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El gran impacto
Por esta razón se recomienda que él exprese sus sentimientos de frustración por
medio del diálogo, para que la intensidad de sus emociones disminuya y no sean
manifestados posteriormente en actos de agresión.
Doblemente herido
Estas eran las frases que don Manuel (un hombre que vivió esta experiencia)
recordaba con tristeza. Como podrá imaginarse, las reacciones de la sociedad
aumentaron aun más el dolor de este varón —y de prácticamente cualquier padre
de familia—, que vive una temporada de desempleo.
La pregunta que menos desea escuchar el padre desempleado es: «¿Hasta cuándo
seguirás así? Tú sabes que debes alimentar a los hijos, debes conseguir cualquier
cosa.» Estas afirmaciones son interpretadas por él como si le estuvieran acusando
de disfrutar de su condición de no tener trabajo. De esta manera, los sentimientos
de culpabilidad se intensifican y pueden llevar a provocar un cuadro depresivo. Por
ende, en esta etapa él se aísla, se desalienta y percibe al futuro de manera muy
negativa.
Al verlo llegar de la calle, los hijos y la esposa dudan entre preguntarle: «¿Cómo te
fue?» o callar y esperar que él diga la frase esperada: «Encontré un nuevo
empleo».
Algunas mujeres manifiestan que el tiempo de desempleo de sus esposos fue difícil
al inicio, pero que al final se tornó en un tiempo de mayor acercamiento e intimidad.
Esto es posible cuando la pareja utiliza la crisis del desempleo para estar más
tiempo juntos y cuando el varón sin trabajo se involucra más en las tareas de la
casa y llega a valorar el trabajo que su esposa realiza diariamente. Los hijos
también pueden disfrutar cuando el padre desempleado utiliza el excedente de
tiempo libre llevándolos al parque y realizando actividades de recreación con ellos.
Esta crisis puede llevar a una relación de interdependencia mutua y a una mayor
cercanía entre quienes conforman la familia, la cual se verá abocada a
reorganizarse en una forma democrática y responsable para suplir el vacío
económico que vive. Cuando la familia reacciona de esta manera, el padre de
familia desempleado y toda su familia habrán logrado utilizar esta crisis en su favor
y él estará en mejores condiciones anímicas para salir otro día más en búsqueda
del añorado trabajo.
«En los próximos meses, será mi esposa quien nos mantendrá», decía César, otro
varón y padre desempleado, quien con alegría pudo ver cómo su desempleo motivó
que su esposa buscara un trabajo temporal. Al parecer, algunas veces los
momentos oscuros ayudan a ver con mayor claridad las estrellas.
Reflexión
Toda situación inesperada puede provocar tanto una crisis en la persona que lo
experimenta como en la familia a la que pertenece. Cuando un padre pierde el
trabajo, la seguridad de contar con un salario se desvanece y ello provoca
inestabilidad económica y emocional. La familia cristiana que enfrenta esta
situación puede enfocarse en «pérdida» o enfocarse en el «pacto de Dios». Puede
recordar que Dios ha establecido un pacto entero de amor y protección con su
pueblo (Gn 12.1–3) que brinda paz en medio de la crisis. Saber que Dios se ha
comprometido a ser un padre sustentador y protector de su pueblo, provee un
sentimiento de esperanza en momentos de desempleo.