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Había una vez un pueblo llamado Villa Campari, su nombre dado debido a la

gran producción de la bebida en este lugar, donde su gente era conocida por
su pesimismo y su afición por la burla y el sarcasmo. Un día, un desastre golpeó
el pueblo cuando una plaga de langostas arrasó con todas las hierbas para
producir la bebida, dejando a los habitantes con escasez de recursos.

La noticia se esparció rápidamente y los habitantes de Villa Campari se


sumieron en la autocompasión y la lamentación. Todos se quejaban y se
insultaban mutuamente, culpándose unos a otros por la situación
desafortunada. Pero en medio de todo el caos, surgió un personaje peculiar
llamado Juancito, conocido por su lengua afilada y su humor negro.

Juancito no pudo resistirse a hacer comentarios burlistas sobre la situación. Se


paseaba por el pueblo riéndose de las caras tristes de sus vecinos y haciendo
chistes hirientes como: "¡Apa!, parece que las langostas se mudaron a la villa a
comerse todo lo que se encuentran, ojo que no vean a tu vieja…", "¡Me parece
que a alguien le toca ir a la ruta!" o "Veo que nos toca cambiarnos el nombre
a… Villa 51"

A pesar de la adversidad, Juancito buscaba la forma de ridiculizar la desgracia y


burlarse de los demás habitantes de Villa Campari. Organizaba concursos,
como "cocina de langostas" o "quien sacaba más guita de la ruta" para
distraerse de la situación difícil. Sus comentarios sarcásticos y su risa burlona
resonaban por todo el pueblo, irritando a algunos y divirtiendo a otros.

Mientras todos en Villa Campari se lamentaban y se insultaban, Juancito seguía


haciendo chistes y burlándose de la situación. En lugar de ayudar a buscar
soluciones, se la pasaba criticando y ridiculizando a los demás. Algunos
habitantes se molestaban con sus comentarios hirientes, pero otros
comenzaron a imitar su estilo burlista.

Con el paso del tiempo, el pueblo se volvió un lugar lleno de insultos y burlas
constantes. Las conversaciones eran un constante intercambio de sarcasmo y
risas hirientes. Aunque la situación seguía siendo difícil, muchos habitantes
encontraban consuelo en la burla y la ridiculización de los demás.

Con el tiempo, las langostas se marcharon y las hierbas comenzaron a crecer


nuevamente en Villa Campari. Sin embargo, el tono burlista y vulgar de
Juancito y su influencia en el pueblo persistieron. Aunque algunos habitantes
se dieron cuenta de que la burla y el sarcasmo no eran soluciones reales, otros
continuaron con esa cosmovisión cómica y vulgar, convirtiendo a Villa Campari
en un lugar conocido por su humor negro y su afición por la burla y la
ridiculización, gracias a las acciones de Juancito, el personaje burlista del
pueblo.

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