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EL MUNDO

https://www.elmundo.es/madrid/2021/10/10/61609256fdddff324a8b45aa.html

La guerra olvidada de Madrid: los


edificios destruidos por los bombardeos
de los que nadie se quiere acordar
Dos arquitectos de la Politécnica cartografían como nunca la destrucción
infligida sobre la ciudad entre 1936-1939, apenas investigada. Fue el
ensayo de la "guerra total" moderna para infundir terror, que
desemboca en Hiroshima

Edificio bombardeado.BIBLIOTECA NACIONAL

Madrid tiene memoria. No es una ciudad que olvida a sus víctimas. "El día de la
Comunidad recuerda a las de los ejércitos napoleónicos; hay placas a las
víctimas de ETA, como es lógico; tiene un monumento por las del terrorismo
islámico del 11-M...". Y una llama reluce ante Cibeles por los muertos del covid.
Por eso, "es inconcebible que no haya nada por las víctimas de los bombardeos
durante la Guerra Civil", lamenta Luis de Sobrón, coautor junto a Enrique
Bordes de Madrid Bombardeado. Cartografía de la destrucción, 1936-
1939 (Cátedra). Un libro recién publicado y ya en su segunda edición, que es ese
memorial pendiente, con su macromapa (60x88 cm.) detallado de los daños,
pura "empatía gráfica" del desastre.

Hoy no quedan rastros del daño sufrido en el edificio de la calle de Segovia.CEDIDA

Incompresible olvido porque aquel episodio fue el origen de la


denominada guerra total; el primer bombardeo de la Historia sobre una gran
capital para provocar una rendición inmediata; el esbozo que inspiró, a partir
de las crónicas del francés Louis Delaprée, el monumental Guernica de Picasso.
"El proyecto surge de constatar la falta de conciencia que hay en los ciudadanos
de Madrid de vivir en una ciudad que fue bombardeada, a diferencia de lo que
ocurre en Londres, Manchester, Berlín o Dresde".

Enrique, de quien partió la idea, y Luis han abordado ese periodo desde su campo, como
arquitectos y profesores de la Universidad Politécnica, aferrados a los datos del Archivo
del Cuerpo de Bomberos, partes de la Policía Urbana, imágenes de
fotoperiodistas (113 peinaron la capital), documentos de arquitectos de la época y
otras fuentes, como las imágenes de vuelo de la aviación americana en 1941 o
documentos del ejército sublevado.

Cuatro años recorriendo los anaqueles y los costurones de la ciudad que señalan la
destrucción urbanística infringida -en noviembre se cumplen 85 años del inicio del
asalto a Madrid de las tropas del general Franco-. Al plano actual, publicado en una
primera versión en 2019 con los puntos llameantes de 1.600 inmuebles afectados, se le
ha añadido un hallazgo en el Centro Documental de la Memoria Histórica de
Salamanca, que les ha permitido sumar hasta 2.203 edificios afectados. Sólo en el
término municipal del Madrid del 36, sin Vallecas, Entrevías o Tetuán, que también
fueron diana. Ofrecen cifras conscientemente conservadoras: "Como en España es un
tema artificiosamente polémico, queríamos andar sobre seguro. Sólo hemos
localizado en el plano lo que hemos logrado documentar". Y si la proporción de
edificios total o parcialmente destruidos no es alta, un 26%, sí estremece que el 84% sea
vivienda civil.

Gráfico del Madrid bombardeado.

Porque hablar del "urbicidio" es también hacerlo de las víctimas, de sus habitantes. "La
destrucción es un síntoma. Viendo ese plano es fácil imaginarse las desgracias que
hubo detrás". Cayeron bombas con hasta 250 kilos de explosivo; sólo en el derrumbe
del edificio del número 11 de Marqués de Santa Ana, el 16 de noviembre, fallecieron 57
personas. Esa tragedia aflora del mapa, con sus zonas ardientes y la gradación del daño,
para revelar que el bombardeo contra la población fue un cimiento estratégico para
forzar la rendición. Eso lo convirtió en hito, "la obertura de una ópera trágica, con la
última tecnología y entrenamiento con fuego real", que desemboca en Berlín,
Hiroshima y Nagasaki.

En Madrid, los autores registran hasta 43 casos de vacíos urbanos, como en la zona del
Parque de las Vistillas, el Cuartel de la Montaña o áreas residenciales de las calles
Alcalá y Aduana. Hasta 500 edificios volvieron a levantarse tras la Guerra, como el
antiguo palacio de Marqués de Torrecilla, el extinto Teatro Cervantes -hoy un Dia y
viviendas, en Corredera Baja de San Pablo, 39- o buena parte del barrio de Argüelles, el
más cercano al frente. Por contra, el barrio de Salamanca apenas tuvo rasguños.

Los autores muestran las transformaciones arquitectónicas en el Instituto de San Isidro y


la iglesia de San Sebastián, o sitúan las huellas de metralla a lo largo de las calles
Mayor, 6 y 72; Alameda esquina con Moratín; Princesa, 38; costanilla de los Ángeles,
13; en la facultad de Medicina de la Complutense; la verja del Jardín Botánico... No
queda rastro de las bombas incendiarias -generaban temperaturas de hasta 3.000 grados-
que cayeron sobre el Museo del Prado, la Biblioteca Nacional o el Museo
Arqueológico.

El Teatro Cervantes fue bombardeado en noviembre del 36.BIBLIOTECA


NACIONAL DE ESPAÑA
El edificio que sustituyó al Teatro Cervantes, en la Corredera Baja de San
Pablo.CEDIDA

El libro también anota lo mayoritario: edificios reconstruidos, como el Palacio de Liria,


íntegramente; la fachada occidental del Palacio Real o la fachada y cubierta del edificio
Telefónica, con sus 120 impactos. Observatorio militar y de comunicaciones del
gobierno republicano, para la aviación de la Alemania nazi y la Italia fascista, aliados
de Franco, la Telefónica fue la mejor referencia para afinar el tiro en otros objetivos.

El primer ataque sobre Madrid de un Junker-52 germano, la noche del 27 al 28 de


agosto, afectó al Palacio de Buenavista, entonces el Ministerio de Guerra, y a la vecina
Cibeles. Hasta septiembre, el modus operandi fue similar a los bombardeos de la
primera Guerra Mundial sobre Lieja, Venecia, París o Londres, algo complementario; la
guerra se ganaba en las trincheras. Pero el 8 de noviembre de 1936 todo cambia. En la
Guerra Civil española y en la Historia. "En Madrid, la aviación y el bombardeo serán
el elemento distintivo. Se usará con interés estrictamente militar en la ribera del
Manzanares o en Ciudad Universitaria, pero también para aterrorizar a la población con
cargas en el centro de la ciudad o de noche". Se buscaba el pánico. Aquellos días, un 12
de noviembre, Franco declara al Times: "Destruiré Madrid antes que dejárselo a los
marxistas".

El culmen del ataque se alcanza el 19 de noviembre, pero la defensa republicana de


Madrid resiste y el 23 de noviembre se ordena el cambio de estrategia: comienza el
asedio, la guerra larga. La aviación emigra a otros frentes, pero se mantiene más de
dos años el trueno de la artillería, desde los cerros de los Ángeles y Garabitas, en la
Casa de Campo. El 18 de febrero del 39, a las 15:25, se produce la última salida de
Bomberos por un bombardeo, en la calle de Hortaleza, 28. La Guerra terminaba.
Durante la Dictadura, la imagen de Madrid como "ciudad victoriosa y capital de un
nuevo imperio" no cuadraba con la de ciudad bombardeada; con la Transición "hay 40
años de amnesia pragmática", pero "80 años después parece un momento para hablar
abiertamente de estas cuestiones", señala De Sobrón. El propósito: "Mantener la
memoria de una desgracia evitable, de hechos que dependen de la voluntad de las
personas o los gobiernos. Esto no es como el volcán de La Palma"

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