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“Juventud, divino tesoro…”

● Jesús Rosales
● junio 30, 2016
Nada más cierto que el hermoso verso de Rubén Darío para describir la juventud:
“Juventud, divino tesoro…”. Una etapa maravillosa de la vida con aportes y
cualidades innegables.La juventud es sinónimo de energía, vitalidad, ímpetu,
iniciativa, cuestionamiento, ilusión, sueños, empuje y sentido crítico.

Muchas veces ese torrente de energía y fuerza tienden a impacientar a las


generaciones más adultas. De hecho, la confrontación generacional es un rasgo
característico de la convivencia humana, sin embargo, siempre es fundamental el
diálogo intergeneracional. Cuando esto se propicia y se establece, los efectos
positivos aumentan para el encuentro de las buenas ideas, proyectos novedosos y
abundantes iniciativas.¿Juventud o juventudes?Hablamos en general de
juventud, pero en realidad deberíamos referirnos a juventudes, ya que aunque
existen características generales atribuibles a esta hermosa etapa de la vida, son
muchas y específicas las diferencias que existen al interior de la juventud, por
ejemplo, entre la juventud urbana y la rural, las juventudes profesionales,
campesinas, obreras, estudiantiles, empresariales, entre otras. Cada una con
especificidades, requerimientos y características particulares.Por otro lado, se suele
referir también a la juventud como “los adultos del mañana”, es decir como esas
personas que se deben preparar ahora para asumir las responsabilidades del futuro.
Esta es una perspectiva obsoleta de la juventud, que la observa como un receptor
pasivo de lo que los adultos les enseñan, les transmiten, les preparan y les
depositan.Por el contrario, los jóvenes son protagonistas activos y actuales en la
construcción de su propia realidad, que inciden y aportan en el presente, que junto a
las otras generaciones deben participar activamente en la discusión y en la toma de
decisiones.Los jóvenes son sujetos de derechos y su participación activa permitirá
fortalecer los escenarios en donde se desenvuelven, es decir en el hogar, en el ámbito
académico, en el mundo laboral, etcLa riqueza de sus principales
características y aportesCuando la persona adulta logra encontrar un adecuado
canal de comunicación y establecer una positiva y respetuosa relación con
adolescentes y jóvenes, encontrará una serie de características que enriquecerá con
sus aportes los espacios de trabajo y convivencia.Los jóvenes son poseedores de una
genuina generosidad. A pesar de estar inmersos en una época “postmoderna” que
promueve el individualismo, el egoísmo y el materialismo, los jóvenes suelen ser, en
su mayoría, solidarios, sensibles a lo que sucede en su entorno, al sufrimiento y
necesidades de los demás.Es cierto que la llamada generación del milenio dista
mucho de ser movida por los mismo ideales e intereses de generaciones de jóvenes
como la de los sesentas y setentas del siglo pasado, pero los adolescentes y jóvenes de
la actualidad cuando logran expresar sus más auténticos intereses mostrarán una
sólida voluntad de servicio, una sensibilidad con causas sociales, ambientales y de
derechos humanos. Ellos continúan señalando que sus familias son el referente que
les brinda mayor confianza y credibilidad, y muestran alegría, esperanza y amor en
todo lo que emprenden.Como todas las personas, incluidos los adultos, los jóvenes
también tiene defectos; pero sus cualidades, virtudes y características positivas son
más relevantes y abundantes:
● Agradecimiento. Los jóvenes son agradecidos cuando sienten que las
personas se esfuerzan por comprenderles, por conocer lo que piensan, por
saber qué sienten. En ellos se produce un sentimiento de gratitud cuando ven
que los demás abren su mente y corazón para comprenderles con auténtico
interés y disposición.
● Espíritu crítico. La gran mayoría de los jóvenes son críticos y esto puede
indisponer a quienes no admiten correcciones, a quienes no toleran la opinión
diferente y el cuestionamiento. Pero quienes aceptan y se alimentan de la
diversidad de opiniones y criterios, encontrarán en los jóvenes un desafío a
sus propuestas e ideas.
● La valentía. En general, la juventud se caracteriza por su valentía, fortaleza y
su disposición a enfrentar los desafíos de la vida. En ocasiones esa valentía
puede considerarse “temeridad”, arriesgada, poco prudente, precipitada y que
no mide consecuencias; pero lo cierto es que bien equilibrada es de gran
importancia para enfrentar situaciones adversas y aprovechar oportunidades.
● El altruismo. No se percibe mucho desde afuera, pero está presente en la
mayoría de los jóvenes. Es común observar la cantidad de jóvenes que asumen
responsabilidades a través de la identificación con ideales y causas muy
diversas, el voluntariado juvenil es muy abundante y su aporte es altamente
significativo en actividades ambientales, comunitarias y sociales.
● La sinceridad. Es más común encontrarla en los jóvenes. Son más
transparentes, auténticos y veraces, lo cual puede ofender y desilusionar a los
adultos. Pero es definitivamente una cualidad que debería apreciarse más. La
sinceridad es mucho mejor, pero debe aprenderse a expresar con respeto.
● La imaginación. La imaginación es una característica muy positiva en los
jóvenes. Los adultos suelen dejarla en el transcurso de la vida, pero en los
jóvenes la imaginación viene como una explosión de ideas, de deseos de
conocer y valorar opiniones, de romper con lo establecido para verlo
(imaginarlo) distinto y mejor.
● El inconformismo. Significa no darse por satisfecho con lo que no se
considera bien. Es pretender mejorar, modificar, aspirar a niveles y escenario
superiores, es dar el primer paso para la transformación de la realidad, y esta
es una característica muy presente en los jóvenes.
● La amistad. En los jóvenes la amistad es fundamental, está por encima de
todo, para ellos significa lealtad, nunca defraudar al amigo, asumir riesgos,
defender sus causas, que las hacen propias, dejando de lado la comodidad
individual.
● La creatividad. Su afán creativo puede incomodar a los que prefieren las
estructuras establecidas, lo esperado, lo predecible, lo acostumbrado. La
creatividad significa enfrentarse con lo novedoso, con hacer las cosas de forma
diferente, y esta virtud se manifiesta de manera muy abundante en los años de
juventud.
● La rapidez mental. La mayoría de los jóvenes se caracterizan por “andar
adelante”, dejando atrás a los adultos, son ágiles en sus pensamientos, ideas y
respuestas. Se piensa en ocasiones que se precipitan, que no piensan y
razonan las cosas y que quizás son muy impulsivos, pero lo cierto es que sus
mentes van definitivamente a una velocidad mayor que la de los adultos, y en
lugar de ponerle únicamente frenos, los adultos deberían ayudar a canalizar
apropiadamente esa rapidez mental.
● La originalidad. Es poco comprendida y apreciada. Sin embargo, es
indispensable para el conocimiento y el desarrollo de las cosas. Decía el
famoso artista catalán Antonio Gaudí que “El copista no aporta, quien aporta
es el creador” y en la originalidad de los jóvenes se encuentra un gran
potencial creador.
● La alegría. En general los jóvenes son alegres, divertidos, positivos y esta
virtud le hace falta a la seriedad que suele existir en la vida de los adultos. Se
debe aprovechar esa fuerza positiva, esa energía para asumir los desafíos que
plantea la vida y que nadie puede negar que tendrá momentos de dificultad y
adversidad. Con alegría y esperanza los desafíos se enfrentan mucho mejor.
● El atrevimiento. Esta característica le resulta a los adultos incómoda y a
veces transgresora. La excesiva prudencia de la madurez frena el alcance de
metas. Algunas veces la diferencia entre el alcance de un propósito o no lo
determina el “atreverse”.
● La curiosidad. El interés por conocer, descubrir, indagar, explicarse las
causas y consecuencias de las cosas, es una virtud que suele quedarse en el
transcurrir de los años. La curiosidad juvenil les hace a veces introducirse en
dificultades, pero también es una forma de conocer y aprender, de crecer y
desarrollarse en la vida.
● La ilusión. El “soñar con un mundo mejor” como afirmaba el Caballero
Andante, el Hombre de la Mancha, es algo que el mundo postmoderno
pretende quitarnos a todos. La ilusión, los sueños, son sinónimos de juventud.
Cuando acaba la ilusión empezamos a envejecer. En los jóvenes la ilusión
actúa como un motor de esfuerzo, de movimiento, de propósito vital.
● La rebeldía. La rebeldía en los jóvenes es una energía que mueve la
transformación de las cosas, que debe ser encausada ciertamente, pero que es
fundamental para el desarrollo personal y social.

El encuentro intergeneracional posibilitará no solo una mejor y mayor convivencia,


sino un mutuo aprendizaje de gran beneficio para todos. De los jóvenes tenemos
mucho que aprender y su aporte en lugar de ser limitado o frenado, debe ser
facilitado, apoyado y potenciado.

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