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ALL THROUGH THE NIGHT

SUZANNE BROCKMANN

LIBRO 12 DE LA SERIE
TROUBLESHOOTERS

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TRADUCIDO POR

Vivirleyendo01@gmail.com

https://pjgrandon.blogspot.com/?m=1

TRADUCCIÓN HECHA GRATUÍTAMENTE, SIN FINES DE


LUCRO Y SOLO PARA LECTURA PERSONAL Y DE MIS
SEGUIDORES. Si puedes compra el libro y apoya
al autor.

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_CONTENIDO_

SINOPSIS
PRIMERA PARTE
LA PROPUESTA

SEGUNDA PARTE
LA SORPRESA DE LA FIESTA DE BODA

TERCERA PARTE
ACCIÓN DE GRACIAS

CUARTA PARTE
EL BUENO, EL MALO Y EL NO INVITADO

QUINTA PARTE
FANTASMAS DE NAVIDADES PASADAS

SEXTA PARTE
ATAQUE DEL MALVADO ROBOT GEMELO

SEPTIMA PARTE
RUIDO ALEGRE

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_SINOPSIS_

E s Navidad en Boston, y este año las campanas de plata


serán campanas de boda cuando el agente del FBI Jules
Cassidy se case con el hombre de sus sueños, el galán de
Hollywood Robin Chadwick.

La pareja planea una ceremonia tranquila e íntima, para ser


presenciada por familiares y amigos cercanos del FBI, SEAL
Team Sixteen y Troubleshooters, Inc., incluidos Sam Starrett y
Alyssa Locke. Pero la temporada navideña trae más a la feliz
pareja de lo que esperan.

Una cascada que atraviesa el techo de su cocina, una colonia


de murciélagos en el ático, viejas tensiones familiares... incluso
un incidente internacional no puede empañar sus espíritus.
Pero agregue a eso un desfile de invitados inesperados,
incluido un reportero en busca de una primicia, un ex amante
empeñado en causar problemas y un acosador peligroso, y de
repente la boda está a punto de desmoronarse en un caos.
Pero nada impedirá que Jules y Robin obtengan su final feliz,
porque junto con una lista de invitados que incluye a la fuerza
antiterrorista más elitista del mundo, tienen su propia arma
secreta: el amor verdadero.

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PRIMERA PARTE

_LA PROPOSICIÓN_

VIERNES, SEPTIEMBRE 14, BOSTON, MASSACHUSETTS

J ules Cassidy estaba nervioso.


Después de varios años trabajando para el FBI, Jules no se
ponía nervioso muy a menudo.
Al menos no en una situación con ningún pistolero hostil, un
terrorista armado, un insurgente enfadado o un secuestrador a
la vista.
Cuando Jules cogió un taxi en el Aeropuerto Logan de Boston
sin ningún esfuerzo, mientras se acomodaba en el asiento
para el paseo increíblemente libre de tráfico hacia el hotel del
centro de la cuidad, mientras la incesante lluvia otoñal que
había atormentado durante una semana toda la costa desde
Virginia a Maine finalmente paraba y las nubes se abrían en
una explosión final de rayos del sol al atardecer adecuada para
ser acompañada por un coro completo de ángeles, él tuvo que
sonreír.
Su viaje completamente improvisado al norte de Washington
D.C. había sido pan comido (un pedazo de tarta de chocolate
con mermelada de fresa prácticamente chorreando encima)
¿Una buena señal de alguien?

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Y aun así, Jules todavía estaba innegablemente nervioso.
Algo de eso era debido al taco que Jules había cogido en el
aeropuerto.
Dios, que error.
Lo había tirado a la basura después de unos cuantos bocados
pero la porción que había consumido se había convertido en
su compañero de viaje, un trozo de plomo en su estómago.
Por supuesto que algo de lo que estaba sintiendo provenía de
la adrenalina de anticipación ante la idea de ver a Robin
después de haber estado tantos días separados.

‒Hey, chico. Soy yo otra vez. Dios mío, te extraño.


Llámame. Y oh, ¿puedo declarar para el registro que eso de
sexo por teléfono ya no es una novedad…?

No estaba bromeando.
Estas dos semanas pasadas habían sido el tiempo más largo
que los dos hombres habían estado sin verse desde que la
súper estrella de cine Robin Chadwick había salido de
rehabilitación.
Y no, los nervios de Jules no eran por preocupación o temor
de que Robin hubiera recaído. El compromiso de Robin con su
continuada sobriedad era firme. Igual que su compromiso con
su nueva aunque extremadamente sólida relación romántica.

Sí, y bueno, ahí estaban otra vez los nervios por el retortijón
debido a los tacos.
¿Qué pasaría si Jules estaba equivocado, y era demasiado
pronto para esto? ¿Qué si Robin no estaba listo?
¿Qué pasaría si el impulso de último momento de Jules de
cancelar todas sus citas y tomarse el viernes libre y hacer un
viaje a Boston sin haber sido invitado se interpretara como que
él estuviera necesitado y fuera posesivo?
Desesperadamente necesitado y posesivo.

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Dios, el desearía que hubiera un aspirador de pensamientos
que pudieran succionar de las cavernas de su mente las voces
no deseadas pero persistentes de ex-amantes tramposos.
Habían pasado años desde que Jules había compartido tanto
su hogar como su vida con su ex Adam, y todavía podía oír la
voz del hijo de puta. “Tú no eres mi dueño, J., aunque te
gustaría, ¿verdad? Te gustaría tenerme encerrado…”

Realmente, Jules no había querido ser el dueño de Adam o


encerrarlo en ningún lugar. Pero definitivamente tampoco
había querido compartirlo. Y si esa renuencia a compartirlo era
definida como estar necesitado y ser posesivo, entonces que
lo fuera.
Esa era la desesperación que quería esconder hoy día,
asumiendo que Adam hubiera estado en lo correcto y Jules
era, de hecho, una persona desesperadamente necesitada y
posesiva.
La desesperación no era atractiva, tan empalagosa, tan
desagradablemente patética. Tan obvia. Uno podía olerla
en medio segundo estando cara a cara con un hombre así.

Jules revisó rápidamente el olor de sus axilas. Pero todo lo que


podía oler era ese repulsivo taco.
Definitivamente tenía una fantasía que incluía una ducha en su
futuro inmediato. Algo como quince minutos después de llegar
al hotel.
Se cambiaría el disfraz del FBI, que era como Robin llamaba a
su colección conservadora de trajes y corbatas, por unos jeans
y una camiseta. Y ahí estaría él cuando Robin regresara del
plató. Descalzo, un poco despeinado y libre completamente de
la desesperación.
Ayudaba recordar que Robin no era Adam.
Gracias, niño Jesús.

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Robin lo amaba verdaderamente, muy posiblemente tanto
como Jules amaba a Robin.

“Hey, chico, tengo grandes noticias.”

Robin le había dejado a Jules un mensaje más largo en lugar


de su breve mensaje de voz de las mañanas.

“Estoy pensando en ti”. “Buenas noticias. Grandes noticias, en


realidad.”

Su expresiva voz estaba teñida incluso con más entusiasmo


del normal. La mundana existencia de Robin del día a día se
registraba en un nivel de pasión de cerca de quince en
una escala del uno al diez. Sin embargo, esta mañana había
sobrepasado los veinte y eso había hecho sonreír a Jules.

“Art está escribiendo otro argumento para mi personaje, me


quieren de regreso. Por lo menos diez episodios esta vez,
quizás aún más. Ellos adoran completamente lo que he estado
haciendo.”

Sí, como si el mundo entero no hubiese notado que el


nominado a los Premios de la Academia Robin Chadwick no
sólo estaba saltando anillas alrededor de sus compañeros de
reparto en la serie Boston Mara, sino que los estaba elevando
a ellos y al HBO TV show a un nivel completamente nuevo.
Por supuesto que el escritor/productor Arthur Urban lo quería
de regreso para más. Y aun así la sorpresa de Robin era
genuina.
Honestamente él no se daba cuenta de lo asombroso que era.
Robin había estado saltando entre Washington, D.C., donde
Jules trabajaba, y Boston donde estaban produciendo la serie
de HBO.

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Esto empezó con varios días intensivos de trabajo unos meses
atrás, cuando le habían dado un papel relativamente pequeño,
un personaje menor para tan solo dos episodios. Pero Art
Urban reconocía la grandeza cuando se la encontraba en su
escenario, y había ampliado y extendido el rol de Robin por
otros seis episodios.
Esto era doblemente gratificante, porque el personaje que
Robin estaba representando, Jefferson O'Reilly, era hétero.
Esto era algo bastante estúpido, pero a los actores gays de
Hollywood raramente les daban papeles que no fueran de
personajes gay. Sin embargo, este trabajo significaba que
Robin estaba pasando más y más tiempo en Boston.
Separado de Jules.

“Don pidió un buen aumento,” había continuado diciendo la voz


de Robin, “y ellos accedieron. Ni siquiera parpadearon. Me
quieren poner en los créditos, lo que es, bueno…,es
agradable. Me siento como Sally Field, ¿sabes?”

Jules lo sabía. A ellos les gustaba Robin. Realmente les


gustaba. Y a Don, el agente de Robin, sin duda también le
gustaba. Y por algo más que sólo por el aumento en su
cheque de pago.
La hermana de Robin, Jane, era una persona con
información privilegiada de Hollywood, y la última vez que
Jules había hablado con ella por teléfono, le había contado
que Robin estaba consiguiendo algún temprano zumbido del
Emmy.

“Todavía no he aceptado,” le había informado Robin en su


mensaje.

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“Yo quería…Bueno, quería, tu sabes, hablarlo contigo primero,
porque… mierda, es en Boston. Si fuera en el D.C., yo ya
habría firmado, pero… “

Él se había quedado callado.

“De verdad te extraño, Jules. Llámame, ¿de acuerdo?


Necesito oír tu voz.”

Jules le había devuelto la llamada.


Repetidamente. Pero cada vez que Jules había estado libre, el
teléfono de Robin había estado apagado. Y viceversa.
Habían hecho el intento de comunicarse siete veces antes de
que Jules cancelara su almuerzo, su cita de las dos, la de las
cuatro y media, y la de las seis y quince y subió a la lanzadera
hacia Boston.
Revisó su teléfono en el taxi, sólo para encontrar que se había
perdido tres llamadas más de Robin. Volvió a llamar sólo para
ser pasado al buzón de voz de Robin, mientras el chofer del
taxi salía de la autopista. Fue entonces cuando su teléfono
sonó.
Pero no era Robin.
La llamada era de Alyssa Locke quien, junto con su esposo, el
ex SEAL, Sam Starrett, eran los mejores amigos de Jules.

‒ ¿Todavía estas allí?‒ preguntó Alyssa.

Ella sabía que él se dirigía a Boston.


También sabía su agenda para la noche.
Que Dios lo ayudara.

‒Estoy en el semáforo en Arlington y St. James, ‒ le informó


Jules.

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‒Sólo faltan unas cuantas manzanas para llegar al hotel.

‒No te vas a creer dónde estoy.

Su anterior pareja en el FBI era ahora la Oficial Ejecutiva,


segunda-al-mando, de la agencia Troubleshooters, la más
prestigiosa firma de seguridad personal en los Estados Unidos.
Alyssa muy bien podría estar en cualquier sitio de todo el
mundo. O muy posiblemente orbitando la luna.

‒ ¿Puedes darme una pista?

Jules cambió de postura para tratar de hallar una


posición en la que el taco no hiciera arder tanto el
revestimiento de su estómago.

‒ ¿Cómo por ejemplo, que huso horario?

‒El mismo que el tuyo, ‒ dijo ella.

‒Tú estás en el maletero del taxi en el que estoy sentado,


adivinó él mientras se metía a la boca unos cuantos más de
los antiácidos del paquete que se había comprado saliendo del
Logan.

‒Lo que pondría a Sam en la guantera.

Su risa era rica y musical.

‒No, pero estás cerca. Estamos en el Sheraton en


la calle Boylston.

No podía ser.

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‒Fue una cuestión de mensajería de última hora, le contó
Alyssa.

‒De Atlanta a Boston. Dave Malkoff iba a hacerlo, pero tuvo


una emergencia familiar.

‒ ¿David Malkoff tiene una familia? bromeó Jules.

Dave era un antiguo operativo de la CIA quien había estado


trabajando para Troubleshooters desde casi su inicio. Era uno
de esos tipos que parecía que nunca se iban a casa. Las
pocas veces que Jules había estado en la oficina de TS Inc.
En la madrugada, Dave había estado ahí como una especie de
elemento permanente, despatarrado detrás de su escritorio,
con bolsas bajo los ojos pero siempre alerta, con su taza
humeante de café.

‒Sam y yo estábamos relativamente cerca de Atlanta, le


informó Alyssa.

‒Y ya que estábamos disponibles…

‒ ¿Estar de vacaciones en Florida es estar disponibles?‒ le


preguntó Jules.

Ella se rió.

‒Vamos a regresar. En realidad esto nos funcionó. Después


de tres días en la playa, Sam estaba…bueno, ansioso no es
justamente la palabra correcta…

‒ ¿Queriendo hacer explotar la mierda?‒ sugirió Jules.

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‒Eso probablemente habría ayudado, ‒ dijo Alyssa
volviéndose a reír.

‒Este viaje al norte ha sido una distracción suficientemente


buena, no, necesaria. Estábamos divirtiéndonos y de pronto,
Oh mi Dios, estamos camino a Boston. Ya hemos hecho la
entrega así que el trabajo fue realizado, y hemos conseguido
lo que creo que era la última habitación de hotel en toda la
ciudad, así que… Espera. Sam está gritando algo desde el
baño.

Hubo una pausa, luego;

‒Él quiere saber si quieres que nos reunamos para la cena.

‒No se lo contaste.

Jules lo dijo más como una afirmación que como una pregunta.

‒Porque me dijiste que no lo hiciera.

‒Sí, pero es Sam, ‒ remarcó Jules.

‒Supuse que le contabas todo a él, pese a todo.

‒Sí, bueno…

‒ ¿Qué?‒ preguntó Jules, aun cuando él ya sabía la


respuesta.

‒ ¿Crees que no lo aprobará?

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‒Yo creo, ‒ dijo Alyssa cuidadosamente, ‒que la última cosa
que necesitas es a Sam enfrentándose a Robin,
amenazándolo con partirlo por la mitad si te hace
daño. Por lo menos no hasta después de que tú hayas…
iniciado la discusión.

‒Desearía que Sam no se sintiera de esa manera.

‒Él te quiere, ‒dijo Alyssa simplemente.

‒Entonces yo pensaría que el querría que yo fuera feliz, ‒


contestó Jules.

‒Lo quiere. Él llegará a hacerlo, le reafirmó ella. ‒Ninguno de


nosotros conocemos realmente a Robin. Estoy segura de que
cuando lo hagamos…

‒Espera un minuto, ‒ dijo Jules. ‒ ¿Me estás diciendo que tú


también tienes tus reservas?

‒Por supuesto que las tengo, le respondió ella, implicando en


su silencio un “tu tonto”. ‒Robin tiene algunas serios, bueno,
defectos.

‒ ¿Y Sam, el hombre de las cavernas, es perfecto?


Alyssa se rió.

‒Tocada.

‒Yo sé lo que estoy haciendo, ‒ le dijo Jules tranquilamente.


‒Conozco a Robin y…yo tampoco soy perfecto, Lys. Nosotros
sólo…

El trató de encontrar las palabras correctas.

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—Encajamos.

‒Entonces te apoyo completamente.

Toda la incertidumbre había abandonado su


voz.

‒Y también Sam lo hará. Deberíamos planear reunirnos los


cuatro. Eso ayudaría.

‒No esta noche, ‒ dijo Jules, y el taco le bailó un tango en el


estómago.
Rebuscó por más antiácidos.

‒ ¿Estás nervioso? le preguntó ella.

‒No, mintió él.

La diversión espesó su voz.

‒ ¿Estás mintiendo?

‒Síp.

‒Está bien, ‒ dijo ella, con la voz severa que usaba cuando era
oficial de la Marina.

‒Deberías estarlo. Esto no es nada fácil. Va a ser un trabajo


duro, y vale cada onza de sudor que le pongas. No estoy
hablando de esta noche. Estoy hablando del panorama
general.

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‒Sí, entendí eso, ‒ dijo Jules. ‒Muchísimas gracias, Oh
anciana y sabia mujer, que ha estado casada, ¿cuánto?
¿Cuatro años?

‒Sólo estoy tratando de que veas la realidad, mi hermano gay.

‒Montones de gracias, mi hermana hétero, pero ya llegué al


hotel.

El taxi frenó.

‒Me tengo que ir, pastelito.

‒Llama si quieres almorzar mañana, ‒ dijo Alyssa. ‒ ¿Y Jules?

‒ ¿Sí?‒ preguntó Jules mientras buscaba su billetera para


pagarle al chofer.

‒Robin está loco por ti. Él va a decir que sí.

***

R obin estaba de suerte. No había nadie en la fila de taxis, y


uno acababa de detenerse justo delante de la entrada del
hotel.
Su maleta golpeó e hizo ruido mientras caminaba a través de
la acera de guijarros, aun cuando el portero empezaba abrir la
puerta trasera del taxi para que saliera el pasajero.

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—¿A dónde se dirige usted hoy, Sr. C.? preguntó a Robin en
su acento irlandés.

‒Al Aeropuerto Logan, por favor, Sr. Dunn.

Robin le entregó su maleta mientras buscaba en el bolsillo su


móvil, que estaba sonando con el tema musical de Buffy la
Cazavampiros, lo que significaba que era Jules el que llamaba.
Finalmente.
Para tener privacidad, el se distanció un poco del portero y del
taxi.

‒Hey, chico. Diablos, ha sido un espectáculo y medio


fenomenal tratar de comunicarme contigo hoy.

‒Robin, oh, mi Dios.

En el otro lado de la línea, Jules empezó a reír.

‒Mira hacia arriba. A tu izquierda.

Robin se giró y…
Jules estaba parado en la acera, justo delante de él.
Estaba sonriendo de oreja a oreja mientras cerraba su móvil y
lo ponía en el bolsillo de sus pantalones.
Se veía increíblemente sexy.
Estaba con toda la ropa de agente del FBI arrugada, se había
sacado la chaqueta y enrollado las mangas de la camisa hasta
los codos. Por supuesto, Robin había llegado a asociar eso y
la corbata aflojada con la expectativa del 'hey-ya-llegue-del
trabajo', y que Jules se cambiaría por algo más cómodo.
Lo que algunas veces significaba quedarse desnudo. Lo que
se traducía a muy sexy, realmente.

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Pero entonces los brazos de Jules lo rodearon, y mientras
Robin lo abrazaba igualmente fuerte, se dio cuenta de que no
era para nada sobre sexo.
Era sobre…que todo de repente era extremadamente correcto.
Él tuvo que luchar contra la urgencia casi abrumadora de
romper en llanto ante la repentina justicia suprema del mundo
en general.

‒Dios, te extrañé, suspiró él.

‒Mandé a volar al Secretario de Defensa, admitió Jules. ‒


Yashi se hizo cargo de la reunión en mi lugar.

Dios bendiga a Joe Hirabayashi.


Cuando Robin se apartó para mirar el rostro de Jules, a sus
increíbles ojos del color del chocolate derretido, le dijo,

‒Mi programa del plató cambió. Tengo el resto del día libre en
lugar de mañana.

El programa del día siguiente era ligero, pero crucial, lo que


era una verdadera vergüenza.

‒Iba a volar al D.C. Para verte, e iba a tomar 'el botín' para
volver por la mañana.

Entre los dos, habían acumulado una significativa cantidad de


millas como viajeros frecuentes en los vuelos de madrugada, a
los cuales Jules les había puesto el apodo de “el vuelo del
botín”, por algunas razones obvias.
Jules rió mientras volvía a abrazar a Robin.

‒Wow, me alegro de que no hayas cogido un vuelo más


temprano. Podríamos habernos cruzado en el aire.

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‒Eso hubiera sido una lástima, estuvo de acuerdo Robin.
Jules hubiera estado en Boston, y Robin en el D.C.

Pero no había sucedido, ambos estaban justo aquí,


justo ahora. Él podía sentir como la felicidad rezumaba de
cada uno de sus poros.
Jules retrocedió para mirarlo.

‒Me gusta tu pelo.

Robin se retiró el pelo de la cara.

‒No sé, no me dejarán cortarlo, y está llegando a ese lugar


desagradable…

‒Es sexy, ‒ le dijo Jules, y sus miradas se encontraron.

Y sí.
Definitivamente era tiempo de entrar al hotel.
No había dudas sobre eso, aun cuando Robin ya estaba
teniendo el mejor fin de semana de todos, estaba por ponerse
significativamente mejor. Pero entonces cayó en la cuenta de
que ese fin de semana era una suposición que en realidad
no podía hacer.
El horario de trabajo de Jules era tan loco como el suyo.

‒¿Puedes quedarte hasta el Domingo por la noche?- le


preguntó.

Jules le mandó un beso a Robin, sus ojos bajaron y se


quedaron mirando la boca de Robin. Pero entonces sonrió al
mirar a Robin a los ojos y le dio un regalo incluso mejor.

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‒También me tomé el lunes de descanso. Me quedare aquí
hasta el martes en la mañana. Un largo fin de semana.

Esto era más estúpido que la mierda, pero los ojos de Robin
en verdad se llenaron de lágrimas ante la idea de pasar cuatro
días enteros con Jules.
Jules, galante como siempre, pretendió no darse cuenta.

‒ Vamos a necesitar que saquen tu maleta del taxi, le dijo al


portero, y entonces procedió a darles una generosa propina al
portero y al chofer del taxi.

Su mano era cálida y maravillosamente posesiva contra la


espalda de Robin mientras lo guiaba hacia el vestíbulo del
hotel, confiando en que Dunn entregara sus maletas de
regreso a la habitación de Robin.

‒Tengo que volver a registrarme, ‒ dijo Robin, desviándose


hacia el escritorio principal en vez de dejar que Jules lo
condujera hacia los elevadores.

‒Cancelé mi cuenta, pensaba que iba a estar en el D.C. Esta


noche.

‒Uh-oh, ‒ dijo Jules ‒ ¿Uh-oh?

‒Vamos sólo a… registrarnos rápidamente otra vez, ‒ le dijo


Jules.

‒Los rumores dicen que hay insuficiencia de habitaciones en


los hoteles este fin de semana.

Palabras que fueron trágicamente confirmadas sólo unos


segundos después, primero por Melinda en el escritorio

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principal, y luego por la gerente del hotel, la Sra. Hanniford,
quien era una hija de la Revolución Americana relacionada con
John Adams por el lado materno, una madre perteneciente al
PFLAG (Padres, Familias y Amigos de Lesbianas y Gays), y
en posesión de uno de los acentos de Boston más
ridículamente amplio que Robin hubiera escuchado nunca.

Generalmente a él le encantaba quedar con ella, sólo para


escucharla hablar, pero hoy no le gustaba lo que estaba
diciendo.
No solo no habían habitaciones en este hotel, sino que no
había nada disponible en ningún sitio en toda la cuidad,
incluyendo Cambridge y varios suburbios saliendo de
Framingham. Este era, les contó la Sra. H., el fin de semana
de los padres en casi todas las universidades en la zona metro
de Boston.
Durante este fin de semana de otoño y el fin de semana de la
graduación en Mayo, siempre había escasez de hoteles en la
que innegablemente era la ciudad universitaria más grande de
toda la nación.

‒Haga cuenta que no cancelé. Robin le dirigió a la Sra. H. su


sonrisa más ganadora.

‒Han sido, ¿cuánto? Diez minutos. No se suponía que


cancelara mi cuenta, y yo pensaba volver mañana. La
camarera probablemente no ha arreglado todavía la
habitación. Simplemente regresaré a ella. Ni siquiera
necesitan cambiar las sábanas. Podemos simplemente
cambiar las toallas…

‒Pero usted la canceló. El ordenador ya lo procesó.

A la Sra. H. le gustaba él.

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A menudo ella trabajaba el turno de noche, y lo había invitado
a tomar el te en su oficina muchas ocasiones. Ella obviamente
odiaba el hecho de que ahora lo estuviera jodiendo de esa
manera.

‒Tenemos una lista de espera. ¿Yo podría ponerlo en ella…?

‒Sra. Hanniford, ‒ dijo Robin.

‒Betty.

Él se inclinó acercándose más a ella.


Bajó la voz.

‒ ¿Ve al increíblemente hermoso tipo que está allí hablando


con su móvil?

Señaló hacia Jules con la barbilla. La Sra. H. miró y luego


asintió.

‒Ese es Jules.

Él había hablado y hablado y hablado sobre Jules durante sus


reuniones de té. A la Sra. Hanniford podían haberle dado un
examen sorpresa sobre todo lo de Jules, y hubiera sacado una
nota excelente.

‒Cancelé mi cuenta porque no podía soportar estar lejos de él


un minuto más, pero él me sorprendió a mí volando hacia aquí
para verme. Estoy completamente seguro que una de las
cosas que voy a hacer esta noche es preguntarle si quiere
casarse conmigo. Por favor no me deje hacer eso mientras nos
abrazamos en la estación del tren para darnos calor,

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respirando por nuestras bocas para evitar el persistente e
incomparable hedor de la orina.

‒Laronda no consiguió nada, ‒ dijo Jules mientras se


aproximaba a ellos, saludando cálidamente con una sonrisa a
la Sra. H., a pesar de su obvia frustración, desilusión y fatiga.
Robin miró a la Sra. H. y brevemente puso su dedo en los
labios.
Ella asintió, con los ojos muy abiertos, pero luego se encogió
de hombros excusándose, sacudiendo la cabeza. Ella no podía
ayudarlo, sin importar cuánto quisiera hacerlo.

‒Laronda es la asistente administrativa del jefe de Jules, le


explicó Robin a la gerente del hotel.

‒Ella es como la reina de la oficina. Si hubiera habido una


habitación en Boston, ella la hubiera conseguido para
nosotros.

Él conocía muy bien a Laronda. Algunos días hablaba con ella


por teléfono más a menudo de lo que hablaba con Jules.

‒Algunas veces la…organización tiene una habitación de hotel


en reserva, pero no esta noche,‒ explicó Jules, obviamente no
queriendo decir el Departamento o el FBI delante de la Sra. H.

Él estaba claramente cansado e incluso levemente pálido. Lo


que él necesitaba, sabía Robin, eran por lo menos dieciocho
horas en cama.
Robin también necesitaba eso, pero no porque estuviera
cansado.

‒Laronda también me dijo que sucedía lo mismo con los


coches de alquiler, continuó Jules.

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Aparentemente una camioneta cayó de un puente a las vías
principales de Amtrak que van a Nueva York. Los trenes están
parados. Ella ni siquiera podía alquilarme un ciclomotor.
Estaba pensando que podríamos conducir hasta Manchester,
o hasta Hartford si pudiéramos conseguir un coche.

‒Tenemos hoteles de la cadena tanto en Manchester como en


Hartford, ‒ dijo la Sra. H. servicialmente.

Ella comenzó a teclear en su ordenador.

‒Hay habitaciones disponibles en ambos.

‒Pero no hay coches para llegar allí, reiteró Robin.

Más tecleo y…

‒No los hay disponibles desde este hotel, confirmó la Sra. H. ‒


Lo lamento. ¿Tal vez haya un servicio de coches que
podría…?

‒Ya averigüé eso, ‒le dijo Jules a Robin en voz baja,


sacudiendo la cabeza mientras la Sra. H. se apresuraba hacia
su oficina para responder a una llamada telefónica.

‒Pero todo está reservado. Estaba pensando en algo fuera de


lo normal. Una limo. Tú sabes, por ultimo hacer un largo paseo
alrededor de la ciudad.

Robin se tuvo que reír, en parte ante el sutil pero sugestivo


movimiento de las cejas de Jules.
La primera vez que habían estado juntos, había sido en una

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limo, con el cristal de privacidad accionado y la radio a todo
volumen. Pero aparentemente ni siquiera esa era una opción
hoy.
‒Lo jodí todo completamente para nosotros, ‒ susurró Robin.‒
¿No es verdad?

Jules le había dejado un mensaje de voz diciéndole que


estaba viniendo. Si él
se hubiese tomado el tiempo para ver los veinte-y-algo
mensajes que habían atestado su móvil, y si lo hubiera hecho
antes de hacer sus maletas y cancelar su cuenta del hotel…
Jules y él habrían estado en su habitación en este
momento, intercambiando largos, suaves y profundos besos…

‒Realmente-, señaló Jules con voz suave, riéndose ante lo


absurdo de su situación.

‒No me estoy sintiendo nada jodido.

Era difícil no reírse también cuando Jules lo estaba haciendo.


Pero aun así
Robin sacudió la cabeza.

‒Tal vez podríamos coger el vuelo a Nueva York, conseguir


una habitación allí.

‒ ¿Y despertar a las tres y media para regresar a Boston a


tiempo para que puedas llegar a tu trabajo?‒ respondió Jules.

‒Yo me levantaré a la tres y treinta, ‒ dijo Robin. ‒Tu puedes


seguir durmiendo, y coger un vuelo más tarde.

Jesús, Jules se veía tan cansado.


Pero él estaba sacudiendo la cabeza, negando.

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‒Yo quería ir contigo al estudio, dijo. ‒Quiero decir, si tú estás
de acuerdo.

El corazón de Robin casi se detuvo.


Era increíble.
Su relación con Jules había durado más que ninguna otra
relación que hubiera tenido antes, y aun el hombre
todavía podía hacerlo sentir como un chico atolondrado y
enamorado.

‒ ¿De verdad?

‒Si te parece bien, ‒ dijo Jules otra vez.

El tocó la mano de Robin, entrelazando sus dedos. Esta era


una atrevida demostración pública de afecto para Jules,
considerando que estaban muy lejos del barrio gay de Boston
en el Extremo Sur.

‒Eso de que no estaba jodido era una broma. ¿Tú lo sabes,


verdad? Cariño, adoro hacer el amor contigo, pero…en este
momento estoy extático sólo de estar en la misma ciudad
juntos. Podemos ir a cenar y…habrá amanecido antes de que
nos demos cuenta.

Y esta no sería la primera vez que ellos hubieran hablado


durante toda la noche.
La Sra. H. había regresado al escritorio.
Ella se movía inquieta, desesperada pero impotente para
ayudar.

‒Hey, Sra. H., ‒ dijo Robin, sin apartar para nada sus ojos de
los de Jules.

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‒Mi compañero de vida es un poquito tímido, pero me estoy
sintiendo con la justa necesidad de besarlo. ¿Le importaría si
entráramos a su oficina por, oh, dos minutos?

La Sra. H. estaba callada, y finalmente él se giró para mirarla.


Ella obviamente estaba pensando…

‒Mire que mente tan sucia, la regañó riéndose.

‒ ¿Dos minutos? Soy bueno, pero no tanto.

Jules también se estaba riendo, pero se inclinó hacia adelante


y besó a Robin.
En pleno vestíbulo.
Su boca era suave y cálida y tan, tan dulce…

‒Vamos, ‒ dijo Jules, con tanto amor en sus ojos que el


corazón de Robin casi explotó.

‒Vamos por nuestras maletas y luego a encontrar algún lugar


tranquilo para cenar.

***

‒ P odríamos conseguir comida para llevar, ‒ sugirió Robin,


con las manos en los bolsillos de sus jeans como si hiciera frío
afuera.

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Con el viento barriendo el Puerto de Boston, este estaba un
poco fresco pero Jules estaba caliente.
Tal vez demasiado caliente.

‒ ¿Y llevarlo adónde?‒ preguntó Jules.

Encontrar un lugar tranquilo para cenar, ¡ja!


La ciudad estaba repleta de estudiantes y sus padres, todos
cenando fuera.
Ellos habían hecho todo el camino hasta llegar frente al mar,
por el Acuario.
Y ahora no podían encontrar un taxi libre para que los llevara
a…
¿Adónde, realmente?
¿Había algún punto en regresar al hotel, donde ni siquiera
tenían una habitación?
Dios, él necesitaba sentarse.
De alguna manera Robin lo sabía, y ahí estaba, ayudándolo a
caminar hacia un banco.

‒Vamos sólo a ponernos en la fila en la Unión Oyster House,


‒ dijo Jules.

La espera ahí era sobre los noventa minutos, pero la comida y


el ambiente lo valdrían.
Además, no era como si estuvieran apurados por llegar a otro
lugar.

‒Estás sudando.

El tono de voz de Robin era acusatorio.


Él había estado preguntándole a Jules si se sentía bien desde
que habían salido del hotel.

29
‒¿Me has estado mintiendo, no es verdad?

‒Estoy bien.

Jules volvió a mentir. Pero no sólo a Robin, también se estaba


mintiendo a sí mismo. Él no quería estar enfermo. No podía
estar enfermo. No este fin de semana. Él había querido que
fuera tan especial…

‒Jesús, Jules, estás ardiendo.

Las manos de Robin se sintieron como hielo contra la frente de


Jules.

‒Estoy un poco… incómodo. Gastronómicamente. Me comí un


taco como una especie de pseudo-almuerzo-, trató de explicar.

‒Creo que estaba en mal estado.

‒ ¿Tú crees que tienes una intoxicación alimentaria?

Los ojos de Robin se llenaron de preocupación.

‒No, ‒ dijo Jules.

Por favor, Dios, no.

‒Es solo una indigestión.

‒Tal vez deberíamos ir al hospital.

‒ ¿Por una indigestión?

30
‒Por intoxicación alimentaria. Robin estaba exasperado. ‒
Sólo porque tú no quieras llamarlo por su nombre, chico, no
quiere decir que puedas cambiar los hechos.

El viento sopló, y repentinamente Jules se estaba congelando.

‒Oh, mierda, ‒ dijo él cuando empezó a temblar


violentamente.

Justo en ese momento, el taco decidió salir.


Jules apenas logró apartarse de Robin cuando comenzó a
vomitar intensamente, justo ahí en la acera.
Pero Robin no retrocedió. De hecho, se acercó más poniendo
sus brazos alrededor de Jules, tratando de detener su temblor.

‒Muy bien, ‒ dijo él. ‒De acuerdo. Sacó su móvil. ‒Voy a


llamar a una ambulancia.

‒No.

Jules se las arregló para hablar antes de que el taco tratara de


hacer una repetición.

‒Usa mi teléfono. Llama a Alyssa.

***

S am Starret era un vomitador solidario. No le costaba mucho


unirse a la danza interpretativa en Tecnicolor, así que

31
retrocedió cuando Robin prácticamente cargaba a Jules dentro
de la habitación del hotel.

‒El baño está por aquí.

Alyssa se hizo cargo. O al menos trató de hacerlo.


Robin se negó a entregar el control, aun cuando, por el sonido
de las cosas, Jules se lanzó hacia el inodoro y comenzó a
cantar el viejo y antiguo himno al dios de la porcelana.

‒Lys, ¿estás bien?‒ Preguntó Sam.

‒Estoy bien-, le contestó ella.

Que diferencia podía haber en la hora del día.


Sintiéndose él mismo un poco verde, Sam salió al balcón,
cerrando la puerta deslizante detrás de él.
Esta iba a ser una noche interesante.

Cuando Robin llamó, Alyssa había estado


tratando de desnudar a Sam, lo cual no era una tarea tan
difícil.
Sam nunca había sido un reto tan grande para su
increíblemente hermosa esposa, particularmente en el
departamento de 'demoremos la cena para hacer el amor'.
Esto más bien había sido algo como para cambiar el humor,
cuando ella se había girado repentinamente para contestar el
teléfono.
¿Como si hubiera algo más importante en el mundo que seguir
con esto…?
Pero entonces él también había reconocido la alegre melodía,
que era el tono de emergencia de Jules Cassidy.
Y las posibilidades de Sam de poder conseguir algo antes de
cenar cayeron a un sólido “probablemente no.”

32
Jules y Alyssa habían estado susurrando bastante entre ellos
recientemente.
Alyssa no quería hablar sobre eso, pero Sam estaba bastante
seguro de que era algo que tenía que ver con Robin, quien era
una bomba de relojería emocionalmente disfuncional, sólo
esperando por el momento más inoportuno para explotar.

Desde su asiento al borde de la cama, Alyssa dijo, “Oh, mi


Dios, y Por supuesto,” y “¿Un taco? Oh, no. Pobre Jules,” ¿y
luego? La patada final.

‒Tenemos dos camas dobles, hay mucho espacio en la


habitación. Definitivamente, Tráelo para aquí. El Sheraton.
Habitación 842. ¿Necesitas que yo vaya al vestíbulo?

Sam dejó que su cabeza cayera hacia atrás contra la


almohada de una de las camas de su habitación de hotel.
El sitio no tenía más camas tamaño King size, lo que era una
vergüenza porque él era alto y sus pies colgaban de un
extremo en una cama de dos plazas.
Pero eso no era tan embarazoso como el hecho de que no
sólo no iba a tener su noche, sino que iba a tener que
aguantarse la miseria de Jules mientras intentaba poner sobrio
al jodido de su enamorado, quien sin duda había agarrado otra
borrachera de todos los diablos, la primera desde que había
salido de rehabilitación.

“De acuerdo”, Alyssa habló por su teléfono.

“Pero si necesitas cualquier ayuda…” Y luego ella sorprendió a


Sam totalmente con sus siguientes palabras.

33
“Robin, shh, cariño, de verdad está bien. Nos alegra que hayas
llamado. Honestamente. Sólo trae a Jules para aquí tan pronto
como puedas.”

Sam se sentó.

‒ ¿Jules está borracho?

Esa era una cosa estúpida de decir, él lo supo tan pronto como
las palabras salieron de su boca.
Para empezar, Jules no era un gran bebedor, y desde que
Robin había entrado en rehabilitación, él también había dejado
de beber, por solidaridad.
Afortunadamente Alyssa estaba acostumbrada a las
ocasionales e idiotas explosiones verbales de Sam.

‒Jules tiene intoxicación alimentaria, ‒ le informó ella, mientras


cerraba su móvil.

‒No pudieron conseguir una habitación de hotel, así que no


tienen adonde ir. Robin se las arregló para conseguir alguien
que los traiga, Creo que se paró en el centro de la carretera y
detuvo el tráfico. Ellos deberían estar aquí dentro de diez
minutos. Mejor que te vayas vistiendo.

Sam esperó por las palabras, pero no llegaron.


En vez de eso, Alyssa le sonrió, con la pasión ardiendo en sus
ojos verde océano.
Sam pensó que su esposa era dolorosamente hermosa
cuando estaba vestida con su ropa de comando.
Ella también era maravillosa en jeans y camiseta, con sus
largas piernas, senos perfectos, y estructura atlética, sin ni
siquiera una pizca de maquillaje en su piel color moca, su pelo

34
oscuro corto y liso, alrededor de su rostro de princesa africana,
haciéndole marco a unos ojos de un color de otro mundo.
Ella era bella, igualmente, cuando se vestía para cenar o para
una fiesta, su favorito era ese vestido rojo con la falda corta.
Mier—da.
Pero Alyssa, usando sólo la ropa interior que evidentemente
había comprado para el placer de él…
Con todo derecho, Sam podía haberse quedado ciego.
Pero esa mirada estaba cargada, y no había ninguna duda de
eso, era el turno de él de hablar, y tal vez decir algo brillante
esta vez.

‒Puedo cantar esa melodía en diez minutos.

Ella se rió, lo que creó un fenómeno en el pecho de Sam que


pensó que era una pulmonía triple.

‒Sí, ¿pero puedes hacerlo en cinco?

Él abrió los brazos y ella se deslizó en ellos.

‒ ¿Respuesta corta? Sí.

***

J ules no podía parar de disculparse.


De hecho, la última cosa que murmuró antes de caer dormido,
después que las explosiones gastrointestinales hubieran

35
cesado, después de que Robin lo hubiera aseado, y vestido
con unos pantalones de chándal y una camiseta que
Sam le había prestado y que eran demasiado grandes, lo
había metido en la cama, fue “Lo siento tanto.”

Robin se sentó con él un rato, sólo acariciándole el pelo y


observándolo a la luz que salía del baño.
Alyssa estaba enroscada en la otra cama.
Robin pensó que estaba dormida hasta que su estómago rugió
fuertemente.
Alyssa soltó una risita.

‒Increíble que pudieras tener hambre de verdad


después de eso.‒ dijo ella, hablando en voz baja para no
molestar a Jules.

‒Puede que yo no vuelva a comer.

Robin también se rió suavemente.

‒Muchísimas gracias por dejarnos venir aquí.

‒Por favor, ‒ dijo Alyssa.

‒Si vas a pasar tiempo con Jules, necesitas entender


que no hay nada que Sam y yo no haríamos por él. ¿Hemos
dejado claro eso?

‒Gracias-, comenzó a decir Robin, pero ella lo cortó.

‒No, ‒ dijo ella.

‒La respuesta correcta es sí, señora, entiendo.

36
‒ De acuerdo, dijo él.

‒Ahora me estás asustando un poco.

Ella se rió, pero seguía mirándolo fijamente, así que él dijo,

‒Sí, señora, entiendo.

Pero entonces agregó,

‒Tampoco hay nada que no haría por él. Sé que


probablemente tú no me crees todavía. Tienes razones para
desconfiar de mí…

Alyssa lo volvió a interrumpir.

‒Una vez cuando Jules y yo estábamos en ultramar, él cogió


un virus estomacal horrible. Era…malo. Yo quería ayudarlo,
pero él no me dejaba acercarme. Puede ser muy testarudo
y…esta noche me impresionó la manera en que simplemente
le gritaste para que se callara. No le ibas a aguantar su
mierda.

Ella se rió.

‒De acuerdo. Mala elección de palabras.

Robin también se rió.

‒Sí, bueno…

‒Ya para-, le había dicho Robin a Jules en un volumen


desafortunadamente mucho más alto del que le hubiera
gustado cuando Jules trató de hacer que se fuera.

37
‒No voy a ir a ninguna parte, así que acostúmbrate a esto de
una jodida vez.

Por supuesto, tal vez se lo dijo gritando.

‒ ¿Por qué?

—Porque te amo, ¿de acuerdo?- gritó con toda la fuerza de


sus pulmones, delante de la escéptica mejor amiga de Jules, lo
cual había logrado disminuir su escepticismo un poco.

‒Sam salió para conseguir algunos sándwiches hace algunas


horas-, le contó Alyssa cuando su estómago volvió a gruñir.

‒Pensó que podrías tener hambre después de que los…


fuegos artificiales terminaran. Él todavía está afuera en el
balcón, porque él es…bueno…

‒Él es Sam-, finalizó Robin por ella.

‒Lo sé.

Jules le había contado todo sobre la tendencia de Sam de


perder el almuerzo cuando veía lesiones brutales o muerte.
Era algo gracioso, en realidad, el Navy SEAL grande y rudo,
arrodillado…
Por supuesto, durante la violencia, él siempre estaba en el
centro de las cosas, pateando culos y salvando el día. ¿Pero
después cuando todo terminaba?
Tiempo de vomitar.

Él también era, le había dicho Jules, propenso a la temida


reacción en cadena.

38
Si alguien más entraba al vomitron, Sam también lo hacía. Y
esa era la razón por la cual había salido fuera cuando Robin
entró llevando a Jules.

‒Si tú quieres, ‒ dijo Alyssa, ‒Echare un vistazo a Jules


mientras sales y comes algo.

Jules estaba respirando lenta y constantemente.


Había estado cansado antes de los fuegos artificiales, buena
palabra para eso, y ahora estaba completamente exhausto.
Robin se inclinó y lo besó suavemente en la frente antes de
ponerse de pie.

‒Gracias-, dijo él, aun cuando estaba pensándolo.

Un sándwich con Sam.


Oh, mierda.
Sam daba aún más miedo que Alyssa.
Tenía esa forma de mirar a Robin como si fuera mierda fresca
de pájaro en el parabrisas de su deportivo recién comprado.
Aun así, Robin iba a tener que sentarse y tener una
conversación con el gran ex SEAL uno de estos días.
¿Por qué no en este momento?
El cogió su chaqueta mientras cruzaba hacia la puerta
deslizante. Pero antes de llegar allí, Alyssa dijo,

‒ ¿Hey, Robin?

Él se dio la vuelta para mirarla en la oscuridad.

‒Yo también entiendo, ‒ dijo ella. ‒cuánto amas a Jules. ¿Y


para el registro? Pienso que es genial. Él ha estado esperando
por ti toda la vida.

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‒Eso significa mucho para mí.

Robin se las arregló para hablar sin atragantarse y genial.


Ahora mientras pasaba empujando a los lados las cortinas
cerradas y salía al frío del balcón, tenía lágrimas en los ojos.

Sam tenía la luz encendida allí afuera, y mientras Robin


cerraba la puerta deslizante detrás de él, el ex SEAL bajó el
libro que había estado leyendo.
Y ahí estaba, la frustrante mirada 'mierda-de-pájaro-en-el-
parabrisas'.
Jesús, Robin necesitaba un trago.
Y de acuerdo. Genial. Tal vez este no era el momento correcto
para este altercado, si eso significaba que iba a comenzar a
pensar ese tipo de basura.

‒ ¿Alyssa dijo que había sándwiches?

Robin hizo la pregunta, pero allí había una obvia bolsa de


delicatesen sobre la mesa al lado de Sam.
Tal vez el hombre sólo la señalaría, y dejaría a Robin comer en
silencio, después de lo cual él regresaría adentro y se
enroscaría sobre esa cama, con sus brazos alrededor de
Jules.
Y efectivamente, Sam señaló. Pero también dijo en su acento
de vaquero Texano;

‒Pavo y queso suizo, roast beef, o vegetariano. No estaba


seguro de lo que querrías.

‒El de pavo está perfecto, ‒ dijo Robin, buscando dentro de la


bolsa.

‒Te lo agradezco mucho.

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‒También hay soda.

Y había, en verdad, una segunda bolsa en el suelo.

‒O agua embotellada. Toma asiento.

Robin se sentó, porque esa era una orden, no una petición.


Pero él nunca había sido particularmente bueno con la
autoridad, lo que probablemente fuera la razón de que dijera,

‒ ¿No hay cerveza o vino, eh?

Y de acuerdo.
Ahora era una asquerosa mierda de pájaro.

‒Tengo curiosidad, ‒ dijo Sam cuando finalmente habló. ‒


¿Por qué piensas que eso es gracioso? Porque yo no lo
encuentro gracioso para nada.

‒No es gracioso-, estuvo de acuerdo Robin.

‒Tú me asustas como el infierno, y no sólo porque


probablemente podrías matarme con tu dedo meñique. Soy
muy consciente de que yo no te gusto, por buenas razones
y…tu sabes, realmente podría ir a una reunión.

Miró sobre su sándwich y dijo,

‒ Alcohólicos Anónimos. Yo voy. Bastante.

‒Yo sé lo que es una reunión.

Sam se las arregló para verse incluso más enfadado.

41
‒He estado en un montón. Ambos, AA y Al-Anon.

Robin simplemente se lo quedó mirando.


Sam se encogió de hombros.

‒Mi madre, ‒dijo él. ‒Ella ha estado sobria por más de una
década. Todavía está involucrada en el programa, de manera
que sí, he estado en mi parte de reuniones.

‒Yo no sabía eso, ‒ dijo Robin.

‒Jules me contó, ‒ dijo Sam, ‒que tu madre no lo logró.

Esto era surrealista.


Entre todos los tópicos para abordar entre dos personas
relativamente desconocidas…
Sin embargo, Robin se las arregló para asentir.

‒DUI y DOA cuando yo tenía once años.

‒Joder.

La palabra fue dicha de corazón.

‒Ella me abandonó mucho antes de eso, ‒ dijo Robin.

Durante años había dicho esas mismas palabras, pero sólo


recientemente, después de haber pasado por rehabilitación y
luchado para permanecer sobrio, que el realmente entendía lo
que significaban.
Sam puso sus pies calzados con botas de vaquero sobre una
mesita lateral.
Sonaron dos golpes metálicos.

42
‒Mi madre se desinteresó cuando yo tenía…diablos, fue antes
del tercer grado. Yo tenía, ¿cuántos? ¿Nueve?

‒Yo no recuerdo un momento en el que ella no estuviera


bebiendo, ‒ confesó Robin.

‒Quiero decir, trato, pero simplemente no recuerdo. Ella debía


de haber estado, tu sabes, lo suficientemente bien para
cuidarme cuando era un bebé. Quiero decir, obviamente ella
me alimentaba, yo no me moría de hambre.

Entonces nuevamente, él podía recordar consiguiendo su


propia comida cuando estaba en el jardín de infantes, así
que…

‒Yo recuerdo tener para cenar Corn Flakes, ‒ dijo Sam. ‒Yo
sabía que cuando el cereal del desayuno se acababa, tenía
una mala semana por delante.

‒Sí.

Robin había estado en esa situación, había hecho lo mismo.

‒Creo que aprendí a leer para poder usar el microondas y


tener algo caliente para variar.

‒Otra señal de que ella estaba borracha, ‒dijo Sam, ‒era la


fiambrera vacía. Esta estaba sobre el mostrador de la cocina, y
yo la cogía y me iba y entonces… todavía recuerdo la
sensación en mi estómago cuando la abría en la cafetería
del colegio y me daba cuenta de que estaba vacía… eso
apestaba, esa sensación de fatalidad inevitable.

Robin asintió.

43
Él podía decirlo.

‒ ¿Ella te golpeaba?‒ le preguntó.

‒No, ‒dijo Sam. ‒Ese era el trabajo de mi padre. El viajaba un


montón.

Sam miró a Robin, y sus ojos azules realmente eran cálidos.


Comprensivos, pero sin lástima, lo que era bastante notable.
Jesús, ellos tenían mucho más en común de lo que Robin
hubiera soñado.

‒ ¿Tu madre te golpeaba?‒ Preguntó Sam en voz baja.

Robin miró su sándwich, que estaba sobre un pedazo de papel


blanco de la tienda.

‒La mía solía simplemente subir las escaleras, meterse en su


dormitorio y cerrar la puerta, continuó Sam, ‒mientras mi padre
me daba patadas de mierda. Nunca me defendió. Se supone
que los padres tienen que proteger a sus hijos, no al contrario.
Él suspiró.

‒Luego, cuando me hice un poco mayor, acostumbraba a


culparme a mí mismo por no ser capaz de conseguir que ella
se mantuviera sobria. Tardé mucho en aprender que no sólo
yo era un niño, ¿qué podía hacer yo?, pero que ella era la
única que podía obligarse a dejar de beber.

Robin asintió.

‒Eso fue uno de las ventajas de la rehabilitación para mí-, le


contó a Sam.

44
‒Dejé ir una gran cantidad de la culpa que llevaba por mi
madre. Que yo debería haber sido capaz de salvarla. Cosas
como esa.

Enfrentó la mirada de Sam.

‒Y sí, algunas veces ella me golpeaba.

Su madre no lo había golpeado a menudo, sólo lo suficiente. Y


más dañino que los golpes había sido su inconsecuencia.
Robin nunca había sabido en que momento ella podría gritarle
o mandarlo de un golpe al otro lado de la habitación. Y
entonces acunarlo en sus brazos después, llorando y
pidiéndole disculpas.

‒Yo no le he, umm, contado esto a nadie antes-, Robin


continuó.

‒A nadie fuera de la terapia.

‒ ¿Ni siquiera a Jules?‒ preguntó Sam.

‒No-, admitió Robin.

Él volvió a bajar la mirada a su sándwich.


Definitivamente había perdido el apetito, así que lo envolvió.
Esto iba más allá de lo extraño.

‒Deberías contárselo.

‒Sí, ‒ dijo Robin.

‒Es sólo que… esa parte de mi vida se acabó, ¿sabes?

45
‒Te entiendo, pero…

Sam no sonaba convencido de que esto fuera así de fácil.

‒Esto aún es parte de quien eres tú.

‒Es sólo que Jules…él es tan…

Robin luchaba para encontrar las palabras correctas.


Intacto.

‒ ¿Y…qué? ¿Tú no quieres que él sepa como de roto estás


tú?

Sam estaba comenzando a verse menos amigable otra vez.

‒No quiero arruinar su día-, lo corrigió Robin.

‒Él sabe exactamente quién soy yo y…si quieres saber la


verdad, estoy muy ocupado siendo feliz como para sacar a la
luz mierda pasada como esa, ¿de acuerdo?

Se forzó a encontrar la mirada del SEAL.

‒Para el registro, me gusta hacer feliz a Jules. Y lo hago.


Lo hago muy muy feliz.

Y ahora fue Sam el que desvió la mirada.

‒Apuesto a que lo haces.

Robin tuvo que reírse.

‒No estoy hablando sobre sexo.

46
Sam encontró la mirada de Robin.

‒Tal vez deberíamos. Hablar sobre sexo. Quiero decir, seguro,


podríamos sentarnos aquí e ignorar el hecho de que tú y
Jules tienen…ese tipo de relación. Podríamos ir por ese
camino, si tú realmente lo quieres, pero yo preferiría poner las
cartas sobre la mesa, mirarnos a los ojos, hombre a hombre, y
reconocer el hecho de que tú estás con uno de mis mejores
amigos, lo cual, sí, me saca un poco de onda, pero soy un
adulto, puedo tratar con eso.

‒Bueno, bien, ‒ dijo Robin.

‒Espero que las cosas vayan igualmente bien para ti y Alyssa.

Este era definitivamente el momento de levantarse y regresar


a la habitación, pero Sam no había terminado todavía.

‒Con lo que no puedo tratar,‒ continuó el ex SEAL, y sus ojos


eran como el ártico otra vez, ‒es que tú saques los pies del
plato, o te vayas de juerga, o que tengas algo en algún cuarto
trasero con alguien que no sea Jules. No es sólo una cuestión
de romperle el corazón, es una cuestión de salud. Ponlo en
riesgo, y te arrancaré los pulmones. Hijo de puta.

‒Con tu dedo meñique, ‒ dijo Robin, mientras su indignación


llegaba al punto de ebullición.

‒ ¿Correcto? Es un pequeño detalle, lo sé, pero ayuda a poner


la justa cantidad de terror en mí. Quiero decir que de otra
manera, sin el temor paralizante que me retuviera, yo
simplemente me iría por ahí a follar con desconocidos al azar.

Sam estaba claramente desconcertado por su vehemencia.

47
Pero esta vez Robin no había terminado.
El dejó que Sam tuviera su momento, muerte por un dedo
meñique, a la mierda.

‒¿No tienes ni la más pequeña pista, tu Neanderthal


homofóbico de mierda, de cuán completamente me has
insultado? Soy gay, así que debo de ser promiscuo,
¿correcto? Oh, y puedes tratar con la idea de que Jules y yo
hagamos el amor, ¿tú no eres valiente para encarar eso, pobre
cosa?

‒Eso no es lo que quería decir, ‒ protestó Sam.

Robin empujó la bolsa de fiambrería hacia él.

—Aquí tienes, sólo en caso de que necesites vomitar ante el


pensamiento de…

‒Jules y yo hemos sido amigos durante mucho tiempo.

Sam también se estaba enfadando ahora.

‒Mucho más tiempo del que tú lo has conocido.

‒No me había dado cuenta de que esto era un concurso.

Robin se lo arrojó a la cara.

‒Tú lo has conocido más tiempo, pero yo lo he conocido más


íntimamente. Hmmm, me pregunto quién gana. Estoy
sintiéndome muy seguro de que soy yo, porque diablos, ¿tú
buen amigo Jules? Es genial en la cama.

‒Si eso es todo lo que él es para ti…

48
‒Que. Te. Jodan.

Robin rebuscó en el bolsillo de su chaqueta la cajita de


joyería que había estado llevando a todas partes durante los
tres últimos días, desde que se le había ocurrido la loca idea
de… No. No era loca para nada. Era la idea más sana que
había tenido nunca.
Puso la pequeña caja con fuerza sobre la mesa delante de
Sam.

‒Y que se joda tu baño de santidad también. Yo soy el


que dijo que lo hago feliz. Tú eres el que hizo que fuera acerca
de sexo.

Sam miró de Robin a la cajita y vice versa.


La levantó y la abrió y…
Sam lo miró.
Jules siempre estaba diciendo que Sam era extra inteligente
para ser alguien que usaba botas de vaquero, y Robin podía
ver por su expresión que él sabía exactamente lo que estaba
sosteniendo.
Anillos de boda.

‒Tu puedes amenazar con arrancarme los pulmones si


quieres-, le dijo Robin más calmadamente ahora.

‒Eso no va a cambiar nada. Yo quiero a Jules. Sólo a


Jules. Y lo quiero para siempre. Lo amo, y me importa un
carajo si no me crees. Él único que necesita creerme es Jules.

Sam cerró la cajita de los anillos.

‒Yo no pienso que tú seas promiscuo porque seas gay-, le dijo


también en forma calmada.

49
‒Yo pienso que eres promiscuo porque eres un borracho.

Robin se sintió enfermo, porque sabía que no había mucho


que pudiera decir para responder a eso.
Había un video digital de siete minutos de duración que
mostraba a Robin en su última y más famosa borrachera, el
cual todavía tenía un record de visitas en YouTube
semanalmente, y probaba el punto de Sam.

‒También pienso, ‒ dijo Sam, ofreciendo la caja de los anillos


a Robin, ‒que tú realmente quieres permanecer sobrio.

‒Ambos sabemos-, Robin no pudo aguantarse de decirlo


mientras guardaba la cajita en su bolsillo, ‒lo bien que tus
amenazas me ayudarán a hacer justamente eso.

Él se detuvo.
Respiró hondo y exhaló con fuerza.

‒Sé que me he ganado tú desconfianza. Entiendo eso. Lo


acepto. Lo que no puedo aceptar es tú falta de respeto hacia
Jules, como si pensaras que él es incapaz de cuidar de sí
mismo, de manera que lo vas a hacer tú por él.

Para sorpresa de Robin, Sam asintió.

‒Tienes razón, definitivamente crucé la línea. Me disculpo.

‒Eso lo hace todo mejor.

Robin se puso de pie, sacudiendo las migas del sándwich de


sus jeans.

‒Me disculpas. Voy a ir a controlar a mi amante.

50
‒Yo también lo quiero, ‒ dijo Sam.

‒Si eso tiene algo de valor.

‒Lo siento, ‒ dijo Robin.

‒Tu eres sexy, pero no me gustan los tríos.

‒Eso no fue lo que quise decir, y lo sabes.

‒Sí, bueno, sólo pensé que sería bueno ponerlo sobre la


mesa, ‒replicó Robin.

Sam se rió de verdad.

‒Tú estás bien.

Y esa fue la gota que colmó el vaso.

‒Oh, qué bien, ‒ dijo Robin.

‒Estaba preocupado de que tal vez tú pensaras que yo no


estaba bien. Estoy tan contento de haber pasado tú examen.
Pero adivina qué, cabrón. Tienes un largo camino por hacer
antes de que pases el mío.

***

A sí que Sam realmente la había jodido.

51
La última cosa que había querido era crear una seria brecha
entre él y la pareja de Jules. Y aun así se había bañado en
santidad durante su pequeña charla.
Robin lo había entendido bien.
Pero Sam había vivido los meses finales de la relación de
Jules con Adam.
Había sido testigo de cómo su amigo se había sentido
destruido una y otra vez cada vez que descubría las
incontables infidelidades de Adam.
Jules le había asegurado a Sam de que a pesar de vivir juntos,
él y Adam nunca habían llegado al punto de confianza
suficiente como para montar a pelo, que en jerga gay
significaba tener sexo sin la protección de los condones.
Yup.
Esa había sido una tremenda conversación.
Aun así, Sam había tocado ese punto porque necesitaba
asegurarse de que Jules estaba siendo inteligente y se
cuidaba.
Pero eso fue antes, y esto era ahora, y Sam sospechaba que
las cosas podrían ser diferentes entre Robin y Jules en cuanto
a la confianza, y sí, eso lo asustaba.
Menos ahora, sin embargo, después del estallido de Robin.
Aun así, un alcohólico era un alcohólico, y si Robin resbalaba y
reincidía, sólo Dios sabía lo que él haría.
Pero Robin estaba en lo cierto.
La decisión de confiar en Robin, o no, iba a tener que tomarla
Jules.
No Sam.

Con un suspiro, Sam apagó la luz y regresó al interior.


Dentro todo estaba completamente oscuro, y tuvo que tantear
su camino al baño, dónde hizo sus necesidades, se lavó y se
desnudó, quedándose sólo con sus bóxers.

52
Entonces fue otra caminata a tientas a través de la oscuridad
hacia la cama donde Alyssa estaba profundamente dormida.
Sam se deslizó silenciosamente al lado de ella, consciente de
que podía oír la respiración de Alyssa, y también la de Jules.
El hecho de que no pudiera oír la de Robin significaba que la
estrella de cine probablemente todavía estaba despierto.
Y probablemente todavía enfadado por su conversación de
corazón a corazón.
Tal vez si Sam sólo dijera: “Mira, no me exprese bien, pero me
da miedo que vayas a herir a mi amigo, así que la jodí bien, y
lo lamento. ¿Podríamos tal vez empezar de nuevo?

Alyssa cambió de posición en la cama, curvándose contra él,


lo cual era agradable, pero hubiera sido mucho más agradable
sin los otros invitados a la fiesta de pijamas en la habitación.
Y por supuesto, desde que la opción de tener sexo con su
esposa estaba fuera del juego, Sam ahora se encontraba
incapaz de pensar en nada más.
Él había tenido problemas similares cuando se sentaba
delante de Alyssa en la mesa de conferencias durante las
reuniones en Troubleshooters, o subiendo al ascensor con ella
en una de las oficinas principales de alguno de sus clientes
corporativos.
Tenía que esforzarse mucho para poder concentrarse en
cualquier otra cosa aparte de lo suave que se sentiría el
deslizarse dentro del apretado calor de ella.
Él se lo había contado a ella una vez, y ella se había reído,
pensando que estaba bromeando.
Se las había arreglado para convencerla de que no era así.

‒ ¿Robin?

Sam se congeló cuando en la oscuridad, desde la otra cama


escuchó a Jules moverse.

53
‒Shhh-, la voz de Robin era suave.

‒Estoy justo aquí, cariño. ¿Qué necesitas? ¿Qué puedo


conseguirte?

‒Oh, Dios, ‒dijo Jules.

‒Mi boca sabe como… mierda de cerdo.

Las sábanas y mantas crujieron, Jules dijo;

—Oh, ew, no…” y entonces hubo algo que sonó


como… definitivamente como besándose.

Si Sam hubiera podido bizquear con sus orejas, lo hubiera


hecho.
Pero entonces se detuvieron y Robin susurró,

‒No sé sobre lo de cerdos. De perro, tal vez.


Jules se rió.

‒Cállate la boca.

Las colchas crujieron un poco más.

‒Aquí tienes, toma un sorbo de ginger ale. Sólo un sorbo


pequeño, no queremos que los fuegos artificiales vuelvan a
empezar.

Eso consiguió otra débil risa de Jules.

‒Dios, lo siento tanto. Se suponía que esto iba a ser…

—”Shhh,” volvió a decir Robin.

54
‒ ¿Tenemos un largo fin de semana, recuerdas?

Hubo un sonido seco cuando puso el vaso de ginger ale sobre


la mesita y entonces…

‒Mmmm. Ahora sabes a caca de perro con salsa de jengibre


picante.

‒Que te jodan.

Jules volvió a reír, pero entonces se detuvo y respiró con


fuerza.
Cuando volvió a hablar, su voz sonaba distinta.
Esta era jadeante y baja, con una corriente subyacente de
urgencia que Sam nunca antes le había escuchado a su
amigo.

‒Mejor todavía…

‒Whoa Robin- dijo a la vez.

‒Jules… Oh, mierda.

‒Me estoy sintiendo mucho mejor, ‒ dijo Jules.

‒Puedo verlo.

La voz de Robin sonó alterada.

‒Pero, ¡Ay! Nene, no estamos tan solos.

En la otra cama, como unos cuatro pies más allá de donde


Sam estaba acostado al lado de su esposa en la oscuridad,
Jules se quedó extremadamente quieto.

55
Por varios segundos, el único sonido discernible en la
habitación era la respiración de Alyssa lenta y constante.

‒No tengo ni idea de dónde estamos, ‒ admitió Jules. ‒


Estamos…

El contuvo el aliento, y cuando volvió a hablar, había asombro


en su voz.

‒ ¿Recuerdo haber visto a Alyssa?

‒Sí, así es, ‒ dijo Robin.

‒Estamos compartiendo una habitación del hotel con ella y


Sam.

Jules comenzó a reír.

‒Oh, mierda, ‒ dijo él.

‒Yup, ‒dijo Robin.

‒Hola, Sam, ‒ dijo Jules.

‒Sí, ‒ dijo Sam.

‒Decir hola en este punto parece… lamentablemente


inadecuado.

Eso hizo que ambos se rieran, pero era la manera como un par
de chicos se hubieran reído en una pijamada. Aunque trataban
de hacerlo silenciosamente para no despertar a Alyssa.
En estos días, sin embargo, ella podía dormir a través de una
tormenta.

56
‒Realmente yo no sabía que tú estabas aquí-, se disculpó
Jules.

‒Sí, eso como que está claro, ‒ dijo Sam.

‒Yo estoy, uh, contento de que te estés sintiendo mejor.

Ellos comenzaron a reírse otra vez, y ahora le recordó a Sam


el modo en que Alyssa y él se reían cuando se sentían felices
sólo de estar juntos, particularmente después de pasar varias
semanas separados.

‒Gracias por rescatarme, Bob Esponja, ‒ dijo Jules, cuando


recuperó el aliento.

‒Yo no hice nada, Calamargo (Calamar amigo de Bob


Esponja), ‒ dijo Sam en voz baja.

‒Todo lo hizo Robin. Él es, um… él te cuida muy bien.

‒Sí, él lo hace-, estuvo de acuerdo Jules.

‒Él realmente te ama, ‒ dijo Sam.

‒Gracias Cyrano, ‒ dijo Robin.

‒Pero vas a necesitar mucho más que eso para pasar mi


examen.

‒ ¿Qué examen?‒ preguntó Jules.

‒Yo sólo estoy poniendo las cosas claras, ‒ dijo Sam.

‒ Diciendo cómo las veo yo.

57
‒Estuvimos, um, bromeando hace un rato-, le dijo Robin a
Jules.

‒Yo insulté a Robin-, lo corrigió Sam, ‒y él ahora está siendo


amable, tratando de hacerte creer que sólo fue una broma,
cuando yo fui realmente muy grosero.

‒Oh, bien, ‒ dijo Jules.

‒Muchísimas gracias, Starrett.

‒Es lo que hago mejor.

‒Me disculpo por meter la logística en esta conversación, ‒


dijo Robin, ‒pero parece que está casi amaneciendo. ¿Tú y
Alyssa se van hoy día o…?

‒No, tenemos la habitación hasta el Domingo, ‒ le dijo Sam.

Definitivamente la luz se estaba filtrando bajo las pesadas


cortinas.

‒Nos estaremos levantando y saliendo alrededor de las nueve,


estamos yendo a visitar a Lainey y a los chicos. Mi hermana,
Elaine, y su esposo viven al oeste de Massachusetts.- Le
explicó Sam a Robin.

‒Mierda, ‒ dijo Robin, pero luego añadió, ‒De acuerdo. Está


bien. Esperaba que vosotros pudierais quedaros con Jules,
pero… simplemente llamare a Art. Ellos me reprogramaran el
rodaje.

‒De verdad me estoy sintiendo mucho mejor, ‒ dijo Jules.

58
‒ Ahora que el Taco de la Muerte ya se fue.

‒No te voy a dejar solo.

‒No seas tonto…

‒Esto no está abierto a discusión.

Robin hablaba en serio.


Aparentemente Jules no sabía el significado de no estar
abierto a discusión.
Él empezó a discutir.

‒Tú dijiste que era rodaje realmente importante, pero que


no tomaría mucho tiempo-, señaló.

‒Creo que probablemente sería inteligente si no hago mucho


de nada hoy, pero me estoy sintiendo lo suficientemente bien
para que tu…

‒Ellos tendrán que reprogramar.

Robin estaba decidido.


Jules trató de razonar con un poco de amonestación esta vez.

‒Este no es el mejor momento para que te portes como una


diva-, le dijo a Robin.

‒Estás en medio de negociaciones…

‒No, ‒ dijo Robin.

‒No lo estoy.

59
‒ ¿Qué?

Jules cambió de posición en la cama, de manera que pudiera


ver a Robin a la luz todavía tenue del amanecer.

‒ ¿Hiciste el trato? Pensé que estabas esperando para, bueno,


hablar conmigo.

Upsi, como Jules a veces decía,

‒No, ‒ dijo Robin.

‒Quiero decir, sí, estaba esperando, pero ¿qué hay que


hablar? ¿Cual es el punto? Odio esto de, yo en Boston y tú en
el D.C. Eso apesta. Estaba bien para las tomas cortas. Un día
o dos, ¿tal vez tres? Eso estaba funcionando. Pero esto…

Él sacudió la cabeza.

‒Así que les voy a decir a ellos que no. No hay trato. No más.
Terminaré mi contrato, y entonces me voy a casa.

Jules sonaba desconcertado.

‒Pero tú amas este trabajo. Dijiste que adoras personificar a


Jeff O'Reilly.

‒Es un gran rol–, estuvo de acuerdo Robin. ‒Y tal vez en uno


o dos años… Pero en este momento… yo sólo quiero estar
contigo.

‒Yo también quiero estar contigo, ‒ dijo Jules tranquilamente.

60
‒Es por eso que yo, um, bueno, he puesto la bola a rodar para,
uh, ser transferido a Boston.

‒No me jodas. ¡Oh!.

Sam no había tenido la intención de decir eso en voz alta.

‒Sí, te jodo, ‒ replicó Jules con aspereza. ‒Y puesto que no es


tú jodido asunto, Sr. Que-insultas-a-mi-Pareja…

‒Max nunca te va a soltar, Cassidy.

Muy bien, en realidad esto lo dejaba sin palabras.


Cerrando la condenada boca era lo que debería estar
haciendo, no discutiendo con Jules, quién ya estaba lo
suficientemente enfadado con él como para usar la palabra
joder dos veces en una parrafada.

‒Max piensa que es una buena idea, ‒ dijo Jules


defendiéndose a sí mismo.

‒Sí, claro, porque eso significa que quedarías fuera para


reemplazarlo. Él no tiene que buscar otra excusa para explicar
porque no vas a ser promovido.

Y sí, en verdad fue un silencio helado el que repentinamente le


pellizcó la nariz a Sam, considerando que la verdadera razón
por la que Jules no iba a conseguir esa promoción estaba
echada al lado de Jules justo en ese momento, y todo el
mundo en esa habitación también lo sabía.

‒Lo siento, ‒ añadió Sam.

61
‒ Realmente tú no quieres ser transferido fuera del D.C., ‒ dijo
Robin suavemente.

‒ ¿Verdad?

‒Es un puesto temporal, ‒ dijo Jules de la misma manera.

‒ Sería por un año, tal vez dos a lo sumo. Y aun sería parte del
equipo de Max. Yashi y Deb e incluso George vendrían
conmigo. Aun tendría que viajar de vez en cuando, eso
no cambiaría. Además estaría haciendo un montón de viajes
de un día al D.C. Pero cuando llegara a casa, yo estaría… en
casa. Contigo. Podríamos realmente tener un hogar. Tú sabes,
algo que nos pertenezca a ambos, en vez de que tú te
estés mudando a mi apartamento, lo cual está bien, si
terminamos haciendo eso, pero…

Sam estaba callado, Robin, también.

‒ ¿Qué? ¿No hay comentarios ni críticas del gallinero?

Jules claramente se lo estaba preguntando a Sam.

‒Sólo me estaba preguntando qué diablos está esperando


Robin, ‒ dijo finalmente Sam.

‒ ¿Una invitación grabada? ¿Vas a comenzar a hablar, Chico


Maravilla? Jules acaba de pedirte hacer un hogar juntos.
¿Necesitas algo más que eso?

‒Dios, te amo-, Robin respiró.

‒Ay caramba, yo también te amo, calabaza, ‒ dijo Sam.

62
‒Él me estaba hablando a mí, ‒ dijo Jules.

‒Sí, yo sólo estaba practicando para ser un cabrón. Requiere


de trabajo duro y una dedicación constante el sobresalir en mi
oficio como lo hago. Pero, para tú información, Robin tiene
algo más que preguntarte.

‒ ¿Estás seguro de que quieres hacer eso?- le preguntó Robin


a Jules.

‒No era eso, ‒ dijo Sam.

‒Estoy muy seguro, ‒ dijo Jules.

‒Cierra la boca, Starrett.

Entonces hubo un silencio, y Sam cerró los ojos, porque sabía


que Robin estaba besando otra vez a Jules.
Fue entonces cuando Robin finalmente preguntó lo que en
realidad quería.
Bueno, después de que Jules le diera otro buen beso sonoro.

‒Compañero de vida.

Jules estaba un poco sin aliento. De hecho, su voz sonaba


mucho como había sonado cuando él había dicho que se
estaba sintiendo mucho mejor…
Y eso estaba poniendo a Sam un poco nervioso.
Le echó una mirada a Alyssa, quien aún seguía durmiendo
como un bebé, tal como había estado cuando esta
conversación había empezado.

63
‒Cuando estábamos hablando con la gerente del hotel,
continuó Jules, ‒tú me llamaste compañero de vida. ¿Lo
sentías así?

‒Sí, ‒ dijo Robin.

‒Así lo sentía. Lo siento. Quiero pasar el resto de mi vida


contigo.

Fue ahí, finalmente, cuando respiró profundamente y lo dijo.

‒Cásate conmigo, Jules.

Jules se rió, pero no porque pensara que Robin era gracioso.


A Sam le sonó como si estuviera completamente sorprendido.

‒Guau.

‒En serio, ‒ dijo Robin.

‒Si nos mudamos a Boston, podemos realmente casarnos.

‒Sí, ‒ dijo Jules.

‒Lo se y… Guau…

‒Quiero casarme contigo, ‒ dijo Robin.

‒Quiero crear un hogar contigo, y envejecer contigo y…

‒Sí, ‒ dijo Jules.

‒Absolutamente, positivamente, sí. Dios, Robin, yo también


me quiero casar contigo.

64
Y entonces se volvió a hacer el silencio.
El cual, por extraño que parezca, esta vez parecía algo tierno.
Pero aun así, ya era suficiente.
Sam se inclinó y besó a Alyssa.

‒Despierta, dormilona, ‒ dijo él, y sus ojos se abrieron.

‒Hey.

Ella le sonrió, de la forma en que siempre lo hacía, incluso


cuando él la despertaba a una hora intempestiva.

‒Ponte alguna ropa encima, le dijo a ella.

‒Me ha dado esta loca urgencia de dar un largo paseo de una


hora a lo largo del Río Charles. Estaremos de regreso
en una hora-, repitió por si acaso no había sido lo
suficientemente claro.

Alyssa era una operativa experimentada.


Ella podía pasar de estar profundamente dormida a
completamente alerta en un segundo.
Fiel a su estilo, ella no lo decepcionó. No necesitaba ninguna
explicación. Simplemente se puso en movimiento. Se puso los
jeans, metió los pies en sus botas, se puso un sombrero,
agarró su chaqueta, mientras Sam se vestía con la ropa que
había dejado en el baño.
Ellos estaban afuera en el pasillo, cerrando la puerta tras ellos
en cuestión de segundos.
Fue sólo entonces cuando ella le preguntó a Sam.

‒ ¿Él lo hizo, verdad? ¿Le pidió a Robin que se case con él?

Sam asintió.

65
Pero entonces se dio cuenta de lo que ella había dicho.

‒Quieres decir que Robin se lo pidió a Jules.

Y además, ¿cómo lo sabía ella?

‒ ¿Robin se lo pidió a Jules?‒ repitió ella, sonriendo


ampliamente.

‒Jules estaba planeando pedírselo a Robin. De hecho, esta


noche.

Así que eso era sobre lo que habían estado susurrando los
últimos días pasados.
Sam la llevó hacia los ascensores.

‒Robin también lo había estado-, le contó a ella mientras


pulsaba el botón para bajar.

‒ Me enseñó esos anillos que tenía. Eran…bonitos. De tipo


gay, pero eso funciona, porque ellos son gays, así que…

‒ ¿Tú te sientes bien con eso?‒ le preguntó Alyssa.

‒Sé que tenías tus dudas sobre si Robin sería lo


suficientemente bueno para nuestro muchacho.

‒Él es bastante joven, ‒ señaló Sam mientras las puertas del


elevador se abrían y ellos entraban.

‒ ¿Mi madre cuántos tenía? Estaba en sus cincuentas cuando


dejó de beber. Él ni siquiera tiene treinta.

‒Todo el mundo sigue su propio camino.

66
Ella presionó el botón para el vestíbulo.

‒El ama realmente a Jules, no tengo dudas de eso. Y Jules…

Ella se rió.

‒Él se sentía miserable esta noche, Sam. Nunca lo había visto


tan enfermo. Y aun así…Todo estaba bien, porque Robin
estaba con él.

Sam la acercó hacia él y ella se acurrucó, con la cabeza contra


el corazón de él.

‒Conozco el sentimiento-, él le susurró.

‒Robin fue tan paciente y…tierno, ‒ dijo Alyssa.

‒ Hizo reír a Jules, incluso estando tan enfermo como estaba.

Ella sacudió la cabeza.

‒ Todo el mundo viene con algún tipo de equipaje.

Levantó la mirada hacia Sam, con la diversión en sus ojos.

‒Tú mismo no eres exactamente de bajo mantenimiento.


Pero siempre me haces reír.

Él la besó.

‒Eso es agradable saberlo.

‒Ellos de verdad se aman-, Alyssa le dijo, y él se dio cuenta de


que ella todavía estaba tratando de convencerlo.

67
‒Estoy bien con esto, ‒ dijo Sam.

‒Lo estoy. Sí, me sentiría mejor si Robin tuviera cinco años de


sobriedad bajo el cinturón, pero… como el mismo Chico
Maravilla me dijo esta noche, él hace a Jules muy, muy feliz.
Eso no lo dudo para nada.

Alyssa le sonrió.

‒Me alegro.

Hablando de hacer a Jules muy, muy feliz…Sam estaba


bastante seguro de que allí en la habitación del hotel, el índice
de felicidad estaba en esos momentos fuera de la escala para
sus dos amigos.
Y él también sabía, que a pesar de su difícil comienzo, todo
había sido perdonado.
Sí, ninguna duda acerca de eso.
Sam acababa de pasar el examen de Robin.

68
SEGUNDA PARTE

_LA SORPRESA DE LA FIESTA DE BODA_

NOVIEMBRE 10 BOSTON, MASSACHUSETTS

M ás de cincuenta personas estaban de pie, en silencio,


detrás de las puertas fuertemente cerradas de la sala de estar
decorada con el tema de la boda, cuando Jules y Robin
irrumpieron a través de la puerta delantera de su casa,
empapados por la lluvia torrencial.
Dolphina Patel todavía no se había acostumbrado a sus
entradas cargadas de energía, y si ella no hubiera estado
vigilando desde la ventana delantera, hojeando a medias el
correo del día mientras los esperaba, probablemente hubiera
saltado de su asiento en lo que alguna vez fue la sala de
recibir de la casa de la era pre-Victoriana.
Y eso a pesar del hecho de que este era el primer aniversario
de haber sido empleada como la asistente personal de
ambos.
Ella dejó el correo, la mayoría eran las respuestas a las
invitaciones para la boda de ellos a mediados de Diciembre, y
se dirigió al vestíbulo, incapaz de esconder su consternación.

‒ ¿No se llevaron un paraguas? les preguntó.

69
Su tarea había sido no sólo sacarlos de la casa mientras los
invitados llegaban, sino también ocuparse de que estuvieran
adecuadamente vestidos de forma casual.
Ahora ambos estaban completamente mojados.

‒ ¡Ostras! ‒dijo Jules, caminando hacia la alfombra del pasillo


justo delante de la puerta.

Acababan de barnizarles los hermosos suelos de madera de


arce.

‒ Cariño, tus zapatos.

‒No estaba lloviendo cuando salimos.

Robin se sacó los zapatos en cuestión y comenzó a sacarse el


suéter empapado por la cabeza.

‒ Jesús, mis jeans están mojados.

‒Claro que sí-, dijo Jules riéndose, ‒quítatelos justo aquí en el


vestíbulo, delante de Dolphina.

‒A Dolphina no le importa-, señaló Robin, sacándose los


pantalones mientras Jules la miraba a ella y ponía los ojos en
blanco con desesperación fingida.

Los dos hombres eran como un anuncio publicitario viviente


anunciando la alegría que se sentía cuando se encontraba al
verdadero amor.
Ellos evocaban un sentimiento de unión y alegre diversión en
todo lo que hacían. Incluso cuando el agua de la tubería del
desagüe había retrocedido hasta las bañeras del primer piso,

70
había habido una excesiva cantidad de carcajadas haciendo
eco en todas las habitaciones sin amueblar en ese momento.

Dolphina se había ido temprano a casa ese día, no queriendo


desanimar a sus dos jefes con su reacción negativa y
rechinamiento de dientes ante lo que Jules había insistido
en afirmar que “no era para tanto.”
Sólo ligeramente menos divertida había sido la colonia de
murciélagos que había venido con la casa.
Sí, colonia.
Como cuarenta murciélagos, docena arriba o abajo, viviendo
bajo el techo y en las paredes de la vivienda de 150 años de
antigüedad.

Ocasionalmente y, antes de que Eddie el Tipo de los


Murciélagos, que Dios bendiga su alma, hubiera venido y
salvado el día poniendo puertas de salida para murciélagos en
cada entrada y a todo lo largo de la línea del techo, un roedor
volador podía vagar volando hacia la parte de la casa sólo
para humanos, creando no poca cantidad de histeria,
mayormente de Dolphina, y gran cantidad de carcajadas.

¿Y la comedia que fue la renovación del cuarto de baño?


Empezando con la histéricamente divertida rotura de una
cañería y la algarabía de una cascada de agua que caía a
través del techo de la cocina, y continuando con el que era
ahora el día veintiocho en lo que había sido estimado como un
proyecto de cuatro días, cuatro días, a lo mucho…

‒Estamos viéndolo como una oportunidad, le había dicho Jules


a Dolphina alrededor del día dieciocho, cuando ya se habían
rendido a la esperanza de una reparación rápida.
‒Simplemente vamos a sacar todo y crearemos el cuarto de

71
baño principal de nuestros sueños. Estará terminado a finales
de Octubre o en Acción de Gracias a más tardar.
Aunque ella suponía que, comparado con ser disparado, y
ocasionalmente herido como Jules lo había sido en su trabajo
con el FBI, el tener aguas residuales en la bañera, treinta o
cuarenta murciélagos en el ático, y una cascada a través del
techo de la cocina, no era gran cosa.

Robin, también, había seguido el ejemplo de Jules y había


llevado todo con mucha tranquilidad.
Dolphina había trabajado para el actor tiempo atrás durante el
tiempo oscuro del cual ella pensaba como “Antes de Jules.”
Ella adoraba a Robin, de verdad lo adoraba, pero en ese
tiempo su método de enfrentar la más ligera cantidad de
estrés había incluido el consumir copiosas cantidades de
alcohol. Pero ahora él estaba limpio y sobrio, y trabajando duro
para permanecer así.
Y ella nunca lo había visto tan completamente feliz como lo
había sido en estas pocas semanas, a pesar de los
murciélagos y la mierda del cuarto de baño e incluso la mierda
de murciélago.

Robin estaba trabajando aquí en Boston, actuando en unas


series de TV por cable de alta calidad que estaba siendo
aclamada por la crítica, viviendo en esta hermosa antigüedad
de casa iluminada por el sol, y planeando su inminente boda
en la temporada de Navidad con el hombre de sus sueños.
Un hombre al que probablemente no le importaría nada si
Robin anduviera por ahí sólo con sus bóxers, 24/7.
Jules estaba mirando a Robin en ese preciso momento como
si no pudiera creer su buena suerte.

‒Dolph, ¿puedes traer una cesta para la ropa, si?- Le pidió


Robin.

72
‒Um…

El cuarto de la lavadora estaba fuera de la cocina, que estaba


al otro lado de la sala de estar.
Si ella abría esa puerta…

‒ ¿Por que no corren arriba y se ponen algo de ropa?

Sugirió ella.

‒Yo me haré cargo de esto.

Pero Jules finalmente se había sentado en la alfombrilla para


poder desatarse los cordones de las botas.

‒Caramba, mis dedos están congelados.

‒Está empezando a caer agua nieve allí afuera-, le dijo Robin


a Dolphina mientras se arrodillaba para ayudar a Jules con el
nudo.

‒No es nieve todavía, pero definitivamente tampoco es lluvia.


Es asombroso.

‒ ¿Asombroso?

Jules se rió mientras se sacaba el suéter.


La camiseta que tenía debajo también salió, pero igualmente
estaba húmeda, así que simplemente se la quitó.

‒Espera hasta Marzo. Para entonces lo estarás llamando algo


completamente diferente.

73
Robin era la estrella de cine, pero Jules era probablemente
incluso más atractivo.
Tenía el pelo oscuro en contraste con el de Robin rubio teñido,
tenía ojos marrones, y Robin los tenía azules neón, y era
aparentemente bajo comparado con la altura magra y
muscular de Robin. Pero su estatura era engañosa, era en
realidad, extremadamente duro.
Cuando ambos hombres estaban sin camisa, como lo estaban
ahora, era como vivir en un anuncio de Abercrombie & Fitch,
una celebración del six-pack, completo con tríceps y bíceps en
abundancia.
No cabía duda, Dolphina amaba su nuevo trabajo.

‒Tienes hielo en el pelo-, señaló Jules.

‒Tú también, nene.

Robin pasó sus dedos a través de las ondas muy cortas de


Jules.

‒Eso es tan salvaje. De verdad está cayendo hielo del cielo.

‒Eso sucede de vez en cuando, ‒ dijo Jules.

‒Lo llamamos invierno, aquí en el mundo real fuera del código


de área de Los Ángeles.

‒Tu In-Vier-No es extraño para mí, terrestre-, contraatacó


Robin, luego volvió a su voz normal.

‒Tú sabes, he visto esto en películas, pero verlo de tan cerca y


personalmente, estoy encontrando esta cosa del hielo en el
pelo realmente sexy.

74
Oh, querido.
Aunque para decir verdad, Robin encontraba la mayoría de las
cosas realmente sexys, especialmente cuando Jules estaba en
la habitación.

El por qué Robin la había contratado para trabajar para ellos


era algo que Dolphina no había podido descifrar.
Muy a menudo, especialmente cuando ellos reían juntos como
ahora, ella se sentía como Igor (el burrito amigo de Winnie-
The-Pooh).
Una manta empapada de fatalidad y pesimismo, deseosa de
aceptar que el amor existía, Robin y Jules eran la prueba de
eso, pero estaba convencida de que eso siempre quedaría
muy lejos de su solitario y depresivo entendimiento.

‒El Chico de California quiere que nieve para la boda-, le dijo


Jules a ella, sin dejar de mirar a los ojos a Robin.

‒ ¿No crees que eso sería romántico?

Robin también le estaba hablando a Dolphina, pero


sonriéndole a Jules.

‒ ¿Copos de nieve cayendo en el silencio de la noche?

El empezó a cantar.

‒Estoy soñando con una… boda blanca!

Era una mezcla perfecta de Bing y Billy Idol, y esto le ganó


más carcajadas e incluso un beso de Jules.
Un beso que Robin repitió, y profundizó.

75
‒Um, chicos, ‒ dijo ella, y Jules, quien usualmente era
demasiado cortés, por lo menos cuando ella estaba alrededor,
se retiró.

‒Lo siento, ‒dijo el, claramente avergonzado, lo cual era tonto.

Por supuesto que debería sentirse cómodo besando a su


prometido en la privacidad de su propio hogar.
Ella le había dicho eso cerca de cuatrocientas veces, pero él
se mantenía en sus trece.
A el le gustaba su privacidad, y era algo así como un Yankee
cuando se trataba de demostraciones afectivas en público.
Dolphina siempre le decía que ella no era el público, y a decir
verdad, él se estaba soltando un poquito. Pero el progreso era
lento.
Robin, por otro lado, no tenía reparos en besar a su alma
gemela delante de otras personas, incluso afuera en la calle.

‒Yo no lo siento, ‒ dijo él ahora.

‒Hay algo que necesitan saber.

Dolphina respiró hondo, lista para soltarlo todo, porque


claramente había momentos en que una fiesta sorpresa no
debería ser sorpresa, y esta se estaba convirtiendo
rápidamente en una de esas.
Pero ya era demasiado tarde.
Robin no estaba prestando atención mientras tiraba de Jules
para que se pusiera de pie, con ese brillo en sus ojos que
significaba que en cualquier momento iba a decir…

‒Tómate el resto del día libre, Dolph.

Pero entonces la miró y parpadeó.

76
‒De todas maneras, ¿qué estás haciendo aquí en un Sábado?

‒Eso es lo que estoy tratando de decirles-, empezó ella.

Pero ahora fue Jules el que estaba distraído con su ropa


mojada. Todavía tenía puestos sus jeans, aunque el primer
botón estaba desabotonado, haciéndolo ver más como un
modelo de alta costura que como un oficial del FBI de alto
rango.
Él había reunido sus cosas mojadas y se estaba dirigiendo a la
puerta de la sala de estar.

‒Jules, espere, ‒dijo Dolphina.

‒Sí, nene, estás goteando en el suelo-, le señaló Robin.

‒Conseguiré una toalla y lo secaré, ‒dijo Jules, cuando


Dolphina habló.

‒Chicos, de verdad, necesitan escuchar…

‒Dolph ha trabajado con muchos actores-, Robin habló por


sobre ellos dos.

‒A ella no le importa si te quitas los jeans.

‒Sí, bueno, yo pienso que le importaría hoy, porque sucede


que voy sin ropa interior, ‒ dijo Jules, a cincuenta amigos y
compañeros de trabajo cuando abrió la puerta de la sala de
estar.

‒Hola…a todos. Guau. Santo Dios.

77
‒También mucha información, de hecho-, Sam el amigo de
Jules que estaba de pie delante de una multitud, comenzó a
reírse.

Dolphina miró a Robin a los ojos y sonrió débilmente.

‒ ¿Sorpresa?

***

W ill Shroeder trató de mezclarse al fondo de la sala de


estar de Robin Chadwick, deseando que pudiera encontrar el
bar entre la aglomeración de gente y las risas.
Finalmente se rindió y le preguntó a uno de los hombres de pie
cerca de él, alto, con corte de pelo militar, que en donde se
escondían las cervezas.
El tipo le dirigió la más extraña de las miradas.
O tal vez no lo hizo.
Tal vez la extrañeza estaba sólo en la cabeza de Will.
GI Joe (soldado americano), después de todo, tenía unos ojos
gris pálido casi atemorizantes.
Era definitivamente desconcertante ser el centro de toda su
atención.

‒La soda está en el congelador,‒ dijo él, extendiendo su mano.

‒Soy Cosmo. El cuñado de Robin.

‒Will.

78
Él había aprendido, de la manera más dura, que siempre era
mucho mejor usar su verdadero nombre. Inventándose uno,
este podría con seguridad regresar hacia el para morderle el
trasero.

‒Soy amigo de Art Urban.

No era enteramente una mentira, aunque la palabra “amigo”


era estirarla hasta el reino de la ficción.
Y siendo un periodista ganador de premios, chapado a la
antigua, con el principio de ser el vehículo para entregar la
verdad de los hechos, había jurado que nunca volvería a caer
en escribir ficción.
Por supuesto, mentir para obtener una historia era
completamente distinto a mentir cuando escribías una.
O algo así, se dijo Will a sí mismo, especialmente en tiempos
como este.
Aunque en este momento, se estaba sintiendo enormemente
culpable.
Acababa de entrar y unirse a la fiesta. Nadie lo había
desafiado. De todos modos, todavía no.
Todos con los que se había encontrado hasta el momento
habían sido increíblemente amables, pero la culpa no evitaba
que hiciera preguntas de…
¡Bingo!, el cuñado de Robin Chadwick.

‒ ¿Estabas en…los Marines, no?

Will había hecho muy poca investigación para esta reunión,


asumiendo que podría llenar los huecos más tarde, cuando
estuviera escribiendo el reportaje para The Boston Globe. Pero
sí recordaba haber oído que la hermana de Chadwick, la
productora de Hollywood Jane Mercedes Chadwick, estaba
casada con una especie de ex guardaespaldas.

79
‒SEAL de la marina-, lo corrigió Cosmo.

‒En servicio activo.

‒Hala, de acuerdo. Debe de ser algo raro, ‒ dijo Will.

‒Tú eres un SEAL, pero el hermano de tú esposa es…tu


sabes.

‒ ¿Un actor?

Cosmo era tan tonto como una piedra o estaba jugando con él.
Will había conocido a algunos SEALs y ex SEALs durante sus
días de reportero investigador viajando alrededor del mundo, y
ser tonto como una piedra no encajaba en el perfil de un
SEAL. Así que fue directo al punto, sólo para medir la reacción
del hombre.

‒Gay, ‒ dijo él.

‒ ¿Por qué sería eso raro?

El SEAL cruzó sus enormes brazos, como si estuviera


resistiendo la urgencia de romper el cuello de Will.
Así que Will presionó un poco más lejos.

‒Tú estás completamente tranquilo con eso-, contraatacó,


medio preguntando, medio afirmando.

‒ ¿Robin abandona una lucrativa carrera en el cine, anuncia


que es gay, y que se está casando con otro hombre…?

Cosmo lo miró inexpresivamente por largo rato.

80
‒Dime otra vez, ¿quién eres tu?- le preguntó finalmente.

Definitivamente no era tonto como una piedra.


Era tiempo de huir.
Rápido.

‒Amigo de Art, ‒ dijo Will, sacando su teléfono del bolsillo.

‒ Discúlpame, tengo que tomar esta llamada.

Con el teléfono en la oreja, aun cuando nadie estaba


realmente al otro lado de la línea, se abrió camino hacia el otro
lado de la atestada habitación.
Casi lamentó el hecho de que Cosmo no lo siguiera, lo
agarrara, y lo echara de la fiesta, dejándolo bajo la helada
lluvia que seguía cayendo sin parar.
¿Qué estaba haciendo aquí? Se sentía surrealista.
Se había arrastrado a través de junglas para entrevistar a
líderes de guerrillas. Había investigado y excavado hasta que
puso al descubierto la ubicación de un campo de
entrenamiento de Al Qaeda, lo cual había ayudado
para que los Estados Unidos aprehendiera a docenas de
terroristas. Había estado de pie sobre las ruinas de una ciudad
arrasada por un terremoto y había escrito artículos que habían
movido y convencido a la gente para que enviara una ayuda
desesperadamente necesitada.
Era un reportero serio, no un reportero de historias sin
importancia.
De manera que alguna estrella de cine gay se iba a casar.
¿A quién en el planeta le importaba, aparte de a Paul, su
editor?
Y Will sospechaba que su editor estaba más interesado en
verlo fracasar en esta asignación.
Pero el fracaso no era una opción.

81
Estaba dispuesto a tomar cualquier asignación que le dieran,
porque ya no podía simplemente empacar y emprender
un viaje sin rumbo fijo, buscando la siguiente gran historia.
Gracias a su hermana, Arlene, tenía ahora un apartamento, y
un alquiler que pagar.
Necesitaba este trabajo, así que él iba a entregar lo imposible,
una entrevista con Robin Chadwick.
Y entonces sucedió, casi como si lo hubiera deseado, que el
mismo Robin apareció frente a Will.
Robin no estaba en medio de una conversación.
No estaba dirigiéndose a ningún otro sitio. Sólo estaba de pie
ahí, como si estuviera buscando a alguien.
Will guardó en el bolsillo su móvil.

‒Hola, Robin.

‒Hey, ¿has visto a Gina?

El actor era más alto de lo que se veía en la pantalla, e


incluso más atractivo, lo cual era lo contrario de lo que se
suponía que fuera.
También era más joven de lo que Will había esperado, pero
eso era posiblemente una ilusión debido al obvio placer que
irradiaba el hombre.
Claramente se había recuperado de ser sorprendido usando
sólo un par de bóxers, y ahora estaba completamente vestido
y disfrutando totalmente de la fiesta.
Will sacudió la cabeza.

‒Yo… yo no la he visto.

Él no sabía quién era Gina.

‒ Gran fiesta.

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‒Sí-, estuvo de acuerdo Robin.

‒No es exactamente la manera en que tenía la intención de


pasar mí sábado por la tarde, pero esto es muy agradable.
¿Nos hemos conocido antes?

‒No, ‒ dijo él.

‒ Soy Will.

Y Robin estrechó su mano.


Tenía un agarre cálido y sólido.

‒ ¿Trabajas con Jules?‒ preguntó Robin.

El momento de la verdad. O algo así.

‒No, ‒ dijo Will, consciente de que Cosmo todavía tenía la


mirada puesta en él desde el otro lado la sala.

‒Soy nuevo en la oficina. Había un correo electrónico dando


vueltas por ahí sobre esta despedida, así que… Espero que
esté bien que haya venido. Quería presentarme a mí mismo.

Resistió la urgencia de tocarse la nariz, ver si se había vuelto


más larga, aun cuando técnicamente eso no era mentira. No
había dicho que oficina, y si Robin asumía que él se refería a
Art Urban, pues que así fuera.

‒Por supuesto, está bien.

La legendaria generosidad de Robin obviamente no era sólo


una leyenda. Su carisma era también increíble. Cuando él le
hablaba a alguien, le estaba hablando sólo a él.

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Era impresionante.
Will había conocido a muchas celebridades cuyos ojos estaban
constantemente barriendo la habitación, buscando a alguien
más importante con quien hablar.

‒Bienvenido. Aunque tengo que ser honesto, este es un día de


no celulares para mí y para Jules, de cualquier manera. Eso
significa que no habrán llamadas, nada de negocios, sólo
diversión, Will, ¿de acuerdo?

‒Lo tengo.

‒Bien.

‒Pero tenía la esperanza de tener un tiempo para que


pudiéramos sentarnos y hablar.

Will observó cómo la sonrisa de Robin se desvanecía.


Se sintió como un cabrón, que era exactamente lo que él era.

‒Puede ser fuera de la oficina, de hecho, lo preferiría. Más


casual, relajado. ¿Tal vez pudiéramos encontrarnos para
tomar un café, o unas copas?

Robin era demasiado educado para simplemente dar media


vuelta y alejarse.

‒¿Will, puedo ser honesto? Estás presionando aquí el límite de


nada-de-negocios. ¿Por qué no telefoneas a mi asistenta
personal el lunes y arreglas algo? Su nombre es Dolphina, ella
está por aquí en algún lugar. Consigue su tarjeta y llámala,
¿de acuerdo?

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El estrechó otra vez la mano de Will, dándole una palmadita de
despedida en el hombro con la otra mano.

‒Lo siento, ‒ dijo Will rápidamente, antes de que Robin se


alejara.

‒Yo solamente… soy nuevo y quería hablar sobre las malas


noticias primero, tu sabes, los más recientes ratings.

‒Mierda, ‒ dijo Robin, mordiendo el anzuelo.

‒¿Estamos realmente bajos otra vez?

Lo estaban.
Will había investigado eso al menos. Y no era una mierda total
por darle al hombre esas sombrías noticias durante su fiesta.
Aun así, se obligó a asentir.

‒Es una cuestión de la franja horaria.

No sabía por qué la aclamada serie estaba luchando para


mantener su audiencia, pero era seguro que eso no estaba
siendo de ayuda.

‒Ellos siguen moviéndote. Mi propio TV ni siquiera te puede


encontrar.

La sonrisa de Robin ahora era triste.

‒Estupendo.

Will presionó un poco más.

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‒Sé que has dicho que no quieres entrevistas, especialmente
con respecto a tu inminente boda pero… Es una buena
historia, Robin. La gente siente curiosidad por ti. Tienen
curiosidad por tu prometido. Podemos mantenernos alejados
de preguntas invasivas, sabes, quien va arriba, quien abajo,
ese tipo de cosas.

Robin estaba sacudiendo la cabeza disgustado.

‒Pero esas son las preguntas que serían hechas, tú y yo lo


sabemos.

‒Tal vez la solución está en anticiparnos a eso, ‒ dijo Will.

‒ Podríamos responder que…

‒Ni siquiera cerca-, Robin lo cortó.

‒Cualquier cosa que yo diga sobre sexo, incluso si es


obviamente una broma, tu sabes, incluso si me burlo de ellos,
como por ejemplo, “Lo que realmente me encanta es hacerlo
con una máscara de cerdo, mientras me balanceo de un
candelabro”, y repentinamente eso se convierte en un buen
bocado por todo el TM-Zdot-com.

¿Y no era esa la verdad?


Will luchó contra la urgencia de decirle, “Para en este
momento. No me digas ni una palabra más. Mi iPod está
grabándote”.

‒ ¿Sabes cuál es el problema?

Robin bajó la voz para confiarle a él.

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‒No hay historia aquí. Todo el mundo piensa que la hay, tú
mismo lo dijiste, pero no la hay. Me enamoré de un hombre
estupendo e…hice algunas elecciones sobre cómo quería que
fuera mi vida, luz de sol en vez de sombras. Estoy convencido
de que hice las elecciones correctas, No lamento nada.
Disfruto de mi trabajo, espero que la serie se mantenga a flote,
pero si no lo hace, que así sea. Lo que es importante para mí
es que estoy en una maravillosa relación, y aleluya, Jules
también me ama. Nos vamos a casar por la misma razón por
la que todo el mundo se casa, porque queremos que nuestro
compromiso del uno con el otro sea públicamente conocido y
legal. Somos increíblemente felices, y realmente aburridos. No
hay conflicto, no hay historia. Así que los medios tratan de
crear una, porque el sexo vende, y porque el sexo gay todavía
asusta a algunas personas. ¿Aunque tú sabes lo que es
realmente atemorizante? El por qué tantos presuntos
conservadores quieren saber los detalles de lo que pasa en la
privacidad de mi dormitorio. Sin ofender, Will, tú me gustas,
pero realmente no quiero saber que hace mecer a tu bote
cuando estas desnudo con tu pareja. Tú haces tú asunto, y yo
haré el mío, y mientras seamos adultos que consienten,
¿cuál es el problema?

Will sacudió la cabeza, pero Robin, que Dios lo ayudara, sólo


estaba calentando motores.

‒De la forma en que yo lo veo, el sexo es una parte importante


en cualquier relación amorosa y romántica. Y sí, es
definitivamente parte de mi relación con Jules. Pero es
hermoso. No es atemorizante. Soy yo amándolo a él y él
amándome a mí. Es hacer el amor. Y estar con él me hace
más feliz de lo que nunca he sido, y eso me hace sentir
completo, y todas esas otras jodidas cosas que la gente
siempre dice sobre enamorarse, pero el resultado final es que

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esto no es una historia para las noticias a menos que yo diga
algo estúpido como 'sí, nos turnamos para estar arriba o
abajo.”

Maldición.

‒La historia,‒ continuó Robin, ‒es que hay gente allí afuera
que quiere decirme a quién puedo y a quién no puedo amar.
Como si ellos acabaran de hacer alguna ley, de que yo voy a
dejar a Jules. Tres películas, quince millones, Will. Eso es lo
que estaría ganando en este momento si me hubiera quedado
en el closet. En vez de eso, escogí la felicidad. Escogí el
respeto a mí mismo. Escogí el amor. ¿Si tú me encuentras un
reportero que entienda eso? Yo hablare con él. Pero eso no va
a suceder.

‒Los reporteros sólo son…

Will sintió la urgencia estúpida de tratar de explicar.

‒Ellos son como todo el mundo, tratando de pagar sus


cuentas.

‒Pero ellos están haciendo eso a mis expensas,‒ dijo Robin.

‒Tu no tenías que ser un actor-, señaló Will.

‒Cuando estabas haciendo aquellas elecciones, también


escogiste estar en el foco de la atención. No puedes quejarte
cuando…

‒En el foco de la atención, ‒ dijo Robin.

‒No bajo un microscopio.

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‒Bueno, como tu dijiste-, Will le dijo a él.

‒El sexo vende.

‒Tabloides-, señaló Robin.

‒No periódicos reales. No legítimos, los reporteros de noticias


que se respetan a sí mismos no perderían su tiempo en una
historia como esta.

Ay.

‒Habla con Dolphina, ‒ dijo Robin nuevamente.

‒Si todavía te quieres sentar conmigo, esta bien. Arregla algo.


Pero te lo estoy diciendo ahora mismo, no voy a hablar con
ningún reportero sobre mi boda o sobre mi relación con Jules.

‒Dolphina.

Will repitió el raro nombre, pensando, “Demasiado tarde,


hermano.”

‒Hey, aquí esta ella, ‒ dijo Robin, cogiendo a una joven mujer
de pelo oscuro de entre la gente.

‒Dolph, este es Will. Hazme un favor y arregla una reunión


para tomar un café con él para la siguiente semana. Tengo
que correr, le prometí a Gina un recorrido por la nueva casa.

Y con eso, él se fue, dejando en su lugar…


El mundo se inclinó.
Realmente se movió, y Will tuvo que abrir las piernas más

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ampliamente para mantener el equilibrio y no caer de lado
sobre su oreja.
Verdaderamente, la asistenta personal de Robin era la mujer
más hermosa que Will había visto en toda su vida. Pero él
había viajado por el mundo y había visto su parte de mujeres
hermosas, y su linda cara y figura esbelta no era lo que casi lo
había noqueado. Fueron sus ojos, esos increíbles ojos
oscuros.
Ella lo estaba mirando como si pudiera ver claramente dentro
de su cabeza, o tal vez como si lo reconociera como a alguien
que había conocido en alguna distante vida pasada…
¿Y no era esa la cantidad más grande de mierda que su
podrida cabeza alguna vez había ideado?.. probablemente
porque había pasado bastante tiempo desde la última vez que
se había acostado con alguien.
Pero entonces ella le sonrió, tirando su pelo largo y oscuro
sobre uno de sus hombros, y en algún lugar, muy cercano, los
ángeles cantaron y explotaron fuegos artificiales, porque ella lo
estaba mirando a él como si tampoco pudiera creer la
conexión que tenían, sólo con mirarse el uno al otro.

‒ ¿Will, verdad?

Ella adelantó su mano.

‒Yo soy Dolphina Patel. ¿Qué puedo hacer por usted?

Su voz era como música y tocar su mano era como llegar a


casa, y Will sabía que estaba tan jodido, porque esto no sólo
era acerca de sexo. No, él, el gran cínico, el Sr. Yo-Puedo-
Dejar-A-Cualquiera, acababa de enamorarse a primera vista.

90
***

‒ D olphina.

El hombre alto, de rostro cincelado, pelirrojo, que


Robin le había dicho a ella que se llamaba Will, repitió,

‒ ¿Cómo el pez?

De acuerdo.
Demasiado para esa fantasía que duró punto cero-cuatro-
segundos, de que Dolphina finalmente había encontrado a su
alma gemela.
Debió de ser un truco de la luz sombría del atardecer, creando
lo que se sintió como una chispa genuina.
Era casi gracioso, este hombre era exactamente lo contrario
de lo que ella hubiera pensado que era su tipo.
Asumiendo que alguien que había tenido exactamente tres
novios y medio en toda su vida tuviera un tipo.
Especialmente considerando que uno y medio de esos novios
fue cuando ella estaba en séptimo grado, cuando los novios
eran adquiridos por las notas garabateadas a toda prisa y
conversaciones sostenidas a distancia, a través de terceros
actuando de negociadores.
El pelirrojo Will era algo desaliñado, lo que a ella no le gustaba
nada. Aun cuando estaba usando una chaqueta y corbata, ella
tenía la sensación de que eran prestadas.
El olía bien, sin embargo, y estaba bien afeitado, sus mejillas y
barbilla se veían suaves. Pero había algo en él, en los planos y
ángulos duros de su rostro enjuto, y en el brillo de sus ojos

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color avellana, que la hacían pensar que en algún momento en
el pasado él había tenido una vida dura.
También era mayor de lo que ella pensó primero,
probablemente más cerca de los cuarenta que de los casi
treinta que ella tenía.
Ella retiró su mano.

—Dolphina, como el mamífero del mar. Si es demasiado para


usted, siéntase libre de llamarme Srta. Patel.

‒Lo siento, ‒ dijo él.

Realmente tenía una sonrisa muy agradable para ser alguien


que era genuinamente estúpido o estaba tratando de forma
estúpida de ser gracioso.

‒Un delfín no es un pez, por supuesto. Debo de haber


quedado estupidificado por su belleza.

Que gracioso que él hubiera usado esa palabra… Pero de


acuerdo.

‒Sé que esto pasa-, le dijo ella, con tan poca seriedad como
pudo. ‒ Por ese motivo trabajo para hombres gay. Mis poderes
de estupidificación parecen no afectarlos a ellos.

El se rió.

‒También es graciosa. Bien, bien.

‒Y odia que se refieran a ella en tercera persona.

Dolphina lo guió fuera de la sala de estar hacia la salita de


recepción.

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‒Mi calendario está aquí. ¿Qué tipo de cita quiere fijar?

‒Algo después del trabajo, ‒ dijo él.

—¿Tal vez unas copas?

Ella lo miró.

‒Robin dijo café por la mañana.

‒O unas copas, ‒ dijo Will.

‒Cualquiera de esas me van bien.

‒Él es un alcohólico en recuperación-, dijo ella llanamente.

Lo miró entrecerrando los ojos.

‒ ¿Cómo puede estar en esta fiesta y no saberlo?

Mientras ella lo observaba, él estaba claramente tratando de


pensar en alguna buena excusa. Pero terminó sólo sacudiendo
la cabeza.

‒Tengo que confesar que realmente no se mucho sobre Robin.


Prometo que investigare más antes de nuestra reunión.

‒Hmph, ‒ dijo ella mientras pasaba las hojas de su calendario.

‒ ¿Qué tal el martes a las diez y treinta?

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‒Ooh, ‒ dijo él, haciendo una mueca mientras vagaba por la
oficina, echándole un vistazo a los libros en los estantes y a la
colorida pintura que colgaba sobre la chimenea.

‒ ¿No hay manera de que sea el lunes?

—Lunes, Robin estaría grabando todo el día. Usted realmente


no querrá hablarle cuando está concentrado en su personaje.

‒Bueno, en realidad eso sería-…empezó a decir Will.

‒Lo siento, ‒ dijo Dolphina.

‒Estaba tratando de ser diplomática. Robin está tratando de


hacerme trabajar con eso del tacto. Pero la verdad es que
Robin no habla con nadie cuando esta filmando. Excepto con
sus compañeros actores y el director, y tal vez el A.D. Y con
Jules, por supuesto. Y conmigo. Algunas veces. Pero no con
usted. Sin ánimo de ofender.

Él estaba volviendo a sonreírle, y si ella no hubiera sabido lo


suficiente de guardar su distancia con hombres atractivos,
desaliñados, zalameros que podían hacer centellear sus ojos a
voluntad, su corazón podría haberse saltado un latido. Pero
no. Si ella estaba buscando ser aplastada contra el parabrisas
de la trágica realidad romántica, había por lo menos una media
docena de Navy SEALs perfectamente buenos esperando por
ella en la sala de estar.

‒Martes a las diez y treinta está bien-, le dijo él mientras


caminaba hacia su escritorio y levantaba el sobre que estaba
encima de la correspondencia sin abrir al lado de su
ordenador.

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‒Gracias.

Ella se lo quitó de las manos.

‒Sin tocar.

Él la miró hacia abajo y una vez más sus miradas se


encontraron. Y allí estaba otra vez, esa chispa eléctrica.

‒ ¿Usted recibe a menudo correspondencia del 1600 de la


Avenida Pennsylvania?- le pregunto él.

Dolphina miró la dirección del remitente.


Huh.

‒Esa es una respuesta a la invitación de su boda-, Will se dio


cuenta.

‒ ¿Realmente Robin invitó al Presidente Bryant a su boda?

Jules y Robin realmente habían hecho eso.


Este era, Jules había tranquilizado a Robin, solamente un
gesto de cortesía.
Bryant después de todo, era el jefe de su jefe, lo que lo hacía
también el jefe de Jules. Pero en el fondo, no había
manera de que el Presidente de los Estados Unidos fuera a
asistir.
Lo cual era algo bueno, porque tanto Jules como Robin
querían una boda pequeña. Una ceremonia tranquila y privada
con la familia y amigos, en realidad solo unas cuantas docenas
más de personas que las que estaban hoy en su fiesta.
La asistencia del Presidente convertiría el asunto en un circo
de tres pistas, tanto en términos de seguridad como en
cobertura periodística.

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Si ellos pensaron que tenían que batallar con hordas de
reporteros ahora…que Dios no permita que se presentara el
Presidente, entonces no habría manera de evitar que la prensa
asistiera.

‒Diablos.

Will mientras tanto había saltado a sus propias conclusiones.

‒El Presidente va a asistir a la boda de Robin y Jules.

‒Su secretaria probablemente sólo está enviando sus


disculpas, ‒ dijo Dolphina.

‒Ábralo y vea-, la urgió él.

Ella lo miró.

‒No podré decirle que dice. No es asunto suyo.

‒Sí, ¿pero no quiere saberlo?

Ella puso el sobre sobre el escritorio.

‒Ya lo averiguare más tarde.

Pensándolo bien, tomó la pila completa de correspondencia y


la metió en el cajón de su escritorio, cerrándolo con llave.

Ella volvió a levantar su agenda.

‒Kuhlman o Hartz?

‒ ¿Discúlpeme? ‒Dijo el.

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‒Su apellido.

Dolphina volvió a mirarlo.


Había dos Williams distintos en la lista de invitados a la fiesta.
Bueno, tres, incluyendo al pequeño Billy Richter, sobrino de
Robin.
William Kuhlman era el agente de bienes raíces que había
ayudado a Robin y a Jules a encontrar esta asombrosa casa.
William Hartz trabajaba para el FBI.
Su Will estaba dudando, y ella podía ver en sus ojos que
estaba sopesando los pros y los contras de… ¿mentirle?
Ella pasó las páginas para ver la lista de invitados, la revisó
rápidamente y…Por supuesto. William Kuhlman había asistido
a la despedida con su esposa, Jodie.
Que lindo.
Aparentemente él era su tipo, ya casado.
Ella esperó.
Él le echó una mirada a ella.
Ella levantó una ceja.

‒Qué diablos,‒ dijo él finalmente.

‒Es Schroeder.

El se lo deletreó mientras ella seguía mirándolo.

‒Es Alemán,‒ añadió él, como si eso pudiera hacerlo de


alguna forma más creíble.

‒En serio ‒dijo ella.

‒Porque Kuhlman también suena a Alemán.

‒ ¿Kuhlman?‒ preguntó el.

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‒Sí, probablemente lo es. ¿Quién es Kuhlman?

‒Usted, ‒ dijo ella.

‒William Kuhlman.

Él se rió.

‒Espere un segundo, ¿usted quiere decir Bill, el agente de


bienes raíces de Robin? Acabo de encontrármelo en la cocina.
Tipo simpático. Anteojos. Barbita.

Ella debía de haber continuado exudando escepticismo,


porque el sacó su billetera.

‒ ¿Quiere ver mi permiso de conducir?- él se lo acercó.

Ella la tomó.
La miró.
William T. Schroeder, seis pies una pulgada de altura,
nacido Mayo 22, 1967, Avenida Massachusetts 214…

Ella se dio la vuelta, abriendo la máquina copiadora de la


oficina, deslizando la licencia sobre el vidrio y cerrando la tapa.

‒Hey, ‒ dijo el.

‒ ¿No le importa, verdad?- Dolphina le preguntó mientras


presionaba el botón para sacar una copia del permiso de
conducir.

‒A mí, uh, como que sí me importa,‒ dijo él mientras la


máquina hacía ruidos.

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Ella la apagó otra vez, y luego le devolvió su permiso y puso la
copia que había sacado con sus notas.

‒Puede tener mi número telefónico también, si en realidad lo


quiere.

El volvió a poner su billetera dentro del bolsillo.

‒Considerando que Jules trabaja para el FBI, ‒ dijo Dolphina


dulcemente, ‒ estoy segura que seremos capaces de
encontrarlo. Si tenemos una razón para hacerlo.

‒Genial,‒ dijo él, aunque no sonaba como que lo dijera en


serio.

Porque William Schroeder no estaba en la lista de invitados de


hoy. Un hecho que sin duda él sabía, ya que los aguafiestas
tendían a saber que ellos estaban aguando una fiesta.
A pesar del hecho de que esta despedida de solteros se
estaba llevando a cabo en la casa de Jules y Robin, los
anfitriones oficiales eran ambos, la hermana de Robin, Jane y
su esposo, Cosmo, y los mejores amigos de Jules, Sam
Starret y Alyssa Locke.
Dolphina los había ayudado encargándose de la lista de
invitados y todas las RSVPs que llegaban.
Ella había hecho esa tarea significativamente mejor que la que
hizo haciendo llegar a los novios a la fiesta sorpresa con nada
más que su ropa interior.

‒ ¿Así que, usted bebe? le preguntó Will.

Dolphina se encontró parpadeando hacia él.


Seguramente él sabía que ahora ella sabía que se había
metido a esta fiesta…

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‒Porque si lo hace, tal vez podríamos, usted sabe, salir alguna
vez a tomar unas copas, ‒ finalizó el.

‒Me está invitando a salir-, ella aclaró.

‒Sí, lo estoy haciendo.

Él era definitivo.

‒La estupidificación se está desvaneciendo. Estoy


recuperando mi vocabulario habitual, y me gustaría mucho
salir con usted. Yo no creo que quiera sacar una copia de su
permiso de conducir para mí, ¿verdad?

Eso era algo que no iba a suceder de ninguna manera.

‒ Gracias, pero no, Sr. Schroeder-, le dijo ella.

‒A ambos, a sacar la copia y a las copas. No estoy para nada


disponible. Por el resto de mi vida.

‒Así que-…dijo él, sentándose en el brazo del sofá de cuero


que estaba bajo las ventanas que miraban hacia la transitada
calle.

‒ ¿Usted está viéndose con alguien y es algo serio?

‒No, ‒ dijo ella.

‒No estoy saliendo. Pero gracias por ofrecer esa opción para
una disculpa diplomática. La cuestión es que no me siento en
la necesidad de tener tacto en este momento.

Él se rió.

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‒ ¿Entonces usted simplemente… no está interesada?-
preguntó él.

‒Porque tal vez este equivocado, pero estoy percibiendo algo


que se siente por lo menos como una pizca de interés.

‒Absolutamente, ‒ admitió ella verazmente.

‒Pienso que usted es muy interesante. Demasiado


interesante.

‒Demasiado interesante, ‒ repitió él.

‒ ¿Es eso realmente posible?

‒Dígamelo usted-, contraatacó ella, sentándose detrás de su


ordenador y encendiéndolo.

‒ ¿O simplemente debería buscarlo por Google?

Él estaba tan quebrado ahora, no había manera de que el


siguiera sentado ahí y pretender que no lo estaba.

‒Mire-, el empezó a decir, pero lo que sea que iba a decirle a


ella, no tuvo la oportunidad de terminar.

‒Hey, Dolph.

Ese era Jules gritando desde el corredor.

‒¿Está Robin contigo?

‒No, no está-, le gritó a su vez.

101
Realmente tenían que conseguir un intercomunicador.

‒Dijo algo sobre darle a alguien un recorrido por la casa.

‒ ¿Me harías un favor?

Jules se acercó por el corredor para preguntarle a un nivel más


bajo de decibeles. Estaba cargando en su cadera al pequeño
sobrino de Robin.

‒Oh, hey, hola, ¿cómo estás?- él saludó a Will.

‒Lo siento Dolph, pero ¿te importaría subir al tercer piso y ver
si es que se ha quedado encerrado en la biblioteca otra vez?

Él le puso los ojos en blanco a Will.

‒ Tenemos un ligero problema con los mecanismos de cerrojo


en las puertas. Todas son realmente viejas, son de madera
mahogany. Son bellas, pero nunca sabes cuándo un pomo
se te va a quedar en la mano. Tú estiras y… si esto pasa
cuando la puerta está cerrada… ¡la cagaste!

‒No se vaya a ningún sitio, ‒ le ordenó Dolphina a Will.

‒No hables con él-, ella le ordenó de igual manera a Jules.

‒ ¿Qué? ¿Por qué?

Ella escuchó a Jules preguntando, claramente perplejo,


mientras ella subía de dos en dos las escaleras.

102
***

E stupendo.
Maravilloso.
Genial.
Robin no se lo podía creer.
Estaba encerrado en el sótano.
Había estado dándoles un recorrido por la casa a un grupo de
amigos de Jules del FBI, incluyendo a Gina Bhagat.
Gina era una vieja amiga de Jules que ahora estaba casada
con el jefe de él, Max.
Robin se había encontrado con Max en varias ocasiones en
situaciones de trabajo, y era gracioso. Casi había tropezado
con el hombre hoy en la cocina, y no lo había reconocido sin
su traje oscuro y la corbata. Usando jeans y un suéter,
sonriendo, con un brazo alrededor de su bella esposa, Max
Bhagat parecía una persona completamente distinta.
Gina había estado fascinada con la historia de la casa de Jules
y Robin, particularmente con el rumor de que el lugar había
sido una parada en el ferrocarril subterráneo.
Los esclavos que escapaban del norte hacia Canadá habían
estado escondidos aquí, probablemente en este mismo
sótano.
Así que Gina había querido verlo.
Mientras estaban allí abajo, Robin había advertido que una de
las estrechas ventanas al nivel del techo se había abierto, y se
estaba haciendo un charco de agua helada en el piso del
sótano.
Como esta era la última parada del recorrido de la casa, había
enviado a su pequeño grupo de regreso hacia arriba, dónde se

103
estaba caliente, y se fue a buscar una escalera para poder
cerrar la ventana.
Sin embargo, esta no se cerraba.
Era lo suficientemente hábil para arreglar cosas, y rápidamente
vio que parte del cerrojo de metal estaba oxidado y se
había roto.
Terminó poniendo un pedazo de madera contra la ventana, lo
que logró mantenerla cerrada.
Había puesto a un lado la escalera y subido los escalones…
El jodido pomo se le quedó en la mano.
Jesús, si no amara esta casa tanto, la odiaría. Sólo la semana
pasada se había quedado encerrado en la biblioteca del tercer
piso.
Y bueno. Sólo porque el pomo estaba en su mano no quería
decir que él no pudiera manipular el mecanismo y abrir la
puerta y… Golpe.
El eje de metal y el otro pomo se cayeron hacia el otro lado de
la puerta, dejándolo a él sin nada que agarrar y girar.
El agujero donde había estado era demasiado pequeño para
que pudiera meter más de un dedo, su meñique, y no podía
desarmar el cerrojo.
Las bisagras, por supuesto, estaban en el otro lado.
Robin golpeó la puerta por un rato, pero la entrada al sótano
estaba fuera del camino, en la parte de atrás del cuartito de
entrada a la cocina.
Si la puerta adicional entre el cuartito de entrada y la cocina
estaba cerrada, eso, combinado con el ruido de la fiesta,
significaba que nadie iba a escucharlo sin importar cuán fuerte
golpeara ni cuán alto gritara.
Había una puerta del sótano que daba a un minúsculo jardín
trasero, pero estaba cerrada con tornillos, y no había una llave
a la vista.

104
Y, por supuesto, su móvil estaba arriba en el dormitorio que
compartía con Jules, enchufado al cargador y configurado en
modo silencioso.
Tengamos un día-sin-celular, nene.
Esa había sido la brillante idea de Robin, concebida mientras
se cambiaban apresuradamente por ropa seca después de la
sorpresa que les dieron cincuenta de sus amigos y
compañeros de trabajo.

Todavía sonreía al recordar la expresión en la cara de Jules


cuando este se dio cuenta que acababa de decirle a casi todo
el mundo que conocía, incluyendo a su jefe, que no estaba
usando ropa interior.
Era usualmente Robin el que metía la pata de esa manera.

‒Bienvenido a mi mundo-, le había murmurado Robin a Jules,


quien se había reído mientras corrían escaleras arriba para
secarse y cambiarse.
Pero ahora, después de demasiados minutos sentado en los
peldaños helados de la escalera del sótano, esperando
solamente que Jules se diera cuenta que él no estaba, Robin
volvió a sacar la escalera y fue hacia la ventana trasera con el
seguro roto.
Vio que con un pequeño esfuerzo podía golpear el marco de
madera y sacar toda la ventana de la pared.
La pantalla salió con todo el ensamblado, dejando un agujero
que era ligeramente más grande que la misma ventana.
Más grande era algo bueno, pero más grande que diminuto
aún seguía siendo condenadamente pequeño.
Había un pozo de piedra semi circular fuera de la apertura.
Una zona con un jardín de flores, con lo que parecían racimos
de plantas liofilizadas de caléndulas, ennegrecidas y
esqueléticas, estaba en realidad varios pies por encima del
pozo lleno de hojas y la ventana.

105
Si Robin iba a arrastrase hacia afuera, si realmente pudiera
hacer pasar la cabeza y los hombros a través de ese estrecho
espacio, la única forma de hacerlo sería de espaldas, con la
cara hacia la parte de arriba de la ventana, de manera que
pudiera empujarse hacia arriba, a una posición sentada, con la
espalda hacia la pared del pozo.
Que bien que había estado haciendo sus abdominales
religiosamente.
La lluvia estaba cayendo más fuerte ahora, el viento la llevaba
hacia él, gruesa y fría.
Robin subió las escaleras y golpeó la puerta.

‒ ¡Hey! ¡Estoy encerrado aquí abajo! ¿Hay alguien ahí?

Pero nadie contestó.


Regresó a la ventana y se enrolló las mangas.

***

‒ No nos hemos conocido-, le dijo Jules al hombre que se las


había arreglado para sacar a Dolphina de la fiesta, eso no era
poca cosa.

‒Yo soy Jules, y este es Billy mi futuro sobrino político.

‒Will, ‒ dijo él, acercándose para estrechar la mano de Jules.

Tenía un agarre sólido y una sonrisa agradable.


El despeinó a Billy.

106
‒Hey, yo también fui un Billy cuando era pequeño.

‒No, ‒ dijo Billy.

‒Sí-, le dijo Jules al niñito, riéndose.

‒Billy y Will son ambos apodos para William. Y tú conociste al


amigo de tu tío Robin en la cocina, ¿te acuerdas? Él también
es William. Y William es el segundo nombre de tu papá,
¿verdad?

‒No,‒ dijo Billy, pero asintió con la cabecita.

‒Sí, solo estas siendo tonto ahora,‒dijo Jules.

‒Tú tonto también, tío Jules-, le dijo Billy.

‒Yo soy muy bueno siendo tonto. Tienes razón-, Jules estuvo
de acuerdo cuando el pequeño se abrazó fuerte a su cuello.

Sí, él podía acostumbrarse a esto.

‒Así que ¿por qué Dolphina no quiere que hable contigo?-


Jules le preguntó a Will.

‒La invite a salir-, admitió Will.

‒Tal vez tiene miedo de que te pida que des fe de mi


confiabilidad. Asumiendo que… todavía la confiabilidad pueda
ser prometida.

Jules se rió.

‒ ¿Y yo haría eso por ti por…?

107
‒Tu eres un romántico-, le dijo Will.

‒Te estás casando en un mes con un tipo que está loco por ti.
Yo no soy gay, pero incluso yo estoy un poco celoso después
de hablar con él. Te ama muchísimo, tú lo sabes.

Jules asintió.

‒Lo sé ahora, pero gracias. Siempre es agradable escucharlo.

Will lo estaba mirando de la forma más rara, como si él


estuviera por confesar ser el verdadero estrangulador de
Boston o algo igual y horrible. Pero entonces dijo,

‒Tienes algo verdaderamente bueno entre manos, y… está en


la naturaleza humana tratar de infectar a todos tus amigos
solteros con tu parejitas. Y aquí estoy yo, nuevo en el
escenario, pero enamorado de tu inimitable Srta. Patel. Ella, en
cambio, me encuentra interesante. Esa fue la palabra que
escogió. Desafortunadamente, ella va a tener una palabra
completamente diferente para mí cuando regrese de arriba.
Una que probablemente Billy no debería de oír.

‒Porque… eres un escritor-, Jules cayó en la cuenta, y Will


asintió.

‒Lo soy-, admitió.

Oh, esto no iba a ser bueno.


Jules miró a Billy.

‒ Anda y busca a tu papi ¿de acuerdo?

108
‒No, ‒ dijo Billy, pero volvió a asentir con la cabecita, y Jules lo
puso en el suelo, observando mientras el niño corría hacia la
sala de estar.
Sólo entonces se giró hacia Will.

‒ ¿En qué periódico trabajas?- Preguntó Jules, cuando


escuchó el sonido de los pasos de Dolphina bajando las
escaleras.

‒Robin no está allí arriba-, le dijo a Jules mientras bajaba, y


Will metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó una
tarjeta de presentación.

Esta estaba doblada y un poco maltratada en los bordes, así


como el mismo se veía.

—William Schroeder-, leyó Jules. —The Boston Globe.

Oh, que bien. The Globe.

‒ ¿Quién te invitó?- le preguntó al hombre, haciendo lo posible


para mantener su tono normal.

‒Nadie, ‒ dijo Will.

‒Yo solamente… escuché sobre esta fiesta y pensé en venir.


Ver si podía entrar. Ver con quien podría hablar.

Robin.
Maldición, había dicho que había hablado con Robin.

‒Entonces ¿qué es lo que quieres?- preguntó Jules.

‒¿Dinero? Porque eso no va a suceder.

109
‒ ¿Qué? No. Dios.

Era posible que realmente Will estuviera ofendido.


O, simplemente era un buen actor de mierda.

‒Yo sólo, no sé, quería darles una oportunidad para comentar.


En grabación. No tiene que ser ahora mismo, podríamos
quedar para un día de esta semana. Hacerlo bien. Sentarnos,
los tres, y hacer una verdadera entrevista.

Jules ya estaba sacudiendo la cabeza.

‒Pienso que será mejor que te vayas.

Dolphina ya había regresado, y estaba mirando de Will a Jules


y viceversa.

‒¿Entrevista?‒ dijo ella, horrorizada.

Jules le entregó a ella la tarjeta de Will.


Para darle crédito, ella no empezó a gritar. Pero era buena
captando la situación, e inmediatamente comenzó a elucubrar.

‒ ¿Podemos hacerlo arrestar?- preguntó ella.

‒Él se introdujo a la fiesta. No lo hizo rompiendo la cerradura


para entrar, pero no necesitas hacer eso para que sea un
crimen, ¿verdad? Allanamiento de morada. ¿No es así como lo
llaman?

‒Estoy apostando que alguien lo invitó, ‒ dijo Jules.

‒Sí, pero no es como que él sea un vampiro-, contraatacó


acaloradamente.

110
‒Él sabía que no estaba verdaderamente invitado, y aun así
vino.

Ella se giró hacia Will.

‒Debería estar avergonzado de sí mismo.

‒Supongo que ir por unas copas está fuera de discusión, ‒ dijo


Will.

‒ ¿Usted cree?‒dijo Dolphina.

‒ ¿Podemos demandarlo?- le preguntó a Jules.

‒ ¿O que tal si lo matamos y lo enterramos en el sótano?

‒Bueno, eso es un crimen, ‒ señaló Jules.

‒El Sr. Schroeder estaba retirándose.

‒Me encantaría que me dieras un comentario,‒ dijo Will, ‒ por


lo menos sobre las noticias de que el Presidente va a asistir a
tu boda.

Jules se volvió bruscamente hacia Dolphina.


Pero ella estaba sacudiendo la cabeza.

‒Recibimos su respuesta hoy-, le dijo a él.

‒Pero no la he abierto.

Eso era lo único que necesitaban en ese momento. No sólo la


asistencia del Presidente, lo cual sería suficientemente malo,

111
sino que se filtrara la noticia antes de que ellos organizaran un
plan de acción.

‒Tiempo de irse-, Jules le dijo a Will.

‒Hazme un favor, Dolphina, y sólo… anda ¿encuentra a


Robin?

Fue entonces que sonó el timbre de la puerta y siguió sonando


como si algún loco estuviera en el porche delantero.
El pomo de la puerta cerrada también fue sacudido.
Jules corrió a un lado las cortinas de las ventanas y…
En realidad había un loco allá afuera, alguien lo
suficientemente loco para estar en el frío sin su chaqueta
encima.
Robin estaba parado allí temblando, y…
Oh, Dios.
Las partes de él que no estaban empapadas estaban cubiertas
¿con….barro? Tenía hojas enmarañadas en el pelo que
estaba aplastado en su cabeza.
Pero el estaba sonriéndole a Jules y apuntando al cielo, donde
la lluvia finalmente había cambiado de aguanieve a copos de
nieve grandes y blancos.
Jules abrió la puerta de un tirón.

‒ ¿Qué pasó? ¿Estás bien?

‒Me quedé encerrado en el sótano, tuve que salir


arrastrándome fuera de la ventana.

Robin se encogió de hombros como quitándole importancia.

‒ ¡Mira, nene, esta nevando!

112
Su deleite era contagioso mientras agarraba a Jules afuera
con él, luego bajó de un salto los peldaños para dar vueltas en
la acera delante de su casa, con la nieve cayéndole en la cara,
en la boca abierta, en su pelo embarrado.

‒Hey, Will.

Robin saludó al reportero con una gran sonrisa, mientras Will


se abotonaba su abrigo y se enrollaba una bufanda alrededor
del cuello, preparándose para enfrentar a los elementos.

‒ ¿Te vas tan pronto?

‒Sí, ‒ dijo Will.

‒Tengo que irme.

Pero se detuvo un momento, acercándose más a Jules y


bajando la voz.

‒Pensé que él ya no estaba bebiendo, ‒dijo.

‒No lo hace, ‒ dijo Jules, con la indignación que sentía


haciendo que su voz sonara entrecortada y tensa.

‒Y si escribes que lo esta haciendo…pongámoslo de este


modo, nadie encontrará tu cadáver.

Will lo miró y Jules le devolvió la mirada fijamente.

—Ten miedo. Ten mucho miedo, hijo de puta.

El reportero finalmente hizo algo que podría haber sido un


asentimiento.

113
‒Voy a darte un pase libre y pretender que no escuché eso, ‒
dijo Will.

‒Pero como van las cosas…- hizo un ademan hacia Robin.

‒Yo escribiré lo que veo.

‒ Se quedó encerrado en el sótano-, le dijo Jules.

Él alzó la voz.

‒Robin, ¿Desde qué ventana saliste?

‒De la que está por el camino de la entrada-, Robin señaló


hacia el lateral de la casa.

‒Era más pequeña de lo que pensé. Me quedé medio


atascado.

Le sonrió a Will y luego se miró a sí mismo.

‒Qué desastre. No intenten esto en sus casas, chicos.

Se acercó a ellos.

‒Yo crecí en California del Sur. Esta es la primera vez que he


visto la nieve, ¿podéis creerlo?

Miró hacia la calle.

‒ Jesús, esto es hermoso…

Ah, maldición.

114
‒Robin, ‒ dijo Jules tranquilamente.

‒Deja que Will huela tu aliento.

Robin lo miró, sorprendido, e incluso un poco herido.

‒Yo sé que estás limpio-, le dijo Jules.

‒Yo lo sé. Confío en ti. Pero…él es un reportero. Y acaba de


preguntarme si habías estado bebiendo.

‒ ¿Qué? ‒dijo Robin.

Se giró hacia Will.

‒Tú, jodido mentiroso.

El exhaló fuerte, en la cara de Will, pero entonces dijo,

‒Eso no va a ser suficiente. Quiero decir, podría haber tomado


vodka, ¿verdad?

‒Es suficiente, ‒ confirmó Will, claramente descontento con


todo esto.

‒Te creo.

‒No.

Robin se mostró firme.

‒Me haré test antidopaje y haré que te faxeen los resultados.

Miró a Jules.

115
Estaba realmente alterado.

‒Lo quiero hacer.

‒De acuerdo, ‒ dijo Jules tranquilamente.

‒Lo lamento, ‒ dijo Will, volviéndose para echarle un vistazo a


la casa donde Dolphina estaba parada en la puerta de entrada,
abrazándose a sí misma.

‒Yo sólo… estoy haciendo mi trabajo.

‒Su trabajo apesta, ‒dijo Dolphina, y Will asintió.

‒Sí, ‒ dijo él, ‒algunas veces lo hace.

Y se marchó.

‒Por favor dime que no es de The National Voice.

Robin se veía enfermo, y Jules lo abrazó, al diablo con el


barro. Toda su alegría por la nieve que seguía cayendo se
había evaporado.

‒Boston Globe, ‒ dijo Jules.

‒ Dijo que… ¿tú hablaste con él?

Robin asintió.

‒Oh, sí. Oh, Jules, oh mi Dios…

‒Está bien-, Jules trató de tranquilizarlo.

116
Pero Robin sacudió la cabeza.

‒No, no lo está. Él va a parafrasear lo que dije que nos gusta


hacerlo con máscaras de cerdo.

Jules se rió.

‒ ¿Qué?

‒No es gracioso.

De alguna manera lo era. A cierto nivel, era extremadamente


divertido.

‒Deberíamos ver cuánto tiempo podemos mantener esa


historia viva.

Robin se sentó pesadamente en los peldaños.

‒Ay, Jesús.

‒Sólo por curiosidad, ‒ dijo Jules, sentándose a su lado.

‒¿Máscaras de cerdo…?

Robin puso los ojos en blanco.

‒Lo saqué de una película que vi tiempo atrás, no sé, ¿hace


diez años? Yo tal vez tendría dieciséis y eso como que me
marcó de por vida.

Él se rió sin poder creérselo.

117
‒Esta pareja estaba en ropa interior, preparándose para
empezar, ¿bien? Ellos estaban usando esas máscaras y
gruñendo como cerdos, no me preguntes por que. No era
erótico, era horrorífico, pienso que intencionadamente. El
hombre dijo algo, que ni siquiera sé que fue lo que dijo, pero la
mujer se pone toda presumida y dice, “cuando hablas lo
arruinas todo.”

Jules se rió.

‒Guau

‒Sí.

Robin finalmente también estaba sonriendo, pero todavía


triste.

‒Desde entonces, la idea de tener sexo con máscaras de


cerdo ha sido como lo peor que se me puede ocurrir. Esto
simplemente salió de mi boca cuando estaba hablando con el
reportero del Boston Globe.

Instantáneamente él estaba de regreso en la tierra de la


agonía.

‒Dios, la jodí. Me dijo que era nuevo en la oficina de Art, y le


creí.

‒ ¿Por que no lo harías?

Jules volvió a abrazarlo.

118
‒ Vino a nuestra casa, y te engañó… Cariño, de verdad, todo
va a estar bien. Vamos a llevarte adentro y a que te laves. Lo
que está hecho, hecho está.

El tiró de Robin para que se pusiera de pie.


Dolphina permanecía inmóvil justo en la puerta principal.
Ella la abrió cuando los vió venir.

‒Lo siento tanto, dijo ella.

‒Yo debería de haber…

‒No es culpa tuya-, la cortó Jules.

‒Nosotros, todos nosotros, deberíamos haber estado


preparados para este tipo de cosas. No va a volver a pasar,
enfoquémonos en eso.

‒A mí como que me agradaba él, ‒ dijo Robin.

‒Will.

Lo estúpido de la cuestión era que a Jules también le había


agradado de alguna manera.
Dolphina los sorprendió a ambos.

‒Odio sus jodidas agallas.

Ella miró a Jules.

‒Yo fotocopié su licencia de conducir en caso de que tú


realmente quieras matarlo.

‒ ¿Tú amenazaste con matarlo?‒ preguntó Robin.

119
‒ ¿Matar a quién?

Sam había salido de la sala de estar, claramente buscándolos


a ellos.

‒Ostras, ¿con quién tuviste una pelea en el barro, Chico


Maravilla?

‒Robin se quedó encerrado en el sótano-, le dijo Dolphina a


Sam.

‒Inmediatamente después de haber hablado involuntariamente


con un reportero que se metió en la fiesta.

Sam miró a Jules.


Gracias a Dios él no dijo nada para hacer sentir a Robin peor
de lo que obviamente ya se sentía. Pero la mirada de sus ojos
era pura “aquí vamos…”

‒Bueno, vayan ustedes dos y quítense todo ese barro ‒ dijo él

‒Alyssa dice que es tiempo de abrir los regalos, y ustedes no


quieren que ella se enfade. A pesar de que sería un buen
miembro del equipo para el asesinato que ustedes están
planeando.

‒Nadie va a matar a nadie ‒ anunció Jules.

‒Tengo que hacer un test antidopaje para enviar los resultados


a The Boston Globe-, les recordó Robin.

‒ ¿Quién quiere venir a verme orinar en una taza? Tiene que


ser alguien que no sea Jules, porque eso no es lo
suficientemente humillante.

120
Y ahora la mirada que le mandó Sam a Jules era de
comprensión.

‒Yo seré tu testigo.

‒Gracias-, le dijo Jules a su amigo.

‒Antes de que suban, creo que necesitan saber, ‒ dijo


Dolphina, y todos ellos se detuvieron y la miraron.

Ella respiró hondo.

‒El Presidente y la Sra. Bryant están planeando asistir a su


boda.

Jules se empezó a reír.


Por supuesto que lo harían.
Sam dijo una sentida palabra que parecía separada en dos
sílabas. “Mier-da.”

‒Tú dijiste que no vendrían, ‒ dijo Robin mirando a Jules.

‒Upsi, ‒ dijo Jules.

‒Es un gran honor.

Dolphina trató de hacerlo ver como algo muy bueno.

‒Pero tú no querías una boda grande.

Robin estaba preocupado, no por sí mismo, sino por Jules.

‒Va a tener que ser una boda grande ahora. Estará el


Servicio Secreto y…

121
‒No me importa.‒ Lo interrumpió Jules. ‒Yo sólo quiero
casarme contigo. Sólo quiero levantarme en una iglesia, y
decirle a todo el mundo que voy a amarte siempre. Me importa
un carajo cuantas docenas de ninjas con sus bastones de
fuego estén girando en círculos a nuestro alrededor.

‒Bueno, eso esta bien, ‒ señaló Sam.

‒Porque los ninjas, están trabajando en sus rutinas


empezando justo en este momento.

122
TERCERA PARTE

_ACCIÓN DE GRACIAS_

JUEVES, NOVIEMBRE 20 BOSTON, MASSACHUSETTS

L as cosas malas vienen de tres en tres.


Robin no podía recordar dónde había escuchado eso o quien
era el que lo había repetido tan a menudo durante su niñez
para que ahora se hubiera convertido en algo tan estable en el
interior de su mente.
Pero aquí estaba, esperando que cayera el tercer zapato malo.
La primera cosa mala, las malas noticias de Art Urban, había
sido rápidamente eclipsada por la segunda cosa mala del día:
Las “noticias” en el artículo de Will Schroeder.
Este finalmente había sido publicado hoy, dos condenados
días antes de Acción de Gracias.
Sólo que no se publicó en The Boston Globe.
Fue publicado en el Semanario de Satanás, esa madre de
todos los tabloides de pacotilla, The National Voice.
Y era muchísimo peor de lo que Robin jamás hubiese soñado,
porque además de incluir información novelesca, Schroeder
también había vendido la grabación de su conversación al
TMZdot-com.

123
Y ahí estaba, la confirmación de casi todo lo que Robin había
dicho en ese asqueroso artículo, citado entre comillas.
Esto hacía parecer como que el resto de la mierda que
Schroeder había escrito, también fuera cierta.
Robin todavía no había tenido la oportunidad de hablar sobre
esto con Jules, pero su prometido probablemente trataría de
darle un giro positivo a esto, o por lo menos convertirlo en una
broma.
Tal vez se pondría una máscara de cerdo esa noche cuando
estuvieran preparándose para ir a la cama. Y entonces,
cuando Robin se estuviera riendo de puro horror, Jules diría
algo como, 'Mira, esto ya sucedió. Dijiste algunas cosas a
alguien en quien no deberías haber confiado, pero cualquier
persona que escuche también esa grabación va a ponerlo todo
en contexto. Y francamente, Robin, pensé que lo que dijiste
fue hermoso. Tú me amas, nadie que escuche esa cinta va a
dudarlo”.

Sí, pero ¿qué hay de todo la gente que leyó el artículo pero
que no tenían acceso al Internet? O ¿de las así llamadas
estaciones-de noticias de la TV, las cuales transmiten esas
noticias sin ningún contexto?
Si Robin alguna vez volvía a ver a Schroeder, iba a arrancarle
los pulmones, al estilo Sam Starret.
Por supuesto, no era posible que eso sucediera, ya que la
tercera cosa mala de este día probablemente fuera que Robin
iba a ser atropellado por un autobús.
Las luces de todas las tiendas de moda de la Calle Newbury
brillaban a través de la ligera lluvia brumosa.
Robin apuró el paso rodeando a un grupo de estudiantes de
Berklee. Él tenía que hacer malabares para esquivar a algunos
compradores de regalos de Navidad que se movían con la
determinación de misiles buscadores de calor.

124
No eran las frías temperaturas lo que hacía parecer el invierno
tan diferente aquí en Boston, sino más bien el hecho de que el
sol se ponía muy temprano por la tarde, solsticio de invierno,
los días iban a ser ridículamente cortos.
Las noches decadentemente largas.
Lo que hacía de ese un momento bastante perfecto para tener
una boda por la noche.
En la esquina de Darmouth, Robin cruzó cuidadosamente la
Calle Newbury, dirigiéndose hacia el sitio favorito de él y de
Jules para encontrarse para cenar. Y encontró a Jules de pie
afuera bajo la luz del farol, hablando en su móvil, con cara de
agente del FBI.
Mierda, esa no era su cara de agente del FBI normal.
Algo malo había sucedido.
Que sorpresa.
¡Pong!
Cayó el condenadamente feo tercer zapato.
Robin vio claramente las palabras que Jules estaba por
decirle.
Ellas estaban en sus ojos, cuando cerró el móvil y se volvió
hacia Robin.

‒ Tengo que irme.

‒ ¿Dónde?- preguntó Robin, porque esa no era una cara de


'tengo que saltarme la cena y regresar a la oficina. Estaré en
casa alrededor de la medianoche'.

No, esta era la grande, la cara de 'tengo que coger un avión'. Y


sí, esa que tenía en el hombro era la maleta de viaje de Jules.

‒Afganistán, le dijo Jules.

Oh, Dios.

125
‒ ¿Cuándo?

Otra pregunta estúpida porque estaba claro que la respuesta


era 'ahora'.

‒Mi vuelo sale tan pronto como pueda llegar al aeropuerto-, le


confirmó Jules.

‒ Están retrasando el vuelo por mí.

Robin asintió.
Pero es nuestro primer día de Acción de Gracias …
Cosas que no se debían decir, particularmente desde que el
obvio pesar de Jules ya se le notaba.

‒Iré contigo al Logan.

Se giró hacia la pista para llamar a un taxi.

‒Estaré en el teléfono todo el tiempo-, le dijo Jules, cuando, sí,


su móvil empezó a sonar, como si el equipo de efectos de
sonido hubiera escuchado su señal.

‒Probablemente es mejor si no vas conmigo.

‒ ¿Mejor para quién?

Robin se volvió para preguntarle cuando un taxi se acercó


bruscamente a la acera.
Aunque hizo un esfuerzo, fue incapaz de evitar que su
temperamento se encendiera.

‒ ¿Para ti? Porque seguro como el infierno que no es lo mejor


para mí.

126
Titubeó unos instantes.

‒A menos que realmente no quieras que vaya contigo…

Jules lo miró con el corazón en sus ojos.

‒Me encantaría que vinieras conmigo-, admitió en voz baja


mientras silenciaba su móvil sin responder.

‒Pero sé que tienes que regresar al trabajo. A esta hora de la


noche el tráfico va a estar horrible. No quería que tu tuvieras
que…

‒Sólo súbete al taxi-, le dijo Robin, subiendo primero.

MIERCOLES, NOVIEMBRE 21

D olphina estaba pasmada.


No podía creer esto.

‒ ¿Qué dijo Jules?- ella le preguntó.

Robin estaba sentado en el sofá en la oficina de la sala de


recepción, vestido con pantalones de chándal y una camiseta,
con los pies descalzos y el pelo hecho un desastre.

127
Ella se había sorprendido de encontrarlo todavía en la casa
cuando había llegado para supervisar la entrega de
comestibles de la mañana.

‒ Deberías avisarme cuando el plan de rodaje cambia-, lo


había amonestado ella cuando él había entrado a la cocina
tambaleante para tomar café, claramente recién salido de la
cama.

Obviamente ella lo había despertado, y temía haber


interrumpido una mañana ociosa de dormir hasta tarde con
Jules.
Dios sabía que con los programas de trabajo de ambos
combinados y con la construcción en progreso de su cuarto de
baño, ellos no disfrutaban mucho de esas mañanas.
Pero Jules estaba fuera de la ciudad, muy lejos de la ciudad.
Y el plan de rodaje había sido más que simplemente
cambiado.

Robin ahora estaba mirando la pintura enmarcada que colgaba


sobre la chimenea, la que él y Jules habían comprado cuando
empezaba su relación, durante un viaje de fin de semana a
México.
Finalmente el desvió la vista hacia Dolphina, quien estaba
sentada en su escritorio.

‒No se lo dije a Jules.

‒ ¿Por qué no?

Ahora ella estaba doblemente pasmada.

‒Porque estaba en camino a Af-jodido-ghanistan.

128
El tono de Robin implicaba que ella tenía problemas mentales,
y tal vez ella los tenía, porque esto no tenía ningún sentido.
Ninguno, incluyendo que Robin le guardara ese secreto a
Jules.

‒No quería distraerlo-, añadió miserablemente.

‒Quiero decir, Dios…

‒ ¿Cómo pueden cancelar tu show?- Le preguntó ella.

De acuerdo, seguro, los ratings estaban bajos, pero Boston


Maratón era aclamado por la crítica. TV Guía estaba haciendo
un artículo la semana siguiente, llamándolo “El Mejor
Pequeño Show que Nadie está Viendo.”

‒Aparentemente fue fácil. Llamaron a Art y le dijeron, está


cancelado-, le dijo Robin morosamente.

‒Terminaremos este episodio después de Acción de


Gracias, lo pondrán en DVD. Estos tres últimos que hemos
hecho no saldrán al aire.

Sacudió la cabeza disgustado.


Robin le había contado a ella semanas atrás que algo de su
mejor trabajo estaba en esos episodios recientes.

‒ ¿Qué vas a hacer?- le preguntó ella ahora.

‒Orar a un poder superior para que Jules regrese sano y salvo


a casa-, le dijo.

‒ Esta noche, si es posible.

129
Dolphina le dio un vistazo a su reloj.
De acuerdo al plan de vuelo de Jules, sólo acababa de llegar a
Kandahar hace algunas horas.
Aun si el regresaba desde allí, lo que era improbable, no
lograría llegar a casa esta noche.

‒Quise decir que es lo que vas a hacer con el hecho de que


estás repentinamente disponible para otros trabajos-, ella
reformuló su pregunta.

Robin había tenido recientemente un montón de ofertas para


hacer películas, todas para roles secundarios, algunas de ellas
tentadoras. Pero todas iban a ser filmadas en Hollywood o en
una localización lejos de Boston.
Él se puso de pie.

‒Mi pareja está en peligro. Realmente crees que estoy


pensando en algo más.

La situación en Afganistán era mala.


De acuerdo a la red de noticias de veinticuatro horas, Al
Qaeda había capturado a cinco doctores y enfermeras de
un hospital de campo del Ejercito, el equivalente moderno de
una unidad M.A.S.H. (Serie sobre una unidad médica durante
la guerra en Vietnam). Los tenían como rehenes, amenazando
con decapitarlos, si un equipo de Rangers no retrocedían de
donde tenían a un grupo de terroristas acorralados en una
cueva de la montaña.
Jules había ido con su jefe, Max Bhagat, para ayudar en las
negociaciones, aun cuando los Estados Unidos sostenían su
política de nunca negociar con terroristas.
Dolphina sabía que el trabajo de Jules en un caso como este
era ayudar a ganar tiempo. Dar a los equipos de Operaciones
Especiales el tiempo para crear y facilitar un plan de rescate.

130
Jules probablemente iba a estar a salvo en Kandahar.
Sin embargo, en estos días con el resurgimiento de los
Talibanes, ni siquiera Kandahar era realmente tan seguro.

‒Lo siento.

Dolphina sacudió la cabeza.

‒Sólo pensé que tal vez una distracción ayudaría.

‒Gracias.

Robin se las arregló de alguna manera para sonreír.

‒Lo sé. Sólo que… No ayuda.

‒Robin, esto es lo que Jules hace-, dijo ella tan gentilmente


como podía.

‒Vas a tener que acostumbrarte a esto.

Para su crédito, él asintió.

‒Lo sé. Sólo encontremos una distracción que no involucre el


que planifique pasar un mes ininterrumpido fuera de casa, ¿de
acuerdo?

“Puedo programar un día en un spa”, ella estuvo a punto de


sugerir.
O podrían hacer una maratón de veinticuatro horas viendo a
Buffy La Cazavampiros. Y, oh, diablos. Ellos iban a tener que
discutir que hacer sobre la comida de Acción de Gracias del
día siguiente.

131
Robin y Jules habían invitado a sus amigos Sam y Alyssa,
pero ellos también ya habían sido llamados a Afganistán.
El compañero de trabajo de Jules, Yashi, Joe Hirabayashi,
había estado planeando asistir a la comida con su padre viudo.
Y Dolphina también estaba en la lista de invitados.
Dolphina sospechaba que Robin y Jules estaban tratando de
emparejarla con Yashi, sin ninguna duda, porque ellos se
habían dado cuenta de la depresión en que ella había caído
después de la debacle con ese anticristo de los reporteros, Will
Schroeder.
No era la falta de un hombre en su vida lo que la había hecho
deprimirse, sino mas bien su implacable atracción hacia
hombres que terminaban siendo mentirosos de clase mundial.
Ella podría ofrecer sus servicios a Jules y al FBI.
Sólo con que la pongan en una habitación con un grupo de
hombres, y ella gravitaría naturalmente hacia los que tuvieran
los secretos más grande y feos.

Antes de que ella pudiera decidir la mejor manera de traer a


colación el tema de la cena de Acción de Gracias sin
restregarle en la cara a Robin el hecho de que Jules no estaría
ahí para compartirla con ellos, el timbre de la puerta sonó.
La mirada en la cara de Robin fue una que Dolphina recordaría
por el resto de su vida.
Ella sabía exactamente que estaba pensando él, de que si
algo llegara a pasarle alguna vez a Jules, Robin sería
notificado en persona, no a través de una llamada telefónica. Y
ahora alguien había venido, sin anunciarse, a la puerta.

‒No respondas-, le dijo el, como si eso pudiera mantener fuera


cualquier mala noticia.

‒Probablemente sólo es…

132
Pero ella no podía pensar quien podría ser.
El cartero ya había venido, y ellos no estaban esperando
ningún paquete de FedEx.
Flores.
Era completamente posible que Jules, un romántico increíble,
haría algo considerado como mandarle a Robin un enorme
bouquet de tulipanes, las flores de primavera favoritas de él,
para dar por lo menos un toque de color a los días tristes por
venir.
El timbre volvió a sonar.

Dolphina fue al vestíbulo, retiró la cortina que cubría la ventana


en la puerta antigua, y…

‒Oh, Jesús-, dijo Robin.

Era Joe Hirabayashi, el que estaba de pie ahí afuera, Yashi,


que trabajaba con Jules.
Cuando sus ojos encontraron los de Dolphina, su corazón
cayó. Para lo que fuera que él estuviera aquí, no iba a ser
nada bueno.
Robin se sentó pesadamente en los peldaños que llevaban al
segundo piso.

‒Oh, mierda, por favor, no …

Dolphina abrió la puerta, y Yashi, que Dios lo bendiga, no


perdió tiempo con trivialidades. El sólo miró más allá de ella,
directamente a Robin.

‒Hablé con Jules hace veinte minutos-, reportó el agente del


FBI, y el corazón de Dolphina empezó a latir otra vez.

Ella sólo podía imaginarse el alivio que Robin estaba

133
sintiendo con esas noticias. Pero entonces Yashi continuó.

‒ Y él estaba ileso. Está con Max y Deb Erlanger. El hotel en el


cual se estaban quedando así como el cuartel general de los
de Operaciones Especiales, ambos han sido
bombardeados, pero ellos están bien-, repitió.

‒Pero más mierda está cayendo, la ciudad entera está bajo


ataque, y hace cerca de quince minutos hemos perdido
ambas, las comunicaciones con móviles y con el satélite. La
historia de las bombas está por salir en las noticias. Yo no
quería que lo escucharas primero ahí.

Robin asintió, estaba pálido.

‒ ¿Cómo de malo es?- pregunto él.

Yashi no le mintió.

‒Es malo-, admitió.

Querido Dios.

‒Pasa, por favor, ‒dijo Dolphina.

‒No puedo-, le dijo Yashi.

Ella se lo había encontrado un buen número de veces, y él


siempre se había mostrado mas bien inexpresivo, como si la
frecuencia de su pulso promedio fuera alrededor de veinte
latidos por minuto. Pero ahora el claramente tenía subida la
adrenalina.

134
‒Estoy en camino al Logan. Tengo que llegar al D.C. En
realidad yo no debería haber parado aquí, pero…Estaba de
camino, y quería que lo supierais. Él está bien, ¿lo entiendes,
Robin? Vamos a hacer todo lo que podamos para sacarlo de
allí.

‒Sí, ‒ dijo Robin.

‒Gracias.

‒Y mientras tanto-, Yashi estaba tratando de tranquilizarlo,


pero en los ojos del hombre definitivamente había
preocupación, ‒él está con Max y Deb, y los tres son los
mejores agentes de campo con los que he trabajado.

‒Correcto, ‒ dijo Robin.

—Eso es bueno.

‒Haceros un favor-, Yashi les dijo a ambos.

‒No miréis las noticias. Todo lo que ellos hacen es especular,


y no necesitáis eso. Os llamaré cuando sepa algo.

Dolphina cerró la puerta tras él, y se volvió para mirar a Robin.


Pero él ya se había ido a la sala de estar.
Y puesto el canal de la CNN.

***

135
W ill sabía que nunca iba a ser un buen tiempo para hacer
esto. De manera que más le valía hacerlo ahora, mientras
tenía a una niñera con Maggie.
Haría esto y luego pararía en la tienda de comestibles para
comprar los ingredientes para una verdadera comida de
Acción de Gracias.
No era que hubiera cocinado un pavo antes. Pero siempre
había una primera vez para todo, y Dios sabía que los
días pasados, diablos, todo este año, había estado hasta los
topes de primeras veces.
Will hizo girar sus hombros y su cuello cuando estaba parado
frente al porche de Robin Chadwick, tratando de aliviar un
poco de tensión. Pero eso no iba a suceder, así que finalmente
simplemente lo hizo.
Levantó el dedo y tocó el timbre.
No tuvo que esperar mucho antes de que la cortina fuera
retirada y…La puerta se abrió para dejar ver a Dolphina Patel,
quien sin duda estaba trabajando extremadamente tarde.
Maldición.
Otra de sus razones para hacer esto ahora tuvo que ver con el
razonamiento de que por lo menos Dolphina no estaría
alrededor para ser testigo de su denigración.
Al menos no tendría que soportar el malestar de ver en los
ojos de ella el desdén y el disgusto.
Sí, demasiado para esa esperanza.
Ella estaba incluso más hermosa de lo que la recordaba, que
ya era decir algo.
Sólo mirarla hacía que le doliera el pecho.

‒Me asustó.

Ella estaba furiosa, que era muy parecida a la forma en que la

136
dejó, la última vez que él había estado aquí.

‒Está bien-, ella dijo hacia el interior de la casa.

‒No es nadie.

Ay

‒Lamento molestarla, ‒ dijo él.

‒ ¿Están Robin y Jules en casa?

‒No para usted, basura.

Ella le cerró la puerta en la cara.


Will suspiró y volvió a tocar el timbre.
La puerta se abrió casi inmediatamente.

‒Pare de hacer eso, ‒ susurró Dolphina.

‒Váyase.

Él no necesita esto justo ahora.

—Fuera.

Ella movió la mano hacia el como si fuera alguna especie de


basura de la variedad de un perro callejero.
Se mantuvo firme.

‒Esto es importante.

Ella se rió.
Oh, ¿en serio?

137
‒Lo es.

‒Si usted no se va, voy a llamar a la policía.

‒Quien es, Dolph?

Esa era la voz de Robin, viniendo hacia el vestíbulo, detrás de


ella.

‒Prepárese para morir, cabrón,‒ le susurró Dolphina a Will, y


con una floritura, abrió más la puerta.

Robin se rió de verdad cuando lo vio parado ahí.

‒ Guau, ‒ dijo.

‒Sí que tienes algunas pelotas.

Will le tendió el archivo que tenía agarrado con sus dedos casi
congelados.
Uno de estos días, preferentemente antes de que terminara el
invierno, pero probablemente no sin un grupo de apoyo, él iba
a aceptar el hecho de que no vivía más en la tropical
Indonesia, y se conseguiría un par de guantes.

‒Yo no escribí la historia que salió en The National Voice-, el


habló rápido, porque sabía que probablemente no iba a tener
otra oportunidad para decirlo.

‒Tenía tu nombre, ‒ señaló Dolphina.

‒Sí, pero yo no la escribí, ‒ dijo él.

138
‒Yo quería que vieras la historia que sí escribí, la que era para
el Globe. Ellos no la publicaron por culpa de la jodida
National Voice. Disculpe-, le dijo a Dolphina.

‒Pero no hay otra palabra que los describa tan exactamente.


Mi ordenador fue pirateado y mis notas fueron robadas. Escribí
una segunda historia, hoy, acerca de cómo sucedió y quién de
la National Voice está involucrado. Está aquí dentro, también.
Se suponía que iba a salir publicado mañana, pero la están
dejando de lado por la historia de un amigo acerca de, bueno,
eventos mundiales más volátiles. Él está en el centro de las
cosas, así que…

Robín extendió la mano y tomó el archivo.

‒Afganistán, ‒ dijo él.

Maldición, pero el actor estaba exudando gravedad.


Will no había esperado que Robin se mostrara amigable, pero
esto era algo intenso.
Asintió.

‒En una trinchera.

‒ ¿Tú amigo está en realidad allí?- le preguntó Robin.

‒Él es más un eneamigo, ‒admitió Will, ‒pero, sí. Jack Lloyd.


Él está en Kandahar, donde se están llevando a cabo los
combates. Ha estado enviando actualizaciones por correo
electrónico a todo el mundo en el Globe. Es una locura lo que
está pasando.

‒He estado mirando las noticias, ‒ dijo Robin.

139
‒Ellos están retrasados unas horas-, le dijo Will.

‒ Son buenos comunicando los grandes eventos, pero no lo


son con los detalles.

‒No jodas, ‒ dijo Robin.

‒ ¿Cómo logra mandar los correos electrónicos Jack?

‒No tengo la menor idea, ‒ dijo Will.

Robin asintió. Le dio una palmada al archivo.

‒ ¿Tú quieres que lea esto?

‒Para eso te lo traje.

Will no estaba buscando perdón tanto como


entendimiento. Por supuesto, ahí estaba el pequeño asunto de
la grabación digital que había vendido a TMZ, en un intento de
que el mundo supiera que había dicho Robin en realidad, en
contexto. Un cheque por la cantidad total de la venta, Diez mil
dólares, a nombre de Robin, también estaba en el archivo. No
había manera de que Will se quedara con eso. No había
vendido la cinta para beneficiarse, sino en nombre de la
verdad.

‒Porque no pasas-, Robin lo sorprendió al decirlo.

‒Robin.

La voz de Dolphina guardaba una advertencia.


Will cometió el error de darle una mirada.
Los ojos de ella estaban llenos de preocupación, pero

140
entonces ella desvió su mirada hacia él. Y él había pensado
que hacía frío aquí en el porche.
Después de esa mirada, era posible que el fuera a
desmoronarse en pequeños fragmentos de hielo.

‒No lo hagas.

No estaba completamente claro si Dolphina le estaba hablando


a Robin, o advirtiéndole a Will de que no entrara a la casa.
Pero Will lo hizo.
Con un pie y luego con el otro. Y entonces Robin cerró la
puerta detrás de él y volvía a estar dentro de la hermosa y
antigua casa de Chadwick, de pie en el mismo vestíbulo en el
que estaba Dolphina Patel, lo cual era algo así como un shock
para su sistema, incluso con los carámbanos que goteaban del
odio palpable que ella sentía por él.
Pero las sorpresas simplemente siguieron llegando.

‒Si me muestras los correos electrónicos de Jack-, le dijo


Robin a Will, ‒si te quedas esta noche, y me dices cuando
lleguen las noticias de él, yo leeré tu archivo por la mañana.

—¿Qué estaba sucediendo?

Will miró a Dolphina, pero ella estaba sacudiendo la


cabeza.

‒Robin, no vas a averiguar nada más de lo que ya sabes.

Ella miró a Will.

‒Por favor, sólo váyase.

Pero Robin lo tenía agarrado del brazo.

141
El hombre tenía un agarre del demonio.

‒ ¿Tenemos un trato? le preguntó.

‒Sí, ‒dijo Will, y no solamente porque repentinamente era


consciente de que los músculos de Robin no eran sólo para
mostrar.

‒Sólo tengo que llamar a mi niñera, asegurarme de que puede


quedarse. Si no, bueno… no vivo tan lejos de aquí. Sólo me
tomará cerca de treinta minutos ir a recoger a Maggie y
regresar aquí. Quiero decir, si eso está bien. Ella podría dormir
en el sofá.

‒Por mí está bien.

Robin ya estaba encaminándose a la habitación del frente


donde Dolphina tenía su escritorio.

‒Aquí. Puedes usar el ordenador de Dolphina. Si tú le mandas


un correo electrónico a él, ¿crees que lo responderá?

Estaba volviendo a hablar de Jack.

‒Si él está conectado, ‒ dijo Will.

‒Seguro.

Jack sin duda estaría regodeándose sobre el hecho de que


estaba en el lugar correcto en el momento correcto para la
historia del año.

‒ ¿Tienes una hija?

142
Dolphina los siguió.
Ella hizo su pregunta en el mismo tono que usaría para
preguntar por una explosión demográfica de cucarachas en el
departamento de él.

‒Ella es la hija de mi hermana, ‒ explicó Will.

‒ Tiene doce años.

No estaba seguro de por que le había contado eso a ella.


¿Que diferencia había si Mags tenía doce contra cualquier otra
edad?

‒Tú vives con una niña de doce años.

Dolphina se rió disimuladamente.


Su tono probablemente había sido de incredulidad sarcástica,
pero Will prefirió pensar que ella estaba perpleja.
Porque este era un concepto que la dejaba perpleja, el que
compartiera su apartamento con una niña de doce años.
Y con ese pensamiento, él supo por que le había contado a
Dolphina que Mags tenía doce años. Porque Maggie era la
razón de que él se hubiera introducido en la despedida de
solteros. Maggie era la razón por la que él hacía todo en estos
días. Quería que Dolphina Patel supiera eso, y que entendiera
totalmente que fue lo que sucedió con esos cabrones de The
National Voice, e incluso que lo perdonara.
Y de acuerdo, ¿honestamente? Quería que ella cayera en sus
brazos y, sí, en su cama, lo cual irónicamente no iba a suceder
aun si ocurrían una multitud de milagros, porque desde hacía
dos meses, Will tenía a una niña de doce años viviendo con él.
Para decir verdad, él había venido aquí esta noche no sólo
porque quería dejar las cosas claras entre él y Robin y Jules.
Él había venido porque una parte significativa de él tenía la

143
esperanza de que Robin, o más posiblemente Jules, hicieran
más que solamente entender, y de alguna manera, le hablaran
a Dolphina para que le diera a Will una oportunidad.
Maldición, él era un tonto.
Todavía estaba esperando que Jules Cassidy lo pudiera
ayudar a decir su versión.

‒ ¿Dónde está Jules esta noche?‒ preguntó el mientras usaba


el ordenador de Dolphina para entrar a su correo online.

Ninguno de ellos contestó inmediatamente, y él le echó una


mirada por sobre el hombro a Robin.

‒Esta en Kandahar-, finalmente le dijo Robin.

Y repentinamente, con un escalofrío que no vino ni del viento


del norte ni de los ojos de Dolphina, Will entendió exactamente
que estaba sucediendo aquí.

***

L a esposa de Max, Gina, llamó a las nueve de la noche,


cerca de una hora después que Will hubiera llegado.

‒Quítale el seguro a tu puerta delantera-, le


dijo a Robin.

‒Estamos en tu camino de entrada. No quiero tocar el timbre.

144
“Nosotros” no eran solamente Gina y su hija bebé, Emma, sino
también una mujer que Robin nunca había visto antes, quien
se presentó a sí misma como Joan DaCosta.

‒Somos el contingente de la Costa Este-, le dijo Joan a Robin


mientras lo envolvía en un abrazo.

Ella era alta y de huesos grandes, y no fue hasta que él le


devolvió el abrazo que se dio cuenta que ella no era tamaño
queen-size, estaba embarazada.

‒Estamos en el punto, como a los tipos de la Costa Oeste


les gusta decir. Me tomó un poco más de tiempo llegar, y tú
estás totalmente confundido, ¿verdad?

Tenía una cara bonita, con vivaces ojos oscuros y una sonrisa
cálida.
A Robin ya le gustaba, pero aun no tenía idea de quien era
ella.

‒Soy la esposa de Mike Muldoon-, le explicó ella, aunque eso


no ayudo mucho.

‒ ¿Teniente Muldoon?- ella trató de nuevo.

‒ Es el oficial que está comandando el equipo de los SEALS


que están yendo a sacar a Jules de allí, “para tratar”. La
próxima vez que el tipo ese Yashi use la palabra tratar, tienes
mi permiso para darle un buen coscorrón. Mike no trata, él
hace el trabajo. El traerá a Jules a casa.

‒Y a Max y a Deb. Traigámoslos a casa, por favor,‒ dijo Gina,


bajando las escaleras después de haber acostado a su hija en

145
una de las camas de las habitaciones para invitados del
segundo piso.
Ella se veía exhausta, su hermosa cara mostraba su propia
preocupación, pero aun así se las arregló para sonreírle a
Robin.

‒ ¿Te quedas con nosotros, Chico Maravilla?

Robin asintió, tratando de sonreír, también.


El apodo que Sam Starrett le había puesto, claramente había
pegado.

‒Robin ya está con algunos amigos-, le dijo Joan a Gina,


dándole otro apretujón a Robin.

‒No me sorprende que Jules hallara para el a uno inteligente.

‒ ¿Tú conoces a Jules?- le preguntó el.

‒Cariño, ‒ dijo Joan.

‒Todo el mundo conoce a Jules. Y por lo general él es el que


anda salvándole el trasero a todo el mundo.

‒Voy a hacer un poco de te.‒ Anunció Gina.

‒ ¿Te importa si yo…?”

‒Estás en tu casa.

Robin todavía estaba tratando de encontrarles sentido a sus


repentinas invitadas.

‒ ¿Así que volaste desde D.C.?”

146
El siguió a Gina a la cocina, dejando a Joan con Dolphina.
Will todavía estaba en la sala de recepción, pegado al
ordenador.
Todavía no había habido ninguna comunicación de Jack.

‒Queríamos estar contigo, ‒dijo simplemente Gina mientras


rebuscaba en los armarios, buscando las bolsitas de te.

‒Las tazas están a la derecha del microondas-, le dijo él


cuando ella encontró una caja de chai de vainilla, el favorito de
Jules.

El corazón se le hizo un puño.


Por favor Dios, mantenlo a salvo…

‒Gracias, ‒ dijo Gina.

‒Joan ni siquiera me conoce, ‒ señaló él.

Ella cruzó la cocina y llenó la tetera con agua del grifo.

‒Sí, pero ella sabe lo que es estar en tus zapatos. Está casada
con un SEAL. Ha pasado por mucha tensión las veces que
llegaban reportes de helicópteros caídos y… sabe que es más
fácil cuando tienes una mano a la que sostenerte.

‒Más fácil, ‒repitió Robin.

Gina forzó una sonrisa.

‒Marginalmente-, hizo una pausa, y luego dijo, ‒Jules me pidió


que hiciera esto, tu sabes. Especialmente por ser tu primera
vez. Estaba preocupado y…él entiende cuán enloquecedora
puede ser la espera, de noticias, de los resultados. Me pidió

147
que organizara un grupo de apoyo si algo como esto sucedía
alguna vez, si él estaba allá fuera y las comunicaciones se
cortaban. Me pidió que te recordara que él es muy bueno
cuidando de sí mismo. También quería que recordaras cuánto
te ama. Y si alguna vez llegara el momento en que el no
regresara a casa…

Su voz tembló.
Ella tenía que estar pensando en su Max, quien también
estaba allá fuera, pero aun así se las arregló para terminar lo
que estaba diciendo.

‒No será porque no lo quiera desesperadamente.

Y joder, Robin se había estado conteniendo, sólo apenas,


hasta este momento.
Siempre se había sentido mortificado de llorar frente a otras
personas, pero aparentemente Gina no tenía ese problema
porque estalló en llanto. Se quebró repentinamente, ahí mismo
en su cocina, lo que en contraste lo hacía ver como si él no
estuviera llorando para nada.
Lo cual, si uno se ponía a pensar, era la razón por la que se
dejó ir.
Robin la agarró y la abrazó, para consolarla, sí claro. Y ahí se
quedaron, sosteniéndose uno al otro. Y esto era algo raro,
pero en algún nivel, el sí sentía alivio sabiendo que Jules
estaba con Max en este momento. Y Deb, también. La Agente
del FBI Deb Erlanger era una operativa fuerte.

‒Ellos van a estar bien.‒ murmuró Gina para tranquilizarlo,


pero Robin sabía que lo hacía también para tranquilizarse a sí
misma.

148
La voz de ella sonó apagada porque él la estaba sosteniendo
muy fuertemente.

‒Sí, ‒ dijo él.

Por favor Dios, permite que Gina este en lo correcto…

‒ ¿Yashi ha estado poniéndote al tanto, verdad?

Gina le preguntó desde su axila, en donde el la había


acurrucado.

‒Ellos han reducido el sector de la ciudad donde piensan que


están Jules, Max y Deb, pero aún no han localizado su
ubicación exacta.

Robin repitió la última información que Yashi le había dado,


aflojando un poco el abrazo con que la tenía agarrada.
Ella se retiró un poco más para poder mirarlo, tenía la cara
manchada con el poco maquillaje que estaba usando. Su nariz
estaba roja también.
Ella no era una de esas mujeres que aun llorando se les veía
bellas, pero claramente a ella le importaba un carajo, y a él le
gustaba todavía más por eso.

‒Ellos los encontrarán, ‒ dijo ella.

‒Hay algo que tal vez no sabes-, le dijo Robin.

—Hay un reportero en alguna parte de Kandahar que se las


arregló para enviar comunicaciones por correo electrónico tan
recientemente como a las seis, en nuestro horario. Yashi
piensa

149
que este tipo, Jack Lloyd, tiene acceso a algún tipo de teléfono
fijo que todavía funciona. O por lo menos estaba funcionando
hasta hace algunas horas. Nadie ha podido contactar con él
desde entonces. Will, él está aquí, en la oficina delantera, con
Dolphina, ¿lo conociste?

Ella sacudió la cabeza, negando.

‒Es un reportero, de manera que vigila lo que dices delante de


él-, le advirtió Robin.

‒Pero él es eneamigo, palabra de él, de este tipo Jack, así que


…con suerte Jack le contestará el correo electrónico que Will
le envió.

‒Eso es genial, ‒ dijo Gina.

‒Lo es. Pero…tú necesitas saber que la gente a la que han


enviado a buscar a Jules y a Max, son muy buenos en lo que
hacen. No necesitamos ayudar para que los encuentren. En
serio, Robin. Sólo necesitamos esperar, lo que a veces parece
ser el trabajo más duro de todos. En Serio.

‒Mi madre una vez me preguntó, si no hubiera yo deseado que


Max fuera sólo, algo así como, un cartero-, le contó Gina.

‒ ¿Y sabes lo que le respondí?

Robin asintió.
Al igual que ella, Robin se estaba riendo y todavía llorando un
poco también. Que desastre.

‒La misma respuesta que tu darías, ‒ dijo Gina.

150
‒ ¿Exacto?

Robin volvió a asentir.


Al igual que Gina, él se había enamorado de un hombre
que corría hacia el peligro, en vez de alejarse de él. Aunque
tenía que admitir que en tiempos como estos, la cuestión del
cartero sonaba condenadamente tentadora.

***

A la una de la madrugada, Will dejó el ordenador de


Dolphina y fue a buscar a Robin.
La casa se había ido llenando lentamente de mujeres desde
que había llegado, y él había tratado de mantenerse tan
invisible como fuera posible.
Gracias a Dolphina todas sabían quién era él, el engendro de
Satanás, y lo que había hecho.
Las conversaciones se habían detenido la vez que se puso de
pie para usar el cuarto de baño. Era un milagro que no hubiera
sido linchado.
Dolphina no se molestó en presentarle a nadie, pero él había
reconocido a la hermana de Robin, Jane, la productora de
Hollywood, cuando había llegado.
Ella estaba con otra mujer, su suegra.
Will lo dedujo por el hecho de que todas saludaron a la mujer
mayor como “Mamá de Cosmo.”
Había acertado a oír todos los otros nombres, Kelly, Meg, Teri,
Van. Ellas eran esposas de SEALs o ex SEALs.

151
También había una buena cantidad de niños, la mayoría de
ellos pequeños y dormidos en las camas del piso de arriba.
Había una adolescente, Amy, que le recordaba a su propia
sobrina, Maggie.
Amy había asomado la cabeza en la oficina antes, sin duda
para echarle un vistazo más de cerca al malvado reportero.
Él se dirigió ahora a la cocina, pero Dolphina se materializó de
ninguna parte antes de que siquiera hubiera llegado a la sala
de estar.

‒ ¿Alguna noticia, Sr. Schroeder?‒ le preguntó, con una voz


tan helada como sus ojos.

‒Nada de Jack todavía, Srta. Patel-, le respondió.

‒ ¿Robin está…?

Señaló hacia la cocina.


Ella se cruzó de brazos y le cerró el paso.

‒Es mejor si usted solo habla conmigo.

Eso no era lo que él quería, pero como era frecuente el caso


en estos días, parecía que no tenía elección.

‒Tengo que irme-, le dijo Will.

‒No es porque no quiera quedarme a ayudar, quiero decir,


todo lo que pueda ayudar. Pero mi niñera está por convertirse
en una calabaza, así que…

Ella parpadeó.

152
‒Usted dijo que podría recoger a su sobrina si su niñera no
podía quedarse.

‒Sí, ‒ dijo Will, rascándose la barbilla.

‒Eso dije. Pero eso fue antes…

Sacudió la cabeza.

‒Resulta que yo no puedo hacer eso.

La temperatura cayó como veinte grados ahí en el vestíbulo, y


comenzó a descender a sub-cero.

―Pero usted dijo…

‒Se lo que dije.

Su paciencia se acabó.

‒Y sé que usted piensa que soy una basura, pero ¿sabe qué?
Eso sería si trajera aquí a Maggie. Mi hermana Arlene, su
madre, es Reserva del Ejército. Ella está en Iraq. Maggie y yo
trabajamos sobretiempo para mantener el miedo a raya, y
francamente, venir aquí y ver esto-, el hizo un gesto alrededor
de ellos ‒la asustaría. Y que Dios no permita que Robin tenga
noticias de que Jules está…

‒No lo diga.‒ Lo cortó Dolphina.

‒Lo siento.

Entendía más de lo que ella pensaba.

153
Pero entonces se quedaron ahí parados, sólo mirándose uno
al otro.

‒Por favor no me malinterprete-, finalmente habló Will, más


calmadamente ahora.

‒Pienso que esto es genial, en verdad lo hago. Robin es un


hombre muy suertudo por tener este tipo de apoyo de sus
amigos. Pero… yo soy el grupo de apoyo de Maggie. Lo soy. Y
por mucho que quiera ayudarla a usted, no puedo traer a
Maggie aquí.

Aparentemente había dejado a Dolphina sin palabras. Por una


vez ella no tenía mucho que decir.

‒Lo siento, ‒ dijo ella finalmente.

Y por su repentina incapacidad para perforar un agujero de


hielo a través de él con sus ojos, parecía que realmente lo
sentía.

‒Yo también, ‒ dijo Will con calma.

Maggie pasaba cada día esperando un precioso correo


electrónico de su mamá.

‒Yo podría hacer de canguro, ‒ dijo Dolphina vacilante.

‒Para usted. ¿Si está de acuerdo? De esa manera usted


podría quedarse aquí. No se cuán realista es esto, pero Robin
tiene la idea de que mientras exista una oportunidad de que
usted pueda contactar con Jack Lloyd…Tal vez pueda de
alguna manera ayudar a Jules.

154
Ella sacudió la cabeza.

‒Por lo menos, eso le da a él esperanza.

‒La esperanza es buena, ‒ dijo Will.

‒La esperanza es… importante.

Ella lo miró a los ojos muy brevemente.

‒Si esto funciona para usted, yo sólo … tomare mi móvil y un


libro. ¿Tal vez usted pueda llamar a su niñera y decirle
que estoy en camino hacia allí? Yo con gusto le enseñaré mi
permiso de conducir a ella cuando llegue. Usted sabe, así ella
no tendrá ningún temor de dejar a Maggie con una extraña.

Will asintió.

‒Aunque le diré a ella que no le saque fotocopia.

Dolphina se rió de verdad, e incluso volvió a mirarlo a los ojos.


Pero entonces ella frunció el ceño.

‒Todavía lo odio-, le dijo.

‒Quiero dejar eso perfectamente claro. Estoy haciendo esto


por Robin.

Él asintió.

‒Permanezco odiado-, reiteró el.

‒Bien. Quiero decir, en verdad no está bien, pero es lo que


hay.

155
‒Escriba una nota para Maggie también. Dolphina le ordenó.

‒ No quiero que ella se despierte preguntándose quién soy yo


y donde está usted. No quiero que se asuste.

‒Buen plan.

Will regresó a la oficina, en donde había visto algunos blocs de


notas en el escritorio de Dolphina.
Ella lo siguió.

‒No le voy a dar a ella detalles de lo que usted está haciendo


aquí-, le prometió ella.

‒Solamente…hágame un favor, y si… Robin recibe malas


noticias…

Ella tuvo que sacar las palabras a la fuerza.

‒No me llame. Sólo vaya a su casa de manera que yo pueda


regresar inmediatamente aquí.

‒Muy bien, ‒ dijo el, mientras escribía una nota.

Rasgó el papel del bloc y lo dobló en tres partes.

‒ ¿Tiene usted un sobre?

Ella le dio una mirada de incredulidad.

‒Que, ¿usted piensa que yo voy a leerla?

‒Sé que lo hará-, el contraatacó.

156
‒Es por eso que le pedí un sobre. Es una nota para Maggie.
Quisiera un sobre. Por favor.

Dolphina le puso los ojos en blanco.

—Dibújeme un mapa con la direcciones-, le ordenó ella


mientras abría un armario y sacaba un sobre.

‒Sólo puedo escribírselas, ‒ dijo él, haciendo eso en otra hoja


del bloc de notas.

La ruta desde aquí hasta su casa en Newton era bastante


directa. Ir hacia la Avenida Comm… y luego hacia el oeste…

‒Usted quiere un sobre, ‒ dijo ella, poniendo el sobre fuera de


su alcance.

‒Yo quiero la dirección en un mapa.

‒Bastante justo.

Se sentó detrás del ordenador.


Y su alerta de correo electrónico comenzó a sonar.
Dolphina se inclinó sobre su hombro para ver el monitor.
Demonios, ella olía bien.

‒ ¿Qué es eso?‒ preguntó ella.

‒Jack Lloyd-, le dijo Will, escaneando rápidamente el correo


que Jack acababa de enviarle en respuesta al de Will.

“Se necesita ayuda inmediata.

157
Estamos tratando de comunicar con el FBI, los Marines,
CUALQUIER AUTORIDAD DE LOS ESTADOS UNIDOS,
pero no lo conseguimos. Si recibes esto, ¡¡¡SOS!!!
10 Americanos, incluyendo agentes del FBI por los cuales
preguntaste, están acorralados en un apartamento de un
edificio. 7 son reporteros, todos heridos en el bombardeo
inicial. Movilidad y velocidad limitadas por esas heridas,
increíble que hayan llegado tan lejos como lo han hecho.
Pero ahora necesitan ayuda…

Dulce María, Madre de Dios.

Jack y una agente del FBI llamada Deb se las habían


agenciado para escapar, continuaba el correo, en un intento
para acceder a las comunicaciones por correo electrónico de
Jack.
Los americanos restantes, incluyendo a Jules y Max, estaban
bajo ataque directo de los insurgentes. Con armas y
municiones limitadas, el tiempo se estaba acabando.

‒Vaya a traer a Robin-, le ordenó Will a Dolphina mientras el


escribía un correo en respuesta a Jack.

“Tu correo recibido”, escribió el.

“Déjame saber si has recibido el mío”.

Pero Dolphina no se había movido.


Ella estaba mirando la pantalla del ordenador.
Así que Will lo dijo más alto mientras su alerta de correo volvía
a sonar cuando Jack le envió una respuesta de cuatro
palabras.

“Correo recibido. Situación terrible”.

158
Mierda.

‒Traiga a Robin. Necesitamos a Yashi en el teléfono, ahora


mismo. Aparentemente Jack no puede contactar con las
autoridades, pero si puede hacerlo a través de mí. Tenemos
que establecer un enlace de comunicaciones. Dolphina, corra.

Ella corrió.

JUEVES, NOVIEMBRE 22 KANDAHAR, AFGHANISTAN

D urante una tregua en la lucha, Howard fue el primero en


decirlo.

‒Tal vez sea momento de rendirnos.

Jules no levantó la vista desde su posición en la ventana del


sótano, con el arma que había tomado del cuerpo de un
Marine muerto, que Dios lo tenga en su Gloria, preparada.
Ellos se habían batido en retirada tan lejos como había sido
posible. Su posición actual era fuerte, fuera de la ventana
había un pequeño patio rodeado por un alto muro de piedra
con alambre de púas en la parte superior. Había una brecha
en el muro donde antes había colgado una puerta de
madera. Ese era el único modo de entrar a esa parte del
edificio que estaban ocupando ellos ahora.
Max y él habían sostenido el ataque durante más de una hora
desde que Deb había escapado para conseguir ayuda.

159
Pero no pasaría mucho tiempo antes de que los insurgentes
trajeran alguna artillería pesada. Tan pronto como cayera ese
muro, ellos estarían en la mierda más profunda.
Jules no tenía que girar la cabeza para saber que Max estaba
sacudiendo la cabeza a la sugerencia de rendirse.
Él sabía también exactamente lo que Max le iba a decir a
Howard y a los otros reporteros.

‒Rendirse no es una opción.

Los insurgentes que los tenían acorralados estaban por último


tan rodeados como lo estaban Jules y Max. Aunque los chicos
malos tenían en este momento una potencia de fuego superior,
los U.S. Marines estarían en camino, y en cuestión de días
ellos los agarrarían.
Los insurgentes eran hombres muertos luchando, mártires de
su causa. Y los hombres muertos no tomaban prisioneros.

‒Ve a revisar a los heridos, le ordenó Max a Howard, y el


reportero eventualmente desapareció, fuera del alcance del
oído.

Max se movió hacia la ventana, acercándose a Jules. Y aquí


llegó. La conversación que se había estado temiendo. Si Deb
había logrado escapar, la ayuda con seguridad habría llegado
ya.
Max iba a decirlo, que las cosas se veían como que era más
que posible que Deb no hubiera sobrevivido.
Así que Jules habló primero.

‒Deb es la mejor. Ella lo logrará.

Por supuesto, aun si Deb había sobrevivido, había la


posibilidad de que la milagrosa línea telefónica fija del

160
reportero de noticas Jack Lloyd no funcionara. Pero Max no lo
trajo a colación.
En lugar de eso, él dijo,

‒Deberías irte. Llévate a Howard. Dos de vosotros,


moviéndose rápidamente, probablemente lo lograrías.
Consigue ayuda.

‒Genial,‒ dijo Jules, con su corazón hundiéndose, porque


sabía que lo que Max realmente le estaba diciendo era que se
salvara a sí mismo.

‒Yo tengo que ir a vagar por las calles de Kandahar con el Sr.
Quejoso, ¿mientras tu consigues un viaje a casa en
helicóptero? No lo creo.

Max se rió.

‒Sí, no pensé que lo harías.

‒Condenadamente exacto,‒ dijo Jules.

Max se quedó en silencio, y Jules sabía que estaba pensando


en su esposa, Gina, y su pequeña niña, Emma.
Jules miró su reloj.
Era casi la una de la madrugada en Boston. Robin ya
debería haber recibido la noticia de que Jules estaba
desaparecido. Estaría sentado en su sala de estar, delante de
su TV, en la casa de ambos.
Esperando.
Ellos habían planeado levantarse temprano el día de Acción de
Gracias, rellenar el pavo y meterlo al horno, antes de volver a
arrastrarse a la cama.

161
Dios, Jules adoraba aquellas mañanas ociosas y largas, sólo
durmiendo hasta tarde con sus brazos alrededor de Robin.
Justo antes de que hubiera estallado la primera bomba, cerca
de veinte horas atrás, Max le había preguntado que estaban
planeando él y Robin para su luna de miel.

‒Sabes, pensamos que nos quedaríamos en casa para la


primera parte-, le dijo ahora Jules a Max.

‒De nuestra luna de miel. Parecía tonto casarnos y dejar


inmediatamente el único estado en donde somos legales.
Además, la construcción de nuestro cuarto de baño estará
finalmente terminada por entonces.

Él se rió.

‒Será mejor que lo este.

‒Nos prometieron que para Acción de Gracias, como que


definitivamente estaría terminada ya, pero no lo está. De
cualquier manera, segunda parte, unos cuantos días después
de Navidad, nos vamos a ir a España. Hay un punto de
veraneo en la costa que es ambas cosas, amigable para los
gais y libre de alcohol. Tuvo una crítica muy buena en Nuestro
Viajero.”

‒Eso suena agradable, ‒ dijo Max.

‒Suena… realmente perfecto.

‒Sí, así es-, estuvo de acuerdo Jules.

También sonaba sospechosamente como hablar de ilusiones.


Como si ambos supiéramos que vamos a morir, así que

162
pretendamos que no será así hablando de nuestros planes
para los próximos meses.

‒Gina está otra vez embarazada-, le contó Max.

‒Guau, ‒dijo Jules, sonriendo aun cuando se le retorcía el


estómago.

Max realmente pensaba que iban a morir hoy.


Dios, Jules deseaba tanto no hacerle eso a Robin…

‒Felicitaciones. Supongo que te estás volviendo un experto en


hacer bebes. Bien hecho.

Max sonrió.

‒Aun es… un poco pronto para decírselo a todo el mundo,


pero… quería contártelo.

Jules miró a este hombre que era tanto su jefe como su amigo.
E hizo lo que juró que nunca haría en una situación como esta.
Aceptó el hecho de que un posible desenlace sería que esto
podría ser el fin para los dos.
O tal vez no para ambos, tal vez sólo para uno de ellos.

‒Tú deberías llevarte a Howard, ‒ dijo Jules con calma.

‒ Deberías ir por ayuda.

‒Dejarte aquí.

No era una pregunta, pero Jules la respondió como si lo fuera.

‒ Puedo mantener a raya a los insurgentes.

163
El abrazó la mentira.

‒ Hasta que tú, ya sabes, consigas ayuda. Pero


probablemente sería más posible hasta que se terminaran las
municiones.

En ese momento su vida, y la vida de todos los reporteros


heridos, terminarían.
En alguna parte de Boston, era seguro que el pelo de la nuca
de Robin estaba de punta mientras Jules pensaba en esa
opción.
Y aquí venían.
La siguiente ola de ataque, el inequívoco sonido de una
ametralladora disparando.
Era como si alguien, en alguna parte, tal vez el alto poder de
Robin, se hubiera dado cuenta de que la fe de Jules había sido
sacudida.
Y sagrada mierda, el muro del frente se disolvió en una
explosión masiva que hizo que Jules y Max retrocedieran de la
ventana.
Los mismos cimientos del edificio se sacudieron, y el polvo y
los escombros llenaron el aire, sofocándolos.
Jules tiró del cuello de su camiseta para taparse la boca y la
nariz.
Al lado de él, Max puso el último cargador de municiones más
cerca, preparándose para rocanrolear.
Y en ese instante, Jules prácticamente pudo oír la rica voz de
Alyssa Locke, como si su mejor amiga estuviera susurrándole
al oído.
Regla uno: Tú tienes que creer que lograrás salir vivo.
A su lado, Max echó un vistazo a través del polvo que se iba
asentando, preparándose para el ataque, para la última
resistencia.
¿Última resistencia?

164
A la mierda con eso.
Jules iba a volver a ver a Robin. Se iba a casar con el hombre
en menos de un mes. Y Max iba a conocer a su nuevo bebé, e
incluso tener muchas oportunidades para buscar al bebé
número tres. Entusiastamente, si es que algo significaba el
modo en que Jules muy a menudo había visto a Max
sonriéndole a Gina.

‒Deb es la mejor, ‒dijo Jules otra vez, gritando sobre el


zumbido en sus oídos.

‒Ella lo logrará. ¿Ya escogiste un nombre para el bebe?

‒Aquí vienen,‒ dijo Max.

Y efectivamente, había sombras oscuras en el polvo


mientras los insurgentes se acercaban.

‒ ¿Todavía no, eh?‒ dijo Jules, con el dedo tensándose en el


gatillo, esperando que se movieran más cerca…

‒Todavía es pronto. Quiero decir.

‒ ¿Cuándo dará a luz Gina? ¿Mayo? ¿Junio? No te


preocupes. Tenéis un montón de tiempo para encontrar el
nombre perfecto.

Pero ellos no se estaban acercando.


Estaban desvaneciéndose. Y entonces nada se movió allí
afuera, excepto por el polvo. Pero este no se estaba
asentando.
¿Estaba … arremolinándose?
Y ese sonido zumbante no era su tímpano perforado por la
explosión. Era un helicóptero.

165
No, llamar a esa cosa helicóptero era como llamar a un
Tiranosaurio Rex lagartija. Era un artillero, con sus armas
repentinamente haciendo fuego, forzando a los insurgentes a
retirarse aún más. Habían otros dos helicópteros,
justo detrás del primero, haciendo el equivalente a tirar al
blanco en helicóptero.
Uno de los pájaros se quedó suspendido sobre su
recientemente destruido patio, y un equipo de hombres en
uniformes de combate BDU se deslizó rápidamente por unas
sogas hasta el suelo.
Ellos eran SEALs, gracias, gracias, dulce Jesús.
Sí, y no eran sólo cualquier equipo de antiguos SEALs, era el
Equipo 16. Ese era Muldoon, con Cosmo Richter justo detrás
de él, Gil man, Jenkins, Zanella, Jules los conocía a todos.
Lopez también estaba allí, cargando un equipo médico, él era
su cuerpo médico. Jules iba a ver a Robin otra vez.
Y Deb verdaderamente era la mejor.
Jules y Max desatrancaron la puerta del sótano, dejando entrar
a los refuerzos.
El oficial de los SEALs se presentó a sí mismo para el
beneficio de Howard y los otros reporteros, quienes todavía no
estaban completamente seguros de lo que estaba pasando.

‒Soy el Teniente Mike Muldoon-, anunció él mientras López se


dirigía hacia los heridos.

‒Somos SEALs de la Marina de los Estados Unidos. Hemos


venido para sacarlos de aquí.

Jules se volvió hacia Max.

‒Michael,‒ señaló el.

‒Michael es un nombre muy bonito.

166
JUEVES, NOVIEMBRE 22 NEWTON, MASSACHUSETTS

‒ A sí que, ¿cómo tú y Tío Will se conocieron?‒ preguntó


Maggie.

Dolphina concentró su atención en los panqueques que estaba


haciendo para ellas para un tentempié post-medianoche.
La sobrina de Will todavía había estado despierta cuando
Dolphina llegó al apartamento.
Aparentemente, el gen de reportero puede haber estado
conectado por el pelo rojo, porque la chica de cara pecosa con
una mata salvaje de rizos rojos la había estado bombardeando
a preguntas por la pasada media hora.

‒ ¿Cuál es tu color favorito?

‒Rojo.

‒ ¿Cuál es tu banda favorita?

‒Los Dixie Chicks.

‒ ¿Usas una plancha para alisarte el pelo?

‒No, es natural y lacio.

‒ ¿No te parece que es estúpido e injusto que una chica de


doce años tenga que tener una niñera?

167
‒No cuando tu tío no estaba seguro de a qué hora
exactamente podía volver a casa.

‒Will dice que este no es un vecindario muy bueno. ¿Piensas


que este es un mal vecindario?

‒Nunca he estado antes aquí, así que…

‒ ¿Necesitabas una niñera cuando tenías doce?

‒No, pero tenía dos hermanos, ambos mayores, así que…

‒¿Tus padres están divorciados?

‒Nop, siguen casados. Viven en California. Cerca de Los


Ángeles.

El constante bombardeo de preguntas en realidad era algo


bueno. Evitaba que Dolphina se preocupara por Jules, que se
preocupara del correo electrónico que Will había recibido de
Jack Lloyd.
Situación terrible.
Dolphina se había marchado en medio del alboroto, justo
cuando Robin había conseguido a Yashi en el teléfono y le
había retransmitido la información que Jack les había dado a
ellos.
Will le había tirado a ella las llaves de su casa y la nota para
Maggie, sin sobre, la cual ella no había leído, muchísimas
gracias.
Le tomó sólo quince minutos llegar a Newton, y poner en
camino a casa a la obviamente sufrida niñera.
Dolphina tenía el móvil en el bolsillo, y paraba tocándolo como
si fuera una especie de talismán, orando para que sonara y le
dieran la noticia de que Jules estaba a salvo.

168
Pero este no sonó.
Y Maggie siguió con su constante interrogatorio.

‒ ¿Estás casada?

‒Nop.

‒ ¿Has estado casada alguna vez? Tío Will estuvo casado una
vez, pero su esposa durmió con alguien más. Un montón de
algunos más.

‒No, y esa podría ser información que el viejo y buen Tío


Will consideraría extremadamente privada.

‒ ¿Will? Ni hablar. Él es buena gente, excepto por la cuestión


de la niñera. Además, él nunca te lo contaría por sí mismo, y
francamente, es de utilidad saberlo cuando tienes que tratar
con su mal humor. ¿Alguna vez has estado enamorada?

Esa pregunta la había hecho hacer una pausa, pero ella le


contestó honestamente.

‒Sí.

‒ ¿Cómo se llamaba? ¿Era un él?

‒Simón, y sí, era un él.

‒ ¿Por que no te casaste con él? ¿Querías casarte con él?

‒Bueno, pensé por un momento que sí quería, pero resultó


que él había omitido contarme que ya estaba casado.

169
‒De manera que él era algo así como el equivalente masculino
de la ex esposa de Will. Ella acostumbraba dormir con tipos y
no les contaba que estaba casada con Will.

‒ ¿Will te contó eso?

Dolphina se las había arreglado para hacerle una pregunta


mientras mezclaba la pasta de los panqueques y calentaba la
sartén.

‒Sí, seguro-, se burló Maggie mientras se encaramaba en uno


de los banquitos de la cocina, toda brazos y piernas largas y
desgarbadas.

‒¿Cómo si el hablara sobre eso con todo el mundo? Escuche


a mi mamá contándoselo a una de sus amigas. Lo cual las
llevo a… ¿Así que cómo se conocieron tú y Tío Will?

‒El, umm, entrevistó a uno de los hombres para los que


trabajo.

‒ ¿Tú trabajas para Robin Chadwick? Genial. Él es como, el


mejor de los actores. Y tu trabajas para él.

Maggie estaba maravillada.


Ella no era la única.

‒ ¿Will realmente te contó…?

‒ ¿Hablas en serio?‒ dijo Maggie mientras Dolphina usaba la


espátula para deslizar cuatro panqueques que lucían medio
mal hechos en el plato de la niña.

170
‒ Él estaba que se subía por las paredes cuando averiguó lo
que había pasado con The National Voice.

Ella se acercó más a Dolphina, bajó la voz.

‒Yo creí, en un momento, que realmente él se iba a poner a


llorar. En vez de eso dijo una sarta completa de palabras él me
dijo que si alguna vez yo las decía, especialmente delante de
mamá, me iba a encerrar en mi habitación.

Ella se rió.

‒Como si yo no las supiera ya.

Pero entonces hizo una pausa.

‒Mi mamá está en Iraq.

Dolphina asintió, echando más masa de panqueque en la


sartén, tratando de envolver su mente alrededor del concepto
de Will Schroeder casi llorando.

‒Will me contó eso.

‒Él se preocupa por ella,‒ dijo Maggie.

‒Es duro para él. Ella siempre fue su hermana pequeña,


¿sabes? Algo así como tus hermanos y tú. Se preocupa por
ella un montón.

Dolphina tenía el corazón en la garganta.


Maggie estaba tratando de ser tan casual al respecto.

‒Debe de ser duro para él-, estuvo de acuerdo.

171
‒Y para ella también. Estar tan lejos de vosotros dos.

‒Sí.

La niña alcanzó la botella plástica de jarabe de arce,


estrujando casi una taza entera del jarabe sobre su plato.

‒ ¿Así que cuánto tiempo lo has estado viendo a el?

‒ ¿Discúlpame?‒dijo Dolphina.

‒Tío Will, ‒ dijo Maggie con la boca llena de panqueque.

‒Dijo en su nota que debería de ser extremadamente


agradable porque tú eres su nueva novia.

‒Oh, ¿en serio?‒ Dijo Dolphina.

‒Sí, ¿quieres verla?

Ella la sacó de su bolsillo y se la dio a Dolphina.

“Mags. Esta es mi nueva novia, Dolphina Patel. (¿Bonito


nombre, eh? A propósito, un delfín es un mamífero, no un pez.
No la hagas enfadar haciendo chistes de peces. Ella los ha
escuchado todos, de cualquier manera. Probablemente
muchas veces también.) Se va a quedar contigo hasta que yo
llegue a casa esta noche. Estoy ayudando con un importante
proyecto, pero te prometo estar en casa a tiempo para
preparar la cena de Acción de Gracias. A propósito, lo
mejor es que te prepares para ayudar, o ese pavo va a
apestar. Se agradable con Dolphina. Hablando en serio, trata
de ganar algunos puntos para mí. Ella es música, Mags.”

172
Había firmado, Tú tío favorito.

Will tenía que haber sabido que Dolphina iba a terminar


leyéndola.
Ella sacudió la cabeza devolviéndole la nota a Maggie.

‒ Estaba bromeando‒ dijo ella.

‒Yo no soy su novia.

‒Él te llamó música, ‒ señaló Maggie.

‒El no bromearía acerca de eso. Mira, tal vez empezaron con


el pie izquierdo…

‒Porque él se metió en una fiesta y mintió para conseguir una


historia…

‒ ¿Leíste lo que escribió para el Globe?- le preguntó Maggie


mientras llevaba su plato al fregadero y lo lavaba y enjuagaba
rápidamente, poniéndolo en el secador de platos.

‒Porque era verdaderamente bueno.

‒Yo leí el artículo en el Voice.

‒Él no escribió eso.‒ dijo Maggie con desprecio.

‒Un perdedor llamado Marcus Grant escribió ese pedazo de


mierda. Ven aquí y échale una mirada.

Ella fue a la sala de estar, y Dolphina la siguió.


Un ordenador portátil estaba colocado en el medio de una pila
de papeles y libros en una esquina del escritorio.

173
Agarrando el mouse, Maggie abrió el ordenador y abrió el
programa del procesador de palabras. Allí había un archivo
llamado Chadwick, y, mientras Dolphina observaba, ella lo
abrió, cliqueando en un documento llamado artículo Globe.
Este apareció en el monitor, con el título “Aquí No Hay
Historia.”

‒Siéntate, ‒ ordenó Maggie.

‒Lee.

El 15 de Diciembre de este año, la estrella de televisión Robin


Chadwick se casará aquí en Boston. Como la mayoría de la gente que
está ansiosa por dar este paso, de hacer este trascendental
compromiso de por vida…

‒Me voy a la cama, ‒ anunció Maggie.

‒Gracias por los panqueques.

‒De nada, ‒ dijo Delfina, desviando la mirada del artículo de


Will.

‒Fue agradable conocerte-, le dijo Maggie a Dolphina.

‒ Espero que quién sea que estás esperando que te llame, lo


haga pronto.

Dolphina sacó la mano del bolsillo, donde otra vez


inconscientemente había tocado su móvil.

‒Yo también espero eso.‒ dijo ella.

174
‒Él es una buena persona, mi tío Will-, Maggie regresó para
decírselo.

‒ También es algo así como guapo, para ser un tipo mayor.

Dolphina le dio una mirada.

‒Buenas noches, Maggie.


Maggie siguió impávida.

‒Yo sólo decía. Buenas noches.

Dolphina se giró hacia el ordenador y siguió leyendo.

“Como mucha gente que está ansiosa por dar este paso, de hacer
este trascendental compromiso de por vida, Chadwick está
enamorado.
Este reportero desea que esa fuera la única razón por la que se le
asignó escribir esta historia, de que las buenas noticias de un hombre
que está tan enamorado de su amado, que cada uno de sus
movimientos, cada palabra, cada aliento que resuena con sus
profundos sentimientos, sean considerados
merecedores de todas las pulgadas de esta columna. Pero en esta
época de miedo y destrucción, de corrupción y lucro de las guerras,
de que el gobierno sea dirigido por hombres ricos que se enriquecen
aún más mientras los veteranos heridos en las guerras viven en
barracas infestadas de roedores, ese tipo de buenas noticias no
pueden competir con las malas. De manera que simplemente, aquí
no hay una historia…

***

175
E ran más de las seis de la mañana cuando Will llegó a
casa, quitando el seguro de la puerta con un silencioso clic.
Maldición, estaba cansado.
No había dormido desde que había salido publicado el artículo
del National Voice, primero para llegar al fondo de cómo
habían llegado sus notas a las manos mugrientas de Marcus, y
luego escribiendo la historia sobre el robo para el Boston
Globe.
Y entonces estaba lo de anoche…
El cerró suavemente la puerta detrás de él, seguro de que
Dolphina estaba dormida y…
¡Joder!
Ella lo había asustado.
Estaba parada en el centro de la sala de estar, como si se
hubiera levantado de un salto cuando lo escuchó llegar a la
puerta. Lo estaba mirando como si él hubiera acabado de
atropellar a su cachorro favorito en la calle.

‒Oh, no, ‒dijo ella, y comenzó a llorar, y por varios minutos


extremadamente confusos, Will no sabía qué diablos estaba
pasando, hasta que se dio cuenta.

Nadie había llamado a Dolphina para darle las buenas nuevas.


Ella le había dicho a él que no la llamara si las noticias eran
malas, que sólo regresara a su casa y se lo dijera cara a cara,
de manera que ella pudiera marcharse sin asustar a Maggie
con sus lágrimas.
Y efectivamente, Dolphina rápidamente recogió su chaqueta,
su libro y sus llaves.
Pero Will la interceptó cuando ella corría hacia la puerta,
agarrándola del brazo.

176
‒Jules está a salvo-, le dijo a ella.

‒Él está bien.

Ella era incapaz de entender, estaba alterada, con las lágrimas


cayendo por sus mejillas, así que se lo volvió a decir, tratando
con una combinación diferente de palabras.

‒Jules está vivo, Dolph. Ayudamos a que lo sacaran, y a todos


los otros también. Ellos están bien. Él está bien. Tiene un par
de pequeñas quemaduras y un tímpano perforado, y está un
poco deshidratado, todos ellos lo están. No tenían agua y… lo
siento tanto. Estaba seguro de que Robin te había llamado.

‒Él está vivo, ‒ repitió Dolphina, y ahora estaba llorando por


una razón completamente distinta.

‒Oh Dios, gracias a Dios…

Will sabía cómo se sentía ella. El alivio había hecho que


incluso él llorara una o dos veces esta noche.
Él la atrajo hacia sus brazos, y ella se colgó de él.

‒Está bien-, le dijo él.

Su voz sonaba sin aliento y extraña a sus propios oídos. Ella


encajaba perfectamente, como si hubiera estado hecha bajo
especificaciones, específicamente para él.

‒Todo está bien ahora.

Él le besó la parte superior de la cabeza, no se pudo controlar,


mientras ella empapaba su camisa.
La sentía muy fría, como si hubiera estado sentada aquí,

177
apenas atreviéndose a respirar, sólo congelándose durante
todo ese tiempo.
Él le frotó los brazos y la espalda.

‒Deberías de haber encendido el calentador o buscado una


manta o…

Ella dijo algo, pero se escuchaba apagado y él no lo escuchó.

‒Lo siento, ¿qué?

Will se inclinó más cerca justo cuando ella levantó la cabeza


para mirarlo, y ahí estaban ellos, sus rostros, sus bocas, a la
distancia de un susurro.
Podía haberla besado.
Ella lo estaba mirando como si tal vez no le importaría si
él la besaba, pero sabía que si lo hacía, ella podía mandarlo al
infierno, probablemente por el resto de su vida.
Así que él no se movió. Sólo se perdió en la oscuridad sin
fondo de sus bellos ojos, y se conformó con desear estar
besándola.
Y aparentemente ese viejo adagio sobre que las buenas cosas
les llegaban a aquellos que esperaban, era cierto. Porque algo
verdaderamente bueno le llegó a él.
Dolphina levantó su boca ese necesario 1/32 de pulgada y…
Lo besó.
Ella sabía tan dulce, tan deliciosa como siempre había
pensado que ella olería, y su boca era mucho, mucho más
cálida que el resto de ella. Y Señor, ella era suave, sus labios,
su lengua…
Le costó todo su fuerza de voluntad el no meter su propia
lengua hasta la garganta de ella, no apretarla fuerte contra él,
con sus manos sosteniendo su exquisito trasero.

178
Él tampoco la levantó en sus brazos, o la llevó a su dormitorio
y la arrojó sobre la cama.
En vez de eso, él se mantuvo ahí parado, absolutamente
quieto, con los ojos cerrados mientras se dejaba besar.
Era adorable, no había otra palabra para esto. Un adorable,
adorable final para dos días completamente infernales y
horribles.
Sin embargo, supo cuando se acabó.
Ella como que se congeló, y eso fue todo, la realidad había
asomado su fea cabeza.
Ella dejó de besarlo tan abruptamente como había empezado.
Aparentemente, había recordado repentinamente que lo
detestaba.
El no trató de retenerla. Sólo la dejo que diera un paso atrás. Y
él abrió los ojos.
Los ojos de ella estaban abiertos como platos.
Ella se veía como si estuviera por caer en shock, parte
horrorizada, parte aterrorizada, parte mortificada.
Y sí, otra parte mucho más que atraída.
A ella le había gustado besarlo. No quería, pero lo hizo.
El corazón de él latía fuertemente y su sangre cantaba a través
de sus venas.
Él quería reír o bailar o hacer remolinos.
En vez de eso, se lanzó a sí mismo la granada, y se echó la
culpa por lo que ella sin duda vería como una terrible
equivocación.

‒Lo siento, ‒ dijo él rápidamente.

‒Yo, umm, no debería de haber hecho eso. Tomar ventaja. De


ti. Me disculpo. Por favor perdóname, esto fue… solamente
un momento emocional. Todavía estoy realmente sacudido
por… Dios, esta noche fue algo increíble, Dolph.

179
Él no la estaba tonteando ahora.

‒Yo ayude a salvarlos. Realmente ayudé. Fue increíble, Jack


no podía contactarse con Yashi, pero pudo comunicarse
conmigo. Le di a Yashi la información que el FBI necesitaba
para localizar a Jules y a Max, y un equipo de los SEALs entró
y los sacaron. A todos ellos. Incluso a Jack y a Deb.

Él casi había conseguido sacarla de la cornisa que fuera en


donde ella se encontraba, ¿tal vez la cornisa de la fruta
prohibida? Pero ella todavía estaba sacada de onda.

‒Solamente…no lo vuelvas a hacer, ¿de acuerdo?‒ dijo ella.

‒ ¿Salvar a Jules?

Will la entendió mal a propósito.


Dolphina lo miró con exasperación, como si pensara que él era
un idiota, lo cual era de lejos un terreno más sólido y familiar
para ella.

‒No me beses, le aclaró ella.

-Para el registro,‒ dijo él, ‒fue un beso muy agradable. A la


medida en que van los besos, este está justo en lo alto del
Salón de la Fama. Entre los tres primeros, no. Voy a ir a lo
grande y diré que este es definitivamente mi favorito de todos
los tiempos.

Ella fue a la cocina, agarró una toalla de papel y se sonó la


nariz.

‒No seas un asno.

180
‒Pero, maestro, recuerda,‒ dijo él, ‒que yo soy un asno,
aunque no este escrito…

Ella se agachó para mirarlo a través del pasadizo que daba a


la sala de estar.

‒Sí, ‒ verificó Will.

‒Soy hétero y estoy citando a Shakespeare. No hay


muchos como yo allá afuera. ¿Estás segura que no quieres
que te vuelva a besar?

Ella se rió.

‒Estoy completamente segura.

Mentirosa, mentirosa.
Ella regresó de la cocina.

‒Hice panqueques para Maggie. A propósito, ella es genial.

‒Desafortunadamente, yo no tuve nada que ver con su


genialidad, ‒ admitió él.

‒Me contó que le tomas una foto digital cada día y se la


mandas por correo electrónico a su mamá, ‒ dijo Dolphina.

‒Es uno de nuestros proyectos, ‒ dijo Will.

‒Trato de cogerla cuando me está poniendo los ojos en


blanco, o dándome la mirada de “lo que sea” porque no la
voy a dejar hacer algo peligroso como hacer malabares con
cuchillos o caminar a través de Fenway con un grupo de

181
amigos a la medianoche. No quiero que Arlene, mi hermana,
sienta como si se estuviese perdiendo algo. Esa era una
broma, ‒ añadió cuando Dolphina no se rió.

Ella ni siquiera se sonrió. Sólo se quedó parada ahí, mirándolo.


Y de acuerdo, ahora esto estaba comenzando a hacerlo
consciente de sí mismo.
Él podía haber manejado eso, si esa hubiese sido una mirada
de 'que tal asno'.
Pero esta todavía tenía una pizca de 'quiero saltar sobre ti', lo
cual era desconcertante.

‒Maggie dijo que le ibas a preparar una comida tradicional de


Acción de Gracias-, finalmente señaló Dolphina.

‒No pude evitar darme cuenta de la falta de un pavo, o


cualquier otra cosa para comer en tu cocina. Además de la
mezcla para panqueques.

‒Ah, ‒ dijo Will.

‒Sí. Tenía planeado detenerme en la tienda de comestibles


anoche después de dejarle ese archivo a Robin y Jules.

Su plan había sido desbaratado.

‒Tal vez, ‒ dijo Dolphina, pero se detuvo.

‒Probablemente debería preguntarle primero a Robin…

‒Él nos invitó a comer a Maggie y a mí, ‒ dijo Will.

182
‒Le dije que no porque yo sabía que tu ibas a estar allí, y no
quería arruinarte el día. Tú sabes, a cuenta del intenso odio
que tienes por todas las cosas Schroeder.

‒Yo no odio el artículo que escribiste, ‒ admitió ella.

‒Lo leíste.

Él estaba sorprendido.

‒Ambos, ‒ dijo Dolphina.

‒Eres un buen escritor. Pero obviamente eres una mierda para


asegurar tu ordenador.

Ella se dirigió a la puerta.

‒La comida es a las dos de la tarde. Lleguen a cualquier hora


de la tarde.

‒Yo estaría bien con comida China, ‒ confesó Will.

‒Pero es importante para Maggie, así que…Gracias.

Ella se giró para mirarlo con esos ojos que hacían que su
corazón cantara.

‒Es Acción de Gracias-, le dijo a él.

‒Y realmente estoy agradecida de que te metieras en la


despedida de solteros.

Ella se rió de su propia incredulidad.

183
‒¿Quién hubiera nunca pensado que yo diría eso? Pero lo
estoy. Estoy agradecida de que seamos…¿eneamigos?

Will se rió mientras ella cerraba la puerta al salir.


Eneamigos.
El no podía recordar haber besado nunca a un eneamigo
antes, pero dejaría que ella lo siga llamando así.
Por ahora.

***

L as buenas cosas también vienen de tres en tres, y hoy no


era una excepción a la regla.
Robin había sido despertado con una llamada telefónica por la
mañana temprano, lo que usualmente no habría sido
totalmente algo malo, pero ciertamente algo vagamente
desafortunado. Pero esta había sido del productor Art Urban,
lo que había hecho que Robin se sentara y tratara de no tener
una voz soñolienta.
Art había pasado toda la noche, le dijo a Robin, pensando en
una idea que había tenido para su siguiente serie de TV por
cable pagado, y se estaba preguntando si Robin estaba
interesado en sentarse con él después de las fiestas y hablar
sobre ser el protagonista en el proyecto.
¿Tu crees?
Art no quería entrar en todos los detalles justo ahora, pero
Robin representaría a un gay que no había salido del closet y
era una estrella de películas y que gastaba la mayoría de su
tiempo y energía tratando de engañar a todo el mundo,

184
incluyendo a su grupo de mejores amigos, haciéndolos pensar
que era hétero.
“Piensa en esto como en 'Extraño como la Gente'.”
Art le había dicho, “sólo que incluso más agudo.”
El personaje había crecido en la clase social baja de Boston, y
la mayoría de la filmación sería realizada aquí en la ciudad, en
los estudios Urban.
Habría algunos trabajos en locaciones tanto en Hollywood
como en Nueva York, pero no muchas.
Art había empezado a escribir el piloto, la mayoría del cual
esperaba completar, hacer el casting y filmar antes de la boda
de Robin.
Si Robin estaba interesado, el le faxearía el guión tan pronto
como estuviera terminado, probablemente en algún momento
antes del Domingo.
¿Si Robin estaba interesado?
Muy bien, así que esa había sido la cosa buena número dos.
La número uno era, por supuesto, el exitoso rescate de Jules y
Max, y el hecho de que ambos estaban a salvo en Alemania.
Ellos estarían de regreso a D.C. mañana al mediodía.
Robin iba a volar hacia allá con Gina y Joan por la mañana,
de manera que estaría allí para esperar el avión que los
traería.
Jules habló con Robin por teléfono poco después de la
comida.

‒Escuché que tienes la casa llena, ‒ dijo Jules, su voz sonaba


nostálgica y cálida en el oído de Robin.

‒Desearía poder estar allí.

‒Yo también-, le dijo Robin.

‒Chico, tus amigos son geniales. No sé que hubiera

185
hecho sin Gina. Sin embargo… ¿ella está bien? Ella no es, así
como, bulímica, ¿verdad? Escuché los más horribles sonidos
saliendo del cuarto de baño esta mañana, hablando de lo cual,
sólo quiero declarar para el registro que estamos en Acción de
Gracias y nuestro baño principal todavía no está ni siquiera
cerca de ser terminado, pero me importa un carajo. Tengo mis
prioridades en orden, y hoy estoy agradecido. ¿Cuarto de
baño, qué baño?

Jules se rió.

‒Pongamos a Dolphina en el modo de patear culos el lunes.

‒Ooh, ‒ dijo Robin, emocionado.

‒ ¿Vamos a dejar a Dolph tratar con el contratista otra vez?

Eso siempre era graciosísimo de observar.

‒El lunes,‒ le recordó Jules, aun riéndose.

Cielos, él amaba tanto el sonido de la risa de Jules. Sintió un


nudo en la garganta.

‒Lunes, ‒ repitió él, con la voz gruesa.

Siempre sentía una oleada de emoción cuando pensaba en


cuán cerca había estado de no volver a tener un lunes con
Jules.
Jules estaba callado, también, claramente pensando lo mismo.

‒Siento lo de…- empezó a decir.

Robin lo cortó.

186
‒Lo sé. Así que detente. Tú no bombardeaste Kandahar. Tú
fuiste para tratar de ayudar a salvar algunas vidas…

‒No los salvamos.

Robin había sabido por Yashi que los cinco integrantes del
personal médico desaparecido habían sido ejecutados por sus
captores terroristas casi en el mismo momento en que el avión
de Jules y Max aterrizaba en Afganistán.

‒Pero tú fuiste allí para tratar, ‒ señaló Robin.

‒Es lo que tú haces, es una de las razones por la que estoy


locamente enamorado de ti.

Jules se quedó callado por un momento.

‒Tengo una suerte increíble-, dijo finalmente.

‒Tú tienes un buen karma, chico-, le dijo Robin.

‒Tengo una casa llena de gente que piensa que tú eres 'el
hombre'. Todo el mundo tenía una historia de Jules para mí, y
esas usualmente te involucran a ti limpiando el desastre de
alguien más. Gina sola podría escribir un libro.”

‒A propósito, ella no es bulímica-, le contó Jules.

‒Ella está embarazada.

‒Ah, ‒dijo Robin.

‒Eso explica todo.

187
‒No se lo cuentes a nadie-, lo previno Jules.

‒Max me lo contó en confidencia.

Ellos todavía no están listos para hacerlo público.

‒ ¿Sabías que Joan Muldoon también va a tener un bebe?

‒No lo sabía. Guau. Mikey Muldoon va a ser padre. Él es como


de tu edad-, le contó Jules.

‒Y, ey, ¿sabes quién más está embarazada? Esto te va a


encantar. Ella en realidad era parte del equipo que vino a
sacarnos. Ella se quedó en el helicóptero con los otros no-
SEALs, pero puedes estar seguro de que habría estado con
las botas en el terreno si la hubiéramos necesitado.

‒Ni hablar, ‒ dijo Robin, empezando a reírse.

‒ ¿Alyssa?

‒Sí. Sam no sabe si maldecir o hacerse el loco, ‒dijo Jules,


riéndose también.

‒El alterna entre estar emocionado y muerto de terror. Se


moría por contarnos en Setiembre pasado, ¿tú sabes, cuando
compartimos la habitación del hotel?

Sí, Robin definitivamente recordaba eso.

‒Alyssa se hizo uno de esas pruebas caseras a finales de esa


semana-, le contó Jules.

188
‒Su hermana menor tuvo severas complicaciones, ella en
realidad murió debido al embarazo, así que ellos querían
esperar hasta el final del primer trimestre antes de contarle a
nadie. Ellos estaban planeando anunciarlo en nuestra casa,
durante la comida de Acción de Gracias.

‒No tenía ni idea, ‒ dijo Robin.

‒Ni de lo de su hermana o del hecho de que estuviera


embarazada.

‒Sí, aparentemente Lys ha estado queriendo hacerlo hace un


tiempo. Sam hizo que esperaran hasta que él estudiara la
condición de su hermana y se convenciera a sí mismo de que
no era hereditario. Está tratando con todas sus fuerzas de no
volverla loca-, le contó Jules.

‒Es gracioso observarlos. Y allí estaba ella, en el campo,


aparentemente él está logrando controlar su ansiedad.

‒Por favor diles que estoy verdaderamente feliz por ellos. ‒


dijo Robin.

‒Lo haré. Así que son Alyssa, Gina y Joan, ‒ dijo Jules.

‒¿Que es lo que dicen, que las cosas buenas vienen de tres


en tres? Va a ser una primavera muy emocionante.

Lo iba a ser, en verdad.

‒Hey, ¿sabes quién vino a casa y me llevó a una reunión esta


mañana? Esto te va a hacer volar los sesos. Will Schroeder.

‒El reportero, ‒ dijo Jules.

189
‒El reportero que te salvó la vida, ‒ le aclaró Robin.

‒Sí. Él se presentó a las diez, bastante temprano, con su


chiquilla, su sobrina, Maggie, ella es divertida. La vas a adorar.
De cualquier manera, Will vino y dijo, 'de acuerdo, hice alguna
investigación y encontré una reunión a las diez y treinta a unas
manzanas de aquí. Después de lo de anoche, Chadwick,
definitivamente necesitas ir'. Él tenía razón. En realidad lo
necesitaba. Todavía estoy un poco nervioso, no sé, tal vez es
todo esto de las fiestas. Esta es mi primera Acción de Gracias
en la que no me he emborrachado y… el papá de Yashi y la
mamá de Cosmo van a ir conmigo a otra reunión esta noche,
que Dios los bendiga.

‒Una hora a la vez-, le recordó Jules.

‒Lo sé, ‒ dijo Robin.

‒Lo estoy haciendo. Soy fuerte, chico. Lo soy. No te lo conté


para que no te preocuparas. Yo sólo… quería ser honesto
acerca de cómo esta mierda de estar sobrio no es tan…fácil
como a veces trato de pretender que lo es.

‒Quiero que seas honesto conmigo, ‒ dijo Jules.

‒ ¿Como… incluso cuando cancelan tu show…?

‒Ah, mierda, ‒ dijo Robin.

Parecía que Jules se había enterado de eso.

‒Iba a contártelo en el taxi camino al aeropuerto, pero… no


quería que te preocuparas por eso mientras estuvieras allí.

190
‒ ¿Estás bien?‒ preguntó Jules.

‒Debes de estar tan decepcionado.

Él sabía cuánto le había gustado a Robin trabajar con Art.

‒Eso duele, ‒ admitió Robin.

‒Pero así es el negocio del espectáculo. Los trabajos se


terminan.

Eso era siempre así para un actor.

‒ Las buenas noticias son que Art me llamó esta mañana,


preguntándome si estoy interesado en protagonizar otro
proyecto, algo acerca de una estrella de cine que vive en
Boston. Me va a faxear el piloto este fin de semana.
Podemos echarle un vistazo juntos, ver si es algo que yo
quiera hacer. Sospecho, sin embargo, que nuestra respuesta
va a ser sí.

‒Si tú quieres hacerlo, ‒dijo Jules, ‒sabes que estoy contigo.

‒Sí, yo se eso, ‒ dijo Robin.

‒De todas las cosas por las cuales estoy agradecido hoy,
chico, la que más agradezco es que tú estás en mi vida.

Jules se rió suavemente.

‒De acuerdo, así que yo estaba sentado aquí, sintiendo un


poco de lástima por mí mismo porque me perdí la fiesta. Pero
entonces tú vas y dices eso y… de repente estoy teniendo el
mejor día de Acción de Gracias de mi vida.

191
‒Yo también-, Robin le dijo a este hombre que era el amor de
su vida.

‒Este va a ser condenadamente duro de superar.

192
CUARTA PARTE

_EL BUENO, EL MALO Y EL NO INVITADO_

JUEVES, 29 DE NOVIEMBRE DE BOSTON,


MASSACHUSETTS.

E sto no iba a ser bueno.


Will sólo podía pensar una razón a la llamada de la oficina de
su editor Paul Rigatta y era porque se había negado
rotundamente a escribir sobre su cena de Acción de Gracias
con Robin Chadwick.
La fascinación ilimitada del público con la estrella de la
televisión rozaba lo grotesco, y cuando Will respondió al e-mail
de Paul pidiéndole un artículo de Acción de Gracias le
contestó, "Aunque el pavo estuvo un poco seco, la salsa
fue deliciosa y compensó de sobras cualquier sobre-cocción.
Fin."
Paul le devolvió una respuesta rápida: "Sigue, ahonda."
A lo que Will había contrarrestado, "Fui convidado, como
invitado, a la casa de Chadwick . Y aunque no tuviera
problemas por aprovecharme de su bondad, no soy cronista
culinario ni de artes ni de ocio. ¿Me recuerdas, el periodista
investigador implacable?"

193
La respuesta de Paul fue: "Mala suerte. Quiero la historia.
Escríbela."
Lo que había dejado a Will a una situación lamentable. Así que
ahí estaba, como un hombre muerto caminando, haciendo el
trayecto insoportablemente largo hasta la oficina de Paul, para
que su redactor no solo pudiese morderle sino de hecho
despedirle.
El asistente administrativo de Paul no estaba en su puesto y la
puerta de su oficina estaba abierta, por lo que no la golpeó
sino que asomó la cabeza por la puerta.
Su editor estaba en su escritorio, al teléfono, como de
costumbre, con un auricular y micrófono de alta tecnología
conectados a su cabeza calva y su cara ligeramente angelical.
Hizo un gesto a Will mientras mantenía su conversación
telefónica, echándole una mirada con los ojos entrecerrados,
sin duda porque Will no pudo contener su incredulidad ante el
extravagante traje de Paul.
En lugar de su habitual traje arrugado, con chaqueta y mangas
remangadas y corbata cómodamente floja, el hombre llevaba
unos pantalones negros ajustados de ciclista y una camiseta
de manga larga de color azul y amarillo neón.
Teniendo en cuenta que Paul no tenía el cuerpo de Lance
Armstrong, era una elección de ropa cuestionable. De hecho,
con el apéndice del teléfono, parecía más el hermano alto y
superhéroe-cyborg de Danny DeVito.

Se sentó en una de las sillas deliberadamente incómodas


delante del escritorio de Paul, estirando sus piernas delante de
él, fingiendo confianza.

-Lo quiero vía e -mail en cinco minutos, no me importa que


tengas que matar para conseguirlo-, ordenó Paul al pobre tipo
que estaba al otro lado del teléfono.

194
—Se suponía que saldría en bicicleta durante el almuerzo, así
que cállate la boca.

—Yo no he dicho nada-, señaló Will cuando se dio cuenta de


que la última frase estaba dirigida a él.

Podía ser desconcertante hablar con Paul porque él


alternaba entre llamadas telefónicas y conversaciones en vivo,
aparentemente de forma indiscriminada.
Si no prestabas atención, no te dabas cuenta cuando
contestaba al teléfono. Estaba programado para que no
sonase en el despacho, sólo en su oído.

—Menuda mierda se ha levantado con la historia de la


violación en el NFC- , le dijo Paul.

—¿Lo has oído?

—Por supuesto.

Una estudiante del Colegio de Newton Falls una de los pocos


que se había quedado en el campus durante el fin de semana -
había sido violada y golpeada el pasado sábado por la noche.
Su compañera de cuarto volvió a su dormitorio, la encontró y
llamó al 911. Los policías avisaron a urgencias y cuando
identificaron a la víctima, se encontraron con una orden de
arresto por fraude de tarjetas de crédito. En lugar de recibir
atención médica, la chica fue detenida y sacada de su
dormitorio esposada y encerrada en una celda durante
cuarenta y ocho horas sin acceso a un kit de violación, la
píldora del día después y sin apoyo psicológico.

—Nos dieron un chivatazo de que las acusaciones de fraude


eran falsas—, le dijo Paul.

195
—Y es bastante seguro. Y además resulta que la chica es
víctima de robo de identidad. Ella no sabía nada acerca de las
tarjetas de crédito. Todo lo que sabía era que la atacaron y
luego fue a la cárcel. Tiene dieciocho años.

Will se levantó.
Dios.

—¿Qué puedo hacer?

—Piérdete-, dijo Paul.

—Vamos-, argumentó Will.

—Este es mi tipo de historia y lo sabes. ¿Tienes a alguien


investigando la seguridad de la universidad? Cuando fui a la
escuela, la policía nunca entraba en ella sin una escolta de
seguridad. Déjame investigar, a ver si esta escuela tiene reglas
similares, y si es así, quien estaba de guardia esa noche. Tal
vez no tenían personal debido a las vacaciones. Por lo menos
vale la pena preguntar por qué ninguna autoridad campus
exigió la asistencia médica para un estudiante herido, sin
importar cuentas pendientes. Esta chica fue violada dos veces
en una noche, vamos a darle más personas a las que
demandar.

—Esa es una buena idea-, dijo Paul .

—Belinda, haz que Matt Jablonski me llame en unos diez


minutos.

Estaba hablando por teléfono de nuevo.

196
—Es mi idea-, Will se puso de pie, de modo amenazador sobre
su jefe.

—¿Se lo das a Jablonski?

—Puedes compartir el pie de autor-, dijo Paul.

—Estás ocupado, te voy a dar algo más. Siéntate.

–Sí, B., gracias, hazlo pasar

—¿Algo más?- Repitió Will.

—Siento llegar tarde, Paul.

La voz le resultó familiar, y se aseguró cuando Will se giró para


ver a Jules Cassidy entrar por la puerta del despacho de Paul.
“Oh, maldita sea”.

—El tráfico era una locura.

—No te preocupes-, dijo Paul, poniéndose de pie.

—Entra. Ya conoces a Will Schroeder, por supuesto.

—Me alegro de verte-, Jules saludó a Will con un firme apretón


de manos.

—Y gracias. Estoy seguro de que te debo la vida.

—Me alegré mucho de ser de ayuda.

197
—He estado dando una vuelta super-consciente de que mi
funeral, probablemente se hubiera celebrado esta mañana-, le
dijo Jules.

—Este tipo de cosas te ponen en perspectiva.

—Puedes apostarlo-, dijo Will.

Jules se acercó a Paul, para dar la mano al editor a través de


la mesa.

—Has perdido mucho peso. Te ves fabuloso.

—Gracias, sí, he estado haciendo ciclismo.

Paul se palmeó el estómago todavía redondo.

—No sé lo que voy a hacer cuando la nieve se comience a


acumular, sin embargo.

—Escalada en roca-, Jules sugirió.

—Hay un gimnasio a sólo un par de calles de aquí. Ahora que


bajaste de peso, debes probarlo. Es muy divertido, es un gran
entrenamiento para la parte superior del cuerpo. Robin y yo
vamos mucho. Si quieres, puedes venir como nuestro invitado,
lo podías probar.

—Me gustaría-, dijo Paul.

-Gracias.

Jules se volvió hacia Will, que irradiaba impaciencia.

198
—No se lo preguntaste aún.

Sus palabras, no como una pregunta, se dirigieron a Paul.

—Yo no pido, lo digo-, respondió Paul.

—Él tiene un sueldo, hace las tareas que se le dan.

—¿Qué tarea?- preguntó Will, con pavor.

Como si no lo supiera ya.

—El señor Cassidy y su famoso novio han decidido


generosamente dar al Globe la cobertura exclusiva de sus
próximas nupcias-, dijo Paul, con suficiencia.

—Es un evento de interés nacional, estarán presentes el


presidente y la señora Bryant. Vas a cubrir la historia con una
columna diaria, hasta el gran día, piensa en ello como un blog
impreso.

Una columna diaria, ¿durante casi dos semanas?


Era un tema que merecía una sola frase en la página de
noticias sociales.

—Tenemos a los periodistas de sociedad-, apuntó Will.

—Cualquiera de ellos está mejor cualificado para esto que yo.

Habrían también, probablemente, luchas a cuchillo entre sí


para conseguir la asignación de ese bombón.
Bombón para cualquier persona excepto para él.

199
—El señor Cassidy ha decidido que te quiere a ti. -Paul estaba
demasiado contento.

Will se volvió a Jules.

—Con el debido respeto, señor, si esto es una especie de


restitución por mi ayuda con el asunto de Jack Lloyd. Por
favor, no me hace ningún favor. Yo realmente no quiero.

Jules se echó a reír.

—Con el debido respeto-, interrumpió.

Seguía sonriendo, pero sus ojos ya no estaban calientes.

—No me importa una mierda lo que quieres. Es posible que


hayas salvado mi vida, pero no has hecho más que empezar a
pagarnos por venir a nuestra casa, sin haber sido invitado, por
mentir y aprovecharte de la generosidad de Robin. ¿Te das
cuenta de que ese asunto de la máscara nunca desaparecerá?

Will asintió, incapaz de mirarlo a los ojos.

—Lo sé, y ... lo siento.

—Personalmente-, dijo Jules.

—Creo que es absurdo, pero Robin no. Él se siente muy mal


porque lo dijo y él odia, eso es, aún mas odia la cobertura
radiofónica.

Y eso era culpa de Will.


Pensó que difundir la grabación de su conversación con

200
Robin ayudaría. Pero le había salido el tiro por la culata. El
artículo en el National Voice se desvaneció rápidamente. Pero
el sonido de la voz de Robin seguía siendo objeto de juego y
burlas en los programas de radio.

—Si está tratando de hacerme sentir culpable-, Will admitió,


—funciona. ¿Pero una columna diaria? El presidente y la
señora Bryant estarán presentes...

Eso es todo. Después de eso, no hay nada más que pueda


decir. No hay historia en esto.
Jules Cassidy volvió a sonreír.

—Y eso es exactamente por lo qué eres el hombre para este


trabajo. Porque tampoco pensamos que haya una historia.
Somos de la misma opinión. Tendrás acceso completo, pero
por favor llama a Dolphina y concreta una visita de antemano.
Si hay algo que necesitas, pídelo.

Cogió dos archivos de su maletín, le dio uno a Paul y otro a


Will.

—Aquí hay un calendario de actos, también biografía de Robin


y mía. El calendario es sólo para tu uso, si lo imprimes o
publicas en línea, lo cambiaremos de inmediato y nuestro
acuerdo terminará al instante. No me tomo la seguridad de
Robin a la ligera. Es una celebridad, hay gente por ahí que
querría algo con él, y yo no comparto. Me jodes en este asunto
y te largas. Despedido y sin duda gravemente magullado
durante un tiempo. Por no hablar de un trabajo…

Jules cerró su maletín con un chasquido.

201
—Cuando tengas la oportunidad de revisar el archivo, por
favor ponte en contacto con Dolphina, para que podamos
tener una cita para una entrevista. Ella está dispuesta a
trabajar estrechamente contigo, para que esta experiencia sea
tan dolorosa como sea posible.

Él parpadeó.

—¿Acabo de decir dolorosa?-, reflexionó.

—Eso ha sido gracioso, quise decir indolora.

“Sí, claro”.

—Siéntete libre de traer a Maggie a cualquiera de los eventos


sociales de la lista, incluyendo la boda-, continuó Jules.

—Todas las fiestas serán, por supuesto, libres de alcohol.

Hizo una ronda de apretones de manos de nuevo.

—Fue un placer verte, Paul, tengo prisa. Will, estoy seguro de


que nos veremos pronto.

Con eso, Jules Cassidy se fue, dejando a Will con la vista fija
en el calendario de fechas, la primera era la despedida de
soltero, el sábado 8 de diciembre.
Eso era en una semana a partir de este próximo sábado.
¿Realmente tendrían una despedida de soltero con strippers
saliendo de un pastel gigante?
Trae a Maggie, dijo Jules, así que probablemente no.
Por lo menos ella iba a estar encantada, con una invitación
para la boda de la celebridad del año.
También estaría feliz por ver a Dolphina de nuevo.

202
Había estado hablando de ella sin parar desde Acción de
Gracias.
Sí, Maggie era la única que iba a ser feliz por volver a ver a
Dolphina de nuevo.
Seguro.

—¿De verdad vas a obligarme a hacer esto?- Will preguntó a


Paul.

—Necesitaré tu primera columna para el mediodía del lunes-,


dijo Paul.

—Sí, Matt; no, es el gran momento. Mira, Schroeder tuvo una


idea sobre el asunto, pero está ocupado con otra cosa.

Él sonrió dulcemente a Will.

—Cierra la puerta al salir.

LUNES, 03 DE DICIEMBRE

E l timbre sonó en el peor momento posible.


Cada día traía un nuevo potencial desastre, aunque tal vez
fuera sólo la tendencia de Dolphina a ser demasiado
dramática. Pero la calamidad de hoy era, sin duda, bien
grande.

203
Cuando se sentó para abrir el correo de la mañana en el
ordenador del despacho de la casa de Jules y Robin, vio la
entrada de respuestas de invitados a la boda, rezagados que
se habían pasado el plazo para confirmar su asistencia;
entonces Dolphina vio que el curso de las cosas finalmente se
rompía.
Todo el mundo de la lista de invitados, todo el mundo, asistiría
a la boda.
Excepto el padre de Robin y su esposa más reciente.
El timbre sonó de nuevo y Dolphina fue a abrir para encontrar
a Will Schroeder de pie en el porche, con las manos en los
bolsillos y los hombros encorvados contra el viento.

—Hola-, dijo él y le cerró la puerta en las narices.

Robin eligió ese preciso momento para bajar las escaleras.

—¿No era Will?

—Es pronto-, dijo.

—Soy patológicamente puntual-, gritó Will desde la puerta


todavía cerrada.

—Eso significa que, sí, a veces llego pronto.

Dolphina abrió la puerta para darle una mirada fulminante .

—¿Dos horas antes de tiempo?

—Es triste-, dijo, con lo que sin duda esperaba fuera una
sonrisa ganadora .

—Lo sé. Estoy tratando de superarlo.

204
Seguro que sí.
El viernes, cuando Will había llamado para quedar para hablar
de su último acto, ella había cometido el error de decirle su
horario del lunes por la mañana pidiéndole que esperase hasta
que Robin se fuese a una sesión de casting en los estudios
urbanos.
Al parecer, Will no iba a seguir las reglas.
Incluyendo la única que ella no le había dicho todavía, sobre
que no la mirase como si fuera algo que quería de la carta de
los postres.
O tal vez él era consciente de esa norma, porque él trató de
mantener su sonrisa menos hambrienta y más cercana a las
bromas entre amigos.

—No tenía idea de cómo nos vestiríamos para nuestra


pequeña reunión-, bromeó.

—Me habría puesto mi sombrero de copa y pajarita.

—Así es como me visto para el trabajo-, Dolphina le informó


con frialdad, a pesar de que había tenido un especial cuidado
con su aspecto esta mañana.

Ella había creído tontamente, que después de la larga llamada


telefónica del viernes, que Will se había movido de la columna
de la responsabilidad y los activos. Pero definitivamente era
sin duda un tipo imbécil que se presentaba dos horas más
temprano de lo acordado. Vistiendo pantalones vaqueros y
zapatillas de deporte, y un mal corte de pelo, y esto sólo para
empezar.

—Por el amor de Dios, entra-, dijo Robin.

—No dejes la puerta abierta. Hace mucho frío ahí fuera.

205
—El chico de California piensa que a treinta y siete grados se
está congelando.

Jules bajó las escaleras, anudándose la corbata mientras Will


entraba y Dolphina a regañadientes cerró la puerta detrás de
él.
Su móvil sonó y ella miró el número, inmediatamente lo
silenció mientras comprobaba quien la llamaba.
Justo lo que necesitaba en ese momento, “el Sr. tengo que
hablar con Jules o Robin inmediatamente, independientemente
del hecho de que ninguno de ellos desean hablar conmigo”.
Dejó que saltara el buzón de voz, porque no, ella no había
hablado con Jules o Robin todavía esta mañana.
Era otra de las cuestiones que tenía la intención de discutir con
ellos, antes de que Will apareciese. Y antes de que hubiera
recibido el correo.

—Will debería volver más tarde-, dijo a sus dos jefes, ninguno
de los cuales le hizo el menor caso.

—Hace mucho más frío con el factor del viento-, Robin se


defendía de Jules mientras iba hacia la pequeña mesa junto a
la puerta principal y dejaba la última pila de catálogos.

—Espera hasta enero, cariño-, dijo Jules a Robin con una


sonrisa.

—Entonces hablaremos de la sensación térmica.

Se dirigió a la cocina a por café, mientras Will se quitaba el


abrigo.

206
—Oh, no. No, no. No te lo quites. En serio necesito que
vuelvas más tarde-, Dolphina intentó hablar directamente con
Will.

Por supuesto, en ese momento Robin levantó la vista.

—Él está aquí ahora, ¿cuál es el problema?

“El problema es que tu maldito padre no va a venir a tu boda y


alguien - probablemente yo - va a tener que mostrarte la
terrible nota que él escribió. Cosas que no se dicen delante de
un reportero”.

Dolphina apretó los dientes y dijo:

—Tenemos algunos asuntos que discutir antes de os vayáis

—¿Cuántos catálogos Pottery Barn necesitan dos hombres,


por cierto?-. Robin reflexionó.

Eso fue suficiente.

—¡Periodista en casa!.

Dolphina gritó con toda la fuerza de sus pulmones y ambos,


Will y Robin, se volvieron hacia ella con diversos grados de
sorpresa.
Jules incluso volvió de la cocina, sin duda, para ver si había
perdido por completo la cabeza.

—Lo siento-, agregó en un nivel más normal, en ese tono


especial que reservaba para cuando no se sentía
particularmente culpable pero siento que debería haber algún

207
tipo de advertencia, ¿tal vez una luz roja intermitente para
cuando él está aquí?

—Chicos, él no es vuestro nuevo amigo Will. Es un reportero


de The Boston Globe. Él está aquí para escribir sobre
vosotros. No digas nada estúpido.

—¿Quieres decir, como, Hey, Dolph, las cosas se pusieron


algo movidas anoche y mi máscara se rompió. ¿Serás tan
amable de pedirme una nueva?- dijo Robin.

—De hecho, mejor que sean dos.

Jules se desternilló de risa cuando volvía de buscar su café.

—Me alegra ver que tengas buen sentido del humor sobre
eso-, dijo Will a Robin.

Éste le lanzó una mirada.

—Apenas.

—¿Dónde pongo esto?- Will preguntó a Dolphina refiriéndose


a su abrigo.

—Detrás. En.. -dijo ella, cuando Robin preguntó.

—¿Dónde está el resto de la correspondencia?

“Oh, demonios”.

Entró en la oficina antes de que pudiera detenerlo o distraerlo,

208
¿dónde estaba Jules cuando lo necesitaba? Pero ahora tenía
que conseguir que Will se fuese de allí antes del revuelo que
se iba a formar por el correo.

—Ya lo pondré yo. Cogió su abrigo, lo arrojó sobre el poste de


la escalera mientras lo agarraba del brazo y tiraba de él hacia
la sala de estar.

—¿Por qué no vas a la cocina y te sirves un poco de café?

—Hijo de puta.

Robin explotó desde la otra habitación.

—En serio, Will-, dijo Dolphina cuando pareció más interesado


en el arrebato de Robin que el café, esperando contra toda
esperanza de que el hombre que había sido tan amable con
ella en la mañana de Acción de Gracias estuviese en algún
lugar entre las zapatillas de deporte y ese suéter verde
sorprendentemente suave.

—Por favor, ve a la cocina. Ahora.

Will no tenía ni idea de lo que estaba pasando, pero lo que vio


en sus ojos le hizo asentir y dirigirse rápidamente en aquella
dirección.
Pero Robin llegó a la puerta de la oficina y lo detuvo.

—No te vayas Will.

Miró a Dolphina.
Estaba tratando de fingir que no estaba molesto.
Era bueno.
Podía tratar de fingir indiferencia, pero ella lo conocía bien.

209
—¿Cuál es el problema? Todo el mundo lo va a saber tarde o
temprano, de todos modos. Prefiero que sea una noticia ahora,
que el día de nuestra boda.

—Oh, cielo.

Ella levantó la voz.

—Jules, ¿podrías venir un segundo?

Robin tocó la tarjeta de respuesta con uno de sus largos y


gráciles dedos mientras le decía a Will.

—Mi padre no va a venir a la boda.

Jules, por supuesto, lo oyó cuando volvió de la cocina.

—Oh, cariño- dijo.

—Lamento escuchar eso.

Miró a Dolphina para verificarlo.

—¿Por fin tenemos su respuesta?

Ella asintió con la cabeza y cogió su taza de café cuando él fue


al lado de Robin.

—Escribió una nota, también-, le advirtió y cuando vio un ¡oh,


no! en los ojos de Jules, ella asintió con la cabeza.

Era malo.

210
—Al parecer, estamos haciendo una parodia de la santidad del
matrimonio.

Robin se echó a reír.

—Jesús. Este es el hombre que ha pedido el divorcio siete


veces debido a diferencias irreconciliables por tener relaciones
sexuales con otra persona. Entonces él se casa de nuevo
hasta que se aburre y se divorcia de ella. Lo que puede hacer
fácilmente, ya que siempre les hace firmar un acuerdo
prenupcial.

Sacudió la cabeza, hablando ahora a Jules.

—No deberíamos haberlo invitado. Sabía que iba a hacer algo


así. Pero había esperado otra cosa.

Robin se volvió hacia Will.

—¿Por qué no escribes en una de tus columnas el hecho de


que Jules y yo no tenemos un acuerdo prenupcial? Él quería,
pero me negué. Puedes decirle a todo el mundo que yo me
voy a casar porque lo amo, porque quiero compartir mi vida
con él. Y es justo que comparta también las cosas buenas, ya
que está obligado a soportar la clase de mierda de vaca que
aporto.

Jules tomó suavemente la tarjeta de la mano de Robin y la


rompió por la mitad.

—No necesitamos esto.

Dolphina se acercó para recogerla y él sonrió en


agradecimiento a pesar de que sus ojos estaban tristes.

211
—Quiero dejar constancia-, Robin aún tenía algo más que
decir y Dolphina cruzó los dedos, con la esperanza de que él
recordase que esto realmente se estaba grabando, —que en
tan sólo unas pocas semanas me voy a casar con este hombre
porque quiero estar con él para siempre.

Él miró a Jules.

—Lo hacemos y nunca le voy a dejar. Esto no es un


experimento de un par de años, al estilo de papá. Eso
es todo. Haremos que funcione. Aun cuando las cosas vayan
mal, no renunciaremos. Yo no voy a renunciar.

—Yo tampoco-, dijo Jules al mismo tiempo.

—Estoy en esto para siempre también.

Y allí estaban. Mirándose el uno al otro, fijamente.


Dolphina no estaba segura de qué le dijo Jules en silencio a
Robin en ese momento, pero lo que sea que fuera, estaba al
límite de su enfado. Tal vez no fuera algo bueno, al menos no
con público, porque a solas, Robin no podría ocultar su dolor.

—Ven aquí-, dijo Jules mientras se llevaba a Robin con él


hacia la intimidad de la oficina.

—Esta nota de tu padre… es simplemente… terriblemente


triste. Él, obviamente está intentado encontrar la felicidad. Pero
siempre se le escapa porque no tiene la más mínima idea de lo
que realmente es el amor.

—Lo sé-, dijo Robin.

212
—Es sólo que... tú tienes una gran familia, cariño. Y yo todo lo
que tengo es a Janey y a Cos. Y por supuesto a su madre
claro, pero…

—Bueno, ahora me tienes a mí también.

Cuando Jules cerró la puerta detrás de ellos, Dolphina le oyó


decir;

—Y sabes que mi madre te adora.

Podía oír el murmullo de la voz vacilante de Robin en


respuesta mientras se volvía hacia Will.

—Tomaremos el café. En la cocina. Al otro lado de la casa.

Él asintió con la cabeza.

—Está bien.

Él la siguió en silencio, vio como ella tiró los trozos de la


respuesta del padre de Robin en la basura de la cocina.
Podía notar que quería verla, pero logró retenerse y hurgar en
eso después. De hecho, ni siquiera se movió de donde se
había apoyado en el mostrador.

—El café es de autoservicio-, dijo Dolphina.

Mejor enseñarle las reglas de la casa ahora.

—Las tazas están aquí. El azúcar aquí si lo necesitas. La leche


está en la nevera.

—Gracias.

213
Ella lo miró mientras se acercaba a su lado de la cocina,
esperando mientras ella se ponía su propia taza de café.

—Lo siento, -dijo Will, —que yo, umm, hiciese esto más
estresante para ti.

Ella lo miró de nuevo, esta vez dejándole sostener su mirada.


Él no estaba bromeando. Estaba verdaderamente afligido.
Sonrió ligeramente.

—¿Debe haber abierto el email para encontrarlo?

Dolphina asintió.
No estaba segura de qué tipo de reacción tendría Robin . Y lo
único que podía pensar ahora era que gracias a Dios que
Jules había estado en casa.
Will estaba pensando en lo mismo.

—Él es realmente bueno para Robin, ¿no?. Jules.

—Sí , lo es.

Él rompió el contacto visual, mirando hacia su taza vacía.

—Cuando me casé, pensé que iba a ser para siempre. Ella,


umm, tenía otras ideas acerca de lo que significa el
matrimonio.

Volvió a mirarla, y ahora era Dolphina la que no podía mirarlo a


los ojos.

—Maggie me contó sobre tu divorcio.

Will se echó a reír.

214
—Por supuesto que si. Te contó... ?. –

Él respondió a su propia pregunta.

—Todos los escabrosos detalles. La voy a matar.

—¿Fue tan terrible de verdad?- Preguntó Dolphina, sin poder


contener la risa, también, con indignación fingida.

—Fuiste la parte herida.

Su sonrisa se desvaneció, y por un breve instante, vio algo


incierto en sus ojos.
En ese instante, él parecía vulnerable y unos diez años más
joven.

—Fui el tonto .

Lo dijo en voz muy baja, pero ella sintió como se retorcía su


estómago. Porque ella sabía exactamente cómo se sentía. Y,
sin embargo, se sintió obligada a estar en desacuerdo.

—¿Por creer en el para siempre?.- Le preguntó ella.

—¿De verdad crees que es posible?, -contestó él.

—¿Para Robin y Jules?-, preguntó Dolphina.

—Por supuesto. Dentro de cincuenta años seré la


organizadora de su fiesta de bodas de oro.

Ella finalmente soltó la cafetera, dejándole sitio para servirse.


Él se rió. -Si sobrevives a la catástrofe que traiga el día.

215
Dolphina le lanzó una mirada.

—No siempre es tan dramático por aquí.

Aparentemente, Will también bebía su café solo.


Él siguió mirándola mientras tomaba un sorbo.

—¿Por qué no me lo creo?

—¿Cómo está Maggie?

Cambiando de tema, reflexionó él.

—Muy bien. Ella es genial. De hecho, quiere saber si quieres


cenar con nosotros. Tal vez un día de esta semana.

Maggie quería cenar.


Dolphina miró fijamente a Will.

—No creo que sea una buena idea.

—Oh, vamos.

—En realidad traté de relajarme durante la cena-, le dijo


Dolphina.

—Para ser honesta, cuando estoy cerca de ti, estoy… en


guardia.

Ella, obviamente, le había sorprendido.

—No lo noté.

Ella le lanzó una mirada de incredulidad .

216
—¿Y si algo de lo que digo durante la cena sale en una de sus
columnas . . ? Qué lo hará. Entonces estaré furiosa y esta
tregua que hemos conseguido mantener habrá terminado y las
próximas semanas serán un infierno en vida. Para los dos.

Él asintió con la cabeza, porque sabía que ella tenía razón.

—¿He mencionado lo mucho que odio este trabajo?

—Si. El viernes-, dijo.

—Por teléfono.

Él había dado algún detalle, de hecho.

—Lo odio incluso más hoy-, Will resopló.

—No puedo esperar a ver que pasará mañana.

—Siguiente tema-, dijo ella, poniendo su taza en el centro de la


isla y sacando una agenda y una pluma que había preparado
en previsión de esta discusión.
Había anotado una breve lista de asuntos a tratar y
rápidamente los revisó ahora.

—Me gustaría leer tus columnas de antes de que las envíes.

—Leer. ¿O censurar?

—Leer, repitió.

De ninguna manera.
Ella podía verlo claramente en sus ojos cuando él fingió
considerarlo, la mirada perdida en el café.

217
—No, pero gracias, -dijo, como si ella se hubiera ofrecido a
hacerle un favor.

Fue muy diplomático.

—Comprobaré mis propios datos. Ya he entregado la parte de


hoy, es una re-elaboración de mi artículo original. Me las
arreglé para incluir dos días, así que estoy bien hasta el
miércoles.

Dolphina no trató de discutir. Sólo lo tachó de su lista.

—Siguiente tema. Si me da una lista de posibles temas para


futuras columnas, te puedo ayudar.

—Conduciéndome hacia los que son los menos problemáticos


para vosotros, terminó por ella.

—Claro, ¿por qué no? Pero ya sé una cosa sobre la que voy a
escribir. Se me ocurrió que con el Presidente asistiendo a la
boda, todos los invitados van a tener que ser examinados
por... ¿quién? ¿El Servicio Secreto o el FBI?

Genial.
Si Dolphina hubiera hecho una lista de los principales temas
sobre los que ella, Jules y Robin no querían que Will
empezase a husmear, ese hubiera estado en lo más alto.

—Me temo que no puedo hablar de eso, -dijo Dolphina,


cuando su móvil sonó.

Oh, doblemente genial.


El tema número dos de discusión que Dolphina no quería
tener con un periodista la estaba llamando de nuevo.

218
De nuevo, ella silenció su teléfono.

—Entonces, ¿qué se va a hacer ante esta situación, llamar a


todo el mundo y pedir sus números de seguridad social?.
Preguntó Will.

—Eso es un poco invasivo e incómodo, ¿no? ¿Y si alguien se


niega?

—Sí, lo es-, acordó Dolphina, -y no lo tendrán que hacer. Lo


que me recuerda, necesitaría tu ayuda y la de Maggie. ¿A
menos que quieras ver lo que pasa si te niegas… ?

—Buena idea, pero no. Mi editor me dijo que fuera agradable.

¿Llegar dos horas antes era su idea de ser agradable?

—¿Alguien de la lista de invitados está en alguna lista roja?


Preguntó Will.

—Y si es así, ¿cómo se resuelve? ¿les retiran la invitación?

—Sin comentarios-, dijo.

—En serio, Will, te pido que vayas por otra dirección, por favor.

—Es una broma, ¿verdad? Esta es una de las pocas historias


interesantes aquí-, respondió él.

—¿Cuál es el protocolo cuando el Presidente asiste a su boda


y loco tío Frank está marcado en rojo?

Era una muy buena pregunta, y una con la que actualmente


estaban tratando, ya que uno de los grandes amigos de Jules,

219
un hombre llamado Davis Jones, había surgido en privado en
la lista de "sin vuelo" del Presidente. Por así decirlo.
Dolphina aún no sabía cómo se iba a resolver este problema,
pero conociendo a Jules, era mucho más probable que no
invitase al Presidente antes que a sus muy buenos amigos
Dave y Molly Jones.

—Me gustaría hablar con Jules acerca de esto-, dijo Will.

—Como agente del FBI, tendrá sin duda algunas ideas. Y


quiero tener una cita para hablar con Robin sobre la nueva
serie en la que él trabaja con Art Urbano. Además, voy a
necesitar algunos ratos más o menos regulares de tiempo para
sentarme con ambos, juntos. Por favor, hazles saber que haré
fotos en esos momentos.

—¿Tú las harás? ¿Acaso el Globe no envía generalmente a un


fotógrafo de verdad?

Dolphina levantó la vista de las notas que estaba tomando y la


mirada que él le dio fue críptica.

—Soy un fotógrafo de verdad-, dijo finalmente.

—Por lo menos ahora lo soy. Supongo que Maggie no te dio


todos los detalles sobre mi divorcio. Mi ex era mi fotógrafo. Y
después... yo solo… ahora prefiero trabajar solo.

—Es difícil confiar en alguien habiendo sido herido así-, estuvo


de acuerdo Dolphina.

—Hablas como alguien a quien se lo han hecho-, reflexionó


Will.

220
—Así que, ¿quién era exactamente ese tipo, Simon?

Dolphina rió por su sorpresa.

—Maggie tiene una boca muy grande, ¿verdad?

—Sí, así que ¿quién era él?

—No es como si estuviera muerto-, Dolphina protestó.

—Eso implica que sigues colgada por él-, señaló Will.

—No lo estoy.

Ella no iba a hablar de esto con él. Golpeó su pluma en su


libreta.

—¿Siguiente tema?

—Es por eso que estabas tan enojada cuando pensaste que
yo era… como se dice-, pensó Will.

—Kuhlman. El agente de bienes raíces de Robin. Pensaste


que ibas a dar con otro gilipollas casado. No, eso no debe
pasarte mucho…

Él se rió cuando lo entendió.

—Estabas enfadada porque pensaste que te atraía otro imbécil


casado.

Dolphina no lo podía creer.

—Tienes una increíble cantidad de imaginación..

221
—Oh , vamos,- se burló.

—¿Qué, quieres fingir que no existe esta química loca entre


nosotros? Me siento muy atraído por ti, también. Mucho.

El calor en sus ojos la hizo dar un paso atrás y él se rió.

—No te preocupes -, continuó. -No voy a besarte. Pero, para


que conste, no es porque no quiera. Quiero dejarlo
absolutamente claro.

Dolphina encontró su voz.

—Esto es… inapropiado.

—No, no lo es. Inadecuado sería que te besara de nuevo,


como lo hice en mi apartamento. Dios, eso fue tan dulce.
Podría haberte besado así durante horas.

Su voz se fue apagando.

—¿Siguiente tema?

Él se estaba burlando de ella, ella lo sabía, pero quería


desesperadamente cambiar a un tema más seguro, por lo que
bajó la mirada hacia su cuaderno, lo cual no ayudó porque de
repente no podía leer su propia letra.
Dios, que fue dulce .
Dios mío, sin duda.

—Oh, ¿sabes qué más estaba pensando?- Dijo Will,


chasqueando los dedos, como si su conversación no acabase
de girar bruscamente hacia una la zona de peligro.

222
—¿Para una de mis columnas? Pensé que sería interesante
hablar con… ¿como se llama?.

Tomó su libreta encuadernada en piel de su bolsillo trasero, y


la ojeó.

—El actor. Wyndham.

Encontró la página que estaba buscando.

—Adam. Hice algunas investigaciones anoche, y leí una


entrevista que hizo donde dijo que él era el ex de Jules y cómo
consiguió la audición para el papel en esa película que hizo
con Robin. Héroe americano.

Dolphina trató de ocultar su horror, que era difícil, porque


todavía estaba distraída por…

—No estoy segura de que Adam sea un buen candidato.

—¿Es una broma?- Dijo Will.

—Es perfecto. Él los conoce a ambos, probablemente bastante


bien..

Un poco demasiado bien.


Jules y Robin hubieran conectado hace varios años, si
Adam no se hubiera interpuesto a propósito entre ellos.
Más cosas para no decir a un periodista. Aunque, Dolphina
sospechaba que si Will seguía investigando, encontraría la
historia completa. No había sido sólo culpa de Adam.
Robin y Jules cometieron su parte de estúpidos errores hasta
que encontraron su camino hacia su final feliz.

223
Pero lo último que cualquiera de ellos querría ahora sería dar
pie a Adam para complicar las cosas una vez más.

Como si fuera una señal, su teléfono sonó de nuevo.


Y sí, otra vez, era Adam.
Iba a tener que ir al baño a llamarlo.
Esta era una conversación que no quería que Will oyera.

—¿Necesitas contestar?-, le preguntó ahora.

—No.

Dolphina finalmente apagó el timbre.

—Sabes, hay otras personas con quienes hablar,- dijo ella,


tratando de convencerlo.

—La hermana de Robin, por ejemplo. Jane. Ella conoce muy


bien a Jules, llevó la investigación del FBI, cuando recibió esas
amenazas de muerte hace unos años. Ella es la razón por la
cual Robin y Jules se conocieron, esa es una gran historia.

Will no parecía convencido.

—Una que ya se ha contado antes.

Jules gritó desde el vestíbulo.

—Nos vamos. Voy a dejar a Robin en el estudio. Dolph ,


¿necesitas algo antes de irnos?

—Sólo… llámame más tarde por favor-, dijo ella, sin atreverse
a mirar a Will.

224
Pero algo en su tono hizo que Jules entrase en la cocina para
preguntar:

—¿Está todo bien?

—Ella no quiere decirte la última catástrofe conmigo delante-


respondió Will por ella.

Llevó la taza de café vacía al fregadero.

—Por eso me voy. Para recoger sándwiches para el


almuerzo.- Miró a Dolphina .

—Volveré en alrededor de una hora con comida, ¿te parece


bien?

¿Teniendo en cuenta que sería entonces cerca de la hora


exacta de su cita programada? De todos modos, ella encontró
su oferta cortés.

—Gracias.

Jules miró su reloj mientras seguían a Will al vestíbulo.

—Robin, me voy a quedar un par de minutos. Si tienes que


irte…

—En realidad, -dijo Dolphina, —Tengo un par de preguntas…


para él, también.

Will la miró, él no se dejó engañar.


Tampoco Jules. Pero él no sólo esperó hasta que la puerta se
cerró detrás de Will, sino hasta que el reportero estuvo en el
porche y caminando por la acera.

225
Sólo entonces se dio vuelta y pregunto a Dolphina:

—¿Qué está pasando?

***

E l día de Robin fue de malísimo a lleno de mierda, cuando


Dolphina se aclaró la garganta y dijo;

—Pues… Adam Wyndham me llamó anoche. Dijo que ha


estado tratando de localizarte.

Maldita sea.

—No estoy interesado en hablar con él, -dijo Robin desde su


asiento en el sofá, mientras Jules decía, —Le dejé un mensaje
de voz. Fui muy claro.

Jules lo hizo en el mismo momento que Robin, y se volvió para


mirarlo con sorpresa.

—¿Adam te ha estado llamando a ti también? ¿Por qué no me


lo dijiste?

Robin se alarmó porque, mierda, ya había pasado por esta


situación antes.
Jules se iba a poner celoso, y… él no quería pasar por esto
ahora. Además.

226
—¿Por qué no me dijiste que te estaba llamando?

—Um, chicos, -comenzó Dolphina.

Robin se lo impidió.

—No,- dijo.

—Tengo curiosidad. ¿Por qué soy el malo aquí?


¿Por qué es aceptable que Jules no me diga que su ex ha
estado llamando desde hace dos semanas?

—¿Dos semanas?

Ahora Jules si que estaba extremadamente infeliz.

—Tal vez porque él sólo me ha estado llamando hace solo dos


días.

¡Uy!.

Robin vio en los ojos de Jules su acusación, pero era


demasiado elegante para decirla en voz alta, por lo menos no
delante de Dolphina.

—Y él era mi ex desde hace más tiempo, mucho más tiempo


antes de que fuera tu ex. ¿Y te has olvidado de que terminaste
tu relación con él porque pensaste que podría estar
enamorándose de ti?

Jules se volvió hacia Dolphina .

—¿Nos disculpas un minuto?

227
Robin puso su cabeza entre las manos.
Vamos allá…
Ella suspiró, claramente frustrada con ambos.

—Sí- dijo ella, —pero antes de hacerlo, puedo añadir que


Adam dijo que llamaba porque recibió lo que él describió como
cartas de admirador un poco raro, vagamente amenazadoras,
y también mencionó a Robin. No entró en muchos detalles
cuando lo presioné, lo que me hizo sospechar algo, él seguía
insistiendo en que quería hablar con alguno de los dos. Ahora,
por lo que yo sé sobre Adam es que a él nada parece
gustarle más que causar problemas.

Y mirando a Robin y a Jules, suplicó.

—Por favor, no dejéis que lo haga.

—Llama al servicio que gestiona el correo de Robin,- le ordenó


Jules.

—Haz que informen sobre cualquier cosa inusual, lo que sea


que se ajuste a esa descripción.

Ella vaciló.

—Jules , probablemente solo…

Su voz fue aguda.

—Sólo hazlo. Por favor.

—Sí , señor-.

Cerró la puerta de la oficina en silencio detrás de ella.

228
Robin habló primero, porque Dolph tenía razón, Adam
probablemente se frotaba las manos de alegría en este
momento, pensando en la pelea que Robin y Jules
estaban a punto de tener.
Respiró hondo y mantuvo su voz de manera uniforme.

—Debería habértelo dicho cuando Adam hizo la primera


llamada. Yo sólo... pensé que lo estaba manejando bien.

Jules se quedó en silencio, de pie junto a la chimenea, incapaz


o sin querer mirar a Robin.
Era la imagen de la tensión.
Era muy celoso, Adam se lo había dicho una vez a Robin,
hablando de Jules, y vaya!, no bromeaba.

—Sé que piensas que es perfecto, pero no lo es. Es muy


posesivo. Solía volverme loco…

Pero eso no volvía loco a Robin. Le encantaba la forma en que


Jules le tocaba, el calor de su mano en la espalda de Robin,
sólido y, sí, muy posesivo. A pesar de que Robin era más alto,
Jules era el alfa en su relación. Y Robin lo quería, lo amaba.

—Por favor, no creas que estaba tratando de ocultártelo- dijo


Robin ahora —porque no lo hacía. Lo estaba ignorando. Tenía
la esperanza de que él acabase por desaparecer . . .

—Durante dos semanas,- repitió Jules.

—Si esto continuaba,-dijo Robin, —iba a cambiar mi número


de móvil.

Jules se volvió hacia él.

229
—Y decirme… ¿qué?

—La verdad.

Robin puso más fuerza en su tono de lo que pretendía, ya que


tocaba un punto caliente: la insinuación de Jules de que él
podría haber mentido.
Cerró los ojos.

—¿Podemos no pelear hoy?

Apretó los dientes con esas palabras, ya que no estaban


peleando, estaban hablando y sí, una de las razones por las
que no había dicho nada a Jules sobre que Adam había
estado llamando era porque sabía que Jules se pondría
celoso.
Y la razón por la que estaría celoso era porque tenía miedo de
perder a Robin, lo que era a la vez ridículo y halagador.
Y Jesús!, ahora Jules estaba allí de pie, ocultando su miedo y
dolor detrás de la ira, tratando desesperadamente de no
mostrar lo vulnerable que se sentía.

—Te amo- dijo Robin, rebajando todo esto al punto


fundamental.

—Lo sabes. Y te lo hubiera dicho si hubiese continuado. Mira,


él primero me llamó cuando nos comprometimos, cuando la
noticia se hizo pública. Era sólo por… bueno, ¿cómo estás,
enhorabuena, me alegro de las cosas vayan bien, ese tipo de
llamada. Charlamos, tal vez durante diez minutos y entonces
él me llamó de nuevo, a los pocos días. Y unos días después,
y sí, esto comenzó a sentirse inadecuado. Él me hacía sentir
incómodo, así que fue honesto con él. Le dije que era
agradable estar en contacto de vez en cuando, pero había

230
demasiada historia entre nosotros tres como para ser amigos.

Jules tenía una forma de escuchar como si lo hiciese con cada


célula de su cuerpo, y lo estaba haciendo ahora.
Así que Robin continuó.

—Así que esperó una semana entera antes de llamar de


nuevo. En ese punto, le dije que eso no era lo que quise decir,
que una llamada a la semana no es de vez en cuando, y que
sin ánimo de ofender, pero iba a dejar de contestar a sus
llamadas. Qué es lo que hice.

—Deberías habérmelo dicho -dijo Jules, pero luego pareció


horrorizado como si se hubiera tirado un pedo durante un
momento particularmente sombrío como un funeral, sin duda
debido a sus palabras acusadoras.

—Deberías… - Se corrigió para que sus palabras fueran más


sobre sí mismo.

Estaba claro que lo estaba intentando, también.

—Quiero decir, yo solo… Realmente desearía que me lo


hubieras dicho.

—Si, yo quería, también, cielo. En serio. Pero parecía que


había funcionado, -Robin continuó con su historia.

—Al menos por un tiempo. Pero entonces Adam me llamó de


nuevo, esto fue hace unas dos semanas. He puesto mi
teléfono para que no suene cuando él llama, así que dejó un
mensaje de voz, algo en la línea de lo que dijo Dolphina. Que
si yo estaba recibiendo cartas extrañas de algunos fans raros.
Revisé el servicio y no había nada fuera de lo de costumbre.

231
Obviamente, fue un intento de conseguir que lo llamase. Y
como no quería, pues…Desde entonces, he estado borrando
sus mensajes.

Ahora Jules se enojó por otra razón.

—¿Los mensajes sobre una posible amenaza? Deberías


haberme hablado de eso.

Robin negó con la cabeza.

—¿Y dejarle ver a Adam que lo único que tiene que hacer para
conseguir que vayamos corriendo es susurrar las palabras fan
loco? No, gracias. Sabes de qué se trata. Está loco porque no
le enviamos una invitación a la boda.

—O lo opuesto, ¿está comprobando si tienes alguna duda?

Robin se echó a reír, pero Jules ni siquiera sonreía, así que


dijo:

—Si ese es el caso, va a quedar decepcionado. Estoy un


millón por ciento libre de dudas, lo sabes, ¿verdad?

Jules asintió.

—Sí.

Pero luego negó con la cabeza.

—La mayor parte del tiempo, -rectificó.

—A veces… me pongo loco.

232
—Habla conmigo cuando te suceda, -dijo Robin.

—Dios mío, me apoyo en ti para tanto.

Jules asintió de nuevo.

—Es difícil… pero lo intentaré.

Se las arregló para forzar una sonrisa y poner los ojos en


blanco.

—Jodido Adam-, dijo.

—Siento mucho todo esto,- dijo Robin de nuevo.

—Yo también. Yo... lo siento mucho.

—¿Por qué no me dijiste que él te llamó?- preguntó Robin de


nuevo, en voz más baja en esta ocasión.

Jules se acercó y se dejó caer en el sofá junto a él, con las


piernas estiradas y la cabeza hacia atrás.

—Supongo que pensé que lo estaba manejando, también.


No le hice caso al mensaje que dejó, supuse, sí, que estaba
quejándose por no ser invitado… Dios.

—Te lo diré que si alguna vez vuelve a llamar, - Robin


prometió.

Jules volvió la cabeza y lo miró, con un poco de diversión


finalmente de nuevo en sus ojos.

—¿Si?

233
—Cuando,- Robin estuvo de acuerdo.

Porque con Adam sin duda sería un cuándo.


Tiró a Jules de la corbata y lo atrajo para darle un beso.
Mmmm.
Envolvió sus brazos alrededor de Jules, tirando de él hacia
atrás para quedar tumbados juntos en el sofá.

—Cancelemos todas las reuniones de hoy y quedémonos en


casa.

Maldita sea, yo ya estaba agotado por esa mierda de mi padre.

—Ojalá pudiera, -dijo Jules con un suspiro, con la cabeza en el


hombro de Robin y sus dedos jugando con los botones de su
camisa.

—Pero no puedo. Ah, Dios, ya llego tarde.

Aunque no se levantó.

—Yo tengo que irme, también, -dijo Robin.

También sin moverse, porque sí, esto era extremadamente


agradable, simplemente relajarse aquí así.
El problema era que tenía una reunión con Art Urbano que
comenzaba en cuarenta minutos. Era algo importante,
teniendo en cuenta que empezaban el rodaje de mañana y
todavía no habían encontrado un actor para interpretar a su
padre de ficción.
¿No era irónico?

—Sólo estoy… haciendo un poco de optimismo de alta


resistencia.

234
—No hemos terminado con Adam,- Jules le recordó, con su
mano caliente contra el estómago de Robin.

—¿Quieres que me encargue de él, echar un vistazo a esos e-


mails que ha recibido?¿Para que no te metas en esto?

A Robin no le gustó mucho esa idea, ¿Jules pasando tiempo


con Adam?

—Yo me pongo celoso, también, ¿sabes? Estuviste


enamorado de él.

Jules volvió la cabeza para mirarlo.

—Eso fue antes de que supiera lo que es el amor de verdad-


Sonrió.

—Cuando te conocí, Robin, Dios . . tuve que redefinir todo. Ya


sabes, como esa canción country que a mi madre le gustaba
tanto. Solía molestarme, yo estaba en mi fase technopop, pero
últimamente es que… me encuentro pensando en la letra todo
el tiempo: Era un río, esto es el océano. Yo pensé que amaba
a Adam, y lo hice, pero… no estaba ni siquiera cerca de este
increíble océano que siento por ti.

Robin se rió mientras su corazón le daba un vuelco.

—Eres jodidamente romántico, -dijo, amando la manera en


que Jules lo miraba, como si tuviera una agenda.

Y, oh sí. Definitivamente lo hizo.

—Cuando me dices cosas así, yo . . soy como arcilla en sus


manos.

235
Jules sonrió ante eso.

—Casi, -dijo.

Oh , sí. Oh... si.

NEWTON, MASSACHUSETTS

C uando Will llegó a casa, Maggie todavía no había


regresado de la escuela, lo cual era bueno, porque significaba
que podía coger el ordenador y acceder a Internet.
De todos modos, la razón por la que ella competía por el
ordenador todos los días, justo después de dejar su mochila de
libros enfrente de la puerta del apartamento, era para poder
relacionarse con Will.
Así que lo primero que hizo cuando se conectó fue comprobar
su cuenta de correo. Y, por supuesto, el e- mail diario de
Arlene estaba listo y esperando.

Era breve: gracias por el paquete, el clima es frío, no te


olvides de enviar un correo electrónico e informar de lo
ocurrido esta semana en PERDIDOS, un programa de
televisión que ella y Maggie siempre veían juntas.

Lo imprimió para que Maggie pudiera verlo pronto, y luego se


puso manos a la obra.

236
Lo primero era lo primero, buscar en Google el número de
teléfono que había copiado de la lista de llamadas entrantes de
Dolphina en su móvil.
Y sí, sin duda se sentía culpable, mientras tecleaba los
números, empezando por el código de área de Los Angeles.
Dolphina no había dicho nada sobre no espiar su móvil o sus
archivos del ordenador antes de que desapareciese escaleras
arriba para ayudar a Robin y Jules con la entrega de un aseo
nuevo. Pero probablemente ella había asumido que lo daba
por hecho.
Al parecer, ella no sabía mucho de reporteros y …Whoa. No
era esto interesante?
El número que había copiado pertenecía a A. Wyndham.
Por alguna razón desconocida, Adam había llamado a
Dolphina un buen número de veces en los últimos días.
Esto era sin duda muy conveniente.
Ahorraba a Will tener que buscar el número de teléfono de
Adam para que pudiera entrevistarse con él.
Lo guardó en la agenda de su móvil.
Lo siguiente fue la información que había birlado de un fichero
denominado lista de invitados.
Como había sospechado, debido a la reticencia de Dolphina
de discutir sobre el asunto, uno de los invitados a la boda
había sido marcado por el Servicio Secreto. Y no era sólo un
aviso de "comprobar más a fondo". Era una verdadera alerta
roja, gritando "no debe asistir."
El invitado en cuestión era W. Davis Jones, quien, de acuerdo
a los registros del Dolphina, vivía con su esposa, Molly y su
hija de dos años, Esperanza, en... ¿Flat Ridge , Iowa?
Él entrecerró los ojos ante las palabras que había garabateado
en su bloc de notas.
Eso no podía ser cierto.
Tenía su dirección y código postal, así como sus números de
seguridad social, por lo que… Bien. Flat Ridge. Eso era mejor.

237
Era un suburbio de Des Moines, lo que parecía un poco
redundante ya que Des Moines es más pequeño que algunos
de los suburbios de Boston.
La información que estaba encontrando era… rara, por decir
poco.
Jones era un corredor de seguros de Northstar Company, lo
que no parecía una profesión demasiado peligrosa. A pesar de
que había sido un suboficial , un sargento del ejército, con una
distinción relativamente reciente. Licenciado con honores,
por lo que no encajaba del todo bien. Había servido en…
Sudeste de Asia, Indonesia, Alemania y Kuwait.
La esposa de Jones, Molly, era casi diez años mayor que él.
Nee Anderson, que había trabajado en el extranjero durante
años, por varias organizaciones del tipo cuerpo de paz. Kenya,
América del Sur, y esto era interesante, también en Indonesia.
Will comprobó las fechas. Accedió al expediente del sargento.
La información del servicio de Jones era escasa, no había
detalles de cuándo y dónde había servido. Pero la pequeña
Miss Molly había estado en Indonesia aproximadamente al
mismo tiempo que él mismo había estado allí, en la época
del atentado terrorista en Bali.
Ella había vivido en la remota Parwat Iisland, como miembro
de una organización de ayuda.
Parecía probable, que Indonesia era el común denominador,
por el que Davis y Molly se habían encontrado allí.
Accedió a un sitio de búsqueda que no era del todo legal y el
Sr. y la señora Davis y Molly Jones habían pagado sus
impuestos a tiempo el año pasado. Bien por ellos.
Pero, maldita sea, un corredor de seguros en Des Moines
gana menos que un reportero en Boston. Por supuesto, Jones
no pagaba impuestos de Boston.
Molly trabajaba en la guardería, ya fuera a tiempo parcial o con
salarios de esclavo.
¡¡Guau!!.

238
Mirando más a fondo, los Jones tenían una considerable
cuenta de ahorros. Y eran dueños de su propia casa,
totalmente.
Retrocedió un año para tratar de averiguar cuándo habían
ganado la lotería, y luego otro, y otro. Esto era extraño. Al
parecer, Davis y Molly estaban recién casados, apenas hacía
tres años. Antes de 2005, se encontró con las declaraciones
de impuestos de Molly Anderson, que vivió y trabajó en Kenia,
de nuevo, con un salario miserable, y antes de eso en Parwati,
Indonesia.
No encontró nada en absoluto sobre Davis Jones.
Buscó por William Davis Jones, de los cuales sólo había unos
cuantos, pero ninguno se correspondía con la fecha de
nacimiento.
Intentó con William D. Jones y se encontró con algunos más,
pero de nuevo, no coincidían por nacimiento.
¿Los sargentos del Ejército no tienen que pagar impuestos?
Al menos que no existían datos desde 2005.
A menos que su registro en el Ejército fuera una invención,
junto con una identidad nueva y brillante.
Hmmm.
Indonesia era más que un país con un bonito océano, selvas
verdes y mares azul turquesa . Era predominantemente
musulmán, y poblada principalmente por personas de la
verdadera fe que estaban indignados por la violencia terrorista.
Pero Indonesia también tenía pobreza, desesperación y miedo,
tres de los principales ingredientes que los extremistas
fundamentales necesitaban para tener éxito.
Y los terroristas eran sólo una de las muchas facciones
peligrosas que tenían en Indonesia su base.
Los narcotraficantes tenían reinos en sus islas, con ejércitos
privados que a menudo guerreaban entre sí.
El secuestro de turistas era un negocio lucrativo y al parecer
los ciudadanos estadounidenses y japoneses de clase media

239
eran los de mayor tasa de retorno. Los piratas recorrían los
mares abiertos, vestidos más como los niños que merodeaban
por el centro comercial Copley Crossing que como Johnny
Depp.
Will conocía el país bien, tanto por su historia como por sus
acontecimientos actuales.
Y sólo unos pocos años atrás, en 2005, de hecho en la época
que Davis Jones había aparecido misteriosamente, un gran
contendiente político presidencial de Indonesia llamado Heru
Nusantara había sido ejecutado, tipo hampa, después de que
una fea historia conectada a la codicia, el asesinato y la intriga
habían salido a la luz.
En esta historia, aparecía ligado a un narco notoriamente
violento llamado Chai.
Chai había muerto hacía años, pero su reputación pervivía.
Las personas tenían miedo de hablar de él, había gobernado
su rincón del mundo con puño de hierro, usando el
encarcelamiento, la tortura, la muerte y su ejército de
mercenarios, para mantener a la población controlada.
Su ejército de mercenarios, que incluso había incluido un ex-
patriota americano y ex de las Fuerzas Especiales NCO
llamado Grady Morant.
Hmmm.
Morant había cortado los lazos con Chai hacía años y casi
desaparecido de la faz de la tierra.
O ¿no?
Era curioso cómo las fechas coincidían.
En 2005, tras los crímenes de Nusantara, Davis Jones había
aparecido misteriosamente.
¿Coincidencia?
Quizás.
Quizás no.
Se abrió una lata de refresco y crujió los nudillos, entrando en
modo reflexivo.

240
Escribió los nombres Chai, Heru Nusantara, Grady Morant y
Molly Anderson en su buscador, sólo para ver lo que
encontraba.

TUCSON, ARIZONA

A dam tenía otro e- mail del friki.


Lo hizo levantarse de su ordenador, cerrar las cortinas de su
habitación del hotel y poner el cierre de cadena en la puerta.
Era una estupidez. Lo sabía. Quien le hubiera escrito
claramente había dejado su medicación y probablemente
fuese incapaz de salir de los límites de protección de sótano
de su madre.
Y sin embargo …
¿Está Adam disfrutando de Tucson?
El hijo de puta siempre se refería a él en tercera persona, sin
duda porque él pensaba que sería el malvado gemelo robot de
Adam el que respondiese a su email.
Adam se rió mientras se servía una copa.
¿Y qué si eran sólo las 9:30 de la mañana?
Había trabajado casi toda la noche y no lo necesitaban en el
set de nuevo hasta la puesta del sol.
Además, si se emborrachaba, siempre podía enviar a su
gemelo malvado en su lugar.
Su móvil sonó y él saltó para responder, porque era el tono de
llamada de Robin.
Robin Chadwick finalmente lo llamaba.

241
—Hola, -dijo sin aliento, a pesar de su intento de parecer
despreocupado.

—Ya era hora, Einstein. Pensé que nunca me llamarías. Debe


de haber mucho ajetreo en la villa de Jules a medida que se
acerca la boda, ¿no? No es demasiado tarde para huir.

—No es Robin, soy yo.

Oh, demonios, era Jules, sonando como si llevase una capa


extra- crujiente sobre su traje oscuro hoy.

—Tramposo, -dijo Adam con la decepción apretando su pecho.

—Usando el teléfono de Robin para llamar. Controlándolo, eh


J?

—No, sólo jodiéndote, -dijo Jules.

—De la misma manera que has estado tratando de joderme y


a Robin desde que has oído nos vamos a casar.

—Correcto.- dijo Adam cargando una tonelada de paternalista


incredulidad en esa única palabra.

—Deja tus sospechas de lado, GI-man. Por mucho que me


gustaría decirte que me he estado viendo con él, por
desgracia, no ha sido así.

—Nos vamos a casar, Adam,- repitió Jules.

—Sé que es fiel. Estoy increíblemente feliz, guau!, muchas


gracias por preguntar.

242
—No hace falta que te lo pregunte,- dijo Adam.

—Sé lo feliz que debes estar. Quiero decir, Robin... Maldita


sea. Siempre estaba listo para cualquier cosa, en cualquier
momento. ¿Alguna vez te contó la noche en que nos
conocimos en una fiesta en la casa de Susie y Jamaal en
Malibú?

—Estoy seguro de que no lo recuerda.

Bueno, vaya.
Pero Adam no era el único resentido, la voz de Jules era firme.

—Él cometió muchos errores antes de dejar de beber, -le dijo a


Adam.

—Realmente se rehabilitó con el programa, ¿eh?

Adam fue repentinamente muy consciente de la bebida que


tenía en la mesa. Aún así, eso no le impidió cogerla y tomar
otro trago.

—Sí, lo hizo. Él es... -Jules hizo una pausa, con voz tranquila
ahora.

—Él lo está haciendo realmente bien. Es feliz, también. Ambos


lo somos.

-Eso es... bueno,- dijo Adam pasado el repentino nudo en la


garganta.

—De verdad, Jules. Me alegro. Eso es... muy bueno.

—Sí, lo es.

243
Se detuvo de nuevo.

—¿Así que en serio estás recibiendo e-mails amenazadores?

Adam suspiró.

—Sí y no. Más que nada, son malditamente raros. Las


amenazas son… más implícitas que... Está bien, mira. Algunos
días parecen realmente peligrosos, otros días me hacen reir.
He estado recibiendo alrededor de un e-mail al día durante los
últimos casi, no sé, tres semanas. Son de un tipo que se
hace llamar Jim Jessop. No te rías, pero parece que piensa
que hay dos de mí. Uno soy yo y el otro es como un gemelo.
Un imitador. A veces lo llama extranjero, a veces robot.

Él se rió, no pudo evitarlo.

—Y sí, cuando lo digo en voz alta, me siento increíblemente


estúpido. Pero dice que puede ver la diferencia y que mi
gemelo es malvado, y un peligro para la parte no robot de mí.

—Me gustaría ver los e- mails que mencionan a Robin, -dijo


Jules.

—¿Me los puedes enviar?.

—Sí,- dijo Adam, estirando las palabras.

—Bueno …

—Ah, - dijo Jules.

—Jessop escribió sobre American Hero, más bien,- se


defendió Adam.

244
—Dice que puede ver la diferencia entre las escenas que filmé
yo y las que filmó el otro, ya sabes, Adam el malvado. Es sólo
cuestión de tiempo antes de que vaya tras Robin.

Jules se quedó en silencio.


Así que Adam acercándose su ordenador portátil escribió una
dirección web y…

—¿Has visto a la página web de Stalker Celebrity.com?


Robin tiene una página. ¿Quieres saber dónde está? Sólo
entras en línea y, listo, lo encontrarás. Veo que está en la
oficina de Art Urbano en estos momentos. Parece que lo
llevaste allí, al menos espero que fueras tú. Quienquiera que
fuese, aparentemente Robin lo besó con todo el alma antes de
salir del coche.

—Estoy al tanto del sitio-, Jules interrumpió.

Al tanto y sin duda enloquecido por eso.

—Sé que no soy tan famoso como Robin- dijo Adam al escribir
su propio nombre en la búsqueda del sitio, —pero yo tengo
una página también. Aunque no tiene tan buen mantenimiento.
Si vas allí, verás que mi último avistamiento fue....

Esperó a que el equipo buscase. Y... perfecto.


Se aclaró la garganta.

—Hace tres noches, yo estaba en, umm, el Big de West


Hollywood. Pero estoy en Arizona ahora para una sesión de
tres días y el e-mail de Jimmy J de hoy preguntaba si mi no
robot estaba disfrutando de Tucson.

245
Jules suspiró.

—¿Cuál es el e- mail de Jessop? Comprobaré si Robin ha


estado recibiendo algo de él, también. Pero aparte de eso…

Adam sabía lo que venía.

—No me puedes ayudar. Osea puedes, pero no lo harás.- Se


contuvo.

—Lo siento,- dijo rápidamente.

—No quise decir eso. Sé que estás ocupado con la boda, pero,
estoy un poco asustado.

Silencio.

—¿Qué es exactamente lo que quieres que haga?- Jules


preguntó finalmente.

¡Victoria!.
Pero, ¿qué quería? Además de a Robin de nuevo en su vida.

—¿Puedes... por lo menos mirar estos e- mails? Tal vez hacer


algún tipo de verificación computarizada del lenguaje y el
fraseo, como hiciste cuando Jane Chadwick estaba recibiendo
amenazas de muerte. ¿Asegurar que no estoy siendo acosado
por algún jodido asesino en serie?

Jules suspiró de nuevo.

—Muy bien.

—Gracias.

246
—¿Has ido a la policía ya?- Preguntó Jules.

—Sí, claro. Fui corriendo porque me encanta cuando se ríen


en mi cara.

—¿Tienes abogado, ¿no?.

Jules no esperó a que le respondiera.

—Cuando vuelvas a Los Ángeles, llevas los mensajes de


correo electrónico a tu abogado y le pides que llame a la
policía. Si la policía determina que debe haber una
investigación… y no te puedo ayudar, porque tal y como están
las cosas, esto no es un delito federal, al menos la policía lo
hará, puedes solicitar que Celebrity Stalker quite tu página
temporalmente del ciberespacio. Después de hablar con la
policía, que tu abogado llame a la página web y les haga saber
que se han presentado cargos de acoso y que si algo te pasa.
bla bla bla. Créeme, lo harán.

—Genial, -dijo Adam.

—A menos que este tipo me pueda encontrar sin su ayuda.

—La policía debe ser capaz de seguirle la pista a partir de su


dirección de correo electrónico, -dijo Jules.

—Es probable que sea inofensivo. Y, probablemente, no


esté del todo loco.

Jules hizo un ruido parecido a la risa.

—Siempre pensé que tenías un robot gemelo malvado.

247
Adam también se rió.

—Muy divertido.

—En realidad, no, -dijo Jules.

—No fue divertido. Sobre todo en el momento. Y francamente,


todavía no lo es. Y cuando veas a este gemelo malvado tuyo,
dile que deje de llamar a Robin, también.

MIÉRCOLES, 5 DE DICIEMBRE BOSTON,


MASSACHUSETTS

— W ow, -dijo Jules, todavía respirando con dificultad.

—¿De dónde salió eso?

Volvió la cabeza para mirar a Robin, que se había derrumbado


a su lado en la cama, igual de cansado.

—No me malinterpretes, me encantó, pero...

Y se echó a reír.

—Santa mierda.

248
Robin levantó la cabeza de la maraña de sábanas, con una
interesante mezcla de timidez y satisfacción en sus ojos.

—Siento lo de tu camisa.

—Yo no, -dijo Jules, apoyado en un codo para poder besar a


Robin antes de salir de la cama.

El tiempo se acababa. Tenía que volver a la oficina.


El traje que había llevado hasta hacía pocos minutos estaba
esparcido por la habitación, los pantalones colgando del
espejo de la esquina, la chaqueta y la camisa eran montón
arrugado cerca de la puerta del baño.
Un zapato se había deslizado hasta la mitad por debajo de la
cómoda y sus calcetines, el otro zapato y un puñado de
monedas del bolsillo de sus pantalones llenaban el suelo de
madera.
Parecía como si hubiera explotado fuera de su ropa, lo que no
estaba tan lejos de la verdad.

Jules cogió su chaqueta.


No había caído al suelo y sólo tenía algunas arrugas.
Pero su camisa nueva de Pink estaba destrozada y los
botones arrancados.
Robin se rió con tristeza al ver el daño que había hecho.

—Lástima que no tengamos un departamento de vestuario, ya


sabes, para venir corriendo con otro traje.

—Eso no es un problema para mí, -Jules le dijo con una


carcajada.

—De hecho, creo que la lástima sería que alguien viniese


corriendo aquí en este momento.

249
Hablando de cambios, ¿alguien notaría al llegar a la reunión
de esta noche que llevaba una camisa diferente después de ir
corriendo a casa para recoger a un archivo?
Uh, sí!
Eran unos frikis agentes del FBI.
Lo notarían.
Jules cogió sus bóxer y los pantalones y se fue al baño.
Uno de estos días su baño tendría los magníficos y nuevos
sanitarios y ducha, en vez de tuberías que estallaban y
provocaban goteras en el techo de la cocina desde
hacía dos meses.
Cuando estuviera terminado, su cuarto de baño tendría un
nuevo y eficiente inodoro instalado, en vez de tener que
sentarse al lado de un agujero en el suelo.
Los bonitos armarios de madera que rodeaban el lavabo doble
tendrían una encimera de granito brillante.
Las paredes dañadas por el agua serían reparadas y pintadas.
Habría espejos y colgadores de toallas y albornoces.
Jules ya no tenía la esperanza de que el trabajo se acabase
antes de su boda con Robin. Así que para evitar las incesantes
y repetidas decepciones, se puso como objetivo la finalización
del proyecto en el futuro. Digamos, ¿en treinta años más o
menos? ¿O con optimismo y esperanza para su vigésimo
aniversario?
Eso estaría bien.
Pero en este momento él tenía asuntos más inmediatos que
considerar.
Mientras se lavaba la cara, pensó en usar un traje
completamente diferente para la reunión, tal vez ¿fingir que
había tenido un accidente con una taza de Starbucks en el
coche?
La otra opción era sólo que... Sí, fue a su casa a hacer un
mandado y su amante increíblemente caliente le saltó encima
y sacudió su mundo.

250
¿Cuál es el problema?

Robin estaba probando la nueva ducha cuando Jules subió


para despedirse.
Los tubos estaban finalmente conectados, el alicatado se
había secado y el sistema estaba listo para funcionar.
Era bonito, si te ponías las manos alrededor de los ojos para
no ver el lío en construcción del resto del cuarto.
Un amplio espacio que tenía al fondo la bañera con paneles de
vidrio transparente.
Con baldosas en las paredes y el techo, los múltiples chorros
de agua salían desde todas las direcciones y las luces
empotradas hacían brillar el cuerpo de Robin mientras el agua
caía en cascada por su cuerpo delgado, musculoso y duro.
Hermoso, sin duda.
Jules no había hecho el menor ruido, pero de alguna manera
Robin sabía que estaba de pie en el umbral.
Se volvió y mientras se retiraba el pelo de la cara, abrió los
ojos.
Jules se sorprendía con frecuencia por lo azules que eran los
ojos de Robin.
Pero algo en la luz de la nueva ducha hizo que se vieran
diferentes. Aún más azules, todavía.
Más calientes, como diciendo algo, porque Robin tenía un
talento especial cuando se trataba de mirar a Jules y
calentarlo.

—Entra,-dijo Robin.

—El agua está deliciosa.

—Ojalá pudiera.

Y no es que no fuera verdad.

251
¡Dang! Robin, obviamente, se excitó al ver a Jules mirándolo y
no era el único.
Si tuviera tan sólo veinte minutos extra...

—Tengo que volver al trabajo. Tengo una reunión a las ocho y


media.

Robin cerró el grifo y abrió la puerta de cristal.


Dio un paso hacia fuera en la alfombra de baño, mientras el
agua seguía resbalándose al alcanzar su toalla.

—¿Qué hora es?

Jules miró su reloj.

—Las siete cuarenta y cinco.

Sus ojos se encontraron y Robin lo provocó. Por supuesto, él


no era el que tenía que correr a la oficina y hacer una
presentación.

—Estaré en casa a las once, a más tardar. ¿Puedes, um,


aguantar ese pensamiento?

Pero Robin dejó caer la toalla, claramente más interesado en


Jules que en cualquier otro pensamiento.

—En este momento,- dijo, —podríamos hacerlo de aquí a tu


oficina en quince minutos. Fácil.

—Si.

Jules sabía que debía alejarse.

252
Al tiempo que Robin lo tocase, su fuerza de voluntad se
evaporaría.

—Pero se tarda un cuarto de hora desde el aparcamiento.

—No si yo te llevo.

Muy cierto.
Si Robin conducía, podría dejar a Jules en la parte delantera
del edificio. Jules podría subir al lugar de la reunión con
sesenta segundos para un beso de despedida a Robin.

Robin seguía observándolo, esperando …


Y Jules asintió, ya respirando con dificultad.
Robin lo agarró y los botones salieron volando, cayendo cerca
de la cama y … Mierda, por cierto.
Jules estaba de pie en el baño, sonriendo como un idiota.
Un idiota muy feliz.
Robin fue hacia él, lo agarró por detrás en un abrazo, con sus
brazos apretados alrededor de su pecho mientras le sonreía
por encima del hombro, en el espejo.

—Sólo quiero señalar que, si bien en la intimidad es agradable,


hay algo que decir sobre tener una figura de autoridad en la
pareja.

Jules se rió cuando Robin acarició el cuello.

—En la pareja. ¿En serio?

Pero era una pregunta un tanto innecesaria. Podía sentir a


Robin, espeso y cálido en su contra, ya medio despierto de
nuevo.

253
Robin sonrió, sin duda, porque podía ver que él no era el único
excitado por la idea de una repetición.

—¿Tu reunión tardará un par de horas?

—Voy a ser breve- Jules prometió.

Si hablaba rápido, podría hacerlo en una hora.

—Entonces te dejaré y esperaré, - le dijo Robin.

—Me quedaré en el coche. De hecho, tengo algunas líneas


que aprenderme para mañana.

Su personaje en este nuevo papel de Art Urban aparecía en


casi todas las escenas, pero hasta ese momento, no había
tenido mucho diálogo.
Era un hecho que Jules encontró extremadamente
desconcertante, por lo que trató de no pensar en ello.
Especialmente en momentos como éste.

Robin besó a Jules otra vez y de mala gana se alejó.

—No quiero hacerte llegar tarde, -dijo mientras se dirigía a


vestirse.

Pero luego se volvió casi de inmediato, observándolo desde la


puerta.

—Mentira, -admitió.

—Quiero hacerte llegar muy, muy tarde. Pero no lo haré.

Jules se echó a reír.

254
–Gracias -dijo mientras se ponía los pantalones.

Robin asintió.

—¿Por qué no te pones una de tus camisas más viejas, ya


sabes, de las de atrás del armario? Hay una, creo que tiene
rayas verdes y blancas. Tiene algo deshilachados los puños...

Jules lo miró, pero no estaba bromeando.


Oh, mi.

—¿Quieres que, um, me la ponga para ti?

Robin respondió de forma muy clara.

—Así podre arrancártela más tarde.

Jules se las arregló para asentir.

—Sí, -dijo.

—Gracias.

—Bien.

Robin sonrió.

—Espérame un momento -dijo y finalmente fue a vestirse.

255
VIERNES, 07 DE DICIEMBRE SAN DIEGO, CALIFORNIA

S am paseó por la casa mientras Alyssa dormía.


Acababa de terminar de leer un libro y no iba a empezar uno
nuevo todavía. No había nada en la tele, excepto las mismas
viejas noticias desalentadoras, por lo que encendió el
ordenador, se puso en línea y …Brrrring.
¿Tú todavía?
El nombre de usuario Squidward apareció en su pantalla.
Era la 01 a.m. en el Pacífico. Lo que significaba que eran las
04 a.m. en Boston.
Sam tecleó.

-¿Qué ″estás″ haciendo?

-R está haciendo una sesión nocturna,- respondió Jules.

-No puedo dormir. ¿Tienes un momento?

Sam no se molestó en escribir su respuesta. Simplemente


cogió el teléfono y marcó.

—Gracias, -dijo Jules al responder.

—¿Qué pasa?

—Hay algo - dijo Jules, —en lo que me podrías ayudar.

—¿Es sobre Adam? - preguntó Sam.

256
Alyssa le había informado sobre la última cagada.
Aparentemente el loco fan de Adam era de hecho un señor
llamado James Jessop de Anaheim, California.
Jules había entregado muestras de la escritura de JJ a los
analistas del FBI, pero nada había hecho saltar las alarmas, lo
que era bueno.
Todo el mundo, incluido Sam, estaba de acuerdo en que la
cosa del robot malo era una mierda bastante rara. Pero
cuando la policía había ido a la casa de Jessop a hablar con
él, el lugar había sido abandonado y el agua y la luz cortadas.
Así que estaban perdidos y sin pistas.
Sabían quién era el loco, pero no sabían cómo encontrarlo
para asegurarse de que sólo tenía un pequeño tornillo suelto, y
no un homicida.

—Lo creas o no, - dijo Jules

—No.

Uh-oh. Sam se echó a reír.

—Me da miedo preguntar quién más podría tener un robot


gemelo malvado.

Jules se echó a reír también, pero su voz sonaba cansada y un


poco estresada.

—Tengo un amigo que va a venir a la boda que está…


llamando la atención del Servicio Secreto.

Sam no lo dudó.

—¿Cómo puedo ayudar?

257
—Te quiero, ¿lo sabes?, - dijo Jules.

—Tranquilo, -dijo Sam.

—Pero sólo porque Lys está dormida y Robin está toda la


noche fuera...

—Sí, sí -dijo Jules.

—Ja, ja. Lo sé. Los hombres de verdad no se expresan con


sinceridad sin hacer chistes estúpidos.

—Te quiero, también,- Sam interrumpió.

—¿Podemos pasar a por qué no estás durmiendo?

—Eso es . . algo completamente diferente, - dijo Jules.

Sam se preparó.

—¿Algo llamado Robin?

—No, es sobre mi esta vez, - Jules admitió.

—Oh, Jesús, Sam. Metí la pata. Cuando me enteré de que


Adam había estado llamando, me puse un poco... - Se
aclaró la garganta.

—Alterado. Nosotros… lo superamos, de hecho Robin fue


muy paciente conmigo y me pidió disculpas, que fueron.. bien
recibidas. Pero…

—Calamargo, tienes que tener en cuenta que si estás


estresado por la boda, Robin también lo estará.

258
—No, -dijo Jules.

—De eso se trata. No lo está. Está genial. Las cosas están…


Dios, realmente, están increíblemente bien.

Se rió, pero estaba lleno de desesperación.

—Excepto por el hecho de que Robin está empezando a


preguntarse por qué no quiero ver los DVDs diarios que él trae
a casa desde el estudio.

—Diarios, ¿los de las escenas del día?- Sam aclaró.

—Mmm -hmm.

—No lo entiendo, -dijo Sam.

¿Por qué Jules no querría verlos?


Siempre había pensado que le gustaba ver a Robin actuando
en sus películas.
Bueno, excepto en American Hero …
Y, entonces, se hizo la luz y Sam lo vio.
En American Hero, la película de Robin que Jules odiaba ver,
el co-protagonista, era el idiota de Adam Wyndham, con
el que Robin había tenido una serie de escenas muy íntimas.

—Así que el personaje que interpreta Robin, ¿cómo se llama?


Preguntó Sam.

—Joe Laughlin,- contestó Jules lacónicamente.

—Es básicamente como Robin, si Robin viviese en un universo


alternativo en el que no hubiera salido del armario o ido a
rehabilitación, si continuase haciendo películas.

259
—Así que Joe es la alcohólica estrella de cine del momento,
confirmó Sam.

—Toxicómano, -corrigió Sam.

—Además es gay y nadie lo sabe. Ni su familia, ni sus amigos.

Jules se rió, pero sin humor.

—Si. Nadie lo sabe. Excepto el pequeño ejército de hombres


con el que tiene sexo. Sólo en la prueba piloto, leí en el guión,
hay como todo un pelotón de ciclismo en su entorno.

—Sí, -dijo Sam lentamente.

—Ya veo el problema.

Algunos de esos DVDs sin duda incluiría escenas físicas a las


que Jules aparentemente le daba miedo mirar.

—Es estúpido, lo sé. Es que… me molesta. Sólo… dime que


estoy loco y me callo.

—No estás loco, -dijo Sam.

—Incluso si lo estuvieses, no creo que pudieras evitar lo que


estás sintiendo. Loco o no, lo sientes.

Hizo una pausa.

—¿Te asustarías demasiado si llamo a esto... lo que sientes


por su nombre técnico?

—Celos, -dijo Jules.

260
—Esa era la palabra que iba a decir, -dijo Sam.

Su amigo se echó a reír.

—Supongo que no es una gran sorpresa.

—Sí, -dijo Sam.

Esta no era la primera vez que Jules había luchado con


problemas similares en sus relaciones amorosas, y
probablemente no sería la última.

—¿No te ayuda saber que es ficción, que Robin sólo está


actuando?

Jules suspiró.

—Debería, pero… no, no es así. Lo realmente estúpido, es


que me estaba preparando para hablar del tema con Robin.
Como, hey cariño, wow, este nuevo personaje que estás
interpretando es muy complejo, y bueno, sé lo mucho que
disfrutas interpretándolo, pero tengo que ser honesto, soy
malditamente incapaz de pensar en otra cosa que no sea lo
mucho que me molesta.

Se rió de su disgusto.

—Eso va a ir bien. Pero tengo que decir algo, ¿no? Pero


entonces, Adam vuelve a aparecer y mi cerebro cortocircuita y
sí, Robin fue muy amable en esto, pero no lo estará si tenemos
que pasar por este increíble dolor en el culo de los celos de
Jules por la cinta diaria. Así que mantengo mi boca cerrada,
porque si no lo hago, Robin estará como, uf, estás loco. No
estoy seguro de querer casarme con esta mierda.

261
Jules finalmente tomó aire, lo que le dio a Sam la oportunidad
de hablar.

—Robin es un borracho, - señaló.

—Alcohólico en rehabilitación, - corrigió Jules, algo


bruscamente.

—Ese es el término políticamente correcto que utilizan las


madrinas, - dijo Sam.

—Es sólo una forma educada de decir que es un maldito


borracho. ¿Seguro que quieres estar casado con esa mierda?

Jules se rió en voz baja.

—Buen punto.

—Habla con el Chico Maravilla, -le aconsejó Sam.

—Sabes que apuesto a que si él supiera la úlcera que esto te


ocasiona, se lo pensaría dos veces antes de coger el papel.

—Eso es lo que me da miedo, -Jules admitió.

—Que deje de hacer algo que le gusta.

—Porque te quiere, -señaló Sam.

—No debería tener que elegir. Dios, es tan feliz, y…

Jules suspiró.

—Sólo tengo que aprender a lidiar con esto. Puedo hacerlo.

262
—El primer paso es hablar un poco con él, sea cual sea el
resultado.

—Si.

Jules volvió a suspirar.

—¿Podemos concentrarnos en mi amigo y el Servicio


Secreto por un minuto?, -se preguntó.

—Apenas una conjetura al azar, - dijo Sam, —pero el nombre


de ese amigo es… ¿Jones?

—Es él, - dijo Jules.

—Max casi ha convencido al jefe de seguridad del presidente


de que Jones y Molly se portarán bien durante la ceremonia. Él
y Gina son amigos de los Jones, entrarán a la iglesia juntos,
limitarán sus movimientos, se sentarán en una zona
especialmente designada. Max incluso irá armado. Yashi,
Deb y George, también. Todos estarán en las inmediaciones,
lo cual es ridículo. ¿Puedo decir lo ridículo que es esto? Jones
es mi amigo. Incluso si por alguna razón desconocida quisiera
perjudicar al Presidente, lo que podía hacer con facilidad en su
tiempo de ocio, puedo añadir, no lo haría en mi boda.

—Es jodidamente ridículo, - Sam estuvo de acuerdo.

—Pero viniendo como lo hago desde el servicio de la


seguridad personal, puedo ver el punto de vista del servicio
secreto también. No todo el mundo conoce a Jones como tu lo
haces.

263
Jules se quedó en silencio, sin duda, de acuerdo, pero
demasiado molesto para reconocerlo.

—Así que aquí está la cosa,- dijo finalmente.

—Tengo que decírselo a Jones. ¿Verdad?

—Si, -dijo Sam.

—Rata, -dijo Jules.

—Esperaba que dijeras que no tenía que hacerlo.

Al parecer, Jules estaba muy cansado.

—¿Cómo si él no supiera lo que está pasando, incluso sin salir


a la calle? - Dijo Sam.

—Cassidy, piensa en ello. El hombre es un operador con


experiencia. Lo va a notar, sobre todo cuando se siente en la
iglesia y vea al francotirador apuntándole directamente a la
frente.

—Eso no va a suceder-, Jules espetó.

—No lo voy a permitir.

—Es tu fiesta.

Sam arrastró las palabras.

—Puedes llorar si quieres, amigo, pero no se le puede decir al


Servicio Secreto dónde colocar sus francotiradores.

264
—Mierda, dijo Jules porque seguramente sabía que Sam
estaba en lo cierto.

Se rió con amargura.

—No me gusta esto. No me gusta... la idea de tener que


decirle a Jones, ¿Hola, sabes lo que te dimos una nueva
identidad y una oportunidad para empezar de cero? Pero no es
tan fácil, amigo, porque cuando dijimos borrón y cuenta nueva,
realmente no era en serio.

—¿Vendrá a la fiesta este fin de semana?, -preguntó Sam.

—Si.

—Yo se lo diré, -dijo Sam.

—No.

Jules suspiró.

—Gracias. En serio. Pero... voy a hablar con él. Sólo… ¿me


harás un favor y tratarás de contratarlo?

Sam se echó a reír.


¿Hacer a Jules un favor?
Sam había querido contratar a Jones en Troubleshooters
Incorporated desde que Jules le dijo que había vuelto a los
Estados Unidos.

—Dijiste que me mantuviese alejado, que él no estaba


interesado.

—Y no lo está, -dijo Jules. —Pero… hazlo de todos modos.

265
Quiero estar seguro de que él sabe que alguien respeta y lo
aprecia.

—Le voy a hacer sentir amor, -dijo Sam.

—Excepto, por supuesto, cuando Lysand y yo le pateemos el


culo en suelo de la galería de la sala de juegos.

—Jones no jugará al juego con láser, -Jules le advirtió.

—Nunca lo hace.

—Si, ya lo veremos, -dijo Sam.

—¿De verdad Alyssa va a jugar? - Preguntó Jules.

—Oh, sí , -dijo Sam.

—¿Y puedo advertirte de antemano? Si alguien hace el más


mínimo comentario, no sobrevivirá.

Bajó la voz.

—Sus hormonas están un poco desequilibradas y Dios, olvida


repetirlo, negaré haberlo dicho. Hablando sobre robots
gemelos malvados.

Él se rió.

—La última vez que usé la palabra con H, me hizo un maldito


agujero láser con sus ojos. Es una divertida y retorcida manera
de síntoma de desequilibrio hormonal de su embarazo ser
completamente incapaz de reconocer el desequilibrio
hormonal.

266
El mayor problema de todos, en opinión de Sam, era que
cuando Alyssa se enojaba o impacientaba, cambiaba de
actitud a un humor agudo y seco.
Se crispaba totalmente, sobre todo cuando se indignaba y ello
le excitaba a fondo.
En estos días estaba en un estado perpetuo de “házmelo”
ahora, pero ella se derrumbaba en la cama cada noche,
demasiado agotada para hacer nada más que dormir.

—No puedo esperar a verlos, - dijo Jules.

—Ya mismo, Cassidy, - Sam le dijo.

—Eh! ya estamos a un solo dígito. Nueve días y contando


hasta que Chadwick se case contigo y con toda tu molesta
mierda.

Jules se rió, como Sam esperaba que lo hiciera.

—Sí, pero al menos yo no tengo un robot gemelo malvado.

—Al menos que sepamos, -señaló Sam.

—Hasta luego, Bob Esponja.

Jules seguía riendo cuando colgó el teléfono.

267
QUINTA PARTE

_FANTASMAS DE LAS NAVIDADES


PASADAS_

SÁBADO, DICIEMBRE 8 BOSTON, MASSACUSETTS

C uando el total del equipo 16 de los SEALS de la marina de


los Estados Unidos llegó a la fiesta, Jules se acercó y puso su
mano en la espalda de Robin.
Simplemente la descansó ahí ligeramente, enganchando un
dedo en uno de los ojales vacíos de la pretina de los
pantalones de Robin cuando la ola de testosterona ingresó al
inmenso vestíbulo de la sala de juegos láser.
Robin tuvo que sonreír.
Eso era tan característico de Jules.
Él estaba sonriendo y tan amigable como siempre, pero
marcando su territorio.
Él hizo esto otra vez, buscando a Robin cuando un grupo del
estudio de Art Urban se presentó en escena. Aunque esta vez,
el atrajo a Robin aun más cerca, rodeándole la cintura con el
brazo.

268
Robin puso su mano sobre la de Jules, entrelazando sus
dedos y sosteniéndola ahí, firmemente en su sitio.
Sí, eso está bien, chico, yo soy tuyo.
De forma interesante, la mirada que le lanzó Jules era
débilmente pesarosa.
De lo que fuera por lo que Jules sintiera pesar, para Robin
estaba bien.
Jules era… extremadamente creativo cuando trataba de
disculparse.
Era interesante ver a los dos mundos reunidos, SEALs,
agentes del FBI, y los operativos de Troubleshooters
mezclándose y compartiendo con actores, encargados de
vestuario, y artistas del maquillaje, por no mencionar un grupo
más pequeño de cónyuges y parejas.
También era interesante estar en este tipo de fiesta en la que
no se veía ni una gota de alcohol.
Jules había sido inflexible sobre eso, durante todas las etapas
de la planificación.
Su boda, y todo lo que la rodeara y tuviera algo que ver con
ella, la llamada despedida de solteros del siguiente jueves, el
ensayo de la cena, y especialmente la recepción del sábado.
Sería completamente en seco.
Ellos brindarían por su compromiso para toda la vida de uno
para el otro con jugo de manzana espumoso.
Era algo raro, sin embargo, estar en una fiesta como esta con
música y gente hablando en voz alta, y no tener un trago en la
mano. No, uno en cada mano.
Robin siempre había sido eficiente.

‒ ¿Estás bien?- le preguntó ahora Jules, en voz baja, como


era usual, capaz de leerle la mente a Robin.

Robin asintió.

269
‒Sí. Aunque si uno más de tus amigos se me presentan a sí
mismos y me dan esa mirada de “hazle daño a Jules y te
cazaré”, yo podría empezar a tomarlo de forma personal.

‒Oh, Dios, ‒dijo Jules.

‒Por favor, dime que estás bromeando.

‒Está bien, ‒ dijo Robin, maldiciéndose a sí mismo cuando la


tensión de Jules alcanzó un nivel aun más alto.

No debería de haber dicho nada. Es esa vieja cuestión de


confianza de AA. Una de las cosas que el había aprendido en
rehabilitación, y que se le recordaba casi a diario en las
reuniones de AA a las cuales el asistía, era que todo el mundo
tenía diferentes reglas y límites de tiempo, y que un alcohólico
en recuperación tenía que ser paciente cuando se trataba de
volver a ganarse esa confianza.

‒Me lo he ganado. Además, estoy seguro de saber que aun


cuando mis amigos no te cazarán si me haces daño, ellos te
harán un mal corte de pelo si entras en su remolque de
maquillaje.

Jules se rió. Y no lo besó. Aun cuando ambos sabían que él


quería hacerlo.

‒Oh, vamos, ‒dijo Robin.

‒ Vas a besarme delante de todo el mundo la próxima


semana en la boda.

Tuvo una repentina punzada de duda.

270
‒ ¿Verdad?

‒Jules, discúlpame-, Dolphina apareció por el hombro de


Robin, sin dejar contestar a Jules.

‒ ¿Me pediste que te hiciera saber cuando los Jones llegaran?


Ellos están aquí.

‒Gracias, ‒ dijo Jules.

Él miró a Robin.

‒Anda, ‒ dijo Robin.

Esto concernía al problema que el Servicio Secreto tenía con


el muy buen amigo de Jules, Davis Jones.
Jules había estado perdiendo el sueño por esto desde hacía
una semana. Ellos habían hablado sobre esto, y Jules porfiaba
en llevar a Jones a un lado y hablar con el privadamente, sin
tener a Robin e incluso a la esposa de Jones, Molly, como
audiencia.
Pero antes de ir a manejar lo que era, por lo menos, una
situación difícil, Jules agarró el frente de la camisa de Robin y
le bajó la cabeza para darle un beso que no fue ni corto ni
dulce.
Jesús, Señor Todopoderoso, alguien agarró el extinguidor de
fuegos.
La multitud de amigos a su alrededor se dieron cuenta, por
supuesto, y comenzaron a gritar y dar alaridos de alegría.

‒No solamente te estaré besando en la boda-, le dijo Jules a


Robin por sobre los aplausos, cuando finalmente lo soltó,
acomodándole la camisa a Robin, poniendo sus cálidas manos
sobre su pecho.

271
En realidad él se estaba ruborizando ligeramente, lo cual era
completamente adorable.

—Te voy a sacar la mierda a besos.

‒Mira tú-, le dijo Robin a Dolphina, quien se veía tan


sorprendida como él se sentía, mientras ambos observaban a
Jules alejarse.

‒ Él es caliente, ¿Acaso no es caliente?

***

‒ Él es caliente, ‒ concordó Dolphina.

Casi era algo criminal lo bien que se veía Jules hoy con sus
jeans y una camiseta.
Particularmente cuando se alejaba.
Pero toda esta fiesta en Láser Manía era un festín de
camisetas ajustadas, con un equipo entero de SEALs de la
Marina a la mano para modelar lo último en ropa de camuflaje.
Un trío de ellos, Izzy Zanella, Jay López, y el imposiblemente
joven ojiazul Tony V… no habían sido tímidos al hacerle saber
a ella que le estaban dando una revisada.
Aunque el joven Tony sólo parecía seguirles el juego. Tal vez
era la imaginación de Dolphina, pero él parecía estar mucho
más interesado en darle una revisada a Jules.

272
Y que Dios la ayude, tenía que estar completamente loca, pero
a pesar de lo buenos que estaban los SEALs, ella se encontró
a sí misma vigilando la puerta.
Por Will Schroeder.
Por amor de Dios.

‒Sam Starrett está organizando un juego de láser llamado


Pelotas allá por la zona de juegos.

Le dijo Dolphina a Robin cuando la puerta se abrió y alguien


que no era Will ingresó al interior.

‒Por supuesto que lo está haciendo, ‒ dijo Robin riéndose.

‒ ¿Tú quieres jugar?

Dolphina le dio una mirada. Ni por asomo.


Este juego era por lo que ella podía observar, un concurso de
eliminación entre equipos compuestos por dos jugadores
estrechamente atados juntos, de ahí el nombre terrenal.
El objetivo era sobrevivir a una batalla en la que eran
etiquetados con láser en un trayecto con una vaga
reminiscencia de un escenario clásico de Viaje a las Estrellas,
con una gran cantidad de rocas falsas y edificios en ruinas en
donde esconderse.
Aparentemente Sam y su esposa, Alyssa, eran los campeones
reinantes. Ellos nunca habían sido golpeados. Nunca. Por
nadie.

‒Es divertido,‒ la urgió Robin.

Cuando Sam había explicado las reglas en su perpetuo y


divertido acento Texano, no había reglas, él también había
sido extremadamente gritón al dar su opinión del por qué él era

273
el rey: Esta era que se debía a que la tiradora de primera
Alyssa, era su reina. Ella era, en sus propias palabras, por lo
menos cuando no había alrededor orejitas que pudieran oír,
jodidamente genial.

—Sam siempre establece que haya tres diferentes niveles de


habilidades,‒continuó Robin.

‒Todo el mundo es bienvenido, y seremos un montón en el


grupo de principiantes. Y si tú no puedes encontrar un
compañero para el nivel de principiantes, digamos, si quieres
hacer equipo con, oh, tal vez el Capitán Bíceps, el Comodoro
Paquete de Seis o incluso El Almirante Pectorales que está
por allá, Bueno, olvida al almirante, Dolph, él… no es tu tipo.
Pero digamos que tú y el Capitán Zanella congenian, puedes
hacer equipo para jugar Pelotas en el nivel de principiantes,
pero el hombre Z necesitará incapacitarse a sí mismo.

‒ ¿Cómo va a hacer eso?- Dolphina estaba escéptica.

‒ ¿Saltar alrededor en una sola pierna?

‒Tal vez. Jules y yo una vez hicimos equipo para jugar con mi
hermana y la madre de Cosmo.

Robin se rió.

‒Ese juego implicó un montón de gritos. Especialmente desde


que Jules se ató los talones y las manos detrás de la espalda,
tú sabes, para llegar a nuestro nivel de amateur. Así que allí
estábamos atados uno al otro, te pones un arnés, y hay un
cordón auxiliar que se estira en total hasta tres pies,
conectándote a tu compañero y… yo estaba riéndome tanto,
que era completamente inservible. No sólo era Jules aleteando

274
alrededor como un pez, sino también la madre de Cos, ella
gritaba y hacía un bailecito cada vez que apretaba el gatillo.
Ella me contó más tarde que estaba fingiendo ser uno de los
Ángeles de Charlie. Te lo digo, Janey y yo llorábamos de la
risa. Así que ahí estaba Jules con su arma detrás de la
espalda, ¿vale? Y aun así era mejor tirador que nosotros tres
juntos.

‒ ¿Entonces quien ganó?

Delfina tuvo que preguntar, sonriendo ante la imagen que


Robin había descrito.

‒La madre de Cosmo nos mató a todos, empezando, por


supuesto, con Janey, su propia compañera de equipo.

‒Hablando de la madre de Cosmo, ‒ dijo Delfina.

‒El padre de Yashi está aquí-. Ella canturreó.

‒Él me preguntó dónde estaba e-lla.

‒Oh, ¿en serio?

Robin estaba intrigado. Le había contado a Dolphina en el día


de Acción de Gracias que pensaba que había notado una
chispa entre los dos miembros mayores de la comida de
celebración. Dolphina no lo había notado en ese momento, ella
había estado demasiado ocupada esquivando a Will, pero esta
tarde, el padre de Yashi había estado un poquito demasiado
casual cuando preguntó por la Sra. Richter.

‒ ¿La has visto?- Le preguntó ahora Dolphina a Robin.

275
‒No desde que llegó, ‒ dijo él.

‒Pero conociendo a la mamá de Cos, ella estará haciendo cola


para jugar Pelotas, probablemente tratando de convencer al
Comandante Jacquette para que haga equipo con ella.

El Comandante SEAL Jazz Jacquette tenía cerca de siete pies


de altura (2.10mts.), un hombre muy grande, muy negro y muy
guapo, que raramente sonreía. Ella no podía imaginárselo
haciendo equipo con la madre de Cosmo para hacer nada,
mucho menos jugar Pelotas. Y aun así… la mamá de Cosmo
era tan infecciosamente optimista, que Dolphina nunca había
visto a nadie decirle que no.
Tal vez era tiempo de ir al piso de los espectadores…

—Si ves al padre de Yashi, ‒comenzó a decir Dolphina.

‒La madre de Cosmo y el padre de Yashi, ‒ reflexionó Robin.

‒Ellos deben de haber tenido nombres reales en algún


momento de sus vidas…

‒Lois y Clark, ‒ dijo Dolphina, y ante la mirada de incredulidad


de Robin, ella confesó.

‒No se cuál es el nombre del padre de Yashi, pero la madre de


Cosmo se llama Lois.

‒A mí como que me gustaba pensar en ella como Mamá, ‒


admitió Robin.

‒Pero ahora, todo lo que voy a poder imaginarme, cuando


hable con ella, es verla volando a través del cielo nocturno,
con el padre de Yashi vestido de Superman.

276
Ambos rieron, porque el padre de Yashi era una replica exacta
de Yashi, sólo que de mayor edad. Ambos hombres eran
inexpresivos y de hablar lento, pero con un seco sentido del
humor.
Había habido momentos, durante la comida de Acción de
Gracias, en los que Dolphina había querido revisarle el pulso al
padre de Yashi.

‒Muchísimas gracias por eso, Dolphina, ‒ continuó Robin.

‒Tengo que encontrar a Jules…

‒Para eso es por lo que me pagas un gran sueldo-, le dijo


mientras él se marchaba en busca de su pareja, sin duda para
asegurarse de que Jules también llevara esa imagen de la
madre de Cosmo y el padre de Yashi en la cabeza.

‒Hola.

Dolphina se dio la vuelta, y ahí estaban. Will y Maggie.

‒¡Hola!

Concentró su rápida y repentina oleada de placer en la niña,


quien estaba vestida como una guerrera, incluyendo un
pañuelo estampado como la tela de camuflaje, el cual usaba al
estilo ciclista en la cabeza, y Maggie le dio un cálido abrazo.

‒ ¿Cómo estás? Te ves lista para jugar Bool—etiqueta láser.


Me alegra de que pudieras venir.

‒ ¿Hablas en serio?

Maggie irradiaba entusiasmo.

277
‒No puedo creer que me hayan invitado. ¿Dónde está Jules?
Quiero conocer a Jules.

Dolphina se puso de puntillas y escaneó el lugar y… Oh, Jules


todavía estaba en la esquina, cerca a la puerta, en una
profunda discusión con el hombre más alto de pelo oscuro que
obviamente sólo había venido como espectador, vestido como
estaba con pantalones caqui y un polo. Se veía como un
ajustador de seguros de Iowa, y para nada como alguien que
según el Servicio Secreto planteaba una amenaza para el
Presidente.

—Todavía está hablando con Jones, ‒ contestó Robin por


Dolphina cuando este reapareció, y Will se paró de puntas
para mirar hacia Jules.

‒Hay montones de gente aquí-, le dijo Will a Dolphina cuando


ella lo miró.

‒Voy a empezar a aprenderme los nombres.

Oh, Dios.
Ella rebuscó en el bolso que llevaba al hombro, sacando un
grupo de etiquetas que había hecho para la ocasión.

“Soy un Reportero del Boston Glob”, leyeron ellos.


Ella se lo pegó delante de su camiseta, consciente de lo sólido
que él se sentía bajo sus manos.
Will se rió cuando ella lo hizo dar la vuelta y le puso otra justo
en el centro de la espalda también.
Robin, mientras tanto, estaba entrechocando la mano con
Maggie.

278
‒Viniste a jugar, ¿eh, campeona? ¿Quieres venir a la zona de
juegos y hacer tú equipo?

‒ ¿Contigo? Sí.

Ella se volvió hacia Will.

‒ ¿Podemos ir hacia allí?

‒Pienso que me voy a quedar justamente aquí, le respondió,


‒y dejar que Dolphina me cubra de etiquetas.

El la miró.

‒No te pares con sólo dos, estoy disfrutando de esto.

‒Ya terminé, ‒ dijo ella.

Y genial. Ahora se estaba ruborizando.

‒ ¿Estás segura? bromeó el.

‒Porque no son muy grandes. Vas a querer ponerme unas


cuantas más encima, sólo para asegurarte…

‒Vamos, Maggie. Dejemos a estos niños con su disputa y


vamos a patear algunos traseros, ‒dijo Robin, pero entonces
se volvió hacia Will.

‒ ¿Si tú estás de acuerdo…?

‒Vayan alóquense.

El reportero le dirigió una mirada dura a su sobrina mientras

279
Dolphina metía su hoja de etiquetas de regreso a su bolso.

‒ Pero Mags…

‒Ya se.

La niña claramente se veía sufrida. Empezó a recitar, con


muchas volteadas de ojos como acompañamiento:

‒No debo dejar el edificio. No le doy a nadie mi número de


teléfono o dirección de correo electrónico. Dejo mi móvil
encendido para que puedas llamarme si me necesitas. No
molesto a nadie. No hago preguntas embarazosas…

‒Preguntas embarazosas ¿como cuáles?

Dolphina oyó preguntar a Robin mientras la guiaba hacia la


zona de juegos.

‒Cambia de tema, Mags-, le gritó Will, pero no estaba claro si


ella lo había oído.

Él miró a Dolphina y puso los ojos en blanco, también.

‒ Supongo que él se lo buscó.

‒Me da un poco de miedo preguntar, ‒ dijo Dolphina.

‒ ¿No es un poco raro filmar una escena de amor? ¿Cómo se


siente estar desnudo en frente de toda esa gente? ¿Que tal si
en verdad odias a la persona que estás besando?

El remedó a Maggie.

280
‒ ¿Qué tal si ellos piensan que en realidad no estabas
actuando y después van a tocarte la puerta de tu remolque?
¿Qué piensa Jules cuando ve una película en la que estás
besando a alguien más? dijo él.

‒La lista continúa. Y continúa. Así que ¿dónde está mi abrazo?

Tal vez fue la misma locura que la había tenido vigilando la


puerta por él. O tal vez ella quería arrojarlo al mismo tipo de
caos que ella estaba sintiendo.
Pero lo hizo. Dolphina realmente lo abrazó, disfrutando la
llamarada de sorpresa en sus ojos.
Pero entonces el envolvió sus brazos alrededor de ella y le
devolvió el abrazo, aun cuando se estaba riendo con una
mezcla de sorpresa y aprecio.

‒Supongo que debería mantenerme lejos de ti más a


menudo,‒ dijo él, con su aliento cálido contra la oreja de ella.

Desde ese primer día en que él había aparecido temprano, se


había cuidado de mantenerse enfocado en las citas
programadas con Robin y Jules, ninguna de las cuales lo
habían llevado a la casa. Will le había mandado correos
electrónicos a ella, aunque, varias veces durante el día, e
incluso el fin de semana, algunas veces solamente era una
breve línea con un enlace para un artículo o un video de
YouTube que había pensado que podría hacerla reír, pero
generalmente una nota más larga, encantadora y locuaz, en la
que él había escrito, cándidamente de modo sorprendente,
acerca de él mismo.
El quería escribir un libro, no ficción.
Tenía un número de ideas, y algunas pautas en lo que él creía
que sería no solamente una gran historia sino también un tema
de actualidad.

281
Vivir con Maggie había puesto su mundo de cabeza, de una
buena manera. Esto había hecho aumentar el respeto por su
hermana enormemente.
Recordaba cuando Maggie tenía siete años, Arlene había
perdido su trabajo. Él se había mostrado tan descuidado. “¿Y
qué? Consíguete otro” Ahora era él que se preocupaba por lo
que los siguientes meses traerían. Esto le abría los ojos y lo
hacía sentirse humillado.
Además de sus correos electrónicos, las columnas de Will en
el Globe habían sido tanto interesantes como respetuosas, su
artículo en dos partes sobre la decisión del padre de Robin de
no asistir a la boda se había convertido en el encantador perfil
de una pareja local de Boston, dos hombres que habían
estado juntos desde que se habían conocido en la Marina
durante la Segunda Guerra Mundial.
Al día siguiente, Will había perfilado el pésimo historial de
matrimonios del padre de Robin, y luego llenó el espacio que
quedaba con una lista de otros llamados “defensores del
matrimonio,” en su mayoría senadores, congresistas, y
expertos de derecha que se habían casado y luego descartado
sus primeras, segundas y algunas incluso terceras esposas.
Terminaba el artículo declarando que la pareja mayor que
había perfilado el día anterior, quienes habían permanecido
juntos en la enfermedad y en la salud por sesenta años,
habían celebrado el tercer aniversario de su matrimonio legal
en Mayo pasado.
Como la guinda del pastel, Will le había enviado a Dolphina
otro correo electrónico sólo ayer, contándole que la columna
del lunes estaría enfocada en el Más Grande Programa de
Colegios Seguros del PFLAG de Boston (Padres, Familia y
Amigos de Lesbianas y Gays), una de las obras de caridad
favoritas de Robin.
Toda discusión sobre un examen detenido de la lista de
invitados por el Servicio Secreto, había cesado.

282
Como cualquier requerimiento de la información de contacto
de Adam Wyndham.

‒Estaba pensando en tu… invitación a cenar, ‒ admitió ahora


Dolphina mientras se separaba del abrazo.

Repentinamente ella se sintió tímida. Incómoda.


¿Que tal si el se había mantenido alejado porque había
decidido que al final no estaba interesado en ella para nada?

‒Quiero decir, si tu aún quieres ir a cenar…

‒Muchísimo, ‒ dijo él.

No la había soltado, seguía con sus brazos alrededor de


ella, y como él la atrajo para estar más cerca, ella no sabía en
donde poner su mano.

‒Mucho. Muchísimo.

Ella sabía en donde quería ponerla, en la nuca de él, sus


dedos en la suavidad de su pelo demasiado largo. En vez de
eso, ella tocó la manga de su camiseta, la
calidez de su brazo.

‒Porque yo estaba pensando, tú sabes, la boda es el sábado


que viene. Tal vez… ¿podríamos hacer planes para
el…domingo?

Ella levantó la vista hacia sus ojos, y Dios, estaba en


problemas.
Porque él la estaba mirando de la manera exacta en que ella
sabía que lo miraba a él.

283
Con toda esa atracción de locura justo ahí en sus ojos. Con
calor y deseo y, sí, incluso temor…
Pero también esperanza.

‒Uhn, ‒dijo el, una exhalación que era más un sonido que una
palabra, pero aún así se las arregló para expresar
exactamente lo que estaba sintiendo.

Ella lo sabía porque también lo sentía.


Y Dolphina no pudo evitarlo. Puso su mano en su nuca, pero
en vez de besarla, él la agarró. La llevó con él a las sombras
en el lateral de la sala, en donde la atrajo hacia sus brazos y
finalmente capturó su boca con la suya.
A diferencia de ese beso suave en su apartamento, esta vez la
besó ávidamente, apretándola contra él como si quisiera que
cada pulgada de ella tocara cada pulgada de él, como si
quisiera absorberla, fundirse juntos para que nunca pudiera
dejarla ir.
O tal vez eso era justo lo que ella quería.
Era una locura.
Y era condenadamente bueno que estuvieran ahí, en una sala
atestada. Si hubieran estado solos, no se podría decir cuánta
ropa estaría tirada en el suelo en ese momento.
Lo que era una locura. Y totalmente opuesto a su forma de ser.
Desde luego, ella había sido tan cuidadosa con Simón, y mira
adonde la había llevado.
Al final, fue Will quien dejó de besarla descansando su frente
contra la de ella, respirando fuerte.
Su voz era áspera.

‒Ahora se exactamente lo que quiero para Navidad.

284
Ella se empezó a reír, pero él la volvió a besar, y esto era una
promesa abrasadora de sexo alucinante con paro cardíaco
incluido.
Dios, Dios, Dios…
Faltaban semanas para Navidad.

‒Tal vez deberíamos celebrar Chanukah este año-, le dijo a él.

Chanukah ya había empezado.


Ella lo había sorprendido, otra vez, y se rió mientras la miraba.

‒Sí, ‒ dijo él, pero era algo extraño, como si no le estuviera


respondiendo a ella, sino, en cambio, llegando a una
conclusión.

‒Sí.

‒Así que… ¿cena el domingo, entonces?- le preguntó ella.

‒ ¿Tal vez sólo nosotros dos… en mi casa?

Su audacia hacía sonar su voz un poco tentativa, de manera


que añadió, ‒no hago ese tipo de invitaciones muy a menudo.

Eso es, si 'no muy a menudo' podía ser definido como nunca.
Pero de alguna manera Will lo sabía, porque ahora sus ojos
eran suaves, y tan gentiles como la mano que usó para
ponerle el pelo detrás de la oreja.

‒Me encantaría eso, ‒ le dijo.

‒Pero también me encantaría llevarte a algún lugar, así que si


decides que mejor…

285
Ella volvió a besarlo, y el produjo un sonido, bajo en su
garganta.

‒O podríamos saltarnos toda la cena y la cuestión de la cita y


simplemente casarnos.

Le estaba sonriendo, claramente bromeando, o… ¿estaba


bromeando? Había un destello en sus ojos que parecía
mortalmente serio. Desde luego, ella no lo conocía muy bien,
así que tal vez esta era la manera en que bromeaba. Así que
Dolphina se rió, y volvió a extender los brazos hacia él, pero
esta vez la mantuvo a la distancia de sus brazos.

‒Se supone que ambos estamos trabajando aquí-, le recordó


él.

‒Tengo que ir a entrevistar a uno o dos SEALs, y darle un


vistazo a ese juego que Robin y Maggie están jugando y… tú
me estás mirando como si quisieras volver a besarme y nunca
voy a dejar esta esquina de la sala si tú no te detienes.

‒Bueno, tal vez tú deberías dejar de mirarme como si quisieras


volver a besarme, ‒ contraatacó ella.

‒No se puede hacer, ‒ confesó Will.

‒Te he estado mirando de esta manera desde que me metí en


la fiesta de despedida. Yo siempre pensé que el amor a
primera vista era un montón de mierda. Pero, Dios, siento
como si te hubiese conocido desde siempre. Y nunca antes me
había sentido tan seguro de algo en mi vida. Tú eres la única
para mí.

Dolphina tenía el corazón en la garganta.

286
Él hablaba en serio. Estaba…
Ella asintió.

‒Me tuviste en el montón de mierda-, le dijo a él y lo hizo reír.

‒ ¿Pero te importaría repetir esa última parte…?

Su sonrisa se desvaneció, pero no desapareció.


Simplemente cambio a algo tierno, algo sentido con el
corazón. Algo que ella había temido no ver nunca a lo
largo de su vida.

—Tú eres la única para mí, ‒ susurró el mientras buscaba algo


en su rostro, sin duda buscando ese mismo algo maravilloso.

Y encontrándolo en los ojos de ella, la volvió a besar.

***

L a fiesta estaba terminando.


Por lo menos esta parte.
Esta noche, aquellos que podían quedarse regresarían
a la casa para comer pizza, y para ayudar a adornar el árbol
de Navidad.
La mayoría de los SEALs y Troubleshooters se habían
marchado para hacer algún entrenamiento combinado.
Jules sabía que podía agradecer a los oficiales al mando de
ambos grupos por establecer lo que rápidamente se había

287
convertido en una tradición anual, entrenamiento en clima frío
en las montañas de New Hampshire, durante esta, la semana
de la boda suya con Robin.
Habría sido imposible para muchos de los SEALs que todos
arreglaran una ausencia el mismo día. Y agarrar un vuelo a
Boston habría sido otro reto. De esta forma, ellos estaban
relativamente a una corta distancia por carretera de las
festividades, con todos programados para descanso la
siguiente noche del viernes y el sábado.
Desde luego, no había garantías de que el Equipo 16 de los
SEALs no tuvieran que ir a una misión antes de la boda.
Diablos, no habían garantías de que Jules no tuviera que
hacer lo mismo, si se presentaba una situación que era
lo suficientemente terrible.
Pero Jules había aprendido, como lo había hecho Robin, que a
menudo era mejor tomar la vida día a día.
Y hoy día había sido un día muy bueno.
Incluso con esa conversación de mierda que Jules había
tenido con Jones, cuando recién empezaba la fiesta.
Jones estaba sentado ahora con su brazo alrededor de su
esposa, Molly, en unos de los sofás del espacio para
espectadores en Láser Manía.
Su hija de dos años, Hope, estaba angelical durmiendo, con su
cabecita sobre el regazo de su madre.
Jones volvió la mirada, como si hubiera sentido los ojos de
Jules en él, y sonrió, sacudiendo ligeramente la cabeza como
haciendo eco a la conversación que habían tenido más
temprano.

—Tú te preocupas demasiado, Cassidy. ¿En realidad pensaste


que yo no me esperaba que los del Servicio Secreto me
marcaran? Yo estoy bien con lo que sea que tú hagas para
manejar esto, incluyendo observar la ceremonia en otro lugar,
vía cámara web. Yo quiero estar allí, tú sabes que lo deseo,

288
pero ambos sabemos que es más importante que asista el
Presidente.

A pesar de lo que Jones aseguraba, Jules sabía que iba a


molestar al hombre sentarse en la iglesia rodeado por un
equipo de seguridad armado, como si él fuera alguna especie
de monstruo.
Un monstruo que se inclinó hacia un lado y besó dulcemente a
su esposa, después de reírse por algo que ella le había dicho
a la mamá de Cosmo.
Quien estaba sentada en uno de los sofás perpendicular al de
los Jones, hablando sobre sus artistas favoritos de rap,
increíble, pero cierto, con el papá de Yashi, quien se llamaba
Greg, no Clark.
Sin embargo, sí parecía que Lois Richter estaba mirando a
Greg Hirabayashi como si él en realidad estuviera usando una
S gigante en su pecho, debajo de su sudadera gris del Boston
College.
Jules tuvo que sonreír ante la imagen de Superman que Robin
había puesto en su cabeza, y entonces solamente estaba
pensando en Robin y sonriendo como un tonto.

Alyssa, quien estaba acurrucada en el otro lado de ese tercer


sofá en donde Jules se había quedado parado, lo pinchó con
su dedo del pie.

‒Esa sí que es una sonrisa,‒ dijo ella.

Él la miró a los ojos, aún sonriendo.

‒ ¿Así que, alguna vez pensaste que serías mi padrino de


boda?

Ella lo pensó.

289
‒Creo que sí lo hice. No pensé que sería Robin con quien te
casarías, pero… me alegra que lo sea. Tampoco pensé que
sería una boda, boda, más bien algo así como una ceremonia
de compromiso.

‒No es la misma cosa-, le dijo él.

‒Simplemente… no lo es.

‒Si te mudas fuera de Massachusetts, ‒ empezó a decir ella.

‒Lo se, ‒ dijo él.

En la mayoría de los estados su matrimonio no sería legal.

‒Eso es un incentivo para quedarme.

‒Has pensado… -empezó Alyssa, pero Jules sacudió la


cabeza y ella se detuvo.

Ella sabía que no debía presionarlo con el tema de sus planes


después de que su asignación temporal actual terminara. En
vez de eso, le dedicó una repentina y brillante sonrisa.

‒Pienso que lo que encuentro más asombroso es que esté


compartiendo mis deberes de padrino con Sam. Todavía
algunas veces me despierto por la noche y lo veo en la cama
junto a mí, y…

Ella se rió.

‒Tú piensas, Santa mierda, -Jules habló por ella, porque sabía
exactamente cómo se sentía eso.

290
‒ ¿Cómo terminé aquí? Pero es una buena santa mierda.
Es el polo opuesto a despertarse en una zanja, o en la cárcel.
Quiero decir, sólo estoy adivinando, ya que nunca he hecho
ninguna de esas cosas. Bueno, puede que haya sido una
zanja una vez, cuando todavía estaba en la universidad.

‒ ¿Tú? Jamás.

Lo volvió a pinchar.

‒No es justo, tengo cosquillas, ‒ dijo él, agarrándole el pie.

‒ ¿Recuerdas cuán nerviosa estaba yo cuando Sam y yo nos


casamos?- Le preguntó.

Jules asintió.
Lo recordaba, y le contestó su siguiente pregunta antes de que
ella la hiciera.

‒No, no estoy nervioso para nada.

‒Eres un tremendo mentiroso.

‒Lo soy-, el estuvo de acuerdo.

‒Estoy extremadamente nervioso. Este es un asunto


condenadamente enorme.

Ella le echó un vistazo a la pequeña Hope e hizo una mueca,


pero por su suerte, ella todavía estaba dormida.

‒Es algo así como tener un bebe, ‒ señaló el.

291
‒Quiero decir, mírate, Lys. Ostras. Ya estás enorme, y esa
cosa sólo se va a poner más grande, ¿y entonces? Va a
querer salir de allí. ¿Has pensado en eso? Quiero decir, qué
dolor, ¿le has echado una buena mirada a Sam? Él no fue un
bebe cualquiera de siete libras (3 Kg). Tú vas a estar dando a
luz a un… un Texano.

Alyssa se estaba riendo.

‒ Soy consciente de cuán alto es Roger, sí, gracias.

‒ ¿Todavía lo llamas Roger?

Jules se interrumpió a sí mismo para preguntar.


Sam solamente era un apodo al estilo vaquero. El nombre de
pila de Starrett era, realmente, Roger.

‒Como, cuando tu estás… tu sabes.

‒Algunas veces, ‒ dijo ella, riéndose, porque ahora él estaba


tratando de hacerle cosquillas con su pie.

‒Sí. Ese es su nombre.

‒¿Tienes algún problema en que llame a mi esposo por su


nombre de pila?

‒ ¿Cómo es que ambos tuvimos tanta suerte?‒ preguntó


Jules.

‒No es suerte, ‒ dijo Sam arrastrando las palabras, al estilo de


High Plains Drifter (Película del Oeste protagonizada por Clint
Eastwood), y ambos levantaron la vista para verlo
alcanzándole a Alyssa un chaleco y un arnés.

292
‒Es destreza pura sin adulterar. Vamos, Dulzura, nos quedan
algunos traseros Yankees que patear.

Alyssa miró a Jules.

‒Él sabe que este es el único momento en que puede


llamarme así, cuando está fingiendo ser un Tipo Macho de
Texas. Dice que eso ayuda a intimidar a nuestros oponentes.

‒Y aún así, ‒ señaló Jules, ‒tú lo llamas Roger siempre que tu


corazoncito lo desea.

Ella sonrió.

‒Sí, lo hago.

Ella extendió la mano para que Sam pudiera ayudarla a


ponerse de pie. Ella habló con una voz de anunciador de TV.

‒ ¿Quién tiene las Pelotas para retar a los campeones?

‒Yo.

Jules se giró para ver a la sobrina de Will, Maggie,


siguiéndoles el juego.
Ella tenía su arma láser preparada y trataba de fruncir el ceño
amenazadoramente.
Sus pecas y su naricita arruinaban el efecto.

‒Aquí el Súper Ratón necesita una pareja.

Sam se giró hacia Jones.

‒Tú,

293
—Teleadicto. No has hecho nada más que estar sentado y
observar todo el día. Es tu turno.

Jones sacudió la cabeza.

‒No, gracias.

‒ ¿Qué eres tú, un tipo sin corazón?

Sam atrajo más cerca a Maggie.

‒Mira esa carita triste.

Maggie cambió de ceño fruncido a pobre niña abandonada sin


hacer ningún esfuerzo.

‒Jules jugará, ‒ dijo Jones calmadamente.

‒Jules va a estar muy ocupado consolando al Chico


Maravilla, ‒ dijo Sam,

‒Tan pronto como se arrastre fuera de la sala de juego en


donde Ratón y yo hicimos equipo para aplastarlo a él y a su
lastimosa excusa de guardaespaldas.

‒Dolphina no es su guardaespaldas, ‒ dijo Maggie, riéndose al


corregir la obvia metida de pata intencional de Sam.

‒Ella es su asistente personal.

‒Ah. Eso explica la facilidad con que los aplastamos,


entonces-, Sam le siguió la broma.

‒Ahora quiero jugar contra el gran Sam y Alyssa.

294
Maggie se volvió hacia Jones.

‒Sam dijo que con el único que tengo oportunidad de ganar es


contigo.

Jones miró a la niña, y luego a Sam, y después a su esposa.

‒Oh, anda ve, ‒ dijo Molly.

‒Tú sabes que quieres ir.

Mientras Jules observaba, Jones dio un vistazo alrededor de la


sala, su mirada se detuvo brevemente sólo cuando vio a Will
Schroeder, quien todavía estaba usando las etiquetas de
advertencia de Dolphina. 'Soy un Reportero del Boston
Globe.'
Jones volvió a mirar a Maggie, y luego a Sam, y luego una vez
más a Jules.
Y entonces sonrió.
Uh-oh.

‒Muy bien, ‒ dijo Jones, poniéndose de pie.

‒Vamos, chiquilla. Aunque tengo que advertirte, han pasado


muchos años desde la última vez que hice algo como esto.

Mientras Maggie llevaba a Jones hacia la sala de juego para


ponerse su chaleco, arnés y la cuerda, Jules se acercó más a
la barandilla, para ver más de cerca la acción que se
desarrollaría abajo.
Desde donde el estaba, el podía ver a Jones hablándole a
Maggie. Ella se estaba riendo mientras asentía
entusiastamente.

295
‒Esto podría estar bien.

Robin se le unió en la barandilla, apoyándose con los


codos, haciendo que sus hombros tuvieran la altura perfecta
para que Jules deslizara un brazo alrededor de ellos. El esta
irradiando calor corporal de su turno reciente de juego. Estaba
con el pelo despeinado, y tenía la cara húmeda de sudor, y su
sonrisa era amplia, el no sólo estaba irradiando calor, el estaba
irradiando pura felicidad.
Pero cuando miró a los ojos de Jules, algo cambió en sus ojos,
convirtiendo la alegría en algo más caliente, aunque la verdad
sea dicha, no menos alegre.

‒Sí, y será mejor que dejes de mirarme de esa manera, ‒


murmuró Robin.

‒ Tenemos invitados a cenar en la casa, y un árbol de Navidad


que adornar. No te voy a tener desnudo hasta medianoche,
chico, y eso es lo más temprano.

Jules le sonrió feliz, porque, ostras, el amaba la anticipación, y


Robin lo sabía.
Para Jules la noche entera sería de juegos estimulantes.
Cada vez que sus ojos se encontraban, incluso a través de la
sala… Cada vez que sus manos se tocaban… Cuando
finalmente cayeran en la cama, el calor entre ellos sería
nuclear.

‒Eso probablemente será alrededor de las tres a.m.

‒Eres tan malvado, ‒ dijo Robin, riéndose.

Él era mucho menos paciente que Jules, y mucho más


inclinado a la gratificación inmediata. Combustión espontánea.

296
Cuando ellos fueran a casa, tendrían que ducharse
rápidamente, y cambiarse para la cena. Bueno. Siempre que
cronometraran bien el tiempo… Jules le dio un rápido vistazo a
su reloj. Sí, si ellos salían de aquí en los siguientes, digamos,
quince minutos… la parte de la ducha podría terminar siendo
un poco menos rápida porque, conociendo a Robin, el usaría
la oportunidad para darse alguna gratificación inmediata.
Mientras tanto, Jules podía estar parado aquí y anticipar eso,
también.

‒Esa es una tremenda sonrisa, ‒ reflexionó Robin, pero aún


antes de terminar de decir las palabras, él ya se lo había
imaginado.

‒Ooh, ¿me vas a dejar follarte en ducha, verdad?

‒Voy a pretender que no acabo de oír eso, ‒ anunció Will al


unirse a ellos en la barandilla, a la derecha de Jules.

‒Dolphina me encargó deciros que está regresando a la casa.


Ella quería estar allí en caso de que el repartidor de las pizzas
llegara más temprano.

‒Gracias, ‒ dijo Jules.

‒ ¿Por qué te estás ruborizando?- le preguntó Robin.

‒ ¿Tu crees que Will no sabe tan sólo con mirarme de que yo
estoy sobre ti en cada oportunidad que se me presenta?

Miró fijamente al reportero.

‒Algo así como lo podemos decir nosotros, solamente con


mirarlo, ¿de que siente algo grande por nuestra Dolphina?

297
‒Aunque una gran clave, estuvo de acuerdo Jules, ‒fue la
manera en que ellos estuvieron escabulléndose todo el día,
buscándose uno al otro.

‒Para besarse, ‒ añadió Robin.

‒Imagínate mi sorpresa cuando fui al baño de hombres, y allí


en la esquina sombreada cerca de los teléfonos públicos está
mi asistente personal besándose con el malvado reportero del
Boston Globe.

‒Esa fue mi culpa, ‒ dijo rápidamente Will.

‒Fui yo. Eso no fue… Ella estaba tratando de…Soy


completamente el único culpable.

Jules miró a Robin, quien le devolvió la mirada, con la


diversión bailando en sus ojos. Ambos miraron a Will, quien no
sólo estaba avergonzado, sino que también estaba ahora
preocupado por haber metido a Dolphina en algún tipo de
problema.

‒ ¿Tú tienes algún problema con que Dolphina sea feliz,


chico?- le pregunto Robin a Jules.

‒Nop, ‒ dijo Jules.

‒Pero tengo un problema con que ella sea infeliz.

El puso un poco de FBI en su tono al preguntarle a Will,

‒ ¿Tus intenciones son honorables?

‒Muchísimo, ‒ respondió el reportero.

298
Pero entonces todas las conversaciones cesaron cuando,
desde la zona de juego, sonó el timbre, anunciando el
comienzo del juego.
Mientras Jules observaba, los dos equipos, Sam y Alyssa, y la
joven Maggie y Jones, saltaron a la acción.
Y Maggie saltó literalmente.
En lo que era claramente un movimiento planeado, Jones cayó
de rodillas y la niña saltó sobre él, de manera que la estaba
llevando en su espalda. Eso era brillante, porque su posición
en la espalda de Jones mantenía su blanco del frente, justo en
el centro de su chaleco, protegido de los disparos láser del otro
equipo.
Jones se movía fácilmente a pesar del peso extra, dirigiéndose
rápidamente a una de las formaciones de roca artificial,
disparándoles a Sam y Alyssa mientras avanzaba.
El parecía saber exactamente en donde iban a estar ellos,
fallando por poco en cada uno con cada tiro que hacía. Era
posible que el estuviera oxidado. Pero
probablemente no.

‒Si él va hacia esa esquina, va a quedar atrapado, ‒ dijo


Robin.

Jules sacudió la cabeza.

‒ No está buscando ganar, el está buscando romper el


record del segundo lugar de supervivencia, ‒ señaló él.

‒Sí, él y Maggie estarán atrapados ahí, pero ellos también


mantendrán a Sam y Alyssa fuera. Los campeones reinantes
no podrían atacar a Jones y Maggie sin ser blancos ellos
mismos.

299
‒Pero ellos agarraran a Jones y Maggie con la veinteava
segunda regla,‒ dijo Robin.

Esa regla estaba diseñada para prevenir que los equipos se


atrincherasen, quedando fuera del rango de sus oponentes.
Después de veinte segundos sin ningún movimiento de por lo
menos un miembro del equipo, el ordenador bloquearía las
armas de ese equipo. La regla evitaba que el juego se
estancara.

‒Sólo observa, ‒ dijo Jules, mientras que en la sala de juegos


Jones, y Maggie, también, mantenían a Sam y Alyssa fuera el
mayor tiempo posible antes de saltar detrás de la cubierta
protectora de la formación de roca que podría, realmente,
atraparlos a ellos.

Después de veinte y algo segundos, Jones estiró el tiempo lo


más que podía, efectivamente, el salió solo desde detrás de la
cubierta. Este era un acto sacrificatorio por el cual el arma de
Maggie era reactivada, aún cuando el fue “muerto.”
Y entonces fue el turno de Maggie de seguir disparando,
manteniendo a Sam y Alyssa a raya por unos veinte segundos
adicionales, lo que, ¡sí!.. les dio a ellos el mejor tiempo de
supervivencia entre todos los segundos lugares que Sam y
Alyssa habían eliminado.
Maggie estaba fuera de sí.
Jones se estaba riendo, un sonido que Jules no escuchaba lo
suficientemente seguido.
Sam y Alyssa, también, apreciaron en voz bastante alta tanto
la destreza como el conocimiento que habían entrado en el
plan de Jones.
Pero fue Will quien captó la atención de Jules, quien con un
fruncimiento miraba la pantalla del ordenador que permitía a

300
los participantes y espectadores volver a reproducir una
simulación de la batalla, para analizar y mejorar la técnica.

‒Maldición, ‒ dijo él.

Jules fue a ver.

‒ Estuvo a nueve y medio centímetros de finalizar el juego en


tres segundos.

Will reprodujo el segmento, señalando a la pantalla que


mostraba que Jones había disparado dos tiros casi mortales,
uno a Sam y uno a Alyssa, justo después de la señal para
empezar a jugar. Cada uno había estado, realmente, a nueve y
medio centímetros de los blancos en sus chalecos.
Will utilizó el teclado del ordenador para requerir un análisis
más detallado. De todas las veces que Jones había disparado
su arma, hubo ocho diferentes momentos en los que había
estado a nueve centímetros y medio de “matar” tanto a Sam
como a Alyssa.
De acuerdo, no exactamente nueve y medio centímetros cada
vez. Dos veces el había fallado por nueve punto cuatro siete
centímetros, una vez había fallado por nueve punto cinco tres
centímetros.
Un tiro claramente hecho para fallar a propósito fue el que
estaba a nueve punto tres ocho centímetros del blanco de
Sam.

‒Tienes amigos interesantes, ‒ le comentó Will a Jules.

‒Una sala llena de expertos anti-terroristas, y un ajustador de


seguros de Iowa puede patearles el culo a todos.

301
Jules extendió la mano y presionó “escape”, haciendo
desaparecer la información de la pantalla del ordenador.

‒Es sólo un juego.

‒Si sólo fuera un juego, ‒ señaló Will, ‒ ¿por qué esforzarse


tanto para no ganar?

‒No todo el mundo ha sido tan afortunado como tu, Will-. Le


dijo Jules.

‒No todo el mundo puede ir a una universidad de la Ivy


League y vivir en un mundo que es negro y blanco. Bondad y
maldad. Equivocado o correcto. Algunas personas son
empujadas a un lugar en donde sólo hay sombras de gris.
Muchos de ellos nunca logran regresar a la luz. Y aquellos que
lo hacen… esos tienden a tener diferentes prioridades. Ganar
un juego es terriblemente poco importante para Jones.

‒Para tu información, me voy a acercar a él, ver si quiere


hablar conmigo, ‒ dijo Will.

Jules sacudió la cabeza.

‒No, no lo vas a hacer.

Esa no era una respuesta que Will estaba acostumbrado a


conseguir y eso hizo claramente que el pelo se le erizara.

‒Ese no era un pedido. Era un anuncio de mis intenciones.

Estaba siendo cortes…

‒Mira.

302
Jules trató la diplomacia.

‒Estamos teniendo una fiesta esta noche. El tiene un vuelo por


la mañana. Cualquiera que sean las preguntas que piensas
que tienes para el… Tan sólo déjalo ir.

Will asintió.

‒Preguntas como, “¿cómo fue trabajar para el señor de las


drogas del Sudeste Asiático más notorio del siglo veinte? ¿Y
que fue exactamente lo que hizo para conseguir que los
Estados Unidos borrara los cargos contra el,
para ganarse su nuevo nombre?”

Mierda.

‒ ¿Cómo se siente que el Servicio Secreto te tenga con


bandera roja?

Will continuó.

‒Probablemente no esté sorprendido desde que los Estados


Unidos no tuvieron reparos en dejar que lo torturaran por cerca
de dos años en una prisión en la selva, simplemente porque
reconocer su presencia allí hubiera sido políticamente
incómodo para ellos. Oh, y me encantaría averiguar si lo pone
nerviosa el saber que, a pesar del nuevo nombre, su
verdadera identidad todavía es conocida entre los más altos
miembros de una administración que ha expulsado a
operativos encubiertos por beneficios políticos.

Jules suspiró.
Demasiado para su pre-cena.

303
‒Sospecho que el Sr. Jones estará interesado en hacer tiempo
para hablar conmigo, ‒ continuó Will.

‒ ¿O debería llamarlo…Sr. Morant?

‒Querido Dios.

La esposa de Jones, Molly, había estado llevando a su


soñolienta hija hacia el tocador de damas, pero ahora se
detuvo, habiendo oído claramente a Will.
Y ahora no era solamente la fiesta de despedida de Jules la
que estaba en riesgo. Era todo el resto de la noche. Gracias a
Will, Jules probablemente se iba a perder el arreglo del árbol
de Navidad.
Le echó un vistazo a Robin, cuyos planes para su primer día
de Acción de Gracias también habían sido desbaratados.
Maldito Will Schroeder.
Desde luego, Jules también podía agradecer a Will, y su amigo
reportero Jack Lloyd, por estar vivo para disfrutar el árbol de
Navidad de esta temporada. Sin la ayuda de ellos, Jules, y
Max, también, podrían haber sido asesinados con seguridad. Y
diablos, el hombre era una investigador increíble para haber
excavado toda esa información exacta sobre Jones en una
lapso tan corto de tiempo.
Pero Molly estaba de pie ahí, con su mandíbula en el suelo y el
horror pintado en sus lindos ojos castaños.
Jules sólo podía imaginar lo que ella estaba sintiendo.
Ella seguramente estaba visualizando no sólo esta noche, sino
toda su nueva vida que se alejaba de ella.
Efectivamente, se le plantó de frente a Will.

‒ ¿Quién más lo sabe? ¿A quién más se lo ha contado?

304
***

L a tensión en la sala era como algo vivo.


Sam estaba tentado de llamar a los Cazafantasmas, porque
parecía que colgaba sobre todos ellos una nube oscura de
infelicidad, rabia y frustración.
Jules había saltado inmediatamente al modo de negociador de
regreso a Laser Manía, la cual era la única razón por la que el
reportero cabrón todavía estaba respirando.
Había reclutado a Sam y Alyssa, poniendo a Will Schroeder
bajo su custodia, por así decirlo, instruyéndolos para que lo
llevaran en su coche a la oficina de la casa en treinta minutos.
Ni más tarde, ni más temprano.
Ellos habían tenido que dar vueltas a la manzana unas
cuantas veces, pero cuando entraron justo a tiempo, Jules ya
tenía a Molly y a Jones sentados en el sofá.
Robin y Dolphina también estaban en la habitación.
De todas aquellas caras infelices, Dolphina se ganaba el
premio.
Molly estaba claramente preocupada y alterada, pero la cara
de Dolphina era una nube de tormenta.
Si las miradas hubieran podido matar, Will habría caído muerto
instantáneamente.
En el coche, de camino hacia allí, Sam había pasado un
tiempo preguntándose si Dolphina había estado trabajando
con el reportero.
Él los había visto juntos en la fiesta, y habían parecido
realmente amigables. Extra amigables, en la manera de
“pretendamos que somos amigos para que nadie sepa con
cuantas ganas queremos tener sexo”.

305
Lo cual, en toda la historia de la humanidad, jamás pudo
engañar verdaderamente a nadie.
Pero ahora quedaba claro que Dolphina había sido utilizada.
Y aquí Sam había estado pensando que lo iban a necesitar
para evitar que Jones agarrara a Will del cogote.

‒Tu, hijo de puta-, Dolphina le puso voz a sus sentimientos


cuando miró a Will.

‒ ¿Qué diablos te pasa?

Fa la la la la, la la la la.

Sam le echó un vistazo a Jules, quien aparentemente tenía


curiosidad por saber cómo iba a contestar Will a la pregunta de
Dolphina.

‒Dolph, ‒ dijo Will.

‒Se lo que estás pensando, pero estás equivocada.

‒No puedo creer que hicieras algo así, ‒ dijo ella.

‒Soy tan idiota. Siempre me sorprendo.

‒Por favor, déjame explicarte.

‒Por favor, hazlo,‒dijo ella.

El tipo que había escrito la frase “ni siquiera el infierno tiene la


furia de una mujer despechada” había sabido exactamente de
lo que estaba escribiendo. Ella estaba prácticamente gruñendo
de indignación.

306
‒Por eso estamos todos aquí, ¿verdad? ¿En vez de estar
disfrutando de la fiesta de Jules y Robin? ¿De manera que tu
puedas explicar?

‒ ¿Quieres que nosotros salgamos al pasillo?- le preguntó


quedamente Alyssa a Jules.

‒Me gustaría que tú y Sam se quedaran.

Fue Jones quien le contestó a ella.


De entre todos los que estaban aquí, él era el menos
visiblemente perturbado. Lo cual según Sam sabía muy bien
por propia experiencia, no significaba ni mierda.
Aún así, Sam escondió un suspiro cuando Alyssa cerró la
puerta detrás de ellos, sellándolos a todos aquí en el templo de
la perdición. Y separándolos de los sonidos de alegría y el
delicioso aroma de una pizza estilo Nueva Inglaterra
perfectamente cocinada que flotaba desde la cocina, donde la
hermana de Robin, Jane, y su esposo, Cosmo, habían llevado
a Hope y Maggie y aparentemente habían empezado la fiesta.

Sam encontró una silla debajo del trasero de Robin y lo


desalojó de allí, llevándosela a su esposa embarazada.

‒Lo siento, no estaba pensando-, se disculpó Robin.

‒Gracias-, le dijo Alyssa a Robin mientras tomaba asiento,


dándole a Sam una mirada divertida.

‒ ¿Qué? ‒dijo él.

‒Sólo lo estaba ayudando a pensar.

307
‒Quisiera empezar dejando claro que nadie más sabe acerca
de esto.

Will miró a Molly.

‒Entiendo su preocupación…

‒Usted no tiene ni idea-, le dijo ella al reportero.

‒Sí, ‒ dijo él.

‒En realidad, sí la tengo. Solía vivir en Indonesia, Sra. Jones.


Yo era un… invitado en la misma prisión en donde su esposo
pasó un buen número de años. Afortunadamente, mi hermana
consiguió el dinero y arreglaron mi liberación antes de que me
removieran demasiadas uñas de las manos.

Él miró a Jones.

‒No puedo imaginarme lo que fue estar allí sin esperanza de


salir libre.

‒Tú dices que nadie más lo sabe-, la voz de Dolphina


temblaba mientras rebobinaba un poco la conversación, ‒pero
sólo hace unas semanas atrás, tú ordenador fue pirateado.

‒He sido cuidadoso esta vez, ‒ dijo Will.

‒He actualizado el sistema completo. Dolph, mira, se lo que


estás pensando…

Él dio un paso hacia ella, pero ella retrocedió otro paso.

‒No se suponía que esto sucediera de esta manera.

308
Se dirigió a Jones.

‒No voy a escribir una historia para las noticias sobre usted.
Nunca fue mi intención ponerlo al descubierto.

Jules demostró que sus buenas habilidades de oyente todavía


eran su fuerte.
El captó un matiz en lo que decía Will.

‒ ¿Qué es lo que vas a escribir?- le preguntó al reportero.

‒Un libro.

Will se volvió hacia Dolphina, de modo suplicante, como si


todavía pensara que tenía una oportunidad de acostarse con
ella esta noche, tonto que era.

‒Te conté que quería escribir un libro. Yo no te lo estaba


ocultando.

Él se giró hacia Jones, sin duda dándose cuenta de que


acostarse estaría permanente fuera de su lista de cosas “por
hacer” si él estuviera muerto.

‒No era mi intención asustarlo a usted o a su esposa. Tenía la


esperanza de hablar con usted en… un sitio menos público,
pero… Sargento Jones, realmente quiero escribir su historia.
Esta tiene que ser contada.

Jones simplemente se quedó sentado en silencio, una piedra


impasible.

‒ ¿Dónde conseguiste tu información, Will?- preguntó Jules,


rompiendo el silencio.

309
‒Dolphina dijo que estabas interesado en averiguar si el
Servicio Secreto había puesto la bandera roja en alguno de los
invitados, pero que ella no te había proporcionado esa lista.

‒Ella no lo hizo, ‒ dijo Will rápidamente.

‒Ella no tiene nada que ver con esto. Cuando te dije eso
antes, acerca de que Jones estaba en la lista del Servicio
Secreto, sólo estaba adivinando. Yo ni siquiera estaba seguro
de que Davis Jones fuera Grady Morant. No hasta la reacción
de la Sra. Jones…

Decoren los vestíbulos (letra de un villancico) con los


mentirosos. Sam no estaba seguro de que era lo que había en
lo que decía Will que no sonaba cierto, pero parecía
deslumbrantemente obvio para él que el reportero no les
estaba diciendo la verdad, toda la verdad y nada más que la
verdad.
Miró hacia Alyssa y ella le devolvió la mirada en acuerdo
silencioso.

‒Lo lamento tanto-, le murmuró Molly a su esposo.

‒Está bien-, Jones resucitó para tranquilizarla, e incluso se las


arregló para sonreír.

‒Saldremos de esto.

‒Will está mintiendo otra vez. Que sorpresa-, anunció


Dolphina.

Mientras el había estado hablando, ella había estado


accediendo a su portátil y ahora la señaló.

310
‒Él absolutamente accedió a la lista del Servicio Secreto por
mí. No intencionalmente, pero…yo soy la culpable. Aquí dice
que el archivo fue abierto la tarde del lunes, pero yo no he
tocado el ordenador desde el miércoles anterior. Quiero decir,
¿por qué lo haría? Esta era una lista con un solo nombre.

Sus dedos volaron a través del teclado.

‒El archivo con la lista de invitados también fue abierta en ese


mismo momento, 1.34 p.m. Del Lunes. Debe de haber sido
mientras yo estaba en el piso de arriba, ocupándome de la
entrega de las cosas para el tocador.

Ella cuadró los hombros al enfrentar a Jules.

‒Tengo una contraseña en el ordenador, pero no activé esa


función antes de salir de la habitación. No cerré ningún
archivo. Simplemente…dejé a un reportero en la habitación
con mi portátil. Es mí…

‒No es su culpa-, empezó a decir Will, pero ella lo cortó.

‒Sólo déjalo-, le dijo a él.

‒Es mi culpa y nadie quiere escuchar tus excusas. De


cualquier manera, nadie te cree, ¿porqué tendrían que
hacerlo? Tú eres un mentiroso.

Ella se volvió hacia Jones.

—Sabe dónde vives. Sabe tu número telefónico. Esa es toda la


información que tenía en la lista de invitados.

311
‒Yo se significativamente más que eso sobre usted ahora, ‒
admitió Will.

‒Algunas cosas fueron teoría, pero, um… realmente es sólo


porque pasé mucho tiempo en Indonesia por lo que fui capaz
de unir las piezas. Honestamente yo no pienso que haya
mucha gente que haya conectado los puntos en la forma en
que lo hice.

‒Un mentiroso ególatra-, reflexionó Dolphina.

‒ ¿En que estaba yo pensando?

Will se volvió hacia ella.

‒Simplemente estoy tratando de asegurarles que todavía


están a salvo.

El se giró hacia Jones.

‒Usted necesita decirle a quien sea que esté a cargo de su


nueva identidad, que cree formularios de impuestos para W.
Davis Jones, desde antes de que usted y Molly estuvieran
casados. Un registro de servicio detallado podría ayudar,
también. A riesgo de sonar, sí, ególatra, muchos expertos en la
política de Indonesia no tienen mis habilidades de
investigación, así que, una vez más, en mi opinión, usted está
extremadamente seguro. Y eso es sin tomar en consideración
que las facciones Indonesias quienes todavía podrían
guardarle rencor y quisieran hacerle daño, ya no están en el
poder. Francamente, yo creo que usted se está escondiendo
de una amenaza que no existe.

‒Eso es también lo que yo creo.‒ dijo Jules.

312
Pero Jones no lo creía.
Sam podía ver la duda del hombre, su temor por su familia, su
renuencia a correr un riesgo innecesario.

‒ ¿Sabes lo que es realmente estúpido sobre esto?‒ preguntó


Jules.

Sam no estaba seguro de si estaba hablándole a alguien en


particular, o simplemente a todos en general.

‒Es que después de que Robin y yo regresáramos de nuestra


luna de miel, iba a llamarte.

Le estaba hablando a Jones ahora.

‒Tú has estado hablando por un tiempo sobre escribir tus


memorias, organizar tus notas. Yo me he sentido
impresionado por Will, y con su conocimiento de fondo de
Indonesia…

El se encogió de hombros.

‒Me pareció que podrían hacer un buen equipo.

‒Yo estaría interesado en colaborar en el proyecto-, le dijo Will


a Jones.

Sam tuvo que darle crédito al hombre.


No sabía el significado de la palabra renunciar.

‒Yo no sabía que usted escribía, pero… De igual manera, me


encantaría ver sus notas.

Jones miró a Will.

313
‒Deme una buena razón por la que no debería matarlo justo
aquí.

Otra vez, para su crédito, Will no se mojó los pantalones de


miedo.
Simplemente como que le sonrió a Jones.

‒Su nombre es Maggie, y ella está en la cocina. Aunque tal


vez si usted me mata, su madre tendría que volver a casa
desde Iraq.

Dolphina hizo un ruido.

‒Pienso que deberíamos investigar para estar seguros de


que realmente tiene una hermana en Iraq.

Él la miró.

—¿Qué? ¿Tu piensas que… Maggie tan sólo es una niña que
…contraté?

‒Contigo, todo es posible-, le espetó Dolphina.

Y ahí se quedaron parados, mirándose uno al otro.


Molly habló entonces.

‒ ¿Por qué está tan interesado en escribir ese libro, Sr.


Schroeder? Con sus credenciales seguramente que podría
escribir sobre cualquier cosa. Sobre cualquiera.

‒La historia de su esposo necesita ser contada, ‒ dijo Will otra


vez, calmadamente ahora.

‒Un porcentaje alarmantemente grande de americanos

314
actualmente creen que la tortura es aceptable, cuando, de
hecho, es lo que hacen los tipos malos. Como un país,
nosotros tenemos que ser mejores que eso. Tal vez si la gente
tiene una oportunidad de leer acerca de lo que su esposo
pasó, ellos empezarán a entender que significa realmente la
tortura.

‒ ¿Qué es lo que significa?

Jones ya no estaba impasible.


De hecho, se había puesto de pie, así como Sam. Pero Jones
no iba a ir por Will. Solamente era incapaz de seguir sentado.

‒ ¿Cómo va a hacer que alguien entienda lo que significa?

El estaba parado frente a Will, pero el reportero se mantuvo en


su sitio.

‒Yo se lo que es temer a la tortura-, le dijo a Jones.

‒Yo se eso. Me han sacado la mierda a patadas una o dos


veces para que diera información, también se lo que es eso.
No he tenido sus experiencias, pero… estoy mejor informado
que la mayoría de la gente. Pienso que la respuesta para
hacer que los lectores entiendan es hacer su historia personal.

Hizo una pausa.

‒ Y mostrarles lo que es llevar las cicatrices que se que usted


debe de tener. Dios sabe que todavía tengo pesadillas sobre
esa prisión. Sólo puedo imaginarme lo que las suyas deben de
ser.

‒Sí, ‒ dijo Jones.

315
‒Y todas empiezan de la misma manera. Con algún cabrón
descubriendo quien soy en realidad. Ellas terminan también de
la misma manera. De regreso a ese cuarto de torturas, cada
maldita noche, con Molly y Hope siendo asesinadas delante de
mí…

El se interrumpió, volviéndose para mirar a su esposa, con la


mortificación en sus ojos.
Molly se había puesto de pie, sus propios ojos llenos de
incredulidad y preocupación.

‒Me dijiste que estabas durmiendo mejor. Que las pesadillas


ya no…

Jones asintió, incapaz ahora de encontrar su mirada.

‒Lo se. Lo siento.

‒Oh, Dave…

Ella puso sus brazos alrededor de él, y la manera en que él la


agarró y se aferró a ella tan fuertemente, hizo que Sam
apartara la vista.
Él había aferrado a Alyssa exactamente de esa manera, en
momentos en que él mismo estaba luchando contra las
lágrimas.
Jules tuvo la misma idea que Sam, moviéndose hacia la
puerta.

‒Desocupemos la habitación, démosles algo de espacio-, dijo


suavemente, y Alyssa se puso de pie.

‒Esperen, ‒ dijo Molly.

316
‒No se marchen. Por favor.

Ella se retiró de Jones y le habló.

‒Algo tiene que cambiar. Tiene que hacerlo. Tal vez…no se,
pero, que tal si… ¿Will es un regalo? Que esté aquí. Que lo
sepa.

Ella se secó la cara con las manos.

‒Tal vez todavía necesites escribir sobre lo que te sucedió.

Ella miró a Jules.

‒Nosotros hablamos sobre esto, sobre que Dave escriba sus


memorias, hace como un año atrás. Las pesadillas eran tan
malas…

Entonces ella miró a Will.

‒ Empezó a hacer notas, a escribir cosas, y pareció que eso


ayudaba.

Ella miró a Jones, claramente escéptica de su honestidad


ahora en relación con ese tópico.

‒ ¿O no lo hizo?

‒Sí lo hizo, ‒ dijo el.

‒En serio. Pero luego… ya no ayudó.

‒Porque dejaste de escribir-, lo acusó ella.

317
‒Me ofrecí a ayudarlo, pero él no quería que yo leyera lo que
había escrito. Dijo que ya era lo suficientemente malo que yo
tuviera que leerlo una vez, después de que el libro estuviese
terminado. Pero el libro nunca llegó ni siquiera a empezarse. Y
ahora… Aparentemente, las pesadillas han vuelto.

‒Ellas puede que nunca se vayan.

Robin habló por primera vez, desde donde estaba apoyado


contra la chimenea, cerca de Jules.

‒ Algunas pesadillas… simplemente siempre regresan.

Sam miró a la feliz pareja, y estaba más allá de lo obvio que el


Chico Maravilla todavía no le había contado a Jules sobre sus
pesadillas.
Las cuales sin duda empezaban así, “Soy un niño, tal vez
tengo siete años, y llego a casa y se inmediatamente que mi
madre ha estado bebiendo…”

Mientras Sam observaba, Jules tomó la mano de Robin,


entrelazando sus dedos.
Hace algún tiempo, eso realmente lo habría sacado de onda a
Sam. Pero ahora parecía tan natural como Molly abrazando a
Jones.
O Sam abrazando a Alyssa.

‒Si ese es el caso, si las pesadillas nunca se van, que así sea-
dijo Molly tan suavemente como Robin.

‒Solamente tendremos que aprender a sobrellevarlas.


Pero…tal vez ellas podrían desvanecerse si dejamos de
escondernos.

318
Ella se volvió hacia su esposo.

‒Si tú dejaras de fingir que eres feliz.

De acuerdo. Ahora de verdad era tiempo de salir.

‒Yo soy feliz, ‒ protestó Davis Jones.

‒Estando contigo y con Hope…

‒Tú eres feliz cuando estas en casa-, estuvo de acuerdo


Molly.

‒Lo se.

Ella vio a Sam escabulléndose hacia la puerta, y se volvió y lo


apuntó con el dedo.

‒No se vayas. Lo vi hablando con Dave esta tarde. Usted le


estaba ofreciendo un trabajo con sus Troubleshooters, ¿no es
verdad?

Algunas veces no quedaba de otra que permanecer quieto y


confesar.

‒Sí, señora.

‒Le dije que no-, le dijo Jones a Molly.

‒No hay forma de que yo pudiera hacerte eso.

‒ ¿Hacerme qué?‒ preguntó ella.

319
‒ ¿Ser feliz en tu trabajo? En este momento tú vives para las
seis a.m., para los fines de semana. Pagas nuestras cuentas,
pero eso es todo lo que estas haciendo. Cuando te marchas
cada mañana, es como si apagaras la luz en tus ojos.

Ella sacudió la cabeza.

‒ La gente debería amar lo que hacen, deberían preocuparse


por ello, apasionadamente. Dave, oh, cariño, deberías de
haber visto tu cara cuando Sam te estaba hablando sobre
trabajar con él.

Ella se volvió hacia Sam.

‒¿La oferta todavía se mantiene?

‒Por supuesto, ‒ dijo Sam.

No se arriesgó a mirar a Alyssa, por miedo a orinarse encima


por la emoción.
Jones había estado en su lista personal de deseos, como parte
de su equipo soñado por años.
Alyssa y Jules se burlaban de él despiadadamente sobre que
estaba enamorado del hombre, y sí, si admirar profundamente
a un agente compañero se definía como tener un
enamoramiento, entonces el definitivamente lo tenía.

‒Los últimos años sirvieron a un propósito-, le estaba diciendo


Molly a su esposo en ese momento.

‒Ambos necesitábamos un descanso, tiempo para


simplemente estar juntos. Y eso fue maravilloso. Esos
primeros meses… Tal vez si tuviéramos todo el dinero del
mundo podríamos hacerlo, sólo ambas cosas, quedarnos en

320
casa y criar a nuestros hijos. Pero las vacaciones terminaron.
Es tiempo de regresar al mundo real. Y tal vez podemos
ayudar a cambiarlo, mientras estemos en eso.

Jones estaba mirando a su esposa, con una pequeña sonrisa


en los bordes de los labios.

‒Siempre fuiste una buena samaritana.

Ella levantó la barbilla mientras encontraba su mirada.

‒Tú siempre lo fuiste, también.

Ella se cruzó de brazos.

‒En lo que me concierne, lo único que falta es decidir entre


Florida o San Diego.

Se volvió hacia Sam.

‒ ¿Donde queda la oficina de los Troubleshooters en Florida?

—Sarasota-, le dijo él.

—Me estoy inclinando hacia Florida.

Molly miró a Jones.

‒ ¿Qué dices tú?

Él sacudió la cabeza.

‒No me importa en donde esté, mientras tú y Hope estén


conmigo.

321
El miró a Sam.

‒Realmente ¿voy a ser capaz de conseguir las acreditaciones


que necesito para trabajar contigo?

Sam dejó que Alyssa, quien, de hecho, era su jefa, contestara


esa pregunta.

‒Nos ocuparemos de eso. También haremos tú nueva


identidad más completa.

Jones estaba mirando otra vez a Molly.

‒Despiértame cuando tengas pesadillas-, le dijo a él, y él


asintió.

‒Así que, ‒ añadió ella, ‒Florida.

Ella se volvió hacia Will.

‒Eso es probablemente más conveniente para ti, también, ya


que estará ayudando a Dave con su libro. ¿Verdad?

Will se veía condenadamente infeliz para ser un hombre que


había conseguido exactamente lo que había querido.
Oh.
Excepto por Dolphina quien, con su cara de nube de tormenta,
estaba haciendo obvio que su final feliz personal iba a ser,
bueno, eufemísticamente hablando, un final feliz libre.
Fue entonces que Jules intervino.
Una vez más, el había estado prestando una cuidadosa
atención a la elección de palabras.
Miró de Jones a Molly y viceversa.

322
‒ ¿Vosotros dijisteis hijos?‒ preguntó el.

Molly sonrió, con la mano en su estómago.

‒Sí, eso fue un plural, ‒ admitió ella.

‒Yo supe cuando eso se escapó que tú ibas a captarlo.

‒Cariño, felicitaciones.

Jules les dio un abrazo a ambos.


Jones miró a Sam.

‒ ¿Cómo es el seguro medico en Troubleshooters?

Sam hizo todo lo posible por no sonreír.

‒ ¿Para cuidado prenatal? Hasta ahora muy bueno.

‒ ¿Hay alguna de tus amigas que no estén embarazadas?

Robin le preguntó a Jules.


Era posible que fuera sólo una coincidencia, pero fue justo en
ese momento que Dolphina estalló en lágrimas y salió
corriendo de la habitación.
Will trató de seguir a Dolphina, pero su camino fue bloqueado
por Alyssa, que era diez veces más terrorífica que su esposo
ex SEAL.
Aunque cuando Sam vino a pararse al lado de ella, él también
estaba condenadamente intimidante.
Y entonces, ahí estaba Jules, que se veía como si tampoco
necesitara mucho incentivo para desgarrarle la garganta a Will.

323
Pero fue Robin quien agarró a Will por la pechera de la camisa
y profirió unas palabras que al principio lo hicieron reír. Mala
movida. Pero sólo fue eso.

‒ ¿Dejaste embarazada a Dolphina?

Esa era la última pregunta que había esperado que le hicieran


aquí esta noche.

‒ ¿Crees que es gracioso?- le preguntó Jules con indignación


en la voz, y Will supo que si no hablaba rápido, iba a conseguir
que le saquen la mierda a patadas dos hombres gay muy
enfadados.

‒No, no es gracioso, ‒ dijo él.

‒Y no, yo no he… Nosotros ni siquiera hemos… No. Quiero


decir, a menos que Mami estuviera equivocada y que puedas
hacer bebes sólo con besarse.

El suspiró.

‒Simplemente golpéenme, chicos. Todos nos sentiremos


mejor.

‒Creo que es hora de que te vayas, ‒ dijo Jules.

‒ Conseguiste lo que querías. Me aseguraré de que Jones


tenga tu información de contacto. Oh, ¿y después de que te
marches de aquí? ¿Decides cambiar de parecer y escribes un
artículo exponiendo a Jones?

‒No lo haré, ‒ dijo Will.

324
‒Bien, ‒ dijo Jules, dejando las amenazas sin proferir, pero
fuertemente implicadas.

Maldición, pero todo había ido tan completamente mal.


Will había estado tan orgulloso de sí mismo, también,
especialmente en la fiesta.
Todo había estado yendo tan bien, empezando con encontrar
un espacio para estacionar justo afuera de las puertas
principales de Laser-Manía.
Maggie se había divertido mucho, y Will también.
Las bromas que le habían hecho los SEALs habían sido
amigables. El incluso se las había arreglado para estar frente a
frente con un antiguo Némesis, el agente Jim Nash de
Troubleshooters, quien había sido uno de los tantos hombres
que habían compartido la cama de la ex-esposa de Will.
Will se había encontrado con Nash y su amigo Larry Decker
varias veces mientras perseguía una historia, y ver a Nash
siempre lo había hecho enfadar. Pero hoy día, la presión
arterial de Will ni siquiera se había elevado un poco cuando
saludó al hombre.
Él no había sentido nada. Nada. Ni siquiera una pizca de la
vieja animosidad.
Porque Will iba a cenar con Dolphina el domingo.
En la casa de ella.
Él estaba, sin lugar a dudas, en la parte superior del mundo.
Pero ya no más. Y era debido a su propia estúpida culpa.

Robin le entregó su abrigo.

‒Maggie es bienvenida a quedarse. La llevaremos a casa más


tarde, digamos, ¿9:30?

‒Gracias,‒ dijo Will, sintiéndose humilde por la generosidad de


ellos.

325
‒Sí. Yo sólo… necesito, ustedes saben, hablar con Dolphina
antes de que yo…

Jules miró a Robin, quien salió por la puerta.


El regresó casi al instante.

‒No está interesada en hablar contigo.

Will asintió.

‒De acuerdo.

Él se puso el abrigo, como si fuera simplemente a salir por la


puerta sin argumentar nada, sin aspavientos. Sólo alejarse de
la mejor cosa que le había sucedido jamás…
Pero Jules lo tenía agarrado por un brazo, Sam por el otro
mientras salía al vestíbulo, como si ellos supiesen que estaba
fingiendo su acuerdo pasivo.
Y Will sabía que Dolphina estaba ahí afuera en algún lugar,
Robin había salido y regresado tan rápidamente. Ella tal vez
estaba sentada en lo alto de las escaleras que hacían ángulo y
daban la vuelta, tal vez en el segundo descanso de la
escalera.

‒Dolph, cometí un error, ‒ Will la llamó, sabiendo que ella


podía oírlo, esperando que ella lo escuchara.

‒Mentí y no debería haberlo hecho. Lo hice porque temí


que te metieras en problemas. No estaba pensando, sólo
estaba tratando de protegerte, y…fue algo estúpido. Si pudiera
volver a hacerlo, lo haría de diferente manera. Todo. Te diría
que cerraras tu ordenador antes de ir al piso de arriba, porque
me conozco, y no hubiera podido evitar mirar. Debería haberte
dicho lo que había averiguado sobre Jones, debería haberte

326
dicho lo que estaba esperando hacer. Debería haber sido
honesto contigo sobre todo…

La puerta se cerró tras él con un suave clic y Will se encontró


afuera en el porche, en el frío.

Honesto sobre todo, no sólo sobre la manera en que ella lo


hacía sentir.
Tú eres la única…
Si Dolphina lo había oído, no respondió.
Y ella no respondió.
Will se quedó ahí por un largo rato, con las manos en los
bolsillos, antes de darse la vuelta y finalmente arrastrar su
lamentable trasero a casa.

DOMINGO, DICIEMBRE 9

‒¿ A lguna vez…tiene pesadillas?


Jules levantó la vista del archivo que estaba revisando cuando
Robin se deslizó dentro de la cama, al lado de él.
Había traído una caja completa de papeleo a casa el viernes,
aún cuando sabía que no tendría ni un segundo extra de
tiempo en todo el fin de semana para leer nada de esto.
Pero el último de sus invitados finalmente se había marchado.
La fiesta había sido un tremendo éxito, a pesar de la metida de
pata de Will Schroeder.
Y ¿quién podía saberlo?
Molly podía haber estado en lo cierto, la colaboración

327
Jones/Schroeder podría muy bien funcionar como una doble
victoria.
Además, había sido divertido ver a Sam ir por ahí como si
hubiera ganado la lotería, habiendo reclutado exitosamente a
Jones.
Él había estado tan feliz, que no parecía importarle que, si
Jones lo hubiese querido, hubiese podido ganarles a Sam y
Alyssa en el juego de Pelotas. Pero sólo, había dicho Jones
humildemente, porque él había estado sentado ahí por horas,
observándolos jugar juego tras juego, con la zona establecida
en esa configuración específica.
Cambien la zona de juego, y probablemente él no hubiera
tenido ninguna oportunidad.
O eso era lo que él decía.
La noche había mejorado en gran forma después de que Will
dejó la casa, aunque Dolphina no había regresado nunca a
toda su velocidad.
Aún así, el árbol había sido adornado, la pizza consumida, los
villancicos cantados, las galletas horneadas. Todo eso, y,
gracias a Dios, debido a tener que llevar a Maggie a casa,
Jules convenientemente se había “perdido” ver la promoción
de Tierra de Sombras, la nueva serie de TV de Robin.

‒Algunas veces,‒ contestó Jules a la pregunta de Robin sobre


las pesadillas, tirando el archivo al suelo, listo para darle a
Robin toda su atención y finalmente hacerlo, hablar sobre sus
sentimientos de celos.

Él había ido tan lejos como asomar la cabeza en el cuarto de


baño mientras Robin se cepillaba los dientes y había dicho, de
forma muy casual;

—Cuando termines aquí, tengo una pregunta que hacerte


sobre la cena de ensayo, y… hay algún otro tema.

328
Sí, algún otro tema.

‒No son realmente pesadillas. Son más… inquietantes que


terroríficas. Como que mi padre estará allí, y yo sabré en el
sueño que el no debería de estar, que el está muerto. Y me
despertaré un poco raro.

Robin se había apoyado en un codo, con la cabeza en la


mano, sus ojos serios.

‒¿Eso es todo? le preguntó.

‒Tú has pasado por un montón de verdadera mierda…quiero


decir, sólo este pasado Acción de Gracias…

‒Ya no sueño cosas como esa muy a menudo,‒ admitió Jules.

‒No se por que. Quiero decir, sí, he pasado por algunos


escenarios de pesadilla…

El peor había sido ese día terrible del último año cuando había
creído que Robin se había ahogado.
Extendió la mano y le acarició el brazo a Robin.

‒Tal vez soy verdaderamente bueno en hacer desaparecer


esas cosas.

‒Tú eres, como, la persona más equilibrada que he conocido


nunca, ‒ dijo Robin.

Jules se rió mientras retiraba su mano.

‒Sí, yo no pienso así…

329
Esa era una entrada perfecta.

‒Hablando de gente equilibrada, una de las cuales no


considero que yo lo sea, considerando mis problemas de celos
intensos… ¿has notado que no he sido capaz de ver ninguna
de las tomas filmadas de Tierra de Sombras?

‒Yo tengo pesadillas sobre mi madre, ‒ dijo Robin.

—Generalmente un par de veces por semana.

Esas eran noticias para Jules, y se sentó en la cama.

‒ ¿En serio? ¿Acerca…del accidente de coche?‒ preguntó el.

‒No, ‒ dijo Robin.

‒Yo, um…tengo esas pesadillas en donde ella, um… me


golpea.

‒Oh, cariño, ‒ dijo Jules.

‒Eso es algo horrible de soñar.

‒Sí,- estuvo de acuerdo Robin, mirando hacia abajo a la


manta.

‒Estoy muy seguro de que sueño sobre eso porque, bueno,


ella, tu sabes, solía hacerlo. Golpearme. No muy a menudo.
Tal vez una vez al mes. No porque yo hubiera hecho algo
malo, pero sólo… porque sí.

Querido Dios. ¿Una vez al mes durante once años no era muy
a menudo?

330
Robin levantó la vista, encontrando los ojos de Jules sólo
brevemente antes de apartar la mirada otra vez.

‒Era cuando ella estaba borracha, así que…

‒No busques excusas-, Jules lo cortó bruscamente.

‒No hay excusas para eso.

Ninguna en absoluto.
Robin asintió, el músculo saltando en su mandíbula.

‒Sí, lo se.

Él cambió de postura de manera que se quedó tendido en la


cama, su cabeza en la almohada, como si decirle esto a Jules
lo hubiera extenuado.

‒Fue algo gracioso-, continuó con los ojos cerrados.

‒Estaba hablando con Sam, meses atrás, y eso simplemente


se me escapó, tú sabes, sobre mi madre. Y él me dijo que
tenía que contártelo. Pero lo he estado dejando de lado
porque…

Él abrió los ojos y miró a Jules.

‒Supongo que no quería que lo supieras. Como que, Jesús,


¿no estoy ya suficientemente jodido sin tener que arrojar
abuso infantil a la mezcla?

‒Ah, chico-, Jules aspiró, mientras atraía a Robin más cerca,


envolviéndolo en sus brazos.

331
‒No. Tú no eres responsable de eso. Mi Dios…

‒No se de que tenía tanto miedo, ‒ dijo Robin mientras


también abrazaba a Jules fuertemente.

‒Yo se que tú no piensas que soy perfecto y me amas de


igual manera. Yo se eso. Entonces ¿por qué me da tanto
miedo hablar sobre eso? Y ¿porqué todavía me siento tan
herido por esa estúpida nota que escribió mi padre? ¿Por qué
eso me hace sentir tan condenadamente triste?

‒Porque tienes un alma optimista-, le dijo Jules, con el corazón


en la garganta.

‒Porque tú sabes que todo el mundo merece padres que se


ocupen de ellos, que los protejan. Porque tú crees que los
padres deberían de amar a sus hijos de la manera en que mi
padre me amó.

Los ojos de Robin se llenaron de lágrimas.

‒El mundo en el que tú creciste era tan diferente del mío.

‒Bueno, ahora tú estás en mi mundo, ‒ susurró Jules.

‒Tengo una memoria realmente vívida, ‒ dijo Robin.

‒No se, yo debía haber tenido… ¿tal vez ocho? Y yo estaba


sólo…pintando, creo. Recuerdo que trataba de estar callado,
porque mi madre estaba al teléfono. Pero ella estaba
verdaderamente alterada y… arrojó el teléfono y este me
golpeó, pero luego se cayó al suelo y se rompió, y Dios, ella
me abofeteó tan fuerte. Creo que me caí y me golpeé la
cabeza porque la nariz me sangró. Y eso realmente la asustó,

332
y ella hizo lo que siempre hacía después de golpearme de esa
forma. Empezó a llorar y a abrazarme y a decirme cuánto me
amaba. Y yo simplemente sangraba, sobre toda mi camisa,
pero ella está muy borracha para ayudarme. Y yo miré hacia
arriba, y veo a mi padre. Él está de pie afuera en el porche, al
otro lado de la puerta deslizante de vidrio, como si estuviera a
punto de tocar a la puerta. Y supe, por la mirada en su cara,
que él había visto todo lo que pasó. ¿Y sabes lo que hizo él?

Jules asintió.
El podía adivinar, pero no podía hablar a través del nudo en su
garganta.

‒Si ‒dijo Robin.

‒Él se marchó. El hijo de puta se fue.

Jules simplemente lo abrazó.

‒Él me evitó por años después de eso, ‒ continuó Robin, con


la voz tensa.

‒Y entonces, cuando mi madre murió, y tuve que ir a vivir con


él… él nunca habló de eso. Como si nunca hubiera sucedido.
O si de alguna manera fuese mi culpa. Tal vez sigo soñando
con eso porque todavía estoy tratando de imaginarme
exactamente que fue eso que hice tan malo.

‒Tu sueñas sobre eso porque estabas traumatizado-, le dijo


Jules.

‒Oh, Robin…

333
‒Pienso que estás en lo cierto acerca de no tener pesadillas
porque tú procesas la información apropiadamente, ‒ dijo
Robin.

‒Tú nunca te culpas a ti mismo por cosas de las que no eres


responsable. Tú estas tan… seguro de ti mismo. Tú sabes
quien eres, y te gustas a ti mismo. Dios, Jules, sabes cuales
son tus habilidades, te ves a ti mismo como parte de la pintura,
en vez de, como un borrón en la pintura, una mancha.

‒ ¿Es así realmente como te ves a ti mismo?

Jules estaba tanto divertido como horrorizado.

‒ ¿Como una mancha?

Robin se encogió de hombros.

‒No. Sí. No lo se. Eso no es completamente correcto…Es más


como que, tú eres parte de este grupo masivo haciendo Tai
chi, y estás en perfecta sincronización, en harmonía con el
mundo entero. Tú te mueves sin esfuerzo, como que tienes tu
lugar, un rol y lo entiendes y estás en paz con eso. Mientras
tanto, yo estoy de este lado haciendo el watusi (baile), en
medio de una manada de búfalos en estampida. Al menos así
es como eso se siente.

‒ ¿Puedes realmente hacer el watusi?

Jules tuvo que preguntar.


Robin se rió.

‒ ¿Tú que crees?

334
‒Creo que tú puedes hacer cualquier cosa que quieras-, le dijo
Jules.

‒Absolutamente todo.

Robin cambió de postura para darle la cara, para mirar los ojos
de Jules.

‒Dios, tienes tanta fe en mí-, él finalmente susurró.

‒Estoy maravillado por ti, ‒ admitió Jules.

‒Yo se que te ves a ti mismo como quebrado, pero… yo sólo


veo una fortaleza increíble. Haber sobrevivido a lo que
sobreviviste y aún ser alguien tan vivo, tan…vital. Así que, sí,
tengo fe en ti. Una fe infinita. Y cada vez que doy la vuelta,
descubro que te amo todavía más.

Las lágrimas volvieron a los ojos de Robin, pero en vez de


girarse, de la manera en que siempre lo hacía, porque odiaba
llorar frente a alguien, incluso frente a Jules, el se quedó allí.

‒Me gusta estar en tú mundo-, le dijo a Jules.

‒Pienso que estoy finalmente listo para dejar el mío atrás y,


um… me estaba preguntando si te importaría si yo…

Él se aclaró la garganta.

‒Tomara tu nombre el sábado que viene. No lo haré si no


quieres que lo haga,‒ el añadió rápidamente, sin duda debido
al shock total en la cara de Jules.

‒No, ‒ dijo Jules.

335
‒Sólo estoy… sorprendido.

Tiempo atrás cuando acababan de comprometerse, ellos


habían tenido una conversación de diez segundos sobre la
separación potencial del apellido.
Algunas parejas gay combinaban sus apellidos cuando se
casaban, pero Chadwick-Cassidy o Cassidy-Chadwick
simplemente parecía demasiado cargado.
El mantener sus propios apellidos había parecido lo más
acertado.

‒Chadwick es algún… cabrón que abandonó a su hijo-, le dijo


Robin a Jules ahora.

‒Yo preferiría ser un Cassidy.

‒El estudio no querrá que… ¿Has hablado con tu agente sobre


esto?‒ preguntó Jules.

‒No, pero ellos querrán que conserve el Chadwick como el


nombre del medio, por lo menos por un tiempo, ‒ dijo Robin.

‒A mí me parece bien eso, Robin Chadwick Cassidy. Tal vez


después podamos sacar el Chadwick, poner Robin C.
Cassidy y luego simplemente…Robin Cassidy.

Él sonrió, sin duda por la expresión en la cara de Jules.

‒ ¿Eso queda redondo, verdad?

Jules se las ingenió para asentir.


Robin Cassidy…

336
‒ ¿Te parece bien?‒ preguntó Robin, como si en realidad él
pensara que Jules no querría compartir su apellido.

‒Está pero que muy bien-, le dijo Jules.

Robin lo besó.

‒ ¿Que era eso sobre lo que querías hablar conmigo?- le


preguntó.

Jules sólo sacudió la cabeza mientras le devolvía el beso a


Robin.
Robin Cassidy…
Eso podía esperar.

337
SEXTA PARTE

_ATAQUE DEL MALVADO ROBOT


GEMELO_

JUEVES, DICIEMBRE 13 LOS ÁNGELES, CALIFORNIA

A lguien había estado en su condominio.


Adam había estado en su casa cerca de diez minutos cuando
vio las fotografías que habían sido dejadas sobre la mesa de la
cocina.
Estas eran Polaroids, ¿quien diablos usaba Polaroid
instantánea en estos días digitales?
Al principio pensó que esto era algo que la señora de la
limpieza se había olvidado, pero entonces vio de que eran las
fotografías, una era de una pistola, la otra era de municiones,
tanto balas como cargadores.
“Regresa de donde viniste” había sido escrito en la parte
inferior de la foto de la pistola con una letra espeluznante al
estilo psicópata.
El hijo de puta también lo había firmado, Jim Jessop.
A Adam se le pusieron los pelos de punta en la nuca mientras
cogía el control remoto ponía en modo silencioso la TV que
había encendido cuando había entrado primero a la cocina.

338
Se quedó parado absolutamente quieto, contuvo el aliento y
escuchó.
Pero era difícil escuchar mucho de nada sobre los latidos de
su corazón.
Sal de la casa.
Adam podía oír la voz de Jules en su cabeza, un eco de todos
aquellos tiempos en los que habían discutido sobre la
seguridad personal.
Jules no sólo era posesivo, era obsesivo en salvaguardar lo
que le pertenecía.
Si alguna vez piensas que alguien se metió en la casa, sal de
ahí, ve a algún lugar seguro y llama a la policía desde allí.
Después de un tiempo, Adam dejó de oírlo, pero
aparentemente, algo de lo que Jules había dicho todos
aquellos años atrás se le había quedado grabado.
El cogió las fotos y corrió.

IGLESIA DE LA CALLE ARLINGTON BOSTON,


MASSACHUSETTS

‒¿ A lguna pregunta?‒ preguntó el Pastor Stevens, cuando


los pantalones de Jules empezaron a vibrar.
Mierda.
El no había apagado por completo su celular cuando iban a la
iglesia para el ensayo, porque se estaban cocinando
problemas en Afganistán.

339
No le había mencionado esto a Robin, quien de hecho se lo
había figurado por sí mismo, a cuenta de que Jules había
tenido que “sólo correr” a la oficina esta mañana, en este, su
primer día de las tres semanas de su permiso de ausencia.
Jules podía sentir ahora los ojos de Robin puestos en él,
cuando se fue a un lado y sacó el teléfono y…
Que agradable.
Era Adam.
Que sorpresa que llamara dos días antes de la boda.
Jules volvió a meter el móvil en su bolsillo y le sonrió a Robin,
que no parecía menos preocupado.

‒Tengo una pregunta-, estaba diciendo Sam.

Alyssa y él acompañaban a Jules como sus padrinos, por así


decirlo. Jane y Cosmo estaban haciendo lo mismo por Robin. ‒

—¿Qué pasa si la madre de Jules no puede salir de Chicago?

La madre de Jules había estado volando hacia Boston desde


su hogar en Hawái, y su vuelo de conexión que salía de
Chicago había sido retrasado debido al mal tiempo en
Milwaukee. La tormenta se había movido rápidamente al este y
ahora nada salía del aeropuerto O'Hare.
Los pronósticos decían que había un efecto de lago con nieve
cayendo abundantemente en Chicago hasta bien entrada la
mañana del sábado.

‒Tendremos que posponer la boda.

Robin no dudó.

‒ Esperaremos hasta que ella llegue aquí.

340
‒En realidad, ‒ dijo Jules.

‒Yo hablé con Mamá esta mañana. Creo que está


tratando de alquilar un trineo de perros, así está de
determinada en llegar aquí. Pero en el caso de que la nieve no
de tregua… cariño, ella no quiere que pospongamos la boda.

‒Maldita mierda, ‒ dijo Robin y luego se contrajo.

‒ Discúlpeme Pastor. Jules, esta es una hermosa iglesia, y


entiendo que tenemos acceso a ella por un tiempo limitado el
sábado, pero… Preferiría casarme en el Dunkin Donuts de la
esquina si eso significa que tu madre puede estar aquí.

‒Yo estoy contigo, ‒ dijo Jules, mientras Sam se apartaba a un


lado para hacer o recibir una llamada, Jules no sabía cual de
las dos cosas.

‒ Yo también la quiero a ella aquí, y preferiría, tu sabes, tener


el Coffee Coolatta y la decoración Turbo Hot, si eso significa
que ella puede estar aquí, pero… Probablemente deberías
hablar con ella. Ella me dejó bien claro que la asistencia del
Presidente es más importante para ella que cualquier otra
cosa.

Su madre estaba bien consciente de que la asistencia de


Bryant era una aprobación del matrimonio igualitario, del
derecho de Jules y Robin a tener los mismos derechos que
todo el mundo en América.

‒Ella estaba terca.

Robin asintió.
Había llegado a conocer a la madre de Jules bastante bien

341
durante los pasados meses, así que el entendía lo de terca.
Pero a él no le gustaba eso.

‒Entonces ¿cuál es nuestro plan de respaldo si ella no se


encuentra aquí para caminar por el pasillo?‒ preguntó.

‒Algunas parejas escogen entrar a la iglesia por esas puertas-,


el Pastor señaló dos puertas en forma de arco en cada lado de
la iglesia.

‒ Cuando la música empieza, ustedes podrían entrar y


encontrarse en el altar. La procesión de la boda podría
proceder como se ha planeado, con ustedes dos parados al
frente de la iglesia.

‒Funciona para mí, ‒ dijo Jules.

‒Tu madre sólo… será mejor que llegue aquí, ‒ dijo Robin
cuando el móvil de Jules, nuevamente, comenzó a vibrar.

LOS ÁNGELES, CALIFORNIA

A dam podría conseguir un orden de restricción en contra


de Jim Jessop.
Estaba sentado en la estación de policía, mirando al oficial que
acababa de hacer la genial sugerencia.

‒Nadie sabe dónde está Jessop.

342
Él se las arregló para no gritar.

‒ ¿Qué de bueno va a hacer una orden de restricción? Nadie


va a ser capaz de encontrarlo para advertirle que se mantenga
lejos de mí. Como si una orden de restricción alguna vez
hubiera funcionado, en primer lugar. Esta era solamente
un pedazo de papel. Esta no creaba un escudo a prueba de
balas.

‒Mire, ‒ dijo él.

‒Jessop allanó mi casa. Cometió un crimen. Estas fotos son la


prueba.

‒Ellas podrían haber sido evidencia-, le dijo el oficial de policía,


‒pero usted las retiró de la escena, así que…

Él se encogió de hombros, obviamente divirtiéndose


demasiado.
De manera que Adam sacó su móvil y accedió al grabador de
voz. “Este es Adam Wyndham y es el día Jueves, del trece de
Diciembre, y el hombre, Jim Jessop, que ha dejado claro vía
correo electrónico que me esta acosando, dejó una Polaroid de
un arma mortal sobre la mesa de mi cocina. Aparentemente al
Oficial Rolande, se deletrea R-o-l-a-n-d-e, primer nombre
Frank, le divierte mi intento de reportar este crimen.”
El cerró el móvil y lo metió en su bolsillo, sonriendo
dulcemente al policía.

‒De esta manera, después de que este loco ¿me mate? El


estudio sabrá exactamente a quien demandar.

Recogió las fotografías.

343
‒Muchísimas gracias por su tiempo y preocupación.

Después de abandonar la estación de policía, el trató de llamar


a Jules otra vez, pero igual que antes, Jules no le contestó.
Maldita sea, ¿en que se había convertido su vida para que las
únicas personas a las que les importaría que fuera asesinado,
eran aquellas que trabajaban para el estudio que actualmente
lo tenía empleado?
Y, enfréntalo, a ellos sólo les importaría recuperar las pérdidas
de tener que reemplazarlo a él a mitad de la filmación de una
película.
Nadie lo extrañaría. Nadie lo lloraría.

Cuando Adam bajó a la acera, el pelo de su nuca estaba en


alerta total otra vez.
Maldición, desde que había salido corriendo de su condominio,
había tenido la sensación más espeluznante, como si alguien
lo estuviese observando.
Eso era probablemente debido a su superactiva imaginación.
Excepto que él no había sentido eso mientras estuvo sin
peligro dentro de la estación de policía.
Se paró en una esquina, inquieto, pasando el listado de
direcciones de su móvil.
No había nadie que pudiera ayudarlo, nadie que no le cobrara
por hora, como su buen amigo el abogado Bob.
Adam se rindió y trató de llamar al teléfono de Robin.
Sin respuesta.
Por supuesto que no.
Esto era su culpa.
De alguna manera él se había convertido en el muchacho que
gritaba '¡lobo!', sabía que Jules creería que Jessop había
allanado su casa y puesto aquellas fotos sobre la mesa de la
cocina.

344
El sabía que Jules vería esas fotos como una amenaza real,
como el serio peligro que eran.
El problema estaba en conseguir que contestara el teléfono.
Adam trató con el número de Jules nuevamente, y fue dirigido
directamente al buzón de voz.
Cerró su teléfono de un golpe y bajó a la acera, levantando la
mano para llamar a un taxi milagrosamente vacío que se
aproximaba.
Él se subió.

‒Los Ángeles-, le dijo al conductor, mientras abría su teléfono


y le marcaba a su agente de viajes.

‒Sí, ‒ dijo él cuando le contestaron.

‒Necesito tomar el siguiente vuelo de Los Ángeles a Boston,


Massachusetts.

BOSTON, MASSACHUSETTS

‒ D éjame entenderlo correctamente, Squidward (Calamar


amigo de Bob Esponja), ‒dijo Sam riéndose mientras se
sentaba en el Café que quedaba a la vuelta de la esquina de la
casa de Jules.

Tenían un par de horas antes de que comenzara el ensayo de


la cena. Alyssa estaba dentro de la casa, echándose una

345
siesta, y Robin estaba…fuera, haciendo lo que sea que Robin
hacía cuando su hermana y su familia estaban en la ciudad.

‒Estás preocupado, porque estás teniendo el mejor sexo de tu


vida. Lo siento, pero eso está bastante jodido.

Pero Jules no se estaba riendo. De hecho, el no sólo estaba


perturbado, también estaba avergonzado, así que Sam se
esforzó más en tratar de entender. Pero esto no computaba.

‒ ¿Qué es lo que no me estás contando?- le preguntó Sam.

Pero Jules siguió callado, mirando dentro de su taza de café,


aparentemente sin ganas de entrar en ningún detalle más
específico que “el mejor sexo de mi vida.”

‒Esta no es una conversación de vestuario-, le volvió a


asegurar Sam, y eso hizo sonreír a Jules.

‒Por lo menos ningún vestuario en donde tu paras, ‒ le señaló


él.

Pero su sonrisa se desvaneció y todavía vacilaba.


Así que Sam dijo,

‒Esto es entre tú y yo. No sale de aquí. Ni siquiera se lo


contaré e Alyssa.

El se inclinó sobre la mesa, bajó la voz.

‒ Tu sabes, hace pocas semanas yo mismo estaba luchando


con algún tipo de mierda rara. Parecía que todo lo que yo
hacía terminaba molestando a Alyssa. ¿Obviamente algo
estaba pasando con sus hormonas, por el embarazo? Yo te lo

346
conté. Pero entonces trate de hablar con Alyssa sobre eso,
algo así como, hmmm, supongo que necesitamos encontrar a
alguien a quien mat…ella se enfado más todavía. Y entonces
me di cuenta, fue como ese jodido momento Eureka, de que
ella se sentía frustrada. Sexualmente hablando. Lo cual, en
retrospectiva en parte era mi culpa. Bastante culpa mía. Pero
ella estaba siempre tan cansada por las noches, y las
mañanas eran dudosas, con sus niveles variables de nauseas,
y luego estábamos en el trabajo…y yo cometí el error de
pensar, de acuerdo, ella está embarazada, supongo que
simplemente nunca tendré sexo otra vez.

Él se rió.

‒En vez de eso, ella andaba por ahí enfadada porque quería,
um, tener sexo durante lo que ella consideraba momentos
inoportunos del día. Y, hey, tú me conoces. 'Inoportuno' no
existe en mi vocabulario. En poco tiempo, instalé un nuevo
cerrojo en la puerta de su oficina. Le digo a Tracy, no le pases
llamadas a Alyssa, tengo algo muy importante que discutir con
ella, y…- se encogió de hombros.

‒Problema resuelto.

Jules estaba escondiendo su sonrisa detrás de la mano.

‒ Sexo en la oficina, ‒ dijo él.

‒Eso es algo tan… ajeno a Alyssa.

Sam asintió.

‒La pequeña señorita No-Hagas-Nada-Malo está muy


contenta rompiendo algunas de sus reglas. Gracias a Dios.

347
Ellos se quedaron en silencio por un rato, solamente dando
sorbos a sus cafés, Jules no comía la galleta que había
comprado. Se le veía cansado, como si todavía no le fuera
muy bien a la hora de dormir.
Por supuesto, los problemas potenciales en Afganistán
estaban aumentando su tensión, la de Robin también. Iba a
ser duro para Robin cuando Jules regresara al campo. Los
propios niveles de ansiedad de Sam habían sobrepasado el
techo cuando Alyssa había regresado al juego después de una
experiencia cercana a la muerte.

‒Tu turno-, Sam finalmente rompió el silencio.

Jules lo miró.

‒ ¿Tú realmente quieres oír esto?- le preguntó.

‒ ¿Es más embarazoso que el que yo no haya tenido el


sentido de saber que Alyssa nunca dejaría de querer tener
sexo?- Le preguntó Sam.

Jules se sonrió un poco.

‒Podría ser.

‒Bueno, bien, ‒ dijo Sam.

‒Entonces yo no seré el único tonto sentado a esta mesa.

Jules se aclaró la garganta.

‒He estado tratando con todas mis fuerzas para no dejar que
esto me moleste, ‒ dijo él.

348
‒El hecho de que Robin esté actuando ese personaje. Joe.

‒ ¿No le has hablado a él sobre eso?

Sam no podía creer que ellos todavía estuvieran arrastrando


esa mierda por el lodo.

‒ ¿Qué pasa contigo? Yo pensé que hablar sobre las cosas


venía con el gen gay.

‒Me da miedo traerlo a discusión, ‒ admitió Jules.

‒Y cada vez se pone más complicado. Joe Laughlin es un gran


rol, yo lo veo, lo se. Yo solo… Era diferente cuando Robin era
Jeff O'Reilly. Sí, el hizo un montón de escenas de amor, pero
eran siempre con mujeres y…

‒Ahora las está haciendo con hombres, ‒ dijo Sam.

De acuerdo, mala elección de palabras.

‒Actuando, ‒ reiteró el.

‒El no está realmente… Tú sabes lo que quiero decir.

‒Sí, muchas gracias. Pero tienes razón, es actuación. Yo se


eso. Lo se.

¿Entonces por qué lo estaba diciendo como si estuviera


tratando de convencerse a sí mismo?
Jules siguió.

‒Y el piloto todavía no ha sido vendido, incluso puede que no


lo compren así que… ¿A quién estoy engañando?

349
Puso los ojos en blanco.

‒Si no lo toman los de HBO, Showtime lo va a agarrar. Robin


es increíble. Y, Sam, Dios, yo se que él me ama.

‒ ¿Pero?‒ preguntó Sam.

Y Jules asintió.
Definitivamente había un pero.

‒Esto comenzó hace un par de semanas atrás, el continuó.

‒Después que empezaron a filmar el piloto. Vine a casa a


recoger un archivo y Robin estaba allí. Estaba en la ducha y…

El sonrió.

—“Inoportuno” tampoco está en su vocabulario.

Hizo una pausa, y Sam esperó.


Así que, finalmente Jules dijo.

‒Eso fue… increíblemente caliente, y de alguna manera, rudo,


no como en 'te voy a hacer daño', sino más bien como 'te
necesito ahora mismo'. Fue algo, um… extremadamente
erótico. Él estaba totalmente a cargo, desde el principio
cuando el…

Se aclaró la garganta.

‒Literalmente me arrancó la camisa.

Ay, caramba.

350
A Sam le pareció mejor mirarse los pies. Esto caía en la
columna bajo el encabezamiento de las cosas de Jules que el
realmente no quería imaginarse. Él lo había hecho, pero,
Cielos.

‒Lo siento si eso suena como DI (Demasiada Información).


Se disculpó Jules, ‒ pero eso volvió a pasar cuando llegué
más tarde en la noche y fue… simplemente igual de genial. Y
el jueves fue… también realmente, realmente… Créeme.
Fue… estas dos semanas, sólo…sexo loco a lo grande.

‒Todavía estoy luchando, ‒ dijo cuidadosamente Sam, ‒con el


concepto de que eso sea un problema para ti.

‒Es un problema, ‒ dijo Jules con un toque de enfado en la


voz, ‒porque finalmente vi uno de los DVDs que Robin trajo a
casa. Era una promoción para el show y…

El se rió, pero fue con tristeza.

‒Era tan bueno. De miedo. Pero ahí estaba esta secuencia,


estaba realmente bien hecha, bellamente editada, pero oh mi
Dios, Sam. Ese era Robin. Corte tras corte de… besando y
luego arrancándoles las camisas a todos estos tipos
diferentes, como si se estuviera preparando para tener
¿adivinas qué?. .sexo rudo y muy caliente con ellos.

Él partió un pedazo de su galleta pero no se la comió, solo la


desmenuzó.

‒Lo estúpido es-, continuó Jules suavemente, ‒que realmente


funcionó, sabes, para mostrar que el personaje, Joe, es ambas
cosas, promiscuo y desesperado. Fue como… el sexo es
virtualmente idéntico en todas esas escenas y recortes, pero

351
sus parejas son distintas, como si estuvieran en una cinta
transportadora, sólo uno tras otro, y Jesús, observar eso me
fastidió.

Sam se acomodó en su asiento.

‒Tú no piensas que Robin realmente…

‒No, ‒ dijo Jules.

‒Yo se que el estaba actuando, pero…

El exhaló con fuerza.

‒Todo lo que yo podía pensar era, eso fue lo que estuvo


haciendo todo el día esa primera vez que nosotros… que
el…pensé que el estaba excitado por mí, pero hey, tal vez
simplemente estaba excitado. Sí, tuvimos gran sexo, pero mira
lo que él hizo, primero, con una docena de otros tipos. Yo
supongo que eso muy bien lo pudo dejar preparado.
Maldición.

‒Yo no soy un actor, ‒ dijo Sam, ‒así que no tengo idea de


cómo hacen los actores esta clase de cosas, tú sabes, separar
la ficción de la realidad, pero Jules, es parte de la actuación.
Bajo riesgo de sonar como un jodido disco rayado, hombre,
vas a tener que hablar con él sobre esto. Esto no es sólo que
estés siendo un poco irracional y poniéndote celoso porque,
bueno, enfréntalo, da la casualidad que tú eres celoso. Eso es
algo que necesitas manejar ya sea diciéndole '¿Haz pensado
en seguir la carrera de paisajista?'

‒No puedo hacer eso, ‒dijo Jules tensamente.

352
‒Seguro que puedes.

Jules lo reformuló.

‒No lo haré, ¿de acuerdo?

‒De acuerdo.

No era como si Sam no hubiera esperado esa respuesta.

‒Entonces vas a tener que educarte a ti mismo. Habla con


otros actores antes de hablar con Robin si piensas que eso te
ayudará. Hay montones de actores allí afuera quienes van a
trabajar todos los días y se besan con alguien que no es su
pareja real. Y a pesar de todos los líos que hay en Hollywood,
hay un montón de parejas que lo hacen funcionar. Pero ¿el
resultado final? Eventualmente vas a tener que hablar con
Robin. Yo no lo conozco tan bien, pero sí se que la ultima cosa
que él nunca querrá es herirte.

‒Y vice versa.

Suspiró Jules, y el lenguaje de su cuerpo era tan tenso que


Sam se preparó.
Había algo más que todavía no le había revelado.

‒Esto va a sonar raro, pero… Desde que empezó a filmar el


nuevo piloto, Robin…parece diferente. Sólo un poco, y…de
acuerdo, solamente lo voy a decir.

El respiró hondo y exhaló con fuerza.

‒Yo creo que durante las dos últimas semanas puedo haber
estado teniendo sexo con Joe Laughlin.

353
Por un segundo, Sam no supo de qué carajo estaba hablando
Jules. Y entonces lo supo. Joe Laughlin como en el personaje
de Robin. El personaje de ficción de Robin.
Toda la situación se estaba enredando más y más en un nudo,
porque Sam se dio cuenta de lo que Jules le había contado.

‒El mejor sexo de mi vida, ‒ el repitió.

—Como que incluso mejor que el sexo que Jules había estado
teniendo cuando Robin era solamente Robin.

‒Sí, ‒ dijo Jules un poco bruscamente, probablemente debido


a la diversión que Sam no había podido contener en su voz.

‒ ¿Cómo empezó esa conversación?

—¿Hey, chico, te importaría mucho traer tu trabajo a casa esta


noche?

Sam no pudo contenerse.


Comenzó a reír.

‒No quiero enfadarte, Squidward. Y no quiero parecer


irrespetuoso, ¿pero es posible que esto no sea realmente un
problema?

Jules había agrupado muy claramente todo lo que concernía a


la carrera de Robin en el lado negativo de su relación.
Necesitaba sacudir algo de esta mierda y mirarlo un poco más
de cerca. Porque en el libro de Sam- que era
claramente un tomo hétero, el cual habría hecho la diferencia,
aunque él lo dudaba- esto no era algo simplemente para la
columna de los pros, sino un plus grande y feliz, con una

354
marca de verificación, cuatro corazones y una carita sonriente,
todo escrito al lado.
‒La gente actúa un rol todo el tiempo-, le dijo Sam a su amigo.

‒Tu sabes. En el dormitorio. Tal vez deberías dar un paso


atrás y tratar de mirar esto desde una perspectiva diferente.

‒Actúan un rol-, repitió Jules, y era tan obvio juzgando por su


ceño fruncido, que él estaba atascado en ese lugar oscuro que
había excavado para sí mismo.

Atrapado dentro de una caja, por así decirlo. Lo cual era algo
inusual en Jules, porque él tenía una de las mejores mentes
abiertas que había conocido nunca.

‒Sí, ‒ dijo Sam.

—Vamos, Squidward. Suéltate. Generalmente esto no es tan


específico como… Joe Laughlin. Generalmente es la
camarera, o el muchacho de la piscina. Caperucita Roja y el
lobo grande y malo.

Le meneó las cejas a Jules.

‒Esa es la favorita de Lys. A ella le encanta cuando me pongo


mi pequeña caperuza roja.

Jules finalmente se rió, deslizándose hacia un lugar mucho


más receptivo.
Así que Sam dejó de bromear.

‒Sabes, Robin podría estar…

¿Cuál era la mejor manera para decir esto?

355
‒Aprendiendo una o dos cosas actuando este personaje. A
Joe aparentemente le gusta…-él se aclaró la garganta ‒rudo,
Robin está prestando atención a lo que está haciendo en el
set, pensando, Hmmm, eso podría ser divertido. A Jules podría
gustarle… Él lo trae a casa, lo prueba… ¿Le hiciste saber a él
que tú, um, disfrutaste lo que el hizo?

Respondió por Jules.

‒Por supuesto que lo hiciste. Robin es un tipo inteligente, así


que ahora probablemente está pensando, Cielos, ¿qué más
puedo probar? Pero él no solamente es inteligente, también
es, bueno, algo así como gentil. Dulce. De manera que tal vez
él trae consigo un poco del viejo Joe a casa algunas veces,
para que le de el coraje que necesita para, uh, comportarse
audazmente. Para sacudir tú mundo en la forma en que él
quiere sacudirlo, porque él está loco por ti.

Jules lo estaba mirando.

‒Nunca pensé en esto de esa manera.

Sam se encogió de hombros.

‒Tal vez deberías. Pensar más acerca de esto. Prueba esta


perspectiva, mira cómo se siente.

Jules estaba sacudiendo la cabeza, pero esta vez no era


porque no estuviera de acuerdo.

‒Te equivocaste de vocación-, le dijo a Sam.

‒ Deberías haber sido un terapeuta.

356
‒Mierda, ‒ dijo Sam.

‒Ahora sólo mátame.

‒En serio, ‒ dijo Jules.

‒Eso fue condenadamente profundo…

‒Para un tipo que usa botas de vaquero y hace volar mierda, ‒


terminó Sam junto con él.

‒Lo se. ¿Podrías hacerme un favor y hablar con Robin sobre


esto? ¿En algún momento entre ahora y, oh, digamos, las
once horas del sábado, cuando te estés casando con él?

El móvil de Jules sonó, y él se levantó de la mesa para


contestar.

‒Cassidy.

Su rostro y su voz se suavizaron inmediatamente.

‒Oh, hey, cariño.

El miró hacia Sam, articulando con la boca, Robin.

‒No, ‒dijo al teléfono.

‒No-no, eso es… Es genial. Por supuesto que confío en ti…


No, sí lo hace. Suena como… Sí, exactamente el color que
estábamos buscando… ¿Cuántas?

El se dirigió a Sam y le dijo,

357
‒Robin acaba de comprar veinte nuevas toallas para nuestro
condenado cuarto de baño principal finalmente acabado.

‒Sí, dijo en el teléfono.

‒Estoy tomando un café con Sam.

Él se volvió a reír.

‒Robin dice que me asegure de que sepas que son sábanas


de baño, no toallas y…

Mientras escuchaba a Robin al otro lado de la línea, su sonrisa


se desvaneció y juró.

‒ ¿A ti también, eh? ¿Siete veces? Maldito sea…

El maldito en cuestión tenía que ser Adam.


Jules le había contado a Sam que el pequeño bastardo había
comenzado a llamarlo otra vez. Justo durante el ensayo de la
boda. Era altamente improbable que esa fuera una
coincidencia.

‒ ¿El dijo qué?

La voz de Jules subió una octava, y se giró para mirar a Sam.

‒Hijo de puta. Adam le dejó a Robin un mensaje de voz. Él


dice que el acosador, el malvado robot gemelo, allanó su casa,
dejó una nota amenazadora. Dijo que la policía no lo está
tomando en serio. Así que está viniendo a Boston.

Sam suavemente le quitó el teléfono de la mano a Jules.


‒Hey, Robin, ‒ dijo él, hablando tanto al teléfono como a Jules.

358
‒Aquí Starrett. Alyssa y yo vamos a hacernos cargo de esto
por vosotros chicos, ¿está bien?

El miró a Jules, asintiendo ligeramente para animarlo a asentir


también, lo que finalmente hizo.

‒Puedes tachar a Adam de tú lista de cosas por las que


preocuparte, ‒ continuó Sam.

—Él no va a joder vuestra boda. No dejaré que eso suceda.

‒Gracias.

La gratitud de Robin era sentida, pero a través de la mesa,


Jules no parecía completamente convencido de que Sam
pudiera hacer desaparecer a Adam con un abracadabra.

‒Nosotros nos encargaremos de esto, ‒ dijo Sam otra vez,


mientras terminaba la llamada y le devolvía el móvil a Jules.

Jules trató de sonreír, pero diablos, volvía a sentir la tensión en


los hombros y el cuello.

‒Tal vez no pueda conseguir un vuelo, con todas las demoras


en Chicago.

Él rió.

‒ No, ¿sabes lo que va a pasar? Irá a través de Dallas o


Atlanta, y llegará aquí mañana. La única persona que no
quiero en mi boda va a estar aquí, y la persona que más quiero
no estará.

359
Sam extendió su brazo a través de la mesa y puso su mano en
el brazo de Jules.

‒Squidward. Mírame.

Él esperó hacer el contacto visual.

‒Tu madre está llegando esta noche. Ella estará a tiempo para
el ensayo de la comida.

‒ ¿Qué? ‒dijo Jules.

‒ ¿Cómo…?

‒Pedí algunos favores, ‒ dijo Sam.

‒Conseguí ponerla en un vuelo que… no te puedo contar


sobre eso, pero ella estará aterrizando en el Logan… -le echó
un vistazo a su reloj. ‒ Cerca de noventa minutos. Iba a ser
una sorpresa, verla entrar al restaurant esta noche, te iba a
volar la mente, pero… Te ves como que necesitas… por lo
menos una sorpresa justo en este momento.

Jules comenzó a llorar.


Y mientras lo hacía, Sam se dio cuenta de que en todos los
años que conocía a Jules, las veces que había visto al hombre
llorar habían sido pocas y muy espaciadas unas de otras.
Él no había llorado cuando Adam lo abandonó. Ni cuando le
llegó la noticia de que otro ex, Ben, había muerto en Iraq.
Y él estaba llorando ahora de la manera en que Sam lloraba,
con su mano sobre el rostro, tratando de ocultarlo. También se
estaba riendo, como si se diera cuenta de cuán absurdo era
que estuviese llorando. Pero el alivio era una emoción tan
divertida. Un hombre podía mostrarse valiente a través de la

360
furia y el dolor e incluso de una pena amarga. Pero con el
alivio era difícil de controlarse.
Jules se secó los ojos al mirar a Sam.

‒Muchísimas gracias por eso, ‒ dijo él.

‒ Este es el mejor regalo que me has dado nunca. Y me has


dado algunos….regalos bastante maravillosos en estos años
en los que hemos sido amigos.

Aw, diablos.
Ahora Sam también estaba con los ojos nublados.

‒Estoy contento de haber podido ayudar.

Jules respiró hondo. Exhaló.

‒Vayamos a casa a ver las toallas de Robin.

‒Sábanas de baño-, le recordó Sam.

‒ ¿Que clase de hombre gay eres tú?

Jules se rió mientras se dirigían a la puerta.

‒La clase que puede patearte el trasero, Bob Esponja, y nunca


lo olvides.

***

361
D olphina estaba llorando otra vez.
Todo el ensayo de la comida era, para ella, un festín de
sollozos tras otro.
Jules se había olvidado de informarle que su madre había
llegado sana y salva.
Era posible que Dolphina fuera la única que se sorprendió
cuando la Sra. Cassidy entró al restaurant.
La forma en que Jules había abrazado a su madre había
hecho llorar a Dolphina.
Pero fue la manera en que Linda Cassidy saludó a Robin con
tanto amor y aprobación lo que realmente la hizo seguir
llorando.
Alyssa y Jane habían hecho ambas unos brindis graciosos,
maravillosos y muy sentidos a la feliz pareja, y otra vez,
Dolphina había llorado.
Robin había hecho arreglos para un piano y un sistema de
sonido, y después de la cena, se había sentado y tocado,
cantándole directamente a Jules.
Cantó dos canciones…”Este Muchacho,” una antigua balada
de los Beatles que era increíblemente romántica, y una
canción también antigua “Enganchado a un Sentimiento,” que
parecía una elección rara para un alcohólico en recuperación.
Jules, sin embargo, parecía adorarla.
Él se rió cuando la canción empezó, y estuvo sonriendo todo el
tiempo, viendo a Robin cantar y tocar con tanto amor en sus
ojos.
Dolphina simplemente se sentó a un lado mientras lo que le
quedaba de rímel le bañaba la cara.
Por supuesto, no ayudaba el hecho de que se había pasado la
mayoría del tiempo de la semana pasada llorando. Por
ninguna razón aparente.

362
Robin y Jules más bien gentilmente le habían sugerido que por
lo menos escuchara lo que Will Schroeder tenía que decir. Él
había llamado por teléfono, había mandado correos
electrónicos, le había enviado cartas a través de FedEx,
incluso se había presentado en la puerta.
Pero ella lo había rechazado una y otra vez.
Incluso él había estado aquí esta noche, esperando en el
vestíbulo del restaurante cuando ella había llegado temprano
para asegurarse de que todo estuviera listo para el ensayo de
la cena.
Él se veía horrible, como si no estuviera durmiendo, tampoco.
Realmente se había afeitado y puesto un traje y corbata, con
verdaderos zapatos de vestir en vez de sus estúpidas
zapatillas.
Y debido a que ella había llegado temprano, había escuchado
lo que el tenía que decir.

‒Lamento haber mentido-, le dijo Will.

‒Me he pasado muchos años mintiendo, y es… un hábito difícil


de romper. Tenía miedo de que te metieras en problemas,
y simplemente abrí mi boca y… eso se salió. Estaba mal. Yo
estaba equivocado. Fue un error enorme. Tengo este… libro
en el que estoy trabajando ahora, y… pensé que era eso lo
que yo quería, y estaba equivocado sobre eso también. Yo
lo cambiaría, en un latido del corazón, por otra oportunidad
contigo.

Y entonces el se había quedado parado allí, mirándola como si


realmente esperara que ella dijera, de acuerdo. Seguro.
Puedes tener otra oportunidad.
Y quizás esta vez, seré lo suficientemente estúpida para
dormir contigo antes de que me rompas el corazón. Otra vez.
En vez de eso, ella dijo,

363
‒Tú me usaste. Estabas tratando de hacerme salir contigo. Te
sentías atraído hacia mí y sabías que yo…sentía lo mismo y
aún así… Yo sólo estuve arriba por unos minutos ese día.
Aparentemente no pasaste mucho tiempo luchando contigo
mismo para decidir si entrar o no en los archivos de mi
ordenador.

-No, no lo hice, ‒admitió él con sobriedad.

‒Pero debería haberlo hecho.

‒Tú, de todas las personas, ‒ dijo ella.

‒Después de lo que te hizo tu ex esposa…

Ella había averiguado más cosas sobre el rompimiento de Will


vía Google. Eso no sólo había sido feo, también había sido
público.
Aparentemente, su esposa fotógrafa lo había usado para
ganar acceso a personas y lugares. Ella también había usado
las habilidades de él para la investigación, para tomar una
serie de fotos ganadoras de premios que la habían
impulsado a un nuevo nivel, punto en el cual ella lo había
dejado caer como una piedra, y además haciéndole la señal de
la P-por-perdedor mientras ella salía por la puerta.

‒Yo estaba equivocado, volvió a decir Will ahora.

‒He estado pensando sobre esto y…pienso que he estado


viviendo demasiado tiempo en ese mundo despiadado en
donde… todo hombre ve por sí mismo. Es difícil no hacerles a
otros lo que me hicieron a mí.

364
‒Entonces déjame entenderlo bien.

Dolphina cruzó los brazos.


‒Es difícil para ti dejar de mentir, y es difícil para ti comportarte
como un ser humano considerado. ¿Yo debería caer en tus
brazos por…?

‒Porque te amo-, le dijo él sobriamente.

‒Eso debe de valer algo para ti, porque para mí lo es todo.

Pero ella ya estaba sacudiendo la cabeza.

‒Yo no soy perfecto, ‒dijo él.

‒Se eso.

‒No me digas, ‒ dijo ella

Él se rió suavemente.

‒Sí. Yo tampoco querría tener nada que ver conmigo. Es


sólo que, tú me haces querer ser… más de lo que soy. Tú me
haces querer ser nuevamente un jugador de equipo, Dolphina.

Ella casi cedió con eso.


Él casi la tenía.
Pero ella sólo siguió sacudiendo la cabeza.

‒No puedo hacer esto, ‒ dijo ella.

‒Yo sólo… no puedo.

Will la estaba mirando a los ojos, y asintió.

365
‒Yo también estaría demasiado asustado. Eso da miedo…

‒Yo no estoy muy asustada, ‒ dijo ella bruscamente.

‒Soy demasiado inteligente.

‒Ah, ‒dijo él.

‒Pensé que tu estabas…asustada. Mi error. Yo… cometo un


montón de ellos, aparentemente.

‒Deberías irte, ‒ dijo ella.

‒Los invitados estarán llegando pronto.

‒Está bien, ‒ dijo Will.

Se dio la vuelta, pero entonces giró de regreso.

‒Tenemos una sesión más de fotos programada. Para mañana


por la tarde. Yo nunca conseguí una foto de los chicos con sus
smokings, Robin quería que esperase hasta que le cortaran el
pelo, ya sabes, para la boda.

Robin había necesitado mantener el pelo desgreñado y largo


mientras estaba filmando el nuevo piloto de Art Urban.
Finalmente se lo había hecho cortar esa misma tarde,
inmediatamente después del ensayo de la boda.
El lucía increíblemente bien, y estaba claro para Dolphina que
Jules también había pensado lo mismo.
Él había llegado a casa después de tomarse un café con Sam
y se había encontrado con esta guapa versión de Robin,
brillante, con un corte limpio, cegadoramente atractiva. Había

366
paseado alrededor de su prometido como media docena de
veces, y luego se lo había llevado escaleras arriba para
darles un vistazo a las nuevas toallas en su cuarto de baño
principal finalmente completado.
Seguro.
Como si ver toallas siempre tomaba la mayor parte de una
hora.

‒Me aseguraré de que ellos estén listos para ti-, le dijo


Dolphina a Will.

—Para mañana, viernes…habían programado un día muy


ligero a propósito. Los amigos estarían llegando el mismo día
de la boda, el sábado por la mañana. Los planes incluían nada
más agotador que dormir hasta tarde por la mañana, y una
reunión casual en la casa.

Will asintió.
Parecía como si quisiera decir algo más, así que ella había
esperado.
Impacientemente.

‒Te veré mañana, entonces, ‒ dijo finalmente él, y se dirigió


hacia la puerta.

VIERNES, DICIEMBRE 14 BOSTON, MASSACHUSETTS

367
L a loca madre del cuñado de Robin le había asegurado a
todo el mundo que ella sería capaz de conseguir un taxi desde
el Aeropuerto Logan cuando llegó su vuelo muy, muy
temprano por la mañana, el día anterior a la boda.
Ella no había querido entrometerse en el ensayo de la cena de
ayer a pesar de que Robin le aseguró que a él le encantaría
que ella llegara temprano con Jane, Cosmo y Billy, y se uniera
a la fiesta.
En lugar de eso, ella había tomado este último vuelo,
insistiendo en que era perfectamente capaz de llegar a la casa
de Robin y Jules en el extremo sur de Boston.
Lo cual fue la causa de que Cosmo y Jane se pusieran en
alerta roja cuando una hora después de la hora en que ella
tenía que llegar, aun no había aparecido en la puerta principal.

‒Ella no está contestando su móvil, ‒ reportó Cosmo.

‒Tal vez olvidó encenderlo cuando aterrizó, ‒ sugirió Janey.

‒ ¿Podríamos tratar de hacerla llamar en el aeropuerto?

Robin había entrado a la cocina en su bata de baño, para


coger una taza de café para Jules, quien todavía estaba arriba
en la cama, tratando desesperadamente de pretender que
la pataleta temperamental del pequeño Billy durante el
desayuno no había arruinado sus planes de ese día de dormir
hasta tarde.
Nada como deleitarse en la cama, sabiendo que la primera cita
de ambos no era hasta la tarde, mientras escuchaban la
serenata de '¡Pero yo quiero hacer eso!
¡Pero yo lo necesito!
¡No! ¡NO!

368
Robin amaba a su sobrino, pero Jesús. El chico tenía un buen
par de pulmones.

‒Lamento lo de los Cheerios, ‒ murmuró Janey mientras él


bostezaba camino al refrigerador.

‒ ¿Eso fue por los Cheerios?‒ preguntó él, echándole un


vistazo a Billy, quien todavía estaba sorbiendo por la nariz,
sentado en su silla alta, una imagen hundida en la miseria,
sufriendo la injusticia parenteralmente decretada de
tener su derecho a comer en la mesa del “chico grande” que le
habían quitado debido a su fracaso en actuar como el chico
grande mencionado.
Maldición, ¿a que se hubieran asemejado los niveles de ruido
si la pataleta hubiera sido por los Lucky Charms o Captain
Crunch? Y entonces el se dio cuenta que todo había
sido por eso. Billy había querido alguno de los cereales
energizantes que Robin y Jules guardaban en sus armarios.
Alguien, gracias, Jules, había sacado la caja de Corn Pops
anoche, sin duda para comer algo, y la había dejado sobre el
mostrador en donde Billy lo vio cuando había despertado muy
temprano.

‒Lo siento-, le dijo Robin a su hermana cuando al fin


desenterró el pan de canela y puso dos tajadas en el tostador.

‒No puedo creer que todavía comas esa cosa… azucarada,-


dijo ella.

‒Es de Jules-, le dijo mientras sacaba un plato y una bandeja


para llevar el café y las tostadas al piso de arriba.

Él le dio a ella una sonrisa malvada.

369
‒A él le gustan las cosas que son…extra dulces.

Janey se rió al mirarlo sobre el borde de su taza de café.


‒ Con tu pelo de esa manera, te ves como lo hacías cuando
tenías doce años.
Robin se agachó para mirar su reflejo ondulante en la ventana
del microondas.
Su reciente corte de pelo realmente habría ganado la medalla
de oro en los Olímpicos de los Recién Levantados de la Cama
esta mañana.
Se frotó su barbilla sin afeitar.

‒No completamente.

‒Sí, ‒ concordó Jane.

‒En aquel entonces, tú ibas por ahí con esa…perpetua


expresión de ansiedad. Robbie, es maravilloso verte tan feliz.

El pan de canela saltó del tostador, y Robin lo puso en un


plato, luego cogió un cuchillo del cajón.

‒No sólo me veo feliz-, le dijo a su hermana mientras untaba


la tostada con una pasta de soja orgánica que le gustaba a
Jules.

‒Soy Feliz.

La sonrisa de Jane se volvió trémula.

‒Estoy tan contenta. Robin, tú no puedes saber cuán orgullosa


estoy de ti.

‒Detente.

370
Él hizo una cruz entre ellos, con el cuchillo y su dedo.

‒Esta cocina tiene un límite de lloriqueo y Billy usó el que


correspondía a esta mañana.

Jane se rió.

‒Sólo quería que lo supieras, ‒ dijo ella, esta mujer increíble,


esta media-hermana que había amado tan ferozmente al
pequeño niño abandonado que él había sido una vez.

Ella lo había salvado con su atención y afecto, incluso cuando


algunas veces eso tenía sus desventajas.
Como la vez que ella lo había usado, en defensa de ella, él
había sido un voluntario dispuesto, para ver si el jarabe de
ipecacuana verdaderamente funcionaba.
Para el registro, lo hizo.
Jane se inclinó más cerca ahora, bajando la voz, con sus ojos
maliciosos.

‒ Todavía no puedo creer que hayas conseguido a Jules


Cassidy. Si yo fuera un tipo, también me volvería gay por el.

Robin la miró.

‒Yo no me volví gay, ‒ dijo él.

‒Yo siempre fui gay y sí, de acuerdo, solamente estas siendo


una tonta.

‒ ¿No te cansas de estar corrigiendo siempre a los


reporteros?‒ le preguntó ella, sonriéndole.

371
‒Mi orientación sexual nunca cambió, ‒ recitó Robin.

‒ Simplemente dejé de pretender que yo era hétero,


pretendiéndolo para mí mismo así como para todos
los demás. Sí, ni siquiera necesito pensarlo, sólo abro la boca
y las palabras salen solas, lo he dicho ya tantas condenadas
veces.

El le echó un vistazo a Billy e hizo una mueca.

‒Lo siento.

Afortunadamente, el niño estaba prestando atención a algo


que su padre le estaba contando en voz baja.
Y entonces Jane estaba sonriendo sobre el hombro de Robin.

‒Buenos días.

‒Dias.

Jules se había puesto encima pantalones de chándal y una


camiseta y se iba directo hacia el café.
El raramente añadía el 'buenos' hasta que hubiera tomado su
cafeína.

‒Yo ya te había servido un poco, chico-, le dijo Robin.

‒ Estaba por llevarlo arriba.

Él hizo un gesto hacia la bandeja, y Jules se detuvo y la


somnolencia matutina se convirtió en maravilla.

‒Me estabas llevando el desayuno a la cama-, Jules cayó en la


cuenta.

372
‒Eres tan dulce.
Robin le mandó a Jane una mirada como diciendo “¿ya ves?”,
y ella se rió.

‒Yo creo que él estaba tratando de congraciarse por el


síndrome del sobrino gritón, ‒ dijo ella cuando Jules se acercó
y le dio un beso a Robin.

‒Estamos registrándonos en el hotel por esta noche y mañana.


Se que ustedes dos han estado tratando de convencernos de
que está bien que nos quedemos aquí, pero…Estos últimos
combates para probar los límites pueden llegar a ponerse
realmente estridentes y nosotros no podemos dar marcha
atrás, es una batalla que no podemos permitirnos perder. Ya
he empacado nuestras cosas, estaremos fuera de aquí en
poco tiempo.

Robin miró a Jules, y Jules le devolvió la mirada.

‒Extrañamente, siento que no hay necesidad de argumentar


contigo-, le dijo Jules a Jane.

‒Así que, gracias.

‒Sí, ‒ añadió Robin.

‒Si alguien va a estar gritando 'Pero yo quiero hacerlo, pero yo


lo necesito' la mañana del día de mi boda, ese voy a ser yo.

Jules se rió cogiendo un pedazo de la tostada que Robin había


hecho para él.

373
‒¿Él siempre deja que lo que sea que este pensando sólo…
salga volando de su boca?- le preguntó a Jane antes de dar un
mordisco.
‒La mayoría de las veces, ‒ dijo ella riéndose también.

‒Dios, esto está bueno, ‒ dijo Jules con la boca llena.

El se había movido ligeramente, de manera que estaba lo


suficientemente cerca para tocar la pierna de Robin con la
suya, y poner su pie descalzo sobre el de Robin mientras
estaban de pie allí, hablando con Janey a través de la isla del
centro de la cocina.

‒No puedo creer que me preparaste el desayuno para llevarlo


a la cama.

‒ Solamente son tostadas.

Robin puso su brazo alrededor de Jules, acercándolo aun más.

‒Además, tu sabes lo que pasa cuando tomas café con el


estómago vacío, chico.

Él le hizo una mueca a Jane.

‒ “Pedos de café.”

Jules se giró y le puso su cara de 'que mierda te pasa'.

‒Sí, hola, ese serías tú, muchísimas gracias.

‒Como mañana por la mañana estaremos casados-, Robin


señaló, tratando de fastidiar a su hermana. Los viejos hábitos
tardan en morir.

374
‒ Mis pedos serán tus pedos, para siempre jamás.

‒Robin, ew, ‒ dijo Jane.

Punto.
Pero Jules sólo se rió mirando a Robin a los ojos.

‒Debe de ser amor, porque de verdad eso me parece bien.

‒Janey, estoy en espera con la línea aérea, ‒ dijo Cosmo


desde el otro lado de la cocina, con la frustración sonando en
su voz usualmente a prueba de nervios.

‒ ¿Puedes tratar de comunicarte con el móvil de mamá una


vez más?

‒Por supuesto.

‒ ¿Qué está pasando? -preguntó Jules, mientras Jane abría su


móvil y marcaba.

‒Cosmo extravió a su madre-, le contó Robin.

‒Cuelga, Jane, ‒ dijo Cosmo.

‒La tengo en llamada en espera, ella me está


llamando en este momento. Mamá, ‒ dijo él al teléfono.

‒ ¿Estás bien?

La madre de Cosmo era todavía una juvenil cincuentona, pero


podía ser bastante despistada algunas veces.
Aun así, Robin la adoraba.

375
‒Ella está bien, ‒ reportó Cosmo, y todos soltaron un suspiro
de alivio.

‒ ¿Tú estás en donde?- dijo él al teléfono.

‒Sur de Boston.

Robin comenzó a reírse.

‒No, Mamá. ‒dijo Cosmo, con la paciencia de un santo.

‒El Sur de Boston no es lo mismo que el Extremo Sur de


Boston.

¿Y eso no era minimizarlo?


El Extremo Sur, en donde Jules y Robin vivían, era el
vecindario gay de Boston.
El Sur de Boston, sin embargo, estaba cerca de Dorchester,
donde el personaje de Robin, Joe Laughlin había crecido. Era
de clase obrera y fuertemente Irlandés Católico, no
exactamente una parte de la ciudad en donde Robin y Jules
pudieran caminar por la calle de la mano.

‒Sólo mantente allí-, le dijo Cosmo a su madre.

‒Quédate allí, iremos a buscarte.

Él hizo una pausa.

‒No, quédate dentro de la cafetería donde hay calor. Si


llegamos allí y tú estás esperando afuera…Mamá. Robin tiene

376
suficiente de que preocuparse hoy sin añadir la posibilidad de
que te estés congelando a morir en su lista, ¿de acuerdo?
Bien. Sólo ordena una taza de te. Estaremos allí pronto.

El cerró su teléfono y le lanzó a Robin una mirada


desesperadamente divertida.

‒Aparentemente, tú le gustas más a Mamá.

Robin se rió mientras Cosmo sacaba a Billy de su silla alta.

‒ Vamos, compañero, vayamos a encontrar a tu abuela-, le


dijo el SEAL a su hijo.

‒¿Necesitas ir al baño antes de subir al coche?

‒Sí, pero… ¿a la aguela le gusta más zío Robin?‒ preguntó


Billy, claramente preocupado por eso.

‒Nah, solo estaba bromeando-, le dijo Cosmo a su hijo.

‒Nos vemos esta noche muchachos. Déjennos saber si


necesitan que los ayudemos con cualquier cosa, -les dijo a
Jules y Robin, antes de regresar su atención a Billy.

‒La abuela a todos los quiere más, ella te quiere a ti y a mí y a


Mami y al Tío Robin y al Tío Jules.”

‒ ¿Y al zío Izzy?

‒Sip, incluso al Tío Izzy…

Robin suspiró observando a Cosmo llevar a Billy fuera de la


cocina.

377
‒Ese es un niño con suerte, ‒ murmuró Jules, poniéndole voz
a los pensamientos de Robin.

‒Teniendo un papá como el…

Jane se rió.

‒Muchachos me están asustando un poquito, ahí parados


comiéndose con los ojos a mi esposo.

‒Yo no estoy comiéndomelo con los ojos, ‒ dijo Jules.

Miró a Robin.

‒ ¿Y tú?

‒No de una manera gay, ‒ dijo Robin.

‒Pero definitivamente en una manera de “Dios-desearía-que-


tu-hubieras-sido-mi-padre”.

Él le sonrió a su hermana.

‒ Tal vez tú y Cosmo nos puedan adoptar. Llevarnos de


campamento.

‒Dios, no. Odio acampar, ‒ dijo Jules.

‒ ¿En serio?

Robin lo miró.

‒Uh-oh, ‒ dijo Jules.

378
‒ ¿No lo sabías?”

‒No, ‒ dijo Robin.

‒Solía gustarme, ‒ dijo Jules, ‒pero últimamente… estoy


totalmente contra los campamentos.

‒ ¿Como puedes estar contra los campamentos?

‒Me doy cuenta que a ti te gusta acampar, ‒ dijo Jules.

‒Sí, ‒ dijo Robin, atrayéndolo más cerca.

‒Y te apuesto que podría hacer que te vuelvan a gustar,


también.

Jules se rió.

‒Cariño, no hay mucho que tú no podrías hacer que me guste.


Si pones tu mente en ello.

‒ ¿Mi mente?- bromeó Robin.

‒Entre otras cosas…

Y, ooh, la mirada que le estaba dando ahora Jules a el no era


una mirada de “conversar-en-la-cocina-con-la-hermana-de-
Robin”.
Y efectivamente, Jules se había olvidado de que Jane estaba
parada allí.

‒Ostras,- dijo él, echándole una mirada a ella.

‒Lo siento.

379
Pero ella se estaba riendo.

‒Te apuesto que si corres al piso de arriba realmente rápido,


podría convencer a Robin para que te lleve el resto del
desayuno a la cama.

‒Sospecho que el no va a necesitar ningún estímulo-, le dijo


Jules a ella, aun cuando él se estaba ruborizando.

‒Sospecho que no, ‒ dijo ella, extendiendo el brazo a través


de la isla para alborotarle el pelo a Robin, de la manera en que
solía hacerlo cuando él era pequeño.

‒En serio, chicos, no son ni las siete. Regresen a la cama.


Pondremos la llave a la puerta cuando nos vayamos, ¿de
acuerdo?

Robin asintió.

‒Te veo esta noche.

‒Sí, nos veremos-, Jane alborotó el pelo desordenado de Jules


también.

‒Gracias por amar a mi hermanito.

La sonrisa que Jules le dio a ella era hermosa.

‒Gracias por amar a tú hermanito también.

***

380
A dam apestaba.
El viaje desde Los Ángeles había sido horrible, con una escala
demasiado corta en Phoenix que había hecho que él perdiera
su vuelo de conexión.
Entonces el había tenido que esperar siete horas para el
siguiente vuelo a Boston, vía Dallas, Atlanta y Newark.
El estaba exhausto, se moría de hambre, y sí, el sudor frío que
respiró en su cocina de Los Ángeles no había mejorado con el
tiempo. Su camiseta estaba lista para un vertedero de residuos
tóxicos y podía oler sus propios pies, aun estando de pie.
La chaqueta que estaba usando apenas era apropiada para un
día frío en el Sur de California, menos aun para el invierno en
Boston, pero él encorvó los hombros contra el viento y metió
las manos en los bolsillos mientras pasaba por el carrusel del
equipaje y se dirigía hacia la puerta donde estaba la parada de
los taxis.
Por favor Dios, permite que los taxis aquí en Boston acepten
tarjetas de crédito…
La fila era larga, y, maldición, hacía frío, pero Adam se quedó
ahí parado, porque el frío era mucho mejor que yacer muerto
en el piso de su sala de estar,
con un agujero abierto a través de su cabeza extremadamente
no robótica, por algún caso mental con un arma recientemente
comprada.
El sacó su teléfono y lo encendió, revisando la hora que era
porque él no tenía absolutamente ninguna clave, aparte de que
había luz del día.
Era casi mediodía, lo que era bueno. También era el día
anterior a la boda de Jules y Robin, lo cual probablemente no
era tan bueno, aunque ciertamente mucho mejor a que fuera
hoy el día de la boda.

381
Adam marcó el número del móvil de Jules con su pulgar y
estaba a punto de presionar la tecla 'hablar', cuando una voz le
habló al oído.

‒Cierra el teléfono, Wyndham.

Era una voz masculina, una rica voz de barítono con un acento
leve del Oeste.
Adam se volvió y se encontró mirando a…no a Jim Jessop,
sino al buen amigo de Jules Cassidy el vaquero Sam.

‒Oh, gracias a Dios-, soltó el aliento Adam, aun cuando su


teléfono le fue sacado de las manos por alguien parado a su
otro costado.

Era la esposa del vaquero, Alyssa, de quien Adam siempre


había pensado que era demasiado hermosa, demasiado
inteligente, y demasiado no-blanca para haberse enganchado
con un buen muchacho de Texas.
Por supuesto, Sam exudaba pura atracción sexual, con su
buena apariencia del tipo fuerte, pelo con vetas rubias, y
largas, largas piernas envueltas en jeans.
Las botas de vaquero y la casaca de cuero forrada con piel de
oveja que estaba usando esta tarde, en verdad funcionaba
para Adam, también.

‒Jules está un poco ocupado hoy , ‒ dijo Alyssa, revisando su


teléfono para ver, sí, él había estado por llamar a Jules.

De hecho, mientras Adam observaba, ella borró ambos


números, el de Jules y el de Robin, de su lista de contactos.
Hola, ella estaba embarazada, lo que por extraño que
pareciera no la hacía verse menos capaz de patearle el culo a
fondo.

382
‒Felicitaciones, ‒ dijo Adam, pero fue igual que hablarle al
vacío.

—Él y Robin están muy ocupados-, le dijo Sam.

‒Ellos no quieren hablar contigo. No quieren verte. Y


realmente no quieren que les jodas su boda. ¿Así que por
qué no vamos todos de regreso a la terminal y te montamos en
un vuelo de regreso a Los Ángeles?

Alyssa fue minuciosa mientras revisaba su teléfono. También


borró los registros de llamadas entrantes y salientes antes de
devolverle su teléfono.

‒Realmente necesitas ir a casa y dormir la mona, Adam, ‒ dijo


ella, su tono mucho más amable de lo que había sido el de
Sam mientras, también, tomaba del brazo a Adam.

‒No estoy borracho, ‒ dijo él.

‒Y no voy a ir a ninguna parte, así que quítenme las manos de


encima.

Él le sonrió a Sam.

‒Cariño, puedes poner tus manos muchísimo más abajo si


quieres.

‒No, gracias, ‒ dijo Sam, mientras Alyssa contraatacaba con,

‒Adam, hueles a destilería.

‒Me tomé unos cuantos tragos en el avión, ‒ admitió el.

383
‒ Derramé uno de ellos.

El comenzó a buscar las fotografías en el bolsillo de su


casaca, pero Sam se puso en guardia, apretando su agarre en
el brazo derecho de Adam.
Adam se rió.

‒ ¿En serio crees que estoy buscando un arma? Apenas


acabo de bajar de un avión.

El volvió a meter su mano en el bolsillo y esta vez Sam lo dejó


hacer.

‒No estoy aquí para sabotear la boda, a pesar de lo que


ustedes piensan.

Él le entregó las fotos a Sam.

‒Estoy aquí porque mi acosador se consiguió un nuevo


juguete.

Sam estaba en silencio mientras miraba ambas fotos. No dijo


ni mu.
Simplemente se las dio a su esposa.
Alyssa las miró.
Miró a Sam.

‒ ¿Has recibido más correos electrónicos de este tipo Jessop?

Sam rompió su silencio para preguntarle a Adam.

‒No he tenido acceso a Internet-, dijo él, conteniendo la


respiración.

384
Por favor Dios, permite que ellos le crean…

‒No desde ayer por la mañana.

Sam y Alyssa parecieron llegar a algún tipo de conclusión, con


Sam asintiendo y Alyssa diciendo,

‒Vamos a encontrar el Kinkos más cercano. Tú vas a ponerte


en línea y a revisar tu correo electrónico. Y luego vamos a
pensar en lo que vamos a hacer.

Como Robin siempre solía decir, punto.

***

‒ No estás hablando en serio, ‒ dijo Robin.

‒Estaré de regreso en cuarenta minutos, ‒ dijo Jules, mientras


Dolphina oía abrirse el armario del frente.

‒Esto es lo que Adam quiere, ‒ señaló Robin.

Dolphina podía decir, incluso desde aquí en la oficina, que él


estaba haciendo todo lo posible por no perder los estribos.

‒Él quiere que tú saltes cuando el dice que saltes, ‒ continuó


Robin.

385
‒Y ahí vas tú, saltando.

‒Sam y Alyssa tienen algunas preocupaciones, ‒ dijo Jules.

‒Ellos me pidieron que vea las fotos. Me voy a encontrar con


ellos en la cafetería, porque no quiero a Adam aquí.

‒ ¿Y yo no puedo ir contigo por…?

‒Tú puedes comenzar con Will, ‒ dijo Jules, como si esa fuera
la verdadera razón de querer que Robin se quedara.

‒Tú sabes que él va a querer fotos tuyas por lo que eres, tú


eres la estrella de cine.

Robin se rió.

‒ ¿Por qué no solamente admites que no quieres que vaya


contigo porque estás celoso de Adam, porque tienes miedo de
que yo vaya a…qué, Jules? Darle una mirada y pensar, Cielos,
como puedo haber sido tan tonto de acceder a casarme con un
hombre a quien amo profundamente porque, mira tú, si no lo
hiciera, aun podría estar teniendo una relación sexual barata
con algún perdedor con él que solía follar cuando estaba lo
suficientemente borracho para que no me importara con quien
estuviera. Lo siento, Jules, se cancela la boda. Voy a huir con
Adam.

Hubo un silencio entonces.

‒No quiero que vayas conmigo-, habló finalmente Jules, su voz


tan baja que Dolphina casi no lo oía.

386
‒Porque, sí, estoy celoso de Adam. Porque odio verte con él.
Porque realmente odio imaginarte con él.

Más silencio, entonces, Robin dijo:

‒Gracias por ser honesto conmigo. Llámame si vas a


retrasarte más de cuarenta minutos, ¿de acuerdo?

‒Lo siento, ‒ dijo Jules.

‒Odio que yo…

‒Shhh-, Robin lo cortó.

‒Sólo ve, chico, y regresa tan pronto como puedas.

‒Sí, ‒dijo Jules.

Dolphina lo escuchó venir hacia el vestíbulo. Salió por la


puerta sin decirle absolutamente nada a ella.
Robin, sin embargo, entró a la oficina.

‒Me voy arriba, ‒ dijo él.

‒Tengo dolor de cabeza, voy a recostarme, tomar una siesta


de combate. Nos levantamos demasiado temprano esta
mañana, y luego nunca volvimos a dormirnos, así que…

‒ De acuerdo, ‒ dijo ella, volviéndose de su ordenador para


mirarlo.

‒ ¿Puedo conseguirte algo?

Él se veía cansado.

387
‒No. Sólo…despiértame cuando llegue Will, ¿de acuerdo?

‒Está bien, dijo ella.

‒En serio, Dolph-, le dijo Robin.

‒Despiértame. No esperes hasta que regrese Jules. No quiero


que tengas que sentarte aquí con Will todo el tiempo. Y sabes
que el va a llegar aquí temprano, así que…

‒Gracias, ‒ dijo ella.

Él se volvió para salir, pero entonces giró de regreso.

‒ Escuchaste todo eso, eh?

‒Un poco difícil no hacerlo, ‒ dijo ella.

‒Yo también estoy celoso de Adam, ‒ dijo Robin.

‒Y cuando lo estoy, Jules me dice que lo que tuvo con el fue


un… un… charco, y que lo que tiene conmigo es un
océano, y… yo le creo. Lo hago. Lo dijo, y lo dijo en serio, y yo
le creo. Entonces ¿por qué él no me cree cuando le digo lo
mismo? ¿Por qué tenemos que pasar por lo mismo, una y otra
vez? ¿Qué quiere el que yo haga?

‒ ¿Reasegurárselo?‒ sugirió Dolphina.

Robin se sentó en el sofá.

‒Yo se que debería estar agradecido de que el confíe en mí


por completo. Dios sabe que cometí algunos errores enormes.
Esa cosa del YouTube. La veo algunas veces, sólo para

388
recordarme a mí mismo cuán increíblemente magnánimo es
Jules.

El miró a Dolphina a los ojos.

‒ ¿Cuánto quieres apostar que todas las estaciones de


noticias por cable pasan un corto de diez segundos de mi
memorable borrachera en YouTube cuando anuncian nuestra
boda del sábado?

‒Ellos la pasarán por lo menos diez segundos-, estuvo de


acuerdo Dolphina.

‒De alguna manera, ‒ dijo Robin, ‒Jules encontró en sí mismo


la forma de perdonarme después de eso. Debe de tomar,
todavía debe de tomar, una cantidad increíble de coraje el
poner tú corazón en la línea por alguien que tú sabes que es
capaz de herirte.

Dolphina entrecerró sus ojos mirándolo.

‒ ¿Todavía estamos hablando sobre ti y Jules?‒ preguntó ella.

‒Sólo estoy diciendo, ‒ dijo Robin.

‒Anda a tomar una siesta, Chico Maravilla.

Robin se rió mientras se ponía de pie.

‒ ¿Qué hice yo para merecer ese apodo?

‒Conociste a Jules, ‒ señaló Dolphina.

‒Él es una especie de Batman. Pero gay y mucho más guapo.

389
‒Batman, ‒repitió Robin mientras subía las escaleras.

Y se hizo la luz.

‒Santa mierda, finalmente me doy cuenta. Como en, yo soy


Robin, el Chico Maravilla, y Jules es Batman. Pero con un
nuevo giro sexy. Cielos, me tomó bastante tiempo. No te
olvides de despertarme cuando me necesites, Dolph.

***

W ill había estado sentado en los escalones del porche


delantero de Robin y Jules por tanto tiempo que su trasero
estaba empezando a congelarse.
Había llegado temprano.
¿Era algo nuevo?
Cuando finalmente llegó la hora de tocar el timbre, él tenía
miedo de que Jules y Robin pudieran abrir la puerta, vestidos y
arreglados con sus smokings.
Ellos lo dejarían entrar y casualmente dejarían caer la noticia
de que Dolphina se había quedado en casa hoy día.
Por otro lado, Will había dicho todo lo que había que decirse
anoche. Excepto, quizás, “Por favor, por favor, dame una
segunda oportunidad…”
Él podía haberse quedado sentado ahí por siempre, si un
hombre no hubiera venido caminando por la calle y girado
hacia el camino principal.
Él se detuvo a los pies de los escalones, sólo mirando a Will.

390
Era uno de esos hombres calvos que podía haber estado entre
los treinta a los cincuenta y tantos, con el tipo de cara redonda
que no era particularmente distintiva. Su boca parecía delgada
y sin labios, y su falta de sonrisa ciertamente ayudaba a dar
esa ilusión. Sus ojos estaban escondidos detrás de un par de
lentes, y su nariz era… parecida a una nariz. Era como
bulbosa pero no tanto así. No como, maldición, W.C. Fields
(Actor y comediante Americano con una gran nariz) con su
monstruosidad en el centro de su cara…
Era fornido, y usaba una chaqueta que lo hacía verse como un
largo rectángulo.
Más extraño aun que su elección de moda era el hecho de que
la chaqueta era tan nueva que todavía tenía todas las
etiquetas puestas.

‒ ¿Puedo ayudarlo?- finalmente dijo Will, preguntándose que


veía este hombre cuando regresó su mirada a Will.

Un perdedor pelirrojo, demasiado delgado, de cara angulosa,


vestido con una chaqueta andrajosa, con el trasero congelado
y un corazón roto debido a su propia estupidez.

‒ ¿Le gusta este lugar? le preguntó el hombre.

‒ ¿Tu eres Jules Cassidy?

‒No, ‒ dijo Will.

‒No lo soy. Yo… no vivo aquí. No.

‒Eso está bien, ‒ dijo el hombre.

391
‒Porque Jules Cassidy puede ser uno de ellos. Así es como
encuentras el nido. Los asustas y vas hacia donde van. Ellos
siempre se dirigen a la seguridad de su nido.

Guau.

Will estaba cansado. No había dormido mucho la semana


anterior, pero incluso con su falta de entendimiento debido a la
fatiga, esto le sonó como desvaríos ultra locos de un lunático.

‒No hay nadie en casa, ‒ dijo Will.

‒Es por eso que estoy sentado afuera. Lo siento, ¿cuál era su
nombre? No entendí su nombre.

‒Yo no se lo di.

‒Ah, ‒ dijo Will.

‒Eso explicaría…por que no lo entendí.

Él se puso de pie.

‒ Todos deberían estar en casa alrededor del las cuatro y


treinta-, mintió él.

Maldición, el era bueno haciendo eso, pero habían mentiras y


entonces habían mentiras.

‒Probablemente deberíamos regresar más tarde.

Pero el hombre se sentó en los escalones.

‒Esperaré.

392
Will sacó su teléfono.

‒Tal vez yo, uh, llamaré a Jules y, uh…

‒Esa no es una buena idea.

Sagrada. Mierda.

El Señor Sin Nombre chaqueta Nueva tenía un arma. Esta era


pequeña, fácilmente ocultable, y de apariencia mortal. El no
trató de ocultarla de ninguno de los vecinos, los cuales no
estaban a la vista por ninguna parte, maldición.
El simplemente apuntó con ella a Will mientras extendía su
mano para que le entregara el teléfono.
Will tenía la boca seca mientras se lo entregaba.
Por favor Dios, permite que Dolphina se haya quedado en
casa hoy día. Por favor Dios, permite que Jules mire por la
ventana y vea a este lunático y su arma y se de cuenta de que
están en peligro. Por favor Dios…

‒Ellos las llaman balas asesinas de policías, ‒ le informó el


hombre, ‒porque quieren que sea difícil obtenerlas. Pero la
verdad es que ellas son las únicas que agujerearán el
exoesqueleto de metal. Y en realidad no son tan difíciles de
encontrar.

‒Exoesqueleto de Metal, ‒ repitió Will.

‒Del robot.

Will trató de pensar, trató de calmar su corazón galopante,


trató de pensar en sus opciones.
Podría correr hacia la calle, tratar de encontrar un teléfono de

393
donde podría llamar a la policía o a Jules o a ambos. Pero al
hacer eso podría conseguir ser baleado. O alguien más podría
serlo cuando el hombre loco disparara su arma.
Por otro lado, disparar el arma ciertamente atraería la atención
de alguien.
Pero, por otro lado, si Dolphina estaba adentro, ella saldría
afuera para ver que estaba sucediendo, lo que la pondría en
peligro.
Will podía quedarse parado aquí. Y hablarle al tipo.
Permanecer ahí esperando que alguien los viera, viera el arma
y pidiera ayuda.

‒Así que ¿usted, uh, realmente piensa que Jules es uno de


ellos? ‒preguntó Will, esperando haber podido poner la
cantidad necesaria de conspirador en su tono de voz.

Pero el hombre no respondió, porque alguien, ¡No!, estaba


abriendo la puerta principal.

‒Está congelando aquí afuera.

Era Dolphina.

‒Está intentando tan sólo… -ella vio el arma, pero demonios,


no cerró de un portazo y corrió al teléfono.

Simplemente se quedó allí respirando.

‒Oh, mi Dios.

‒Usted dijo que no había nadie en casa, ‒ acusó el hombre a


Will.

Y le disparó.

394
***

R obin se despertó con un sobresalto, su corazón latía


fuertemente.
Jesús, ¿qué fue eso?
Había estado soñando, un buen sueño.
Extremadamente simple.
No había gente con cabeza de perro bailando la Macarena, o
el pequeño Billy con un bigote, hablando en rumano.
Solamente Jules. Y Robin. Ellos habían estado en un club,
bailando.
Santo DJ, Jules era un bailarín increíble, pero ellos raramente
se iban de fiesta por los clubs por el factor alcohol.
Por Robin.
Ocasionalmente algunas noches de fiesta libres de alcohol
coincidían con una de sus noches libres y ellos podían asistir,
pero esas eran pocas y con lapsos largos entre ellas.
Robin estaba esperando el día de mañana.
Ellos habían contratado una banda en vivo para la recepción,
un grupo local de Boston llamado Luciérnaga que se
especializaban en lo que el pensaba como “Música de Jules”,
una especie de mezcla del swing, de los viejos tiempos y un
montón de pop rock de los 60s y 70s. “Ven y Consigue Tu
Amor,” con bastante tintineo. “Moderno pero Elegante.” Y, por
supuesto, “Enganchado a un Sentimiento.” Esto iba a ser
genial. Así que había estado soñando, que ellos habían estado
bailando, Jules había estado sonriéndole y… Ahí se había
escuchado el sonido inequívoco de un disparo.
¿Lo había soñado? ¿O…?

395
Robin se sentó cuando escuchó lo que sonaba como la voz de
Dolphina viniendo desde el piso de abajo.

‒ ¡Oh, mi Dios! ¡Oh, mi Dios! ¡Will! ¿Qué ha hecho?

¿Que demonios?
Robin saltó de la cama y salió al pasadizo, en el descanso del
segundo piso.

***

W ill no estaba muerto.


Él no estaba muerto, no todavía de cualquier manera.
Piensa.
Ella tenía que dejar de temblar y llorar y pensar, y en algún
lugar, desde muy dentro de ella, Dolphina se agarró de una
fortaleza que no había sabido que poseía.

‒No hay nadie más en casa-, Dolphina le dijo al hombre con el


arma, el hombre que había, querido Dios, disparado a Will en
la pierna.

Ella habló tan alto y tan claro como podía con la voz
tembleque, rezando para que Robin pudiera oírla y pidiera
ayuda.

‒Llévelo adentro, ‒ ordenó el hombre, y ella dudó.

396
Will estaba sangrando, la sangre se deslizaba a través de sus
dedos mientras se agarraba el muslo.
Sus pupilas ya estaban dilatadas cuando dirigió su mirada
hacia ella desde donde había caído sobre los escalones, él
estaba entrando en shock.

‒Lo siento, ‒ susurró él.

‒Debería haber tratado de agarrar su arma…

‒Shhh-, le dijo ella, entonces se volteó hacia el pistolero.

‒ Dejémoslo aquí afuera. De esa forma puedo llamar a una


ambulancia y…

‒Usted no llamará a nadie.

El volvió a apuntar el arma hacia Will.

—Llévelo adentro o le volveré a disparar.

Oh, Dios.
Ella agarró a Will por debajo de los brazos y tiró de él hacia el
vestíbulo.
Moverlo de esa manera tenía que haberle dolido mucho, pero
el apretó los dientes y trató de tragarse el dolor, obviamente
por el bien de ella, lo que hizo que ella empezara a llorar otra
vez.

‒No te mueras, ‒ le suplicó a él.

‒No te atrevas a morirte.

397
***

S am observaba a Adam, quien estaba observando a Jules


mientras este miraba aquellas dos fotos Polaroid, y luego el
último correo electrónico de Jim Jessop.
Este no era un correo muy largo, sólo diez palabras cortas.
Corre. Corre a tu nido y los mataré a todos.
Esto había hecho que se le pusieran los pelos de punta en la
nuca a Sam, y estaba claro que lo mismo le estaba pasando
ahora a Jules.
Adam se veía como el infierno, desplomado en la forma que
estaba al lado de la mesa de la cafetería con su pelo sin lavar
y sus tres días usando la misma ropa sucia.

‒Se que no es el momento justo para esto, pero no sabía


adonde más ir, ‒dijo él en voz baja.

‒ ¿Qué quiere el decir por nido?‒ preguntó Jules.

‒Es la misma mierda del viejo robot extraterrestre, ‒ dijo


Adam.

‒De acuerdo al evangelio de Jim, nosotros los robots venimos


aquí desde el espacio exterior y nos llevamos las vidas de las
personas. Pero no nos mostramos aquí solos. Aparentemente,
yo tengo algún tipo de grupo extraterrestre. Todos estamos
en contacto y regularmente nos reunimos en algún lugar que
Jessop llama nuestro nido. Es jodidamente loco y estoy harto
de esto y quiero que esto pare.

398
Jules se quedó muy quieto mientras volvía a mirar el correo
electrónico.
Alyssa se dio cuenta del repentino cambio en él, también.
Ella siempre estaba súper sintonizada con Jules, y ella se
inclinó hacia adelante.
Jules miró a Adam entonces, como si algo que acababa de
decir fuera horrible.
Incluso más horrible que el tono quejoso de Adam.

‒ ¿A cuántas personas conoces en Boston?- le preguntó.

‒ ¿Además de ti y Robin?- Respondió Adam.

Se encogió de hombros.

‒A nadie.

‒ ¿A quién usas para tu servicio de móvil?‒ preguntó Jules,


sacando su móvil y comenzando a marcar.

Adam parpadeó.

‒ ¿Qué? ¿Por qué?

‒Sólo contéstame la pregunta, ¡carajo!

‒Globe-net, ‒ dijo Adam.

‒Dios.

Sam miró a Alyssa. ¿Sabía ella a quien estaba llamando


Jules?

Ella sacudió la cabeza, no.

399
‒Sí, Yashi, ‒ dijo Jules en el teléfono.

‒Necesito alguna información y la necesito en este momento.


Tengo un sospechoso llamado Jim Jessop. Necesito
saber si el trabaja para Globe-net. Como cualquier tipo de
empleado, pero probablemente deberíamos revisar primero
servicio al cliente. Y averigua si el ha estado recientemente en
la lista de pasajeros de cualquier línea de vuelos de la Costa
Oeste hacia Boston. No, que el destino sea cualquier lugar en
la Costa Este. Lo necesito ahora. Llámame enseguida.

Se puso de pie.

‒Tengo que ir a casa. A mí jodido nido.

Sam se puso de pie también.

‒Realmente piensas… -el siguió a Jules fuera de la puerta.

‒Pienso que dejé a Robin y a Dolphina en casa solos, con un


hombre loco suelto.

Adam y Alyssa estaban justo detrás de ellos.

‒No lo entiendo, ‒ dijo Adam.

‒ ¿Realmente piensas que Jessop trabaja para Globe-net?

‒Él sabe dónde estás, ‒ dijo Jules bruscamente mientras


comenzaba a correr, ‒porque el trabaja para tu compañía de
móviles, sí, eso es lo que pienso. Tú siempre llevas tú móvil,
siempre haces llamadas locales, el tiene acceso a tus
registros, así que siempre sabe en donde estás tú.

400
Se rió Jules, pero estaba claro para Sam que él no encontraba
divertido nada de esto.

‒Y sabe que te has estado manteniendo en contacto con


Robin y conmigo. Y gracias a Internet y los sitios online como
Acosador de Celebridades puntocom, él también sabe
exactamente dónde vivimos.

‒Corre a tu nido-, Alyssa hizo eco del correo electrónico.

‒Tú corriste directamente hacia nosotros-, le dijo Jules a


Adam.

Él todavía tenía en la mano su teléfono, y ahora lo usó, sin


duda para llamar a Robin.
Alyssa sacó su móvil también.

‒Estoy llamando a Tom, ‒le dijo a Sam.

‒Quiero ver si los Troubleshooters ya están de regreso de New


Hampshire. Podemos establecer un perímetro alrededor de la
casa, buscar a este tipo.

Sam asintió.
Buen plan.
Él mismo le marcó a Cosmo Richter, quien contestó al primer
timbrazo.

‒Cos, soy Starrett. Te necesitamos en la casa de Jules, lo


antes posible. Tenemos una situación potencial con un
acosador.

‒Estoy en camino.

401
‒Protección en camino, ‒ dijo Sam, agradeciendo
silenciosamente a Dios por los hombres enlistados como el
Jefe Richter.

El SEAL no perdió tiempo, sólo maldijo.

‒Y hazme un favor, Jefe, pide a Jane que llame a todos los


civiles, como a la mamá de Jules. Cualquiera que pudiera
dejarse caer por ahí. Necesitamos mantener a todo el mundo
lejos de la casa por un rato.

‒Se hará.

‒Robin no está contestando, ‒ anunció Jules sombríamente.

***

E l móvil de Robin sonó, el tema de Buffy la Cazavampiros


sonando a través de la casa.
Él había tenido su móvil en la mano, y estaba justo por
marcarle a Jules cuando este explotó en una explosión
ensordecedora de guitarras eléctricas.

‒ ¿Qué es eso?

Robin contuvo la respiración y no se movió cuando el pistolero


se acercó a las escaleras. Le tomó cada onza de su auto
control el quedarse inmóvil, no cerrar su móvil y acabar la
música. El no presionar el botón silenciador.

402
El no contestar.
Jules estaba en el otro extremo.
Jules, quien probablemente lo estaba llamando para decirle
que estaba de camino a casa.
Jules, quien a menos que Robin lo pusiera sobre aviso, iba a
caminar ciegamente hacia una situación de rehenes en su
propio hogar, una situación en la cual este extraño con un
arma ya le había disparado a Will Schroeder.
Pero si Robin no dejaba simplemente sonar el celular, el
pistolero sabría que él estaba aquí arriba.

‒Robin debe de haber dejado su móvil en casa cuando salió-,


dijo Dolphina, pensando con los pies sobre la tierra,
extraordinariamente compuesta considerando que Will estaba
sangrando de una herida de bala.

‒El hace eso todo el tiempo.

Su móvil por fin dejo de sonar, y Robin rápidamente lo reseteó


para el modo silencioso, pero no se atrevió a moverse.

‒Deja ir a Dolphina.

Will todavía estaba consciente, y determinado a poner a salvo


a Dolphina.
Ella, sin embargo, estaba igualmente porfiada en no dejarlo.

‒Te lo estoy diciendo, ‒ dijo Will.

‒Ella no es…un robot.

¿Ella no es qué? Santa mierda.


El acosador de Adam.
Este era el jodido acosador de Adam. De alguna manera,

403
cuando el había venido a Boston, había traído consigo a su
maldito acosador.
Hijo de puta.

‒Mira, yo se que ella no es un robot, ‒ persistió Will.

‒Ella es mi novia. Pienso que yo me habría dado cuenta de


su… exoesqueleto metálico.

‒Ella podría haber sido cambiada desde la última vez que


estuviste con ella, ‒señaló el acosador.

El móvil de Robin se encendió cuando Jules volvió a llamarlo,


y él se congeló porque el jodido acosador del jodido Adam
había subido hasta la mitad de las escaleras. No podía
regresar hacia el dormitorio sin ser visto, de manera que puso
el volumen del altavoz en cero y contestó el teléfono,
deslizándolo en su bolsillo, luego cerró los ojos y rezó.
Por favor Dios, permite que el sombrío clima de Boston del que
tanto se había quejado proporcione suficientes sombras para
que este bastardo loco no lo vea parado aquí…

‒Tiene que dejarme llamar a una ambulancia, ‒ dijo Dolphina,


su voz se escuchaba claramente desde el piso de abajo.

Robin sabía que ella estaba tratando de atraer al pistolero de


regreso adonde ella estaba.

‒Por favor.

‒Eso no es posible.

‒ ¡El va a morir! ¡Él no es un robot, es un ser humano y usted


le disparó!

404
‒Dolph, vamos, ‒ dijo Will.

‒No lo hagas enfadar.

‒Nadie quiere daños colaterales, ‒ dijo el hombre, ‒pero suele


suceder. Es el precio de esta guerra que estamos peleando.

No cabía duda, estaba completamente demente.

***

M ientras Adam observaba, Jules se estaba moviendo y


ordenando mierdas.
Aparentemente, Robin, Dolphina y algún reportero de nombre
Will estaban todos en la casa con Jim Jessop.
Robin se las había ingeniado para contestar el teléfono y
dejarlo abierto, de manera que Jules podía escuchar.
Lo que fuera que estuviera pasando allá, no era nada bueno.
Adam no sabía los detalles, pero se hizo claro que Jessop no
tenía miedo de usar su arma.
Ya le había disparado al reportero.
Cristo, se sentía enfermo.
Si Robin moría, sería por culpa de Adam…

‒Necesito un negociador y un equipo SWAT-, Jules ladró las


órdenes en el teléfono de Alyssa ya que Alyssa estaba usando
el suyo para monitorear la situación en la casa, ‒y por lo
menos una ambulancia. Y necesito que todos se queden a una
cuadra de distancia, sin sirenas cuando se aproximen.

405
El cuñado de Robin, Cosmo, estaba esperándolos en la
esquina.
Mientras Adam observaba, el Vaquero Sam fue hacia allí para
informarle.

‒Jessop está hablando con Dolphina y Will, ‒ reportó Alyssa.

‒ Will todavía está consciente, pero no suena bien. Dolphina


está haciendo lo posible, pero…

Jules miró su reloj y agitó la cabeza.

‒No voy a esperar. Tengo que entrar allí. Simplemente voy a


caminar hacia la puerta como si estuviera llegando a casa.

‒Baja la velocidad, Cassidy, ‒ dijo Sam.

‒Hay cuatro de nosotros. No hagas tonterías. Hagamos un


plan.

¿Hacer un plan?
Esto era una locura.
Seguro, ellos superaban en número al pistolero, pero ellos no
tenían armas. ¿Que iban a hacer, entrar rápidamente y
esperar que alguno de ellos pudiera agarrar esa arma antes de
que fueran baleados todos?
Hablando de demencia…

‒Déjame hablar con el-, Adam dio un paso adelante y se


ofreció de voluntario.

‒Con Jessop. Tal vez si yo… no se, me paro en la calle y le


grito, el salga.

406
‒Y el te disparará como a un perro, ‒ señaló Sam.

‒Tú eres su objetivo, Astro Boy.

Buen punto.
Pero aun así.
Si Jessop se quedaba dentro de la casa, bien podría
dispararle a Robin como a un perro.

‒Me pondré detrás de un coche.‒ dijo Adam, pero ellos ya


habían desechado la idea.

‒Will y Dolphina están en el vestíbulo, cerca de la puerta


principal, ‒ reportó Cosmo.

Aparentemente él se había acercado a la casa para mirar por


las ventanas.
Adam ni siquiera se había dado cuenta de que el se hubiera
ido, y que ya estuviera de regreso.

‒Jessop está en la escalera.

‒Jessop acaba de encontrar a Robin, ‒ anunció Alyssa


sombríamente, con el teléfono en la oreja.

‒Jules… Oh, Cristo.

‒Voy a entrar, ‒dijo Jules otra vez, preparado para entrar al


infierno si tenía que hacerlo.

‒En este momento.

‒De acuerdo, ‒ dijo Sam.

407
‒Esto es lo que vamos a hacer.

***

‒¿ Q uién más está aquí arriba?

Y sí, ese sería el cazador de robots hablándole directamente a


Robin.
Él estaba jodido, y muy posiblemente muerto.

‒Yo soy el único, ‒ admitió Robin, rezando para que Jules


estuviera escuchando todo esto.

‒Estaba tomando una siesta. Dolphina no sabía que yo estaba


en casa.

Mierda, el estaba parloteando.


Tenía que calmarse, el no era el loco aquí.
Se forzó a sí mismo a sonreír.

‒Justo estaba bajando las escaleras para hablar contigo.

‒Tú eres Robin Chadwick.

Respira.

‒Sí, pero solamente hasta mañana. Mañana será Robin


Cassidy. Me voy a casar, tomaré el nombre de mi pareja.
Estoy emocionado. Yo, uh, nunca había estado casado antes y

408
estoy locamente enamorado de él. Grandes sentimientos por
este tipo. Inmensos, ¿sabes?

Como un actor que era, todo se resumía en lo dicho entre


líneas, y el tenía la esperanza de que lo que el realmente
estaba diciendo se entendiera.
“Querido Jules, si no sobrevivo a esto, por favor, recuerda
siempre cuánto te amé…”
El hombre con el arma no reaccionó, no sonrió, no parpadeó.
Y Robin mantuvo su amplia sonrisa de nominado al Oscar,
tratando en lo posible de mostrarse encantador y agradable, e
ignorar completamente esa arma totalmente no ignorable. Tal
vez si no la miraba como si el fuera un antílope aterrorizado, o
lo que fuera lo que los cazadores cazaban, el Acosador Loco
no sentiría la urgencia de usarla en él.

‒ ¿Tú estás aquí por Adam, verdad?‒ continuó Robin.

‒¿Porque él es, un robot?

La mano del hombre con la pistola bajó un poquito.

‒ ¿Tu sabes lo de Adam?

‒Mierda, sí, ‒ dijo Robin, rompiéndose los sesos.

¿Cómo se llamaba este tipo?


Jules le había contado que firmaba todos los correos
electrónicos que enviaba…

—Lo he sabido hace algún tiempo. Sabes, me alegra que


estés aquí. No estaba seguro de a quien debería llamar para
avisar de esto. Quiero decir, sí, Jules trabaja para la Oficina,
pero los robots no son exactamente su departamento.

409
Aun así, el trata de mantenerse informado, y el oyó el rumor de
que tú estabas en la ciudad, persiguiendo a Adam, lo que es
bueno, porque, ¿tú sabes, robots no invitados a una boda…?
No es agradable.

El extendió su mano, como ofreciéndose a darle un apretón,


mientras se movía hacia ¿Jim Jordan? ¿Jesse Jordan? ¿Jesse
James…? Y encontró el nombre del bastardo, en alguna
esquina llena de telarañas de su cerebro.

‒Jim Jessop, ¿correcto?

Jessop cambió el arma hacia su mano izquierda para poder


darle la mano a Robin.
Punto.

‒ ¡Jules, entra ahora!‒ gritó Robin y le dio una patada al arma


del hijo de puta haciendo que la soltara y cayera escaleras
abajo.

***

J ules no necesitó su móvil para oír a Robin, y gritó;

‒Vamos-, tanto a Sam como a Cosmo cuando, ¡Dios, no! sonó


un disparo.

Él abrió su puerta principal de una patada e irrumpió dentro.

410
Él se había estado poniendo en posición en el porche del
frente, manteniéndose abajo de manera que el pistolero no
pudiera verlo a través de la ventana, esperando que los otros
tomaran sus lugares también.
El hilo de sangre en sus escalones lo había llevado a un
estado de calma mortal, en donde los eventos se sucedían
casi en cámara lenta.
Había estado antes aquí, y reconocía la sensación surrealista,
casi desinteresada.
El podía, si no era cuidadoso, matar al hombre que le había
disparado a Will. Y que le importara un carajo hacerlo, no
hasta después.
A él tampoco le importaría un carajo el hecho de que se
estuviera poniendo a sí mismo en el rango del arma del
pistolero.
Si le disparaban, él sabía que no lo sentiría.
Esto era y sería inconsecuente, sin importancia.
Mientras Robin estuviera a salvo.
La puerta que había pateado golpeó la pared con un
estruendo, y escuchó las ventanas de la parte trasera de la
casa hacerse añicos, Sam y Cosmo, entraban para ayudarlo.
En esa larga fracción de segundo, mientras Jules escaneaba
el vestíbulo, vio a Dolphina arrodillada al lado de Will, en frente
de la puerta de la oficina.
También vio a Robin, en las escaleras con el pistolero.
Era difícil decir quien agarraba a quien, pero estaban cayendo
por las escaleras juntos, y el corazón de Jules casi se le
paralizó, porque parecía casi seguro que estaban luchando
por ganar el control de esa arma.
La cual acababa de ser disparada, tal vez ya hubiera herido
mortalmente a Robin…
Jules saltó hacia ellos, incluso cuando ellos venían rebotando
hacia él.

411
‒Agáchate-, le gritó a Dolphina, temeroso de que el arma
volviera a descargarse, y ella se movió, no hacia atrás, sino
encima y a través del cuerpo tendido de Will, como para
protegerlo.

Robin tenía a Jessop por la cintura, pero el hombre estaba


luchando para liberarse, y Jules también lo agarró, gritando,

‒ ¿Dónde está el arma?

¿Dónde mierda estaba?


No estaba en las manos de Jessop.
El hombre era un jodido lunático, golpeando y luchando, esto
era todo lo que podían ellos hacer, ambos Jules y Robin
juntos, mantenerlo a raya.

Suficiente mierda, Jules le metió un puñetazo en la cara al hijo


de puta.
Jessop cayó inconsciente.

‒Dios, ‒ dijo Robin, mientras se dejaba caer en el suelo cuan


largo era.

‒ ¡Oh, mi Dios!

‒ ¿Estás herido?

Ahora que el peligro había pasado, la calma se desvaneció.


Esta fue reemplazada por algo mucho más frenético cuando se
volvió hacia su prometido.

‒ ¿Recibiste un tiro?

Pero no había sangre en él, ni en Jessop.

412
Robin simplemente estaba acostado para recuperar el aliento.
Él sacudió la cabeza, apuntando hacia el techo, en
donde, realmente, había un agujero en el yeso.

‒Dolphina, ‒ jadeó él.

Mierda, le habían dado, ¿tal vez por un rebote?


Pero cuando Jules se giró, vio a Dolphina sosteniendo el arma
de Jessop.
Ella la tenía agarrada con ambas manos, y apuntando al
cuerpo tendido de Jessop directamente.
Sam y Cosmo estaban allí, Sam tomando posesión de Jessop.
Alyssa estaba también en la casa.
Ella tomó gentilmente el arma de las manos de Dolphina,
mientras Jules agarraba a Robin, y Robin lo agarraba a él, y
simplemente se sostuvieron muy apretados, pero sólo por
unos cuantos segundos.

‒ Le disparó a Will-, le dijo Robin, con la voz quebrada.

‒Él necesita una ambulancia.

Jules asintió.

‒Tenemos una esperando.

Y así como así, todo se había acabado.

***

413
D olphina había dejado que Alyssa le retirara el arma de sus
dedos entumecidos, mientras Cosmo se arrodillaba al lado de
Will.

‒Necesita ir al hospital, ‒ dijo Dolphina.

‒Sí, señora-, le contestó Cosmo mientras le echaba un vistazo


al torniquete improvisado que Dolphina había atado alrededor
de la pierna de Will.

‒Envíen aquí a los paramédicos-, rugió por la puerta rota.

‒Estamos despejados aquí, pero tenemos un hombre caído,


con necesidad de ayuda medica inmediata.

Y entonces Jules estaba ahí, también, con su mano


tranquilizante y sólida en el hombro de Dolphina mientras le
sonreía a Will.

‒Hey, Schroeder. ¿Así que eso apestó, eh?

Él miró a Cosmo, con Robin justo detrás de él.


Dolphina podía ver la preocupación por Will en las caras de
ambos.

‒ ¿Cómo va?

Cosmo miró a Dolphina, luego a Jules y a Robin.

‒Ha perdido mucha sangre.

Oh, Dios.

414
‒Will, ‒ dijo Dolphina, pero sus ojos estaban cerrados ahora y
él no los abrió, como si la única razón por la que se mantuvo
consciente antes fue para tratar de protegerla del pistolero.

Como si ahora él supiera que ella estaba a salvo, de manera


que el pudiera…no te mueras.

‒ ¿Dónde están esos paramédicos?‒ gritó Jules, y entonces,


gracias Dios, ellos estaban allí, llevando una camilla y cajas
con equipo medico.

‒Necesitamos espacio, ‒ dijo uno de ellos.

‒Will-, volvió a decir Dolphina, cuando fue empujada hacia


atrás, lejos de él.

‒Aun estoy aquí, ‒el masculló.

‒No me atrevería a morir. Te lo…prometí

Entonces abrió los ojos.

‒Dolph… Maggie… Ella está en casa…

‒Iré por ella, ‒ dijo Dolphina mientras lo llevaban fuera.

‒No te preocupes. Sólo….te veremos en el hospital, ¿de


acuerdo?

Alyssa en ese momento estaba allí, con el abrigo de Dolphina.

‒Vamos, ‒ dijo ella, ayudando gentilmente a Dolphina a


ponérselo.

415
‒Yo te llevaré.

***

S am asomó la cabeza en la sala de estar, dónde Jules


estaba dando su declaración al detective de la Policía de
Boston.
El agente del FBI tenía una visión periférica de primera clase, y
cuando levantó la vista, Sam le llamó la atención.

‒Discúlpeme, ‒Jules se interrumpió a sí mismo para girarse


más completamente hacia Sam.

‒Quería hacerles saber a ambos, ‒ dijo Sam, adentrándose


más en la habitación, ‒que los Troubleshooters y el Equipo 16
han llegado. Ellos van a estar proporcionando seguridad aquí
en la casa esta noche, al menos hasta que tengamos la
oportunidad de verificar que cuando Jessop dijo 'nosotros' fue
solamente porque también piensa que él es la Reina de
Inglaterra.

Jules se rió.

‒Gracias.

Parecía obvio que Jim Jessop era un solitario, y que su uso del
'nosotros' era como mucho otra ilusión, pero Sam sabía que
Jules también estaba agradecido por no tener que
preocuparse por eso.

416
Sam regresó a la cocina, revisando su móvil por mensajes de
texto de Alyssa.
Ella y Dolphina habían recogido a Maggie y llegado al hospital,
en donde Will estaba en cirugía, donde le estaban reparando
la pierna. Ya había pasado una buena hora, pero todavía no
había noticias.
Empezaba a sentirse ansioso.
El reportero lo había enfadado en ese episodio chapucero con
Jones la semana pasada, pero morir por una herida de bala
era un castigo muy severo por su crimen.

Cosmo estaba haciendo café, lo cual era una mala idea. Más
cafeína. Era justo lo que Sam no necesitaba. Él había abierto
la nevera y estaba revisándola, cuando se dio cuenta que
Adam ya no estaba sentado a la mesa de la cocina, comiendo
su sándwich.
Joder.
El fue suavemente de regreso a través de la sala de estar, a la
parte delantera de la casa, pero el pequeño pendejo no estaba
en la oficina, en donde habían reemplazado el vidrio de la
ventana por la cual Sam había pasado, con los pies por
delante. Y, sí, de alguna manera innecesariamente.
Aun así, ni Jules ni Robin se habían quejado.
Él revisó el cuarto de baño del primer piso.
Vacío.
Sam miró arriba de las escaleras.
Adam todavía no había hablado con la policía, y no había otro
sitio más en la casa adonde pudiera haber ido…
Sam subió las escaleras al segundo piso de a dos en dos.
Robin había subido después de dar su declaración a la policía,
anunciando que iba a darse una ducha, tratar de relajar
algunos de los músculos y golpes que había conseguido
cuando se usó a sí mismo como bola de demolición para
noquear a Jessop escaleras abajo.

417
El Chico Maravilla tenía sus bolas, eso era seguro.
Y fe, también.
Él le había gritado a Jules cuando había ido por el tipo, seguro
de que Jules estaba justo afuera…
Y en verdad, lo había estado.
La puerta del dormitorio principal estaba entornada, y Sam
podía oír voces.
La de Robin y, sí, la de Adam. Fan-joder-tástico.
Preparándose a sí mismo, el golpeó a la puerta aun cuando ya
la estaba empujando para abrirla y…
Adam y Robin estaban parados en la puerta del cuarto de
baño, y ambos levantaron las miradas, claramente
sorprendidos cuando Sam entró al dormitorio.
No era completamente como que si ellos hubieran saltado para
separarse, pero era algo bastante cercano a eso.
Y genial.
Robin sólo vestía una toalla, sábana de baño, alrededor de la
cintura.
Adam estaba divertido por la incomodidad de Sam.

‒Sólo le estaba diciendo a Adam que no debería de estar aquí


arriba, ‒ dijo Robin.

‒Sí, ‒dijo Sam secamente.

‒No pude evitar darme cuenta de cómo tú estabas a punto de


patearlo por las escaleras.

El temperamento de Robin estalló.

‒Generalmente trato de hablar primero, antes de recurrir a la


violencia.

418
‒Así es como va a ser tu vida, ‒ murmuró Adam, lo
suficientemente alto para que también Sam lo oyera.

‒Adonde quiera que vayas, el Vaquero Sam estará


chequeándote. ¿No será eso divertido?

Ahora Robin dirigió su impaciencia a Adam.

‒ ¿Podrías por favor regresar abajo?

‒Adam, aléjate de él.

Sam se dio vuelta para ver a Jules pasar a través de la puerta


detrás de él.
Oh, bien.
Justo lo que este escenario feliz necesitaba.
El Sr. Soy-muy-celoso-por-mi-camisa.

Robin le dio una mirada a Sam.


Ayuda.

‒Esto fue culpa mía‒ dijo Sam, tratando de calmar a Jules.

‒ Perdí la pista de Astro Boy y él se puso a vagar.

Adam sabiamente retrocedió de donde estaba Robin.

‒ Cálmate, J. Esto no es lo que parece.

‒Yo pienso que es exactamente lo que parece, ‒ contraatacó


Jules caliente.

‒Tú subiendo aquí arriba a molestar a Robin y hacerme


enfadar.

419
‒Quería ver el nuevo cuarto de baño. Es muy bonito, ‒ añadió
él, pero no estaba mirando las renovaciones, él estaba
mirando a Robin.

Aparentemente Adam no se daba cuenta de eso, con la


cantidad de adrenalina que sin duda Jules todavía tenía en su
sistema, estaba en peligro de hacer una rápida salida de la
casa, vía la ventana.
La reparación sería relativamente rápida y fácil, considerando
que el equipo de reemplazo de vidrios ya estaba trabajando
abajo.

‒No puedo creer esto.

Jules estaba más enfadado de lo que Sam lo había visto


nunca.

‒Tú vienes a Boston a pedirme ayuda, pones a Robin y a


todos mis amigos en peligro, Will termina baleado, ¡el puede
morir!.. y esto es, ¿Qué es esto, Adam? ¿Tu versión enferma
de agradecimiento? ¿En que estabas pensando?

Adam no respondió, no necesitaba hacerlo.


Jules respondió por él.

‒Tú estabas pensando “Vamos a tomarle la temperatura a


Robin.”

Jules estaba muy cerca de poner las manos sobre ese


pequeño bastardo, y Sam cambió de postura, preparado para
mantener la paz o por lo menos hacer las veces de árbitro.

‒Ver si se está empezando a cansar de Jules. Pero no lo está.


Porque él me ama, un concepto que tú de ninguna manera

420
posible podrías entender. Él nunca me va a engañar, ni
contigo, ni con nadie.

Adam se rió de eso.

‒Sí, ¿pero eso no va a evitar que estés preocupándote,


verdad?

Él se volvió hacia Robin.


Él tenía esa manera de mirarlo a él, a cualquier hombre, en
realidad.
Sam lo había experimentado, como si estuviera
desvistiéndolo mentalmente.

‒ ¿Eso no se vuelve viejo? “¿dónde estuviste, con quién


estuviste, por que llegaste tan tarde…?

El se cortó a sí mismo y cambió de tema, intencionalmente


azuzando a Jules.

‒Maldición, R., sea cual sea el entrenamiento que hayas


estado haciendo, mantenlo, chico. Te ves muy bien.

‒Ya déjalo, Adam, ‒ dijo Robin con los dientes apretados.

‒Tú querrás ponerte una bata encima.

Jules había tenido suficiente, pero ahora su ira alcanzó a


Robin.

‒Sí, Robin-, se burló Adam mientras Robin entraba al cuarto


de baño para hacer justamente eso.

421
‒ ¿Que estás haciendo, caminando alrededor viéndote como
un Dios, tentando a todos los chicos, en la manera en que lo
haces? Excepto que, oh, espera. Dicen que este nuevo show
en el que estás tiene una cantidad tremenda de desnudez.
Parece algo tonto ponerse una bata cuando todo el mundo lo
único que tiene que hacer para verte así es encender su TV.

Se volvió hacia Jules.

‒Flash de Noticias, J. Vas a tener que acostumbrarte a


compartir. Y no sólo figurativamente, sino literalmente,
también. Hombre, todas esas escenas de amor que ha estado
filmando con todos esos jóvenes actores calientes…eso debe
de estar volviéndote loco.
Uh-oh.
Robin salió del cuarto de baño con una bata de baño gruesa
azul oscuro.

‒Te pedí que te fueras enseguida que llegaste.

Se plantó en la cara de Adam.

‒Pero ahora te estoy diciendo que te largues, o te voy a arrojar


por las escaleras.

‒Por supuesto, tal vez tú estás en eso-, Adam le dijo a Robin,


sin retroceder.

‒Viendo a Jules retorcerse cuando le enseñas las tomas


diarias y… Ah, ‒ dijo él, cuando leyó correctamente la sorpresa
de Robin, ‒Así es como él lo está manejando. Él no ha estado
viendo las tomas diarias. Sólo se ha estado imaginando lo que
has estado haciendo, comiéndose vivo por los celos.

422
Robin se giró a mirar a Jules, con un gran signo de
interrogación prácticamente inscrito en su cara.

‒Sam, ‒ dijo Jules en voz baja.

Y Sam cargó a Adam y lo sacó del dormitorio.


Le tomó todo lo que tenía no hacer lo que Robin había
amenazado hacer y tirar al bastardo al vestíbulo, vía expresa.

‒ ¿Por qué demonios haces eso?- le preguntó Sam a cambio,


pero entonces vio los ojos de Adam.

Y supo la respuesta. Y cuando volvió a hablar, trató de que su


voz sonara menos gruñona, menos enfadada.

‒Ellos se casaran mañana. Es tiempo de… desearles a ambos


felicidad y seguir tu camino.

Adam no quería renunciar, y Sam tuvo que darle crédito por


eso. Aun así, era importante que entendiera.

‒Es tiempo de dejarlo ir, ‒ dijo Sam suavemente.

‒Él ya no te quiere más, Adam.

‒El nunca me deseó, ‒ dijo el, tranquilamente.

‒Siempre fue Jules. Siempre.

‒ ¿Quieres darle a Robin un regalo de matrimonio?- le


preguntó Sam.

‒Escríbele una nota a Jules y cuéntale eso. Y luego dales el


adiós a ambos.

423
***

R obin cerró y puso el cerrojo en la puerta detrás de Sam y


Adam.
Jules se había sentado en la cama de ambos, una imagen de
tensión.

‒ ¿Por qué no dijiste algo?- le preguntó Robin.

Jules sólo sacudió la cabeza.

‒Sabes, estaba empezando a pensar que no estabas


interesado, ‒ dijo Robin, y Jules levantó la mirada hacia él, con
horrorizada incredulidad en sus ojos.

Aun así, el continuó.

‒Yo lo pensaba. Pensé…tal vez tú no creías que Tierra de


Sombras era un proyecto que no iba a llegar a ninguna parte,
que, no se, yo estaba tal vez perdiendo mi tiempo o…

‒No, ‒ dijo Jules.

Y ahora sus ojos estaban llenos de lágrimas.

‒Dios, Robin, lo siento mucho.

‒Cada vez que yo hablaba sobre esto, era como si tú te


desconectabas, ‒ dijo Robin.

424
‒Pensé que tu simplemente no querías decirme que yo no era
lo suficientemente bueno…

‒Yo vi la promoción que trajiste a casa-, lo interrumpió Jules.

‒Era increíble. Tú eres increíble. Pero…Adam estaba en lo


cierto. Fue… realmente duro para mí observarlo. Verte a ti…
Se que estás actuando, pero…

‒ ¿Tú?‒ dijo Robin.

‒¿Realmente lo entiendes?

Su maleta de cuero estaba al lado de su mesita de noche, y


comenzó a rebuscar en ella, buscando el DVD que había
traído a casa sólo unos días atrás.
Lo encontró, abrió el reproductor de DVD y encendió la TV.

‒Oh, Dios, ‒ dijo Jules.

‒Por favor no hagamos esto ahora.

Robin cerró el compartimento del DVD.

‒ ¿Cuándo quieres hacerlo, Jules?

‒Nunca, ‒ admitió Jules.

‒No quiero hacerlo nunca.

Jesús, ¿mirar esto lo iba a molestar tanto?


Robin tragó fuerte para pasar el nudo en su garganta.

425
‒Sabes, si tú no confías en mí, tal vez no deberíamos
casarnos.

Jules estaba callado, y Robin sintió una llamarada de pánico.

‒¿Quieres que renuncie? le preguntó.

‒Porque lo haré. Sólo aceptaré roles que sean…

‒No, no quiero que renuncies.

Jules respiró hondo, lo miró, y dijo,

‒Pon el DVD. Tan sólo. . ayúdame a entender, ¿de acuerdo?

Y nada más así, en una revelación repentina, en un destello de


intuición que fue cegadoramente claro, Robin se dio cuenta de
que Adam había dejado fuera la parte más importante de su
observación sobre los celos y la posesividad de Jules. Por
supuesto era completamente posible que Adam, quién no era
particularmente un pensador profundo, nunca se lo hubiera
imaginado.
Sí, Jules era posesivo, y sí, el se ponía celoso bastante
fácilmente.
Pero él se odiaba por eso.
Este hombre, que se sentía tan bien consigo mismo sobre todo
lo demás en su vida, no se sentía bien con esto.

‒ ¿Sabes lo que pienso cuando te pones celoso?

Le dijo Robin.

426
‒Pienso, guau, el es un poco intenso, pero eso está bien,
porque hay una cosa de la que nunca dudaré y esa es cuánto
me amas realmente.

Encontró el control remoto y se sentó en la cama al lado de


Jules.

‒ ¿Sabes lo que realmente amo?

Una vez más el no esperó a que Jules contestara.

‒Cuando estamos caminando y pones tu mano en mi espalda,


justo aquí.

Él movió la mano de Jules hacia ese punto, en la parte baja de


su espalda.

‒Es un movimiento tan posesivo, es sutil, pero es tan claro.


Justo como el lenguaje corporal que usas cuando estás
conmigo. Probablemente ni siquiera sabes que lo haces, pero
tú haces todo, excepto orinar, en un círculo a mi alrededor,
cercando tu territorio.

‒Oh, Dios, ‒ dijo Jules, haciendo una mueca de dolor.

‒ ¿Lo hago?

‒No pongas esa cara-, lo regañó Robin.

‒Escucha lo que te estoy diciendo. Lo amo, ¿no lo entiendes?


Yo amo mucho lo que tú haces.

Jules no se veía convencido, así que Robin trató de decírselo


de diferente manera.

427
‒Por favor, para de castigarte a ti mismo por hacer algo que yo
encuentro increíblemente atractivo.

Tal vez era el momento para alguna ayuda visual.


El presionó el botón y el DVD comenzó con una secuencia de
los créditos que el equipo de magos de la edición de Art ya
había acompañado con música. Después de unas cuantas
tomas de Boston, la cámara se enfocó en Joe Laughlin y sus
amigos, caminando por la calle.

‒Ese no soy yo, ‒ dijo Robin.

‒ ¿De acuerdo? Ese es Joe. Yo no camino así.

Le echó un vistazo a Jules que estaba observando la pantalla.

‒Pero tú lo haces.

La escena cambió a Joe en su dormitorio, la secuencia de la


rasgadura de la camisa, y Robin puso pausa.

‒Esto puede…parecer familiar,‒ dijo él. ‒Pero una


vez más, chico, ese no soy yo. Mira la cara de Joe. Él
realmente no desea a ninguno de esos tipos. Él te desea a ti,
bueno, su versión de ti. Él tiene a un Jules propio. Hay un
personaje, Tommy, de quien Joe está enamorado, y lo ha
estado por años. Pero él no puede tener a Tommy a menos
que salga del closet, y Joe no va a salir nunca. Y ahora
Tommy esta con alguien más…y Joe es totalmente miserable.

—Cuando viniste a casa esa noche, ‒ dijo Jules, ‒después de


filmar esas escenas…

‒Sí, ‒ dijo Robin.

428
‒Como que traje a Joe conmigo. Algunas veces lucho para
dejar el personaje atrás. Solía beber para eso, tú sabes, sacar
el personaje de mi sistema, pero ahora he descubierto que
funciona el… bueno, tú podrías pensar de esto como el
reverso de la maldición de Ángel, ¿tú sabes, de Buffy? En vez
de volverse un monstruo después de ese momento de
verdadera felicidad, yo pierdo a mi monstruo. Gracias a Dios.
Para ser honesto, representar a Joe es algo difícil. Es la vida
que yo no escogí, el camino que no tomé. Es un maravilloso
rol como actor, pero, chico, no hay un día que pase en el que
no agradezco a mi poder superior que la vida de Joe no es mi
camino.

Él puso otra vez el DVD en reproducir, y lo vieron correr.

‒ Ese no soy yo-, siguió diciendo Robin.

‒Esto no soy yo.

Y finalmente Jules asintió.

‒Sí, lo veo.

‒ ¿Estas diciendo eso sólo para que apague el DVD?

El se rió.

‒No. Esto es raro. Ese eres tú, pero no lo eres. Es…

‒ ¿Extrañamente familiar?- Preguntó Robin, y Jules volvió a


asentir.

‒Eso es porque estoy canalizándote a ti. Joe es más tú que yo.

429
Jules obviamente no entendía.

‒Ves, Joe es realmente alpha, ‒ explicó Robin.

‒Como tú. Todo el mundo siempre me está comparando con


Joe, porque las similitudes en la superficie son tan obvias. Sí,
si yo no hubiera salido e ido a rehabilitación, pero por la
gracia de Dios, yada, yada … Pero realmente, estoy
representando a Joe como si tú hubieras decidido ser un actor
y quisieras ser un actor. Si tú no hubieras tenido los padres
que tuviste… Jules, Joe es un oscuro alter ego tuyo. Cuando
lo estoy representando y estoy en el personaje, es como si una
parte tuya estuviera allí, dentro de mí. Y cuando no estoy en el
personaje, estoy pensando en ti, en cómo te moverías o
reaccionarías. Yo paso mis días pensando en ti
constantemente, y… yo debería haber visto lo que estaba
sucediendo. Yo debería haberme dado cuenta, y lamento no
haberlo hecho.

‒Yo soy el idiota, ‒ dijo Jules.

‒Yo debería haber sido capaz de admitir…

‒ ¿Sabes lo que tú haces que realmente me hace enfadar? ‒


dijo Robin.

‒Te castigas a ti mismo por no ser perfecto. ¿Sabes cuán


totalmente jodido estaría yo si fueras perfecto? Porque
entonces yo tendría que ser perfecto también, y no sólo no soy
perfecto, sino que no hay posibilidad de que alguna vez pueda
lograr la perfección, así que…

El DVD había llegado a su fin, y Robin apagó la TV.

430
‒Si tú quieres, te llevaré al estudio-, le dijo a Jules, ‒y te
mostraré exactamente cómo filmamos las escenas íntimas. El
proceso no se parece en nada al producto final. Hay cuarenta
personas en el set, y la dirección es… puede ser bastante
divertido. Es difícil permanecer en el personaje y no sólo
reírte. Pienso que si vieras la manera en que es realizado, te
podría ser de ayuda. Verías cómo la música y la edición crean
mucho del ambiente del corte final.

Jules asintió.

‒Me gustaría eso.

‒Y la próxima vez que venga a casa metido en el personaje‒


dijo Robin, ‒ presta atención a la manera en que te miro.
Porque esa es la manera en que tú me miras todo el tiempo. Y
sí, es posesiva. Pero eso es lo que lo hace tan sensual como
el infierno. Alguien te dijo una vez que eso era algo malo, el
que seas tan posesivo, y tal vez lo era, para ellos. Pero chico,
en realidad funciona para mí, porque era en serio lo que te dije
esa primera noche que hicimos el amor. Yo soy tuyo.

Jules lo miró, y Robin pudo ver que finalmente lo había


comprendido. Pero aun así, lo volvió a decir, y sabía que
podría decirlo a menudo, sólo para hacerle recordar a Jules.

‒Amo ser tuyo.

Jules sonrió.

‒ ¿Te casarás conmigo?- Le preguntó.

El corazón de Robin se le subió a la garganta mientras le


devolvía la sonrisa mirando los hermosos ojos de su pareja.

431
‒Es gracioso que tuvieras que preguntarlo. Está en lo alto de
mi lista de las cosas por hacer para mañana.

***

L a llamada llegó después de que Adam hiciera su


declaración al detective de la policía.
Él se estaba preparando para salir al frío con sólo su ligera
casaca puesta. No le quedaba mucho crédito en su tarjeta, así
que iba a caminar a la estación más cercana de trenes y tomar
un tren al Aeropuerto Logan.
El Vaquero Sam ya lo había ayudado a reservar un vuelo,
tenía que salir ya, o iba a llegar tarde. Pero se detuvo cuando
escuchó la algarabía que venía de la cocina, y con el ruido
vino la noticia de que Will Schroeder había salido de cirugía
con buen pronóstico.
Él iba a ponerse bien.
Gracias Dios.
Adam se quedó parado en el vestíbulo de esta hermosa casa
que Robin compartía con Jules.
No pudo dejar de mirar hacia arriba de las escaleras.
Ninguno de ellos había bajado desde que él había estado allá
arriba con Sam, como una hora atrás.

‒Les diré que te despediste de ellos, ‒ dijo Sam ahora, aun


siguiéndolo a todas partes.

‒Gracias. Escribí esa nota, ‒ dijo Adam.

‒Puedes leerla primero si quieres.

432
‒Lo haré

Y todavía dudaba.

‒Él es realmente feliz con Jules-, le recordó Sam.

‒Sí, ‒ dijo Adam. ‒Lo se.

‒ ¿Seguro que no quieres que te lleve al Logan?- le preguntó


Sam.

‒No, ‒dijo Adam.

‒Tú deberías estar aquí en caso de que Jules te necesite.


Padrino.

‒Permanece alejado de ellos, ‒ dijo Sam, no de manera


desagradable, ‒o te voy joder.

‒Ostras, ‒ dijo Adam.

‒Casi me provocas un ataque al corazón, hasta que añadiste


lo último.

Sam exhaló su disgustada exasperación.

‒Adiós, Adam.

Abrió la puerta y lo empujó al porche.


La puerta se cerró detrás de él, y Adam metió sus manos en
los bolsillos y bajó los escalones.
Había un grupo de SEALs parados en la acera del frente, y
cuando el pasó, uno de ellos dijo;

433
‒Hey, ¿tu eres ese actor, verdad? Mierda, no recuerdo tu
nombre, pero me encantaste en El Héroe Americano.

‒Gracias, ‒ dijo Adam, pero no dejó de caminar, porque Cristo,


todo lo que necesitaba para hacer su día perfecto era que le
diera la lata por ser gay uno de esos grupos de corte de pelo
militar, sin cuellos.

Pero el SEAL interesado en las películas se separó de los


demás, trotando ligeramente para darle alcance, y luego
emparejó sus pasos con los de Adam.

‒Estuviste increíble en Luna de Memphis también.

‒Gracias.

Adam aumentó la velocidad de sus pasos, pero el SEAL era


más alto, y fácilmente se emparejó con el.

Así que Adam se detuvo en la esquina, bajo la luz del farol.

‒Mira, si vas a…

‒También me encantó Día Nevado. Quiero decir, sí, fue


liviano, pero tú estuviste increíble.

Él era realmente un muchacho, empezando los veintes, linda


sonrisa, atractivo en la manera de alguien nacido y criado en
Kansas.
Adam lo miró, y el muchacho le sostuvo la mirada. Y se la
sostuvo. El tenía ojos azules. Ojos muy, muy azules. Pero,
mierda, era joven.

‒Soy Tony, ‒ dijo él.

434
‒Sí, bueno, yo soy un problema-, le dijo Adam.

Tony se rió de eso.


En verdad tenía hoyuelos.

‒Soy un SEAL-, le dijo a Adam con un encogimiento de


hombros.

‒Me gustan los problemas.

Hey ahora, como Robin habría dicho.

‒ ¿Es Adam, verdad? Tony recordó su nombre.

‒Wyndham.

Adam asintió.

‒Estoy algo así como…cuidando un corazón roto, ‒ admitió el.

Tony asintió. Pero sacó un lapicero de su bolsillo, tomó la


mano de Adam, y escribió allí su número telefónico, justo en la
palma.

‒Dame una llamada si se remienda.

El guardó su lapicero en el bolsillo, dándole otra de esas


sonrisas asesinas.

‒Y en caso de que tengas alguna duda de cuánto me gustan


los problemas, estoy muy seguro de que acabo de
demostrarles a mis compañeros de equipo que salí del closet.

435
Él caminó hacia atrás, moviéndose hacia esos compañeros de
equipo, mirando hacia Adam y sonriendo todo el rato.
Era difícil no devolverle la sonrisa, y cuando finalmente
Adam se dirigió hacia la estación de trenes, incluso se rió.

¿Qué era lo que el Vaquero Sam había dicho?


Tiempo de seguir adelante.
Sí.
Si ponía su mente en ello, él quizás podía imaginarse haciendo
eso.

436
SEPTIMA PARTE

_RUIDO ALEGRE_

SÁBADO, DICIEMBRE 15 BOSTON, MASSACHUSETTS

R obin se estaba sintiendo un poco mareado.


Él y Jules se habían levantado lo suficientemente temprano
para desayunar, pero él sólo le había dado unos cuantos
mordiscos a su panecillo Inglés.
Todo lo que había querido hacer era avanzar rápido hasta las
once de la mañana, a ese momento en el que estarían ante el
altar de la iglesia diciendo sus votos.
Probablemente debería haber comido más.

‒ ¿Estás bien?- le preguntó Jules mientras se dirigían a la


iglesia en la limosina, enlazando con su mano cálida los dedos
de Robin.

‒Sí, ‒ dijo Robin.

‒Simplemente…me estoy maravillando ante el hecho de que


finalmente es hoy, ¿sabes?

Jules sonrió.

437
‒Sí. Así es.

‒¿Tú…tienes algunas dudas?

Robin estuvo a punto de preguntarle pero, mierda, el móvil de


Jules comenzó a sonar.
Jules lo miró, esperando para contestar, pero Robin sacudió la
cabeza.

‒Será mejor que tu…

Ese era un mal comienzo, pero Jules había querido


asegurarse de estar a mano para hablar con el jefe del
Servicio Secreto. Y efectivamente, había un problema
potencial con los asientos del Presidente y la Sra. Bryant.

‒Acabamos de llegar a la iglesia, ‒ dijo Jules al teléfono.

‒ Estaré dentro en treinta segundos.

‒Tú vas a apagar eso durante la ceremonia,‒ dijo Robin.

‒ Por favor, di que sí.

‒Oh, sí.

Jules se rió.

‒No solamente estará apagado, sino que no lo tendré


conmigo. No quiero que Mario me ataje en mi camino por el
pasillo.
El diseñador de vestuario de Art Urban les había obsequiado
smokings hechos a mano.

438
Robin nunca había usado un smoking que le entallara tan bien
o que se viera tan pecadoramente bien.
Pero, “Ni billeteras, ni móviles,” Mario les había ordenado
severamente antes de comenzar a despotricar sobre los
hombres americanos que se llenaban los bolsillos de cosas y
luego se sorprendían de que sus trajes no tuvieran una buena
línea.

‒Puedes ponerlo en mi bolsa.

Robin ya había puesto su propio móvil en su bolsa, ya que


necesitaba tenerla de cualquier manera, para llevar el…

‒Mierda.

‒ ¿Qué? ‒preguntó Jules.

‒Nada. Está bien.

No podía creerlo. Había dejado parte de su regalo para Jules


en casa. Pero luego sí podía creerlo, porque él siempre se
olvidaba de las cosas cuando se saltaba el desayuno.

‒Tengo que apresurarme a entrar-, le dijo Jules, dándole un


rápido beso.

Robin lo agarró del brazo, y lo besó a fondo porque una vez


que estuvieran dentro, Sam y Alyssa iban a agarrar a Jules, y
Janey y Cos iban a agarrar a Robin. Ellos los llevarían a
habitaciones separadas para esperar, fuera de la
vista, a los invitados por llegar.
Robin no iba a ver a Jules nuevamente hasta que se
encontraran en la parte de atrás de la iglesia, para caminar con
la mamá de Jules a través del pasillo hacia el altar.

439
Pero entonces tuvo que sonreír, porque en verdad ya era
cuestión de unos minutos ahora.
Menos de una hora hasta que la majestuosa música del
órgano empezara a tocar.
Una vez él había estado dos años sin ver a Jules, debido a su
propia estupidez y temor.
En retrospectiva, no parecía posible que hubiera sobrevivido
dos largos y tristes años sin Jules. Especialmente cuando en
estos días, el estar separado de él muchas horas lo producía
ansiedad.
Robin lo volvió a besar, y Jules le sonrió, con el corazón en los
ojos.

‒Ve-, le dijo Robin a su pareja.

‒Estaré justo detrás de ti.

El observó a Jules apresurarse por los escalones para entrar a


la iglesia, y entonces presionó el botón del intercomunicador
que le permitía hablarle al chofer.

‒Hey, Pete, ¿necesitas recoger a alguien más?- le preguntó


Robin.

El podía oír el ruido del papel, páginas siendo pasadas,


mientras el chofer revisaba su programa.

‒No, señor-, le contestó.

‒Se supone que esté a mano para emergencias, pero además


de eso, sólo tengo que sentarme y esperar hasta que usted y
el Sr. Cassidy salgan de la iglesia, después de la ceremonia.

Robin le echó un vistazo a su reloj.

440
Pasaban dos minutos de las diez.

‒Dejé algo en casa, ‒ dijo él.

‒ ¿Cuánto tiempo crees que tome un viaje de ida y vuelta allí?

‒ ¿A esta hora del día? Doce minutos, ‒ dijo Pete.

‒Quince a lo sumo.

‒Hagámoslo-, decidió Robin.

El estaría de regreso antes de que siquiera alguien se diera


cuenta de que se había ido.

***

M aggie no quería ir a la boda.


Will había hablado con ella por teléfono, y ella prefería ir al
hospital a quedarse con él en vez de ir a la boda.
Dolphina, que había estado sentada junto a él durante toda la
noche, sosteniéndole la mano, la iba a traer.
Dolphina, quien había llorado, o eso dijeron las enfermeras
cuando finalmente le permitieron verlo, después de la cirugía.
Cristo, se sentía nervioso de pensar en verla.
Anoche estaba demasiado sedado para hablar, y cuando
despertó esta mañana, ella había estado dormida, curvada
en la silla al lado de su cama.

441
Él había vuelto a caer en esa especie de sueño loco, inducido
por las drogas, y cuando volvió a despertarse, con la cabeza
más despejada, ella estaba preparándose para irse.

‒Regresaré más tarde,‒ dijo ella, y después de revisar con la


enfermera, para asegurarse de que verdaderamente estaba
mejorando, salió por la puerta.

Ahora, mientras esperaba que regresara con Maggie, Will usó


el control remoto para encender la TV y comenzar a pasar los
canales, deteniéndose en un programa de noticias que
estaban haciendo un especial de noticias de celebridades
hablando de la boda de Robin y Jules.
Estaban pasando la famosa imagen llamada “el beso que fue
oído 'alrededor del mundo'”--tomada desde el helicóptero de
un canal de noticias después de que la estrella de cine había
ayudado a Jules a desbaratar un complot terrorista en
Sarasota, Florida.
En lo que concernía a salir del closet, ese beso hizo volar las
puertas del closet de Robin.
También quedaba claro que tanto Robin como Jules sabían
que el helicóptero los estaba filmando.
Robin sonrió a la cámara, hizo la señal de pulgares arriba, y
luego volvió a besar a Jules.
También mostraron la otra imagen famosa: la entrevista de
Robin afuera del centro de rehabilitación en donde se estaba
registrando. El corto de YouTube, tomado antes del programa
de veintiocho días de Robin, en el cual completamente
borracho, hizo una rutina de barra de equilibrio en la baranda
de un balcón abierto, a doce pisos del suelo…

Dolphina entró cuando estaban pasando ese corto clásico.


Will apagó la TV, pero no antes de que ella lo viera, e hiciera
una mueca de dolor.

442
‒ ¿Están volviendo a mostrarlo, no?‒ preguntó.

‒Oh, sí, ‒ dijo él.

Ella estaba vestida para la boda, y con el pelo recogido hacia


arriba dejando su gracioso cuello al descubierto, parecía
alguna clase de princesa de cuento de hadas.
Una princesa muy cansada.

‒ ¿Cómo estás?

‒ ¿Cómo estás? Ella le devolvió la pregunta.

‒Los rumores dicen que voy a vivir, ‒ dijo Will.

‒Pero el doctor no me dejará salir hasta mañana. Tengo a un


equipo del Globe colocando una cámara web de manera que
pueda ver la boda desde aquí. ¿Maggie trajo mi portátil?
¿Dónde estaba Mags?

‒Sí lo hizo-, le dijo Dolphina.

‒Ella, uh…le pedí que se quedara un rato en la estación de


enfermeras para poder decirte…

Ella se detuvo.
Se aclaró la garganta.
Aquí viene.
El final feliz por el que el había estado orando.
Haber sido disparado había dolido como el infierno, pero si eso
significaba que ahora podría conseguir una segunda
oportunidad con esta mujer increíble, entonces aleluya y
gracias, Jim Jessop.

443
‒Estoy tan aliviada de que estés bien, ‒dijo Dolphina y…
comenzando a llorar.

‒Pensé que ibas a desangrarte hasta morir, justo ahí, y yo no


iba a ser capaz de ayudarte…

‒Hey, ‒ dijo Will.

Ella estaba parada muy lejos de su cama como para que él


pudiera alcanzarla, de manera que agitó el brazo inútilmente.
Pero ella no se movió para acercarse, así que dejó de agitar el
brazo.

‒ Estoy bien. Y tú sí me ayudaste. Solamente saber que


estabas allí conmigo fue algo inmenso.

‒Yo sólo quería asegurarme de que entendieras-, le dijo


Dolphina, mientras se le escapaba una lágrima y bajaba por su
rostro, ‒de que a pesar de lo contenta que estoy de que estés
bien. Eso no cambia nada entre nosotros.

‒ ¿Qué?

Will se giró para mirar por la ventana, porque estaba muy


sorprendido.
Y desilusionado.
Y, francamente, perturbado.

‒Oh, ‒ dijo él, porque alguien tenía que decir algo.

Y decir, 'No es justo. Esta no es la forma en que sucede en las


películas, cuando yo casi muero, se supone que tu te dieras
cuenta de cuánto me amas', sin duda eso no iba a ser así.

444
‒Lo siento, ‒ dijo ella suavemente.

‒Sí, ‒ dijo él.

‒Yo también.

‒Somos demasiado diferentes-, le dijo ella.

‒No estoy de acuerdo, yo pienso…

Ella lo cortó, terminando por el.

‒Que estoy asustada. Sí, lo estoy. Tienes razón. Lo admitiré.


Yo entregué mi corazón una vez, y…no voy a permitirme a
mí misma volver a ser herida de esa manera. No lo puedo
hacer.

‒De manera que… ¿sólo te sientas toda la noche, en el


hospital, con gente por la que particularmente no das ni un
carajo?- Le preguntó Will.

Dolphina no tenía una respuesta para eso.


Ella sólo se dio la vuelta.

‒Tengo que irme.

Genial.
Huye.
Él la observó mientras ella fue hacia la puerta para llamar a
Maggie.

‒Oh. Estabas justo aquí. Gracias por… Puedes entrar ahora.

445
‒Felicita a Robin y a Jules por mí, ‒ dijo Will, y Dolphina se
volvió para mirarlo.

Ella tenía la expresión más rara en la cara, como si no lo


hubiera entendido.
El trató nuevamente.

‒Diles a Robin y a Jules…

‒Bien.‒ dijo ella.

‒Lo haré.

Will no podía obligarse a sí mismo a mirar a Maggie, cuando


Dolphina desaparecía por el pasillo.
Su sobrina se quedó atípicamente silenciosa por un largo rato,
pero luego ella dijo;

‒ ¿Quieres que yo, como que, te deje para que puedas llorar?

Will forzó una risa.

‒ ¿Escuchaste eso, no?

Ella asintió, mirándolo comprensivamente.

‒Lo siento. Ella era agradable.

‒Sí, ‒ dijo Will.

‒Lo era.

Maggie lo besó en la coronilla mientras ponía una caja de


toallitas de papel sobre su bandeja.

446
‒No voy a llorar-, le dijo a ella, y aun así, ahí estaba él,
mirando hacia la ventana, teniendo que parpadear un montón.

‒ De acuerdo-, ella hizo como que lo creía mientras se dirigía a


la puerta.

‒Yo sólo… iré a conseguirnos algo de la máquina


expendedora.

‒Gracias, chiquilla, ‒ dijo Will.

Ella se detuvo y lo miró desde la puerta, y en ese instante, se


veía exactamente igual que su hermana, cuando Arlene tenía
la edad de Maggie.

‒Mamá dice que está bien llorar-, le dijo a él.

‒Pero si deseas realmente algo, entonces necesitas sonarte la


nariz, levantarte y prepararte para trabajar por ello, tienes que
desearlo, y tienes que ganártelo.

Ella desapareció por el pasadizo y Will miró las toallitas que le


había dejado.
Él podía sentarse aquí, llorando.
O podía ponerse a trabajar.
Se sonó la nariz, luego retiró las sábanas y sacó las piernas
fuera de la cama.

***

447
J ules primero se dio cuenta de que había un problema
cuando salió del servicio de hombres para ver que Cosmo
había llevado a Sam a un lado.
Los dos hombres estaban hablando en voz baja, y aunque no
estuvieran exactamente frunciendo el ceño, tampoco estaban
sonriendo.

‒ ¿Qué sucede?‒ preguntó Jules.

‒Estoy seguro de que Robin está en algún lugar por aquí,‒ dijo
Cosmo.

‒Sólo estamos… teniendo un pequeño problema tratando de


localizarlo.

‒El vino conmigo-, les dijo Jules.

‒En la limo.

Sacó su móvil y pulsó el marcado rápido para Robin, mientras


le echaba un vistazo a su reloj.

‒Llegamos aquí hace treinta minutos.

‒Él no está contestando-, Sam ya tenía su propio teléfono en


la oreja.

‒Consigamos más gente para que lo busquen, tratemos de


averiguar quién fue el ultimo que lo vio. Pero discretamente-, le
ordenó a Cosmo, quien asintió y se dirigió hacia la iglesia por
el pasillo.

448
Mientras tanto, Jules fue transferido al buzón de voz de Robin.

‒ ¿Robin, dónde estás? Llámame.

Él miró a Sam, quien también lo estaba mirando a el.

‒No pienses eso-, lo regañó Jules.

‒No estoy pensando nada-, protestó Sam.

‒Nosotros hablamos, ‒ dijo Jules.

‒Robin y yo. Acerca… de todo.

La presencia de Adam, a pesar de haber sido desagradable,


había provocado finalmente la conversación que Jules y Robin
habían necesitado tener. Y Jules había dormido mejor esa
noche de lo que había dormido en semanas.

‒Adam tomó el avión a Los Ángeles-, explicó Sam.

‒Yo lo comprobé.

‒No voy a contestar a eso, ‒ dijo Jules tensamente, ‒porque la


implicación…

‒Sólo estoy diciendo-, le dijo Sam.

‒Bueno, no necesitabas hacerlo.

‒ ¿De manera que Robin esta AWOL (ausente sin permiso) y


yo sólo debería quedarme aquí parado y contarte lo que se?‒
contraatacó Sam.

449
Jules respiró hondo.

‒Lo siento, ‒ dijo el.

‒Tienes razón. ¿Podrías por favor… sólo encontrar a Alyssa y


ayudarme a buscar a Robin?

Volvió a llamar a Robin.

***

E l móvil de Robin sonó.


Y entonces volvió a sonar.
Y otra vez.
El tono de llamada de Sam, el tema de Bob Esponja
Pantalones Cuadrados. El de Cosmo, el tema de La Isla de
Gilligan. El de Jules, el tema de Buffy.
Robin revisó los armarios de su perfecto, recientemente
renovado cuarto de baño principal, buscando un destornillador,
cuando su móvil sonó desde las profundidades de su bolsa, la
cual estaba en la otra habitación, sobre la cama.
Buffy otra vez.
Más Buffy.
Había regresado a la casa hacía unos cuantos minutos sólo
para encontrar que las madres de Jules y de Cosmo estaban
decorando el lugar con coronas y guirnaldas y montones de
maravillosas poinsetias.

450
Listones de Navidad de un rico y profundo rojo colgaban a los
largo de la barandilla de la escalera y estaban atadas a las
balaustradas.
Eso era tan hermoso, y obviamente significaba que iba a ser
una sorpresa.
Ellas ya estaban por terminar en la cocina, así que Robin subió
corriendo los escalones hacia el dormitorio, esperando que
pudiera coger lo que se había olvidado, su regalo de bodas
para Jules, sin que ellas supieran que alguna vez el estuvo allí.
Pero cuando abrió la puerta del dormitorio, descubrió que ellas
también habían estado allí.
La ropa de cama había sido reemplazada por un maravilloso
edredón blanco como la nieve, y las sábanas debían haber
tenido un conteo de hilos de cuatro millones.
Había rosas rojo sangre por todas partes, y velas también.
Ellas también habían dejado una de esas cajas de fósforos
extra largos para poder encender las velas más fácilmente.
Había muérdago, como si ellos lo fueran a necesitar, colgando
del ventilador del techo.
Todo estaba tan hermoso, y tan dulcemente romántico, que
Robin no pudo soportarlo.
Comenzó a llorar.
Todo ese cuidado y esfuerzo hablaba a voces del amor y la
aceptación de la madre de Jules por su hijo, sin mencionar la
generosidad de la madre de Cosmo.
Estaba impresionado por la disposición de Lois Richter para
ayudar de esa manera, tomando entusiastamente el rol de la
madre amorosa que Robin nunca había tenido.
Sus lágrimas fueron su ruina.
Cogió el estuche del CD que había escondido en su mesita de
noche, metiéndolo luego en su bolsa.
Y después había entrado al cuarto de baño para echarse
cuidadosamente agua a la cara y buscar sus gotas para ojos,

451
de manera que no se presentara en la iglesia con los ojos
rojos.
Había cerrado la puerta para que las dos madres no lo
pudieran oír. Hizo sus necesidades mientras esperaba que las
gotas actuaran. Se lavó las manos, se miró al espejo para
comprobar que sus ojos ya no estaban rojos, se dirigió a la
puerta, agarró y tiró… y el pomo se salió quedando en sus
manos.
¡Pum!
El pomo del otro lado cayó en el suelo del dormitorio,
llevándose el mecanismo consigo.
No.
Oh, no. No, no.
Pero sí.
Robin estaba, sin ninguna duda, encerrado en el cuarto de
baño.
El gritó, pero era demasiado tarde.
Escuchó el sistema de alarma activarse, y corrió hacia la
ventana del baño y la abrió, pero, mierda, como estaba en el
segundo piso, no estaba cableada al sistema.
Robin podía ver el camino de entrada, ver la limo estacionada
allí.
Pero Pete, el chofer, estaba dentro de la limo.
Estaba de cara a la calle, y no podría ver a Robin, incluso en
su espejo retrovisor.
Pero entonces…

‒ ¡Hey!

Robin gritó mientras las dos mujeres se apresuraban hacia el


auto que las esperaba.

‒ ¡Lois! ¡Linda!

452
Pero ellas no lo escucharon.
El siguió gritando, pero ellas no miraron hacia arriba.
Simplemente subieron a la limo y cerraron las puertas.
De acuerdo.
Vamos, Pete.
Haz la pregunta.
¿Dónde está Robin?
Efectivamente, la limo no se movió.
Vamos, Pete. Vamos, vamos.
Pero mientras Robin observaba consternado, la limo salió del
camino de entrada.
Y él sabía exactamente cómo había sido la conversación.
Pete: ¿ Dónde está Robin?
Las mamás: Oh, el se fue a la iglesia en una limo diferente.
Pete: ¿Se fue? ¿Están seguras?
Las mamás: Muy seguras. Necesitamos llegar a la iglesia
inmediatamente, estamos saliendo un poco tarde.
Pete: (comenzando a conducir) Okay…
Robin: (observando desde la ventana) Estoy tan totalmente
jodido.

***

E ra obvio para Dolphina que Jules estaba comenzando


realmente a preocuparse.

‒ ¿Puedo traerte algo?- le preguntó, y él forzó una sonrisa.

453
‒Si pudieras traerme a Robin, eso sería verdaderamente
agradable-, le dijo a ella.

Ella también sonrió, tratando de darle seguridad.

‒Estoy segura de que el sólo… encontró algún lugar tranquilo


para tomar un profundo respiro.

Jules había estado al teléfono por algún tiempo, hablando con


los detectives a cargo de la investigación de Jim Jessop. Toda
la evidencia que habían encontrado apoyaba la teoría de que
Jessop no era parte de algún tipo de conspiración. Sólo era un
hombre muy solitario, mentalmente trastornado, cuya madre
había fallecido recientemente y el había dejado de tomar su
medicación.
No tenía una novia o un hermano igualmente desbalanceado.
No tenía amigos, y aparentemente se había mantenido
completamente aislado en su trabajo.
Aun así, estaba claro que el acto de desaparición de Robin
estaba asustando a Jules.
El también se estaba pateando a sí mismo por no mantener un
nivel más alto de seguridad, por no esperar a que Robin
entrara con él a la iglesia.
Dolphina sabía que Jules estaba a un paso de pedir una
búsqueda masiva y equipos de rescate, y que aseguraran la
escena.
Sam y Cosmo, sin embargo, estaban haciendo su pequeña
búsqueda propia. Ellos habían mandado a los hombres de
SEAL Equipo 16, quienes lucían resplandecientes en sus
uniformes de la Marina, a registrar los bares en un radio de
varias manzanas.
Fue el SEAL llamado Izzy Zanella quien hizo volar el estado
encubierto de la pequeña operación.
Estaba coordinando la búsqueda con un mapa de bolsillo de

454
Boston y su móvil, y asomó la cabeza en la habitación donde
Jules esperaba impacientemente.
Cosmo y Sam acababan de llegar tratando de pensar en
donde seguir buscando.

‒El no está en el Ritz, ‒ reportó Izzy a Sam, y Jules, por


supuesto, lo escuchó.

‒ ¿Por que tendría que estar Robin en el Ritz?‒ preguntó


Jules, y Sam no le contestó inmediatamente.

Estaba claramente tratando de hallar las palabras correctas.

‒En el bar del Ritz.

Jules lo entendió sin la ayuda de Sam y se puso furioso.

‒¡Vete a la mierda!

El miró a Cosmo.

‒Y tu también. ¿No tenéis ninguna fe en él?

Los dos hombres intercambiaron una mirada, y Dolphina sabía


lo que estaban pensando, porque ella también lo estaba
pensando.
La fe existía, pero también el sentido común.
Ella todavía recordaba la pre-rehabilitación de Robin, y sabía
que Jules también podía recordarla.
Era difícil no hacerlo con ese corto de YouTube saliendo en las
noticias cada vez que uno se daba la vuelta.

‒Si estuvieras llevando a cabo esta búsqueda, habrías dado la


orden de revisar los bares también-, le dijo Sam con calma.

455
Pero Jules sacudió la cabeza.

‒No, ‒ dijo él, absolutamente.

‒No.

Estaba claro para Dolphina que él tenía la suficiente fe en


Robin por todos ellos.
Pero querido Dios, que riesgo estaba tomando él estando en
esta relación.
La enormidad de esto cogió a Dolphina con la guardia baja, y
se tuvo que sentar.
Todo el mundo, todos-, los que estaban ayudando a buscar a
Robin abrigaban el temor de que la estrella de cine podría
haber trastabillado bajo la intensa presión del día.
Era natural pensarlo, “Oh, Robin resbaló. Debe de estar
bebiendo otra vez”.
Pero de alguna manera Jules estaba más allá de eso.
El tenía fe en Robin.
Confiaba completamente en él.
Lo que significaba que si Robin había caído, Jules estaría
aplastado. Pero a pesar de ese riesgo, Jules lo amaba con
todo su corazón.
Y Robin, el también amaba a Jules. A pesar de saber los
peligros del trabajo de Jules. A pesar de la realidad de que
pudiera perder a Jules, cualquier día, y en cualquier hora dada.
Y aquí estaba sentada Dolphina, demasiado temerosa de
siquiera considerar darse un oportunidad con un hombre que
ella creía que la amaba de verdad.
Un hombre que había admitido que había cometido errores,
que tomaba la responsabilidad de sus malas acciones, quien
se había disculpado, sinceramente.
Un hombre que era lo suficientemente valiente para darse otra
oportunidad después de haber sido herido tanto.

456
Un hombre que quería aprender a ser un jugador de equipo
otra vez…
No cabía duda sobre esto, ella era una cobarde.

‒He estado tratando de repetirme la conversación que tuvimos


en la limo-, le estaba diciendo Jules a Sam.

‒Había algo que el… dijo o hizo, y simplemente no puedo


recordarlo.

‒Trata de recordar en retroceso-, le sugirió Cosmo.

‒Tú entraste a la iglesia. Caminaste hacia la iglesia…

‒Como que corrí, ‒ dijo Jules.

‒Subiendo las escaleras.

‒Saliste de la limo-, lo estimuló Cosmo.

Jules asintió.

‒El me besó, le dije que lo amaba, dijo que estaría justo detrás
de mí… recibí una llamada telefónica acerca del Presidente,
tenía que tomar la llamada y el no estaba muy contento con el
hecho de que yo tuviera mi móvil, pero estaba bromeando
sobre eso. Me dijo que podía ponerlo en su bolsa, y
entonces…

Jules se rió.

‒El dijo “mierda”.

Jules salió de la habitación, como si lo que acababa de decir,

457
Robin dijo mierda, realmente significara algo importante.
Cosmo y Sam estaban justo detrás de el, claramente
perplejos, mientras Dolphina también los seguía.

‒ ¿Adónde vas? le preguntó ella.

‒A casa-, le dijo él.

‒Robin fue a casa por algo que olvidó.

‒ ¿Qué?

‒Diles al trío de violines que sigan tocando, ‒ ordenó Jules.

‒Diles que sigan en sus puestos.

Tomó la ruta más rápida hacia la parte delantera del edificio,


donde las limos estaban esperando, justo bajo el pasillo central
de la atestada iglesia.
Estaba creando una conmoción, pero claramente a él le
importaba un carajo.

‒ ¡Ahora vuelvo!

‒Voy a ir con él-, le dijo Sam a Cosmo y Dolphina, y se marchó


detrás de Jules.

***

458
D espués de vivir por meses con un juego completo de
herramientas, incluyendo un taladro y una lijadora, en el cuarto
de baño principal, ¿cómo era posible que no hubieran dejado
ni siquiera un pequeño destornillador?
Pero aparentemente, eso había sucedido.
Robin estaba encerrado en su baño sin las herramientas que
necesitaba para poder salir de allí.
El armario de la ropa blanca guardaba lo que parecía como la
provisión para un año de papel higiénico.
Dolphina había descubierto recientemente Costco, y ya
no compraba nada en cantidades menores a cuatro docenas.
Por supuesto, Robin debería hablar.
Él acababa de comprar veinte nuevas toallas de baño. Pero
todavía no las había lavado, todas estaban abajo en el cuarto
de lavado.
Sin embargo, el había hecho un espacio para ellas en este
armario, lo que significaba que la mayoría de las repisas
estaban vacías.
Cuando estaba moviendo el papel higiénico para ver si había
un destornillador escondido en la parte de atrás del armario, se
dio cuenta de que debería de haber abierto la pantalla de la
ventana y arrojado rollos de papel a la limo que esperaba
abajo, haber captado su atención de esa forma.
En vez de eso, el no había estado pensando lo
suficientemente rápido, y ahora, miró su reloj, eran
veinticinco minutos para las once, si él no actuaba pronto, iba
a llegar tarde a su propia boda.
Sólo Dios sabía que estaría pensando Jules.
Su teléfono volvió a sonar, con el tono familiar de Jules, desde
fuera en el dormitorio.

‒Mierda, ‒ gritó Robin.

459
‒ ¡Mierda! ¡Mierda!

Eso fue algo estúpido, porque cuando dejó de gritar, nada


había cambiado.
Todavía seguía encerrado en su baño.
Las bisagras de la puerta estaban dentro del cuarto con él,
pero los pernos probablemente no habían sido removidos
desde 1865.
Aun así, el les echó un vistazo más de cerca.
Sí, esos no iban a salir, no sin un destornillador y un martillo.
Y la puerta era de madera mahogany sólida, ni hablar de que
el pudiera abrirla de una patada.
Robin volvió a mirar hacia la ventana, abrió la pantalla, sacó la
cabeza hacia afuera y miró abajo.
Era una caída recta hasta el suelo, sin agarraderos para
los pies o las manos que lo ayudaran a bajar o a trepar hacia
el techo. Y ya que la casa tenía techos de una altura de once
pies, la caída al suelo era intimidante.
El bono era la valla de fierro fundido que estaba casi
directamente debajo de la ventana, suministrando una
alternativa de muerte por un cuello roto o muerte por
empalamiento.
Si hubiera tenido sus nuevas toallas de baño, podría haberlas
cortado en tiras y atado unas a otras para hacer una soga.
Después de anclarlas alrededor del inodoro, el podía haber
trepado fuera de la ventana.
La cual ahora Robin cerró y le puso seguro.
Estaba un poco temeroso de que pudiera estar tentado de
tratar de salir de esa manera incluso sin la soga de toallas de
baño.
Regresó a los armarios debajo del lavabo, para volver a hacer
inventario. Abrió también los armarios de las medicinas y todos
los cajones.

460
Además de todo ese papel higiénico, tenía un secador de pelo,
un paquete extra de cepillos de dientes, bolitas de algodón,
cuchillas para afeitarse, removedor de maquillaje, crema para
afeitar, productos para el cuidado del cabello y
humedecedores de piel en una cantidad y variedad
embarazosa, medicinas para el resfrío sin alcohol, gel para
manos antiséptico, desodorante, mmm, eso olía como Jules,
crema protectora solar, tiritas, un cortador de vello de nariz,
tijeras…
Si el fuera un astronauta a bordo del Apolo 13, sin duda usaría
todos estos artículos para construir un cohete acelerador y
volar hacia la Tierra.
Había querido ir al Campo Espacial cuando era un niño, pero
su padre le había dicho que nadie que sacara una B en
ciencias podría llegar a ser alguna vez bienvenido en la NASA.
De manera que seguía atascado en encontrar una ruta más
tradicional para salir de aquí.
Robin miró las tijeras.
Estas eran largas y afiladas, de la variedad para cortar el pelo.
Tal vez…
Le echó un vistazo a las tijeras y a las cuchillas de afeitar y
luego a la perfección prístina de la pared recientemente
parchada y pintada entre la puerta y el inodoro.
Robin se sacó la chaqueta del smoking.
Pensándolo bien, también se sacó los pantalones y la camisa.
Y comenzó a trabajar.

***

E ra posible que Jules estuviera en algo.

461
Mientras se apresuraban de regreso a la casa, Sam tenía a
Alyssa en el teléfono.

‒Ella habló con todos los choferes-, le dijo a Jules.

‒ Un tipo llamado Pete reporta que, si, el los condujo a ti y a


Robin a la iglesia, y sí, llevó a Robin de regreso a la casa para
que recogiera algo, el no sabía que cosa.

Jules sólo asintió.


Mientras se detenían en una luz roja, estaba claro que se
estaba conteniendo a sí mismo para no saltar fuera del coche
y correr el resto del camino.
Sam puso a Alyssa en el altavoz de manera que Jules pudiera
escucharla por sí mismo.

‒Pete me contó que Robin entró a la casa, pero entonces,


unos pocos minutos después, tu madre y Lois Richter salieron,
dijo ella.

‒Ellas insistieron en que Robin ya estaba en la iglesia. Pete


dice que el asumió que Robin salió por la puerta trasera, cogió
otro transporte… Aparentemente, Lois y tu mamá estaban
preocupadas por llegar tarde y Pete cedió a la presión y tomó
el camino de menor resistencia. Mientras tanto, la limo que fue
asignada para recogerlas, a las madres, aun no ha regresado.

Efectivamente, cuando ellos se aproximaron a la casa, la limo


estaba allí, parada delante.

‒Estamos aquí, te llamaré luego-, le dijo Sam a su esposa.

Jules estaba fuera del coche antes de que este se hubiese


detenido, corriendo hacia la puerta del frente.

462
La alarma pitó cuando ellos entraron, y Jules la desactivó.

‒ ¡Robin!- gritó el en el silencio de la casa vacía.

Pero no estaba vacía, porque Robin le contestó con otro grito.

‒ ¡Jules!

Su voz estaba distante, pero definitivamente venía del


segundo piso.

Jules subió los escalones de a dos en dos, con Sam a sus


talones.

‒Oh, mi Dios, ‒ dijo Jules cuando entró al dormitorio.

Sam se paró en seco.


Eso no era un oh, mi Dios lo que había en el piso delante
de ellos.
Esto era una sagrada mierda en la escala completa.
Aparentemente Robin se había quedado encerrado en el
cuarto de baño. El se las había arreglado de alguna manera
para abrir un hueco en la pared, tanto en la pared del baño
como en el yeso del lado del dormitorio.
Estaba en el proceso de emerger de este, aparentemente
desnudo, por lo menos de la cintura para
arriba. Pero no había hecho el hueco lo suficientemente
grande y se había quedado atascado.
Y aun así sus primeras palabras para Jules fueron una
disculpa.

‒Dios, nene, lo siento tanto, ‒ dijo Robin mientras Sam sacaba


su móvil y llamaba a Alyssa.

463
‒Lo tenemos, ‒ reportó el.

‒Sigan en sus sitios, estaremos allá tan pronto como


podamos.

‒ ¿Estás bien?- le preguntó Jules a Robin, riéndose a causa


de su alivio mientras empezaba a…¿desvestirse?

‒Estas puertas de mierda.

Se rió Robin también, pero entonces comenzó a llorar, lo cual,


para sorpresa de Sam, parecía mortificarlo.

‒ Oh, Jules, tenía tanto miedo de que hubieras pensado…

‒Shh, ‒ dijo Jules, mientras se sacaba rápidamente los


pantalones y se acercaba a Robin.
Se arrodilló en el piso y lo besó, y Robin se cogió de él.

‒Cariño, no. Estaba preocupado de que algo malo te hubiera


ocurrido, sí, pero nunca pensé…

Él volvió a besarlo, más tiempo esta vez.


Más profundamente.

‒Ostras. ¿Uh, chicos?‒ dijo Sam.

‒ ¿Como que estoy aquí en la habitación?

‒El Presidente ya está en la iglesia, Starrett-, le dijo Jules, con


un fuerte sarcasmo.

464
‒Y Robin está haciendo en la pared un Winnie the-Pooh-en-el-
árbol de la miel. Así que, sí, pensamos que tendríamos sexo.
Jesús. Si vas a ayudar, será mejor que te quites el smoking.

Y Sam se dio cuenta de que Robin estaba cubierto con polvo


de yeso fino y blanco. Este estaba por todas partes, en su
pelo, en sus brazos y hombros.
También estaba por todo el suelo.

‒ ¿Puedes volver a meterte en el baño?- le preguntó Jules a


Robin.

‒Creo que sí,‒ dijo él, secándose los ojos, manchándose la


cara tanto con suciedad como con el polvo del yeso.

‒No te vayas a hacer daño-, lo previno Jules, pero entonces


vio las manos de Robin.

El se las había desgarrado bastante haciendo el hueco.

‒Oh, cariño…

‒Sí, ‒ dijo Robin.

‒Como que me jodí la manicure. Si pudieras… tal vez empujar


mi hombro…

‒Aquí.

Sam se acercó, desvestido hasta sus bóxers.

—Inclínate hacia adelante y baja la cabeza.

Robin lo miró.

465
‒Mi palabra de seguridad es mono.

‒Ja ja, ‒ dijo Sam.

‒Eres un jodido comediante. ¿Quieres que te ayude o no?

No esperó a que Robin respondiera.

‒Inclínate hacia adelante y baja la cabeza.

Robin lo hizo, saliendo pulgada por pulgada mientras Jules y


Sam lo ayudaban empujándolo de regreso al cuarto de baño.

‒Primero hice un hueco lo suficientemente grande para poder


pasar la mano-, les contó Robin, porque no podía mantenerse
callado por más de unos segundos a la vez.

Sam siempre había considerado que Jules era hablador, pero


Robin podía hacerlo parecer taciturno.

‒Pensé que si podía coger la otra perilla y la, ustedes saben,


la cosa redonda que hace trabajar el mecanismo-, continuó
narrando Robin, ‒ podría ser capaz de abrir la puerta. Pero no
funcionó.

¡Ow!

Fue como un nacimiento en reversa, y Robin finalmente estuvo


de vuelta en el cuarto de baño.
El metió una maltratada mano a través del hueco
presentándoles a ellos la barra y la perilla.
Jules los tomó y los puso en la puerta.
Desde el baño, Robin puso el otro lado de la perilla y…
El pestillo cliqueó y la puerta se abrió.

466
Jules sólo miró a Robin, quien parecía como que pudiera
empezar a llorar otra vez.

‒Gracias,‒ dijo Robin, y no sólo estaba hablando acerca de


haber sido rescatado.

Jules lo abrazó, con todo y polvo de yeso.

‒Te amo, ‒ dijo él.

‒Vamos, vayamos a casarnos.

Robin se volvió hacia donde estaba colgado su smoking de un


toallero, pero Jules lo agarró de la cintura de sus bóxers, y se
los bajó, en un movimiento que estaba claramente practicado.
Esto hizo a Sam híper consciente del hecho de que él estaba
usando solamente sus bóxers en el dormitorio de sus dos
amigos gay, uno de los cuales estaba ahora en cueros.

‒Ducha-, le ordenó Jules a Robin.

El se giró hacia Sam.

‒La aspiradora esta en el armario del vestíbulo. Puedes


agarrarla y…

‒Sí,‒ dijo Sam.

El se apresuró a bajar las escaleras y regresó en un tiempo


record. Eran cinco minutos para las once, pero si Jules quería
que el aspirara, el aspiraría. A pesar de que esta estaba
resultando ser definitivamente una de las cosas más raras que
un padrino tenía que hacer en toda la historia del mundo.

467
Robin salió de la ducha mientras Jules llevaba su smoking al
dormitorio, sacudiendo el polvo que pudiera haberle caído.
Agarró para Robin un par limpio de shorts y algunos calcetines
del cajón del vestidor, colocando todo sobre la cama.
Jules no se duchó, solamente usó una toalla para quitarse el
polvo.

‒ ¿Tu le hiciste esto a la habitación?- le preguntó a Robin, y


Sam también se dio cuenta de que habían flores y velas
apagadas por doquier.

El lugar apestaba a romance, ninguna duda al respecto,


alguien se iba a acostar esta noche.

‒Fue tu mamá-, le contó Robin mientras se arreglaba


rápidamente el pelo.

‒Mi contribución fue poner un agujero en la pared.

El empezó a reírse.

‒Dos meses de construcción, finalmente está hecho y…

Jules lo hizo callar con un beso.

‒Pregúntame si me importa.

Él ya se había vestido, y ayudó a Robin con su smoking,


abotonándole la camisa y ajustándole los pantalones, ya que
los dedos de Robin estaban obviamente lastimados.
Y entonces, finalmente, estuvieron listos.
Eras las once horas en punto, y ellos se estaban apresurando
bajando las escaleras.
Pero entonces…

468
‒Mierda,‒ dijo Robin, y corrió de regresó hacia arriba para
agarrar su bolsa.

***

L a boda era hermosa, aun si empezó unos pocos minutos


tarde.
Los niños de las flores comenzaron la procesión. Ellos
danzaron por el pasillo, esparciendo pétalos de rosa.
Habían cinco de ellos: Hope Jones, Emma Bhagat,
Billy Richter y Charlie Paoletti eran precedidos por Haley
Starrett de seis años, hija de Sam de su primer matrimonio.
Como la mayor ella estaba claramente a cargo, y no había
dudas sobre esto, era la hija de su padre.
Ella mantuvo a todos moviéndose, y cuando llegaron al altar,
ella les recordó que saludaran primero al Presidente y que les
dieran la mano a el y a la Sra. Bryant, y luego que corrieran y
se sentaran con sus padres.
Cosmo y Jane fueron los siguientes en caminar por el pasillo,
seguidos por Sam y Alyssa.
Y entonces vino un cambio de último momento en sus planes.
Robin y Jules originalmente habían tenido la intención de
caminar juntos por el pasillo con la mamá de Jules, uno a cada
lado de ella.
Pero Robin había llamado a Dolphina mientras él y Jules y
Sam se apresuraban para llegar a la iglesia, y le había pedido
que viera si la mamá de Cosmo podía encontrarse con él por
un momento, en las puertas delanteras.

469
Dolphina no había escuchado que le había dicho él a ella
cuando se encontraron allí, pero Lois Richter lo había
abrazado y asentido.
Y ahora él la estaba escoltando a ella por el pasillo en medio
de una lluvia de flashes, deteniéndose para sentarla en un
lugar de honor en frente del Presidente, un lugar usualmente
reservado para la madre del novio.
Ella lo besó y volvió a abrazarlo.
Y el papá de Yashi, quien ya estaba sentado allí, se puso de
pie y, con una gran sonrisa, abrazó a Robin también.
Robin se rió por la sorpresa, pero entonces también abrazó al
papá de Yashi.
Jules, que estaba observando a Robin desde atrás con su
madre, tenía una expresión en la cara que era hermosa,
felicidad y amor mezclados con algo agridulce.
Y Dolphina sabía que el estaba pensando en el padre de
Robin, quien había escogido no estar presente hoy día.
Jules miró a su madre y sonrió.

‒ Dios, soy suertudo.

‒Igualmente, chiquillo,‒ dijo Linda Cassidy.

‒ ¿Haremos esto?

‒Estoy listo.

Él le ofreció el brazo y caminaron por el pasillo.


Una vez más, los flashes se dispararon.
Jules sentó a su madre al lado de la mamá de Cosmo, y
entonces se unió a Robin en el altar con una sonrisa,
extendiendo su mano.
Robin la tomó y se quedaron parados allí por un momento,
sólo mirándose a los ojos.

470
Los invitados en la iglesia tomaron asiento, y Dolphina también
se sentó, justo ahí en la segunda fila empezando por el fondo,
por si acaso hubieran problemas de ultimo momento que
enfrentar.
O sea, más de último momento, como el que Robin se quedara
encerrado en el baño.
Jules había tenido razón en tener fe.
Aunque Dolphina sabía que si Robin hubiese sido encontrado
en el bar del Ritz, Jules aun estaría de pie al lado de él.
En la riqueza, en la pobreza, para lo mejor y para lo peor.
Ellos habían escogido a propósito el usar los votos bastante
tradicionales, ajustando las palabras sólo ligeramente.

‒Tu, Jules, ¿tomas a Robin, para ser tu pareja de vida?


¿Prometes amarlo y consolarlo, honrarlo y estar con él en la
enfermedad y en la salud, en la riqueza y en la pobreza, para
lo mejor o para lo peor, serle fiel y honesto, tanto tiempo como
ambos vivan?

‒Si, acepto.

Ambos hablaron en voz bien alta, sus voces sonando


claramente en la hermosa iglesia.

‒Con este anillo, me uno a ti.

‒Ahora yo los pronuncio parejas para la vida. Lo que Dios ha


unido que no lo separe el hombre. Que el amor en vuestros
corazones os de alegría. Que la grandeza de la vida os brinde
paz. Y que vuestros días sean buenos y vuestras
vidas en la tierra sean largas. Pueden felicitarse uno a otro
ahora con un beso.

471
En la fiesta de despedida que tuvieron, Jules le había dicho a
Robin que tenía la intención de sacarle la mierda a besos en
su boda, pero aparentemente había mentido.
Mientras Dolphina y los otros invitados observaban, Jules y
Robin compartieron el beso más dulce y más tierno del que
ella hubiera sido testigo, una verdadera felicitación y
celebración de esta nueva fase de sus vidas juntas.
Y entonces volvieron a quedarse allí parados, simplemente
sonriéndose el uno al otro, mirándose a los ojos, una imagen
de pura felicidad, alegría y amor.
Casados.

***

E l órgano empezó a tocar, y todo el mundo se puso de pie y


aplaudió, y Dolphina se secó los ojos y se puso el abrigo, para
asegurarse de que las limos estuvieran listas y esperando
afuera. Y por supuesto que Robin y Jules tuvieran que
saludar oficialmente al Presidente y a la Sra. Bryant y… Guau.
Will y Maggie estaban directamente detrás de ella.
Maggie estaba de pie, aplaudiendo, pero Will estaba
simplemente sentado allí, mirando a Dolphina.
Él se las arregló para sonreír.

‒Hey.

‒ ¿Qué estás haciendo aquí?- le preguntó ella, deslizándose


en el banco para sentarse al lado de el.

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‒No quería perderme esto-, le dijo.

Él estaba tan pálido que prácticamente se le veía gris y era


obvio que estaba adolorido.
Claramente no debería haber salido de la cama.
Esto era…adorable.

Dolphina miró a Maggie.

‒Pensé que no se suponía que abandonara el hospital.

La niña se encogió de hombros.

‒No se suponía. De hecho, lo primero que hizo cuando salió


de la cama fue caerse de bruces.

‒No fue tan malo,‒ protestó Will.

‒Eso fue tan malo-, le dijo Maggie a Dolphina articulando con


la boca.

‒Tenía que hablar contigo, ‒ admitió Will.

‒Mira, se que estás ocupada.

‒Mucho, ‒dijo Dolphina.

Habían fotos que debían ser tomadas, luego tenía que ir


al restaurante donde se llevaría a cabo la recepción, para
asegurarse que todo estuviera listo. Ellos iban a recibir las
felicitaciones allí, un ligero cambio de planes, porque hoy hace
mucho frío afuera.

‒Yo sólo quería decir-, el comenzó.

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Ella lo cortó.

‒Iba a ir al hospital esta noche, después de la recepción.

La esperanza se encendió en sus ojos.

‒ ¿En serio?

‒Sí, pero ya no lo voy a hacer más, porque una cosa es tener


un novio que comete un error y se disculpa, pero es
completamente otra cosa citarse con el beneficiario del Premio
Darwin, quien es demasiado intelectual y sub-desarrollado
para saber cuándo debe permanecer en el hospital.

Will asintió, tratando de esconder su sonrisa.

‒ ¿Y si me disculpo por este error, también…?

‒Probablemente funcionará, ‒ admitió ella.

El le tocó la cara, poniéndole el pelo detrás de la oreja.

‒El problema es que estaría mintiendo si dijera que lo siento. Y


yo te dije que nunca volvería a mentirte.

‒Por favor, regresa al hospital, ‒ dijo ella.

‒Te amo-, le dijo Will.

‒Eso es lo que vine a decir. Y que lo siento. Y si haber dejado


el hospital significa que recibiré el Premio Darwin, que así sea.
No pensé que ibas a regresar. Y la verdad es que no quiero
propagar la especie con nadie que no seas tú.

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Ella se rió de eso.

‒Dios querido, soy una idiota, pero creo que debo de amarte
también.

‒Creo, ‒ repitió el.

‒Yo… te amo, ‒ dijo ella, ‒pero todavía tengo mucho miedo


de, um, admitirlo, así que estoy diciendo que lo creo en este
momento. ¿Es eso un problema para ti?

Su voz salió sonando un poco demasiado aguda, pero Will


simplemente sonrió.

‒No, no lo es.

La esperanza en sus ojos se había convertido en algo más.


Algo cálido y suave y tierno. Él la estaba mirando ahora con
tanto amor, que ella casi empieza a llorar otra vez.
En vez de eso, se inclinó hacia él y lo besó.
Ella lo había sorprendido haciéndolo, justo aquí en la iglesia,
pero no le tomó mucho tiempo envolverla en sus brazos.

‒Oh, Dios, ‒ dijo él.

‒Dolphina.

Él la volvió a besar, y de lejos este no era la clase de beso


para darse en una iglesia, incluso en la parte trasera de una
iglesia durante una boda. Pero ese fue un hecho que Dolphina
no consideró hasta que escuchó a Maggie decir, con
admiración en su voz.

‒Sigue, Tío Will.

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Ella se retiró, y era completamente posible que él tuviera
lágrimas en los ojos también, cuando ella le tocó la cara.

‒Regresa al hospital-, le dijo a él nuevamente.

—Iré a verte más tarde. Tengo que asegurarme que Robin y


Jules tengan un día perfecto.

Will le sonrió, tomando su mano y besándole la palma.

‒No puede ser más perfecto que el mío.

‒Dijo el hombre con una herida de bala en la pierna, ‒ señaló


Maggie, en caso de que ese pensamiento no se le hubiera
ocurrido a Dolphina.

Dolphina les sonrió a ambos, porque definitivamente si lo


había pensado.

***

E l Presidente no se iba a quedar para la recepción, pero no


porque no quisiera.
Él lo dejó más que claro mientras apretaba las manos de Jules
y de Robin. Era obvio también que no estaba aquí
simplemente como un buen movimiento de Relaciones
Publicas. Él estimaba genuinamente a Jules.

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Sam se paró al lado, observando al fotógrafo sacar unas pocas
fotos, y entonces el Presidente y la Sra. Bryant fueron llevados
fuera al desfile de automóviles que los esperaban.
Y todo el mundo dentro de la iglesia suspiró de alivio.
Incluyendo a Davis Jones, quien ya no tenía que limitar sus
movimientos.
El se acercó a Sam ahora, y se dieron un apretón de manos.

‒Eso estuvo bonito, ‒ dijo Jones.

‒La ceremonia.

‒Sí-, estuvo de acuerdo Sam mientras el fotógrafo tomaba una


serie de fotos de Jules y Robin, mano en mano en el frente de
la iglesia.

‒Yo acostumbraba a…sentirme incómodo por…

Jones sacudió la cabeza.

‒Vive y aprende, ‒ dijo Sam y Jones asintió.

Mientras ellos observaban, los dos novios ahora se tomaban


fotos con sus familias colectivas.
Para Robin eso significaba sólo con Jane, Cosmo, Billy y la
mamá de Cosmo. Pero todos los primos de Jules estaban allí,
tenía diecisiete de ellos, la mayoría mayores, con sus propias
familias.
Jules le había contado una vez a Sam que él no era
particularmente cercano a la mayoría de sus primos,
debido a la diferencia de edades, pero que ellos se habían
reunido a su alrededor y lo habían apoyado completamente la
primera vez que el salió del closet.

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Todos ellos también habían hecho grandes esfuerzos para
asistir a la boda, y su amor por su pequeño primo era evidente
en la multitud de grandes sonrisas.

‒Jules quiere hacer una foto del grupo, así que no te vayas a
ninguna parte.

Sam se volteó ante el sonido de la voz de Alyssa.


Ella estaba sonriendo y saludando a Jones.

‒Gracias por no asesinar a nadie durante la ceremonia.

El hombre se rió a carcajadas.

‒Fue difícil-, bromeó el también, ‒pero me las arreglo para


controlarme a mí mismo.

—Estoy reuniendo a todos los de Troubleshooters, Inc., y


también a los del Equipo 16, ‒ continuó Alyssa. ‒Pero Jules
quería asegurarse de que supieras que el no lo tomaría como
algo personal si tú no quieres estar en la foto. Él me dijo que te
diga que Jim Nash tampoco se saca fotos, así que… Las
palabras que Jules usó fueron “Dile a Jones que no hay
problema.”

Jones asintió.

‒Típico de Cassidy‒ dijo el.

‒Siempre cuidando de sus amigos.

Él se enderezó de donde había estado apoyado contra una de


los bancos pasadas de moda.

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‒Iré a darle al resto del contingente de Florida un saludo.

‒Gracias, ‒dijo Alyssa, y entonces su sonrisa fue totalmente


para Sam.

Él puso su brazo alrededor de ella, incapaz de resistir el tocar


la hinchazón de su estómago donde el bebé de ambos estaba
creciendo. Y ahí se quedaron parados durante un rato,
observando al fotógrafo preparar la siguiente foto, mientras
Jules soltaba la risa por algo que Robin le había susurrado al
oído.
Max y Gina estaban cerca, Max sosteniendo a la pequeña
Emma en sus brazos.
Ellos también estaban riéndose, tal como lo hacían Cosmo y
Jane, quien estaba sosteniendo las manos de Billy.
El resto del equipo de los Troubleshooters se estaban
reuniendo, así como todos los SEALs, y la alegría en la iglesia
era algo palpable.

‒Que la grandeza de la vida os brinde paz-, repitió


suavemente Alyssa las palabras que el pastor había dicho.

‒Y que vuestros días sean buenos y vuestras vidas en la tierra


sean largas.

Ella se volvió a mirar a Sam con una sonrisa que era de puro
amor.

‒ ¿En caso de que te lo estuvieras preguntando? Mis días son


muy, muy buenos.

Sam le dio un beso a su esposa.

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‒Los míos son condenadamente geniales-, le dijo a ella,
después de una repentina ronquera en su garganta.

Riéndose, Alyssa tiró de él hacia el frente de la iglesia, donde


esperaban sus amigos.

***

‒¿ E xtrañas beber champagne en momentos como estos?”


preguntó Robin mientras la limo se alejaba de la iglesia.

‒Nop.

Jules no titubeó mientras llevaba la pobre y maltratada mano


de Robin a sus labios y la besaba.

‒Estoy contento, ‒ dijo Robin.

‒Cielos, parece que te hubieras casado con un boxeador.

Había habido un momento, durante la ceremonia, en que Jules


se había preocupado de que Robin no fuera capaz de hacer
que el anillo pasara por sus nudillos hinchados.
Él lo había empujado, y eso debió de haberle dolido como el
demonio, pero el ni siquiera hizo una mueca de dolor, sólo
sonrió.

‒Tal vez deberías de quitarte el anillo ahora, ‒ sugirió Jules,


pero Robin lo miró como si se hubiera vuelto loco.

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Él se rió.

‒O no.

Robin lo acercó y lo besó.


Mmm.
Pero entonces le sacudió algo del pelo a Jules.

‒ ¿Semilla de pájaro?- preguntó Jules, sonriendo a los ojos


increíbles de Robin.

‒Sí, mezclado con el yeso, ‒dijo Robin.

‒Jesús.

Jules se rió.

‒Lamento tanto lo que pasó, ‒ dijo Robin.

‒Y, ¿que hicieron ustedes chicos en su luna de miel? Bueno,


arreglamos y pintamos el baño principal y el dormitorio.

‒Así que ¿exactamente que fue?, preguntó Jules, ‒ ¿para que


regresaste a la casa?

Robin puso los ojos en blanco.

‒En este momento parece algo estúpido. Especialmente desde


que…siento que necesito tomar lecciones de tu madre para
ser romántico.

Jules lo miró, simplemente esperando.

‒ ¿Eso no tiene sentido, no?‒ preguntó Robin.

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‒No mucho, estuvo de acuerdo Jules.

‒Tu madre puso todas esas velas y flores en nuestro


dormitorio-, le recordó Robin.

‒Eso fue… realmente hermoso. Y romántico.

‒ ¿Y que tiene eso que ver con lo que sea que era eso por lo
que regresaste…?

Jules dejó que su voz se fuera desvaneciendo.

‒Estaba tratando de ser romántico-, confesó Robin.

‒Así que…- rebuscó en su bolsa y sacó…

Le entregó eso a Jules, era un estuche de CD.


Lo abrió.

‒ ¿Un CD mezclado?

¿Robin regresó a la casa y se quedó encerrado en el baño


porque se había olvidado de un CD mezclado?
Robin obviamente vio que Jules estaba luchando por
comprender, así que le dijo,

‒Las fotos no tomaron el tiempo que habíamos pensado, y…


se me ocurrió que tal vez podríamos, um, descomprimir aquí
en la limo.

Ellos a propósito habían programado un poco de tiempo extra


entre la ceremonia y el comienzo de la recepción, en caso de
que las fotos de la boda tomaran más tiempo del que habían

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anticipado ellos. También pensaron que sería agradable tener
un poco de tiempo extra para llegar al restaurant antes
que la multitud, de manera que ellos pudieran. . . y sí, la
palabra que Jules había usado era descomprimir.
Mientras miraba el CD, el sospechaba que la definición de
Robin de descomprimir podía ser ligeramente diferente a la
suya. Aun así, el lo sacó del estuche de joyas y lo puso en el
reproductor de CD y…
Jules se rió, porque efectivamente, “Enganchado a un
Sentimiento” fue el primer corte.
Esa había sido la canción que habían estado tocando en la
radio la primera vez que el y Robin habían hecho el amor.
Ellos habían estado en una limo, justo como esta.
Pero sólo sonaron una docena de barras de la canción antes
de que se desvaneciera, y otra canción empezara.
Esta era “A Través de la Noche”, la vieja canción de Cole
Porter con su inquietante melodía y su letra aun más
inquietante.
A través de la noche me deleito en tu amor…
Esta era una de las canciones favoritas de Jules.
El volvió a mirar a Robin esta vez interrogativamente.

‒Pensé que a menos que hiciéramos algo al respecto, aun


estaríamos bailando con “Enganchado a un Sentimiento” en
nuestro cincuentavo aniversario de bodas-, le dijo Robin
suavemente.

‒Y tal vez de igual manera lo hagamos, pero. . . yo pensé,


quizás, nuestra primera vez haciendo el amor ahora que
estamos casados… preferirías una banda sonora diferente. De
manera que hice un CD mezclado de tus canciones favoritas.

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‒Definitivamente tu no necesitas lecciones para ser
romántico,‒ dijo Jules, pasando por su corazón, el cual estaba
incrustado fuertemente en su garganta.

Robin no estaba muy seguro.

‒Flores, velas, las sábanas más suaves del universo, versus


un CD mezclado para tocar mientras te monto en la limo…

‒Después de prometer amarme para siempre-, le recordó


Jules.

El besó a Robin, su amante, su mejor amigo.


Su esposo.

‒Funciona para mí.

_FIN_

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TRADUCIDO POR

Vivirleyendo01@gmail.com

https://pjgrandon.blogspot.com/?m=1

TRADUCCIÓN HECHA GRATUÍTAMENTE, SIN FINES DE


LUCRO Y SOLO PARA LECTURA PERSONAL Y DE MIS
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