándose a mí


alrededor cada vez más rápido. La pantalla verde que es el suelo se acerca tan rápido,
entre un latido y el siguiente, mi vida pasa tras mis ojos. No me arrepiento de esto,
excepto una cosa, una inconsecuente cosa.

Nunca le pregunté su nombre a mi amigo misterioso.

El arnés me aprieta, presionando contra mi pecho robándome el aliento. Aterrizo, mis


pies sobre el suelo como si hubiese estado practicando con la pantalla verde debajo.
Justo donde ellos me quieren.

Dando en el clavo.

Me sostengo en la pista por un segundo (dos).

—¡Y corte! —grita desde el suelo. Él corre hasta mí y me palmea la espalda—.


¡Sorprendente! Buen trabajo. Eso fue asombroso.
—Gracias —jadeo, tirando del arnés. Disfruto de mis pies plantados en el suave,
suave suelo. Mis manos están temblando, pongo los pulgares dentro del arnés, de ese
modo el director no lo nota.

Desde la ventana la coordinadora de dobles aplaude.

—¡Perfecto! Tú podrías ser un doble —agrega. Como si ella me halagara—. Excepto


que la próxima vez, no grites como una chica.

—Eso no es políticamente correcto —grito, mi voz tiembla, antes de que me de


cuenta qué dijo—. Espera, ¿la próxima vez?

Amon palmea mi hombro.

—¿Un consejo? No hagas muecas como si el arnés te estuviera apretando esas lindas
bolas de bronce. Tu no quieres tener que grabar el sonido de esta escena después,
¿cierto? Eso sería vergonzoso. —Él hace un gesto para que mi coordinadora de dobles
me ponga debajo de nuevo, y uno de los asistentes viene para quitarme el arnés—. De
acuerdo, 5 minutos de descanso.

Gracias a dios por los efectos especiales. En el momento en que el asistente me


destraba, tomo el descanso en el cuarto de aseo, en la cornisa del edificio porque todos
los empujones no han sido amables con mi vejiga. Pero como me muevo a través de la
multitud de PAs que holgazanea alrededor de los aperitivos del bar, consigo ese
extraño deja vu, como si hubiese pasado alguien familiar. Cuando volteo a ver de nuevo
no reconozco a nadie, nadie además de todo el afortunado PAs abarrotando las donas
en sus rostros.

Me agacho en el baño y hago mis necesidades, pero mis manos siguen temblando
desde el vuelo. Es la adrenalina destrozando mis ojos, mi cerebro, haciéndome alucinar
que estoy viendo gente.

—Sácatelo de encima, Darien —me digo a mí mismo. Me lavaría el rostro pero eso
arruinaría los efectos de maquillaje en mi frente, un trozo de cristal incrustado en la
línea en donde nace el cabello, una línea de sangre se curva hacia mi rostro. Estoy
siendo paranoico. Nadie está tratando de tomarme fotos. Quiero decir, ni siquiera
tengo amigos que podrían venderme.

Mientras más tiempo paso en ese oasis de aromas conflictivos (Uno de los de
asistentes personales puso tazones de mango popurrí por todos lados), más prolongo
volver y hacerlo todo de nuevo. Mark me dijo que haciendo mis propios saltos sería
buena prensa (e hice mayormente mis propios saltos acrobáticos en Seaside Cove)
pero esto es diferente.

Simplemente es diferente, no soy el príncipe de La Federación. Él no se asusta de las


alturas, o de los tiroteos, o de volar a través del espacio con el 0.1% de posibilidades de
aterrizar donde quiere.

¿Darien Freeman? Él está asustado de todo eso.


Cuando mi teléfono suena con alarma de despertador en su habitual hora, lo tomo,
deslizando torpemente el botón de DESBLOQUEO para apagar la alarma. Pero no es
solo la alarma. Tengo un mensaje.

De Carmindor.

Me doy la vuelta en mi cama con mi teléfono. La luz de la mañana se asoma a través


de cortinas opacas con dibujos de estrellas, creando cintas amarillas en la alfombra. A
lo lejos, alguien está cortando el césped a las seis y media de la mañana. Ah, verano.

Toco el ícono de mensaje y el texto se detiene con un silbido suave.

Carmindor 11:23 PM
—Hey, lo siento, no respondí el mensaje antes. Tuve que salvarme de un
intento de asesinato.
—Veintitrés veces
—De todos modos, esto puede parecer un poco tarde en el juego, pero...
—¿Cuál es tu nombre?

Muerdo el interior de mi labio, tratando de no sonreír.

6:34 AM
—¡Estabas ocupado salvando la galaxia! No necesitas disculparte.
—¿Y pensé que Carmindor sabía todo?
—Pd: buenos días.

Al otro lado del pasillo, la alarma de las gemelas suena, un sonido chirriante que
Chloe apagará al menos tres veces antes de que finalmente se levanten.

Salgo de la cama, mirando a hurtadillas el traje doblado en una caja de cartón.


Todavía tengo que pellizcarme. El disfraz de papá. Su traje real. Aquí. Dejé el de mamá
a salvo en el ático, donde nadie, ni Chloe, ni Cal, ni el propio Rey Nox lo encontrarán.

Agarro la ropa de trabajo de ayer y una toalla del armario principal y hago una pausa.
Me muevo lentamente hacia mi computadora y toco la barra espaciadora para
activarlo.

Rebelgunner tiene treinta mil seguidores y subiendo. Todavía no es un sueño.


Debería ser cautelosa porque este universo nunca me deja tener suerte, pero dejo ese
pensamiento en el fondo de mi mente. Me ducho rápidamente antes de que Chloe o Cal
puedan abrirse camino hacia el baño, y luego quitarme mi uniforme de un día. Nunca
conseguiré quitarme el olor de los buñuelos veganos.

Carmindor 6:41 AM
—Uf, no hay nada bueno en esta mañana.
—Y los dos sabemos que no sé nada.

6:41 AM
—Entonces, ¿no estoy en los archivos de CLE-0?
—Hombre, me siento excluida, Carmindor...

Carmindor 6:42 AM
—O eres demasiado importante para estar en sus sistemas.
—Podrías ser clasificado.

—Clasificado como una idiota furiosa —murmuro, tirando de mi pelo mojado en una
cola de caballo. Echo un vistazo al reflejo en el espejo en la pared del fondo: una chica
con cabello rojo de una caja, los ojos marrones de su madre, y una marca de
nacimiento con forma de estrella de mar en su cuello, vistiendo una camiseta
desaliñada y unos vaqueros grasientos de segunda mano.

Me pregunto cómo Carmindor cree que me veo. Probablemente mejor de lo que yo


pienso.

6:43 AM
—¡Ay! Encontraste mi secreto
—¡Soy demasiado importante para tu trivialidad!
—Te dirigirás a mí como tu Suprema Emperatriz Intergaláctica.

Carmindor 6:44 AM
—Entonces eres una niña.
—Lo siento, salió raro.
—Es una observación. Casual.
—Eres una chica.
—Argh. Estoy cavando mi propio hueco, ¿verdad?

6:45 AM
—Sip, lo estás haciendo.

—¡Danielle! —llama la voz de Catherine desde la cocina. Maldije, metiendo el disfraz


en una bolsa de lona y colgándolo sobre mi hombro. Le faltan algunas piezas. Las
estrellas, por ejemplo, y la corona. Miré por todas partes en ese baúl, pero no estaban
allí. Catherine probablemente los tiró cuando ella lo arrojó todo en el ático.
Comienzo a bajar las escaleras cuando Carmindor envía otro mensaje de texto.

Carmindor 6:48 AM
—Soy muy bueno en eso. Cavando huecos.
—Haciendo promesas imposibles. Rebajándome. Poniendo en peligro mi
propia cordura mental. Más humillante. Es parte del trabajo.
—Entonces: soy un gusano, Suprema Emperatriz Intergaláctica
Me muerdo el interior de la mejilla, tratando de no reírme, luego escucho a Chloe en
la cocina.

—Dios, eso ya lo sé, ¿está bien? —dice ella—. No pensé que sería tan difícil encontrar
un disfraz estúpido.

—No creo que sean solo disfraces —responde Calliope vacilante al entrar a la
cocina—. Al igual que, hay toda una comunidad de personas que se visten para las
convenciones.

—Se llama cosplay —digo antes de poder parar.


Chloe gira su mirada oscura hacia mí.

—Lo sabemos, Elle. Eres un gran nerd. ¿Pero adivina qué? A todos les gusta ese
espectáculo de estrellas ahora. Es, como chic retro o algo así. —se tapa la boca—.
Probablemente sabes dónde conseguir un disfraz, ¿verdad?

El miedo se retuerce en mi estómago. Agarro la correa de mi bolsa de lona.

—No —digo.

—Queridas —dice Catherine—. No tienen que hacer clic en los talones solo porque
todos los demás lo hacen. A ustedes chicas les gusta lo que les gusta. No sean como
Danielle.

No sean como Danielle.

Si alguna vez tuve una señal para irme, esa era. Agachando la cabeza, tiro mi bolsa de
lona más arriba y escapo rápidamente por la puerta principal. Me apresuro hacia el
final de la calle cuando, con un rugido, La Calabaza se desliza sobre el pavimento y se
detiene por completo. Sage se inclina.

—Entra, perdedora. ¡Obtendremos un buen estacionamiento hoy!

Salto y echo un vistazo a la casa una última vez con inquietud, recordando la
conversación de las gemelas. Agarro mi bolso con fuerza. Estará bien.

Starfield es solo una fase para ellos. Pronto desaparecerá como la princesa Amara a
través de la Nebulosa Negra y nunca más se hablará de ella.
—Mírame.

Me deslizo con Jessica hasta detenerme. Hemos estado bailando por este salón de
baile durante dos horas, seguido de una manada de PA10 para rociar ceniza fresca y
tierra sobre el mapa de mis huellas fallidas.

Concéntrate. Le tomo las mejillas a Jessica y le susurro:

—Me enciendes. —Ella presiona sus labios rojo oscuro contra los míos y el mundo
gira.

Gira, gira y gira. Puedo escuchar la oleada de música en mi cabeza, ese momento en el
programa de televisión, el barrido de la cámara tambaleante alrededor de trajes a
medio hornear con accesorios de cartón. Y por un momento, soy Carmindor. Yo soy...

—¡Y listo! —grita Amon.

La realidad cae sobre mí como el Prospero fuera del horizonte de Marte Dos, directo
y rápido. Carmindor es arrancado de mí tan rápido que me quedé sin aliento y vacío. O
como me gusta llamarlo: Darien Freeman todos los días.

Jessica se aleja y se quita el lápiz labial de los labios con el pulgar. Ella sonríe.

—¿Y dónde aprendiste a besar?

—Bueno, ya he tenido unas dos horas de práctica —respondo, descaradamente.

—Con el mejor besador de Hollywood. —su boca se contrae con diversión. Lápiz de
labios oscuro, el mismo en mi boca. Ella toca mi barbilla, la cicatriz, y se va del
escenario. La sigo, desabrochando mi sudadera. Necesito decirle a la persona del
disfraz que limpie con vapor esta cosa antes de mañana. Le van a empezar a crecer
árboles.

—Gracias a Dios que se acabó. —Se desabrocha las extensiones de cabello rizado y se
las tira a su asistente—. Pensé que mis labios...

—¡DARIEN!

10
Personal de Apoyo.
Nuestras cabezas giran hacia la puerta principal. El guardia de seguridad no está en
su puesto, pero de nuevo es la hora de la cena y hay una cámara de seguridad. Vemos
toda una pandilla de chicas, no creo que un grupo de adolescentes sea una bandada ni
nada, pero hay un grupo entero... un grupo de ellos, y todos me miran como si fueran
patos y tengo un pedazo de pan mohoso para alimentarlos. O soy la pieza de pan
mohoso.

—¡ES ÉL! ¡ES DARIEN! —grita otra chica.

Tienen sus teléfonos apagados, destellos chispeantes en el crepúsculo como si


quisieran atrapar todo el momento en llamas. Y todos (desde los PA hasta los
camarógrafos hasta Jessica Stone) los están mirando.

—¿Tus admiradores? —pregunta Jess.

—Yo... um. Sí. —Me paso la mano por el pelo—. Debería dejar que Gail se encargue, o
mí, mi Lonny. —Me estremezco de nuevo—. Quiero decir, guardaespaldas.

Un par de las PA señalan a la multitud y se ríen.

—Wow —Jessica niega con la cabeza—. Me alegra no haber tomado esa parte en
Vampire Diaries.

Tiene razón. Porque ella es una verdadera actriz y yo solo soy el tipo de la telenovela.

—Son solo fanáticos—digo—. ¿Nunca has sido fangirl?

—Por supuesto —responde, cruzando los brazos sobre el pecho. Ella mueve su
barbilla hacia los fanáticos—. Pero nunca he acosado a nadie.

—Es parte de la cultura de los fans —digo tratando de no recordar el otro lado de la
cultura de los fans como Boca de pescado. Fans como ese son uno en un millón. Pero el
recuerdo de la chica que me está atacando crea una sensación enfermiza y deprimente
en mis entrañas—. Son monstruos, pero son mis monstruos.

Jess levanta una ceja.

—¿Monstruos?

Extendí mis brazos.

—Ven a regocijarte en la gran iglesia de Darien Freeman.

Su mirada perpleja lentamente se convierte en una sonrisa maliciosamente blanca.


Ella me da una palmada arrulladora en el hombro.

—Entonces deberíamos ir a ver a tu congregación.

—¿Qué? Oh, no, no creo que Mark dejaría que...

—¿Quién es Mark?
—Mí —me detengo. No hay forma de que diga papá, y representante no es mucho
mejor. No me dejaría hacer esto sin Lonny. Lo que lo hace atractivo—. Nadie. No
importa. Vamos, hagámoslo.

Apenas llegamos a la barrera. Le doy a la multitud el gesto de asentimiento de


Sebastian (mi personaje). Las chicas se vuelven locas. Una me pone una foto en la
mano, es de mí sin camisa, sacada de la sesión de fotos de Teen Vogue el año pasado.

—¡Hola! —Digo, fingiendo entusiasmo mientras tomo su Sharpie y lo firmo—. ¿Cómo


me encontraron tan rápido? —Intento que sea una broma, que es la mejor manera de
formular una pregunta seria.

—El video —dice el hombre a su lado. Pelo alto y gelificado—. ¡Fue increíble!

—No puedo creer que lo hayan puesto en Twitter —grita otro.

—Dios mío, esa escena de hoy fue asombrosa. ¡Me encantó el beso!

Pausa la mitad de autógrafo (ya he firmado tres fotos y un brazo). El beso de ¿hoy?
¿video?

Miro a Jess, cuya gran sonrisa blanca ha titubeado. Ella está pensando lo mismo que
yo: tenemos una serpiente en el agua. Una fuga. Incluso un actor de una tonta
telenovela adolescente sabe que eso no es bueno.

—Jess, ¿cómo es besar a Darien? ¿No es sorprendente? —interrumpe una chica con
coletas. Devolví su cuaderno.

Jess se ríe.

—¡Es un besador terrible!

—Oye —digo—. No lo soy.

—Oh, ¿herí tus sentimientos?

—Positivamente destrozado.

—¡Son tan lindos juntos! —Alguien grita. Las cámaras parpadean.

—Bueno, ustedes son geniales, pero realmente deberíamos irnos. ¿Dare? —Jess
entrelaza su brazo con el mío y me arrastra hacia el tráiler. Devolví a un tipo su
Sharpie, habiéndole firmado a medias su camiseta.

—Sí. ¡Hey, fue un placer conocerlos a todos! —le digo al grupo, saludando y
sonriendo como si estuviéramos en un concurso de belleza. No creo que exhale hasta
que lleguemos al trailer. Mi chaqueta se pega a mis hombros cuando me encojo de
hombros.

—Eres demasiado amable, sabes —Jess sale de detrás de uno de los bastidores, ahora
viste ropa de calle y se pone el pelo en una coleta alta—. No puedes perder más de dos
minutos en cosas así. Máximo.
—Nah —le dije encogiéndome de hombros—. Son personas agradables. —A veces, de
todos modos. Me quito los pantalones, me pongo los pantalones cortos de gimnasia y
me pongo una sudadera con capucha sobre la cabeza—. Oye, ¿crees que es alguien
trabajando para la película? Me refiero a quién delató el metraje.

Jess se encoge de hombros.

—Podría ser un PA, y si lo es, va a conocerme. No confíes en nadie por aquí, Dare.
Ahora si me disculpas, tengo una cita…

—¿Una cita? —digo—. ¿Con…?

Ella parpadea, dos veces.

—Como dije. No confíes en nadie.

Luego se va en un giro de pelo oscuro y perfume de flor de cerezo.

—Ella es una bomba —dice Nicky el gerente del vestuario, chasqueando la lengua
hasta el paladar.

—Ni me lo digas—respondo, incapaz de lavar su beso cereza de mis labios. Busco en


el bolsillo de mi pantalón de gimnasia para mi teléfono.

Un mensaje me está esperando.

Desconocido 6:06 PM.


—Es Elle.
—Solo Elle.
—Elle.

Un nombre, su nombre. Elle. ¿Un apodo? ¿Abreviatura de un nombre terriblemente


largo? ¿Eleanor? ¿Janelle? ¿Ell. . . izabeth? Hay un universo entero de posibilidades en
él.

Elle.

Agregué su nombre a mis contactos, pude poner un alfiler en la idea de ella y


mantenerlo estable porque ahora sé su nombre. No creía que un nombre pudiera hacer
eso: convertir una pequeña idea de una persona en, bueno, en una persona.

De repente, me pregunto cómo es una persona llamada Elle. ¿Pelo rubio, marrón?
¿Piel pálida u oscura? Ojos grandes, pero ¿de qué color? ¿Tiene los dientes rectos o
tiene una linda sobre dentadura? Cuándo ella sonríe, ¿está su sonrisa torcida? ¿Es alta?
¿Baja? ¿Curvas o delgada?

Elle.

—¿Por qué estás sonriendo? —pregunta Nicky en voz alta.

—Oh nada. Te veré mañana —respondo, deslizando la pantalla de bloqueo y saliendo


del remolque.
Las chicas comienzan a gritar mi nombre, pero no es mi nombre en el que estoy
pensando.
Rebelgunner tiene cuarenta y tres mil seguidores y siguen subiendo.

Estoy trabajando en un post en vez de trabajar en mi cosplay porque no importa


cuántos tutoriales de YouTube mire, sigo aterrorizada de rebanar el disfraz de papá.
Pero tengo diecinueve días. Entre ese tiempo, hay noticias de Starfield (noticias de la
película) y todos los cuarenta y tres mil seguidores esperan que de mi veredicto.

Añado un link al video de la ahora notoria escena de besos filtrada del remake al lado
de lo que creo que es el show de TV paralelo. Episodio 33, “Un Nox para recordar.”
Parece la escena del salón de baile. La previa a la coronación de la princesa Amara,
cuando el Nox ataca. Pero no puedo estar segura.

Rebobino el video y lo vuelvo a reproducir, Darien Freeman sosteniendo el rostro de


Jessica Stone, su boca moviéndose con palabras que no puedo descifrar y luego
juntándose, lentamente, en un beso. . .antes de que la cámara se mueva y se corte.

Sí, definitivamente es el episodio 33. Lo sé por las barandillas del fondo. Las cenizas
en el salón de baile.

—Una cosa es segura —escribo como conclusión. —,el azul del uniforme de
Carmindor de Daniel Freeman es de un tono incorrecto.

Luego presiono PUBLICAR. 11:34 p.m.

Todos se fueron a acostar ahora, así que deslizo mi silla silenciosamente y subo
suavemente los escalones.

La casa está tan oscura que apenas veo, pero la conozco con los ojos cerrados, me he
escabullido en la oscuridad por años. En la cocina, abro uno de los gabinetes, buscando
en la parte de atrás por un tarro de mantequilla de maní, y luego agarro una cuchara
limpia del lavaplatos. Tendré que ordenar los platos en la mañana, y Catherine
probablemente me retará por dejarlos allí toda la noche, pero estoy muy cansada y
hambrienta como para que me importe.

Mientras rasco con la cuchara el fondo del tarro, escucho algo que se arrastra por la
mesa.
—Me preguntaba dónde habías guardado eso. —dice la fría, suave voz de mi
madrastra.

Me congelo, la cuchara se atora en mi boca. Giro lentamente hacia la figura oscura.


—Enciende la luz, cariño. No somos neandertales.

Alcanzo el interruptor y lo enciendo de mala gana. Ya sé la escena que me voy a


encontrar en la mesa. El brillo de la luz me hace los ojos acuosos. Catherine sigue en
sus ropas de “trabajo” (un vestido ajustado de quinientos dólares que no puede pagar,
con el cabello curvo encima de su cabeza). Se ve cansada.

—Lo siento, yo. . .—digo, intentando encontrar una excusa para explicar por qué he
sido atrapada con las manos en una súper cremosa mantequilla de maní de Peter Pan,
pero mi mente me falla.

—Todos tenemos nuestros placeres culposos. —dice, tamborileando sus uñas en el


filo de su vacía copa de vino. Sus mejillas están sonrojadas y su delineador corrido, hay
partes de rímel repartidas alrededor de sus ojos. La última vez que la vi así, bueno,
humana, fue el día que papá murió.

Saco la cuchara de mi boca y rápidamente tapo el tarro. —Si, lo siento, yo solo. . .

—No te disculpes. Tengo Rocky Road escondido en la parte de atrás del congelador.
—me contesta.

Parpadeo. ¿Mi madrastra come Rocky Road? Hago una nota mental para revisar el
congelador cuando no se encuentre.

Ladea la cabeza como si no hubiera admitido tener helado (el cual no creo que sea
paleontológico) en el congelador.

—No importa lo que haga, no puedo deshacerme de él, sabes. —dice tan suave que
casi no la oigo. —Primero tú. . .pero oh, sabía que serias igual a él. . .y ahora las gemelas.

—¿Las gemelas?

Sacude una mano. —Están obsesionadas con esa cosa. . . ¿StarTrek?

—Starfield.

—El show que le gustaba a Robin —sus pestañas se cierran —. Está en todos lados.

Doblo mis brazos sobre mi pecho. —Solo les gusta por Darien Freeman. . .

— ¿Qué es tan especial sobre eso? —chasquea Catherine, abriendo sus ojos —Cada
vez que veo el logo de ese show estúpido, pienso en Robin. No hay razón para ello. Es
para niños.

— ¿Por qué es estúpido o infantil? —pregunto, mi voz temblando un poco. —Me ha


enseñado muchas cosas. Cosas como la amistad, la lealtad, y como pensar críticamente
y mirar a todos lados por una narrativa. Me ha ayudado…
— ¿Ayudado? ¿Enseñado? —sacude su cabeza. — ¿Cómo puede un show enseñarte
algo? ¿Cómo puedes aprender sobre el mundo si está enterrado en fantasías?

— ¿Cómo puedes pensar que algo es estúpido si a papá le gustaba tanto? —digo, —Él
amaba ese show.

—Bueno, ¡Debería haber amado más otras cosas!

La habitación está mortalmente silenciosa. Catherine aclara su garganta, como si


recordara que no es de señoritas gritar y tuviera miedo de que los vecinos la
escucharan. —Si al menos le hubiese importado la mitad esta familia, no estaríamos en
este desastre —dice, en su pegajoso tono normal —sobreviviendo, cortando cupones.
Solas.

—¿Es por eso que vendes la casa? —pregunto —¿Porque mi papá tuvo la audacia de
morir en un accidente de auto sin haber pagado el suficiente seguro de vida para todas
tus cosas?

Los ojos de Catherine se vuelven duros y filosos. —Tú no sabes nada sobre el mundo.

—¡Sé que no tienes que vender la casa! —digo — ¡Sé que podrías conseguir un
trabajo verdadero!

—Mi trabajo es real, Danielle.

Levanto mis manos. Puede que no sea mi decisión, pero no es su casa tampoco.

—Hablas mucho sobre lo estúpido que es el show, pero tú eres la única viviendo en
un mundo de fantasía —le digo—. Tú eres la infantil.

Con un chasquido, las delicadas manos de Catherine golpean un lado de mi rostro.

—Ve a la cama Danielle —dice suavemente. —.Tienes trabajo que hacer en la mañana.

No tiene que decírmelo dos veces. Arrojo la cuchara en la mesa, corro a mi habitación,
y me entierro en mi cama. Sosteniendo una mano en mi mejilla ardiendo, me tapo la
cabeza con las mantas y saco mi teléfono de mi bolsillo.

11:52 PM
—¿Car?

Carmindor 11:52 PM
— ¿Qué haces todavía despierta?

11:52 PM
—No puedo dormir.
— ¿Qué haces TÚ todavía despierto?

Carmindor 11:53 PM
—Lo mismo.

Presiono mi teléfono sobre mis labios, todavía enojada con Catherine. Enojada
porque piense que tiene que hacer todo sola.
No está sola. Tiene a las gemelas y a su padre real (donde sea que esté) y tiene al
terrible dueño de Frank, Giorgio. Tiene el country club y a sus amigos del salón y a sus
clientes y a sus padres (a pesar de que viven en Savannah y aparentemente es una
carga conducir para venir a vernos). No entiende lo que estar realmente solo es.

Su vida está llena de gente comparada con la mía. Y estoy tan enojada que pensé,
incluso por un segundo, que tenía espacio incluso para mí.

Carmindor 11:54 PM
— ¿Quieres hablar sobre ello?
—No quiero alardear pero soy un MAESTRO escuchando.

11:55 PM
—Obtuviste un premio por eso en el jjardín de infantes, ¿no es cierto?

Carmindor 11:55 PM
—Mi mayor logro.
—Y no cuento secretos, tampoco.
—Soy una caja fuerte.

Recuesto el celular en mi pecho. Por alguna razón, todo lo que puedo pensar es en ese
video filtrado siendo reproducido una y otra vez. Las personas que no vieron el show,
no saben qué es lo que dice. Su boca está muy borrosa como para leer.
Pero conozco esa escena. Me sé esas palabras de memoria.

“No estás sola, ah’blena.”

Y luego ella lo besa.

En el universo correcto, el posible, no quiero ganar un concurso para ver la premier,


para ver la famosa escena en la pantalla grande. No tendría que hacerlo. En un mundo
perfecto, estaría comprando dos entradas de medianoche en el local de cine. Esperaría
a que papá saliera de trabajar e iríamos juntos. Y tal vez esa medianoche vería a un
chico del otro lado de la sala de cine vestido con un uniforme de la federación y me
encontraría con su mirada y sabría que es un buen universo. Tal vez un chico con
cabello oscuro y ojos color chocolate y. . .

Por un momento, Darien Freeman cruza por mi mente. Sorprendida, sacudo


rápidamente esa imagen. No. Abordar.

Darien Freeman no. No es que importe. Recojo mi teléfono y le respondo a Carmindor.

11:57 PM
—Gracias pero estoy bien.
—Buenas noches Car.

Su respuesta ilumina mi pantalla instantáneamente.

Carmindor 11:57 PM
—Buenas noches Alteza Suprema Intergaláctica.
Escondo el teléfono bajo mi almohada. Porque no soy una princesa. Y este es el
universo imposible, donde no pasa nada bueno.
He estado revisando mi teléfono todo el día. Eso sí, cuando tengo permitido llevarlo
conmigo. Y aquí estoy de nuevo, revisándolo. Nada. No desde anoche.

¿Dije algo malo?

Froto mis ojos con cansancio debajo de una luz del estacionamiento, saludando a Jess
y a su séquito de hermosas amigas. Ni siquiera sé sus nombres, y creo que conoció a
dos de ellas hoy en el set. Todos se están yendo, filtrándose de las puertas negras como
un rio, cabezas cansadas. Mi coordinadora me palmea los brazos cuando me pasa.

—Buen trabajo hoy. —dice con una sonrisa. —Un par de tomas más y tus pasos serán
casi tan buenos como los de Cary Elwes.

—Casi apuñalo a Calvin con la cara de mi espada. —le recuerdo. Calvin Rolfe es
nuestro doble Euci, y por lo que puedo decir está menos emocionado con ser el
segundo interpretador de un niño de diez años.

—Se lo tenía merecido. Duerme un poco, te ves terrible.

—Las filmaciones de noche no son mis favoritas.

—Aww, pobre héroe. —bromea, y me soba la cabeza antes de dirigirse el


estacionamiento.
Lonny abre las puertas del SUV negro. Son las tres y media de la noche, mis fans no
están, pero él me sigue escoltando dentro del vehículo como si estuviera a punto de ser
asesinado.

Mi teléfono suena.

¿Elle?

Miro al reloj en el salpicadero, 3:32 a.m. No debería estar despierta a esta hora.
Saco mi celular de todas maneras y frunzo el ceño. No es Elle, pero es otro número
desconocido.

Desconocido 3:32 AM
—Habilidades asesinas, hermano.
— [link]

En contra de mi mejor juicio, abro el link. Va directo a un video de la filmación de hoy


(básicamente yo casi apuñalando el ojo de Calvin) Me contraigo. Peor que mi manejo
de la espada son los comentarios. Cierro el link y borro el texto por buena medida.

—¿Algo mal? —pregunta Lonny.

—Día largo. —contesto.

Me conduce al hotel y estaciona en la parte de atrás. Entramos por las puertas de


emergencia a las siete y medie. Luego me arroja una barra de proteínas.

La tomo, medio emocionado por su consideración. –Gracias.

Incluso después de ducharme las ocho horas de ensayo fallado -luego de una noche
siendo explotado de una escotilla espacial- y después de ponerme ropa limpia, no
estoy lo suficientemente cansado para ir a acostarme. Debería hacerlo; ha sido un día
agotador, y usualmente cuando estoy filmando Seaside me duermo más profundo que
una vaca con un tranquilizador de elefante.

Pero me acuesto y pienso sobre ese video. ¿Quién pudo haberlo filmado? Jess ya le
pidió al manager de los asistentes personales llevar a todos a través de las canaletas.
Lo escuché gritando a su asistente personal desde la sala de sonidos. La mitad de ellos
están probablemente muy traumatizados para agarrar otro trabajo en la producción
de algo.

Descanso sobre mi espalda y desperdicio no sé cuánto tiempo tratando de contar los


granos de maíz en el techo de estuco. Mi mente se pierde eventualmente. ¿Qué estará
haciendo Elle? Me pregunto si observa el techo también, contando ovejas o haciendo lo
que yo hago cuando no puedo dormir, es decir, preguntándome qué hubiese pasado si
Bárbara Gordon nunca hubiera contestado la puerta en The Killing Joke.

Mientras los números rojos del reloj en la mesita de luz cambiaban a 5:58, ruedo
fuera de la cama.

5:58 AM
–Hey. Estás despierta?

Probablemente siga dormida, yo estaría dormido a esta hora pero no puedo hacerlo,
y esta habitación es sofocante. Agarro un buzo del suelo alrededor de mi explotada
valija y me lo pongo, tomando la tarjeta de acceso del mueble de la TV y me deslizo por
la puerta.

El pasillo está extrañamente iluminado, como en esas películas de horror donde un


asesino con un hacha se encuentra a la vuelta de la esquina. Me coloco la capucha (por
hábito, no porque soy emo o algo parecido) y salgo hacia las escaleras. Como en casi
todos los hoteles, la puerta de la azotea está conectada a una alarma. Pero también
como en casi todos los hoteles, la alarma no funciona.
Probablemente.

Empujo el nivelador tímidamente para estar seguro. La puerta se abre con un crujido,
sin alarmas, así que la empujo con el hombro hasta abrirla y escapo hacia la azotea. No
hay mucho aquí arriba: aires acondicionados, una torre de agua, un depósito de cosas.
Me saco uno de mis zapatos y lo pongo entre la puerta y la pared así no quedo
atrapado y me siento en el borde del edificio.

Mark se volvería loco. — ¡Estás muy cerca! —se enfurecería— ¿Qué pasaría si caes?

Miro abajo, y abajo, y más abajo, por el lado del edificio. Mi corazón golpeando en mi
garganta. Odio las alturas, pero hay algo tranquilo en las azoteas. Pacífico. La forma en
la que la ciudad suena como un distante y silencioso ambiente.

Puede sonar estúpido, pero aquí arriba me siento más como yo mismo, y estos días
no me siento así muy seguido. Entre tener que poner buena cara para las cámaras u
otras personas o paparazzis. . .Darien Freeman parece estar todo el tiempo
“Encendido”.

El único otro momento en el que me siento yo mismo es cuando. . .bueno, cuando


hablo con Elle, y eso es estúpido porque ella es la única persona que no conoce quién
soy. ¿Cómo puedo ser yo cuando estoy mintiendo?

Mi teléfono vibra.

Elle 6:04 AM
—Tristemente, lo estoy
— ¿Por qué estás despierto?

6:04 AM
—No he ido a dormir todavía

Elle 6:04 AM
–OPD VE A DORMIR
–Rarito

6:05 AM
–Jaja
–Trabajar salvando la galaxia es duro.
En el momento que envió ese mensaje, deseo no haberlo hecho. He estado intentando
llenar la sombra de Carmindor por ocho horas hoy. Por un momento, solo quiero ser
yo.

6:05 AM
–No, no estoy salvando la galaxia. Eso fue estúpido. Realmente no
hago eso.

Elle 6:06 AM
– ¿Así que eres una persona real detrás de tu gran exterior?
–Me dejaste en shock, realmente.

6:06 AM
–Siento un poco de sarcasmo aquí.

Elle 6:07 AM
–Está bien, te puedo perdonar.
–Mientras no estés, tipo, calvo.

Suspiro, sabiendo exactamente donde nos lleva esta conversación. Hacia cómo me
veo, quién soy. Lo mejor es pegarme a Carmindor. Sí me veo como él más seguido que
lo usual últimamente, gracias a mi maquilladora.

Elle 6:09 AM
—¿ERES calvo, verdad? Ese es tu gran secreto.
—Realmente eres calvo.

6:10 AM
—Estoy avergonzado de que pienses así. Te prometo que tengo
cabello.
—Es oscuro. Con rulos.

Elle 6:11 AM
— ¿Cómo el de Carmindor?

6:11 AM
—Sorprendentemente sí.

Elle 6:12 AM
— ¿Y eres igual de alto que él?
—Como, si estuviera parada al lado tuyo, vería los pelos de tu nariz?

6:14 AM
—Esa es una pregunta incómoda.

Elle 6:15 AM
—Lo que es incómodo es ser tan baja que puedes ver todo el camino
hasta la corteza cerebral de alguien, pero bienvenido a mi vida.

Me rio silenciosamente, incluso aunque no hay nadie aquí arriba. Siento que este es
un secreto, así que tengo que ser cauteloso, asegurándome que el universo no
encuentre esta pequeña burbuja y la explote convirtiéndola en nada.

6:15 AM
—Supongo que depende de cuan baja seas.

Elle 6:16 AM
—Soy súper baja. 1,60 m.
—La peor altura. Siempre me pierdo en las multitudes.
—Sin embargo es la mejor altura para los bailes. Nadie ve que
estás sola.

Está empezando a amanecer a través del cielo de la ciudad. Luces naranjas sobre el
cielo azul como el infierno, estirando dedos rosas y amarillos sobre las estrellas. El sol
es tan brillante que lo tengo que mirar de soslayo, pero se eleva más. Me pregunto
cómo se ve la salida del sol desde el lado del cielo de Elle.

6:16 AM
—Yo mido 1,83 m. pero seré capaz de verte.
—Incluso entre una multitud. Lo sabría.

Elle 6:17 AM
— ¿Qué sabrías?

6:18 AM
—Que querría bailar contigo.

Es el delirio de la falta de sueño. Realmente no dije eso, ¿cierto? ¿Realmente pienso


eso? Recuerdo el momento que besé a Jess, y su sonrisa secreta, preguntándome en
quién había pensado.

La verdad es que no fue solo en el beso que pensé en Elle. Pensé en ella en cada paso
de ese baile.
Quise decir esas palabras. Cada una de ellas.

Doy la vuelta y me tomo una fotografía contra el sol. No puede ver mi rostro, el sol es
demasiado brillante, soy solo una silueta. Protejo mi imagen, como Mark me enseñó a
hacerlo por años. Pero se puede ver mi cabello.

6:18 AM
—Para probarte que no soy calvo.
— [imagen añadida]
—Buenos días.

Luego lo noto: El hombre parado en la entrada, sosteniendo una cámara ocultando su


rostro. Casi suelto mi teléfono.

— ¡Hey. . .Hey tú! —grito, tambaleándome hacia adelante.

El extraño gira, patea mi zapato y cierra la puerta antes de que pueda llegar a la mitad
de la azotea. Golpeo mi puño en la puerta, maldiciendo. No hay manija. Estoy
encerrado afuera, en una azotea, básicamente a punto de recrear ¿Qué Pasó Ayer?

Y lo que es peor, no estoy alucinando. Realmente hay una rata en el set de Starfield.
El sol de junio quema contra mi cuello como una marca de hierro mientras me siento
afuera y lenta, dolorosamente, hago puntos en el material azul. Es miserable, pero
después de la pelea con Catherine, no hay forma de que trabaje en el disfraz en casa, y
no llevaré el abrigo de mi padre a la bomba de grasa La Calabaza. Además, estoy
demasiado avergonzada para coser delante de Sage.

Mi teléfono suena, sobresaltándome. La aguja se desliza en el hombro grueso y


también en mi dedo.

— ¡Ay! —Levanto mi mano y me meto el dedo sangrante en la boca. Pica. Y sabe como
el cobre y el especial del dia en La Calabaza Mágica, un buñuelo de calabaza picante
asiático.

Sage asoma la cabeza por la parte trasera del camión.

—Oye. ¿Todo bien?

Mi corazón salta a mi garganta. Empujo el abrigo al lado de la caja en la que estoy


sentada.

— ¡Bien! ¡Estoy bien! Solo, dejé caer mi teléfono...

Ella se acerca y se limpia las manos en el delantal que dice ¿QUÉ ESTÁS COMIENDO,
CALABAZA?

Se supone que alguien debe manejar la parrilla en todo momento, pero a Sage no le
importa el protocolo. Y dado que hay un vendedor de bolas de sémola frita al otro lado
de la calle, nadie ni siquiera parpadea hacia nosotros.

Intento y corro la chaqueta lo más que puedo detrás de mí, pero sus ojos se posan en
una manga que serpentea junto a mi pie.
—Lo vas a ensuciar.
Avergonzada, tomo la chaqueta en mis brazos, recordando que La Calabaza Mágica
sangra aceite como en una versión de camión de comida de una película de Tarantino.

—No es nada. Solo. . .solo algo en lo que estoy trabajando. ¿Ya ha terminado mi
almuerzo? Probablemente debería. . .—Intento esquivar a Sage, pero ella se me acerca.
Intento hacerlo a la inversa, pero ella también me bloquea allí. Arrugo la frente—. ¿Qué
estás haciendo?

—Sé lo que estás tramando, ya sabes. —Sus ojos brillantes se dirigen al cosido kit de
costura que compré en la farmacia. Recojo las agujas y el hilo en la caja de plástico, la
cierro con la solapa y la pego debajo de mi brazo, pero Sage no me dejará tan
fácilmente—. Es un material realmente agradable —dice ella—. No se puede tapar el
dobladillo. Arruinarás el recorte.

—No lo haré —respondo a la defensiva, apretando la chaqueta con más fuerza—. Sé


lo que estoy haciendo.

Ella parpadea.

Mis hombros se hunden.

—Bueno. . .más o menos.

—Mm-hmmm. — Ella alarga la mano para tomar la chaqueta. Dudo por un momento,
como Frodo con su anillo, pero luego recuerdo en cuanta mierda se metió Frodo y
prefiero no terminar como Frodo. Entonces se lo doy a Sage.

Ella lo toma por el cuello y le da vuelta, estudiando los dobladillos dentro de la


espalda y las mangas. Sus labios magenta se doblan hacia abajo, lenta pero
seguramente, hasta fruncir el ceño.

— ¿Y de qué forma piensas hacer esto exactamente? ¿Tú misma?

Saqué mi teléfono celular con el video de YouTube todavía en la pantalla.

— ¡Oh no! ¡Mis ojos! ¡Se queman! —Sage llora. —No. Guarda eso.

Guardo mi teléfono en el bolsillo mientras un rubor se precipita en mis mejillas. Ella


gira la chaqueta al revés, mostrándome las costuras.

—Mira, tienes que separar los hombros, cortarlos y luego coserlos nuevamente si
quieres cambiar el tamaño correctamente. Las hombreras serán una bestia porque es
un trabajo excelente. — ¿Eso es asombro en su voz? Y ni siquiera aburrido. Esta es la
primera vez—. ¿Esto es hecho a mano? ¿Quién dibujó el patrón?

—Nadie, quiero decir, alguien lo hizo. Pero no es realmente importante. —Me


retuerzo, entrenando mis ojos en la mancha, manchas, de grasa en mis Doc Martens —.
Es solo. . .es simplemente tonto.

—Pensé que habías dicho que, si a alguien le gusta algo, entonces no es tonto.

Ella me tiene allí. Derrotada, trato de quitarle la chaqueta de las manos, pero
retrocede, lo vuelve a poner derecho con un experto giro de la muñeca, y se ajusta el
abrigo sobre los hombros como una capa.

El azul acentúa el verde de su cabello, haciéndola parecer extraña y etérea e


impresionante, todo al mismo tiempo. Odio cómo se ve bien en ella,
sobredimensionado y todo. Cualquier cosa lo haría. Ella viste la vida como Elvis llevaba
lentejuelas, sin disculpas atadas a las costuras. Ni siquiera quiero pensar cómo se ve en
mí. Ridícula. Desaliñada. Estoy segura de que sería el hazmerreír de la competencia de
disfraces.

—Está muy bien hecho —continúa—. ¿Es esto un disfraz para algo?

—Sí. ¿Starfield? ¿El Príncipe de la Federación? —suspiro.

—No sabía que te engalanaras. —Sage junta los labios.

—Se llama cosplay, y yo no, quiero decir, no lo hice. Pero quiero hacerlo. —Bajé mis
ojos de nuevo a mis zapatos, y las palabras salieron en un torrente—. Hay una
competencia de disfraces en dos semanas en ExcelsiCon en Atlanta, y el premio son
dos entradas para el estreno de Starfield y algo de efectivo y. . .y es una larga historia,
pero realmente quiero ganar. Necesito ganar. Quiero decir, probablemente no lo haga,
pero mi padre dijo que lo imposible solo es imposible si ni siquiera lo intentas. Así que
quiero intentarlo. —Me trago el nudo que sube por mi garganta—. Pero sí. No puedo
coser.

Ella ladea la cabeza y no dice nada durante un largo momento.

Mis mejillas comienzan a arder de rojo. Me giro hacia La Calabaza

—No importa. Fue estúpido, olvida que dije algo. . .

—Suena divertido.

Paro. Giro de vuelta.

Sage, la chica que apenas me mira mientras trabajamos, ¿quiere ayudarme? Correcto,
eso sucederá cuando la Princesa Amara salga de la Nebulosa Negra (es decir, nunca).

Ella se quita el saco con cautela.

—Estás de suerte porque necesito más piezas para mi portafolio.

— ¿De verdad?

La campana del servicio suena. Un cliente en la ventana del camión. Ninguna de


nosotros se mueve para irse.

Ella me devuelve la chaqueta. El almidón casi se ha ido, los faldones caídos.

Ya no huele a papá, más como hamburguesas veganas y yo y ese olor a humedad de la


vieja chaqueta. Cuando tuve esta idea de cerebro de liebre, no pensé en cómo usaría el
disfraz. Solo pensé que podría encontrar un poco de papá en mí otra vez. Tal vez cada
vez que empujaba mis brazos por las mangas, o lo abotonaba, o me miraba en el
espejo. . .pero estoy hecha de diferentes medidas que mi papá.

Diferentes curvas y bordes.


—En serio, en serio— responde después de un momento—. No tienes que hacer
siempre todo sola, ya sabes.

Sonrío, abrazando el abrigo (tan azul como el océano, el tono perfecto, el color
perfecto) más fuerte contra mi pecho.

—Gracias.

El cliente en la ventana de servicio vuelve a tocar la campana.

Casi espero que Sage rescinda su oferta, que me diga que regrese a mirar a la gente a
través de la ventana de pedidos y que me desplace por los foros en mi teléfono porque
estoy pidiendo lo imposible. ¿Hacer un traje juntas en una semana?

¿Competir en una competencia de nivel profesional? Es una locura. No hay suficiente


tiempo en el mundo para desmontar esta chaqueta y volver a unirla.

—Mi casa. Esta noche. —Sage extiende su mano para sacudirme.

Desenredo un brazo del abrigo y tomo su mano, sacudiéndola.

—Trato.

Ella lo aprieta con fuerza, y por primera vez desde que la conocí, sonríe, no una
sonrisa demoníaca, sino una verdadera sonrisa de persona humana.

—Ahora, eso no fue tan difícil, ¿verdad?

Lo fue. Lo fue y no lo fue. Pero estoy contenta de haber dicho que sí.

—Hiciste una oferta que no pude rechazar —le dije con sinceridad.

El cliente en la ventana frontal toca con impaciencia el timbre del cliente otra vez,
como si estuviera tratando de enviarnos un mensaje en código Morse. — ¡Hola! —ella
llama.

Sage pone los ojos en blanco, soltando mi mano. —Uf, madres futboleras. Tu turno.

Recojo mi kit de costura, doblo la chaqueta de papá y vuelvo al camión donde una
madre joven muy agravada está parada en la ventana, golpeando la campana de
servicio.

Mi teléfono vuelve a sonar cuando entro en el camión y guardo la chaqueta en un


cubículo seguro. Es de Carmindor, desde esta mañana; debo haberme quedado
dormida. Una imagen bañada por el sol aparece al lado del texto. Puedo ver trozos de
él, cabello rizado, las sombras de una mandíbula fuerte, pero no su cara realmente. No
creo que lo haya tomado para mostrarme quién era en realidad, sino la salida del sol
detrás de él.

El amanecer de esta mañana fue bastante espectacular.


—Hola —llama la mujer. Ella lleva un gorro blanco y un ceño determinado. Una
turista—. ¿Trabajas aquí?

—Lo hago —respondo, poniéndome mi delantal—. ¿Te gustaría probar nuestros


buñuelos de calabaza hoy? Es nuestra especialidad. . .

Ella me arroja un billete de cinco dólares.

—Una botella de agua. Eso es todo.

—Está bien, está bien, —murmuro, buscando su agua y su cambio. Algún día los
clientes de La Calabaza aprenderán a ser amables. O mejor aún, algún día saldré por
completo de este camión de comida.

Por primera vez en mucho tiempo, algún día en realidad se siente posible.
Voy a través de la escena de la lucha en mi cabeza mientras el resto de la tripulación
se prepara para otra toma.

Izquierda, derecha, esquivar. Saltar, arremeter, paso atrás, paso atrás, paso…

Mi talón se desliza fuera del borde de la pieza configurada. Casi pierdo el equilibrio y
caigo, pero logro inclinarme hacia adelante justo a tiempo. Calvin/Euci mira hacia
arriba antes de meter su teléfono en su chaqueta. Nadie le grita por tener un teléfono
en el set.

— ¡Toma veintitrés! —grita Amon—. Darien, veamos un poco más de Carmindor en


esta.

—Como si no lo hubiera hecho ya— murmuro, rodando los hombros.

Estamos en el puente de la nave, para una de las escenas más importantes de la


película, pero ahora mismo parece un montón de madera contrachapada con lujosas
luces de circulación y una enorme pantalla verde detrás de mí. Todo será agregado
después en la edición.

Tomamos nuestros lugares en el otro lado del set. Puedo hacer este trabajo de pies
mientras duermo. Calvin salta de un lado a otro, las luces de la cámara brillan contra su
encerada frente de Euci.

— ¿Estás bien? —pregunta.

—Estoy bien. —le digo. No hemos intercambiado más de unas pocas palabras desde
que llegamos al set, pero de todos modos no creo que seamos amigos en la vida real. Él
es el tipo de juego deportivo. Comenzó en un espectáculo familiar y luego emigró a
Hollywood. A demás tiene, como, casi treinta—. ¿Por qué?

Él se encoge de hombros despreocupadamente.

—Solo quiero asegurarme de que esto no sea demasiado difícil para ti.

Lo miro de forma extraña.

—Ya que todo ha sido tan fácil para ti —agrega, ajustándose los guantes sin dedos—.
Mamá rica, buenas conexiones a través de tu papá. No es exactamente un secreto.
—Yo… —casi tartamudeo—. Oye, no soy mis padres.

—Solo su mayor inversión, ¿verdad? —se encoge de hombros—. Oye, no te


preocupes. Después de estas bombas, volverás a las actuaciones más a tu alcance.

Abro la boca para objetar, pero no sale nada. No sé qué debería salir. ¿Tiene razón?
¿Que esto está fuera de mi alcance?

—Bien, empecemos. —Amon da una señal con su mano para comenzar a rodar.

No lo pienses. Sólo actúa. Intento sacudirme sus palabras, pero él tiene una sonrisa en
su rostro que es más amenazadora que amigable, y me desalienta.

¿Todos piensan eso? ¿Que no me rompí las costillas para llegar aquí como el resto de
ellos? ¿Eso porque mi madre es una mujer de negocios multimillonaria y mi padre un
agente, lo he tenido fácil? O Calvin está enojado porque…

. . .porque soy Carmindor, me doy cuenta.

Soy Carmindor, y él no. No importa que yo audicioné, que el director de la audición


me eligió, o que Calvin es blanco y Carmindor definitivamente no lo es. Quizás nada de
eso importa. Quizás Calvin Rolfe es el tipo de persona que los fanáticos aceptarían
como su Príncipe de la Federación.

Comienzo a retroceder, deslizando mis pies sobre la madera contrachapada. Calvin


avanza, ganando impulso, tensándose.

—Y... ¡VAMOS! —grita Amon.

Hay una explosión detrás de nosotros: luces brillantes, los efectos reales que se
agregarán más tarde, mientras sopla la mitad de la nave. Calvin se abalanza sobre mí.
Me desvío a la izquierda, tomo su gancho de la derecha, pero él lo atraviesa y me hace
retroceder. Me golpeo contra el suelo, tirando de mi peso hacia atrás, luchando por
poner mis pies debajo de mí. Él me levanta por el cuello; Agarro su mano y la quito.

Rápidamente, alcanzo mi arma. Demasiado lento. Él golpea su hombro contra mi


pecho y tropiezo con la consola. Toda la estructura tiembla. Él agarra mi cuello y finge
apretar, un segundo, dos. . . vale, ahora se está poniendo un poco apretado.

Santo estrangulador, Batman, en cualquier momento. . .

— ¡Y CORTE! —dice Amon.

Calvin suelta y choca mi hombro.

—Buen juego de pies.

Me froto el cuello.

— ¿Crees que podrías haber sido un poco más amable?


—Entonces no se vería real, ¿eh? Puedes aguantarlo.

Amon hace un gesto para que todos reinicien la escena mientras mira la toma en un
pequeño monitor.

—Está bien, lo estamos haciendo bien. Euci, quiero decir, Calvin, ¿podrías parecer
menos amenazante? Tienes muerte cerebral. No sabes lo que estás haciendo. El Nox
tiene el control de tu mente.

—Claro, jefe.

—Y Darien— ni siquiera me confunde con el Príncipe de la Federación, eso no puede


ser una buena señal—. ¿Puedes ser más...? —Él mueve el aire con sus manos. Un PA
salta al set para arreglar la sangre falsa en mi frente—. ¿Más Carmindor?

Sí. No es una buena señal. Puse mis manos en mis caderas, asintiendo.

—Sí, claro.

—Bien, bien. Todos, intentémoslo de nuevo...

De repente, el teléfono de Gail comienza a sonar. Amon le lanza una mirada molesta
mientras forcejea para silenciarlo, ¿por qué no sólo lo apaga? responde la llamada en
voz baja. Su cara se pone pálida.

Esto va de mal en peor.

Ella salta de la silla y se arrastra hacia mí, su mano sobre el receptor.

—Es Mark —ella susurra. Sus ojos están muy abiertos y ella niega con la cabeza—.
Estás en las noticias.

Parpadeo hacia ella una vez. Dos veces. Antes de que lo entienda.

—Oh, mierda.

—Oye, ¿qué es esto? —pregunta Amon.

—Eh, uh, es una emergencia, lo siento —le digo.

El director lanza sus manos al aire.

— ¡Bien! —grita, de repente sonando agotado—. Tómense diez, todos.

El set se rompe, los PA y los funcionarios se relajan cuando una campana retumba en
lo alto. Calvin empuja su hombro contra el mío mientras pasa a los refrescos.

—Todo un profesional, Carmindor.

Cuando él se va, Gail modula, tu papá, y me da el teléfono. Por supuesto que lo es.
Respiro profundamente, lo desactivo y respondo.
— ¿Mark?

— ¿Cuántos años tienes, Darien? —pregunta en una voz tan fría y cortante, me da
escalofríos.

—Um, bueno. Dieciocho, pero. . .

—Dieciocho. ¿Entonces puedes leer?

—Quiero decir, sí. . .

—Entonces, cuando subiste a ese techo, ¿la puerta decía que no había salida?

Los músculos de mi hombro se tensan. Me alejo de Gail para que no pueda oírlo gritar
por el teléfono.

—Sí señor.

—Bien —dice Mark—. Solo quería asegurarme antes de tener esta conversación,
porque ahora sé exactamente lo estúpido que eres.

— ¿Qué está pasando? —pregunto—. ¿Qué dicen todos?

— ¿Importa? Tienes una imagen para mantener, Darien. Tienes una carrera. Ya no
puedes ser un niño estúpido —dice la última parte más despacio—. ¿Lo entiendes?

Puedo escuchar la corriente subterránea de su voz, las palabras apretadas entre las
que dijo. Tengo un papel que hacer, tengo una carrera, pero no es para que yo lo dirija.
Estoy atado al asiento del piloto de mi vida, y tengo las manos atadas. Trago saliva,
abriendo y cerrando mis manos. Los otros actores se ríen en el congelador de agua de
algo que dijo Jess. Apuesto a que no son regañados por sus gerentes.

—Sí señor. Entiendo.

—Bueno. Porque estoy a dos segundos de despedir a esa idiota manager tuya y
encontrar a alguien que realmente sepa lo que estás haciendo.

Le echo un vistazo a Gail, que está sentada en mi silla de actor, enroscando y


desenroscando una tapa de una botella de agua.

—Ella no es el problema. Soy yo.

—Entonces te aseguras de que esto no vuelva a pasar, o estoy volando para vigilarte
personalmente hasta el final de las grabaciones.

—Bueno. Te hablaré más tar. . . —comencé a responder, pero él ya había colgado.


Presioné FIN de todos modos y le pasé el teléfono a Gail.

Levantó la vista de su botella de agua y le devuelvo el teléfono.

—Lo siento, Dare. ¿Qué te dijo?


—Él. . .solo me dijo que tuviera cuidado —miento, encogiéndome de hombros. Él
nunca despedirá a Gail, no mientras esté cerca—. Está bien. Además, me administras
mejor de lo que él nunca lo hizo.

Se queda en silencio, sin saber qué decir. Parece que podría llorar.

Yo le aprieto el hombro.

—Te mereces un jefe mejor que Mark. . .

Amon grita que ya pasaron diez minutos, me trueno los nudillos y regreso al set de
nuevo, por una vez listo como el infierno para interpretar al Príncipe de la Federación.
Porque ser Carmindor significa que no tengo que ser yo.
“Y en más noticias alarmantes, el último ídolo de Hollywood tuvo un encuentro con el
peligro esta mañana cuando fue descubierto encerrado en la azotea de un hotel. . .” la
voz del personal de la radio resuena en su monótona voz de “odio mi vida” mientras
Sage estaciona La Calabaza en su entrada.
No esperarías que dentro de la casa en la esquina de Cypress y Mulberry, hubiera un
altar al punk rock electrónico en el sótano. Debo haber pasado cientos de veces en
bicicleta por acá yendo de mi casa y viniendo del trabajo, y nunca sospeché que Sage
vivía allí. Se ve tan. . .discreta.
Sage apaga la radio y salta.
—Realmente, si no quieres, no tienes que hacerlo— le digo—Puedes escaparte.
—Elle— ella se acerca a mi lado del camión y extiende una mano adentro. —Vayamos
al sótano.
Cuando no me muevo, abre la puerta del pasajero y agarra la bolsa de lona,
llevándome con ella. Me empuja por los escalones y abre la puerta de entrada,
acorralándome, y me lleva al sótano, que está terminado y extrañamente acogedor, con
sus sillas de puff y pila de discos y soporte de TV torcido. Cubriendo las paredes hay
carteles de gente de moda con ropas de colores brillantes, algunos de los que
reconozco de las revistas que lee, pero en su mayoría son de David Bowie. El Rey
Goblin arde mientras me hundo en un puf verde. Sisea suavemente, oliendo como
viejas pelotas pateadas por mucho tiempo. Una nube de polvo se precipita entre la tela.
— Okay, dime la verdad— dice ella— ¿Qué necesito saber?
—Um— no estoy segura de a qué se refiere— ¿Sobre coser?
— ¡Acerca del programa! —responde Sage—Dame los detalles.
— ¿De verdad?
—En serio. Si voy a coserte este disfraz, quiero hacerlo bien.
— Son, eh, cincuenta y cuatro episodios.
— ¿Así que empieza en el episodio 1? —pregunta, apuntando el televisor.
— ¿No vamos a coser? —Han pasado un poco más de dos semanas hasta la
convención, y tan emocionante como es tener ayuda, no estoy muy segura de la
capacidad de Sage para concentrarse en la tarea.
—Sí, pero no se puede coser sin la TV encendida. Es, como, aburrido —ella desenrolla
la chaqueta y la sacude —Tome el timón, Capitán, y comenzaré a trabajar en nuestra
obra maestra.
Me muevo, vacilante.
— ¿Elle? —Sage me mira.
La cuestión es que nunca antes le presenté a alguien a Starfield. Solo hemos sido papá
y yo, y luego la gente de internet que conozco de Rebelgunner, pero nunca a alguien en
persona. Una emoción comienza a subir por mi espina dorsal, como el Próspero
calentando a la velocidad de la luz, en dirección a destinos desconocidos. Agarro el
control remoto del piso.
—En realidad, haremos el curso intensivo comenzando en el episodio 3. Luego
saltaremos de nuevo a 1, y luego avanzaremos hasta 12 y luego pulsamos 22 y um…
—Um, ¿por qué?
Lentamente parpadeo. Claro. No estoy hablando con una fan sino con un futuro
fanático. Necesito establecer las reglas de Starfield.
—La serie de televisión fue hecha para redifusión. No siguió una historia lineal, así
que las cosas simplemente sucedieron cada vez que los escritores decidieron incluirlas.
Los estamos viendo en orden de la historia de Starfield.
Se ríe.
— ¡Ok! Voy a fingir que lo entiendo —va a la pequeña estación de trabajo en la
esquina, donde, observo con alegría, hay una máquina de coser, y saca una caja de
herramientas. Hojeo las diferentes redes de transmisión hasta que encuentro una con
Starfield, selecciono el episodio y luego me arrastro para sentarme en mi blando trono
verde y esperar los créditos de apertura. No puedo evitar mirar a Sage mientras ella
maneja la chaqueta de papá.
Lo toca suavemente, como si cada hilo estuviera hecho de seda pura, pasando los
dedos por las costuras como si conociera el abrigo tan bien como yo. Las colas
almidonadas ya no son rígidas y el collar se está deshilachando, pero ella lo suaviza de
todos modos para evaluar el corte.
—Está bien— me indica que me ponga de pie —arriba.
Presiono pausa y salgo del puff. Sage asiente y se da vuelta a mi alrededor,
levantando un brazo y luego otro, midiendo todo desde mi cintura hasta mi cuello.
Cuando termina, gira uno de los brazos de la chaqueta hacia dentro, marcando con tiza
y fijando cosas en pequeños alfileres. Cuando termina con eso, deja la chaqueta en el
suelo y pesca en su contenedor de herramientas para obtener unas tijeras. Luego
alinea las tijeras con la tiza, su cara serena y relajada, probablemente como se ve un
asesino en serie, despojado de la humanidad cuando comienzan a arruinar algo
hermoso.
— ¡Detente! —grito— ¿Qué estás haciendo?
Ella me mira de reojo
—Alteraciones, Elle.
— ¡Pero lo estás cortando!
—Para las alteraciones.
—Pero…
Ella suspira. —Mira, ¿quieres que encaje o no? Te lo dije. No se puede doblar, hay que
meterse en las costuras y eso. O detenme y trata de ganar con nostalgia, o déjame
hacer esto y ayudarte a alcanzar tu victoria.
Dudo, mirando entre ella y la chaqueta. Quizás ella tiene razón. Mientras frunzo los
labios, asiento y dejo que corte las finas costuras que mamá había cosido años atrás.
Observo como, hilo por hilo, Sage descifra la historia de mis padres y comienzan los
créditos iniciales de Starfield.
En el medio del tercer episodio, una voz áspera llama desde la parte superior del
sótano. — ¡Sage! ¿Estás abajo?
— ¡Sí, mamá! —responde mientras se oyen como los pasos bajan las escaleras. No
digo nada, ya que estoy atrapada dentro del abrigo con un bosque de alfileres que me
impide moverme incluso una pulgada.
Una mujer de cabello gris llega al último escalón. Se ve tan sorprendida como yo de
verla, pero luego su sonrisa se vuelve cálida. — ¡Ah bueno! Elle, ¿verdad?
—Hola, señora Graven.
—Por favor, llámame Wynona —extiende su mano para que la tome como un
saludo—. Soy la mamá de Sage.
—Creo que se dio cuenta de eso—afirma Sage, cruzando los brazos sobre el pecho—.
Ya que tú la contrataste.
—Podría haber pensado que yo era tu hermana—la madre de Sage se inclina hacia mí
con un susurro falso. —Todavía me muevo en los bares, ¿sabes?
Sage pone los ojos en blanco.
—No le creas —continúa la madre de Sage. —Ella es realmente una niña sentimental
bajo todo ese pelo y maquillaje.
—Mamá —Sage se queja —Para. Estamos un poco ocupadas en este momento.
—Bien, bien. Bueno, Elle, ¿te quedas a cenar? —dice con una sonrisa torcida— ¡Es
noche de carne con trigo!
Miro el reloj y luego maldigo. ¿Cómo fueron las ocho y media tan rápido? Me pongo
de pie, y comienzo a recoger el disfraz. —Tengo que llegar a casa lo siento. Es casi mi
toque de queda.
Sage agita su mano. —Deja el disfraz aquí. Y ten cuidado, ¡todavía hay alfileres en el
hombro! —agrega cuando levanto la chaqueta y grito. Lo dejo, metiendo mi dedo
pinchado en mi boca. Ella me mira pacientemente. —Te lo dije.
Dudo, echando un vistazo a la chaqueta.
—Estará bien aquí —dice la madre de Sage con una sonrisa. —Está en las mejores
manos.
Asiento, recogiendo mi bolsa de lona vacía. —Bien.
Subimos las escaleras del sótano. Un dulce aroma sale de la cocina, haciendo que mi
estómago se queje. Nada en la casa de Wittimer huele ni la mitad de bueno que la
noche de la carne con trigo. Probablemente porque sazonar nuestras cenas con
lágrimas por los carbohidratos que nunca comeremos.
Sage mira de mi hacia la puerta cuando su madre llama desde la cocina— ¡Fue un
placer, Elle! ¡Vuelve cuando quieras!
— ¡La verás mañana! —grita Sage. Ella me ve salir por la puerta. —Lo siento. Mi
madre puede entrometerse en la vida de todos a veces.
—Me gusta —respondo. —Ella es genial.
—Sí, intenta vivir con ella. ¿Estás segura de que no quieres que te lleve a casa?
Niego con la cabeza, pensando en Catherine y Giorgio y su odio hacia el silenciador
defectuoso de La Calabaza. —Nah, está bien esta noche. Me gustaría caminar, pero, um,
gracias.
—Cuídate —se despide y bajo las escaleras del porche hacia el final de la cuadra.
Después de unos pocos pasos, me doy cuenta de que estoy sonriendo. Por primera vez,
estoy deseando que llegue mañana, y no recuerdo haber esperado nada desde el
vigésimo quinto aniversario de Starfield hace dos años. E incluso entonces ansiaba ver
la grabación mientras Catherine y las gemelas estaban en un refugio de esquí dos
semanas después de que saliera al aire.
Esto se siente diferente como algo que puedo controlar. La felicidad que puedo
controlar que es solo mía. No me di cuenta de que ya existía tal cosa. No pensé que
existiera en este universo. Pensé que cuando papá murió, se mudó al otro universo,
aquel en el que todavía está vivo.
— ¡Hey! —Es Sage, gritando desde su porche — ¡Elle! ¿Cuándo es tu concurso?
—Dos semanas desde el viernes. ¿Es eso. . .—me aclaro la garganta —tiempo
suficiente?
— ¿Quince días?
Hay una pausa larga. Pero luego ella me da un pulgar hacia arriba.
— ¿Estás bromeando? Nada es imposible para mí.
Filmamos por 10 horas corridas, sin mencionar las dos horas en la silla para el
maquillaje y el tiempo gastado esperando que Calvin dijera sus malditas líneas bien
(tal vez ellos la tienen más difícil con los dientes de tiburón de Euci, pero nadie lo forzó
a firmar como Euci, por lo tanto no me siento ni siquiera un poco mal).

Cuando el director finalmente acaba con el día, Calvin sale de su abrigo tan rápido
que su asistente no tiene tiempo de atraparlo antes de que caiga al sucio suelo. Él salta
fuera del estudio de sonido, tirando de sus puntiagudos dientes fuera de su boca. ¿No
podría al menos esperar desvestirse antes de meterse en el trailer? Dios.

Gail se apresura instantáneamente, buscando dentro de su chaqueta.

—Ha sonado como loco —dice—, ¿Quién quiere contactarse tanto contigo?

—No sé. —Tomo el teléfono y desbloqueo la pantalla de inicio, una cascada de


mensajes azules rellenan la pantalla.

Elle 6:42 pm
—Estoy introduciendo a una amiga en Starfield
—Esto va a ser realmente interesante
—Te mantendré informado

Elle 7:02 pm
—Pensamientos de ayer: ella no es impresionante
—Estuvo haciendo preguntas como “¿Qué es un capacitador de
flujo solar y por qué está roto?"
—Pssssh, earthender.

Mis labios se fruncen sin mi consentimiento. Earthenders es como se le dice a


cualquiera que provenga de las estrellas y que prefiera un planeta. La gente que se
queda en un lugar para siempre, atrapado en sus estrechos modos. Es como llamar a
una persona Muggle en el mundo de Harry Potter.

Me desplazo hacia abajo en la pantalla. Hay muchos mensajes, escribió una novela
entera. Enteramente para mi.

Elle 7:32 pm
—Hoy: quinto episodio, no más preguntas.
—Aunque los cuernos recortados del General lucían como senos
en su cabeza.
—Oh, oh Carmindor
—De hecho, lo parecen.
—Ah.
—(sé que debes estar ocupado pero tenía que decírselo a alguien
o explotaría)
— Descanso para ir al baño. ¿También el sexto episodio o nos
saltamos al 10?
—Adelantando al 10, decisión ejecutiva.

Elle 7:35 pm
—La mejor idea de todos los tiempos
—Es el episodio con Carmindor en la ducha
—Quiero decir, no tú en la ducha. . . estoy segura que te duchas
—y no significa que sienta repulsión por ti tomando una ducha
—Yo solo decía que es el capítulo con el otro Carmindor siendo
sexy en la ducha
—No significa que tú no pudieses ser sexy también
—Oh, diablos
—Me callaré ahora

Allí terminan los textos, pero mis labios están estirándose tanto mostrando mis
dientes que empiezan a doler. De repente, siento que mi trasero siendo golpeado por
Calvin Soy-mejor-que-tu Rolfe no parece tan malo.

—Estás sonriendo, ¿Qué pasa? —Gail se pone de puntitas para echar un vistazo a los
mensajes, pero bloqueo la pantalla y lo escondo en mi bolsillo antes de que ella pueda
leer sobre mi en la ducha —. ¿Es por la chica de Seaside?

—No —digo—. Solo alguien quien conocí.

—¿Al azar? —las cejas de Gail disparan—. ¿Cómo una extraña? No sabes si ella podría
ser una de las que...

—No es una soplona. Voy a cambiarme. —me salgo del estudio de sonido, con Gail
siguiendo para hacer más preguntas. La noche es húmeda y pegajosa cuando cruzo el
lugar para el tráiler de disfraces. En el otro lado de la valla que rodea el compuesto,
una chica grita mi nombre.

—¡Te amo, Darien! ¡Por aquí, Darien!

Volteo a ver, poniéndome mi máscara de Darien Freeman y los saludo. Ellos chillan.

—No los antagonices —me regaña Gail.

—Solo estoy diciendo hola. ¿No puedo hacerlo?

—No sin tu guardaespaldas. —Ella sonríe falsamente a los fans apretando los dientes.

—Aguafiestas.
En el tráiler de disfraces, Nicky, el encargado de los disfraces, está limpiando la
suciedad del disfraz de Calvin a golpes, murmurando con enojo. Por supuesto, Calvin
tenía que ir y hacerlo enojar tanto que empeoraría su humor cuando le dije que los
botones de mi abrigo se estaban cayendo. El mismo botón. Otra vez.

—¿Es esta chica alguien de la que tenga que preocuparme? —pregunta Gail,
siguiéndome dentro de los vestidores, decido esperar y decirle a Nicky sobre el botón
mañana. Pretenderé que no lo había notado hasta entonces. ¿Soy actor, no?

—No lo creo. —me encojo de hombros y tomo una percha.

—¿Cómo la conociste? —su rostro arrugado en suspicacia.

—¿Internet? —encojo los hombros.

—¡Darien! —resopla.

—¿Qué? ¡Es bueno!

—No, no lo es. —Ella se estresa y yo cuelgo mi disfraz debajo de la etiqueta “Freeman,


D.”—. No sabes quién podría ser.

—Ella es divertida, agradable y cariñosa. —Suelto el collar mandarín de mi camisa y


comienzo a desabrocharla, sacándola fuera de mi pantalón, cuando pienso en la chica
al otro lado de los mensajes—. Y ella es honesta. De hecho, creo que la conozco
bastante bien.

—¿Han hablado sobre…? —agita las manos a nuestro alrededor.

—¿El tráiler de disfraces? —Cuando ella me da una mirada pedregosa yo sonrío.—


Estoy bromeando, sé lo que quieres decir y no, no realmente. Es decir, ella no sabe
quién soy yo, si es lo que estás preguntando.

—¿Entonces le estás mintiendo?

—No estoy mintiendo —digo rápidamente. Excepto ahora, me pregunto si eso es


verdad—. Ella solo. . .asumió que era otra persona, no lo sé, normal, y no quise
corregirla. No me mires así.

Pero ella me está mirando con desaprobación de todos modos, como si fuera mi
mamá o algo así. No quiere decir que haya visto a mi mamá actuar así. Solo lo asumo.
Me encojo de hombros quitándome la camisa, los músculos de mi brazo doliendo por
el largo día.

—Le diré, algún día, quiero decir. Yo solo quería que alguien me tratara como una
persona normal por un rato.

—Oh, eres el afligido actor famoso abdominales asegurados quien solo quiere ser
normal. —ella pone los ojos en blanco—. Realmente estás jodido, Dare.

—Le diré —aseguro—. Cuando sea el momento, ya sabes, en una conversación


normal.
—No —dice Gail—. Tú tienes que terminarlo.

—¿Terminarlo? —alarmado casi tiro mi camisa—. ¿Por qué? ¡Eso no es justo!

—No me importa si es justo. Es por tu propio bien y lo sabes. —Ella mira atrás de mi,
su mirada casi completamente estable.

—¿Qué eres? ¿Mi madre? No puedes solo decirme quienes son mis amigos.

—Si no lo hago yo, Mark lo hará. Dare... —su voz se rompe—. Solo no quiero más
problemas, ¿sabes? No más fotos, no más…

—Lo sé —digo—, lo sé, lo sé.

Me siento horrible haciendo que Gail juegue a ser autoritaria. A ella no le gusta y
raramente lo hace. Por otro lado, sé que ella está en lo correcto, que lo que estoy
haciendo es estúpido y peligroso y no puedo parar de todos modos, pero por el otro…
está Elle.

—Bien —murmura más para sí misma que para mi, y revisa su celular otra vez—.
Entonces, Lonny estará aquí para recogerte enfrente del portón. No lo dejes plantado.

—Sí, sí, bien… ¡Espera! ¿Recogerme? ¿Qué hay de ti?

—Bueno, yo voy a salir y... —Gail se retuerce sonrojándose.

—¡Tienes una cita! —acuso—. Tienes una cita y estás abandonándome.

—Shhhh. —Ella pone una mano sobre mi boca para callar el resto de mis palabras. Si
Mark descubriera que ella está en una cita mientras yo estoy en el trabajo, él alucinaría.
No digo que ella no pueda, pero ella no debería hacerlo durante las grabaciones
principales.

—¡No lo digas tan fuerte!

—Es ese chico, ¿verdad? —Alejo su mano sonriendo ampliamente. Cuando se pone
tan roja como un tomate me rio—. ¡Es ese chico! ¡Tú, traidora!

—¡Cállate! Ninguna palabra de ello o yo. . .

—¿Qué tal esto? —saco mi teléfono de la chaqueta y lo sostengo—. No le diré a Mark


si tu no le dices.

Muevo mis cejas retándola y Gail muerde su labio, claramente sopesando entre sus
lealtades, pero aparentemente quien quiera que sea este chico debe valer la pena
porque finalmente ella cae.

—Esto es mala idea —señala—, pero está bien.

Después de asegurarme de que tengo todo en orden para la noche, Gail le informa a
Nicky que estoy en el tráiler.
Gail, traidora.

Antes de que lo sepa, Nicky se ha abrochado la cremallera para coger la camisa de


mis manos.

—No debes agarrarla así —chilla, con una voz realmente aguda considerando que tan
fuerte es—. ¿Y dónde está tu abrigo? No lo has ensuciado, ¿verdad?

Él me arrebata de las manos el abrigo y lo sostiene en uno de sus brazos. El botón


perdido no pasa desapercibido de sus ojos y su bigote sufre un tic.

—Subiste de peso, ¿verdad?

—No —digo quitándome los pantalones tan defensivamente como puedo—. Quiero
decir, si lo estuviera ¿podrías culparme? Con todas esas proteínas sumándose.

—Hmph. —suspira mirándome un poco más, la masa muscular que soy y gira sobre
sus talones prontamente, es probable que de regreso a su escritorio donde cose para
arreglar mi abrigo. Me visto con mi uniforme de civil (shorts de gimnasio, una playera,
y un suéter) y me voy antes de que note el dobladillo fangoso en el botón de mis
pantalones.
Afuera, las chicas gritan mi nombre de nuevo, pero me pongo el gorro de la sudadera
y viro hacia el portón principal, donde una pequeña reunión de fans sigue perdiendo el
tiempo con pancartas y playeras con un corazón TE AMO DARIEN sobre sus pechos.

Conforme espero para que Lonny me recoja, saco mi teléfono del bolsillo del short.
Los mensajes de Elle iluminan la noche a mi alrededor. Su último mensaje fue enviado
hace tres horas. Debe estar absolutamente mortificada. Deslizo el teclado y trato de
que se me ocurra algo para contestar.

“Piensas en mi en la ducha un montón, ¿verdad?”

No, no puedo decir eso. Lo borro.

“Te lo aseguro, Carmindor estaría celoso de MI en la ducha”

Ugh, definitivamente no. Mi pulgar presiona la tecla de borrar mientras me dirijo al


perímetro del lugar. Varias respuestas pasan por mi cabeza, algunas de ellas volviendo
a ella en la ducha. Lo cual es tonto porque no tengo ni la menor idea de cómo es ella, o
cuál es su edad, o de dónde es. No sé siquiera cómo imaginarla.
Supongo que siempre he pensado en la Princesa Amara.

Finalmente, para cuando llego al portón, mi cerebro lanza algunas palabras juntas y
puedo escribir algo de lo que no me arrepentiré en la mañana.

11:13 pm
—Me siento halagado de que pienses en mi.

Es corto y aburrido, pero es algo. Y perfectamente a tiempo también, porque tan


pronto lo hago veo a Lonny tamaño-tanque avecinándose.
—Jefe —dice con un cabeceo que correspondo.

—Hey —respondo. Es silencioso alrededor excepto por el suave murmullo de un


espectáculo NPR. Antes de que pueda guardar mi teléfono en los bolsillos, el sonido de
la respuesta de Elle rompe el silencio. ¿Sigue despierta?

—¿Tu novia?

Miro hacia arriba sorprendido, la cara de Lonny es ilegible como siempre, como si él
estuviera a propósito tratando de evitar las emociones. Realmente no sé qué decir, así
que desbloqueo el teléfono, la pantalla iluminándome el rostro.

Elle 11:13 PM
—Pienso en ti un montón, de hecho.

Bloqueo de nuevo el teléfono, debo lucir avergonzado o desesperado o algo, porque


veo a través del retrovisor que las cejas de Lonny se elevan.

—Eso creo.

—¿Ella es real y va en serio? —se acomoda en el asiento del conductor.

—Sí, es en serio. —por alguna razón no puedo mentirle.

—No se preocupe, jefe. Secreto guardado. —él asiente.

Atravesamos la noche y leo el mensaje de Elle por segunda ocasión. Una ducha fría tal
vez no sea tan mala idea.
A lo largo de los últimos siete días, me he vuelto extremadamente buena para entrar
a casa a escondidas. Esta noche, son cerca de las nueve, muy cerca de mi toque de
queda. Pero coser las costuras de los hombros es complicado, y Sage no dejaba de
probarme la chaqueta para poder pinchar y repintar y hacer que las curvas quedaran
rectas. Además, está bien, tal vez nos hayamos distraído un poco viendo Starfield. Pero
todavía tenemos una semana, si no me meto en más problemas, de todos modos.
Catherine me lanza una mirada desde el sofá tan pronto como me deslizo por la
puerta, y sus ojos oscuros me siguen a lo largo del pasillo mientras me dirijo hacia las
escaleras. Vogue Weddings está extendida en su regazo, con una copa de vino en la
mano.

—¿Dónde has estado? —Viene su voz fría, justo cuando estoy casi al otro lado del
pasillo. —Hice que las chicas limpiaran el ático porque te habías ido.

—Estaba limpiando el camión, como ayer—. Miro hacia las escaleras. Solo tengo que
ir a mi habitación. Eso es todo lo que tengo que hacer.

—¿Todavía?
—Sí, señora. Vamos a necesitar hacer más mañana —Acumulo mentiras como un
buffet—. Ya sabe, para mantener todo limpio.
Ella sorbe su vino.

—Te dije que el camión era un lugar horrible para trabajar. En el club de campo, no
tendrías que hacer esas cosas desagradables.
Sonrío falsamente.

—No me molesta —Me apresuro a subir las escaleras.


Cuando paso la puerta de las gemelas, se abre.

—Oye, rara, ¿podemos usar tu ayuda por un minuto?


Es Chloe, sonriendo muy agradablemente. Como cuando un gato sonríe a un canario.

—¡No, estamos bien! —grita Cal desde algún lugar de su habitación. Suena
extraña—¡No necesitamos ayuda!
—Cállate —Chloe le dice a su hermana, luego se vuelve hacia mí. —Como no lo
hiciste, pensé que nunca terminaríamos de limpiar el ático, pero valió la pena. Y ahora
finalmente tenemos algo para esa estúpida competencia.
Mis cejas se arrugan.

—¿Vas a entrar? —Intento no reírme, realmente lo hago.


—Vamos, Chloe. ¡Ni siquiera miras a Starfield!
Ella sonríe.

—Por eso queremos tu opinión sobre nuestro disfraz.


Oh, esto debería ser bueno. Catherine no podría haberles dado el dinero por un traje
bien hecho de Etsy; odian a Starfield, no hay forma de que lo haga. Así que tengo que
ver qué monstruosidad híbrida nylon-spandex compraron. Cuanto antes lo haga, antes
podré escribir sobre el idiota de Darien Freeman que se queda atrapado en el techo.

—Está bien —digo —¿Qué estás cosiendo?


Pero en el momento en que entro en su habitación, las palabras mueren en mi
garganta.
Cal ni siquiera puede volverse hacia mí mientras se pasa la trenza frenéticamente por
el hombro, de pie frente a su espejo de cuerpo entero en un hermoso vestido de seda.
El disfraz de cosplay de mi madre.

—¿Qué piensas? —Chloe pregunta, sonriendo.


¿Que pienso? Creo que mi corazón se está rompiendo. Recuerdo la forma en que se
veía el vestido cuando mamá daba vueltas, como si la galaxia girara, estrellas brillando
en la sala de estar. Ahora es un fantasma, girando, dando vueltas, bailando alrededor
de la sala de estar, los talones de sus zapatos de estrellas cortando la madera dura
como un latido del corazón.
Chloe mueve su mano desdeñosamente hacia los pies de Cal.

—No podía meterme en los estúpidos zapatos, ¿quién hace zapatos de vidrio? Pero
Cal se ve bien en ellos, ¿no?

—¿Dónde...? —Mi corazón golpea mi garganta, hinchándome, haciéndome más


difícil respirar. —¿Dónde encontraste esto?

—En un baúl lleno de basura —responde Chloe.


Sus palabras cortaron un dolor abrasador a través de mí, llevándome a mis sentidos.
—¡Es el cosplay de mi madre! —lloro —¡No es basura!
Eso debe haber sido lo que ella estaba buscando que dijera, porque su rostro se
ilumina y ella sonríe.

—¡Así que es uno de esos estúpidos disfraces del espectáculo! Te lo dije, Cal.
—Simplemente lo necesitamos por una semana —agrega Cal, como si eso mejorara
las cosas. —Entonces lo devolveremos.
—¡Pero no es tuyo! —protesto.
Cal hace una mueca, pero Chloe se burla. —Como si fuera tuyo. No veo tu nombre en
él.

—¡Fue de mi madre!
—Sí, bueno. —Chloe se encoge de hombros —Así fue la casa.
Mi boca se abre como si ella me abofeteara físicamente.

—Pero. . .pero Catherine nunca te dejará ir a la convención.


Chloe chasquea la lengua hasta el paladar.

—Mira, podríamos haber mentido y dicho que tuvimos un torneo de tenis ese fin de
semana. Cal ingresará al concurso y ganaremos y nos grabaremos conociendo a Darien
Freeman, lo que disparará nuestro blog a la fama. Seremos famosas. Y nunca se sabe
—agrega, su sonrisa crece— Darien podría enamorarse de mí.
Mis manos se cierran en puños.

—No te dejaré ir. Le diré a Catherine. . .


—Y le diremos por qué has venido a casa tan tarde. Has estado fumando marihuana
o haciendo cualquier cosa desagradable a esa chica, ¿cómo se llama? Sabe.
—¿Cómo?

—James te vio ir a su casa hoy. Entonces, ¿qué, acabas de renunciar a los hombres
por completo? —Ella sonríe, sabiendo que las palabras cavan bajo mi piel. Lo hacen,
como brezos. —Porque es patético que fueras con ella.

—Chloe, detente— dice Cal, mirando hacia el piso.


—No— dice Chloe simplemente. —Amenazó con delatarnos, así que si ella dice algo,
nosotros igual. Vamos a ese concurso, y vamos a ganar y conocer a Darien, incluso si
tenemos que jugar con esta ridícula cosa de La Guerra de las Galaxias ...

—Starfield —corrige Cal.


—Lo que sea. Ganaremos y conoceremos a Darien y será perfecto, y no dejaré que
nadie como tú lo arruine.
Entonces ella cierra la puerta, atrapando el vestido de mi madre en una habitación de
pesadillas.

—¡Danielle! —Catherine llama desde abajo. —¡Platos!


Si le digo a Catherine, entonces no sé qué harán con el cosplay de mamá, pero si no lo
hago. . . ¿entonces qué? Entonces ellas ganan. Tal vez no sea la competencia, porque el
cosplay es más que disfrazarse, pero entrarán. Con el cosplay de mi madre.
Apretando los puños, corro escaleras abajo para lavar los platos y guardar la comida,
me tiemblan las manos. Si no termino de arreglar el disfraz de papá, si no pruebo que
hay más cosplays que solo ponerme la ropa adecuada, entonces ganarán. Quizás no sea
la competencia, pero ganarán contra mí. Y no puedo permitir que eso suceda, no con el
cosplay de mamá.
No en la convención de papá.
No en este universo.
—Darien, Mark está en la línea —dice Gail, extendiendo su teléfono hacia mí.—Dice
que ha estado tratando de llamarte durante los últimos días.
Paso la página en Batman: Year One.
—Oh, ¿es el quién me ha estado llamando? Pensé que era un vendedor o. . .
—Darien— dice mi nombre rotundamente, con un tono que deja claro que no está
para bromas.
Cierro mi libro con un suspiro y tomo el teléfono. —Hola, M. . .
—¿Con quién estás saliendo, otra vez? —Mark interrumpe.
Mi boca se abre. —Um, yo. . . ¿Es esta una pregunta capciosa? "¿Jess?"
—Oh bien, entonces lo recuerdas.
—Por supuesto que lo recuerdo.
—Entonces, ¿por qué TMZ informa que estás engañándola? —pregunta
electivamente.
Echo un vistazo a Gail, que está sentada en el costado de mi cama, mordisqueando la
uña de su pulgar, sus rodillas subiendo y bajando de los nervios. Ella no podría haberlo
dicho. Ella no lo debió hacer. Me levanto en mi silla.
“¿Qué es?” me gesticula.
Estamos en la habitación de mi hotel, lo espacioso y hermoso que es. Pero las paredes
son finas como el papel y Jess está en la habitación de al lado. Tenemos una sesión en
una hora con una escena de persecución de estrellas, y no quiero que sea incómodo.
“Mark sabe sobre los textos” le digo sin hacer ruido.
Palideciendo, Gail niega con la cabeza.
—No fui yo — dice. Sé que no fue así. Ahora también la tengo apenada, gracias Gaffer
Dude. Tal vez ¿Lonny? No, él me parece un hombre de palabra.
—No hay nadie — digo —Son solo rumores, ¿sabes?
—Rumores —hace eco Mark. —Entonces, ¿por qué hay varias fuentes que dicen que
no puedes sacar la nariz de tu teléfono?
Me preparo para el impacto, como si fuera a ordenar a Gail que se llevara mi teléfono.
El sólo hecho de pensar en no poder hablar con Elle me deja con un vacío de pánico.
Pero luego se ríe, como tratando de disipar la situación. —Tienes que tener cuidado,
pequeño. Eres la cara de Starfield. Se verá mal si estás saliendo con tu co-estrella y a la
vez teniendo algo en otro lado. ¿Sabes lo que debes hacer? —Él va a decírmelo de
todos modos, a pesar de que no quiero saber. —Deberías poner en espera a quien esté
al otro lado de ese teléfono. Pasar buenos momentos con Jess. Acabo de hablar con su
agente y estamos preparando una buena cita para ustedes dos, ¿de acuerdo? Esta
noche después del rodaje. Puedes hacer eso, ¿sí?
Estoy en silencio por un momento, mirando mi teléfono en mi regazo. ¿No hablar con
Elle? ¿Por cuánto, la semana que queda hasta que terminemos? ¿Hasta ExcelsiCon?
Una semana no parece tan larga, y al momento después, Jess y yo terminaremos
nuestra "relación" y nos separaremos, pero. . .
Como si Elle supiera que estamos hablando de ella, mi teléfono parpadea con un
mensaje. Su nombre.

Elle 8:47 A.M.


—Oh no, Car.
—Oh no.
—Hay un perro al lado y salí a alimentarlo porque ladra y
—Car, es tan malo. Odio a mi madrastra
—La odio tanto.
—El vecino lo lleva a la perrera.
—LA PERRERA.

Salgo de mi llamada con Mark para contestarle.

8:49 A.M.
—Oh, mierda. Lo siento mucho.

Elle 8:49 A.M.


—No sé qué hacer Car
—Esto no es culpa de Frank The Tank.
—Siempre gana. Ella SIEMPRE lo hace.
—No puedo hacer nada. Siempre soy tan impotente.

Impotente. Sé una cosa o dos sobre eso. Me siento inútil, medio pensando que en
realidad voy a sentarme aquí y dejar que Mark me diga con quién puedo hablar y con
quien no puedo hablar. Pero él es mi padre, ¿y los padres no deberían saberlo mejor?
¿No lo saben mejor?
—¿Darien? ¿Sigues ahí? —el altavoz de mi teléfono crepita con la voz de Mark. —¿Te
dejé? ¿Me has oído? Teléfono estúpido…
—Lo entiendo, Mark. —respondo, recogiendo mi teléfono de nuevo.
—¡Sabía que vendrías! —Él aplaude como si esto fuera un gran avance en nuestra
relación. —Ahora no olvides esa cita esta noche. Sé lo mejor que puedas. Brilla como
siempre lo haces, ¿sí?
—Sí —grité y colgué mirando a Gail. —La próxima vez que llame, estoy ocupado.
Gail frunce el ceño.
—Darien, tal vez él tiene razón. Es solo una semana . . . —Ella mira su teléfono
vacilante. —Quiero decir, solo escúchalo por una semana.
Mi teléfono vibra nuevamente

Elle 8:52 A.M.


—No sé qué hacer.

Miro hacia atrás a Gail, quien simplemente levanta sus manos y regresa al sofá para
mirar las noticias de la mañana. —No veo nada.

8:52 A.M.
—Está bien. Pensemos.
—¿Tienes dónde ponerlo? ¿Dónde puedan cuidar de él por un tiempo?

Elle 8:52 A.M.


—En ninguna parte.
—No puedo hacer nada.

8:52 A.M.
—¿Qué tal tu amiga? ¿A la que le muestras Starfield?

Elle 8:53 A.M.


—¿Estás diciendo que ROBE a Frank?
8:53 A.M.
—Estoy diciendo que vamos a dejar de ser impotentes.
—A veces no deberíamos ser Carmindor.
—A veces deberíamos ser Amara.
Al menos a Frank le gusta el camión de comida. Está acostado en el lugar frío cerca
del refrigerador, el cual amorosamente (está bien, amorosamente de mi parte; Sage lo
hizo a regañadientes) le hicimos. En los días calurosos de verano, Charleston es un
pozo negro de sudor y mosquitos, y estar encerrada en una lata es algo sofocante. No
sólo sofocante- es caliente como pelotas.

Me abanico con una espátula, poniendo mi mejilla en la parte fría de la encimera, y


estoy literalmente a punto de desmayarme por la temperatura hasta que recuerdo algo.
Vuelvo a la realidad y reviso la fecha en mi teléfono, pero estoy en lo correcto. Con el
envío rápido, hoy es el día.

—Frank está recibiendo más atención que nuestra comida— murmura Sage,
observando al perro mientras otro turista con ojos enamorados pasa caminando,
hablando sobre lo lindo que es Frank.

Él la mira con sus ojos cafés grandes, la lengua saliendo de su hocico. Ella pone una
expresión amenazadora.

Acaricio a Frank en la cabeza.

—Lo siento chico, pero tus encantos no funcionan en ella.

—No puedo creer que lo hayas robado de su jardín. Estamos probablemente violando
un millón de códigos de salubridad ahora mismo.

—Un millón uno —agrego, tomando una patata frita del freidor. La pongo en mi boca
y rápidamente me doy cuenta de mi error, echando aire a mi lengua— ¡Caliente!
¡Caliente! ¡Caliente!

—Te lo mereces —Sage canta. Su cabello brillante está recogido con un pañuelo, su
boca trabajando en un Dubble Bubble que ha estado masticando por la mayor parte de
la tarde.

—Entonces él te convenció de hacerlo, ¿ese chico misterioso tuyo? —pregunta,


cambiando de página a su más reciente revista de Vogue.
—Él no me convenció. Yo ya estaba pensando en eso. Pero él dijo algo raro. . ..que
deberíamos dejar de ser tan impotentes. Me pregunto qué significa ¿También tiene una
madrastra malvada? ¿O algo más?

Ella se encoge de hombros. — ¿Por qué no le preguntas?

Me burlo. —Quisiera.

— ¿Por qué?

—Porque él apenas habla de sí mismo. Debo ser afortunada por sacar al menos eso de
él. Quiero decir, si no estamos hablando de Starfield o la integridad de condensador de
flujo solar, nosotros solo… no sé. Hablamos sobre mí. No realmente de él. Creo que
solamente es muy reservado.

— ¿Tú lo crees…?

Le doy una mirada amenazadora desde mi lugar detrás del freidor y pone sus manos
arriba en señal de rendición. Frank ladra, meneando la cola.

— ¿Lo ves? Frank está de acuerdo —le rasco detrás de las orejas y regreso a revisar
mi celular —Hey, umm, ¿Puedo pedir un favor?

—Ya estoy cuidando a tu perro hasta que le encuentres un hogar permanente, —Sage
dice secamente— ¿Qué más podrías querer de mí, oh Reina?

Sonrío inocentemente.

—Mi adorable sirviente. ¿Podríamos pasar por mi morada antes de nuestro trabajo
pesado en tu sótano esta noche? Las gemelas no estarán en casa, pero estoy esperando
algo del correo…

Sage toma un suspiro más fuerte de lo necesario, pasando a través de las páginas de
su revista.

—Supongo que podemos… —Entonces levanta la mirada y pregunta, ceja


levantada— ¿Qué es lo que llegara?

—Boletos —digo—para ExcelsiCon.

— ¿Boletos? ¿Plural?

Un sonrojo se arrastra hacía mis mejillas.

—Quiero decir, sí. Creí que te gustaría venir. . . y yo lo pagaría. Porque, ya sabes, estás
trabajando en el disfraz y. . .

—Pero es para mi portafolio. Ya estoy consiguiendo algo por eso.

—Lo sé. Yo sólo. . . si tú no quieres venir, está bien, también —Me revolví con mis
palabras, retorciendo apenada mis manos enguantadas—. Fue tonto no preguntarte
primero. . .
— ¿Estás bromeando? —Cuando levanto la vista, Sage estaba radiante —Me
encantaría.

Sorprendida, la mire a los ojos. —¿En serio?

—¡Sí! ¡Suena increíble! Frank ladra de nuevo.

Ella le da un pulgar arriba. —Lo ves, ¡Frank piensa eso también! Gracias. Será
asombroso. Quiero decir, tenemos que pensar cómo llegaremos ahí porque mi mamá
no me dejara sacar la Calabaza fuera de los límites de la ciudad. . .

—Autobús. 6:30 a.m. Después hay uno que regresa a casa a las 8 —Había bajado en
bicicleta a la estación de Greyhound temprano en la mañana, sin devolución.

Entre eso y los boletos de la convención, mi dinero ahorrado casi había desaparecido.

Sage ríe. —Tenías esto todo planeado, ¿no es así?

—Tenía que. Esto es como La estafa Maestra. Con excepción de que nosotros estamos
contrabandeándome.

—Suena más como Sam y Frodo escondidos en Mordor para mí —responde, y me da


una mirada en blanco. Encoge los hombros. —¿Qué? Me gusta el Hobbit.

— ¿Aragorn o Boromir?

—Soy más fan de Arwen, si sabes a lo que me refiero. —Sage me guiña un ojo.

Sonrío, pero luego recuerdo lo que las gemelas dijeron, sobre mí y Sage. Y luego
recuerdo el horrible, imborrable vista de Cal en el disfraz de mi mamá. Miro abajo
hacia los buñuelos friéndose.

— ¿Algo está mal? —dice Sage —Oh Dios, por favor no me digas que no puedes ser
amiga de una lesbiana.

— ¿Qué? ¡No! —digo rápidamente —Es solo. . . ellas también entrarán. Las gemelas.
Sus cejas se levantan.—No sabía que las gemelas-malditas eran fans de Starfield.
—No lo son.

—¿Entonces cómo van a entrar?

—Ellas, umm, encontraron un disfraz. Un vestido —Quiero ser lo más imprecisa


posible. No quiero que sepa que es el disfraz de mi mamá. No quiero admitir eso. Como
un mal corte de cabello que mantienes escondido debajo de un gorro: si no piensas
acerca de eso, entonces nunca pasó—. Y si no terminamos nuestro disfraz, ellas
realmente ganarán, y no puedo dejar que eso pase. Pero tampoco puedo dejar que las
gemelas se enteren que entre al concurso. Le dirían a mi madrastra y sería el final.

Pero Sage no se queda conforme.


—¿Cómo es que ellas solo encontraron un disfraz? ¿Los tienes tirados por toda la casa
o algo?

—No — contesto en voz baja—Estaba. . . en el ático. Con las cosas de mis padres.

Lentamente, mientras las palabras la penetran, va abriendo más los ojos. Ella baja la
revista, sacudiendo la cabeza.

—Oh por dios. Es de tu mamá, ¿no es así?

—Quiero decir, yo. . . —Mi garganta se empieza a cerrar. No quiero hablar del vestido
de mi mamá, los puntos de noche estrellada cosidos en el dobladillo. Duele en un lugar
que no había sentido desde hace ocho años, como un dolor muscular que había
olvidado que existía.

— ¿En serio? —ella dice cuando no desmiento su pregunta— ¿Están usando el disfraz
de tu mamá? Eso apesta. ¿Por qué no haces nada?

—¿Qué puedo hacer, Sage? —discuto —Si voy con Catherine, lo destruirán. Y ellas no
pueden saber que estoy entrando al concurso, o le dirán a Catherine y ya no podré ir.
No puedo ganar contra ellas. Nunca puedo ganar.

—Pero no puedes solo dejar. . .

—No puedo. Estoy concursando. Es así como las detendré.

Ella aprieta los labios.

—Entiendo, bien. Pasaremos por ahí y luego nos dirigiremos a mi casa. ¡Perro! ¡Deja
de jadear tan fuerte! Ugh. Hay baba por todas partes.

Los bordes de mis labios se levantaron al ver su ceño fruncido. —Solo significa que te
ama.

—Aja —Ella le da a Frank una mirada asesina y vuelve a su revista.

Para alguien que no ha estado nunca en mi casa, podría ser un poco… hostil. Muchas
casas en la parte histórica de Charleston son hermosas, elegantes. Ellos piensan en las
casas de Rainbow Row que están pintadas de colores pasteles de la temporada,
alineando la Battery como Petit Fours en marcha. Pero mi casa está en el borde del
distrito histórico, y aunque es vieja, es demasiado “joven” para calificar como histórico
y demasiado vieja para ser derribado. Así que existe en esta especie de limbo, con un
techo con goteras y una rechinante puerta delantera.

Abro la puerta y corro a las escaleras. Sage se maravilla con el vestíbulo, el perfecto
trabajo de madera, el candelabro, la inmaculada sala. Al menos es lo que las amigas de
las gemelas vieron cuando las invitaron por primera vez. Ellas estaban realmente
asombradas de que todo estuviera tan ordenado, tan blanco, tan…
—Toda está tan desalmado —llega la voz de Sage mientras me sigue por las escaleras.

Trato de pensar en el mejor lugar para esconder los pases de la convención. ¿En el
cajón de ropa interior? No, ya he escondido el dinero y los boletos de autobús ahí.

—A Catherine le gustan las cosas limpias.

Ella se maravilla de los pasillos, con Frank debajo de su brazo como un balón peludo.
Si Catherine supiera que un perro entró a su casa ordenada, se hubiera enojado. Eso
me da un poco de satisfacción, ella no sabe todo. Ella no puede controlar todo.

Sage estudia los retratos de Catherine y las gemelas, tardándose un poco más en
aquellas que muestran a las gemelas de niñas. Ladea su cabeza. —¿Dónde estás?

—No estaba en esas —respondí, observando mi cuarto. ¿Debajo del colchón? No,
quien sabe
que hay debajo de eso.

—Oye, ¿Este es el cuarto de las gemelas? ¿Con las dos camas?

—Sí —gire en mi cuarto, buscando, buscando. . .hasta que mis ojos se encontraron
con el plano enmarcado del Prospero. Bingo. Quito el marco de la pared y presiono los
boletos detrás.

—Oye, um, Frank necesita ir al baño, así que necesito irme.

—Estaré afuera en un minuto.

—¡No te apures!

Sacudo el marco para asegurar que los pases no se caigan y después lo cuelgo de
nuevo.

No hay manera de que los encuentren aquí. Yo no los encontraría ahí. Cierro la puerta
de mi cuarto y me apuro por el pasillo y bajo las escaleras. Cierro la puerta justo
cuando Sage salió de detrás del camión, secándose las manos en sus pantalones.

—¿Frank hizo sus necesidades? —pregunto, rodeando hacia el asiento de pasajero.

—Justo en las petunias de tu madrastra. Como quería —se sube al asiento de piloto y
lo pone en marcha. El motor retumba de vida—Sabes, él no esta tan mal.

—Te dije que terminarías queriéndolo.

Ajusto el espejo retrovisor. —¿Mmh? Oh, oh, Sí

Le doy una mirada extraña mientras saca el camión a la carretera y empieza el


camino a su casa en North Charleston. —¿Éstas bien?
—Bien. Estoy bien. Pero —ella continúa después de un minuto —Tengo una pregunta.
Esas cosas en la chaqueta de Carmindor. Esas dos cosas —ella señala su manga y sé
exactamente de que está hablando. Las insignias de federación que dice que clase y
que modificación genética tienes. Starwings —Tu chaqueta no las tiene. Y no tienes la
corona tampoco.

—Sí, esas se perdieron en el camión.

—¿Podemos obtenerlos en línea?

—Los Starwing, quizá. Pero la corona. . . —encogí los hombros, tratando de recordar
cuanto era por uno en Etsy—. . .equivale al precio por un niño pequeño.

—Bueno mi primogénito ya está tomado por Dark Lord, ¿Por qué no hacemos uno?

—¿Hacerlo? —pensé que estaba bromeando hasta que me doy cuenta que soy la
única riéndose. Aclare mi garganta —No, no, no lo creo.

Maneja alrededor de un lento carro económico, empujándose en la autopista. —Oh


vamos, estoy cosiendo tu chaqueta de nuevo. Puedo hacer milagros. ¿Puedes preguntar
en uno de los foros de tu fandom? Los fandom tienen foros, ¿cierto?

—Sí tenemos foros.

Ella levanta una ceja negra perforada.

—Yo. . .puedo intentarlo —finalmente digo.

Ella me pega de buena manera en el hombro, haciendo que el camión se desvié.—


Sabía que podías hacerlo.

—Oye. ¡Mira la carretera!

Sonriendo, regresa al carril. Siento mi teléfono, incluso cuando sé que Car está
trabajando.

Estará en la convención también, ¿o no? Él ha estado intentado cancelar algo, quizá


no lo logre.

¿Habrá una oportunidad para conocernos? ¿Él quiere conocerme? Muerdo mi labio
inferior, nerviosa. ¿Qué tal si él vuelve a sus sentidos una vez que me vea? ¿Echa un
vistazo y corre al closet de Amara por apoyo?

¿Y si (si nos conocemos) no le gusta la verdadera yo? Es más fácil ser quien quieres
ser cuando no estás tratando de ser lo que las demás personas piensan que eres. ¿Pero
por qué me importa? Odio que me importe. Odio estar pensando en Car cuando
debería estar enfocada en nada más que ganar el concurso.

Odio estar enamorándome de alguien que ni siquiera conozco.


—Con el condensador de flujo solar infligiendo masa crítica, yo no. . .quiero decir,
yo. . . mierda —Calvin/Euci se aleja de mí, sus dientes de tiburón brillando— ¿Cuál es
mi línea?
Le gano al asistente de productor y entono. —Con el condensador de flujo solar
infringiendo masa crítica, yo no veo otro camino, Su Alteza.
Calvin me mira. —No te pregunté. Qué es lo que quieres, ¿créditos extra por saber
mis líneas también?
Me encojo hombros y ajusto el cuello de mi camisa mientras él se tranquiliza. El
asistente de dialogo sacude su cabeza, murmurándole algo al director. Amon asiente,
revisando su reloj, antes de hacerle señas a ella otra vez.
—Está bien, nos tomaremos una hora. Descanso para cenar. —el asistente de diálogo
grita al equipo— ¡y tenemos barbacoa en el servicio de comida! Cal, ¿puedes repasar
tus líneas mientras estas cenando?
—Sí, Sí —murmura y se baja del escenario.
Es irreal lo rápido que los técnicos y asistentes dejan su trabajo y hacen una línea
recta a la salida. Suspiro, hundiéndome en el borde del falso puente, desabotonando el
cuello de la chaqueta. El set se vacía más rápido que las gradas de un partido de fútbol
americano en la preparatoria en el medio tiempo.
Una asistente viene por mi chaqueta, pero le digo que lo puedo hacer yo solo. Ella es
mayor, universitaria, probablemente es interna con paga (o no) baja. Ella señala la
puerta. — ¿Al menos vas a ir a comer?
Le doy una sonrisa agradecida. —Sí, estaré ahí en unos minutos.
Cuando ella se va, alcanzo mi chaqueta y pesco mi teléfono. Estoy mejorando en
esconderlo. No mando mensajes tan seguido, haciéndolo en los descansos cuando
nadie está viendo. Apesta, y me siento como un imbécil por no contestarle a Elle rápido.
Pero al menos lo hago eventualmente.

Elle 3:02 PM
—Día 2 de Frank the Tank en el camión es impresionante.
—Es como un jamón
—[Archivo adjunto]

Elle 4:21 PM
—Creo que hoy en la noche le enseñare a mi amiga los episodios de
Amara.
—La dejaré llorar.
—Aunque no estoy segura que lo haga.

—Digo, yo voy a llorar.


—Quizá es la clase de gente que llora al ver a la gente llorar.

Elle 6:32 PM
—¿Alguna vez te preguntaste qué habría pasado si ella no hubiera
salvado su trasero?

Sonrío complacido, porque conozco la respuesta exacta para eso.

7:43 PM
—Él probablemente habría muerto.
—Por cierto, hola ☺ Lo siento por no responder antes.

—Me metí en problemas por mandar mensajes en el trabajo 

—Oh mira, es el hombre de hielo haciendo lo que mejor le sale, ser antisocial.
El sonido de la voz de Jess me hace saltar. Meto mi teléfono en mi chaqueta y me
volteo para mirarla. Ha cambiado su vestimenta, de vuelta a sus pantalones de yoga y
una camisa sin mangas, su cabello oscuro puesto en una coleta. En sus manos hay dos
platos de barbacoa.
Levanto una ceja.
—¿Uno de esos es para mí?
Se ríe, sentándose justo al lado mío.
—Solo comparto con gente social.
—Soy lo suficientemente social.
—Totalmente no lo eres, chico —Ella me da un plato aun así— ¿Cómo es que vas a
manejar a la multitud si estás sentado en una esquina mandando textos todo el día?
—No es mi trabajo —respondí, tomando el plato. Huele delicioso. Oh y mira, ella
recordó no poner pan o alguna fuente de carbohidratos en mi plato. Solo proteínas y
cosas verdes. Lo juro, si tan solo tuviera una pieza de pan, nunca mentiría sobre mis
hábitos de mandar mensajes. —Y los genios se venden solos, de todas formas.
Jess me da una mirada—Te cuidado, tu ego está apareciendo.
—No es fácil ser yo.
—Hm —Sus piernas meciéndose de adelante a atrás, observando arriba al estudio de
sonido —Mis agentes están en pláticas con este proyecto indie. —dice después de
unos minutos.
—Oh, ¿Sí? —digo con la boca llena— ¿De qué se trata?

—Una chica de un pequeño pueblo que vive una doble vida como una DJ. Leí el libreto
y es bueno. Muy bueno. Y sería muy buena en eso.
—Tienes el talento —paso mi comida—Quiero decir, nadie corre en zapatillas como
tú lo haces.
—¿Quieres que te golpee con una de ellas? —me amenaza. Levanto mi mano en
forma de rendición —Es un buen proyecto, pequeño pero genial, ¿sabes? Y yo encajo
perfectamente en el papel principal.
Pero ella no suena feliz al respecto. La estudio por unos minutos.
—¿Entonces qué está mal?
—Starfield—dice simplemente.

—Yo. . .no te entiendo.

Ella exhala lentamente.

—Starfield es el problema. Tiene un gran número de seguidores, los fans están


saliendo de la nada. Los Stargunners. Si ellos se manifiestan en esta película, si le dan
atención, si la convierten en un éxito. . .
Entonces me doy cuenta.
—Si Starfield tiene secuela, no podrás participar en ese papel.

—Sería un conflicto con mi contrato —suspira—Ya tengo veintidós, Darien. Y soy


mujer. Yo sé que tú amas esto, pero mi fecha de expiración vendrá un poco antes que la
tuya. No puedo perder otros tres años siendo una princesa del espacio. Las princesas
espaciales no ganan un Oscar —malhumorada pica su comida, separando las
chicharras de la barbacoa, sus labios hacen una mueca— “plataforma de lanzamiento”,
solo espero que fracase. . .oh diablos, —jadea, me mira con ojos grandes disculpándose
—Lo siento tanto. No quise decir eso. Solo se me salió. Sé que este es el papel de tus
sueños. Lo siento tanto. Apesto.
—Está bien —levanto la mirada, observando las oscuras luces naranjas del escenario
—Cuando era pequeño, nunca encajaba en ningún lugar. Siempre me sentí como esa
pieza que nadie sabía dónde poner. Y entonces encontré Starfield y su fandom, (y a
Brian) y pensé por primera vez, oye, Carmindor es como yo. Y ahora soy Carmindor.
¿Pero y si no estoy hecho para ser él después de todo? ¿Y si fracasa? ¿Y si fracasa por
mi culpa? Quizá no tengas de qué preocuparte.
—¿En serio? Si las chicas gritando afuera del lugar todos los días no te dicen nada. . .
—No ellos —interrumpo, frustrado —Los verdaderos fans. Como tú dijiste, ellos
están apareciendo de la nada y creo que no les gusto mucho.
Jess ladea su cabeza. —¿Te gusta Batman, no?
Encojo los hombros. —Soy fan.

Ella come un pedazo pequeño de barbacoa, masticando lentamente. Así es como


come, lo he aprendido. Ella saborea pequeños pedazos, comiendo poco a poco, como
un ave. —¿Quién te gusta más, Val Kilmer o Christian Bale?
Me río. —Nadie que esté bien de la cabeza le gusta Val Ki. . .
Ella hace un sonido con su boca. —¿Eso significa que no eres un verdadero fan?
—¿Qué?
—¿Si tú prefieres un Batman sobre el otro? ¿Qué Batman le debe gustar a un
verdadero fan?
—Yo… —me doy cuenta de lo que quiere decir —supongo que depende de la persona.
Jess asiente. —Como actores, todo lo que podemos hacer es ponernos como otras
personas un momento e interpretarlas lo mejor que podamos. Somos instrumentos.
Leemos las notas en las páginas y las interpretamos —Ella toma un violín hecho de
aire y empieza a tocar una lenta, movida canción, sus ojos cerrados delicadamente, me
pregunto si en otra vida ella tocó el instrumento.
—Pensé que no te importaba —la moleste —ya que no es una película para los Oscar.
Ella para a media nota y baja el violín. —No lo hago. Pero como dije, somos una
orquesta, si tu estas fuera de tono me harás lucir mal también. —pero ella no me ve a
los ojos.
—Admítelo, te gusta ser Amara.
Ella jadea entre risas. —Nunca.
— ¡Jessica! —Una asistente llama desde la salida, su voz apareciendo en la ahora
vacía bodega — ¡Una llamada!
Jess salta fuera del escenario rápidamente, debió de haber estado esperando esa
llamada. —Por los fans, ¿cierto? —dice, y se apura a salir del lugar, tomando el
teléfono de las manos de su asistente mientras se va.
Levanto mi propio teléfono, recordando los comentarios en Rebelgunner. Todos los
comentarios mordaces en línea. Jess puso una bonita imagen de la Orquesta, pero si
somos una, yo soy el violinista principal. . . quien ha sido rociado con gasolina y los fans
me han tirado un fósforo para verme tocar mientras ardo en llamas.
Tengo mensajes nuevos, todos de Elle.
Elle 7:47 PM
—Oh no, ¿te metí en problemas?
— ¡Lo siento!
—No te mandaré tantos mensajes, prometido.

Pero entonces hay fans como Elle, gente como Elle. Incluso si a ella no le termina
gustando mi versión de Carmindor, daré todo de mí. Porque de alguna manera ella
hace que quiera ser mejor. Ella hace que quiera actuar con mi corazón aunque esté en
llamas, actuar y actuar hasta que me queme como una estrella gigante.

7:49 PM
—Pshhhh déjalos hacer su alboroto.
—Prefiero que me prometas que no pararás.

Elle 7:50 PM
— ¿En serio?

7:50 PM
—En serio, me gusta hablar contigo.

Elle 7:51 PM
— ¿Por qué?

— ¡Diez minutos! —alguien llama, y yo me sobresalto. Mis manos realmente están


temblando en mi teléfono, muriendo por escribir todo lo que estoy pensando. Antes de
que me detenga a mí mismo, empiezo a escribir.

7:52 PM
—Porque no puedo parar de pensar en ti.
—Pero eso es loco, ¿cierto? Porque no nos conocemos. Pero
siento como si quisiera conocerte.
—. . . estoy haciendo el ridículo, ¿cierto?

— ¿Darien? —es Amon— ¿Dónde está ese niño?


— ¡Aquí! —brinco —Ya voy.
Pero antes de irme, le doy un último vistazo a mi teléfono.
Elle 7:53 PM
—Quiero conocerte también, Car.
—Desearía que estuvieras aquí.
—En serio.

Un nudo se forma en mi garganta. Porque a mí también me gustaría estar ahí, en serio,


pero hay cientos de miles de razones porque esto no funcionaría. Porque esto no
podría nunca funcionar.
— ¡Oye héroe! —mi coordinador de escenas grita desde el otro lado de la estación de
sonido, sosteniendo un arnés. Coloco mi teléfono en un bolsillo dentro de la
chaqueta de Carmindor, tratando de encontrar una manera de decirle a Elle que si
alguna vez me conoce, no le gustaría lo que vería.

Pasan otras dos horas antes que sea libre. Y por libre me refiero a ir al Parque
Olímpico, a dar vueltas corriendo. Porque aparentemente cuando eres una estrella de
cine, incluso cuando no estás trabajando, estás trabajando.
Lonny gruñe detrás de mí. — ¿Estás bien?
—Sí, ¿por qué no lo estaría? —Además de que mi corazón no deja de palpitar, y no
tiene nada que ver con el ejercicio.
A pesar que el Parque Olímpico ésta en el corazón de Atlanta, todo está silencioso. El
parque supuestamente está cerrado en la noche, pero cuando el guardia de seguridad
me reconoce, me deja saltarme la cerca. Beneficios de tener una cara conocida,
supongo. O de tener un guardaespaldas gigante. Solo yo, mi respiración saliendo y
entrando de mis pulmones, y mis pies recorriendo el pavimento. Suficiente para hacer
sentir todo claro y fuerte. Suficiente para querer decirle a Elle la verdad, que desearía
estar con ella también. Pero en ningún universo puede pasar eso, ¿cierto? Lo único que
puedo hacer es estar con ella de la forma que conozco, y eso nunca será suficiente.
Han pasado más de dos horas desde su último mensaje. Ella probablemente está
enojada de que no le he contestado, o está dormida. O ambas.
Pero aun así, tengo que intentarlo.
10:45 PM
—Tengo una idea.
—Juguemos veo veo.

Como la velocidad del viento, mi guardaespaldas pasa cerca de mí. —


Pero que demo. . .
—Demasiado lento —Lonny me empuja con sus hombros, poniéndose delante de mí
en la pista. La parte de mi “régimen de dieta” que disfruto hacer (correr) es la parte
que ya no puedo hacer solo. Estoy sorprendido de que aún pueda ir al baño solo,
honestamente. Pronto Lonny estará acompañándome a los urinales.
Aún no tengo mensajes. Escribo otro.

10:46 PM
—Empezaré.
—Yo veo algo grande.

Por favor responde, ruego. Después de un momento, la notificación de que está


escribiendo aparece al lado de su nombre y envía un mensaje con un leve sonido.

Elle 10:46 PM
— ¿Dentro o Fuera?

10:46 PM
—Fuera

No tengo que levanta la vista para saber que es una noche despejada. Las luces de la
calle no necesitan estar encendidas, está tan brillante aquí. De hecho, puedo ver la
sombra de mi guardaespaldas correr detrás de mí. Se siente como la escena de esa
película de superhéroes del tipo con un escudo.
—A tu. . .
—Izquierda —digo sin expresión cuando pasa— ¡Presumido!

Elle 10:59 PM
—No lo sé, ¿una nube?
—Esto es imposible
— ¿Cómo se supone que adivine si no estoy ahí para ver, Car?

10:59 PM
—Tsk tsk. Paciencia.
—No siempre tienes que estar donde estoy para que veamos la
misma cosa, joven padawan.

—Estás sonriendo —dice Lonny cuando me pasa otra vez


Muevo mi mano en frente de él. — ¡Oh vamos! Continúa ganándome.
Elle 11:01 PM
—Aún no sé qué es

11:04 PM
—Te daré una pista.
—Mira hacia arriba.
— ¿Cuándo fue la última vez que lo hiciste?

Levanto la mirada, pensando que ella también lo está haciendo.


Estrellas y estrellas a una distancia en la que los ojos puedan verlas. La negrura es tan
oscura que parece purpura, enjoyado con abandonados pedazos de diamantes. Tantas
estrellas, blancas y cálidas, resplandecientes, quemándose como velas en el cielo
nocturno.
Yo veo…
Elle 11:09 PM
— ¿Es el cielo?

11:09pm
—No SOLO el cielo, es el MISMO cielo.
—Como si estuvieras viendo el mismo cielo, ¿qué tan lejos
REALMENTE estamos? ¿Cuáles fueron las casualidades que
nos pusieron en la misma roca en este entero universo?

—A tu izquierda —mi guardaespaldas grita de nuevo, pasándome —parece que solo


tienes dos velocidades: lento y más lento.
Le doy una mirada. — ¿Qué has dicho?
Lonny se da la vuelta y empieza a trotar de espaldas. —Pruébame lo contrario, niño
bonito.
Eso es todo.
Él estaba siguiéndome. Estaba como una torre detrás de mí con en esa seria,
terrorífica y calmada expresión suya. Ha sido un callado, acosador Ángel Llorón por el
tiempo que ha estado a mi lado. Pero el infierno se congelará si dejo que él diga cosas
como esas.
Pongo mi teléfono dentro del bolsillo de mi pantalón, después lo alcanzo. El empieza
a subir la velocidad. Damos la primera vuelta, corriendo. Le gano, una ronda por
tiempo, mi corazón late en mi garganta.
—A tu izquierda —grito, pasándolo rápidamente en la vuelta final.
Disminuimos el paso y nos ponemos en cuclillas, poniendo nuestras manos en las
rodillas. Apesto con mi respiración dolorosa, mi pecho duele. Puse mi ego en la carrera.
—Gane —jadeo.
Lonny empieza a correr, y cuando me doy cuenta de lo tonto que fue todo esto,
empiezo a reír, después me doblo de dolor, mis costillas me están doliendo.
—Ahí tienes, jefe —dice después de un momento, enderezándose—. Nunca ibas a
llegar a este nivel si no ponías todo de ti.
Sacude sus brazos, moviendo su cabeza hacia adelante y atrás, estirando sus masivos
hombros. Tomo esa oportunidad para sacar mi teléfono, sin respuesta aún.
Quizá Lonny tiene razón, necesito poner todo de mí.
11:09 PM
—Elle, quizá no conozcamos mucho acerca del otro, y puedo no estar
allá, y tú no estar aquí, pero me alegro de compartir este cielo
contigo.
—Quizá deberíamos empezar a mirarlo juntos, ah’blena.
AH’BLENA.

Mi corazón. Las palabras que Carmindor le dice a Amara en el último episodio. El


episodio cuando ella... cuando la Nebulosa Negra. . .

Sostengo el teléfono contra mi pecho y miro por la ventana de mi dormitorio, hacia el


cielo claro y despejado.

—No estamos solos —digo en voz baja, me gusta cómo las palabras se ajustan a mis
labios. Si este es el universo imposible, entonces espero que esta noche sea el mejor
imposible.

Quiero creer.

Battery Park ya está lleno de turistas y excursiones de carruajes tirados por caballos
en el momento en que llego al camión. Sage ni siquiera levanta la vista cuando entro,
limpia su cuchillo de cocina en el delantal. Hoy su cabello está recogido con un pañuelo
con lunares, sus labios son oscuros, de un profundo color púrpura oscuro.

—Llegué a pensar que tu madrastra te cortó en pedacitos y te puso en su ensalada —


dice ella.

—Es solo cuestión de tiempo —respondo, dejando mi bolsa en la esquina del camión
y agarrando mi delantal de la clavija. Lo ató alrededor de mi cintura y tiro de mi
cabello en una gorra de calabaza mágica—. Así que mis amigos en línea dijeron que
puedes hacer la corona y las insignias con algo llamado Wonderflex.

—Wonderflex.

—Sí, y necesitamos una pistola de calor. O un secador de pelo.

—Pensé eso —Sage asiente sombríamente. A su lado, Frank the Tank se sienta feliz
en su pequeña estera sobre el mostrador, moviendo la cola hacia todos los turistas.
Una niña pequeña aparece y lo acaricia debajo de la barbilla, y él le da una gran lamida.
Ella huye gritando.
Sage solo sigue cortando. Vuelvo a ponerme el delantal y lo hago nudos. —O
podríamos saltarnos la corona. Quiero decir, la gente toma el cosplay súper en serio.
Han estado haciendo esto durante años y nosotros. . .

— ¿Somos qué? —Sage deja de cortar y pone sus manos en sus caderas. — ¿Novatas?
Porque lo último que supe es que Carmindor era un novato total antes de que
sobreviviera a la Devastación Brinx.

—No se puede comparar una competencia de cosplay con la destrucción de una


colonia completa.

Ella pone los ojos en blanco y pone los guantes de plástico en las manos. —Mira, ¿no
quieres ganar?

—Seremos posers11.

— ¿Por qué, porque somos nuevas? Entonces, ¿quién probó algo por primera vez es
un poser? Vamos, Elle, eso es una locura.

—Pero qué tal si. . . — Me muerdo la mejilla mientras tiro un lote de buñuelos en la
freidora junto a las patatas fritas. Silban y escupen como víboras. — ¿Qué pasa si somos
posers?

—Imposible. Eres la persona más Starfield que conozco — dice Sage. —Y además,
puedes probar cosas nuevas, Elle. Tienes permitido probar las aguas. ¿No quieres
intentar?

Intentar. Quiero intentar muchas cosas. Quiero ir a la convención. Quiero hacer


cosplay. Quiero fingir que tengo algo de coraje en mí, como Carmindor. ¿Qué pasa si
Car está en la convención? ¿Y si él también está en la competencia?

Y luego me doy cuenta de que ya no estoy pensando en el cosplay.

—Bueno, entonces, ¿qué es lo que quieres?

—Quiero algo. . .que no creo que pueda tener.

— ¿Cómo qué?

Quizá deberíamos empezar a mirarlo juntos, ah'blena.

No sé cómo responder, así que me encojo de hombros, sacudiendo las papas fritas
para soltarlas de la canasta. —No quiero hablar de ello.

Sage se encoge de hombros y agita una mano cansada hacia mí. —Bien, lo que sea. —
Cortando, saca el disfraz de debajo del mostrador, junto con un alfiletero y un hilo que
coincide con el azul profundo de la chaqueta de Carmindor, y pasa el hilo a través de la
aguja. —Es ese tipo, ¿verdad? Al que le estás enviando mensajes de texto.

—No quiero hablar de eso— repito.

11
Pude traducirlo literalmente que era “impostores” pero siento que no iría bien ya que al menos yo escuche mucho esta
palabra que se refiere a personas que dicen ser fans de algo pero no son TAN fans tipo solo lo siguen por moda reciente
o algo así. No sé si me explico para los que no escucharon o leyeron antes esa palabra pero ponerle impostores no iría
tan bien.
— ¡Nunca quieres hablar de nada! — dice ella. —Vamos, si no puedes hablar conmigo,
¿con quién puedes hablar? ¿Por qué no puedes simplemente confiar en mí? ¡Solo
suéltalo! ¡Cuéntame cosas!

Aprieto mi teléfono. —Yo solo…

— ¿No soy una fan o algo así? — pregunta, tirando la chaqueta al mostrador. — ¿De
eso se trata? ¿No cumplo con tus expectativas fangirl? ¿Por qué no me dejas ser tu
ami. . .

—¡Porque no cambiará nada! — le digo, girándome hacia ella. —No cambiará nada si
me quejo. Si te cuento lo que quiero, si te digo que odio a mi familia y mi vida apesta y
me estoy enamorando de alguien que ni siquiera conozco y deseo (oh, cómo me
gustaría) estar en otro universo, ¿Qué diferencia haría?

Mi voz es tan fuerte, los turistas al otro lado de la calle se voltean para mirar. Sage
abre la boca, la cierra de nuevo, se abre, como un pez que devora agua, antes de que
sus ojos vayan hacia el mostrador y la cama vacía de color naranja calabaza. —¿Dónde
está la bola de pulgas?

—¿Qué? — parpadeo. Eche un vistazo a Frank. Quién no está allí, tampoco la


chaqueta.

Nos inclinamos sobre el mostrador justo a tiempo para ver una raza de perro marrón
salchicha gordo yendo entre un grupo de piernas de turistas, tela azul revoloteando a
su paso.

—¡Voy a freírlo! —grita Sage, arrancándose el delantal. Ella pasa a mi lado y abre las
puertas traseras hacia el camión dando un salto, llamando a Frank.

Ni siquiera me quito el delantal mientras salgo detrás de ella. Frank tiene mi disfraz, y
quién sabe qué va a hacer con eso. —¡Frank!

Los turistas bordean las calles en ambos sentidos, los autos se topan con los
adoquines, los carruajes tirados por caballos se detienen con frecuencia para
maravillarse con las casas de colores del arco iris. Mucha gente, pero no Frank. ¿Cómo
pude haberlo dejado fuera de mi vista?

Gritamos su nombre, esquivando y entretejiendo a los turistas que merodean


demasiado tiempo frente a las grandes casas con tejados y grandes balcones. Se
vuelven para mirar como si estuviéramos en algún tipo de espectáculo extraño: dos
chicas (una en un delantal naranja CÒMEME, la otra en un tutú de tul y cintas a
cuadros) lanzándose por la acera como si los Nox estuvieran pisándoles los talones.

Pero cuando llegamos a Rainbow Row, él ya no está. Mi pecho se contrae. —Oh no. Oh
no oh no oh no.

—¡Hey perro callejero! ¡Bola de pulgas! —agrega Sage. —¡Rolly-Polly Olley! ¡Fatso!

— Eso no está ayudando —siseo.

Ella se encoge de hombros. —Vino cuando lo llamé Frankzilla anoche, ¡oh! ¡Allí! —
empuja su cabeza hacia una calle lateral y lo que podría ser la gordura de Frank al
doblar la esquina. Al menos eso esperamos. ¿Cómo puede un perro gordo correr tan
rápido? Ella me agarra del brazo y me pone al galope otra vez, pero se tropieza en una
carriola, tropezando. Me adelanto y doy vuelta en el callejón adoquinado, y de repente
se hace realidad mi peor pesadilla.

Frank está sentado, moviendo la cola alegremente, ya que sus orejas están siendo
acariciadas por nada menos que por Calliope Wittimer. Y ella tiene la chaqueta de mi
padre en su mano.

— ¡Oh! —ella mira hacia arriba a través de su pelo trenzado flojo y rápidamente se
pone de pie. —Elle

— ¿Cal? —posiblemente mire mi chaqueta, que ella sabe que es mía. — ¿No se
supone que debes estar en el club de campo? ¿Para las lecciones?

—Me la salteé hoy. A veces hago eso. Chloe no dice nada mientras no le cuente a
mamá lo que hace detrás de la casa en la piscina con ese compañero de la escuela. —
ella acaricia la cabecita de Frank. —Me preguntaba a dónde fue este pequeño individuo,
ya sabes, cuando desapareció.

—Aquí. —Me apresuré y agarré a Frank, abrazándolo fuerte, mirando la chaqueta,


preguntándome si debería ir por él también. Calliope frunce el ceño, parece dolida. No
me debería importar, pero no puedo sacar de mi cabeza la imagen de ella en el vestido
de mi madre, ¿y ahora ella tiene la chaqueta de mi padre?

Cambio de un pie al otro. Tal vez pueda engañarla, lanzarle a Frank como una
distracción. Él irá hacia ella, con las garras descubiertas, y la matará mientras yo le
quito la chaqueta de su agarre y entonces. . .

Frank se queja, meneando en mis manos cuando Sage se aproxima a la calle lateral a
mi lado.

—Caso resuelto, creo— dice Calliope. Los botones de la chaqueta destellan a la luz del
sol. Ella mira a Sage. —Um hola. Soy. . .

—Calliope— Sage responde por ella.

—Cal. La hermanastra de Elle.

Sage mira entre nosotros y puedo ver el pensamiento cruzando su rostro. Cal
realmente no se ve malvada, con sus lentes morados y su cabello trenzado.

Vacilante, Cal nos tiende la chaqueta. — ¿Esto es tuyo también?

Sage lo toma. —Sí, mío. El perro se salió con la suya.

—Es la chaqueta, ¿no? De Carmindor.

—No digas ni una palabra— le dije con frialdad. —No digas una palabra, Cal.

Su rostro se fractura un poco. —Elle, sobre ese vestido. . .

—Está bien—me obligo a terminar, con la voz tensa. —No quiero hablar de ello.
—Pero…

—Está bien. Gracias por atraparlo —agrego, levantando Frankchicha, y giro para
irme. —Deberíamos volver al trabajo. ¿Sage? —digo cuando ella no me sigue fuera del
callejón.

Ella duda por un momento, frotándose la parte posterior de la cabeza. —Fue un


placer conocerte —le susurra a Cal, luego se da vuelta y me sigue. No se pone al tanto
hasta que hemos llegado a la mitad de Rainbow Row. —Hey, hey espera un segundo.
¿No crees que tal vez estés equivocada acerca de ella?

—No. Ella le dirá a Chloe. Sé que lo hará. Por lo general, están unidas.

—Tal vez ella no es tan mala como crees.

Yo resoplo. —Sí, y Darien Freeman puede actuar. Lo que me recuerda que tengo que
escribir una nueva publicación de blog.

—¿Sobre las habilidades de actuación de Darien?

—Su incapacidad para mantenerse fuera de problemas—respondo. —Él y Frank


tienen eso en común. Mueves tu gordo trasero fuera de ese cojín una vez más y te frio
en la sartén ¿me oyes, Frank? Te frio.

—Eso no sería muy vegano —murmura Sage, pero luego muestra una sonrisa. —Oye,
tal vez deberías enviarle un mensaje a ese chico sobre tu blog.

—¡Sueña! —Tuve ese blog prácticamente desde antes de que supiera cómo deletrear.
La sola idea de que Car lo lea es mortificante. —Además, él trabaja tanto, que no tiene
tiempo para leer mi pequeño y tonto blog.

—Mm-hmm. — Sage se pone la chaqueta sobre sus hombros para usarlo como una
capa. —Lo que diga, Capitán.
—Tienes razón. Quien quiera que escriba ese blog se está enamorando seriamente
de ti. —Jess me devuelve el teléfono cuando llegamos al hotel. Tres "fechas"
programadas, es decir, nosotros comiendo en el mismo restaurante con la banda
sonora de los flashes de la cámara, una más por correr.

—Creo que quieres decir que tiene algo en mi contra.

Jess hace un sonido de chasquido. —Nadie es tan cruel sin algún sentimiento detrás
de eso—dice. —Y creo que ella tiene algunos puntos justos. Quiero decir, no es como
si fuera uno de esos tipos blancos que dicen que te escogieron porque no eres blanco.

—Uno, eso es ridículo. Y dos, si siquiera mirasen la serie, lo sabrían, espera, ¿cómo
sabes que es ella?

Jess arquea una ceja. —¿En serio? Léelo de nuevo. Tengo toda la razón.

Levanto las manos en señal de rendición. —Bien, bien. Pero nadie debería ser tan
cruel, punto.

Ella es como Dalek con una lista negra. Absolutamente implacable.

Le abro la puerta del pasajero y le arrojo las llaves a Lonny, quien se aprieta en el
asiento del conductor para irse a estacionar. Envuelvo la cintura de Jess con mi brazo y
entramos al vestíbulo del hotel, seguido por paparazis como un enjambre de abejas.
Entre el aluvión constante de flashes y preguntas, me gustaría traer a mis fanáticos a
esto cualquier día.

—¿Están saliendo? —nos grita un paparazzi.

—¿Cómo es ella? ¿Qué hay de tu antigua coestrella?

—¡Jess! ¡Oye, Jess! ¿Qué hay de Carla? ¿La engañas?

—¿Cómo te sientes acerca de la otra chica a la que le está enviando mensajes de


texto debajo de tu nariz? —pregunta alguien más. Giro, pero Jess me tira del brazo al
final del vestíbulo, donde nos bombardean con preguntas en el ascensor. Después de
un eón, las puertas se abren para revelar a una rubia rojiza que se balancea con los
dedos de sus pies: Gail, porque por supuesto puede olfatear problemas como un
sabueso.

Encerré a Jess en el ascensor mientras Lonny se une, pasando entre los paparazzi
como si fuera mantequilla.

—¡Darien! —dice Gail, apretando el ascensor con Lonny. Se alza en la esquina como
una gran sombra imponente. —Te he estado buscando por todos lados. Hay mensajes
en la recepción ...

La ignoro y me dirijo a Jess. —¿Carla?

Jess golpea el botón de su piso, mirando directamente hacia las brillantes puertas de
latón, con la mandíbula apretada. —Por favor, no preguntes. Por favor.

—Darien—. Gail me toca el codo. Ella se ve agitada. —Hay un tipo que te llama.
Sigue dejando mensajes en la recepción.

—¿Un chico? —pregunta Jess. —¿Que chico?

Lonny se tensa. —¿Es una amenaza para la seguridad?

—¿Un ex novio? — agrega Jess.

—No, no— dice Gail. —Es solo alguien hablando de la con…


Las puertas del ascensor se abren e irrumpo en el pasillo antes de que Gail pueda
responder. Jess y Lonny me siguen, pero no siguen el ritmo. Gail, sin embargo, lo hace.

Abro mi puerta con la llave magnética y me tiro bocabajo en mi cama.

—Dare, sé que no quieres manejar esto en este momento, pero. . .

—¿Tu trabajo no es manejar estas cosas? —dije en mi almohada.

—Sabes a lo que me refiero.

Me doy la vuelta, mirando el techo de palomitas de maíz. —Bueno. Mensajes. ¿Qué


dijeron?

—Solo eso—Gail vacila, sentándose en el borde de la cama. —Solo que deberías


cuidarte de él, sea quien sea este tipo. En ExcelsiCon. Y que deberías querer hablar con
él.

—¿Eso es todo? —me siento. —Gail, honestamente, es probable que este blogger
solo esté enojado. Han estado publicando durante semanas sobre lo terrible que soy
como Carmindor.
—¿Pero ¿cómo encontró el hotel?

—Bueno. . .no sé—lo admito. —Quiero decir, ¿cómo encontraron las fans el set?
Estas personas de internet están locas. Probablemente estén intercambiando
información de ubicación en Tumblr ahora mismo. Aquí. —pongo Rebelgunner en mi
teléfono. —Esto es de lo que hablo. Estas personas son bastante despiadadas, bueno,
Jess cree que esta chica está enamorada de mí, pero. . .

—¿Chica? —Gail mira desde arriba el blog.

—O chico—lo modifico—Quiero decir, no sé quién lo escribe. Pero apuesto a que es


solo un fan enojado con un hacha para molestar. Entonces vendrá y me reclamará.
Vaya cosa.

Ella me devuelve mi teléfono. —¿Así que no crees que sea alguien que conoces? —Le
doy una mirada en blanco, esperando que ella lo aclare.

—¿No crees que es Brian?


Parpadeo. No he escuchado ese nombre en meses, demasiado ocupado con el
entrenamiento y el rodaje y todas las cosas del tabloide y. . . Elle. Elle me ayudó a
olvidar. —Nah. No se atrevería a mostrar su rostro por aquí. Además, ¿qué estaría
haciendo él en Atlanta?

—Bueno, quizás sea mejor si no haces el concurso. Estarás ahí con todos esos
fanáticos. Algo puede salir mal fácilmente.

—¿Mal? —repito. —¿Cómo qué?

—No sabemos quién dejó esos mensajes. Podría ser cualquier persona loca. Después
de lo que sucedió en el techo. . .podemos reforzar la seguridad. Podemos asegurarnos
de que te sientas seguro y. . .

—Estaré bien, Gail—interrumpo. —No quiero ser una estrella distante en este
fandom.

—Pero esta es tu vida, Darien.

—¿De verdad crees que estoy en peligro?


Ella levanta las manos, girando sobre los talones para caminar hacia otro lado, pero
luego se detiene y cae con un golpe en la cama a mi lado. Lanza un largo suspiro. —No
lo sé. Debería decirle a Mark ...

—No.
Gail se queda en silencio y la estudio. La forma en que se mueve nerviosamente con
sus manos, sacando la tierra de debajo de sus uñas mordidas. Su camisa a cuadros está
medio desenganchada de la cintura de sus vaqueros desgastados, casi tan justos como
normalmente parecen, pero le faltan los pendientes. Pendientes púrpuras. Se vuelve
loca cuando está bajo presión.

—¿Y si este tipo realmente quiere lastimarte, Dare? —pregunta en voz baja. —Ya no
puedes ser solo un fan.

Ella está en lo correcto. No sé de qué son capaces estas personas. Las bromas de Jess
sobre el blogger son divertidas hasta que uno de esos fanáticos comienza a usar más
que solo palabras para lastimarme. Quién sabe qué haría el tipo en el tejado si me
acorralara de nuevo. ¿Tomar más que solo algunas fotos malas?

No puedo correr ese riesgo. Pero tampoco puedo evitar la convención.

—Te diré algo, G—le digo, manteniendo mi voz tan estable como puedo. —Solo
verifica que no esté haciendo nada solo, ni autógrafos ni nada. ¿De acuerdo?

Gail asiente. —Bueno.

—Perfecto. ¿Ves? Problema resuelto.

Gail está en silencio por un momento y apoya su cabeza en mi hombro. —Y si alguien


se mete contigo, tendrán que vérselas con Lonny —dice ella.

—Me da vergüenza hacer eso— le respondo, tratando de fingir que no tengo miedo.
Ella ríe y rueda su frente contra mi hombro. —Solo actúa como si todo estuviera bien.
Es mi trabajo. Debería ser brillante en eso.
Cuando llego a la casa de Sage la noche siguiente (la última noche que trabajaremos
juntas) me quito los zapatos y tiro mi mochila en la puerta, justo como haría en mi casa.
La casa de Sage es así de rara. Se siente como en casa.

—Quiero estar de regreso a una hora razonable esta noche —le digo—no quiero a
Catherine haciéndose ideas.

Pone en blanco sus ojos. —Estás paranoica. Te iras a casa a la misma hora que te has
estado yendo todos los días.

— ¿Pero y si ella empieza a sospechar algo?

—Entonces voy a llamar y decir que estuviste aquí, querida —la mamá de Sage sale
de la sala, toda una diosa de los sesenta en un vestido colorido de malasia y brazaletes
que suenan como maracas de la nueva era —No te preocupes.

Sonrío. —Lo siento señ. . . umm Wynona, pero a ella no le importará eso. Mi
madrastra solo no. . .

—Tiene sentimientos —Sage termina por mí —o, como, que no sabe cómo ser una
mamá.

—Oh, Elle —La mamá de Sage se pone una mano en el pecho —sabes que siempre
puedes venir aquí si necesitas algo de amor maternal. Solo pregúntale a Sage. Soy
buena en eso —me guiña un ojo.

—Mamáaaaaa —Sage gruñe y me arrastra del codo —Vamos, Elle, veamos el último
episodio y te equipamos. No tenemos tiempo que perder exactamente.

Ella está en lo cierto. El concurso es mañana. En menos de doce horas estaremos en


un autobús con destino a Atlanta, disfrazadas.

Pero aun así arrastre mis talones. Y es porque estamos a punto de ver el episodio que
no soporto. Estoy a punto de revivir mi pesadilla: la princesa Amara cayendo a la
nébula negra una y otra vez, en una paradoja de tiempo interminable. Esa es la razón
que el episodio 54 no existe para mí. Porque es mala suerte. Es la peor forma de
despedir a un personaje. El pero adiós. Porque Carmindor nunca llega a decírselo. Y yo
se mejor que nadie como se siente eso.
—Sabes —dije, mientras descendíamos a la base—, puedo solamente explicártelo. No
tenemos que verlo.

—No, ¡quiero verlo! ¡Soporté el resto!

— ¿Soportaste?

—Lo soporté con entusiasmo. —corrige.

Dudo. —Pero este es. . .

—El último. Sí, sí, es sentimental, bla bla bla —Sage me extiende mi chaqueta y mis
pantalones—Como sea. Ven párate aquí. Podemos verlo mientras realizo los últimos
ajustes.

Dudosa, presiono el botón de inicio. El episodio da comienzo mientras me pongo los


pantalones, sin vergüenza ya de que Sage vea mi ropa interior de hace tres años con
conejos animados en ellos, ya pasamos eso. Con los pantalones puestos, me subo al
taburete mientras me pasa la chaqueta, y cautelosamente, me deslizo en ella.

Los créditos del inicio se ven en la pantalla (por última vez, el último episodio, la
última nueva experiencia) pero es diferente a las otras entradas. En vez de mostrar
escenas aleatorias, muestran las mejores. Las del clímax. Papá dice que la primera vez
que paso en tv, supo que sería el último episodio por la entrada.

—Se veía como el final —me dijo—podías decir que era una despedida.

La despedida de papá fue silenciosa. Solo poca gente se reunió alrededor de un


pequeño agujero en el cementerio. Paraguas negros. Lluvia. Catherine sollozando en
los hombros de su padre. Las gemelas llorando abrazadas.

Yo me pare sola. Como un extra en uno de esos malos videos punk de los noventa.

Sage piensa que odio a la princesa Amara en el principio porque ella es una
mentirosa doble cara, pero la odio porque me veo en ella. Yo soy la que fue arrojada a
la Nébula negra. Yo soy la que está perdida, en una vida, un mundo, un universo que ya
no es mío.

El teléfono suena arriba, y por un terrorífico segundo pienso que es Catherine,


descubriendo mis mentiras, lista para castigarme por siempre. Pero entonces la mamá
de Sage la llama. — ¡Sage, es tu padre!

Sage hace una mueca y camina hacía el inicio de las escaleras. — ¡Dile que lo llamare
luego!

— ¡Estará trabajando con un cliente!

— ¡Dile que estoy ocupada!

— ¡Sage, por favooooorrr!


Ella rueda los ojos y me voltea a ver. —Lo siento, es mi papá. Él llama, como, una vez
cada treinta años y… oh Jesús, tú ya no puedes hablar con tu padre ni una vez y aquí
estoy yo quejándome. . .

Pongo una sonrisa apretada. —Esperare. No es como si me fuera a otro lado.

—Está bien. ¡No te muevas! —sube las escaleras dos a la vez, sus torpes botas
rezumbando en los escalones de madera. Cuando ella se ha ido, me bajo del podio y
toco mi ropa para buscar mi teléfono en los bolsillos de atrás.

7:38 PM
—Tengo esta teoría, ah’blen.

Ah’blen, la versión masculina de “mi corazón”. Car responde tan pronto como lo envío,
tan rápido que me sorprende. Como si estuviera esperando, o a punto de escribirme,
o… solo en su teléfono. Probablemente solo en su teléfono.

Carmindor 7:38 PM
—¿Teoría?

7:39 PM
—No te rías, la he tenido desde hace un tiempo.
—Tengo la teoría de que hay otro universo a parte del nuestro.

Carmindor 7:39 PM
—¿Cómo esas teorías de los fans de hacía donde va la Nébula?

Arriba de mí, Sage sacude el polvo de las vigas mientras pisa fuerte de un lado a otro
del cuarto. Debe estar en la sala. Está discutiendo con su papá, el tipo de discusión
repleto de años y años de "Te amo" desgastado entre las sílabas.

Su voz se vuelve más baja, apagada, hacía las salidas de aire mientras escribo.

7:40 PM
—Sí, donde todo lo que pensamos que era imposible pasa y luego hay
otro donde todo lo imposible no pasa.

Carmindor 7:40 PM
—¿En cuál estamos nosotros?

7:40 PM
—El primero.

Quizá en ese otro universo, yo estoy teniendo esa discusión con mi papá. Quizá
estaríamos discutiendo a qué universidad iría o que comer en la cena o porque Darien
Freeman es el peor Carmindor conocido por la humanidad. Pero nosotros nunca
tendremos esas discusiones.

Carmindor 7:41PM
—Oh bueno, me había asustado por un minuto, ah’blena.
—Estoy feliz de que estemos en el mundo imposible.
7:42 PM
—¿Por qué?

Carmindor 7:42 PM
—Porque de otra forma nunca te hubiera encontrado.

Sostengo el teléfono cerca de mi pecho, cerrando los ojos.

Oh ¿Pero no es ese el problema? ¿Cuál hubiera elegido, si tuviera que elegir entre mi
papá y Car? ¿En qué universo podría ser feliz?

Los créditos de entrada se transforman en la primera escena. La conozco muy bien.


Amara y Carmindor están parados frente a frente en el puente. Su cara es de un
corazón roto cuando ve el phaser (arma) en la mano de su amada.

—Fuiste advertido sobre mí, ah’blen —la princesa Amara respondería a su cara
asombrada, pero justo cuando su boca se está abriendo, Sage regresa de su llamada,
toma el control, y apaga la televisión.

Parpadeo, de repente sacada del momento. — ¿Por qué fue eso?

—Levanta las manos —dice, así que lo hago. Ella pellizca y estira la tela, viéndose
satisfecha—. Bien, bien. Pienso que ya estamos bien.

— ¿Bien? —digo, pasmada. Empiezo a girarme hacia el espejo— ¿Por qué lo


pausaste? ¿Hemos terminado?

— ¡No, no! ¡Aún no! ¡No veas! —se lanza a su silla de trabajo, la cual está cubierta con
una sábana blanca. Cuando ella lo levanta, un jadeo escapa de mi garganta.

La corona. Ella encontró una corona para mí.

Cuidadosamente, como si estuviera hecha de oro real, la toma y la trae.

—No pude conmigo —dice—Es mi defecto. Soy perfeccionista. El traje no se hubiera


visto bien sin eso —cuando no me muevo, su sonrisa empieza a desaparecer—. ¿Qué,
hice algo mal? ¿No es la corona correcta?

—No —susurro, tomando la corona—. Es perfecta.

Ella ríe torpemente. —En serio, no hay necesidad de ponerse toda sentimental. No
fue nada.

Para ella puede no ser nada, pero para mí significa el universo. Quiero decir eso,
quiero agradecerle una y otra vez, pero mi boca no está funcionando como debería
porque estoy tratando de no llorar. Y estoy tratando de no reír. Y estoy tratando de
encontrar las palabras para explicar la luz que me está llenando.

Nunca podré pagarle. Nunca en cien miel años luz.

Ella se retuerce. —Bien, bien, ahora deja de mirarme y póntela. No fui una esclava
para conseguirla solo para que lo estés mirando con ojos saltones.
Me aleje, riendo y llorando y frotando mis ojos con mis manos mientras ella ponía la
corona en mi cabeza.

Queda perfecta.

Toma mi mano y gentilmente me lleva al espejo. —Su alteza federal príncipe


Carmindor, Capitán de proa de la nave Prospero. ¡Es un honor! —de repente ella me
brinda una reverencia de Federación, el saludo de juramento y todo. Su sonrisa es más
brillante que cualquier estrella en el cielo. Luce orgullosa, y cuando finalmente me
miro, alguien más me devuelve la mirada. Una chica con el cabello teñido de rojo,
raíces oscuras, y gruesos lentes negros, el mayor graduado de Starfield, el heredero del
trono de las estrellas, la hija del general. Carmindor. Soy Carmindor, una corona de
estrellas sobre mi cabeza.

Pero algo se siente apagado aun.

Sage pone sus manos en sus caderas, evaluándome en el espejo. —Maldición, soy
buena.

—Maldición —repito. ¿Qué está mal conmigo? Esto es hermoso. . . es exactamente lo


que quería. Soy Carmindor.

¿Pero por qué me siento como que no lo soy? Me quito ese sentimiento. Es solo la
conmoción, es todo. La conmoción de verme tan diferente.

Sage camina alrededor, asintiendo. —Nada mal para una aspirante a diseñadora.

—Eres una diseñadora.

Nos sonreímos la una a la otra, grande y sin vergüenza, y por un momento pienso que
está a punto de decir algo, pero aparta su mirada. —Incluso terminamos temprano.
Creo que podemos llevarte a casa, ¿a las nueve?

Mi corazón se hunde. —Oh, sí.

— ¿Qué está mal? Pasaste de estar eufórica a deprimida en el tiempo que toma a
Boromir morir en la primera película.

— ¡Spoiler!

—Oh la has visto. ¿No estas emocionada?

—Lo estoy, no es eso —. Me quite la corona. Todos los detalles que tiene. Todas las
pequeñas crestas, las estrellas hechas a mano.

— ¿Entonces? No puedo leer la mente —Sage dice impacientemente.

—Es solo… —no puedo verla a la cara—Realmente no había tenido una amiga antes.
Quiero decir, las he tenido. En línea. Pero no en persona. No en mucho tiempo, al
menos. Así que… seremos amigas después de esto, ¿cierto? ¿Después de la convención?
Pone sus manos en su cadera y ladea la cabeza. — ¿Ahora qué clase de pregunta es
esa? Claro que lo seremos.

Finalmente levanto la mirada y veo a la única amiga que realmente he tenido. Su


cabello verde, sus perforaciones, la manera en que se para, hombros atrás, pies
separados, como ella puede caminar en cualquier cuarto e instantáneamente
convertirse en la persona más genial que hay. —Gracias.

—El traje no fue nada. Fue algo fácil, en realidad. . .

Estiro mis brazos y las pongo alrededor de ella porque es muy fría para empezar un
abrazo. Pero ella lo devuelve. Lo devuelve como la desalmada aplasta costillas que es.

Aunque el traje está terminado, decidimos acabar Starfield. Pienso que quizá no
estaría tan mal si lo ves con alguien más. Spoiler: todavía lo es. Sage se limpia los ojos
cuando los créditos finales aparecen y me pasa la caja de pañuelos. Le digo mi teoría,
que la Nébula negra no mata a la princesa Amara, sino que la manda lejos. Como el
dragón del tiempo le hace a Elphaba en Wicked.

—Ese es un premio de consolación de mierda —gime Sage.

Mi celular suena. Busco en mi bolsillo y paso mi pulgar por la pantalla


instintivamente; me estaba preguntando cuando me mandaría mensaje esta noche.

— ¿El chico otra vez? —pregunta, limpiando su cara.

—Sí, el chico.

Ella da un sorbo con la nariz y se limpia sus lágrimas, luego me regresa a ver con una
mirada ansiosa. — ¿Cuál es el asunto con él? ¿Cómo se conocieron? Me han llevado
para el mayor festival de mocos de mi historia. Demando esto como una paga.

Ella tiene un punto. Jugueteo con mi teléfono. —Todo empezó con un número
equivocado, realmente. Como esos artículos de Buzzfeed donde la gente manda
mensajes a la gente equivocada mientras están en labor y luego estos desconocidos se
presentan con pañales y formula para bebé y se convierten en mejores amigas.

—No sé de eso, pero tomaré tu palabra para creerte.

—Sí, entonces, es algo así. Él solo mando mensaje al número erróneo, pienso que él
estaba buscando a mi papá porque herede su teléfono. Pero entonces nosotros
solo…no lo sé, seguimos hablando…

—Entonces tú legítimamente no lo conoces —me interrumpe.

—Lo conozco.

— ¿Has hablado con él, siquiera?


Sostengo mi teléfono. — ¿Cómo piensas que nos estamos comunicando? ¿Señales de
humo?

Ella ignora mi sarcasmo. —No, quiero decir, realmente hablar, como —ella pone sus
manos como un teléfono—, este es mi número, deberías llamarme, ese tipo.

Me revolví. —No exactamente.

Sage rueda sus ojos. — ¡Elle! Puede ser una persona de sesenta años con una
colección de muñecas americanas en su sótano por lo que sabes.

— ¡No lo es! —lloré—. Es de nuestra edad. Fuera de eso, me gusta mandarle


mensajes. Se siente más, no lo sé, Tú tienes un mensaje.

Sage me mira burlonamente, como si fuera un Nox que prometió una alianza con la
Federación. — ¿Pero nunca te preguntaste a cómo suena?

No puedo mirarla, porque la verdad es que, me lo he preguntado. A qué suena, como


suena, si sus palabras tienen un acento o un ceceo, profunda, ligera, aflautada o llena.

Encojo los hombros. —Nunca me ha dado señales de que quiera hablar. ¿Qué si no se
siente cómodo hablando? ¿O está nervioso por tener un tartamudeo o algo?

— ¿Y si está esperando que hables primero? —discute.

—Quizá. Pero digo… ni siquiera conozco su verdadero nombre.

Se sienta. Entrecierra los ojos. Evaluándome. Estoy a punto de decir que al menos sé
que no es calvo cuando toma mi teléfono y en dos pasos está al otro lado del cuarto.

—Oye, ¡devuélvelo!

Levanta un dedo y pone el teléfono en su oreja. —Espera un segundo.

El pánico surge en mi pecho. — ¿Qué estás haciendo?

—Llamándolo.

—Detente.

Me muevo tan rápido que no me doy cuenta que le quito el teléfono hasta que lo
tengo. Ambas escuchamos el sonido detenerse. Carmindor responde.

— ¿Hola?

Es suave. Profunda. Masculina.

Presiono finalizar con mi pulgar tan rápido que pienso que fracture mi dedo. Llevo mi
teléfono a mi bolsillo tan profundo que ella no pueda volver a alcanzarlo. Le doy una
mirada. — ¿Estas feliz ahora?
Sage se tira hacía su silla, riéndose. —Oh Por Dios. Fuiste tan rápida como un ninja.

—No es divertido.

—Sabes que tenía que hacerlo —ella se sienta con sus codos y ladea la cabeza—
Suena lindo, Elle.

Me siento al lado de ella. — ¿Sí?

—Sí. Certifico que no es un ex asesino —encoge los hombres—. Al menos es lo que


pienso.

—Bueno, gracias a Dios —me trago el nudo en mi garganta. No estoy segura cómo le
voy a explicar esto a Carmindor. El sonó agradable. Dulce. Una voz que podría escuchar
por horas. ¿Pero él querría escuchar mi voz?

Le di una mirada a mi teléfono y de repente mi sangre se volvió fría. —Oh Dios Mío —
murmure y me puse de pie—Oh mierda.

Sage volteo a verme. — ¿Qué?

—Son las nueve y diez —mis manos empiezan a temblar. Empaco el disfraz en mi
mochila y la pongo sobre mi hombro—Es muy, muy tarde. ¿Puedes ir a dejarme?

Sage se pone de pie y hace un saludo militar. —Te llevaré a casa más rápido que
Greased Lighting.

Con mi corazón latiendo, la sigo volando a las escaleras. Hemos trabajado tanto. La
convención es mañana. No puedo arruinar esto ahora.
Última toma, pienso. No la arruines.

—Y… ¡Acción! —el director grita. El set se hunde en un silencio de muerte. El equipo
está trabajando. Entonces nos movemos como maquinas: con gracia, precisas, bien
ensayados, en el momento. La pantalla verde cae, el ruido desaparece, la cámara se
convierte en un pensamiento al fondo de mi mente.

Me pongo dentro de Carmindor en el timón de su nave, el buen Prospero. Estoy aquí, a


mando de mi equipo. Y la mierda apenas empezara.

—Cuarenta y dos metros a la izquierda —digo a Euci— y enciéndelo.

—Bien —Calvin responde desde la cabeza de la nave, sus dedos flexionándose lo


suficiente para girar la nave a la izquierda. Y en este momento, él no era el imbécil con
una perpetua ficha en su hombre era el mejor piloto de la Federación, mi mejor amigo
y conductor de Prospero. Tres naves de Nox vienen detrás de nosotros y tenemos
treinta por ciento de energía sobrante. No hay nadie más en que confíe para sacarnos
de este desastre.

El volante de la nave está quieto mientras esperamos que los puntos rojos brillantes
desaparezcan, pero ellos nos siguen guiando a la Nébula Negra. Se acercan a nosotros,
con el tamaño de tres soles, arremolinándose, atrapando, inhalando, todo, creciendo
por cada átomo que se rompe y es absorbido. La única esperanza de la Galaxia está a
bordo de esta nave.

Otro torpedo golpea nuestra defensa trasera. Luces rojas brillan en una pantalla. Euci
las aleja.

—Cuatro veces más rápido —ordeno.

—Ya estamos cayéndonos a pedazos —Euci alarma—, si nos ponemos demasiado


cerca. . .

—Dije cuatro veces más —dije.

Mueve su cabeza levemente, una vuelta al espectáculo de Euci, quien siempre llevaba
su cabeza a la izquierda siempre que sabía que su capitán estaba en lo incorrecto pero
hacía lo que le mandaba.
Un micrófono se pone encima de nosotros, el ojo abierto de tres lentes observando
desde el puente. Uno de ellos, en una polea, se acerca más.

En frente de mí el panel de navegación resplandece como un teclado enorme. Junto a


mí la princesa Amara retuerce sus manos nerviosamente.

—Ah’blen —dice Jess, y la palabra me llena de un extraño sentimiento de anhelo. Un


recuerdo de Elle. Lo empujo lejos.

Ahora no.

—Podemos hacer esto —le dije—tenemos que hacerlo.

—Vamos a morir, todos vamos a morir si te acercas más.

Otro misil cae en la parte trasera del Prospero, destruyendo uno de los propulsores. La
nave se empieza a inclinar a la velocidad de la luz. Todos se están cayendo con el peso
invisible de la inclinación. La princesa cae contra los controles y toma mi mano. La
aprieta con fuerza, y nuestros ojos se encuentran.

Un segundo.

Dos.

El set está en silencio. Nosotros estamos en silencio. Las estrellas, con toda su masa y
en todo el tiempo, nos rodean. Ella sonríe tímidamente, y como Carmindor, sé que ella
es la única estrella en el cielo que me importa. Luces rojas encienden en todas las
pantallas. Sonidos de alarma suenan en las bocinas. Un golpe más y Prospero se
convertirá en basura espacial.

—Sabes lo que tengo que hacer, ah’blen —dijo.

—No, no te dejare. . . no puedo dejarte hacerlo. Tiene que haber otra forma. . .

Besa mi frente. —Escuche que el observatorio de Deck es genial en esta época del año
—me dice, y entonces desliza su mano fuera de la mía y deja el lugar.

Viendo la serie, aquí es donde le grito a la TV. Llamo a Carmindor un estúpido. Porque
esta es la parte en que la princesa voltea a verlo, aquí es donde ella espera a que él
trate de cambiar su mente, espera a que el la vea. Pero él no sabe que se supone que
debe verla. Él está tratando de decidir si su alma soportara matar a todo su equipo por
el bien del universo. Si será maldecido después de su muerte. Sí, en el próximo
universo, tendrá una oportunidad.

Él voltea ver un segundo tarde, y ella se ha ido.

Me aferro a la escena, observando el lugar donde la vi por última vez, el último lugar
que la voy a volver a ver, y luego.

— ¡Corte! —grita el AD— ¡Y se queda!


Euci, digo Calvin, golpea su puño en el aire cuando el equipo festeja tan fuerte que
retumba el set improvisado. Me recargo contra el módulo de comando del capitán y
llevo mi cabeza hacia atrás, cerrando mis ojos. Me paro en medio de los gritos
triunfantes de la tripulación, las felicitaciones de los otros actores, saboreando todo.

Solo lo tienes una vez, me recuerdo a mí mismo, tratando de aferrarme a Carmindor lo


más que puedo. Solo un rato más.

—Claramente tienes el espíritu —viene la voz dulce y salada de Jess. Ella brinca de
nuevo en el set y golpea mi hombro—, incluso lucías destrozado cuando dijiste
ah’blena. Dime, ¿estabas pensando en que ya no me veras todos los días o la absoluta
tristeza de que no nos besamos lo suficiente?

Deslizo una sonrisa, porque ella no necesita saberlo. —Quizá un poco de las dos.

—No lo creo, ¿estás haciendo bromas, Darien? —Pone su mano en el pecho,


pasmada— ¡Qué pena! Quizá pudimos haber salido por veinticuatro días en vez de
veintitrés.

—No podrías soportar un día más conmigo —respondo cuando ella se une a mí en el
módulo de comando del capitán. Observamos el set, al equipo empezando a guardar
los cables, y la unidad secundaria haciendo notas de lo que necesitan filmar todavía.
Nuestras partes están hechas, la mayoría. Nuestras partes están terminadas en este
edificio, al menos. Después de esta noche, dejaremos este lugar sin mirar atrás.

Ella pega su hombro con el mío. — ¿Y cómo se siente?

— ¿Cómo se siente qué?

—Ser Darien otra vez.

Ladeo la cabeza. —No estoy seguro todavía. Había estado esperando sentirme como
Carmindor por tanto tiempo (esperando por todo esto) que no me di cuenta que he
sido él todo este tiempo.

—Quizá fuiste Carmindor en otra vida —dice.

—Quizá. Pero ahora mismo prefiero ser Darien.

— ¿Sí?

Asiento. —Porque Darien no está a dieta —entonces me recargo en ella y susurro—


Toooociiiinooooooooooooo.

Ríe y se aleja del módulo, deslizándose al set. Calvin la sigue, dándome una palmada de
felicitaciones en el hombro que casi hace tropezarme. Quién sabe. Quizá ahora que no
estamos filmando, somos amigos.

Los PA pasan champaña mientras camino a través del set; uno de ellos me da una copa
mientras lo reparte alrededor. Amon, con una sonrisa de oreja a oreja, calla al equipo y
hace su pequeño discurso de director. Escucho medio cordialmente la mayor parte, mi
atención pasando por todos, familiares o no, el equipo, actores, asistentes, internos.
Amon se voltea hacia mí, su copa alzada. —Y más importante, por nuestro Carmindor,
el infalible chico genio que es. ¡Larga vida al príncipe de la Federación! ¡Aquí está la
posibilidad de una secuela!

Con eso, encuentro a Jess entre la gente y veo que su cara es imperturbable, como una
piedra.

Pero entonces alza su copa, lentamente, y sus ojos encuentran los míos. Te lo dije
articula y me guiña.

— ¡Mira las estrellas! —empieza a gritar.

Todos levantan su copa. — ¡Apunta! —gritan.

Trago, alzando mi copa. — ¡Ilumina! —adhiero, y todos celebran por los veintitrés días
de infierno y nos tomamos nuestro champan.

Una vez que Donna quita el maquillaje de mí por última vez, me dirijo al camerino,
donde Nicky está ocupada colgando los trajes, tratándolos tan delicadamente como lo
hizo el primer día del set.

— ¡Darien! Estuviste perfecto —Nicky se prepara para desabotonar mi chaqueta, pero


detengo mis manos.

—De hecho… —rasco mi nuca—sé que esto es raro, pero me estaba preguntando…

—. . .si te la puedes quedar? —termina. Se detiene y dobla sus manos—Ya sabes, no


porque la hayas usado, es tuya.

—Lo sé —mis mejillas se ponen calientes—me refiero, escuche que George Clooney se
quedó con su traje de Batman, y Ryan Reynolds logro quedarse con el de
Deadpool…mira, hay un evento que pasara mañana, y no tengo nada que ponerme. Así
que estaba esperando ¿qué me lo prestaras al menos?

—¿Y nunca devolverlo? —Nicly lucía afectado. Medio dude, medio asentí, y Nicky
rueda sus ojos hasta el techo con un suspiro.

—No voy a ser parte de este acto criminal —agita sus manos hacía mí para irme a
cambiar—debí de haber puesto tu traje en otro lugar. ¡Oh, ay de mí! —y con un gemido,
él puso sus manos a su cara en un fingido desmayo.

Le agradecí (en silencio) y le prometí devolvérselo en una semana.

Gail y Lonny me encontraron cuando estaba tirando de mi camisa. No puedo esperar


cuando mi ropa empiece a quedarme normal otra vez y no este incómodamente
apretada en el pecho. No puedo esperar a las camisas de comic que no me quedan en
este tamaño abultado.

—Bueno —dice Gail— ¿Cómo es? ¿Cómo te sientes?


— ¡Puedo comer tocino de nuevo! —grito, poniendo un puño— ¡Todo el tocino!
¡Tocino o muerte!

— ¡Sí! —Gail celebra—Después de que tus promociones terminen, ¡claro que puedes!

Mis llantos de alegría se convierten en verdaderos sollozos. Rápidamente llevo mi cara


a mis brazos. Gracias a Dios es solo Gail.

Me da unas palmadas en los hombros. —Lo sé —dice—pero pronto los podrás comer y
luego. .

—No —trague y sacudí la cabeza, limpiando mis ojos con la parte trasera de mi
mano—No es el tocino —quiero decir, lo es pero no lo es. Puedo superar todo. Estos
últimos meses liderando la filmación, la presión del montaje, los veintitrés días de
elevado estrés, la comida de conejo y Elle. Todo— ¿Por qué todo tiene que ser tan
difícil?

— ¿Tener un abdomen marcado?

Le doy una débil sonrisa. —Soy más que mi cuerpo, gracias.

Gail aprieta mi hombro y aunque ella es solo un par de años mayor que yo, siento un
montón de afecto infantil, como si ella fuera la niñera genial que me deja dormirme
tarde cuando Mark no está.

—No, sé lo que quieres decir —dice—Has trabajado duro, Darien. Has trabajado tan
duro—mira a Lonny como si esperara que dijera algo más.

Extrañamente, lo hace. —Es cierto, jefe —dice—Ahora vámonos.

Cinco minutos después estoy afuera, el traje enrollado en mi lona y camino a casa. Sigo
a Gail y Loony fuera de la locación, donde un SUV está estacionado. Jess baja la ventana
de pasajero.

—Dare, ¿vienes? —grita— ¡vamos de fiesta!

— ¿Nosotros?

La venta detrás de ella baja. Es Calvin, y por primera vez no luce molesto conmigo. —
Vamos, Carmindor. No alardees con nosotros.

Quizá solo es la adrenalina inducida por el cansancio, o quizá es la emoción de hacer


algo finalmente, pero lo que sea, está haciendo que quiera festejar. Pero no puedo ir a
donde sea. Miro a Gail y a Lonny, mis padres de efecto. Gail luce preocupada al instante,
pero Lonny le agarra el hombro y susurra en su oído.

—Está bien —dice—Vamos a cubrirte. Solo por esta vez.

Llevo mi puño al aire. — ¡Sí! —la beso en la mejilla—Te amo, Gee.

—Ajá.
— ¡Dare! —Jess grita de nuevo— ¡No esperaremos por siempre!

—En serio —dice Calvin—, ponte tus pantalones de niño grande y apúrate.

—Pero recuerda —Gail busca en mi bolsa y me da un sombrero negro—Si apareces en


un Snapchat esta noche. . .

—Lo sé, lo sé. Mark me matará —me pongo el sobrero—Estaré bien, Gee. Te preocupas
mucho. . .

El sonido de mi teléfono corta nuestra conversación como un cuchillo. Gail y yo


intercambiamos miradas, pero cuando ella encoje los hombros, diciendo que no es
suyo, indago en mi bolsillo de mi chamarra. Todos mis números tienen un tono
asignado, pero este es general. La única persona a la que nunca le he asignado un tono
es. . .

Elle, el identificador de llamadas lee.

Mi corazón brinca en mi garganta.

— ¡Vamos, su alteza! —Calvin grita— ¡Tiempo de celebrar!

Ella probablemente no me está llamando realmente. Lo más seguro es que sea una
equivocación o algo.
— ¿Vas a contestar eso? —pregunta Gail— ¿Debería hacerlo yo?

Suena por tercera vez. Cuarta.

—Vamooooooos —Jess le hace eco a Calvin—Eres joven solo una vez, Carmindor.

Levanto mi dedo y deslizo mi dedo para desbloquear.

¿Hola?

Espero un segundo. Dos. Tres. Pero no hay nadie ahí. Y luego la línea se muere.

—Uh —saco el teléfono de mi oreja. Fin de la llamada.

— ¿Nada? —Gail pregunta.

—Supongo que no —escondo mi decepción con una tos—Bueno, prometo no meterme


en muchos problemas.

—Cómo sino hubiera escuchado eso antes —Gail no luce convencida, aun viendo a mi
teléfono. Forcé mi sonrisa e instantáneamente me sentí estúpido. Elle obviamente no
quiere hablar ahora mismo. Además, ella estará allá mañana. Y esta noche es la única
noche que tendré.

—Toma —le doy mi teléfono a Gail—Así no puedo hacer llamadas de ebrio menor de
edad. O Snapchat. —Sólo no lo pierdas. O mires—continuo— ¿Me puedo ir ya?

Gail asiente, luciendo tranquila cuando guarda mi teléfono. —Está bien.


Troto hacía el SUV, el aire de la noche es enérgico y vibrante, dejando todo el equipaje
de Starfield detrás de mí, llevando solo las partes que quiero recordar (el ataque de
una pistola estelar en mi agarre, el poder de estar al volante del Prospero, las noches
hablando con una chica que me llame ah’blen) y dejo lo demás atrás.
Sage no condujo todo el camino a mi casa, la camioneta es muy ruidosa. Se detuvo en
la entrada del vecindario mientras pasaba mi bolso sobre mi cabeza. 9:31 PM. Esta será
una carrera del infierno.

— ¿Cuál es el plan para mañana?— pregunta.

— ¿Vernos en la estación de autobuses? ¿A las seis de la mañana?

— ¡A las seis será!— ella se inclina y me abraza muy fuerte. Yo le devuelvo el abrazo.

— ¡Deséame suerte!— grito mientras iba hacia la acera.

Todas las casas están oscuras por el sueño. Corto camino por el césped. Las luces con
detector de movimiento se encienden mientras mis pasos retumban sobre la hierba
cubierta de rocío, mi corazón palpita en mis oídos. No puedo llegar tarde. No puedo.

Dando la vuelta en la entrada para los coches, me doy cuenta llena de alivio que el
Miata de Catherine no está ahí. Nadie está en casa todavía. ¿Qué día es hoy? ¿Viernes?

Espera. Viernes. Día de compras. Santas dulces misericordiosas tarjetas de crédito,


Batman.

Disminuyo la velocidad y me arrastro hacia un lado, con la esperanza de no despertar


a Giorgio mientras subo las chirriantes ramas del peral de Bradford junto a la ventana
de mi habitación. A medio camino, mi pie se resbala. Maldigo, aferrándome contra otra
rama para apoyarme.

Me detengo, asegurándome de que nadie me escuchó, antes de subir el resto del


camino. Cuando me deslizo por la ventana, mis rodillas se hacen gelatina y me hundo
en el piso, mi corazón sigue palpitando en mis oídos.

Lo hice.

El alivio brota dentro de mí. Llevo mis rodillas contra mi pecho y presiono mi frente
contra ellas, tratando de recuperar el aliento. Eso fue increíblemente estúpido, esta
noche de todas las noches. Tan estúpido que estoy temblando. Porque estoy tan cerca,
tan cerca de ir a ExcelsiCon. Tan cerca de mi padre que casi puedo verlo, como una
figura en el lejano atardecer.
Sólo una noche más, me digo. Solo unas pocas horas más.

Entonces la lámpara de mi habitación se enciende. Asustada, levanto la vista. Mi


corazón se detiene.
Chloe está sentada en la silla de mi computadora, con las piernas cruzadas, esperando
pacientemente. Su mirada es tan aguda que podría cortar vidrio.

—Oh mira—, ella dice fríamente. —Estás en casa.

— ¿Qué estás haciendo en mi habitación?

Ella ladea su cabeza

— ¿Por qué te estás escabullendo en la casa? ¿Realmente podría ser tan tarde? —Se
burla dando un vistazo a su falso reloj. —Oh Dios, realmente es tarde.

Abajo, la puerta del garaje se abre y Catherine grita que está en casa.

—Mamá estaba con un cliente, —dice Chloe simplemente. Lo que tiene sentido, es la
única explicación del porqué Chloe estaría en casa cuando Catherine no. —Pero parece
que lo lograste justo a tiempo.

No entiendo.

— ¿A tiempo para qué?

Ella se inclina hacia adelante.

—Sé lo que estás tratando de hacer, geek, — responde bruscamente. —Creías que
eras muy inteligente, yendo a mis espaldas. ¿Cómo crees que reaccionará mamá
cuando descubra que has estado saliendo con esa rara después del trabajo? Has estado
mintiéndole. Después de todo lo que ella ha hecho por ti.

Mi boca se seca.

—Pero ya lo sabías, y dije que no diría nada si tú no lo hacías, y . . .

— ¡Deja de joder conmigo!— grita, golpeando con sus manos los reposabrazos de la
silla. — ¿Dónde está?

Me pongo de pie, estupefacta.

— ¿Dónde está qué?

—Sabes exactamente qué, —responde. —Lo tomaste. Sabes que lo hiciste. Entonces
¿dónde está?

— ¿Dónde está qué?

— ¡No te hagas la tonta! —salta de la silla.


— ¡No sé de qué estás hablando!

—El vestido, —susurra ella. Nunca la había visto tan enojada en toda mi vida. —
¿Dónde lo pusiste? ¿Qué? ¿Crees que puedes usarlo? No me hagas reír. —Luego sus
ojos se posan en la bolsa de lona colgada de la cama. Salta por ella, y rápidamente
agarro la correa, no queriendo dejarla ir, pero ella es demasiado rápida.

— ¿Qué hay aquí?— grita triunfante.

— ¡Para! ¡No está allí!— Me lanzo hacia la bolsa, pero ella se aleja, abriéndola.
Agarra un puñado de tela y lo saca.

Estoy de pie, horrorizada. Oh, oh Dios. Lo sabe. Ahora lo sabe.

Su sorpresa se transforma rápidamente en una especie de ira cuando gira la tela en


sus manos

—Oh, dios mío. —sus ojos se agudizan hacia mí. — ¿Ibas a entrar?

—Yo. . . yo no. . .— mi garganta se contrae.


— ¡Lo ibas a hacer! ¡Ibas a entrar! ¡Y te llevaste el otro vestido para que no
ganáramos! Una perdedora como tú. Dios, realmente eres patética.

Algo en mí se rompe. Tal vez fue que me está llamando patética por querer entrar. O
que sus garras agarran la chaqueta de mi padre como si fuera un disfraz barato de
Halloween. O tal vez es su mirada burlona, que me recuerda el día del verano pasado
cuando finalmente me di cuenta de que la gente no era agradable. Que nadie era
agradable. Que todos mintieron, y que mi corazón era solo una señal, y este universo
era el de la Nebulosa Negra. El terrible universo sin esperanza. El único en el que nadie
quiere estar.

Me apresuro hacia ella, agarrando el cuello de la chaqueta.

— ¡Devuélvelo! ¡No es tuyo!

— ¡Tampoco es tuyo!— responde Chloe, alejándose de mí. El cuello se resbala de mi


agarre. — ¡Esto estaba en nuestra casa, por lo que es nuestro!

— ¿Tuyo?— grito. — ¡Nada de esto fue, nunca, tuyo!

Agarré una manga y tiré de ella. Chloe se aparta de mí, tratando de alejarse, pero algo
se rasga y se va de mis manos. Ante el sonido, dejo caer la manga como si quemara y la
miro fijamente.

No, no, no, no, no, NO, NO

—Ugh, —murmura Chloe, dejando caer la chaqueta. —Basura barata.

Lo levanto y lo presiono contra mi pecho. Juntando la tela de nuevo.

—Espera un segundo. — Ella se gira. —Si ibas al concurso, eso significa que tienes un
pase, ¿no es así?
Mi sangre se enfría. Estoy temblando.

—Por supuesto que sí. —Ella arranca un cartel de la pared y se cae en pedazos. —Ups,
no allí. O allí, —agrega mientras golpea un cuadro del gancho y abre mis cajones,
tirando la ropa al suelo. La miro, todavía temblando, todavía con mis brazos alrededor
de mí porque no quiero soltar la chaqueta. La hermosa y arruinada chaqueta de mi
padre.

—Hmm, ahora, ¿dónde lo pondrías? —Chloe gira por completo y luego se detiene en
un póster. Ella me mira cuando palidezco, luego de vuelta al cartel, lo arranca de la
pared. Detrás de él, metido en el marco, están mis pases de la convención.

Salto sobre mis pies.

— ¡Devuélvelos!

— ¿O qué harás? ¿Correr y decirle a mamá? —se burla. Justo entonces ella ve lo peor:
mis ahorros, hechos bolita en una banda elástica, y los boletos de autobús a Atlanta.

— ¿Qué es esto? —Chloe suena prácticamente alegre cuando recoge las entradas. —
¿Entradas de Greyhound? Asqueroso. Oh no… ups.

Con un movimiento rápido, los rompe por la mitad. Y luego a la mitad otra vez, y otra
vez y otra vez hasta que los boletos, los boletos no reembolsables de la tarifa en
efectivo que Sage y yo íbamos a usar mañana por la mañana a las 6:30 a.m. . . son una
pila de confeti.

—Esto debería hacerlo mejor. —Ella toma el rollo de billetes y se lo mete a los
bolsillos. —Podemos simplemente comprar un disfraz mejor. Gracias.

—No puedes. —Mi voz se resquebraja. —No puedes o yo...

— ¿O qué harás? —Chloe se burla.

—O. . . ¡O le diré a Catherine que vas a la convención! Ella no te dejara. Me aseguraré


de que ella no lo haga. —Agarro la chaqueta de mi padre con fuerza. —Yo. . . yo. . .

Nunca me he enfrentado a Chloe. Nunca la he amenazado. Nunca en mi vida. Y por un


momento ella está sorprendida de que yo lo esté, pero luego parpadea y su rostro cae
en la mirada de ojos muertos que conozco tan bien. Cómo se veía el verano pasado
cuando me preguntó por qué creía que a James le podría gustar. Cuando ella me
preguntó cómo podría haber malinterpretado su amabilidad. Cuando ella hizo que
fuera el fenómeno, cuando las respuestas siempre estaban en la punta de mi lengua.

Pero eso no es nada comparado con esto. Ese fue el aperitivo. Ahora tiene mis pases
para la convención, mis ahorros, el vestido de mi madre, tiene que tener el vestido de
mamá, ¿quién más lo haría? Chloe lo tiene todo. Ella tiene todo lo que siempre quise.

— ¿Harás qué? —dice, pasando por encima de las pilas de ropa esparcidas por el
suelo. —Si le dices a mamá, yo también. ¿Cómo crees que le gustaría escuchar que su
hijastra está saliendo con una drogadicta?
—Sage no es. . .

— ¿O que te has estado saltando el trabajo?

— ¡No lo he hecho!

— ¿Y quién te creería? No eres nada, Danielle. Tú no eres nadie. Nunca lo serás.


Ningún vestido estúpido puede cambiar eso. Siempre serás la rara sin amigos cuyo
padre murió.

Ella empuja su mano libre en mi hombro. Tropiezo hacia atrás, incapaz de recuperar
el equilibrio, y caigo sobre mi bolsa de lona. Mi bolsa de lona, donde no queda nada
más que la hermosa corona que Sage me hizo.

Hay un fuerte y sólido crack, y mi corazón se detiene.

— ¿Chloe? —Catherine llama desde la puerta principal. — ¿Calíope? ¡Estoy en casa!

Chloe sonríe.

— ¡Ya voy! —responde ella, dejando caer su cabello detrás de su hombro, y sale de mi
habitación.
Lentamente, me levanto, pero el daño está hecho. No necesito abrir la bolsa para
saber lo que encontraré. De todos modos, la corona que Sage pasó horas elaborando se
encuentra en pedazos en la parte inferior. Recojo unos pocos y se desmoronan entre
mis dedos.

La bilis sube por mi garganta.

Fuera de mi puerta, hay un sonido de pasos. Miro hacia arriba justo cuando Cal se
asoma.

— ¿Elle? —pregunta tímidamente, y luego jadea. —Oh, Dios mío, ¿qué pasó?

Me hago bolita. Desearía que la Nebulosa Negra me comiera entera. Me gustaría que
me llevara lejos. Las lágrimas calientes queman cuando cierro los ojos y luego me
corren por las mejillas. Solo quiero irme. Ya no quiero existir.

— ¿Elle...?

—Sal —le digo, mi voz vacilante. —Sal de mi habitación, Cal.

Por un momento ella no se mueve, deseando quedarse. ¿Para, qué, ver cómo me
desarmo? ¿Se enojará, como su hermana? Pero entonces ella se da cuenta.

Todo está arruinado Todo está en ruinas. Solo una vez pensé que podía tener algo
para mí. Solo una vez pensé...

Pero supongo que este universo no tiene finales felices. Fui estúpida al pensar que
podría hacerlo.
Me encuentro metiendo la mano en el bolsillo de atrás, sacando mi teléfono. Cierro
los ojos, manteniéndolo contra mi pecho, temiendo que también me lo quiten. Todo me
lo han arrebatado.

Siempre es todo.

Incluso Carmindor.

Es más de medianoche. Él podría estar dormido. Recuerdo la forma en que sonaba su


voz. Profundo pero joven. Ligero. Dulce. Me pregunto cómo sonaría si él alguna vez me
dijera ah'blena en voz alta.

Ese pensamiento es lo que me hace tocar el ícono del teléfono junto a su número,
ponerlo en mi oído mientras mi corazón se acelera cada vez más, a medida que la señal
se emite a un satélite en el espacio y envía mi llamada de vuelta a la Tierra al lugar
exacto en el que desearía poder estar.

Su teléfono suena una vez, dos veces, una señal en este universo imposible. Y luego va
al correo de voz. Una voz genérica sin la suya, por lo que podría ser de cualquiera. Él
debe estar ocupado. O dormido.

Cuelgo y presiono la parte de atrás de mi cabeza contra la puerta, reprimiendo las


lágrimas para intentar dejar de llorar.

No nos vemos a menudo, recuerdo haber texteado. Tal vez deberíamos empezar.

Sólo las estrellas que brillan en la oscuridad me susurran, una constelación


imaginaria. A papá y a mí nos llevó un fin de semana entero colgarlos. Después, nos
estiramos en el suelo y miramos hacia el techo y él me preguntó:

— ¿A dónde quieres ir? Elige una estrella, cualquier estrella. Entonces, fija tu curso.
Apunta. —Señaló una estrella, cerró un ojo y bajó el pulgar como si estuviera
disparando una pistola.
Extiendo mi mano hacia mi destino, apuntando con una mano, y vacilo.

— ¡Fuego! —escucho a mi padre decir, aunque él no está aquí y nunca volverá a


estarlo. Porque este es el universo imposible. Y no hay Carmindor, no hay Prospero, o
Euci, o la Federación, o plataformas de observación. Solo estoy yo, varada en el lado
equivocado de todo lo que amo.

Como la princesa Amara, perdida en la Nebulosa Negra.


PARTE TRES

ILUMINA
“No estás sola, ah’blena,
y tus estrellas me guiarán a casa.”

—Episodio 33, “Una Nox para Recordar”


—Ahora chicas, quiero que me envíen un mensaje en el momento en que lleguen a su
torneo de tenis. —Catherine sonríe por encima de los huevos y espinacas que hice para
el desayuno. Me paro en el mostrador, sorbiendo mi café. Apenas dormí anoche, y
tampoco estoy particularmente hambrienta.

—Oh, por supuesto —dice agradablemente Chloe. Ella me lanza una mirada, como
para advertirme que me quede callada. Pero la verdad es que nunca he estado más
tranquila. ¿Para qué sirve delatarla?— ¿Y no va Elle a limpiar las alfombras hoy?

— ¡Ah, sí! —mi madrastra aplaude y se vuelve hacia mí—. Ahora sabes qué hacer,
¿verdad? ¿No dejarás la alfombra jabonosa como la última vez?

—No —respondo, mirando hacia mi taza.

Chloe revisa su teléfono—. Cal, será mejor que nos apuremos o perderemos nuestro
viaje. James estará aquí en cualquier momento.

Cal, que no ha dicho una palabra toda la mañana, duda. —Yo no. . .

Catherine frunció el ceño—. ¿Te sientes bien, cariño? Te ves un poco pálida.

—Está bien —responde Chloe, y saca a Cal de su asiento—. Está nerviosa, eso es todo.
¿No es así, Cal?
Cal me mira furtivamente. Luego vuelve a ver su plato sin tocar las espinacas y los
huevos—. Sí.

No puedo soportarlo más. Me excuso a mi habitación. Unos minutos más tarde, miro
cómo el automóvil de James entra en el camino de entrada y las mellizas entran,
llevándose mis ahorros. Mi madrastra no viene a verme; ella solo grita para decirme
que el limpiador a vapor está en el garaje y que me verá esta noche. Entonces la puerta
de entrada se cierra y el zumbido constante del Miata sale del camino de entrada y baja
por la calle.

Después de quién sabe cuántos minutos de estar acostada en mi cama, mi teléfono


zumba en mi bolsillo. Lo saco.
Sage 7:03 AM
—¡Oye! ¿Dónde estás?
—He estado llamando TODA LA MAÑANA
7:04 AM
—No voy. Lo siento.

Los puntos de la espada comienzan a picar en mis ojos. Parpadeo para detener las
cálidas lágrimas.

El primer ExcelsiCon que recuerdo fue el año en que cumplí siete. Papá se había
vuelto loco planificándolo durante los últimos nueve meses de nuestras vidas. Pasó
tantas noches sin dormir arreglando los paneles, apariciones especiales, detalles de
seguridad, hablando en círculos sobre la convención hasta que estuve tan cansada de
escuchar sobre ExcelsiCon que ni siquiera quería ir cuando se abrió.

Esa mañana, me desperté con el sonido de papá tocando el tema de Starfield con todo
el volumen en el altavoz. Tan fuerte que sacudió a los animales de peluche de mis
estantes. Se abalanzó sobre mi habitación con su abrigo almidonado y su corona y me
tomó en sus brazos, cantando con una precisión sorda.

—DUN DUN-DUN-DUN DUN-DUN-DUUUUUUN-DUN —gritaba, dándome vueltas por


mi habitación con mi pijama de luna y estrellas, ese fue el comienzo del mejor día de
mi vida. Cuando conseguí mi stargun firmado por el Sr. Singh. Cuando pensé por
primera vez que podría ser Carmindor. Cuando papá me dijo—: Starlight, estrella
brillante, puedes ser quien quieras ser esta noche.

Las lágrimas inundan mi rostro antes de que pueda detenerlas. Las borro tan rápido
como vienen con la palma de mi mano, pero hay más. No se detendrán. Estoy llorando
tanto que apenas puedo respirar.

Afuera, algo retumba.

Me limpio los ojos y tropiezo con la ventana. En la calle, un gran camión anaranjado
toma la esquina más apretado que el leotardo de Spider-Man, bajando por la carretera
de un solo carril, un maníaco de pelo verde va al volante.

Oh, no.

Cuando Sage golpea la puerta de la calle y entra pisando fuerte en mi habitación, me


encuentra arrodillada en el suelo, mi cara en el hueco de mi brazo porque no quiero
que me vea llorando. No me gusta que nadie me vea llorar. No desde la muerte de papá.

Llorar no arregla las cosas. No trae a nadie de vuelta.

—Elle. . .está bien. Está todo bien. Esto estará bien. . .

Me alejo de ella—. ¡No, n-n-no lo estará! —Echo un vistazo a la corona arrugada y la


chaqueta rota y empiezo a llorar más fuerte—. Pensaron que le había robado el vestido,
el vestido de mi propia madre. Así que tomaron mi dinero y arruinaron mi... nuestro...

Sage cae de rodillas e intenta abrazarme, pero la aparto.


—No —digo—. Aléjate de mí. Soy rara y h-h-horrible y-y- y ar-r-ruino t-t-to-do. La
vida de C-Catherine. Las g-g-gemelas. Yo también te arruinaré la vida. Todavía no lo he
hecho, pero tú s-s-simplemente espera.

Ella se burla—. Elle, no puedes arruinar la vida de otra persona. ¿Estás loca? Ellas son
quienes destrozaron tus cosas. —Sage me estudia durante un largo rato,
balanceándose sobre sus talones—. ¿Por qué crees que eres tú la que arruina las
cosas?
Me río, una risa pequeña y delgada—. Porque solo soy una c-carga. No quiero estar
aquí. No quiero ser parte de esto. No soy Carmindor, Sage, —lo admito, hipo—. Yo n-n-
no podría ser. Soy la Nebulosa Negra, soy la Princesa Amara, y destruyo to-to-todo lo
que toco.

Ella se recuesta. —De acuerdo.

—¿De acuerdo, qué? —suena demasiado calmada. —¿No lo entiendes? Esto es, Sage.
Este es el final de esto. No obtengo cosas buenas en esta vida. Nada de eso.

—No lo creo —Sage se pone de pie y alarga la mano para ayudarme a levantarme—.
Vamos.

Su mano se cierne, extendida, esperando que la tome. Dudo, mirándola,


preguntándome qué es lo que ve en mí como amiga, por qué no lo entiende. ¿No puede
ella entender?

—¿Por qué? —dije al fin.

—Porque tienes razón; no eres Carmindor. Eres Amara. ¿Y sabes por qué lo eres?
Porque has tomado una subtrama horrible y has sobrevivido, eres desinteresada y
valiente —Se agacha y me toma por los hombros—. Elle, cuando vi el último episodio
no pensé que Amara destruyera nada. Ella salvó el universo.

—¡Carmindor salvó el universo! ¡Todo lo que ella hizo fue morir!

—¿Pensé que dijiste que había otro universo en el otro lado?

—¿Importa? —respondo—. No podría ser Amara si quisiera. Las gemelas perdieron


el vestido de mamá y . . .y. . . —Un nudo se forma en mi garganta.

Sage se frota la parte posterior de su cuello. —Bueno, no lo perdieron exactamente.

—¿Qué quieres decir?

—Elle, yo. . .tengo una confesión que hacer —dice Sage lentamente—. Tomé el
vestido.

—¿Tú? —Comprendo inmediatamente—. ¿Lo tomaste?

—Sí. Cuando dije que iba a llevar a Frank a orinar ese día —Se ve avergonzada y
orgullosa al mismo tiempo—. ¡No pensé que tus hermanastras serían así! Lo siento
mucho. Yo no... yo solo... no podía soportar la idea de esas chicas usando las cosas de tu
madre. No pude hacerlo. Y entenderé si me odias de por vida por eso y. . .
La rodeé con mis brazos y enterré mi rostro en su hombro—. Gracias —sollocé—.
Gracias, gracias

—¿No estás enojada?

—¡Yo quería robarlo, pero no pude! No sabía cómo. Yo... estaba furiosa. Pero no pude
hacer nada.

—Pero Chloe tomó tus boletos. Ella tomó tus ahorros porque tomé el vestido.

Asiento—. Ella los hubiera tomado de todos modos. Sé que lo habría hecho.

—Está bien —se ríe nerviosamente y se pone de pie, extendiendo su mano. La tomo y
me pone de pie.
Aprieta mi mano—. Ahora hay que irnos, ¿sí? Estamos quemando la luz del día
simplemente aquí de pie.

—Pero ¿cómo vamos a llegar allí? El autobús se fue y. . .

—Iremos en La Calabaza.

Estoy boquiabierta—. ¿En serio? No podemos tomar la calabaza. Tu madre se


molestaría. Una multa de estacionamiento más y...

—Tiempos desesperados, amiguita. Medidas desesperadas. Voy a tratar con ella una
vez que llegue a casa. Ahora toma tus cosas. Vamos en un viaje por carretera.

—Pero no tenemos dinero.

—Lo resolveremos a medida que avancemos. Vamos, Bilbo, ¿dónde está tu sentido de
la aventura?

—Estás loca.

Ella mueve sus cejas—. Lo sé.

Secando mis ojos, recojo mi disfraz en mi bolsa de lona, dejando la corona rota
abandonada en el medio de mi habitación, y me apresuro a bajar las escaleras. Sage
abre la escotilla trasera del camión y allí, colgando del techo, está el vestido de mamá.
Miro con asombro descarado.

—Está bien —dice ella. Si quieres que arregle esto para que lo uses, vas a tener que
conducir —Me arroja las llaves y saca un pequeño conjunto de costura de su bolso.

—Espera, ¿qué? —cojo las llaves.

—Tú —responde ella, cerrando las puertas del camión, y dirigiéndose hacia el lado
del pasajero—. Conduce. Sabes cómo llegar a Atlanta, ¿verdad?

—¿Yo? —corro al otro lado y salgo corriendo al camión, medio esperando que el
Miata de Catherine venga rodando por la calle. Me pongo el cinturón de seguridad,
insertando la llave en el encendido. El velocímetro y todos los pequeños botones y
diales aparecen frente a mí como un complicado panel de control. —¡Apenas sé cómo
conducir!

—Dijiste que tenías una licencia.

—¡Eso no significa que practique!

—Entonces puedes aprender —responde, tomando mi bolso—. Tenemos cuatro


horas, medio tanque de gasolina y un concurso para matar. Entonces dime: ¿estás lista
para robar la calabaza, princesa?

Sage sonríe salvajemente y no hay manera de que pueda decir que no. Simplemente
no puedo—. Sí, copiloto.

Ella sonríe más ampliamente y tira sus Ray-Bans. La sigo, colocando mis imitaciones
baratas de aviador para ocultar mis ojos rojos. Le doy a la llave un giro en el encendido.
El motor retumba a la vida como una bestia que despierta de la hibernación y La
Calabaza sale de la vereda y baja por la carretera, el humo negro sale del tubo de
escape.
—Nunca será el azul correcto —murmuro, enderezando el cuello. El uniforme cuelga de
una percha en una habitación cerrada del centro de convenciones. Pensé que luego de
veintitrés días de filmar con el, estaría absolutamente harto de este disfraz, pero se siente
mal no usarlo ahora. Es como una segunda piel.

Paso mis dedos sobre los botones del pecho y las pulidas estrellas. Gail hizo que
almidonaran la cola esta mañana mientras cuidaba una taza de café. No recuerdo qué tan
tarde me quedé despierto, pero fue mucho después de que guiara los felices traseros de
mis coestrellas al hotel.

—Eres tan buen partido —Jess se había arrastrado hacia el asiento de atrás del auto de
Lonny. Resulta que tener un guardaespaldas viene con ventajas, y esas ventajas incluían
tener un servicio de limosina todo el tiempo. Lonny no estaba feliz. —Esa chica está loca
si no lo sabe.

— ¿Qué chica? —preguntó Calvin, recostándose boca abajo en el otro asiento.

—La chica de la que Darien está enamorado.

—No estoy. . .—discutí pero Jess borracha presionó un dedo sobre mis labios.

—Shhhhhh —ordenó, y vomitó rápidamente en mis zapatos. Los tiré en el vestíbulo,


intentando evitar la mirada asesina de Lonny por el resto de la noche mientras
encerrábamos a mis coestrellas en sus habitaciones.

Hubo un golpeteo en la puerta antes de que Gail entrara.

— ¿Estás listo, Dare?

Paso una mano nerviosamente por mi cabello.

—Claro. ¿Algo pasó con teléfono?

Ella sacude su cabeza. Tan pronto como regresé a mi habitación, bueno, tan pronto como
regresé y limpié los restos del vomito de Jess, Gail me había dado las malas noticias: mi
teléfono había desaparecido.

—No tengo idea dónde lo dejé, —se lamenta por millonésima vez. —Incluso intenté
llamar al número, pero va directo al buzón de voz. Lo siento, sé que dijiste…

—Lo encontraremos. —le digo con más certeza de la que siento.


—Cierto, lo haremos.

Me toma del hombro, sabiendo que no me moveré hasta que me lo pida, y me guía por el
corredor pasando la habitación verde, el único lugar en donde los invitados de la Con
pueden sentarse sin ser constantemente acosados por autógrafos o selfies. Incluso los
veteranos se sientan allí muy seguido. Nadie va hacia el piso de la Con. Es un acuario lleno
de pirañas. Es el epicentro del universo de la Nebulosa Negra.

Mientras la habitación verde desaparece detrás de nosotros, le doy una última y


desamparada mirada cuando un hombre con espeso cabello marrón y un, incluso abrigo
más marrón, entra en mi visión.

—Gail —patino hasta parar. —Creo que veo a Nathan F…

Gail tironea de mi hacia ella como un yo-yo.

—Puedes hacer que firme tu primera edición del comic Firefly luego. Después de tu
panel y tu, ah, tu firma de autógrafos.

Hundo mis pies en la alfombra.

— ¿Firma de autógrafos?

Gail se encoge y tira de su cola de caballo.

—Fue, umm, fueron órdenes de Mark.

—Ordenes de Mark…—estrangulo su nombre mientras lo digo. — ¿Mi padre dijo que


debo hacerlo?

—Él insiste. Dice que hará bien a la publicidad. Que lo necesitas. Intenté discutir con el
pero…

— ¿Qué si esa bloguera está aquí? La que dejó esos mensajes.

—No sabemos si es la misma persona —señala.

— ¿Y qué si las dos personas están aquí? ¡Cualquiera de ellas podría tener un ticket para
mi fila!

—Lo. . .Lo siento. —repite Gail, e instantáneamente mi miedo se convierte en


arrepentimiento y mis hombros bajan. El abrigo marrón se ha ido de la habitación verde.
Otra oportunidad perdida.

Sacudo mi cabeza.

—No, no fue tu culpa. No puedes ir contra Mark. Tal vez la oficina de la Con pueda hacer
algo, lo manejaré.

—Pero, Dare. . .

—Lo manejaré yo.


Al final del corredor, abro las puertas y hago mi camino a través de la habitación llena de
gente, Gail pasando entre la gente detrás de mí. Me rehúso a parar para selfies y
autógrafos o cualquier otra cosa porque estoy en una misión.

Primero Mark me hace ir a la Con. Luego me culpa por todas las filtraciones que hubo. ¿Y
ahora no me deja cancelar la firma de autógrafos? Y no hay gaseosa Orange Crush. Estoy
hasta las cejas de cosas fuera de mi control.

Mark puede besarlo.

No voy a ir a la firma de autógrafos.


La convención de Atlanta es ENORME.

Sage me deja en el frente para ir a buscar nuestros pases mientras ella encuentra
algún lugar donde estacionar la calabaza. Éste escupe mientras miro boquiabierta a
todas las personas. Hay tantas personas. No solo personas, sino Vulcanos y Nox y
Turians y Sith Lords. Groots, X-Men, Jon Snows, Marty McFlys, princesas de Disney,
Nathaniel Drakes e Indianas Jons, avatars de DOTA 2 al lado de personajes de League
of Legends, Abrigos marrones12, capas de héroes y de Hogwarts. Sailor Moons y
Trekkies13 y nadando sobre todos ellos, en abrigos de un perfecto azul marino, el signo
de la estimada Federación, estás los Stargunners.

El mundo imposible. E, incluso mejor, no hay señal de las gemelas.

12:22 PM
—A que NO adivinas donde estoy justo ahora, ah’blen.
— [1 foto enviada]

Espero a que me responda porque creo que él está aquí también, probablemente
hablando con el de los paneles de cosplays, pero no me responde. Al menos no al
principio. Lo hará cuando lo vea. ¿Pero, querrá que nos encontremos? ¿Lo quiero yo?

Creo… Creo que sí.

Determinada, subo mi cartera de lanilla a mi hombro y me embarco en la búsqueda


de un puesto de entradas. Un chico que se ve aburrido es el único que queda en la mesa
de entradas, donde se lee un gran letrero: ENTRADAS DE SÁBADO TOTALMENTE
VENDIDAS que cuelga sobre su cabeza. Tomó una respiración profunda y camino hacia
allí.

—Mira, no estoy intentando conseguir un nuevo pase, es que los míos fueron robados,
—le explico al chico de las entradas. —Lo único que quiero es entrar en el concurso de
cosplay. Prometo que no pasaré a la convención en sí, colectaré doscient. . .

Él apunta hacia el letrero.

12
Fanáticos de la serie corta de televisión Firefly.
13
Fanáticos de Star Trek
—No, sé lo que dice ese letrero, puedo leer —le digo. —Solo estoy preguntando si
puedo…

—¿Recibir un tratamiento especial? —dice, finalmente mirando hacia mí. Parpadea


detrás de sus gruesos anteojos negros. —Tal vez consigue las entradas con
anticipación la próxima vez, cariño.

—No me llames cariño. —Hago un chasquido.

—¿Quién te dijo cariño?

Sage emerge de la multitud en el lobby, enderezando su vestimenta, la cual, hoy, es un


vestido con un tutu azul. Se ve como una loca hada rockera, no es que la haga ver fuera
de lugar en una convención.

—Okay, no pude encontrar un espacio en el garaje debido a que La Calabaza no entra,


pero encontré este lugar a un metro del otro lado de la esquina y robé el registro de los
habitantes. La operación Evitar el Ticket de Estacionar está corriendo.

—Creo que eso es ilegal —dice el chico en el mostrador.

—También lo es el acoso sexual —intento lanzarle rayos con la mirada, pero nada
perturba a este chico. El infierno podría estar levantándose a su alrededor y el
probablemente pensaría que eso es tan SyFy del año pasado.

Suspira.

—Mira, si quieres ver qué puedes hacer sobre tus entradas “robadas”, ve a hablarle a
los organizadores. Están en esa oficina de allí —hace gestos hacia la esquina del lobby.
—Ve a molestarlos a ellos.

Con el ceño fruncido, giro sobre mis talones, abriendo mi camino hacia la oficina.

—Esperaré aquí afuera, ¿supongo? —dice Sage detrás de mí. —Diviértete


atormentando el castillo.

Sacudo mi mano por encima de mi cabeza para hacerle saber que la escuché.

Esto es ridículo. De todos los años que mi padre organizó de la ExcelsiCon, él jamás
hubiese contratado a un mocoso como ese. Al menos existen otras maneras de entrar a
una Con, y sé que todavía no llenaron la capacidad de personas. Siempre dejan un
abanico de entradas sin dueño sólo en caso de que alguien famoso vaya. Como el
presidente. O Tom Hiddleston.

Alcanzo la puerta de la oficina y espío dentro de la pequeña ventana. Una hostigada


vieja mujer está contando billetes en el escritorio. Se ve familiar, pero me toma un
momento reconocerla.

—¡Señorita May! —llamo y saludo por la ventana. Ella salta al oír su nombre, desliza
su silla hacia mí. Tiene puesta una camiseta violeta de regulación de la ExcelsiCon y
jeans, y juro que no ha cambiado sus Keds en los últimos 10 años. Sus cejas grises se
juntan mientras intenta recordar dónde me ha visto antes.
Hago el saludo de la promesa jurada, y sus cejas se elevan dentro de su cabello gris-
marrón.

— ¡Oh, Danielle! —grita, saltando fuera de su silla. Se apresura alrededor del


escritorio y tira sus brazos hacia mí. — ¡Danielle, has crecido tanto! Eres igual a Robin.
Tan parecida a él —dice, sosteniéndome con el brazo extendido. —Dios, han pasado,
¿cuánto, seis años?

—Algo así —contesto. Siete años. ¿Cómo es que ha pasado tanto? Me pregunto si ella
me culpa también. Pongo una sonrisa en mi cara. — Y es hora que regrese, ¿cierto?

— ¡Tan cierto como la lluvia! —contesta. —Robin nunca pudo mantenerse alejado.
Sabía que vendrías de nuevo.

—De hecho, señorita May, de eso necesitaba hablarle. Yo… nosotras…

De repente, la puerta de la oficina se abre y golpea la pared con un bang. Un chico alto
y joven, con el pelo oscuro y el andar presumido, pasa bruscamente a mi lado.

—Necesito hablar con el manager, — dice con su voz como hielo. —Por favor.

Mi boca cae abierta. Porque, Santo Príncipe de la Federación, Batman. Es Darien


maldito Freeman.

La señorita May se ve sorprendida.

—Bueno, ahora, espera un momento allí. . .

Una mujer de aspecto nervioso, su manager, supongo, entra a la oficina detrás de él y


cierra la puerta en silencio.

—Darien, está bien. . .

—Gail, no está bien. —Vuelve a mirar a la Señorita May. —Yo solo necesito hablar con
el director, por favor. Eso es todo. Estoy seguro que todo es un gran malentendido.

—El director está afuera en el lugar —dice la señorita May.

—Disculpen, —lo interrumpo.

—Un segundo, ¿sí? —Apenas me mira.

Siento que acabo de volverme invisible. Una cosa es sentirme invisible en casa, pero
esto, esta es la convención de mi papá. No debería sentirme invisible aquí. No me
sentiré invisible aquí.

— ¿Hay alguna forma de contactarme con él? —dice — ¿Llamarlo? ¿Algo?

—Dare, llegarás tarde al panel, —ruega su manager. —Tal vez podamos arreglar esto
después. . .
—Pero la firma es justo después del panel —dice, intentando razonar con ella.

Fijo mi mandíbula. Primero entra en el cast para arruinar Carmindor. Luego tiene la
indecencia de mostrar sus abdominales en la televisión nacional para vender
Carmindor. ¿Y ahora entra en la oficina interrumpiéndome y pretende que soy
invisible? Es por esto que blogueo. Hay cosas en esta vida que puedo pasar por encima.
Catherine, las gemelas, la basura del club de country. Pero no te metas con mi Starfield.

— ¿Eres un poco desagradecido, no? —digo.

Finalmente me mira y se ve como si no me hubiera visto antes. Oh, hola ahí, pienso.
Qué bueno que finalmente me notes.

— ¿Cómo? — dice.

— ¿No eres, —anuncio —un poco desagradecido?

—Lo siento, uh, señorita, estoy un poco apurado…

— ¿Y yo no lo estoy? —doblo mis brazos sobre mi pecho. —Estaba aquí primero y no


hay razón para que entres aquí y armes un escándalo porque no puedes sentarte y
firmar por unos minutos. Eso es ser desagradecido. En el gran esquema de la vida,
¿qué son treinta minutos para ti? —pongo las manos en mis caderas. —¿Qué son
treinta minutos para hacer el día de alguien asombroso?

Sus hombros se tensan.

—No entiendes. No puedes…

—¿No puedo? —me rio —Dame lo que cobras y yo firmaré por ti.

Él abre su boca para replicar, pero luego la cierra de nuevo y se da la vuelta hacia la
señorita May.

—Por favor, ¿hay alguna forma en la que pueda hablar con el manager? Podemos
llegar a un acuerdo. Solo no quiero firmar. . .

—Bueno, tal vez deberías firmar, —le contesto en lugar de la señorita May, quien se
ha vuelto más pálida —Tal vez eso es exactamente lo que deberías hacer, Darien
Freeman. Tal vez deberías darte cuenta que ser Carmindor es más que solo poner una
cara bonita.

Es una buena línea, porque estoy citando exactamente lo que escribí en mi blog. Y
cuando su mirada se endurece en un fulgor, me doy cuenta que la reconoce. Bueno,
bien.

—Solo eres una estrella consentida como el resto, —añado, agitando mi mano hacia
las puertas. —Así que ¡por qué no trabajas por una vez y vas a firmar algunos
autógrafos! Es lo mínimo que puedes hacer, si te haces llamar Carmindor.

Su manager, bendita sea, se ve estresada y que no gana lo suficiente, en esas horribles


y viejas zapatillas, se tapa la boca para detener una exclamación.
Darien Freeman me enfrenta por primera vez. Más o menos veo la atracción, es
hermoso en persona, especialmente con esa cicatriz y esos ojos, pero su personalidad
es la mayor decepción que alguna vez tuve. Definitivamente estuvo trabajando para
Starfield. No lo recuerdo siendo tan, um, imponente en la portada de Seaside Cove.
Cruza sus brazos sobre su pecho, sus hombros trabajan esa remera.

—Tú eres esa bloguera, ¿verdad? La que me odia.

—No te odio.

—Entonces, ¿por qué te quejas?

Me estiro, lo que al lado de Darien no es mucho.

—Lo que odio es que te estás comportando toscamente.

—No estoy siendo tosco.

—Oh, ¿así que llegar y demandar cosas a las personas gentiles es lo que consideras un
normal y educado comportamiento?

—¡Dije “por favor”! ¿No dije “por favor”? —pregunta con incredulidad, mirando a su
manager por una confirmación. Ella aprieta sus labios, y algo silencioso pasa entre
ellos. Cuando no lo coge, el tira sus manos hacia arriba. — ¡Bien! ¡Okay! Mire señorita,
uh…

—Señorita May, —intercepto. —Su nombre es señorita May.

—Señorita May, —repite. Un musculo tira en su mandíbula. —Lo siento por ser tan
tosco. Ha sido un día largo. . .

—Apenas son la una en punto, —murmuro. Darien lanza una mirada hacia mí.

—… pero solo quiero un poco de tiempo libre de la convención, ¿sabe? Solo un par de
minutos, y no haré esa firma de autógrafos. ¿Podría, por favor, llegar al director por el
walkie-talkie y decirle que me encuentre? Estaré en el panel de Starfield, —me mira —
trabajando.

Luego, gira en sus talones y se va. Un río de fans se ha acumulado fuera e intentan
llegar a él mientras deja la oficina, pero un hombre, probablemente su guardaespaldas,
lo protege de los fans y guía a él y a su manager a través del lobby. La puerta se cierra
detrás de ellos, exitosamente callando a toda la gente gritando su nombre.

Pongo mis ojos en blanco y frunzo el ceño. Pero la señorita May me está sonriendo.

—Realmente eres la hija de tu padre.

—Actuó como si fuera invisible, —le digo —solo hice lo que todos harían.
—Nope, eso es lo que haría Robin, —sacude su cabeza. —Trabaje con él por muchos
años, puedo ver cuando sale de ti su actitud. Apenas le diste al chico una bola de nieve
en el infierno.

—Estaba siendo muy mal educado contigo —le señalo.

—Mm-hmmm. —La señorita May asiente y se tambalea hacia atrás y hacia adelante
en su silla, levantando su walkie-talkie. Llama al nuevo director, Herman Mitchs, uno
de los antiguos amigos de papá, calvo, con panza cervezera, amante de hacer cosplay
de Chewbacca, y le habla de Darien Freeman antes de volver su atención de vuelta a mí.
—Así que, ¿qué puedo hacer por ti?

—Bueno…—retuerzo mis manos. —Mire, cosas pasaron y mis entradas fueron


robadas, dos de ellas, mía y de mi amiga. Tengo el recibo, pero el chico del mostrador
dijo. . .

— ¿Recibo? —la señorita May ríe, apoyándose en su silla. —Elle, la hija de Robin
Wittmer nunca necesita comprar una entrada. ¡Tú eres parte de esta convención,
cariño! Tú eres de la familia.

Desde su escritorio, saca las entradas. La parte de arriba está marcada de amarillo, el
mejor pase que puedes tener, el pase VIP que le dice a todos que no eres solo alguien,
sino alguien importante. Este es el Stan Lee de los pases.

Ella los extiende hacia mí y los tomo, mis dedos deslizándose sobre el nombre negro
impreso en un extremo. Robin Wittimer. Las lágrimas inundan mis ojos.

—Hemos impreso una para él cada año, —dice la señorita May. —Solo en caso de que
decidieras venir.

— ¿Cada año? —pregunto, mi voz distante. —Pero. . .

—¿Tu madrastra no te lo dijo? —la señorita May frunce el ceño. —Los primeros años
la enviamos a tu casa, pero las seguíamos recibiendo de nuevo así que solo decidimos
guardarlas aquí.

¿Así que Catherine sabía que era bienvenida a la EcxelsiCon todo este tiempo? ¿Ella
sabía que tenía una entrada solo para mí, de mi papá, cada año y las devolvía? Muerdo
mi labio inferior, tratando de no llorar.

La señorita May ve mi rostro y me ofrece un bowl de caramelos de mantequilla.

—Bueno, estás aquí ahora. Y tu amiga puede usar esta, —añade, dándome una de las
invitaciones extras que tienen para invitados especiales. — ¿Cuál es la ocasión? ¿Estás
aquí para ver el panel de Starfield? Porque me temo que te lo estás perdiendo. . .

—En realidad, estoy aquí por el concurso de cosplay.

Ella sonríe, desenvuelve un caramelo y lo mete dentro de su boca.

—Eres la hija de tu padre, sin duda.


—Necesitas calmarte, Dare.

Gracias por eso, Gail. Eufemismo del siglo.

Estamos caminando fuera del gran auditorio, lejos del panel. Manchas parpadean en
mi visión de los flashes de las millones de selfies que las personas que me aman en
Seaside no pueden esperar para tomar (a pesar de que, si enserio me amaran, no
tendrían el flash encendido). Todas las preguntas de la audiencia en el panel nadan en
mi cabeza como el interior de Blob14.

¿Cómo se siente ser el nuevo Carmindor?

¿Qué le das a Carmindor que el señor Singh no?

Ya que las grabaciones terminaron, ¿puedes decirnos un poco de qué esperar de tu


Carmindor?

¿Por qué pensaste que podías ser el Príncipe de la Federación?

A Jess no le dieron esas preguntas. Calvin tampoco. Y cada vez que le preguntaron a
Amon por qué me contrató como el príncipe de la federación, el simplemente decía:

— ¿Contraté a la mejor persona para el papel? Yo creo que sí.

Lo cual es, por supuesto, entrevistas 101. Cuando te preguntan algo que no quieres
contestar, redireccionas la pregunta con una tuya y contestas esa en cambio.

Así que entre esa blogger en la oficina de la convención y el panel, tengo un humor
bastante terrible.

No puedo creer que me cruce con la bloguera de Rebelgunner. Y era una chica. El
destino debe estar jugando conmigo. Ni ver a Nathan Fillion ayudará esta nube negra
que está sobre mi cabeza.

14
Personaje del universo Marvel, enemigo de los X-men
—Esa chica realmente se metió en tu piel, ¿verdad? —dice Gail, arrastrándose detrás
de mí. Lonny nos sigue como una sombra.

—No era tanto una chica sino el engendro de satán —murmuro abriendo la puerta de
SOLO INVITADOS hacia uno de los corredores privados.
—Tenía un punto, sabes —murmura Lonny.

Gail asiente.

—Darien, usualmente eres bueno con tus fans. Darien. —Cuando no paro, me agarra
del brazo para detenerme en el medio del corredor. El tipo del show del demonio nos
pasa, y lo saludo con un asentimiento. Cuando está fuera del alcance, ella susurra. —
¿Qué es lo que realmente está mal?

¿Qué es lo que realmente está mal?

Un músculo en mi mandíbula salta.

—Gail, mi teléfono sigue perdido y no he pasado tanto tiempo sin hablar con Elle
desde nuestro desacuerdo sobre el capacitador de flujo solar, Rebelgunner es una chica,
y tengo una firma de autógrafos en menos de. . .—chequeo mi reloj invisible —diez
minutos, donde un hombre que ha dejado mensajes amenazadores en mi hotel puede o
no puede aparecer.

Además (y sé que esto es loco) no puedo sacarme el sentimiento de que estoy siendo
observado. Me refiero a que sé que me observan pero. . .esto se siente diferente. Es la
misma forma que me sentí mientras estaba filmando. Como cuando el chico me
encerró en la azotea y luego esos clips y fotos fueron filtrados.

—Pero yo estaré allí, —murmura Lonny, crujiendo sus manos. —Los convertiré en
nudos de marinero.

—Gracias hermano. —exhalo un largo y lleno de estrés respiro. —Estará bien.


Absolutamente excelente. Mientras no firme nada que pueda ser descrito como un
montículo.
Me reúno con Sage en el lobby y la corono con el pase extra VIP, el mismo tipo de pase
que le muestro al chico del mostrador mientras pasamos por la línea de seguridad. Su
boca cae abierta al ver la línea amarilla en mi pase.

—Muerde esto, —digo, y ondeo un-dedo-a-la-vez mientras el de seguridad chequea mi


cartera, y mi disfraz, y me deja pasar.

—Está bien, solo necesitamos terminar tu disfraz y enlistarte para esta competición, —
dice Sage, tocando la correa de la cartera. —Todavía necesitamos asegurar que la
costura de tus hombros esté bien y llenar de brillo tu capa y. . .

—Sage. —la detengo.

Ella todavía no ha mirado frente a ella.

— ¿Si?. . .Oh. —Se queda mirando la extensión del lugar. Su boca se queda sin
mandíbula. —Ohhhhh.

Del suelo al techo, llenando el centro de convenciones entero, estaciones de TV y


estudios, y puestos de juegos llenan las paredes, replicas en tamaño real de los
personajes del Mundo de Warcraft y las figuras de Funko. Personas con sonrisas
placenteras son el staff se extienden de un lugar a otro, banners por Star Trek y Star
Wars están desplegados sobre las cabezas, moviendo sus manos gentilmente en el aire
acondicionado. La multitud revolotea en las fotos en el medio del pasillo, tomando
selfies con cosplayers blandiendo espadas de cartulina y guadañas, sables de luz y
phasers15 y starguns16. Un Deadpool choca conmigo mientras sale del camino de cuatro
Ewoks17 escabulléndose detrás de un mamut, sus celulares grabando el evento. Y sigue
sin haber señal de las gemelas. Lo cual es un buen signo.

Sage y yo lentamente nos giramos para mirarnos.

—Mierda. —dice. —Estoy en el paraíso nerd.

15
Tipo de arma utilizada en la saga de Star Trek.
16
Tipo de arma utilizada en la saga de Star Wars.
17
Personaje de Star Wars.
—Oh, joven Padawan, —le digo, ondeando mi mano hacia el lugar. —Todo lo que la luz
toca es de nuestro reino. Vamos a explorarlo. —La empujo dentro del estruendo
habitantes de fantasía y sci-fi y nos perdemos en la confusión.
—Dios, mira todas esas personas, ¡tantos Carmindors! ¿Crees que el tuyo está aquí?

—Tal vez. —le contesto mientras pasamos un stand que está vendiendo ropa de
Assassin’s Creed.

—¿Enserio? ¿Van a encontrarse?

—No lo sé. No me ha contestado.

—Mm. —asiente hacia un grupo de cosplayers reunidos en la esquina más lejana del
showroom. Uno está sosteniendo un letrero en el que se lee EQUIPO CUATRO
ESTRELLAS. — ¿Se reúnen muchos grupos de internet en las convenciones?

—Claro.

—¿Y tu gente de Starfield? ¿Con los que hablas por internet?

—Oh. . .bueno, sí. Un par de ellos están aquí. —Nos separamos por un momento
mientras un elfo con una guadaña pasan entre nosotras. —De igual manera, deberíamos
ir al área del concurso de cosplay e inscribirnos, ¿qué dices? E intentar no toparnos con
las gemelas.

— Si lo hacemos las encerraré en un armario — murmura Sage.

Me río.

—¿Lista para tocar algunos traseros de Nox?

Ella se burla.

—Elle, estoy lista para decirles que se arrodillen y te proclamen su Reina.

—Pensé que ibas a decir algo completamente diferente.

—Eh, estamos aún en un momento donde hay niños.

—Bastante justo.

Consulta un mapa de la convención y encuentra el piso del showroom, pero se lo quito


mofando.

—Ay, por favor, conozco este lugar como la palma de mi mano.

—Sí, ¿cómo es que conoces este lugar tan bien?

—Porque mi padre comenzó esta convención, —le contesto, agarro su mano de nuevo,
y sigo a mis pies dentro de la multitud, el mapa de la convención enterrado en mi
memoria como una de esas estrellas que brillan en la oscuridad en el techo de mi
habitación.
Garabateo mi nombre sobre otro retrato de mi personaje en Seaside Cove, agradezco
a la bonita morena por estar en la fila y le devuelvo la foto. Ella lo abraza como si fuera
de oro, me dice que me ama en Seaside, y se apresura a ir junto a sus amigos. Es
bastante increíble. Pensé que estaría cansado de que los fans me hablaran con
entusiasmo, pero hay algo serio en los fans que nunca es aburrido. Claro, tener fans
aumenta mi ego, pero me gusta pensar que no soy tan superficial. Aprecio este trabajo
porque estoy haciendo cosas que la gente, todo tipo de personas, desde mi punto de
vista, disfrutan.

—Así que la blogger tenía razón —murmuro para mí mismo, golpeteando la orilla del
marcador permanente en la mesa. Es molesto qué tan en lo cierto estaba ella. Mi
tiempo es mucho menos importante que hacer felices a estas personas.

Gail se aparta de mí, hablando animadamente por teléfono, organizando reuniones,


sesiones de fotos y todas las cosas por las que estoy demasiado ocupado para manejar.
Después de todo esto, ella merece un descanso. O un ascenso.

Al frente de la fila está Lonny, que se ve tan estoico y rudo como siempre, incluso con
una cachucha de las Chicas Superpoderosas que consiguió de un stand cercano para
lucir menos sospechoso. Él sigue obteniendo miradas extrañas.

Un fan me pasa un libro y empiezo a decir que no firmo el trabajo de otras personas
cuando reconozco la novela gráfica.

Batman: Year One.

Agarro el marcador y lentamente levantó la vista hacia un pelirrojo con una camiseta
de Kilgrave. Es más alto de lo que recuerdo, y más viejo, obviamente; su cabello muy
corto, ojos oscuros.

Mi corazón se hunde. Me recuesto, tapando el marcador—. ¿Brian?

—Hola, Darien. Ha pasado mucho tiempo, ¿no es así?

Miro detrás de él. Hay al menos veinte personas esperando para obtener algo firmado.
No puedo irme ahora y Gail está de espaldas, por lo que no puede ver el problema,
incluso si me convirtiera en Hulk y levantara a Brian sobre mi cabeza. Tengo que
mantener la calma. Lo cual es difícil, considerando que quiero golpearlo en la cara.
En cambio, asiento y respondo—. Un largo tiempo. ¿Tienes algo para que yo firme?
Sabes que no firmo el trabajo de otras personas.

Él se lame los labios. La insignia del inicio del Imperio de Star Wars se asoma desde el
cuello de su camisa. Por supuesto que obtendría el Imperio. Él nunca fue lo
suficientemente bueno para la Alianza Rebelde—. Solo quiero hablar contigo, solo por
un minuto. He estado tratando de ponerme en contacto contigo. Dejé mensajes de voz
en tu hotel. . .

—¿Ese eras tú? Pensé… —No termino mi frase. Porque lo que pensé era ridículo. Por
supuesto que debió de ser Brian.

Él sonríe—. ¿Los escuchaste?

—No puedo decir que tuve tiempo —digo, tratando de mantener la voz firme.

Él hace un ruido agravado y se pone en cuclillas para que estemos a la altura de los
ojos. Si eso no es condescendiente, no sé lo que es—. Mira, no sabía que tratarían de
derrumbarte así. Pensé que sería una nota rápida en algún pequeño periódico
sensacionalista. No pensé que la revista People lo obtendría. Él dijo que me quedaría
con el dinero, y. . .¡no sé, amigo, creí que estabas enterado de eso!

— ¿En eso? —No puedo creerlo—. ¿Enterado de qué? ¿Venderme?

—Era mucho dinero. Lo entiendes, ¿verdad? Tienes que entenderlo.

Quiero decirle que se vaya, pero la verdad es que entiendo. Entiendo por qué me
vendería por dinero a un paparazzi. Cuando alguien te da suficiente dinero en efectivo
para cubrir una buena parte de tu matrícula universitaria, lo tomas. Y luego estaba yo,
el hijo geek de la autoproclamada realeza de Hollywood. Éramos marginados. Entonces
nos hicimos amigos.

Así que sí, por supuesto que lo entiendo. Lo entiendo mejor de lo que me entiendo a
mi mismo. Eso es lo que más me molesta. Que él no pudo entenderme de la misma
manera. ¿No era eso lo que eran los mejores amigos? Él era como mi hermano. Los
hermanos no se delataban, y sin embargo aquí estamos.

Miro hacia abajo a mi marcador, girándolo en mis dedos—. Sí, Brian, lo entiendo.

Su rostro cambia a alivio—. ¡Oh, genial! Entonces, escucha, si estamos bien y, como
amigos otra vez, creo. . .

—No.

Sus cejas se alzan—. Pero acabas de decir. . .

—No estoy tratando de ser un idiota. Eras mi mejor amigo. Confié en ti. —La gente
detrás de él se está inquietando. Gail todavía está hablando por teléfono con alguien.
Será mejor que Mark o yo arrojemos toda su ropa interior en mi mini nevera esta
noche cuando regresemos al hotel.
Pero Lonny. . .nos está mirando fijamente, con los brazos cruzados sobre el pecho,
esperando que le dé una señal. Él arquea una poblada ceja negra. ¿Quiero que le
muestre a Brian la puerta? Sí, sí quiero.

Pero eso no va a terminar las cosas. Necesito hacer esto.


Empujo su copia de Batman: Year One nuevamente sobre la mesa—. Te perdono,
Brian, pero no creo que podamos ser amigos otra vez.

Ambos conseguimos nuestras copias el primer año que fuimos a una convención,
antes de que llegara a ser famoso. Hicimos el cosplay de Carmindor y Euci, e hicimos
fila durante dos horas solo para obtener el autógrafo de David Singh en nuestros viejos
DVD de Starfield. Era la primera vez que pasábamos el rato fuera de la escuela, el fin de
semana nos hicimos amigos. El tipo de amigos que se convertirían en una mierda,
bebiendo cerveza en la parte trasera de las camionetas de los amigos de la playa. El
tipo de amigo que grabó mi primera cinta de audición que papá, quiero decir, Mark usó
para conseguirme el papel de Sebastian en Seaside Cove. Esa primera convención fue el
comienzo.

Entonces. . . entonces mi vida sucedió. Seaside Cove. Luego Starfield. Entonces, de


repente, lo que creía que era verdad ya no lo era, ya no era quien creía que era. Y quién
era yo para todos los demás cambió. Cambió.

—Disfruta del resto de la convención —le digo a Brian, haciendo un gesto para que la
siguiente persona avance.

— ¿Estás bromeando? —se burla Brian —. ¿Me vas a dar esa mierda de que no tienes
tiempo cuando has estado mensajeando a alguna chica al azar durante el último mes?

Lo miro bruscamente, y sus cejas se levantan. Está sorprendido, tomado por sorpresa,
y de repente todo hace clic, todos esos momentos durante el rodaje, todas mis
sospechas de ser observado. No estaba loco.

—Tú —digo en voz baja—. Tú estabas ahí. Me encerraste en la azotea. Tu filtraste


esas fotos —Mi cabeza gira—. ¿Cómo entraste al set?

— ¿No lo has descubierto? —sus dientes brillan—. Todo lo que tenía que hacer era
soltar el nombre de Mark y nadie se metía conmigo. Tu director de vestuario parece
aterrorizado de él. Ah, y por cierto —él sostiene algo, mi teléfono—. Tu ayudante dejó
esto atrás.

Me abalanzo para alcanzarlo, pero Brian lo aleja.

—Nah, no tan rápido. Porque hasta hace como diez minutos, te lo iba a traer como
una ofrenda de paz, a pesar de que nunca respondiste mis mensajes en el hotel.

—Mira, estaba ocupado grabando y. . . —lo alcanzo de nuevo—. Solo devuélvemelo.

Pero no lo hace. Él está mirando la pantalla. Leyendo.

—Elle está aquí, sabes —dice.

Mi estómago cae en picado. Debe notarlo en mi cara porque Brian sonríe.


—No te preocupes. Le haré saber que estás demasiado ocupado para pasar el rato
con amigos. —Antes de que pueda detenerlo, escribe algo y deja caer el teléfono
directamente en mi regazo—. De nada.

Luego golpea con los nudillos contra la mesa y se va, abriéndose paso entre la
multitud mientras un tipo grande se mueve a su lado y desliza un póster de Starfield
sobre la mesa.

Miro el teléfono. Está abierto en un mensaje de texto. Uno enviado a Elle. El cual yo
no envié. Me trago el nudo en mi garganta.

— ¡Soy un gran admirador, estoy muy emocionado por la película! —dice


entusiasmado.

Deslizo mi teléfono hacia un lado, tratando de lucir despreocupado para que Brian no
pueda obtener el beneficio de inquietarme y destapo mi marcador—. ¿Sí? ¿Qué es lo
que más te emociona? —Trazó mi firma en la parte inferior del cartel.

—La plataforma de observación —dice, sonriendo—, es agradable en esta época del


año.

—Solo en el lado sur de Metron —respondo, deslizando el póster de regreso—.


Gracias por venir —le digo y miro al siguiente fan. Sigue mirando hacia adelante, sigue
mirando hacia adelante, repito el mantra para mí.

Nunca mires atrás.

Finalmente, Lonny se acerca y merodea hasta que Brian se escabulle lejos de la fila.
Permanece en mi visión periférica por un tiempo hasta que mi guardaespaldas hace
crujir sus nudillos. Finalmente Brian desaparece. Espero que sea la última vez.

Tal vez eso es lo que hace la fama. Corrompe todo lo que te rodea hasta que incluso
tus mejores amigos te ven más como un nombre que como una persona, una
mercancía en lugar de un individuo. Tal vez así es mi vida ahora.

Pero ¿qué hay de Elle? ¿Pasará lo mismo cuando descubra quién soy? Ya odia a
Darien Freeman, pero ¿ella también me odiará? Mientras miro al tipo con el que solía
intercambiar tarjetas Pokémon conmigo detrás de los contenedores de la cafetería,
empiezo a preguntarme si realmente quiero arriesgarme otra vez.

Solo terminará de la misma manera. Quizás ahora sea peor. Y tal vez sea peor porque
en realidad tengo sentimientos por Elle, y me doy cuenta de que eso es lo que Gail
estaba tratando de advertirme. No porque Elle sea una desconocida, o porque pueda
ser una mala persona, sino porque es normal. Ella es como todos los demás.

Y como todos los demás, ella no podría entenderlo.

Gail finalmente cuelga el teléfono y camina hacia mí—. ¿Cómo te va? —pregunta
alegremente.
Le doy una sonrisa—. Estamos haciéndolo genial. —le muestro mi teléfono—. Lo
encontré.

El último mensaje que envié, que Brian envió, es un duro, un duro adiós. Pero la cosa
es, y esto es lo que me mata, que es lo correcto. No puedo verla más. ¿Qué dijo
Elle. . .que este era un universo imposible? Me había burlado de eso, pero ahora no
estoy tan seguro de que sea tonto. Mi vida es imposible. Mi suerte es imposible.

¿Yo y Elle? ¿Juntos? Eso es probablemente lo más imposible de todo. Gail jadea— ¡De
ninguna manera! ¿Dónde estaba?

—Bolsillo —miento. Gail se relaja con alivio.

—Gracias a Dios —se endereza—. Bueno, ¿estás listo?

—¿Listo para. . . ? —trato de mantener mi visión enfocada mientras recibo a otro


admirador, portando lo que parece ser una figura de acción mía. Dios mío, ahora soy
una figura de acción.

—¿El objetivo de esta convención? —Gail niega con la cabeza y me toma por el
codo—. Vamos, Carmindor. Tienes un concurso por juzgar.
Aliso y aliso las arrugas de la tela color cielo nocturno para ocultar mis manos
temblorosas. A través de las manchas en el espejo, Sage lucha con mi cabello. Nunca
hace lo que alguien quiere que haga, y hoy no es la excepción: no se queda en la trenza.
Cuando un bucle se deshace de nuevo, ella levanta las manos.

—Lo siento —le digo—. Debería haberte advertido que mi cabello es una mierda. —
Intento pasar los dedos por los mechones para deshacer el resto de la trenza, pero se
enredan alrededor de mis dedos y cuanto más jalo, más nudos se crean.

—¡Diez minutos! —grita un tramoyista—. ¡Todos los concursantes a los bastidores,


en orden!

Sage maldice.

Las otras Amaras, Eucis y Carmindors (algunos transgénero, algunos AU18, algunos
estrictamente canon) se mueven a nuestro alrededor y salen del baño hasta que solo
queda otro cosplay de Amara. Me pregunto si mi Carmindor está en el grupo. Él tiene
que estarlo, ¿verdad? Él tiene que estar en un concurso o en un panel aquí o algo así.
De lo contrario, nunca me habría enviado un mensaje de texto sobre la convención en
primer lugar.

La otra Amara arregla su lápiz labial negro en el espejo y hace una pausa. Levanta la
vista—. Oh, Dios mío. Lo siento, esto es probablemente súper espeluznante,
pero. . .¿eres la chica que escribe en Rebelgunner?

—Yo… umm… ¿Sí? —Estoy demasiado sorprendida como para avergonzarme.

— ¡Dios mío, amo tu blog! ¡Lo amaba antes de que se hiciera popular! —ella me
envuelve en un abrazo, aunque no la conozco en absoluto. ¿Es una comentarista? ¿O
solo un lector? ¿Importa? Se siente como un abrazo real. Amistoso. Le devuelvo el
abrazo.

—Te reconocí por tu avatar… espero que no sea extraño —Retrocede y mira mi
disfraz. Metros y metros de la tela de Amara, y los restos de la chaqueta de mi padre
como las hombreras, con flecos dorados colgando—. ¿Es este tu disfraz? ¿Del que
estabas hablando en tu publicación?

18
AU: Alternate Universe: Universo Alterno
Dudo—. Algo así. Es el de mi papá, y mi mamá. Una especie de combinación. Sin
embargo, no importa. Esto es todo tan... tan genial. —digo, haciendo un gesto hacia
fuera del baño a la convención más grande—. Es todo lo que papá esperaba que fuera.
Una mirada pensativa cruza la cara de la chica—. ¿Tu papá?

—Él comenzó la ExcelsiCon —respondo—. Bueno, una de las personas que lo


hicieron…

—Espera. ¿Eres la hija de Robin Wittimer?

—Yo… sí —asiento—. A él le hubiera encantado tu atuendo, por cierto. Quiero decir,


es increíble. Te pareces a Amara.

—Gracias, pero... —desliza sus ojos a lo largo de mi disfraz, desde el uniforme roto
hasta la insignia de starwing rota, hasta la notable falta de una corona, y luego, para mi
total sorpresa, arranca su propia corona de su cabeza.

—Así. —la posa sobre mi frente—. Mejor.

—¿Qué? —la toco con cuidado—. No puedo tomar esto…

Ella levanta una mano—. No digas que no. He estado viniendo a esta convención por
años. La amo. Así que considéralo un agradecimiento.

En el espejo, detrás de mi lío de cabello, la cara de Sage cambia. Espero a que se queje
de una corona nueva que cambia toda su atuendo, pero en cambio chasquea los dedos.

— ¡Eso es! —exclama.

— ¿Que es qué?

Ella saca un paquete de toallitas de limpieza de maquillaje de su bolso—. Quítate ese


maquillaje. Tengo una nueva idea.

—Pero…

— ¡Silencio! Estamos en contra del reloj. El concurso comienza en literalmente diez


minutos —Luego se vuelve hacia nuestra nueva amiga—. ¿Crees que puedes
conseguirnos… una starwing? ¿O tal vez una banda de goma dorada?

—Puedo conseguirte más que eso —responde y sale apurada del baño.

Le doy a Sage una mirada extraña—. ¿Qué estás haciendo?

— ¿Confías en mí?

— ¿Es eso una pregunta con trampa?

— ¿Confías. En. Mi? —pronuncia lentamente.

¿Qué puedo decir?—. Sí. Por supuesto.


Detrás de ella, la puerta del baño se abre de golpe, trayendo una avalancha de
Carmindors, Amaras, Eucis y Nox Kings. Tantos personajes de Starfield, amontonados a
mi alrededor, algunos que reconozco de los tableros de mensajes, caras nuevas y viejas.
Recogen pedazos de sí mismos, entregándoselos a Sage.

—Si no fuera por el Sr. Wittimer... —los escucho decir.

—Ésta fue la primera convención a la que fui alguna vez...

—… Por primera vez en mi vida…

—... sentí como si perteneciera...

—... gracias a tu papá.

Mi papá.

Mi papá.

Sonrío a todos los cosplayers que me entregan trozos y piezas de sus disfraces,
porque de lo contrario podría llorar. Son solo cosas pequeñas: los guantes de Amara,
pendientes color regaliz en mis orejas, incluso una pegatina de estrella debajo de mi
ojo izquierdo. —Porque en la Nebulosa Negra ella es galáctica —dice una chica
pequeña con un guiño, y luego, a través de la multitud de personas, una Amara con
cabello oscuro y lentes morados se abre paso.

Hago una doble toma. Oh, Santo Batnipples, no. Es Calliope.

Cruzamos la mirada. Cal me mira, congelada como si acabara de ser expulsada al


espacio. Está usando un vestido de cosplay costoso. Es la imagen de la princesa Amara:
lo que el mejor dinero podría comprar. Le queda muy bien, un azul profundo con
lentejuelas incrustadas y un escote drapeado, hombreras color plateado metal y un
broche en forma de una estrella con alas. Estoy seguro de que ella no entiende lo que
significa nada de eso.

La multitud parlanchina se calla. Sage se congela a mitad de la trenza. Cal se acerca,


mira mi vestido, el vestido que se suponía que debía llevar, la chaqueta que Chloe
destrozó, y sus ojos se llenan de lágrimas.

—Se ve mucho mejor en ti —susurra.

—¿Dónde está Chloe? —Mi voz tiembla.

—Fuera en la audiencia. Quiere tener la mejor vista para cuando... —duda—. Lo


siento mucho, Elle.
No creía que Chloe llegaría tan lejos. Ella solo... ella realmente quiere ser famosa. Ella
quiere ser alguien.

—Ella es alguien —dice Sage—. Ella es la reina de lo horrible.

Cal la mira impotente—. Ella realmente no es tan mala.


—Lo es —Sage cruza los brazos—. Y tú simplemente aceptas eso.

Cal parpadea. Y luego, después de un momento, niega con la cabeza. Respira


profundamente y dice—: Lo siento mucho, Elle. Creo que estos también son tuyos.
Están muy apretados para mí y. . . —levanta su vestido y se quita los resplandecientes
zapatos de de mi madre—. Creo que te quedarán mejor.

Vacilante, me quito los tenis negros que Sage me prestó y me las pongo, un pie a la
vez. Y por un momento, estoy de vuelta en la sala de estar, bailando el vals sobre los
pies de mi padre mientras me gira, dando vueltas y vueltas, en el vestido de mamá
hecho de luz de las estrellas, universos y el amor en cada una de las costuras.

Los zapatos se ajustan perfectamente.

—¿Concursante cuarenta y dos? —Llama un tramoyista, asomando la cabeza en el


baño—. ¡Eres la siguiente! ¡Date prisa!

Sage me mira directamente a los ojos—. ¿Estás lista, Princesa?

—Yo. . . eso creo.

—Bien —Ella termina de envolver mi cabello en la corona y retira sus manos—.


¡Llévatela!

Miro a Cal una vez más, y me da un pequeño saludo con la mano antes de que el
tramoyista me saque del baño. Esquivo a un Nox de orejas largas. Ni siquiera tengo
tiempo para mirarme al espejo, para ver lo que Sage y los otros cosplayers me hicieron.
Solo sé que ella tomó los nudos en mi cabello y los enrolló en la corona, hay partes de
trajes que no son míos y que brillan en mi chaqueta almidonada tanto que sueltan
polvo de estrellas cuando me arrastran por el pasillo, los pliegues del universo
ondeando a mí alrededor. Mi cara se siente demasiado ligera. No hay suficiente
maquillaje. Es demasiado yo. No puedo ser la princesa Amara.

Pasamos a los concursantes que acaban de pasar los cuales se vuelven a mirarme con
miradas extrañas y pensativas. Intento preguntar si hay algo mal, pero el tramoyista
sigue jalando de mí hacia adelante, luego estamos en la boca del escenario y el maestro
de ceremonias grita—: ¡Concursante cuarenta y dos: la Princesa Amara de la
Federación Nebulosa Negra!

—Ve —susurra el tramoyista y me da un ligero empujón.

Mis pies toman la delantera. Un paso. Luego otro.

Las zapatillas de luz de estrellas de mi madre hacen eco en el escenario como vidrio
contra el suelo.

Barbilla levantada, Elle, escucho la voz de papá decir en mi oído. Mira a las estrellas.
Apunta…

Mis manos aflojan sus puños, mis hombros hacia atrás, derechos, relajados. Soy la
mitad de mi padre. La mitad de mi héroe. Y soy la mitad de mi madre. Mitad de
suspiros suaves y mitad de bordes afilados. Y si pueden ser Carmindor y Amara,
entonces en algún lugar de mi sangre y huesos también puedo serlo yo. Soy la princesa
perdida. Soy el villano de mi historia y el héroe. Parte de mi mamá y parte de mi papá.
Soy un hecho del universo. Lo Posible e Imposible.

Yo no soy nadie.

Soy la hija de mis padres, y luego me doy cuenta; me doy cuenta de que en este
universo también están vivos. Están vivos a través de mí.

Poniendo mis manos en forma de pistola, la señalo hacia el techo, levantando mi


barbilla, levantando los ojos contra las luces cegadoras del escenario, y apunto a las
estrellas.
Son sus ojos. La forma en que te observa como si tuvieras todo el tiempo del mundo y
aun así estuvieses llegando tarde. Su mirada es firme, tiene los hombros erguidos
incluso aunque en ellos lleve todo el peso de la Federación. Su pelo brilla, rojizo como
un sol agonizante, enredado y salvaje alrededor de la corona dorada.

Mientras camina, lenta y constante, las hebillas de sus tacones destellan, el vestido se
arremolina a su alrededor, ondeando, kilómetros y kilómetros del universo
envolviendo sus bordes y sus curvas. En su rostro pálido, su boca es una línea negra,
delgada y decidida. Se detiene en el centro y levanta la mano como un phaser,
apuntando al cielo, y luego su mirada se posa en mí.

Sus ojos me tocan algo adentro, pero no puedo por nada del mundo acordarme dónde
los he visto. Creo que en el show, en la princesa misma, en la forma en que relaja los
hombros y levanta la barbilla.

Desafiante, como en el episodio final.

Tiene puesto el vestido de gala de la princesa Amara, como el que Jess usó en esa
escena en la que bailamos sobre las cenizas durante ocho horas. Pero esta Amara es un
poco diferente, está un poquito cambiada, solo un poco. Es como Amara luciría, quizás,
del otro lado de esa gran Nébula Negra. No solamente una princesa, si no la
comandante del Prospero, la capitana de su propia vida, con la chaqueta de Carmindor
sobre sus hombros, el collarín en su lugar, la falda almidonada y aleteando tras ella,
con los bordes dorados como la cola de un cometa.

Su chaqueta azul como el que se ve en un amanecer, un color que te hace desear que
puedes volar hacia él, es del tono perfecto. El tono correcto. Los botones están pulidos
y brillan, no porque sean nuevos, sino porque están cuidados. Las estrellas aladas
abrochadas en su solapa destellan con las luces del escenario.

Esta es Amara. La verdadera Amara. De la que Carmindor se enamoró. A la que él le


hubiese devuelto la mirada dos segundos antes. Ella me hace recordar por qué me
enamoré de Starfield, la hipótesis de que, en cada universo, en cada mundo, hay un
Carmindor y una Amara.

En cualquier universo, en cualquier mundo, quien quiera que seamos; somos ellos.
Ellos son nosotros.
Por el rabillo del ojo miro a los otros dos jueces. La observan boquiabiertos. Empiezo
a sonreír. ¿Verdad que sí? Les quiero decir. Pienso exactamente igual.
En el momento que salgo del escenario sacudo ligeramente todas mis extremidades,
tratando de quitar el nerviosismo. Me siento como si hubiera sido tocada por un cable
de alta tensión. Pero realmente lo he hecho. Salí al escenario. Miré a los jueces, ciega
como un maldito murciélago, esperando como un demonio haber hecho contacto con
por lo menos uno de ellos.

Y como que espero que Darien Freeman no me haya reconocido.

— ¡Su alteza! —Sage grita susurrando, arrojándose sobre mí. Nos abrazamos y ella
brinca con los brazos al aire. — ¡Eso estuvo estelar! Tú estuviste estelar. ¡Todo estuvo
estelar! Hubo algunos otros que fueron buenos, pero oh Dios, me siento bien con esto.
¡Realmente bien!

— ¿Lo estás? Porque yo pienso que me desconecté por un momento —le susurro—
¿Crees que Chloe me reconoció?

—No lo hizo —dice la voz de Cal, atrás nuestro. —Le. . .le mandé un mensaje de
último momento por una emergencia con mi disfraz, así que tuvo que dejar el teatro.
Hay una gran posibilidad de que ella no vuelva a entrar.

Miro a Cal, llena de sorpresa y gratitud.

—Gracias.

—No —ella niega con la cabeza—No lo merezco. Tomará un tiempo antes de que lo
haga.

— ¿Concursantes? —uno de los tramoyistas nos llama al escenario.

Sage me abraza una última vez, y me susurra un “¡Buena suerte!” Antes de que me
lleven a las deslumbrantes luces. La miro en las bambalinas, incapaz de quitar la
sonrisa que se expande en mi rostro, y me doy cuenta de que no importa si no gano.
Llegamos hasta aquí, competimos y nadie pude quitarnos esto.

El tercer lugar es para Euci, que luce exactamente como en la promo de la película. No
para mí. Sabía que no sería yo. Pero aun así, tenía una poco de esperanza. Fue una
buena corazonada.
Miro hacia atrás a Sage, ¿Cómo es que ella está sonriendo? ¿Acaso sabe algo que yo
no? Es solo la euforia residual de la competencia. Hay 43 de nosotros y solo 3
ganadores. Cal esta parada junto a mí, demasiado nerviosa.
—Odio esto —susurra Cal—me recuerda a los torneos de tenis.

—Mi padre solía decir que era la mejor sensación del mundo—. Miro al público,
siento mi corazón resonar en mis oídos y mis pulmones se expanden en soplos cortos
y frenéticos.

Cal me mira extrañamente.

— ¿Qué? ¿Esto?

—Ser tu personaje favorito. No me importa si gano o no. Estoy feliz de estar aquí—le
susurro.

—Desearía haberlo conocido mejor—dice ella mientras se muerde las uñas —Ojalá
conociera Starfield mejor.

—Puedo enseñarte—le ofrezco.

— ¿En serio?

—Claro, Sage y yo podemos.

Un ligero rubor tiñe sus mejillas.

—No me molestaría.

Debe ser algo extraño de decir porque está por hacer otra pregunta, su cara fruncida
en desconcierto, cuando el maestro de ceremonias anuncia:

—El segundo lugar es para… ¡El número 42, la princesa Amara de la Federación de
Nebulosa Negra!

La audiencia aclama.

No lo oigo al principio. Como si mis oídos no registraran los sonidos en ese orden.
Pero luego, Cal me da un codazo y con su cabeza señala hacia el frente, sus labios
dicen: “Eres tú”.

¿Yo?

Miro al público, a toda es multitud animando tan fuerte que siento como todo mi
cuerpo vibra. El maestro de ceremonias me da una paciente sonrisa mientras señala el
frente del escenario. Doy un paso. Cada gran viaje comienza con uno, ¿No es así? Todo
lo que se necesita es uno, después otro y otro.

— ¡Felicitaciones! —dice el maestro de ceremonias dándome el premio. Dos pases al


Cosplay Ball. El premio del segundo lugar.

Segundo lugar. Aprieto los pases contra mi pecho.


El maestro de ceremonias abre la última tarjeta que revela el primer lugar. Sus cejas
se alzan hasta formar una sola línea. —Y el primer lugar, con un premio de quinientos
dólares y boletos exclusivos para la premier de Starfield es para… ¡El número 17, la
princesa Carmindor!

Desde el otro lado de la fila, un cosplayer toma su vestimenta andrajosa del uniforme
de la federación y se balancea por su premio, saludando a la audiencia. Aún sin su
corona, luce como la primera.
Es un gran cosplay. Fantástico cosplay. ¿Carmindor versión mujer? Ella es increíble.
Aplaudo como el resto de los demás, sonriendo.

Los jueces se acercan a nosotros para felicitarnos. Estoy aturdida, tratando de estar
aquí, pero al mismo tiempo solo trato de seguir respirando. No gané. No gané el dinero.
No iré a Los Ángeles.

Pero…

Miro los pases dorados en mis manos y mis ojos comienzan a lagrimear. El Cosplay
Ball.

—Buen trabajo —dice una profunda voz. Suena muy familiar.

Hecho un vistazo. Darien Freeman.

—Estuviste increíble, digo, ese traje. Hiciste un buen trabajo, es decir, un gran trabajo,
gracias, no. . . eh. . .

—¿Acaso un Nox tiene tu lengua? —digo antes de que pueda detenerme.

Sus ojos se abren, sus manos se relajan. —Tú. . . Tú eres la chica de la oficina.
Rebelgunner—. Intenta controlar su voz de una manera extraña que me hace sentir
que debo darle una disculpa por llamarlo mimado y por regañarlo por tratar a Miss
May como un idiota. En lugar de eso, sonrío. Después de todo, él solo fue un tercio de
los votos de mi segundo lugar.

—Me alegro de que no hayas intentado huir como una gallina de esto también.

Sus ojos se oscurecen y sus labios se mueven ligeramente hacia abajo, como si
estuviera a punto de decir algo increíblemente malcriado, cuando Sage me rodea el
hombro con un brazo, y los otros cosplayer, un caballero Nox, Euci, Lord Dragnot
(Episodio 3, personaje secundario), junto a muchos otros, se inundan a mi alrededor
con promesas y juramentos llenos de alegría.

¿Por qué me siento como si hubiera ganado cuando no fue así?

Sage me envuelve en un abrazo —Segundo lugar, ¡Sí! ¡Me gusta el segundo lugar!

—Así que, ¿Quién va a ser tu cita? —pregunta Cal, señalando los pases con la barbilla
—Para el baile.
—No lo sé —digo mientras muerdo el interior de mi mejilla —Digo, supuse que Sage
podría…

—Oh no —me interrumpe Sage —Estas disfrutando tu premio, además, no tengo un


disfraz.

—Sage estará muy ocupada saliendo conmigo —dice rápidamente Cal. Apenas
entiendo lo que dice.

La boca de Sage se abre.

—Yo…eh…—balbucea. Sus mejillas ya ruborizadas se sonrojan.

Mi hermanastra se gira a ella. —Digo, eh, ¿Qué dices? ¿Tal vez podríamos ir por un
trago? Si tú quieres—. Mira al suelo. —Conmigo, claro.

La boca de Sage se mueve, pero no hace ningún sonido, así que intento ayudarla
dándole un golpe con la punta de mi zapatilla. Debió ser un golpe que reinició sus
funciones cerebrales, por que grita.

— ¡Sí! Digo, ¿Cómo una cita? Si, está bien, estaría genial—. Sonríe, sus ojos
enfocándose en Cal como si fuera la Estrella Norte.

—Genial —Cal sonríe. Después, como si recordara a su otra mitad (o percibiendo el


mal, quien sabe), mira a la multitud. —Elle, deberías darte prisa antes de que Chloe
venga, sé que viene en camino.

—Que venga —dice Sage haciendo que su barbilla sobresalga. —La golpearé en la
cara.

—No, pienso que debería irme —digo. —Gracias otra vez —le digo a Cal, aunque diga
que no merece los agradecimientos. Lo cual podría ser cierto, pero soy la mitad de lo
que fue mi madre, y mi madre siempre fue amable y agradecida. Y mi papá estaría feliz
de que fuera como ella.

Sage me entrega mi bolsa de lona y yo tomo mi traje, apresurándonos entre la


multitud de las personas. Sé que Carmindor no me ha respondido desde la noche
anterior, pero he estado ocupada con la Con. No me imagino llevando a otra persona al
baile.

En el baño, suelto mi bolsa y mojo mi cara con un poco de agua. Cuando alzo la
mirada, un terrible pensamiento cruza por mi mente.

¿Y si dice que no?

La chica que veo en el espejo, con la corona de estrellas atada a un cabello


despeinado, con el rímel corrido, con la chaqueta cosplay heredada, y el vestido de su
madre, quien nadie quería, quien nadie quiso alguna vez, no desde que papá murió.
Pero en esta Con, rodeada del fruto del sueño de papá...
Tal vez él diga que sí. Tal vez en esta Con, los mundos están colisionando y nada es
imposible. Busco dentro de mi bolsa de lona, juntando el valor necesario para
preguntarle. Incluso si él dice no, todo estará bien. Incluso si él no quiere conocerme, lo
entenderé. Pero justo cuando tomo mi teléfono, veo un mensaje ya esperándome.

Carmindor 1:47 PM
—Lo siento Elle.
—No creo que debamos hablar más.

Mi excitación, mi anticipación, mi esperanza, se deslizan lentamente hacia el fondo de


mi estómago como un pedazo de carbón.
Me deslizo fuera de la multitud del escenario, hacia las plataformas laterales. Está
hecho, me digo a mí mismo. Miro hacia atrás a todos los admiradores, algunos con
cámaras y los flashes encendidos, otros con GoPro y videograbadoras, sus pequeños
ojos negros apuntándome. No hay nada que tú puedas hacer. Esta enviado. Me escondo
detrás de las cortinas del escenario para salir de la línea de visión.

— ¿Estás bien? —pregunta Gail. Ella era lo más cercano que tenía a una amiga y
tengo que corresponderle—Te ves un poco pálido.

—Estoy bien, solo. . .abrumado—le digo, intento hacer una broma. — ¿Un poco de
competencia eh? Estoy muy seguro de que les he mostrado a mis admiradores que soy
un excelente juez—. Cuando Gail no se ríe, me aclaro la garganta. — ¿Dónde se
encuentra los baños en este lugar?

Ella me señala una puerta de salida del escenario con la cabeza. —Creo que por ahí,
¿Quieres que llame a Lonny para que vaya contigo…?

—No—la interrumpo inmediatamente. —Dibuje mi línea respecto a las escoltas del


baño.

Ella encoje los hombros. —Está bien, sólo no tardes—. Después, ella da la vuelta hacia
la multitud y desvía al grupo de chicas que intentan tomarse una fotografía conmigo.

Camino hacia la puerta, me siento más tranquilo por el momento. Fue lo correcto.
Cortar la comunicación. Podría desvanecerme, desaparecer despacio de su vida, eso
hubiera sido realmente duro. . .

La puerta del escenario me golpea justo en la cara. Tropiezo mientras aprieto mi


nariz, mientras la persona que ha abierto la puerta maldice.

— ¡Oh dios! —ella dice, tomándome por el hombro. —No te vi.

Maldigo, mi mano se llena de sangre.

—Lo siento tanto —comienza a decir mientras yo me enderezo, presionando el talón


de mi mano con mucho cuidado sobre mi nariz. Un dolor agudo cruza mi rostro. —Solo
estaba saliendo del baño y… oh, eres tú.

Levanto la mirada. Mi estómago se hunde hasta el fondo de la nebulosa negra.

—Oh no —lamento.
De todas las personas, la blogger. La ganadora del segundo lugar. Me he avergonzado
una, bueno, dos veces ya. Ella quita rápidamente su mano lejos de mi hombro. Como si
le quemara.

—Yo… Yo en serio no te vi—me dice.

—Por supuesto —respondo, e instantáneamente me arrepiento.

— Lo siento, ¿bien? —me dice mientras se seca los ojos. Están hinchados. ¿Por llorar?
¿Por qué está llorando?

—Yo, umm, es solo que… ¿Estás bien? —pregunto, debe darse cuenta de que luce
como si hubiera llorado, así que se pasa su mano fuertemente por su cara.

—Estoy bien—solloza—Tu deberías mirar por donde vas.

— ¿Yo?

— ¡Yo solo abrí la puerta!

— ¡Yo también! —le reclamo. La sangre corre por mi boca, escurriendo a mi barbilla
hasta caer en mi playera favorita. Por supuesto, ella tenía que arruinar mi playera
favorita. —Disculpa— le digo bruscamente, pasando junto a ella y empiezo a caminar
por el pasillo.

— ¡Dije lo siento! —me grita, su voz me sigue hasta el final del pasillo. Entro al baño e
intento parar la sangre con mucho papel higiénico.

—Rayos —murmuro, enrollo un pedazo de papel higiénico y lo pongo en mi nariz. Me


meto a un compartimiento echando la cabeza hacia atrás. —Nada mejor que una nariz
sangrante para recordar que eres un idiota, Darien.

Hablo conmigo mismo en el baño. Así es como caigo dentro del territorio de “Tom
Cruise salta sobre el sofá de Oprah”. Y eso está bastante lejos en el lapso de unas
semanas. Comparado con la historia de un tipo golpeado ahora sentado en un baño en
el ExcelsiCon, el tipo que próximamente estará encerrado en su habitación de algún
hotel en New York más sano que nunca. Escondido en las escaleras y todo eso.
Hablando con una chica que apenas conoce. Pensado que podría… ¿Qué? ¿Ser normal
frente a ella?

Me estoy engañando a mí mismo. Comenzaba a creerme mi propia mentira. Y ahora


tengo una nariz rota que explicarle a Mark.

Tomo mi teléfono y abro el mensaje que Brian le envió.

Lo siento Elle.

No creo que debamos hablar más.

Podría mandarle otro mensaje. Decirle que fue un error, una broma, o algo. Tal vez
ella pueda entender. Esa chica que es normal, buena y divertida. Que siempre
encuentra la manera de hacerme reír. Que siempre sabe que decir en el momento
exacto, mandándome mensajes como constelaciones que me guían a través del
profundo espacio.
—Lo siento—murmuro, tratando de formar algo parecido a una disculpa, pensando
en algo, cualquier cosa, que no suene tan desagradable. —No estaba pensando, fui un
idiota, pero si supieras quien soy, ¿Seguirías hablándome? Tú odias a Darien Freeman.

Suspiro, mientras masajeo mis sienes.

—Yo odio a Darien Freeman —agrego, mis pulgares cruzan a través del teclado de mi
celular. El cursor parpadea. —Y yo soy Darien Free. . .

La puerta se abre en dirección a mi pierna. Aprieto mi pierna junto con un grito y


Lonny me fulmina con la mirada, sus hombros cubren todo el espacio del
compartimiento, de lado a lado. Me hundo en el baño. Cubierto por su sombra.

—Oh —sueno justo como él, sin emoción—Hola ahí, gran amigo.

—Gail me dijo que viniera a buscarte— entrecierra los ojos. — ¿Te metiste en una
pelea?

—Con una puerta.

—No sabía que también necesitabas que te protegiera contra las puertas.

—No fue contra estas puertas— le digo —Iba caminando cuando una chica empujo la
puerta y… — pero miro a mi guardaespaldas y me doy cuenta que intentar explicarlo
no ayudara en nada. —Olvídalo.

—No inclines la cabeza hacia atrás—me dice mientras yo estoy haciendo


exactamente eso— Eso no ayudara, pellizca el puente de tu nariz, le diré a Gail que
necesitas un poco de hielo, y unos analgésicos. ¿Quieres que le diga que no iras a la
fiesta de disfraces de esta noche?

—No es una fiesta de disfraces, es una cos…— alzo los hombros. —Olvídalo, tengo
que ir.

—La amenaza fue neutralizada— Lonny menciona —Deberías estar a salvo.

—Sí, y estaré usando una máscara de cualquier manera ¿Verdad? ¿Qué más podría
salir mal hoy?

El inclina la cabeza —Sabes que cada vez que dices eso, las cosas se vuelven peor,
¿verdad? — me dice y sale del baño.

Tomo mi teléfono y leo el mensaje sin enviar.

“Yo soy Darien Freeman”

Pienso en todas las cosas que ella podría hacer con todos los mensajes que tenemos.
Todos los lugares a los que ella podría venderlo. Todas las nuevas historias que ella
podría dar. Todos los secretos que le dije. Todas las mentiras a medias. Todas las veces
que la llame “ah’blena”.

Pero yo soy Darien Freeman. Y le mentí. Tal vez no le escribí ese mensaje, pero Brian
tiene razón, tendría que escribirlo algún día de todos modos. Eso es lo que se tenía que
hacer. Por el bien de Elle y el mío.
Presiono la tecla de retroceso, cien y tres veces más, borrando cada espacio, cada
letra de mi disculpa aun no enviada. Y luego, mientras mis manos tiemblan, borro su
número.

En un instante, mi historia con Elle se ha ido.


No creo que debamos hablar más

Realmente no hay otra manera de interpretar eso.

Me veo en el vestíbulo, fuera del baile de Cosplay, cambiando el peso en mis zapatos
de cristal. Esta dentro de un gran hotel en el centro de Atlanta. Miro hacia arriba, más y
más alto, en dirección al horizonte, agarrando fuertemente los boletos.

Es gracioso, pero ahora que sé que Carmindor no me quiere, mi corazón no late tan
fuerte en mi pecho. Me siento extrañamente calmada. Supongo que es porque como ya
sabía (como con James), que no soy lo suficientemente buena.

Cada persona que entra por las puertas giratorias podría ser Carmindor. Todos ellos
lucen familiares, pero aun así son extraños, como versiones de una casa de los espejos
de personajes que conoces. Un Klingon va escoltando a un Vulcano, Dean Winchester
con el ángel Castiel, 2 Orcos del mundo de Warcraft, Harry y Hermione, hay tantas
parejas que cuando alguien entra solo, me paro un poco más recta, entrecerrando los
ojos, preguntándome si tal vez uno de ellos es él…

Reajusto mi mascara. Es la máscara de Cal, porque entre todos mis planes y trazos, se
me olvido ese pequeño detalle. O tal vez, en el fondo, realmente no creí que ganaría.

Las mascara de Cal es más pesada de lo que pensé, y suave al tacto. Cuando ella me la
dio el brillo se desprendió en mis dedos. Parpadeo, mis ojos arden.

—Yo… no sé dónde está Chloe—me dice Cal vacilante. —No la vi después del, eh, el
concurso.

— ¿No la viste?

Ella niega con la cabeza. —Mientras estabas en el baño, ella se me acerco y bueno,
perdió la calma, un poco.

Palidezco. — ¿Crees que le dirá a Catherine?

Cal niega nuevamente. —Si lo hiciera, ella también estaría en problemas. Entonces no
creo que lo haya hecho, pero Elle, ten cuidado, Chloe no toma a la ligera el perder.
— ¿Qué podría hacer ella en una fiesta de baile? — me burlo.

Sage encoge los hombros. —Te mantendré alerta, y cuando conozcas a Darien, por
favor, no hagas nada precipitado.

Jadeo. — ¡Me hieres! ¡Nunca lo haría!

Sage me da una mirada severa.

—Seré amable—murmuro.

—Mm—hmm, ¿Te recogemos a las ocho? Lo tendré que cortar para que lleguemos a
casa a la medianoche, pero. . .

—A las ocho está bien—le aseguro con una sonrisa. Desearía que vinieran conmigo al
baile, pero si mi mejor amiga y mi aparentemente no-psicópata hermanastra desean
un poco de tiempo a solas, ¿Quién soy yo para detenerlas? —Ustedes dos, diviértanse.

Y después, ellas me dejen en el platinado vestíbulo, absolutamente sola. Vestida como


la Princesa de la Federación de la Nébula Negra Amara, arrojando brillo de mi
almidonada capa como las estrellas.

Después de la siguiente persona, entrare. Me digo a mi misma, observando como otra


pareja entra por las puertas giratorias. O tal vez una más.

Pero los minutos avanzan, y después de un rato, la música dentro del salón de baile
crece lo suficientemente fuerte como para hacer eco dentro del vestíbulo, y yo sigo
parada aquí.

Inhala, exhala, pienso, puedo hacer esto.

No sé qué pasara una vez que entre. No sé si el baile estará a la altura de todas las
ideas en mi cabeza, a todas las memorias de mis padres bailando alrededor de la sala
de estar, a lo que papá siempre quiso que fuera.

Pero si no entro, nunca lo sabré. Y estoy cansada de estar asustada de las cosas que
no puedo controlar.

Me vuelvo hacia la música al final del pasillo y muestro mi boleto a la voluntaria en


las puertas doradas. Ella lo rasga por la mitad y me lo devuelve.

—Así que, ¿Mucha gente vino sola? —le pregunto tratando de sonar relajada. Mi voz
emite un chillido.

—Quiero decir, todo depende—reflexiona. —Pero no creo que estés sola del todo.

Me da un saludo de juramento y el nerviosismo creciendo en mi pecho disminuye


lentamente. Le devuelvo el saludo, sujeto el pomo de la puerta y empujo.

El salón de baile es negro, decorado en tonos de purpura y azul. Piñones de luz


girando alrededor como estrellas fugaces. Y está lleno, muy lleno de gente. Los miro
con una maravilla descarada. Papá me conto sobre el baile. El solía centrase al pie de
mi cama y pintaba una imagen en el aire con sus manos.

— ¡Sera grandioso! ¡Oscuro! Como el espacio, pero no tan oscuro que no puedas ver.
Y todos disfrazados. Mira, allí hay un Spock, ¿Esta bailando con Chewbacca? ¡Un
Turiano con un Nox! ¿Puedes creerlo Elle? Las cosas que nunca veras, allí. Sera un
universo dentro de otro universo que existirá. Solo— agregó —hasta la medianoche.

Avanzo lentamente a los pasos que me conducen al saturado salón de baile, mirando
hacia abajo a las personas con bebidas brillantes y orejas puntiagudas, las luces
oscuras que hacen que las armaduras moradas, las zapatillas azules y los dientes
blancos brillen. Una gran niebla cae sobre la pista de baile, girando alrededor de los
bailarines, envolviendo sus piernas.

Una sonrisa se extiende lentamente por mi rostro. —Lo lograste papá—susurro, y


luego continúo bajando hacia el baile.
Como Carmindor, el Príncipe de la Federación, durante la Devastación Brinx, solo
tengo que sobrevivir a esto.

Diez minutos más, pienso, parado en el medio de la multitud de admiradores. Le doy a


la chica de Rebelgunner diez minutos más para llegar aquí. El meet and greet con la
ganadora del primer premio estuvo bien: ella era amable, estaba terriblemente
nerviosa, y la acompañaba su novia vestida de CLE-o. El tercer lugar fue bastante…
fraterno. Nos chocamos los puños. Fue genial.

Ahora Gail está sentada a mi lado, con el brillo de la pantalla de su celular iluminando
su cara mientras envía mensajes sin parar. No puede estar leyendo emails o
poniéndose en contacto con Mark todavía. Debe ser otra cosa.

—Darien, ¿podemos sacarnos una foto?— pregunta una chica que apenas puedo
distinguir. Me incluye en una selfie antes de que tenga tiempo de decir que no. Sonrío y
la luz de la cámara me ciega por un momento.

—¡Gracias! —grita mientras la siguiente chica empuja hasta estar delante de todo y
repetimos el proceso otra vez.

Me inclino un poco hacia Gail. — ¿Me puedo ir ya?

—Dijiste que querías ser juez del concurso, ¿no es cierto?— Ni siquiera levanta la
vista. —Bueno, la mitad del trabajo es estar aquí. Los otros dos jueces tampoco van a
poder irse hasta dentro de un largo rato.

—Sí, pero a ellos no les están prestando tanta atención— señalo.

— ¿Darien?— dice la siguiente chica, vestida como la princesa Amara. Su cabello


oscuro está amarrado en una trenza y su maquillaje está increíble, pero me hace
pensar en la Amara de Nébula Negra del concurso, y en cruzarme con la blogger, y en
releer el mensaje para Elle, y entonces me empiezo a sentir mal otra vez.

Yo nunca fui el tipo de muchacho que deja a alguien. No pensaba que pudiera ser así.
No, hasta que lo fui.

—Darien, soy una gran fan y tengo un blog de belleza. Me encantaría que. . .
Ahí es cuando la veo por el rabillo del ojo (La chica del concurso, la que estaba en la
oficina, ojos preciosos y lengua afilada) y una vez que me giro para poder mirarla, ya
no puedo dejar de hacerlo.
Desde arriba de las escaleras, la chica nos mira detrás de una máscara dorada con su
pelo rojo brillando. Sus labios están pintados con el color que tienen las estrellas
gigantes rojas. Es hermosa.

—Discúlpame—, le digo a la blogger y me acerco, pasando por la masa de gente.

Mientras ella baja, la multitud empieza a darse la vuelta y mirarla. A de ser el brillo de
su corona, la forma en que su capa destella. Se estiran para ver si vino sola.

— ¿Quién no querría venir con ella?—, le susurra un Nox a su cita cerca de mí.

Da cada paso con gracia, incluso con el peso de todos nuestros ojos sobre ella; incluso
aunque está sola. Ahora es cuando, en todas las películas, el chico ve lo que ha estado
esperando durante toda la historia. Ahora es cuando la vida encaja en su lugar. El bello
encuentro en el que él se enamora. Esta secuencia.

Pero esta no es una película, y yo ya me he perdido ese encuentro. El cielo no se


quiebra a nuestro alrededor. El mundo no se queda en silencio.

Porque no es ahora cuando me enamoro. Me he enamorado a través de las señales del


teléfono y los mensajes de texto a altas horas de la noche, de una chica que apenas
conozco.
Cuando llego al final de las escaleras, un chico alto de rojo ofrece su mano— ¿Puedo?
—pregunta. Su uniforme está pulcramente presionado, una insignia de la Flota Estelar
sujeta a su pecho y una máscara atada detrás de sus orejas vulcanianas. No es un
Stargunner, pero lo suficientemente cerca. Los mendigos no pueden ser selectivos.

—Claro —respondo, y tomo su mano. Me gira en la danza mientras el DJ comienza


otro himno de 8 bits. Bailamos por dos canciones, pero no es el baile que pensé que
sería. No es como si papá bailara el vals en la sala de estar de mamá. Es un bailarín
bastante torpe y no soy mucho mejor. Además, hay algún tipo de cyborg al lado
tratando de buscar a tientas su camino hasta la base con un Elfo Nocturno, y no estoy
segura de cómo me siento con ese tipo de unión.

—Entonces, ¿cuál es tu nombre? —grita el de camisa roja.

—Amara —respondo.

Camisa roja no se ve divertido—. No, me refiero a tu verdadero nombre.

—Oh… bueno, ¿cuál es el tuyo?

Está haciendo el equivalente camiseta roja del white-man’s shuffle19. La cabeza se


balancea, los codos hacia el pecho, moviéndose como un T-rex drogado. No puedo
tomarlo en serio.

—Dave —responde—. Vi tu disfraz en el concurso de hoy. Tú eras... realmente algo.

—Gracias. Era de mi padre. . .

Alguien me da un golpecito en el hombro y me doy la vuelta. Un tipo vestido como un


joven, que pronto se casará, Han Solo, ofrece su mano—. ¿Puedo tener el próximo
baile?

Luego, una chica con atuendo de Final Fantasy pregunta después de él, y luego un
Pikachu humanizado después de ella, y luego… hay demasiados. Demasiadas canciones,
demasiados bailes, demasiadas caras. Nunca he sido popular antes. Soy nadie, solo un
extra en la película de otra persona. Pero nadie aquí parece haber recibido la nota. Es
19
Baile poco aventurero donde el protagonista se mueve hacia la izquierda y luego hacia la derecha a tiempo, o fuera de
tiempo con la música.
abrumador y es un poco incómodo. Si este es el tipo de atención que Chloe estaba
buscando, bueno, ella puede tenerlo. Dame mi blog. Dame un teatro oscuro. Dame
Starfield.
A medio camino de una versión pop de "I Will Always Love You", me excuso del ruido
de la pista de baile y me dirijo a las mesas. Casi todo está recogido, pero agarro una
galleta con queso y un pequeño vaso de ponche.

Encuentro un rincón del salón oscuro y menos poblado, y me siento frente a unos
enormes ventanales. Mis mejillas están calientes por el baile, y he estado sudando en
esta chaqueta por tres canciones ahora. Jalo del cuello y presiono el lado frío del vidrio
contra mi cuello, cerrando mis ojos por un dulce segundo.

Pero luego escucho pasos. Caminando hacia mí. Echo un vistazo por un ojo. Brillantes
botas negras, bordadas en las pantorrillas con el símbolo de la Federación. Mi corazón
ya está empezando a hundirse mientras lentamente miro hacia arriba. Pantalones
negros y un abrigo con botones en el lado izquierdo, botones y forro dorados brillante.
Tres cadenas salen de uno de los bolsillos, girando bajo el brazo izquierdo hasta la
parte posterior del hombro, escondiéndose debajo de la hombrera dorada.

Incluso en la tenue luz puedo decir que el tono azul del saco es incorrecto, pero lo que
le falta en color lo logra en las medidas. Abarca su delgada cintura y su amplio pecho,
apretado sobre sus hombros, y tiene imponentes hombros. Estoy segura de que incluso
el cuello cerraría perfectamente alrededor de su garganta si no estuviera
desabrochado (que en realidad es una buena idea, es demasiado caliente para una
chaqueta de lana). Las estrellas con alas sujetas a la brillante solapa en las luces de la
ciudad resplandeciendo a través de la ventana. Es como si el saco estuviera hecho para
él. Y dado que esta es un baile de cosplay, probablemente lo era.

Mis ojos recorren todo el camino hasta su rostro, su piel morena y su fuerte línea de
la mandíbula, sus penetrantes ojos oscuros bajo la máscara negra, y mi corazón se
hunde en mis entrañas como una piedra.

—Queso y galletas —murmuro—. Tú otra vez.

Darien Freeman pone sus manos en sus caderas, ladeando la cabeza. No es adorable.
Realmente no lo es—. Vine a pedirle un baile al ganador del segundo lugar, pero creo
que llegué un poco tarde, Princesa.

—Es la Princesa Amara para ti —respondo—. Y sí, pero me estoy tomando un


momento. Sola.

Levanta sus manos —Está bien —Y, milagrosamente, se da vuelta para irse.

Cierro los ojos de nuevo, agradecida por el momento de silencio. A papá le encantaría
los vestuarios, la mezcla de especies, el corazón y el alma de las personas siendo algo
diferente por un tiempo. Pero no me siento como Amara en este momento. Me siento
exhausta como yo.

—Oye, ese disfraz es increíble —dice alguien.

Dos minutos de paz; todo lo que pido son dos.


—Los detalles son muy dulces. ¿Fue caro? ¿Quién lo hizo?

Mis ojos se abren de golpe. Levanto la vista hacia quien sea que pregunta. Él tiene mi
edad, vestido con uno de los cosplays más ostentosos que podrías elegir. Una toga
negra, hombreras anchas, maquillaje que parece escamas. El final de sus orejas
adhesivas parpadean púrpura y azul casi al ritmo de la música. El Rey Nox.

— ¿Qué quieres decir? —pregunto.

—Quiero decir, ¿cuál es el nombre del chico que lo hizo?

— ¿No podría haber sido una chica? —pregunto.

—Sabes, no creo haberte visto en una convención antes —responde, como si eso
fuera una especie de explicación—. Una admiradora de Darien Freeman, ¿verdad?

— ¿Qué?

Se burla—. Vamos. Eres demasiado linda para hacerte la tonta.

Lo miro, repentinamente muy consciente de que Darien Freeman no está tan lejos de
esta conversación como me gustaría que lo estuviera. Bajo mi puño, tratando de
encontrar las palabras correctas para decir.

—Para tu información, el traje era de mi padre antes de su muerte, y mi amiga y yo le


hicimos algunas modificaciones. —No incluyo la parte donde casi se destruyó—. En
realidad, algunos otros cosplayers también ayudaron, por lo que se podría decir que
fue un esfuerzo cósmico.

—Lo sabía. —El Rey Nox parece demasiado feliz—. No hay forma de que pudieras
haberlo hecho.

— ¿Oh? —levanto la cabeza—. ¿Y a qué va eso?

—Relájate, no estoy tratando de ser ofensivo. —se ríe. Hay una mancha de lápiz labial
negro en sus dientes, pero no voy a decírselo—. Acabas de vestirte para llamar la
atención y hey, funcionó. . .

—Disculpa —me pongo de pie—. Starfield es uno de mis shows favoritos de todos los
tiempos y. . .

—No tienes que intentar explicarte conmigo, ¿de acuerdo? Las chicas geek falsas
como tú siempre ganan.

Se da vuelta, pero en el momento en que lo agarro por esa estúpida capa hecha
jirones, (¿por qué el Rey Nox tiene una capa? Nunca entendí eso en el programa) y lo
jaló para girarlo. Está sorprendido por un momento, pero rápidamente se enoja.
Supongo que nadie toca su disfraz sin permiso. Bueno, nadie me llama una farsa,
tampoco.

—Tienes razón, no tengo que explicarme a nadie, pero especialmente no a un Nox


con el estilo de la izquierda como tú. ¿Crees que eres gracioso? ¡Ni siquiera hiciste un
cosplay como Euci! ¡Traerías vergüenza a cada personaje secundario bufón en el
omniverso!

—Sí, viniendo de alguien que está aquí para jugar a la princesa, eso es un poco rico,
¿no? ¿Que está mal?, ¿no podrías pensar en algo más original? —niega con la cabeza—.
Pobre y pequeña cosplayer falsa…

—Disculpa. —es Carmindor, Darien, con su uniforme color equivocado de azul.

—Mantente alejado de esto —chasqueo.

Darien arquea una ceja—. Tranquila, Princesa. —Hago un sonido de hmph, pero él
sigue hablando—. ¿Iba a preguntar de qué episodio eres, señor?
El Rey Nox refunfuña, frunciendo el ceño y pintando sus dientes aún más—. Episodio
dieciséis.

—Huh —dice Darien.

— ¿Qué es para ti? —El cosplayer se cruza de brazos.

—Nada. —Darien se encoge de hombros—. Solo que el Rey Nox no usa una capa en el
episodio dieciséis.

—Sí, ¿y qué? —dice el Rey Nox —. Improvisé.

—Genial, genial. —Darien frunce el ceño, luego se toca el hombro y hace un gesto
hacia la armadura de los hombros del cosplayer. Ahora que lo señala, me doy cuenta de
lo que está mal.

— ¿Pero qué pasa con la insignia? —dice Darien—. Porque parece que lo recuerdo
del otro lado. En todos los episodios. Y no es un pequeño detalle. Es bastante grande,
en realidad. ¿Cómo pueden tus seguidores besar el símbolo de su religión si está en el
hombro equivocado?

El cosplayer abre su boca, luego la cierra de nuevo.

—Es por eso que no ganaste —continúa Darien Freeman—, porque fuiste descuidado.
No porque seas un "verdadero fan". Todos somos fans de verdad. Esta chica, sobre
todo.

El cosplayer avanza hacia Darien—. ¿Sí? Entonces, ¿quién diablos eres tú? ¿Su novio?

Carmindor Darien simplemente sonríe ante el Rey Nox (cómo me gustaría que la
película girara en torno a ese arco argumental) y se mantiene firme. Los hombros
derechos pero relajados, su barbilla ligeramente inclinada, una sonrisa burlona en la
orilla de sus labios.

No quiero mirar fijamente, y no lo estoy haciendo, solo estoy mirando, pero por un
momento, en la tenue luz de la bola de discoteca y las máquinas de humo y el
resplandor de los candelabros en las paredes, él en realidad hace su papel.

Como…
—Soy Carmindor, el Príncipe de la Federación para ti —responde Darien Freeman, y
la ironía no se pierde en mí—, pero también soy solo un fan. Como tú. Y no, ella no es
mi cita, pero ahora que lo mencionas —extiende una mano hacia mí—, no me
importaría un poco de aire fresco, ¿y a ti?

Me congelo, hasta que recuerdo que soy parte de todo esto y no solo estoy mirando
desde lejos.

Las cejas de Darien se arquean más arriba sobre su antifaz—. ¿Entonces, Princesa?

Mi mirada se levanta de su mano extendida hacia la mirada tímida que brilla en sus
ojos, pidiéndome que siga el juego. De acuerdo, jugaré. Tomo su mano—. Solo si no
tengo que caminar a través de una Nebulosa Negra.

—Una vez es suficiente —bromea, y me lleva al balcón—. Sigamos con nuestro meet-
and-greet, ¿de acuerdo?
No me detengo hasta que estamos afuera de la misma veranda que conecta la pista de
baile. Dos Vulcanianos se besan junto a un duraznero (todo en Atlanta tiene un
temática durazno, aparentemente), así que la llevo a otro lado. Más allá del balcón, la
ciudad se estira como un mapa de luces.

La princesa Amara se desenreda de mi brazo, dejando un extraño tipo de vacío. Lo


borro.

—No tienes que intervenir y salvarme, sabes—comienza a decirme, retirándose al


banco. —Puedo salvarme a mí misma.

—Auto-rescatista, ¿Verdad?

—Lamento decepcionarte.

—No estoy decepcionado en absoluto—me siento al lado de ella. —Es solo una de
mis situaciones más irritantes, alguien acusando a una fan de ser una farsa. Se sobre
eso por experiencia propia.

Ella se muerde el interior de su boca.

—Mira, sobre ese post en el blog… yo… no pensé que…

—Por favor, sabes que pensabas que solo lo hacía por el dinero—bromeo, y sus
mejillas se enrojecen cada vez más.

—No te conocía— responde ella. —Quiero decir, no te conozco, pero…

Y ese es el problema. Ese siempre es el problema, ¿No es cierto? Nadie me conoce.


Debería regresar adentro. Decirle a Gail que necesitamos irnos ya. El M&G acabo. Hice
mi parte. No debería demorarme tanto tiempo por personas que rompen fotos y
comienzan a hacer suposiciones, vendiendo el chisme. Tal vez ella obtenga alguna
presentación en TV o un DJ que pagaría por una entrevista. Ingresando y teniendo sus
cinco segundos de fama, como Brian.

Pero esta chica no se parece en nada a él. Y tampoco lo hizo Elle.

Me aclaro la garganta.
—Probablemente sabes lo suficiente sobre mí. Estoy segura de que lees algunas
entrevistas, ves algunos programas de entrevistas.

—El Dunk Tank fue realmente bueno.

Hago una mueca. —Sí, ese fue bueno.

—Pero…—ella duda. — ¿No eres realmente tú, ¿verdad? No quiero ser franca. Yo solo,
no puedo creer que el chico que me defendió sea el mismo Darien Freeman.

—Te aseguro que lo soy, princesa.

—Pero ese no es Darien Freeman, No es. . .

— ¿El tipo sobre el cual tu escribiste ese post? —termino. —Grandes piezas del
periodismo, por cierto. Todo increíblemente ardiente. Cada una más hiriente que la
anterior.

Ella se estremece. —Está bien, me lo merezco. Me siento como una completa tonta
por eso, y lo siento. Pero si no eres ese chico…—. Ella se coloca un poco de cabello
detrás de su oreja, luce nerviosa, lo cual es adorable. — Entonces, ¿Quién eres tú?

— ¿Quién soy? —repito, sorprendido.

Ella asiente. —Podríamos, um, ¿llamarlo una exclusiva? Podría redactar otro post.

Me muevo incomodo, pensando en Elle y en lo que dijo Brian. En todos nuestros


mensajes de texto. No había sido sincero con ella, ni una sola vez, porque estaba
mintiendo por omisión. Si realmente la valoraba, si realmente me preocupaba por ella,
¿Al menos le habría dicho la verdad?

Tal vez puedo tener una segunda oportunidad.

—No creo que me malinterpretes en absoluto—le digo a la princesa.

—Pruébame.

— ¿Honestamente? Yo soy…— respiro profundamente, viendo hacia mis pies. —No


soy nadie.

Ella inclina su cabeza hacia mí, mientras las cejas detrás de su máscara dorada se
juntan.

—Siempre pensé que yo tampoco era nadie —responde ella. —Pero estamos
equivocados. Nosotros podemos ser quien queramos ser. Cualquiera que podamos ser.

— ¿Sí? ¿Piensas que podría ser un buen Carmindor?

La pareja besándose en la otra esquina se ríe, empujándose uno al otro para ponerse
de pie. Se tropiezan para entras a bailar Thriller de Michael Jackson, y el silencio se
interpone entre la princesa y yo. Somos las únicas dos personas en el balcón. Está tan
silencioso que podríamos ser las únicas dos personas en el mundo.

—Mi papa decía que cualquiera podía ser Carmindor—dice. —Cualquiera pude ser
Amara. Que tenemos pedazos de ellos dentro de nosotros. Solo tenemos que apagarnos
y dejar que ellos brillen.

—Parece un gran tipo.

—El mejor. Él… él murió cuando era pequeña.

—Lo siento, yo no…

Ella ignora mi disculpa. —Esta era su cosplay, ¿Sabes? —. Ella toca con cariño las
estrellas en su solapa. —Y de mi mamá. Solían venir a ExcelsiCon vestidos como
Carmindor y la princesa Amara todos los años. ExcelsiCon fue la idea original de mi
papá. Tenía todos estos grandes sueños para eso, ¿Sabes? Él hubiera amado ver este
evento. Solía hablar sobre eso después de que mamá murió. Echo de menos eso, pienso
en lo mucho que él hablaba sobre esta Con y sobre este evento, una mascarada de
estrellas, el diría. No pensé que él lo decía literalmente—Ella me da un ligero codazo.

Una ligera sonrisa comienza a tirar al borde de mis labios, la primera cosa real que
puedo recordar en mucho tiempo, y ella comienza a reflejarlo, pero luego vacilo.

Ella desvía la mirada. —Sé que no fui la mejor Cosplayer en el concurso ¿Obtuve el
segundo lugar por ser la hija del anterior director de la convención?

Me rio para mí mismo, sacudiendo mi cabeza. Ella no puede entender la ironía en


todo esto.

Ella frunce el ceño. — ¿Qué es tan gracioso?

—Princesa, yo vote por ti porque cuando tu caminaste al escenario me hiciste creer.

— ¿Creer que?

—Lo que tu padre dijo, que cualquiera puede ser Carmindor y Amara. Tu solo
encontraste la pieza de ellos dentro de ti y la hiciste brillar.

Un ligero rubor invade sus mejillas. Ella mira su regazo, donde sus dedos tejen las
puntas de su cabello en un millón de trenzas. ¿Por qué ella me luce tan familiar? No del
blog. Ni de la oficina. De algún otro lugar. He escuchado esas historias antes,
reproducidas a un ritmo más lento, como un vals relajándose.

Comienzo a abrir mi boca para decir algo cuando ella se levanta del banco y gira hacia
mí con la mano extendida.

— ¿Quieres bailar? Conmigo, digo. ¿Desearías bailar conmigo?

¿Quiero?

—Solo si tú me diriges, princesa—le contesto. Tomo su mano y ella tira de mí.


Su sonrisa se agranda. —Esperaba que dijeras eso.
Lo llevé (a Carmindor, Darien Freeman, quien quiera que sea) hacia el salón de baile,
dentro de la multitud, directo al epicentro de todo. El DJ pone un nuevo ritmo y todos
se dispersan hasta que sólo quedan parejas en la pista.

Sus dedos se aprietan alrededor de los míos. La canción es suave y lenta, y con un
escalofrío me doy cuenta que es la canción de Starfield. Darien se da cuenta al mismo
tiempo y sonríe. —Que buena sincronización.

—A veces el universo ayuda. — le digo. Luego entiendo que es verdad, solo que eso
pasa en otros universos.

—Tal vez estamos en una película. — me susurra.

—Tal vez al universo le gusta jugar trucos.

La gente alrededor nuestro se gira para mirar. Sus ojos caen en nosotros como láser,
tan calientes y enfocados como el momento en el que pise ese concurso. Mi piel
hormiguea, siento que cada movimiento que hago es el incorrecto.

El baja su mano hasta mi cadera y comienza a balancearse lentamente. Mis mejillas se


sonrojan mientras la música se eleva. Está llena de cuerdas, vientos de madera y la
intensidad de una orquesta aumentado, aumentando, llevándote a través de la galaxia.
Es el sonido de papá bailando con mamá en la sala de estar, dando vueltas, mientras
ella reía y se tropezaba. Es el sonido de papá bailando un vals conmigo en la sala luego
de que el turno de mamá se haya terminado, contándome del gran baile, este sueño
que tenía, donde por un momento (un suspiro del tiempo) tu eres la persona que
siempre soñaste con ser.

Como el Príncipe de la Federación, sin miedo a nada. Como una hija, viviendo a la
altura de la memoria de su padre. Como una Princesa que se rescata a ella misma,
bailando con…

Mis ojos parpadearon hacia los suyos, y tragué. — ¿Acaso sabes cómo bailar?
— ¿Si lo sé? —entrelaza sus dedos con los míos, acercándome a él. Huele a rollos de
canela y almidón —. Soy Carmindor.

Mientras la orquesta se intensifica en su segundo verso bailamos al unísono,


siguiendo la melodía en un fluido movimiento; el salón de baile se volvió un torbellino.
Giramos a través de la pista de baile, pasando parejas balanceantes, nuestros pies en
sincronía en una extraña cadencia, como si supiera cada paso que él va a tomar, o el
conoce los míos. Parpadeos de luz centellean a nuestro alrededor, cortando a través de
la niebla que gira a nuestro paso. Se siente como si el universo entero orbitara en un
momento imposible.

Un momento imposible en un universo imposible.

¿Cómo sería bailar con mi Carmindor, con el único al que le mostré mi alma? ¿Se
sentiría así?

—Gracias —susurré, mirando el rostro enmascarado de Darien.

— ¿Por qué? —se acerca.

—Por esta noche. Por, por todo.

—Pensé que dijiste que te habías rescatado a ti misma. —bromea, sonriendo.

—Incluso una princesa que se rescata a si misma a veces se siente como nadie.

Estamos tan cerca que puedo sentir su respiración en mis labios, y mi corazón tira,
diciéndome que lo bese a pesar de que no lo conozco. Incluso cuando mi corazón sigue
haciendo ruido luego de que fue abollado, vendado y pegado todo junto, por el mensaje
que me llegó hace unas horas. Pero hay algo familiar en la cadencia de sus palabras, la
forma de sus frases, como articula sus pensamientos, como si fuera una voz que ya he
escuchado.

Acercándose, tan cerca.

Luego, como siempre pasa en los universos imposibles, el momento desaparece.


Alguien me agarra desde atrás y me gira. De repente me encuentro cara a cara con
Chloe.

Y ella no está feliz.


Es la bloger de belleza de antes. Ella toma la mano de la princesa Amara, rayos, ¿Qué
pasa conmigo sin saber el nombre de nadie? Nunca, y ella la sacude.

— ¡Tu! —le dice la bloger con cara de desprecio.

—Chloe — susurra la princesa Amara.

La bloger (Chloe), la mira de arriba hacia abajo con disgusto. —Tú lo robaste—sisea—.
¡Sé que tú tomaste mi vestido!

Una ola de murmuros cruzan la multitud. La música sigue sonando, pero la voz de
Chloe es impresionantemente alta, y el cabello detrás de mí cuello se para.

La princesa Amara se zafa de su brazo. —No robe nada, Chloe.

— ¡Claro que lo hiciste, y ahora estas bailando con él! —ella me señala con un dedo.

Yo alzo mis manos. —Wow, ahora…

—No te metas en esto. —Chloe me mira. Doy un paso atrás. Bueno. Ella fulmina con la
mirada a la princesa Amara, su bonita cara maquillada se deforma con furia—. Tu lo
tienes todo ¿Sabes qué? Tú lo tenías todo. Y solo por una vez ¡Por una vez! Quería tener
algo también.

—Chloe, no sé de lo que estás hablando.

— ¿No lo sabes? —ella avanza en dirección a Amara, que da un paso hacia atrás
defensivamente.

Miro alrededor buscando un guardia de seguridad, ¿Dónde está Lonny cuando lo


necesito? — ¿Podemos obtener un poco de seguridad por aquí?— digo mirando hacia
atrás, pero eso solo hace que la chica enfurezca más.

Ella me mira. —No te molestes. Una vez que sepas quien es realmente ella, te iras
corriendo.

—Para, Chloe— le dice Amara—. Me iré.


— ¡Oh, no! ¡Quédate todo lo que quieras! Solo pensaba que necesitabas decirle la
verdad, ¿No es así? ¡Como eres una huérfana, pequeño gusano sin amigos, cuyo padre
fue un geek perdedor que le gustaba la mierda rara del espacio más que su familia!

Los ojos de Amara se agrandan y ella se congela. Su boca se abre completamente. —


Qu... ¿Qué?

La gente comienza a acercarse murmurando.

—Oh vamos. —dice la chica con una risa. — Tu padre era raro y lo sabes. ¡Él era
crema y nata de la rareza! Él te trataba como si fueras tan especial, solo porque tú eres
igual de rara que él. Como si fueras su única hija. ¿Pero alguna vez nosotras usamos
eso en tu contra? No. ¿Y qué es lo que haces? Robas mi vestido. ¡Por el que trabaje tan
duro!

Amara chasquea. — ¡Mentirosa!

— ¡Lo robaste! Lo siento si arruinas tu vida, pero no es razón para arruinar la de los
demás. ¿Y ahora piensas que puedes estar con Darien Freeman? — se mofa —. Sigue
soñando con eso, Elle. Tú no eres nadie

¿Elle?

Estoy entre la multitud que se arremolina alrededor.

¿Su nombre es Elle?

El mensaje de texto, los ojos hinchados de Amara, el traje, oh dios. Ella no puede ser
mi Elle. No puede.

— Y —agrega Chloe, avanzando cada vez más hacia Elle, que luce como una flor en
invierno, cerrándose cada vez más—, tú nunca serás nadie. . .

— Para.

Chloe me mira con los ojos muy abiertos, sin creer que estoy del lado de ella. Del lado
de Elle. Una parte de mí tampoco puede creerlo, pero no por las mismas razones.

Recuerdo todas las noches hablando con Elle, mi Elle, la Elle en mi cabeza, la que
aparentemente no existía. Esperando mensajearla. Esperando un mensaje de ella. La
primera vez que ella me llamo ah’blen. Las noches hablando hasta tarde, lo poco que
realmente sabíamos uno del otro, y lo mucho que quería saber sobre ella.

Yo y ella, esa chica. Esa Elle.

Nosotros.

¿Cómo pude cometer el error de confundir a Elle con alguien como Brian? ¿Pensar
que eran la misma persona? Estaba ciego y era estúpido y ella ha estado ahí por mucho
tiempo.
— ¿Quieres saber quién es ella realmente? — me pregunta Chloe. Ella es horrible,
justo como imaginaba a las hermanastras de Elle. Ella las describió perfectamente — .
Ella es solo una rara y pequeña geek.

— Sé quién es ella. — le contesto. Elle me da un vistazo. Puedo ver sus lágrimas. No


puedo retomar ese mensaje, pero puedo darle un poco de lo que ella me dio estas
pocas semanas. Fui un imbécil—. Ella es buena y amable, y ella es obstinada y muy,
muy apasionada. Pero no en un mal sentido. En el buen sentido. Yo aspiro a ser ella.
Ella creció en un universo sin nadie que la apreciara, y ¿quién te da ese derecho?
¿Quién te da el derecho de decirle que ella no es nadie?

— Yo. . . yo. . .— Chloe mira de mi hacia Elle y regresa a mí, como si tratara de
resolver el acertijo del por qué estoy defendiendo a su hermanastra. ¿En serio la gente
piensa que soy un egoísta?

Tomo la mano de Elle y le doy un apretón. Asegurando que no solo son palabras. Que
realmente lo sé. Porque si ella es la chica que yo pienso que es, ella entenderá. Ella
merece saber quién soy realmente.

—Oh ¿Y su padre? — digo. —El comenzó esta convención. Este gran evento. Así que,
si piensas que él era raro, entonces creo que estas en el lugar incorrecto.

Y con eso le doy un saludo de juramento.

Un Torturiano junto a mi copia, mi saludo. Y un Nox, un Jedi, un Vulcano, un elfo


oscuro, toda la comunidad del Anillo. Cada uno, con sus diferentes colores de cabello,
trajes y máscaras, alzando sus manos en juramentos para mostrar que debajo de esas
túnicas y corazas son gente con corazones que laten juntos. Todos nosotros podemos
ser diferentes, podemos venir de naves diferentes o ser de diferentes fandoms, pero si
algo he aprendido en estos 33 días en un uniforme demasiado azul interpretando a un
personaje que jamás pensé que sería, es que cada que nos convertimos en personajes,
piezas de nosotros mismos, brillamos como barritas luminosas en la noche. Ellos
brillan. Nosotros brillamos. Juntos.

Incluso cuando alguno de nosotros cae en diferentes universos, su luz nunca se


apagará.

Finalmente, Elle le da su saludo. Y vuelvo a apretar su mano.

—Todos aquí somos geeks— digo.


Chloe se da la vuelta. Nadie está bailando, aunque la música sigue sonando. Todos con
un saludo de juramento, incluso cosplayers que no están vestidos en regalía de
Starfield. Chloe muerde su labio inferior para evitar que se tambalee, sus uñas se
entierran en su vestido. No sé cómo lo consiguió, o como llego aquí, y mi corazón se
retuerce porque sé que no es así como ella quería que las cosas fueran.

—Te odio— ella llora. Después ella empuja a las personas fuera del lugar. La multitud
comienza a aplaudir, ella tropieza en las escaleras y desaparece, seguida por un rugido
de gritos.

Pienso que debería ir tas ella, pero me detengo. Chloe nunca iría tras de mí. Ella ni
siquiera lo intentaría.

Junto a mí, Darien suspira. —Hombre, que dolor.

—La humillaste—le digo.

El entrecierra los ojos. —Ella también te humillo.

—Lo sé, pero—le doy una mirada a la puerta de salida—, estoy acostumbrada.

— ¿Y eso lo hace correcto?

—No.

Él suspira y, lentamente, la multitud regresa a lo que sea que está haciendo antes.
Bailando, mezclándose, comiendo esa deliciosa comida con los dedos. Necesito
probarla. Debería al menos comer un hojaldre antes de que se hayan ido todos. Él frota
la parte trasera de su cuello.

—Escucha, yo, tengo que decirte algo.

—¿Qué eres un serio fanboy? —intento bromear, pero mi corazón sigue latiendo
fuertemente. No puedo quitarme los ojos llorosos de Chloe de mi cabeza. Realmente la
destruimos. Tal vez ella es así, pero yo no.

—Bueno, eso también —comienza a decir, riendo, y después envuelve mi mano con la
suya. —Pero realmente es sobre…
La puerta principal se abre con un grito ensordecedor. Una chica con el cabello azul
verdoso entra corriendo, seguido por un par de botones, gritando sobre los pases que
ella necesita para entrar.

— ¿Sage? —sigo sosteniendo la mano de Darien y ella se acerca hacia mí—. ¿Qué
haces aquí?

Ella se agacha, con las manos en sus rodillas intentado recuperar el aliento. — ¡Jesús!
¿Acaso nunca revisas tu teléfono? ¡Estuve buscándote por todas partes! ¡Necesitamos
irnos!

— ¿Qué? ¿Por qué? Oh dios ¡la hora!

—Si Cenicienta ¡Es hora! —Sage me toma por la muñeca tirando de mí hacia la salida.

—Espera—dice Darien, siguiéndome. —Elle.

—Lo siento. — le digo, pero Sage sigue tirando de mí. Un millón de posibilidades
sobre lo que Catherine podría hacerme cruzan mi mente. Y todas ellas me dan una
sensación de vomito.

Por favor, déjame llegar a tiempo, pienso mientas sigo caminando fuera del salón de
baile. No miro a Darien. No puedo. Empujo su mirada herida, realmente desgarradora,
fuera de mi cabeza.

Porque soy tan buena como la muerte.

—¿Qué hora es? —le grito a Sage. Ella corta a la multitud como un cuchillo, su agarre
es muy fuerte que sé que dejara marca.

—¡Las nueve! —grita de vuelta.

¿Las nueve? El pánico inunda mi pecho. Aun si manejamos la calabaza a 80 k/h. es un


viaje de 4 horas. Nunca llegaremos a tiempo.

Ella empuja la puerta del salón de baile y huimos al vestíbulo de tonos dorados, a
través de la alfombra y felpa y hacia la puerta giratoria. La calabaza magia está
esperándonos afuera. En una zona donde no se puede estacionar. Y hay un policía que
se dirige hacia el cruzando la calle. Cal se asoma por la ventana del pasajero,
indicándonos que nos apuremos. Los pasos siguen detrás de nosotros, y justo cuando
salgo volando por las puertas giratorias, me doy vuelta para ver quien…

Darien.

—¡Espera, por favor! —grita, dando un portazo hacia las puertas giratorias. Su
máscara se ha caído y puedo ver el brillo en su nariz, como una tormenta, y la alarma
en sus ojos. Del tipo que uno siente cuanto sabes que nunca volverás a ver a alguien
otra vez.

—Espera… ¡ah’blena!
¿ah’blena?

Tropiezo y se me sale uno de los zapatos de mi mamá.

— ¿Qué estás haciendo? —Sage tira de mi mano cuando me inclino en busca del
zapato. — ¡Vámonos! ¡Tenemos que irnos!

Tiene razón. Tenemos que irnos. Tengo que irme. Me empujo fuera de, de, de lo que
sea que es esto.
Un sueño. Un momento. Un zapato es un zapato. No vale la pena la ira de Catherine.

Salgo corriendo justo cundo Darien sale de las puertas giratorias. Saltando dentro del
asiento del conductor, Sage enciende el camión y agarra la palanca de cambios. El
camión empieza a avanzar y la puerta se abre y subo dentro, al lado de Cal.

En el espejo retrovisor, él sigue corriendo detrás de nosotras. Pero mientras


tomamos velocidad sus pasos son más lentos, hasta que se detiene y se agacha,
poniendo las manos en sus rodillas, noto mi nombre en sus labios en el momento que
él desaparece de mi vista. Miro hacia el camino, con el pecho agobiado y la cabeza
palpitando.

Él va a superarme. Todo lo que tuvimos fue un momento. Solo un momento en un


imposible universo bailando ese hermoso e imposible vals.
Estoy a punto de vomitar.

Mis pulmones arden con cada respiración, pero estoy en lo cierto, mirando hacia la
zapatilla reluciente. La recojo del suelo. La dejaré en la recepción del hotel. Quizás
puedan cuidarla hasta que Elle pueda recogerla. O puedo decírselo.

Un nudo se forma en mi garganta.

Casi lo hice, casi le dije quién era. Estuve tan cerca. Tocando la parte inferior del
zapato contra mi palma, me dirijo hacia el hotel.

Y me congelo.

El Rey Nox se interpone en el camino, el teléfono fuera y grabando todo a la dura luz
de una farola. Sonríe, y es entonces cuando lo reconozco. Maldigo mientras sonríe más.

—Bonito cosplay, Brian—le escupí.

—Te engañé con él, al menos.

—¿Puedes dejar de grabar?

—¿Por qué no le preguntas a tu papá?

Suspiro. Sí, Mark me va a matar. Pero me ocuparé de eso más tarde. — Simplemente
no puedes venderlo, ¿sabes? Pretende ser una persona decente.

—¿Todavía estás tan ciego, hombre? —Brian niega con la cabeza—. Siento lástima
por ti.

Estoy demasiado enojado para jugar. Elle estaba justo aquí, justo a mi lado, pero de
repente ya no estaba, y cuando se fue se sintió como si tomara el aire a mi alrededor
hasta que apenas podía respirar.

Brian sigue hablando. —Estoy seguro de que obtendremos mucho por este video
también. ¿Cuál crees que debería ser el titular? ¿Darien Favorece a un Concursante?
¿La Chica Geek hará cualquier cosa para ganar? Competencia de Cosplay de Renombre
Anulada por la Estrella Darien Freeman D…
Eso es. Si algo bueno ha sucedido durante los últimos meses de preproducción y
ensaladas sin alma y batidos de proteínas y cuatro entrenamientos con el primo de
Arnold Schwarzenegger, es que aprendí a dar un golpe. Pulgar dentro, apretar el
puño…

Golpe.

Brian tropieza por la fuerza de el. Apretando su mandíbula, agita su teléfono hacia mí.
— ¡Todavía está grabando, estúpido! ¿Quieres agresión y violencia en los titulares
también?

—ESTO ES AGRESIÓN—Y con un grito salvaje, me tiro sobre él.

Brian gira y corre hacia las puertas giratorias. Me estrello en el mismo


compartimiento con él, como dos sardinas en una lata, tirando de sus odiosas orejas de
Nox.

—¡Ay, ay, ay! ¡Suéltame! —grita—. ¡Esas eran costosas!

—¡Éramos amigos!—conseguí arrancarle una oreja antes de empujar la puerta


giratoria lo suficiente como para escapar al vestíbulo—. ¡Acabas de decir que querías
ser amigos!

—¡Sí, hasta que te volviste un imbécil soy-mejor-que-todos! —grita sobre su hombro,


dando vueltas alrededor de un sofá de aspecto caro. La tapicería es realmente bonita,
pero que se joda. Trepo por los cojines, pensó que daría la vuelta, y lo agarro por esa
estúpida capa sin sentido. Siempre dije que el Rey Nox no necesitaba una capa.

—¡Y me has vendido! ¡Estabas celoso!

—¿En serio, hombre?—gira detrás de otra silla y me la arroja—. Tu cabeza está tan
arriba en el culo de tu padre que es increíble.

Agarro la silla antes de que golpee mi entrepierna. —Retira eso.

—Eres el niño pequeño de papá. Haciendo todo lo que quiere. Él te fabricó, ¿lo sabías?
—Toma un puñado de revistas y me las arroja.

Me agacho mientras una Teen Vogue conmigo en la portada navega sobre mi cabeza.
— Dije que lo retires.

—Qué, no estás orgulloso de ser su pequeño b…

Me lanzó contra él de nuevo. Pasa a través de una familia de cuatro y empuja su


carrito de equipaje entre nosotros. Agarro el otro lado. — ¿Así que me sacaste una foto
golpeando en un muelle y la vendiste? ¡Eso realmente hizo que todo fuera mejor! —
intento jalar el carro, pero él se aferra—. ¿Por qué lo hiciste?

Su maquillaje morado oscuro comienza a desprenderse mientras su cara se arruga


con ira— ¿Por qué no le preguntas a tu padre?
—Mark no tiene nada que ver con eso…

— ¡Él filtró las imágenes! —ruge Brian.

Estoy boquiabierto.

—Nunca pensaste en eso, ¿eh? —se burla—. ¿No crees que el momento fue
demasiado bueno? Acababas de terminar la segunda temporada de Seaside. Hiciste una
audición para Carmindor y la gente sabía quién eras...

—Jódete.

—… pero realmente no te conocían. A nadie le importabas fuera de tu SeaCos o como


se llamen.

Él está mintiendo. Sé que lo está. Pero sus palabras comienzan a cerrar mi garganta,
haciendo que sea más difícil respirar.

—Los tomé como una broma, algo para contarte más tarde. Pero luego Mark los
confiscó, me dijo que podían hacerme conseguir dinero —dice Brian—. Y tenía razón.
Una gran historia y tú estabas en el mapa. Estabas en todas partes.

— ¡Fue un infierno!

—Fue un negocio, hombre —dice Brian—. Pensé que lo superarías eventualmente.

—Y pensé que podía confiar en mi mejor amigo.

El papá de la familia cuyo carro hemos usado tentativamente alcanza su equipaje,


mirando entre nosotros como si fuéramos monstruos locos. En el mostrador de
recepción, el empleado ya está hablando por teléfono, probablemente con seguridad.
Ahora puedo ver el titular: DARIEN LUCHA CON RUIN PAPARAZZI Y ASESINA SU CULO.

—Claro —dice Brian—, cúlpame por todo esto. No puedes soportar culparte a ti
mismo, ¿verdad?

Giré el carrito lejos del papá turista y ataco con un grito de furia de Conan el Bárbaro.
Brian se retira a través de las puertas del salón de baile, desapareciendo en la niebla
oscura de la fiesta de baile. Se desliza hasta detenerse en el balcón que baja a la pista
de baile y mira hacia atrás.

—Oh mier…

Pero ya he dado mi salto volador. Mi hombro choca contra su pecho y caemos sobre
la barandilla como King Kong frente al Edificio Empire State. La caída de diez pies
demora mucho más de lo que espero. El tiempo suficiente para que me arrepienta de
toda esta decisión.

Bueno, al menos tengo un seguro.

Chocamos contra el piso con la fuerza suficiente para dejarme sin aliento. El DJ araña
una remezcla de Pokérap. Vengadores y elfos nocturnos y Jedi nos rodean. Ruedo
sobre mi espalda, gimiendo. No creo haberme roto ningún hueso, pero no puedo
decirlo. Se siente como si hubiera roto absolutamente todo. A mi lado, Brian también
se da vuelta, y miramos hacia el techo. En realidad es un techo muy bonito. Dorado
cromado como el resto del hotel, elegante...

Debo haber golpeado mi cabeza más fuerte de lo que pensaba.

— ¿Sabes qué? —Me siento de manera vacilante. He sido maltratado y golpeado hoy
más veces de lo que nunca tuve en el set. Sabía que quería mantenerme alejado de esta
convención por una razón—. Podríamos haber sido amigos. Pero nunca hubiera
funcionado, y no porque sea famoso. Porque eres un idiota, Brian. Me acosaste, me
gritaste frente a mis fans, robaste mi maldito teléfono...

En algún lugar en la parte trasera del salón de baile escucho a Gail gritarle a la gente
que se salga de su camino; ella ya está llamando a nuestra aseguradora para
asegurarse de que mis abdominales estén cubiertos por las heridas de batalla.

Brian toma una respiración larga y temblorosa. — Quizás. —Él echa un vistazo—.
Pero te estoy diciendo. . . la verdad. —lentamente se pone de pie. Su labio está
sangriento por donde lo golpeé. Extiende una mano y la tomo, poniéndome
dolorosamente de pie (de acuerdo, así que podría haberme torcido algo, o he herido
algo muy, muy mal) —. Él te controla, hombre. E ibas a dejar que se llevara a esa chica
también.

Gail finalmente encuentra su camino hacia nosotros y me toma por la cara—. ¡Dare!
¿Estás bien? ¿Estás herido? ¿Cuántos dedos ves?

—Tres —respondo, dándome cuenta de que Brian ya no está allí. Me giro, buscándolo,
pero todo lo que veo es una capa negra mientras se desliza entre dos Orcos y
desaparece.

Gail jala de mi rostro hacia ella otra vez, inspeccionando mi nariz, luego mis labios, y
murmurando para sí misma como mamá gallina acerca de cuánto Mark nos regañará
esta vez—. Siempre me meto en el peor de los problemas contigo, Dare. Volvemos a
L.A. y te voy a encerrar en tu apartamento hasta el estreno. Es una promesa.

—En realidad... —recuerdo las palabras en el costado del camión de comida que dejó
Elle. La Calabaza Mágica “¡El mejor camión de comida vegana de Charleston!” Todo
comienza a tener sentido ahora. Las chimichangas. Las bromas. Ella ya estaba muy
cerca. Las palabras de Brian se hacen eco como campanas de advertencia en mi cabeza.

También ibas a dejar que se llevara a esa chica.

Debería haberle dicho la verdad al principio. No debería haber tenido tanto miedo a
las consecuencias porque las superaré, sean lo que sean. Solo quiero ser real. Por una
vez. Sin máscara, sin guión, desconocido. Preferiría vivir mi vida sabiendo que Elle me
odia a mí que vivir como el falso Carmindor en su cabeza.

—Vamos a tomar unas buenas y largas vacaciones. Va a ser perfecto…

—No. —Toco mis costillas, tratando de no hacer una mueca. Creo que
definitivamente las he lastimado—. Primero tengo que hablar con mi papá.
El teléfono suena una vez, dos veces, antes de que Mark contestara. Reviso mi reloj.
12:31 a.m. Muy temprano en la costa oeste. Él todavía debería estar de fiesta. O yendo
a algún evento patrocinado por este estudio de cine o esa compañía de producción.
Red de contactos, él dice. Recuerdo los años en los que no hizo más que trabajar en
redes de contacto, noche tras noche. Toda mi infancia estuvo llena de eso. Tenía más
niñeras de las que podía nombrar. Y luego, un fin de semana, mucho después del
divorcio, él consiguió ese comercial de pasta de dientes, y tres meses más tarde, una
audición para esta serie de televisión llamada Seaside Cove. Entonces los titulares
pasaron.

Froto la cicatriz en mi barbilla distraídamente. No sé cuánto le creo Brian, pero


tampoco sé si quiero creer en Mark. No recuerdo mucho de esas semanas en la prensa
sensacionalista. Fue un torbellino de paparazzi y prensa y titulares, y en realidad
nunca se apagó. Estaba mi vida antes de los titulares, y después.

Me pregunto, en el posible universo de Elle, en quién me hubiera convertido sin ellos.


Tal vez en ese universo todavía tendría un padre, y tal vez no habría culpado a Brian.

Tal vez yo no sería nadie en absoluto.

— ¿Hola? —se queja Mark.

—Oye, viejo —digo alegremente.

— ¿Darien? ¿Qué estás…? ¿Qué hora es? —lo escucho arrastrar los pies, y luego
gime—. Darien, es tarde allí. ¿No se supone que estás tomando un vuelo?

—Supongo —digo—. Probablemente está despegando. No lo sé.

Hay un filo en su voz—. ¿No lo sabes?

Me trago el nudo en la garganta y me concentro en mis botas de cuero pulidas. Son las
botas de Carmindor, en realidad. No me las he quitado todavía. Me estoy engañando a
mí mismo al pensar que tal vez si estoy vestido como un héroe, todavía puedo actuar
como tal, aferrándome al último trozo de valor que me queda.

Lonny, sentado en un cómodo sillón de la habitación del hotel, sorbe tranquilamente


un vaso de agua con gas. Gail, en la silla junto a él, se desplaza a través de su teléfono.

Los dos están escuchando y no me importa. Cuando les pregunté si podían quedarse
en la habitación cuando llamé a Mark, estuvieron de acuerdo sin dudarlo. Es un
consuelo. Supongo que porque son lo más cercano que tengo a mis amigos. O padres.

—¿Cómo es que no sabes? Te estás subiendo a ese avión. Vienes a casa. ¿Te das
cuenta de cuánto dinero cuestan esos boletos?
—¿Filtraste esas fotos? —dejé escapar—. ¿Las que Brian tomó? ¿Desde el yate? —
Gail levanta la vista de su teléfono, su cara pálida de sorpresa. Mark se queda callado
por un largo momento.

—Me di cuenta de que necesitabas elegir cuidadosamente a tus amigos —responde


lentamente, eligiendo cuidadosamente sus palabras, como si quisiera elegir a mis
amigos. Mi carrera. Mis novias. Y todo lo demás. Mi vida entera—. Cuando vi que tenía
esas fotos, tuve que hacer algo. Así que lo hice. De esa forma nos mantuvimos delante
de las noticias.

Me hundo en el borde de la cama y miro la alfombra beige—. Así que sacrificaste mi


orgullo y privacidad por un poco de fama.

—Esos titulares te consiguieron a Carmindor, Darien.

Me consiguieron a Carmindor.

Las palabras se sienten como un cuchillo retorciéndose en mis entrañas; Recuerdo


las semanas después de que los titulares salieron al aire. Quedándome en mi
departamento, bloqueando las puertas, sintiendo que las paredes se cierran a mí
alrededor. Luego, afuera, usando gafas de sol y un sombrero en todas partes, tratando
de no leer los titulares pero leyéndolos de todos modos. Sintiendo la vergüenza
solidificándose dentro de mí, endureciéndose, formando una pared.

—¿Alguna vez ibas a decírmelo?

—Darien, es compli…

—¿Lo ibas a hacer?

—Darien, quería lo que era lo mejor para ti.

—¿Y las imágenes del rodaje? ¿Tú también fuíste? ¿O Brian las filtró por si solo?

—No seas ingenuo. Todas las filtraciones son falsas, —Mark se burla. Prácticamente
puedo verlo hacer comillas en el aire mientras dice la palabra filtrar—. Brian estaba
buscando dinero, así que lo encontré un trabajo de Personal de Apoyo en el set. Le dije
que mantuviera la cabeza gacha y tal vez tomara algunas fotos. Espiar en tu teléfono, si
podía conseguirlo.

—Me mentiste. Me dejaste ser difamado. De nuevo. ¿Para qué? ¿Unos minutos de
fama?

—Para mantenerte relevante —dice mi padre.

—Felicitaciones —respondo con amargura—, funcionó.

Hay una larga pausa—. Sé que probablemente me odies —dice Mark—. Tienes todo
el derecho a hacerlo. Pero no soy el malo aquí, lo juro. Nunca quise serlo. Las
filtraciones, la atención, tú y Jess, estamos mejor por eso, ¿no es así? Funcionó a la
perfección. Sobrevivimos.
—Supongo —digo. Él tiene razón: sobreviví. La película está en la lata. Voy a ser una
estrella. Pero Elle, perder a Elle. Esa es la consecuencia.

—Ahora —continúa Mark—, voy a reservar otro vuelo. Tienes una sesión de fotos
por la mañana, luego una pocas sesiones de prensa y…

—No.

—¿No?

Respiro hondo, juntando mi coraje—. Cambia la fecha de la sesión de fotos. Diles que
surgió algo.

—No seas ridículo. Tienes contratos que mantener por esta película. Hay dinero en la
línea...

—Papá, no quiero ser Carmindor por el dinero.

—Darien, este es un trabajo.

Aprieto mi mandíbula—. No se trata de dinero. O los contratos. O las sesiones de


fotos. O los titulares. O la notoriedad. O mis abdominales asegurados, ¿por qué
demonios asegurar mis abdominales, de todos modos? Es como si Taylor Swift
asegurara sus piernas. Es ridículo.

—Cada precaución —dice—, es solo…

Pero lo corté—. Titulares o no titulares, tomé el papel debido a Carmindor. Por


Starfield. Porque solíamos sentarnos y ver las repeticiones juntos. ¿Recuerdas?

—Eso fue hace mucho tiempo, Darien.

Tal vez. Pero a veces todavía se siente como si fuera ayer, cuando todavía era mi
padre—. Para mí se trata de los personajes. Se trata de la historia. Los fans. Se trata
de… —Las palabras se quedan atrapadas en mi garganta cuando recuerdo las
conversaciones que tuvimos Elle y yo, sobre la Nebulosa Negra, sobre el mundo, sobre
los “y sí…”

—… el universo imposible —termino.

—¿De qué estás hablando?

Por una vez, logro tragar mi enojo—. Quiero ser parte de mi propia historia otra vez,
y yo…

Me doy cuenta de que ya no puedo quedarme en este limbo. Entre no tener un padre
y tener uno. A diferencia de Elle, quien haría cualquier cosa para recuperar a su padre,
yo todavía tengo uno.

—Quiero un nuevo manager —digo al fin—. Quiero que mi papá regrese.

—¿Estás. . . despidiéndome?
—Sí. Lo estoy haciendo. Te amo, papá, pero lo estoy haciendo.

Su voz se vuelve fuerte—. Darien, escúchate a ti mismo. Tu carrera. No puedes


simplemente...

—Lo hago —respondo, y luego cuelgo.

Gail comienza a recoger sus cosas de toda la habitación. Por la expresión de su cara,
ella piensa que también está despedida—. Me iré de aquí pronto. Mark dijo que se
supone que yo...

—Olvídate de Mark —le digo—. Estás oficialmente ascendida, de inmediato. —Sus


cejas se levantan. Le lanzó mi teléfono, y trata de atraparlo.

Gail se queda boquiabierta—. Te refieres…

—Quiero decir que probablemente necesito que vayas a L.A. y te disculpes en esa
sesión de fotos mañana —le digo—. Todavía puedes tomar un vuelo si...

—¡Pero soy horrible para disculparme! —No podía ponerse más pálida. De hecho,
creo que en realidad se está volviendo verde—. ¿Qué le pasó a Mark? Por qué no
puedo...

La tomo por los hombros y la giro para enfrentarme. Nos miramos a los ojos—. Gee,
eres mi número uno. Siempre lo has sido. Eres la única persona en la que confío. Ahora,
si no quieres, lo entiendo, pero quiero preguntarte de todos modos. Somos un equipo,
y siempre lo seremos. ¿Serás mi manager?

—Yo... —se queda en silencio, y luego cierra los ojos y respira profundamente. Parte
del color vuelve a sus mejillas. Finalmente, abre los ojos y asiente con la cabeza—. Lo
apuestas, Dare.

Sonrío, apretando sus hombros—. Eres la mejor.

—Señorita La Mejor para ti —responde ella, devolviéndole mi sonrisa, pero de


repente la borra—. ¡Oh, el vuelo… tengo que tomar ese vuelo! —girando fuera de mi
agarre, agarra su bolso del suelo y se lanza hacia la puerta. Hace una pausa y se vuelve
hacia mí—. Prometo no defraudarte.

Y entonces se ha ido, la puerta cerrándose de golpe detrás de ella.

Lonny termina su bebida y se para—. Entonces, ¿cuál es nuestro plan?

—No tienes que irte —le digo, quitándome la chaqueta de Carmindor—. Voy a estar
ausente sin permiso, así que esto no está en tu contrato.

—Entonces, en lo que a mí respecta, estoy fuera del reloj —dice, enderezando su


traje—. Puedo hacer lo que quiera con mi tiempo, y quiero ayudarte. ¿Así que, cuál es
el plan?
—Primero —digo—, a las máquinas expendedoras. Con toda esta buena suerte,
deben tener un Orange Crush.

Y los santos dioses de la bebida, Batman, a la luz brillante de las grandes máquinas
expendedoras en el tercer piso, veo un hermoso botón de Orange Crush, y cuando lo
presiono una botella naranja cae. Rompo el sello y bebo el dulce, dulce sabor de la
victoria.

—¿Ese es tu plan? —dice Lonny—. ¿Beber un refresco?

Cierro la botella y niego con la cabeza, una idea medio loca ahora completamente
formada en mi cabeza.

—Voy a hacer lo que Carmindor debería haber hecho en el último episodio de


Starfield —le digo—. Voy detrás de la chica.
Solamente han existido tres momentos en mi vida que pensé que nunca superaría. El
primero fue cuando mamá murió. Era demasiado joven para acordarme de mucho,
excepto del recuerdo de papá abrazándome en una fría mañana de septiembre y el olor
de las habitaciones de hospital esterilizadas.

El segundo fue ese momento antes de que Catherine saliera, mientras estaba sentada
en el porche esperando que papá volviera a casa. El aire estaba húmedo y pegajoso, y
no podía esperar para mostrarle la historia que había escrito sobre Carmindor y el Rey
Nox. Era la mejor hasta ahora. Estaba tan feliz.

Y entonces mi madrastra salió, con el teléfono pegado a su hombro, y dijo—: Entra,


Danielle. Robin no va a regresar a casa.

No recuerdo dónde puse esa historia. Dejé de escribir después de eso. Supongo que el
blog salió de ese agujero, algo un poco bueno de lo imposible. Y esos dos momentos,
logré superarlo eventualmente. Pero el tercero...

No estoy segura de sí voy a superar este.

Debido a que perdí el zapato de mi madre, llegué tarde de mi toque de queda, y


cuando Sage da vuelta en mi calle, veo mí casa, la de mis padres, con el feo cartel SE
VENDE POR EL PROPIETARIO, que Catherine colocó. Todas las luces están encendidas
y el Miata de Catherine está en el camino de entrada. En el porche, mi madrastra está
de pie con los brazos cruzados, las manos tocando sus codos, su cara con una
expresión de piedra e ilegible. Y en el salpicadero de la Calabaza, el reloj marca las 2:05
a.m.

Soy la princesa Amara, y esta es mi Nebulosa Negra.

Cal se inclina hacia adelante. Está pálida y claramente nerviosa, retorciéndose las
manos. No quiero que ella se meta en problemas por mi culpa, pero no sé qué más
hacer. Ella parece firme acerca de ir conmigo, aunque le dije que puede meter a
escondidas por mi ventana. No hay razón para que ambas seamos castigadas.

—No tienes que ir. —Sage reduce la velocidad pero no se detiene por completo. Ella
es una buena amiga. Ella es la mejor amiga. Me alegro de haber llegado a conocerla—.
O puedo ir contigo.
Pero ella no puede ir con nosotras. Pensé que entraría más en pánico; que estaría
agarrándome por la garganta, picando mis entrañas como besos de medusas. Pero
estoy sorprendentemente. . .calmada. Unos minutos varadas en el ojo del huracán.

Cal me aprieta el hombro—. Estaré aquí también.

—Cal, no tienes que…

—Deja de intentar tomar toda la culpa —interrumpe—. No soy mi hermana, y no soy


mi madre. Estoy harta de que me pongan en esta caja. No soy una persona de caja. Es
hora de que Chloe y mamá lo sepan.

La Calabaza se detiene por completo.

—Dios, se parece a un gato mojado —murmura Sage.

—Esa es su apariencia normal —le digo.

Sage se inclina y me abraza fuerte—. ¿Te veré mañana en el trabajo?

—Sí —grazno—. Quiero decir, tal vez. —La abrazo y abro la puerta del camión, pero
Cal se demora por un momento, sin saber cómo despedirse de Sage. Rápidamente
aparto mi mirada. No es asunto mío, y se siente privado.

Cuando salgo al césped, Catherine entrecierra los ojos hacia mí. Pero luego Cal me
sigue fuera del camión, y el rostro de Catherine se transforma en ira, como un fuego
artificial explotando. Yo sola es una cosa, ¿pero yo y Cal? El terror se enrolla en mi
estómago como serpientes. Ella no puede hacer nada, me digo a mí misma. No le tengas
miedo.

Pero lo tengo. Le tengo miedo como Carmindor le tiene miedo al Rey Nox, como
Amara le tiene miedo a la Nebulosa Negra. Antes de encontrar el vestuario de mis
padres, conocer a Sage y encontrar algo de felicidad, no creía que Catherine pudiera
llevarse algo que ya no hubiera tomado. Pero parada aquí, usando las cosas de mis
padres, el sabor del ponche de sandía en mi lengua y David Bowie canturreando "Zig—
gy Stardust" a través de los altavoces de Calabaza... Me doy cuenta de que puede
quitarme mucho más de lo que pensé. Tengo una vida ahora. Tengo cosas que
importan.

Tomo la chaqueta de mi papá sobre mi hombro. Huele más a Darien que a mí, como
canela, almidón y sudor, y una noche que nunca olvidaré. Detrás de nosotros, Sage
obliga a la Calabaza a ponerse en marcha y, con una fuerte cortina de humo negro, se
desliza por la carretera.

—Calliope... —Catherine mira a su hija desde debajo de sus pestañas—. Creo que
tenemos que hablar. Chloe me contó todo. Estoy muy, muy decepcionada.

—Mamá, puedo explicarte —dice, pero su madre la interrumpe.

—Adentro, por favor, antes de que hagamos más de una escena.


Cal baja la cabeza y se apresura a entrar a la casa. Los labios de Catherine se curvan
con disgusto mientras la sigo en silencio. Cierra la puerta de golpe, y Cal se gira.

—Mamá, puedo explicarte. No es lo que parece…

—Oh, sé lo que parece. Simplemente no pensé que me mentirías tan descaradamente,


cariño, —Catherine responde, su voz extrañamente fría—. ¿Escabullirte de tu torneo
de tenis? ¿Ir a pasar el rato con alguna drogadicta y tu hermanastra? ¿No quieres esta
posición de equipo universitario? ¿Un futuro? Chloe parece ser la única que lo hace.

Hace clic entonces, en un instante. Chloe llegó a casa antes que nosotras y le dijo a
Catherine la mentira exacta que arrojaría a Calliope debajo del autobús conmigo. No
puedo creerlo por un segundo, porque ¿por qué Chloe haría eso? Han sido
inseparables desde que tengo memoria.

Cal parece igual de sorprendida—. Pero… eso no es… Chloe….

—Me lo contó todo —termina Catherine—. Arriba. Ahora.

—Pero mamá…

— ¡Ahora! —dice Catherine.

Por un momento, no creo que Cal vaya a ir, pero luego desaparece, apresurándose
por las escaleras. Cuando la puerta de la habitación de las gemelas se cierra, Catherine
vuelve su mirada hacia mí, afilada y dura.

— ¿De dónde sacaste esa ropa? —su voz es como cuchillos. Me detengo en el
vestíbulo para limpiarme los pies descalzos, el zapato de mamá (el zapato que me
queda) está en mi mano, y Catherine me mira con disgusto. El brillo se está cayendo a
mí alrededor, atrapado en los pliegues de mi vestido, pegado a mi piel como si yo
también fuera polvo de estrellas.

—Son míos —digo—. De mis padres.

— ¿Y tuviste la audacia de arrastrar a Calliope a tus tonterías?

—No fue una tontería, fue una convención. Participamos en un concurso.

— ¿Un concurso?

—Un concurso de cosplay. ¿Recuerdas ExcelsiCon? ¿El sueño de papá? Yo quería ser
parte de...

— ¡No me importa lo que quieras, pequeña mocosa! —Catherine exhala tan fuerte
que suena como un siseo—. Sabías que Calliope era impresionable. Sabías que podrías
lograr que ella siguiera tus maquinaciones. Todo esto comenzó cuando comenzaste a
trabajar en ese sucio camión de comida.

— ¡No es sucio!
—Las chicas del club de campo me dijeron que te tenía en una correa demasiado
suelta como para dejarte trabajar allí, pero confié en ti —Se endereza totalmente, con
su bata de seda reluciente—. Nunca volverás a ver a esa chica, Danielle.

— ¿Sage? —Mi corazón cae en picada—. ¡Pero no es culpa de Sage!

—Voy a cortar esto de raíz antes de que nos deshonres a todas nosotras —continúa,
alzando la voz para ahogar la mía—. Nunca, nunca más volverás a verla. ¿Me escuchas?

La palabra me golpea como un puñetazo en el estómago. ¿Nunca volver a ver a Sage?


¿Nunca?

—Y dejarás ese trabajo —agrega—, de inmediato. Trabajarás en un lugar respetable,


donde pueda vigilarte.

—Pero... ¡pero es mi trabajo! —Intento discutir, mi voz se resquebraja. ¿Renunciar a


la Calabaza Mágica? Es una de las únicas cosas por las que pelee por tener. Una de las
únicas cosas que obtuve por mí misma, una de las únicas cosas que pude conseguir por
mi cuenta—. ¡Me lo gané! ¡Me gusta ese trabajo!

—No puedo confiar en ti, Danielle —dice mi madrastra—, y si no puedo confiar en ti,
no mereces lo que te doy.

— ¡Lo único que hice fue ir a la convención que construyó mi padre! —Parpadeo las
lágrimas que ardían en el borde de mis ojos—. ¡Y también es mi convención! ¡Fui
porque él es mi padre! ¡Él es mío! Finalmente, sentí que estaría orgulloso de mí, ¿por
qué no puedes estarlo tú?

Catherine se cruza de brazos—. No puedo estar orgullosa de una hija que me miente.

— ¿Hija? ¡Nunca me dejas hacer nada! Me has castigado por… ¡por no sé qué! ¡Por
años! —las lágrimas me queman las mejillas—. ¿Por qué me odias?

— ¿Te odio? —ella parpadea lentamente, como si fuera la cosa más absurda que haya
escuchado—. Danielle, no te odio.

Aprieto mi mandíbula. —Aparentemente no has actuado así. Todo lo que siempre


quise de ti fue una cosa, solo una. Quería que estuvieras orgullosa de mí. Como estás
orgullosa de Cal y Chloe. Yo solo... —aprieto mis ojos cerrados, tratando de detener las
lágrimas. Odio llorar, pero no puedo parar—. Solo quería... quería que me amaras
también.

Puse mi cara en la curva de mi codo, sofocando mis sollozos. La máscara y el brillo y


todas las cosas buenas de la convención frotándolas en mi piel, dejando rayas húmedas.

Cuando finalmente logro levantar la vista, los ojos azules de Catherine brillan a la luz
del vestíbulo. Ella no responde por un momento largo.

Finalmente, inclina la cabeza, sonriendo como si tratara de ser amable. —He tratado
de amarte, cariño, pero lo haces muy difícil.

Mis sollozos se quedan atrapados en mi garganta.


—Tu obsesión no es saludable —dice enérgicamente—. Tampoco era saludable para
tu padre, vivir en un mundo de fantasía. Eso es todo lo que hizo. Eso es todo lo que
alguna vez fue. Solo fuiste tú, y él, y Starfield. Y odio cuánto te pareces a él.

Dejo caer mi brazo y la miro, tratando de ver la mentira detrás del maquillaje crema y
la máscara oscura, pero sus labios están en una línea delgada y sus ojos están oscuros,
y no creo que esté mintiendo.

—Había tantas cosas que quería cambiar sobre él —dice ella—. Y tú.

— ¿Cambiar? ¿A qué? —pregunto, mi boca moviéndose antes de que pueda


detenerla—. ¿A la hija perfecta? ¿Alguna versión tuya? ¿A alguien que piensas que es
aceptable y digno de tu amor? ¿Por qué tengo que demostrarte que soy digna?

—Danielle, solo quiero lo mejor para ti…

— ¡No, quieres lo mejor para ti! —suelto, levanto mi voz—. ¡Nunca me quisiste,
admítelo! Soy una carga. Después de que papá murió, eso es todo lo que era. Y si me
odias por ser como él, bien, pero soy las mejores partes de mi padre. Él me crio para
luchar por lo que creo y para ser una buena persona, ¡y él me crio para ver lo mejor en
otras personas! —mi voz es tan fuerte, se está agrietando—. Pero yo te dejé pisotear
todas las cosas buenas que me dio. Pero no hoy, en la convención, por primera vez
sentí que pertenecía a alguna parte. ¡Y eso es más de lo que alguna vez he sentido aquí!
¡En la casa de mis propios padres! ¡La que estás vendiendo!

Sus ojos se estrechan—. Starfield no es real, Danielle. Cuanto antes lo aprendas, mejor
estarás.

Por supuesto que no es real. Sé que no es real. Es tan falso como los accesorios de
espuma de poli estireno que usan y los juegos de cartón y los pequeños sonidos de
láser y las máquinas de helados que intentan disfrazar como "núcleos de datos". Sé que
todo es falso. Pero esos personajes (Carmindor, la princesa Amara, Euci e incluso el
Rey Nox) eran mis amigos cuando todos en el mundo real decían rumores a mis
espaldas, me llamaban rara, me metían en los casilleros y me obligaban a pensar que
era hermosa solo para alejarme justo antes de besarnos. Ellos nunca me abandonaron.
Eran leales, honorables, afectuosos e inteligentes.

Pero me doy cuenta de que tratar de explicar Starfield a Catherine es como tratar de
explicar el cielo a un pescador de caña. Porque ella no es ninguna de esas cosas, y
nunca lo será.

—Ahora subirás las escaleras y te quitarás ese atuendo ridículo —me ordena. Me giro
para irme, derrotada, pero Catherine no ha terminado.

—Y —dice—, me darás tu teléfono.

Me congelo.

— ¡Danielle!
Busco el teléfono en el bolsillo de mi chaqueta. Por un momento breve y alocado, me
imagino ese sueño que tuve de Frank y de mí. Partiendo hacia el oeste, sin mirar atrás.
Sabía que era solo un sueño, porque esta casa no se puede mover y sin ella no estoy
seguro de quién sería. Este era el último lugar al que pertenecía, y ya ni siquiera
pertenezco aquí, y pronto ni siquiera será mi hogar. No perteneceré a ningún lado.

Pero si no tengo adónde ir, ¿de qué sirve luchar?

Como arrancar un curita, le entrego mi teléfono. Sus dedos bien cuidados se curvan
alrededor de él—. Bueno. Ahora vete a tu habitación.

Las lágrimas vuelven antes de que pueda detenerlas y subo las escaleras de dos en
dos. Catherine no viene detrás de mí. No valgo la energía, y realmente no le queda nada
por tomar. En mi habitación, presiono mi frente contra la puerta y aprieto los ojos con
fuerza.

No puedo soportar esto más. Tengo que irme ahora. Pero no tengo mi teléfono. No
puedo llamar a Sage y decirle lo que pasó.

Y Carmindor... Al final, incluso él sabía que yo no era alguien con quien valía la pena
hablar.

Cuando Darien me llamó ah'blena, casi pensé que era él. Que Darien Freeman era mi
Carmindor. Pero no podría ser. El universo no puede ser tan cruel. Y Darien, como
Carmindor, no hablaría con un don nadie.

Agarro la chaqueta de mi padre y me hundo en la alfombra, llorando en el vestuario


más fuerte que nunca. Porque ahora las constelaciones brillantes sobre mí parecen
estrellas falsas que resplandecen en la oscuridad. Y el abrigo huele a sudor. Y la casa,
vieja y crujiente, solo está fría. Y en la sala de estar nunca se volverá a bailar un vals.

Es por eso que este universo es imposible: porque todas las cosas buenas no son
posibles de quedarse. El universo siempre se las lleva.
Resulta que Charleston no es el lugar más fácil para buscar un camión de comida.

—Creo que este es —le digo, y toco la parte posterior del asiento de Lonny. Se
detiene en el lado de la carretera. Creo que está aliviado. Ya hemos estado en otros tres
camiones de comida antes de que alguien (en un camión de camarones y semola)
tuviese una idea de dónde podríamos encontrar uno que sea naranja y amarillo.

—Oh, estás buscando a la Calabaza —había dicho la mujer mayor, frotándose las
manos grasientas en un delantal que decía C.C.E.E.S. : CHICAS CRIADAS EN EL SUR—.
Creo que esa chica está en algún lugar cerca del mercado hoy. En ese camino, —señaló
en la dirección opuesta, Kings Street, aparentemente, y nos dio instrucciones.

Consejo de viaje: si está visitando Charleston, debes saber a dónde te diriges con
anticipación. Hay tantas calles de sentido único, una vez que vas por el camino
equivocado, nunca más querrás conducir en esta ciudad. Después de casi asar un
cochecito para bebés y dar dos golpecitos a un corredor de maratón, finalmente
encontramos un camión naranja y amarillo estacionado al otro lado del mercado hacia
uno de los muelles turísticos.

Lonny activa las luces intermitentes—. Puedo esperar —dice—. O ir contigo.

—Creo que tengo esto.

—¿Estás seguro? —murmura, mirándome por el espejo retrovisor.

—A menos que quieras venir —le digo—. ¿Por apoyo moral?

—Estoy bien, jefe.

—Eres un verdadero amigo. Te llamaré cuando te necesite. —salgo del coche y veo a
Lonny alejarse antes de dirigirme a la Calabaza Mágica. Es un horrendo naranja.
Puedes verlo a una milla de distancia, el cual es probablemente el punto. Todo su
cuerpo está pintado para parecerse a una calabaza, con amarillos, rojos y negros que
resaltan las curvas y crestas dibujadas. Una chica con pelo brillante de color verde
azulado se apoya contra el mostrador, y mi corazón da un brinco cuando la reconozco,
la misma chica con la que se fue Elle.

—Hoy nos hemos quedado sin buñuelos —dice mientras me acerco, sin levantar la
vista de su revista.

—No vengo por los buñuelos.


—Bueno, espero que tampoco vengas a por las papas fritas. Porque también nos
quedamos sin esas.

—No vengo a buscar comida para nada —le digo. Esta chica me asusta.

—Huh. —ella todavía no ha levantado la vista—. ¿Entonces qué quieres? Me falta


personal y estoy irritada.

—Yo, um. —intento echar un vistazo a la parte trasera del camión. ¿Dónde está Elle?
Ella tiene que estar allí en alguna parte, ¿no? No recuerdo que haya hablado de un día
libre—. En realidad, yo... —trago saliva—. Pensé que podría encontrar a Elle aquí.

Eso despierta su interés. Finalmente me mira—. Huh.

Me muevo— ¿Huh qué?

Me muestra su revista. Mis fotos después de Hello, América. Me estremezco—. Te ves


mucho mejor con Photoshop.

—Es la primera vez—digo—. De escucharlo en voz alta, quiero decir.

—Todo el mundo probablemente lo piense. —deja la revista y ladea la cabeza—.


¿Qué estás haciendo aquí?

—No me creerías incluso si te lo dijera.

Levanta una ceja—. Tienes razón.

Respiro hondo y saco el zapato perdido de Elle. Sus ojos se abren.

—Bueno. Estoy interesada.

Le explico todo, desde el primer mensaje de texto a alguien que esperaba que fuera
Robin Wittimer, las semanas que pase hablando con Elle hasta ExcelsiCon, hasta el
baile y hasta el momento en que la camioneta se alejó—. Quiero encontrarla y decirle
la verdad. Quiero pedir disculpas.

Se inclina más sobre el mostrador, debatiendo—. ¿Por qué? ¿Así puedes limpiar tu
conciencia? ¿Vas a escaparte de nuevo, Carmindor?

Es irónico, ambos lo sabemos. Carmindor nunca escapa de nada. Él se queda y pelea


y lidia con las consecuencias. Y creo que todos tenemos la oportunidad de ser él.

Creo que esta es mi oportunidad, ahora.

—No —respondo—. No huiré de ella otra vez. A menos que ella me esté persiguiendo
con algo y entonces probablemente correré, pero nunca de ella.

La chica de cabello verde azulado lo piensa por un segundo, masticando un pedazo de


chicle rosa brillante—. Bueno, Elle renunció. O su madrastra renunció por ella. Y no
contesta su teléfono y no está en casa. No tengo forma de contactarla.

Mi corazón comienza a hundirse.


—Pero —levanta un dedo—, creeeeeeo que sé dónde podría estar. Si estás interesado.
Puedo llevarte ahí.

Dudo—. ¿Ahora? Pero no estás…

—Es un restaurante sobre ruedas, Carmindor. Se supone que debe moverse. —cierra
la ventana de servicio, sube por el medio hasta la cabina y empuja la puerta del
acompañante con el pie. Me levanto en el asiento. Todo el vehículo huele a buñuelos de
calabaza y aceite y asientos de cuero de hace veinte años.

—Por cierto, soy Sage —dice, mientras hace girar el monstruo de un camión—, y te
sugiero que te abroches el cinturón.

La Calabaza Mágica ruge a la vida con una columna de humo y comienza a traquetear
como si se deshiciera en las costuras. Rápidamente escuché su advertencia y me
envolví el cinturón de seguridad. Ella fuerza la camioneta en marcha y golpea el
acelerador, arremolinándose en una calle de un solo sentido con la velocidad de un
conductor de NASCAR. Mis ojos se vuelven hacia el espejo retrovisor. Veo que Lonny
ha encendido el auto alquilado y nos está siguiendo. Sage cruza la histórica Charleston,
la multitud simplemente se aleja del camino y nos dirige fuera de la ciudad.

—Entonces. . . ¿a dónde vamos? —pregunto, una vez que estoy seguro de que no voy
a morir.

—Este club de campo en Isle of Palms. Es horrible.

—Entonces, ¿por qué está trabajando allí?

—Porque se suponía que no debía ir a la convención —dice Sage. La camioneta


avanza a empujones a través de uno de los muchos puentes que entran y salen de la
ciudad, sus cordones de suspensión blancos se entrelazan sobre su cabeza—. Su
madrastra no quería que lo hiciera, pero tomamos la camioneta. . . por cierto, me metí
en un gran problema por eso, castigada hasta que el sol salga en el oeste. Como el
infierno que lo estoy, —agrega en voz baja, antes de continuar—. Pero fuimos de todos
modos e ingresamos a ese concurso. Pensamos que podríamos llegar a casa, pero…

Ahora comienza a tener sentido—. Es por eso que se fueron con tanta prisa.

—Bingo. —Sage sonríe—. Y ahora apostaría La Calabaza que su madrastra la tiene


encadenada en el club.

Sage sale del puente, siguiendo las indicaciones hacia Pointe Greene Country Club. De
repente, todo se vuelve más verde, con una hierba exuberante y un follaje denso. Las
carreteras mejoran, también. Ella sigue la ruta sinuosa hasta un punto de control y
reduce la velocidad de la camioneta hasta detenerse frente a un brazo de barrera
vehicular amarillo. Ella se asoma cuando el guardia de turno abre su ventana.

—¿Qué asunto? —pregunta el guardia.

—Solo aquí para mirar alrededor —responde—. Creo que podría querer ser
miembro.

Su bigote se mueve—. Lo siento, no puedo dejarte entrar sin permiso.

—¿De quién?
—Gente que pertenece al club de campo —dice lentamente, como si Sage fuera
estúpida o algo así, y le mira de abajo hacia arriba, desde su cabello verde azulado
hasta sus piercings y su blusa halter Killer Queen—. Y no creo que seas miembro.

Sus manos se tensan alrededor del volante. Ella frunce el ceño—. Te mostraré lo que
le haré a tu miembro si...

—Disculpe —interrumpo, inclinándome hacia adelante en mi asiento. Muevo mis


Aviadores y hago mi mejor sonrisa. Deslizándome en Darien Freeman en un abrir y
cerrar de ojos. Nunca pensé que en realidad sería feliz por la máscara.

El guardia de seguridad entrecierra los ojos—. ¿Qué?

—Hola. Soy Darien. Puede que me conozcas. ¿Starfield?

Sus cejas se alzan. Ah, bingo.

—Tengo una amiga que trabaja aquí, y estoy en la ciudad por un rato. ¿Crees que
podrías, ya sabes, dejarnos entrar para verla? ¿Por favor?

Él comienza a asentir (gracias, Starfield, gracias) pero luego sus cejas se bajan de
nuevo—. No me importa si eres el príncipe de Inglaterra —dice—. Puedes decirle a tu
amiga que quite su bonita camioneta. No vas a entrar.

—Bueno, eso es grosero —murmuro.

Sage murmura algo por lo bajo y golpea el camión en reversa. El guardia de seguridad
se sienta triunfante y comienza a cerrar la ventana.

Mis hombros caen—. Supongo que esperaré hasta que ella salga del trabajo.

—No.

—¿Por qué no? Son solo unas pocas horas, ¿verdad?

—Porque la única forma en que Elle puede llegar a casa es con su madrastra. Y si el
guardia de seguridad no nos deja entrar, ¿qué crees que hará Catherine? —detiene la
camioneta y cambia lentamente la velocidad. El motor emana humo negro.

—¿Qué más podemos hacer?

Sage entrecierra los ojos—. Hoy, luchamos.

Ella golpea el acelerador con el pie. Las llantas del camión chillan, quemando la goma,
antes de que atrapen la tracción con un tirón. Lucho con mi cinturón de seguridad.
Pensarías que ahora estaría bien con las acrobacias. Crees que no querría despedirme
de mi trasero.

Estarías equivocado.

Sage tira del camión hacia un lado y nos curvamos alrededor de la barrera, apenas
pasando. El guardia de seguridad abre la ventana con el rostro enrojecido y grita
detrás de nosotros, pero Sage simplemente golpea el botón PLAY en el estéreo y hace
que la música suene tan fuerte como sea posible.
El tema de Starfield ruge de los altavoces como las trompetas de la guerra.
El club de campo ya es sofocante. Esta mañana. Catherine me sacó a regañadientes de
la cama a las seis me hizo limpiar todo el ático de una vez: todos mis DVD’s de Starfield,
mi estatua de Carmindor, un juguete de la réplica de un comunicador que mi papá me
dio cuando era niña, y algunos posters y tarjetas postales y unos coleccionables
(incluyendo ese maldito dispensador raro de Pez) Entonces ella me trajo hasta aquí,
hablo con el encargado, y cinco horas después estoy atascada en un café en la veranda
con un suéter manchado con una camisa verde y pantalones caquis, aburrida. Odiaba
este trabajo cuando lo tenía antes, y lo odio ahora. Pero me he dado por vencida en
luchar.

El café domina todo lo verde en el club de campo. A la izquierda está la piscina, y a la


derecha un campo grande de golf. La mayor parte de la mañana he estado sirviendo
café a golfistas de edad media con demasiado tiempo y dinero en sus manos, pero ellos
no son los únicos aquí hoy. Chloe y sus amigos están sentados en una mesa de la
esquina, platicando tan alto que sabía que era a propósito. James se sienta justo a su
lado, pero al contrario del año pasado que parecía que no podía estar más cerca
(cuando estaba pretendiendo estar enamorado de mí), hoy ella no podía estar menos
interesada en él. Ella es mucho para él ahora. O algo así. Cal está ahí también, en su
asiento de siempre, pero está completamente en silencio.

Había venido hacía mí cuando estaba limpiando en la mañana, cuando Catherine no


estaba viendo, y me dio algo.

—Chloe y yo encontramos esto en el camión arriba. Tú… ¿tú escribiste esto?

El papel estaba amarillo por los años, pero lo recordaría incluso si hubieran pasado
cien años. Lagrimas brotaron de mis ojos, incluso cuando pensaba que ya no podía
llorar más, y lo tomé, asintiendo.

—Es-es una historia. Fanfiction. Solía escribir eso para papá todo el tiempo —
parpadee de vuelta las lágrimas e inhale— ¿Dónde encontraste esto?

—En el camión. Hay un billón de ellos. Debió guardarlos todos.

— ¿Todos ellos? —bajo la vista de nuevo a la pedazo de papel—.Gracias Cal.

Sonrío, tímidamente, como si no debería. —Es lo menos que puedo hacer.


Pero ahora Cal está en silencio. Y el sonido de la voz de Chloe cruza volando la veranda
como una sirena.

—Él era todo un sueño —exclama—, y lindo. Y mucho más sexy en persona. Te hace
competencia en tener dinero, James —continua. Dando palmaditas juguetonas en su
rodilla—Desearía que todos ustedes hubieran estado ahí. Realmente, fue increíble.

— ¿Cómo conseguiste boletos? —pregunta James.

—Los compré.

—No sabía que te gustaran ese tipo de cosas —dice Erin, el segundo comando de las
gemelas—Siempre estas molestando a tu hermana sobre eso.

Las fotos se volvieron virales en una noche: dos personas en un baile de cosplay, una
estrella de cine y una chica regular en un vestido hecho con el cielo nocturno. “Darien
Freeman, ¿Príncipe encantador?” se leía en los encabezados. Y la chica que está
llamando Geekerella. No puedo decir que no es ingenioso. Pensarías que todos estarían
enloqueciendo, viéndome con Darien Freeman, ¿pero la chica de esas fotos? Tiene una
máscara. Y Chloe, sorpresa, apareció esta mañana con el cabello pintado de rojo, justo
como el mío.

Su canal de YouTube ganó diez mil suscriptores solo en una noche. Sus visitas subieron
vertiginosamente. Ella ha pasado de ser nadie en internet a ser una celebridad con la
velocidad de la luz. Incluso hay una petición el línea para llevar a Darien con Chloe y
ellos puedan vivir su “felices para siempre”, no estaría sorprendida si Chloe lo empezó
todo. Honestamente, no sé qué es más divertido: Si Chloe fingiendo ser yo, o mi versión
de ExcelsiCon siendo famosa. O tan famosa como las celebridades de internet pueden
serlo. La chica que bailo con Darien Freeman.

Chloe agito su mano. —Hermanastra. Y no tengo la culpa que sea rara. Hablando de
ella. . . ¡Elle! —grita, viendo sobre su hombro hacia mí— ¡Elle! ¡Otro Latte!

Con un suspiro pongo un marcador en la página de mi libro. — ¿Crema batida o no? —


pregunto, sacando la leche de debajo de la barra.

— ¿Qué piensas? Y es mejor que sea soja.

Arreglo su bebida y camino para llevársela. No se molestaría en venir a traerla por sí


misma.

—Tenía que escapar de ahí rápido, de todas formas. —Chloe toma el vaso sin ni
siquiera agradecerme— ¡No tuve ni el tiempo de decirle mi nombre! Y ahora todas
estas chicas están pretendiendo ser yo. Miren. —Levanta su teléfono. Bajando por
infinidad de fotos con un hashtag—. Falsas.

—Escuche que perdió una zapatilla —dije, los ojos de Chloe se entrecerraron pero yo
solo encogí los hombros, ¿qué más tenía que perder? Me había dado por vencida—
Quizá la verdadera chica, ¿tiene la zapatilla?

—Tú no dijiste que había perdido una zapatilla —otra amiga, rubia con puntas
moradas dijo—Chloe, ¡eso es! Totalmente debes de…
—Perdí la otra zapatilla —dijo entre dientes. Da un trago a su café, carraspea y lo
escupe—Ugh, ¡dije sin grasa, no soya!

Me devuelve la taza. Liquido salpica del borde, todo sobre mi delantal y camisa verde.
Caliente. Grito y brinco hacía atrás. El latte se derrama en todo el piso.

—Oops. —se burla, volteando su cabeza para ignorarme—. Como dije, perdí la
zapatilla, así que el punto esta discutido.

Tome un puñado de servilletas de un dispensador de otra mesa y empecé a limpiar el


café. James tomo unas servilletas, se levanta de su asiento y me ayuda. Chloe levanta la
mirada. —James, no tienes que hacer eso. Para eso ella está trabajando.

—Lo sé pero —James ladea la cabeza— ¿Eso… eso es un trueno?

—Claro que no es un trueno. Esta hermosa allá fuera —Chloe rueda los ojos mientras
termino de limpiar lo derramado—. Honestamente. Vámonos.

Ella saca de su bolsa de golf un club y lo gira en su mano mientras se dirigen al campo.
Luego nos hace una seña con sus dedos con manicura para que la sigamos, y lo
hacemos. Con un suspiro, me pongo su bolso de golf sobre mi hombro y vamos hacia la
pendiente de hierba. De todos los días que Phil el Caddie tenía para estar enfermo,
tenía que ser hoy. O cualquier día. Y obviamente mi jefe no le importa que deje mi
lugar en el café, no si la hija de Catherine necesita un Caddie.

Una vez que estamos afuera en la luz del sol, Chloe pone la bola en la hierba y echa un
vistazo a la distancia. Luego ella empuja atrás y hace columpio. La bola se arquea alto
en el aire y cae ciento cincuenta metros, en una trampa de arena.

—Oops —hace un sonido—Elle, tráeme eso, ¿podrías?

Los truenos se hacen cada vez más fuertes, aunque el cielo este limpio. Me pregunto si
Carmindor estará viendo el mismo cielo. Y luego, con remordimiento, me pregunto
porque me importa.

— ¡Elle! —Chloe me grita. Iba a ir por ella pero el sonido está muy fuerte ahora, y lo
juro, que lo he escuchado antes. Un gran retumbado, como un dragón. O… no.

De ninguna forma.

De repente, uno de los jardineros estaba poniendo los aspersores de la tarde se tiro
hacia un lado. En los arbustos del estacionamiento, emergiendo como una gran
calabaza en vuelo, sale un camión naranja y amarillo. Golpea el suelo con la suficiente
fuerza para hacer una abolladura en la inmaculada hierba y rompe el verde
dirigiéndose a nosotros, la defensa verde brillante sonriendo lleno de hojas y ramitas.
Y con el camión, sonando con las ventanas abiertas tan fuerte que puedo escuchar las
bocinas moverse, es el tema de Starfield.

—Oh mi Dios, ¿qué es eso? —Chloe jadea.

James parpadea. — ¿Un camión de comida?


Cal dice —Escuché que lo llaman La Calabaza Mágica.

El camión patina parándose en frente de nosotros. El limpia parabrisas golpea las


hojas, y Sage da un pequeño salto del asiento del conductor. — ¡Eso fue TAN
INCREÍBLE!

Tiro la bolsa de golf y corro hacia Sage aventando mis brazos alrededor de ella. — ¡Lo
siento tanto! —gruño, abrazándola con fuerza—Catherine tomo mi teléfono y no pude
explicar y lo siento. Lo siento. Lo siento…

Me devuelve el abrazo, oliendo como al lugar que pertenezco, frituras de calabaza y


aceite de coco pasado de hace un día. — ¡Te extrañe también! No vas a creerme a quien
recogí hoy.

—Te dije que no recogieras gente que te pide aventón —dije.

Encoge los hombros. —Estoy tratando de pasar a una página nueva…

Justo entonces un joven de cabello negro cae del asiento de pasajeros y besa el suelo.
Se endereza rápidamente, apoyándose en el camión. Aunque este un poco verde, todo
el mundo lo reconoce.

La amiga rubia de Chloe jadea —Oh mi Dios…

—Ese es… —dice James.

Chloe se para un poco más derecha, sus ojos se abren como platos. — ¡Darien!

Al sonido de su nombre, Darien Freeman rápidamente echa sus hombros atrás y le da


una mirada a ella. Hay un pequeño cambio en su cara, un ensayado juego con sus labios
y levantamiento de cejas, eso me hace recordar a una mascarada. Una máscara.

El regresa a verme. —Elle

— ¡Darien! —Chloe chilla de nuevo, mientras tira el palo y corre hacía él— ¡Oh mi Dios,
eres tú! —Ella da un vistazo a sus amigos, su sonrisa expandiéndose en el modo se los
dije—James, James, ¡pon esto en un video! —Lo golpea en el brazo para que se moviera,
y él saca su teléfono. Ella acomoda su cabello hacia atrás y se apura a llegar con
Darien— ¡Darien! No sabía cómo podrías encontrarme, ¿fue la petición? Sabes que yo
empecé esa petición…

—No puedo creer que ella haya estado diciendo la verdad —Erin murmura a James,
quien asiente, sorprendido. Están literalmente sin palabras. Nunca pensé poder ver
esto algún día.

—Me llevo un rato. Yo-yo solo quería disculparme formalmente —él dijo.

Chloe finge sorpresa. — ¿Disculparte? ¿Por qué? ¿Y cómo me encontraste? —pregunta,


tocando su abdomen, acercándose a él. Para ella, coquetear es tan natural como
respirar.
Cierto. Porque ella es la única que lo quería de todas formas. No a mí. Quizá en otro
universo. Pero aquí, no a mí.

Pero entonces el ladea la cabeza y voltea a otro lado. A mí. Y la máscara empieza a
desaparecer, poco a poco, hasta que puedo ver algo familiar debajo. Me sonríe. —Solo
vine a regresarle algo a Elle.

— ¿Elle? —Chloe hace eco.

Él sostiene una zapatilla hecha de luz de estrellas.

—Bueno, ¿ah’blena? —pregunta, ofreciéndomela.

Ah’blena. Solo hay una persona que me ha llamado así, quien ha querido hacerlo.

Mi corazón sube hacia mi garganta como un globo.

Carmindor.

En frente de Chloe y sus amigos, en frente de James que pretendió amarme y Cal que
aprendió a amarse a sí misma, y Sage que me enseño que ser quien eres está bien,
deslizo fuera un pie de mis botas (ugh, reglas del club de campo) y las pone delante de
mí.

Se arrodilla y gentilmente toma la zapatilla, y luego desliza los zapatos brillantes de mi


madre en mi pie que estaba esperando por ello.
Ella me mira fijamente, su trenza desordenada de cabello rojo teñido cuelga de su
hombro. Empuja hacia arriba sus anteojos negros cuadrados y da un paso adelante,
duda, como si le estuviera jugando un truco. Unas ligeras pecas dotan sus mejillas. Las
noté antes, pero ahora quiero conectarlas como si fueran constelaciones, un cielo
estrellado en su piel que se torna lentamente roja. Brillando.

Elle.

No la Princesa Amara, no la chica de la convención que rompió mi nariz (la sigo


culpando, no hay discusión), no una extraña en la que no puedo confiar. No sé cómo me
imagine conocerla (realmente conocerla, sin una máscara o un disfraz) Ni siquiera
recuerdo cómo pensé que luciría. Cómo la imaginé. Cómo pensé que sería.

Porque esta es la única Elle que podría haber imaginado. Ella es la única posibilidad
que podría haber existido. No diré que es perfecta, o que es la chica más hermosa que
alguna vez vi, pero en el momento en el que su mirada se cruzó con la mía, ella es la
mejor parte del universo. Es una persona con la que me encantaría pasar mi vida en la
cubierta de observación del Prospero.

Ella traga con fuerza, sus labios presionados. La hierba húmeda comienza a
entremeterse en mis pantalones y escucho el indiscutible sonido de Lonny diciendo:
“Atrás, por favor” detrás de mí pero no quiero levantarme. Quiero quedarme atrapado
en este momento. Espero, preguntándome si ella podría (alguna vez) perdonarme. A
Carmindor, al actor, y al humano que soy: Darien Freeman y Carmindor combinados.

Finalmente, tan silencioso que casi no lo escucho (aunque no lo necesito, estoy


mirando sus labios y leyendo las palabras en el aire) ella habla. Dice lo que nunca
esperé escuchar de ella.

—Escuché que la cubierta de observación es linda en esta época del año, Carmindor.
No contesta por un momento, pero después se ríe. Es suave y profunda, como un
pastel de velvet cubierta de crema batida. Eventualmente me contesta, como quisiera
que lo hiciera, como desee que lo hiciera, mi corazón elevándose alto, alto hasta el
espacio. — Solo en la parte Sur de Metron.

Él no luce como Darien Freeman. Se ve como cualquier chico con cabello ondulado,
vistiendo una camisa de Starfield que es un poco más pequeña, pantalones
descoloridos y viejos Vans. Luce como alguien que podría ser Carmindor si le dieran
los colores correctos para el uniforme, o alguien que podrías encontrarte en la plaza.

Hay una cicatriz en su barbilla que Carmindor no tiene, y un moretón purpura


extendido en su mejilla, el cuál (oh claro) supongo que soy culpable de eso. Está
frotando su mano sobre uno de sus ojos como si tuviera algo. Lágrimas, quizá. Oh, por
el trasero de Nox, ¿está llorando?

—Pensé que me odiarías —dice, poniéndose de pie—, yo no escribí ese último


mensaje de texto, es una larga historia pero yo no lo escribí. Pero no lo admití tampoco.
Estaba asustado. Pensé que si te decía quién era me odiarías.

— ¡Oh, tonto! —enlazo mis brazos en él en un gran abrazo. Pone sus brazos
alrededor de mí también, y entierra su cabeza en mi cabello—Deja de llorar, me harás
hacerlo también.

—No estoy llorando —dice con dificultad, claramente llorando—, solo para que lo
sepas, no siempre me veré así de bien. Así que si solo estas encantada por mi abdomen
de muerte…

Presiono mi mano sobre su estómago. —Ambos sabemos que están pintados con
aerosol.

—Como te atreves. No me veré tan bien como lo que estoy diciendo.

—Bueno, es una buena cosa que no me haya enamorado por tus encantos.

Él duda. — ¿Así que me puedes perdonar? ¿Por mentirte? Por…


Presiono un dedo en sus labios. Es una buena pregunta. Una de la que yo tampoco sé
la respuesta, pero recuerdo nuestro vals, y que venía en mi defensa, y pienso… —
Pienso que podría perdonarte si…

— ¿Sí?

—Si me llamas ah’blena una vez más.

Toma mi mano y se acerca, tan cerca que mis huesos están inquietos. Huele a La
Calabaza Mágica y a desodorante fresco y canela, y es una esencia que quiero que se
impregne en mi memoria. La quiero en mi ropa. Quiero su mirada, la forma en que me
mira (como si fuera la última estrella en la noche y la primera al anochecer) marcada
en mi corazón. Él es alto, pero no tanto como para ver su corteza cerebral desde su
nariz. Y es inseguro, valiente y conflictivo, tan… Darien.

El verdadero.

—Ah’ —empieza, enunciando cada silaba, estirando su mano a mi barbilla—, blen…


—levanta mi cara, lentamente acercándose a mí, como dos supernovas a punto de
colapsar—…a.

Y de alguna manera, en este universo imposible, sus labios encuentran los míos.

—Lo tengo —dice James en algún lugar detrás de mí—, y… ¡subido!

— ¿Subido? —Chloe hace eco, su voz como un chillido—No, no ¡Bájalo! ¡Bájalo ahora
mismo!

— ¿Disculpe, señorita? —Un gran hombre rudo en traje (el guardaespaldas de Darien,
supongo) pone una enorme mano en su hombro—. Voy a necesitar que se calme. —
Cuando me ve mirando, me levanta sutilmente un dedo de aprobación.

Darien lentamente se aleja de mí, sonriendo. No podemos dejar de sonreír, no


podemos mirar a otro lado que nos importe. El mundo entero podría estar cayéndose
por la invasión de los Nox y nosotros no seríamos testigos. —He querido hacer esto
desde que me llamaste ah’blen.

—Estoy contenta de que sepas lo que significa —respondo, sin decirlo en serio,
recordando Hello, América— ¿Pero qué si fuera calva? Ni siquiera sabías como lucía.

—Compartido —Cal confirma, observando su propio teléfono.

Sage echa un vistazo sobre sus hombros y asiente. —Lindo. Twitter,


Tumblr. . .¿quieres ponerle un hashtag?

—Hecho.

— ¡Deténganse! ¡Esto no es divertido! —Chloe llora— ¡Eres la peor! ¡No puedo creer
que me estés arruinando esto! ¡Todos lo son!

Darien se ríe. —Estas atrás de Rebelgunner. Eso es peor.


Arrugo mi nariz. — ¿Lo es, enserio?

—Oh sí, eres el enemigo.

—Me mantendré alerta.

Se burla. —No querría poner en peligro la integridad de un crítico.

Sonrío sobre sus labios. —Será mejor que me beses de nuevo entonces. Quiero estar
segura de tener esa parte correcta para mi próximo post.

—Ahora que lo puedo hacer, princesa —Y me besa otra vez. No es el tipo de beso que
acaba con un universo de posibilidades. Es exactamente lo contrario.

Es el tipo de beso que las crea.


OCHO MESES DESPUÉS

Miré fuera de la limusina, asombrada.

—Son monstruos— murmuré para mí, mirando a todos los admiradores. Me imaginé
saliendo a la alfombra roja con la mayor facilidad, pero no hay forma de que eso pase
con esta multitud y mucho menos con este vestido. No podía siquiera escabullirme
fuera de la Calabaza Mágica en la graduación, y ahora ¿se supone que casualmente me
deslice fuera de la parte trasera de una SUV negra? Ja.

Sage y Cal contemplaron fuera de sus ventanas también, sus manos unidas. No creo
que hayan parado de sostener sus manos desde el día del club de campo. Y no creo que
vayan a parar pronto. Incluso van a la misma ciudad para la universidad. Quiero decir,
Nueva York es un gran lugar y hay un montón de universidades ahí, pero ellas siguen
estando en la misma ciudad. Sage incluso diseño su vestimenta para la premier de esta
noche: un elegante pantalón de vestir (con un sutil estampado con la forma de
estrelladas aladas) para ella misma, y un ceñido vestido morado oscuro que se
arremolina fuera y dentro como la Nebulosa Negra para Cal.

—Nunca había visto tanta gente, uh, ¡perro!— Sage frunció el ceño, empujando al
Dachshund café de su pantalón de vestir— ¡Esto es calidad Premium! ¡La próxima vez
que saltes sobre mí, te despellejaré y te usaré como sombrero!

Frank the Tank agitó su cola y dio un sonido de emoción. Lo tomé y apreté bajo su
barbilla —Shhhh, tía Sage no quiso decir eso.

—Oh ¿cómo carajos no?

—No harías juego con su guardarropa— susurré en la oreja de Frankenator —Nunca


serás un sombrero.

Él ladró de nuevo, su lengua colgando felizmente fuera de su boca, y Sage sonrío con el
ceño fruncido. Bajo su espinoso exterior, ella realmente le ha tomado cariño a Frank.

Después de la convención, Catherine fue todavía… bueno, todavía seguía siendo


Catherine. Nunca se disculpó por sus palabras, pero nunca lo esperé. Solo comencé a
tratarla con la misma cortesía que ella me mostró. La cual es ninguna.

Así que el pasado septiembre, en la noche de mi cumpleaños dieciocho, empaqué mis


maletas, me metí a la Calabaza Mágica perdiendo el tiempo en la entrada del
estacionamiento (seguramente provocando la ira de todos los vecinos), y me fui. Ni
siquiera escribí una nota. Por el resto de mi último año viví con Sage y su mamá. En la
noche, extrañaba mi casa. Extrañaba la manera en como crujía y se quejaba. Extrañaba
las fugas. Pero aprendí que cuando cerraba mis ojos, seguía en mi hogar. Seguía viendo
a mis padres bailando vals en la sala. Todavía olía el asado quemado de mi papá en el
horno. Podía recordarme siguiéndolo alrededor mientras leía mis fanfics. Eso estaba
todavía ahí, atrapado fuertemente dentro de mí. La casa puede que perteneciera a mis
padres, pero mamá y papá no eran la casa. Ellos están en mí, y a donde sea que vaya los
llevo conmigo.

El carro se movió lentamente a la línea señalada. Hay mucha gente allí fuera, agitando
carteles y gritando el nombre de Darien. Algunos decían “Yo –corazón- Darien”, otros
“Quiero wabba-wabba contigo”. Eso me recordó a la primera multitud que vi en Hello,
América.

Elevé a Frank para que pudiera ver a toda la gente loca también.

— ¿Así que tu novio te encontrará en la alfombra? — preguntó Sage.

Me encogí de hombros —Eso creo.

— ¿Tú CREES?

—Uh ¿he estado un poco preocupada, recuerdas? — Puse a Frank abajo y le rasqué
detrás de sus orejas — ¿Todo ese “viaje a través del país”? Ni mencionar la orientación
en la escuela. Y Darien ha estado insanamente ocupado con las promociones. Así que
he estado más que nada hablando con su manager, Gail.

Las relaciones a larga distancia son duras. Lo descubrí de inmediato. El video tuvo una
enorme cantidad de visitas, pero la realidad pronto se asentó y Darien volvió a post-
producción, promociones y la siguiente temporada de Seaside Cove. Algunas veces lo
vería con otras chicas en revistas (solo amigos, lo sabía) y enterraría la parte celosa de
mí. Intenté no pensar mucho en ello. El último año era muy ocupado después de todo,
entre SATs y la preparación para la universidad y las aplicaciones y las becas. Además,
yo tenía a Sage y Cal para salir con ellas, e incluso ir a una fiesta o dos. No gente del
club de campo allí, por supuesto.

Así que estaba bien que Darien siguiera con su vida y yo la mía. Nunca fallamos en
desearnos buenas noches al otro. Ni una sola vez.

Pero ahora que estábamos en el mismo lado del país, en la misma ciudad, me ponía
nerviosa. Nerviosa por exagerada personalidad. Nerviosa porque no sé si quiero ser
parte de este circo. Nerviosa porque tengo toda mi vida por delante, y esto es solo una
pequeña parte de ella. Una parte importante, pero pequeña.

No sé si puedo seguir balanceándome en la cuerda floja. Estoy empezando a estudiar


en la UCLA en el otoño, estudios cinematográficos, porque aparentemente mi blog
consiguió la atención de algún profesor de cine al que le gustaron lo suficiente mis
críticas de Starfield para responder por mí a pesar de mis calificaciones. Mi mundo
entero está cerca de abrirse y florecer ¿Realmente quiero a un novio famoso encima de
todo eso?

Reboté mis rodillas nerviosamente al mismo tiempo que nuestro carro alcanzaba su
destino. Flashes de cámaras como luces parpadeantes de una casa embrujada. Miré
fijamente la alfombra roja como un pasillo muy largo. Tragué saliva.
Finalmente, el carro se detuvo —Bien, señoritas— dijo el chofer —aquí estamos.

Sage y Cal me miraron expectantes —Así que: pregunta, — dijo Sage — ¿Esto significa
que no podemos quejarnos de su mala actuación nunca más?

— ¿Desde cuándo dije que su actuación era mala?

Sage elevó una ceja, y mi sonrisa se desvaneció.

—Ni una palabra ¿Me escuchaste?— piqué su cara con mi dedo.

—Mis labios están sellados— ella sonrió ampliamente —Después de ti, Geekerella.

Suspiré (un artículo en BuzzFeed y has de tener un apodo para toda la vida,
aparentemente) y rodeé mi mano libre en la manija de la puerta. Inhalar y exhalar. El
mundo está viendo. Incluso Catherine y Chloe, en algún lugar, en su televisión gigante.
O quizá están sentadas en su nuevo condominio en Mount Pleasant, en una inmaculada
sala, buscando por alguien a quien hacer miserable.

Tú puedes hacer esto, Elle, me dije a mi misma. Fuiste a un baile cosplay sola. Una
alfombra roja es nada.

Canalizando mi princesa interior, Amara, abrí la puerta hacia furiosos flashes de


cámaras. Me deslicé fuera, solo tropezando ligeramente en el borde de la calle, y
agarrando fuertemente a Frank como si él fuera un balón de futbol y le puerta del
teatro fuera la portería. Solo tengo que llegar ahí.

Apreté mis labios sobre mis dientes en algo que deseo sea una sonrisa, y bajé por la
alfombra roja. Gracias a Dios decidí vestir mi Dr. Martens en vez de esos tacones de
tres pulgadas que Sage sugirió. Me habría caído de bruces.

— ¿Cuál es tu nombre, preciosa?— preguntó un paparazzi.

— ¿Estás aquí con alguien?— preguntó otro.

— ¡Oh mira, por allá! ¡Creo que es la ganadora del concurso!— alguien más añadió,
señalando a una mujer alta y con piel oscura bajando por la alfombra roja (la chica que
ganó, en el ExcelsiCon) y ellos revolotearon hacia ella como polillas a una luz.

Cerré mis ojos y tomé un respiro profundo. Santa sobrecarga, Batman ¿Cómo puede
Darien hacer esto 24/7?

Sostuve a Frank un poco más fuerte a mi lado —Hablando de locas estrellas, eh,
amigo— susurré hacia él —Vamos, quizá pueda alcanzarte un hotdog en el puesto de
bocadillos, si es que hay uno.

Detrás de mí Cal jadeó, tomando a Sage por el brazo —Oh por Dios ¡Esa es Jessica
Stone!— señaló bajo en la alfombra roja a una hermosa chica de cabello negro
firmando un poster de Starfield a un fan —Dios, la amo, aunque no tanto como te amo
a ti.

—Oh no, está bien si la amas más, — respondió Sage —quizá podemos compartirla.
Hey, Elle ¿Es Darien el que esta con ella?
Un nudo se formó en mi garganta. Ese era Darien. Vino a mi graduación de secundaria
una semanas atrás (brevemente, con lentes de sol) pero verlo del otro lado de la
alfombra roja se siente como si no lo hubiera visto en años. Luce diferente en su
hábitat natural, relajado y magnético, un brazo alrededor de Jessica mientras habla
cordialmente a una cámara de noticias. Todos alrededor de él lo disfrutaban,
queriendo más. Y por un momento, me sentí tan, pero tan pequeña.

—Deberíamos ir— Sage dijo, pero la atrapé antes de que pudiera. Ella me dio una
extraña mirada — ¿Por qué no?

—Yo solo… él está ocupado. Está bien. Lo buscaré más tarde.

—Pero él está aquí ahora— insistió, enarcando sus cejas.

—Si ella no quiere ir, no tiene que hacerlo— dijo Cal —Quiero decir, él luce ocupado.

—Demasiado ocupado para su propia. . .

La detuve —Ssh. No somos, como, oficiales para la prensa.

Sage frunció el ceño, pero rápidamente se distrajo —Ooh ¿ese es Calvin?— entrelazó
su brazo con el de Cal y la jaló hacia abajo en la alfombra roja.

Me tragué el nudo en mi garganta y miré abajo, a Frank —Bueno, por lo menos, serás
mi cita esta noche, cierto, Frankie?

— ¿Estas reemplazándome ya?— preguntó una suave voz sobre el ruido de la multitud.

Miré hacia arriba.

Darien, parado a unos pasos de mí, puso sus manos dentro de sus bolsillos. Su traje lo
marcaba en todos los ángulos correctos, definidos y sutiles. No esta tan musculoso
como el verano pasado, su cabello es un poco más largo por la nueva temporada de
Seaside. Él eleva solo una ceja oscura. Es exasperante lo bien que hace eso.

Un sonrojo quema las puntas de mis orejas —Quiero decir, él es un mejor actor que
otras personas.

—Ouch.

—Y congenia perfectamente conmigo— añadí, desplegando mi vestido con mi mano


libre. Le dije a Sage que me cosiera un vestido del color exacto que la chaqueta
Carmindor de Darien. Botones de latón se alinean en mi corsé, con brillo barriendo el
dobladillo inferior como si corriera a través de un charco de oro. Frank tiene un
chaleco azul a juego que casi no cierra alrededor de su vientre.

Los bordes de los labios de Darien se elevaron —Es el azul incorrecto, lo sabes.

Miré hacia sus ojos —No lo sé, escuché que el Carmindor en esta nueva película lleva el
correcto.

Él sonrió. Es amplia, desvergonzada y sin secretos en los bordes —Luces hermosa.


Le devolví la sonrisa ¿Por qué estoy tan nerviosa de hablarle aquí? Como si estuviera
balanceándome en una cuerda floja, asustada de caer —Tú luces… ya sabes cómo luces.
Como si no hubieras dormido hasta las dos de la mañana.

—En realidad a las cuatro y media, y sabes que tu nariz se crispa cuando mientes
¿verdad? — él tocó su propia nariz, acercándome lentamente.

Arrugué mi nariz y miré a otro lado —Fue alrededor de las cuatro y media para mí
también.

Sus hombros se hundieron un poco —Lamento haberte mandado mensajes tan tarde
anoche.

— ¡Esta bien! En serio. Sé que estabas allá afuera salvando la galaxia…— agité mi mano
hacia Jessica. Entendiendo mi punto, él me miró tranquilo y sensato —Sé que las cosas
van a estar locas para ti por un rato…

—Exactamente— me interrumpió —por lo que quiero preguntarte…

Un reportero lo llamó — ¿Quién es esta chica?— preguntó.

— ¿Son pareja ustedes dos?

— ¿De dónde es ella, Darien?

— ¿Es ella la chica del verano pasado?

Un chisme tras otro… o quizá es un paparazzi, todo ellos lucen como uno ahora. Incluso
blogs son considerados periódicos aquí. Todo lo es. Tweets e instas y tumblrs y
snapchats comenzaran a dispararse más rápido que la velocidad de la luz. Cuanto
antes cortemos cualquier rumor que se esté creando, mejor.

—Solo somos am. . .— dije cuando Darien se acercó más, sacando su mano de sus
bolsillos. Alcanzó mi mano libre y entrelazó sus dedos con los míos. Mis palabras
atoradas en mi garganta.

Él se inclinó hacia mí, presionando sus labios contra mi oído —Rápido, cuando el Nox
invadió el distrito Once en el episodio treinta y cuatro ¿Qué hicieron Carmindor y la
princesa Amara?

Mis cejas se enarcaron —Ellos… ¿unieron fuerzas?

Asintió fuertemente —Elle, ¿te gustaría unir fuerzas conmigo? Juntos podemos
derrotar al Nox.

Lo miré fijamente sin palabras. Las cámaras continuaban con el flash, Frank ladraba, su
cola girando como un molino de viento.

— ¿Elle?

¿Yo quería? ¿Realmente lo quería? Traté de imaginar lo contrario… un mundo sin


Darien. Un universo sin sus mensajes de buenas noches, y sus molestas palabras, y
esas sonrisas secretas que él reserva solo para mí (las únicas que son torcidas y
cariñosas) y de pronto me di cuenta que no me gusta ese universo en absoluto. No
sería tan imposible.
¿Y de qué sirve este universo si no es imposible?

—Pero ¿qué hay acerca… qué hay acerca de tus promociones?— luchó por las palabras
— ¿Y el marketing? Y hacer alianzas y jugar en el campo y…

Él llevo mi mano hacia sus labios y la besó —Te quiero a ti, ah’blena. Quiero tratar esto
contigo, lo que sea que es. Quiero que seas mi copiloto. Y quiero preguntarte antes de
la película, en caso de que realmente la odies.

Claro que él iba a estar temiendo eso. Por supuesto que ha tenido esas grandes y tontas
dudas. Presioné mi frente en él, el paparazzi tomando demasiadas fotos que me
cegaron como estrellas —Si lo jodes, Carmindor— dije entre mi sonrisa, así parecía
que estábamos susurrando cosas dulces en vez de decir groserías —entonces haré,
personalmente, tu vida una infierno viviente en mi blog.

Debajo de nosotros, Frank sacó su lengua, mirando de mí a Darien, expectante.

— ¿Realmente quieres decir eso, ah’blena?

—Lo prometo, ah’blen.

Se inclinó más cerca, a pesar de la multitud, a pesar de las cámaras, a pesar de la


inspección de nariz de Frank dentro de su bolsillo donde probablemente guardaba un
aperitivo, y me besó.

Alrededor de nosotros, los flashes estallaron como los creyentes de la buena


embarcación Prospero, enviando mi corazón a los extremos más lejanos de este
universo imposible.
STARFIELD ILUMINA LAS ESTRELLAS
Por Danielle Wittimer
PREVIAMENTE PUBLICADA EN REBELGUNNER.COM

Con un legado tan brillante como el de Starfield, las expectativas son altas. Han transcurrido
décadas desde que se emitió la serie por primera vez, pero Starfield aún se mantiene solo al
lado de gigantes como Star Trek y Star Wars, y golpes de puño con Firefly y Battlestar Galáctica.
Aunque el fandom era pequeño, era apasionado. Los Stargunners creímos que seguiríamos a
Carmindor en cualquier lugar, incluso en la Nebulosa Negra.

Y al entrar en esta película, pensé que era hacia donde nos llevaba, hacia lo desconocido. La
nostalgia no puede competir con los nuevos destellos de lentes y los ángulos de cámara
artísticamente inestables. Endurecí mi corazón por la decepción, reduje mis expectativas, cedí
ante el conocimiento de que mi Carmindor nunca estaría en la pantalla. Y aunque no me
equivoqué, me sorprendió.

La película comienza con un ataque en la nave de la Federación Próspero por fuerzas enemigas
desconocidas. Y cualquiera que haya visto la serie de televisión sabrá qué pasará después.
Abrazaras tu cuerpo y atravesarás tu corazón, y la Nebulosa Negra se abrirá, y serás absorbido
por ella.

Para los espectadores, y especialmente para los fanáticos, es un momento de considerable


inquietud; El destino del universo, literalmente, cuelga en la balanza. Y luego se sube a la
plataforma: Carmindor Príncipe de la Federación, botas negras brilladas y lustradas, la insignia
de la Federación impresa en el cuero, vestida en un azul un poco más azul que su uniforme
original. Pero más allá de las apariencias externas, Darien Freeman interpreta a Carmindor de
manera un poco diferente. Un poco más inseguro, un poco más de dudas cuando se trata de su
propio juicio. Es lo único que extraño de su personaje en el original, la absoluta confianza en
todo lo que era.

Pero Darien Freeman trae a nuestro Príncipe de la Federación una profundidad que David
Singh dejó sin explotar: un lado defectuoso y profundamente humano de un personaje que
todos conocemos y amamos. El Carmindor de Freeman es más joven, más descarado y menos
heroico, pero sigue siendo Carmindor, siempre pensando, siempre luchando por ser mejor que
la persona que fue momentos antes. Tal vez haya espacio para crecer, pero así es como me
enamoré de este personaje en el original, debido a su idealismo, a su creencia de que podrías
ser más grande que tus huesos. Y con la autodenigida, afilada lengua de Jessica Stone, junto a
Eucinedes, de Evin, a la cabeza de Calvin Rolfe, a su lado, este capitán conduce un barco
considerablemente entretenido.

No todo en la película es perfecto. El diálogo expositivo de recuperación pudo ser de madera


(especialmente para Stargunners ya informados), y el final del cliffhanger puede dejar a
algunos espectadores insatisfechos. Pero incluso con sus deficiencias, el reinicio logra captar el
corazón de la serie de televisión de la que todos se enamoraron: que si crees en ti mismo y
tienes algunos buenos amigos, entonces puedes hacer cualquier cosa. Tú puedes ser cualquier
cosa. Entonces, como dice el dicho:

Mira a las estrellas. Apunta. Ilumina.


Starfield se presenta en todo el país este fin de semana. La secuela está programada para el
próximo verano.

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