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Microrrelatos - Y yo sólo pido ser mujer

Con su máscara de ser generoso prometió convertirse en mi ángel. Y yo le creí.

Con su careta de hombre cariñoso aseguró que me haría feliz. Y yo me ilusioné.

En el viaje que nos llevaría al firmamento el antifaz se desprendió de su rostro. Y yo comencé a sufrir.

Con su semblante de auténtico monstruo sus palizas me hicieron morir. Y yo, desde el cielo al que me has impulsado,
pido justicia para ti mujer.

Microrrelatos - Mírame

Mírame, a ver si puedes verme. Alguna vez fui visible, hasta que apareciste tú.

Mírame, no soy un objeto, soy de carne y hueso, aunque tú no lo notes.

Mírame, pero intenta verme, no soy tuya.

Mírame, porque alguna vez existí, aunque tú te encargaste de hacerme creer que sin ti no sería nada.

Mírame, soy el recuerdo de las sonrisas que se olvidan.

Mírame, soy la sombra de alguien que intenta volver a ser visible.

Y ahora, mírate, porque tal vez, no te ves.

Microrrelatos - Mamá

Esta mañana mamá me hizo una trenza. Parecía triste, por eso no me quejé aunque no quedó tan bonita como las
que lleva Sara. Me da un poquito de envidia Sara, con sus trenzas perfectas y una mamá tan alegre.

En el patio del colegio me dio un abrazo de esos que avergüenzan. Miré a mi alrededor para ver si alguno de mis
compañeros observaba. Comprobé que no, así que yo también la abracé fuerte. Fue raro.

Esta tarde me ha recogido la abuela Carmen. Dice que mamá está solucionando algo pero que pronto vendrá. Dice
que mamá es la más valiente del planeta. No quiere hablar de papá. Yo tampoco.

Solo quiero verla feliz.

Microrrelatos - Llora

Llora. Por dolor. Por rabia. Por impotencia. Por una despedida anticipada. Por una vida truncada. Por una felicidad
arrebatada. Por sueños que se esfumaron. Por miedo que ya no es miedo. Por no haberla hecho caso. Porque ya es
tarde. Porque la ha matado.

Llora. En la cama. Ha sido una pesadilla con nombre propio. Por fin comprendió todo: hay que luchar por ella, por las
que no están, por las que vendrán. Busca ayuda. Denuncia. Vuelve a tener esa vida que la intentaron arrebatar.

Microrrelatos - Cautiva

Se tiene que acabar. Cansada de escuchar lo mismo. Lo entiende. Lo sabe. Es fácil decirlo. Escucharlo. Saberlo. Lo
difícil es hacerlo. Cada golpe es un motivo. Cada insulto una razón. Pero el mañana se presenta oscuro. Vacío. Se
mira y se le desgarra el alma. Sin hijos es más fácil, le dicen. Le falta valor. Su vida no vale nada, piensa. No puede
huir. Su cárcel es su miedo. No lo entienden. La próxima vez lo hará. La próxima paliza tendrá valor. O no. Lo pensará.
Microrrelatos - Impasible desvanecimiento

Ella decidió refugiarse en el único lugar donde creía estar a salvo. Las páginas de un libro. Se adentró en él y allí
escribió su propia aventura, aquella que le había sido negada.

Sin embargo, él la encontró. Releyó entonces aquellas líneas.

- Pocas son las ocasiones que le permiten a uno reescribir la historia- se dijo.

Primero recortó los detalles superfluos, más tarde las vanas reflexiones. Entonces la despojó de las frases que
aludían a la felicidad, le arrebató aquellas referencias a personas queridas y dejó su descripción en apenas dos
escuetos párrafos. Finalmente, prescindió de las metáforas y suprimió los adjetivos. Quedó sólo su nombre.
Entonces, letra a letra, fue desposeyéndola incluso de él. Ella quedó en nada.

Microrrelatos - No volverá a ocurrir

Después de los golpes, él lloraba, la abrazaba y le decía, "no volverá a ocurrir", estas palabras le sonaban huecas,
mentirosas, y dejaban en ella un sentimiento de culpa. La última vez que las escuchó fue la semana anterior, Alicia
estaba en un rincón de la habitación, agachada, con las piernas, brazos y rostro amoratado. La mujer lloraba,
escondía su cara entre las rodillas temblorosas, su marido le dijo «me provocas, no volverá a ocurrir». El hombre
salió a la calle. La mujer se quedó absorta mirando las fotos de sus hijos, Pablo y Berenice «Tengo que hacer algo»,
─dijo en voz baja.

Se recogió el pelo, se vistió deprisa y se fue a la comisaría.

Microrrelatos - Ojos que no ven, una mujer desaparece

Soltar duele, sostener lo insostenible duele aún más.

Y sostener la mirada que nos hace sombra puede volverse irreversible.

Y cerrar los labios apretando el corazón seguirá ensordeciendo el mundo.

"Para no amarla tenías que no mirarla a los ojos, pero cómo no hacerlo si era preciosa. Cómo no iba a querer hacerla
mía, solo mía y para siempre", declaró el presunto culpable del asesinato de María, 44 años.

Microrrelatos - Rosa

Tus manos duras, tus músculos fuertes, tu altura más grande eran el argumento de tus golpes, tus gritos, tus
menosprecios que me arrancaban lágrimas y me hacían sentir culpable. La rosa del principio ya no la recuerdo, se
marchitó mucho antes de ser testigo de cómo la espina de tu crueldad brotara y me hiciera sangrar una y otra vez
cuando ya era tuya, alejada de los que me querían, de los que me protegían, de los que sufrían impotentes por mi
ceguera. Pero eso acabo el mismo día que tu insignificante mente despertó poniendo fin al dolor de la conciencia.
Ahora una preciosa rosa blanca luce frente a mí y en mi lapida pone "mamá, te queremos".
Microrrelatos - Cruel suerte

Aún siguen mojados sus temblorosos dedos por las lágrimas limpiadas de sus ojos. De rodillas, con la cabeza
agachada, recoge los restos de comida y porcelana rota.

Como cada día, ella no sabe la razón de su enfado. Jamás le habla, su voz se ha convertido en un grito constante, sus
manos, hace años, transformadas en puños dañinos.

Hoy ella lo había querido sorprender, es su cumpleaños. Él, ya lo ha celebrado en la barra del bar. Triste sorpresa
arrasada por su cruel desprecio, amenazas susurradas frente a su rostro.

Él se vuelve a marchar y ella, encogida sobre el frío suelo, piensa que hoy no le ha pegado, hoy ha sido bueno, hoy ha
tenido suerte.

Microrrelatos - Ten cuidado

Me llamaste zorra.

Me lo volviste a decir y la segunda dolió más porque no la podré excusar.

Aún así no quería darte explicaciones de tus celos cuando jalaste del pelo.

¿A donde quieres llegar? ¿No ves que te pueden ver?

Siento que mi despreocupación no satisfaga tu ira pero ¿Era necesario ese guantazo? Espero que no me hayas hecho
marcas pensé, ni que te escuchen gritándome, ya sabes que la última vez te la formaron.

No sé por qué nos tenemos que ir ya cuando lo estaba pasando bien en la fiesta y me has hecho daño en la muñeca,
estoy aquí no me grites.

Cerraste la puerta de casa y me diste un guantazo. Estabas nervioso pero esto nunca había sido así.

Gritarte fue inútil pero esta vez quería desaparecer, irme por siempre, aunque no me quisieras dejar.

De pronto llaman a la puerta, se hizo el silencio, era la policía. Juro que yo no la llamé.

Y dije como tú que no pasaba nada, pero no me creyeron.

Quizás si no me hubieras dado aquél bofetón que dejó mi ojo hinchado, o si no me hubieses dejado esas marcas en la
muñeca, o si no hubieses gritado tanto… los vecinos no habrían llamado.

Microrrelatos - Amor ciego

Por fin pude verte con esos ojos con los que me negaba a mirar y comprendí que todo eso que decías que hacías por
amor fue simplemente mentira. Una mentira tan grande, tan vacía que nos arrastró a ambos a un mar lleno de
golpes y perdones en el que nos ahogábamos. Dicen que el amor es ciego, y que quien no llora por amor, no es amor.
Yo lloré. Lloraba cuando me gritabas con las ventanas cerradas mientras el silencio era mi única arma. Fui ciega por
miedo a perderte, cuando lo mejor hubiera sido cerrar detrás de mí y tirar la llave, para que ni yo ni nadie la
encontrase. Para perderte en el tiempo.

Microrrelatos - Mírate

Busco el maquillaje, como cada mañana, uno que sea oscuro, aunque mi piel sea blanca como la nieve. Mejor salir a
la calle pintada como una puerta que tener visibles las marcas de haber sido golpeada contra la puerta de mi casa.
No puedo dejarle, la culpa es mía, no puedo irme. Qué vergüenza contarlo, alrededor señalarían y mi hija se
disgustaría. Ella tiene su vida, sus hijos y su marido, no quiero distraerla. Hace poco me llamó por teléfono, tenía la
voz temblorosa, pregunté qué ocurre, respondió nada, solo que estaba cansada. Me acerqué a su piso, vive cerca
mío con su marido. Cuando entré al salón vi que estaba sentada, me acerqué a verle la cara, muy maquillada.
Microrrelatos - Con salida

Ella abrió los ojos, él le cerró la boca. Ella ya no estaba allí…

Microrrelatos - Sherezade

Al principio, cada día inventaba una historia para él. Después comencé a hacerlo para mí. Lo disculpaba por el
cansancio, o por el alcohol, o por la falta de futuro, hasta convencerme de que en el fondo me quería. Sin embargo, a
pesar de mis esfuerzos, yo siempre terminaba igual: sangrando en alguna parte de la casa. Tuvieron que pasar más
de mil y una noches para que abriera, por fin, los ojos. Cuando lo hice, aquel policía me ofreció su mano, entonces
me dejé de cuentos y le dije, simplemente, la verdad.

Microrrelatos - Se despertó

Y cuando esa mujer se despertó, se dió cuenta poco a poco, de que aquél en que ella había confiado, la había estado
destruyendo, queriendo o sin querer.

Fue una gran revelación que sacudió su mundo y el mundo de todos los que la querían. Pero ella, con fortaleza y
coraje atravesó el terremoto. Y mientras veía lo que era su vida caer en pedacitos, sacó el escudo del amor para
proteger a los más inocentes quienes dependían de ella. Así se refugiaron un tiempo.

Luego, llegaron la paz, la libertad, la esperanza, la autonomía, la diversión, la alegría, el interés y el optimismo, no
solamente a esa mujer, sino a esa casa y a todos los que la querían.

Microrrelatos - Ver para crecer

Ese día jugábamos el gran partido entre el barrio del norte y el barrio del sur, pero nos faltaba un jugador.

—Hola, chicos, ¿puedo jugar? —dijo Andrea muy contenta, vestida con su pantalón corto y sus botines de fútbol.

Todos nos quedamos mirándola con cara de asombro.

—Sí, claro, ¿por qué no? —dije entusiasmado.

—¡Es una chica!, no sabe jugar —me dijo el capitán del equipo al oído.

—Y… ¿quién lo dice?, a lo mejor es tan buena como cualquiera de nosotros.

—Si perdemos, será por tu culpa.

—¡Vale!, asumiré ese riesgo.

Ganamos por tres a uno y Andrea había metido dos de esos goles. El capitán se quitó su guante de portero y fue a
felicitar a Andrea.

Microrrelatos - La última noche

Era una noche oscura, las pocas farolas iluminaban la sombría avenida que me separaba de casa. Pasé por el bar de
la esquina “parecía” no haber nadie. A cada paso que daba me giraba disimuladamente, el instinto supongo, el cual
aquella noche no me funcionó. Como cada día empecé a contar los pasos que quedaban para llegar a casa 43, 37, 24,
13… por fin en casa. Ojalá la noche realmente hubiera terminado así. Roma
Microrrelatos - Monstruo

13 años pasaron.

13 años en los que aquel niño veía marcas moradas en el cuerpo de su madre.

13 años pasaron con los gritos desesperados de la mujer llenando aquellas tardes vacías en las que debería de estar
jugando con sus amigos.

13 años en los que veía a las familias vecinas jugar con sus retoños, deseando ser parte de ellas.

Por eso, no fue sorpresa cuando aquel día el hijo imitó al padre, convirtiéndose en el monstruo que tanto odiaba.

Aquella pequeña que vivía en la casa colindante, entre lágrimas, abrazaba a su peluche en un intento de ensordecer
los pesados gritos del muchacho.

La ira había vencido, el monstruo había conseguido un sucesor y aquella mujer miraba por la ventana culpándose por
haberlo permitido.

Microrrelatos – Terror nocturno

Cambió la cerradura de la puerta. Consiguió una orden judicial de alejamiento. Pero todas las noches, entra en sus
sueños.

Microrrelatos - Trampas

Empezó criticándole su forma de vestir, pero ella no le dio importancia. Pensó que sólo eran celos, como cuando la
dejaba en ridículo delante de sus amigos para sentirse el centro de atención. «Hombres», pensaba ella, «son todos
iguales». Tardó en darse cuenta de su error, porque era difícil descubrir el engaño. Él nunca le levantó la mano, ni le
gritó. Su cuerpo intacto escondía una autoestima apaleada que moría día a día sin que nadie se diera cuenta.

Microrrelatos - Reconciliación

Deja pasar un par de días, no la llames, no le cojas el teléfono. Luego ve a hablar con ella, pero muéstrate frío,
distante e incluso cruel en un momento dado. Como si nada de aquello fuera contigo. Utiliza palabras duras, no
hagas la más mínima concesión. Dile que no sabes de qué te habla, que son todo imaginaciones suyas. Deja que te
grite, que te golpee, que te arañe, que te muerda, que te amenace. Échale la culpa de todo, deja que se derrumbe.
Humíllala, apriétale un poco más (sólo lo justo), y entonces empieza a mostrarte algo más comprensivo. Dile algo
cariñoso, juguetea con su flequillo. Abrázala, deja que se sienta bien por unos minutos. Convéncela de que te
necesita. Miéntele, dile que la quieres. Y sólo al final, si lo consideras necesario, le dices que la perdonas.
«Cuando caminábamos juntos, si pasaban amigas y yo las
saludaba, me pellizcaba». (Grupo Promotores de Salud. Villa
Allende, Córdoba)
“Anoche intenté dejar a mi novio, la relación no da para más,
pero él me amenazó con que si lo dejo se mata, y no quiero que
eso pase”. (Grupo Acción Adolescente contra la violencia de
género / CEIM. San Nicolás, Buenos Aires)
“Siempre que arreglamos para vernos me cancela a último
momento, llega tarde o se olvida. El otro día se lo dije y me
contestó que él no era como yo que no hacía nada de mi vida”.
(Grupo Metropolitano de RedNac. CABA y conurbano)
“Después de tener relaciones me sacaba fotos desnuda. Le dije
que no me gustaba y me respondió que era una exagerada y que
como era mi novio podía hacerlo”. (Grupo Jopro. Jujuy)
“Mi mamá me dijo que no importa si a veces me grita porque
igual me quiere, que no es para tanto, que así quejándome voy a
quedar sola”. (Grupo promotorxs sin violencia. Córdoba capital)
“Hoy intercambiamos celulares, vos te llevas el mío yo el tuyo. Si
no querés, es porque algo escondés”. (Asociación Civil Yanina.
Entre Ríos).
“Dice que es mejor tener la ubicación prendida en el celu, es una
forma de saber en dónde estoy. Si no lo atiendo, no para de
llamarme” (Jóvenes Pampeanos por la Salud Sexual y
Reproductiva. Macachin, La Pampa)
“Cuando tengo un examen se enoja o dice que me quiere dejar
porque no le presto atención”. (Grupo Aludis. Salta)
“Cuando estamos en grupo me pone apodos que me hacen sentir
mal. Le pido que pare y dice que es broma”. (Grupo Aludis. Salta)
Mi novio me reclama: “¿por qué salís con esos chicos?”. No
entiendo sus celos, si ahora estoy con él. (Grupo Cero en
conducta. Santiago del Estero)

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