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BORRADOR DE LA CRÓNICA

El sol apenas asomaba sus primeros rayos sobre la bahía de Mazatlán cuando un
rugido metálico rasgó el silencio de la madrugada. Seguido de un incendio voraz
que atrapaba a un autobús en la autopista Culiacán-Mazatlán. La tragedia,
bautizada por la prensa local como "El camionazo", había cobrado la vida de 19
personas y dejado a otras 22 heridas.

El autobús, perteneciente a la línea Autobuses GTB, se dirigía a Los Mochis cuando


se encontró con un tráiler volcado sobre la carretera. El impacto fue brutal,
provocando que ambos vehículos se incendiaran de inmediato. Las llamas
devoraron el autobús en cuestión de minutos, atrapando a los pasajeros en una
escena de gritos y terror.

Los equipos de emergencia llegaron al lugar para calmar el fuego y auxiliar a los
sobrevivientes. La escena era desgarradora: cuerpos calcinados entre los restos
humeantes del autobús, ambulancias que partían a toda prisa hacia los hospitales,
familiares que buscaban desesperadamente a sus seres queridos

Las autoridades iniciaron las investigaciones para determinar las causas del
accidente. Se suponían varias hipótesis: exceso de velocidad, falta de señalización
del tráiler volcado, o incluso un posible acto de vandalismo. Sin embargo, la causa
principal aún no ha sido aclarada.

El "camionazo" de Mazatlán ha revivido el debate sobre la seguridad vial en México.


Un accidente que nos recuerda la fragilidad de la vida y la necesidad de tomar
medidas para evitar que estas tragedias se repitan.

En las calles de Mazatlán, el eco del rugido de la madrugada aún resuena. Un


sonido que se ha convertido en un símbolo de dolor, luto y un llamado a la acción
para mejorar la seguridad en las carreteras del país.

LITZY YARETZI CONTRERAS VALDEZ.


COMUNICACIÓN Y MEDIO MASIVOS.
3-3.

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