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Maribel Huhn Profa. Nuria Girona.

1ª convocatoria, curso 2023-24

35532 – LITEARTURA HISPANOAMERICANA: DE LA COLONIA A LAS NACIONES


Frontera e identidad en la literatura colonial y del siglo XIX

A lo largo del curso “Literatura hispanoamericana: de la colonia a las naciones” se han tocado varios
argumentos y los de la frontera e identidad han atravesado todo el temario de una manera u otra. La
omnipresencia de estas temáticas se explica por el hecho de que se trata de una literatura en un contexto
histórico-cultural peculiar, es decir: la Conquista de América Latina por parte de España, los sucesivos
intercambios entre continentes hasta la independización y búsqueda de una distinción colectiva. Ahora bien,
al hablar de conquista uno habla directamente del dicho “encuentro de dos mundos” que conlleva,
inevitablemente, el paso de una frontera geográfica, política, cultural y lingüística que implica, a su vez, un
cambio en las sensaciones individuales. Además, al cruzar una frontera uno se encuentra delante a otro más o
menos distinto de sí mismo y esto supone una reflexión sobre la identidad que requiere un supuesto
reconocimiento de los demás como desiguales; es decir que se realiza, naturalmente, una distinción entre sujeto
que estudia y objeto estudiado por el hecho de considerarse más racionalizado. Así que, por el reconocimiento
del otro como menos racional y, por consecuencia, menos humano y más cercano al animal se habla de la
conquista como genocidio también hecho posible a través de la deshumanización del dicho otro. A este
propósito resultan convenientes las palabras de Tzvetan Todorov alrededor de la concepción de los demás que
pueden convertirse en “desconocidos, extranjeros cuya lengua y costumbres no entiendo, tan extranjeros que,
en el caso límite, dudo en reconocer nuestra pertenencia común a una misma especie” (Todorov, 1989: 13) por
el hecho de considerarse mejores en una escala racial jerarquizadora. Se nota entonces como la primera parte
del curso se basa sobre estas ideas y concepciones de la frontera y de la identidad, es decir los primeros dos
temas intitulados: Como se inscribe la historia, La conquista de América: vencedores y vencidos y La Retórica
de los conquistadores. Sin embargo, los temas siguientes como Relatos de frontera y La construcción de un
imaginario social. Historias de civilización y barbarie tratan también la frontera y la identidad, pero desde una
perspectiva diferente, o sea se concentran sobre el desarrollo que tuvo la literatura presentando obras y
personajes que personifican la frontera misma o una doble identidad como el Inca Garcilaso o el entenado.
Estos temas acompañan la historia de América Latina hasta llegar al nacionalismo donde se precisa crear, a
través de la literatura, una identidad de la Nación por el hecho de crear fronteras.
Por consiguiente, en el trabajo escrito propuesto se intenta analizar la importancia de la concepción relacionada
a la frontera y la identidad en relación con el temario, sus varios argumentos y las obras específicas con
ejemplos puntuales. El todo se realiza mediante el intento de crear un fil rouge que conecte las varias temáticas
y épocas comenzado por la más lejana en el tiempo hasta llegar a la más contemporánea.

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En primer lugar, en el tema Como se inscribe la historia, La conquista de América: vencedores y vencidos se
nota la importancia de la escritura para la imagen que se creó del continente encontrado, es decir las crónicas
o cartas de los conquistadores contribuyeron en la creación de un imaginario. Por esto es interesante leer las
crónicas como un discurso de figuras en el sentido de dar forma, de figurar el paisaje a través de un
acercamiento retorico en el que fundan su superioridad, como es evidente en la ecuación que reconoce al indio
como salvaje. Entonces, en cierto sentido, los colonos se hacen demiurgos de América Latina a los ojos de
Europa como resulta en el poema intitulado Cristóbal inventa el nuevo mundo de Eliseo Diego: “por fin
Cristóbal Colon hunde/ su pluma en la página. /Comienza entonces la invención de América.” (Diego, 2015:
130).
Por consiguiente, los conquistadores al cruzar una frontera lejana de su país y encontrándose en una realidad
totalmente diferente necesitan establecer una continuidad con lo que conocen, o sea con España, y para lograr
esto es necesario quitar la identidad a lo que ya la tiene e imponer denominaciones e imaginarios espaciales.
Este concepto lo presenta magistralmente Pablo Neruda en su poema Amor América (1400) contenido en Canto
General donde hace referencia a todo lo que había anteriormente la llegada de los colonos y que ha sido borrado
a través de una usurpación de la identidad e imposición nominal, de hecho, afirma: “Tierra mía sin nombre,
sin América”. (Neruda, 2000: 3). Además, este mecanismo es muy visible en la carta a Luis de Sant Ángel
donde Colón nomina lugares, es decir funda una nueva identidad tachando la que había antes mediante nombres
de origen cristiano o que tienen que ver con los reyes, por ejemplo: “A la primera que yo hallé puse nombre
San Salvador a conmemoración de su Alta Majestad […] A la segunda puse nombre la isla de Santa María de
Concepción. A la tercera, Fernandina. A la cuarta, la Isabela. A la quinta, la isla Juana” (Colón en Serna, 2015:
118). Asimismo, es interesante notar como Colón en la carta moldea el espacio condicionado por su percepción
y por sus intereses, o sea hace una construcción idílica del paisaje a partir de tópicos conocidos en su realidad
con los cuales intenta encontrar un punto de relación con España y, al mismo tiempo, generar un impulso
mitificador. Por ejemplo, a través de claras hipérboles describe la isla Juana como locus amoenus: “Las tierras
de ella son altas, y en ella muy muchas sierras y montañas altísimas, sin comparación de la isla de Tenerife,
todas hermosísimas, de mil hechuras, y todas andables y llenas de árboles de mil maneras y altas, y parecen
que llegan al cielo.” (Colón en Serna, 2025: 119). Entonces Colón después de hallar quitando identidad propia
al continente, intenta ajustar lo que se encuentra con lo que se conoce, o sea consigue relacionar lo que ve con
lo que sabe. Sin embargo, queda por comentar como Colón describe a los indios, a los habitantes que se
encuentran después de esta frontera y cómo les caracteriza según una identidad que pueda gustar a los Reyes
Católicos, es decir los describe como mansos, generosos y sobre todo muy dispuestos a “la conversión […] a
nuestra santa fe.” (Colón en Serna, 2015: 121). Además, los representa como desnudos, aunque
antropológicamente era muy improbable, pero la desnudez permite, por un lado, animalizarlos quitándole
identidad y, por otro, relacionarlos a la ingenuidad y a la falta de pecado que los hace fáciles a someter. Con
este imaginario Colón remite a la teoría de Rousseau del buen salvaje o homo sylvaticus, que retoma también
Bartolomé de las Casas en la Brevísima relación de la destrucción de Indias aunque el obispo parece dar una
vuelta y reconocer al español como animal, mientras que para describir a los indios se remite al vocabulario

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de la hagiografía invirtiendo la ecuación, ya que escribe: “…huyendo de hombres tan inhumanos, tan sin
piedad y tan feroces bestias, extirpadores y capitales enemigos del linaje humano, enseñaron y amaestraron
lebreles, perros bravísimos, que en viendo un indio lo hacían pedazos como un cerdo, y mejor arremetían a él
y lo comían que si fuera un puerco.” (Las Casas, 2013: 82).
Otro conquistador que resulta interesante en la fabricación de esta nueva identidad impuesta a los indios es
Hernán Cortés que, al atravesar varias fronteras del continente América Latina, se encuentra con varios pueblos
indígenas y los describe de manera diferente de la utilizada por Colón. En la misma figura de Cortés se nota
una construcción identitaria ya que se presenta, por un lado, como vasallo típico del mundo medieval
subordinándose al Rey y a la voluntad de Dios y, por otro, es un príncipe según la concepción renacentista y
cercano a la figura del Príncipe de Maquiavelo por el cual el fin justifica los medios. Se puede afirmar entonces
como la escritura da la posibilidad de crear una identidad más o menos verosímil. Sin embargo, lo que interesa
es la construcción de la figura del indio que realiza en sus escritos y que rompe con la imagen del indio ingenuo
y pacifico de Colón, pues Cortés hasta elogia algunas características de los pueblos como la capacidad guerrera
de los tlaxcaltecas o la agresividad de los mexicas; por ejemplo, afirma “que los naturales de esta provincia
eran sus amigos de ellos […] y que me querían confederar con ellos porque eran muchos y muy fuerte gente.”
(Cortés en Serna, 2015: 220). Estos elogios tienen un segundo fin porque cuanto más eleva a su enemigo más
será difícil dominarlo y entonces las victorias de Cortés y su figura se interpretarán como magistrales.
Entonces, vuelve la idea de una construcción identitaria de sí mismo y del otro para hacer llegar un imaginario
especifico y deseado más allá de una frontera. En lo que concierne la visión del indígena es interesante referirse
también a la obra de Bernal Díaz del Castillo intitulada Historia verdadera de la conquista de la Nueva España
en la que declara ser el único en contar la verdad, aunque escribe a una distancia de más de 20 años cuando ya
es anciano. Se nota como Bernal Díaz del Castillo enfatiza la componente caníbal en la visión del indio, aunque
antropológicamente parece que no existía, pero este recurso tiene una función precisa, o sea enfatizar los rasgos
contra natura para permitir exorcizar el sentimiento de alteridad que las poblaciones indígenas producen. Sin
embargo, la insistencia en el canibalismo no es algo nuevo ya que representa una de las construcciones contra
natura más potentes en la historia de la cultura occidental y desde la tradición griega se ha utilizado para
caracterizar al bárbaro. Entonces, la violencia y crueldad con la que Díaz del Castillo construye al indio tiene
la función de encajarlo dentro de un imaginario e identidad específica para los lectores.
En segundo lugar, con el tercer tema del curso Relatos de frontera se inicia una reflexión alrededor del hecho
de atravesar una frontera que implica volver con un saber añadido, como cuando uno regresa de un viaje y ha
cambiado. A este propósito Marc Augé afirma que “una frontera no es una barrera, sino un paso que señala la
presencia del otro y la posibilidad de reunirse con él.” (Augé, 2007: 21), entonces la frontera se ve como una
oportunidad de acercarse al otro que la habita, de aprender de él y no percibirlo como alguien que se debe
conquistar, como resultaba para los colonos. De esta manera, el paso de una frontera puede provocar un cambio
de identidad por el contacto con los demás. Una figura que encarna en sí mismo la frontera y que se encuentra
en el medio de dos mundos es el Inca Garcilaso de la Vega quien se presenta en su obra de manera oscilante y
nunca se refiere a sí mismo como mestizo, aunque esta sería su definición. En sus escritos reivindica la verdad

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sobre América Latina reprochando a los cronistas, aunque él mismo recurre a imaginarios europeos para hablar
de su realidad ya que habla de Cuzco como si fuera Roma. En el Inca Garcilaso lo interesante es su autorretrato,
la construcción que hace de su identidad ya que subraya su función de traductor que lo convierte en un puente
entre dos culturas que intenta encontrar la analogía entre estas. En lo que concierne su doble identidad es
evidente cuando se define indio al hablar de la mitología y español por la divinidad, además hay otra oscilación
pronominal pues utiliza el “yo” cuando se refiere en términos individuales y recurre a la primera persona plural
al identificarse en términos colectivos. Es evidente esta oscilación en las Advertencias acerca de la lengua
general de los indios de Perú, por ejemplo: “Nuestro Padre el Sol, que era lenguaje de los incas, y manera de
veneración y acatamiento decirlas siempre que nombraban al Sol, porque se preciaban descender de él; y al
que no era Inca, no le era lícito tomarlas en la boca, que fuera blasfemia y lo apedrearan.” (Garcilaso de la
Vega, 5). Otro personaje interesante en la reflexión sobre las fronteras es el entenado de la homónima novela
de Juan José Saer donde el protagonista, a lo largo de la historia, se encuentra dividido entre dos culturas por
el hecho de haber cruzado una frontera y, por consecuencia, se realiza una construcción de una nueva identidad.
Es decir, El entenado se ocupa de la cuestión de la identidad como construcción cultural y como, en este
proceso, se precisa la frontera que permite casi olvidar lo que hubo antes, como es evidente cuando afirma:
“En pocas palabras, dos o tres años después de haber llegado era como si nunca hubiese estado en otra parte.”
(Saer, 2017: 99).
En último lugar, durante la época del dicho nacionalismo la literatura adquiere un papel importante en lo que
concierne la formación de una tradición por crear un relato de origen y, por consecuencia, instaurar una
identidad colectiva. La novela breve El matadero de Esteban Echevarría se basa en el romanticismo europeo
para crear la identidad de la Nación y se puede considerar como un relato de frontera, además de identitario,
porque el unitario atraviesa una frontera geográfica, cultural, económica y política. El encuentro de dos mundos
que se da en este texto genera violencia entre los dos bandos que no comunican y vuelve la frontera en
intransitable y, a diferencia de El Entenado, esta separa haciendo surgir la pregunta identitaria: ¿quién es el
verdadero animal? Y la respuesta, concebida en una obra que cuestiona los problemas individuales y sociales
en el país, es que los animales son las personas involucradas en esta brutalidad.

En conclusión, a través del trabajo escrito propuesto se observa las diferentes concepciones de la frontera y de
la identidad durante los siglos y los contextos, ya que para los colonos la creación de la figura del indio era un
modo para justificar su misión a los ojos de la Corona española y estos no sufren ninguna crisis identitaria.
Mientras que, avanzando en los años, las obras proporcionan otra perspectiva por la cual la frontera se presenta
como recurso para asimilar otra cultura y crear una doble identidad, hasta terminar, o quizás regresar, a la
visión de la frontera que genera violencia durante el siglo XIX. A lo largo del curso “Literatura
hispanoamericana: de la colonia a las naciones” se han afrontado otras temáticas relativas a la identidad, como
la figura de Sor Juana de la Cruz, que por razones de cohesión no se ha tratado.
(2460 palabras)

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Bibliografía
- Augé, Marc. Por una antropología de la movilidad. 1. ed. Barcelona: Editorial Gedisa, 2007.
- Casas, Bartolomé de las, y André Saint-Lu. Brevísima relación de la destruición de las Indias. 18. ed.
Letras hispánicas 158. Madrid: Cátedra, 2013.
- Diego, E. Poemas escogidos. Poesía. Editorial Verbum, 2015.
https://books.google.ch/books?id=dMK4BwAAQBAJ. (accedido el 04.01.2023)
- Echevarría, Esteban. El matadero. Valparaíso: Editorial del cardo, 2003.
https://biblioteca.org.ar/libros/70300.pdf (accedido el 04.01.2023)
- Garcilaso de la Vega, Inca. Advertencias acerca de la lengua general de los indios de Perú. Aula
virtual.
- Neruda, Pablo. «Canto general». Alicante : Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2000, 2000.
https://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmcj38p8. (accedido el 04.01.2024)
- Saer, Juan José. El entenado. Tercera edición. Colección Rayos globulares 9. Barcelona: Rayo verde
editorial, 2017.
- Serna, Mercedes, ed. Crónicas de Indias: antología. 8. ed. Letras hispánicas 483. Madrid: Cátedra,
2015.
- Todorov, Cvetan, y Cvetan Todorov. La conquista de América: el problema del otro. 2. ed. Teoría.
Mexico: Siglo Veintiuno Ed, 1989. https://archive.org/details/todorov-tzvetan-la-conquista-de-
america.-el-problema-del-otro-completo/page/n1/mode/2up (accedido el 03.01.2024)

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