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28/11/2023

LUCHA POR TU NUEVO NOMBRE

Por: Hno. José Barroso

GÉNESIS 32: 24-30


24
Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. 25 Y cuando el
varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el
muslo de Jacob mientras con él luchaba. 26 Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le
respondió: No te dejaré, si no me bendices. 27 Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él
respondió: Jacob. 28 Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel;[b] porque
has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. 29 Entonces Jacob le preguntó, y
dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi
nombre? Y lo bendijo allí. 30 Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo:
Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.

TENER EN CUENTA:

 Adán y Eva quisieron ser como Dios, el hombre ve a Dios como su rival…(le quita su
libertad, lo limita, le impone normas, le frustra sus sueños…etc)
 Con frecuencia surge un cierto miedo a Dios, a sus planes, a lo que pueda
pedirnos…
 De alguna manera siempre estamos luchando con Dios
 En la Biblia nos ha quedado el relato misterioso de un hombre que luchó con
Dios (Gen 32,23-32). Jacob es testigo singular de este combate que todo hombre,
antes o después, libra con Dios.

1. Siempre hay un momento en que el hombre se queda solo


Jacob lucha en la soledad. El combate tiene lugar cuando ha hecho pasar a sus dos
mujeres, a sus dos siervas y a sus once hijos.

Muchas veces las cosas, las tareas, nos entretienen y nos distraen de lo esencial.
Pero antes o después llega el momento en que todo desencanta

MARCOS 32 Después fueron a un lugar llamado Getsemaní, y Jesús les dijo a sus
seguidores: Siéntense aquí mientras voy a orar.

2. La noche de la fe

Es el hecho de no saber, de no controlar, de no tener pleno dominio sobre nuestra


vida. Y nuestra razón se rebela, porque quiere ver, quiere saber, quiere controlar.
3. El misterio de Dios nos sobrepasa

Y cuando Jacob le pide que le diga su Nombre, que le manifieste quién es, Dios se niega

4. El combate dura hasta rayar el alba

Hay momentos más intensos de esta lucha, pero en cierto sentido dura toda nuestra vida.
Sólo cuando raya el alba de la eternidad el combate cesa. Mientras permanecemos en la
noche de este mundo hay combate. Ignorarlo es engañarnos a nosotros mismos.

2 Timoteo 4:6-8
“Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He
peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me
está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no
sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” ¿Quién ama la venida?

Mt: 24.13 Mas el que persevere hasta el fin, este será salvo.

Sólo en el cara a cara del cielo no habrá lucha. Dios nos poseerá y nosotros le
poseeremos. Y en eso residirá nuestro gozo.

5. Derrumba nuestras falsas seguridades

Jacob se resiste. No se entrega. Y el relato nos dice que "el otro" tuvo que recurrir a una
estrategia: "le tocó en la articulación femoral, y se dislocó el fémur de Jacob". Dios está
dispuesto a vencer a toda costa. "Descoloca" al hombre hasta que se rinde del todo. ,
nos baja de nuestras vanidades, para ponernos en verdad.

 No hay misterio en nosotros que sobrepase a Dios

Esto se ve también cuando Dios le pregunta su nombre. En cierto modo


le fuerza a reconocer su nombre, es decir, su identidad: Jacob quiere
decir "el suplantador" (Gen 25,26; 27,36). Con ello, Dios provoca la
confesión de su pecado. Así le pone en verdad.

6. Y te ganas tu nuevo nombre: porque ya Dios tiene un nuevo nombre para ti,
pero debes ganártelo

Sólo cuando ha reconocido su pecado, Dios le dice: "ya no te llamarás Jacob, sino Israel,
porque has luchado contra Dios y contra los hombres, y has vencido"
.Dios le cambia el nombre. Israel significa: "Dios se muestra fuerte". En el valle de
Yabboq ha quedado enterrado el "estafador embustero" y ha surgido un hombre
nuevo marcado por el signo del poder de Dios.
A modo de conclusión
¿Quién ha vencido en este combate? El texto es paradójico. Nos dice que Jacob ha
vencido a Dios. Y eso precisamente cuando queda cojeando y se ha puesto al
desnudo su pecado. En realidad, Jacob vence cuando se deja vencer por Dios.

La victoria de Dios es en realidad en nuestro favor. Parece que lucha contra nosotros,
que es nuestro enemigo, que nos avasalla y nos coarta la libertad. Pero la verdad es
muy distinta: Dios lucha en nuestro favor. Y cuando nos rendimos libremente a su amor,
experimentamos la libertad y la plenitud.

Sí, Dios se ha mostrado fuerte haciendo vencer a Jacob su mentira, su oscuridad, sus
falsas pretensiones. Cuando Jacob ha aceptado a Dios, cuando ha dejado a Dios ser Dios
en su vida, entonces la lucha termina. Y Jacob continúa su camino convertido en un
hombre nuevo. Prosigue su peregrinación transformado por el poder de Dios. Ha
terminado la lucha y sigue adelante mientras sale el sol…

Entendemos ahora el sentido de este combate. Desde que Adán y Eva pretendieron
"ser como Dios" (Gen 3,5), el hombre siente a Dios como su rival. Tiene la impresión
de que le impide ser él mismo y alcanzar su propia plenitud. Por eso lucha contra Dios. Se
rebela contra sus planes.

También Dios lucha contra el hombre. Precisamente porque le ama, está empeñado
en derribarle de su mentira, de su absurda pretensión de ser como Dios. Y se sirve de
cualquier medio o circunstancia para que el hombre baje de su pedestal. Un fracaso, una
enfermedad, cualquier experiencia de debilidad es buena para situarle en la verdad.

Y entonces ocurre el milagro. Dios se deja vencer por aquel que a su vez se rinde ante
Dios. "Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes" (1Pe 5,5). Nos
derriba para levantarnos, nos humilla para enaltecernos (Lc 1,52; 18,14). Sólo el
humilde vence a Dios. Sólo de los pobres es el Reino de los cielos (Mt 5,3; Lc 6,24).

Sólo cuando Jacob se deja vencer por Dios, Dios le bendice. Y continúa su camino
cojeando, pues ha quedado situado en humildad. Pero ya no le importan sus heridas,
ni que se descubra su debilidad. Ahora proclama dichoso: "He visto a Dios cara a cara y
tengo la vida salva".

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