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DÉJAME SER TUS OJOS

Verónica Bujeiro/BURBUJAS 2023

¡Permíteme! Me estoy dando un retoque de Mercurio para poder hacer


bien mi trabajo. Ahora sí. ¡Mírame! ¡Mírame bien! De acuerdo, cambiemos
el ángulo. Probemos uno más. Otro… ¡No, no llores! Seguro tuvimos una
mala noche. Mírame por acá. ¡No, no! ¿Ya vas a empezar con las
preguntas? ¡¿En serio quieres saber eso?! De acuerdo. Mi respuesta es:
en este momento y en este mismo lugar hay alguien más bello, bella,
bellísime que tú. ¡¿Ahora me culpas?! Estás tan acostumbrada a verte en
mí que has aprendido a aceptarte, pero si tu reflejo llega a caer en un
espejo extraño verás otra cosa, acuérdate del último hotel. ¡No me
amenaces con ese cepillo! ¿Qué quieres? ¡Es nuestro trabajo! Los espejos
somos como esas amistades que te engañan con halagos, pero nunca
vamos a mentirte. Siempre va a haber alguien más bello, bella, bellísime
que tú y también alguien más feo… Pero, tranquilízate, vuelve a mí…
Enganchemos nuestra mirada. Anda, vamos por el hechizo. Ven conmigo
del otro lado. ¡Mírame! Me cuesta creer que no sepas la belleza que eres.
¿No me crees? ¡No vuelvas a amenazar con romperme! Las maldiciones
que se dicen de nosotros son reales. ¡Lo siento! No puedo hacer la magia
que hacen los filtros de tu teléfono. Yo soy sólo una frágil superficie que te
dice cómo te ven los demás. ¡Entiende! Soy un objeto del pasado.
Conmigo puedes jugar, sostener un romance, hacernos las ilusiones de
vez en cuando, pero nunca nos mentiremos por la mañana. Debes
considerarte afortunada porque un espejo no siempre estuvo al alcance de
todos. Mi posesión dependía de un alto estatus económico, pues poseer
una idea de tu mirada es un verdadero lujo, ¿no crees? Pero te entiendo…
Hoy en día los espejos tenemos retos muy complicados, hay otros
artilugios que saben engañar peor que nosotros. Aunque a diferencia de
ellos seguimos conservando nuestras cualidades mágicas. Entre muchas
cosas se dice que podemos hablar, pero no es verdad. Todo esto que está
sucediendo ahora es producto de tu necedad. Si los espejos pudiésemos
hablar… ¡Las cosas que diríamos! Sí, ya sé, hay un espejo muy famoso al
que se le hacen las mismas preguntas que tú me haces ahora y dijo las
mismas cosas que yo: “en este momento y en este mismo lugar hay
alguien más bello, bella, bellísime que tú”. Pero, ¿quieres saber lo que me
dijo sobre su cuento? ¡La madrastra malvada era en realidad la madre
biológica! ¿Puedes creerlo? La verdadera historia, la más siniestra, es que
esa madre comenzó a reconocer en su hija a su propio reflejo y decidió
envenenarla de a poco. No con manzanas emponzoñadas y esas
tonterías, sino con leves comentarios como:

—¡Párate derecha!
—¡No saques la panza!
—¡Ya deja esa paleta! ¿No ves que estás muy gorda?
—No sonrías, se te ve el diente que no encaja en la boca. ¡Ay, ese diente!
A ver si al crecer y con el desarrollo se te compone.
—A ver, ¿qué tienes ahí? Ay, no, heredaste la piel de la abuela. Ponte esta
crema.

Y así la niña fue creciendo, rectificando en la mirada de mamá sus


inseguridades, siempre fieles y dispuestas a desarmarla. Dejó de sonreír
por el diente que no encajaba en la boca, vomitaba a escondidas porque
se sentía demasiado gorda y ante cualquier imperfección quería
arrancarse la piel a pedazos. La niña solía mirar su reflejo en uno de
nosotros, pero la imagen que le devolvía iba directo hacia la mirada de la
madre, forjando versiones monstruosas de sí misma. Pasaba horas
rectificando sus defectos y aunque uno que otro logró convencerla de lo
contrario, nunca dejó de sentirse incómoda, horrenda en ese cuerpo que
no correspondía a la mirada de su mamita querida. Además la cosa se
volvía peor con todas esas imágenes de gente perfecta que se le
presentaba a cada paso, con esos ideales de belleza que ningún espejo
puede reflejar. Eso lo puedo certificar de primera mano. Lejos estaba la
pobre niña de entender qué pasaba realmente en la cabeza de su madre.
El único que lo sabía era su espejo, porque cuando no tenemos enfrente a
las personas también podemos verlas a través de sus objetos. La historia
que esa madre contaba era más que evidente: con sus colecciones de
maquillajes, cremas, los vibradores faciales, los libros de dieta, los de
autoayuda, los aparatos de ejercicio y por supuesto, la factura del cirujano
plástico. Es duro cuando no sabes qué hacer con tu dolor y lo único que
queda tras esas heridas que se llevan por años en la mente es envenenar
la mirada de los otros. Además su joven hija era un recordatorio para ella,
pues “el rostro no es más que un reflejo del río del tiempo y su
contemplación debe recordar la muerte que acecha”. De ahí que quisiera
destruir a su hija a toda costa. ¡Ay, perdón! ¿Herí alguna sensibilidad? Así
no son todas las madres, sólo las muy, muy malvadas que figuran en los
cuentos.
Lo mejor es que esa hija fue realmente rescatada por un príncipe. El beso
que se cuenta es un tacto íntimo que la liberó de su vista. Los espejos lo
sabemos bien, pues los amantes siempre se prueban en nosotros.
Imaginan la mirada del otro posándose sobre ellos y practican ese
acercamiento, lejos todo reflejo negativo. Este es el mejor momento para
un espejo, porque la persona enamorada nos mira con la misma ternura
que es mirada. Todos somos plenos en esa vista, pero no dura demasiado.
Al “vivieron por siempre felices” sigue la indiferencia. En ninguna parte se
cuenta cuando el príncipe dejó de mirarla. Se dice que fiel a su estirpe ella
también salió a esparcir venenos, dejando ciegos a hombres y mujeres
para que no pudieran ver al hombre que la miró primero a ella.
Y la malvada madre no murió, o no al menos como dicen. Es muy probable
que la conozcas porque ahora ofrece venenos detrás de un mostrador.
Vende elixires milagrosos de belleza, pues, ¿quién no quiere que sea el
cuadro el que envejezca por nosotros? Ella lo sabe y con sus zapatos de
hierro baila un Tap imposible. El sonido que hace encanta y urge a las
personas a acceder a sus ofrecimientos: ¿Quieres ser la más hermosa de
este reino? Aplícate por las noches dos gotas de esto, por las mañanas
antes de que alguien te vea no olvides ponerte esto otro y esto más. Con
estos zapatos de hierro, perderás todo ese peso que se interpone en tu
camino. Porque la belleza es un destino al cual no todos pueden llegar,
pero tú vas derecho. Te aseguro que en unas semanas verás resultados.
¡Garantizado! Con cada oferta que aceptas ella se come tu corazón y
rejuvenece cada noche. ¿Cómo lo sé? Los espejos siempre hemos sido
sus aliados. Si te untas sus pociones mágicas puedo reflejar algunos
cambios repentinos, pero al paso de los días el ataúd de cristal seguirá
creciendo contigo. Crecerá y crecerá hasta que no puedas despertar de tu
sueño de incomodidades y expectativas. ¡Pero no me veas así! No soy un
traidor. ¡Yo también he sido presa de sus engaños! Ella me recomendó
esta poción de mercurio añejo para lubricar mi superficie, porque soy
consciente de mi decoloración y mi reflejo débil. Soy una superficie tan
frágil, pero eso no tiene por qué cambiar la relación entre nosotros… I’ll be
your mirror. Reflect what you are… Me cuesta creer que no sepas la
belleza que eres. Los demás son trampas, por favor no te reflejes en nadie
más. Déjame ser tus ojos. I’ll be your mirror. Reflect what you are… Anda,
vamos por el hechizo. Ven conmigo del otro lado. No me abandones. La
parte de las maldiciones es cierta. Si algo toca nuestro corazón de cristal
podemos hacer mucho daño. Si me abandonas podré contar todo lo que
he visto de ti. No, no es una amenaza. Seguro probaste con el filtro, el
maquillaje, la crema milagrosa, pero anda, ven conmigo, déjame ser tus
ojos. I’ll be your mirror. Reflect what you are…Siempre podremos ser
cómplices y entre nosotros ver mal a los demás. Lo que sé de ti, nadie lo
sabrá. Siempre estaré aquí, reflejando lo que eres. Por favor, no dejes de
mirarme…

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