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Hacer la Voluntad de Dios

«No sigan la corriente del mundo en que vivimos, más bien


transfórmense por la renovación de su mente.  Así sabrán ver cuál es
la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es
perfecto.» Rom 12, 2
 
¿Hacer la voluntad de Dios o hacer mi voluntad?, no es fácil tener
claridad en este asunto. Dios nos regalo la vida y con ella la libertad,
la vida es don precioso que valoramos cada día. Pero tener una
conciencia clara para saber si estamos o no haciendo la voluntad de
Dios, es tarea de todos los días.

Con frecuencia le pregunta la mamá a su hijo ¿ya hiciste la tarea? Y


las respuestas son tantas y variadas. Si Dios nos pregunta al final del
día, en esos minutos antes de dormir si hicimos lo bueno, lo
agradable, lo bello, conforme a su voluntad, las respuestas serán
tantas y variadas como son nuestras vidas. Por eso después de
agradecer el día, debemos revisar en silencio si vivimos este día
conforme a la voluntad de Dios o simplemente vivimos un día más.

Para hacer la voluntad de Dios, debemos tener libertad cristiana, no


una libertad del mundo; hacer cada quien lo quiera sin hacerle daño
al prójimo. Para nosotros seguidores de Jesús, no basta sólo cumplir
la ley, sino vivir bajo la ley del Espíritu, la ley del amor. Con Cristo la
ley se interioriza, una intimidad profunda aquella del más del amor.
Un camino de libertad de toda atadura, dependencias y seguridades.
Para llegar al cumplimiento de la ley del Espíritu. Cuando uno medita
los misterios de Jesús, uno sabe por los Evangelios que Él hizo la
voluntad del Padre.

¿Cómo saber lo que Dios quiere de cada uno? El discernimiento es


fruto de una vida intensa y creciente del amor que todo lo trasforma,
la experiencia del amor cristiano. En la formación de una correcta
conciencia cristiana, para vivir en las circunstancias concretas,
centrando el actuar en Dios y no en la propia voz. Ello supone que el
discernimiento se abre también a los valores superiores, a los valores
del espíritu, a los sobrenaturales. Necesita un verdadero cambio
interior, metanoia, un vivir de acuerdo al tiempo de la salvación y no
bajo la estructura dominante del mundo; en el poder, prestigio y
dominio.

Es fácil hacer nuestra voluntad, porque es cómo seguir nuestros


impulsos, nuestros instintos, y por naturaleza buscamos las cosas
que no exigen renuncia, entrega, sacrificio, el extra de cada día.
Cuántos viven sin un proyecto personal de vida, mucho menos pensar
en un proyecto comunitario. Dios nos ha llamado a vivir una
vocación, que inicio con el regalo de la vida. Y a través del bautismo
somos sus hijos, y vivir como hijos de Dios, es precisamente hacer su
voluntad. Por lo tanto, el discernimiento cristiano no se plantea
simplemente en el ámbito de los sentimientos o de los deseos, de los
ideales, las aspiraciones o los proyectos. La transformación y
santificación del cristiano viviendo en un auténtico discernimiento
cristiano; lo que agrada al Señor Rom.12, 2 dokimásein, probar,
aprobar. Para rechazar lo falso y lo malo, y retener lo auténtico, lo
bueno. Los hijos de la luz disciernen todo en la voluntad del Padre.

Si cada día tengo un momento de oración personal, en esa intimidad,


en lo secreto el espíritu de Dios nos va guiando, nos va formando,
nos va transfigurando. Poco a poco vamos aprendiendo a descubrir la
voluntad de Dios, él nos va tocando el corazón cada vez más
intensamente para tener esa sensibilidad especial para saber lo que el
quiere de nosotros.

¡Buscarlo, encontrarlo y seguirlo es hacer su Voluntad!

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