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La Real Casa de Correos, construida en 1768, es uno de los edificios más antiguos de
los existentes actualmente en la Puerta del Sol.
Al trasladar la Corte desde Toledo a Madrid, Carlos III se encargó de hacer limpiar las
calles y de modernizar su aspecto, preparando la ciudad para recibir la Corte. Este
esfuerzo afectaba la renovación de la arquitectura urbana, creando nuevas funciones
administrativas como el servicio de correos. Para ello Carlos III reactivó la construcción
de la Casa de Correos como apoyo a la idea de una administración central al servicio de
la nueva Corte ya establecida en Madrid. Hasta el siglo XVIII el servicio de correos no
dependía del Estado hasta que Fernando VI decidió hacerse con el control de la
correspondencia.6 Los diseños iniciales de la obra habían sido encomendados al
arquitecto español de origen madrileño Ventura Rodríguez, que durante el reinado de
Fernando VI había mandado comenzar los derribos de manzanas que lindaban con la
Puerta del Sol para la construcción de un servicio centralizado de Correos. La llegada de
Carlos III hizo que las obras del edificio se reasignaran al arquitecto francés Jaime
Marquet que lo finalizó en 1768. Ventura Rodríguez fue trasladado a Valladolid y
apartado del proyecto.
El conde de Aranda pronto se dio cuenta de que el edificio podría tener también una
cierta utilidad militar debido a la situación céntrica en la que se encontraba, y sugirió la
creación de un «cuerpo de guardia permanente». La Real Casa de Correos fue testigo de
los principales acontecimientos históricos de Madrid, como por ejemplo el
levantamiento del dos de mayo de 1808. A mediados del siglo XIX, pasó a denominarse
«de la Gobernación» por albergar el Ministerio de Gobernación (Interior) a partir de
1847, y se le añadió una torre metálica y un espejo telegráfico que posteriormente se
suprimiría con el ocaso de la telegrafía óptica. A comienzos del siglo XX hubo planes
de derribo del edificio que finalmente no se ejecutaron. En la actualidad es uno de los
edificios más antiguos y emblemáticos de la Puerta el Sol, y sede del gobierno de la
Comunidad de Madrid tras su reforma de la década de 1990.
El motín de Esquilache
Cuando en 1759 Carlos III, que entonces reinaba en Nápoles, sucedió a su hermano
Fernando VI en el trono español, se hizo acompañar de varios de los colaboradores que
habían trabajado para él en el reino italiano. Entre ellos se encontraba Leopoldo de
Gregorio, marqués de Esquilache, que ocupó en España un puesto de consejero cercano
al nuevo Rey. Carlos III le encargó reformas ilustradas en la capital. Sin embargo, ya
desde los primeros instantes el pueblo madrileño empezó a detestarle haciendo correr
rumores de acumular rentas, asignar a sus familiares puestos importantes y vender
cargos. Uno de los hijos de Esquilache pasó de capitán a mariscal de campo en un año.
El 10 de marzo de 1766, mediante una Real Disposición, ordenó que los sombreros
chambergos y las capas largas fueran substituidas por sombreros de tres picos. Esta
indumentaria era considerada muy española y esto fue considerado como una
provocación.
El Madrid romántico
Vista de la plaza a comienzos del siglo XIX. Al fondo la fuente y la iglesia del Buen
Suceso y a la derecha la Casa de Correos.
A comienzos del siglo XIX José Bonaparte, apodado por los madrileños como el "rey
plazuelas" debido a su empeño por realizar transformaciones urbanísticas, procedió al
ensanche de diversas calles de Madrid derribando casas e iglesias. José I encargó al
arquitecto Silvestre Pérez que realizase el ambicioso proyecto de ensanchar la calle del
Arenal. De esta forma se ennoblecía el pasaje al Palacio Real y se daba mayor
protagonismo al eje Alcalá-Palacio Real. Esta obra no se pudo realizar debido a su corto
reinado y a la mala situación económica del país bajo Fernando VII, que no le dio para
realizar reformas urbanísticas.
Período de Fondas
Casa Cordero
De comienzos de esta época del siglo XIX data la construcción de la Casa de Cordero,
conocida también como Casa del maragato debido al origen maragato de su dueño,
Santiago Alonso Cordero. Se trata, en el siglo XXI, del segundo edificio en antigüedad
tras la Casa de Correos. Se levanta aprovechando el derribo del templo y convento de
San Felipe el Real, dejando libre su famoso claustro. El espacio liberado permite dejar
nítida la que será posteriormente plaza del Marqués Viudo de Pontejos. Durante el
periodo que va desde 1841 hasta 1846 se construye, en el solar que ocupaba
anteriormente el Monasterio de San Felipe, una casa diseñada por el arquitecto Juan
José Sánchez Pescador. El dueño de la casa finalmente será Santiago Alonso Cordero,
un arriero de origen maragato que ganó el dinero en una de las primeras ediciones de la
Lotería Nacional de Navidad en España. La casa fue muy conocida en su época por
haberse edificado con parámetros de calidad arquitectónica desconocidos en la época. 35
La casa poseía siete patios interiores, 296 ventanas y agua corriente en cada vivienda.
Los pasajeros que procedían de los viajes de diligencias y que no querían residir en la
Fonda de Postas Peninsulares acababan en la Vizcaína ubicada en la Casa Cordero.46 Se
denominaba así debido al origen bilbaíno de su propietaria, y la calidad del servicio
suponía una ventaja respecto a otros establecimientos de la época. La mayoría de los
hospedajes de la época se congregaban alrededor de la Plaza y en las calles
colindantes.35
Todo ello llevó al ministerio de Transporte a pensar en cambiar la Puerta del Sol
adaptándola a los nuevos tiempos. En la división administrativa de Madrid, establecida
el 17 de noviembre de 1840, hace surgir el denominado barrio de la Puerta del Sol,
dentro del cuartel del Norte. Este barrio mantendrá esta denominación hasta el 31 de
octubre de 1968. Cabe pensar que la Puerta del Sol hasta mediados del siglo XIX era un
paso obligado para todos los madrileños que querían cruzar el centro de la ciudad. Era
necesario por una parte realizar el ensanche de la misma, y al mismo tiempo
proporcionar un aspecto arquitecturalmente homogéneo y monumental. Comenzó el
periodo de encargos de estudios urbanísticos que permitieran una remodelación de la
plaza.