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Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.

Globalización, Perspectivas de
migración, Centroamérica
convivencia. y México
Globalización, migración, convivencia.
Perspectivas de Centroamérica y México
Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)
325
G5626g Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de
Centroamérica y México [recurso en línea] / editores
Günther Maihold ; Werner Mackenbach. – 1 ed. —
San José, C.R. : Jade Diseños & Soluciones, 2016.
1 recurso en línea (88 p.) : pdf ; 1.5 mb.

ISBN: 978-9930-509-04-3

1. Emigación e Inmigración – Centroamérica. 2. Emigración


e Inmigración – México. I. Maihold, Günther. II. Mackenbach,
Werner. III. Título.

© Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México

Primera edición: Diciembre, 2015

Diseño y diagramación: Editorial Jade, Jade Diseños & Soluciones, www.jadecr.com

De conformidad con la Ley Nº 6683 de Derechos de Autor y Derechos Conexos es prohibida la reproducción de esta
publicación en cualquier forma o medio, electrónico o mecánico, incluyendo el FOTOCOPIADO, grabadoras sonoras y otros.
Contenido 5

Introducción............................................................................................................7
Werner Mackenbach y Günther Maihold

La polisemia de las migraciones....................................................................................11


Héctor Pérez Brignoli

Migraciones y convivencias en América Latina..............................................................23


Günther Maihold

Undocumented Migration, Organized Crime and Trafficking in Persons along


the Eastern U.S.-Mexico Border....................................................................................39
Guadalupe Correa Cabrera y Jennifer Bryson Clark

El Instituto Nacional de Migración de México: La gestión institucional como factor


para la corrupción y el abuso migratorio......................................................................53
Sonja Wolf

La (des)articulación de la comunidad – Luis Humberto Crosthwaite


y la convivencia en la frontera norte...........................................................................67
Rosa María Sauter de Maihold

El camino sin regreso. Distopía familiar y migración en dos filmes costarricenses:


El camino de Ishtar Yasin y El regreso de Hernán Jiménez................................................81
Karen Poe Lang

Sobre los autores........................................................................................................87

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


Introducción 7

Werner Mackenbach y Günther Maihold

La convivencia es indudablemente uno de los desafíos más grandes con los que se enfrentan las sociedades
del siglo XXI a nivel global. Cuando en el año 1996 Samuel Huntington publicó su controvertido libro intitula-
do The clash of civilizations and the remaking of world order, existía en los debates públicos una tendencia
de opinión negativa en cuanto a la posibilidad de encontrar formas de convivencia posibles, compatibles o
hasta pacíficas entre diferentes culturas en la dimensión global. Convivencia parecía solamente factible con
base en la demarcación, deslindando espacios de vivencias culturales que muy difícilmente iban a llegar a ser
conciliables. En esta perspectiva se reeditaba el famoso dicho del ex presidente de Estados Unidos, Ronald
Reagan, quien ante los flujos migratorios de México a Estados Unidos había expresado: “Good fences make
good neighbors.” Este tipo de visiones que buscan marcar distancias y mantenerse separado de otros para
garantizar la identidad propia y los patrones de convivencia establecidos, siguen siendo hasta hoy en día
articulados para evitar la convivencia más allá de ciertos límites predefinidos, y más bien anhelan instaurar
la no-convivencia para mantener espacios de exclusividad por medio de la segregación. Los acontecimientos
recientes en Europa parecen revivir estas visiones de una manera inesperada.

Ante estas constelaciones y desafíos, el debate sobre el concepto de la “convivencia” se ha ido expandiendo
en las ciencias sociales y las humanidades y desde el punto de vista de varios autores y tiene el potencial de
convertirse en uno de los términos clave de la investigación social y cultural. Se justifica esta visión con el
interés de lograr una superación de los posicionamientos excluyentes mencionados, al igual que de acerca-
mientos estériles de cohesión social que no logran visualizar adecuadamente el papel de los actores, por un
lado, y abrir, por el otro lado, la perspectiva hacia el análisis del pasado y de la memoria en una visión hacia
el futuro en la búsqueda de nuevas formas y normas de la convivencia. En este sentido una revisión de las
prácticas de convivencia política, cultural, social y religiosa es una base necesaria para poder discernir futuras
vías para un acercamiento a aquellas riberas de la diversidad, que definen las necesidades de reconocimiento
indispensables para permitir más que una simple coexistencia.

Los ensayos reunidos en este libro enfocan desde una perspectiva inter- y transdisciplinaria prácticas, teorías
y representaciones de la convivencia en el contexto de la actual fase de globalización y los procesos migrato-
rios en Centroamérica y México, procesos que –aunque han sido relegado a un segundo lugar en la atención
pública a nivel internacional por el impacto de los recientes flujos migratorios en Europa– siguen siendo uno
de los retos persistentes y más exigentes del presente y futuro de la región.

En su ensayo “La polisemia de las migraciones”, Héctor Pérez Brignoli parte del hecho de que la historia de la
humanidad es la historia de las migraciones, pero sostiene que uno de los rasgos de la modernidad es, dentro
de la aceleración del cambio histórico, lo que podemos considerar como una virtual explosión del fenómeno
migratorio. Luego de este encuadre general se presentan, con cierto detalle, datos sobre volúmenes y tasas
de inmigración y emigración en América Latina en el período 1990-2010. Estos datos permiten describir las
tendencias básicas del fenómeno, particularmente significativo en México, América Central y el Caribe. Las
consideraciones finales se refieren a la migración en el contexto de la globalización y los desafíos de la convi-
vencia en un mundo cada vez más marcado por la diversidad y los incesantes intercambios culturales.

Günther Maihold señala en su artículo “Migraciones y convivencias en América Latina” que América Lati-
na ha sido concebida como un continente de migraciones caracterizado por una multiplicidad de procesos
migratorios, diferentes incentivos y controles migratorios, la negociación de identidad e integración a nivel
local y transnacional y los importantes aspectos económicos que acompañan las dislocaciones masivas de
segmentos de poblaciones en las dimensiones nacionales, regionales e internacionales; por todo esto, se le

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


8 define como un continente “en movimiento”. En esta larga historia de migraciones, los vectores de la movilidad
muchas veces se han invertido, y la contextura compleja de motivos que induce a las personas de diferente
estampa cultural y posición social a reubicar su residencia o desplazarse entre varias residencias, tiene conse-
cuencias masivas para las políticas estatales, las oportunidades económicas de desarrollo y las nuevas formas
de convivencia que tienen que corresponder a estas nuevas realidades de vida. De allí, es evidente, que las
formas de convivencia asociadas a procesos migratorios distan mucho de una visión de armonía que a veces
se asocia al planteamiento de la convivencia, marcadas por la inestabilidad y la fragmentación. Formatos de
convivencia a distancia se mezclan con formas de convivencia migrante que parecen escapar a las políticas
públicas tradicionales, las cuales necesitan un rediseño urgente si se desea (re)establecer formas de convi-
vencia viables de los migrantes en base al principio del reconocimiento del “otro”.

En su artículo “Undocumented Migration, Organized Crime and Trafficking in Persons Along the Eastern
U.S-Mexico Border” (“Migración indocumentada, crimen organizado y trata de personas en la frontera este
México-Estados Unidos”), Guadalupe Correa Cabrera y Jennifer Bryson Clark desarrollan las líneas de un
proyecto de investigación que apunta a explorar las relaciones entre la migración no documentada, el cri-
men organizado y el tráfico de personas a lo largo de la frontera oriental entre los Estados Unidos y México.
Este proyecto tiene el propósito de analizar el nuevo papel de las organizaciones del narcotráfico de origen
mexicano –o organizaciones criminales transnacionales (transnational criminal organizations, TCOs)– en el
movimiento ilegal de personas, particularmente en el contrabando de migrantes y el tráfico de personas en
las regiones fronterizas de Texas y el nordeste de México. El proyecto de investigación tasará y evaluará las
dimensiones de involucramiento e influencia de las TCOs mexicanas en el contrabando y tráfico de personas.
El estudio intenta identificar los grupos que se benefician de estas actividades ilícitas, sus prácticas y las re-
des que enlazan estos grupos con el contrabando de migrantes y el tráfico de personas en el estado de Texas.

Sonja Wolf se dedica en su ensayo “El Instituto Nacional de Migración de México: La gestión institucional
como factor para la corrupción y el abuso migratorio” a analizar el funcionamento de este instituto (INM) y el
actuar de sus funcionarios. El INM, desde 2005 considerado una instancia de seguridad nacional, es el ente
encargado de planear y ejecutar la gestión migratoria en México. Tradicionalmente caracterizado por un alto
grado de hermetismo y opacidad institucional, en los últimos años el INM ha sido crecientemente cuestiona-
do por la persistente corrupción en su interior y las sistemáticas violaciones a los derechos de los migrantes.
El ensayo pretende iluminar los factores que posibilitan la mala conducta por parte de sus agentes y funcio-
narios, enfocándose en el reclutamiento, la capacitación, la supervisión y la aplicación de sanciones. Desde
una perspectiva de rendición de cuentas, el estudio explica las principales deficiencias en estas áreas y ofrece
recomendaciones para impulsar una transformación de la gestión migratoria en México.

En su artículo “La (des)articulación de la comunidad – Luis Humberto Crosthwaite y la convivencia en la fron-


tera norte”, Rosa María Sauter de Maihold analiza la obra del escritor mexicano Luis Humberto Crosthwaite
desde la perspectiva de la convivencia. Crosthwaite (Tijuana, Baja California), escritor fronterizo tanto por vi-
vir en la zona liminal mexicano-estadounidense como por liberarse de viejos cánones literarios en sus textos,
desvela en sus obras una convivencia muy ríspida de los personajes con y en la frontera. Destaca la vulnerabi-
lidad del individuo en su relación cotidiana con el muro, pero también en el trato con los demás. La nostalgia
y el recuerdo devuelven al presente la convivencia utópica deseada en un ámbito donde los protagonistas
resultan los perdedores en la circunstancialidad de sus vidas. En un juego de choques y atracciones hay un
vaivén de articulaciones y desarticulaciones de las comunidades que hace posible que se desarrolle, aunque
de una forma muy precaria, alguna convivencia.

Karen Poe Lang se dedica en su ensayo “El camino sin regreso. Distopía familiar y migración en dos filmes
costarricenses: El camino de Ishtar Yasin y El regreso de Hernán Jiménez” a analizar cómo el tema de la migra-
ción es tratado en la producción cinematográfica costarricense reciente.

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


Si bien Costa Rica es el único país centroamericano que tiene una migración positiva, es decir, que recibe un 9
importante flujo de personas provenientes principalmente de Nicaragua, el tema migratorio ha ocupado un
lugar destacado en la producción cinematográfíca contemporánea. Con el propósito de incrementar la escasa
bibliografía académica sobre el cine costarricense y en particular sobre el tema de la migración en este arte,
la autora estudia las relaciones existentes entre la distopía familiar y los procesos migratorios en dos largo-
metrajes de ficción: El camino (2008) de Ishtar Yasin y El regreso (2011) de Hernán Jiménez. Si en el primer
filme, a la distopía familiar se suma la condición de marginalidad y pobreza extrema de los protagonistas
como causa de la migración, en El regreso se representa un melodrama ubicado en una familia de clase media.

Los ensayos de este libro retoman aspectos centrales discutidos en dos talleres-seminarios internacionales
organizados por la Cátedra Guillermo y Alejandro de Humboldt, Colegio de México, y la Cátedra Wilhelm y
Alexander von Humboldt en Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad de Costa Rica, en noviembre de
2013 (“Convivencia en espacios translocales y transnacionales”) y en junio de 2014 (“Globalización, convi-
vencia, migración. Perspectivas de Centroamérica y México”) en el Colegio de México y la Universidad de
Costa Rica, patrocinados por el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD). Les agradecemos a las
autoras y los autores sus contribuciones a este libro.

Berlín y San José, octubre de 2015

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


La polisemia de las migraciones 11

Héctor Pérez Brignoli

Lo que sigue son algunas notas y comentarios para encuadrar el tema de las migraciones, planteados desde
una perspectiva histórica y demográfica. Recogen la presentación y exposición oral presentada en México DF
en el coloquio realizado el 6 de junio del 2014.

La historia de la humanidad
es la historia de las migraciones
Afirmaciones como “la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases”, o, “la historia la hacen los
hombres” pueden entenderse como hipótesis para orientar la investigación y la interpretación de los hechos,
o bien como postulados o axiomas de los cuales es posible derivar una filosofía de la historia. En cambio una
afirmación como “la historia de la humanidad es la historia de las migraciones” es un juicio comprobado em-
píricamente que refleja procesos observados repetidamente a lo largo del tiempo y el espacio, y en el marco
de las civilizaciones más diversas.

La historia de la humanidad puede verse como el movimiento y adaptación de los grupos humanos a dife-
rentes ambientes y contextos. En la base está la capacidad reproductiva en términos demográficos, la cual
puede medirse en forma sumaria con la tasa de reemplazo generacional. Recordemos que una tasa igual a
uno significa que cada mujer en edad reproductiva en el momento presente será remplazada en la generación
siguiente (por lo común alrededor de 27 o 28 años después) por solo otra mujer; el crecimiento poblacional
será entonces nulo. Si la tasa de reproducción es mayor que uno el crecimiento poblacional será positivo y si
la tasa es menor que uno la población decrecerá. Estas medidas demográficas son válidas para poblaciones
cerradas, es decir, poblaciones donde no hay migración, pero nos ayudan a entender cuál es el marco en que
se dan los movimientos de la población fuera de ciertos límites geográficos.

Los grupos humanos, más bien las sociedades, conforman por lo general entidades políticas que habitan
sobre un territorio determinado. La delimitación de este territorio lleva a la definición de fronteras, las cuales
tienen por lo general significados geográficos, sociales, étnico culturales, y por supuesto también políticos.
Los desplazamientos poblacionales solo se vuelven inteligibles en relación a un determinado territorio o, lo
que es lo mismo, en relación con ciertas fronteras.

Los movimientos de la población se pueden clasificar según su duración, en una escala que va desde permanen-
cias breves a asentamientos definitivos o por un período muy largo, y según el tipo de organización que los en-
marca: individual, familiar, grupal, estatal, entre otras. Una distinción importante se refiere al carácter voluntario
o no del movimiento; aquí se incluyen desde los desplazamientos forzados hasta los movimientos espontáneos.
Otro enfoque usual en el estudio de las migraciones son los factores de atracción y expulsión, que presionan en
uno u otra dirección a favor de los desplazamientos. Estas clasificaciones analíticas permiten expresar, a través
de una gran variedad de combinaciones, los procesos concretos de movimientos poblacionales.

Los movimientos poblacionales son un rasgo de la especie humana desde hace miles de años, y estos movi-
mientos han ocurrido en diferentes culturas, ambientes y civilizaciones. En este sentido, la historia muestra
que no hay razas ni culturas, ni pueblos que puedan considerarse como “puros”. En una u otra medida, las

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


12 migraciones han afectado en algún momento a todos los seres humanos. Conviene recordar, en este senti-
do, que toda definición de cultura, raza, nación, etc. es construida, instrumental e ideológica. Dicho de otro
modo, no existen definiciones trascendentes o esenciales de las culturas, las razas o las naciones. Este es el
aspecto más significativo de la afirmación: “la historia de la humanidad es la historia de las migraciones.

Aceleración del cambio histórico,


un rasgo de la modernidad
Para entender el fenómeno de las migraciones en la actualidad es necesario recordar la aceleración del cam-
bio histórico que tiene lugar en los siglos XVIII y XIX. Ocurrió aquí un cambio cualitativo fundamental en la
evolución humana. Este cambio, durante el siglo XVIII se puede resumir en la ecuación: revolución industrial
+ capitalismo + revolución francesa.

Dentro de este contexto hay que entender los alcances del crecimiento demográfico mundial:

Tabla 1.
Ritmo de crecimiento poblacional
entre los años 1000 y 2000.

Población mundial Ritmo del crecimiento


Año
(millones) de la población
1000 253
En 500 años la población
1500 438
se multiplica por 1,7
En 320 años la población
1820 1042
se multiplica por 2,4
En 180 años la población
2000 6000
se multiplica por 5,8

Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision.


File MIGR/2. New York, 2013.

Este ritmo y volumen del crecimiento de la población mundial es absolutamente inédito. Nunca antes en la
historia de la humanidad hubo aumentos parecidos. Otros aspectos directamente relacionados han sido el
triunfo planetario de la urbanización y el cambio drástico en las relaciones de género. Un planeta que hasta
mediados de los años 1950 era todavía predominantemente rural se ha transformado, a finales del siglo XX,
en una civilización básicamente urbana. Paralelamente, el avance del empleo femenino remunerado ha pro-
vocado un cambio progresivo de las relaciones familiares; hacia finales del siglo XX las relaciones familiares
patriarcales están, por primera vez en la historia, en franco retroceso. Dentro de este contexto, en la mayoría
de las sociedades occidentales, y también en algunas asiáticas, se vive un proceso de envejecimiento relativo
asociado sobre todo a una rápida caída de la fecundidad.

Este es el marco general en que se inscribe un proceso iniciado en el siglo XVIII que puede caracterizarse como
la “explosión de las migraciones.”

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


En una perspectiva global, conviene notar que entre 1840 y 1940 migraron unos 150 millones de personas. 13
Hubo, siempre en términos globales, cinco sistemas diferentes de migración: a) el sistema del Atlántico
“blanco” compuesto por europeos que migraron masivamente (unos 55 millones) a los Estados Unidos,
Argentina, Uruguay, el sur de Brasil, Cuba, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica; b) el sistema escla-
vista africano, que terminó en 1870, pero desplazó unos 12 millones de esclavos hacia las Américas a partir
del siglo XVI; c) el sistema asiático enmarcado por los imperialismos, con una masiva movilización (unos
50 millones de personas), forzada y libre, de indios, chinos e indonesios hacia el Sudeste de Asia, las cuen-
cas del Pacífico y del Índico, el sur de África y, en menor medida, las Antillas; d) el sistema ruso-siberiano,
constituido por migrantes eslavos que se asentaron paulatinamente hacia el este de los Montes Urales; y e)
el sistema del norte de China y Manchuria, caracterizado por desplazamientos de poblaciones hacia esas
zonas, particularmente desde fines del siglo XIX hasta las décadas de 1920 y 1930.

Los migrantes eran, en su inmensa mayoría, trabajadores buscando mejores oportunidades y condiciones de
vida; muchos menos, aunque muy significativos, fueron los pequeños empresarios, artesanos y comerciantes,
que migraban con algún capital y un acervo importante de conocimientos; y hay que agregar todavía, en el
caso de los imperios coloniales formales, la burocracia de funcionarios y militares. Hacia comienzos del siglo
XX la migración forzada, representada otrora por los esclavos africanos y los trabajadores asiáticos engan-
chados (culíes), había desaparecido; pero persistirán, como es bien conocido los desplazamientos forzosos de
poblaciones, como judíos y armenios, entre otros grupos étnicos.

La migración europea a las Américas, Australia y Nueva Zelanda llegó a casi 57 millones de personas desde
1820 hasta 1932; de esa cifra, un 69% se dirigió a los Estados Unidos y Canadá, mientras que Argentina re-
cibía un 11% y Brasil casi un 8%; Australia y Nueva Zelanda acogieron un 6% de dichos inmigrantes; por su
parte, Cuba y Uruguay recibieron un 3%. La distribución de los migrantes fue pues, muy desigual, y obedecía
básicamente a las oportunidades económicas ofrecidas en ultramar, las cuales eran, también, muy desiguales.
La migración asiática hacia las Américas fue mucho más reducida que la europea; entre 1820 y 1932 llegaron
a los Estados Unidos aproximadamente un millón de asiáticos; la inmigración asiática hacia América Latina
se redujo a unos pocos miles, aunque tuvo significación laboral importante en la extracción de guano en la
costa peruana, en la minería a lo largo del litoral pacífico, en las plantaciones azucareras cubanas, y en el sur
de Brasil.

Las migraciones en América Latina, 1990-2010


Examinaremos ahora los rasgos básicos de las migraciones en América Latina a finales del siglo XX e inicios
del siglo XXI. Lo primero a destacar es que se trata de un episodio en un ciclo multisecular, caracterizado por
la conquista e invasión ibérica en el siglo XVI, los traslados forzados de las poblaciones indígenas, la llega-
da de esclavos africanos, las inmigraciones europeas, particularmente intensas a partir del siglo XVIII, y las
nuevas oleadas de migrantes típicas del período 1870-1930. Después de 1950 la inmigraciones se orientan
en las siguientes direcciones: a) se intensifica la emigración hacia los Estados Unidos, particularmente desde
México, Centroamérica y el Caribe; b) en las ex colonias europeas del Caribe también se producen flujos mi-
gratorios hacia las antiguas metrópolis; c) la inmigración europea hacia América Latina declina notoriamente.
Mostraremos a continuación los datos más significativos referidos al período 1990-2010. Los datos provienen
de: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


14 El volumen de la migración, 1990-2010
Cuando se estudian las migraciones hay dos enfoques que conviene distinguir. El primero es considerar las
cifras absolutas de migrantes, es decir, realizar un estudio sobre el volumen de la migración. El segundo es
considerar las tasas, es decir, referir el volumen de migrantes a las poblaciones totales en cuestión, y examinar
el fenómeno en términos relativos. Demás está decir que ambos enfoques son complementarios.

Comencemos con el fenómeno migratorio a nivel global; en América Latina predomina le emigración, como
se puede apreciar en el gráfico y cuadro siguientes. Estamos hablando de casi 3 millones de migrantes en el
quinquenio 1990-95 y de algo más de 5 millones en el período 2005-2010.

Gráfico 1.
Miles de migrantes, 1990-2010

Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.

Tabla 2.
Miles de migrantes, 1990-2010

1990-1995 1995-2000 2000-2005 2005-2010

Total mundial 11 558 13 923 17 142 17 412


América Latina -2 869 -4 204 -6 213 -5 341

Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.

Observemos ahora estos migrantes por regiones. En México, Centroamérica y el Caribe sólo Costa Rica y
Panamá muestran saldos positivos, es decir, hay una entrada neta de inmigrantes. En el resto de países domi-
na la emigración. En el caso de México estamos hablando de casi 3 millones de emigrantes en el quinquenio
2000-2005.

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


Gráfico 2. 15
Miles de migrantes en México, Centroamérica y el Caribe

Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.

Tabla 3.
Miles de migrantes en México, Centroamérica y el Caribe

1990-1995 1995-2000 2000-2005 2005-2010


Mexico - 796 -1 839 -2 929 -2 051
Islas del Caribe - 544 - 601 - 680 - 794
Belize -9 4 4 7
Costa Rica 62 128 84 76
El Salvador - 255 - 402 - 356 - 292
Guatemala - 360 - 390 - 300 - 200
Honduras - 120 - 180 - 150 - 100
Nicaragua - 114 - 158 - 206 - 200
Panama 0 11 17 23
Centroamérica - 796 - 987 - 907 - 687

Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.

En América del Sur la situación es parecida aunque los volúmenes de la migración son bastante menores que
en México, Centroamérica y el Caribe. Sólo Chile, la Guayana Francesa y Venezuela muestran saldos positivos,
en decir una entrada neta de inmigrantes. Los países con un mayor número de emigrantes son Argentina,
Bolivia, Brasil, Colombia y Perú. En el conjunto casi 2 millones de personas emigran de América del Sur en el
quinquenio 2005-2010.

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


16 Gráfico 3.
Miles de migrantes en América del Sur

Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.

Tabla 4.
Miles de migrantes en América del Sur

1990-1995 1995-2000 2000-2005 2005-2010


América del Sur - 733 - 777 -1 696 -1 808
Argentina 0 - 50 - 180 - 200
Bolivia - 100 - 100 - 131 - 165
Brasil - 100 - 100 - 500 - 500
Chile 90 60 30 30
Colombia - 250 - 150 - 120 - 120
Ecuador - 18 - 28 - 43 - 46
Guayana francesa 4 7 15 6
Guyana - 46 - 31 - 33 - 33
Paraguay - 30 - 43 - 45 - 40
Peru - 300 - 350 - 625 - 725
Suriname -3 -6 0 -5
Uruguay - 20 - 26 - 104 - 50
Venezuela 40 40 40 40
Canada 699 762 1 029 1 252
Estados Unidos 4 455 8 469 5 322 5 225

Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.

Un complemento importante de los datos anteriores es el número de inmigrantes hacia los Estado Unidos y
Canadá, siendo ambos los mayores polos de atracción de la inmigración en el período estudiado. Como se
puede ver, en los quinquenios considerados los Estados Unidos reciben entre 4 y 8 millones de inmigrantes.
Una buena proporción de estos inmigrantes provienen de América Latina, y sobre todo de México, Centroa-
mérica y el Caribe.

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


Gráfico 4. 17
Miles de inmigrantes hacia Estados Unidos y Canadá.

Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.
Datos: últimas dos hileras del cuadro anterior. Estos inmigrantes provienen de países de todo el mundo.

Las migraciones en términos relativos:


las tasas de emigración e inmigración
Las tasas son importantes para referir los volúmenes totales de migrantes a las poblaciones que los originan.
La proporción se calcula, por lo general, por cada mil habitantes a lo largo de un año. Para fijar las ideas
conviene recordar que en la actualidad las tasas brutas anuales de mortalidad de los países latinoamericanos
oscilan entre 5 y 8 por cada mil habitantes. Esta es una marca de referencia que nos permite apreciar mejor el
impacto demográfico de la emigración. Veremos pues las mismas cifras anteriores pero en términos de tasas
de migración (emigración o inmigración, según sea el caso) para cada mil habitantes a lo largo de cada año.

El contraste entre América Latina y las Islas del Caribe es lo primero que llama la atención. En el Caribe la
emigración es muy fuerte a partir de 1950 y llega a un máximo de casi 7 por mil en la década de 1965-70.
En México y Centroamérica sólo Costa Rica durante todo el período, Honduras entre 1950 y 1960, Belice y
Panamá a partir de 1995, muestran tasas de inmigración neta positivas; los demás países se caracterizan por
la emigración continua, siendo esta particularmente fuerte en el caso de El Salvador. México, con los volúme-
nes mayoritarios en términos absolutos, tiene en cambio tasas relativas que sólo llegan hasta el 5 por mil. La
pequeña población de Belice experimentó una emigración muy fuerte en la década de 1970.

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


18 Gráfico 5.
América Latina y el Caribe. Tasas netas de migración (por mil habitantes)

Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.

Gráfico 6.
México y Centroamérica. Tasas netas de migración, por mil habitantes

Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.

En América del Sur, Argentina muestra tasas positivas de inmigración durante todo el período, salvo en el
quinquenio 1975-80 (dictadura de Videla) y en la década final, 2000-2010. Como se sabe la inmigración hacia
Argentina proviene de los países limítrofes, sobre todo Bolivia y Paraguay. Las tasas muy fuertes de inmigra-
ción son las de la Guayana francesa y obedecen, en el contexto de una población muy pequeña, a la atrac-
ción ejercida por las instalaciones militares y espaciales del gobierno francés. En el caso de Estados Unidos
y Canadá, las tasas muestran cómo, en una población mucho más pequeña que la de los Estados Unidos, la
inmigración hacia Canadá pesa considerablemente más que en su vecino del sur.

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


Gráfico 7. 19
América del Sur. Tasas netas de migración, por mil habitantes

Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.

Gráfico 8.
Estados Unidos y Canadá. Tasas netas de inmigración, por mil habitantes

Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


20 Tabla 5.
Tasa neta de migración (por cada mil habitantes)

Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


Tabla 6. 21
América del Sur. Tasa neta de migración por cada mil habitantes

Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.

Dimensiones de la migración
El estudio demográfico y cuantitativo de la migración es fundamental como marco de referencia general. Pero
la migración, desde el punto de vista de su impacto social, económico y cultural, tiene también otras dimen-
siones que vamos a señalar a continuación.

a. la migración de personas es una migración de capital humano, es decir, cada individuo se mueve con sus
valores, su bagaje educativo y sus conocimientos.
b. la migración no se limita a las personas. También ha existido siempre un movimiento de plantas, animales
(microorganismos y macroorganismos) y diversos tipos de productos.
c. el comercio de mercancías y los movimientos de capitales constituyen aspectos relacionados también con
la migración de personas y productos.
d. la tecnología merece un apartado especial. Imitación, innovación y creatividad, se han combinado siem-
pre como parte de procesos migratorios no convencionales pero extremadamente significativos.
e. en forma más general, el movimiento de ideas, creencias, conocimientos y saberes, forma parte del fenó-
meno migratorio.

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


22 Migración y globalización
En el mundo globalizado de las últimas décadas hemos asistido a una dislocación de las dimensiones de
la migración.

Antes: sin el movimiento de las personas no había migración de productos, mercancías, ideas, etc.

Hoy: Las migraciones de personas, productos, mercancías, capitales, etc. son independientes, unos de otros.
Esto es posible, obviamente, por la constitución de redes de intercambio de información vinculadas a la re-
volución informática.

Migraciones y convivencia
La incorporación de los migrantes a las sociedades receptoras puedo ocurrir a través de un proceso de asimi-
lación, o bien de rechazo, o bien de adaptación. En las situaciones concretas hay más bien una combinación
de estas situaciones extremas. Por otra parte, cuando hay importantes diferencias culturales entre los migran-
tes y la población receptora, aparece siempre el etnocentrismo, y a menudo su forma más extrema que es el
racismo. El migrante es visto como el otro, el extraño, el “bárbaro.”

Varias preguntas se imponen aquí: ¿es realmente posible el multiculturalismo, es decir la convivencia en relati-
va armonía de culturas diferentes? ¿O esto es más bien el producto de un “wishful thinking,” enmarcado en lo
“políticamente correcto” que gusta cultivar y promover la academia estadounidense? Otra forma de expresar
esta pregunta es interrogarse sobre si es posible imaginar un mestizaje sin violencia, sin conflictos. La acepta-
ción de la diversidad cultural implica también aceptar el mestizaje, es decir, la comunicación, el intercambio,
la conexión entre las diversas culturas.

Bibliografía
United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


Migraciones y convivencias 23

en América Latina
Günther Maihold
No hay que recordar el famoso dicho del expresidente de EE.UU. Ronald Reagan, quien ante los flujos migra-
torios de México a EE.UU. había expresado: “Good fences make good neighbors”, para encontrar la tensión
que existe entre el tema de las migraciones y la convivencia. Visiones como aquella de Reagan buscan marcar
distancias y mantener separada la vivencia propia de otras para garantizar la identidad y los patrones de con-
vivencia establecidos. Además, anhelan instaurar la no-convivencia para mantener espacios de exclusividad
por medio de la segregación, lo cual indica que el afán por mantener vigentes fronteras sigue prevaleciendo
como un enfoque central para delimitar la convivencia más allá de ciertos límites predefinidos. Por el otro
lado, han surgido los discursos de los representantes políticos de los países emisores de migrantes, que recal-
can que su nación no termina en las respectivas fronteras, sino que se extiende hacia “donde siempre estén”
todos los compatriotas, ampliando así los alcances de su política y su afán de representación. Mantener
fronteras e inhibir cruces transfronterizos son los dos ejes que han acompañado desde siglos los esfuerzos
para generar y alimentar la ilusión política de que sería posible mantener reglas de exclusividad en un cierto
territorio, ya sea bajo el lema de la soberanía nacional o de la preservación de la identidad. La migración, es
decir el desplazamiento de individuos o colectivos de sus espacios establecidos de vida, induce a modalidades
de convivencia a distancia en el marco de las relaciones con una diáspora étnica, cultural, racial o científica,
que solamente puede basarse en una cercanía simbólica, que a su vez parece suficiente para entablar identi-
dades e identificaciones.

Pero la realidad es otra: las fronteras se han vuelto porosas, existen nuevos espacios de convivencia justa-
mente en las franjas fronterizas y las sociedades siguen en movimiento, a pesar de controles, restricciones y
abusos. El caso más emblemático en este drama cotidiano sigue representando el tránsito de migrantes cen-
troamericanos por México hacia la frontera con EE.UU. Sus desplazamientos se realizan por unas rutas que
les exponen a toda clase de dificultades y peligros. “La Bestia” es el apelativo de aquel tren de carga que cruza
México de Sur a Norte, en el que se trepan los migrantes centroamericanos en el afán de llegar a las tierras
prometidas de los Estados Unidos. En el camino no solamente están expuestos a las cambiantes condiciones
climáticas en el territorio mexicano. Muchos fallecen al caerse de los techos de los vagones, son arrollados
por el tren durante la subida y bajada o son víctimas de carteles criminales y su quehacer a lo largo de su viaje
por México. De tal manera, para muchos la esperanza de una vida mejor allende la frontera se frustra ya en
el mismísimo camino hacia el cruce con Estados Unidos. Sin embargo, el incentivo parece siempre aventajar
los peligros – para muchos individuos, la migración sigue siendo la única alternativa para un futuro mejor.

Migraciones y convivencias
– un tema de perspectivas múltiples
Tradicionalmente, América Latina ha sido concebida como un continente de migraciones caracterizado por
una multiplicidad de procesos migratorios, diferentes incentivos y controles migratorios, la negociación de
identidad e integración a nivel local y transnacional y los importantes aspectos económicos que acompañan
las dislocaciones masivas de segmentos de poblaciones en las dimensiones nacionales, regionales e interna-
cionales; por lo que se le define como continente “en movimiento”. En esta larga historia de migraciones,
los vectores de la movilidad muchas veces se han invertido: mientras que por largos períodos los países
latinoamericanos siguieron una política de impedir el brain drain, es decir, la migración de personas de alta

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


24 calificación profesional desde América Latina a Europa y Estados Unidos, con la crisis económica se ha dado
una inversión de la dirección de los procesos migratorios. Muchos jóvenes académicos sin posibilidades de
empleo en España y Portugal buscan, a raíz de la estrechez de los mercados laborales en su país, un futuro en
Argentina o Brasil y son recibidos en aquellos países con los brazos abiertos. Al mismo tiempo, muchos mi-
grantes de Colombia, Ecuador y Perú que se habían afincado en España, han dado por terminada su estancia
debido a las precarias posibilidades de empleo y han regresado a sus países de procedencia (migración de re-
torno), especialmente a Bolivia, Colombia, Brasil, Paraguay, Bolivia, Ecuador y Argentina (García Ballesteros,
Jiménez Blasco y Mayoral Peñas, Emigración de retorno). Aparte de una multiplicidad de programas ofreci-
dos por el gobierno español para facilitar el “retorno voluntario asistido”, que pueden activarse si el re-mi-
grante cumple con tres criterios (vulnerabilidad social, intención de reintegrarse socioeconómicamente a su
país de origen y percibir por anticipado la prestación por desempleo), existen otras ofertas para la fuerza
laboral calificada desde los mismos países emisores para atraer capital humano que sea capaz de impulsar
el desarrollo nacional.

Esta realidad cambiante pone en evidencia que los procesos migratorios no solamente deben ser analizados
desde la decisión concreta de cada individuo por su movilidad, sino que hay que ampliar la perspectiva hacia
los flujos nacionales y transnacionales de capital en la forma de remesas que los migrantes envían a sus
familias en casa, así como también aquellos flujos entre el país de procedencia y el de residencia, como los
patrones de comunicación, los vínculos de identidad, prácticas sociales y transformaciones culturales. La
contextura compleja de motivos que induce a las personas de diferente estampa cultural y posición social de
reubicar su residencia o desplazarse entre varias residencias, tiene consecuencias masivas para las políticas
estatales, las oportunidades económicas de desarrollo y nuevas formas de convivencia que tienen que co-
rresponder a estas nuevas realidades de vida. De allí es evidente, que las formas de convivencia asociadas
a procesos migratorios distan mucho de una visión de armonía que a veces se asocia al planteamiento de la
convivencia, sino más bien hay que tomar en consideración la pluralidad de las sociedades, las formas – a ve-
ces conflictivas – para negociar la convivencia y la competencia por oportunidades de éxito entre poblaciones
que buscan mejorar sus condiciones de vida. El mismo contexto migratorio genera la condición de inestabili-
dad y fragmentación que acompaña muchas experiencias de movilidad.

En este sentido se pueden diferenciar varias formas de convivencia que varían de acuerdo a los contextos y
las configuraciones generacionales, que pueden restringir los lazos sociales. Hay que estar consciente que
la capacidad de las redes sociales migratorias varía y no se desarrolla con base en un automatismo, sino son
expuestas a cambios en los niveles de solidaridad, apoyo mutuo y dinámicas residenciales. La variante más sig-
nificativa en estos cambios la representa la generación de los migrantes, ya que se puede partir de lazos menos
vinculantes en tanto la segunda o tercera generación de los descendientes de migrantes dominan la escena:

• Zonas de difícil convivencia, es decir, aquellos espacios donde se necesitan esfuerzos especiales para
lograr una convivencia como lo son por ejemplo: los espacios fronterizos, las zonas de contacto entre
diferentes religiones, áreas de conflicto étnico, territorios en situación de pos-conflicto y momentos de
tolerancia reducida debido a divergencias normativas, culturales, de orientación sexual, etc.
• Convivencias obligadas en condiciones de migración forzada y laboral.
• Convivencias restringidas debido a situaciones de vivencia en “espacios de no-existencia” (Coutin 29-34)
debido a la no-existencia legal de muchos migrantes en EE.UU. que permea su vida cotidiana como una
condición limitante. La amenaza de la deportación o el ser capturado en la calle impactan sobre las per-
sonas y su disposición y capacidad por establecer formas de convivencia.
• Convivencias múltiples y temporales en espacios sociales transnacionales.
• Convivencias conflictivas debido a la persecución por su estatus de “sin papeles” y los conflictos cuando
se conviven y se contraponen formas de pensamiento tan disímiles como lo son el creciente racismo y los
sentimientos anti-migrantes. En estas situaciones solamente se logran niveles limitados de convivencia

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


por la ausencia de la capacidad a la convivencia que depende en primer término del reconocimiento del 25
“otro” (Honneth, La lucha), lo cual pone en evidencia que no solamente el proyecto de la convivencia tiene
que descansar en el reconocimiento de ciudadanía para todos, sino también en las acciones de instancias
garantes de una real implementación de este reconocimiento.

América Latina – ¿el clásico


continente de inmigrantes?
Si se toma como referencia la emigración europea del siglo XIX y del temprano siglo XX, se podría considerar
al continente americano como un ejemplo clásico de un continente de inmigraciones. La migración masiva
desde Europa y en una medida menor desde Asia, llevaron a una duplicación de la población, particularmente
por una promoción activa de la emigración por parte de los gobiernos de Argentina, Brasil, Cuba, Uruguay y
Chile. De tal manera, alrededor de 10 millones de migrantes de Europa encontraron su camino hacia el sub-
continente (ver Rinke 81), quienes desarrollaron allí una nueva patria. Esta imagen ha marcado la perspectiva
sobre una región que, sin embargo, había tenido la experiencia en tiempos anteriores del reasentamiento
forzado y la suplantación de poblaciones indígenas al igual como la deportación de entre 10 y 15 millones
de esclavos africanos a las grandes plantaciones en el Caribe y América del Sur. Esta experiencia extrema de
migración forzada ha sido retomada bajo el título “Black Atlantic” del comercio trasatlántico de esclavos como
patrón para contar la fuga y el exilio al igual como la heterogeneidad de las identidades, luchas de resistencia
y producciones culturales de la diáspora negra en los diferentes lugares de su dispersión. En este sentido, se
ha construido como una alternativa a las concepciones de estado, nación e identidad interpretada en térmi-
nos nacionales y territoriales (ver Gilroy; Kron, zur Nieden, Schütze, Zapata). Estas experiencias hacen poner
de relieve que los procesos migratorios han implicado diferentes tipos de convivencias de carácter forzado
e impuesto, que han generado una mirada más fructífera en términos científicos que aquellas perspectivas
tradicionales sobre la migración bajo los aspectos de los conocidos factores “push” y “pull”, ya que resaltan
las redes de migrantes, su múltiple inclusión en muy diversos contextos sociales, que los migrantes llevan
consigo. Es en este sentido que hay que considerar las condiciones cambiantes de convivencia resultado de
las diferentes formas de migración que han marcado la realidad latinoamericana: entre ellos hay que mencio-
nar los movimientos de refugiados, los desplazados, apátridas o desarraigados e incluso las formas de tráfico
humano y migrantes económicos que han caracterizado la historia política del subcontinente.

Tipos de migración reciente en América Latina


En las décadas de 1960 y 1970, América Latina vivió la experiencia de extensos procesos de migración interna
que pueden resumirse bajo el título de la urbanización. Hoy en día el 77% de la población latinoamericana
vive en ciudades, pronto el subcontinente podría convertirse en el líder mundial de la urbanización. Mega-ciu-
dades como Sao Paulo y la ciudad de México son expresión de este desplazamiento dramático de grandes
grupos poblacionales del campo a la ciudad. Al lado de la explosión demográfica y las precarias condiciones
de sobrevivencia en el campo hay que mencionar ante todo la dinámica fase de sustitución de importaciones
y el creciente papel de las clases medias con sus culturas urbanas como factores que han impulsado este cam-
bio secular. Un proceso de tal envergadura implica el tránsito de muchas formas de convivencia establecida
acompañados y arraigadas en las convivencias familiares hacia una dimensión de creciente individualización
y reagrupación en nuevas formas de residencias urbanas, a veces caracterizadas por un bajo nivel de confian-
za interpersonal y precarias condiciones de integración social.

Los movimientos migratorios en América Latina han tenido también motivos políticos, especialmente en
aquellos países marcados por guerras civiles. Miembros de organizaciones políticas o de determinadas
profesiones perseguidas, al igual como los exiliados buscaban refugio ante la persecución política durante las

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


26 dictaduras militares en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay así como Bolivia y Paraguay. En Centroamérica se
originaron considerables migraciones poblacionales durante las guerras civiles en las décadas de 1970 a 1990
en El Salvador, Guatemala y Nicaragua.

No hay que olvidar tampoco aquellos procesos migratorios que, originados en el contexto de catástrofes na-
turales, el aumento del nivel del mar y el cambio climático, es decir, eventos extremos recurrentes que tienen
como consecuencia migraciones temporales o permanentes. El fenómeno como “El niño” y “La niña” en el área
andina, esto es, el aumento de temperaturas acompañado por el derretimiento de los glaciares, cambios en
los ciclos de heladas/deshielo y la prolongación de períodos de sequía, al igual como la presencia más fre-
cuente de precipitaciones fuertes en muy poco tiempo han generado situaciones de erosión y desertificación
en Bolivia, Perú y Ecuador; de manera que el autoabastecimiento agrícola de amplias áreas se ha vuelto pre-
cario y ha llevado a migraciones (ver Balderrama et al).

Con los programas Bracero (1942-1964) que fueron ofrecidos por parte de Estados Unidos para atraer mano
de obra mexicana para trabajos en el campo (ver Cohen) ha iniciado una dinámica de convertir América
Latina en un continente de emigración. La dinámica de migración laboral temporal desatada desde México
y Centroamérica hacia el Norte ha tenido como consecuencia de que hoy en día 33 millones de mexicanos
estén viviendo en Estados Unidos en un estatus legal o “sin papeles”. El continuo flujo de migrantes hacia la
frontera entre México y Estados Unidos ha implicado medidas drásticas de fortalecimiento por parte de las
autoridades estadounidense y esfuerzos de vigilantismo ciudadano en estados fronterizos como Arizona, que
en su accionar asumen dinámicas de una “caza humana” (Maihold, “Die neue”). Para los migrantes en tránsito
provenientes de Centroamérica (especialmente Honduras, Guatemala, Nicaragua y el Salvador) el camino de
paso por México a Estados Unidos implica riesgos importantes debido a la presencia del crimen organizado,
abusos y corrupción por parte de las autoridades del país y la situación de inseguridad generalizada. Ante
estas circunstancias, el gobierno mexicano ha reaccionado con la extensión del régimen fronterizo de la fron-
tera sur hacia todas las rutas de tránsito en el afán de corresponder a las peticiones de Estados Unidos por
disminuir las presiones de los migrantes en sus propias fronteras.

En el subcontinente se han ido desarrollando importantes flujos intrarregionales de migración y a veces se


están subvalorando ante las dinámicas de emigración dominantes en los medios. En este contexto hay que
mencionar en Paraguay la apropiación conflictiva de tierras por parte de medio millón de colonizadores bra-
sileños, los llamados brasiguayos (ver Márques, Rodrigues, Almeida) o en Costa Rica, donde la inmigración
de trabajadores nicaragüenses se calcula hasta una cifra muy elevada de un millón de personas, que en
campañas mediáticas son responsabilizadas por los niveles mayores de criminalidad y el saqueo de los siste-
mas de seguridad social. Argentina y Brasil están fungiendo hoy en día como países destino de migraciones
provenientes de los países vecinos del Mercosur en el área andina, especialmente de Bolivia, Paraguay, Perú
y Ecuador. En el caso de Argentina, el número de migrantes de calcula en 1.4 millones de personas que
provienen en un 60% de los países vecinos y andan en busca de empleo en el sector de la construcción, la
agricultura y el sector servicios. El gobierno de la presidenta Cristina Fernández ha iniciado una campaña de
regularización migratoria bajo el título “Patria Grande”, que intenta ofrecer permisos de residencia temporal
a los migrantes ilegales con el fin de liberarlos de sus condiciones de vida precarias (ver Cerutti). Brasil ha
experimentado, debido a su dinámica económica en la década pasada, un importante boom migratorio, que
se refirió por un lado a una fuerza de trabajo altamente calificada proveniente de Portugal y Argentina, y por
el otro lado a una afluencia de migrantes ilegales de Bolivia y Haití a la que se ha tratado de enfrentar con una
política migratoria decidida y – para el caso haitiano – con una política de “visas humanitarias” (ver Sylvian
Suuchaud y Fusco).

No hay que olvidar en la perspectiva de los flujos migratorios en la dimensión de sur a norte la emigración
de trabajadores latinoamericanos desde Estados Unidos hacia los países de su procedencia, ya sea en el
contexto de la crisis económica de 2009 que redujo de forma dramática especialmente en el sector de la
construcción las posibilidades de empleo; entre otros, en el contexto del retiro, para el que muchos migrantes
laborales prefieren un regreso definitivo a su tierra natal. Debido a estas tendencias, se ha dado en los años

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


2010 y 2011 por primera vez una migración neta de 0% entre los Estados Unidos y México (ver Passel, D’Vera 27
y Cohn). Al mismo tiempo, las cifras de deportaciones oficiales desde Estados Unidos alcanzaron su nivel más
alto en términos históricos durante el período presidencial de Barack Obama: a lo largo de su administración
han sido deportados más de 2 millones de personas, llegando a marcar el año de 2013 el punto álgido con 438
421 personas, de las cuales un 47% ha sido caracterizado como criminales (ver González–Barrera y Krogstad).
Esta tendencia se está prolongando también hacia el sur, en tanto que en el año 2014 fueron deportadas por
parte de México 107 000 migrantes centroamericanos en la frontera con Guatemala. Por esta vía no solamen-
te fueron expulsadas personas sino también desplazadas las estructuras criminales de las pandillas juveniles
de los Estados Unidos que lograron capturar pandillas criminales centroamericanas en las llamadas maras,
convirtiéndoles de una manera dramática en actores criminales. Hasta el día de hoy estas maras son parte de
una situación de seguridad precaria en Guatemala, en Honduras y El Salvador y aportan al nivel extremada-
mente alto de homicidios en estos países (ver Wolf).

Una forma muy dramática en la tipología rica en variantes de los procesos migratorios se presenta en la migra-
ción de menores desde Centroamérica y México hacia Estados Unidos, que alcanzó su culminación en el año
de 2014 con 51705 menores capturados en Estados Unidos. Este hecho, calificado por el mismo presidente
Obama como una “crisis humanitaria” ha sido percibido por otras personas como una nueva amenaza a la
seguridad nacional. La violencia omnipresente y la economía de drogas en expansión en Centroamérica se
consideran los móviles para la migración de menores, así como el deseo de unirse con sus familias y padres
residentes en Estados Unidos. El peligro para los migrantes menores de caer en manos de traficantes de per-
sonas o convertirse en víctimas de explotación sexual es muy alto en el tránsito por México y la presencia de
coyotes o polleros que trafican con los indocumentados en la frontera entre México y Estados Unidos, espe-
cialmente para menores de 12 años que representan el grupo de mayor número entre estos migrantes. Aun-
que se le permite a los niños y jóvenes no acompañados solicitar el estatus de refugiado en Estados Unidos
o permanecer con un permiso condicional en el país hasta que hayan encontrado a sus padres (Villiers Negro-
ponte, A Refugee), sigue la deportación hacia sus países de procedencia. Justamente en el caso extremo de la
migración de menores se tiene que poner de relieve la necesidad de protección al igual que las obligaciones
de protección por parte de los estados involucrados, que lamentablemente sólo se implementan de manera
insuficiente (ver UNHCR).

Más allá de los procesos migratorios, que obligan a los individuos reorganizar y reconfigurar sus patrones de
convivencia en condiciones cambiantes, hay que considerar la situación dinámica entre migrantes y sus co-
munidades en sus relaciones con sus países de procedencia, al igual como la formas de auto-organización en
sus lugares de residencia. Para profundizar en este tema, hay que considerar 3 dimensiones centrales:

1. La garantía de seguridad de residencia y derechos de movilidad

Esto implica el estatus legal del migrante en su país de residencia al igual que la política frente a los movimien-
tos de migración transfronterizos (posibles cuotas, normas de reconocimiento y de deportación, etc.). Los
derechos de movilidad se refieren en consecuencia a las posibilidades y condiciones para la entrada y salida
en los países de residencia y de procedencia.

2. Los derechos de participación política

Estos se refieren por un lado al estatus legal y fáctico de los migrantes en los países de residencia y asimismo
a las posibilidades de participación en los asuntos políticos en sus países de procedencia. En América Latina,
este debate gira en torno a los “overseas voting rights” o la vinculación del derecho pasivo de elección a obli-
gaciones locales de residencia y la doble nacionalidad (ver Pedroza). Además se han ido desarrollando cuotas
importantes en parlamentos regionales (ver Pedroza) o nuevas instituciones políticas como el Instituto de los
Mexicanos en el Exterior (IME) en México, que ofrece una estructura permanente y compleja para la repre-
sentación y la articulación de los intereses de los mexicanos en el exterior (ver González Gutiérrez).

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


28 3. Políticas de remesas

Las remesas individuales y especialmente colectivas de los migrantes tienen una gran importancia económica
y social en los países de procedencia, tanto a nivel local como a nivel nacional. Hay un interés político muy
grande de poder orientar y regular el uso de estos fondos, el ejemplo más conocido es el programa Mexicano
Tres por Uno, en el que las instancias de los diferentes niveles del estado ofrecen financiamientos para re-
mesas colectivas de los “Hometown Associations” de los migrantes. De tal manera se han ido desarrollando
diferentes formas de cooperación a nivel nacional y local que en parte se traslapan y en parte actúan inde-
pendientemente entre sí a lo largo de toda la cadena de disposición de estos recursos. Muchos países de la
región demuestran tener un alto nivel de dependencia de las remesas, que se han convertido en una variable
central para el manejo de divisas y de las posibilidades de inversión. De tal forma, el sistema de remesas no
impacta solamente en los sistemas bancarios, en especial los altos costos para el manejo de la transferencia,
sino que toca también la efectividad para aprovisionar oportunamente a los familiares que se han quedado
en sus localidades, la situación de ingreso de las correspondientes aldeas y municipalidades como también
las inversiones locales en los contextos locales que a veces superan considerablemente los presupuestos de
la administración local y llevan a estructuras paralelas de poder.

La presencia de múltiples convivencias


simultáneas en espacios transnacionales
El paradigma de la migración transnacional y de los espacios sociales transnacionales, que implica conviven-
cias compartidas en varios lugares a la vez, recoge las diferentes modalidades de la migración en América
Latina en Estados Unidos, enfatizando las llamadas “remesas sociales” es decir, ideas, prácticas, identidades,
formatos de organización y de capital social que circulan entre países de procedencia y residencia a nivel local
(ver Levitt). Justamente estas “remesas sociales” están fungiendo como el instrumental de convivencias en un
espacio social plurilocal (ver Pries “La migración”), en el cual las redes sociales son tan importantes como las
redes familiares que tradicionalmente se interpretaron como base del deseo de reagrupamiento familiar, ya
sea en este o al otro lado de la frontera. Los transmigrantes (es decir, aquellos migrantes que forman parte
de redes sociales transnacionales) (ver Pries 53) llevan una existencia plurilocal que “lejos de ser transitorio,
con forma su propia infraestructura de instituciones sociales” (ver Pries 63). Como transmigrantes pueden
ser considerados también migrantes de tránsito (aquellos provenientes de Centroamérica o Cuba que pasan
por México hacia Estados Unidos) o en las formas de migración circular (en el sentido de migración laboral
temporal o múltiples movimientos entre países de procedencia y de residencia) (ver Angenendt). Se pueden
ilustrar muy bien por medio del caso de trabajadores mexicanos en los Estados Unidos las consecuencias de
este movimiento pendular para las comunidades correspondientes, donde se presentan municipios que en
gran parte consisten de mujeres, niños y adultos mayores dependientes del envío de remesas en su sobrevi-
vencia. Los efectos de esta presencia temporal de los migrantes se refleja en la infraestructura decaída, una
“arquitectura de remesas1”, es decir una “arquitectura sin arquitecto” y de “no estilos” con casas a medio ter-
minar que “sorprenden por su esfuerzo en solitario, e incomodan por su libertad en la forma y usos”, pero que
representan “una demostración por alejarse del agujero de la pobreza”. Se generan así nuevos marcos para
la convivencia que son impregnados por el deseo de (re)construir lo visto en el exterior y significar al mismo
tiempo el éxito que el dueño (la mayor parte del tiempo ausente) haya tenido en el exterior. El intento de tras-
ladar las formas exteriores de la convivencia en EE.UU. hacia su pueblo natal en términos de una aportación
al estilo establecido, ha cambiado profundamente la apariencia de los pueblos en zonas de alta migración y
los ha convertido en laboratorios de la convivencia temporal con muchos de sus miembros. Lo que permanece
es lo visto en la experiencia migratoria en forma de una arquitectura, expresión de identidades segmentadas
y al mismo tiempo transnacionalizadas, en manos de los “maestros de obra” a petición de los migrantes que
aspiran volver en algún momento.

1 Más información consulta la direccción http://arquitecturadelasremesas.blogspot.mx/

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


Los “US Latinos” representan no solamente por su número, el caso central de referencia a nivel internacional 29
tanto en el debate científico como también práctico-político. Siempre domina una mirada sobre la respectiva
comunidad de migrantes, que forman parte de un complejo patrón de formas de interacción entre el país de
residencia y el de procedencia e incluyen tanto elementos de la autoorganización de la sociedad civil como
del accionar estatal. La reproducción de patrones de residencia en EE.UU. de acuerdo con los lugares de pro-
cedencia, es uno de los ejemplos que refleja el interés de mantenerse en “comunidad” también en el exterior,
al igual como la designación de cargos comunitarios “a distancia” se orienta en el reconocimiento comunitario
al éxito de la migración (ver Rivera-Sánchez). Esta reterritorialización del lugar de origen refleja uno de los
elementos más significativos de convivencia, en tanto se logran representar diferentes modalidades de convi-
vencia en los espacios de residencia, de trabajo y de vida ciudadana (de segunda). En este marco se ha dado
en los Estados Unidos un proceso de adscripción conjunta en términos de “Latinos” o “Hispanics”, aunque
los cuatro grupos de mayor importancia entre los latinos en Estados Unidos sean migrantes provenientes de
México, de República Dominicana, de El Salvador y Cuba, siempre y cuando se toma el caso de Puerto Rico
como una situación especial debido a su estatus de estado “libre y asociado”, con un componente de 3.5
millones de habitantes.

Así podemos identificar cinco casos de migrantes en Estados Unidos provenientes de América Latina, a los
cuales también corresponden diferentes patrones de convivencia:

1. La migración mexicana y la convivencia múltiple

Los mexicanos representan la comunidad latina más antigua y con 33 millones de personas también la más
grande en Estados Unidos, debido también al hecho de la anexión de territorios anteriormente mexicanos a
los Estados Unidos en el marco de la guerra mexicano-americana a mediados del siglo XIX. Esta población
se ha convertido también en blanco de la tesis de la extranjerización de Samuel Huntington (ver The Clash y
“The Hispanic”). El estatus social, el nivel de ingresos y los indicadores educativos de los migrantes mexicanos
en los Estados Unidos son relativamente bajos, la proporción de personas sin título legal de residencia es
estimada en 7 millones, lo que implica que los ciudadanos mexicanos representen el 59% de todos los extran-
jeros ilegales en Estados Unidos. El estado mexicano a su vez atiende con 50 consulados a sus ciudadanos en
Estados Unidos y ocupa con este servicio a más personal en este país.

Las llamadas “Hometown Associations”, en las que se organizan los migrantes, de acuerdo con sus lugares y
regiones de procedencia para cultivar sus relaciones sociales con éstos, han alcanzado un papel central en
el entramado transnacional las remesas colectivas para eventos sociales e infraestructura (ver Orozco 2004).
Esta migración en red se refleja también en los patrones de residencia en los Estados Unidos. Hasta el año
2000, el 70% de los migrantes se asentó en los estados de California, Texas e Illinois, recién en los años pa-
sados se ha dado una dispersión más amplia hacia ocho estados llamados “resettlement states” (ver Zúñiga
y Hernández-León). Como México se encuentra ligado mucho más densamente que cualquier otro país de
América Latina en términos económicos con los Estados Unidos por medio del TLCAN, los temas de migración
y de régimen fronterizo se han vuelto un tema permanente en el tire y afloje bilateral entre los dos gobiernos.
Recientes iniciativas de ley, presentadas por el presidente Barack Obama en materia migratoria hasta la fecha
han encontrado una resistencia en el Congreso dominado por los republicanos, mientras que las propuestas
para el fortalecimiento del régimen fronterizo parecen encontrar una aceptación más amplia en el público
estadounidense. El camino hacia una modificación para la política migratoria por medio de órdenes ejecutivas
(executive order) como por ejemplo el llamado “Dream Act” de junio de 20122 o las iniciativas de inmigración
de noviembre de 2014, tienen como meta evitar una posible deportación de hasta 4 millones migrantes de
residencia ilegal en Estados Unidos y asegurarles a sus hijos posibilidades de educación (superior).

2 Para más información, sobre la temática http://www.immigrationpolicy.org/special-reports/guide-immigration-accountability-executive-action

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


30 Políticamente, el estado mexicano se ha esforzado desde la década de 1990 por establecer canales de co-
municación con los “mexicanos en el exterior”, con la finalidad de lograr un alto nivel de institucionalización
de las políticas transfronterizas. Un ejemplo de ello es el “Instituto de los Mexicanos en el Exterior” (IME)3,
cuyo consejo consultivo está compuesto por 157 miembros de comunidades mexicanas en el exterior y entre
ellos tanto ciudadanos mexicanos que viven en Estados Unidos (US-Mexicans), así como también personas
de descendencia mexicana que tienen la nacionalidad estadounidenses (Mexican Americans). Desde 1996
existe el derecho a la doble nacionalidad (no ciudadanía). Las representaciones mexicanas en los Estados
Unidos ofrecen servicios que incluyen la matrícula consular que es un documento que cumple con fines
censales y de protección por ser aceptada por parte de un gran número de instituciones privadas y oficiales
como documento de identidad, como prueba de nacionalidad y como comprobante de domicilio. Aunque no
representa una sustitución para un documento oficial de legal estancia en un país, ha sido un instrumento
esencial para la convivencia de los mexicanos “sin papeles” en los Estados Unidos. Finalmente se han am-
pliado las posibilidades de la participación de los mexicanos en el exterior en las elecciones presidenciales
de México al facilitarles el voto, aunque en las elecciones presidenciales de 2012, el número de votantes fue
de apenas poco más de 59 mil; el 77% fue de Estados Unidos y 23% del resto del mundo, principalmente de
Canadá, España, Alemania y Francia. Con un cambio de la Ley Electoral en el año 2014 se abrió el proceso de
credencialización en los Consulados mexicanos, lo cual abre legalmente la posibilidad para un potencial voto
masivo de los estimados 12 millones de mexicanos en el exterior que podrían solicitar su credencial electoral
(ver Correa Alcántar y Rocha Romero).

2. Los migrantes dominicanos y la convivencia translocal

El motivo inicial de los movimientos migratorios fue la intervención estadounidense en la República Dominicana
en el año 1965. De ahí se ha desarrollado un patrón clásico de “migración en cadena” que tampoco cesó con
la mejora en cuanto al crecimiento económico y una relativa estabilidad política en la isla en la década de
1990; hasta la fecha la migración se mantiene a un nivel alto con una extracción social de los migrantes que
provienen primariamente de los estratos medio y bajo (ver Cervantes González). El ingreso del promedio se ha
establecido en un nivel bajo similar al de los migrantes mexicanos, aunque el nivel educativo muestra grados
más altos. En los Estados Unidos, los 1.5 millones de migrantes de la República Dominicana se han asentado
en dos zonas de aglomeración, es decir, en la ciudad de Nueva York/el norte de Nueva Jersey (700 000 perso-
nas), por el otro lado en el gran área de Miami (350 000 personas). El gobierno de la República Dominicana
atiende a sus ciudadanos en Estados Unidos a través de 9 consulados, sin embargo, se ha documentado un
nivel bajo de representación de las instancias políticas.

En su país de procedencia, con una población de más de 10 millones de habitantes, la influencia de los emi-
grantes no solamente es importante en cuanto a su peso económico (el 69% de los Dominicanos tiene al me-
nos a un familiar en el exterior) sino también por su alta visibilidad pública: la persona de Leonel Fernández,
que alcanzó como “US-Dominican” y con un bachillerato en un High School neoyorkino, ser electo dos veces
presidente de su país (1996-2000; 2004-2008) es expresión de esa relación densa entre las comunidades
de migrantes y la isla dominicana, al igual que muchos deportistas destacados. El alto nivel de las remesas,
cuyos montos llegan al 7% del PIB, es un tema central en las elecciones nacionales y el puente político con
los emigrantes se ha convertido en parte de la estrategia de desarrollo económico nacional. Desde el año 1997
los dominicanos en Estados Unidos pueden participar en las elecciones presidenciales de su país y desde las
elecciones del año de 2004 se está realizando una campaña política dominicana en el territorio estadouniden-
se (ver Itzigsohn et al). Lo que da a la convivencia transnacional de los dominicanos una característica propia
son sus prácticas económicas en la modalidad de enviar remesas a sus familiares en la forma de artículos
para el consumo, tales como estufas y lavadoras, en lugar de dinero. Esta particularidad ha generado un flujo
continuo de mercancía que logra fundamentar relaciones de gran profundidad y envergadura.

3 Consultar la dirección: http://www.ime.gob.mx/

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


3. El Salvador – la convivencia del “hermano lejano” 31
La guerra civil de los años 80 fue el catalizador central para la migración de El Salvador a los Estados Unidos.
Hoy 2.9 millones de Salvadoreños viven en el exterior, lo que representa el 40% de la población del país. Al
inicio, los salvadoreños fueron considerados como refugiados y exiliados y mucho menos como migrantes
laborales, lo que les permitió alcanzar un estatus legal diferente – primero asilo político, posteriormente, a
partir de 1991, el “Temporary Protected Status (TPS)”, que desde 2001 ha sido prolongado 10 veces cada dos
años por las autoridades de los Estados Unidos. Este estatus concede un permiso o autorización de trabajo
temporal, situación que diferencia profundamente la situación de los migrantes salvadoreños de otros casos
aquí reseñados. Debido a estos inicios de la migración en la guerra civil y catástrofes naturales, los salvado-
reños en Estados Unidos han desarrollado muchas tensiones entre las mismas organizaciones comunitarias
salvadoreñas debido a diferentes orientaciones políticas, una compenetración con redes políticas y sociales
específicas, como ONG’s, iglesias y círculos liberales. Actualmente existen 11 consulados que atienden a los
2,3 millones de ciudadanos del país en Estados Unidos, que se han asentado principalmente en la costa oeste
y este de los Estados Unidos.

En El Salvador, que administrativamente está organizado en 14 departamentos regionales, en el habla co-


mún se les considera a los migrantes como el departamento No. 15, incorporándolos así simbólicamente en
la nación, superando el discurso algo paternalista del “hermano lejano” (Machuca 88), el cual sin embargo,
es esencial para la sobrevivencia del país. En ningún otro país del hemisferio, las remesas han alcanzado
un peso económico tan central como en El Salvador, donde llegan a tener una participación del 18.1% del
PIB. A través de programas especiales se están haciendo esfuerzos de conectar las “hometown associations”
salvadoreñas en los Estados Unidos con programas de desarrollo local y social en sus regiones de proceden-
cia. En la campaña electoral del año 2004, el tema de las remesas se convirtió en el eje central del debate
para impedir exitosamente que un candidato de izquierda pudiera alcanzar ser electo presidente, ya que se
temía que este hecho afectara las relaciones con Estados Unidos y así el flujo de las transferencias desde
Estados Unidos. Ante la gran dependencia de la diáspora salvadoreña, los gobiernos del país han buscado
institucionalizar las relaciones con sus conciudadanos en Estados Unidos, lo que implicó un cambio de la ley
electoral, que permitió por primera vez en las elecciones presidenciales del año 2014 la participación en el
voto de los salvadoreños en el exterior.

4. Brasil: convivencia en la diferencia cultural

Brazuca es la palabra que designa a los brasileños indocumentados residentes en Estados Unidos, un grupo
que apenas desde el año 2000 ha alcanzado una mayor presencia especialmente en el estado de Florida (ver
Jouët-Pastré y Braga). Es por esta razón que se considera como un grupo no tradicional de migrantes, lo que
refleja asimismo el interés por no ser subsumidos a la categoría de los hispanics, sino representar una identi-
dad cultural propia. Debido a su alto nivel educativo y un ingreso per cápita relativamente alto, los brazucas
pueden ser considerados el grupo de migrantes de mayor bienestar económico, lo que les permite al mismo
tiempo realizar las remesas individuales más altas para con sus familias. Frente a la categoría general de los
hispanics, “los inmigrantes brasileños temporales o permanentes tienen que elegir su propia gama de alianzas y
adhesiones culturales: ¿ser parte del fenómeno hispánico, convertirse en latinos, aprender a la vez inglés y es-
pañol, buscar otras formas de identificación colectiva con otros grupos de inmigrantes o con el grupo mayorita-
rio?” (Corona 89). Muchos buscan distanciarse y cultivar un estatus de minoría, estableciendo relaciones muy
estrechas con su patria. Esto les ha permitido colocar los fundamentos para un empresariado transnacional
étnico, que ha ampliado las relaciones económicas entre Brasil y Estados Unidos por una dimensión adicional.

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


32 5. Cuba: el éxito de los migrantes y las convivencias conflictivas

La revolución del año 1959 y la continua confrontación política entre Cuba y Estados Unidos ha contribuido
a que los cubanos alcanzaran un papel político especial entre los latinos en los Estados Unidos. Por un lado
esto se refiere a la composición socio-estructural de los migrantes: inmediatamente después de 1959 llegaron
cubanos de los estratos altos hacia Estados Unidos, que desde su punto de vista ideológico se encontraron en
el “lado correcto” en el marco de la polarización que caracterizaba a la Guerra Fría. Esta situación implicaba
que se les fueran concedidas condiciones legales preferenciales para su integración en los Estados Unidos,
al igual como formas múltiples de apoyos políticamente motivados. Consecuentemente estos cubanos se
convirtieron en la “historia de éxito” de los migrantes latinoamericanos. Olas posteriores de migración que se
extendieron hacia otros estratos sociales, encontraron en el enclave cubano una red densa que les permitió
una integración exitosa por su alto nivel de capital social, el que a su vez implicaba una presión elevada de
homogenización política (ver Portes). Su más importante organización política de los cubano-americanos fue
la “Cuban-American National Foundation”, un ejemplo clásico para el trabajo eficiente de presión con alta
influencia sobre la política exterior estadounidense. Los cubano-americanos tienen una presencia duradera
en el congreso estadounidense y otras instituciones nacionales en conjunto con un papel clave electoral en el
“swing state” de Florida (ver Rytz).

Para la Revolución Cubana, la emigración de sus contrincantes se convirtió en un elemento central de la esta-
bilización política interna. Hasta el día de hoy, la comunidad cubana exiliada en los Estados Unidos es parte
esencial de la estrategia de polarización dicotómica amigo/enemigo del gobierno, que trata de aplicar a cual-
quier oposición política en la isla una ubicación como agente de Estados Unidos, bajo el lema “con Fidel o con
los yankees”. Además, el régimen cubano incluye la reacción de los emigrantes en sus estrategias políticas,
como un juego complejo, ya sea en el contexto de la ola migratoria del año 1980, en el caso del joven refugiado
Elián del año 2000 o en la ocasión de la legalización del dólar estadounidense en 1993, cuando las transferen-
cias de los migrantes a sus familiares en la isla se convirtieron en un áncora para la salvación del socialismo
cubano. Aunque el gobierno cubano hasta la fecha no hace caso a las reivindicaciones políticas y económicas
de los cubanos en el extranjero, éstos se encuentran en una situación “de disponibilidad” para poder impactar
rápidamente sobre la agenda política en caso de una transformación en la isla. La iniciativa conjunta de los
presidentes Barack Obama y Raúl Castro de diciembre 214 para inducir una política de “normalización de las
relaciones” por lo pronta ha incrementado la presión migratoria sobre EE.UU.: Una comparación del último
trimestre de 2014, cuando llegaron 8,624 migrantes a EE.UU. con el mismo período de 2013, cuando fueron
5,221, se puede identificar una crecimiento importante que sigue también en los primeros meses del año 2015.
Al parecer la preocupación de un cambio en las políticas migratorias de EE.UU., es decir una “normalización”
también de esta política, hace que muchos cubanos se decidan por la migración, en la cual las tradicionales
balsas han sido ampliamente superadas por el típico cruce migratorio desde la frontera con México, que his-
tóricamente ha sido más utilizada por los latinoamericanos de otras regiones4. No es previsible el efecto que
podría tener una distensión de las relaciones entre EE.UU. y Cuba, lo que sí es evidente es que el gobierno del
presidente Obama no ha involucrado hasta la fecha de manera alguna al exilio cubano que se ha heterogeni-
zado en los últimos años; sin embargo, no se debe de subestimar el papel articulador que pueda jugar en un
momento dado.

Las prácticas políticas de los migrantes


Lo específico de estos casos presentados de migración consiste en el hecho de que para muchos de estos paí-
ses un único estado – los Estados Unidos – se ha convertido en el país de residencia para más del 85% de los
migrantes que viven en el exterior. A diferencia de otras experiencias migratorias de mayor corte diaspórico,
se han generado así espacios políticos transnacionales que esencialmente tienen características binacionales.

4 Para más información http://noticias.univision.com/article/2230297/2015-01-30/inmigracion/noticias/se-dispara-a-60-la-migracion-de-cubanos-


a-eeuu-en-los-ultimos-meses

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


Los efectos de esta matriz en la relación entre el país de procedencia y de residencia, no solamente pueden 33
identificarse en las relaciones entre los respectivos estados, sino también a nivel de las relaciones entre las
sociedades civiles, por ejemplo en el caso de las actividades de partidos políticos mexicanos y dominicanos
en territorio estadounidense y sus intentos por movilizar fondos adicionales para sus campañas entre los
migrantes en este país. El énfasis en términos de los diferentes formatos de convivencia tiene que darse
entonces con respecto a las prácticas políticas y sociales transnacionales de los migrantes (ver Østergaard-
Nielsen). Además, hay que considerar las posibilidades de generar coaliciones transfronterizas de intereses
y coaliciones de causa entre actores estatales y no estatales, que logren impactar sobre los respectivos go-
biernos para adelantar intereses de política interna y externa. Estos pocos ejemplos hacen inmediatamente
visibles la multiplicidad de condiciones de vida de migrantes en el espacio transnacional, ya sea en relación
con la parte de migrantes indocumentados, ya sea referente a aquellos con estatus legal pero con derechos li-
mitados o aquellos con pleno gozo de sus derechos como ciudadanos. En este contexto habrá que considerar
las condiciones legales que son específicas para ciertos grupos de migrantes nacionales, las que, como en el
caso de los migrantes cubanos, acceden con base en el “Cuban Adjustment Act”, a una participación electoral
mayor en los Estados Unidos; así pueden votar el 60% de todos los migrantes cubanos, mientras que para
el caso mexicano, esta cifra alcanza apenas el 22%. Haber adquirido el pleno gozo de derechos ciudadanos,
incluido el derecho a voto en el país de residencia no implica automáticamente una reducción de un activismo
político transnacional. La investigación internacional ha logrado identificar estas dinámicas con el concepto
de los llamados “duo-citizens”, que a diferencia de los “mono-citizens” conciben la posibilidad de participación
política doble como compensación para su vida en condiciones precarias con desventajas económicas y dis-
criminación cultural (Blatter 22). Desde el nivel local, pasando por los estados hasta las elecciones al congreso
y las presidenciales en los Estados Unidos, los candidatos han tratado de ganarse la confianza del llamado
“voto latino”, como estrategia electoral, lo que no solamente refuerza la identidad latina, sino también ciertos
elementos políticos que se refieren a la interacción con el país de procedencia de los electores, ya sea por me-
dio de promesas por promover inversiones estadounidenses en la república dominica o de posibles influencias
de la política exterior frente a Cuba como dimensión política central en el swing state de Florida. Las redes
transnacionales representan, para los migrantes, un capital social que no solamente tiene importancia para su
estatus social, sino también implica opciones materiales y sociales de impacto en las dos arenas nacionales.

Migraciones, la ampliación de arenas políticas


nacionales y espacios sociales transnacionales
El ejemplo clásico para políticas transnacionales por parte de los migrantes representa hasta el día de hoy la
incursión política de Andrés Bermúdez Viramontes, llamado el “Rey del tomate”, quien fue el primer ciudadano
estadunidense de origen mexicano, y por tanto con las dos nacionalidades, en ganar un puesto de elección
popular. En su trayectoria personal logró, como migrante, alcanzar riqueza en los Estados Unidos, se convirtió
en un empresario en el cultivo del tomate y logró ser electo como candidato binacional en su patria mexicana
en el cargo de alcalde de su ciudad natal, Jerez, en el estado de Zacatecas, lo que marcó el inicio de las cam-
pañas electorales transnacionales ligadas a políticas de coaliciones sociales (ver Smith y Bakka). Sin embargo,
este ejemplo conocido no debe desviar la atención del hecho de que muchos migrantes mexicanos en los
Estados Unidos viven en condiciones de un estatus legal inseguro y con limitados derechos ciudadanos, de
manera que se enfrentan a la institucionalidad democrática de su país de residencia no como “standard citi-
zens” sino más bien como ciudadanos “de segunda clase”. Por otro lado, los migrantes provenientes del sur
pueden recurrir allí potencialmente a recursos y redes, a las que los actores políticos en su país de procedencia
no pueden acceder. Así, la arena política se está ampliando en dos direcciones: por una parte, los migrantes
y sus organizaciones de su nuevo país de residencia pueden ejercer impacto político, especialmente referido
a temas de la convivencia como la integración, discriminación y derechos de minorías en los Estados Unidos,
la participación de los latinos en el sistema al igual como la influencia por medio del “ethnic lobbying” sobre la

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


34 política exterior estadounidense. Por otra parte, hay que tomar en consideración la interacción de los migran-
tes con actores políticos de los países de procedencia, la que en el uso político de la migración transnacional
asume un patrón específico de jugar a dos bandos (también “efecto boomerang”) (Keck y Sikkink 12), es decir,
impactar sobre los actores en el país de procedencia para lograr cambios en el país de residencia y al revés.

Esta situación puede considerarse también el fondo para intentos de gobiernos de los países de procedencia
por utilizar las comunidades latinas de manera instrumental como representantes de intereses nacionales en
su país de residencia. Con base en estas estrategias se generan los típicos patrones de solapamiento de áreas
de soberanía: un ejemplo para esta constelación la representa la oportunidad de capitalizar políticamente en
el futuro las élites mexicano-americanas por parte del gobierno mexicano como grupo de presión para sus
intereses en las relaciones bilaterales. Hasta la fecha las autoridades de México se han mostrado muy caute-
losas por instrumentalizar los migrantes asentados en los Estados Unidos, porque ha considerado muy ries-
goso entrar en una jugada que podría muy rápidamente revertir sobre una política exterior que necesitaría
superar el alto nivel de conflictividad con las organizaciones de los mexicanos en el exterior y más bien busca
mantener alejada la presencia de EE.UU. del propio país. Una excepción han sido los temas de la protección
de los mexicanos en el exterior, donde el gobierno mexicano ha implementado la ya mencionada matrícula
consular que desde 2014 ha sido fue establecida como “matrícula consular de alta seguridad”, un instrumento
consular de identificación personal, lo que en ciertos estados del vecino del norte logra facilitar la resolución
parcial del estatus legal inseguro (ver Dinerstein).

El déficit de América Latina – mucha política


de migrantes, poca política de migración
“Hermano lejano”, “hijos ausentes” etc. son descripciones que tratan de privilegiar una mirada de pertenencia
de los migrantes desde las sociedades emisoras. Tales esfuerzos son parte de los intentos por garantizar for-
matos de convivencia a distancia, de mantener el vínculo – aunque sea simbólico - con las comunidades de los
migrantes en el exterior. El paternalismo, propio de estas afirmaciones, hoy en día tiene que confrontarse con
una creciente autonomía de las comunidades de migrantes en EE.UU. o de los re-migrantes en los respectivos
países, que rechazan cualquier tutelaje oficial. De esta posición hay que diferenciar la búsqueda y el reclamo
de protección de los migrantes cuando asumen su camino hacia el exterior. “La Bestia” aquel tren que circula
entre el sur mexicano y la frontera norte con los migrantes en los techos de los vagones, puede considerarse
un emblema para las políticas migratorias de América Latina: flujos abundantes de migrantes, poco regulados
– si no se considera el sector de los altamente calificados – que apenas a posteriori se convierten en sujetos
de regulación política o de regularización de migrantes ilegales. Asimismo, los intentos poco exitosos de con-
vertir los migrantes individuales o también como grupo en tema de políticas públicas, especialmente cuando
se trata de recursos económicos (remesas) o la influencia política. Queda evidente que la política estatal tiene
un reto central ante la integralidad del problema migratorio para resolver las necesidades para oportunidades
económicas de la población joven latinoamericana y hacer efectivo también para migrantes extranjeros los
derechos humanos y la garantía de integridad personal en el marco de la normativa de la “responsabilidad de
proteger” (R2P). La creciente presencia de subjetividades políticas de los migrantes es en este sentido por un
lado un requisito central para poder resolver la ausencia de políticas migratorias en el subcontinente, por otro
lado el ingrediente imprescindible para todos los esfuerzos de (re)establecer formas de convivencia viables
de los migrantes, aunque sea en condiciones de extrema precariedad. Abrir los ojos para estas realidades es
uno de los cometidos más urgentes para el reconocimiento del “otro”, precondición de cualquier convivencia.

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


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Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


Undocumented Migration, Organized 39

Crime and Trafficking in Persons Along


the Eastern U.S-Mexico Border
Guadalupe Correa Cabrera
Jennifer Bryson Clark

Introduction
The links between migrant smuggling, human trafficking, and organized crime in the United States and Mexico
have become inextricable. Severe forms of trafficking in persons as defined by the Trafficking Victim Protection
Act (TVPA) of 2000 are defined as: a) “sex trafficking in which a commercial sex act is induced by force, fraud,
or coercion, or in which the person induced to perform such an act has not attained 18 years of age,” or b)
“the recruitment, harboring, transportation, provision, or obtaining of a person for labor or services, through
the use of force, fraud or coercion for the purpose of subjection to involuntary servitude, peonage, debt
bondage, or slavery.” What separates human trafficking from migrant smuggling is that traffickers use force,
fraud and coercion and enslave trafficked persons while smuggled migrants have a consensual relationship at
the onset and are usually free at the end of their journey. However, smuggling scenarios may result in coercive
situations if the smugglers decide to raise the price or people lack the funds to pay for the services rendered.

The phenomena of “human trafficking” and “migrant smuggling” are clearly delineated legally in both the
United Nations Protocol to Prevent, Suppress and Punish Trafficking in Persons, and the Protocol against the
Smuggling of Migrants by Land, Sea and Air. In reality, the difference between human trafficking and migrant
smuggling is not so clear. Because human trafficking takes place within the context of migrant smuggling
there are many occasions when those that are being “smuggled” suffer abuses as horrific as those who are
being “trafficked”. Migrants who are looking to enter into the United States without documents may begin by
seeking the aid of a “smuggler” but end up falling victim to a human trafficker1.

The violent struggle between different drug trafficking organizations or transnational criminal organizations
(TCOs)2 in Mexico to control northern transportation routes has had important political and economic
implications on the U.S. side of the border. At the same time, the more that the various U.S. federal law
enforcement agencies “crack down” on illegal immigration, the more that smuggling and trafficking in persons
from Mexico flourishes3. Moreover, extremely restrictive border surveillance and tougher immigration policies
on the U.S. side of the border, combined with the increased presence and involvement of TCOs in Mexican
border states, have made it more dangerous and almost impossible for undocumented immigrants to cross
the border without assistance from smugglers (International Organization of Migration, The Three United ;
“Human Trafficking”).

1 More resources about the topic: ABA–ROLI (2009); Acharya (2006); Aronowiz (2009); Clark (2012); Payan (2012); Protection Project (2008);
Shelley (2010); Tiano (2012); Zhang (2007).
2 The term “drug trafficking organizations” (DTOs) has recently fallen out of use to the more updated term of “transnational criminal organizations”
(TCOs). Hence, we will use this last term in the present project to describe the various drug cartels vying for hegemony in Mexico.
3 Other studies about the topic: Aronowitz (2009); Cornelius (2005); Cornelius and Lewis (2007); Massey, Durand and Noland (2002); Durand
and Masse (2004); Pecoud and Guchteneire (2006).

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


40 State of current research
As the clandestine organization of migrants traveling from Central America and eastern Mexico to the
United States is now controlled—or influenced to a large extent—by TCOs, the abuse of migrants, and more
importantly, their vulnerability to trafficking is becoming increasingly evident. Events such as the brutal
massacre of 72 immigrants on August 25, 2010 in San Fernando, Tamaulipas, and the discovery of dozens
of safe/stash houses (a house where weapons, drugs and undocumented migrants are kept) along Mexico’s
northern border in the past few years demonstrate that drug trafficking, migrant smuggling, and trafficking in
persons are becoming inextricably linked in unprecedented ways (ver Correa-Cabrera and Garrett).

The newly evolving relationship between undocumented migration, human trafficking and Mexican-origin
TCOs in both the United States and Mexico has been understudied by academics and government officials.
Scholars, journalists and government authorities report that very recently TCOs (such as the Zetas, the Gulf
Cartel, and the Knights Templar) have expanded their repertoire of illegal revenue generating activities to
include extortion, migrant smuggling, and human trafficking for the purposes of labor, sexual exploitation and
bodily organ harvesting4.

Experts have documented that Mexico is a source, transit and destination country for trafficking in persons.
The United States is a destination country for trafficking in persons coming from Mexico, Central and South
America—as well as from other regions of the world. Trafficking patterns in the Americas have to some extent
been documented5. No studies however, have provided any information on the recent role of drug cartels/
TCOs in the trafficking of persons in this region. Moreover, little attention, has been given to this phenomenon
along the migration routes from eastern Mexico to Texas, which are becoming increasingly important.6 What
is more, no quantitative analyses exist on the subject in the specific case of Mexico. Information of this kind
is also limited in the United States.

While increasing attention has been paid to the phenomenon of migrant smuggling7, trafficking in persons
and organized crime, most of the existing literature makes claims about organized crime involvement without
providing sufficient supporting evidence. In fact, researchers and policy makers have little understanding or
reliable knowledge regarding how these phenomena are linked8. The existing literature lacks empirical data
and policy makers often make broad estimates of the scale of involvement of TCOs in human trafficking and
migrant smuggling in the Americas without providing much supporting evidence9.

Of the more well-documented published studies that explicitly address the relationship between organized
criminal groups and human trafficking10 the focus has been on Russian or Chinese organized crime and there
has been almost no analysis of the involvement of Mexican-origin TCOs/drug cartels. The proposed research
is extremely relevant precisely because the existent literature on migrant smuggling, human trafficking and
organized crime does not consider Mexican drug trafficking organizations that have greatly expanded their
scope of activities and geographical outreach to become transnational criminal organizations.

4 More resources about the topic: McAdams (2009); Risley (2010); Shirk and Webber (2004); Texas Attorney General’s Office (2011); U.S.
Department of State (2012 and 2013).
5 Other studies about the topic ABA–ROLI (2009); Acharya and Stevanato (2005); Acharya (2006); Clark (2012); ECPAT (2004); Mc Adams;
Protection Project (2008).
6 A recent report by U.S. Customs and Border Protection published by the Washington Office on Latin America (WOLA) notes that apprehensions
of non-Mexicans in the United States has tripled between 2011-2013, with the epicenter of migration shifting from Tucson, Arizona to the
South Texas border (see Isacson).
7 See Castro (1998); Spener (2009); Izcara (2012).
8 More resources about the topic: Bruckert and Parent (2002); Kangaspunta (2003); Gozdiak and Bump (2008); UNDOC (2010).
9 See Hodge and Lietz (2007); Risely (2010); Shannon (1999).
10 See Caldwell, et. al. (1999); Zhang and Chin (2004); Finckenauer (2001).

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


Research proposal 41
The aim of this article is to describe a research proposal to understand the relationships between undocumented
migration, organized crime and trafficking in persons along the eastern U.S.-Mexico border and address the
gaps in current research.

This proposed project will analyze the new role of Mexican-origin TCOs in the illegal movement of persons,
particularly in migrant smuggling and trafficking in persons in the border region of Texas and northeastern
Mexico. Overall, this research will assess the extent of involvement and influence of Mexican TCOs in human
smuggling and trafficking. This study intends to identify groups that benefit from these illicit activities, their
practices, as well as the networks that link these people to illegal migrant smuggling and trafficking in persons
within the state of Texas.

The goals of this project are:

a. To identify the role of organized crime and other actors (including drug trafficking organizations, coyotes,
law enforcement authorities, etc.) in moving undocumented immigrants along Mexico’s Eastern Migration
Routes from Central America to Texas.
b. To document and describe how undocumented migration is becoming human trafficking through compelled
labor for criminal activities.
c. To determine the extent human trafficking is becoming a source of revenue for those groups once
associated only with drug trafficking on both sides of the border.

In order to achieve these goals, the proposed project includes four main objectives:

1. To assess the roles that drug trafficking organizations play in forced migrant smuggling and human trafficking.
2. To examine the dynamics, conditions, and violence that occurs within migrant safe houses on both sides of the
Texas-Tamaulipas border. (Understanding what goes on inside of the safe houses is crucial in understanding
the two phenomena of migrant smuggling and trafficking in persons within the United States).
3. To determine the connections between the actors involved in operating the safe houses, drug trafficking,
traditional labor trafficking, and sex trafficking in the state of Texas.
4. To evaluate the approximate extent of activity and influence of Mexican-origin TCOs in migrant smuggling
and human trafficking activities in Texas.

Hypotheses
The main hypothesis of this project is that the social and economic dynamics, as well as the protagonists
involved in these phenomena are different on the U.S. and Mexican sides of the border. In northern Mexico,
drug traffickers are becoming involved in smuggling of undocumented immigrants and human trafficking
activities in order to diversify their revenue streams. On the U.S. side of the border, human traffickers are
apparently focused on getting their victims employed in the U.S. labor market or in the commercial sex industry
(i.e. forced prostitution) and range from small scale operations to highly organized labor brokers that supply
labor to industries in the United States.

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


42 Through the proposed project, we will also strive to verify the following claims:

1. Mexican-origin TCOs are heavily involved in the smuggling, extortion, kidnappings, compelled labor for
criminal activities and trafficking of undocumented migrants.
2. There are important differences between human trafficking in Mexico and human trafficking in the
United States.
3. Stash houses are important locals for the trafficking of people and illegal substances. Understanding the
nature and role of the so-called migrant safe/stash houses is pivotal for understanding the dynamics
of both drug and human trafficking, and their relationship to undocumented migration. Undocumented
persons who have been “held” in migrant stash houses can tell us: How do people arrive in these places?
What were they told beforehand? What were the conditions offered for their release? What happened if/
when people paid/did not pay? Where they compelled into labor for criminal activities? Did their captors
identify with any particular group?

Methodology
The present research will utilize mostly qualitative methods since quantitative analyses are unreliable due to
the clandestine nature of organized crime. Approximately 250 interviews will be conducted with undocumented
migrants, law enforcement agents, immigration lawyers, service providers, academic researchers, and other key
actors. These interviews will take place in 6 different cities on the Texas–Tamaulipas border: 1) Laredo, Texas,
2) Nuevo Laredo, Tamaulipas, Mexico, 3) McAllen, Texas, 4) Reynosa, Tamaulipas, Mexico, 5) Brownsville,
Texas, and 6) Matamoros, Tamaulipas, Mexico), as well as in the main human trafficking hubs in the state of
Texas, Tamaulipas, Coahuila and Oaxaca, Mexico (i.e. Houston, Dallas, Austin, and San Antonio, as well as
Saltillo, Coahuila and Ixtepec, Oaxaca, Mexico for Central Americans coming up on the train).

The proposed research project will be developed in the following three phases:

Phase 1: Migrant smuggling, trafficking in persons and organized


crime in the Tamaulipas cities that border Texas

Interviews will be conducted in migrant shelters located in the three Tamaulipas, Mexico border cities where
organized crime has clearly controlled smuggling and trafficking in persons in the past few years (Nuevo
Laredo, Reynosa and Matamoros). Migrant shelters are key locations as they often house deported persons,
transmigrants from Central America and individuals who have been held in safe houses or have had a personal
experience with Mexican TCOs. The information gathered during this first phase of research will allow the
investigators to determine the level of involvement of Mexican organized crime in migrant smuggling and
trafficking in persons in the state of Texas.

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


Map 1. 43
Migrant routes through Mexico

Source: Amnesty International (2010)

Research will be conducted in Oaxaca in southern Mexico and Coahuila in northern Mexico in order to perform
a series of interviews in the two most important migrant shelters in the country. “Hermanos en el Camino,” a
shelter located in Ixtepec, Oaxaca and “Belén Posada del Migrante” in Saltillo, Coahuila are important because
of the large number of migrants they serve, their strategic location (see Map 1), and the media attention they
have received due to the fact that their administrators are outspoken critics of the organized crime groups
and governmental authorities who are the perpetrators of massive kidnappings and extortions.

On the Tamaulipas / Texas border interviews will be conducted at the following shelters:

a. “Casa del Migrante Nazareth” in Nuevo Laredo, Tamaulipas.


b. “Albergue del Migrante Nuestra Señora de Guadalupe,” “Instituto Tamaulipeco para los Migrantes,” and
“Senda del Migrante” in Reynosa, Tamaulipas.
c. “Casa del Migrante San Juan Diego y San Francisco de Asís” in Matamoros, Tamaulipas.

The goal will be to conduct semi-structured in-depth interviews with at least 20 migrants in each shelter. In
order to better understand the human trafficking process the researchers will divide the experience into three
different stages (see Appendix 1 for detailed interview schedule and questionnaire):

1. Vulnerability to kidnapping
2. Human trafficking scenarios (ransom/recruitment dynamics)
3. Kidnapping, escape and freedom

Since not everyone has had an experience like this [previous research estimates approximately 7% among
Mexican migrants (Slack et. al.)], the goal is to find at least 40 individuals—distributed between the different
cities—that have had these experiences. The researchers will identify individuals through a short screening
process as well as through staff at the shelters who are often told these stories. However, an additional
60 interviews will be conducted with a random sample of deportees and potential migrants about their
experiences trying to cross the border. This will provide a better undertanding of how people have avoided
being abducted as well as their perceptions of the problem and the potential dangers involved with
clandestine migration and TCOs.

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


44 The selection criteria will include Mexicans and Central Americans that are currently attempting to cross or have
recently been deported from the United States. Since many deportees have spent significant portions of time
in the United States [7 years median (Slack et. al.)] we will limit the interviews to those that have crossed the
border since 2007 (the beginning of Calderón’s presidency). Since much of the increase in violence associated
with organized crime erupted during the Calderon administration, interviews will be limited to people who
have crossing experience since this period began. Because an experience related to human trafficking can
occur at any time in the migration process (upon arrival to Mexico for Central Americans; during or before
the crossing; after arrival to the United States; while living in the United States; post deportation to Mexico;
or on the trip to people’s hometowns in Mexico or Central America) the investigators will keep their criteria
open enough to ensure complete coverage. This includes people that may have been kidnapped or held prior
to these dates, since it will provide some comparative data.

Phase 2: Migrant smuggling, human trafficking and organized crime in Texas

In order to understand the operation of migrant smuggling and human trafficking networks within Texas, and
more importantly, to evaluate the influence of Mexican organized crime groups in these illicit activities in the
state, interviews will be conducted with the following individuals:

1. Personnel of the Mexican consulates in Brownsville, McAllen, Laredo, Houston, Dallas, Austin and
San Antonio.
2. Members of human trafficking coalitions and federally funded human trafficking task forces in the
relevant Texas cities.
3. Key personnel in the following law enforcement agencies: Homeland Security Investigations (HIS), U.S.
Customs and Border Protection (CBP), Federal Bureau of Investigations (FBI), and the Sheriffs’ Offices on
the U.S. side of the Texas-Tamaulipas border.
4. Department of Justice (DOJ) United States attorneys.
5. County District Attorneys who work on state level crimes (human trafficking, and other related crimes,
such as false imprisonment, kidnapping, assault, among others).
6. Immigration lawyers at Texas Rio Grande Legal Aid (TRLA) in Edinburg, Texas and Weslaco, Texas.
7. Lawyers at Pro Bar, Harlingen.11
8. Private immigration lawyers.
9. Human rights workers at Texas Civil Rights Project.
10. Lawyers and social workers at the Young Center: Immigrant Children’s Rights
11. Service providers.
12. The “Ozanam” migrant shelter in Brownsville, Texas.
13. The “La Posada” migrant shelter in San Benito, Texas.
14. The “Salvation Army” shelter in McAllen, Texas.

The goal of these interviews is to determine what is currently being done to identify cases of human trafficking
by law enforcement officials, attorneys and human rights workers that come into contact with migrants.
These interviews will be utilized in conjunction with information from the previous interviews with migrants
to develop rubrics for identifying possible cases of trafficking that will trigger a full investigation to determine

11 Pro Bar is a DOJ funded legal orientation program for both adults and minors. Its purpose is to provide legal orientation for every new arrival,
and provide individual orientation for unrepresented detainees.

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


whether or not the individual qualifies for asylum and a halt to their deportation. Finally, a series of policy 45
recommendations will be made regarding the processing and treatment of migrants in order to better address
international concerns about human trafficking along the U.S.-Mexico border.

Phase 3: Examination of court cases and human trafficking visas

In order to understand the nature and prevalence of Mexican TCOs in human trafficking in Texas, all Trafficking
Victim Protection Act (TVPA) related cases will be examined from 2007 2014. Using Public Access to Court
Electronic Records (PACER), LexisNexis, and the Human Trafficking Law Project (HTLP) database at the
University of Michigan Law School information will be gleaned from indictments, arrest warrants, affidavits,
witness depositions (when possible), jury trial transcripts, plea agreements, judgments and sentencing.
Cases prosecuted as migrant smuggling will be examined in the same manner to determine the extent and
involvement of Mexican TCOs or other gangs and/or criminal groups, and also to determine the number of
probable trafficking cases that were prosecuted and convicted as smuggling cases and other related crimes.

The data gleaned from court cases will be used to describe the following variables:

1. The type and purpose of the human trafficking case (i.e. labor, drugs smuggling/transportation, or
forced prostitution).
2. The involvement of Mexican TCOs in the smuggling and trafficking cases.
3. The involvement of other gangs and/or criminal groups in the smuggling and trafficking cases.
4. The number of probable trafficking cases that were prosecuted and convicted as migrant smuggling cases
or other related crimes instead of human trafficking cases.
5. The number of T-visas granted as a result of these cases.

Renewed pushes to stop trafficking in persons have failed to take into account the subtleties of human
trafficking and migrant smuggling. This includes victims of human trafficking that may never even self-identify
because their experiences have been relegated to indebted servitude, whereupon they are forced to work for
little or no payment in order to pay off a debt to a smuggler. This is also a form of human trafficking, especially
since many people find themselves in situations where the terms of the debt make it impossible for them to
pay back the money. Despite how common these situations are, activists and NGOs have noted a surprisingly
low number of T-visas for victims of trafficking that have been offered. Part of this is due to the current
policies and practices of Immigration and Customs Enforcement (ICE) and Customs and Border Protection
(CBP), whose interviews do not allow for a thorough vetting of all possible visa categories available (victims of
crimes- U-Visas, Violence Against Women –VAWA etc.).

State and local cases prosecuted under state trafficking statutes and other human trafficking-related offenses,
such as prostitution, false identification and money laundering will be also examined. These data will be
analyzed with a critical theoretical approach to how and why certain cases garner attention while others are
forgotten. By analyzing the failures and successes of the legal system, this project will allow the design of
critical policy recommendations in identifying victims of trafficking useful for policy makers and practitioners
alike. This will also allow practitioners and law enforcement entities to contrast the stark distinctions drawn
in the legal system between a victim of trafficking and a deportee who will most-likely find themselves in great
danger upon return home. The previous phases of this project will help to provide the nuance necessary to go
beyond the current conceptualizations of human trafficking.

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


46 Concluding remarks: Research impact and products

The proposed project will provide the following types of data.

1. The roles that drug trafficking organizations play in forced migration/smuggling and trafficking in persons.
2. The dynamics, conditions, and violence that occur within migrant stash (safe) houses on both sides of
the border.
3. The connections between and relationships among the various participants involved in safe houses and
organized labor trafficking and sex trafficking in the state of Texas.
4. The approximate extent of activity and influence of Mexican organized crime groups in migrant smuggling
and human trafficking activities within the United States.

This research will determine the extent to which the involvement of TCOs in trafficking of persons is
opportunistic compelled labor activities or is more premeditated and systemic and if TCOs have moved
into the business of trafficking on both sides of the border. This research will also help to create a more
nuanced, theoretical understanding of human trafficking that takes into account the range of activities that
lead migrants into situations where they are coerced into performing activities without compensation by
TCOs. As previously mentioned, while the phenomena of “human trafficking” and “migrant smuggling” are
clearly delineated legally in both the United Nation’s Protocol to Prevent, Suppress and Punish Trafficking in
Persons, and the Protocol against the Smuggling of Migrants by Land, Sea and Air, in reality the difference
between these two phenomena is not so clear. The law often operates on a highly subjective framework that
fails to incorporate the multiple and immense types of coercion people face. By conducting interviews with
migrants who may or may not have been in situations where these types of pressures may have been applied
we can achieve a clearer understanding about how these situations develop and how different people react,
especially in light of recent increases in brutality of organized crime along the Northeastern Mexican border.

The newly evolving relationship between undocumented migration, human trafficking and Mexican-origin
TCOs has been understudied, and is therefore not well understood by the U.S. law enforcement community
and policy makers in the American hemisphere. The proposed study intends to identify groups that benefit
from these illicit activities, their practices as well as the networks that link these people to illegal migrant
smuggling and trafficking in persons within the state of Texas. This information will be extremely relevant for
law enforcement authorities in enabling better identification of victims of trafficking and for improving the
justice system in the United States.

This research will help break down the trafficking process by analyzing each piece of the process including
different forms of kidnapping/imprisonment, indebtedness, threats and coercion, as well as exploring the
problem of individual agency among trafficking victims. By providing a comprehensive layout, this project
intends to improve the interview process for officials tasked with investigating who are victims of trafficking,
taking into account a wider array of experiences and situations that should start a more thorough investigation.
Due to the rapidly increasing flow of Central Americans through the South Texas border, this will create
a considerable benefit to advocates, activists and government agencies concerned with border security,
immigration and organized crime.

As previously mentioned, the highly subjective line between a willing participant and a coerced victim creates
immense problems for the legal system to determine the validity of claims. This research will provide a far
more nuanced picture of what is happening along the South Texas border and therefore, how to conceptualize
the notion of human trafficking within the context of drug conflict and insecurity.

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


Appendix 1: Interview schedule for migrants 47
staying at shelters in Mexico
The interviews will be divided into three stages. The first section is designed to find factors that may increase
or decrease the likelihood that someone may become a victim of human trafficking. By focusing on the points
of vulnerability we will have a better idea of what is currently happening along the border and what policy
relevant aspects of migration and deportation could be addressed to decrease human trafficking. The second
stage is designed to understand parts of the journey that lead to people being placed in a situation where
they may fall victim to human trafficking. This includes being taken prisoner, either through false promises or
trickery, brute force, as well as other issues, such as debt bondage and indentured servitude. The third section
is contingent upon the interview subject having registered positive to one of the previous scenarios of being
held captive. This section will provide insight into how the process of kidnapping leads to human trafficking,
as well as the broader connections between migration and organized crime.

Stage I: Vulnerability to kidnapping


a. Migration Specific Human Capital
1. Number of previous crossing attempts
2. Regions of crossing
3. Familiarity with the U.S. Mexico Border Region
4. Previous work experience

b. Migration Specific Social Capital


1. Family ties to the United States
2. Length of stay in United States
3. Relationship with human smugglers
a. Reliable contacts, and previous crossing with same person increase likelihood of safety and honesty

c. Issues Related to Deportation/Immigration Policies


1. Criminal history
2. Deported from Prison or jail
3. Charged with unlawful entry or unlawful re-entry
4. Deported at night (between 10pm and 5 am)
5. Lost possessions with U.S. authorities
a. Cell phones
b. Money
c. Identifying documents
6. Laterally Repatriated
a. Sent from one region of the border to another by U.S. authorities
7. Presence of Grupos Beta and other Mexican programs to aid migrants (Instituto Tamaulipeco,
Repatriación Humana)
8. Migrant aid in Mexico
a. Discounted bus tickets
b. Help receiving wire transfers
c. Services to get new identifying documents
9. Have you been offered a job working with organized crime
a. Halcón/lookout
b. Watch the river
10. How much did it pay?

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


48 Stage II: Human trafficking scenarios
(ransom/recruitment dynamics)
a. Experiences while attempting to enter the United States
1. Enganchando – fishing for migrants
a. Fake promises of crossing into the United States that result in kidnapping
b. Kidnapping based on trickery versus force?
2. Encounters with bandits while crossing the border
a. Along the river on the Mexican side
b. While walking through the desert
3. Held in safe houses in United States
a. Arrive at city in U.S. and demands/scenario has changed
b. Who and why miscommunication
4. Debt from crossing the border
a. Interest rate
b. How will they pay?
c. Consequences of non-payment

b. Experiences post deportation to Mexico/Central America


1. Levantón – kidnapping/interrogation based on:
a. Prison tattoos
b. Region conflicts (i.e. people from Michoacán or Sinaloa deported to Tamaulipas)
c. Opportunity, vulnerability and other factors

Stage III: Kidnapping, escape and freedom


a. Presence of different activities in the safe house
1. Were drugs and arms present where people were being held for ransom?
2. Did kidnappers identify themselves with a particular criminal organization?
3. Who else was being held captive with you?
a. Deportees
b. Central Americans
c. Local Elites

b. Negotiating ransom
1. How did you get free?
2. Was ransom asked? How much? Was it paid or not? Were people released after payment?
3. Were there other offers of employment, working off a debt, recruitment into drug trafficking/other
activities related to organized crime?
4. What happened to other people that paid ransom or accepted?
5. Did you or other people escape? How?

c. Recruitment
1. Were you offered a job working with the kidnappers?
2. What were the terms of employment?
a. Your responsibilities
b. Compensation
3. Did the group identify itself (i.e. Zetas, Gulf Cartel, Maras)?

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


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Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


El Instituto Nacional de Migración 53

de México: La gestión institucional


como factor para la corrupción
y el abuso migratorio
Sonja Wolf1

Introducción
Anualmente miles de migrantes ingresan irregularmente a México, principalmente para llegar a Estados Unidos.
Niños, jóvenes y adultos, en su mayoría provenientes del norte de Centroamérica (UPM), abandonan sus
hogares debido a un déficit crónico de oportunidades laborales y educativas dignas, la violencia generalizada,
el acoso de las pandillas callejeras, las amenazas por orientación sexual o de género y la reunificación familiar
(CIDH). Cualesquiera que fueran sus motivos para salirse de sus países de origen, los une la necesidad de
emprender un viaje –con o sin coyote, pero siempre clandestino y peligroso– que los hace vulnerables ante
una infinidad de crímenes y abusos. Son recurrentes los asaltos, robos, violaciones, secuestros, extorsiónes
y torturas a mano de delincuentes y sus cómplices en el Estado, especialmente policías de los tres niveles de
gobierno y agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) (ver Amnistía Internacional).

Los atropellos cometidos contra los migrantes, tanto más a partir de la narcoguerra calderonista y la diversi-
ficación criminal que ésta provocó entre las bandas, han ocurrido a la sombra de una precaria infraestructura
normativa e institucional. Durante muchos años, México abordó la migración a través de la Ley General de Po-
blación y su Reglamento cuya pertinencia fue cada vez menos evidente. Conforme se visibilizaron las agresio-
nes hacia los migrantes, sobre todo la matanza de 72 personas en el tamaulipeco municipio de San Fernando
en agosto de 2010, creció la presión social y política por una mayor y mejor protección de sus garantías. En
respuesta a este clamor se aprobaron la Ley de Migración (2011) y su Reglamento (2012), que en su momento
fueron acogidos como un avance trascendental para los derechos de los migrantes. No obstante, el renovado
marco legal contiene importantes lagunas en la medida en que adopta un enfoque de seguridad nacional,
prevé la detención migratoria (aunque el ingreso no autorizado constituye una falta administrativa y no un
delito), contempla el papel auxiliar de la Policía Federal en el control migratorio (aunque la migración consti-
tuye un asunto administrativo y no de seguridad), y no aclara la participación de los militares en dicha tarea.

Aun así, los cambios que se dieron en el ámbito normativo no se extendieron al institucional. El INM, un actor
clave en la migración por ser el organismo encargado de su gestión, históricamente se ha mostrado opaco,
corrupto y represivo en su actuar. A pesar de repetidas depuraciones, y un discurso oficial que destaca el
compromiso con la honradez y los derechos de los migrantes, los testimonios de éstos sugieren que los vicios
estructurales de la agencia no se enfrentan desde sus raíces (INSYDE). Dado el hermetismo del INM, que
obstaculiza la transparencia y rendición de cuentas, así como las debilidades institucionales y los recurrentes

1 El capítulo se basa en la presentación del Diagnóstico del Instituto Nacional de Migración, ofrecida por la autora en el Taller Globalización,
convivencia, migración: Perspectivas de Centroamérica y México, organizado por la Cátedra Guillermo y Alejandro de Humboldt en San
José, Costa Rica y en la Ciudad de México, los días 4 y 6 de junio de 2014. La autora, entonces investigadora del Instituto para la Seguridad
y la Democracia A.C. (INSYDE), es actualmente investigadora del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE)-Región Centro
en Aguascalientes, México.

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


54 abusos, el Instituto para la Seguridad y la Democracia (INSYDE) realizó un diagnóstico integral de este orga-
nismo (ver Wolf, Diagnóstico). El estudio tuvo como objetivo analizar los procesos de gestión institucional
y migratoria, y determinar cómo y por qué las prácticas se disocian de los procedimientos establecidos. La
investigación, llevada a cabo entre marzo de 2012 y julio de 2013 con un enfoque cualitativo, incorporó 264
solicitudes de información, 187 entrevistas semiestructuradas con diversos actores, así como visitas a 11 es-
taciones migratorias.

El presente capítulo examina cuatro aspectos de la gestión institucional del INM –el reclutamiento, la ca-
pacitación, la supervisión y las sanciones– que impactan transversalmente el quehacer del Instituto. Estos
elementos ayudan a explicar problemáticas específicas, tales como el abuso de la fuerza durante operativos
de control o los malos tratos y actividades ilícitas en las “estaciones migratorias” (centros de detención migra-
toria). Este trabajo argumenta que la crisis estructural al interior del INM se acrecentó a lo largo de los años,
porque sus titulares nunca la enfrentaron decisivamente y la contención de la migración indocumentada ha
primado sobre los derechos humanos. El capítulo empieza por revisar la literatura existente sobre el INM y
exponer el marco analítico. Posteriormente, repasa la creación, estructura y atribuciones del Instituto, antes
de esbozar cómo éste alista, instruye, controla y castiga a su personal.

Perspectivas sobre el Instituto Nacional de Migración


La literatura existente sobre el INM abarca investigaciones académicas e informes de organizaciones de la
sociedad civil (OSC) quienes realizan un monitoreo de los derechos de los migrantes. Muchos de los trabajos
contextualizan la migración en y por México, con especial énfasis en el crimen organizado y la impunidad
generalizada, y revisan el marco normativo migratorio. Con un enfoque principalmente cualitativo y recurrien-
do a herramientas como entrevistas y solicitudes de información, los estudios están orientados a promover
reformas legislativas y cambios en las políticas y prácticas institucionales. Las obras se dividen en dos gran-
des rubros, un primero que aborda los distintos abusos cometidos por agentes del Estado, y un segundo que
considera aspectos específicos de la labor del INM.

Algunos de los textos2 que se insertan en la primera categoría observan que la política migratoria de México,
con su enfoque de seguridad nacional y su finalidad primordial de contener la migración indocumentada
hacia Estados Unidos, repercute decididamente en las violaciones a los derechos de los migrantes. Otros (ver
Frontera con Justicia, Séptimo informe) ubican la poca coordinación del INM con otras dependencias, las fa-
cultades discrecionales de sus agentes, y el costo prohibitivo de los procedimientos como obstáculos para la
regularización migratoria. Sin embargo, gran parte de los informes3 exponen los tipos y autores de violaciones
a los derechos de los migrantes en el tránsito. Destacan que los actos más frecuentes incluyen extorsiones,
robos así como agresiones psicológicas y físicas, generalmente perpetrados por agentes migratorios, policías
de los tres niveles de gobierno y militares. Los reportes4 también resaltan que muchos abusos, particularmen-
te el uso excesivo de la fuerza, ocurren en el contexto de los “aseguramientos” (arrestos administrativos) de
migrantes irregulares que se ejecutan en las rutas migratorias. Trabajos que examinen los secuestros masivos
de migrantes (ver Centro Prodh; Frontera con Justicia, Quinto informe) y la respuesta del Estado mexicano
ante ellos (MUCD), muestran que los grupos del crimen organizado operan en colusión con agentes migrato-
rios y policiales.

Generalmente, los autores no analizan sistemáticamente los factores que facilitan los mencionados abusos y
complicidades. Una excepción la constituye el estudio de Mastrogiovanni, quien analiza los negocios lícitos
e ilícitos que la transmigración representa para distintos actores, incluidos agentes del Estado. Aunque

2 Ver Ceriani Cernadas; i(dh)eas; Sin Fronteras, México y su Frontera Sur.


3 Por ejemplo Frontera con Justicia, Primer informe, Segundo informe, Tercer informe, Cuarto informe; Santiago Juárez y Bazzaco.
4 Se puede citar dos informes puntuales: CDH “Fray Matías de Córdova”, Hogar de la Misericordia y DPLF; Frontera con Justicia, Sexto informe.

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


reconoce que el contacto directo con los migrantes permite que los agentes se aprovechen de ellos, no 55
profundiza cómo se desarrolló la corrupción al interior del INM o cómo las difíciles condiciones de trabajo
contribuyen a estas circunstancias.

En la segunda categoría de la literatura se encuentra una investigación pionera sobre el presupuesto del INM,
que revela que la mayor parte de los recursos institucionales se destinan a la gestión y el control migratorio,
en lugar de la protección de migrantes y las estaciones migratorias. Una obra del centro de estudios del mismo
Instituto (Calleros Alarcón) sobre el respeto del INM a los derechos de los migrantes argumenta, de manera
poco convincente, que acontecimientos como el incremento de los Grupos Beta o la modernización de las
estaciones migratorias evidencian la disposición del Instituto por proteger las garantías de los migrantes.

Una serie de textos se centran en los Grupos Beta, unidades del INM especializadas en ayuda humanitaria y
rescates de migrantes. Las obras de carácter descriptivo más que analítico (Rojo Cervantes; Stoffen Cortés)
revisan la evolución histórica, estructura y operación de los Grupos Beta, afirmando –con base en cifras oficia-
les– que sus logros les dotan de una fuerte autoridad moral. Contradictoriamente, los hallazgos (ver Stoffen
Cortés) también sugieren que –luego de sus iniciales éxitos– estas entidades empezaron a experimentar pro-
blemas tales como tratos preferenciales durante el reclutamiento, desfavorables condiciones de trabajo, falta
de compromiso y desmoralización. Estudios críticos de los Grupos Beta (Khayar Cámara) cuestionan que el
INM combina funciones de detención y de protección, sugiriendo que la creación de estas unidades responde
a la preocupación de México por su historial de derechos humanos. En la misma óptica, una investigación
de campo (Specht) encuentra que los Grupos Beta, debido a sus escasos recursos humanos y materiales, no
tienen la capacidad ni de patrullar sus zonas ni de salvaguardar a los migrantes efectivamente. No obstante,
sus estadísticas maquilladas le permiten al gobierno mexicano demostrar su compromiso con la protección
de migrantes. En el mismo tenor, el estudio manifiesta que los Grupos Beta reúnen información sobre las
rutas migratorias y quienes las transitan que les sirve a los agentes del INM en sus acciones de contención y
disuasión de la migración irregular.

Gran parte de los informes de las OSC sobre el Instituto exploran las condiciones y el trato en las estaciones
migratorias, señalando que mientras la infraestructura presenta mejoras, persisten los vicios en la actua-
ción hacia las personas detenidas. Un trabajo (Sin Fronteras, Perspectiva jurídica) reconoce que ciertas pro-
blemáticas –tal como el acceso de observadores independientes– radican en las normas que regulan estas
instalaciones, pero insiste en que las diversas irregularidades están asociadas a la realidad operativa de las
estaciones migratorias. En este sentido, los reportes exhiben no sólo las constantes violaciones al debido
proceso, sino también deficiencias en el servicio médico y apoyo psicológico, las condiciones de higiene, la
calidad de la comida5 e incluso la incidencia de actividades ilícitas como la extorsión o el ingreso de drogas
(ver Sin Fronteras, Perspectiva jurídica).

En su conjunto, las mencionadas obras hablan de las dificultades metodológicas de obtener información
sobre el INM, particularmente sus centros de detención. Debido a que el acceso a dichas instalaciones y los
migrantes ahí detenidos está restringido, el tamaño de la muestra es limitado, por lo cual los estudios que do-
cumentan malas conductas por parte de elementos del INM no pueden considerarse representativos. Aun así,
aportan valiosos conocimientos sobre las prácticas nocivas en las que incurren agentes migratorios. Indican
además que la documentación continua de abusos y actos de corrupción no ha provocado cambios funda-
mentales en la gestión institucional y migratoria. Si bien los textos reconocen que la actual política migratoria
influye en la ocurrencia de violaciones a los derechos humanos, suelen preocuparse por exponer éstas y no
por emprender análisis profundos de los factores institucionales que las propician. No es sorprendente que
las recomendaciones emanadas de los anteriores estudios están dirigidas a lograr reformas legislativas o ac-
ciones puntuales como mejoras en las estaciones migratorias, capacitaciones, sanciones, normas sobre el uso
de la fuerza o límites a las facultades discrecionales de los agentes. Pocas recomendaciones buscan fortalecer

5 Ver CDH “Fray Matías de Córdova”, Informe sobre derechos humanos, Segundo informe sobre derechos humanos; CNDH; Sin Fronteras,
Situación de los derechos humanos; Sin Fronteras e INCEDES; Valverde Hernández.

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56 la rendición de cuentas del INM, por ejemplo a través de la creación de mecanismos de vigilancia. En suma,
previo a la presente investigación no existían diagnósticos integrales de los procedimientos y prácticas del
INM que favorecen las transgresiones.

La rendición de cuentas
A fin de apreciar las deficiencias estructurales del INM, y la manera en que éstas se podrían enfrentar, la in-
vestigación tomó como su marco analítico la rendición de cuentas. El concepto de la rendición de cuentas se
refiere a una relación entre por lo menos dos sujetos en la que el primero (A) está obligado a informar, explicar
y justificar sobre un determinado asunto (una acción, una decisión, una omisión previas) al segundo (B) que
delibera, evalúa y sanciona al sujeto A según corresponda (ver López Ayllón y Merino 1-2). La supervisión y
la sanción efectivas juegan un papel importante en la estructura de incentivos que contribuye a que las re-
glas formales se acaten. Si la rendición de cuentas expone conductas inapropiadas sin imponer los castigos
correspondientes, termina convirtiéndose en un acto de simulación más que en una restricción real al poder
(ver Schedler 16). Por consiguiente, la inclusión de un sujeto C (los ciudadanos) resulta imprescindible para
impedir que las responsabilidades de rendición de cuentas se incumplan (ver López Ayllón y Merino 7).

La rendición de cuentas está intrínsecamente ligada a los conceptos de transparencia y acceso a la informa-
ción. La transparencia supone el acceso a la información pública, y la rendición de cuentas es imposible en
un entorno de opacidad y de ocultamiento de la información pública. No obstante, este esquema se complica
cuando el asunto sobre el que hay que rendir cuentas es considerado un tema de seguridad nacional. Mien-
tras la transparencia busca proporcionarles a los ciudadanos más y mejor información, la seguridad nacional
busca restringir el acceso a ciertos datos gubernamentales para impedir la subversión de la ley o acciones que
dañen el interés público.

Frecuentemente la reserva de información relativa a la seguridad nacional está motivada por intereses polí-
ticos y burocráticos, tales como la divulgación de actos de ineficiencia, omisión o corrupción o el escrutinio
público de ciertas acciones o decisiones (ver Guerrero Gutiérrez 24-25). Para evitar la discrecionalidad en la
clasificación de la información bajo el argumento de la seguridad nacional, en México es necesario demostrar
la existencia de ciertas circunstancias que permiten determinar que la difusión de un documento causaría un
‘daño presente, probable y específico a la seguridad nacional’ (Guerrero Gutiérrez 17). En este sentido, la in-
formación no debería clasificarse si los costos del proceso exceden los beneficios a la nación. Éstos incluirían,
por ejemplo, la facilitación de denuncias o intervenciones en casos de presuntos actos ilícitos o violaciones a
los derechos humanos (ver Guerrero Gutiérrez 29-32).

En términos generales, la rendición de cuentas se requiere para delimitar el poder, limitar las arbitrariedades
así como prevenir y remediar los abusos del poder (ver Guerrero Gutiérrez 12). En palabras de López Ayllón y
Merino, “[l]a rendición de cuentas es un antídoto contra la impunidad” (2). Existen dos formas de rendición de
cuentas: una primera la constituyen los mecanismos de control interno (el sistema de pesos y contrapesos),
una segunda se refiere a la contraloría social. En México el control interno incluye mecanismos tales como
los anuales informes de labores e informes de gobierno; la Auditoría Superior de la Federación (ASF); los ór-
ganos internos de control (OIC); así como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y su red
de comisiones estatales en las 32 entidades federativas. Todos estos mecanismos padecen de limitaciones
en cuanto a impacto, recursos y desempeño (Pardo 32, 53, 63), mientras la CNDH es una burocracia de dere-
chos humanos que no actúa con la debida independencia en la defensa de los derechos humanos (ver Wolf,
Diagnóstico 46).

A la inversa, la contraloría social supone que la participación ciudadana puede ayudar a fortalecer la ren-
dición de cuentas del gobierno si ésta se da no sólo a las instancias formales de control, sino también a la
sociedad (Pardo 66). Las cuatro principales formas en que las dependencias del gobierno federal mexicano

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


rinden cuentas a la ciudadanía son la publicación y entrega de información mediante portales de Internet y 57
solicitudes de información; los sistemas de atención ciudadana, como encuestas y buzones de quejas; los
mecanismos de contraloría social y/o monitoreo ciudadano; y la participación ciudadana en órganos colegia-
dos, como los consejos ciudadanos. Por ejemplo, el 26 de octubre de 2012 se creó un Consejo Ciudadano al
interior del INM cuyo objetivo es emitir opiniones, brindar asesoría y formular propuestas para la ejecución
de la política migratoria. Esta instancia experimenta importantes limitaciones en su funcionamiento y hasta el
momento no ha producido resultados tangibles. En la práctica, la contraloría social en México está confinada
a la realización de ejercicios aislados con ciudadanos expertos u organizaciones y logra evitar o inhibir actos
corruptos o discrecionales (ver Pardo 70-71).

No obstante, la rendición de cuentas cobra especial importancia en instancias encargadas de hacer cumplir
la ley, como el INM, debido a que sus agentes están facultados para detener y someter, poniendo en riesgo la
integridad física, mental y emocional de las personas. El potencial de abuso, de ineficiencia o de corrupción
suele radicar en la amplia discrecionalidad con la cual actúan los agentes, así como en la opacidad de sus
decisiones cotidianas. La poca visibilidad y escrutinio externo que rodean gran parte de la labor de los servi-
dores públicos del INM significan que es vital examinar, supervisar y ‘burocratizar la discrecionalidad’ (Varenik
25) actualmente existente. En otras palabras, deben crearse una serie de controles institucionales y sociales
que regulen el ejercicio de la discrecionalidad y limiten la mala conducta.

El INM: estructura y funciones


La Dirección General de Servicios Migratorios (DGSM) de la Secretaría de Gobernación (SEGOB), establecida
en 1936, cumplía las labores relativas a la regulación migratoria. Esta Dirección manejaba la migración desde
una visión policial, no inculcaba en sus agentes una educación en derechos humanos, y permitía que florecie-
ra la corrupción. Lo anterior se debió a que no siempre se contrataba a candidatos idóneos, y –salvo en casos
excepcionales– los vicios detectados no se sancionaron. El 19 de octubre de 1993 se creó en su lugar el INM
como órgano técnico (hoy administrativo) desconcentrado dependiente de la SEGOB para hacer el control
migratorio más eficiente. Con la incorporación de gran parte de los trabajadores de la DGSM al Instituto, se
sentaron las bases para los problemas estructurales que éste experimenta hoy día.

Un acontecimiento con amplias repercusiones se dio el 18 de mayo de 2005 con la designación del INM como
instancia de seguridad nacional. La adopción de ese enfoque impactaría no sólo la capacitación de los agen-
tes, sino también el acceso a la información y a las estaciones migratorias. Por un lado, argumentando un
probable perjuicio a su operatividad o a la seguridad nacional, el Instituto tiende a reservar datos públicos
sobre su personal y los centros de detención. Por otro lado, si bien permite la entrada a las estaciones migra-
ciones para organismos estatales de derechos humanos y refugiados, salvo excepciones está prohibida para
periodistas, y dificilmente se logra para abogados y organizaciones de la sociedad civil. Estas últimas buscan
realizar un monitoreo de derechos humanos y brindar asesoría jurídica a los migrantes detenidos, pero en
estos intentos se han topado con diversos tropiezos y restricciones.

El INM tiene por objeto la planeación y ejecución de los servicios migratorios así como la coordinación con
otras dependencias de la Administración Pública Federal con atribuciones en el tema migratorio. El Instituto
es dirigido por un Comisionado, quien es nombrado por el Presidente de la República y debería mantener
una estrecha relación con el Subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos (SPMAR). Este
funcionario, a su vez, es el responsable de definir y dirigir la política migratoria y también es designado por
el Presidente de la República. A lo largo de los 20 años de su existencia, el Instituto ha tenido 15 titulares
quienes –en su mayoría– no se destacaron por sus conocimientos de migración o derechos humanos, ni
mostraron un verdadero compromiso con el fortalecimiento del INM y su cultura organizacional. Ostentando
un cargo que les podía servir como en su carrera profesional y política, los Comisionados generalmente se

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


58 han desempeñado como meros administradores. Habitualmente, su relación con el Subsecretario ha sido
inconstante y su coordinación limitada. Evidentemente, los conflictos entre las dos partes no socavan la
operación del Instituto, sino que facilitan la opacidad y las malas prácticas en su interior.

En la actualidad el INM ejerce su labor mediante una estructura administrativa que comprende 32 Delega-
ciones Federales cuya autonomía les confiere un amplio margen de discrecionalidad. Las acciones que se
toman, y el trato que se decide dar a los migrantes, dependen más del estilo personal de los Delegados y de
la interpretación de sus atribuciones, que de una política y gestión migratoria acordada a nivel central. Es
por esta razón que existe gran variabilidad en el desempeño y los estándares de atención en las distintas
jurisdicciones. Al 14 de marzo de 2013, el INM contaba con un total de 5,875 plazas autorizadas (ver Wolf,
Diagnóstico 30), aunque –dependiendo del resultado de las depuraciones y el reclutamiento– no todas están
necesariamente ocupadas.

El reclutamiento
Hasta la fecha el INM no cuenta con un Servicio Profesional de Carrera que existe para algunas dependencias
de la Administración Pública Federal. Ese sistema constituye un mecanismo para garantizar la igualdad de
oportunidades en el acceso a la función pública con base en el mérito. El ingreso al sistema se da a través de
un concurso de selección, y tanto el nombramiento como la remoción pueden producirse únicamente bajo los
procedimientos previstos por la Ley. En vista de la rigurosidad que el servicio profesional de carrera ofrece en
las áreas de reclutamiento, selección y nombramiento, capacitación y evaluación, sería recomendable que el
INM lo instaure. Una reforma a la Ley de Migración del 7 de junio de 2013 estableció un Servicio Profesional
de Carrera Migratoria o ‘mecanismo que garantiza la igualdad de oportunidades para el ingreso, permanencia
y desarrollo de los servidores públicos con cargos de confianza del Instituto.’ Sin embargo, el Reglamento
correspondiente se adecuó apenas el 23 de mayo de 2014, y por el momento se desconocen los avances que
se hayan emprendido para instrumentar dicho Servicio.

Aunque la incorporación al INM en teoría ocurre mediante convocatoria y concurso, la institución no posee
criterios respecto de la apertura de convocatorias y/o concursos para acceder a un puesto. Ciertamente el
personal de confianza llega por invitación de una persona ya contratada por el Instituto, tal como un Delega-
do, y no por convocatoria y posterior participación en un concurso. Independientemente de cuán extensa sea
esta práctica, el riesgo es que el reclutamiento no esté basado exclusivamente en el mérito y los empleados
no tengan los conocimientos y habilidades acordes a su perfil de puesto.

De hecho, los perfiles de puesto proporcionados por el INM dejan ver que éstos son muy poco específicos. Se
pide Licenciatura en el área de conocimiento requerido, pero en ningún caso se aclara en qué debe consistir
el conocimiento requerido. Además, se omiten las habilidades y aspectos como responsabilidades (cadena de
mando, coordinación y supervisión, económica, por seguridad de otros, por información confidencial), esfuer-
zo (mental, físico, presión de tiempo), y las condiciones (riesgo, horario). A la inversa, existen incongruencias
entre ciertos perfiles de puesto. Por ejemplo, el “Grupo 4” (Licenciatura con título más dos años de experien-
cia) incluye tanto un Chofer como el Jefe del Departamento de Asuntos Jurídicos y el Jefe del Departamento
de Control y Seguridad de Formas Migratorias, quienes realizan funciones más extensas e importantes que un
piloto. Más grave aún, los requisitos considerados deseables para un Chofer sobrepasan los de un Agente de
Protección al Migrante y de un Agente Federal de Migración, quienes están incluidos en el “Grupo 5” (Técnico
Superior Universitario/Pasante de Licenciatura/ Licenciatura Titulado más cero años de experiencia).

Respecto del nivel académico del personal, la información brindada indica que 1% ha concluido únicamente
la primaria, mientras otro 1% posee un título posgrado. Un 5% de la plantilla ha terminado la secundaria, y la
gran mayoría completó o la preparatoria (42%) o la licenciatura (41%) (ver Wolf, Diagnóstico 127). Los datos
disponibles arrojan que los agentes y funcionarios del INM parecen estar relativamente bien preparados

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


académicamente. Sin embargo, se desconocen las carreras universitarias cursadas. Futuras investigaciones 59
podrían indagar sobre la relación entre las materias estudiadas y las funciones desempeñadas por los mandos
medios y superiores.

Usualmente, los nombramientos de los Comisionados y sus subordinados responden a razones como la perte-
nencia partidaria, amistades, grupos de compadrazgos o familiares. Un análisis de los currículums de los Dele-
gados Regionales (hoy Federales) del año 2004 arroja que el nivel educativo predominante es la licenciatura.
Casi la mitad estudió Derecho, y algunos cursaron carreras de las ciencias sociales afines al tema migratorio
(Trabajo Social, Psicología, Relaciones Internacionales). Otros, sin embargo, se instruyeron en materias que
poco o nada tienen que ver con el quehacer migratorio (Arqueología, Ingeniería Mecánica Electricista, Medi-
cina Quirúrgica Partera, Medicina Veterinaria).

Los Delegados estuvieron insertos en cinco principales ramos profesionales: en alguno de los tres poderes
del Estado, el sector privado, el sector académico, cargos partidistas, el mismo INM o una combinación de
lo anterior. La gran mayoría había desempeñado algún cargo estatal, sobre todo en las áreas de seguridad
pública y procuración de justicia, desarrollo urbano, turismo, bienestar social y trabajo, pero rara vez en de-
rechos humanos. El ejercicio, aunque limitado por restricciones de tiempo, ayuda a comprender el grado de
preparación y especialización del que disponen los altos funcionarios del Instituto. Claramente, en muchos
casos estos aportes son de reducida utilidad en la función migratoria. Más bien, el desconocimiento que estas
personas, muy probablemente, tienen de la estructura y de la labor del INM afecta forzosamente su gestión
delegacional y las operaciones que realizan sus subordinados.

La capacitación
El INM no cuenta con un programa de formación inicial. Es decir, previo al ingreso al servicio no se instruye
al personal, sólo posterior a la contratación se ofrecen una inducción y capacitaciones en distintos temas.
En 2008 se elaboró una propuesta para la creación de una Academia de Capacitación. Dicha institución
pretendía ampliar la cobertura y profundizar la calidad de la capacitación brindada a todos los servidores
públicos del INM, atendiendo primordialmente a las necesidades de capacitación especializada que requieren
los Agentes Federales de Migración y los integrantes de los Grupos Beta. La Academia habría permitido un
salto cualitativo en la profesionalización del personal y la generación de un compromiso de servicio; la estan-
darización de los conocimientos del personal y la formación de instructores especializados en diversos temas;
ahorros respecto a la contratación de espacios y viáticos; y prescindir de ajustarse a los horarios y condicio-
nes de instituciones externas. El proyecto nunca se concretó debido a la falta de recursos, pero merecería ser
retomado ya que a largo plazo contribuiría a robustecer el desempeño de los agentes.

Las capacitaciones que ofrece el Instituto –de forma presencial o en línea– abordan tres ejes: competencias
específicas (como la detección de documentación falsa, la Ley de Migración, técnicas de entrevista), transver-
sales (como búsqueda, salvamento y combate de fuego, los derechos humanos de los migrantes, ortografía y
redacción) y de desarrollo humano (la inducción al INM, liderazgo, idiomas, etc.). La primera categoría parece
cobrar la mayor relevancia, según indica el número de cursos y participantes (ver Wolf, Diagnóstico 145). En
particular, es notable el interés del INM en los temas de defensa personal y manejo de crisis, pero también
en inteligencia policial y técnicas de entrevista, sobre todo la técnica REID aplicada a la entrevista y el inte-
rrogatorio. Esta última es empleada por muchas policías, sobre todo en Estados Unidos. Sin embargo, su uso
es controvertido y hasta prohibido en algunos países, porque parte del supuesto de que el sospechoso es
culpable del crimen del que se le acusa, además de producir fácilmente confesiones falsas. Del mismo modo,
llama la atención el tema de inteligencia policial considerando que la labor del INM es principalmente admi-
nistrativa. Paradójicamente, aún cuando el Instituto instruye a sus agentes en temas policiales, no contempla
la introducción de un protocolo que regule el uso de la fuerza bajo el argumento que los agentes no están

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60 facultados para portar ningún tipo de arma o herramienta física de sometimiento (ver Wolf, Diagnóstico 258).
Las capacitaciones en el manejo de crisis y la defensa personal, sumadas a las ya citadas, sugieren que la
capacitación en el uso de la fuerza es un tema primordial.

Si bien el INM le ofrece a su personal una amplia gama de cursos en distintos temas, sorprende el tiempo
dedicado a la instrucción. Mientras los cursos de protección a niños, niñas y adolescentes migrantes o de
defensa personal e inteligencia policial son de entre 40 y 45 horas, otros oscilan entre 12 o 15 horas, y muchos
apenas se realizan entre cuatro y ocho horas. De manera excepcional, los cursos de idiomas duran más de
100 horas.

La información disponible respecto de los criterios de selección de los participantes en cursos de capacita-
ción es confusa. Un diagnóstico elaborado para el proyecto de la Academia reconoce que el personal del INM
puede asistir a cursos de capacitación por: a) libre elección, es decir, cuando tenga interés en algún curso;
o b) por asignación del jefe, quien determina qué personal debe asistir a algún curso. El documento refiere
que generalmente no existen criterios establecidos en los que el superior pueda basar su decisión, por lo cual
se llegan a programar cursos que en última instancia resultan poco útiles al personal. Sin embargo, según la
Dirección de Capacitación Migratoria del INM los servidores públicos del Instituto cursan capacitaciones con
base en las funciones que desempeñan. En otras palabras, el personal se puede inscribir a cursos que tengan
relación con la labor que ejercen en ese momento. Esto podría impedir que los agentes tomen cursos que
les permitan adquirir conocimientos y desarrollar habilidades requeridos para ejercer un cargo superior en
el futuro. El hecho de que el número de participantes supere el número de servidores públicos que tuvieron
acceso a capacitaciones (ver Wolf, ¿Qué aprenden los agentes? 3), sugiere que no existen criterios claros de
selección de participantes.

Según datos oficiales, el INM ha destinado recursos considerables a capacitaciones. Entre 1999 y 2012, los
años para los que existe información pública al respecto, el Instituto gastó un total de MX$22,355,291.00
para cursos y talleres (ver Wolf, Diagnóstico 148). Sin embargo, no queda claro hasta qué punto esta inversión
ha contribuido a la profesionalización del Instituto y su personal, ya que –salvo ciertas excepciones– no se
aplican exámenes de conocimiento ni evaluaciones que midan si y cómo los agentes aplican lo aprendido en
su quehacer diario.

En lugar de exámenes de conocimientos, los participantes –mediante una breve apreciación– evalúan las
capacitaciones. Resulta evidente que estos ejercicios son altamente subjetivos, ya que esencialmente reco-
gen la valoración que los mismos participantes hacen de las capacitaciones recibidas. Por consiguiente, se
ignora cuánto aprendió cada persona. Tal desconocimiento implica que las posibles lagunas de pericia po-
drían afectar la calidad de la labor que realiza el personal. Asimismo, se observa la ausencia de un sistema de
seguimiento que permita constatar hasta qué punto o de qué manera los participantes aplican lo aprendido
en su quehacer diario. La evaluación de seguimiento, contemplada pero hasta la fecha no implementada, se
daría –de forma aleatoria– a través de la aplicación de una evaluación escrita, dos meses después de terminar
el curso a fin de evidenciar la aplicación de los aprendizajes adquiridos y el beneficio que éstos reportan para
la labor de los agentes.

La supervisión
La investigación buscó estudiar el sistema de supervisión vigente sobre las actividades que deben cumplir los
agentes migratorios en el ejercicio de su encargo. El INM confirmó la inexistencia de dicho sistema. Indicó, sin
embargo, que los Delegados Federales son los funcionarios designados para administrar toda la operación
migratoria en la entidad que representan, y por lo tanto, son responsables de vigilar el cumplimiento de las
tareas encomendadas a los agentes. El INM supone que es factible que los Delegados ejerzan este papel, ya
que pretende asignar a estos cargos a personas íntegras y facultadas para verificar y asegurar que los proce-
dimientos se cumplan de forma debida. No obstante, la posibilidad de lograrlo depende inevitablemente de

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


la capacidad y del criterio de los Delegados. Éstos no necesariamente están enterados de las acciones que 61
realizan o no en distintos momentos del día sus subordinados, ya que estos últimos no tienen que reportar
todas sus actividades y pueden, además, incurrir en ilícitos sin que terceros se den cuenta. Asimismo, los
Delegados no cumplen forzosamente con el perfil de idoneidad e integridad, lo cual queda demostrado por el
hecho de que varios de ellos han estado implicados en actos de corrupción. Si se da un problema en la cadena
de mando, es más que probable que los procedimientos no se implementen cabalmente y que no se tomen las
medidas necesarias para investigar y sancionar la mala conducta.

Los informes ejecutivos de las auditorías aplicadas por el Órgano Interno de Control en el INM dan cuenta de
una serie de prácticas indebidas que, a lo largo de los años, se han dado en distintas unidades administrativas
del Instituto, tanto a nivel central como a nivel de las Delegaciones Federales. El resultante panorama muestra
cómo las debilidades existentes en la supervisión y los controles internos permiten prácticas tan alarmantes
como la contratación de personas que no reúnen el perfil de puesto, irregularidades en los trámites, el desvío
de fondos, y deficiencias en las estaciones migratorias, como por ejemplo la falta de higiene, la mala calidad
en el suministro de alimentos, y la falta de control en el manejo de medicamentos. La ausencia de un eficaz
sistema de supervisión es una de las mayores debilidades del INM y permite, en gran medida, que diversos
actos de corrupción y violaciones a los derechos de los migrantes sigan dándose con impunidad.

Las sanciones
Según la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos, los servidores públicos
que incumplan sus obligaciones serán sancionados por el Órgano Interno de Control de la dependencia en
cuestión. Según el Artículo 13 de la Ley, las sentencias por falta administrativa consisten en a) amonestación
privada o pública; b) suspensión del empleo, cargo o comisión por un periodo no menor de tres días ni mayor
a un año; c) destitución del puesto; d) sanción económica; o e) inhabilitación temporal (de entre 3 meses y 20
años) para desempeñar empleos, cargos o comisiones en el servicio público.

El INM realiza dos medidas claves para crear y mantener ciertos estándares de integridad: las rotaciones y
los controles de confianza. Las rotaciones se efectúan con cierta frecuencia, en ciertos lugares incluso cada
15 días, a fin de minimizar las posibilidades de corrupción. Sin embargo, las rotaciones periódicas son inefi-
caces, no sólo porque minan la profesionalización de las personas y de la institución, sino también porque
la rotación de personas que han incurrido en actos de corrupción, no hace más que propagar la impunidad
dentro del Instituto.

La segunda medida, los exámenes de control de confianza, son aplicados por el recién establecido Centro de
Evaluación y Control de Confianza del INM. Su limitación más importante es la mecanización de los exámenes
poligráficos, la cual se debe a la necesidad de realizar muchas pruebas dentro de poco tiempo. El corolario es
que no se hacen pruebas específicas que evaluarían los riesgos que se dan en determinadas áreas de trabajo
y lugares del país, por lo cual se pierde la calidad de la prueba. Por consiguiente, se producen muchos resul-
tados inconclusos, y el INM no puede estar seguro de contar con el personal idóneo. Además, las lagunas
legales existentes permiten que los servidores públicos, aunque reprueben una parte de los exámenes, pue-
den –por decisión de sus superiores– ser mantenidos en sus puestos.

La aplicación de sanciones administrativas, y la posible derivación de denuncias penales, ha sido ineficaz. En


casos de presunta mala conducta, el Instituto suele realizar cambios de adscripción o pedir la renuncia del
personal de confianza señalado sin imponer sanciones reales. Respecto de los trabajadores de base, el INM
se ha mostrado igual de renuente a cesarlos, quizá para no provocar la inconformidad del Sindicato Nacional
de Trabajadores de la SEGOB. Sin embargo, la inamovilidad que les otorgan las Condiciones Generales de Tra-
bajo de la misma Secretaría no constituye un blindaje contra la separación del cargo. Siempre y cuando haya
investigaciones sustentadas, es más que factible la derivación de responsabilidades y el posterior cese de un
trabajador de base que haya incurrido en prácticas nocivas.

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


62 Si bien se desconoce el número de casos merecedores de sanciones, el número de personas efectivamente
sancionadas en la historia del INM resulta insignificante. Datos del Instituto revelan que entre 2002 y 2013 se
dieron sólo 237 ceses y 29 inhabilitaciones, pero un asombroso total de 5,710 renuncias (ver Wolf, Diagnóstico
175-176). Las bajas por renuncia no permiten constatar su motivo y pueden darse por razones de distinta ín-
dole. No obstante, el patrón parece indicar que el INM tiende a pedir la renuncia a su personal de confianza,
bien cuando se sospecha de malas conductas y no fue posible sustentar las investigaciones, o para evitar el
pago de indemnizaciones. De todas formas, el efecto es que actos de corrupción y violaciones a los derechos
de los migrantes quedan en la impunidad, ya que la única sanción que el personal experimenta es la renuncia.
Los datos del Registro de Servidores Públicos Sancionados corroboran que entre 1993 y 2013 fueron sancio-
nados 1,837 agentes y funcionarios de migración, 1,308 de ellos entre 2002 y 2013 (ver Wolf, Diagnóstico 183).

Con su preferencia sistemática por la renuncia, el INM sortea largas investigaciones, evita el pago de indem-
nizaciones, y puede cubrir la plaza vacante dentro de poco tiempo. Sin embargo, la consecuencia radica en
que las prácticas que produjeron la separación del cargo quedan en la impunidad. Nada evita que el servidor
público implicado no vuelva a cometer actos similares en otras instituciones. Asimismo, es probable que la
práctica sujeta a sanción vuelva a repetirse en la dependencia que haya omitido aplicar sanciones y publicitar
la penalización de prácticas nocivas.

Conclusiones
Para que México logre construir una política y gestión migratoria que sea más integral y evite alimentar el ciclo
de migraciones y deportaciones, debería dejar de ver el fenómeno desde la óptica de la seguridad nacional. El
INM, por su parte, necesita emprender –con la debida transparencia– una reestructuración que vaya más allá
de ajustes en su organigrama y produzca una institución más profesional, honesta y ética. En este contexto,
el INM debería establecer un servicio profesional de carrera y una academia de capacitación, implementar sis-
temas efectivos de supervisión y sanción, crear un protocolo sobre el uso de la fuerza, y reducir los márgenes
de discrecionalidad de las Delegaciones Federales. Asimismo, es imprescindible la creación de una instancia
ciudadana de vigilancia externa sobre el Instituto para que sus sistemas de rendición de cuentas se amplíen
y se fortalezcan.

Debe aclararse que la rendición de cuentas no busca simplemente castigar a malos elementos del INM, sino
que pretende facilitar el desarrollo de mecanismos que le permitan al INM convertirse en una institución de
aprendizaje e incrementar su efectividad y su legitimidad. Las estrategias más exitosas en la materia sugieren
que la evaluación interna y la reforma de valores y procedimientos deben ser un complemento de la vigilancia
externa (ver Varenik 31). No existe un mecanismo de vigilancia externa modelo, sino distintas opciones que se
distinguen por el objetivo final perseguido (ver Varenik 47). Lo que sí está claro es que alguna combinación de
controles internos y externos no sólo es deseable, sino que es necesaria.

México, por su ubicación geográfica y mientras no cambien las condiciones de vida en los países expulsores
de migrantes, siempre estará sujeto a las presiones que generan la transmigración y la agenda política y de se-
guridad de Estados Unidos. Por consiguiente, es inevitable que los gobiernos en la región aborden los factores
de empuje –sobre todo la falta de oportunidades, la violencia, el acoso pandilleril– y desarrollen una política
migratoria alternativa a la existente: una política regional, que no esté enfocada –con gran costo pero escaso
efecto– en el freno de la migración indocumentada, y que aplique alternativas a la detención.

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


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Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


La (des)articulación de la comunidad 67

– Luis Humberto Crosthwaite y la


convivencia en la frontera norte
Rosa María Sauter de Maihold

La literatura de la frontera norte


– ¿una literatura menor?
A principios de los años 90 del siglo pasado, España y México preparaban la conmemoración del V Centena-
rio del Descubrimiento de América. En 1987, Carlos Fuentes había publicado su irreverente novela Cristóbal
Nonato, en la que el lector podía presenciar el apocalipsis de los festejos en torno a esta memorable fecha.
Mientras tanto, en la “esquina más septentrional de Latinoamérica” (Bosch 30), el joven escritor Luis Hum-
berto Crosthwaite1 se encontraba creando su obra La luna siempre será un amor difícil (1994), en la que narra
su versión del encuentro entre dos mundos en 1992: el soldado de fortuna del siglo XVI, de nombre Balboa,
arrojado al México del Tratado de Libre Comercio conoce a la indígena Florinda (Xóchitl) y juntos se trasladan
al “Imperio Nortense” (Luna 9) en busca de los “tan preciados e conocidos dólares” (Luna 9). Esta original
novela, a diferencia de los otros dos acontecimientos, pasa casi desapercibida y se le califica, en el mejor de
los casos, como ejemplo de cierta literatura regional.

Para la crítica de antaño, el tema de la frontera en las obras literarias tenía que obedecer a los patrones esta-
blecidos: o servía para escribir literatura negra o policial, resaltando su peligrosidad, su estatus de tierra de
nadie en la que vivían los criminales, los pervertidos y los ilegales o era un espacio de transición migratoria.
La literatura negra provenía casi siempre de la pluma anglosajona; en el segundo caso, casi exclusivamente de
los chicanos (Trujillo 84), que vieron la línea fronteriza como un obstáculo ya superado.

Así, se puede observar que hasta muy entrados los años 90 prevalecía el problema de distinción entre la
literatura producida allende la línea divisoria y las obras que se ocupaban de la situación aquende la barda
metálica. Todo se fusionaba en el término de literatura de la frontera o borderlands, aunque hay una dife-
rencia visible: los escritores chicanos hablan de experiencias pasadas en su cruce de frontera, los escritores
de la frontera norte de México tematizan su devenir diario; los chicanos rememoran y añoran su tierra natal
y tratan de asentarse en tierras extranjeras, los mexicanos en la frontera norte de México se abocan entre
otros, a los casos de los náufragos en la frontera, a aquellos que no logran cumplirse el sueño americano y de
una u otra manera, a la convivencia de la gente con una valla de metal.

1 Luis Humberto Crosthwaite , escritor nacido el 28 de febrero de 1962 en Tijuana, Baja California. Fundador del proyecto Ediciones Yoremito.
Ha sido coordinador editorial del Centro de Artes Escénicas del Noroeste (1998-2002). Columnista de The San Diego Union-Tribune (EUA).
Colaborador de Día Siete, Milenio Diario, y Reforma. Becario del FONCA, 1990; FOECA, 1995; y SNCA, 2001. Premio Nacional de Testimo-
nio Chihuahua 1992 por Lo que estará en mi corazón. Premio Nacional Décimo Aniversario del CTE 1993 por No quiero escribir, no quiero.
Entre su obra publicada tiene cuentos: Marcela y el rey al fin juntos (1988); Mujeres en traje de baño (1991); No quiero escribir, no quiero
(1993); Estrella de la calle sexta (2000); Instrucciones para cruzar la frontera (2002). Novelas: La luna será siempre un amor difícil (1991);
El gran preténder (1992); Idos de mente (2001); Aparta de mí este cáliz (2009); Tijuana: crimen y olvido (2011).

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


68 El enorme incremento de la violencia criminal en la frontera tanto contra la población civil como entre los
cárteles de la droga culmina a finales de la primera década del siglo XXI en la llamada “guerra contra el narco”,
declarada por el entonces presidente de la República, Felipe Calderón (2006-2012), al crimen organizado
con el objetivo de frenar los excesos. Pero la guerra pidió su tributo: 60 000 muertos. Hubo entonces una
necesidad de dar testimonio de la barbarie a través de crónicas, cuentos y novelas, donde la ficción servía
como receptor de la ingente realidad. Las llamadas “narconovelas”, los “delincuentos” (Arjona) y columnas en
diarios como Malayerba en el periódico Ríodoce de Sinaloa daban fe de los horrores sufridos en una lucha
sin cuartel, en especial en la región norte del país y la frontera. El escritor probablemente más reconocido de
este novísimo movimiento es Elmer Mendoza2. Pero la literatura de la frontera norte no se debe reducir a un
episodio en la historia del país que rebasa con creces los límites de la barbarie humana. Y probablemente no
es del todo correcto llamar estos productos “narcoliteratura”, porque, aunque tematizan la vida de bandas cri-
minales y sus desmanes, no han sido elaborados por los actores, sino sólo presentan la visión del espectador
(ver Maihold y Sauter de Maihold 67).

Otro factor que contribuyó al ninguneo de la literatura de la frontera hasta finales del siglo XX fue el mar-
cado centralismo cultural, que impedía que los autores de las distintas regiones fueran considerados como
representantes de la literatura mexicana y sirvieran solamente como ejemplo de cierta literatura regional o
marginal. En un principio fue la geografía la que marcaba la diferencia en las obras con respecto a las del
centro, por lo que se subsumaron bajo el rubro de literatura del desierto. Esta clasificación le fue adjudicada
entre otros, a Jesús Gardea (1939-2001), quien en sus obras recreó su pueblo natal ubicado en el desierto,
Delicias, convirtiéndolo en el mítico Placeres, donde el desierto y el sol rigen la vida/muerte de sus habitantes
(ver Espinosa). El desierto y el espacio geográfico de la frontera se tematiza también en algunas obras de
escritores como Federico Campbell, Daniel Sada, Luis Humberto Crosthwaite, Rosina Conde, Antonio Parra,
Heriberto Yépez, David Toscana, para mencionar a algunos. Sin embargo, aunque la geografía como tal juega
un papel importante en las obras, no se les puede reducir al costumbrismo o paisajismo de su región. Su en-
torno sirve más bien de telón de fondo para desarrollar sus tramas individuales o colectivas. Ellos han logrado
incursionar en el mercado local y extranjero (ver Trujillo 86) y han contribuido a que se siga desarrollando a lo
largo de la frontera, en ciudades como Mexicali, Nuevo Laredo, Ciudad Juárez, Monterrey, Tijuana, Hermosillo
o Matamoros, una escena artística ultramoderna (ver Trujillo 86), que aprovecha todos los medios, también
el ciberespacio, para derramar su creatividad.

¿Se puede hablar de una literatura marginal, regional o menor? En sus reflexiones acerca de las “literaturas
menores”, Gilles Deleuze y Félix Guattari consideran una literatura menor aquella literatura que produce una
minoría dentro de una lengua mayor. Le adjudican las siguientes tres características: el idioma se ve afecta-
do por un fuerte coeficiente de desterritorialización; la articulación de lo individual en lo inmediato político;
el dispositivo colectivo de la enunciación (ver Deleuze y Guattari 31). Esto es, “menor” no califica a ciertas
literaturas, sino las condiciones revolucionarias de cualquier literatura en el seno de lo mayor o establecido;
“encontrar su propio subdesarrollo, su propia jerga, su propio tercer mundo, su propio desierto” (Deleuze y
Guattari 33). El elemento que más utilizaron los escritores de la frontera norte de México para deslindarse
del centro cultural mexicano ha sido la desterritorialización de la lengua, en tanto ésta, llevada hacia los
márgenes, tuvo como consecuencia, en palabras de Deleuze y Guattari, una reterritorialización del sentido.
La lengua se llenó de elementos lingüísticos “intensivos” o “tensores” que transformaron la lengua mayor, la
revolucionaron para crear una forma de pensar, de actuar, de sentir y de hablar derivadas de su medio, en una
lucha constante contra el medio y la cultura gringa.

Literatura menor, en tanto es una literatura menospreciada y porque se ha rebelado contra la idiosincrasia
centralista mexicana, se ha liberado muy tempranamente de ideologías identitarias y se ha arrojado a crear
experimentando con la lengua en su medio fronterizo, fundando su propio imaginario.

2 Cóbraselo caro (2006); Balas de plata (2008), entre otras.

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


Para nuestros fines, el experimento con la lengua como forma de comunicación y vehículo para la convivencia 69
tiene gran importancia, porque el objetivo de este ensayo es poner de relieve las articulaciones y desarticu-
laciones de la convivencia de los personajes en algunas obras selectas del escritor tijuanense Luis Humberto
Crosthwaite.

La frontera – territorialidad y convivencia


Mientras que la valla fronteriza que separa a México de los Estados Unidos es un elemento sólido e inflexible,
la región fronteriza es vista en la mayoría de los casos y, a raíz de la migración, como un territorio de fuga y
transición, como un “no lugar” (Palaversich 99). Sin embargo, el factor migratorio no anula completamente la
territorialidad, tal y como lo demuestra el escritor Luis Humberto Crosthwaite en sus creaciones literarias, ya
que explora en ellas la identidad local de los sujetos fronterizos y ausculta la presencia de la frontera en los
habitantes de su ciudad.

En muchos casos se ha calificado de “híbrida” la cultura que se desarrolla de este lado de la frontera. Así se
pueden encontrar interpretaciones de este espacio fronterizo como un terreno de la hibridación entre dos cul-
turas: “Se ha convertido a Tijuana en sinónimo de esta mezcolanza ‘sui generis’. Burros-cebras, espanglish, si-
mulacro posmexicano […]. La primera trampa de este juego de discursos es que sobreestetiza las identidades
tijuanenses, pretende descifrarlas a través de su look, de su antropología visual o fenomenología […]” (Yépez
49). El problema de estas perspectivas sobre el espacio fronterizo es que se limitan a auscultar la superficie,
donde se podrán encontrar elementos de fusión. Sin embargo, pese a la cercanía y al constante intercambio,
los escritores fronterizos no han tenido en mente apropiarse de la cultura norteamericana o fusionar con ella.
Al contrario, buscan poner de relieve las contradicciones que prevalecen entre las dos culturas utilizando para
ello la exploración de los lugares “alógenos, disparejos y opuestos” (Yépez 16). Más que de una hibridación, se
podría hablar de una carnavalización, en el sentido que le diera Bajtin: “la carnavalización es un proceso cul-
tural más-allá de la mezcla, porque por la carnavalización se exagera, colecciona, recontextualiza no sólo los
fragmentos elegidos o jalados de la cultura sino también al sujeto o colectividad activa” (Yépez 17). Heriberto
Yépez le niega a la cultura fronteriza un factor sintetizador, porque no quiere fusionarse, sino entrar en juego
con la otra cultura y lo que expresa son sus polaridades: “La frontera no se define por su fusión sino por su
fisión” (Yépez 19).

Al superar la hibridación, a la cultura y, en nuestro caso, a la literatura fronteriza le vendría como anillo al
dedo la llamada identidad relacional concebida por Edouard Glissant (ver Mackenbach 2015 11). El funda-
mento de dicha identidad es su carácter heterogéneo y contradictorio al entrar en trato con otra cultura u
otro sujeto. “Una identidad relacional que se encuentra entretejida, no con el mito de la creación, sino con lo
consciente y contradictoriamente vivido de los contactos de cultura” (Ette 356).

Aunque la literatura se alimenta de la interrelación de sucesos, espacios y sujetos, su objetivo no es calcar


dicha realidad. El relato, en especial en un territorio tan dispar y contradictorio como el fronterizo, tiene la
tarea de pensar e imaginar una convivencia humana en la diferencia, aunque lo enlazado no se combine de
una manera definitiva (ver Mackenbach 12). Para nuestro caso, Luis Humberto Crosthwaite se ha propuesto
proyectarnos a través de sus escritos literarios esa contradictoria convivencia de los sujetos fronterizos en
un espacio dividido por la valla de metal. En sus obras se nota un instinto carnavalesco, que hace que estilo
y lengua se tergiversen, las palabras en una jerga aparentemente norteña se resemanticen y los lugares y
espacios geográficos se conviertan en imaginarios, en especial su ciudad natal Tijuana.

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


70 La difícil convivencia en/con la frontera en
Instrucciones para cruzar la frontera
La frontera ha quedado tatuada en el hombro derecho de Luis Humberto Crosthwaite, dividida en dos, FRONT
arriba y ERIZO abajo, separados por un alambre de púas (ver Bosch 29). Es tal la incrustación de la malla
metálica en su persona, que le dedica todo un libro a la misma: Instrucciones para cruzar la frontera (2002),
una compilación de cuentos reeditado en el año 2011 con un “bonus track”: su irreverente, casi sacrílega Misa
fronteriza. Como veremos, uno de los elementos con los que enriquece sus creaciones literarias, son cancio-
nes rancheras, corridos norteños y hits estadounidenses de los años 70 y 80. En su forma de tratar el tema de
la frontera como valla infranqueable alterna la ruda causticidad con un humor irónico y una desconcertante
sencillez que remarcan y recalcan siempre la irracionalidad y la insensatez que emana de ella, de la llamada
“migra”, de los agentes de la Aduana.

El instructivo es en sí una parodia, donde los consejos son lugares comunes. Nadie que esté en sus cabales
querrá pasar la frontera sin pasaporte o sin un comportamiento respetuoso frente a los oficiales. Sin embar-
go, también es una carnavalización del contacto entre el agente de Migración o de Aduanas y sus arbitrarieda-
des y la diminuta contraparte que es el individuo, donde impera la exageración. Aquí unos cuantos ejemplos:
“No obstante, si recibes un llamado poderoso – como de sirenas, como de imán […]” (13). “Lo más apropiado
es estar convencido de que ellos son seres omnipotentes, deidades, césares caprichosos capaces de arrojarte
de su imperio. Lo mejor es entregarte a sus designios” (16). Como en un cómic se torna de enorme tamaño el
dedo que en los letreros en la garita levanta el tío Sam en señal de interdicción.

Sin embargo, remarca el instructor, hay gente que quiere atravesar la frontera de otra forma. Para ellos,
“trasponer la frontera es un arte” (16). Son “personas de alma aventurera [que] prefieren hacerlo por espacios
remotos, de difícil acceso; lugares que son custodiados con recelo por los más amplios recursos tecnológicos,
helicópteros y patrullas ansiosas de comenzar la cacería” (16). Para ellos tienen que valer otra serie de reco-
mendaciones, que ya no nos ofrece. Se nos invita en cambio, a presenciar en el cuento “Muerte y esperanza en
la frontera norte”, la suerte que corren los migrantes en la frontera y en su forma de desplegarlo tiene visos de
la gran novela de migración The Grapes of Wrath de John Steinbeck, en la que los capítulos introductorios a la
trama principal, presentan en cuadros sinópticos el gran sueño de los migrantes de cambiar su mísera suerte.
Crosthwaite quiere atribuirle un carácter más objetivo a los ejemplos fracasados de inmigración al recurrir por
un lado a la propaganda de boca a boca que incita a los individuos, no importa de qué caserío en la República
provengan, a arriesgar su vida para cumplirse su sueño. Encuentran la muerte a causa de las inclemencias del
tiempo y el agreste entorno geográfico, a los que se ven expuestos cuando ven frustrados sus intentos de tras-
pasar la frontera entre Tijuana y San Diego después de la aplicación de la Operación Guardián (Gatekeeper)
en 1994. Para dotar de objetividad a su relato, incluye notas periodísticas que dan fe de los hechos. Las tra-
gedias suceden en Sábado de Gloria, 3 de abril y se extienden hasta el sábado siguiente, donde se cierra el
círculo con nueva gente que arriba a Tijuana y todo se repite después de los puntos suspensivos con los que el
autor termina su relato. Que las muertes sucedan en Sábado de Gloria es la antinomia con la que subraya aún
más la infortunada convivencia de migrantes y políticas de migración como la Operación Guardián, porque lo
que podría ser resurrección se convierte en muerte, lo que podría ser gloria, se convierte en fracaso.

La convivencia en la diferencia con la frontera es el núcleo del relato La silla vacía. Mas, no es solamente una
valla material, una exo-frontera, sino también una limitante interna, una endo-frontera3, que impide que un
sujeto de nombre ZZZ pueda encontrar su plenitud. La encarnación de la Frontera en una silla vacía (FNT),
que por su importancia se escribe con mayúscula, en una sesión psicoterapeuta que ZZZ tiene con AAA y
la consecuente intervención de FNT a través de la figura de ZZZ tiene como consecuencia que el sujeto se

3 Véanse las explicaciones de Alfredo González Reynoso, en línea (2012).

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


autojuzgue, externalice sus temores irracionales de convertirse en su propia frontera, un hecho que le lleva- 71
ría a perder su condición de individuo con una identidad propia. Lo que en el relato podría advertirse como
algo absurdo, en realidad es un recurso metodológico de la “psicología Gestalt”, en la que el paciente tiene la
posibilidad de enfrentarse a sus miedos o traumas, ubicados en la silla vacía. Una posible interpretación del
cuento sería entonces que lo fronterizo es la mínima distancia que prevalece en el contacto entre dos entes
para experimentarse como distintos.

El contacto es reconocer y hacer frente a otro, a lo que es diferente, nuevo o extraño. No es un estado
en el que nos encontremos o no […] sino que es una actividad: yo establezco contacto en el límite entre
el otro y yo. La frontera es la zona en la que nos juntamos y simultáneamente sentimos que somos
seres separados (Yépez 22).

Estas palabras externadas por Laura Perls en Viviendo en los límites se vuelven a encontrar entre otros, en
las relaciones amorosas del protagonista (ver Crosthwaite 103). Un acercamiento más al relato podría ser el
descubrimiento del carácter polisémico del enunciado “frontera”, por un lado una frontera física y palpable,
por el otro una frontera moral entre el bien y el mal. Límites en la infancia aceptados sin chistar, se convierten
en obstáculos insuperables para el adolescente y en el adulto, en una confluencia, en una relación de integra-
ción y pérdida de fronteras. Pero, ¿es eso lo que quiere el protagonista? El final abierto del relato mantiene en
suspenso al lector, el secreto únicamente lo sabrá la silla vacía.

La desarticulación de la convivencia entre individuos que quieren pasar la frontera por la garita y se ven ex-
puestos al sol, al calor y a las arbitrariedades de los agentes de migración se perfila en La fila. También aquí
Crosthwaite se sirve de un humor muy agudo para describirnos la lenta desesperación de la gente en los co-
ches al ver que su fila no avanza y el consecuente desorden que se arma cuando se abandona la cola, porque
una vez fuera de ella, ya no hay posibilidad de incorporarse. En el epígrafe, Crosthwaite utiliza dos líneas de
la canción Long Line of Cars del grupo Cake, “a long line of cars is all because of you”. La segunda persona en
singular le sirve al autor para referirse, una vez más, a la frontera. También transpone el ritmo musical de la
canción a su relato cuando repite: “estoy haciendo fila, haciendo fila, estoy haciendo fila para salir del país”
(19). La libertad es el lema de Cake, en Crosthwaite es una especie de enajenación la que lo lleva a deshacerse
de las molestas ataduras de la fila, cuando al final penetra, en un close-up, al ojo del agente de migración
para transportarse a su lugar favorito y, en vez de contestarle las preguntas al oficial, descubre en la playa a
una hermosa mujer.

El hito de la carnavalización de la frontera lo marca la Misa fronteriza, aparecida por primera vez en la revista
colombiana Malpensante, edición de julio de 2003 y posteriormente en la antología de Lolita Bosch, a quien
Crosthwaite dedica este escrito. Además es una dedicación a Fáder (father) Martin, porque, según confesión
suya, nada “más lo había hecho por madrearse – un chiste literario que se permitió -, a un amigo sacerdote
de él: ‘mira lo que escribí a partir de lo que tú haces todos los días” (Ochoa). Y la misa, dividida rigurosamente
en 12 incisos que siguen al pie de la letra la liturgia católica, la oficia Luisumberto, ese sujeto rajado por la
frontera, “biseccionado” (167) con su púlpito, una cobija, su libro, una tortilla dura y una botella de tequila.
La primera vez que la presentó en público, él mismo dijo que estaba nervioso y un poco más ebrio de lo que
debía, pero que causó furor y él, con un guiño de ojo que trasluce su cara seria, se sintió como Miguel Bosé
(ver Bosch 31). En sus actuaciones, Crosthwaite es la formalidad en persona, lo que causa vacilación en el
público en vista de que hay resquicios en el texto del que salen el humor negro, el sarcasmo y una polisemia
que lleva a causar risa.

Si en La silla vacía, el autor había personificado la frontera, ahora la convierte en religión. Su dios es el can-
tautor, creador entre otras, de la canción El rey, José Alfredo Jiménez. La ideología que une al fronterizo,
quien le debe su existencia a La Frontera, es el mexican cowboy, encarnado en las bandas musicales norteñas,
mitad americanas por el acordeón y mitad mexicanas por el bajo sexto (ver 176), una guitarra con 6 órdenes
de cuerdas dobles. Esta música le confiere identidad a la gente que se agolpa en la frontera con el único

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


72 deseo de traspasarla y llegar al paraíso de los dólares. Sin embargo, hay ironía y carnavalización por parte
del escritor al mencionar la música como factor hibridizante en la cultura fronteriza – “bendita sea nuestra
música” - porque el atuendo es el mismo, desde las botas picudas “para matar cucarachas en las esquinas”, el
sombrero stetson, cinturón de hebilla ancha, hasta el pantalón de mezclilla y la camisa texana, los nombres
de las bandas poco originales y las canciones intercambiables que sirven para narcotizar a aquellos que se
van y contemplan en esta música parte de lo que perderán. La música norteña es tanto o más tragicómica que
el burro-cebra o zonkey que se encuentra en el centro de Tijuana, en la Avenida Revolución, un burro pintado
con rayas blancas frente a un carruaje que en un inicio , cuando las fotografías eran en blanco y negro, servían
para poder resaltarlo ante el gris telón de fondo. “El zonkey es un personaje cómico, es la mascota de Tijuana,
una cebra simulada” (Yépez 30). La conversión de Luisumberto por parte de esa voz, que es nada menos que
la de José Alfredo Jiménez, que sale del cielo para convertir a Luisumberto en apóstol de la música mexicana,
es el momento en que el paradigma de identidad se convierte en la música misma y se transforma asimismo
en una gran fiesta, en un happening4.

Un tercer aspecto en esta Misa fronteriza es el destino del migrante. Éste, como ya se había visto en los otros
relatos, es la víctima en este juego del poder contra ilusiones y simulacros. Y así le dedica la eucaristía: Jesús,
el ‘pollero’ – llamados así porque antes la barda fronteriza no era un muro sino sólo un alambre para gallinero
y los que se pasaban la frontera por la malla se les llamaba pollos (ver 169) – parte una tortilla seca y convida
tequila de su botella a los migrantes que iban con él. Los agentes de inmigración los descubren, capturan,
Jesús se da a conocer como el líder y le dan una paliza que lo deja sin vida. Aquí, el oficiante extiende los
brazos, y pronuncia las fatídicas palabras: “Recibe en tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su
nombre, para nuestro bien y el de toda la Santa Frontera. Amén” (187). Pedro, uno de los migrantes niega
tres veces conocer a Jesús y Pablo escribe un corrido sobre los inmigrantes indocumentados y “para gloria
de todos ellos”, los Tigres del Norte lo graban en una canción. Aquí sale a flote ese estilo que se mueve entre
lo cómico y lo patético, entre lo risible y desgarrador que caracteriza muchos de los escritos de Crosthwaite.

Pero Luisumberto, uno de los apóstoles de la religión de la Frontera, se cuestiona si realmente encuentran
allende la frontera esa felicidad, si no es una ilusión que desemboca en decepción. “Dime, cuando ya hayas
logrado cruzar ese muro, dime, ¿es segura la felicidad?” (184). La verdadera identidad de Luisumberto, sujeto
fronterizo es la música rocanrolera y un sombrero stetson que se acaba de comprar, con el que puede expre-
sar todo sin necesidad de recurrir a la palabra:

Sombrero sobre su pecho, sostenido por sus dos manos en señal de respeto. Sombrero levantándose
como para saludar Luis corriendo con sombrero Luis esquivando un golpe sin perder sombrero. Hacien-
do una caravana al público con sombrero en mano […]. Sombrero abajo, brazo recto, mano izquierda
sosteniéndolo: posición del sombrero en la iglesia, durante la misa. Sombrero sobre el corazón: posi-
ción durante una declaración amorosa. Sombrero en la mano, de un lado a otro, abanicándose: función
del sombrero durante un día caluroso (180-181).

El público, porque esta misa se oficia en público y con su participación, prorrumpe en carcajadas cuando con
toda seriedad el autor dice que lo siguiente que va a comprar es un perchero para poder lanzarlo con la mano
derecha y para que caiga perfectamente en el gancho. El sombrero como enlace de convivencia entre la gente,
porque todo mundo conoce sus significados no es, sin embargo, única marca de identidad, hay más “tenso-
res” que arman la vida cotidiana y la identidad de un individuo, de un grupo y de una comarca, como lo es la
fronteriza, donde el todo es más que la suma de sus elementos. La misa fronteriza es, además, un ejemplo
contundente de cómo un escritor logra desintegrar ideologías institucionalizadas, desmitificar y desacralizar
con abierto descaro para liberarse de las fronteras que le vedaban el paso al experimento con sus textos. Es
una abierta subversión, una carnavalización.

4 Crosthwaite no le niega méritos a la música norteña, tal y como lo demuestra en su novela Idos de la mente. La increíble (y a veces) triste
historia de Ramón y Cornelio (2001), donde el subtítulo es un homenaje a García Márquez y la trama recupera la vida del grupo corridista Los
Relámpagos del Norte, a quienes bautiza con el nombre de Relámpagos de Agosto, rindiendo pleitesía a Jorge Ibargüengoitia. (ver Llarena 147).

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


La nostalgia por la convivencia perdida 73
en Estrella de la calle sexta
Si en Instrucciones para cruzar la frontera el tema recurrente es el límite concreto entre México y Estados
Unidos y la convivencia necesaria y forzada de los fronterizos con la valla de metal, en Estrella de la calle sex-
ta5 Crosthwaite se aboca a su ciudad natal, Tijuana. Hay tres aspectos que resaltan en dos de los tres relatos
que componen la obrita: el habla sui géneris de los personajes como base de una convivencia; la importancia
de un pasado y los recuerdos para constituir una identidad en un espacio volátil y una convivencia en la coti-
dianeidad desde el peer-group, o la clica.

El nuevo “esperanto” en Crosthwaite


El habla de los protagonistas de Crosthwaite, en “Sabaditos en la noche” y “El gran pretender”, no es algo
surgido desde las raíces de la sociedad tijuanense. “Esta forma de narrar es una especie de invención mía. Sí
hay gente que habla así, pero no podríamos decir que es el habla exclusiva de la frontera. Tijuana es una ciu-
dad múltiple, con múltiples voces […] que se va alimentando de migrantes, realmente necesitas estar mucho
tiempo ahí para que la cultura norteamericana influya en tu lengua o tu cultura, y la mayoría de la gente no
se queda ahí. Yo lo que hago es crecer, hacer más grande este aspecto que a mí me resulta tan interesante de
la ciudad” (Ábrego 28-29).

No es un spanglish que caracteriza al norteño, ni es un elemento que afianza la identidad del fronterizo en
tanto se convierte en un sincretismo de ambas lenguas. Es un artificio literario que crea personajes entra-
ñables en el trato y la comunicación con otros personajes afines a ellos, con los que sienten cierto arraigo.
El Saico (Psycho), cuyo nombre verdadero es José Arnulfo, mecánico de profesión, siempre tuvo problemas
con la autoridad y con excepción de su amigo, Pancho, un intelectual que admira a César Vallejo, “viejito-Va-
llejo-peruano-años-en-la-cárcel-buen-poeta-inventor-albañil” (136), sólo convive con sus amigos de la clica
del barrio. La forma de expresarse del Saico es un acervo de modismos de los años sesenta en los que se
aglomeran palabras como ‘simón’ (claro que sí), ‘me cae’ (creo, así parece), ‘qué onda’ (cómo estás, qué pasa),
‘qué tos’ (que problema) etc., herencia de la llamada “literatura de la onda”, introducida por José Agustín y
Gustavo Sainz (ver Castañón 44). Crosthwaite enriquece este caudal de expresiones con palabras que no se
usan en el centro de México, como por ejemplo ‘ranfla’ para designar un coche viejo, ‘morro’ o ‘morra’, que
significa joven y ‘bato’, nombre coloquial de joven, etc. Además introduce palabras del inglés españolizadas y
las vierte en el papel en su original sonido fonético: el desmóder, (desmadre), Otro Saite (side) etc. Así, en “El
gran pretender”, que se titula así, porque el Saico es amante de la música de los Platters y en especial de la
canción, “The great pretender”, se teje una comunidad que caracteriza su convivencia por la forma de hablar y
de entenderse. Los personajes, a su vez, carecen de nombre, se conocen por sus apodos, la China, el Chemo,
el Mueras y pertenecen al Barrio: El barrio es el Barrio, socio, y el Barrio se respeta. El que no lo respeta hasta
ahí llegó: si es cholo se quemó con la raza, si no es cholo lo madreamos macizo (ver 81)

En un plano más abstracto, el relato se puede considerar polifónico en tanto son muchas las voces que na-
rran las peripecias del Saico. Cada una se expresa con su propia jerga, agregándole a cada voz un círculo de
escuchas que se entienden sobre la base de su forma peculiar de comunicarse.

5 El libro Estrella de la calle sexta (2009), es una colección de 3 narraciones. Una de ellas, “El gran pretender”, había sido publicado con
anterioridad bajo el rubro de novela. Quizás los escritos de Crosthwaite ya no quepan dentro de los cánones genéricos, por lo que en este
ensayo se hablará de relatos.

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


74 En el cuento “Sabaditos por la noche”, el protagonista anónimo, que en la calle todos conocen como el “grin-
go” o “el güero”, no perteneció desde siempre a esa esquina, que él escogió como lo último que le pertenece
en este mundo, la esquina de la calle sexta. Tiene sus tácticas para entrar en contacto con las “beibis” que
se pasean por la calle y a veces logra enganchar con una. Pero sus relaciones son volátiles. En este relato sí
hay un juego mucho más intenso con un inglés muy sonoro que se escribe, una pronunciación muy ad hoc a
la que tendría un hispanohablante al articular el inglés: “Guasumara, beibi, du yu fil laik ay du?” (What´s the
matter, baby, do you feel like I do?; 14). En este cuento, a diferencia de El gran pretender, lo culto y lo popular
se mezclan, el protagonista había tenido una vida muy burguesa, una “carretera” de la vida asfaltada, con
matrimonio, profesión e hija, pero ese camino se terminó abruptamente, dejándolo en el desamparo, pero
“la poesía no se va, beibi, es un tatuaje en el cerebro” (28). Su uso constante de anglicismos se debe a que
él fue hijo de madre mexicana y padre americano. Estuvo del lado de los EEUU dando clases de inglés pero
decidió regresar. Toma el camino inverso a todos los migrantes y su lengua sufre ese desarraigo. Para entrar
en interacción con otros se sirve tanto de la jerga de la onda como de su inglés con acento hispano. Cuando
se encuentra en la intimidad con Laurita, la delgadita y aunque su mente alcoholizada le dicta lo que debe
decir, de su boca salen frases con un vocabulario más culto que le conectan de nuevo a su pasado: “cuando
uno tiene sentimientos tan profundos por una persona… es decir, como los míos por ti, uno supone que de-
berían haber comenzado hace unos diez mil años […]. Encuentros como éste, como el nuestro, no se pueden
ignorar. El verano fluye en una dirección íntima, común a los dos (57) […] Mejor dime palabras dulces al oído,
despacito despacito, y repítelas toda la noche para que cada minuto detenga el tiempo y se atore, respirando,
en las entrañas de mi reloj” (59).

En conclusión, en cuanto a la lengua en el espacio fronterizo, que muchos investigadores han considerado un
lazo efectivo para definir la identidad de ese territorio, se puede constatar que sirve de lazo de comunicación
a los sujetos inmersos en diferentes grupos culturales que conviven allí, pero no se extiende hacia la interac-
ción entre las diversas agrupaciones. Los “tensores”, de los que se hablaba en un inicio, cumplen su cometido
en la obra de Crosthwaite, pero no se pueden aplicar uno a uno en el espacio fronterizo como tal. El logro y el
mérito de Crosthwaite es haber rescatado de la polifonía existente en Tijuana, de una oralidad sonora, unos
fragmentos que le dan vida a sus personajes, convirtiendo estos “tensores” en material escrito. Así, Villoro
constata: “En sus páginas, el lenguaje siempre trae contrabando en la cajuela. […] distinguir un nuevo espe-
ranto en la rica oralidad de Crosthwaite” (Villoro 94).

Tijuana: memoria y convivencia


Cuando le preguntaron a Crosthwaite, qué imagen de Tijuana proyectaba en sus escritos, su respuesta fue
que trataba de perfilar una ciudad más natural y heterogénea, cotidiana y polifacética: “Estoy creando un
mito que no es necesariamente la cara conocida de la ciudad, es el mito propio, el que tiene que ver con
todos mis años viviendo ahí” (Llarena 154). Ya en su compilación de relatos No quiero escribir, no quiero,
Crosthwaite perfilaba una ciudad que así ya no existía al momento de plasmarla en el papel:

La verdadera huella no reside en las plazas comerciales ni en el Centro Cultural. Tijuana siempre estará,
igual, sin mutación alguna – al menos para mí – en los batazos del Boni, en las corretizas de los equipos
contrarios, en la nieve de pistache, en los chamois y saladitos que vendían en la Botica Sher. […] Son los
recuerdos, ese material abstracto, a diferencia de las construcciones, los que permanecen para siempre
y no se incendian (Escribir 17-19)

Esa nostalgia por un pasado irreversible también sale a flote en sus Instrucciones para cruzar la frontera,
donde habla de la “línea”, que sin más se podía cruzar para ir al cine o de compras y los domingos se podían vi-
sitar los familiares que vivían en el otro lado y que ya no hablaban tan bien el español. La realidad es ahora un
“1. Un muro de metal; 2. Un faro; 3. Un obelisco; 4. Una plaza de toros; 5. Unos escusados” (Instrucciones 154).

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En “El gran pretender”, hay una escena mágica con visos del viaje de “El soldadito de plomo”, que quiere res- 75
catar esa cotidianeidad que Crosthwaite trata de perfilar en sus relatos:

Un arroyo atraviesa la calle. Algunos morritos salen sin que sus jefas se den cuenta, hacen barcos de
papel. Los barcos se deslizan por el arroyo, entre las piedras, entre el lodo; y si tienes un soldadito de
plástico, lo metes en el barco; y si tienes una canica, y el barco aguanta, metes la canica. El barco se
aleja por los rápidos que se forman cuesta abajo, a veces se detiene, a veces avanza. El soldado se tam-
balea, recupera el equilibrio. Algunos resisten hasta el final del arroyo, hasta la avenida pavimentada;
otros se caen, se ahogan, su vida por la patria. El soldadito muere. (102)

En cuanto a la memoria, podemos descubrir tres diferentes niveles: sobre el pachuco por parte del cholo,
sobre el cholo por parte del bato y los recuerdos del pasado del protagonista mismo. Así, el Pancho, amigo
del Saico y procedente de Tecate – los tecas son otra onda, quién los entiende (135) - rememora el pasado;
“habla de otros tiempos, de los pachucos (buenos tiempos cuando la raza sí era gruesa y no se andaba con
pendejadas, lo único importante era tu jaina y tu ranfla, loco, lo demás podía pasar a tu lado y a ti no tenía
por qué importarte, no era tu onda). Coches y mujeres y presumirlos, ese era el quehacer del pachuco” (136).

La remembranza de los cholos por parte de los batos está llena de admiración. Estilizan al Saico hasta con-
vertirlo en una especie de héroe y por eso “quién sabe qué tanto de lo que cuentan los morros fue cierto, qué
tanto inventado. La única neta es que el Saico era el bato más felón del Barrio, ¿o no?” (82). Esta reconstruc-
ción que realizan los jóvenes sobre el protagonista sucede en los momentos en que se reúnen en la misma
esquina del barrio en las que se reunía la clica por las noches y se calientan en una fogata, en la que queman
neumáticos para participar, aunque sea a través de este ritual, del pasado perdido. Conforme va avanzando
este relato dividido en 42 capítulos breves y muy breves, se conoce la historia del protagonista, de su papel
en la clica y su arbitrario final. Como se puede observar, son versiones utópicas las que se tienen del pasado.

En cambio los recuerdos del Saico describen un pasado incómodo, que le dificultan ser un hombre pleno y
sólo ser el gran “pretender”. En especial los recuerdos de su familia le “agüitan”: su madre, que desde un prin-
cipio quería que no fuera como su hermano. De su padre no tiene nada más que unos cacles (zapatos) y le
atormenta mucho no saber de dónde viene, no saber nada de sus raíces. “Su jefe era su jefe, así de sencillo:
el aroma del tabaco, las rolas de Javier Solís y los viejos que llevó puestos a su jale hasta el final” (94). La res-
puesta que le da su amigo Pancho es la imagen idealizada de un migrante que radicaba en los Estados Unidos,
que peleó en la guerra, había recibido condecoraciones, pero que tuvo que vengar la muerte de su compadre,
su compita, por lo que los gringos le tildaron de loco y acabaron con él. Visto así, la vida de su padre se repite
en la suya. La hazaña que lo convierte en el “bato más felón” (106), en el líder de la clica del barrio fue la golpi-
za que le propinó a aquel a quien le decían el Jere o el Millas (ver 94), un bravucón que le molestaba diciéndole
“puto”, y como arma usó una cadena de tiempo. Si a su padre le decían que era loco, al protagonista le ponen
el apodo de Saico, un progreso lingüístico. La cadena de tiempo la guarda en una caja de zapatos como trofeo
de su hazaña. Los lazos de convivencia en el barrio del presente están relacionados con el pasado, donde los
jóvenes se imaginan que la clica del Saico se parecía a Los tres mosqueteros o Robin Hood. Salvaban el honor
de las chicas, vivían al pendiente del bienestar de su Barrio, e incluso cuando se enfrentan al joven americano
que aparentemente había violado a una chola. Cuando la policía va en busca del Saico, toda la clica como en
Spartacus, afirma serlo. Aquí, como en algunos otros momentos de este cuento, se mezcla la ficción cinema-
tográfica con la realidad polifónica del relato. “Kirk Douglas, los gladiadores, el Lute, el Mueras, el Pocho y el
Saico, se suben al carro de los judiciales romanos. El taller se queda abierto, loco. Nadie menciona el terrible
suplicio de la crucifixión” (116).

El tercer elemento de convivencia es el del grupo, la clica. Como es usual en grupos de pares (peer groups),
es un grupo informal de gente de antecedentes e intereses similares que comparten gustos similares y les
gusta experimentar con drogas y sexo, a espalda de los adultos. Los cholos, según Valenzuela Arce, surgen en
territorio mexicano, aunque tienen experiencia de haber vivido en EEUU. Hay reminiscencias de los llamados

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


76 pachucos y la imagen que proyectan, en especial su actitud ante la vida, hizo que la sociedad civil los perci-
biera como drogadictos, ociosos, promiscuos y violentos. Crosthwaite se distancia de este cuadro amarillista
propagado por los medios de comunicación para revivir, a través de la polifonía, un grupo de muchachos,
como los que “pasaban frente a mi casa a las tres de la tarde […], se dirigían a las tardeadas en el Nicte-Ha”
(Rodríguez Lozano 83). La cohesión en el grupo, los “socios del barrio”, logra mayor firmeza conforme va avan-
zando el relato que, por ser una narración polifónica, no sigue un hilo cronológico. Aunque todos tratan de
ser iguales – “en el Barrio no hay jefes. En el Barrio somos carnales, homeboys, raza de acá” (106) - el Saico “es
el más felón y esto se sabe. No se comenta, simplemente se sabe” (106) y por eso se convierte en su líder. Se
perfila entonces un grupo de jóvenes unidos que defienden al que se ve acosado. Así, el Saico tiene que darle
su lección al Rigo, por mujeriego, a petición de su novia, que siente celos por sus infidelidades, pero hay reglas
tácitas que cumplir, precios que pagar, la chica anónima, “le pagó así, igual de serenita, en el viejo Chevrolet 57
que había sido de su carnal. Ni modo de no cumplirle” (113). El Saico le da una golpiza, no sin antes explicarle
el por qué, sin ser demasiado rudo, con la cadena de tiempo, una sola vez. El Rigo acepta el castigo sin chistar.

El Barrio es el espacio del Saico, del que no quiere volverse a salir. Detesta a los chilangos que vienen a pre-
sumir su prosperidad en forma de un auto nuevo y se distancian de los demás hablando inglés. Se despidió
de todos aquellos que se fueron al otro lado de la frontera, aunque esto no le impida ser un apasionado de
la música roquera, de los oldies, en especial de los Platters. A la vez sólo bebe cerveza Tecate y como atún
extraído de aguas mexicanas. Esto hace que su convivencia sea conflictiva con todos aquellos que no perte-
nezcan al Barrio.

Pero en el Barrio hay un personaje que actúa como grano de arena en el engranaje de la convivencia de los
cholos: la Cristina. Ella se siente algo superior, no se considera chola. Desdeña a los jóvenes del barrio y pre-
fiere salir con muchachos como el yúnior, “un bato crema, ése, muy de escuelita, yúnior, tú sabes. De tacuche,
muy perfumadito, ranfla del año, tú sabes” (97). Sin embargo, el yúnior tiene otras pretensiones con ella. La
viola, a raíz de lo cual los padres de la joven casi la matan a golpes. Cuando la clica se entera, deciden vengarla
sin el consentimiento de la Cristina y van contra el yúnior. Al parecer le propinan tal golpiza que muere: “Si se
muere un cholo nadie la hace de tos. Si se muere otro bato, un yúnior, un influyente; entonces sí […] los cholos
son culpables, acaben con los cholos” (110). Este fue el principio del fin de la clica. Porque entró la policía a
los barrios y no sólo desbarató la clica del Saico. También se llevan a los “cholos calmados que andan con su
ropa, con su finta, que no hacen daño. Se echan unos pistos, cotorrean, caminan por la calle, no molestan”
(110). La Cristina coexistió con el grupo, nunca convivió con él. En cambio la China, la mujer del Saico, aunque
no pertenecía a los cholos, se integra y se convierte en una de ellos. Ahora, la convivencia entre las mujeres
es conflictiva por causa de sus celos, al grado que se unen unas cuantas con la China para darle una paliza
a la Fabricia que se había metido con el Saico, una circunstancia que al Saico le parece exagerada, porque él
solamente ama a la China y dice que las infidelidades no causan merma en sus sentimientos por ella.

La relación conflictiva que tienen los cholos con la autoridad, la resumen los batos de la siguiente manera:
“La placa no supo diferenciar. Se llevaron a raza de éste y otros barrios. A los felones, a los gandallas y a los
calmados. Los cholos siempre pagan […]. Les gusta entrar a los barrios cuando están bien respaldados y traen
sus fuscotas y viene la juda con ellos” (98): Las “fuscotas”, armas de alto calibre y la “juda”, la policía judicial.

Así, se puede concluir que la convivencia dentro del grupo de pares es conflictiva y llena de fricciones, tanto
por la diversidad en la procedencia como por disparidad de caracteres, pero todos se atrincheran tras el muro
de la unión para protegerse contra los demás grupos sociales o la autoridad. Lo que caracteriza a este grupo
es sin embargo su no existencia en la actualidad, es una reconstrucción nostálgica y conforme va desarro-
llándose la reconstrucción, se hace hincapié en aquellos elementos que faltan en las convivencias presentes.

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


Deseo y nostalgia de convivencia en 77
“Sabaditos por la noche”
A diferencia de “El gran pretender”, donde un cuerpo extraño hace que se desmorone la convivencia en el ba-
rrio y los que no mueren o acaban en la cárcel, terminan, como la China, abandonando el lugar para ir a EEUU
y juntarse allá con un migrante, según se rumora, en “Sabaditos por la noche”, la convivencia – casi perfecta
– de la pareja es cuestión del pasado y el protagonista anónimo, a quien se le conoce como el “gringo” o el
“güero”, se ha escogido el espacio más precario, la esquina de la calle sexta. Allí se le encuentra los sábados
por la noche, viendo el palpitar de la Av. Revolución:

Miras a la gente, sus rostros felices, bravos, furiosos, toda la noche, uno tras otro, los ojos redondos y
rasgados, las cabezas rapadas, los cabellos lacios, chinos, ondulados, rubios oscuros, verdes y azules,
la piel morena, blanca, negra, los ceños fruncidos, las carcajadas sonoras, los cuerpos flexibles […]
litros, hectolitros de cerveza, megagalones de licor, costales de droga y dólares […] el catálogo comple-
to, cielo e infierno, la bondad, el carisma, el odio, la venganza, todo está en venta, alimentos, tragos,
cuerpos, objetos hechos a mano, objetos importados […] (Escribir 24-25).

Todo gira en torno al protagonista como lunas alrededor de su planeta. La imagen que tienen los demás de él,
en especial la policía, es la de un borracho que molesta a la gente:

Se está pasando se está pasando de listo se está volviendo gritón y escandaloso y molesta a los que
circulan por la calle y detiene a los transeúntes y les dice les cuenta les enseña los harapos de su vida.
El pobre tenía un pasado. Se lo quitaron. Así se lo quitaron de encima. Tenía un pasado tranquilo que
podía planchar y podía ponerse como ropa en los días de fiesta (Escribir 43).

La ausencia de signos de puntuación promueve la imagen de voces que lo rodean gritándole improperios. Pero
el protagonista, muchas veces en su soledad se dirige al lector con un “tú” parece querer entrar en diálogo con
él. A lo largo del relato se observa que el protagonista siente la necesidad de entablar una conversación, quie-
re comunicar, aunque no con todos, como lo muestra la escena del hombre que se le acerca para contarle sus
cuitas y el personaje lo rechaza recriminándole que le invade su espacio de intimidad. Todas las relaciones
que tiene el güero son volátiles, con las bailarinas, con el bartender, con la flaquita Laurita e incluso rechaza
al final a Margarita que quiere acompañarlo del otro lado de la frontera, “este buque ya zarpó […] Bájese de
mi fiel tordillo que este caballo no es lo suficientemente grande para los dos” (65).

Así en este relato la memoria, el recuerdo y el pasado juegan un rol importante. Como en “El gran pretender”
se idealiza el pasado, pero ya no es la polifonía la que lo reconstruye, sino el protagonista mismo en sus con-
versaciones con los demás. Como el Saico, el güero no conoció a su padre y la falta de esta figura en parte
desestabiliza su vida, en tanto no sabe a dónde realmente pertenece. Al ser su padre norteamericano, él es
güero, al parecer trabaja del otro lado de la frontera – tiene un jefe gringo – pero detesta a los gringos:

Hay más unión entre esta raza, entre los meseros y yo, que con toda la bola de gringos-güeros-atole-
en-las-venas. El pasado agrio lo dejo allá en el norte, del otro lado de la frontera, como se dice. Todo
se queda en los Unáired, el patrón y toda su gente, y yo aquí le sigo, con mi esquina, semana tras
semana (17).

En ese pasado remoto y nostálgico, el protagonista tenía mujer e hija y con su esposa comunicaba, casi co-
mulgaba a través de la poesía: “Citaba un poema que me mataba, un verso pequeñito que nos hacía llorar o
guardar silencio” (50). Nadie se entera bien a bien qué fue lo que hiciera trizas esa relación. Hay alusiones a

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


78 carros en el cielo (52), a cierta edad que la hija nunca cumplió (61), lo que podría connotar muerte, pero no
queda claro el motivo por el que el protagonista tuviera una frontera insuperable entre su vida pasada y la
presente. El romántico del pasado, se ha convertido en un cínico en el presente.

Por último habría que mencionar la personalidad del protagonista, construida en ejemplos de las películas
de Hollywood: El güero quiere besar como Clark Gable, quiere retar al Ciruelo como Alan Ladd (ver 48), o de
telenovela, cuando se hunde en sentimentalismo y Beto le tilda de Libertad Lamarque (ver 53). Sin embargo,
más bien es el hombre de la triste figura que decide regresar a su casa “y se deje de pendejadas” (49), al verse
desplomar en el piso. A él le queda el título de la “estrella de la calle sexta”.

La esquina en este relato, así como el barrio en el otro, funge como espacio fijo, un terreno que ve ir y venir a
la gente, pero los instalados en sus respectivos espacios se mantienen allí. Una esquina es un espacio abierto
a los cuatro vientos, no hay baluartes construidos por medio de la unión. El sujeto se encuentra expuesto a
todo, hasta al “pinche rein”, en tardes lluviosas. Crosthwaite juega con la imagen de inclusión-exclusión en la
esquina. Es de todos y es de nadie: “Nada es como estar sentado tanto tiempo que ya eres parte de la ban-
queta, igual que un semáforo. Nomás que yo no sirvo para dirigir el tráfico, neta, dejaría pasar a todo mundo
y nunca les pondría una luz roja” (54). Así, la esquina está abierta a todos sin discriminación ni prejuicios. A
diferencia de la comunidad cerrada, aquí se está viendo la esquina como un refugio, que cimienta las bases
de una vecindad imaginaria. “Esta comunidad sin comunidad responde a la condición específica de ciudad de
paso cuya circunstancia migratoria requiere otras formas de comunidades que no están clausuradas hacia
afuera” (Park 77). Así, la figura del güero es, a pesar de ser el borracho anti-héroe, un sujeto que ha encontra-
do su esquina y su propia forma de convivencia con los demás.

Conclusión – ¿(des)articulación de las comunidades?


Heriberto Yépez afirma que la frontera y su estética no se definen por sus síntesis, sino por sus contradiccio-
nes. Lo que la mantiene en movimiento es su repulsión, como en el juego de los imanes. Y precisamente entre
los dos imanes, en ese espacio de tensión se encuentra también la literatura. La literatura norteña es literatu-
ra menor en el sentido de que se distancia de la literatura centralista mexicana, es revolucionaria porque rese-
mantiza las palabras y es carnavalización porque subvierte cánones, estructuras, ideologías e idiosincrasias.
Hemos podido dar un somero ejemplo a partir de las obras salidas de la pluma de Luis Humberto Crosthwaite.
Él mismo se considera “ingenuo escritor, neojipi, todavía cree en el amor y en la paz como si no fueran una uto-
pía nostálgica” (Luna 178), lo que explica de alguna manera que el foco de atención se centre en una nostalgia
por el pasado, donde las situaciones siempre fueron mejores y hubo la posibilidad de observar convivencias
utópicas a través del lente de la memoria y la remembranza. Pero, la convivencia en y con la frontera en todo
momento es conflictiva, es dispareja y causa “territo/fuerzas que se de-forman unas a otras, en la frontera
México-estadounidense a través de su tensión kierkegaardiana de contrarios, que no se funden, sino que se
ligamentan desigualmente por su fricción creadora” (Yépez 33). Por eso, el tema de la migración se desarrolla
en sus libros no como una nota roja, un panfleto, sino aparece con esa tensión que causa la desigualdad de
fuerzas de poder en la frontera, que desemboca en un desenlace fatal para el perdedor.

En los relatos de Crosthwaite se nota un esfuerzo por mantener un tipo, aunque sea muy precario de comuni-
dad en convivencia. A través del relato en el relato, los personajes en los escritos de Crosthwaite viven e ima-
ginan sus propias formas de convivencia, aunque éstas se reduzcan a un individuo apostado en una esquina.

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


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Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


El camino sin regreso. Distopía familiar y 81
migración en dos filmes costarricenses:
El camino de Ishtar Yasin y
El regreso de Hernán Jiménez
Karen Poe Lang

Introducción
Mamá, a pesar del desastre, ignoraba el
verdadero origen de la suciedad y oscilaba
entre el asco que le producía mi contaminación
y la furia por mi mentado mal carácter (…).
Nunca se tomó la molestia de situar mis desvaríos
en tierra propia, en ese invernadero caribe,
en ese fango más prolífico en bichos que
cualquier otra tierra: su familia.
(Rossi 186).

He comenzado este escrito con una cita de la novela María La Noche (1985) de Anacristina Rossi, pues en
esta obra están presentes los dos temas que me interesa analizar, a saber, la relación entre familia distópica
y migración, y la importancia del paisaje como elemento estético y estructural de la narración.

En este texto, Rossi ofrece la imagen de una familia en la cual el incesto y la violencia materna obligan a
Mariestela, la protagonista femenina, a vivir en el extranjero, para desde otra cultura y otra lengua, tratar de
reconstruirse. A pesar de la distancia y del océano que la separa de su país de origen, la imagen de su madre
la persigue y alimenta sus pesadillas. Como se desprende del epígrafe, la familia distópica es relacionada
constantemente con el paisaje y el clima de la provincia de Limón. De una belleza incomparable, el paisaje es
agreste, chúcaro y salvaje como los caballos que su familia de clase alta intenta criar y domar. De la humedad,
la podredumbre y los pantanos surge una belleza amada e irrepetible que funciona como símbolo de lo que
ocurre en la familia.

Si, desde hace mucho tiempo, en la narrativa costarricense el paisaje ha sido representado como un elemento
opresivo y salvaje, en el caso de las primeras películas del siglo XXI se ha optado por una imagen embellecida
y exótica de los bosques, la montaña y la playa como símbolo de una Costa Rica pacífica y sin problemas.
Como propone Salas, esta imagen de una Costa Rica impoluta -cuyos problemas son siempre ubicados afuera
de su territorio o en la figura de los extranjeros- comienza a desmitificarse con filmes como Agua fría de mar
(2010) de Paz Fábrega donde los destinos turísticos pueden propiciar el vacío existencial o El camino, en el
cual el paisaje turístico deja paso a la selva y a los pueblos pobres de la frontera que encuentran los niños al
ingresar ilegalmente a Costa Rica.

Además de los dos filmes elegidos para este trabajo, cabe indicar que el tema de la distopía familiar ligado
a la migración ha sido uno de los focos de interés del cine costarricense actual. En este panorama resaltan
otras dos películas: El último comandante (2010) dirigida por la costarricense Isabel Martínez y el brasileño

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


82 Vicente Ferraz y Princesas Rojas (2013) dirigida por Laura Astorga. En la primera cinta se narra la historia
de un olvidado comandante de la revolución sandinista que sueña con convertirse en instructor de cha cha
chá. Su vida transcurre en las zonas marginales de San José en donde vegeta en un submundo sórdido e in-
hóspito mientras su pasado le cae encima dolorosamente. Por su parte Princesas rojas cuenta la historia de
una familia de costarricenses que se fueron a vivir a Nicaragua tras el triunfo de la revolución. Centrada en
las traumáticas experiencias de una niña que creció feliz en el ambiente revolucionario, la película muestra el
choque que esta enfrenta al volver a Costa Rica y la imposibilidad de adaptarse a esta “otra” cultura, mientras
su familia distópica se quiebra en pedazos. Sus padres pelean sin cesar y para colmo su madre decide irse a
trabajar a Miami, traicionando así todos los ideales de su hija.

He optado por el término distopía en lugar de antiutopía para pensar la crisis en la familia, pues según el
planteamiento de Sargent (142) “la distopía designa las visiones sociales negativas, mientras que el término
antiutopía debe reservarse a los textos expresamente dirigidos contra la utopía y el pensamiento utópico”.
Como se verá más adelante en las dos cintas elegidas, más que una crítica de la utopía, se representan uni-
versos familiares distópicos.

El camino de Ishtar Yasin y El regreso de Hernán Jiménez son ambos el segundo largometraje de sus direc-
tores y se pueden ubicar cronológicamente en el periodo de auge del cine centroamericano y costarricense.
Según Cortés (“El inesperado auge” 90): “En Costa Rica se realizaron 9 largometrajes durante el siglo XX. En
esta primera década ya se han finalizado 18 películas, exactamente el doble de lo realizado el siglo anterior.”

Desde su título, ambos filmes anuncian un viaje: El camino abre la posibilidad de un futuro; El regreso pre-
supone un reencuentro con el pasado. Este hecho ubica estos textos fílmicos en una tradición ya que, como
ha señalado Braga (4), “existe una correlación entre los relatos de viaje y la literatura utópica y antiutópica.
Los viajes antiutópicos modernos son en gran medida los sucesores de los relatos de viaje medievales de
corte fantástico”.

Además, en los dos filmes, el paisaje es un elemento central pues más que un simple decorado se convierte en
una presencia viva, casi podríamos decir que actúa como un personaje. En El camino se narra el viaje quijo-
tesco de dos niños nicaragüenses hacia Costa Rica en busca de su madre. La vastedad de un paisaje hermoso
pero inhóspito sirve para representar la inmensidad de la frontera, la escala inhumana de la tarea que los niños
deben enfrentar para poder reunirse con su madre. La selva que separa estos dos países se convierte así en un
personaje que se traga a los diminutos seres. Filmada de forma nada convencional, la exuberante naturaleza
tropical anuncia la tragedia que los espera. A diferencia del estilo realista y casi costumbrista del filme de Jimé-
nez, El camino propone una representación poética y estilizada del paisaje, filtrada por la neblina y el humo.

Por su parte, la película de Jiménez representa el conflicto familiar entre un padre y su hijo, ambos escri-
tores, que no logran comunicarse. El hijo se ha ido del país pues no soporta a su progenitor que lo agrede
pasivamente. Mas el drama de esta familia disfuncional no se limita a este conflicto. Hay también una hija
abandonada por el esposo y madre de un pequeño niño que crece sin imagen paterna. En El regreso la vege-
tación -también hermosa y exuberante pero domesticada- contrasta con la obsesión por las rejas que afean el
paisaje urbano y encierran las casas de los habitantes del valle Central de la provincia de San José. Estas rejas
son una metáfora de la asfixia y el encierro que siente el protagonista, quien ha regresado a regañadientes a
Costa Rica, pues su padre se está muriendo.

De la misma manera que en la novela María la noche, la relación entre familia distópica y exilio estructura el
hilo narrativo de los dos filmes, ya que sus protagonistas, niños en la primera cinta, adulto en la segunda, son
esencialmente migrantes forzados, viajeros que intentan escapar de su pequeño o gran infierno.

A pesar de las diferencias de clase entre las dos familias, la distopía provoca el mismo efecto de fuga en sus
protagonistas que se ven obligados a abandonar su país de origen, su tierra natal, para escapar, en el primer
caso, de la violencia física y la pobreza, en el segundo, de la indiferencia que es una forma pasiva de agresividad.

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


El camino 83

El camino es la historia de un viaje,


de una fuga, de una trampa. Es una
historia llena de poesía, de magia,
de dolor. Y es, sobre todo, el rostro de
una niña, que, como una mariposa
sacrificada, se transforma, se quema y
muere en el sacrificio de su propio nido.
(Cortés, Luz en la pantalla 192-93)

El camino se inicia con la imagen del cráter de un volcán, paisaje lunar que bordea un agujero y da en cierta
forma la pauta del tono apocalíptico del filme. La cámara pasa casi sin transición a una segunda imagen
filmada en primer plano y en detalle, una porción de pasto seco movido suavemente por el viento. De este
detalle el plano se abre para mostrarnos la imagen de un pastizal también seco y cruzado por un camino de
tierra, en el cual vemos a lo lejos la figura de dos niños diminutos que caminan, al tiempo que una música de
marimbas rompe el silencio total que ha acompañado las primeras imágenes. El abismo del cráter del volcán
es quizás una metáfora del abismo en el cual se perderán las vidas de los dos niños. Saslaya y Darío, quien es
mudo, viven con su abuelo en un tugurio adosado al basurero municipal. Logran ganarse el sustento traba-
jando como buzos, es decir, recogiendo objetos desechados en el basurero para revenderlos a personas casi
tan pobres como ellos mismos.

La imagen borrosa y apocalíptica del inmenso basurero con sus vacas y tractores es un microcosmos donde
seres humanos de todas las edades buscan desesperadamente sacar mercancías de poco valor de ese espacio
insalubre. La cámara se pasea por el basurero filtrado por la bruma, de un modo que recuerda el paisaje de
la mejor ciencia ficción distópica, como por ejemplo la famosa película Blade Runner (1984) de Ridley Scott.
Sin embargo, cabe señalar dos diferencias fundamentales entre estas dos cintas: la primera es que el director
británico sitúa su mundo distópico en una gran e indefinible metrópoli y la directora costarricense en una
zona rural de uno de los países más pobres de América Latina. A esta diferencia espacial se puede añadir una
diferencia cronológica, pues si el tiempo del universo distópico de Blade Runner es el futuro, en El camino los
personajes están atrapados en un presente implacable.

El rancho que comparten los dos niños y su abuelo carece de agua y de luz eléctrica. Saslaya cocina y sirve
la comida a los dos hombres de la casa y por la noche su abuelo abusa sexualmente de ella, a pesar de que
es todavía una niña. Su madre vive desde hace varios años en Costa Rica, país al cual se ha desplazado en
busca de mejores posibilidades de trabajo. Este es el caso de miles de familias nicaragüenses desintegradas
por la miseria, cuyos padres trabajan en Costa Rica y dejan a sus hijos al cuidado de los abuelos. Saslaya, para
escapar del incesto y de su pequeña familia distópica, decide ir en busca de su madre y entrar a Costa Rica
de forma ilegal, a pesar de que no tiene dinero para costear su viaje y el de su hermanito. Como en María
la noche, a pesar del viaje y de la distancia, las imágenes del abuso sexual del abuelo persiguen a la niña en
forma de pesadillas que inquietan sus pocas horas de descanso.

La película narra las vicisitudes de este periplo que al final traiciona su título, pues en lugar de un camino, los
niños quedarán atrapados en un círculo vicioso. Una vez cruzada la frontera, ante el ruido de unos disparos
de la guardia nacional costarricense, el grupo de viajeros se dispersa y Darío se pierde. Saslaya lo busca y lo
llama llorando, pero la densidad de la vegetación se lo ha tragado y, creyéndolo ahogado, la niña se ve obliga-
da a continuar su viaje completamente sola para no morir engullida por la selva. Terminará, acorralada por el
hambre y la indefensión, en las garras de una red de prostitución.

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


84 Según Amanda Alfaro, El camino es un filme novedoso en la medida en que se trata de abordar la otredad ya
que el guión y la idea de la película pertenecen a una costarricense que traspasa los límites de su experiencia
personal. “Pensar en el ‘otro’ es, si se quiere, otra novedad de esta puesta en escena. En este sentido, la obra
se sale de la tradición nacionalista que ha im pedido asomarse al patio del vecino para caminar más allá de
las fronteras” (Alfaro 101).

Por otra parte, a diferencia de la corriente preponderante en el cine costarricense, que tiende hacia la esté-
tica realista, El camino nos ofrece una visión poética cargada de elementos simbólicos e incluso surrealistas.
Como ha indicado Cortés (Luz 196): “Durante todo el filme se repiten varias imágenes- símbolo: la de la mari-
posa azul y la de dos hombres cargando una mesa.”

El símbolo de la hermosa mariposa azul aparece varias veces en la película. Por primera vez, la vemos diseca-
da entre las páginas de un libro, que Saslaya abre para darse tiempo, para retrasar el encuentro sexual con
su abuelo que ocurre en una hamaca. Así, como propone Cortés, la mariposa azul simboliza el sacrifico de la
niña, convertida tempranamente en mujer. Cuando los hermanitos hacen escala en Granada, la mariposa es
uno de los personajes alegóricos que representa el hombre de traje blanco en un teatrito ambulante. En esta
representación teatral, la mariposa es crucificada, como anuncio de lo que vivirá Saslaya, ya que el hombre
de traje blanco es el jefe de la red de prostitución. La mariposa azul vuelve a aparecer, esta vez volando libre
entre los arbustos, en la primera imagen de la frontera costarricense. Mariposa en libertad que simboliza los
sueños imposibles de la niña de encontrar a su madre y escapar del abuso de su abuelo.

Desde el inicio de la película, la imagen de la mesa cargada por dos hombres (un tico y un nica indica el guión)
aparece de forma paralela a la imagen de la mariposa. Encontrada en el basurero, la mesa acompañará el viaje
de los niños a lo largo de todo su recorrido, primero en el bus, luego en el barco y finalmente en territorio
costarricense, siempre cargada en los hombros de dos hombres. Como plantea Cortés (Luz 197): “La mesa es
el centro del hogar. Justamente esa mesa es lo que en el fondo buscaba Saslaya, ese compartir una mesa con
su madre y el hermano y que nunca encontró: el centro del hogar.”

En este sentido se puede proponer que en este filme la familia y el hogar imaginados por la niña constituyen el
horizonte utópico, el más profundo anhelo inalcanzable debido a su condición doblemente marginal de mujer
pobre. Por el contrario, como se verá en el próximo apartado, en la película El regreso, el protagonista huye de
su familia que ya no representa en ningún sentido la posibilidad de la utopía. De hecho, la única escena en la
cual toda la familia se reúne a la mesa es cruzada por un silencio atroz, ya que sus miembros no tienen nada
que decirse, o aún peor, no pueden decir lo que quisieran. La mesa familiar –despojada de todo simbolismo
utópico- es así el espacio en el cual la incomunicación y la ambigüedad de los sentimientos se muestran con
mayor claridad.

El regreso
El regreso da inicio con la imagen de unas nubes cargadas de lluvia y atravesadas por el sol, que lentamen-
te se van abriendo para dar paso al territorio costarricense filmado desde un avión a punto de aterrizar. El
paisaje verde y ordenado encuadra los techos de las edificaciones, las calles y las fincas. La cámara salta de
este espacio enorme y exterior, al interior de la clase turista del avión, para mostrarnos un primer plano del
atribulado rostro de Antonio, el protagonista, que parece reaccionar ante lo que ha visto por la ventana. Ese
paisaje que para muchos viajeros significa la seguridad del regreso a su tierra y a su país, se clava en el cora-
zón del protagonista como un aguijón. Luego el espectador ve el avión aterrizar y seguidamente el asfalto de
la autopista y el correr de las líneas blancas que demarcan los carriles. Este primer segmento ocurre casi en
silencio, con el ruido de fondo de los motores de la aeronave. En el momento en que el taxi comienza su reco-
rrido, una música alegre de guitarras y percusión lo acompaña hasta su destino final, la casa de la familia del
protagonista, o mejor dicho la casa paterna, pues en esta reina –aunque gravemente enfermo- su progenitor.

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


Durante el trayecto del aeropuerto a la vivienda, Antonio observa pasmado el deterioro de su ciudad natal, los 85
cables del tendido eléctrico, la vida cotidiana de la gente, el ruido, la contaminación visual debida a la publi-
cidad, en fin, el caos de una ciudad que creció, y sigue creciendo, sin ningún tipo de ordenamiento territorial.
A medida que el taxi avanza lentamente, debido a un atasco, la mirada de Antonio va pasando del asombro
inicial a algo cercano al miedo. Una vez ante la casa paterna lo vemos de espaldas, paralizado, quizás du-
dando sobre la conveniencia de cruzar el umbral de la puerta. Su hermana, un poco loca, saldrá a recibirlo y
ayudarlo a dar el primer paso. La distancia que los separa se hace evidente en la diferencia de los patrones
de convivencia de los hermanos. Amanda, como ama de casa tradicional, quiere acomodar la escasa ropa de
su hermano en el ropero. Este se niega rotundamente y se aferra a su pequeña maleta como si en ese acto
se jugara la vida. La valija es su contacto con el otro mundo, la ciudad de Nueva York, en la cual ha vivido los
últimos nueve años. Aunque más tarde, Antonio le confesará a Sofía –su enamorada- que en Nueva York no
hay nada que lo ate, la valija es su pasaporte al otro mundo, lejos de su familia.

Esa misma tarde, Antonio sale de la casa buscando un poco de aire, poder respirar en un ambiente que no
gire alrededor de la figura de su padre, quien desde su lecho de moribundo sigue siendo el centro del hogar.
Su hermana, nuevamente es decepcionada en sus expectativas de ama de casa tradicional. Ha preparado
un platillo típico para recibir a su hermano. Antonio –acostumbrado a vivir solo- ni siquiera fue capaz de
imaginar que habría cena y sale despavorido del ambiente familiar, en busca de su mejor amigo. Esa noche lo
acompaña a un concierto de metal y de regreso a casa es asaltado y pierde el pasaporte. Debido a este per-
cance es obligado a permanecer en San José durante dos semanas, en las cuales irá estableciendo relaciones
importantes. Conocerá y amará a su sobrino de seis años, abandonado por su padre y se enamorará de una
vieja amiga de infancia. También logrará reconciliarse con su amado y odiado padre, en una de las escenas
más conmovedoras del filme. Sin embargo, la película no tiene un final feliz de reconciliación con el país y la
familia. En la última escena, vemos al protagonista recorriendo el camino inverso hacia el aeropuerto, aunque
esta vez vuelve su mirada hacia atrás, como signo de que algo importante se la ha quedado perdido.

Si El camino es desde sus primeros minutos un filme lento, El regreso comienza con un ritmo acelerado mo-
tivado en parte por los constantes movimientos de cámara y por la alternancia de tomas exteriores que se
contraponen con primeros planos del rostro de Antonio. Es como si el protagonista no lograra integrarse en el
paisaje presentado siempre como un elemento exterior que se ofrece como objeto de su mirada. Esto consti-
tuye una diferencia importante con el paisaje omnipotente que se traga a los niños en el filme de Yasin, que
además es trágico. La película de Jiménez es más bien un melodrama que gira en torno de los problemas de
una familia de clase media urbana de la ciudad de San José. Y como en todo melodrama, existe un secreto que
enturbia la relación entre Antonio y su padre que es sutilmente indicado por el diálogo del filme. Cuando el
padre le dice a su hijo que deben reconciliarse pues es lo que hubiera deseado su madre, Antonio enfurecido
le prohíbe hablar de su madre dando a entender que algo oscuro e imperdonable ha ocurrido entre sus pa-
dres. La utilización del género melodramático parece ser un rasgo característico de la incipiente filmografía de
Jiménez, que en su primera película A ojos cerrados (2010) también trató el problema del duelo en una familia
de clase media urbana1 desde el género melodramático.

Si hacemos referencia a las dedicatorias de ambas películas, que constituyen en cierto modo una guía sobre el
campo afectivo desde el cual están impulsadas, es posible distinguir otra diferencia importante. Yasin dedica
la suya a Nicaragua, y Jiménez a su hermano estableciendo así la diferencia entre el ámbito público y épico
de la primera película y el espacio privado o íntimo de la segunda. Por esta razón, los personajes de El camino
rozan en cierto modo el arquetipo, mientras que los de El regreso tienen una mayor profundidad psicológica
y gran parte del conflicto ocurre en su interioridad.

Ya se trate de un melodrama o de una tragedia es posible sostener que las dos películas constituyen ejemplos
de relatos de viaje de corte antiutópico en los cuales el desplazamiento está siempre condenado al fracaso
que se teje en la imposibilidad de un camino sin regreso.

1 Para un estudio del tema del duelo en este filme (ver Poe).

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


86 Bibliografía
Alfaro, Amanda. “Representaciones contemporáneas de la marginalidad, guerra, desastres sociales y migra-
ción en el cine centroamericano”. Tesis para optar al grado de Licenciatura en Ciencias de la Comunicación
Colectiva, Universidad de Costa Rica, 2008.

Braga, Corin. “De l’utopie à la contre utopie aux XVIe-XIXe siècles”. Thèse de doctorat de philosophie. Université
Jean Moulin Lyon 3, 2008.

Cortés, María Lourdes. “El inesperado auge del cine centroamericano”. Escena Revista de las Artes de la Uni-
versidad de Costa Rica. 33.67 (2010): 83-90.

_____________. Luz en la Pantalla. Cine, video y animación en Costa Rica. San José: Ediciones Perro
Azul, 2008.

Poe, Karen. “Los cuerpos del duelo. Un acercamiento a La isla (2009) de Uli Stelzner y A ojos cerrados (2010)
de Hernán Jiménez”. Diálogos Revista Electrónica de Historia de la Universidad de Costa Rica. 14.2 (2013):
220-232.

Rossi, Anacristina. María La Noche. Barcelona: Lumen, 1985.

Salas, Bértold. “Imágenes que cuentan Costa Rica” en http://www.revistaixchel.org vol III, (2011). [fecha de
consulta: 20 de marzo de 2013]

Sargent, Lyman. “Utopia-The Problem of Definition”. Extrapolation. 16. 2, (1975): 127-148.

Filmografía

Princesas rojas. Dir. Laura Astorga. Rep. Valeria Conejo, Aura Dinarte y Fernando Bolaños. 2013. Película.

Agua fría de mar. Dir. Paz Fábrega. Rep. Montserrat Fernández y Lil Quesada Morúa. 2010. Película.

El último comandante. Dir. Vicente Ferraz e Isabel Martínez. Rep. Damián Alcázar, Ana Clara Carranza y
Thelma Darkins. 2010. Película.

El regreso. Dir. Hernán Jiménez. Rep. Carol Sanabria, Carlos Luis Zamora y Anabelle Ulloa. 2011. Película.

A ojos cerrados. _________. Mús. Federico Miranda. 2010. Película.

Blade Runner (1984). Dir. Ridley Scott. Rep. Harrison Ford, Sean Young y Rutner Hauer. 1984. Película.

El camino (2008). Dir. Yasin, Ishar. 2008. Película.

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


Sobre los autores 87

Jennifer Bryson Clark es Associate Professor of Political Science y Women’s Studies Chairperson en South
Texas College. Sus áreas de experiencia son las migraciones forzadas, el tráfico de personas y la desigualdad
de género. Durante los últimos ocho años, Clark se ha involucrado activamente en el problema del tráfico de
mujeres en México, Moldova, Turquía y Asia del Sur, y en la investigación de la trata de personas en el carpet
belt sector del norte de la India. Clark es miembro fundador de la junta directiva de la Rio Grande Anti Human
Trafficking Coalition y ha estado creando conciencia sobre el tráfico de personas a través de la organización
anual de conferencias sobre el tema en la South Texas College. Clark recibió el premio South Texas Civil Rights
Project’s Emma Tenayuca por su trabajo al traer a la luz las formas de tráfico y coerción que afectan a las
mujeres. Actualmente, Clark lleva a cabo una investigación sobre desigualdad de género y tráfico en la India
por medio de una beca de investigación en la Sambalpur University, Orissa.

Guadalupe Correa-Cabrera es Associate Professor y Chair of the Government Department de la University


of Texas at Brownsville. Sus áreas de experiencia son las relaciones México-Estados Unidos, la seguridad de
fronteras, la inmigración y el crimen organizado. Ha publicado en revistas académicas como Latin American
Politics and Society, Journal of Politics in Latin America, Journal of Borderlands Studies, Politics & Policy y
Policy Studies, entre otras. El libro más reciente de la Dra. Correa-Cabrera se titula Democracy in “Two Mex-
icos”: Political Institutions in Oaxaca and Nuevo León (Palgrave Macmillan, 2013). Trabaja actualmente en
un nuevo libro titulado “Los Zetas Inc.”: A Criminal Transnational Corporation, Mexico’s Energy Sector, and a
Modern Civil War (en contrato con UT Press). También trabaja en un segundo libro (coescrito con el Dr. Tony
Payan) titulado The Bird’s Eye View: An Elitist Analysis of Mexico’s 2006-2012 Security Strategy.

Werner Mackenbach es Catedrático Wilhelm y Alexander von Humboldt en Humanidades y Ciencias Socia-
les, Universidad de Costa Rica. Tiene varias publicaciones sobre literatura, cultura e historia centroamerica-
nas y caribeñas. Es co-coordinador del proyecto “Hacia una Historia de las Literaturas Centroamericanas” y
co-editor de Istmo. Revista virtual de estudios literarios y culturales centroamericanos.

Günther Maihold estudió sociología y ciencias políticas con asignatura facultativa economía en la Universi-
dad de Regensburg/Alemania, donde obtuvo la Maestría en Ciencias Políticas y Sociología. Allí mismo terminó
en 1987 el Doctorado en Sociología y Ciencias Políticas y se desempeñó en la Cátedra de Ciencias Políticas y
Derecho Público como profesor-asistente. De 1988 a 1999 fue Representante de la Fundación Friedrich Ebert
en México, Nicaragua, Costa Rica y Panamá y laboró en las oficinas centrales de dicha fundación. De 1999 a
2004 fue Director del Instituto Ibero-Americano, Fundación Patrimonio Cultural Prusiano en Berlín y desde
el 1 de julio de 2004 es Sub-Director del Instituto Alemán de Política Internacional y Seguridad, Stiftung Wis-
senschaft und Politik (SWP), Berlín. De 2003 a 2005 fue Presidente de la Asociación Alemana de Investigación
sobre América Latina (ADLAF) y desde septiembre 1999 es Profesor en el Instituto de Estudios Latinoamerica-
nos de la Universidad Libre de Berlín. Ha sido Profesor Invitado de la Universidad San Martín en Buenos Aires,
Argentina, del Instituto Universitario Ortega y Gasset en Madrid y de la Universidad de Alacalá en España,
al igual que en la Universidad Nacional de Colombia. De 2011 a 2015 fue titular de la Cátedra Guillermo y
Alejandro de Humboldt en la UNAM y El Colegio de México. Sus últimas publicaciones son La agenda inter-
nacional de América Latina: entre nuevas y viejas alianzas (Buenos Aires, Ed. Nueva Sociedad, 2011), editado
en colaboración con Manfred Mols y Dörte Wollrad, Gewalt, Organisierte Kriminalität und Staat in Lateina-
merika (Opladen/Berlin/Toronto, Verlag Barbara Budrich, 2013), en colaboración con Daniel Brombacher, El
narcotráfico y su combate – sus efectos sobre las relaciones internacionales (México, D.F., Sitesa, 2014), en
colaboración con Stefan Jost, Violencia, delincuencia y seguridad pública en América Latina (México, D.F.,
Cenzontle, 2014), coordinado con Ricardo Córdova Macías y La transformación de la violencia en América
Latina (Guatemala/Guatemala, F&G editores, 2015), coeditado con Werner Mackenbach.

Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de Centroamérica y México.


88 Héctor Pérez Brignoli es Catedrático emérito de la Universidad de Costa Rica y la Universidad Nacional
(Heredia, Costa Rica). Ha sido Catedrático Humboldt 2007 de la Universidad de Costa Rica, investigador
invitado en el Wissenschaftskolleg zu Berlin y el Wilson Center (Washington DC), becario de la Fundación
Guggenheim, y profesor visitante en las Universidades de Wisconsin (Madison), Texas (Austin), Minnesota y
Complutense de Madrid, entre otras. En la Universidad de Costa Rica ha sido director de la Escuela de Histo-
ria y Geografía, del Departamento de Historia, del Posgrado Centroamericano en Historia y miembro fundador
del Centro de Investigaciones Históricas de América Central y del Programa Centroamericano de Población.
Entre 1983 y 1990 fue director del Anuario de Estudios Centroamericanos, una publicación del Instituto de
Investigaciones Sociales y la Editorial de la Universidad de Costa Rica. Entre sus publicaciones se destacan
La población de Costa Rica, 1750-2000. Una historia experimental (San José, Editorial UCR, 2010), Historical
Atlas of Central America (Norman, Oklahoma University Press, 2003), en colaboración con Carolyn Hall, Breve
Historia de Centroamérica (Madrid, Alianza Editorial, 1985, 1989 y 2000), Breve Historia Contemporánea
de Costa Rica (México, Fondo de Cultura Económica, 1997), Los 50 años de la FLACSO y el desarrollo de las
Ciencias Sociales en América Latina. (San José, FLACSO – Editorial Juricentro, 2008), Los Métodos de la His-
toria (Barcelona, Crítica, 1976) e Historia económica de América Latina (Barcelona, Crítica, 1979), ambos en
colaboración con Ciro F.S. Cardoso.

Karen Poe Lang es Doctora en Estudios Culturales y trabaja como investigadora y profesora con el rango
de Catedrática en la Universidad de Costa Rica. Su labor docente se desarrolla en la Maestría en Artes, en la
Maestría en Teoría Psicoanalítica y en la Escuela de Estudios Generales. En su primer libro Boleros (Heredia:
EUNA, 1996) realiza un estudio semiótico y psicoanalítico de ese género musical y literario. Su segundo libro,
Eros pervertido. La novela decadente en el modernismo hispanoamericano (Madrid: Biblioteca Nueva, 2010)
obtuvo el Premio de Ensayo Academia Costarricense de la Lengua en 2012. Su libro más reciente, Almodóvar
y Freud (Barcelona: Laertes, 2013) es un estudio del tema del placer en estos dos autores. Es autora de más
de 50 artículos sobre cine, literatura y arte en el ámbito de las culturas hispanoamericana y española. En
colaboración con Esther Gimeno está editando el libro La invención del otro. Representaciones del mundo
indígena en el cine hispanoamericano (documental y ficción). Durante el año 2015 ha sido designada como
Catedrática Humboldt, distinción otorgada por el DAAD y la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad
de Costa Rica.

Rosa María Sauter de Maihold nació en México. Estudió Letras Latinoamericanas en la Universidad Ibe-
roamericana; se doctoró por la Universidad de Bremen con una tesis sobre el realismo simbólico de Carlos
Fuentes. Actualmente trabaja en la Universidad de Potsdam. Sus temas de interés: literatura de la frontera
norte, narcotelenovela, narcoliteratura.

Sonja Wolf cuenta con un doctorado en Política Internacional por la Universidad de Aberystwyth, Reino
Unido. Ha sido becaria posdoctoral por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM), donde desarrolló investigaciones sobre pandillas callejeras, crimen
organizado y programas de ayuda en seguridad. Se ha desempeñado como investigadora en la Dirección de
Migración y Derechos Humanos del Instituto para la Seguridad y la Democracia (INSYDE), donde coordinó
el Diagnóstico del Instituto Nacional de Migración. Sus líneas de investigación se enfocan en la migración, el
crimen y la violencia, las pandillas callejeras y la política de drogas, sobre todo en México y Centroamérica.
Actualmente es investigadora adscrita al Programa de Política de Drogas del Centro de Investigación y
Docencia Económicas (CIDE)-Región Centro.

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)


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Sin duda alguna, la convivencia representa uno de los desafíos más grandes para las
sociedades del siglo XXI a nivel global. Los diferentes obstáculos que se le han
impuesto a través del tiempo desde los discursos y las políticas públicas han tenido
como resultado la marginación de diferentes grupos y la generación de múltiples
conflictos sociales.

Enfrentada a esta compleja realidad, la convivencia toma cada vez más importancia para
las investigaciones en ciencias sociales y humanidades. En este sentido, una revisión
crítica de las prácticas de convivencia política, cultural, social y religiosa constituye una
base necesaria para poder discernir los caminos futuros hacia el reconocimiento de una
diversidad que posibilite algo más que una simple co-existencia.

Los ensayos reunidos en este libro enfocan, desde una perspectiva inter- y
transdisciplinaria, prácticas, teorías y representaciones de la convivencia en el
contexto de la actual fase de globalización y los procesos migratorios en
Centroamérica y México. Aunque estos procesos han sido relegados a un segundo
plano en la atención pública internacional debido al impacto de los recientes flujos
migratorios en Europa, no han dejado de ser uno de los retos persistentes y de mayor
exigencia para el presente y futuro de la región.

ISBN: 978-9930-509-04-3

9 789930 509043

Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)

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