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El 28 de mayo de 2016 la alcaldía de Enrique Peñalosa llevó a cabo, en conjunto con las
fuerzas armadas, un operativo para recuperar el control del sector coloquialmente
denominado como “Bronx”, ubicado en el centro de Bogotá, y que durante dos décadas
había sido uno de los principales focos de criminalidad en la ciudad. El operativo contó con
cerca de 3000 miembros del CTI y de la Policía, quienes estuvieron acompañados por
miembros de la Secretaría de Integración Social y del Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar (Conexión Capital, 22 de mayo de 2017).
El operativo dejó un total de 11 capturas, 142 menores de edad rescatados, y cerca de 105
900 dosis de estupefacientes decomisadas. Entre los capturados se encontraban dos líderes
de organizaciones criminales, quienes ya contaban con órdenes de captura en su contra. Al
menos 1200 personas que habitaban el sector fueron evacuadas, de las cuales 600 fueron
atendidas ese mismo día por los organismos del distrito (El Tiempo, 28 de mayo de 2016).
Una vez fue desalojado el sector, la alcaldía implementó un plan de intervención que se
estructuro a partir de tres fases: la primera consistió en brindar atención psicosocial a las
personas que habitaban el sector y las zonas aledañas (El Tiempo, 29 de mayo de 2016).
Para 2019 el Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud tenía a su cargo
1678 personas, a las que se les brindaba estadía, comida, baño, atención psicológica.
(Martínez, 28 de mayo de 2019).
La segunda fase de la intervención consistió en realizar una limpieza general, pues las tres
calles que comprendían ‘El Bronx’ se encontraban en un nivel de deterioro y
contaminación lamentable. De acuerdo con la alcaldía, “la basura extraída en el sitio era
proporcional a lo que se produce durante un mes en un municipio de 10 000 habitantes”, y,
tan solo el día de la operación de retoma se extrajeron cerca de 30 toneladas de desechos
(El Tiempo, 29 de mayo de 2016).
La última fase consistió en un plan para asegurar la zona y evitar que fuera eventualmente
retomada por las bandas criminales y por los habitantes de calle. Se dispuso de cerca de
300 unidades policiales para custodiar el territorio y se puso en marcha un sistema de
monitoreo compuesto por cámaras de seguridad (El Tiempo, 29 de mayo de 2016). Para
junio ‘El Bronx’ había sido retomado e intervenido con éxito, ahora le correspondía al
alcalde liderar un proyecto de renovación urbanística para superar, de una vez por todas, el
turbio pasado de esas tres calles.
Un año después de la intervención, en el marco del evento ‘El Bronx, un año de retos y
esperanzas’ el alcalde Enrique Peñalosa dio a conocer un adelanto de los planes que su
administración iniciaría en los predios que habían sido desocupados. En ese entonces el
proyecto fue apodado Distrito C, y para ese entonces ya contemplaba la edificación de
locales comerciales y centros culturales que albergarían a emprendimientos del sector
creativo (El Tiempo, 23 de mayo de 2017).
A partir de los antecedentes de la política podemos denotar que, entre 2016 y 2018 se llevó
a cabo un proceso de construcción y estructuración conjunta de la política, que incluyó, en
mayor o menor medida, la participación conjunta de todos los actores implicados. Durante
el tiempo transcurrido entre los años en cuestión el proyecto pasó de ser un corredor
comercial común a ser un centro de desarrollo y promoción de emprendimientos creativos y
culturales. Más recientemente, se anunció que el BDC sería el primero de una red distrital
de distritos creativos que “tiene como propósito impulsar el trabajo colaborativo de las
cerca de 3.600 empresas del sector cultural y creativo”, y que estará conformada por cerca
de 260 equipamientos culturales para la creación, producción, distribución, exhibición,
comercialización y consumo de bienes y servicios culturales. (Secretaría de cultura,
recreación y deporte; s.f.)
Si bien, en esta primera fase de elaboración de la política, los intereses de los actores
estuvieron alineados, en la ejecución se evidenciaron una serie de problemas y desacuerdos
entre los actores encargados de llevar a cabo la política. Estos conflictos surgen al interior
de lo que el enfoque de actores denomina el arreglo político administrativo – o APA-, bajo
el cual se han fijado las competencias, responsabilidades y recursos de los actores
encargados de implementar la política.
Las dificultades que se producen dentro del APA son el resultado de dos tipos de factores:
por una parte, su naturaleza heterogénea, que complejiza los procesos de coordinación y de
toma de decisiones; y, por otra parte, las estrategias utilizadas por la alcaldía para organizar
a los demás actores participantes, que resultaron evidentemente ineficaces.
El cambio de administración permitió apreciar, de forma más clara, los errores cometidos
por la administración de Peñalosa. En primer lugar, se mejoró la disposición de los actores
públicos a negociar y a satisfacer las necesidades de las empresas interesadas en participar
de la ejecución. Por otra parte, se implementó un modelo de contratación que redujese el
riesgo asumido por las empresas contratantes. Y, finalmente, se elaboró un plan de
contratación por etapas, lo que a largo plazo se espera, reduzca la incertidumbre y permita
un control más eficaz por parte de los actores estatales sobre la ejecución del proyecto.