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qué la autora eligió como título alternativo El moderno Prometeo. ¿Qué relación puede
guardar esa monstruosa criatura hecha con trozos de cadáveres con un titán del mundo clásico
que desafió a los dioses y tuvo un amargo final? Pues mucha, la verdad. El mito de Prometeo
es una de las primeras versiones que se conocen de la clásica historia en la que se juega a ser
un dios y se intentan controlar fuerzas superiores a las que el propio entendimiento puede
someter. Y, además, como manda la moraleja para estos casos: sale mal.
Según la mitología clásica, Prometeo era un titán hijo de Jápeto y la oceánide Asia. De sus
hermanos, Prometeo era el más astuto y valiente de todos, tan osado que se atrevía a desafiar
a los mismísimos dioses del Olimpo. Tras la Titanomaquia, la guerra que enfrentó a dioses y
titanes, Zeus quiso poblar con seres vivos el mundo sobre el que reinaría y encargó esta tarea a
Prometeo y su hermano Epimeteo. Este segundo se encargó de crear a todos los animales y les
concedió propiedades que les ayudaran a sobrevivir como el pelaje para protegerse del frío, las
garras para cazar, la velocidad o una gran fuerza. Por su parte, Prometeo utilizó barro para
crear a unos seres más delicados y complejos que casi recordaban a la imagen de los dioses:
los hombres. El titán les concedió una gran inteligencia y habilidades extraordinarias como la
de caminar erguidos, construir herramientas o refugios, domesticar animales salvajes y
recolectar alimentos de la naturaleza.