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Alfonso López Quintás

EL LIBRO DE
LOS GRANDES
VALORES
agradecimiento • amistad • autenticidad • belleza
• bondad • fidelidad • justicia • laboriosidad •
libertad • paz • responsabilidad • solidaridad

(Reimpresión)

ESTUDIOS Y ENSAYOS
J BAC J
FILOSOFÍA Y CIENCIAS

Biblioteca de Autores Cristianos


MADRID ● 2014
ÍNDICE GENERAL

Págs.

Prólogo .................................................................................. xi
Introducción ......................................................................... xiii
1. El descubrimiento de los valores y las virtudes ................... xiii
2. Necesidad de acercarse al área de irradiación de los valores ... xv
3. Los valores y los niveles positivos de realidad y de conducta . xvi
4. Los niveles negativos o antivalores ...................................... xviii
5. Vibración mutua de ciertos valores positivos ..................... xix
6. Descubrimiento de los valores desde múltiples perspectivas .... xx

I. Agradecimiento ................................................................... 3
Exposición del concepto
Textos de Esopo - Hermanos Grimm - Hans Christian Andersen
- D. Díaz Herrero - Miguel Delibes - Daniel Defoe - Edmondo
De Amicis - Mío Cid - Pedro Calderón de la Barca - Lucio
Anneo Séneca - Pablo Neruda - Giovanni Boccaccio.

II. Amistad .............................................................................. 31


Exposición del concepto
Textos de Antoine de Saint-Exupéry - Esopo - Viktor Frankl -
Benito Pérez Galdós - Indro Montanelli - Anthony de Mello -
Gibran Jalil Gibran - Anthony de Mello - Mío Cid - Lazarillo de
Tormes - Gerardo Diego - Pedro Salinas - Lope de Vega - Mary W.
Shelley - Pedro Salinas - Michel de Montaigne - José Hernández
- Miguel Hernández - Miguel de Unamuno - Voltaire - Simone
Weil - Romain Rolland - Hermann Hesse - Aristóteles - Giacomo
Leopardi - Martin Luther King - Hermann Hesse.

III. Autenticidad ..................................................................... 71


Exposición del concepto
VIII ÍNDICE GENERAL

Págs.
Textos de Babrio - Carlo Collodi - Esopo - Gibran Jalil Gibran -
Gabriela Mistral - Carlos Clavería Arza - Proverbios - Pedro
Calderón de la Barca - Anthony de Mello - Amadeo Vives -
Boecio - Joseph Ratzinger - Giovanni Papini - Simone Weil -
Juan Pablo II - Lucio Anneo Séneca - Joseph Campbell - Marco
Tulio Cicerón - Romano Guardini - Platón.

IV. Belleza ............................................................................... 107


Exposición del concepto
Textos de Anthony de Mello - Hans Christian Andersen -
Leonardo da Vinci - Miguel Hernández - Anthony de Mello -
Anne Frank - Ludwig van Beethoven - Jean Guitton - Julián
Marías - Gustave Flaubert - Denis Huisman - J. Stuart Mill -
Hermann Hesse - Gustave Thibon - Luis Racionero.

V. Bondad ............................................................................... 133


Exposición del concepto
Textos de Víctor Hugo - Edmondo De Amicis - Daniel Defoe -
Evangelio de san Lucas - Hermanos Grimm - Anthony de Mello
- Carolina Toral - Juan Ramón Jiménez - Rabindranath Tagore
- Rubén Darío - Ernest Hemingway - Juan Ramón Jiménez -
Dante Alighieri - Giovanni Rodari - Charles Péguy - Marco
Aurelio - Tirso de Molina - Lucio Anneo Séneca - Miguel de
Unamuno - Michel de Montaigne - Miguel de Unamuno - Juan
Pablo II - Giacomo Leopardi - Luis Rojas Marcos.

VI. Fidelidad .......................................................................... 185


Exposición del concepto
Textos de Carolina Toral - James Riordan - Daniel Defoe - Libro 1
de Samuel - Mío Cid - Homero - David Hume - Albert Camus
- Blas de Otero - Libro de Rut - Julián Marías - Christopher
Hogwood - Libro de los Proverbios - Antoine de Saint-Exupéry -
Jaime Balmes.

VII. Justicia ............................................................................ 231


Exposición del concepto
Textos de Leonardo da Vinci - Miguel de Cervantes - Marco
Aurelio - Antonio Machado - Platón - Marco Tulio Cicerón -
Blaise Pascal - Miguel de Cervantes - William Blake - Tomás
Moro - Juan Pablo II - Aristóteles - Marco Tulio Cicerón.
ÍNDICE GENERAL IX

Págs.
VIII. Laboriosidad .................................................................. 253
Exposición del concepto
Textos de Esopo - Leonardo da Vinci - Esopo - Leonardo da
Vinci - Pedro Salinas - Ernest Hemingway - Anthony de Mello -
Gibran Jalil Gibran - Leonardo da Vinci - Cesare Pavese - Franz
Kakfa - Vincent van Gogh - Fiódor Dostoievski - Simone Weil -
Juan Pablo II - Miguel de Unamuno - Santiago Ramón y Cajal.

IX. Libertad ............................................................................ 275


Exposición del concepto
Textos de Jean de La Fontaine - Leopold von Ranke - Pedro
Calderón de la Barca - Rabindranath Tagore - George Orwell
- Rabindranath Tagore - Charles Baudelaire - Rudyard Kipling
- Romano Guardini - Antoine de Saint-Exupéry - Juan
Carlos I - Miguel Hernández - Marco Aurelio - Joseph Ratzinger
- Leonardo da Vinci - Rocco Buttiglione - Juan Pablo II - Lucio
Anneo Séneca.

X. Paz ..................................................................................... 317


Exposición del concepto
Textos de Raúl Guerra - Gabriela Mistral - Manuel Vicent -
Vintila Horia - Albert Camus - Anne Frank - Juan Pablo II -
Martin Luther King - Luis Rojas Marcos - Blas de Otero - Marco
Aurelio - Richard Attenborough - Marco Aurelio - Voltaire.

XI. Responsabilidad ............................................................... 341


Exposición del concepto
Textos de Leonardo da Vinci - Antoine de Saint-Exupéry -
Daniel Defoe - John Steinbeck - Hans Christian Andersen -
Antonio Machado - Hipócrates - Ovidio - Miguel de Cervantes
- Gabriela Mistral - C. Goicoechea - Miguel de Cervantes -
Bertolt Brecht - Antonio Gala - Lucio Anneo Séneca - Rainer
María Rilke - Franz Kafka - Joan Maragall - Juan Pablo II -
Marco Aurelio.

XII. Solidaridad ...................................................................... 381


Exposición del concepto
Textos de Antonio A. Gómez - Hans Christian Andersen -
Richard Bach - Esopo - Carolina Toral - Anthony de Mello -
José María Sánchez-Silva - Teresa de Calcuta - Génesis - José
María Javierre - Victorino A. del Castillo - Gabriel Marcel -
X ÍNDICE GENERAL

Págs.
Rabindranath Tagore - Anthony de Mello - Manuel Altolaguirre
- Gibran Jalil Gibran - Lope de Vega - Baltasar Gracián
- J. Hersch - Marco Aurelio - Johan Wolfgang von Goethe -
Marco Aurelio - Michel de Montaigne - Voltaire - Gabriel
Marcel - John Donne - Thomas Merton - Romano Guardini
- Antoine de Saint-Exupéry - Marco Tulio Cicerón - Juan Pablo II -
Roberto Carneiro.

Elenco de autores ................................................................. 431


PRÓLOGO

En 1996, la editorial Planeta publicó una obra con el título de


El libro de los valores. Figuraban como autores el Dr. D. Gustavo
Villapalos y yo mismo. Agotadas unas catorce ediciones en España,
me pareció útil remodelar y ampliar la parte de mi autoría, para
hacer una edición con destino a diversos países de habla hispana.
Este libro ofrece ideas muy precisas en torno a una serie de
valores: doce que figuran como cabezas de serie y otros muchos
que muestran profunda afinidad con ellos. Todo valor nos otorga
posibilidades fecundas para configurar nuestra personalidad y dar a
nuestra vida su verdadero sentido y alcance. Es sumamente sugestivo
observar cómo reaccionan ante los distintos valores personas muy
dotadas de todas las épocas, que nos han legado, en diferentes
estilos, verdaderas joyas literarias.
Estos textos prestan un servicio inestimable en las clases prácticas
de literatura y de ética, y constituyen una fuente inagotable de
reflexión en momentos de recogimiento. A veces, la lectura de una
sola página nos enriquece con un bello pensamiento, una imagen
poética expresiva, una fábula luminosa que nos interpela, nos invita a
penetrar en el sentido de la vida humana, nos insta a asumir los grandes
valores en nuestra vida. En verdad, es ésta una lectura apropiada para
quienes deseen situar su vida en el reino de solidaridad, belleza y
alegría en el que quiere adentrarnos el gran Beethoven al ofrecernos
esa cumbre del arte que es su Novena Sinfonía.
Agradezco la ayuda que me prestaron en la selección de textos
los licenciados en filosofía Isabel García Brun, Jorge Corral Busto
y Amelia Córdoba de la Torre, así como el doctor en filosofía Luis
Aymá González. Mi profundo agradecimiento también al director
de la editorial BAC, por la cordial acogida que dispensó a mi obra.

Madrid, noviembre de 2012.


Alfonso López Quintás
INTRODUCCIÓN

La vida humana necesita el valor, como las plantas necesitan


la luz solar. Si nos apartamos de los valores, quedamos recluidos
en nuestro yo y nos empobrecemos, pues somos por naturaleza
«seres de encuentro»: vivimos como personas, nos desarrollamos
y maduramos como tales creando toda serie de encuentros 1. Los
valores nos ofrecen posibilidades para crear esa alta forma de unidad
que llamamos encuentro, en sentido riguroso.

1. El descubrimiento de los valores y las virtudes

Es muy importante subrayar que los valores no se enseñan, se


descubren. Este descubrimiento se lleva a cabo al vivir por dentro
el proceso de desarrollo de la personalidad humana. Tal proceso
se centra en el encuentro, acontecimiento decisivo en la vida del
hombre. Al descubrir las condiciones del encuentro, descubrimos
los valores y las virtudes. Para encontrarnos no basta estar cerca.
Necesitamos abrirnos unos a otros con generosidad, de manera
sincera y veraz, de modo que suscitemos confianza; debemos ser
fieles y pacientes, cordiales y sencillos; hemos de estar dispuestos
a compartir actividades llenas de sentido... Estas actitudes tienen
valor para nosotros y las consideramos como valores en cuanto nos
permiten crear relaciones de verdadero encuentro y, de esta forma,
desarrollarnos como personas. Así asumidos los valores como
principios internos de actuación, reciben el nombre de virtudes.
Para los latinos, virtutes significaban capacidades. Las virtudes son
modos de conducta que nos capacitan para realizar todo tipo de

1
Cf. Juan Rof Carballo, El hombre como encuentro (Alfaguara, Madrid 31977); Manuel
Cabada Castro, La vigencia del amor (San Pablo, Madrid 1994); Alfonso López Quintás,
Inteligencia creativa. El descubrimiento personal de los valores (BAC, Madrid r2003).
XIV INTRODUCCIÓN

encuentros 2. Cuanto digamos seguidamente de los valores puede


atribuirse, asimismo, a las virtudes.
Si vivimos el encuentro de manera auténtica y plena,
experimentamos sus espléndidos frutos: nos da energía interior,
suscita en nosotros sentimientos de alegría y entusiasmo, nos lleva
a plenitud y, consiguientemente, nos llena de felicidad. Al vernos
así enriquecidos al máximo, advertimos que el valor supremo en
nuestra vida es el encuentro, o —dicho de modo más amplio— la
creación de las formas más elevadas de unidad. Descubrimos, con
ello, el ideal auténtico de nuestra vida: el ideal de la unidad, que va
unido de raíz con el de la bondad, la verdad, la justicia, la belleza.
El ideal no es una mera idea; es una idea motriz, que impulsa
nuestra vida y —si es un ideal auténtico— le da pleno sentido. Un
ideal falso dinamiza también nuestra existencia, puede darle una
fuerza devastadora, pero la vacía de sentido porque la desorienta y
desquicia.
Del ideal depende todo en nuestra existencia, al modo de una
clave musical. Cambias la clave y todas las notas adquieren un
sentido distinto. Si descubres el ideal verdadero y te orientas hacia
él, experimentas una transfiguración que cambia toda tu vida:

— La «libertad de maniobra» se transforma en «libertad


creativa».
— La vida anodina se colma de sentido.
— La vida pasiva se vuelve creativa.
— La vida cerrada se torna relacional.
— El lenguaje pasa de ser mero medio de comunicación a
vehículo viviente del encuentro.
— La vida temeraria —entregada al vértigo— se torna prudente,
inspirada por el ideal de la unidad.
— La entrega al frenesí de la pasión se trueca en amor personal.

El descubrimiento de estas siete transfiguraciones completa la


experiencia de nuestro desarrollo personal. Al verlo en conjunto,
advertimos la alta función que ejercen los valores en nuestra vida,
pues, gracias a su poder de transformación, se convierte la mera
vecindad de dos personas en un verdadero encuentro. Contemplar,
así, los valores dentro del proceso de maduración de nuestra
2
Estos temas son muy ampliados en mis obras Inteligencia creativa y El conocimiento de los
valores (Verbo Divino, Estella 31999).
INTRODUCCIÓN XV

personalidad 3 suscita en nuestro ánimo un sentimiento de profunda


admiración. Admirar significa mirar de forma penetrante y cordial.
Cuando lo hacemos, advertimos que los valores no sólo existen; se
hacen valer. Piden ser realizados, y, cuando alguien los acoge y les
da vida, le muestran toda su capacidad de embellecer y engrandecer
su existencia.

2. Necesidad de acercarse al área


de irradiación de los valores

Los valores son eminentemente discretos: no nos arrastran;


nos atraen. Se ofrecen a nuestra inteligencia y nuestra libertad, y
esperan a que los acojamos de manera activa y modelemos nuestra
vida conforme a ellos. Para tomar esa decisión, debemos hacernos
cargo de que existen, y eso requiere que nos acerquemos a su área de
influencia. Era todavía muy pequeño cuando, un día, me sorprendió
mi madre con este encargo: «Toma este bocadillo y llévaselo al pobre
que ha llamado a la puerta». Yo me resistí porque el pobre, con su
poblada barba, me daba miedo. «Es un necesitado, no un delincuente
—agregó mi madre—. Vete a dárselo». Lo que mi madre deseaba era
que me acercara al área de irradiación del valor de la piedad. Al hacerse
valer, cada valor se rodea de una aureola de prestigio. Si nos acercamos
a él, nos hace sentir toda su importancia, pues se nos presenta como
una fuente de vida en plenitud. Por eso, muy pronto dejé de necesitar
que alguien me mandara. Al oír la llamada peculiar de aquel hombre,
tomaba la limosna y se la llevaba gustoso. Fue mi primer paso hacia la
interiorización del valor de la piedad. Una vez convertida la actitud de
piedad en una voz interior, sentía que mi realidad personal me instaba
a ser atento con los necesitados de manera espontánea. El trato con
los valores afina nuestra sensibilidad para ahondar en ellos y acogerlos
en la propia vida de modo eficiente.
Esta labor de acercamiento a los diferentes valores quiere
realizarla este libro de forma sencilla y profunda a la vez. Mi
propósito es acercar al lector al campo de irradiación de doce
valores relevantes. Para ello expongo primero su sentido y subrayo
su etimología a fin de ahondar en sus fuentes.

3
Este proceso es vivido a través de doce descubrimientos en mi obra Descubrir la grandeza
de la vida (Desclée de Brouwer, Bilbao 22010).
XVI INTRODUCCIÓN

— Cuando descubrimos que «generosidad» procede del verbo


latino generare (engendrar, generar), se nos hace patente que ser
generoso es crear vida, abrir horizontes, ofrecer posibilidades...
— «Diligencia» se deriva del verbo latino diligo (amar), así
como «coraje» procede del sustantivo latino cor (corazón). Cuando
amamos algo, nos mostramos diligentes y ponemos corazón —es
decir, coraje— para lograrlo. De modo afín, «ser animoso» significa
«poner toda el alma» en algo; anima en latín significa «alma», como
bien sabemos.
— Mostrar «entusiasmo» equivale a «encontrarse con algo
perfecto». En griego, enthousiasmós significa estar absorto en lo
divino, entendido como lo perfecto.

Las etimologías nos permiten conocer el origen del significado


de los vocablos, y, aunque éstos matizan su alcance en el transcurso
de los siglos, suelen conservar el sentido nuclear del principio.

3. Los valores y los niveles positivos de realidad


y de conducta

Un niño llevaba a la espalda a un hermano suyo, más pequeño.


Un vecino lo vio y le dijo: «¿Cómo cargas la espalda con semejante
peso?». El niño contestó: «No es un peso, señor; es mi hermano».
Resulta obvio que el niño se movía en un nivel de realidad y de
conducta superior al del vecino. Éste pensaba en el número de
kilos que debía soportar el niño. Al niño le importaba, sobre todo,
trasladar a su hermano a donde tenía que ir. Ello significaba llevar
un peso, pero esto no se reducía a asumir una carga; implicaba
ayudar a un hermano desvalido. El vecino se movía en el nivel 1. El
niño actuaba en el nivel 2.
En el nivel 1 tratamos con objetos, o con realidades superiores
reducidas a condición de objetos. Los objetos los poseemos,
dominamos y manejamos para nuestros fines. No tienen poder de
iniciativa; sufren el efecto de nuestras acciones sobre ellos. Estas
acciones son meramente lineales, de una sola dirección; van de
nosotros a ellos, y no revierten. Si llevo a la espalda una tabla que
pesa ocho kilos, realizo la acción de cargar con ocho kilos. Si me
echo a la espalda un hermanito que pesa ocho kilos, le hago un
favor a un ser querido, que me lo agradecerá. También cargo con
INTRODUCCIÓN XVII

ese peso, pero esta acción queda integrada en otra que pertenece a
un nivel superior.
Tengo un fajo de papel en mi despacho. Es mío, lo poseo,
dispongo de él, puedo usarlo o canjearlo o desecharlo. Estoy en el
nivel 1. Pero alguien escribe en esos papeles un poema. Lo aprendo
de memoria y lo declamo. Para ello tengo que obedecer al poema:
darle el ritmo debido, el volumen de voz adecuado, subrayar las
aliteraciones que pueda contener… No puedo disponer de él, hacer
lo que quiera con él. He perdido mi libertad de maniobra, de manejo
arbitrario. Y justamente al perderla, adquiero un modo de libertad
superior: la libertad creativa, libertad para crear el poema, darle
vida, cuerpo sonoro, capacidad de comunicarse a los demás. Esa
transformación de la libertad de maniobra en libertad creativa es
debida al hecho de que el poema tiene una condición superior al
papel; es una realidad abierta, un «ámbito». El papel no lo puedo
interiorizar; el poema sí. El papel siempre me es externo; el poema
puedo convertirlo en un principio interno de actuación. El poema,
antes de aprenderlo y declamarlo, me era algo distinto, distante,
externo, extraño, ajeno. Ahora sigue siendo distinto de mí, pero
dejó de ser distante, externo, extraño, ajeno, y se me volvió íntimo.
Esta magnífica transformación es típica del nivel 2. En éste ganamos
poder creador, creador de obras culturales —un poema, una obra
musical, una fórmula matemática…— y, en la cima, creador de
relaciones de encuentro.
Para que el encuentro sea una relación estable de enriquecimiento
mutuo, necesitamos asumir los valores y ejercitar las virtudes de
modo perseverante. La perseverancia la conseguimos si descubrimos
el ideal supremo de nuestra vida —el ideal de la unidad, la bondad,
la verdad, la justicia, la belleza— y optamos decididamente por él.
Esta opción la hacemos cuando decimos con la mayor firmeza: «El
bien hay que hacerlo siempre, el mal nunca; lo justo siempre, lo
injusto nunca…». Cuando cumplimos las condiciones del encuentro
de esta forma incondicional, nos hallamos en la alta cota del nivel 3.
En la vida observamos que nos resulta muy costoso, tal vez
imposible, practicar el bien incondicionalmente con quien no está
a la recíproca, y estimamos que para ello es necesario creer que
fuimos creados, a su imagen y semejanza, por un Ser infinitamente
bueno y justo, que nos otorgó una dignidad que no podemos perder
aunque nos empeñemos en ello con una conducta desarreglada.
En atención a esa dignidad inquebrantable, podemos movernos a
XVIII INTRODUCCIÓN

tratar siempre a los demás con una bondad incondicional, lo que


supone vivir bajo la inspiración constante del ideal de la unidad.
Ascendemos, con ello, al nivel 4, el propiamente religioso.
Por ley natural, los seres humanos debemos crecer. Nuestro
crecimiento será máximo cuando logremos integrar los cuatro
niveles descritos, con sus correspondientes valores. En el nivel 1
disfrutamos de los valores económicos. Si los utilizamos para hacer
el bien, adquieren el carácter añadido de valores éticos. En el nivel 2
asumimos y realizamos los valores éticos. En el nivel 3 nos dejamos
inspirar por los valores «trascendentales», que inspiran e impulsan
toda nuestra vida ética. En el nivel 4, recibimos la gracia de amar
incondicionalmente, movidos por la energía que irradia quien se
define como Amor.

4. Los niveles negativos o antivalores

Cuando vivimos sólo en el nivel 1, con una actitud egoísta de


dominio, posesión y manejo de objetos, corremos riesgo de caer
en los cuatro niveles negativos. Una persona que, sin manifestarlo
expresamente, trata a otra como un medio para sus fines, se mueve
exclusivamente en el nivel 1. Si ese medio se deteriora porque la
persona pierde facultades (a causa de una enfermedad, un accidente
o los estragos de la edad), la persona que lo usufructuaba puede
llegar a decirle que ahora no le sirve. Esto equivale a indicarle que
antes era un utensilio rentable y ahora ha de ser canjeado por otro.
Esta declaración supone un ultraje (pues rebaja injustamente a la
otra persona al nivel 1 4), y sitúa a quien lo comete en el nivel -1.
Si la persona dominada se rebela, en alguna ocasión, contra el
opresor, puede ser objeto de malos tratos físicos y/o psicológicos por
su parte. El infractor baja, con ello, al nivel -2.
En caso de que la persona vejada quiera evadirse de una vez,
se expone a que la persona obsesa de dominio quiera hacer un
acto supremo de posesión sobre ella y le quite la vida. Este acto
precipitaría al agresor hacia la sima del nivel -3.
A veces, el ansia de dominio es tan irrefrenable que lleva al
homicida a mofarse de su víctima con ataques a su fama o mensajes

4
Nótese que los términos rentable y canjeado pertenecen al lenguaje propio del nivel 1.
INTRODUCCIÓN XIX

escarnecedores en su lápida. Su proceso de envilecimiento llega, con


ello, al límite del nivel -4 5.

5. Vibración mutua de ciertos valores positivos

Al ahondar en el sentido de cada valor positivo, se advierte


cómo vibra con otros valores afines y amplía su significación.

— Si entiendo el valor de la fidelidad como mero aguante,


reduzco su sentido de manera injusta, lo envilezco. Aguantar es
propio de columnas y muros, destinados a soportar determinadas
cargas (nivel 1). El ser humano está destinado por naturaleza a
actuar en un nivel superior: el de la creatividad y el encuentro (nivel
2). La fidelidad es un valor correlativo al valor de la promesa. Sólo
puede prometer algo para cumplirlo posteriormente, en todo tipo
de circunstancias, el que tenga soberanía de espíritu, libertad interior
suficiente para mantener una línea de conducta inspirada por un
ideal estable. En una boda, cada contrayente promete al otro crear
con él una vida de hogar. Esta vida hogareña no queda «hecha»,
con ello, de una vez para siempre. Ha de crearse, a cada instante
de la vida cotidiana. Tener la capacidad creadora que demanda tal
tarea es ser fiel. Con razón solía hablar Gabriel Marcel, a menudo,
de la fidelidad creadora. El hacer es propio del nivel 1. Crear es la
característica por excelencia del nivel 2.
— Visto el valor de la fidelidad en todo su alcance, resalta
su afinidad con otros valores asimismo relevantes: fe, confianza,
fiabilidad, confidencia... El término fidelidad se deriva de la voz
latina fides (fe), vinculada en su raíz con fidere (fiar), de donde
proviene confiar, fiarse, fiabilidad, confianza, confidente, confidencia...
Si soy fiel a alguien a quien he prometido algo que me compromete
personalmente, es porque tengo fe en él y lo considero fiable.
— Lealtad es un término afín a fidelidad. Afirmar que alguien
es leal (adjetivo procedente del latino legalis, legal) significa que
actúa conforme a ley, cumple la palabra dada y mantiene los vínculos
contraídos.

5
Los ocho niveles (cuatro positivos y cuatro negativos) son descritos con mayor amplitud
en mis obras Descubrir la grandeza de la vida y Cuatro personalistas en busca de sentido (Rialp,
Madrid 2009).
XX INTRODUCCIÓN

— La fidelidad, bien entendida, va unida con la libertad


interior, no con la arbitrariedad; con la firmeza de convicciones,
no con la volubilidad; con la constancia y la firmeza, no con la
terquedad; con la identidad personal, no con la reclusión egoísta
en el propio yo; con la mentalidad relacional de quien sabe que la
persona es una realidad abierta, no con la pretensión relativista de
que el hombre es dueño de los valores y decide a capricho lo que
tiene valor y lo que es fútil.

Estos sencillos ejemplos nos permiten descubrir hasta qué


punto se enriquece el contenido de un valor cuando se ahonda en
su sentido básico y se advierte cómo vibra internamente con otros
valores. Razón sobrada le asistía a Romano Guardini cuando nos
recomendaba a sus discípulos de la Universidad de Múnich que
no tomáramos los conceptos como algo rígido; que les diéramos
libertad para relacionarse con otros, enriquecerse mutuamente,
ganar flexibilidad, limar aristas, lograr mayor amplitud de sentido.
La mayor amplitud de los conceptos no va seguida de una menor
riqueza de contenido, sino al contrario.

6. Descubrimiento de los valores desde


múltiples perspectivas

La importancia decisiva de los valores para configurar la vida


humana y la vibración de cada valor con otros afines fue intuida
desde tiempo inmemorial por diversas mentes privilegiadas. En sus
textos resalta la emoción que les produjo descubrir la transfiguración
de la vida humana que operan los valores. Es impresionante, en
verdad, observar cómo personas de tan diferentes pueblos y culturas
confluyen en la estima de los grandes valores.

— El imperio romano dominó el mundo a punta de lanza. Ese


espíritu belicoso podría haber causado heridas irreparables en los
pueblos dominados. Pero nos basta leer un puñado de aforismos
latinos acerca de la amistad para quedar hermanados en una misma
corriente entrañable de amor a los semejantes: «Las amistades
verdaderas son eternas», nos dice Cicerón. «Mientras esté en mi
sano juicio, nada será para mí comparable a un dulce amigo»,
confiesa el poeta Horacio. «Donde hay amigos, hay riquezas —ad-
INTRODUCCIÓN XXI

vierte Quintiliano—. Es decir, un amigo es un tesoro». Es difícil


imaginarse un modo más inteligente y sabio de condensar en dos
frases toda una experiencia de vida.
— Para adentrarse en el área de irradiación de los valores, la
vía más rápida y eficaz es contemplar modelos excelentes. En un
bellísimo relato de Los miserables, Víctor Hugo muestra el rostro
que presenta la bondad absoluta cuando alguien a quien acogemos
cordialmente nos traiciona. El ex presidiario Jean Valjean recibe
toda clase de atenciones en casa de un obispo. Al marcharse, se lleva
furtivamente varios objetos de valor. Al cabo de un rato vuelve entre
gendarmes. El obispo lo salva del presidio y, en un aparte, le dice:
«No olvidéis nunca que me habéis prometido emplear este dinero
en haceros un hombre honrado. [...] Jean Valjean, hermano mío,
vos no pertenecéis al mal, sino al bien. Yo compro vuestra alma; la
libero de las negras ideas y del espíritu de perdición y la consagro a
Dios». Acercarse así al área de irradiación del valor de la misericordia
es el primer paso para conocerlo y asumirlo. El resto lo hace el valor
mismo con su poder de atracción.
— Impresiona observar a grandes personajes de la historia,
lejanos de nosotros por el tiempo y por su grandeza misma, decirnos
al oído una idea que es toda una clave de orientación para la vida.
Preguntado Demóstenes, el legendario orador griego, qué pueden
hacer los hombres para ser más semejantes a los dioses (símbolo de
lo perfecto), contestó: «Hacer el bien a todas horas».
— Los cuentos de calidad no son meras ficciones. Lo son en
cuanto a un tipo de realidad, la de la roca y el mar. Son muy realistas
en cuanto a los ámbitos de vida que tejen la trama de nuestra
existencia. No importa si alguna vez sucedió lo que nos cuentan los
hermanos Grimm acerca del abuelo que no podía comer de modo
normal y fue recriminado injustamente por su hijo y su nuera.
El carácter de «antivalor» que presentó la conducta de éstos fue
delatado por una criatura de mirada limpia.
— Un poema que penetra en la entraña de la vida humana se
nos graba a fuego y nos abre horizontes de plenitud. Recordemos los
conocidos versos de Pedro Salinas en Razón de amor:
XXII INTRODUCCIÓN

«... No cerrar nunca las manos.


No se agotarán las dichas,
ni los besos ni los años,
si no las cierras. ¿No sientes
la gran riqueza del dar?
La vida
nos la ganaremos siempre,
entregándome, entregándote».

— A veces, en un fragmento de una novela recibimos un chorro


de luz para comprender que en la vida podemos actuar en niveles
de realidad distintos, que debemos integrar para vivir con el debido
equilibrio. En Marianela, de Benito Pérez Galdós, un ciego le dice a
su lazarillo Marianela que, al principio, sabía que era de día cuando
oía hablar a la gente y era de noche cuando la gente callaba y los gallos
cantaban. «Ahora —agrega— no hago las mismas comparaciones.
Es de día cuando estamos juntos tú y yo; es de noche cuando nos
separamos». Marianela exclama: «¡Ay, divina Madre de Dios! A
mí, que tengo ojos, me parece lo mismo». Ambos muestran haber
madurado lo suficiente para descubrir que el encuentro es fuente
de luz. Se trata, obviamente, de una luz distinta y superior a la luz
física. En este momento, viven a la vez en dos niveles de realidad: el
nivel de la realidad física (nivel 1) y el nivel de la realidad lúdica o
creativa (nivel 2).
— Los grandes valores nos dan energía para vivir con dignidad
incluso en condiciones de extrema indigencia, por ejemplo en el
horror de un campo de concentración. En un breve relato titulado
«Cuando a uno ya no le queda nada», el psiquiatra Viktor Frankl
nos revela la fuerza del auténtico amor con intensidad inigualable.
«Comprendo que el hombre cuando ya nada le queda en este
mundo puede ser feliz —aunque sea solo en ciertos instantes—
si se entrega interiormente a la imagen de su ser querido. En la
situación más triste que se pueda pensar, en la cual no se puede
uno realizar mediante acción alguna [...], el hombre puede realizarse
en la contemplación amorosa mirando la imagen espiritual del ser
querido que guarda en su interior».

Al descubrir los valores y sentir su capacidad de perfeccionar


nuestra vida, cobramos confianza de que vale la pena vivir, incluso en
situaciones límite. Beethoven confiesa en su prematuro Testamento
INTRODUCCIÓN XXIII

que no recurrió al suicidio gracias a su amor a la virtud y a su arte


musical 6. Una vida sin valor es opaca, banal, anodina, sórdida. Una
vida abierta al valor se torna luminosa y excelente, porque ofrece
múltiples posibilidades de encuentro.
La multitud de perspectivas sobre los valores que se ofrecen en
este libro nos abren la posibilidad de acercarnos un día y otro a los
mismos y hacerlos objeto de nuestra experiencia personal, que se
convierte así en experiencia virtuosa. Nos dan material, asimismo,
para formar en valores y virtudes a niños y jóvenes, tanto en las
catequesis como en clases y grupos de trabajo. Con objeto de facilitar
esta labor, cada texto va precedido de un párrafo en letra cursiva que
ofrece algunas claves pedagógicas para su recta interpretación.

6
Una versión española de este Testamento puede verse en mi obra Poder formativo de la
música. estética musical (Rivera Editores, Valencia 22010).

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