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org/ ot raeconom ia
Fr a nz J. H ink e la m m e r t
Doct or en Econom ía, filósofo y t eólogo de la liberación. Profesor de la Universidad
Cat ólica de Chile ( 1963- 1973) , de la Universidad Libre de Berlín ( 1973- 76) , de la
Universidad Nacional de Cost a Rica y del Depart am ent o Ecum énico de
I nvest igaciones ( DEI ) ( desde 1976) .
H e nr y M or a Jim é ne z
Doct or en Ciencias Económ icas y Em presariales. Cat edrát ico en la Escuela de
Econom ía y act ualm ent e decano de la de la Facult ad de Ciencias Sociales de la
Universidad Nacional, Heredia, Cost a Rica.
1 . El Se r H um a no com o
suj e t o ne ce sit a do: e l
cir cuit o n a t ur a l de la
Vida H u m a na com o
punt o de pa r t ida .
1
Versión aut or izada por los aut ores en base a dos acápit es del art ículo “ Por una econom ía orient ada
hacia la vida” , Econom ía y Sociedad, Nos 22- 23, Marzo Diciem bre 2003. Para una desarr ollo m ás am plio,
ver, de los m ism os aut ores: Hacia una Econom ía Para la Vida, DEI , San José, 2005.
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Una “ relación de preferencia” expresa una elección ent re bienes alt ernat ivos que ot organ dist int os
grados de sat isfacción al consum idor. El pr oblem a es m axim izar est a sat isfacción o ut ilidad t om ando en
cuent a la rest ricción presupuest ar ia. Se t rat a adem ás de una “ ut ilidad abst ract a” que no hace referencia
al caráct er concret o y det er m inado de los bienes y por t ant o supone una perfect a relación de sust it ución
ent r e ellos, supuest o absurdo en la inm ensa m ayoría de los casos. Y a pesar de que el punt o de par t ida
se dice ser “ la escasez” ( deseos ilim it ados cont ra m edios lim it ados) , los efect os no- int encionales de la
decisión sobre la v ida hum ana y sobre la nat uraleza no son t om ados en cuent a m ás que com o
“ ext er nalidades” . Pero t ales efect os no- int encionales suelen ser la clav e para ent ender la realidad del
m undo, no sim ples efect os ex t ernos sobre t erceros.
Ot ra Econom ía - Volum en I I - Nº 2 - 1º sem est r e/ 2008 - I SSN 1851- 4715 - www.riless.org/ ot raeconom ia
Para “ elegir” hay que poder vivir, y para ello hay que aplicar un crit erio de
sat isfacción de las necesidades a la elección de los fines. Est rict am ent e hablando, el
ser hum ano ( suj et o corporal) no es libre para elegir, sino libre para sat isfacer sus
necesidades.
El que las pueda sat isfacer en t érm inos de sus preferencias form a part e de
su libert ad, pero necesariam ent e, ést a es una part e derivada y subordinada. Si hay
necesidades, las preferencias o los gust os no pueden ser el crit erio de últ im a
inst ancia de la orient ación hacia los fines. El crit erio básico debe ser, precisam ent e,
el de las necesidades3 .
Y cuando est as necesidades son sust it uidas por sim ples “ preferencias” , el
problem a de la reproducción de la vida es desplazado, si no elim inado, de la
reflexión económ ica, pero est e es de hecho el problem a fundam ent al de la praxis
hum ana y el punt o de part ida de una Econom ía de la Vida 4 .
I ndependient em ent e de cuáles sean los gust os de una persona o de una
colect ividad, su fact ibilidad se basa en el respet o al m arco de la sat isfacción de las
necesidades. La sat isfacción de las necesidades hace posible la vida, la sat isfacción
de las preferencias puede hacerla m ás o m enos agradable. Pero para poder ser
agradable, “ ant es” t iene que ser posible5 .
Debem os, por t ant o, analizar est e problem a a part ir del circuit o nat ural de la
vida hum ana, circuit o o m et abolism o que se est ablece ent re el ser hum ano, en
cuant o que ser nat ural ( es decir, part e de la Nat uraleza) , y su nat uraleza ext erior o
circundant e, en la cual la vida hum ana es posible y se desarrolla. En est e
int ercam bio ent re el ser hum ano en cuant o que nat uraleza específica y la
nat uraleza ext erna a él ( m edio biót ico y abiót ico) , la nat uraleza en general es
hum anizada ( o deshum anizada) por el t rabaj o hum ano. El t rabaj o es, por t ant o, el
enlace de est e circuit o ent re el ser hum ano y la nat uraleza 6 .
Para ent ender y orient ar la praxis hum ana dent ro de est e m et abolism o,
ciert am ent e es pert inent e el desarrollo de una t eoría de la acción racional, ya se
t rat e de una “ gest ión de la escasez” ( t eoría económ ica neoclásica) , o una “ gest ión
de la sost enibilidad” ( econom ía ecológica) .
No obst ant e, una t eoría de la acción racional, t al com o la form ula
inicialm ent e Max Weber y la ret om a el pensam ient o económ ico neoclásico, se
reduce a una t eoría de la relación m edio- fin, en la cual subyace un crit erio de
racionalidad inst rum ent al propio del cálculo hedonist a de ut ilidad ( ut ilit arism o) y de
las relaciones m ercant iles ( eficiencia form al) . La reducción de t oda reflexión t eórica
y de t oda praxis hum ana a est a racionalidad inst rum ent al m edio- fin ha conducido a
la hum anidad a una crisis de sost enibilidad que hoy am enaza inclusive su
sobrevivencia y la de la propia nat uraleza.
3
Max- Neef, Elizalde y Hopenhayn clasifican las necesidades hum anas, desde el punt o de vist a
axiológico, en las siguient es cat egorías: subsist encia, prot ección, afect o, ent endim ient o, part icipación,
ocio, creación, ident idad y libert ad; y desde el punt o e v ist a exist encial en: Ser ( at r ibut os personales o
colect ivos) , Tener ( inst it uciones, norm as, m ecanism os, herram ient as) , Hacer ( acciones personales o
colect ivas) y Est ar ( espacios y am bient es) ( Cfr: Max - Neef, 1993: 58,59) . Agreguem os que algunas de
est as necesidades ( o sus sat isfact or es) son básicas ( alim ent ación, viv ienda, salud, educación) y deben
quedar garant izadas a t ravés del sist em a inst it ucional, m ient ras que la sat isfacción de las rest ant es se
logra m ediant e la relación subj et iva ent r e suj et os que com par t en solidar iam ent e la com unidad de
bienes, haberes y saberes a disposición.
4
Elegir ent re “ alim ent o” y “ ent ret enim ient o” no se reduce a una m era cuest ión de gust os o preferencias,
sin poner en peligro la vida m ism a. El adict o que “ prefier e” seguir consum iendo droga, aun renunciando
a su alim ent ación, a su seguridad y a su vida afect iva, opt a por la m uert e. Pero una vez m uert o ninguna
ot ra elección es posible. En general, donde exist en necesidades est á en j uego una decisión sobr e vida o
m uer t e, al decidirse sobre el lugar de cada uno en la div isión social del t r abaj o, en la dist ribución de los
ingresos y en la posibilidad de sat isfacer y pot enciar t ales necesidades. Por eso, nuest ro punt o de
part ida ha sido el suj et o de necesidades o el suj et o necesit ado.
5
Est e “ ant es” se refiere a una ant er ioridad lógica, y no se lo ent iende en un sent ido t em poral.
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Cfr: Hink elam m er t y Mora, 2001: 122- 123.
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hum ana 7 . Para volver a est a realidad, el punt o de part ida sólo puede ser la
reivindicación del ser hum ano com o suj et o, que insist e en sus necesidades y en sus
derechos, en conflict o con la lógica propia de los sist em as inst it ucionales. No se
t rat a sólo de un conflict o de clases, sino fundam ent alm ent e, del conflict o ent re la
posibilidad de la vida frent e a la lógica propia de los sist em as.
Por t ant o, debem os plant ear la referencia ut ópica de ot ra m anera. La ut opía
es una fuent e de ideas sobre el sent ido de la vida, una referencia para el j uicio, una
reflexión sobre el dest ino, una im aginación de los horizont es. Para no invalidar est a
pret ensión, la ut opía j am ás debe convert irse en un fin por realizar, ni siquiera de
m anera asint ót ica.
La ut opía no debe t ransform arse en societ as perfect a que rige y que se
im pone sobre la realidad y sobre la volunt ad de t odos. La ut opía es m ás bien una
especie de “ idea regulat iva” , en el sent ido kant iano del t érm ino ( nos referim os al
Kant de Crít ica de la razón pura) . Solam ent e com o t al, la ut opía no llega a ser
nuevam ent e una cárcel, un m uro o un cam po de concent ración; sino una fuent e de
vida y de esperanza. Est a es la Ut opía Necesaria.
Podem os ahora int ent ar responder a la pregunt a de part ida sobre “ la m ej or
sociedad posible” . No se t rat a de realizar lo ut ópico com o t al, sino de aspirar a un
est ado, siem pre en re- evolución, que aun no exist e, pero que es deseable y posible
de realizar. Hoy, el realism o polít ico, o la polít ica com o art e de hacer posible lo
im posible, t iene que proponerse un m undo, una sociedad, en la cual cada ser
hum ano pueda asegurar su posibilidad de vida dent ro de un m arco que incluya la
reproducción de la nat uraleza, sin la cual la propia reproducción de la vida hum ana
no es posible.
La libert ad hum ana no puede consist ir sino en una relación del suj et o con
sus inst it uciones, en la cual el suj et o som et e a las inst it uciones a sus condiciones
de vida. En cam bio, las “ m áquinas de libert ad” ( aut om at ism o del m ercado, leyes de
la hist oria) , prom et en la libert ad com o result ado del som et im ient o absolut o a las
inst it uciones y sus leyes. No adm it en ninguna “ suj et icidad” del ser hum ano, que es
t ransform ado en una part e del engranaj e de la “ m áquina de libert ad” ( David
Friedm an) . Los suj et os libres son libres en el grado en el cual son capaces de
relat ivizar la ley en función de las necesidades de la vida. La libert ad no est á en la
ley, sino en la relación de los suj et os con la ley. Considerando la ley del m ercado, la
libert ad consist e precisam ent e en poder som et erla a las necesidades de los suj et os.
El reconocim ient o m ut uo ent re suj et os corporales y necesit ados im plica
necesariam ent e la relat ivización de cualquier ley en función de est e reconocim ient o.
La ley vale solam ent e en el grado en el cual no im pide est e reconocim ient o m ut uo.
Veam os, a m anera de ej em plo, el caso de la “ libert ad del consum idor” . Las
relaciones m ercant iles capit alist as int erfieren de una det erm inada m anera en la
espont aneidad del consum idor, deform ándola. Reem plazan la orient ación por los
valores de uso por ot ra basada en los valores de cam bio y en la ganancia 8 . El
consum idor pierde así su libert ad. Reivindicarla significa int erpelar, enfrent ar y
supedit ar a las m ism as relaciones m ercant iles, en la m edida en que se com port en
com o dest ruct oras de la espont aneidad y, por t ant o, de la libert ad. 9
7
Est e concept o de realidad com o condición de la posibilidad de la v ida hum ana est á generalm ent e
ausent e en las ciencias em pír icas. Est as t ienen una realidad abst ract a, inclusive m et afísica, producida a
part ir de la realidad pero abst rayendo del hecho de que la r ealidad es condición de posibilidad de la vida
hum ana. Se t rat a ent onces de una “ r ealidad pura” , de una em piria. En las ciencias sociales,
seguram ent e la econom ía es la que ha llevado m ás lej os la const r ucción de est a em piria: la econom ía de
los neoclásicos es “ econom ía pura” .
8
Est a int erfer encia ocurre en t odos los m odos de producción, pero se v uelve pr edom inant e en la
producción m ercant il, ya que en est a ocurre t am bién la predom inancia de la especificación de la
necesidad en general a t ravés de las r elaciones de producción.
9
Con respect o al papel de los m edios de com unicación, una dicot om ía sim ilar surge ent re “ liber t ad de
opinión” y “ libert ad de prensa” .
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