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Globalización, Perspectivas de
migración, Centroamérica
convivencia. y México
Globalización, migración, convivencia.
Perspectivas de Centroamérica y México
Werner Mackenbach y Günther Maihold (eds.)
325
G5626g Globalización, migración, convivencia. Perspectivas de
Centroamérica y México [recurso en línea] / editores
Günther Maihold ; Werner Mackenbach. – 1 ed. —
San José, C.R. : Jade Diseños & Soluciones, 2016.
1 recurso en línea (88 p.) : pdf ; 1.5 mb.
ISBN: 978-9930-509-04-3
De conformidad con la Ley Nº 6683 de Derechos de Autor y Derechos Conexos es prohibida la reproducción de esta
publicación en cualquier forma o medio, electrónico o mecánico, incluyendo el FOTOCOPIADO, grabadoras sonoras y otros.
Contenido 5
Introducción............................................................................................................7
Werner Mackenbach y Günther Maihold
La convivencia es indudablemente uno de los desafíos más grandes con los que se enfrentan las sociedades
del siglo XXI a nivel global. Cuando en el año 1996 Samuel Huntington publicó su controvertido libro intitula-
do The clash of civilizations and the remaking of world order, existía en los debates públicos una tendencia
de opinión negativa en cuanto a la posibilidad de encontrar formas de convivencia posibles, compatibles o
hasta pacíficas entre diferentes culturas en la dimensión global. Convivencia parecía solamente factible con
base en la demarcación, deslindando espacios de vivencias culturales que muy difícilmente iban a llegar a ser
conciliables. En esta perspectiva se reeditaba el famoso dicho del ex presidente de Estados Unidos, Ronald
Reagan, quien ante los flujos migratorios de México a Estados Unidos había expresado: “Good fences make
good neighbors.” Este tipo de visiones que buscan marcar distancias y mantenerse separado de otros para
garantizar la identidad propia y los patrones de convivencia establecidos, siguen siendo hasta hoy en día
articulados para evitar la convivencia más allá de ciertos límites predefinidos, y más bien anhelan instaurar
la no-convivencia para mantener espacios de exclusividad por medio de la segregación. Los acontecimientos
recientes en Europa parecen revivir estas visiones de una manera inesperada.
Ante estas constelaciones y desafíos, el debate sobre el concepto de la “convivencia” se ha ido expandiendo
en las ciencias sociales y las humanidades y desde el punto de vista de varios autores y tiene el potencial de
convertirse en uno de los términos clave de la investigación social y cultural. Se justifica esta visión con el
interés de lograr una superación de los posicionamientos excluyentes mencionados, al igual que de acerca-
mientos estériles de cohesión social que no logran visualizar adecuadamente el papel de los actores, por un
lado, y abrir, por el otro lado, la perspectiva hacia el análisis del pasado y de la memoria en una visión hacia
el futuro en la búsqueda de nuevas formas y normas de la convivencia. En este sentido una revisión de las
prácticas de convivencia política, cultural, social y religiosa es una base necesaria para poder discernir futuras
vías para un acercamiento a aquellas riberas de la diversidad, que definen las necesidades de reconocimiento
indispensables para permitir más que una simple coexistencia.
Los ensayos reunidos en este libro enfocan desde una perspectiva inter- y transdisciplinaria prácticas, teorías
y representaciones de la convivencia en el contexto de la actual fase de globalización y los procesos migrato-
rios en Centroamérica y México, procesos que –aunque han sido relegado a un segundo lugar en la atención
pública a nivel internacional por el impacto de los recientes flujos migratorios en Europa– siguen siendo uno
de los retos persistentes y más exigentes del presente y futuro de la región.
En su ensayo “La polisemia de las migraciones”, Héctor Pérez Brignoli parte del hecho de que la historia de la
humanidad es la historia de las migraciones, pero sostiene que uno de los rasgos de la modernidad es, dentro
de la aceleración del cambio histórico, lo que podemos considerar como una virtual explosión del fenómeno
migratorio. Luego de este encuadre general se presentan, con cierto detalle, datos sobre volúmenes y tasas
de inmigración y emigración en América Latina en el período 1990-2010. Estos datos permiten describir las
tendencias básicas del fenómeno, particularmente significativo en México, América Central y el Caribe. Las
consideraciones finales se refieren a la migración en el contexto de la globalización y los desafíos de la convi-
vencia en un mundo cada vez más marcado por la diversidad y los incesantes intercambios culturales.
Günther Maihold señala en su artículo “Migraciones y convivencias en América Latina” que América Lati-
na ha sido concebida como un continente de migraciones caracterizado por una multiplicidad de procesos
migratorios, diferentes incentivos y controles migratorios, la negociación de identidad e integración a nivel
local y transnacional y los importantes aspectos económicos que acompañan las dislocaciones masivas de
segmentos de poblaciones en las dimensiones nacionales, regionales e internacionales; por todo esto, se le
En su artículo “Undocumented Migration, Organized Crime and Trafficking in Persons Along the Eastern
U.S-Mexico Border” (“Migración indocumentada, crimen organizado y trata de personas en la frontera este
México-Estados Unidos”), Guadalupe Correa Cabrera y Jennifer Bryson Clark desarrollan las líneas de un
proyecto de investigación que apunta a explorar las relaciones entre la migración no documentada, el cri-
men organizado y el tráfico de personas a lo largo de la frontera oriental entre los Estados Unidos y México.
Este proyecto tiene el propósito de analizar el nuevo papel de las organizaciones del narcotráfico de origen
mexicano –o organizaciones criminales transnacionales (transnational criminal organizations, TCOs)– en el
movimiento ilegal de personas, particularmente en el contrabando de migrantes y el tráfico de personas en
las regiones fronterizas de Texas y el nordeste de México. El proyecto de investigación tasará y evaluará las
dimensiones de involucramiento e influencia de las TCOs mexicanas en el contrabando y tráfico de personas.
El estudio intenta identificar los grupos que se benefician de estas actividades ilícitas, sus prácticas y las re-
des que enlazan estos grupos con el contrabando de migrantes y el tráfico de personas en el estado de Texas.
Sonja Wolf se dedica en su ensayo “El Instituto Nacional de Migración de México: La gestión institucional
como factor para la corrupción y el abuso migratorio” a analizar el funcionamento de este instituto (INM) y el
actuar de sus funcionarios. El INM, desde 2005 considerado una instancia de seguridad nacional, es el ente
encargado de planear y ejecutar la gestión migratoria en México. Tradicionalmente caracterizado por un alto
grado de hermetismo y opacidad institucional, en los últimos años el INM ha sido crecientemente cuestiona-
do por la persistente corrupción en su interior y las sistemáticas violaciones a los derechos de los migrantes.
El ensayo pretende iluminar los factores que posibilitan la mala conducta por parte de sus agentes y funcio-
narios, enfocándose en el reclutamiento, la capacitación, la supervisión y la aplicación de sanciones. Desde
una perspectiva de rendición de cuentas, el estudio explica las principales deficiencias en estas áreas y ofrece
recomendaciones para impulsar una transformación de la gestión migratoria en México.
Karen Poe Lang se dedica en su ensayo “El camino sin regreso. Distopía familiar y migración en dos filmes
costarricenses: El camino de Ishtar Yasin y El regreso de Hernán Jiménez” a analizar cómo el tema de la migra-
ción es tratado en la producción cinematográfica costarricense reciente.
Los ensayos de este libro retoman aspectos centrales discutidos en dos talleres-seminarios internacionales
organizados por la Cátedra Guillermo y Alejandro de Humboldt, Colegio de México, y la Cátedra Wilhelm y
Alexander von Humboldt en Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad de Costa Rica, en noviembre de
2013 (“Convivencia en espacios translocales y transnacionales”) y en junio de 2014 (“Globalización, convi-
vencia, migración. Perspectivas de Centroamérica y México”) en el Colegio de México y la Universidad de
Costa Rica, patrocinados por el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD). Les agradecemos a las
autoras y los autores sus contribuciones a este libro.
Lo que sigue son algunas notas y comentarios para encuadrar el tema de las migraciones, planteados desde
una perspectiva histórica y demográfica. Recogen la presentación y exposición oral presentada en México DF
en el coloquio realizado el 6 de junio del 2014.
La historia de la humanidad
es la historia de las migraciones
Afirmaciones como “la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases”, o, “la historia la hacen los
hombres” pueden entenderse como hipótesis para orientar la investigación y la interpretación de los hechos,
o bien como postulados o axiomas de los cuales es posible derivar una filosofía de la historia. En cambio una
afirmación como “la historia de la humanidad es la historia de las migraciones” es un juicio comprobado em-
píricamente que refleja procesos observados repetidamente a lo largo del tiempo y el espacio, y en el marco
de las civilizaciones más diversas.
La historia de la humanidad puede verse como el movimiento y adaptación de los grupos humanos a dife-
rentes ambientes y contextos. En la base está la capacidad reproductiva en términos demográficos, la cual
puede medirse en forma sumaria con la tasa de reemplazo generacional. Recordemos que una tasa igual a
uno significa que cada mujer en edad reproductiva en el momento presente será remplazada en la generación
siguiente (por lo común alrededor de 27 o 28 años después) por solo otra mujer; el crecimiento poblacional
será entonces nulo. Si la tasa de reproducción es mayor que uno el crecimiento poblacional será positivo y si
la tasa es menor que uno la población decrecerá. Estas medidas demográficas son válidas para poblaciones
cerradas, es decir, poblaciones donde no hay migración, pero nos ayudan a entender cuál es el marco en que
se dan los movimientos de la población fuera de ciertos límites geográficos.
Los grupos humanos, más bien las sociedades, conforman por lo general entidades políticas que habitan
sobre un territorio determinado. La delimitación de este territorio lleva a la definición de fronteras, las cuales
tienen por lo general significados geográficos, sociales, étnico culturales, y por supuesto también políticos.
Los desplazamientos poblacionales solo se vuelven inteligibles en relación a un determinado territorio o, lo
que es lo mismo, en relación con ciertas fronteras.
Los movimientos de la población se pueden clasificar según su duración, en una escala que va desde permanen-
cias breves a asentamientos definitivos o por un período muy largo, y según el tipo de organización que los en-
marca: individual, familiar, grupal, estatal, entre otras. Una distinción importante se refiere al carácter voluntario
o no del movimiento; aquí se incluyen desde los desplazamientos forzados hasta los movimientos espontáneos.
Otro enfoque usual en el estudio de las migraciones son los factores de atracción y expulsión, que presionan en
uno u otra dirección a favor de los desplazamientos. Estas clasificaciones analíticas permiten expresar, a través
de una gran variedad de combinaciones, los procesos concretos de movimientos poblacionales.
Los movimientos poblacionales son un rasgo de la especie humana desde hace miles de años, y estos movi-
mientos han ocurrido en diferentes culturas, ambientes y civilizaciones. En este sentido, la historia muestra
que no hay razas ni culturas, ni pueblos que puedan considerarse como “puros”. En una u otra medida, las
Dentro de este contexto hay que entender los alcances del crecimiento demográfico mundial:
Tabla 1.
Ritmo de crecimiento poblacional
entre los años 1000 y 2000.
Este ritmo y volumen del crecimiento de la población mundial es absolutamente inédito. Nunca antes en la
historia de la humanidad hubo aumentos parecidos. Otros aspectos directamente relacionados han sido el
triunfo planetario de la urbanización y el cambio drástico en las relaciones de género. Un planeta que hasta
mediados de los años 1950 era todavía predominantemente rural se ha transformado, a finales del siglo XX,
en una civilización básicamente urbana. Paralelamente, el avance del empleo femenino remunerado ha pro-
vocado un cambio progresivo de las relaciones familiares; hacia finales del siglo XX las relaciones familiares
patriarcales están, por primera vez en la historia, en franco retroceso. Dentro de este contexto, en la mayoría
de las sociedades occidentales, y también en algunas asiáticas, se vive un proceso de envejecimiento relativo
asociado sobre todo a una rápida caída de la fecundidad.
Este es el marco general en que se inscribe un proceso iniciado en el siglo XVIII que puede caracterizarse como
la “explosión de las migraciones.”
Los migrantes eran, en su inmensa mayoría, trabajadores buscando mejores oportunidades y condiciones de
vida; muchos menos, aunque muy significativos, fueron los pequeños empresarios, artesanos y comerciantes,
que migraban con algún capital y un acervo importante de conocimientos; y hay que agregar todavía, en el
caso de los imperios coloniales formales, la burocracia de funcionarios y militares. Hacia comienzos del siglo
XX la migración forzada, representada otrora por los esclavos africanos y los trabajadores asiáticos engan-
chados (culíes), había desaparecido; pero persistirán, como es bien conocido los desplazamientos forzosos de
poblaciones, como judíos y armenios, entre otros grupos étnicos.
La migración europea a las Américas, Australia y Nueva Zelanda llegó a casi 57 millones de personas desde
1820 hasta 1932; de esa cifra, un 69% se dirigió a los Estados Unidos y Canadá, mientras que Argentina re-
cibía un 11% y Brasil casi un 8%; Australia y Nueva Zelanda acogieron un 6% de dichos inmigrantes; por su
parte, Cuba y Uruguay recibieron un 3%. La distribución de los migrantes fue pues, muy desigual, y obedecía
básicamente a las oportunidades económicas ofrecidas en ultramar, las cuales eran, también, muy desiguales.
La migración asiática hacia las Américas fue mucho más reducida que la europea; entre 1820 y 1932 llegaron
a los Estados Unidos aproximadamente un millón de asiáticos; la inmigración asiática hacia América Latina
se redujo a unos pocos miles, aunque tuvo significación laboral importante en la extracción de guano en la
costa peruana, en la minería a lo largo del litoral pacífico, en las plantaciones azucareras cubanas, y en el sur
de Brasil.
Comencemos con el fenómeno migratorio a nivel global; en América Latina predomina le emigración, como
se puede apreciar en el gráfico y cuadro siguientes. Estamos hablando de casi 3 millones de migrantes en el
quinquenio 1990-95 y de algo más de 5 millones en el período 2005-2010.
Gráfico 1.
Miles de migrantes, 1990-2010
Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.
Tabla 2.
Miles de migrantes, 1990-2010
Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.
Observemos ahora estos migrantes por regiones. En México, Centroamérica y el Caribe sólo Costa Rica y
Panamá muestran saldos positivos, es decir, hay una entrada neta de inmigrantes. En el resto de países domi-
na la emigración. En el caso de México estamos hablando de casi 3 millones de emigrantes en el quinquenio
2000-2005.
Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.
Tabla 3.
Miles de migrantes en México, Centroamérica y el Caribe
Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.
En América del Sur la situación es parecida aunque los volúmenes de la migración son bastante menores que
en México, Centroamérica y el Caribe. Sólo Chile, la Guayana Francesa y Venezuela muestran saldos positivos,
en decir una entrada neta de inmigrantes. Los países con un mayor número de emigrantes son Argentina,
Bolivia, Brasil, Colombia y Perú. En el conjunto casi 2 millones de personas emigran de América del Sur en el
quinquenio 2005-2010.
Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.
Tabla 4.
Miles de migrantes en América del Sur
Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.
Un complemento importante de los datos anteriores es el número de inmigrantes hacia los Estado Unidos y
Canadá, siendo ambos los mayores polos de atracción de la inmigración en el período estudiado. Como se
puede ver, en los quinquenios considerados los Estados Unidos reciben entre 4 y 8 millones de inmigrantes.
Una buena proporción de estos inmigrantes provienen de América Latina, y sobre todo de México, Centroa-
mérica y el Caribe.
Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.
Datos: últimas dos hileras del cuadro anterior. Estos inmigrantes provienen de países de todo el mundo.
El contraste entre América Latina y las Islas del Caribe es lo primero que llama la atención. En el Caribe la
emigración es muy fuerte a partir de 1950 y llega a un máximo de casi 7 por mil en la década de 1965-70.
En México y Centroamérica sólo Costa Rica durante todo el período, Honduras entre 1950 y 1960, Belice y
Panamá a partir de 1995, muestran tasas de inmigración neta positivas; los demás países se caracterizan por
la emigración continua, siendo esta particularmente fuerte en el caso de El Salvador. México, con los volúme-
nes mayoritarios en términos absolutos, tiene en cambio tasas relativas que sólo llegan hasta el 5 por mil. La
pequeña población de Belice experimentó una emigración muy fuerte en la década de 1970.
Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.
Gráfico 6.
México y Centroamérica. Tasas netas de migración, por mil habitantes
Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.
En América del Sur, Argentina muestra tasas positivas de inmigración durante todo el período, salvo en el
quinquenio 1975-80 (dictadura de Videla) y en la década final, 2000-2010. Como se sabe la inmigración hacia
Argentina proviene de los países limítrofes, sobre todo Bolivia y Paraguay. Las tasas muy fuertes de inmigra-
ción son las de la Guayana francesa y obedecen, en el contexto de una población muy pequeña, a la atrac-
ción ejercida por las instalaciones militares y espaciales del gobierno francés. En el caso de Estados Unidos
y Canadá, las tasas muestran cómo, en una población mucho más pequeña que la de los Estados Unidos, la
inmigración hacia Canadá pesa considerablemente más que en su vecino del sur.
Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.
Gráfico 8.
Estados Unidos y Canadá. Tasas netas de inmigración, por mil habitantes
Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.
Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.
Fuente: United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.
Dimensiones de la migración
El estudio demográfico y cuantitativo de la migración es fundamental como marco de referencia general. Pero
la migración, desde el punto de vista de su impacto social, económico y cultural, tiene también otras dimen-
siones que vamos a señalar a continuación.
a. la migración de personas es una migración de capital humano, es decir, cada individuo se mueve con sus
valores, su bagaje educativo y sus conocimientos.
b. la migración no se limita a las personas. También ha existido siempre un movimiento de plantas, animales
(microorganismos y macroorganismos) y diversos tipos de productos.
c. el comercio de mercancías y los movimientos de capitales constituyen aspectos relacionados también con
la migración de personas y productos.
d. la tecnología merece un apartado especial. Imitación, innovación y creatividad, se han combinado siem-
pre como parte de procesos migratorios no convencionales pero extremadamente significativos.
e. en forma más general, el movimiento de ideas, creencias, conocimientos y saberes, forma parte del fenó-
meno migratorio.
Antes: sin el movimiento de las personas no había migración de productos, mercancías, ideas, etc.
Hoy: Las migraciones de personas, productos, mercancías, capitales, etc. son independientes, unos de otros.
Esto es posible, obviamente, por la constitución de redes de intercambio de información vinculadas a la re-
volución informática.
Migraciones y convivencia
La incorporación de los migrantes a las sociedades receptoras puedo ocurrir a través de un proceso de asimi-
lación, o bien de rechazo, o bien de adaptación. En las situaciones concretas hay más bien una combinación
de estas situaciones extremas. Por otra parte, cuando hay importantes diferencias culturales entre los migran-
tes y la población receptora, aparece siempre el etnocentrismo, y a menudo su forma más extrema que es el
racismo. El migrante es visto como el otro, el extraño, el “bárbaro.”
Varias preguntas se imponen aquí: ¿es realmente posible el multiculturalismo, es decir la convivencia en relati-
va armonía de culturas diferentes? ¿O esto es más bien el producto de un “wishful thinking,” enmarcado en lo
“políticamente correcto” que gusta cultivar y promover la academia estadounidense? Otra forma de expresar
esta pregunta es interrogarse sobre si es posible imaginar un mestizaje sin violencia, sin conflictos. La acepta-
ción de la diversidad cultural implica también aceptar el mestizaje, es decir, la comunicación, el intercambio,
la conexión entre las diversas culturas.
Bibliografía
United Nations. World Population Prospects: the 2012 Revision. File MIGR/2. New York, 2013.
en América Latina
Günther Maihold
No hay que recordar el famoso dicho del expresidente de EE.UU. Ronald Reagan, quien ante los flujos migra-
torios de México a EE.UU. había expresado: “Good fences make good neighbors”, para encontrar la tensión
que existe entre el tema de las migraciones y la convivencia. Visiones como aquella de Reagan buscan marcar
distancias y mantener separada la vivencia propia de otras para garantizar la identidad y los patrones de con-
vivencia establecidos. Además, anhelan instaurar la no-convivencia para mantener espacios de exclusividad
por medio de la segregación, lo cual indica que el afán por mantener vigentes fronteras sigue prevaleciendo
como un enfoque central para delimitar la convivencia más allá de ciertos límites predefinidos. Por el otro
lado, han surgido los discursos de los representantes políticos de los países emisores de migrantes, que recal-
can que su nación no termina en las respectivas fronteras, sino que se extiende hacia “donde siempre estén”
todos los compatriotas, ampliando así los alcances de su política y su afán de representación. Mantener
fronteras e inhibir cruces transfronterizos son los dos ejes que han acompañado desde siglos los esfuerzos
para generar y alimentar la ilusión política de que sería posible mantener reglas de exclusividad en un cierto
territorio, ya sea bajo el lema de la soberanía nacional o de la preservación de la identidad. La migración, es
decir el desplazamiento de individuos o colectivos de sus espacios establecidos de vida, induce a modalidades
de convivencia a distancia en el marco de las relaciones con una diáspora étnica, cultural, racial o científica,
que solamente puede basarse en una cercanía simbólica, que a su vez parece suficiente para entablar identi-
dades e identificaciones.
Pero la realidad es otra: las fronteras se han vuelto porosas, existen nuevos espacios de convivencia justa-
mente en las franjas fronterizas y las sociedades siguen en movimiento, a pesar de controles, restricciones y
abusos. El caso más emblemático en este drama cotidiano sigue representando el tránsito de migrantes cen-
troamericanos por México hacia la frontera con EE.UU. Sus desplazamientos se realizan por unas rutas que
les exponen a toda clase de dificultades y peligros. “La Bestia” es el apelativo de aquel tren de carga que cruza
México de Sur a Norte, en el que se trepan los migrantes centroamericanos en el afán de llegar a las tierras
prometidas de los Estados Unidos. En el camino no solamente están expuestos a las cambiantes condiciones
climáticas en el territorio mexicano. Muchos fallecen al caerse de los techos de los vagones, son arrollados
por el tren durante la subida y bajada o son víctimas de carteles criminales y su quehacer a lo largo de su viaje
por México. De tal manera, para muchos la esperanza de una vida mejor allende la frontera se frustra ya en
el mismísimo camino hacia el cruce con Estados Unidos. Sin embargo, el incentivo parece siempre aventajar
los peligros – para muchos individuos, la migración sigue siendo la única alternativa para un futuro mejor.
Migraciones y convivencias
– un tema de perspectivas múltiples
Tradicionalmente, América Latina ha sido concebida como un continente de migraciones caracterizado por
una multiplicidad de procesos migratorios, diferentes incentivos y controles migratorios, la negociación de
identidad e integración a nivel local y transnacional y los importantes aspectos económicos que acompañan
las dislocaciones masivas de segmentos de poblaciones en las dimensiones nacionales, regionales e interna-
cionales; por lo que se le define como continente “en movimiento”. En esta larga historia de migraciones,
los vectores de la movilidad muchas veces se han invertido: mientras que por largos períodos los países
latinoamericanos siguieron una política de impedir el brain drain, es decir, la migración de personas de alta
Esta realidad cambiante pone en evidencia que los procesos migratorios no solamente deben ser analizados
desde la decisión concreta de cada individuo por su movilidad, sino que hay que ampliar la perspectiva hacia
los flujos nacionales y transnacionales de capital en la forma de remesas que los migrantes envían a sus
familias en casa, así como también aquellos flujos entre el país de procedencia y el de residencia, como los
patrones de comunicación, los vínculos de identidad, prácticas sociales y transformaciones culturales. La
contextura compleja de motivos que induce a las personas de diferente estampa cultural y posición social de
reubicar su residencia o desplazarse entre varias residencias, tiene consecuencias masivas para las políticas
estatales, las oportunidades económicas de desarrollo y nuevas formas de convivencia que tienen que co-
rresponder a estas nuevas realidades de vida. De allí es evidente, que las formas de convivencia asociadas
a procesos migratorios distan mucho de una visión de armonía que a veces se asocia al planteamiento de la
convivencia, sino más bien hay que tomar en consideración la pluralidad de las sociedades, las formas – a ve-
ces conflictivas – para negociar la convivencia y la competencia por oportunidades de éxito entre poblaciones
que buscan mejorar sus condiciones de vida. El mismo contexto migratorio genera la condición de inestabili-
dad y fragmentación que acompaña muchas experiencias de movilidad.
En este sentido se pueden diferenciar varias formas de convivencia que varían de acuerdo a los contextos y
las configuraciones generacionales, que pueden restringir los lazos sociales. Hay que estar consciente que
la capacidad de las redes sociales migratorias varía y no se desarrolla con base en un automatismo, sino son
expuestas a cambios en los niveles de solidaridad, apoyo mutuo y dinámicas residenciales. La variante más sig-
nificativa en estos cambios la representa la generación de los migrantes, ya que se puede partir de lazos menos
vinculantes en tanto la segunda o tercera generación de los descendientes de migrantes dominan la escena:
• Zonas de difícil convivencia, es decir, aquellos espacios donde se necesitan esfuerzos especiales para
lograr una convivencia como lo son por ejemplo: los espacios fronterizos, las zonas de contacto entre
diferentes religiones, áreas de conflicto étnico, territorios en situación de pos-conflicto y momentos de
tolerancia reducida debido a divergencias normativas, culturales, de orientación sexual, etc.
• Convivencias obligadas en condiciones de migración forzada y laboral.
• Convivencias restringidas debido a situaciones de vivencia en “espacios de no-existencia” (Coutin 29-34)
debido a la no-existencia legal de muchos migrantes en EE.UU. que permea su vida cotidiana como una
condición limitante. La amenaza de la deportación o el ser capturado en la calle impactan sobre las per-
sonas y su disposición y capacidad por establecer formas de convivencia.
• Convivencias múltiples y temporales en espacios sociales transnacionales.
• Convivencias conflictivas debido a la persecución por su estatus de “sin papeles” y los conflictos cuando
se conviven y se contraponen formas de pensamiento tan disímiles como lo son el creciente racismo y los
sentimientos anti-migrantes. En estas situaciones solamente se logran niveles limitados de convivencia
Los movimientos migratorios en América Latina han tenido también motivos políticos, especialmente en
aquellos países marcados por guerras civiles. Miembros de organizaciones políticas o de determinadas
profesiones perseguidas, al igual como los exiliados buscaban refugio ante la persecución política durante las
No hay que olvidar tampoco aquellos procesos migratorios que, originados en el contexto de catástrofes na-
turales, el aumento del nivel del mar y el cambio climático, es decir, eventos extremos recurrentes que tienen
como consecuencia migraciones temporales o permanentes. El fenómeno como “El niño” y “La niña” en el área
andina, esto es, el aumento de temperaturas acompañado por el derretimiento de los glaciares, cambios en
los ciclos de heladas/deshielo y la prolongación de períodos de sequía, al igual como la presencia más fre-
cuente de precipitaciones fuertes en muy poco tiempo han generado situaciones de erosión y desertificación
en Bolivia, Perú y Ecuador; de manera que el autoabastecimiento agrícola de amplias áreas se ha vuelto pre-
cario y ha llevado a migraciones (ver Balderrama et al).
Con los programas Bracero (1942-1964) que fueron ofrecidos por parte de Estados Unidos para atraer mano
de obra mexicana para trabajos en el campo (ver Cohen) ha iniciado una dinámica de convertir América
Latina en un continente de emigración. La dinámica de migración laboral temporal desatada desde México
y Centroamérica hacia el Norte ha tenido como consecuencia de que hoy en día 33 millones de mexicanos
estén viviendo en Estados Unidos en un estatus legal o “sin papeles”. El continuo flujo de migrantes hacia la
frontera entre México y Estados Unidos ha implicado medidas drásticas de fortalecimiento por parte de las
autoridades estadounidense y esfuerzos de vigilantismo ciudadano en estados fronterizos como Arizona, que
en su accionar asumen dinámicas de una “caza humana” (Maihold, “Die neue”). Para los migrantes en tránsito
provenientes de Centroamérica (especialmente Honduras, Guatemala, Nicaragua y el Salvador) el camino de
paso por México a Estados Unidos implica riesgos importantes debido a la presencia del crimen organizado,
abusos y corrupción por parte de las autoridades del país y la situación de inseguridad generalizada. Ante
estas circunstancias, el gobierno mexicano ha reaccionado con la extensión del régimen fronterizo de la fron-
tera sur hacia todas las rutas de tránsito en el afán de corresponder a las peticiones de Estados Unidos por
disminuir las presiones de los migrantes en sus propias fronteras.
No hay que olvidar en la perspectiva de los flujos migratorios en la dimensión de sur a norte la emigración
de trabajadores latinoamericanos desde Estados Unidos hacia los países de su procedencia, ya sea en el
contexto de la crisis económica de 2009 que redujo de forma dramática especialmente en el sector de la
construcción las posibilidades de empleo; entre otros, en el contexto del retiro, para el que muchos migrantes
laborales prefieren un regreso definitivo a su tierra natal. Debido a estas tendencias, se ha dado en los años
Una forma muy dramática en la tipología rica en variantes de los procesos migratorios se presenta en la migra-
ción de menores desde Centroamérica y México hacia Estados Unidos, que alcanzó su culminación en el año
de 2014 con 51705 menores capturados en Estados Unidos. Este hecho, calificado por el mismo presidente
Obama como una “crisis humanitaria” ha sido percibido por otras personas como una nueva amenaza a la
seguridad nacional. La violencia omnipresente y la economía de drogas en expansión en Centroamérica se
consideran los móviles para la migración de menores, así como el deseo de unirse con sus familias y padres
residentes en Estados Unidos. El peligro para los migrantes menores de caer en manos de traficantes de per-
sonas o convertirse en víctimas de explotación sexual es muy alto en el tránsito por México y la presencia de
coyotes o polleros que trafican con los indocumentados en la frontera entre México y Estados Unidos, espe-
cialmente para menores de 12 años que representan el grupo de mayor número entre estos migrantes. Aun-
que se le permite a los niños y jóvenes no acompañados solicitar el estatus de refugiado en Estados Unidos
o permanecer con un permiso condicional en el país hasta que hayan encontrado a sus padres (Villiers Negro-
ponte, A Refugee), sigue la deportación hacia sus países de procedencia. Justamente en el caso extremo de la
migración de menores se tiene que poner de relieve la necesidad de protección al igual que las obligaciones
de protección por parte de los estados involucrados, que lamentablemente sólo se implementan de manera
insuficiente (ver UNHCR).
Más allá de los procesos migratorios, que obligan a los individuos reorganizar y reconfigurar sus patrones de
convivencia en condiciones cambiantes, hay que considerar la situación dinámica entre migrantes y sus co-
munidades en sus relaciones con sus países de procedencia, al igual como la formas de auto-organización en
sus lugares de residencia. Para profundizar en este tema, hay que considerar 3 dimensiones centrales:
Esto implica el estatus legal del migrante en su país de residencia al igual que la política frente a los movimien-
tos de migración transfronterizos (posibles cuotas, normas de reconocimiento y de deportación, etc.). Los
derechos de movilidad se refieren en consecuencia a las posibilidades y condiciones para la entrada y salida
en los países de residencia y de procedencia.
Estos se refieren por un lado al estatus legal y fáctico de los migrantes en los países de residencia y asimismo
a las posibilidades de participación en los asuntos políticos en sus países de procedencia. En América Latina,
este debate gira en torno a los “overseas voting rights” o la vinculación del derecho pasivo de elección a obli-
gaciones locales de residencia y la doble nacionalidad (ver Pedroza). Además se han ido desarrollando cuotas
importantes en parlamentos regionales (ver Pedroza) o nuevas instituciones políticas como el Instituto de los
Mexicanos en el Exterior (IME) en México, que ofrece una estructura permanente y compleja para la repre-
sentación y la articulación de los intereses de los mexicanos en el exterior (ver González Gutiérrez).
Las remesas individuales y especialmente colectivas de los migrantes tienen una gran importancia económica
y social en los países de procedencia, tanto a nivel local como a nivel nacional. Hay un interés político muy
grande de poder orientar y regular el uso de estos fondos, el ejemplo más conocido es el programa Mexicano
Tres por Uno, en el que las instancias de los diferentes niveles del estado ofrecen financiamientos para re-
mesas colectivas de los “Hometown Associations” de los migrantes. De tal manera se han ido desarrollando
diferentes formas de cooperación a nivel nacional y local que en parte se traslapan y en parte actúan inde-
pendientemente entre sí a lo largo de toda la cadena de disposición de estos recursos. Muchos países de la
región demuestran tener un alto nivel de dependencia de las remesas, que se han convertido en una variable
central para el manejo de divisas y de las posibilidades de inversión. De tal forma, el sistema de remesas no
impacta solamente en los sistemas bancarios, en especial los altos costos para el manejo de la transferencia,
sino que toca también la efectividad para aprovisionar oportunamente a los familiares que se han quedado
en sus localidades, la situación de ingreso de las correspondientes aldeas y municipalidades como también
las inversiones locales en los contextos locales que a veces superan considerablemente los presupuestos de
la administración local y llevan a estructuras paralelas de poder.
Así podemos identificar cinco casos de migrantes en Estados Unidos provenientes de América Latina, a los
cuales también corresponden diferentes patrones de convivencia:
Los mexicanos representan la comunidad latina más antigua y con 33 millones de personas también la más
grande en Estados Unidos, debido también al hecho de la anexión de territorios anteriormente mexicanos a
los Estados Unidos en el marco de la guerra mexicano-americana a mediados del siglo XIX. Esta población
se ha convertido también en blanco de la tesis de la extranjerización de Samuel Huntington (ver The Clash y
“The Hispanic”). El estatus social, el nivel de ingresos y los indicadores educativos de los migrantes mexicanos
en los Estados Unidos son relativamente bajos, la proporción de personas sin título legal de residencia es
estimada en 7 millones, lo que implica que los ciudadanos mexicanos representen el 59% de todos los extran-
jeros ilegales en Estados Unidos. El estado mexicano a su vez atiende con 50 consulados a sus ciudadanos en
Estados Unidos y ocupa con este servicio a más personal en este país.
Las llamadas “Hometown Associations”, en las que se organizan los migrantes, de acuerdo con sus lugares y
regiones de procedencia para cultivar sus relaciones sociales con éstos, han alcanzado un papel central en
el entramado transnacional las remesas colectivas para eventos sociales e infraestructura (ver Orozco 2004).
Esta migración en red se refleja también en los patrones de residencia en los Estados Unidos. Hasta el año
2000, el 70% de los migrantes se asentó en los estados de California, Texas e Illinois, recién en los años pa-
sados se ha dado una dispersión más amplia hacia ocho estados llamados “resettlement states” (ver Zúñiga
y Hernández-León). Como México se encuentra ligado mucho más densamente que cualquier otro país de
América Latina en términos económicos con los Estados Unidos por medio del TLCAN, los temas de migración
y de régimen fronterizo se han vuelto un tema permanente en el tire y afloje bilateral entre los dos gobiernos.
Recientes iniciativas de ley, presentadas por el presidente Barack Obama en materia migratoria hasta la fecha
han encontrado una resistencia en el Congreso dominado por los republicanos, mientras que las propuestas
para el fortalecimiento del régimen fronterizo parecen encontrar una aceptación más amplia en el público
estadounidense. El camino hacia una modificación para la política migratoria por medio de órdenes ejecutivas
(executive order) como por ejemplo el llamado “Dream Act” de junio de 20122 o las iniciativas de inmigración
de noviembre de 2014, tienen como meta evitar una posible deportación de hasta 4 millones migrantes de
residencia ilegal en Estados Unidos y asegurarles a sus hijos posibilidades de educación (superior).
El motivo inicial de los movimientos migratorios fue la intervención estadounidense en la República Dominicana
en el año 1965. De ahí se ha desarrollado un patrón clásico de “migración en cadena” que tampoco cesó con
la mejora en cuanto al crecimiento económico y una relativa estabilidad política en la isla en la década de
1990; hasta la fecha la migración se mantiene a un nivel alto con una extracción social de los migrantes que
provienen primariamente de los estratos medio y bajo (ver Cervantes González). El ingreso del promedio se ha
establecido en un nivel bajo similar al de los migrantes mexicanos, aunque el nivel educativo muestra grados
más altos. En los Estados Unidos, los 1.5 millones de migrantes de la República Dominicana se han asentado
en dos zonas de aglomeración, es decir, en la ciudad de Nueva York/el norte de Nueva Jersey (700 000 perso-
nas), por el otro lado en el gran área de Miami (350 000 personas). El gobierno de la República Dominicana
atiende a sus ciudadanos en Estados Unidos a través de 9 consulados, sin embargo, se ha documentado un
nivel bajo de representación de las instancias políticas.
En su país de procedencia, con una población de más de 10 millones de habitantes, la influencia de los emi-
grantes no solamente es importante en cuanto a su peso económico (el 69% de los Dominicanos tiene al me-
nos a un familiar en el exterior) sino también por su alta visibilidad pública: la persona de Leonel Fernández,
que alcanzó como “US-Dominican” y con un bachillerato en un High School neoyorkino, ser electo dos veces
presidente de su país (1996-2000; 2004-2008) es expresión de esa relación densa entre las comunidades
de migrantes y la isla dominicana, al igual que muchos deportistas destacados. El alto nivel de las remesas,
cuyos montos llegan al 7% del PIB, es un tema central en las elecciones nacionales y el puente político con
los emigrantes se ha convertido en parte de la estrategia de desarrollo económico nacional. Desde el año 1997
los dominicanos en Estados Unidos pueden participar en las elecciones presidenciales de su país y desde las
elecciones del año de 2004 se está realizando una campaña política dominicana en el territorio estadouniden-
se (ver Itzigsohn et al). Lo que da a la convivencia transnacional de los dominicanos una característica propia
son sus prácticas económicas en la modalidad de enviar remesas a sus familiares en la forma de artículos
para el consumo, tales como estufas y lavadoras, en lugar de dinero. Esta particularidad ha generado un flujo
continuo de mercancía que logra fundamentar relaciones de gran profundidad y envergadura.
Brazuca es la palabra que designa a los brasileños indocumentados residentes en Estados Unidos, un grupo
que apenas desde el año 2000 ha alcanzado una mayor presencia especialmente en el estado de Florida (ver
Jouët-Pastré y Braga). Es por esta razón que se considera como un grupo no tradicional de migrantes, lo que
refleja asimismo el interés por no ser subsumidos a la categoría de los hispanics, sino representar una identi-
dad cultural propia. Debido a su alto nivel educativo y un ingreso per cápita relativamente alto, los brazucas
pueden ser considerados el grupo de migrantes de mayor bienestar económico, lo que les permite al mismo
tiempo realizar las remesas individuales más altas para con sus familias. Frente a la categoría general de los
hispanics, “los inmigrantes brasileños temporales o permanentes tienen que elegir su propia gama de alianzas y
adhesiones culturales: ¿ser parte del fenómeno hispánico, convertirse en latinos, aprender a la vez inglés y es-
pañol, buscar otras formas de identificación colectiva con otros grupos de inmigrantes o con el grupo mayorita-
rio?” (Corona 89). Muchos buscan distanciarse y cultivar un estatus de minoría, estableciendo relaciones muy
estrechas con su patria. Esto les ha permitido colocar los fundamentos para un empresariado transnacional
étnico, que ha ampliado las relaciones económicas entre Brasil y Estados Unidos por una dimensión adicional.
La revolución del año 1959 y la continua confrontación política entre Cuba y Estados Unidos ha contribuido
a que los cubanos alcanzaran un papel político especial entre los latinos en los Estados Unidos. Por un lado
esto se refiere a la composición socio-estructural de los migrantes: inmediatamente después de 1959 llegaron
cubanos de los estratos altos hacia Estados Unidos, que desde su punto de vista ideológico se encontraron en
el “lado correcto” en el marco de la polarización que caracterizaba a la Guerra Fría. Esta situación implicaba
que se les fueran concedidas condiciones legales preferenciales para su integración en los Estados Unidos,
al igual como formas múltiples de apoyos políticamente motivados. Consecuentemente estos cubanos se
convirtieron en la “historia de éxito” de los migrantes latinoamericanos. Olas posteriores de migración que se
extendieron hacia otros estratos sociales, encontraron en el enclave cubano una red densa que les permitió
una integración exitosa por su alto nivel de capital social, el que a su vez implicaba una presión elevada de
homogenización política (ver Portes). Su más importante organización política de los cubano-americanos fue
la “Cuban-American National Foundation”, un ejemplo clásico para el trabajo eficiente de presión con alta
influencia sobre la política exterior estadounidense. Los cubano-americanos tienen una presencia duradera
en el congreso estadounidense y otras instituciones nacionales en conjunto con un papel clave electoral en el
“swing state” de Florida (ver Rytz).
Para la Revolución Cubana, la emigración de sus contrincantes se convirtió en un elemento central de la esta-
bilización política interna. Hasta el día de hoy, la comunidad cubana exiliada en los Estados Unidos es parte
esencial de la estrategia de polarización dicotómica amigo/enemigo del gobierno, que trata de aplicar a cual-
quier oposición política en la isla una ubicación como agente de Estados Unidos, bajo el lema “con Fidel o con
los yankees”. Además, el régimen cubano incluye la reacción de los emigrantes en sus estrategias políticas,
como un juego complejo, ya sea en el contexto de la ola migratoria del año 1980, en el caso del joven refugiado
Elián del año 2000 o en la ocasión de la legalización del dólar estadounidense en 1993, cuando las transferen-
cias de los migrantes a sus familiares en la isla se convirtieron en un áncora para la salvación del socialismo
cubano. Aunque el gobierno cubano hasta la fecha no hace caso a las reivindicaciones políticas y económicas
de los cubanos en el extranjero, éstos se encuentran en una situación “de disponibilidad” para poder impactar
rápidamente sobre la agenda política en caso de una transformación en la isla. La iniciativa conjunta de los
presidentes Barack Obama y Raúl Castro de diciembre 214 para inducir una política de “normalización de las
relaciones” por lo pronta ha incrementado la presión migratoria sobre EE.UU.: Una comparación del último
trimestre de 2014, cuando llegaron 8,624 migrantes a EE.UU. con el mismo período de 2013, cuando fueron
5,221, se puede identificar una crecimiento importante que sigue también en los primeros meses del año 2015.
Al parecer la preocupación de un cambio en las políticas migratorias de EE.UU., es decir una “normalización”
también de esta política, hace que muchos cubanos se decidan por la migración, en la cual las tradicionales
balsas han sido ampliamente superadas por el típico cruce migratorio desde la frontera con México, que his-
tóricamente ha sido más utilizada por los latinoamericanos de otras regiones4. No es previsible el efecto que
podría tener una distensión de las relaciones entre EE.UU. y Cuba, lo que sí es evidente es que el gobierno del
presidente Obama no ha involucrado hasta la fecha de manera alguna al exilio cubano que se ha heterogeni-
zado en los últimos años; sin embargo, no se debe de subestimar el papel articulador que pueda jugar en un
momento dado.
Esta situación puede considerarse también el fondo para intentos de gobiernos de los países de procedencia
por utilizar las comunidades latinas de manera instrumental como representantes de intereses nacionales en
su país de residencia. Con base en estas estrategias se generan los típicos patrones de solapamiento de áreas
de soberanía: un ejemplo para esta constelación la representa la oportunidad de capitalizar políticamente en
el futuro las élites mexicano-americanas por parte del gobierno mexicano como grupo de presión para sus
intereses en las relaciones bilaterales. Hasta la fecha las autoridades de México se han mostrado muy caute-
losas por instrumentalizar los migrantes asentados en los Estados Unidos, porque ha considerado muy ries-
goso entrar en una jugada que podría muy rápidamente revertir sobre una política exterior que necesitaría
superar el alto nivel de conflictividad con las organizaciones de los mexicanos en el exterior y más bien busca
mantener alejada la presencia de EE.UU. del propio país. Una excepción han sido los temas de la protección
de los mexicanos en el exterior, donde el gobierno mexicano ha implementado la ya mencionada matrícula
consular que desde 2014 ha sido fue establecida como “matrícula consular de alta seguridad”, un instrumento
consular de identificación personal, lo que en ciertos estados del vecino del norte logra facilitar la resolución
parcial del estatus legal inseguro (ver Dinerstein).
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Introduction
The links between migrant smuggling, human trafficking, and organized crime in the United States and Mexico
have become inextricable. Severe forms of trafficking in persons as defined by the Trafficking Victim Protection
Act (TVPA) of 2000 are defined as: a) “sex trafficking in which a commercial sex act is induced by force, fraud,
or coercion, or in which the person induced to perform such an act has not attained 18 years of age,” or b)
“the recruitment, harboring, transportation, provision, or obtaining of a person for labor or services, through
the use of force, fraud or coercion for the purpose of subjection to involuntary servitude, peonage, debt
bondage, or slavery.” What separates human trafficking from migrant smuggling is that traffickers use force,
fraud and coercion and enslave trafficked persons while smuggled migrants have a consensual relationship at
the onset and are usually free at the end of their journey. However, smuggling scenarios may result in coercive
situations if the smugglers decide to raise the price or people lack the funds to pay for the services rendered.
The phenomena of “human trafficking” and “migrant smuggling” are clearly delineated legally in both the
United Nations Protocol to Prevent, Suppress and Punish Trafficking in Persons, and the Protocol against the
Smuggling of Migrants by Land, Sea and Air. In reality, the difference between human trafficking and migrant
smuggling is not so clear. Because human trafficking takes place within the context of migrant smuggling
there are many occasions when those that are being “smuggled” suffer abuses as horrific as those who are
being “trafficked”. Migrants who are looking to enter into the United States without documents may begin by
seeking the aid of a “smuggler” but end up falling victim to a human trafficker1.
The violent struggle between different drug trafficking organizations or transnational criminal organizations
(TCOs)2 in Mexico to control northern transportation routes has had important political and economic
implications on the U.S. side of the border. At the same time, the more that the various U.S. federal law
enforcement agencies “crack down” on illegal immigration, the more that smuggling and trafficking in persons
from Mexico flourishes3. Moreover, extremely restrictive border surveillance and tougher immigration policies
on the U.S. side of the border, combined with the increased presence and involvement of TCOs in Mexican
border states, have made it more dangerous and almost impossible for undocumented immigrants to cross
the border without assistance from smugglers (International Organization of Migration, The Three United ;
“Human Trafficking”).
1 More resources about the topic: ABA–ROLI (2009); Acharya (2006); Aronowiz (2009); Clark (2012); Payan (2012); Protection Project (2008);
Shelley (2010); Tiano (2012); Zhang (2007).
2 The term “drug trafficking organizations” (DTOs) has recently fallen out of use to the more updated term of “transnational criminal organizations”
(TCOs). Hence, we will use this last term in the present project to describe the various drug cartels vying for hegemony in Mexico.
3 Other studies about the topic: Aronowitz (2009); Cornelius (2005); Cornelius and Lewis (2007); Massey, Durand and Noland (2002); Durand
and Masse (2004); Pecoud and Guchteneire (2006).
The newly evolving relationship between undocumented migration, human trafficking and Mexican-origin
TCOs in both the United States and Mexico has been understudied by academics and government officials.
Scholars, journalists and government authorities report that very recently TCOs (such as the Zetas, the Gulf
Cartel, and the Knights Templar) have expanded their repertoire of illegal revenue generating activities to
include extortion, migrant smuggling, and human trafficking for the purposes of labor, sexual exploitation and
bodily organ harvesting4.
Experts have documented that Mexico is a source, transit and destination country for trafficking in persons.
The United States is a destination country for trafficking in persons coming from Mexico, Central and South
America—as well as from other regions of the world. Trafficking patterns in the Americas have to some extent
been documented5. No studies however, have provided any information on the recent role of drug cartels/
TCOs in the trafficking of persons in this region. Moreover, little attention, has been given to this phenomenon
along the migration routes from eastern Mexico to Texas, which are becoming increasingly important.6 What
is more, no quantitative analyses exist on the subject in the specific case of Mexico. Information of this kind
is also limited in the United States.
While increasing attention has been paid to the phenomenon of migrant smuggling7, trafficking in persons
and organized crime, most of the existing literature makes claims about organized crime involvement without
providing sufficient supporting evidence. In fact, researchers and policy makers have little understanding or
reliable knowledge regarding how these phenomena are linked8. The existing literature lacks empirical data
and policy makers often make broad estimates of the scale of involvement of TCOs in human trafficking and
migrant smuggling in the Americas without providing much supporting evidence9.
Of the more well-documented published studies that explicitly address the relationship between organized
criminal groups and human trafficking10 the focus has been on Russian or Chinese organized crime and there
has been almost no analysis of the involvement of Mexican-origin TCOs/drug cartels. The proposed research
is extremely relevant precisely because the existent literature on migrant smuggling, human trafficking and
organized crime does not consider Mexican drug trafficking organizations that have greatly expanded their
scope of activities and geographical outreach to become transnational criminal organizations.
4 More resources about the topic: McAdams (2009); Risley (2010); Shirk and Webber (2004); Texas Attorney General’s Office (2011); U.S.
Department of State (2012 and 2013).
5 Other studies about the topic ABA–ROLI (2009); Acharya and Stevanato (2005); Acharya (2006); Clark (2012); ECPAT (2004); Mc Adams;
Protection Project (2008).
6 A recent report by U.S. Customs and Border Protection published by the Washington Office on Latin America (WOLA) notes that apprehensions
of non-Mexicans in the United States has tripled between 2011-2013, with the epicenter of migration shifting from Tucson, Arizona to the
South Texas border (see Isacson).
7 See Castro (1998); Spener (2009); Izcara (2012).
8 More resources about the topic: Bruckert and Parent (2002); Kangaspunta (2003); Gozdiak and Bump (2008); UNDOC (2010).
9 See Hodge and Lietz (2007); Risely (2010); Shannon (1999).
10 See Caldwell, et. al. (1999); Zhang and Chin (2004); Finckenauer (2001).
This proposed project will analyze the new role of Mexican-origin TCOs in the illegal movement of persons,
particularly in migrant smuggling and trafficking in persons in the border region of Texas and northeastern
Mexico. Overall, this research will assess the extent of involvement and influence of Mexican TCOs in human
smuggling and trafficking. This study intends to identify groups that benefit from these illicit activities, their
practices, as well as the networks that link these people to illegal migrant smuggling and trafficking in persons
within the state of Texas.
a. To identify the role of organized crime and other actors (including drug trafficking organizations, coyotes,
law enforcement authorities, etc.) in moving undocumented immigrants along Mexico’s Eastern Migration
Routes from Central America to Texas.
b. To document and describe how undocumented migration is becoming human trafficking through compelled
labor for criminal activities.
c. To determine the extent human trafficking is becoming a source of revenue for those groups once
associated only with drug trafficking on both sides of the border.
In order to achieve these goals, the proposed project includes four main objectives:
1. To assess the roles that drug trafficking organizations play in forced migrant smuggling and human trafficking.
2. To examine the dynamics, conditions, and violence that occurs within migrant safe houses on both sides of the
Texas-Tamaulipas border. (Understanding what goes on inside of the safe houses is crucial in understanding
the two phenomena of migrant smuggling and trafficking in persons within the United States).
3. To determine the connections between the actors involved in operating the safe houses, drug trafficking,
traditional labor trafficking, and sex trafficking in the state of Texas.
4. To evaluate the approximate extent of activity and influence of Mexican-origin TCOs in migrant smuggling
and human trafficking activities in Texas.
Hypotheses
The main hypothesis of this project is that the social and economic dynamics, as well as the protagonists
involved in these phenomena are different on the U.S. and Mexican sides of the border. In northern Mexico,
drug traffickers are becoming involved in smuggling of undocumented immigrants and human trafficking
activities in order to diversify their revenue streams. On the U.S. side of the border, human traffickers are
apparently focused on getting their victims employed in the U.S. labor market or in the commercial sex industry
(i.e. forced prostitution) and range from small scale operations to highly organized labor brokers that supply
labor to industries in the United States.
1. Mexican-origin TCOs are heavily involved in the smuggling, extortion, kidnappings, compelled labor for
criminal activities and trafficking of undocumented migrants.
2. There are important differences between human trafficking in Mexico and human trafficking in the
United States.
3. Stash houses are important locals for the trafficking of people and illegal substances. Understanding the
nature and role of the so-called migrant safe/stash houses is pivotal for understanding the dynamics
of both drug and human trafficking, and their relationship to undocumented migration. Undocumented
persons who have been “held” in migrant stash houses can tell us: How do people arrive in these places?
What were they told beforehand? What were the conditions offered for their release? What happened if/
when people paid/did not pay? Where they compelled into labor for criminal activities? Did their captors
identify with any particular group?
Methodology
The present research will utilize mostly qualitative methods since quantitative analyses are unreliable due to
the clandestine nature of organized crime. Approximately 250 interviews will be conducted with undocumented
migrants, law enforcement agents, immigration lawyers, service providers, academic researchers, and other key
actors. These interviews will take place in 6 different cities on the Texas–Tamaulipas border: 1) Laredo, Texas,
2) Nuevo Laredo, Tamaulipas, Mexico, 3) McAllen, Texas, 4) Reynosa, Tamaulipas, Mexico, 5) Brownsville,
Texas, and 6) Matamoros, Tamaulipas, Mexico), as well as in the main human trafficking hubs in the state of
Texas, Tamaulipas, Coahuila and Oaxaca, Mexico (i.e. Houston, Dallas, Austin, and San Antonio, as well as
Saltillo, Coahuila and Ixtepec, Oaxaca, Mexico for Central Americans coming up on the train).
The proposed research project will be developed in the following three phases:
Interviews will be conducted in migrant shelters located in the three Tamaulipas, Mexico border cities where
organized crime has clearly controlled smuggling and trafficking in persons in the past few years (Nuevo
Laredo, Reynosa and Matamoros). Migrant shelters are key locations as they often house deported persons,
transmigrants from Central America and individuals who have been held in safe houses or have had a personal
experience with Mexican TCOs. The information gathered during this first phase of research will allow the
investigators to determine the level of involvement of Mexican organized crime in migrant smuggling and
trafficking in persons in the state of Texas.
Research will be conducted in Oaxaca in southern Mexico and Coahuila in northern Mexico in order to perform
a series of interviews in the two most important migrant shelters in the country. “Hermanos en el Camino,” a
shelter located in Ixtepec, Oaxaca and “Belén Posada del Migrante” in Saltillo, Coahuila are important because
of the large number of migrants they serve, their strategic location (see Map 1), and the media attention they
have received due to the fact that their administrators are outspoken critics of the organized crime groups
and governmental authorities who are the perpetrators of massive kidnappings and extortions.
On the Tamaulipas / Texas border interviews will be conducted at the following shelters:
The goal will be to conduct semi-structured in-depth interviews with at least 20 migrants in each shelter. In
order to better understand the human trafficking process the researchers will divide the experience into three
different stages (see Appendix 1 for detailed interview schedule and questionnaire):
1. Vulnerability to kidnapping
2. Human trafficking scenarios (ransom/recruitment dynamics)
3. Kidnapping, escape and freedom
Since not everyone has had an experience like this [previous research estimates approximately 7% among
Mexican migrants (Slack et. al.)], the goal is to find at least 40 individuals—distributed between the different
cities—that have had these experiences. The researchers will identify individuals through a short screening
process as well as through staff at the shelters who are often told these stories. However, an additional
60 interviews will be conducted with a random sample of deportees and potential migrants about their
experiences trying to cross the border. This will provide a better undertanding of how people have avoided
being abducted as well as their perceptions of the problem and the potential dangers involved with
clandestine migration and TCOs.
In order to understand the operation of migrant smuggling and human trafficking networks within Texas, and
more importantly, to evaluate the influence of Mexican organized crime groups in these illicit activities in the
state, interviews will be conducted with the following individuals:
1. Personnel of the Mexican consulates in Brownsville, McAllen, Laredo, Houston, Dallas, Austin and
San Antonio.
2. Members of human trafficking coalitions and federally funded human trafficking task forces in the
relevant Texas cities.
3. Key personnel in the following law enforcement agencies: Homeland Security Investigations (HIS), U.S.
Customs and Border Protection (CBP), Federal Bureau of Investigations (FBI), and the Sheriffs’ Offices on
the U.S. side of the Texas-Tamaulipas border.
4. Department of Justice (DOJ) United States attorneys.
5. County District Attorneys who work on state level crimes (human trafficking, and other related crimes,
such as false imprisonment, kidnapping, assault, among others).
6. Immigration lawyers at Texas Rio Grande Legal Aid (TRLA) in Edinburg, Texas and Weslaco, Texas.
7. Lawyers at Pro Bar, Harlingen.11
8. Private immigration lawyers.
9. Human rights workers at Texas Civil Rights Project.
10. Lawyers and social workers at the Young Center: Immigrant Children’s Rights
11. Service providers.
12. The “Ozanam” migrant shelter in Brownsville, Texas.
13. The “La Posada” migrant shelter in San Benito, Texas.
14. The “Salvation Army” shelter in McAllen, Texas.
The goal of these interviews is to determine what is currently being done to identify cases of human trafficking
by law enforcement officials, attorneys and human rights workers that come into contact with migrants.
These interviews will be utilized in conjunction with information from the previous interviews with migrants
to develop rubrics for identifying possible cases of trafficking that will trigger a full investigation to determine
11 Pro Bar is a DOJ funded legal orientation program for both adults and minors. Its purpose is to provide legal orientation for every new arrival,
and provide individual orientation for unrepresented detainees.
In order to understand the nature and prevalence of Mexican TCOs in human trafficking in Texas, all Trafficking
Victim Protection Act (TVPA) related cases will be examined from 2007 2014. Using Public Access to Court
Electronic Records (PACER), LexisNexis, and the Human Trafficking Law Project (HTLP) database at the
University of Michigan Law School information will be gleaned from indictments, arrest warrants, affidavits,
witness depositions (when possible), jury trial transcripts, plea agreements, judgments and sentencing.
Cases prosecuted as migrant smuggling will be examined in the same manner to determine the extent and
involvement of Mexican TCOs or other gangs and/or criminal groups, and also to determine the number of
probable trafficking cases that were prosecuted and convicted as smuggling cases and other related crimes.
The data gleaned from court cases will be used to describe the following variables:
1. The type and purpose of the human trafficking case (i.e. labor, drugs smuggling/transportation, or
forced prostitution).
2. The involvement of Mexican TCOs in the smuggling and trafficking cases.
3. The involvement of other gangs and/or criminal groups in the smuggling and trafficking cases.
4. The number of probable trafficking cases that were prosecuted and convicted as migrant smuggling cases
or other related crimes instead of human trafficking cases.
5. The number of T-visas granted as a result of these cases.
Renewed pushes to stop trafficking in persons have failed to take into account the subtleties of human
trafficking and migrant smuggling. This includes victims of human trafficking that may never even self-identify
because their experiences have been relegated to indebted servitude, whereupon they are forced to work for
little or no payment in order to pay off a debt to a smuggler. This is also a form of human trafficking, especially
since many people find themselves in situations where the terms of the debt make it impossible for them to
pay back the money. Despite how common these situations are, activists and NGOs have noted a surprisingly
low number of T-visas for victims of trafficking that have been offered. Part of this is due to the current
policies and practices of Immigration and Customs Enforcement (ICE) and Customs and Border Protection
(CBP), whose interviews do not allow for a thorough vetting of all possible visa categories available (victims of
crimes- U-Visas, Violence Against Women –VAWA etc.).
State and local cases prosecuted under state trafficking statutes and other human trafficking-related offenses,
such as prostitution, false identification and money laundering will be also examined. These data will be
analyzed with a critical theoretical approach to how and why certain cases garner attention while others are
forgotten. By analyzing the failures and successes of the legal system, this project will allow the design of
critical policy recommendations in identifying victims of trafficking useful for policy makers and practitioners
alike. This will also allow practitioners and law enforcement entities to contrast the stark distinctions drawn
in the legal system between a victim of trafficking and a deportee who will most-likely find themselves in great
danger upon return home. The previous phases of this project will help to provide the nuance necessary to go
beyond the current conceptualizations of human trafficking.
1. The roles that drug trafficking organizations play in forced migration/smuggling and trafficking in persons.
2. The dynamics, conditions, and violence that occur within migrant stash (safe) houses on both sides of
the border.
3. The connections between and relationships among the various participants involved in safe houses and
organized labor trafficking and sex trafficking in the state of Texas.
4. The approximate extent of activity and influence of Mexican organized crime groups in migrant smuggling
and human trafficking activities within the United States.
This research will determine the extent to which the involvement of TCOs in trafficking of persons is
opportunistic compelled labor activities or is more premeditated and systemic and if TCOs have moved
into the business of trafficking on both sides of the border. This research will also help to create a more
nuanced, theoretical understanding of human trafficking that takes into account the range of activities that
lead migrants into situations where they are coerced into performing activities without compensation by
TCOs. As previously mentioned, while the phenomena of “human trafficking” and “migrant smuggling” are
clearly delineated legally in both the United Nation’s Protocol to Prevent, Suppress and Punish Trafficking in
Persons, and the Protocol against the Smuggling of Migrants by Land, Sea and Air, in reality the difference
between these two phenomena is not so clear. The law often operates on a highly subjective framework that
fails to incorporate the multiple and immense types of coercion people face. By conducting interviews with
migrants who may or may not have been in situations where these types of pressures may have been applied
we can achieve a clearer understanding about how these situations develop and how different people react,
especially in light of recent increases in brutality of organized crime along the Northeastern Mexican border.
The newly evolving relationship between undocumented migration, human trafficking and Mexican-origin
TCOs has been understudied, and is therefore not well understood by the U.S. law enforcement community
and policy makers in the American hemisphere. The proposed study intends to identify groups that benefit
from these illicit activities, their practices as well as the networks that link these people to illegal migrant
smuggling and trafficking in persons within the state of Texas. This information will be extremely relevant for
law enforcement authorities in enabling better identification of victims of trafficking and for improving the
justice system in the United States.
This research will help break down the trafficking process by analyzing each piece of the process including
different forms of kidnapping/imprisonment, indebtedness, threats and coercion, as well as exploring the
problem of individual agency among trafficking victims. By providing a comprehensive layout, this project
intends to improve the interview process for officials tasked with investigating who are victims of trafficking,
taking into account a wider array of experiences and situations that should start a more thorough investigation.
Due to the rapidly increasing flow of Central Americans through the South Texas border, this will create
a considerable benefit to advocates, activists and government agencies concerned with border security,
immigration and organized crime.
As previously mentioned, the highly subjective line between a willing participant and a coerced victim creates
immense problems for the legal system to determine the validity of claims. This research will provide a far
more nuanced picture of what is happening along the South Texas border and therefore, how to conceptualize
the notion of human trafficking within the context of drug conflict and insecurity.
b. Negotiating ransom
1. How did you get free?
2. Was ransom asked? How much? Was it paid or not? Were people released after payment?
3. Were there other offers of employment, working off a debt, recruitment into drug trafficking/other
activities related to organized crime?
4. What happened to other people that paid ransom or accepted?
5. Did you or other people escape? How?
c. Recruitment
1. Were you offered a job working with the kidnappers?
2. What were the terms of employment?
a. Your responsibilities
b. Compensation
3. Did the group identify itself (i.e. Zetas, Gulf Cartel, Maras)?
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Introducción
Anualmente miles de migrantes ingresan irregularmente a México, principalmente para llegar a Estados Unidos.
Niños, jóvenes y adultos, en su mayoría provenientes del norte de Centroamérica (UPM), abandonan sus
hogares debido a un déficit crónico de oportunidades laborales y educativas dignas, la violencia generalizada,
el acoso de las pandillas callejeras, las amenazas por orientación sexual o de género y la reunificación familiar
(CIDH). Cualesquiera que fueran sus motivos para salirse de sus países de origen, los une la necesidad de
emprender un viaje –con o sin coyote, pero siempre clandestino y peligroso– que los hace vulnerables ante
una infinidad de crímenes y abusos. Son recurrentes los asaltos, robos, violaciones, secuestros, extorsiónes
y torturas a mano de delincuentes y sus cómplices en el Estado, especialmente policías de los tres niveles de
gobierno y agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) (ver Amnistía Internacional).
Los atropellos cometidos contra los migrantes, tanto más a partir de la narcoguerra calderonista y la diversi-
ficación criminal que ésta provocó entre las bandas, han ocurrido a la sombra de una precaria infraestructura
normativa e institucional. Durante muchos años, México abordó la migración a través de la Ley General de Po-
blación y su Reglamento cuya pertinencia fue cada vez menos evidente. Conforme se visibilizaron las agresio-
nes hacia los migrantes, sobre todo la matanza de 72 personas en el tamaulipeco municipio de San Fernando
en agosto de 2010, creció la presión social y política por una mayor y mejor protección de sus garantías. En
respuesta a este clamor se aprobaron la Ley de Migración (2011) y su Reglamento (2012), que en su momento
fueron acogidos como un avance trascendental para los derechos de los migrantes. No obstante, el renovado
marco legal contiene importantes lagunas en la medida en que adopta un enfoque de seguridad nacional,
prevé la detención migratoria (aunque el ingreso no autorizado constituye una falta administrativa y no un
delito), contempla el papel auxiliar de la Policía Federal en el control migratorio (aunque la migración consti-
tuye un asunto administrativo y no de seguridad), y no aclara la participación de los militares en dicha tarea.
Aun así, los cambios que se dieron en el ámbito normativo no se extendieron al institucional. El INM, un actor
clave en la migración por ser el organismo encargado de su gestión, históricamente se ha mostrado opaco,
corrupto y represivo en su actuar. A pesar de repetidas depuraciones, y un discurso oficial que destaca el
compromiso con la honradez y los derechos de los migrantes, los testimonios de éstos sugieren que los vicios
estructurales de la agencia no se enfrentan desde sus raíces (INSYDE). Dado el hermetismo del INM, que
obstaculiza la transparencia y rendición de cuentas, así como las debilidades institucionales y los recurrentes
1 El capítulo se basa en la presentación del Diagnóstico del Instituto Nacional de Migración, ofrecida por la autora en el Taller Globalización,
convivencia, migración: Perspectivas de Centroamérica y México, organizado por la Cátedra Guillermo y Alejandro de Humboldt en San
José, Costa Rica y en la Ciudad de México, los días 4 y 6 de junio de 2014. La autora, entonces investigadora del Instituto para la Seguridad
y la Democracia A.C. (INSYDE), es actualmente investigadora del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE)-Región Centro
en Aguascalientes, México.
El presente capítulo examina cuatro aspectos de la gestión institucional del INM –el reclutamiento, la ca-
pacitación, la supervisión y las sanciones– que impactan transversalmente el quehacer del Instituto. Estos
elementos ayudan a explicar problemáticas específicas, tales como el abuso de la fuerza durante operativos
de control o los malos tratos y actividades ilícitas en las “estaciones migratorias” (centros de detención migra-
toria). Este trabajo argumenta que la crisis estructural al interior del INM se acrecentó a lo largo de los años,
porque sus titulares nunca la enfrentaron decisivamente y la contención de la migración indocumentada ha
primado sobre los derechos humanos. El capítulo empieza por revisar la literatura existente sobre el INM y
exponer el marco analítico. Posteriormente, repasa la creación, estructura y atribuciones del Instituto, antes
de esbozar cómo éste alista, instruye, controla y castiga a su personal.
Algunos de los textos2 que se insertan en la primera categoría observan que la política migratoria de México,
con su enfoque de seguridad nacional y su finalidad primordial de contener la migración indocumentada
hacia Estados Unidos, repercute decididamente en las violaciones a los derechos de los migrantes. Otros (ver
Frontera con Justicia, Séptimo informe) ubican la poca coordinación del INM con otras dependencias, las fa-
cultades discrecionales de sus agentes, y el costo prohibitivo de los procedimientos como obstáculos para la
regularización migratoria. Sin embargo, gran parte de los informes3 exponen los tipos y autores de violaciones
a los derechos de los migrantes en el tránsito. Destacan que los actos más frecuentes incluyen extorsiones,
robos así como agresiones psicológicas y físicas, generalmente perpetrados por agentes migratorios, policías
de los tres niveles de gobierno y militares. Los reportes4 también resaltan que muchos abusos, particularmen-
te el uso excesivo de la fuerza, ocurren en el contexto de los “aseguramientos” (arrestos administrativos) de
migrantes irregulares que se ejecutan en las rutas migratorias. Trabajos que examinen los secuestros masivos
de migrantes (ver Centro Prodh; Frontera con Justicia, Quinto informe) y la respuesta del Estado mexicano
ante ellos (MUCD), muestran que los grupos del crimen organizado operan en colusión con agentes migrato-
rios y policiales.
Generalmente, los autores no analizan sistemáticamente los factores que facilitan los mencionados abusos y
complicidades. Una excepción la constituye el estudio de Mastrogiovanni, quien analiza los negocios lícitos
e ilícitos que la transmigración representa para distintos actores, incluidos agentes del Estado. Aunque
En la segunda categoría de la literatura se encuentra una investigación pionera sobre el presupuesto del INM,
que revela que la mayor parte de los recursos institucionales se destinan a la gestión y el control migratorio,
en lugar de la protección de migrantes y las estaciones migratorias. Una obra del centro de estudios del mismo
Instituto (Calleros Alarcón) sobre el respeto del INM a los derechos de los migrantes argumenta, de manera
poco convincente, que acontecimientos como el incremento de los Grupos Beta o la modernización de las
estaciones migratorias evidencian la disposición del Instituto por proteger las garantías de los migrantes.
Una serie de textos se centran en los Grupos Beta, unidades del INM especializadas en ayuda humanitaria y
rescates de migrantes. Las obras de carácter descriptivo más que analítico (Rojo Cervantes; Stoffen Cortés)
revisan la evolución histórica, estructura y operación de los Grupos Beta, afirmando –con base en cifras oficia-
les– que sus logros les dotan de una fuerte autoridad moral. Contradictoriamente, los hallazgos (ver Stoffen
Cortés) también sugieren que –luego de sus iniciales éxitos– estas entidades empezaron a experimentar pro-
blemas tales como tratos preferenciales durante el reclutamiento, desfavorables condiciones de trabajo, falta
de compromiso y desmoralización. Estudios críticos de los Grupos Beta (Khayar Cámara) cuestionan que el
INM combina funciones de detención y de protección, sugiriendo que la creación de estas unidades responde
a la preocupación de México por su historial de derechos humanos. En la misma óptica, una investigación
de campo (Specht) encuentra que los Grupos Beta, debido a sus escasos recursos humanos y materiales, no
tienen la capacidad ni de patrullar sus zonas ni de salvaguardar a los migrantes efectivamente. No obstante,
sus estadísticas maquilladas le permiten al gobierno mexicano demostrar su compromiso con la protección
de migrantes. En el mismo tenor, el estudio manifiesta que los Grupos Beta reúnen información sobre las
rutas migratorias y quienes las transitan que les sirve a los agentes del INM en sus acciones de contención y
disuasión de la migración irregular.
Gran parte de los informes de las OSC sobre el Instituto exploran las condiciones y el trato en las estaciones
migratorias, señalando que mientras la infraestructura presenta mejoras, persisten los vicios en la actua-
ción hacia las personas detenidas. Un trabajo (Sin Fronteras, Perspectiva jurídica) reconoce que ciertas pro-
blemáticas –tal como el acceso de observadores independientes– radican en las normas que regulan estas
instalaciones, pero insiste en que las diversas irregularidades están asociadas a la realidad operativa de las
estaciones migratorias. En este sentido, los reportes exhiben no sólo las constantes violaciones al debido
proceso, sino también deficiencias en el servicio médico y apoyo psicológico, las condiciones de higiene, la
calidad de la comida5 e incluso la incidencia de actividades ilícitas como la extorsión o el ingreso de drogas
(ver Sin Fronteras, Perspectiva jurídica).
En su conjunto, las mencionadas obras hablan de las dificultades metodológicas de obtener información
sobre el INM, particularmente sus centros de detención. Debido a que el acceso a dichas instalaciones y los
migrantes ahí detenidos está restringido, el tamaño de la muestra es limitado, por lo cual los estudios que do-
cumentan malas conductas por parte de elementos del INM no pueden considerarse representativos. Aun así,
aportan valiosos conocimientos sobre las prácticas nocivas en las que incurren agentes migratorios. Indican
además que la documentación continua de abusos y actos de corrupción no ha provocado cambios funda-
mentales en la gestión institucional y migratoria. Si bien los textos reconocen que la actual política migratoria
influye en la ocurrencia de violaciones a los derechos humanos, suelen preocuparse por exponer éstas y no
por emprender análisis profundos de los factores institucionales que las propician. No es sorprendente que
las recomendaciones emanadas de los anteriores estudios están dirigidas a lograr reformas legislativas o ac-
ciones puntuales como mejoras en las estaciones migratorias, capacitaciones, sanciones, normas sobre el uso
de la fuerza o límites a las facultades discrecionales de los agentes. Pocas recomendaciones buscan fortalecer
5 Ver CDH “Fray Matías de Córdova”, Informe sobre derechos humanos, Segundo informe sobre derechos humanos; CNDH; Sin Fronteras,
Situación de los derechos humanos; Sin Fronteras e INCEDES; Valverde Hernández.
La rendición de cuentas
A fin de apreciar las deficiencias estructurales del INM, y la manera en que éstas se podrían enfrentar, la in-
vestigación tomó como su marco analítico la rendición de cuentas. El concepto de la rendición de cuentas se
refiere a una relación entre por lo menos dos sujetos en la que el primero (A) está obligado a informar, explicar
y justificar sobre un determinado asunto (una acción, una decisión, una omisión previas) al segundo (B) que
delibera, evalúa y sanciona al sujeto A según corresponda (ver López Ayllón y Merino 1-2). La supervisión y
la sanción efectivas juegan un papel importante en la estructura de incentivos que contribuye a que las re-
glas formales se acaten. Si la rendición de cuentas expone conductas inapropiadas sin imponer los castigos
correspondientes, termina convirtiéndose en un acto de simulación más que en una restricción real al poder
(ver Schedler 16). Por consiguiente, la inclusión de un sujeto C (los ciudadanos) resulta imprescindible para
impedir que las responsabilidades de rendición de cuentas se incumplan (ver López Ayllón y Merino 7).
La rendición de cuentas está intrínsecamente ligada a los conceptos de transparencia y acceso a la informa-
ción. La transparencia supone el acceso a la información pública, y la rendición de cuentas es imposible en
un entorno de opacidad y de ocultamiento de la información pública. No obstante, este esquema se complica
cuando el asunto sobre el que hay que rendir cuentas es considerado un tema de seguridad nacional. Mien-
tras la transparencia busca proporcionarles a los ciudadanos más y mejor información, la seguridad nacional
busca restringir el acceso a ciertos datos gubernamentales para impedir la subversión de la ley o acciones que
dañen el interés público.
Frecuentemente la reserva de información relativa a la seguridad nacional está motivada por intereses polí-
ticos y burocráticos, tales como la divulgación de actos de ineficiencia, omisión o corrupción o el escrutinio
público de ciertas acciones o decisiones (ver Guerrero Gutiérrez 24-25). Para evitar la discrecionalidad en la
clasificación de la información bajo el argumento de la seguridad nacional, en México es necesario demostrar
la existencia de ciertas circunstancias que permiten determinar que la difusión de un documento causaría un
‘daño presente, probable y específico a la seguridad nacional’ (Guerrero Gutiérrez 17). En este sentido, la in-
formación no debería clasificarse si los costos del proceso exceden los beneficios a la nación. Éstos incluirían,
por ejemplo, la facilitación de denuncias o intervenciones en casos de presuntos actos ilícitos o violaciones a
los derechos humanos (ver Guerrero Gutiérrez 29-32).
En términos generales, la rendición de cuentas se requiere para delimitar el poder, limitar las arbitrariedades
así como prevenir y remediar los abusos del poder (ver Guerrero Gutiérrez 12). En palabras de López Ayllón y
Merino, “[l]a rendición de cuentas es un antídoto contra la impunidad” (2). Existen dos formas de rendición de
cuentas: una primera la constituyen los mecanismos de control interno (el sistema de pesos y contrapesos),
una segunda se refiere a la contraloría social. En México el control interno incluye mecanismos tales como
los anuales informes de labores e informes de gobierno; la Auditoría Superior de la Federación (ASF); los ór-
ganos internos de control (OIC); así como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y su red
de comisiones estatales en las 32 entidades federativas. Todos estos mecanismos padecen de limitaciones
en cuanto a impacto, recursos y desempeño (Pardo 32, 53, 63), mientras la CNDH es una burocracia de dere-
chos humanos que no actúa con la debida independencia en la defensa de los derechos humanos (ver Wolf,
Diagnóstico 46).
A la inversa, la contraloría social supone que la participación ciudadana puede ayudar a fortalecer la ren-
dición de cuentas del gobierno si ésta se da no sólo a las instancias formales de control, sino también a la
sociedad (Pardo 66). Las cuatro principales formas en que las dependencias del gobierno federal mexicano
No obstante, la rendición de cuentas cobra especial importancia en instancias encargadas de hacer cumplir
la ley, como el INM, debido a que sus agentes están facultados para detener y someter, poniendo en riesgo la
integridad física, mental y emocional de las personas. El potencial de abuso, de ineficiencia o de corrupción
suele radicar en la amplia discrecionalidad con la cual actúan los agentes, así como en la opacidad de sus
decisiones cotidianas. La poca visibilidad y escrutinio externo que rodean gran parte de la labor de los servi-
dores públicos del INM significan que es vital examinar, supervisar y ‘burocratizar la discrecionalidad’ (Varenik
25) actualmente existente. En otras palabras, deben crearse una serie de controles institucionales y sociales
que regulen el ejercicio de la discrecionalidad y limiten la mala conducta.
Un acontecimiento con amplias repercusiones se dio el 18 de mayo de 2005 con la designación del INM como
instancia de seguridad nacional. La adopción de ese enfoque impactaría no sólo la capacitación de los agen-
tes, sino también el acceso a la información y a las estaciones migratorias. Por un lado, argumentando un
probable perjuicio a su operatividad o a la seguridad nacional, el Instituto tiende a reservar datos públicos
sobre su personal y los centros de detención. Por otro lado, si bien permite la entrada a las estaciones migra-
ciones para organismos estatales de derechos humanos y refugiados, salvo excepciones está prohibida para
periodistas, y dificilmente se logra para abogados y organizaciones de la sociedad civil. Estas últimas buscan
realizar un monitoreo de derechos humanos y brindar asesoría jurídica a los migrantes detenidos, pero en
estos intentos se han topado con diversos tropiezos y restricciones.
El INM tiene por objeto la planeación y ejecución de los servicios migratorios así como la coordinación con
otras dependencias de la Administración Pública Federal con atribuciones en el tema migratorio. El Instituto
es dirigido por un Comisionado, quien es nombrado por el Presidente de la República y debería mantener
una estrecha relación con el Subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos (SPMAR). Este
funcionario, a su vez, es el responsable de definir y dirigir la política migratoria y también es designado por
el Presidente de la República. A lo largo de los 20 años de su existencia, el Instituto ha tenido 15 titulares
quienes –en su mayoría– no se destacaron por sus conocimientos de migración o derechos humanos, ni
mostraron un verdadero compromiso con el fortalecimiento del INM y su cultura organizacional. Ostentando
un cargo que les podía servir como en su carrera profesional y política, los Comisionados generalmente se
En la actualidad el INM ejerce su labor mediante una estructura administrativa que comprende 32 Delega-
ciones Federales cuya autonomía les confiere un amplio margen de discrecionalidad. Las acciones que se
toman, y el trato que se decide dar a los migrantes, dependen más del estilo personal de los Delegados y de
la interpretación de sus atribuciones, que de una política y gestión migratoria acordada a nivel central. Es
por esta razón que existe gran variabilidad en el desempeño y los estándares de atención en las distintas
jurisdicciones. Al 14 de marzo de 2013, el INM contaba con un total de 5,875 plazas autorizadas (ver Wolf,
Diagnóstico 30), aunque –dependiendo del resultado de las depuraciones y el reclutamiento– no todas están
necesariamente ocupadas.
El reclutamiento
Hasta la fecha el INM no cuenta con un Servicio Profesional de Carrera que existe para algunas dependencias
de la Administración Pública Federal. Ese sistema constituye un mecanismo para garantizar la igualdad de
oportunidades en el acceso a la función pública con base en el mérito. El ingreso al sistema se da a través de
un concurso de selección, y tanto el nombramiento como la remoción pueden producirse únicamente bajo los
procedimientos previstos por la Ley. En vista de la rigurosidad que el servicio profesional de carrera ofrece en
las áreas de reclutamiento, selección y nombramiento, capacitación y evaluación, sería recomendable que el
INM lo instaure. Una reforma a la Ley de Migración del 7 de junio de 2013 estableció un Servicio Profesional
de Carrera Migratoria o ‘mecanismo que garantiza la igualdad de oportunidades para el ingreso, permanencia
y desarrollo de los servidores públicos con cargos de confianza del Instituto.’ Sin embargo, el Reglamento
correspondiente se adecuó apenas el 23 de mayo de 2014, y por el momento se desconocen los avances que
se hayan emprendido para instrumentar dicho Servicio.
Aunque la incorporación al INM en teoría ocurre mediante convocatoria y concurso, la institución no posee
criterios respecto de la apertura de convocatorias y/o concursos para acceder a un puesto. Ciertamente el
personal de confianza llega por invitación de una persona ya contratada por el Instituto, tal como un Delega-
do, y no por convocatoria y posterior participación en un concurso. Independientemente de cuán extensa sea
esta práctica, el riesgo es que el reclutamiento no esté basado exclusivamente en el mérito y los empleados
no tengan los conocimientos y habilidades acordes a su perfil de puesto.
De hecho, los perfiles de puesto proporcionados por el INM dejan ver que éstos son muy poco específicos. Se
pide Licenciatura en el área de conocimiento requerido, pero en ningún caso se aclara en qué debe consistir
el conocimiento requerido. Además, se omiten las habilidades y aspectos como responsabilidades (cadena de
mando, coordinación y supervisión, económica, por seguridad de otros, por información confidencial), esfuer-
zo (mental, físico, presión de tiempo), y las condiciones (riesgo, horario). A la inversa, existen incongruencias
entre ciertos perfiles de puesto. Por ejemplo, el “Grupo 4” (Licenciatura con título más dos años de experien-
cia) incluye tanto un Chofer como el Jefe del Departamento de Asuntos Jurídicos y el Jefe del Departamento
de Control y Seguridad de Formas Migratorias, quienes realizan funciones más extensas e importantes que un
piloto. Más grave aún, los requisitos considerados deseables para un Chofer sobrepasan los de un Agente de
Protección al Migrante y de un Agente Federal de Migración, quienes están incluidos en el “Grupo 5” (Técnico
Superior Universitario/Pasante de Licenciatura/ Licenciatura Titulado más cero años de experiencia).
Respecto del nivel académico del personal, la información brindada indica que 1% ha concluido únicamente
la primaria, mientras otro 1% posee un título posgrado. Un 5% de la plantilla ha terminado la secundaria, y la
gran mayoría completó o la preparatoria (42%) o la licenciatura (41%) (ver Wolf, Diagnóstico 127). Los datos
disponibles arrojan que los agentes y funcionarios del INM parecen estar relativamente bien preparados
Usualmente, los nombramientos de los Comisionados y sus subordinados responden a razones como la perte-
nencia partidaria, amistades, grupos de compadrazgos o familiares. Un análisis de los currículums de los Dele-
gados Regionales (hoy Federales) del año 2004 arroja que el nivel educativo predominante es la licenciatura.
Casi la mitad estudió Derecho, y algunos cursaron carreras de las ciencias sociales afines al tema migratorio
(Trabajo Social, Psicología, Relaciones Internacionales). Otros, sin embargo, se instruyeron en materias que
poco o nada tienen que ver con el quehacer migratorio (Arqueología, Ingeniería Mecánica Electricista, Medi-
cina Quirúrgica Partera, Medicina Veterinaria).
Los Delegados estuvieron insertos en cinco principales ramos profesionales: en alguno de los tres poderes
del Estado, el sector privado, el sector académico, cargos partidistas, el mismo INM o una combinación de
lo anterior. La gran mayoría había desempeñado algún cargo estatal, sobre todo en las áreas de seguridad
pública y procuración de justicia, desarrollo urbano, turismo, bienestar social y trabajo, pero rara vez en de-
rechos humanos. El ejercicio, aunque limitado por restricciones de tiempo, ayuda a comprender el grado de
preparación y especialización del que disponen los altos funcionarios del Instituto. Claramente, en muchos
casos estos aportes son de reducida utilidad en la función migratoria. Más bien, el desconocimiento que estas
personas, muy probablemente, tienen de la estructura y de la labor del INM afecta forzosamente su gestión
delegacional y las operaciones que realizan sus subordinados.
La capacitación
El INM no cuenta con un programa de formación inicial. Es decir, previo al ingreso al servicio no se instruye
al personal, sólo posterior a la contratación se ofrecen una inducción y capacitaciones en distintos temas.
En 2008 se elaboró una propuesta para la creación de una Academia de Capacitación. Dicha institución
pretendía ampliar la cobertura y profundizar la calidad de la capacitación brindada a todos los servidores
públicos del INM, atendiendo primordialmente a las necesidades de capacitación especializada que requieren
los Agentes Federales de Migración y los integrantes de los Grupos Beta. La Academia habría permitido un
salto cualitativo en la profesionalización del personal y la generación de un compromiso de servicio; la estan-
darización de los conocimientos del personal y la formación de instructores especializados en diversos temas;
ahorros respecto a la contratación de espacios y viáticos; y prescindir de ajustarse a los horarios y condicio-
nes de instituciones externas. El proyecto nunca se concretó debido a la falta de recursos, pero merecería ser
retomado ya que a largo plazo contribuiría a robustecer el desempeño de los agentes.
Las capacitaciones que ofrece el Instituto –de forma presencial o en línea– abordan tres ejes: competencias
específicas (como la detección de documentación falsa, la Ley de Migración, técnicas de entrevista), transver-
sales (como búsqueda, salvamento y combate de fuego, los derechos humanos de los migrantes, ortografía y
redacción) y de desarrollo humano (la inducción al INM, liderazgo, idiomas, etc.). La primera categoría parece
cobrar la mayor relevancia, según indica el número de cursos y participantes (ver Wolf, Diagnóstico 145). En
particular, es notable el interés del INM en los temas de defensa personal y manejo de crisis, pero también
en inteligencia policial y técnicas de entrevista, sobre todo la técnica REID aplicada a la entrevista y el inte-
rrogatorio. Esta última es empleada por muchas policías, sobre todo en Estados Unidos. Sin embargo, su uso
es controvertido y hasta prohibido en algunos países, porque parte del supuesto de que el sospechoso es
culpable del crimen del que se le acusa, además de producir fácilmente confesiones falsas. Del mismo modo,
llama la atención el tema de inteligencia policial considerando que la labor del INM es principalmente admi-
nistrativa. Paradójicamente, aún cuando el Instituto instruye a sus agentes en temas policiales, no contempla
la introducción de un protocolo que regule el uso de la fuerza bajo el argumento que los agentes no están
Si bien el INM le ofrece a su personal una amplia gama de cursos en distintos temas, sorprende el tiempo
dedicado a la instrucción. Mientras los cursos de protección a niños, niñas y adolescentes migrantes o de
defensa personal e inteligencia policial son de entre 40 y 45 horas, otros oscilan entre 12 o 15 horas, y muchos
apenas se realizan entre cuatro y ocho horas. De manera excepcional, los cursos de idiomas duran más de
100 horas.
La información disponible respecto de los criterios de selección de los participantes en cursos de capacita-
ción es confusa. Un diagnóstico elaborado para el proyecto de la Academia reconoce que el personal del INM
puede asistir a cursos de capacitación por: a) libre elección, es decir, cuando tenga interés en algún curso;
o b) por asignación del jefe, quien determina qué personal debe asistir a algún curso. El documento refiere
que generalmente no existen criterios establecidos en los que el superior pueda basar su decisión, por lo cual
se llegan a programar cursos que en última instancia resultan poco útiles al personal. Sin embargo, según la
Dirección de Capacitación Migratoria del INM los servidores públicos del Instituto cursan capacitaciones con
base en las funciones que desempeñan. En otras palabras, el personal se puede inscribir a cursos que tengan
relación con la labor que ejercen en ese momento. Esto podría impedir que los agentes tomen cursos que
les permitan adquirir conocimientos y desarrollar habilidades requeridos para ejercer un cargo superior en
el futuro. El hecho de que el número de participantes supere el número de servidores públicos que tuvieron
acceso a capacitaciones (ver Wolf, ¿Qué aprenden los agentes? 3), sugiere que no existen criterios claros de
selección de participantes.
Según datos oficiales, el INM ha destinado recursos considerables a capacitaciones. Entre 1999 y 2012, los
años para los que existe información pública al respecto, el Instituto gastó un total de MX$22,355,291.00
para cursos y talleres (ver Wolf, Diagnóstico 148). Sin embargo, no queda claro hasta qué punto esta inversión
ha contribuido a la profesionalización del Instituto y su personal, ya que –salvo ciertas excepciones– no se
aplican exámenes de conocimiento ni evaluaciones que midan si y cómo los agentes aplican lo aprendido en
su quehacer diario.
En lugar de exámenes de conocimientos, los participantes –mediante una breve apreciación– evalúan las
capacitaciones. Resulta evidente que estos ejercicios son altamente subjetivos, ya que esencialmente reco-
gen la valoración que los mismos participantes hacen de las capacitaciones recibidas. Por consiguiente, se
ignora cuánto aprendió cada persona. Tal desconocimiento implica que las posibles lagunas de pericia po-
drían afectar la calidad de la labor que realiza el personal. Asimismo, se observa la ausencia de un sistema de
seguimiento que permita constatar hasta qué punto o de qué manera los participantes aplican lo aprendido
en su quehacer diario. La evaluación de seguimiento, contemplada pero hasta la fecha no implementada, se
daría –de forma aleatoria– a través de la aplicación de una evaluación escrita, dos meses después de terminar
el curso a fin de evidenciar la aplicación de los aprendizajes adquiridos y el beneficio que éstos reportan para
la labor de los agentes.
La supervisión
La investigación buscó estudiar el sistema de supervisión vigente sobre las actividades que deben cumplir los
agentes migratorios en el ejercicio de su encargo. El INM confirmó la inexistencia de dicho sistema. Indicó, sin
embargo, que los Delegados Federales son los funcionarios designados para administrar toda la operación
migratoria en la entidad que representan, y por lo tanto, son responsables de vigilar el cumplimiento de las
tareas encomendadas a los agentes. El INM supone que es factible que los Delegados ejerzan este papel, ya
que pretende asignar a estos cargos a personas íntegras y facultadas para verificar y asegurar que los proce-
dimientos se cumplan de forma debida. No obstante, la posibilidad de lograrlo depende inevitablemente de
Los informes ejecutivos de las auditorías aplicadas por el Órgano Interno de Control en el INM dan cuenta de
una serie de prácticas indebidas que, a lo largo de los años, se han dado en distintas unidades administrativas
del Instituto, tanto a nivel central como a nivel de las Delegaciones Federales. El resultante panorama muestra
cómo las debilidades existentes en la supervisión y los controles internos permiten prácticas tan alarmantes
como la contratación de personas que no reúnen el perfil de puesto, irregularidades en los trámites, el desvío
de fondos, y deficiencias en las estaciones migratorias, como por ejemplo la falta de higiene, la mala calidad
en el suministro de alimentos, y la falta de control en el manejo de medicamentos. La ausencia de un eficaz
sistema de supervisión es una de las mayores debilidades del INM y permite, en gran medida, que diversos
actos de corrupción y violaciones a los derechos de los migrantes sigan dándose con impunidad.
Las sanciones
Según la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos, los servidores públicos
que incumplan sus obligaciones serán sancionados por el Órgano Interno de Control de la dependencia en
cuestión. Según el Artículo 13 de la Ley, las sentencias por falta administrativa consisten en a) amonestación
privada o pública; b) suspensión del empleo, cargo o comisión por un periodo no menor de tres días ni mayor
a un año; c) destitución del puesto; d) sanción económica; o e) inhabilitación temporal (de entre 3 meses y 20
años) para desempeñar empleos, cargos o comisiones en el servicio público.
El INM realiza dos medidas claves para crear y mantener ciertos estándares de integridad: las rotaciones y
los controles de confianza. Las rotaciones se efectúan con cierta frecuencia, en ciertos lugares incluso cada
15 días, a fin de minimizar las posibilidades de corrupción. Sin embargo, las rotaciones periódicas son inefi-
caces, no sólo porque minan la profesionalización de las personas y de la institución, sino también porque
la rotación de personas que han incurrido en actos de corrupción, no hace más que propagar la impunidad
dentro del Instituto.
La segunda medida, los exámenes de control de confianza, son aplicados por el recién establecido Centro de
Evaluación y Control de Confianza del INM. Su limitación más importante es la mecanización de los exámenes
poligráficos, la cual se debe a la necesidad de realizar muchas pruebas dentro de poco tiempo. El corolario es
que no se hacen pruebas específicas que evaluarían los riesgos que se dan en determinadas áreas de trabajo
y lugares del país, por lo cual se pierde la calidad de la prueba. Por consiguiente, se producen muchos resul-
tados inconclusos, y el INM no puede estar seguro de contar con el personal idóneo. Además, las lagunas
legales existentes permiten que los servidores públicos, aunque reprueben una parte de los exámenes, pue-
den –por decisión de sus superiores– ser mantenidos en sus puestos.
Con su preferencia sistemática por la renuncia, el INM sortea largas investigaciones, evita el pago de indem-
nizaciones, y puede cubrir la plaza vacante dentro de poco tiempo. Sin embargo, la consecuencia radica en
que las prácticas que produjeron la separación del cargo quedan en la impunidad. Nada evita que el servidor
público implicado no vuelva a cometer actos similares en otras instituciones. Asimismo, es probable que la
práctica sujeta a sanción vuelva a repetirse en la dependencia que haya omitido aplicar sanciones y publicitar
la penalización de prácticas nocivas.
Conclusiones
Para que México logre construir una política y gestión migratoria que sea más integral y evite alimentar el ciclo
de migraciones y deportaciones, debería dejar de ver el fenómeno desde la óptica de la seguridad nacional. El
INM, por su parte, necesita emprender –con la debida transparencia– una reestructuración que vaya más allá
de ajustes en su organigrama y produzca una institución más profesional, honesta y ética. En este contexto,
el INM debería establecer un servicio profesional de carrera y una academia de capacitación, implementar sis-
temas efectivos de supervisión y sanción, crear un protocolo sobre el uso de la fuerza, y reducir los márgenes
de discrecionalidad de las Delegaciones Federales. Asimismo, es imprescindible la creación de una instancia
ciudadana de vigilancia externa sobre el Instituto para que sus sistemas de rendición de cuentas se amplíen
y se fortalezcan.
Debe aclararse que la rendición de cuentas no busca simplemente castigar a malos elementos del INM, sino
que pretende facilitar el desarrollo de mecanismos que le permitan al INM convertirse en una institución de
aprendizaje e incrementar su efectividad y su legitimidad. Las estrategias más exitosas en la materia sugieren
que la evaluación interna y la reforma de valores y procedimientos deben ser un complemento de la vigilancia
externa (ver Varenik 31). No existe un mecanismo de vigilancia externa modelo, sino distintas opciones que se
distinguen por el objetivo final perseguido (ver Varenik 47). Lo que sí está claro es que alguna combinación de
controles internos y externos no sólo es deseable, sino que es necesaria.
México, por su ubicación geográfica y mientras no cambien las condiciones de vida en los países expulsores
de migrantes, siempre estará sujeto a las presiones que generan la transmigración y la agenda política y de se-
guridad de Estados Unidos. Por consiguiente, es inevitable que los gobiernos en la región aborden los factores
de empuje –sobre todo la falta de oportunidades, la violencia, el acoso pandilleril– y desarrollen una política
migratoria alternativa a la existente: una política regional, que no esté enfocada –con gran costo pero escaso
efecto– en el freno de la migración indocumentada, y que aplique alternativas a la detención.
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Para la crítica de antaño, el tema de la frontera en las obras literarias tenía que obedecer a los patrones esta-
blecidos: o servía para escribir literatura negra o policial, resaltando su peligrosidad, su estatus de tierra de
nadie en la que vivían los criminales, los pervertidos y los ilegales o era un espacio de transición migratoria.
La literatura negra provenía casi siempre de la pluma anglosajona; en el segundo caso, casi exclusivamente de
los chicanos (Trujillo 84), que vieron la línea fronteriza como un obstáculo ya superado.
Así, se puede observar que hasta muy entrados los años 90 prevalecía el problema de distinción entre la
literatura producida allende la línea divisoria y las obras que se ocupaban de la situación aquende la barda
metálica. Todo se fusionaba en el término de literatura de la frontera o borderlands, aunque hay una dife-
rencia visible: los escritores chicanos hablan de experiencias pasadas en su cruce de frontera, los escritores
de la frontera norte de México tematizan su devenir diario; los chicanos rememoran y añoran su tierra natal
y tratan de asentarse en tierras extranjeras, los mexicanos en la frontera norte de México se abocan entre
otros, a los casos de los náufragos en la frontera, a aquellos que no logran cumplirse el sueño americano y de
una u otra manera, a la convivencia de la gente con una valla de metal.
1 Luis Humberto Crosthwaite , escritor nacido el 28 de febrero de 1962 en Tijuana, Baja California. Fundador del proyecto Ediciones Yoremito.
Ha sido coordinador editorial del Centro de Artes Escénicas del Noroeste (1998-2002). Columnista de The San Diego Union-Tribune (EUA).
Colaborador de Día Siete, Milenio Diario, y Reforma. Becario del FONCA, 1990; FOECA, 1995; y SNCA, 2001. Premio Nacional de Testimo-
nio Chihuahua 1992 por Lo que estará en mi corazón. Premio Nacional Décimo Aniversario del CTE 1993 por No quiero escribir, no quiero.
Entre su obra publicada tiene cuentos: Marcela y el rey al fin juntos (1988); Mujeres en traje de baño (1991); No quiero escribir, no quiero
(1993); Estrella de la calle sexta (2000); Instrucciones para cruzar la frontera (2002). Novelas: La luna será siempre un amor difícil (1991);
El gran preténder (1992); Idos de mente (2001); Aparta de mí este cáliz (2009); Tijuana: crimen y olvido (2011).
Otro factor que contribuyó al ninguneo de la literatura de la frontera hasta finales del siglo XX fue el mar-
cado centralismo cultural, que impedía que los autores de las distintas regiones fueran considerados como
representantes de la literatura mexicana y sirvieran solamente como ejemplo de cierta literatura regional o
marginal. En un principio fue la geografía la que marcaba la diferencia en las obras con respecto a las del
centro, por lo que se subsumaron bajo el rubro de literatura del desierto. Esta clasificación le fue adjudicada
entre otros, a Jesús Gardea (1939-2001), quien en sus obras recreó su pueblo natal ubicado en el desierto,
Delicias, convirtiéndolo en el mítico Placeres, donde el desierto y el sol rigen la vida/muerte de sus habitantes
(ver Espinosa). El desierto y el espacio geográfico de la frontera se tematiza también en algunas obras de
escritores como Federico Campbell, Daniel Sada, Luis Humberto Crosthwaite, Rosina Conde, Antonio Parra,
Heriberto Yépez, David Toscana, para mencionar a algunos. Sin embargo, aunque la geografía como tal juega
un papel importante en las obras, no se les puede reducir al costumbrismo o paisajismo de su región. Su en-
torno sirve más bien de telón de fondo para desarrollar sus tramas individuales o colectivas. Ellos han logrado
incursionar en el mercado local y extranjero (ver Trujillo 86) y han contribuido a que se siga desarrollando a lo
largo de la frontera, en ciudades como Mexicali, Nuevo Laredo, Ciudad Juárez, Monterrey, Tijuana, Hermosillo
o Matamoros, una escena artística ultramoderna (ver Trujillo 86), que aprovecha todos los medios, también
el ciberespacio, para derramar su creatividad.
¿Se puede hablar de una literatura marginal, regional o menor? En sus reflexiones acerca de las “literaturas
menores”, Gilles Deleuze y Félix Guattari consideran una literatura menor aquella literatura que produce una
minoría dentro de una lengua mayor. Le adjudican las siguientes tres características: el idioma se ve afecta-
do por un fuerte coeficiente de desterritorialización; la articulación de lo individual en lo inmediato político;
el dispositivo colectivo de la enunciación (ver Deleuze y Guattari 31). Esto es, “menor” no califica a ciertas
literaturas, sino las condiciones revolucionarias de cualquier literatura en el seno de lo mayor o establecido;
“encontrar su propio subdesarrollo, su propia jerga, su propio tercer mundo, su propio desierto” (Deleuze y
Guattari 33). El elemento que más utilizaron los escritores de la frontera norte de México para deslindarse
del centro cultural mexicano ha sido la desterritorialización de la lengua, en tanto ésta, llevada hacia los
márgenes, tuvo como consecuencia, en palabras de Deleuze y Guattari, una reterritorialización del sentido.
La lengua se llenó de elementos lingüísticos “intensivos” o “tensores” que transformaron la lengua mayor, la
revolucionaron para crear una forma de pensar, de actuar, de sentir y de hablar derivadas de su medio, en una
lucha constante contra el medio y la cultura gringa.
Literatura menor, en tanto es una literatura menospreciada y porque se ha rebelado contra la idiosincrasia
centralista mexicana, se ha liberado muy tempranamente de ideologías identitarias y se ha arrojado a crear
experimentando con la lengua en su medio fronterizo, fundando su propio imaginario.
En muchos casos se ha calificado de “híbrida” la cultura que se desarrolla de este lado de la frontera. Así se
pueden encontrar interpretaciones de este espacio fronterizo como un terreno de la hibridación entre dos cul-
turas: “Se ha convertido a Tijuana en sinónimo de esta mezcolanza ‘sui generis’. Burros-cebras, espanglish, si-
mulacro posmexicano […]. La primera trampa de este juego de discursos es que sobreestetiza las identidades
tijuanenses, pretende descifrarlas a través de su look, de su antropología visual o fenomenología […]” (Yépez
49). El problema de estas perspectivas sobre el espacio fronterizo es que se limitan a auscultar la superficie,
donde se podrán encontrar elementos de fusión. Sin embargo, pese a la cercanía y al constante intercambio,
los escritores fronterizos no han tenido en mente apropiarse de la cultura norteamericana o fusionar con ella.
Al contrario, buscan poner de relieve las contradicciones que prevalecen entre las dos culturas utilizando para
ello la exploración de los lugares “alógenos, disparejos y opuestos” (Yépez 16). Más que de una hibridación, se
podría hablar de una carnavalización, en el sentido que le diera Bajtin: “la carnavalización es un proceso cul-
tural más-allá de la mezcla, porque por la carnavalización se exagera, colecciona, recontextualiza no sólo los
fragmentos elegidos o jalados de la cultura sino también al sujeto o colectividad activa” (Yépez 17). Heriberto
Yépez le niega a la cultura fronteriza un factor sintetizador, porque no quiere fusionarse, sino entrar en juego
con la otra cultura y lo que expresa son sus polaridades: “La frontera no se define por su fusión sino por su
fisión” (Yépez 19).
Al superar la hibridación, a la cultura y, en nuestro caso, a la literatura fronteriza le vendría como anillo al
dedo la llamada identidad relacional concebida por Edouard Glissant (ver Mackenbach 2015 11). El funda-
mento de dicha identidad es su carácter heterogéneo y contradictorio al entrar en trato con otra cultura u
otro sujeto. “Una identidad relacional que se encuentra entretejida, no con el mito de la creación, sino con lo
consciente y contradictoriamente vivido de los contactos de cultura” (Ette 356).
El instructivo es en sí una parodia, donde los consejos son lugares comunes. Nadie que esté en sus cabales
querrá pasar la frontera sin pasaporte o sin un comportamiento respetuoso frente a los oficiales. Sin embar-
go, también es una carnavalización del contacto entre el agente de Migración o de Aduanas y sus arbitrarieda-
des y la diminuta contraparte que es el individuo, donde impera la exageración. Aquí unos cuantos ejemplos:
“No obstante, si recibes un llamado poderoso – como de sirenas, como de imán […]” (13). “Lo más apropiado
es estar convencido de que ellos son seres omnipotentes, deidades, césares caprichosos capaces de arrojarte
de su imperio. Lo mejor es entregarte a sus designios” (16). Como en un cómic se torna de enorme tamaño el
dedo que en los letreros en la garita levanta el tío Sam en señal de interdicción.
Sin embargo, remarca el instructor, hay gente que quiere atravesar la frontera de otra forma. Para ellos,
“trasponer la frontera es un arte” (16). Son “personas de alma aventurera [que] prefieren hacerlo por espacios
remotos, de difícil acceso; lugares que son custodiados con recelo por los más amplios recursos tecnológicos,
helicópteros y patrullas ansiosas de comenzar la cacería” (16). Para ellos tienen que valer otra serie de reco-
mendaciones, que ya no nos ofrece. Se nos invita en cambio, a presenciar en el cuento “Muerte y esperanza en
la frontera norte”, la suerte que corren los migrantes en la frontera y en su forma de desplegarlo tiene visos de
la gran novela de migración The Grapes of Wrath de John Steinbeck, en la que los capítulos introductorios a la
trama principal, presentan en cuadros sinópticos el gran sueño de los migrantes de cambiar su mísera suerte.
Crosthwaite quiere atribuirle un carácter más objetivo a los ejemplos fracasados de inmigración al recurrir por
un lado a la propaganda de boca a boca que incita a los individuos, no importa de qué caserío en la República
provengan, a arriesgar su vida para cumplirse su sueño. Encuentran la muerte a causa de las inclemencias del
tiempo y el agreste entorno geográfico, a los que se ven expuestos cuando ven frustrados sus intentos de tras-
pasar la frontera entre Tijuana y San Diego después de la aplicación de la Operación Guardián (Gatekeeper)
en 1994. Para dotar de objetividad a su relato, incluye notas periodísticas que dan fe de los hechos. Las tra-
gedias suceden en Sábado de Gloria, 3 de abril y se extienden hasta el sábado siguiente, donde se cierra el
círculo con nueva gente que arriba a Tijuana y todo se repite después de los puntos suspensivos con los que el
autor termina su relato. Que las muertes sucedan en Sábado de Gloria es la antinomia con la que subraya aún
más la infortunada convivencia de migrantes y políticas de migración como la Operación Guardián, porque lo
que podría ser resurrección se convierte en muerte, lo que podría ser gloria, se convierte en fracaso.
La convivencia en la diferencia con la frontera es el núcleo del relato La silla vacía. Mas, no es solamente una
valla material, una exo-frontera, sino también una limitante interna, una endo-frontera3, que impide que un
sujeto de nombre ZZZ pueda encontrar su plenitud. La encarnación de la Frontera en una silla vacía (FNT),
que por su importancia se escribe con mayúscula, en una sesión psicoterapeuta que ZZZ tiene con AAA y
la consecuente intervención de FNT a través de la figura de ZZZ tiene como consecuencia que el sujeto se
El contacto es reconocer y hacer frente a otro, a lo que es diferente, nuevo o extraño. No es un estado
en el que nos encontremos o no […] sino que es una actividad: yo establezco contacto en el límite entre
el otro y yo. La frontera es la zona en la que nos juntamos y simultáneamente sentimos que somos
seres separados (Yépez 22).
Estas palabras externadas por Laura Perls en Viviendo en los límites se vuelven a encontrar entre otros, en
las relaciones amorosas del protagonista (ver Crosthwaite 103). Un acercamiento más al relato podría ser el
descubrimiento del carácter polisémico del enunciado “frontera”, por un lado una frontera física y palpable,
por el otro una frontera moral entre el bien y el mal. Límites en la infancia aceptados sin chistar, se convierten
en obstáculos insuperables para el adolescente y en el adulto, en una confluencia, en una relación de integra-
ción y pérdida de fronteras. Pero, ¿es eso lo que quiere el protagonista? El final abierto del relato mantiene en
suspenso al lector, el secreto únicamente lo sabrá la silla vacía.
La desarticulación de la convivencia entre individuos que quieren pasar la frontera por la garita y se ven ex-
puestos al sol, al calor y a las arbitrariedades de los agentes de migración se perfila en La fila. También aquí
Crosthwaite se sirve de un humor muy agudo para describirnos la lenta desesperación de la gente en los co-
ches al ver que su fila no avanza y el consecuente desorden que se arma cuando se abandona la cola, porque
una vez fuera de ella, ya no hay posibilidad de incorporarse. En el epígrafe, Crosthwaite utiliza dos líneas de
la canción Long Line of Cars del grupo Cake, “a long line of cars is all because of you”. La segunda persona en
singular le sirve al autor para referirse, una vez más, a la frontera. También transpone el ritmo musical de la
canción a su relato cuando repite: “estoy haciendo fila, haciendo fila, estoy haciendo fila para salir del país”
(19). La libertad es el lema de Cake, en Crosthwaite es una especie de enajenación la que lo lleva a deshacerse
de las molestas ataduras de la fila, cuando al final penetra, en un close-up, al ojo del agente de migración
para transportarse a su lugar favorito y, en vez de contestarle las preguntas al oficial, descubre en la playa a
una hermosa mujer.
El hito de la carnavalización de la frontera lo marca la Misa fronteriza, aparecida por primera vez en la revista
colombiana Malpensante, edición de julio de 2003 y posteriormente en la antología de Lolita Bosch, a quien
Crosthwaite dedica este escrito. Además es una dedicación a Fáder (father) Martin, porque, según confesión
suya, nada “más lo había hecho por madrearse – un chiste literario que se permitió -, a un amigo sacerdote
de él: ‘mira lo que escribí a partir de lo que tú haces todos los días” (Ochoa). Y la misa, dividida rigurosamente
en 12 incisos que siguen al pie de la letra la liturgia católica, la oficia Luisumberto, ese sujeto rajado por la
frontera, “biseccionado” (167) con su púlpito, una cobija, su libro, una tortilla dura y una botella de tequila.
La primera vez que la presentó en público, él mismo dijo que estaba nervioso y un poco más ebrio de lo que
debía, pero que causó furor y él, con un guiño de ojo que trasluce su cara seria, se sintió como Miguel Bosé
(ver Bosch 31). En sus actuaciones, Crosthwaite es la formalidad en persona, lo que causa vacilación en el
público en vista de que hay resquicios en el texto del que salen el humor negro, el sarcasmo y una polisemia
que lleva a causar risa.
Si en La silla vacía, el autor había personificado la frontera, ahora la convierte en religión. Su dios es el can-
tautor, creador entre otras, de la canción El rey, José Alfredo Jiménez. La ideología que une al fronterizo,
quien le debe su existencia a La Frontera, es el mexican cowboy, encarnado en las bandas musicales norteñas,
mitad americanas por el acordeón y mitad mexicanas por el bajo sexto (ver 176), una guitarra con 6 órdenes
de cuerdas dobles. Esta música le confiere identidad a la gente que se agolpa en la frontera con el único
Un tercer aspecto en esta Misa fronteriza es el destino del migrante. Éste, como ya se había visto en los otros
relatos, es la víctima en este juego del poder contra ilusiones y simulacros. Y así le dedica la eucaristía: Jesús,
el ‘pollero’ – llamados así porque antes la barda fronteriza no era un muro sino sólo un alambre para gallinero
y los que se pasaban la frontera por la malla se les llamaba pollos (ver 169) – parte una tortilla seca y convida
tequila de su botella a los migrantes que iban con él. Los agentes de inmigración los descubren, capturan,
Jesús se da a conocer como el líder y le dan una paliza que lo deja sin vida. Aquí, el oficiante extiende los
brazos, y pronuncia las fatídicas palabras: “Recibe en tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su
nombre, para nuestro bien y el de toda la Santa Frontera. Amén” (187). Pedro, uno de los migrantes niega
tres veces conocer a Jesús y Pablo escribe un corrido sobre los inmigrantes indocumentados y “para gloria
de todos ellos”, los Tigres del Norte lo graban en una canción. Aquí sale a flote ese estilo que se mueve entre
lo cómico y lo patético, entre lo risible y desgarrador que caracteriza muchos de los escritos de Crosthwaite.
Pero Luisumberto, uno de los apóstoles de la religión de la Frontera, se cuestiona si realmente encuentran
allende la frontera esa felicidad, si no es una ilusión que desemboca en decepción. “Dime, cuando ya hayas
logrado cruzar ese muro, dime, ¿es segura la felicidad?” (184). La verdadera identidad de Luisumberto, sujeto
fronterizo es la música rocanrolera y un sombrero stetson que se acaba de comprar, con el que puede expre-
sar todo sin necesidad de recurrir a la palabra:
Sombrero sobre su pecho, sostenido por sus dos manos en señal de respeto. Sombrero levantándose
como para saludar Luis corriendo con sombrero Luis esquivando un golpe sin perder sombrero. Hacien-
do una caravana al público con sombrero en mano […]. Sombrero abajo, brazo recto, mano izquierda
sosteniéndolo: posición del sombrero en la iglesia, durante la misa. Sombrero sobre el corazón: posi-
ción durante una declaración amorosa. Sombrero en la mano, de un lado a otro, abanicándose: función
del sombrero durante un día caluroso (180-181).
El público, porque esta misa se oficia en público y con su participación, prorrumpe en carcajadas cuando con
toda seriedad el autor dice que lo siguiente que va a comprar es un perchero para poder lanzarlo con la mano
derecha y para que caiga perfectamente en el gancho. El sombrero como enlace de convivencia entre la gente,
porque todo mundo conoce sus significados no es, sin embargo, única marca de identidad, hay más “tenso-
res” que arman la vida cotidiana y la identidad de un individuo, de un grupo y de una comarca, como lo es la
fronteriza, donde el todo es más que la suma de sus elementos. La misa fronteriza es, además, un ejemplo
contundente de cómo un escritor logra desintegrar ideologías institucionalizadas, desmitificar y desacralizar
con abierto descaro para liberarse de las fronteras que le vedaban el paso al experimento con sus textos. Es
una abierta subversión, una carnavalización.
4 Crosthwaite no le niega méritos a la música norteña, tal y como lo demuestra en su novela Idos de la mente. La increíble (y a veces) triste
historia de Ramón y Cornelio (2001), donde el subtítulo es un homenaje a García Márquez y la trama recupera la vida del grupo corridista Los
Relámpagos del Norte, a quienes bautiza con el nombre de Relámpagos de Agosto, rindiendo pleitesía a Jorge Ibargüengoitia. (ver Llarena 147).
No es un spanglish que caracteriza al norteño, ni es un elemento que afianza la identidad del fronterizo en
tanto se convierte en un sincretismo de ambas lenguas. Es un artificio literario que crea personajes entra-
ñables en el trato y la comunicación con otros personajes afines a ellos, con los que sienten cierto arraigo.
El Saico (Psycho), cuyo nombre verdadero es José Arnulfo, mecánico de profesión, siempre tuvo problemas
con la autoridad y con excepción de su amigo, Pancho, un intelectual que admira a César Vallejo, “viejito-Va-
llejo-peruano-años-en-la-cárcel-buen-poeta-inventor-albañil” (136), sólo convive con sus amigos de la clica
del barrio. La forma de expresarse del Saico es un acervo de modismos de los años sesenta en los que se
aglomeran palabras como ‘simón’ (claro que sí), ‘me cae’ (creo, así parece), ‘qué onda’ (cómo estás, qué pasa),
‘qué tos’ (que problema) etc., herencia de la llamada “literatura de la onda”, introducida por José Agustín y
Gustavo Sainz (ver Castañón 44). Crosthwaite enriquece este caudal de expresiones con palabras que no se
usan en el centro de México, como por ejemplo ‘ranfla’ para designar un coche viejo, ‘morro’ o ‘morra’, que
significa joven y ‘bato’, nombre coloquial de joven, etc. Además introduce palabras del inglés españolizadas y
las vierte en el papel en su original sonido fonético: el desmóder, (desmadre), Otro Saite (side) etc. Así, en “El
gran pretender”, que se titula así, porque el Saico es amante de la música de los Platters y en especial de la
canción, “The great pretender”, se teje una comunidad que caracteriza su convivencia por la forma de hablar y
de entenderse. Los personajes, a su vez, carecen de nombre, se conocen por sus apodos, la China, el Chemo,
el Mueras y pertenecen al Barrio: El barrio es el Barrio, socio, y el Barrio se respeta. El que no lo respeta hasta
ahí llegó: si es cholo se quemó con la raza, si no es cholo lo madreamos macizo (ver 81)
En un plano más abstracto, el relato se puede considerar polifónico en tanto son muchas las voces que na-
rran las peripecias del Saico. Cada una se expresa con su propia jerga, agregándole a cada voz un círculo de
escuchas que se entienden sobre la base de su forma peculiar de comunicarse.
5 El libro Estrella de la calle sexta (2009), es una colección de 3 narraciones. Una de ellas, “El gran pretender”, había sido publicado con
anterioridad bajo el rubro de novela. Quizás los escritos de Crosthwaite ya no quepan dentro de los cánones genéricos, por lo que en este
ensayo se hablará de relatos.
En conclusión, en cuanto a la lengua en el espacio fronterizo, que muchos investigadores han considerado un
lazo efectivo para definir la identidad de ese territorio, se puede constatar que sirve de lazo de comunicación
a los sujetos inmersos en diferentes grupos culturales que conviven allí, pero no se extiende hacia la interac-
ción entre las diversas agrupaciones. Los “tensores”, de los que se hablaba en un inicio, cumplen su cometido
en la obra de Crosthwaite, pero no se pueden aplicar uno a uno en el espacio fronterizo como tal. El logro y el
mérito de Crosthwaite es haber rescatado de la polifonía existente en Tijuana, de una oralidad sonora, unos
fragmentos que le dan vida a sus personajes, convirtiendo estos “tensores” en material escrito. Así, Villoro
constata: “En sus páginas, el lenguaje siempre trae contrabando en la cajuela. […] distinguir un nuevo espe-
ranto en la rica oralidad de Crosthwaite” (Villoro 94).
La verdadera huella no reside en las plazas comerciales ni en el Centro Cultural. Tijuana siempre estará,
igual, sin mutación alguna – al menos para mí – en los batazos del Boni, en las corretizas de los equipos
contrarios, en la nieve de pistache, en los chamois y saladitos que vendían en la Botica Sher. […] Son los
recuerdos, ese material abstracto, a diferencia de las construcciones, los que permanecen para siempre
y no se incendian (Escribir 17-19)
Esa nostalgia por un pasado irreversible también sale a flote en sus Instrucciones para cruzar la frontera,
donde habla de la “línea”, que sin más se podía cruzar para ir al cine o de compras y los domingos se podían vi-
sitar los familiares que vivían en el otro lado y que ya no hablaban tan bien el español. La realidad es ahora un
“1. Un muro de metal; 2. Un faro; 3. Un obelisco; 4. Una plaza de toros; 5. Unos escusados” (Instrucciones 154).
Un arroyo atraviesa la calle. Algunos morritos salen sin que sus jefas se den cuenta, hacen barcos de
papel. Los barcos se deslizan por el arroyo, entre las piedras, entre el lodo; y si tienes un soldadito de
plástico, lo metes en el barco; y si tienes una canica, y el barco aguanta, metes la canica. El barco se
aleja por los rápidos que se forman cuesta abajo, a veces se detiene, a veces avanza. El soldado se tam-
balea, recupera el equilibrio. Algunos resisten hasta el final del arroyo, hasta la avenida pavimentada;
otros se caen, se ahogan, su vida por la patria. El soldadito muere. (102)
En cuanto a la memoria, podemos descubrir tres diferentes niveles: sobre el pachuco por parte del cholo,
sobre el cholo por parte del bato y los recuerdos del pasado del protagonista mismo. Así, el Pancho, amigo
del Saico y procedente de Tecate – los tecas son otra onda, quién los entiende (135) - rememora el pasado;
“habla de otros tiempos, de los pachucos (buenos tiempos cuando la raza sí era gruesa y no se andaba con
pendejadas, lo único importante era tu jaina y tu ranfla, loco, lo demás podía pasar a tu lado y a ti no tenía
por qué importarte, no era tu onda). Coches y mujeres y presumirlos, ese era el quehacer del pachuco” (136).
La remembranza de los cholos por parte de los batos está llena de admiración. Estilizan al Saico hasta con-
vertirlo en una especie de héroe y por eso “quién sabe qué tanto de lo que cuentan los morros fue cierto, qué
tanto inventado. La única neta es que el Saico era el bato más felón del Barrio, ¿o no?” (82). Esta reconstruc-
ción que realizan los jóvenes sobre el protagonista sucede en los momentos en que se reúnen en la misma
esquina del barrio en las que se reunía la clica por las noches y se calientan en una fogata, en la que queman
neumáticos para participar, aunque sea a través de este ritual, del pasado perdido. Conforme va avanzando
este relato dividido en 42 capítulos breves y muy breves, se conoce la historia del protagonista, de su papel
en la clica y su arbitrario final. Como se puede observar, son versiones utópicas las que se tienen del pasado.
En cambio los recuerdos del Saico describen un pasado incómodo, que le dificultan ser un hombre pleno y
sólo ser el gran “pretender”. En especial los recuerdos de su familia le “agüitan”: su madre, que desde un prin-
cipio quería que no fuera como su hermano. De su padre no tiene nada más que unos cacles (zapatos) y le
atormenta mucho no saber de dónde viene, no saber nada de sus raíces. “Su jefe era su jefe, así de sencillo:
el aroma del tabaco, las rolas de Javier Solís y los viejos que llevó puestos a su jale hasta el final” (94). La res-
puesta que le da su amigo Pancho es la imagen idealizada de un migrante que radicaba en los Estados Unidos,
que peleó en la guerra, había recibido condecoraciones, pero que tuvo que vengar la muerte de su compadre,
su compita, por lo que los gringos le tildaron de loco y acabaron con él. Visto así, la vida de su padre se repite
en la suya. La hazaña que lo convierte en el “bato más felón” (106), en el líder de la clica del barrio fue la golpi-
za que le propinó a aquel a quien le decían el Jere o el Millas (ver 94), un bravucón que le molestaba diciéndole
“puto”, y como arma usó una cadena de tiempo. Si a su padre le decían que era loco, al protagonista le ponen
el apodo de Saico, un progreso lingüístico. La cadena de tiempo la guarda en una caja de zapatos como trofeo
de su hazaña. Los lazos de convivencia en el barrio del presente están relacionados con el pasado, donde los
jóvenes se imaginan que la clica del Saico se parecía a Los tres mosqueteros o Robin Hood. Salvaban el honor
de las chicas, vivían al pendiente del bienestar de su Barrio, e incluso cuando se enfrentan al joven americano
que aparentemente había violado a una chola. Cuando la policía va en busca del Saico, toda la clica como en
Spartacus, afirma serlo. Aquí, como en algunos otros momentos de este cuento, se mezcla la ficción cinema-
tográfica con la realidad polifónica del relato. “Kirk Douglas, los gladiadores, el Lute, el Mueras, el Pocho y el
Saico, se suben al carro de los judiciales romanos. El taller se queda abierto, loco. Nadie menciona el terrible
suplicio de la crucifixión” (116).
El tercer elemento de convivencia es el del grupo, la clica. Como es usual en grupos de pares (peer groups),
es un grupo informal de gente de antecedentes e intereses similares que comparten gustos similares y les
gusta experimentar con drogas y sexo, a espalda de los adultos. Los cholos, según Valenzuela Arce, surgen en
territorio mexicano, aunque tienen experiencia de haber vivido en EEUU. Hay reminiscencias de los llamados
El Barrio es el espacio del Saico, del que no quiere volverse a salir. Detesta a los chilangos que vienen a pre-
sumir su prosperidad en forma de un auto nuevo y se distancian de los demás hablando inglés. Se despidió
de todos aquellos que se fueron al otro lado de la frontera, aunque esto no le impida ser un apasionado de
la música roquera, de los oldies, en especial de los Platters. A la vez sólo bebe cerveza Tecate y como atún
extraído de aguas mexicanas. Esto hace que su convivencia sea conflictiva con todos aquellos que no perte-
nezcan al Barrio.
Pero en el Barrio hay un personaje que actúa como grano de arena en el engranaje de la convivencia de los
cholos: la Cristina. Ella se siente algo superior, no se considera chola. Desdeña a los jóvenes del barrio y pre-
fiere salir con muchachos como el yúnior, “un bato crema, ése, muy de escuelita, yúnior, tú sabes. De tacuche,
muy perfumadito, ranfla del año, tú sabes” (97). Sin embargo, el yúnior tiene otras pretensiones con ella. La
viola, a raíz de lo cual los padres de la joven casi la matan a golpes. Cuando la clica se entera, deciden vengarla
sin el consentimiento de la Cristina y van contra el yúnior. Al parecer le propinan tal golpiza que muere: “Si se
muere un cholo nadie la hace de tos. Si se muere otro bato, un yúnior, un influyente; entonces sí […] los cholos
son culpables, acaben con los cholos” (110). Este fue el principio del fin de la clica. Porque entró la policía a
los barrios y no sólo desbarató la clica del Saico. También se llevan a los “cholos calmados que andan con su
ropa, con su finta, que no hacen daño. Se echan unos pistos, cotorrean, caminan por la calle, no molestan”
(110). La Cristina coexistió con el grupo, nunca convivió con él. En cambio la China, la mujer del Saico, aunque
no pertenecía a los cholos, se integra y se convierte en una de ellos. Ahora, la convivencia entre las mujeres
es conflictiva por causa de sus celos, al grado que se unen unas cuantas con la China para darle una paliza
a la Fabricia que se había metido con el Saico, una circunstancia que al Saico le parece exagerada, porque él
solamente ama a la China y dice que las infidelidades no causan merma en sus sentimientos por ella.
La relación conflictiva que tienen los cholos con la autoridad, la resumen los batos de la siguiente manera:
“La placa no supo diferenciar. Se llevaron a raza de éste y otros barrios. A los felones, a los gandallas y a los
calmados. Los cholos siempre pagan […]. Les gusta entrar a los barrios cuando están bien respaldados y traen
sus fuscotas y viene la juda con ellos” (98): Las “fuscotas”, armas de alto calibre y la “juda”, la policía judicial.
Así, se puede concluir que la convivencia dentro del grupo de pares es conflictiva y llena de fricciones, tanto
por la diversidad en la procedencia como por disparidad de caracteres, pero todos se atrincheran tras el muro
de la unión para protegerse contra los demás grupos sociales o la autoridad. Lo que caracteriza a este grupo
es sin embargo su no existencia en la actualidad, es una reconstrucción nostálgica y conforme va desarro-
llándose la reconstrucción, se hace hincapié en aquellos elementos que faltan en las convivencias presentes.
Miras a la gente, sus rostros felices, bravos, furiosos, toda la noche, uno tras otro, los ojos redondos y
rasgados, las cabezas rapadas, los cabellos lacios, chinos, ondulados, rubios oscuros, verdes y azules,
la piel morena, blanca, negra, los ceños fruncidos, las carcajadas sonoras, los cuerpos flexibles […]
litros, hectolitros de cerveza, megagalones de licor, costales de droga y dólares […] el catálogo comple-
to, cielo e infierno, la bondad, el carisma, el odio, la venganza, todo está en venta, alimentos, tragos,
cuerpos, objetos hechos a mano, objetos importados […] (Escribir 24-25).
Todo gira en torno al protagonista como lunas alrededor de su planeta. La imagen que tienen los demás de él,
en especial la policía, es la de un borracho que molesta a la gente:
Se está pasando se está pasando de listo se está volviendo gritón y escandaloso y molesta a los que
circulan por la calle y detiene a los transeúntes y les dice les cuenta les enseña los harapos de su vida.
El pobre tenía un pasado. Se lo quitaron. Así se lo quitaron de encima. Tenía un pasado tranquilo que
podía planchar y podía ponerse como ropa en los días de fiesta (Escribir 43).
La ausencia de signos de puntuación promueve la imagen de voces que lo rodean gritándole improperios. Pero
el protagonista, muchas veces en su soledad se dirige al lector con un “tú” parece querer entrar en diálogo con
él. A lo largo del relato se observa que el protagonista siente la necesidad de entablar una conversación, quie-
re comunicar, aunque no con todos, como lo muestra la escena del hombre que se le acerca para contarle sus
cuitas y el personaje lo rechaza recriminándole que le invade su espacio de intimidad. Todas las relaciones
que tiene el güero son volátiles, con las bailarinas, con el bartender, con la flaquita Laurita e incluso rechaza
al final a Margarita que quiere acompañarlo del otro lado de la frontera, “este buque ya zarpó […] Bájese de
mi fiel tordillo que este caballo no es lo suficientemente grande para los dos” (65).
Así en este relato la memoria, el recuerdo y el pasado juegan un rol importante. Como en “El gran pretender”
se idealiza el pasado, pero ya no es la polifonía la que lo reconstruye, sino el protagonista mismo en sus con-
versaciones con los demás. Como el Saico, el güero no conoció a su padre y la falta de esta figura en parte
desestabiliza su vida, en tanto no sabe a dónde realmente pertenece. Al ser su padre norteamericano, él es
güero, al parecer trabaja del otro lado de la frontera – tiene un jefe gringo – pero detesta a los gringos:
Hay más unión entre esta raza, entre los meseros y yo, que con toda la bola de gringos-güeros-atole-
en-las-venas. El pasado agrio lo dejo allá en el norte, del otro lado de la frontera, como se dice. Todo
se queda en los Unáired, el patrón y toda su gente, y yo aquí le sigo, con mi esquina, semana tras
semana (17).
En ese pasado remoto y nostálgico, el protagonista tenía mujer e hija y con su esposa comunicaba, casi co-
mulgaba a través de la poesía: “Citaba un poema que me mataba, un verso pequeñito que nos hacía llorar o
guardar silencio” (50). Nadie se entera bien a bien qué fue lo que hiciera trizas esa relación. Hay alusiones a
Por último habría que mencionar la personalidad del protagonista, construida en ejemplos de las películas
de Hollywood: El güero quiere besar como Clark Gable, quiere retar al Ciruelo como Alan Ladd (ver 48), o de
telenovela, cuando se hunde en sentimentalismo y Beto le tilda de Libertad Lamarque (ver 53). Sin embargo,
más bien es el hombre de la triste figura que decide regresar a su casa “y se deje de pendejadas” (49), al verse
desplomar en el piso. A él le queda el título de la “estrella de la calle sexta”.
La esquina en este relato, así como el barrio en el otro, funge como espacio fijo, un terreno que ve ir y venir a
la gente, pero los instalados en sus respectivos espacios se mantienen allí. Una esquina es un espacio abierto
a los cuatro vientos, no hay baluartes construidos por medio de la unión. El sujeto se encuentra expuesto a
todo, hasta al “pinche rein”, en tardes lluviosas. Crosthwaite juega con la imagen de inclusión-exclusión en la
esquina. Es de todos y es de nadie: “Nada es como estar sentado tanto tiempo que ya eres parte de la ban-
queta, igual que un semáforo. Nomás que yo no sirvo para dirigir el tráfico, neta, dejaría pasar a todo mundo
y nunca les pondría una luz roja” (54). Así, la esquina está abierta a todos sin discriminación ni prejuicios. A
diferencia de la comunidad cerrada, aquí se está viendo la esquina como un refugio, que cimienta las bases
de una vecindad imaginaria. “Esta comunidad sin comunidad responde a la condición específica de ciudad de
paso cuya circunstancia migratoria requiere otras formas de comunidades que no están clausuradas hacia
afuera” (Park 77). Así, la figura del güero es, a pesar de ser el borracho anti-héroe, un sujeto que ha encontra-
do su esquina y su propia forma de convivencia con los demás.
En los relatos de Crosthwaite se nota un esfuerzo por mantener un tipo, aunque sea muy precario de comuni-
dad en convivencia. A través del relato en el relato, los personajes en los escritos de Crosthwaite viven e ima-
ginan sus propias formas de convivencia, aunque éstas se reduzcan a un individuo apostado en una esquina.
Ábrego, Perla. “Estrella de la calle sexta: escritura y habla en la literatura de la frontera”. Divergencias.
Revista de estudios lingüísticos y literarios 4.1 (2006): 23-35. Academia.edu. En línea. 4 de Agosto, 2015.
En: http://www.academia.edu/1272866/Estrella_de_la_calle_sexta_Escritura_y_habla_en_la_literatu-
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Castañón, Adolfo. Arbitrario de la literatura mexicana. Paseos I. México: Ed. Lectorum, 2002.
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Introducción
Mamá, a pesar del desastre, ignoraba el
verdadero origen de la suciedad y oscilaba
entre el asco que le producía mi contaminación
y la furia por mi mentado mal carácter (…).
Nunca se tomó la molestia de situar mis desvaríos
en tierra propia, en ese invernadero caribe,
en ese fango más prolífico en bichos que
cualquier otra tierra: su familia.
(Rossi 186).
He comenzado este escrito con una cita de la novela María La Noche (1985) de Anacristina Rossi, pues en
esta obra están presentes los dos temas que me interesa analizar, a saber, la relación entre familia distópica
y migración, y la importancia del paisaje como elemento estético y estructural de la narración.
En este texto, Rossi ofrece la imagen de una familia en la cual el incesto y la violencia materna obligan a
Mariestela, la protagonista femenina, a vivir en el extranjero, para desde otra cultura y otra lengua, tratar de
reconstruirse. A pesar de la distancia y del océano que la separa de su país de origen, la imagen de su madre
la persigue y alimenta sus pesadillas. Como se desprende del epígrafe, la familia distópica es relacionada
constantemente con el paisaje y el clima de la provincia de Limón. De una belleza incomparable, el paisaje es
agreste, chúcaro y salvaje como los caballos que su familia de clase alta intenta criar y domar. De la humedad,
la podredumbre y los pantanos surge una belleza amada e irrepetible que funciona como símbolo de lo que
ocurre en la familia.
Si, desde hace mucho tiempo, en la narrativa costarricense el paisaje ha sido representado como un elemento
opresivo y salvaje, en el caso de las primeras películas del siglo XXI se ha optado por una imagen embellecida
y exótica de los bosques, la montaña y la playa como símbolo de una Costa Rica pacífica y sin problemas.
Como propone Salas, esta imagen de una Costa Rica impoluta -cuyos problemas son siempre ubicados afuera
de su territorio o en la figura de los extranjeros- comienza a desmitificarse con filmes como Agua fría de mar
(2010) de Paz Fábrega donde los destinos turísticos pueden propiciar el vacío existencial o El camino, en el
cual el paisaje turístico deja paso a la selva y a los pueblos pobres de la frontera que encuentran los niños al
ingresar ilegalmente a Costa Rica.
Además de los dos filmes elegidos para este trabajo, cabe indicar que el tema de la distopía familiar ligado
a la migración ha sido uno de los focos de interés del cine costarricense actual. En este panorama resaltan
otras dos películas: El último comandante (2010) dirigida por la costarricense Isabel Martínez y el brasileño
He optado por el término distopía en lugar de antiutopía para pensar la crisis en la familia, pues según el
planteamiento de Sargent (142) “la distopía designa las visiones sociales negativas, mientras que el término
antiutopía debe reservarse a los textos expresamente dirigidos contra la utopía y el pensamiento utópico”.
Como se verá más adelante en las dos cintas elegidas, más que una crítica de la utopía, se representan uni-
versos familiares distópicos.
El camino de Ishtar Yasin y El regreso de Hernán Jiménez son ambos el segundo largometraje de sus direc-
tores y se pueden ubicar cronológicamente en el periodo de auge del cine centroamericano y costarricense.
Según Cortés (“El inesperado auge” 90): “En Costa Rica se realizaron 9 largometrajes durante el siglo XX. En
esta primera década ya se han finalizado 18 películas, exactamente el doble de lo realizado el siglo anterior.”
Desde su título, ambos filmes anuncian un viaje: El camino abre la posibilidad de un futuro; El regreso pre-
supone un reencuentro con el pasado. Este hecho ubica estos textos fílmicos en una tradición ya que, como
ha señalado Braga (4), “existe una correlación entre los relatos de viaje y la literatura utópica y antiutópica.
Los viajes antiutópicos modernos son en gran medida los sucesores de los relatos de viaje medievales de
corte fantástico”.
Además, en los dos filmes, el paisaje es un elemento central pues más que un simple decorado se convierte en
una presencia viva, casi podríamos decir que actúa como un personaje. En El camino se narra el viaje quijo-
tesco de dos niños nicaragüenses hacia Costa Rica en busca de su madre. La vastedad de un paisaje hermoso
pero inhóspito sirve para representar la inmensidad de la frontera, la escala inhumana de la tarea que los niños
deben enfrentar para poder reunirse con su madre. La selva que separa estos dos países se convierte así en un
personaje que se traga a los diminutos seres. Filmada de forma nada convencional, la exuberante naturaleza
tropical anuncia la tragedia que los espera. A diferencia del estilo realista y casi costumbrista del filme de Jimé-
nez, El camino propone una representación poética y estilizada del paisaje, filtrada por la neblina y el humo.
Por su parte, la película de Jiménez representa el conflicto familiar entre un padre y su hijo, ambos escri-
tores, que no logran comunicarse. El hijo se ha ido del país pues no soporta a su progenitor que lo agrede
pasivamente. Mas el drama de esta familia disfuncional no se limita a este conflicto. Hay también una hija
abandonada por el esposo y madre de un pequeño niño que crece sin imagen paterna. En El regreso la vege-
tación -también hermosa y exuberante pero domesticada- contrasta con la obsesión por las rejas que afean el
paisaje urbano y encierran las casas de los habitantes del valle Central de la provincia de San José. Estas rejas
son una metáfora de la asfixia y el encierro que siente el protagonista, quien ha regresado a regañadientes a
Costa Rica, pues su padre se está muriendo.
De la misma manera que en la novela María la noche, la relación entre familia distópica y exilio estructura el
hilo narrativo de los dos filmes, ya que sus protagonistas, niños en la primera cinta, adulto en la segunda, son
esencialmente migrantes forzados, viajeros que intentan escapar de su pequeño o gran infierno.
A pesar de las diferencias de clase entre las dos familias, la distopía provoca el mismo efecto de fuga en sus
protagonistas que se ven obligados a abandonar su país de origen, su tierra natal, para escapar, en el primer
caso, de la violencia física y la pobreza, en el segundo, de la indiferencia que es una forma pasiva de agresividad.
El camino se inicia con la imagen del cráter de un volcán, paisaje lunar que bordea un agujero y da en cierta
forma la pauta del tono apocalíptico del filme. La cámara pasa casi sin transición a una segunda imagen
filmada en primer plano y en detalle, una porción de pasto seco movido suavemente por el viento. De este
detalle el plano se abre para mostrarnos la imagen de un pastizal también seco y cruzado por un camino de
tierra, en el cual vemos a lo lejos la figura de dos niños diminutos que caminan, al tiempo que una música de
marimbas rompe el silencio total que ha acompañado las primeras imágenes. El abismo del cráter del volcán
es quizás una metáfora del abismo en el cual se perderán las vidas de los dos niños. Saslaya y Darío, quien es
mudo, viven con su abuelo en un tugurio adosado al basurero municipal. Logran ganarse el sustento traba-
jando como buzos, es decir, recogiendo objetos desechados en el basurero para revenderlos a personas casi
tan pobres como ellos mismos.
La imagen borrosa y apocalíptica del inmenso basurero con sus vacas y tractores es un microcosmos donde
seres humanos de todas las edades buscan desesperadamente sacar mercancías de poco valor de ese espacio
insalubre. La cámara se pasea por el basurero filtrado por la bruma, de un modo que recuerda el paisaje de
la mejor ciencia ficción distópica, como por ejemplo la famosa película Blade Runner (1984) de Ridley Scott.
Sin embargo, cabe señalar dos diferencias fundamentales entre estas dos cintas: la primera es que el director
británico sitúa su mundo distópico en una gran e indefinible metrópoli y la directora costarricense en una
zona rural de uno de los países más pobres de América Latina. A esta diferencia espacial se puede añadir una
diferencia cronológica, pues si el tiempo del universo distópico de Blade Runner es el futuro, en El camino los
personajes están atrapados en un presente implacable.
El rancho que comparten los dos niños y su abuelo carece de agua y de luz eléctrica. Saslaya cocina y sirve
la comida a los dos hombres de la casa y por la noche su abuelo abusa sexualmente de ella, a pesar de que
es todavía una niña. Su madre vive desde hace varios años en Costa Rica, país al cual se ha desplazado en
busca de mejores posibilidades de trabajo. Este es el caso de miles de familias nicaragüenses desintegradas
por la miseria, cuyos padres trabajan en Costa Rica y dejan a sus hijos al cuidado de los abuelos. Saslaya, para
escapar del incesto y de su pequeña familia distópica, decide ir en busca de su madre y entrar a Costa Rica
de forma ilegal, a pesar de que no tiene dinero para costear su viaje y el de su hermanito. Como en María
la noche, a pesar del viaje y de la distancia, las imágenes del abuso sexual del abuelo persiguen a la niña en
forma de pesadillas que inquietan sus pocas horas de descanso.
La película narra las vicisitudes de este periplo que al final traiciona su título, pues en lugar de un camino, los
niños quedarán atrapados en un círculo vicioso. Una vez cruzada la frontera, ante el ruido de unos disparos
de la guardia nacional costarricense, el grupo de viajeros se dispersa y Darío se pierde. Saslaya lo busca y lo
llama llorando, pero la densidad de la vegetación se lo ha tragado y, creyéndolo ahogado, la niña se ve obliga-
da a continuar su viaje completamente sola para no morir engullida por la selva. Terminará, acorralada por el
hambre y la indefensión, en las garras de una red de prostitución.
Por otra parte, a diferencia de la corriente preponderante en el cine costarricense, que tiende hacia la esté-
tica realista, El camino nos ofrece una visión poética cargada de elementos simbólicos e incluso surrealistas.
Como ha indicado Cortés (Luz 196): “Durante todo el filme se repiten varias imágenes- símbolo: la de la mari-
posa azul y la de dos hombres cargando una mesa.”
El símbolo de la hermosa mariposa azul aparece varias veces en la película. Por primera vez, la vemos diseca-
da entre las páginas de un libro, que Saslaya abre para darse tiempo, para retrasar el encuentro sexual con
su abuelo que ocurre en una hamaca. Así, como propone Cortés, la mariposa azul simboliza el sacrifico de la
niña, convertida tempranamente en mujer. Cuando los hermanitos hacen escala en Granada, la mariposa es
uno de los personajes alegóricos que representa el hombre de traje blanco en un teatrito ambulante. En esta
representación teatral, la mariposa es crucificada, como anuncio de lo que vivirá Saslaya, ya que el hombre
de traje blanco es el jefe de la red de prostitución. La mariposa azul vuelve a aparecer, esta vez volando libre
entre los arbustos, en la primera imagen de la frontera costarricense. Mariposa en libertad que simboliza los
sueños imposibles de la niña de encontrar a su madre y escapar del abuso de su abuelo.
Desde el inicio de la película, la imagen de la mesa cargada por dos hombres (un tico y un nica indica el guión)
aparece de forma paralela a la imagen de la mariposa. Encontrada en el basurero, la mesa acompañará el viaje
de los niños a lo largo de todo su recorrido, primero en el bus, luego en el barco y finalmente en territorio
costarricense, siempre cargada en los hombros de dos hombres. Como plantea Cortés (Luz 197): “La mesa es
el centro del hogar. Justamente esa mesa es lo que en el fondo buscaba Saslaya, ese compartir una mesa con
su madre y el hermano y que nunca encontró: el centro del hogar.”
En este sentido se puede proponer que en este filme la familia y el hogar imaginados por la niña constituyen el
horizonte utópico, el más profundo anhelo inalcanzable debido a su condición doblemente marginal de mujer
pobre. Por el contrario, como se verá en el próximo apartado, en la película El regreso, el protagonista huye de
su familia que ya no representa en ningún sentido la posibilidad de la utopía. De hecho, la única escena en la
cual toda la familia se reúne a la mesa es cruzada por un silencio atroz, ya que sus miembros no tienen nada
que decirse, o aún peor, no pueden decir lo que quisieran. La mesa familiar –despojada de todo simbolismo
utópico- es así el espacio en el cual la incomunicación y la ambigüedad de los sentimientos se muestran con
mayor claridad.
El regreso
El regreso da inicio con la imagen de unas nubes cargadas de lluvia y atravesadas por el sol, que lentamen-
te se van abriendo para dar paso al territorio costarricense filmado desde un avión a punto de aterrizar. El
paisaje verde y ordenado encuadra los techos de las edificaciones, las calles y las fincas. La cámara salta de
este espacio enorme y exterior, al interior de la clase turista del avión, para mostrarnos un primer plano del
atribulado rostro de Antonio, el protagonista, que parece reaccionar ante lo que ha visto por la ventana. Ese
paisaje que para muchos viajeros significa la seguridad del regreso a su tierra y a su país, se clava en el cora-
zón del protagonista como un aguijón. Luego el espectador ve el avión aterrizar y seguidamente el asfalto de
la autopista y el correr de las líneas blancas que demarcan los carriles. Este primer segmento ocurre casi en
silencio, con el ruido de fondo de los motores de la aeronave. En el momento en que el taxi comienza su reco-
rrido, una música alegre de guitarras y percusión lo acompaña hasta su destino final, la casa de la familia del
protagonista, o mejor dicho la casa paterna, pues en esta reina –aunque gravemente enfermo- su progenitor.
Esa misma tarde, Antonio sale de la casa buscando un poco de aire, poder respirar en un ambiente que no
gire alrededor de la figura de su padre, quien desde su lecho de moribundo sigue siendo el centro del hogar.
Su hermana, nuevamente es decepcionada en sus expectativas de ama de casa tradicional. Ha preparado
un platillo típico para recibir a su hermano. Antonio –acostumbrado a vivir solo- ni siquiera fue capaz de
imaginar que habría cena y sale despavorido del ambiente familiar, en busca de su mejor amigo. Esa noche lo
acompaña a un concierto de metal y de regreso a casa es asaltado y pierde el pasaporte. Debido a este per-
cance es obligado a permanecer en San José durante dos semanas, en las cuales irá estableciendo relaciones
importantes. Conocerá y amará a su sobrino de seis años, abandonado por su padre y se enamorará de una
vieja amiga de infancia. También logrará reconciliarse con su amado y odiado padre, en una de las escenas
más conmovedoras del filme. Sin embargo, la película no tiene un final feliz de reconciliación con el país y la
familia. En la última escena, vemos al protagonista recorriendo el camino inverso hacia el aeropuerto, aunque
esta vez vuelve su mirada hacia atrás, como signo de que algo importante se la ha quedado perdido.
Si El camino es desde sus primeros minutos un filme lento, El regreso comienza con un ritmo acelerado mo-
tivado en parte por los constantes movimientos de cámara y por la alternancia de tomas exteriores que se
contraponen con primeros planos del rostro de Antonio. Es como si el protagonista no lograra integrarse en el
paisaje presentado siempre como un elemento exterior que se ofrece como objeto de su mirada. Esto consti-
tuye una diferencia importante con el paisaje omnipotente que se traga a los niños en el filme de Yasin, que
además es trágico. La película de Jiménez es más bien un melodrama que gira en torno de los problemas de
una familia de clase media urbana de la ciudad de San José. Y como en todo melodrama, existe un secreto que
enturbia la relación entre Antonio y su padre que es sutilmente indicado por el diálogo del filme. Cuando el
padre le dice a su hijo que deben reconciliarse pues es lo que hubiera deseado su madre, Antonio enfurecido
le prohíbe hablar de su madre dando a entender que algo oscuro e imperdonable ha ocurrido entre sus pa-
dres. La utilización del género melodramático parece ser un rasgo característico de la incipiente filmografía de
Jiménez, que en su primera película A ojos cerrados (2010) también trató el problema del duelo en una familia
de clase media urbana1 desde el género melodramático.
Si hacemos referencia a las dedicatorias de ambas películas, que constituyen en cierto modo una guía sobre el
campo afectivo desde el cual están impulsadas, es posible distinguir otra diferencia importante. Yasin dedica
la suya a Nicaragua, y Jiménez a su hermano estableciendo así la diferencia entre el ámbito público y épico
de la primera película y el espacio privado o íntimo de la segunda. Por esta razón, los personajes de El camino
rozan en cierto modo el arquetipo, mientras que los de El regreso tienen una mayor profundidad psicológica
y gran parte del conflicto ocurre en su interioridad.
Ya se trate de un melodrama o de una tragedia es posible sostener que las dos películas constituyen ejemplos
de relatos de viaje de corte antiutópico en los cuales el desplazamiento está siempre condenado al fracaso
que se teje en la imposibilidad de un camino sin regreso.
1 Para un estudio del tema del duelo en este filme (ver Poe).
Braga, Corin. “De l’utopie à la contre utopie aux XVIe-XIXe siècles”. Thèse de doctorat de philosophie. Université
Jean Moulin Lyon 3, 2008.
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Princesas rojas. Dir. Laura Astorga. Rep. Valeria Conejo, Aura Dinarte y Fernando Bolaños. 2013. Película.
Agua fría de mar. Dir. Paz Fábrega. Rep. Montserrat Fernández y Lil Quesada Morúa. 2010. Película.
El último comandante. Dir. Vicente Ferraz e Isabel Martínez. Rep. Damián Alcázar, Ana Clara Carranza y
Thelma Darkins. 2010. Película.
El regreso. Dir. Hernán Jiménez. Rep. Carol Sanabria, Carlos Luis Zamora y Anabelle Ulloa. 2011. Película.
Blade Runner (1984). Dir. Ridley Scott. Rep. Harrison Ford, Sean Young y Rutner Hauer. 1984. Película.
Jennifer Bryson Clark es Associate Professor of Political Science y Women’s Studies Chairperson en South
Texas College. Sus áreas de experiencia son las migraciones forzadas, el tráfico de personas y la desigualdad
de género. Durante los últimos ocho años, Clark se ha involucrado activamente en el problema del tráfico de
mujeres en México, Moldova, Turquía y Asia del Sur, y en la investigación de la trata de personas en el carpet
belt sector del norte de la India. Clark es miembro fundador de la junta directiva de la Rio Grande Anti Human
Trafficking Coalition y ha estado creando conciencia sobre el tráfico de personas a través de la organización
anual de conferencias sobre el tema en la South Texas College. Clark recibió el premio South Texas Civil Rights
Project’s Emma Tenayuca por su trabajo al traer a la luz las formas de tráfico y coerción que afectan a las
mujeres. Actualmente, Clark lleva a cabo una investigación sobre desigualdad de género y tráfico en la India
por medio de una beca de investigación en la Sambalpur University, Orissa.
Werner Mackenbach es Catedrático Wilhelm y Alexander von Humboldt en Humanidades y Ciencias Socia-
les, Universidad de Costa Rica. Tiene varias publicaciones sobre literatura, cultura e historia centroamerica-
nas y caribeñas. Es co-coordinador del proyecto “Hacia una Historia de las Literaturas Centroamericanas” y
co-editor de Istmo. Revista virtual de estudios literarios y culturales centroamericanos.
Günther Maihold estudió sociología y ciencias políticas con asignatura facultativa economía en la Universi-
dad de Regensburg/Alemania, donde obtuvo la Maestría en Ciencias Políticas y Sociología. Allí mismo terminó
en 1987 el Doctorado en Sociología y Ciencias Políticas y se desempeñó en la Cátedra de Ciencias Políticas y
Derecho Público como profesor-asistente. De 1988 a 1999 fue Representante de la Fundación Friedrich Ebert
en México, Nicaragua, Costa Rica y Panamá y laboró en las oficinas centrales de dicha fundación. De 1999 a
2004 fue Director del Instituto Ibero-Americano, Fundación Patrimonio Cultural Prusiano en Berlín y desde
el 1 de julio de 2004 es Sub-Director del Instituto Alemán de Política Internacional y Seguridad, Stiftung Wis-
senschaft und Politik (SWP), Berlín. De 2003 a 2005 fue Presidente de la Asociación Alemana de Investigación
sobre América Latina (ADLAF) y desde septiembre 1999 es Profesor en el Instituto de Estudios Latinoamerica-
nos de la Universidad Libre de Berlín. Ha sido Profesor Invitado de la Universidad San Martín en Buenos Aires,
Argentina, del Instituto Universitario Ortega y Gasset en Madrid y de la Universidad de Alacalá en España,
al igual que en la Universidad Nacional de Colombia. De 2011 a 2015 fue titular de la Cátedra Guillermo y
Alejandro de Humboldt en la UNAM y El Colegio de México. Sus últimas publicaciones son La agenda inter-
nacional de América Latina: entre nuevas y viejas alianzas (Buenos Aires, Ed. Nueva Sociedad, 2011), editado
en colaboración con Manfred Mols y Dörte Wollrad, Gewalt, Organisierte Kriminalität und Staat in Lateina-
merika (Opladen/Berlin/Toronto, Verlag Barbara Budrich, 2013), en colaboración con Daniel Brombacher, El
narcotráfico y su combate – sus efectos sobre las relaciones internacionales (México, D.F., Sitesa, 2014), en
colaboración con Stefan Jost, Violencia, delincuencia y seguridad pública en América Latina (México, D.F.,
Cenzontle, 2014), coordinado con Ricardo Córdova Macías y La transformación de la violencia en América
Latina (Guatemala/Guatemala, F&G editores, 2015), coeditado con Werner Mackenbach.
Karen Poe Lang es Doctora en Estudios Culturales y trabaja como investigadora y profesora con el rango
de Catedrática en la Universidad de Costa Rica. Su labor docente se desarrolla en la Maestría en Artes, en la
Maestría en Teoría Psicoanalítica y en la Escuela de Estudios Generales. En su primer libro Boleros (Heredia:
EUNA, 1996) realiza un estudio semiótico y psicoanalítico de ese género musical y literario. Su segundo libro,
Eros pervertido. La novela decadente en el modernismo hispanoamericano (Madrid: Biblioteca Nueva, 2010)
obtuvo el Premio de Ensayo Academia Costarricense de la Lengua en 2012. Su libro más reciente, Almodóvar
y Freud (Barcelona: Laertes, 2013) es un estudio del tema del placer en estos dos autores. Es autora de más
de 50 artículos sobre cine, literatura y arte en el ámbito de las culturas hispanoamericana y española. En
colaboración con Esther Gimeno está editando el libro La invención del otro. Representaciones del mundo
indígena en el cine hispanoamericano (documental y ficción). Durante el año 2015 ha sido designada como
Catedrática Humboldt, distinción otorgada por el DAAD y la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad
de Costa Rica.
Rosa María Sauter de Maihold nació en México. Estudió Letras Latinoamericanas en la Universidad Ibe-
roamericana; se doctoró por la Universidad de Bremen con una tesis sobre el realismo simbólico de Carlos
Fuentes. Actualmente trabaja en la Universidad de Potsdam. Sus temas de interés: literatura de la frontera
norte, narcotelenovela, narcoliteratura.
Sonja Wolf cuenta con un doctorado en Política Internacional por la Universidad de Aberystwyth, Reino
Unido. Ha sido becaria posdoctoral por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM), donde desarrolló investigaciones sobre pandillas callejeras, crimen
organizado y programas de ayuda en seguridad. Se ha desempeñado como investigadora en la Dirección de
Migración y Derechos Humanos del Instituto para la Seguridad y la Democracia (INSYDE), donde coordinó
el Diagnóstico del Instituto Nacional de Migración. Sus líneas de investigación se enfocan en la migración, el
crimen y la violencia, las pandillas callejeras y la política de drogas, sobre todo en México y Centroamérica.
Actualmente es investigadora adscrita al Programa de Política de Drogas del Centro de Investigación y
Docencia Económicas (CIDE)-Región Centro.
Enfrentada a esta compleja realidad, la convivencia toma cada vez más importancia para
las investigaciones en ciencias sociales y humanidades. En este sentido, una revisión
crítica de las prácticas de convivencia política, cultural, social y religiosa constituye una
base necesaria para poder discernir los caminos futuros hacia el reconocimiento de una
diversidad que posibilite algo más que una simple co-existencia.
Los ensayos reunidos en este libro enfocan, desde una perspectiva inter- y
transdisciplinaria, prácticas, teorías y representaciones de la convivencia en el
contexto de la actual fase de globalización y los procesos migratorios en
Centroamérica y México. Aunque estos procesos han sido relegados a un segundo
plano en la atención pública internacional debido al impacto de los recientes flujos
migratorios en Europa, no han dejado de ser uno de los retos persistentes y de mayor
exigencia para el presente y futuro de la región.
ISBN: 978-9930-509-04-3
9 789930 509043