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Nro.

1, año 1
ENE. 2024

PREDICA LA VERDAD

José R. Barroso
EL AUTOR:

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+58 04260357353

MSc. José Ricardo Barroso,


Evangélico Pentecostés,
Maestro de la Palabra,
se congrega en la Iglesia
Cristo la Única Esperanza.
Mantecal, Edo. Apure, Venezuela
Nro.1, año 1
ENE. 2024

PREDICA LA VERDAD
José R. Barroso

PREDICA LA VERDAD

Bendigo sus vidas grandemente, en el nombre de Jesús. Amén.

Para nosotros, el pueblo cristiano, es de gozo y satisfacción ver cómo cada


día surgen nuevos creyentes que se lanzan sin miedo y entusiasmo a
predicar el Evangelio, las Buenas Nuevas que nuestro Señor y Dios nos ha
dejado para salvación. Eso en época de la iglesia primitiva era algo
impensable; sin embargo en la actualidad es más común de lo que el
Apóstol Pablo (por ejemplo) hubiera anhelado en el contexto de cada una
de sus cartas.

No obstante, esa corriente inagotable de predicadores, evangelistas,


maestros, cada vez más numerosa (Dios permita que continúe así) trae
consigo algunos detalles que no pueden pasar inadvertidos y los cuales
pudieren traerle consecuencias bíblicas nefastas a la iglesia de nuestro señor
Jesucristo.

Esta preocupación, que no crítica, enciende alarmas a quienes por


manifestación del Espíritu y mandato de Dios, tenemos la hermosa e
ineludible responsabilidad de ministrar para el Señor como maestros de la
Palabra. Como tal somos exhortados por el texto bíblico a enseñar y
predicar la verdad que es Cristo. Es un mandamiento cuya omisión puede
hacer que caigamos sin darnos cuenta “como en los tiempos de Noe” y no
quede ni los animales para ser salvos.

Pablo en una de sus cartas a Timoteo, le advierte acerca del peligro de


desviarse de la verdad y profetiza un panorama, que tal como lo veo a día
de hoy, pudiera decirse se está viendo en la iglesia:

2 Timoteo 4:

2 que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo;


redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. 3 Porque

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vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo


comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias
concupiscencias, 4 y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las
fábulas.

También el apóstol Pedro, inspirado por el Espíritu Santo, describió un


escenario profético en el cual la falsa doctrina enseñada los por falsos
maestros, caería sobre la iglesia conduciéndole directo a la condenación:

2 Pedro 2:1

Pero se levantaron falsos profetas entre el pueblo, así como habrá también
falsos maestros entre vosotros, los cuales encubiertamente introducirán
herejías destructoras, negando incluso al Señor que los compró, trayendo
sobre sí una destrucción repentina.

Entonces, teniendo en la Biblia profecías, advertencias y presagios que


claramente hablan acerca de falsos maestros y en consecuencia de una
enseñanza que no está cimentada ni fundamentada en la verdad que es el
Evangelio de Salvación de Cristo Jesús; podemos afirmar que es posible que
dentro de los muchos predicadores, maestros, profetas y evangelistas que
surgen a diario, se encuentren los falsos que menciona el texto bíblico. Razón
más para estar preocupado por el tema de aprender, enseñar y predicar
en la verdad de Cristo.

Jesús nunca puso los reflectores sobre sí mismo para que fuese visto, por el
contrario aguardó treinta años hasta que inició su Ministerio conforme lo que
el Padre había encomendado, y en la cita en el evangelio de Juan tenemos
confirmación cuando Jesús le habló a María en las bodas de Caná:

Juan 2 4 Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.

Nuestro señor Jesucristo, para poder enseñar la verdad y predicarla, nos da


como ejemplo que debió prepararse treinta años dándole a ese cuerpo

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humano las condiciones espirituales para poder ejercer el más grande e


importante ministerio que haya existido y que pueda existir; ¿cuánto más
nosotros?. En este versículo, Jesús nos demuestra lo importante y necesario
que es dejar que sea el Espíritu Santo quien nos prepare, nos guíe y nos
conduzca en el ejercicio de nuestros ministerios, esa es la condición para
que sea un ministerio efectivo y que dé los frutos que Dios espera de cada
uno de nosotros y eso en parte pasa por estar en la verdad.

Predicar la verdad. Pero, ¿qué significa eso?, ¿cómo sabemos que estamos
predicando la verdad? O peor aún; ¿estamos aprendiendo u oyendo una
falsa doctrina? Son preguntas, que si bien debemos hacérnosla, porque al
final se trata de nuestra salvación y de la salvación de otros; el mismo Jesús
nos da las claves para responder a cada una de ellas y cualquiera otra que
surja en el camino:

JN 8: 31 Dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: Si


vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente
mis discípulos; 32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

La clave de este verso la vemos en “Si vosotros permaneciereis en mi


palabra”, significa que para poder conocer la verdad y por tanto
predicarla, necesario es permanecer en la palabra, leyendo, oyendo,
hablándola, viviéndola, predicándola y dejando que nos transforme nuestro
corazón, y permitiendo que se instale allí verdaderamente. Como le dijo
Jehová a Josué en Jos 1:8 “Nunca se apartará de tu boca este libro de la
ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas
conforme a todo lo que en él está escrito” solo así conoceremos
verdaderamente la verdad (cristo) y podremos predicarla

Debemos observar el ejemplo de Cristo como un verdadero Maestro de


Maestros y buscar ser como él lo fue, aprender tal como él lo hizo, con
paciencia, con el tiempo de Dios, y pensar siempre en el propósito y llamado

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de cada uno de nosotros. En lo que enseñemos que se note a Cristo en lo


que transmitimos como maestros, que pensemos en cómo lo haría Jesús, o
de qué manera Jesús tal como se dice en la Biblia está manifiesto en lo que
estoy enseñando.

La verdad no es otra cosa que Cristo, tal como él mismo lo revela en JN 14:6
“… Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por
mí.” Simple, quien enseñe algo distinto al Cristo de la Biblia, no está
enseñando la verdad. Si un predicador está hablando de un Cristo
configurado en su mente, conforme lo que él cree que es y no conforme lo
que Dios dice en su palabra, entonces ese predicador no predica la verdad.

La Biblia habla en varios textos acerca de los que vendrán a predicar un


evangelio distinto, haciéndose pasar por maestros y profetas de Cristo, pero
que realmente lo que harán o tratarán de hacer es instaurar falsas doctrinas
que hagan sentir a la gente que se puede ser de Cristo pero al mismo tiempo
estar en el mundo como si nada hubiera cambiado; con un discurso
seductor que hace que las personas compren la idea de un evangelio “sin
amarras” “sin prohibiciones” un evangelio de “puedes beber alcohol pero
no embriagarte”. No es una fábula, eso lo estamos viviendo hoy en el mundo
entero.

De manera que en JN 14:6, tenemos un código y una clave que, a nosotros


los cristianos, nos obliga a buscar a Cristo de verdad y en la verdad, y por
tanto a enseñar la verdad que solo Cristo nos da. “Nadie viene al Padre, sino
por mí” no es solo en la oración, es que nadie irá al cielo si no es por y en
Cristo. Ahí Cristo está dando una palabra en futuro, está hablando ya como
si estuviera en el cielo: “nadie viene al Padre..” y ¿dónde está el Padre? Pues
en el cielo, en su morada eterna, a la que todos los que le amamos
aspiramos llegar para adorarle eternamente.

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Predicar la verdad no es contender con quien predica la mentira o quien


pervierte el evangelio; predicar la verdad es no encubrir la mentira, no es
solo señalar el error, es comprometernos con hacer ver la verdad a los ojos
de las personas; no nos vamos a carear con aquellos que, según nuestro
discernimiento en el espíritu nos devele, son maestros de lo falso, pero
obligados estamos hacer como Cristo con los fariseos y escribas, y como
Pablo ordena en Tito 1:11 a los cuales es preciso tapar la boca; que
trastornan casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no
conviene.

Jesús polemizó sin pecar abierta y enfáticamente contra los fariseos y


escribas, catalogándoles de falsos e hipócritas; pues Él sabía que ellos como
guías del pueblo eran “Ciegos” mostrándose implacable con quien da por
justo lo injusto, en este caso a quienes debían ser los guías del pueblo de
Dios, enseñando lo que no era y transformando la verdad de Dios en cosa
inmunda que solo servía para sus propios intereses y conduciendo al pueblo
a la condenación. Podemos ver algo de esa forma directa de Jesús de
hablar con autoridad y en su propia cara defendiendo la verdad, en Mateo
23:

13 Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino


de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar
a los que están entrando.

Así que, estimado hermano cristiano, tú que sigues a Dios y le sirves con
amor, sigamos la sana doctrina que es Cristo Jesús y dejemos de estar
buscando a Dios en la comodidad que ofrece el brote de iglesias que, como
los fariseos, nos cierran las puertas del reino de los cielos. Predicar la verdad
es obligación no gravosa, debemos gozarnos en la verdad que nos ofrece
nuestro señor; ayudemos al mundo a conocer la verdad y ser libres con la
libertad que nos da Cristo, quien, como dijo Pablo en Tito 2: 14 “se dio a sí

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mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un


pueblo propio, celoso de buenas obras.” Y con esa verdad de nuestra fe,
nos comprometemos nosotros con Cristo a predicar la verdad y a vivir la
verdad como testimonio, para que ese sacrificio no sea en vano, para que
el amor de Dios viva en nosotros por siempre.

En el nombre de Jesús. Amén.

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