Está en la página 1de 18

SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0088/2013

Sucre, 17 de enero de 2013

SALA SEGUNDA
Magistrado Relator: Tata Gualberto Cusi Mamani
Acción de amparo constitucional

Expediente: 02059-2012-05-AAC
Departamento: Chuquisaca

En revisión la Resolución 266/12 de 31 de octubre de 2012, cursante de fs. 251


a 254 vta., pronunciada dentro de la acción de amparo constitucional
interpuesta por Carlos Alfredo Arízaga Alarcón en representación legal de
Wilfredo Rodríguez Rocha contra María Lourdes Bustamante Ramírez,
William Eduardo Alave Laura y Silvana Rojas Panoso, Magistrados de
la Sala Penal Liquidadora del Tribunal Supremo de Justicia; Marlene
Pino de Terán y Juan de la Cruz Vargas Vilte, ex Vocales de la Sala
Penal Primera del Tribunal Departamental de Justicia de
Cochabamba; Consuelo Margot Carrillo Claros, ex Jueza Cuarta de
Partido en lo Penal y Liquidadora; y Néstor Julio Enríquez Quiroga,
Juez Quinto de Partido en lo Penal, Liquidador y de Sustancias
Controladas; ambos del mismo Departamento.

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. Contenido de la demanda

Por memoriales presentados el 8 de octubre de 2012, cursante de fs. 155 a 160


vta., y los de subsanación de 12 y 22 del mismo mes y año, corrientes a fs. 166
y 187 y vta., el accionante por su representado expone los siguientes
fundamentos de hecho y de derecho:

I.1.1. Hechos que motivan la acción

Dentro de un proceso penal, seguido a instancias del Ministerio Público y Julia


Virginia Terán Quiroz contra Filiberto Efraín Meneses Sainz, Walter Villarroel
Trujillo y Luis Adolfo Villarroel Guzmán, el Juez Primero de Instrucción en lo
Penal decidió ampliar el Auto de procesamiento contra Wilfredo Rodríguez
Rocha -representado del accionante- por la presunta comisión de los delitos de
asociación delictuosa y “complicidad” en relación al delito de estelionato; sin
embargo, y a pesar de lo contenido en el mencionado Auto con relación a los
ilícitos, al momento de dictar Sentencia, la Jueza de la causa (Cuarta de Partido
en lo Penal Liquidadora), falló declarando “autor del delito de estelionato y
asociación delictuosa” (sic), al representado del accionante; siendo así, que el
mismo debía ser procesado sólo en grado de complicidad con relación al ilícito
del estelionato.

Dicha Resolución fue apelada por el imputado, habiéndose confirmado la


misma por Auto de Vista de 15 de noviembre de 2007; y una vez recurrida de
nulidad y de casación la última Resolución, mediante el Auto Supremo 74/2012
de 11 mayo, se declaró infundado el recurso planteado; por lo que, el
accionante alega que se habría vulnerado el derecho al debido proceso de su
representado, expresando además que, las tres Resoluciones emitidas dentro
de este proceso, carecen de individualización, motivación y fundamentación del
delito atribuido.

I.1.2. Derechos y principio supuestamente vulnerados

El accionante estima lesionado el derecho de su representado al debido


proceso, en sus elementos esenciales de los derechos a la defensa, la debida
fundamentación de la resolución, la “legalidad” y la “congruencia”; además de
los derechos a la conformación de sociedades y a la “seguridad jurídica”; el
valor de la “igualdad ante la ley y los operadores de justicia”, y “el principio de
favorabilidad”; citando al efecto los arts. 8.II, 13.II, 21.4, 109, 115.II, 119, 123
y 128 de la Constitución Política del Estado (CPE); 10 de la Declaración
Universal de Derechos Humanos (DUDH); 8 y 24 de la Convención Americana
sobre Derecho Humanos (CADH); y 14 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (PIDCP).

I.1.3. Petitorio

Solicita se conceda la tutela a los derechos fundamentales lesionados; y en


consecuencia, se declaren nulos y sin efecto legal el Auto Supremo 74/2012 de
11 de mayo, el Auto de Vista de 15 de noviembre de 2007 y la Resolución de
16 de junio de 2003, ordenando a las autoridades demandadas que pronuncien
una nueva Resolución “conforme a derecho” (sic).

I.2. Audiencia y Resolución del Tribunal de garantías


Celebrada la audiencia pública el 31 de octubre de 2012, según consta en el
acta cursante de fs. 245 a 250, se produjeron los siguientes actuados:

I.2.1. Ratificación y ampliación de la acción

El accionante ratificó y reiteró los términos de la acción de amparo


constitucional, expresando además que: a) De acuerdo al art. 224 del Código
de Procedimiento Penal de 1972 (CPP.1972), el juicio se realiza sobre la base
del auto de procesamiento, y es en virtud a esto que su representado asumió
defensa en grado de complicidad, porque ese era el ilícito que se le imputaba
en el referido Auto; sin embargo, se emitió un fallo en el que se le declaró
autor del delito; y, b) Un vez apelado el fallo de primera instancia, se dictó el
respectivo Auto de Vista, el mismo que, sin exponer ningún fundamento, se
limitó a señalar que respecto a Wilfredo Rodríguez Rocha, la Jueza de instancia
ya emitió criterio y realizó la valoración correspondiente, confirmando
finalmente la Resolución; y que, a pesar de que se recurrió de casación, no se
obtuvo la restitución de los derechos vulnerados de su representado.

I.2.2. Informe de las autoridades demandadas

María Lourdes Bustamante Ramírez y William Eduardo Alave Laura, Magistrados


de la Sala Penal Liquidadora del Tribunal Supremo de Justicia, no asistieron a la
audiencia; sin embargo, presentaron informe escrito que cursa de fs. 236 a
243, en el que señalan: 1) El Tribunal de casación, en el ámbito de aplicación
del sistema procesal penal en el que fue tramitada y resuelta la causa, realizó el
análisis eminentemente jurídico o de puro derecho de todos los aspectos
cuestionados por los recurrentes a través del recurso de casación; por lo que,
el Tribunal de garantías constitucionales no puede ingresar a establecer si el
fallo pronunciado hizo o no una debida valoración de la prueba o si los hechos
en los que se fundó la condena del accionante fueron suficientemente
demostrados; pues, la jurisdicción constitucional en materia de amparo, cuando
está referida a denuncias sobre supuestas violaciones dentro de procesos
judiciales, bajo “ningún” argumento puede analizar el criterio del juzgador
sobre el contenido o valoración de la prueba; ya que, esta función es
“exclusiva” del juzgador ordinario; 2) La jurisprudencia del Tribunal
Constitucional estableció que en los casos en los que se impugnan actos y
resoluciones de las autoridades jurisdiccionales ordinarias, el Tribunal de
garantías no puede constituirse en otra instancia en los procesos judiciales
sustanciados en la jurisdicción ordinaria; pues, la acción de amparo
constitucional es una vía extraordinaria para tutelar derechos fundamentales o
garantías constitucionales lesionados en forma indebida o ilegal; 3) El Tribunal
de casación resolvió los aspectos cuestionados por el entonces recurrente,
verificando entre otras cosas que, tanto la Jueza Cuarta de Partido en lo Penal
y Liquidadora del departamento de Cochabamba, como el Tribunal de
apelación, actuaron en estricto cumplimiento del art. 135 del CPP.1972,
valorando correctamente los medios de prueba, aplicando las reglas de la sana
crítica, y llegando a establecer, a través de resoluciones suficientemente
motivadas, que los procesados incurrieron en la comisión de los delitos
imputados; siendo evidente que las autoridades jurisdiccionales de instancia
cumplieron con la obligación de exponer todos los fundamentos de hecho y de
derecho; y, 4) Al no existir en el presente caso, actos u omisiones ilegales o
indebidas que restrinjan, supriman o amenacen restringir o suprimir los
derechos y garantías expuestos por el accionante, y al haberse invocado, como
motivos que pretenden sustentar la presente acción, aspectos ya resueltos de
competencia privativa de los órganos jurisdiccionales de materia ordinaria,
corresponde denegar la tutela demandada.

Por su parte Consuelo Margot Carrillo Claros, ex Jueza Cuarta de Partido en lo


Penal y Liquidadora del departamento de Cochabamba, remitió su informe
escrito respectivo, que cursa a fs. 182, manifestando que: i) Si bien es evidente
que desempeñó el cargo de Jueza Cuarta de Partido en lo Penal y Liquidadora,
desde entonces a la fecha transcurrieron más de siete años en los que
actualmente se desenvuelve como Jueza Primera de Sentencia Penal de
Quillacollo desde octubre de 2007; por lo que, al presente, no cuenta con
legitimación pasiva para ser demandada en esta acción; y, ii) En toda su
función de juzgadora, sus fallos respondieron únicamente a la prueba
presentada, manteniendo coherencia con las sentencias pronunciadas;
habiendo pertenecido, de todos modos, a los tribunales de alzada y casación,
respectivamente, y en su momento, su consideración oportuna.

En cuanto, a Silvana Rojas Panoso, Magistrada de la Sala Penal Liquidadora del


Tribunal Supremo de Justicia; Marlene Pino de Terán y Juan de la Cruz Vargas
Vilte, ambos ex Vocales de la Sala Penal Primera del Tribunal Departamental de
Justicia de Cochabamba; y Néstor Julio Enríquez Quiroga, Juez Quinto de
Partido en lo Penal, Liquidador y de Sustancias Controladas; se tiene que,
ninguna de estas autoridades se presentaron a la audiencia, ni remitieron los
informes correspondientes.

I.2.3. Intervención de los terceros interesados

El representante del Ministerio Público de Cochabamba, no se presentó a la


audiencia, ni hizo llegar su informe escrito.

Por su parte, Feliza Terán Quiroz, legalmente notificada, y Julia Virginia Terán
Quiroz, a pesar de no haber sido mencionada por el accionante, ni tampoco
notificada; se presentaron a la audiencia, y por intermedio de sus respectivas
abogadas, manifestaron que, se adherían a los informes de las autoridades
demandadas; aclarando que durante el proceso existió prueba suficiente para
que el representado del accionante fuera condenado; por lo que solicitaron que
no se admita la acción.

I.2.4. Resolución

La Sala Penal Primera del Tribunal Departamental de Justicia de Chuquisaca,


constituida en Tribunal de garantías, pronunció la Resolución 266/12 de 31 de
octubre de 2012, cursante de fs. 251 a 254 vta., por la que denegó la tutela,
con los siguientes fundamentos: a) La parte accionante no cumplió con todos
los requisitos de admisibilidad, y a pesar de la observación realizada, se limitó a
ampliar la legitimidad pasiva en cuanto a las autoridades demandadas, sin
vincular los hechos que implican vulneración de derechos por cada una de
ellas; b) En cuanto al petitorio, el accionante ratificó el mismo solicitando
expresamente que el Tribunal de garantías declare nulos la Sentencia, el Auto
de Vista y el Auto Supremo; precisando que, deben anularse todas las
resoluciones emitidas durante el proceso penal en términos de verificar y
valorar la prueba aportada, determinar hechos, el tipo delictivo, y el grado de
participación y culpabilidad; sin embargo, esta solicitud se realizó en términos
que no corresponden a esta vía constitucional; toda vez que, de ninguna
manera se puede pretender, mediante la acción de amparo constitucional,
ingresar a revisar todo el proceso penal como si fuera otra instancia ordinaria, y
que fue objeto de consideración por parte de las autoridades privativas
ordinarias en ejercicio de sus específicas atribuciones; y, c) Al no haberse
precisado cuál fue la resolución emitida, ni qué autoridad demandada, resulta
ser la agraviante a los derechos constitucionales invocados como vulnerados,
se impide trascendentalmente poder ingresar al fondo del amparo solicitado, no
siendo suficiente la exposición fáctica ni la identificación de los derechos
vulnerados para pedir que se anulen todas las resoluciones del proceso; pues,
esto resulta confuso e impreciso; ya que, no se puede apreciar con certeza
cuáles son los hechos que considera vulneratorios o atentatorios de sus
derechos fundamentales, o de qué manera las autoridades demandadas han
procedido a tal vulneración.

II. CONCLUSIONES

De la atenta revisión y compulsa de los antecedentes que cursan en obrados,


se establece lo siguiente:

II.1. Dentro de la acción penal, seguida a instancias del Ministerio Público y


Julia Virginia Terán Quiroz, el 15 de junio de 1999, se amplió el Auto
Inicial de la Instrucción contra Wilfredo Rodríguez Rocha, representado
del accionante, por el delito de complicidad con relación al ilícito de
estelionato y el delito de asociación delictuosa. De igual manera,
mediante Auto Final de la Instrucción, de fecha 19 de febrero de 2001, el
Juez Primero de Instrucción en lo Penal determinó el procesamiento del
referido imputado, por la comisión de los delitos mencionados (fs. 23 y
vta., y 51 a 53 vta.).

II.2. En fecha 16 de junio de 2003, después de llevarse a cabo el respectivo


proceso, la Jueza Cuarta de Partido en lo Penal y Liquidadora, emitió el
respectivo fallo declarando al procesado Wilfredo Rodríguez Rocha, autor
del delito de estelionato y asociación delictuosa (fs. 80 a 83 vta.).

II.3. Mediante memoriales de fechas 27 de junio y 20 de diciembre de 2003,


el representado del accionante presentó el respectivo recurso de
apelación contra la Resolución de 16 de junio del mismo año, alegando
que se habría dictado sentencia condenatoria en su contra como autor
del delito de estelionato, siendo así que el Auto de procesamiento
indicaba su participación en grado de “complicidad” con relación a ese
ilícito (fs. 87 y vta., y 91 a 93 vta.).

II.4. El 15 de noviembre de 2007, la Sala Penal Primera de la entonces Corte


Superior del Distrito Judicial de Cochabamba, emitió el respectivo Auto de
Vista confirmando el fallo apelado; por lo que, en fecha 7 de diciembre
del mismo año, el representado del accionante presentó los respectivos
recursos de casación y nulidad contra el referido Auto de Vista (fs. 126 a
128 vta., y 130 a 137 vta.).

II.5. El 11 de mayo de 2012, la Sala Penal Liquidadora del Tribunal Supremo


de Justicia, resolvió el recurso de casación y nulidad mediante el Auto
Supremo 74/2012, declarando infundado el mismo (fs. 144 a 150).

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

El accionante denuncia que, dentro de un proceso penal se emitió el Auto de


procesamiento en contra de su representado, Wilfredo Rodríguez Rocha, por el
delito de “complicidad” en relación al ilícito de estelionato, y Resolución el delito
de asociación delictuosa; sin embargo, cuando se dictó la respectiva , la Jueza
de la causa falló declarándolo “autor del delito de estelionato y asociación
delictuosa”, siendo así que, el mismo debía ser procesado sólo en grado de
complicidad con relación al primer ilícito. Refiere también que, a pesar de
haberse impugnado dicha decisión por los recursos de apelación y casación,
tanto el Auto de Vista como el Auto Supremo, emitidos por las autoridades
ahora demandadas, decidieron confirmar, y declarar infundado el recurso
planteado, respectivamente; expresando además que, las tres Resoluciones
emitidas dentro de este proceso, carecen de individualización, motivación y
fundamentación del delito atribuido. Por lo que, corresponde analizar en
revisión si los actos denunciados son evidentes a objeto de conceder o denegar
la tutela solicitada.

III.1. Naturaleza jurídica de la acción de amparo constitucional

La acción de amparo constitucional prevista por el art. 128 de la CPE,


ha sido instituida como una acción de defensa, contra los actos u
omisiones ilegales o indebidos de los servidores públicos, o de persona
individual o colectiva, que restrinjan, supriman, o amenacen restringir o
suprimir los derechos reconocidos por la Constitución y la ley, a través
de un procedimiento judicial, sencillo, rápido y expedito.

Esta acción, constituye un medio de tutela de carácter extraordinario,


regido por los principios de subsidiariedad e inmediatez; el primero,
entendido como el agotamiento previo de los medios ordinarios de
defensa, sean en la vía judicial o administrativa, a los efectos de que las
lesiones denunciadas se reparen en la misma instancia donde se
suscitaron los supuestos actos ilegales; y el segundo, con una doble
dimensión, la primera, que supone que la acción de amparo
constitucional es la vía jurisdiccional para la protección inmediata,
efectiva y oportuna de los derechos fundamentales vulnerados de
manera ilegal e indebida; y la segunda, que significa que esta acción
debe ser planteada inmediatamente después de agotar las vías legales
ordinarias; a ese efecto, el art. 129.II de la CPE, ha establecido el plazo
de seis meses para activar la acción, que se computa a partir de la
comisión del acto ilegal u omisión indebida o de notificada la última
decisión judicial o administrativa.

III.2. El derecho al debido proceso invocado por el accionante

El derecho al debido proceso está consagrado por la Constitución


Política del Estado en su art. 115.II, en el que textualmente se dispone
que: “El Estado garantiza el derecho al debido proceso, a la defensa y a
una justicia plural, pronta, oportuna, gratuita, transparente y sin
dilaciones”. Asimismo, la Declaración Universal de Derechos Humanos,
en su art. 10, lo consagra expresamente de la siguiente forma: “Toda
persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída
públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial,
para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen
de cualquier acusación contra ella en materia penal”; de otro lado, el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en su art. 14.1, lo
consagra así: “Todas las personas son iguales ante los tribunales y
cortes de justicia. Toda persona tendrá derecho a ser oída públicamente
y con las debidas garantías por un tribunal competente, independiente
e imparcial, establecido por ley, en la sustanciación de cualquier
acusación de carácter penal formulada contra ella o para la
determinación de sus derechos u obligaciones de carácter civil…”;
finalmente, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en su
art. 8.1, a tiempo de consagrarlo, determina que: “Toda persona tiene
derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo
razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e
imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de
cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la
determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral,
fiscal o de cualquier otro carácter”.

En el plano doctrinal, el debido proceso es una garantía de legalidad


procesal para proteger la libertad, la seguridad jurídica, la racionalidad y
la fundamentación de las resoluciones judiciales o administrativas; en
las actuaciones judiciales exige que los litigantes tengan el beneficio de
un juicio imparcial ante los tribunales y que sus derechos se acomoden
a lo establecido por disposiciones jurídicas generales aplicables a todos
aquellos que se hallen en una situación similar.

En el ámbito jurisprudencial, la Corte Interamericana de Derechos


Humanos, en su Opinión Consultiva OC-9/87 de 6 de octubre de 1987,
ha señalado que el debido proceso "…abarca las condiciones que deben
cumplirse para asegurar la adecuada defensa de aquellos cuyos
derechos u obligaciones están bajo consideración judicial…". Por su
parte, el anterior Tribunal Constitucional, en su SC 0418/2000-R de 2
de mayo, ha definido el debido proceso como "…el derecho de toda
persona a un proceso justo y equitativo en el que sus derechos se
acomoden a lo establecido por disposiciones jurídicas generales
aplicables a todos aquellos que se hallen en una situación similar…".

De otro lado, a partir de una adecuada interpretación de las normas


constitucionales y convencionales referidas, el extinto Tribunal
Constitucional, en su SC 0160/2010-R de 17 de mayo, ha definido que:
“El debido proceso, está reconocido constitucionalmente como derecho
y garantía jurisdiccional a la vez, por los arts. 115.II y 117.I de la
Constitución Política del Estado vigente (CPE) (…), y como derecho
humano por los arts. 8 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos o Pacto de San José de Costa Rica y 14 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y ya fue desarrollado y
entendido por este Tribunal como el derecho de toda persona a un
proceso justo y equitativo, en el que sus derechos se acomoden a lo
establecido por disposiciones jurídicas generales aplicables a todos
aquellos que se hallen en una situación similar; es decir, comprende el
conjunto de requisitos que deben observarse en las instancias
procesales, a fin de que las personas puedan defenderse
adecuadamente ante cualquier tipo de acto emanado del Estado que
pueda afectar esos derechos reconocidos por la Constitución Política del
Estado, así como los Convenios y Tratados Internacionales”.

Tal como ya lo ha señalado este Tribunal Constitucional Plurinacional en


su reiterada jurisprudencia, el debido proceso en materia penal
comprende un conjunto de garantías mínimas para el imputado o
procesado, mismas que están expresamente consagradas como
derechos por los arts. 8.2 de la CADH y 14.3 del PIDCP; así, entre otras,
se tienen las siguientes garantías mínimas: 1) El derecho de ser asistido
gratuitamente por un traductor o intérprete; 2) Derecho de
comunicación previa y detallada de la acusación formulada; 3)
Concesión del tiempo y los medios adecuados para la preparación de su
defensa; 4) Derecho a la defensa técnica y material; 5) Derecho a ser
asistido por un defensor oficial proporcionado por el Estado, si el
procesado no tiene recursos para designar a su defensor; 6) Derecho
de interrogar a los testigos presentes; 7) Derecho a no declarar contra
sí mismo ni a declarase culpable; 8) Derecho de recurrir del fallo ante
un juez o Tribunal superior; 9) El derecho a ser procesado en un plazo
razonable; 10) El derecho a la no persecución penal múltiple; 11) El
derecho a la presunción de inocencia; y, 12) El derecho al juez natural,
independiente, competente e imparcial.

III.3. El derecho a la defensa como elemento esencial del derecho al


debido proceso

Según la doctrina, el derecho a la defensa es la potestad o facultad que


tiene toda persona para desarrollar los actos procesales necesarios, así
como producir y presentar todas las pruebas pertinentes, para
desvirtuar los términos y extremos de la imputación o acusación que
pesan en su contra.

Este derecho se constituye en la oportunidad que tiene todo ser


humano de manera universal para desvirtuar las acusaciones que se
infieren en su contra afirmando su inocencia ante cualquier situación
que le asigna el matiz de una supuesta culpabilidad. El mismo es
predicable en todos los órdenes jurisdiccionales, y se aplica en
cualquiera de las fases del procedimiento.

La finalidad de este derecho es asegurar la efectiva realización de los


principios procesales de contradicción y de igualdad; los mismos que,
imponen a los órganos judiciales el deber de evitar desequilibrios en la
posición procesal de ambas partes, e impedir que las limitaciones de
alguna de ellas puedan desembocar en una situación de indefensión
prohibida por la Constitución.

En materia penal, de acuerdo a la autora Irene Verónica Velásquez


Velásquez, el derecho a la defensa puede entenderse como “el derecho
fundamental que asiste a todo imputado y a su abogado defensor a
comparecer inmediatamente en la instrucción y a lo largo de todo el
proceso penal a fin de poder contestar con eficacia la imputación o
acusación contra aquél existente, articulando con plena libertad e
igualdad de armas los actos de prueba, de postulación e impugnación
necesarios para hacer valer dentro del proceso penal el derecho a la
libertad que asiste a todo ciudadano”.

Por su parte, la SC 1842/2003-R de 12 de diciembre, ha definido al


derecho a la defensa como “…el derecho que precautela a las personas
para que en los procesos que se les inicia, tengan conocimiento y
acceso de los actuados e impugnen los mismos con igualdad de
condiciones conforme a procedimiento preestablecido y por ello mismo
es inviolable por las personas o autoridad que impidan o restrinjan su
ejercicio…”.

III.4. La congruencia como principio del debido proceso

La congruencia es un principio procesal que hace a la garantía del


debido proceso; pues, marca al juez un camino para poder llegar a la
sentencia, y fija un límite a su poder discrecional.

Sobre el mismo, la amplia jurisprudencia desarrollada por la Corte


Constitucional de Colombia, en su Sentencia C-025/10 de 27 de enero
de 2010, ha expresado que: “En teoría general del proceso, el principio
de congruencia configura una regla que condiciona la competencia de
las autoridades judiciales, en el sentido de que sólo pueden resolver
sobre lo solicitado y probado por las partes. De tal suerte que el juez,
en su sentencia, no puede reconocer lo que no se le ha pedido (extra
petita) ni más de lo pedido (ultra petita). De allí la necesidad de fijar
con precisión, desde el comienzo, el objeto del litigio.

Ahora bien, en materia procesal penal, el principio de congruencia


adquiere una mayor relevancia debido a su íntima conexión con el
ejercicio del derecho de defensa. De tal suerte que no se trata de una
simple directriz, llamada a dotar de una mayor racionalidad y
coherencia al trámite procesal en sus diversas etapas, sino de una
garantía judicial esencial para el procesado.

(…) A decir verdad, el principio de congruencia, que rige la relación


existente entre la acusación y la sentencia, configura un elemento
central de un sistema penal acusatorio, caracterizado por (i) la
separación entre el órgano que investiga y acusa con aquel que falla;
(ii) el derecho que tiene el procesado a conocer la acusación formulada;
y (iii) una comprensión estricta de la prohibición de la reformatio in
pejus.

(…)

De tiempo atrás, la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, ha


entendido que la congruencia no puede entenderse como una exigencia
de perfecta armonía e identidad entre la acusación y el fallo, sino como
una garantía de que el proceso transita alrededor de un eje conceptual
fáctico-jurídico que le sirve como marco y límite de desenvolvimiento y
no como una 'atadura irreductible', con lo cual, en la sentencia el juez
puede, dentro de ciertos límites, 'degradar la responsabilidad sin
desconocer la consonancia'.

Así pues, bajo el anterior sistema procesal penal, la Corte Suprema de


Justicia consideró que la consonancia no implicaba una perfecta
armonía o identidad entre el acto de acusación y el fallo, sino el
señalamiento de un eje conceptual fáctico-jurídico para garantizar el
derecho de defensa y la unidad lógica y jurídica del proceso 'no se
desconoce la congruencia, si el juez, al decidir sobre los cargos
imputados, condena atenuadamente, por la elemental razón de que si
puede absolver, puede atenuar, siempre y cuando se respete el núcleo
básico de la conducta imputada'. En igual sentido, se estimó que la
facultad para modificar la calificación jurídica no era ilimitada por
cuanto era necesario que se preservara el núcleo central de la
imputación fáctica o conducta básica.

(…)
Posteriormente, la CSJ, en sentencia del 30 de octubre de 2008 (rad.
29.872), sistematizó sus líneas jurisprudenciales en materia de
congruencia entre la acusación y el fallo, en los siguientes términos:
(…) 'Inicialmente resulta oportuno destacar que el artículo 448 de la Ley
906 de 2004 establece que 'el acusado no podrá ser declarado culpable
por hechos que no consten en la acusación, ni por delitos por los cuales
no se haya solicitado condena', lo cual supone que en la acusación se
precisen los aspectos fácticos y jurídicos de la conducta punible por la
que se procede, señalando su calificación jurídica.

En desarrollo del principio de congruencia ha señalado la Sala que tiene


lugar su quebranto 'por acción o por omisión cuando se: i) condena por
hechos o por delitos distintos a los contemplados en las audiencias de
formulación de imputación o de acusación, ii) condena por un delito que
no se mencionó fáctica ni jurídicamente en el acto de formulación de
imputación o de la acusación, iii) condena por el delito atribuido en la
audiencia de formulación de imputación o en la acusación, pero deduce,
además, circunstancia, genérica o específica, de mayor punibillidad, y
iv) suprime una circunstancia, genérica o específica, de menor
punibilidad que se haya reconocido en las audiencias de formulación de
la imputación o de la acusación'” (el subrayado nos corresponde).

III.5. El principio iura novit curia con relación al derecho al debido


proceso

La jurisprudencia prevista por la SC 0460/2011-R de 18 de abril, ha definido al


iura novit curia como el “Principio de locución latina, por el que el juez,
que asume la facultad de administrar justicia aplicando e interpretando
la norma jurídica determine -en materia penal- la comisión o no de un
tipo penal, en base a los hechos sometidos a su conocimiento y que
hubieren sido descritos en la acusación, en virtud a los principios de
congruencia procesal y de verdad material, sobre la conexitud entre los
hechos determinantes para dictarse un fallo y los expuestos y debatidos
en la acusación y posterior desarrollo del proceso penal y la existencia
comprobable de una conducta antijurídica, típica y culpable,
respectivamente”.

Asimismo, a tiempo de brindar esta definición, la Sentencia Constitucional de


referencia ha determinado que este principio podrá ser restringido
cuando en su aplicación se vulnere los elementos del debido proceso,
como son los derechos a la defensa y la congruencia; así lo ha previsto
al establecer el siguiente fundamento: “Si bien -con límites- es
admisible que en sentencia se otorgue una calificación jurídica distinta a
la efectuada en la acusación, o bien, se agrave o disminuya la pena a
imponerse, en virtud a los derechos a la defensa y de congruencia, se
restringe el principio iura novit curia circunscribiendo su aplicación
únicamente a los hechos investigados en el proceso penal, de modo
que no induzca al imputado a un estado de indefensión, ni a la parte
contraria se le prive de una eficaz intervención en el cometido de
obtener justicia. Así, a modo de no transgredir la garantía del debido
proceso, en su elemento del derecho a la defensa, ni el de congruencia,
es necesario definir los alcances del principio iura novit curia a la
concurrencia de las siguientes condiciones:

1) En virtud a la unidad del objeto procesal entre la acusación y la sentencia, la


autoridad juzgadora puede variar la calificación legal
inicialmente efectuada, cuando no implique la añadidura de
hechos que no hubieran sido sometidos a averiguación ni
investigación en el proceso penal; de modo que, no pueda
calificarse de 'sorpresiva' la modificación del tipo penal
imputado, pese a tener diferentes elementos constitutivos,
versa sobre igual condicionamiento fáctico.

2) En concordancia con el presupuesto que antecede, tampoco puede


variarse el tipo penal cuando difiera en sustancia con los
hechos atribuidos; dicho de otro modo, es imposible atribuir al
imputado, un delito del que no tuvo oportunidad de defenderse
y aportar prueba, en razón a que el objeto del proceso penal
seguido en su contra versaba en distintos supuestos fácticos.

3) El cambio de calificación jurídica a los hechos sometidos a un proceso penal,


debe recaer -necesariamente- sobre delitos de la misma naturaleza.
Ello, por la lógica comparativa de los elementos constitutivos de los
tipos penales, cuyo componente fáctico no dista del sentido jurídico
propio de la clasificación de las conductas típicas antijurídicas
esquematizadas en el Código Penal; que, según se advirtió en el
Fundamento Jurídico precedente, si se advierte y comprueba su
comisión, corresponde materializar el iuspuniendi.

4) La modificación en la calificación de los hechos, no debe incurrir en pasar de


un delito de persecución pública, a uno de índole privada, en el que se
requiera el impulso necesario de la parte querellante y/o la víctima.

En todos los casos, debe ser evidente la congruencia entre la unidad fáctica de
la acusación con la sentencia, entendida -la primera- como la relación
circunstanciada del hecho histórico a investigar, y sea sobre el cual,
recaiga el fallo fundamentado y motivado, indicando con precisión las
condiciones por las que se modificó el tipo penal por otro, en base al
análisis puntual de los hechos y su adecuación al delito finalmente
atribuido” (las negrillas son nuestras).

III.6. La complicidad en la comisión de los delitos

Según la doctrina del Derecho Penal, la complicidad consiste en la


acción de cooperación que se presta a otro en la realización de un
hecho punible doloso, ya sea comisivo u omisivo. De manera que,
cómplice es aquella persona que auxilia, contribuyendo o favoreciendo
eficazmente al ejecutor o ejecutores del delito, colaborando
voluntariamente sin incidir en la realización del hecho. Su actuación es
importante para la consecución del acto, pero no es esencial. Dicho
desde otra perspectiva, cómplice es aquella persona que, sin ser autora
de un delito, coopera a su perpetración por actos anteriores o
simultáneos; y, a veces también posteriores, si ellos se ejecutan en
cumplimiento de promesas anteriores.

El Código Penal, en su art. 23, define al cómplice en los siguientes


términos: “Es cómplice el que dolosamente facilite o coopere a la
ejecución del hecho antijurídico doloso, en tal forma que aún sin esa
ayuda se habría cometido; y el que en virtud de promesas anteriores,
preste asistencia o ayuda con posterioridad al hecho…”.

Cabe señalar que este Código hace una clara diferenciación entre el
autor y el cómplice de un delito; pues, según la norma prevista por el
art. 20: “Son autores quienes realizan el hecho por sí solos,
conjuntamente, por medio de otro o los que dolosamente prestan una
cooperación de tal naturaleza, sin la cual no habría podido cometerse el
hecho antijurídico doloso.

Es autor mediato el que dolosamente se sirve de otro como instrumento


para la realización del delito”.

Al existir esta diferenciación entre el autor y el cómplice, queda claro


que la forma y el nivel de participación difiere; por lo mismo, también
difiere la situación jurídica en el proceso. Por lo que, ante una
acusación formal planteada en su contra, el autor se defiende
desvirtuando la hipótesis acusatoria con relación a su participación
directa en la comisión del delito; en cambio, el cómplice se defiende
desvirtuando la hipótesis acusatoria referida a la supuesta cooperación
que habría brindado al autor para la comisión del hecho delictivo.
III.7. Análisis del caso concreto

En el caso presente, el accionante señala que se habría vulnerado el derecho al


debido proceso de su representado, en su elemento esencial del
derecho a la defensa; toda vez que, a pesar de que en el Auto de
procesamiento se determinaba el juzgamiento de éste por el delito de
estelionato en grado de “complicidad”, de manera ilegal y arbitraria, en
Sentencia se determinó declararlo “autor” del referido ilícito; sin haberle
dado la posibilidad de defenderse y refutar los argumentos respecto a la
supuesta autoría en la comisión del hecho denunciado.

En efecto, de la revisión de la prueba presentada por el accionante, se


tiene que Wilfredo Rodríguez Rocha, durante todo el juicio penal, fue
procesado por el delito de “complicidad” con relación al ilícito de
estelionato, habiendo presentado él mismo las pruebas y alegatos que
consideraba pertinentes para desvirtuar tal acusación; sin embargo, ya
en el momento de dictar el fallo, la Jueza de la causa lo declaró “autor”
del ilícito, siendo así que lo que correspondía era que, sobre la base de
la valoración de toda la prueba presentada, se pronuncie
específicamente con relación a su grado de participación en el hecho
denunciado; es decir, como cómplice del delito de estelionato, si es que
eso se hubiera demostrado durante el proceso; al no haber obrado de
esa forma, ha vulnerado el derecho a la defensa del ahora
representado; toda vez que, como se desarrolló en el Fundamento
Jurídico III.3, el derecho a la defensa es la facultad que tiene toda
persona para desvirtuar las “acusaciones” que se infieren en su contra,
afirmando su inocencia ante la hipótesis acusatoria; y en el caso que
motiva la presente acción, al representado del accionante se lo acusó
de haber participado en la comisión del delito de estelionato en calidad
de cómplice, no de autor; por lo que, el procesado, a tiempo de hacer
uso de su derecho a la defensa, se encargó de desvirtuar la hipótesis
acusatoria respecto a su participación en tal calidad; es decir que,
presentó la prueba correspondiente para demostrar que él no habría
prestado cooperación al o los autores para que cometan el delito. Al
contrario, al no haber sido acusado de ser el autor del referido delito,
no organizó ni desarrolló su defensa para desvirtuar su intervención
directa en la realización del hecho delictivo o de las conductas
constitutivas del tipo penal del delito de estelionato.

Corresponde señalar que, la Jueza de la causa, al condenar al


representado del accionante como autor del delito de estelionato, no
respetó la diferenciación que hace el Código Penal, en sus arts. 20 y 23,
de lo que implica ser el autor del delito con relación al cómplice.

De otro lado, la referida Jueza, al haber dictado el fallo condenando al


representado del accionante como autor del delito de estelionato,
siendo así que, en el Auto de procesamiento se lo acusó de ser partícipe
en la comisión del delito en calidad de cómplice, ha vulnerado el
principio de congruencia que debe existir entre la acusación y la
sentencia.

Si bien es cierto que, en el sistema procesal boliviano vigente, como en


el anterior, es posible que el juez pueda modificar la calificación legal de
los hechos ilícitos incriminados o acusados, no es menos cierto que, tal
como se desarrolló en Fundamento Jurídico III.5, la autoridad
juzgadora no puede variar la calificación si esto implica la modificación
de hechos que no fueron sometidos a averiguación ni investigación en
el proceso penal, ni tampoco cuando el tipo penal difiere en sustancia
con los hechos atribuidos; es decir que, el Juez no podrá atribuir al
imputado un delito del que no tuvo oportunidad de defenderse y
aportar prueba, en razón a que el objeto del proceso penal seguido en
su contra versaba en distintos supuestos fácticos. En el caso que motiva
la presente acción, la Jueza de la causa, no modificó la calificación
legal, sino que cambió la calidad de participación del procesado en la
comisión del delito acusado; es decir que, modificó los hechos
atribuidos al imputado, siendo así que, en resguardo del derecho al
debido proceso, la autoridad juzgadora no puede realizar este tipo de
variaciones; pues, como se tiene referido en forma reiterada, el
representado del accionante fue acusado de haber participado en la
comisión del delito de estelionato en calidad de cómplice, y no así de
autor; sin embargo, la Jueza lo condenó declarando su autoría en el
delito. En efecto, se debe aclarar que el Auto de procesamiento emitido
por el Juez Instructor, y sobre la base del cual se realizó todo el
proceso penal, determinaba el juzgamiento de Wilfredo Rodríguez
Rocha, por el delito de “complicidad” con respecto al ilícito de
estelionato; entendiéndose que el término de complicidad alude a la
participación o cooperación de una persona en la comisión de un delito;
y, sin embargo, en la Resolución emitida a la conclusión del proceso, la
Jueza de la causa determinó declararlo y condenarlo como “autor” del
referido delito; siendo así que, la autoría de un hecho hace referencia a
la persona que realiza, causa u origina algo; por lo que, se trata de dos
hechos totalmente diferentes; y al ser así, no existe congruencia entre
el Auto de procesamiento y la Resolución; llegándose a la conclusión de
que la Sentencia de 16 de junio de 2003, ha vulnerado el principio
desarrollado.
A partir de la emisión de este fallo, que condenó al representado del
accionante como autor del delito, a pesar de que fue acusado de haber
participado en la comisión del mismo en calidad de cómplice, la Jueza
de la causa ha incurrido en una acción de hecho, violando el derecho
fundamental y garantía constitucional del representado del accionante
al debido proceso, en sus elementos esenciales del derecho a la
defensa y el principio de congruencia en la Sentencia; agravándose la
situación en el hecho de que ni el Tribunal de apelación ni el de
casación repararon el acto ilegal; por lo tanto, no restablecieron el
derecho violado.

Al haberse vulnerado el derecho fundamental y garantía constitucional


del debido proceso, lo que correspondía era que el Tribunal de
apelación repare el hecho ilegal cometido por la Jueza de la causa; y,
en su defecto, debió hacerlo el Tribunal de casación, a efecto de
garantizar el derecho a la defensa, y la congruencia entre la acusación y
la Sentencia, como elementos esenciales del derecho al debido proceso,
del representado del accionante. Al no haber procedido de esta manera,
las autoridades demandadas que conforman la Sala Penal Liquidadora
del Tribunal Supremo de Justicia, han dado lugar a que se consuma la
vulneración del derecho al debido proceso, en las garantías mínimas
antes referidas, del representado del accionante.

Por lo expresado precedentemente, el Tribunal de garantías, al haber


denegado la tutela solicitada, ha efectuado una incorrecta compulsa de los
antecedentes y las normas aplicables al mismo.

POR TANTO

El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Segunda; en virtud de la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Estado Plurinacional de
Bolivia y el art. 12.7 de la Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional, en
revisión, resuelve:

1º REVOCAR la Resolución 266/12 de 31 de octubre de 2012, cursante de fs.


251 a 254 vta., pronunciada por la Sala Penal Primera del Tribunal
Departamental de Justicia de Chuquisaca; y en consecuencia, CONCEDER
la tutela solicitada.

2º Disponer que las autoridades demandadas del Tribunal Supremo de


Justicia, emitan un nuevo auto supremo, de acuerdo a lo desarrollado en la
presente Sentencia Constitucional Plurinacional; por haber sido ésta la
última instancia encargada de revisar los hechos denunciados en la
presente acción. Con respecto a Néstor Julio Enríquez Quiroga, Juez Quinto
de Partido en lo Penal, Liquidador y de Sustancias Controladas del
departamento de Cochabamba, éste deberá estar a lo que disponga el
Tribunal Supremo de Justicia. Finalmente, se deja constancia que, de
acuerdo a los documentos presentados, el resto de las autoridades
demandadas ya no ocupan sus respectivos cargos, por lo que no
corresponde hacer referencia a las mismas.

Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional


Plurinacional.

Fdo. Tata Gualberto Cusi Mamani


MAGISTRADO

Fdo. Dra. Mirtha Camacho Quiroga


MAGISTRADA

También podría gustarte