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A finales del siglo XX, Rusia era un país atrasado en comparación con el resto Europa.

Estaba
gobernada por el Zar, autoridad suprema del Estado, que gobernaba de manera
absoluta, sin preocuparse de que el pueblo se hallará sumido en la pobreza.
El uso de la fuerza para impedir cualquier manifestación contraria al régimen había asentado
en la crisis social que influyó para que el comercio y la industria no se desarrollaran
plenamente. La élite estaba compuesta por la nobleza y los miembros de la Iglesia.
La nobleza tenía a su cargo el mando del ejército, eran los funcionarios de alto nivel y
poseían la mayor parte de riqueza; luego seguía la clase media y la clase baja que aglutinaba
a los intelectuales, obreros y campesinos. Los trabajadores carecían de derechos laborales
y tenían salarios miserables. Por esa situación solían manifestarse para tratar de mejorar
sus condiciones de vida.

Al iniciar el siglo XX, Rusia era desde el punto de


vista político, un sistema monárquico absolutista de
gran tradición en Europa y mantenía el poder
político concentrado en manos del zar.
El zar y la nobleza que le rodeaba eran los únicos
responsables de redactar y aprobar las leyes que
regían en su enorme territorio, y se repartían los
cargos de autoridad, tanto civiles como militares. En
el ámbito religioso el Zar era considerado, además,
la máxima autoridad.
Le economía de Rusia se basa fundamentalmente
en la agricultura como la sociedades del viejo
régimen, esto es, antes del avenimiento del
capitalismo como modo de producción dominante.
Así 85% de la población se dedicaba el campo y sus
condiciones de trabajo eran de deplorables.
En el otro extremo los kulaks (agricultores rusos) se negaban a efectuar mejoras en los
sistemas de producción para no perder el trabajo de los ciervos, quienes eran la población
trabajadora y sustentadora en la realeza. Las desigualdades sociales que prevalecían en el
campo ruso fueron causa de protestas constantes.
La incursión del capitalismo posibilitó un proceso de industrialización y el rápido crecimiento
de algunas ciudades que perfilaban a un grupo de burgueses deseosos de invitar a Francia
e Inglaterra. Primordialmente en Moscú y San Petersburgo y M’Baku el impulso de la
industria fue muy importante e integró contingentes masivos de fuerza de trabajo.
Aunado a ese proceso de surgimiento y expansión de la burguesía rusa, los obreros y los
campesinos comenzaron a manifestar su descontento así el régimen zarista, sobre todo a
raíz de la derrota de Rusia ante el expansionismo japonés en 1905, pues ellos iban al frente
de la batalla para tratar de detener al enemigo.
La llamada guerra ruso japonesa era otra evidencia del crecimiento imperialista de dos
regímenes antiquísimos que se habían sumado tardía mente, pero con mucha fuerza, a la
contienda capitalista y que si bien eran muy distintos en la dimensión de sus territorios,
tradiciones y contradicciones internas, sus burguesías aspiraban a que ser sobre los mismos
espacios. El Imperio ruso aglutinaba múltiples nacionalidades en un territorio vastísima
donde las costumbres de los habitantes de Siberia diferían de las costumbres de los
habitantes de Kazajistán por ejemplo, si bien ambas regiones pertenecían al imperio de
Nicolás II. El idioma, el pasado histórico la comida, los bailes, las creencias religiosas no
eran idénticas en una superficie de más de 22 km².
El Japón por el contrario, no es nada más de 400,000 km² de territorio y si bien había
diferencias entre sus provincias, también había unificación en historia y tradiciones que
fueron sumadas por el esfuerzo de su emperador Matsu Hito para impulsar un férreo proceso
de industrialización a partir de 1860.
La tensión entre los dos imperios, se hizo más fuerte por la evidente intermisión rusa en
China al tener para así el arrendamiento de Port Arthur como base Naval, en pleno Mar
Amarillo, aún después de haber firmado un pacto con Japón en 1900. La supuesta
superioridad rusa llevó a hostigar a los japoneses y éstos decidieron hacer la guerra en
febrero de 1904. En un periodo de un año la flota japonés fue capaz de ocupar Port Arthur,
la península de Corea y, por tierra, replegar a los rusos hasta Manchuria.
Las fuerzas rusas intentaron recuperar Port Arthur inmovilizaron a 350,000 hombres con
1200 cañones para tratar de frenar a los 550,000 japoneses y sus 1500 cañones. La derrota
rusa fue total, tanto por agua como por tierra, hasta que en febrero de 1905 los rusos
aceptaron la intermediación del presidente de Estados Unidos, para dar fin a las hostilidades.
Los acuerdos, señala José Martínez carreras en su texto las colinas y las guerras, fueron los
siguientes:
Japón obtenía, de hecho, un protectorado sobre Corea, Rusia ese día sus derechos sobre
Port Arthur y Dairín y el ferrocarril Sur de Manchuria. Así como la parte situada del sur del
paralelo 50 de la isla de Saja Lin. La superioridad japonesa ya era indiscutible, así como la
presencia de Estados Unidos en el ámbito internacional. Esta derrota rusa fue muy
impactante y sumada a otras situaciones conflictivas vividas internamente, dio paso a un
proceso revolucionario promovido por sus habitantes.

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El gran imperio ruso enfrentaba para 1905, una profunda crisis económica y moral. La
derrota ante Japón había contado en la vida de miles de hombres y tres tocado la conciencia
de la población. El extremo occidental, y sobretodo su población campesina enfrentaba
hambrunas y patentizaba una creciente inconformidad ante sus autoridades. Surgieron las
marchas de protesta, mítines huelgas, que fueron duramente reprimidos. Pero una situación
verdaderamente inusual se presentó en San Petersburgo cuando, hasta el palacio de
invierno, se dirigió un mayúsculo conglomerado para entregar al zar Nicolás II diversas
solicitudes, entre otras un Adecuado pago de salario. La respuesta monárquica consistió en
una orden a la policía para detener a la fuerza trabajadora fueron asesinados muchos, se
habló de casi 500 heridos. A este hecho se le conoció como el domingo sangriento y si bien
detuvo a los trabajadores de San Petersburgo, la ola de huelgas si yo presentándose en
otras ciudades menores.
En marzo todas las universidades fueron obligadas a cerrar hasta fin de año porque, según
informó la policía secreta en los recintos de la ciencia se reunían todo tipo de provocadores,
la orden generó que se unieron estudiantes radicales a los trabajadores en huelga. Mas no
sólo los obreros se manifestaban descontentos, los campesinos se insurreccionaron, en
diversos puntos durante 1906 y 1908, obligando al gobierno a ofrecer ciertas concesiones,
aunque cuando intentaron mejores beneficios, al igual que los obreros, fueron duramente
reprimidos.
Otro sector que evidenciaba signos de descontento en el militar, pues la derrota ante Japón
y los vergonzantes fracasos se debían a la incapacidad de la jerarquía. Los soldados y
marinos rusos iniciaron rebeliones y motines. La más significativa insurrección fue la de los
marinos del Acorazado Potenkin que, al negarse a obedecer órdenes de su oficialidad se
apoderaron de la embarcación y decidieron enfrentar a sus superiores que eran parte
importantísima del zarismo. El éxito fue muy relativo, pero era una manifestación más de la
inconformidad creciente.
Aunado a este amplio descontento diversos grupos nacionalistas se mostraron molestos por
las prerrogativas que el Zar tenía para los rusos, en detrimento de otros grupos étnicos
asimismo integrantes del imperio. También se aprovechó el ambiente para atacar a los
judíos. La conjunción de los levantamientos internos y las derrotas externas debilitaron a la
autocracia Sarita, que sin aceptar los movimientos de renovación política europea, se
negaba a modificar su monarquía, en los hechos absolutistas. El año de 1905 había sido
sumamente crítico pues los signos de la revolución para tratar de romper esa forma de
gobierno eran constantes, si bien faltos de articulación.

El zar Nicolás II descendía de la familia de los romanos y fue coronado a los 28 años de
edad, en 1894, cuando Rusia era uno de los imperios más grandes, en cuanto al territorio,
pero más atrasados económica y políticamente con respecto a Europa occidental. La mayoría
de la población era analfabeta, pobre y muy apegada a sus valores campesinos comunales.
La burguesía emergente se vinculaba con el capital extranjero y no era capaz, por sí sola,
de intentar una transformación mayor en el imperio para consolidarse de forma autónoma.
Éstas condiciones posibilitaban alzar un gobierno sin oposición mayores, pero cruelmente
reprimidas a través de su eficiente política, tanto en el campo como en algunas ciudades.
No obstante, ciertos círculos de intelectuales surgidos de las clases acomodadas sabiendo
la importancia de impulsar una transformación política, aunque fuera gradualmente, hacia
un régimen de monarquía constitucional, pero los Romanos no querían contemplar esa
posibilidad hasta que los hechos del Domingo sangriento en San Petersburgo y su
importante secuela en Moscú obligó a prometer la convocatoria de una Duma, parlamento,
pero al advertir que esta comenzaba a proponer límites al poder absolutista, la disolvió para
crear otra más favorable a sus intereses.
Para 1911 fueron asesinados todos aquellos que dirigían la represión contra cualquier
intento revolucionario de forma contundente.
La falta de voluntad política del zar fomentaba la necesidad, decían los civiles, de buscar las
libertades políticas, entre ellas la de organizarse en sindicatos. Ya Petrogrado, como se
llamaba San Petersburgo, había logrado cierta organización obrera e impulsaba una
modalidad de trabajo denominada soviet, en la cual: Se involucró León Trotsky, líder anti
zarista, así como Vladimir Ilich Ulianov, conocido como Lenin, quien analizaba lo sucedido
desde 1905 y consideraba cercano el momento de derrotar al Estado absolutista.
La situación se complicó todavía más cuando Rusia entro en la Primera Guerra
Mundial, pues los obreros y los campesinos fueron obligados a participar en la
lucha sin estar debidamente preparados. Lo cual repercutió inmediatamente en
continuas derrotas a lo largo de la contienda, y en la agudización de los problemas de la
producción industrial y agrícola, abriendo una coyuntura política esperada y fomentada por
los integrantes del partido socialdemócrata ruso que vivió varias fases hasta derivar en dos
corrientes: los bolcheviques y los menchevique.
Los mencheviques (la minoría) eran representantes del extremo derecho y
pretendiendo eliminar a la nobleza y establecer un gobierno republicano. Planteaban las
ideas del liberalismo económico y prometiendo a la población que el país y ya no
intervendrían en la gran Guerra; eran un grupo moderado que pretendían llegar al socialismo
de manera lenta. Los bolcheviques (la mayoría) en la extrema izquierda, eran
representantes de obreros, campesinos y algunos sectores medios de la población; estos
basaron sus ideas en los planteamientos del socialismo científico de Marx y Engels, buscaban
el acceso al poder económico y político del proletariado, se negaban a seguir participando
en la guerra, y su lema demandaba paz, pan y tierra. Eran radicales al proponer que los
obreros y los campesinos derrocarán por las armas al zarismo.
En una posición diferente actuada el partido democrático constitucionalista, los kadetes
constituido por partidarios de la democracia europea, interesados en instaurar un gobierno
regido por una constitución pero sin modificar profundamente las relaciones, obrero-
patronales en las fábricas ni entre terratenientes y jornaleros en el campo.
El año de 1916 fue complicado porque la guerra se prolongaba y no se vislumbraba la
victoria contra Alemania. La falta de alimentos, medicinas, armas, uniformes y más
implementos de guerra generaba deserciones masivas de soldados y la culpa se enfocó
hacia el zar de parte de la incipiente burguesía, los tenientes, algunos sectores del ejército
y comerciantes insatisfechos con lo sucedido.
Los representantes de la nueva toma dominada por militares del partido liberal democrático,
así como la beligerancia de los obreros que se organizaban los soviets, advertían al gobierno
a la necesidad de medidas efectivas para aumentar la descomposición social presidente,
pero la situación era insostenible.
En febrero de 1917, se celebra una manifestación en Petrogrado con motivo del día
internacional de la mujer aunque en realidad era una aglomeración que resumía y
evidenciaba todo el malestar que los buses experimentaban. Poco a poco la situación se
tomó más delicada hasta que se convirtió en una protesta contra la escasez de alimentos y
la guerra. El zar intentó usar sus tropas pero estas no respondieron a su favor, pues si las
movilizaciones durante ese mes habían crecido significativamente y varios dirigentes de
distintas Posturas ideológicas, empezaron a tomar el liderazgo del movimiento popular y
lograron que una buena parte de la fuerza represora se aliara a los inconformes. Nicolás II
de hecho, quedó sin apoyo de su ejército para controlar la situación, que culminó con el
establecimiento de un gobierno provisional formado por los miembros más destacados de
la Duma estatal. El zar Nicolás II ático y la dinastía de los romanos, después de tres siglos
de reinado en Rusia, fue derrocada.

Una vez lograda la destitución de Nicolás II el gobierno provisional inició una serie de
reformas tendentes a abrir ciertos espacios, tanto a los liberales como los socialistas que
habían luchado conjuntamente ante un mismo enemigo. Una de las iniciativas más
reconocidas por la población fue lo de institución de la antigua y represora policía zarista, y
ese cuerpo fue cubierto con una milicia popular.
Sin embargo, casi de inmediato aparecieron diferencias entre los liberales, que promovían
transformaciones graduales. Contra los bolcheviques, que buscaban una transformación
radical de la economía y la política. Este último grupo, el bolchevique, contaba con
importantes intelectuales en su organización, entre los que sobresalía Lenin por sus
propuestas y conocimiento de la realidad rusa.

Poco después se sumó León Trotski, quien apoyó a Lenin, y la popularidad de los
bolcheviques debilitó la presencia de los moderados, tanto el gobierno provisional como de
los mencheviques. Derecho fomentó entre los bolcheviques la propuesta de radicalizar el
Movimiento para instaurar un estado socialista, apoyándose en el poder obrero, campesino
y de los soldados.
El gobierno provisional junto con el de los mencheviques y socialistas revolucionarios, ahora
comentaba que las masas eran inmaduras para gobernar y propuso la realización de una
conferencia democrática. Los bolcheviques apresuraban llevar a cabo el segundo congreso
general de los sabios en Rusia y los moderados hacían lo posible por que fuera en la
conferencia donde se dirimiera el conflicto de gobernabilidad, con la confianza de tener ahí
los votos suficientes para instaurar instituciones liberales.
En tan áspero contexto, el gobierno provisional dispuso continuar luchando contra Alemania
del lado de la entente y, cuando sus ministros de guerra renunciaron, un antiguo socialista,
Alexander Kérenski, Aceptó colaborar con las autoridades bajo la consigna de luchar por la
democracia. Por otra parte, los bolcheviques reclamaban y remarcaban los errores del
gobierno provisional sobre todo cuando determinó en el mes de julio de 1917, lanzar una
ofensiva militar contra los alemanes, que fracasó. A partir de ese momento una gran
cantidad de soldados desertaron y fueron muy receptivos a los bolcheviques. Kérenski quien
había ascendido a primer ministro, miraba Con alarma la fuerza adquirida por los seguidores
de Lenin, aquí en los liberales y seguidores del zarismo acusaban de agente alemán y
antipatriota.

En octubre, Lenin junto con los bolcheviques, empezó a preparar la etapa revolucionaria
que, según señaló debía dar el poder al proletariado y a las masas campesinas. El Soviet de
Petrogrado, representado por Trotski, hizo una lectura de la realidad política que vivía y,
tras una intensa y rápido campaña decidió no subordinarse a las iniciativas de Kérenski y
luchar por un gobierno socialista. De tal manera los bolcheviques apoyaron la insurrección
armada en busca de poder. Al amanecer del 24 de octubre todos los puntos estratégicos
fueron tomados por la guardia roja, formada por obreros armados.
Al día siguiente cayó el gobierno provisional, y el 25 de octubre el primer congreso de todos
los soviets ratificó los derechos presentados por Lenin, la paz sin anexiones y la expropiación
de la tierra a favor de los campesinos; Trotski anunció el traspaso del poder a los soviets.
El nuevo gobierno recayó en el congreso de soviets de toda Rusia y este estipuló que el
soviet de comisario del pueblo continuaría el primer gobierno de obreros y campesinos y
sería provisional hasta que se convocará la asamblea constituyente. El soviet tenía como
presidente a Lenin, Trotski era ministro de Relaciones Exteriores y Stalin ministro inferior.
De inmediato se atendió la necesidad de negociar la paz con los alemanes y la
nacionalización de la tierra a favor de los campesinos. El 15 de noviembre de 1917 el consejo
de comisionario del pueblo proclamó mediante la declaración de los derechos de los pueblos
de Rusia el derecho de la autodeterminación de esto sobre la base de la plena igualdad y
soberanía. Confiada en que los trabajadores de distintas naciones decidieran permanecer
unidos entornos de Rusia.
Se nacionalizaron los bancos y se concedió el control de la producción de los trabajadores.
La industria se nacionalizó gradualmente. Para solucionar el problema de la participación
rusa en el conflicto bélico se discutió ampliamente la situación y, en marzo de 1918 se firmó
el tratado de Brest-litovsk, mediante el cual Rusia salió de la guerra perdiendo Finlandia,
Estonia, Letonia, Lituania y otros territorios en Polonia y Ucrania. Se estableció el primer
estado socialista con el gobierno dirigido por Lenin y un congreso integrado por los
dirigentes de los objetos, que eran los delegados electos en las fábricas y en las unidades
del ejército.

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