Está en la página 1de 5

Fue una noche trágica y oscura, la del momento en que mi mentalidad cambio totalmente.

Yo
estaba teniendo, muchos problemas para dormir, y los ruidos de la planta baja no ayudaban para
nada, pero el punto de inflexión fue cuando empezaron las quejas y forcejeos.

Al escucharlos, salí de mi pieza y bajé las escaleras, sin saber que estaba próximo a ver la cosa más
repugnante que había visto en mi vida entera.

-Dale, es un toque nomás- Dijo ese asqueroso ser al que conocía cómo "el novio de mi hermana".

Ella estaba llorando, ya que estaba siendo obligada a un acto terrible: la violación de mi hermana
estaba a punto de llevarse a cabo bajo mi propia nariz, eso no me gustaba ni un poco, y eso se
vería claro en mi forma de actuar.

Ese animal estaba sobre ella, creyendo que se saldría con la suya, pero yo estaba lo
suficientemente enojado para tomar la escoba y golpearlo en la cabeza lo mas fuerte posible. El
golpe lo dejó mareado y dolorido, dándome la oportunidad para apalearlo hasta dejarlo
semimuerto ante la vista incrédula de mi hermana, quien llego a pedirme débilmente que pare. Lo
hice, tal vez, por que en aquel entonces conservaba algo de cordura.

El monstruo, ensangrentado, con las pocas fuerzas que le quedaban se dirigió hacia la puerta,
logrando destrabarla para luego escapar. Nunca mas lo volvimos a ver, el vivía demasiado lejos
como para llegar a su casa solo y creo recordar que sus padres ni siquiera sabían que el posible
destino de su horripilante hijo fue seguramente, mi casa. Pero nada de eso me importo ni un poco.

-¡¿Que mierda hiciste?!-Dijo, exaltada, mi hermana

-No debiste traer a ese enfermo a la casa.

-Y yo...D-debería contarle esto a papá y mamá

-¿Querés contarles cómo trajiste a tu novio secreto a la casa y yo lo cagué a palos?- respondí
firmemente a pesar de ella era mi hermana mayor-Podría pasar como la otra vez, cuando trajiste a
otro de esos vagos

¿Acaso lo recordás? ¿O pensás que se van a apiadar de vos por este asuntito causado por vos
misma?

¡Nuestros padres son muy piadosos, con sus para nada injustos castigos!-Dije argumentando sobre
mi posición, sabiendo que lo que hacia estaba mal, muy mal, pero yo estaba mas preocupado por
lo que podrían hacerme a mí que por lo que estaba pasando mi hermana. La manipule a mi favor
en su momento de debilidad, y por una extraña razón, no me arrepentía para nada.

Luego de convencerla, cada uno subió a su pieza a dormir, aunque yo tarde más porque tuve que
acomodar todo y cerrar la puerta. Ya en la cama no pude hacerlo, pero no por el llanto de mi
hermana, sino por mi fuerte deseo de golpear hasta la muerte a alguien, dándome cuenta de algo
muy importante: No estoy para nada bien de la cabeza, y ya lo venía sospechando, y esto a mis
padres nunca les intereso, solo querían que me comporte como un robot y les obedezca, creando
una enorme ira en mi interior, acompañado de un gran desinterés hacia todo y todos, y estas
cosas empezaron a salir a flote en el mismo momento en el que bajé las escaleras.
Estallé cual volcán y ahora mismo no iba a detenerme por nada en el mundo, me sentía invencible,
sin saber mi trágico final.

Al día siguiente fui al colegio, el instituto modelo "Santa Catalina", donde volvería a la rutina de
siempre, pero esta vez no hice nada de lo que pedían, puesto que si bien no era el mejor de la
clase, solía ser responsable.

Mis oscuros pensamientos no me permitían concentrarme en la realidad, ya que solo pensaba una
y otra vez en todo el daño que le causé a ese trastornado, recordaba sus expresiones de terror y
dolor que solo me causan más y más adrenalina y como si fuera un círculo vicioso, yo me
proporcionaba más de estos sentimientos.

El estar tan absorto en mis pensamientos hizo que el día escolar pasara en un parpadeo. Al llegar a
mi casa, mi madre estaba leyendo en la mesa, ya había vuelto de su trabajo mientras yo estaba en
clase, a diferencia de mi padre que pasaba casi todo el día fuera.

-¿Hiciste toda tu tarea?-Dijo mi exigente madre, siguiendo con su sueño de algún día vivir en un
lugar mejor que en el Barrio La Sirena, y preferiblemente en otro municipio que no sea Varela, su
anhelo era la Capital donde según ella “habría mejores oportunidades”.

-…

-Hernán, te estoy hablando.

Pero no contesté, puesto que pensaba en lo que hice de camino a casa, y como ataque a otro de
esos delincuentes que encontré por casualidad. Para otra persona hubiera sido horrible
encontrarse con un ladrón, pero para mí fue un sueño hecho realidad:

El fierro a pocos metros de mí, el delincuente atacando a una mujer y mis deseos de matar, todo
eso armaría una escena digna de la filosófica frase “¿Héroe o amenaza?”.

Cuando terminé de moler a golpes al sujeto, la mujer no paraba de agradecerme, pero el tipo
obviamente no sentía lo mismo.

-Pendejo hijo de p...

-Callate, gordo botón- Dije son saber mucho de insultos ni cómo usarlos debido a mis
conservadores padres, y lo que dije era de los pocos que sabía porque lo leí del libro "El equipo de
los sueños" dicho por Ariel, el protagonista.

Luego de mi insulto y la patada en la cabeza, seguí mi camino ante la asombrada chica que solo
alcanzó a decir un débil "gracias", pero también alcancé a escuchar a una vieja en una ventana que
además de no hacer nada ante el robo, dijo: " Esto con los milicos no pasaba".

-¡HERNAN, CONTESTAME!-Me gritó mi madre, devolviéndome a la realidad.

-Eh, si perdón, ya hice mi tarea.

Y sin decir una palabra más subí a mi habitación, dejando a mi madre confundida, sospechando
que algo andaba mal conmigo.

Un tiempo después pasaría, y yo seguiría haciendo lo que mejor se me daba hacer: Golpear hijos
de p... Hasta dejarlos en estado vegetativo, con eso mi placer aumentaba y junto con ello también
lo hacía mi agresión, por lo que las peleas con mi familia y los pocos o muchos amigos que tenía,
no tardaron mucho en intensificarse.

La única con la que no discutía era con mi hermana, de hecho, ni siquiera hablaba con ella, ya que
luego de esa noche se convirtió en una persona triste y silenciosa, cosa que me alegraba debido a
que no contó nada de lo que pasó.

Ya cerca del punto culmine de mi locura, cometí uno de mis últimos actos antes de mi aterrador
final.

Estaba en el Santa Catalina cuando uno de mis compañeros me saco de quicio.

-Hernán, estás re cambiado.

-Estoy igual que siempre.

-No, estás enojado- Insistió mi molesto “amigo”.

-Te estoy diciendo que estoy bien, anda a joder a otro lado.

-No seas así, podes hablar conmigo de lo que sea.

-No me pasa un carajo, te estoy diciendo que rajes de acá.

-Dale, amigo, no me trates así.

-“Dale” mis huevos-Dije acercándome bruscamente hacia él.

-Bueno, bueno, nos relajamos, que te estoy hablando bien.

Mientras él decía eso, mis compañeros se preparaban para contenernos en caso de una pelea,
pero rápidamente se relajarían al ver cómo entraba la profesora de literatura, esperando que
debido a su presencia yo me tranquilice, pero no esperaban mi siguiente movimiento: Un golpe
directo a su mandíbula que hizo caer a mi compañero como si fuera un saco de papas, aunque con
él también se selló mi destino, con el simple acto de golpear a mi ahora ex amigo.

En un abrir y cerrar de ojos ya estaba en casa con mis padres, los directivos no tardaron en
llamarlos, y cuando aparecieron no dijeron una palabra hasta que llegamos a nuestro destino.

No sabía lo que harían, pero estaba consiente que estaban demasiado enojados y el hecho de que
fueran estrictos no ayudaba.

-Todo hicimos por vos, nene, ¿y así nos agradecés?- Dijo ella.

-Todo lo que hicieron fue por ustedes.

-No le contestes a tu mamá pendejo irrespetuoso.

-¿Por qué hiciste eso? Vos eras un nene bueno y correcto, pero un día te levantaste y decidiste
que era mejor idea crear caos.

-Supongo que solo me cansé de ser tu robot, el de ambos.


-No terminé de hablar-Dijo mi mamá interrumpiéndome- Al principio creí que actuarias así solo
por ese día, y por eso traté de hablarlo con vos, pero solo me ignoraste. Al día siguiente apenas me
saludaste, y de ahí en adelante ni me dirigías la palabra. Tu hermana nos contó todo, ¿y sabés que
es lo peor? Ella creía que atacaste a ese chico para defenderla, pero lo único que buscas es
destruir esta familia, me enferma ser tu madre…-La decepción se notaba en voz, y aun así me
rehusaba a mostrar cualquier gesto de arrepentimiento.

-¿Terminaste? Como siempre, tus argumentos son nulos.

La cara de mi madre se transformo por la rabia.

-Pendejo mal agradecido. En primer lugar, hice todo por vos, tu papá y yo trabajamos hasta el
cansancio, y sacrificamos todo para que tengas un buen futuro. Tenés comida, casa y educación.
Tuviste todo lo que necesitabas y querías, porque somos tus padres y te amamos
incondicionalmente a pesar de todo.

-Me hicieron vivir mi vida cual soldado, no podía cometer ninguna equivocación y jamás recibí
aprobación por mis logros- Aunque sonaba indignado, realmente no pensaba nada de eso, no
sentía absolutamente nada.

-Teníamos que prepararte para la realidad, para ser alguien en la vida necesitás disciplina-Dijo mi
padre.

-Y amor, se necesita amor, cosa que nunca me dieron sin importar lo que digan.

-Mentiroso, siempre intentamos estar para vos, pero eras increíblemente reservado, y ni con
ayuda de profesionales mejoraste, ¿Acaso olvidaste todas esas sesiones y tratamientos?

-….-Comenzaba a percatarme de algo, todas mis justificaciones por tener esa ira dentro, eran
falsas e inventadas por mí para “avalar” mis actos, pero ya no debía hacerlo, aunque ya no me
importaba lo que ellos pensaran.

-Todo eso que hicimos fue por amor, eso es una prueba de que amamos. Nuestro único error fue
no internarte en un psiquiátrico, creímos que sería demasiado pero ya veo que tuvo que ser así.

-… Los odio- ¿Un psiquiátrico? ¿Ellos querían llevarme a un psiquiátrico? Ese fue el momento del
no retorno, y el último paso hacia mi fin.

Mi padre me miraba con asombro e ira, y mi madre empezaba a lagrimear. Aparentemente, pese a
todo, ellos no se esperaban esas palabras.

-¡Sos un desgraciado! Si yo hubiera tenido la mitad de lo que vos tenés yo hubiera sido más que
feliz.

-Yo no soy vos.

-Tenés razón, yo no salí a golpear a la gente a altas horas de la noche. Sí, lo sabemos. Tu hermana
te vio saliendo y te siguió algunas veces, también tuvo miedo de contarnos eso. Pero ¿sabés qué?
Ya saque una conclusión de todo esto; vos no viviste ni tres carajos de dificultades en tu vida, no te
faltó la escuela, no te faltó comida, si la gente del Congo hubiera tenido tus oportunidades,
estarían graduados en las mejores universidades. Si te llevo de excursión para central africana,
luego de ver la guerra vas a salir cantando liricas cristianas, o te llevo para Siria para que sientas
los bombazos y vas a ver como dejaron a los niños sin brazos ¿Qué vas hacer? Cuando a tu amigo
lo agarren en la disco sin delicadeza con un AK y le exploten la cabeza ¡O que le borren la cara a tu
hermana de forma violenta o que limpien a tu madre con la corta y la cuarenta! ¡Vos sos un bruto
y un cabrón hablando de como volar sesos, en un país que te matan para robarte un peso!

Definitivamente no sabes nada de la vida ni de complicaciones e internado en el psiquiatra espero


reflexiones.

Ya estaba arrinconado, y ante el peligro uno puede paralizarse, puede atacar o escapar, yo
usualmente hacia lo segundo, pero esta vez escapé. Abrí la puerta y corrí lo más rápido que pude,
y ellos no me alcanzaron porque yo conocía mejor las calles.

Corrí tanto que ni me di cuenta que muy cerca mío estaba ex novio de mi hermana junto a unos
muchachos que no conocía y así, abruptamente llego mi final, mi cruzada acabó de mano de la
misma persona con la que empezó.

Ellos están buscándome para hacerme pagar por lo que hice, y al salir de mi casa y escapar de mis
padres solo les acorté camino.

En su momento yo dejé escapar al bastardo, pero él y sus amigos no me darían la misma ventaja.
Eran más y fácilmente podrían ganarme, además que no tenía nada para defenderme.

Ellos me aparearon hasta que yo no mostré reacción. Me dejaron ahí tirado, con muchos huesos
rotos y respirando aduras penas. En mis últimos momentos la golpiza tal vez arregló un poco mi
cerebro, permitiéndome pensar claramente, analizando mis errores fui encontrando vagas
soluciones.

Cuando llegaron mis padres y vieron en mi lecho de muerte trataron de salvarme, pero ya era
demasiado tarde, y con mi último aliento por fin sentí algo: Arrepentimiento.

pudiendo finalmente escapar de mi psicopatía

-Perdón... Y gracias... Por todo.

Y así finalmente, terminó mi descenso a la locura.

También podría gustarte