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CONDENADOS DE LA MITOLOGÍA GRIEGA
1. EL TÁRTARO
El Tártaro, es la región más profunda del inframundo, donde residen las almas de los malvados,
los grandes condenados y los Titanes. Las referencias más antiguas sobre esta región aparecen en
Homero y Hesíodo, quienes lo sitúan en la parte más profunda del Hades: hay la misma distancia
de la Tierra al Cielo que de la Tierra al Tártaro, pues un yunque de bronce tardaría el mismo tiempo
(nueve noches con sus días) en recorrer ambas distancias.
Hesíodo lo describe en la Teogonía como un recinto circunvalado por un broncíneo muro en cuya
entrada, custodiada por los Hecatónquiros (de cien manos y cincuenta cabezas; en otras versiones
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las custodias son las Erinias), se difunde la oscuridad de una triple noche. Es un abismo pútrido
que causa horror hasta en los dioses inmortales, y a cuyo no fondo “no llegara en un año entero
quien traspusiese la puerta, ya que sería llevado de acá para allá por terribles y sucesivos huracanes”.
Está además rodeado por el río Piriflegetonte (el río de fuego), y en él se encuentra el “terrible
palacio de la Noche tenebrosa, envuelto en sombrías nubes”, así como las casas de los hijos de
esta, Hipnos (el sueño) y Tánatos (la muerte).
Tánatos, personificado como uno de los elementos primordiales del mundo (junto a Eros, el Caos
y Gea), engendra en unión de esta última a monstruos como Tifón, de quien hablamos en el primer
programa dedicado a los monstruos de la mitología griega.
* Evolución
Todas las fuentes coinciden en que las distintas generaciones divinas usaron el Tártaro para
encerrar allí a sus enemigos:
- Cronos, que primero los libera, vuelve a encerrar allí a los cíclopes.
- Zeus, a los titanes. También lo utiliza para amenazar quienes se atrevan a oponérsele, como Apolo,
que mató a los cíclopes (aliados de Zeus) con sus flechas, o al resto de los dioses olímpicos, a los
que se dirige en La Ilíada con las siguientes palabras:
“Aquel a quien vea que por su voluntad se aleja de los dioses y va a socorrer a los troyanos o a los
dánaos, volverá al Olimpo en lamentable estado golpeado por el rayo, o lo cogeré y lo arrojaré al
tenebroso Tártaro bien lejos, donde más profundo es el abismo bajo tierra; allí las férreas puertas
y el broncíneo umbral tan dentro de Hades están como el cielo dista de la tierra. Así sabrá en qué
medida soy el más poderoso de todos los dioses. “
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Poco a poco, fue confundiéndose con el infierno propiamente dicho, en el sentido de “mundo
subterráneo” donde eran atormentados los grandes criminales:
- Más tarde, por influencia del pitagorismo, se “abrió” también a los mortales, siendo el lugar al que
eran destinadas las almas de los criminales tras ser juzgadas por los jueces infernales. Sin embargo,
los suplicios del Tártaro para estos no era eternos, puesto que allí podían purificar sus almas y
escoger entonces entre reencarnarse o acceder a los Campos Elíseos.
2. LOS CONDENADOS
Dentro del primer grupo nos encontramos con una serie de personajes que sufrieron todo tipo de
castigos eternos por haber sido insolentes, ofendiendo a Zeus y siendo encarcelados por este en
lo más profundo del Hades, sometidos a torturas infinitas. Todos ellos presentan una característica
común: si bien en un momento habían contado con el favor de los dioses, incurren en alguna ofensa
que implica oponerse al sistema establecido, siendo castigados por ello.
Los datos más antiguos los encontramos de nuevo en Homero, pues Odiseo, cuando baja al
inframundo en busca de Tiresias, narra su encuentro con Ticio, Tántalo y Sísifo, a los que se en
época romana se unirán Ixión y las Danaides de la mano de Virgilio. A ellos tenemos que añadir
también a los Alóades y a dos mortales: Teseo y Piritoo, héroes atenienses.
A) TICIO
Orígenes y genealogía
(I, IV-1)
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Con estas palabras explica Apolodoro los orígenes de Ticio, un gigante hijo de Zeus y una mortal,
nacido de la Tierra Gea.
La ofensa
Influido por Hera, celosa de Leto con quien Zeus tenía una de sus aventuras amorosas, Ticio atacó
a esta cuando estaba en Delfos, seguramente en el momento en el que se hallaba sola, realizando
algún rito privado en una cueva sagrada. Al oír sus gritos, sus hijos, Apolo y Ártemis, acudieron en
su ayuda, traspasándolo con sus flechas, aunque según otras versiones fue el propio Zeus quien lo
fulminó y lo arrojó a los Infiernos.
El castigo
Ticio fue condenado por Zeus, quedando tendido en el suelo, donde ocupaba nueve hectáreas, con
los brazos y las piernas encadenados a la tierra para que dos buitres (o águilas o serpientes)
devoraran su hígado, que se regenera continuamente con las fases de la luna. Es precisamente este
castigo el que genera confusión entre este personaje y otro famoso condenado: Prometeo.
* PROMETEO
Orígenes y genealogías
En la Titanomaquia, que enfrentó a Zeus y los Olímpicos con los Titanes, Prometeo se puso de parte
de los primeros, lo que le granjeó la amistad de Zeus, aunque no tardó mucho en perder el favor
de los dioses.
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Las ofensas
La segunda fue engañar al propio Zeus en favor de los humanos: en una disputa sobre qué partes
de un sacrificio de un toro debían corresponder a los dioses y cuáles a los hombres, Prometeo fue
nombrado juez. Entonces, descuartizó al animal y con sus restos rellenó dos bolsas: una con toda
la carne, oculta bajo el estómago que quedaba a la vista, la otra con todos los huesos, recubiertos
de la grasa que correspondía a los dioses. Zeus eligió esta última, y furioso, castigó a la humanidad
privándola del fuego para que tuvieran que consumir la carne cruda.
Esto provocó la tercera ofensa del titán, que robó el fuego de los dioses para entregárselo a los
humanos. Zeus decidió vengarse y ordenó a Hefesto que creara una mujer de arcilla a la que los
dioses darían todos sus dones: Pandora, a la que envió como regalo para Epimeteo. Pero este,
prevenido por su hermano Prometeo, la rechazó. Esta última ofensa provocaría el castigo definitivo
del titán.
El castigo
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devorándole el hígado cada día, puesto que cada noche este se regeneraba. Así estuvo durante
años (treinta, mil o treinta mil según las distintas versiones), hasta que Heracles lo encuentra y pide
clemencia a Zeus para él.
Zeus, que estaba arrepentido por haber sido tan vengativo, accede a las peticiones del héroe y
permite su liberación, pero Prometeo debería llevar siempre un anillo realizado con sus cadenas y
con una piedra del Cáucaso engarzada, para que siguiese pareciendo un prisionero. Además, en
los términos de su castigo figuraba el hecho de que su sufrimiento no cesaría hasta que algún
inmortal quisiera ir voluntariamente al Tártaro en su lugar, por lo que Heracles recordó a Zeus que
ese inmortal sería Quirón, que deseaba perder su inmortalidad para dejar de sufrir. Así lo describe
Esquilo en Prometeo encadenado:
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Cumplido pues el requisito, Heracles mató al buitre con una flecha envenenada con la hiel de la
Hidra de Lerna, y Zeus colocó la misma en la constelación de Sagitario.
B) TÁNTALO
Origen y genealogía
Las ofensas
Tántalo cometió más de una falta a lo largo de su vida. La primera de ellas cuando Zeus era aún un
niño, amamantado por la cabra Amaltea y custodiado por un mastín de oro que su madre, Rea,
había encargado a Hefesto. Pandáreo robó el mastín entregándoselo a Tántalo para que lo
guardara, pero cuando más adelante le pidió que lo devolviera, este se negó, afirmando que no
sabía nada de dicho perro, por lo que Zeus, una vez que Hermes recuperó al mastín, lo coastigo
aplastándolo bajo un risco del monte Sípilo.
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La segunda ofensa fue revelar secretos y robar los manjares de los dioses (el néctar y la ambrosía),
compartiendo ambas cosas con los mortales. Y la tercera y más cruenta está relacionada con su
hijo Pélope, a quien descuartizó y sirvió guisado en un banquete que había ofrecido a los dioses,
siendo descubierto por todos ellos excepto por Deméter, que comió un trozo de su hombro (por
eso cuando lo resucitan le colocan en su lugar uno de marfil). Este macabro banquete será
reproducido tiempo después por su nieto, Atreo, que descuartiza y sirve en un banquete a su
hermano Tiestes, lo que supondrá la maldición de la casa de los Átridas, a la que pertenecen
Agamenón y Menelao.
El castigo
Al igual que sucede con su origen y genealogía, también hay algunas diferencias en la descripción
del castigo que recibió por sus ofensas. Homero lo cuenta así en La Odisea:
“Y vi también a Tántalo, que sufría terribles dolores, erguido en un lago. El agua le lamía el
mentón, estaba sediento y no podía llegar a beber. Pues cuantas veces se agachaba el anciano
anhelando beber, tantas el agua desaparecía absorbida y a sus pies aparecía la negra tierra. Por
encima de su cabeza, árboles de elevada copa extendían sus frutos, perales, granados, manzanos
de brillantes pomas, higueras dulzonas y olivos en flor. Pero cuando el anciano se estiraba para
cogerlos con sus manos, el viento los arrebataba hacia las nubes sombrías”.
A este castigo otros autores como Apolodoro añaden que sobre él pendía una enorme piedra,
siempre a punto de caer.
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C) SÍSIFO
Orígenes y geneaología
Las ofensas
Sísifo se caracteriza principalmente por su astucia, de la que dio buena cuenta durante toda su vida,
protagonizando diversos episodios en los que esta se pone de manifiesto.
El primero de ellos tiene que ver con uno de sus vecinos, Autólico, un experto ladrón que robaba
sus reses cada noche. Para demostrar su culpabilidad, Sísifo grabó unas iniciales en las pezuñas de
sus animales, que fueron dejando sus huellas por el camino hasta el establo de Autólico. La hija de
este, Anticlea, iba a contraer matrimonio con Laertes, y Sísifo aprovechó la noche para seducirla y
concebir un hijo: el también astuto Odiseo.
Más adelante, en Corinto, fue testigo del rapto de Egina por Zeus. El padre de esta, el dios fluvial
Asopo, para que Sísifo le revelara el secreto, hizo manar la fuente Pirene, que abastecería de agua
a la ciudad, y Sísifo le contó todo lo que sabía sobre quién había sido el raptor de su hija. Esto
provocó la cólera de Zeus, que lo arroja al Hades condenándolo a un castigo ejemplar.
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El castigo
En esta ocasión ya no pudo burlar a las fuerzas infernales y fue condenado a empujar eternamente
una enorme piedra, con la que nunca conseguía llegar a la cima:
“Y vi también a Sísifo, que padecía intensos dolores, sosteniendo una enorme roca con sus dos
manos. Apoyándose con manos y pies, empujaba hacia arriba en la colina el pedrusco. Mas cuando
estaba a punto de coronar la cima, entonces una violenta fuerza lo derribaba hacia atrás. Y luego
la impúdica piedra rodaba hasta el llano. Y él de nuevo volvía a transportarla con titánico esfuerzo.
El sudor le brotaba y manaba de todos sus miembros, y la polvareda lo envolvía desde la cabeza a
los pies”.
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D) IXIÓN
Origen y genealogía
Las ofensas
Ixión, a quien se considera un personaje cruel y sanguinario, cometió durante su vida dos graves
ofensas. La primera de ellas con motivo de su boda con Día, pues para conseguirla había prometido
a su padre, Deyoneo, grandes obsequios, pero cuando llegó el momento de entregárselos Ixión le
preparó una trampa a la entrada del palacio: lo condujo con engaños a un foso lleno de brasas
ardientes, donde pereció abrasado. Por este crimen, producido dentro de su propia familia, fue
castigado con la locura y la rabia, sin que nadie quisiera purificarlo; hasta que Zeus se compadeció
de él, lo purificó e incluso lo sentó a la mesa de los dioses.
Pero Ixión, lejos de mostrar la gratitud que debía, intentó seducir a la propia Hera, la esposa de
Zeus. El dios construyó entonces una nube que tenía la forma de Hera, por lo que Ixión se unió a
ella, engendrando así a Centauro. Esta segunda ofensa será la causa que originará el castigo eterno
del traidor Ixión.
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El castigo
Zeus ordenó a Hermes que lo azotara hasta que Ixión pronunciara las siguientes palabras: “Los
benefactores merecen ser honrados”, y después fue atado a una inmensa rueda de fuego y lanzado
bien a los aires o bien al Tártaro, siendo este un castigo eterno puesto que al haber probado la
ambrosía de los dioses en esos banquetes a los que asistía no podía morir.
E) LOS ALÓADAS
Orígenes y genealogía
Posteriormente, Ifimedía se casó con su tío Aloeo, por quien los dos hermanos reciben el nombre
de Alóadas. Físicamente, se les describe como dos gigantes descomunales, pues ya a los nueve
años medían unos 17 metros de alto por 4 de ancho, convirtiéndose en un peligro para Zeus y el
resto de los dioses olímpicos.
Las ofensas
Su altura y su fuerza descomunal los llenó de hybris y los llevó a declarar la guerra contra los dioses
y a cometer varias ofensas contra ellos: en primer lugar, juraron por el río Estigia que forzarían a
Hera y a Ártemis; en segundo lugar, apresaron a Ares, encadenándolo y encerrándolo en una vasija
de bronce en casa de su madrastra Eribea, permaneciendo allí encerrado durante 13 meses (hasta
que fue liberado, ya muy débil, por Hermes) y en tercer lugar amenazando con llegar hasta el
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Olimpo para atacarlos (para lo cual apilaron el monte Pelión (1650 m) sobre el monte Ossa (1550
m)) y con convertir el mar en un desierto arrojando montañas en él.
El castigo
Los gemelos se sentían invencibles, no sólo por esas características físicas que hemos comentado,
sino también porque existía una profecía que decía que ningún otro hombre ni ningún dios podría
matarlos. Sus ofensas, no obstante, provocaron la ira de los dioses, que acabaron con ellos de
distintas maneras, dependiendo de la versión que consultemos.
Así, habrían sido fulminados por el rayo de Zeus, por el dios Apolo o por una estratagema de la
diosa Ártemis, siendo esta la versión más extendida y popular. Según ella, Ártemis les habría
prometido que si desistían de su pretensión de atacar el Olimpo se reuniría con ellos en Naxos y
se entregaría a Oto; esto provocó los celos de Efialtes, que no había recibido nada parecido de
Hera, y ambos hermanos empezaron a pelearse brutalmente hasta que Ártemis apareció ante ellos
convertida en una paloma blanca o en una cierva; los gemelos cogieron sus jabalinas dispuestos a
abatirla, pero se mataron con ellas el uno al otro, dando así cumplimiento a la profecía que hemos
mencionado.
Sus almas fueron conducidas al Tártaro, donde recibieron el castigo eterno por su insolencia: fueron
atados a una columna, espalda contra espalda, con cuerdas hechas de víboras vivas y una lechuza
atormentándolos sin piedad con sus gritos.
F) LAS DANAIDES
Orígenes y genealogía
Para conocer el origen de estos personajes debemos viajar hasta el antiguo Egipto. Allí, en Tebas,
reina Belo, hijo de Poseidón, que tiene dos hijos mellizos: Egipto y Dánao. El primero de ellos tuvo
cincuenta hijos, el segundo cincuenta hijas de distintas madres, conocidas como las Danaides.
Cuando Belo fallece, sus dos hijos se enfrentan por la herencia, y Egipto propone una solución: que
sus hijos contraigan matrimonio con las hijas de Dánao, pero este, sospechando que lo que su
hermano quería en realidad era asesinarlas (cosa que el oráculo le confirma) huye hacia Grecia con
sus hijas, instalándose en Argos, donde se convierte en un gran rey.
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Sus hijas también tienen un papel destacado en la Argólida, pues son gracias a ellas se acaba la
larga sequía con la que Poseidón tenía castigada a la región1, además de llevar hasta Grecia los
Misterios de Deméter (Tesmoforias).
Las ofensas
1 Una de sus hijas, Amimone, es rescatada por Poseidón cuando un sátiro pretendía violarla, teniendo relaciones con
el dios. Este clavo su tridente en una roca, pidiéndole a Amimone que lo arrancara de ella, de donde surgirá el
manantial que lleva su nombre en el que nace el río Lerna, que nunca se seca.
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De nuevas florecillas adornados
El castigo
A pesar de que las Danaides fueron purificadas de su delito por Hermes y Atenea, no se librarían
de la condena eterna. Linceo, el esposo de Hipermestra que se salvó de la matanza, se vengó por
la muerte de sus hermanos acabando con las Danaides; al descender al inframundo y ser juzgada,
los Jueces Infernales las condenaron con el siguiente castigo: durante toda la eternidad deberían
acarrear agua en unos cántaros que estaban agujereados.
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El suplicio de las Danaides y de los otros grandes condenados que hemos ido comentando sólo
cesa en un momento: cuando Orfeo baja al Hades en busca de Eurídice, encantando con su música
a todo el Inframundo y logrando incluso paralizar los castigos de los condenados.
Origen y genealogía
De Teseo ya hablamos en el
programa dedicado a los Héroes
aventureros, recordad que es el
héroe ateniense por excelencia, al
que se atribuye la creación de la
democracia y cuya principal hazaña
fue acabar con el famoso
Minotauro de Creta. Su genealogía
es incierta, aunque siguiendo la
versión más extendida, la de Apolodoro, sería descendiente de Hefesto, cuyo semen cayó en la
tierra dando origen a un autóctono: Erictonio, antepasasado del padre de Teseo: Egeo. Teseo, a su
vez, estuvo relacionado con Ariadna, con Fedra, y con la reina de las Amazonas, con la que tuvo un
hijo: Hipólito.
En cuanto a Pirítoo, se le hace hijo o bien de Ixión o bien de Zeus, y esposo de Hipodamía, en cuya
boda tanto ella como otras invitadas fueron agraviadas por los Centauros dando lugar al conflicto
entre estos y los Lapitas.
Las ofensas
Tras la muerte de Hipodamía y de Fedra, Pirítoo y Teseo (que por entonces tiene 50 años)
secuestran a Helena, aún una niña de 12 años, a quien dejan al cuidado de Etra, la madre de Teseo,
siendo rescatada posteriormente por sus hermanos, Cástor y Pólux.
Pirítoo y Teseo habían pactado que ambos se ayudarían mutuamente para contraer nupcias con
hijas de Zeus, y Pirítoo, recordándole a su amigo su promesa, lo convenció para acudir al oráculo
de Zeus, el cual irónicamente le respondió:
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“¿Por qué no visitas el Tártaro y pides la mano de Perséfone? Es la más noble de mis hijas”.
Y dicho y hecho, pese a la oposición de Teseo ambos se dirigieron al reino de Hades con su petición
(o con intención de secuestrarla) y este, demostrando su astucia, se muestra amable y los invita a
sentarse en unas rocas que eran en realidad las Sillas del Olvido.
El castigo
Cuando los dos amigos toman asiento, las sillas se fundieron con sus propias carnes. Allí son
encadenados con serpientes, azotados por las Erinias y mordidos por Cerbero, sufriendo ese castigo
durante cuatro años hasta que Heracles baja a capturar a Cerbero y los encuentra, liberando
únicamente a Teseo (aunque al tirar de él para liberarlo este deja parte de sus nalgas pegadas a la
silla).
Según otras versiones, Heracles no pudo liberarlos, quedando Teseo encadenado para siempre en
la silla ardiente y Pirítoo castigado a contemplar deliciosos manjares que nunca podía alcanzar,
pues las Erinias se los arrebataban.
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asesinado y en el que Claudio, su tío, es nombrado emperador por iniciativa de la guardia
pretoriana, lo que le granjeó la enemistad de senadores, escritores y filósofos, como Séneca, que
era además el preceptor de Nerón.
Por Suetonio conocemos la gran afición que el emperador Claudio sentía por el juego,
concretamente por los dados (incluso escribió un libro sobre ellos), afición que le va a servir a
Séneca de marco para el castigo que sueña para Claudio cuando este vaya al Hades. Séneca dedica
al emperador una obra satírica llamada Apocolocyntosis, burla de “apoteosis” que puede derivar del
término “estupidez” o bien de una posible conversión de Claudio en calabaza, y en la cual el castigo
es descrito así:
“Se acordó que había de imponérsele un nuevo castigo, que se había de inventar un trabajo
inútil que tuviera, sin resultado, cierta apariencia de placer. Entonces Éaco le ordena jugar a
los dados con un cubilete agujereado. Y ya había empezado a buscar los dados, que siempre se
le escapaban, y a no conseguir nada. Pues siempre que iba a lanzarlos del sonoro cubilete,
entrambos dados huían por la base desfondada. Y cuando osaba lanzar los dados ya recogidos,
siempre en trance de jugar y en trance siempre de coger, veía su ilusión frustrada. Huye y entre
los mismos dedos se escurre el dado engañoso con asidua trampa. Tal como, no
bien roza la cúspide del monte, de las espaldas de Sísifo cae rodando el peso vano”
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Bibliografía:
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