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PASTOREO

OBJETIVO: Formar servidores para acompañar a los hermanos en su


crecimiento y compromiso con la Iglesia y la comunidad a la que pertenecen.
1. El llamado a pastorear y su importancia (Jn 21, 15-17) RAQUEL
2. El pastor a ejemplo de Jesús (Jn 10, 7-14)
2.1. La persona del pastor LAURA
- El corazón (Jn 10, 11-12)
- Las manos (1 Pe, 5-7)
- Los oídos (1 Sam 3, 10)
- Los ojos (Jn 10, 12 – Za 11, 15-17 – Ez 34, 2-4)
- La boca (Tito 3, 9)
- Los pies (Ez 34, 12)

2.2. El perfil del pastor RAQUEL


- Discípulo de Jesús (Lc 24, 1 Tim 4, 16)
- Maduro en Cristo (1 Tim 3)
- Comprometido (1 Ped 5, 2-4)
- Ungido (1 Sam 16, 18)

3. Lo que debe y no debe hacer el pastor LAURA


3.1. Lo que debe hacer el pastor (Sal 23)
3.2. Lo que no debe hacer el pastor

4. Organización del pastoreo – Niveles RAQUEL


4.1. Primer nivel: Acogida (nuevos) (Jn 10, 7)
4.2. Segundo nivel: Responsable a servidores
4.3. Tercer nivel: Servidores a asamblea (perseverantes no
comprometidos, perseverantes comprometidos)
4.4. Cuarto nivel: Ministerio de Pastoreo (Ex responsables, ex
servidores) (perseverantes no comprometidos, perseverantes
comprometidos)

5. La sesión del pastoreo LAURA


6. El plan de pastoreo paso a paso RAQUEL - LAURA
7. Taller: Casos prácticos de pastoreo
TEMA 1:

EL LLAMADO A PASTOREAR.

15. Cuando terminaron de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan,
¿me amas más que éstos?» Contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Jesús le
dijo: «Apacienta mis corderos.» 16. Le preguntó por segunda vez: «Simón, hijo de
Juan, ¿me amas?» Pedro volvió a contestar: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dijo: «Cuida de mis ovejas.» 17. Insistió Jesús por tercera vez: «Simón
Pedro, hijo de Juan, ¿me quieres?» Pedro se puso triste al ver que Jesús le
preguntaba por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú lo sabes todo, tú
sabes que te quiero.» Entonces Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas.»

Jn 21, 15-17

Los hermanos líderes ya formados en el Amor y Seguimiento a Cristo Jesús, son


los elegidos a acompañar a los que se inician en una comunidad o asamblea. Hay

que alimentar a las ovejas, cuidar de ellas, amarle a Él, buscando siempre en su

palabra y en su Presencia Viva, la fuerza para seguir el camino sin mirar atrás. Dios
no ve las apariencias sino los corazones.

7. Pero Yavé le dice a Samuel: «No mires su apariencia ni su gran estatura,


porque lo he desechado. Pues la mirada de Dios no es la del hombre; El hombre
mira las apariencias, pero Yavé mira el corazón.»
1 Sam. 16, 7
TEMA 2:

EL PASTOR A EJEMPLO DE JESÚS

2.1. La Persona del Pastor

El mejor plan de pastoreo está condenado al fracaso si no cuenta con las personas
idóneas para llevarlo a cabo, a pesar que se existen grupos maduros de hermanos
comprometidos, ya que el pastoreo no consiste en un actividad o servicio más para
quien lo realiza, es algo que lo compromete, porque le abre las puertas de su
corazón a otros hermanos, por quienes se siente en gran parte responsable y por
consiguiente alguien que ame de verdad a su hermano podrá hacerlo con éxito. Por
tanto, el pastoreo compromete de alguna forma toda la persona de quien lo
realiza, veremos cómo esto ocurre.

a. El corazón.

Como dice la Palabra de Dios en Jn 10, 11-13, para realizar el pastoreo uno ha de
tener antes que nada un corazón de pastor, sin él, corremos el riesgo de
convertirnos en “asalariados” a los que Jesús hace mención cuando nos regaló su
enseñanza sobre el Buen Pastor. Nosotros no queremos eso de quienes ejercerán
la tarea de pastorear, lo que buscamos encontrar es a personas que tengan ese
corazón de pastor, que amen realmente a las personas que el Señor les
encomendó para su cuidado. Para esto, se necesita mucha empatía, si está feliz
yo me alegro con Él, si está triste compartiré su emoción, si se asombra con las
cosas nuevas del caminar en Cristo, yo también compartiré ese asombro. Pero mi
corazón debe estar sano, para no caer en la tentación de adueñarme de la
personalidad de mi hermano, ni de sentirme más que él. Asimismo, mi corazón
debe estar conectado con mis manos, mis oídos, mis ojos … para que con ellos
transmita el amor misericordioso de Dios.

11.Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. 12. Pero el
asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo,
abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, 13.
porque es asalariado y no le importan nada las ovejas.
Jn 10, 11-13

b. Las manos.
El pastor debe ser una persona de oración, que haya vivido experiencias y
superado pruebas en base a su fe, esto será un poderoso testimonio para su
hermano pastoreado, quien tendrá en su pastor a su primer maestro de oración.
Por ello lo primero que tiene que hacer un pastor es orar por la persona que el
Señor le encomendó, estando siempre abiertas y dispuestas a dar apoyo que su
hermano necesite.

12. Reciban saludos de su compatriota Epafras; es un buen servidor de Cristo Jesús


que siempre está orando fervientemente por ustedes para que sean perfectos y
produzcan todos los frutos que Dios desea.
Col 4, 12

31. ¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha pedido permiso para sacudirlos a
ustedes como trigo que se limpia; 32. pero yo he rogado por ti para que tu
fe no se venga abajo. Y tú, cuando hayas vuelto, tendrás que fortalecer a
tus hermanos.»
Lc 22, 31-32

c. Los oídos.

El pastor debe saber escuchar, en primer lugar, la voz de Dios y también la del
hermano. El buen Pastor reconoce a sus ovejas, debe hacer lo posible por conocer
realmente a cada uno de los hermanos que el Señor le confió, sus oídos tienen
que estar entrenados a escuchar lo dicho entre líneas por el pastoreado. En
ocasiones cuando el hermano cuenta sus angustias puede estar pidiendo a gritos,
ayuda, atención y amor. El pastor que conoce a cada una de sus ovejas por su
nombre se interesa por cada detalle de la vida de sus ovejas. Un pastor cuya única
preocupación sea el bienestar propio de su persona sin importarle nada de los
miembros de la comunidad, no podrá ser un buen pastor (Jn 10, 14). Es por eso
que el Pastor de una comunidad debe ganarse la confianza de las ovejas y así el
resto le seguirán hasta que los lleve a los verdes pastos y al manantial de agua
fresca.

3.A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama
una por una y las saca fuera. 4.Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de
ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. 5.Pero no seguirán a un
extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.»
Jn 10, 3-5

d. Los ojos.

Es alguien cuyos ojos espirituales están más acostumbrados, no a la oscuridad


sino más bien a la luz de Dios, y ayudan a quienes recién comienzan su caminar
en el Señor a encontrar no solo un lugar, sino su lugar dentro del Cuerpo de
Cristo, y lo hacen sin imponer, sino ofreciendo una luz para que cada uno decida
libremente. Igualmente, el pastor ha de ser alguien esencialmente optimista, que
sobre todo en las circunstancias difíciles y complicadas ve la obra de Dios y ve
también las riquezas de su hermano.

17. ¡Ay del pastor que no sirve para nada, que deja abandonado su rebaño! ¡La
espada le cortará su brazo y le alcanzará el ojo derecho! ¡Que se seque su brazo y
que su ojo derecho no vea más!
Za 11, 17

e. La boca.

De la boca del pastor tienen que salir las palabras que el Espíritu de Dios ponga,
debemos tener unos labios ungidos para que nuestro hermano sienta que, de
alguna forma, es el Señor quien le está hablando, nuestras cálidas palabras
estarán siempre para fortalecer, exhortar, animar y hasta para sanar, procurando
siempre que lo que digamos favorezca el diálogo, las preguntas y comentarios
buscarán profundizar, llegar a la raíz, nuestras palabras serán las suficientes,
dejando que sea el hermano quien hable con libertad. En la mente del hermano
al que pastoreamos siempre debe estar el recuerdo de nuestra sonrisa sincera,
más que nuestra cara de preocupación

8. Evita discusiones necias, genealogías, contiendas y disputas sobre la Ley,


porque son inútiles y vanas. 10. Al sectario, después de una y otra
amonestación, rehúyele; 11. ya sabes que ése está pervertido y peca,
condenado por su propia sentencia.
Tito 3, 8-11

f. Los pies.

Los pies del pastor siempre han de estar dispuestos a ir en busca de su hermano,
sobre todo cuando se halla o siente extraviado. Es alguien que está presente en
el momento oportuno, cuando más lo necesitan. El pastor estará a su lado,
compartiendo el camino, las primeras luchas y también los logros iniciales, en la
oración, en la práctica de leer la Palabra de Dios.

11. Porque esto dice Yahvé: ¡Aquí estoy, soy yo! Vengo en busca de las
ovejas, yo me ocuparé de ellas. 12. como el pastor que se ocupa de su
rebaño el día en que se encuentre en medio de sus ovejas en libertad. Yo
también me ocuparé de mis ovejas y las sacaré de todos los lugares por
donde se dispersaron ese día de negras nubes y tinieblas.
Ez 34, 11-12
2.2. El perfil del pastor

a. Discípulo de Jesús. Lc 24, 13 - 35 / 1 Tim, 4, 16


Ser como Jesús, amigo que nunca falla, los acompaña y busca en el
camino. Cuida de su conducta y enseñanza, persevera sin
desanimarse, acompaña en los avances y desánimos. Es puro y
sincero.

b. Maduro en Cristo. 1 Tim, 3, 1 – 9


Es necesario ser irreprochable, casado una sola vez, casto, dueño de
sí mismo, de buenos modales saber acoger y capaz de enseñar.
Pacífico, no ser de avaro, saber guiar su hogar, tener el misterio de la
fe en una conciencia limpia, de buena fama.

c. Comprometido 1 Pe, 5, 2 - 4 / Ef, 2, 20


Está cimentado en la piedra angular que es Cristo y base en los
apóstoles. Es ser un modelo, para cuidar con bondad y amor a los
hermanos. Oración personal, sacramentos, oración lectura de la
Palabra y vida comunitaria.

d. Ungido 1 Sam 16, 18


Persona valiente, inteligente y llena del Espíritu Santo ha recibido la
unción (bendición para su labor). Llamado por Dios que ve los
corazones para llevar a las ovejas a su presencia, con una vida de
conversión y enseñarles a vivir con ella.

En definitiva, el pastor debe ser abierto y confiable. Llevar una vida intachable que
lo que se dice se refleja en el diario vivir. Llevar una vida de oración, frecuentando
los sacramentos. Ser constantes en el acompañamiento de las ovejas (hermanos).
Conocer, caminar delante de ellas y dar la vida.
TEMA 3:
LO QUE DEBE Y NO DEBE HACER EL PASTOR

La labor del pastor tiene sus límites. Es mucho lo que puede y debe hacer, pero
nunca hay que olvidar que no tiene licencia para hacer con su hermano lo que
quiera. A continuación, vamos a reflexionar aquí sobre lo que nos corresponde
hacer como pastores, para saber, llegado el momento, hacia dónde debemos
apuntar nuestros esfuerzos

1. LO QUE DEBE Y PUEDE HACER EL PASTOR (Salmo 23)

Esencialmente, para la persona que el Señor le encomendó, el pastor debe:


a. Ser un verdadero pastor para ella.

Nunca el pastor debe olvidar lo que es. No sólo un hermano o un amigo.


En este caso, está encargado de la figura del pastor, siguiendo el ejemplo de
Jesús, el Buen Pastor. Principalmente, un pastor hace cuatro cosas con respecto a
su rebaño: cuidar, guiar, alimentar y reunir.
Cuidar: La presencia de pastor ahuyenta a los lobos. El pastor cuida de la
persona pastoreada ante todo porque la ama, y lo hace en primer lugar orando
por ella. En la oración del pastor nunca debe faltar un momento de intercesión por
las necesidades de las personas que tiene a su cargo. El cuidar significa también
darle el soporte espiritual que necesitará en los momentos de prueba, de
indecisión e incertidumbre. Asimismo, significa velar por su sano crecimiento, sin
exponerlo a riesgos innecesarios ni quemando etapas en su vida espiritual, por
tanto, los líderes no deben apresurarse por solicitar servicios a hermanos que aún
no están preparados emocional y cristianamente para realizarlos, con lo que
pueden ocasionadores algún daño. Además, parte de esa acción de cuidar de su
hermano es saber escucharlo, para conocerlo e identificar sus reales necesidades.
Para Jesús, cada una de sus ovejas era sumamente importante. Ninguna podía
faltar, porque cada uno somos hijos amados por Dios.
Guiar: El pastor es un instrumento de Dios para guiar a sus hermanos
conduciéndoles a la fuente, que es Cristo, les ayuda a descubrir su propia misión,
para ello les amplía su visión, les abre los ojos sin dejar por ello de hacerlos soñar,
pero el pastor es un guía que comparte y recorre el camino con su hermano, no
limitándose a hacer indicaciones sobre qué dirección deben seguir los otros.
Alimentar: La manera como Jesús alimenta a los suyos es mediante la
Eucaristía, dándose a sí mismo, y con su Palabra, despertando la fe, que sostiene y
abre las puertas de la vida eterna. De modo similar, el pastor alimenta a sus
hermanos comunicándoles, en primer lugar, su experiencia de Dios, y también lo
hace formándolos, sin embargo, el pastoreo no es un proceso de instrucción o de
cúmulos de enseñanzas, lo que el pastor hace es principalmente sembrar en ellos
el deseo de aprender, despertando en ellos el hambre de Dios y enseñándoles a
alimentarse, para que se inculque en ellos estas actitudes, para que puedan estar
siempre bien alimentados por el Señor.
Reunir: Jesús sabe de los peligros que acechan a sus discípulos si ellos se
hallan dispersos, por lo cual oraba para que estén siempre unidos. Por tanto, las
reuniones de pastoreo no pueden dar paso a críticas a otros hermanos de la
comunidad, sino más bien se debe fortalecer la unidad, lo cual les ayudará a
superar los momentos de dificultad que se les presente.

b. Estimularle a ser como Jesús.

El modelo siempre ha de ser Jesús, el Señor, nuestro supremo Pastor, y a


Él no solo hay que amarle, también hay que seguirle, reproduciendo su imagen
(Rom 8, 29). Ser como Jesús no es hacer lo mismo que él hizo, sino es ante todo
tener sus actitudes y forma de ser (Fil 2, 5), es tener sus sentimientos, es decir
amar como él, estar dispuestos a servir como él lo hizo, no buscando los primeros
puestos sino siendo los primeros en servir, amar y perdonar. El pastor entonces,
ha de generar ese vivo deseo por hacerse uno con Cristo, para que un día nuestro
hermano pueda decir, como Pablo: “Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive
en mí” (Ga 2, 20)

c. Motivarle a madurar en la fe.

El pastor tiene que buscar erradicar todo rezago de mediocridad en sus


hermanos, y para les impulsará a caminar en la fe, aun cuando no tengamos todas
las seguridades, pero siempre aferrados a las irrevocables promesas de Dios. Por
esto, es importante que esta actitud se inculque desde los comienzos de la vida
espiritual, para que, si algún día reciben el encargo de conducir a sus grupos, sean
hombres y mujeres de fe que estén dispuestos a asumir los grandes retos que
esta misión les exija, lo cual incluirá no pocas veces tener que hacer renuncias
dolorosas. Asimismo, el pastor debe dar nociones básicas de combate espiritual,
consejos que le serán de gran utilidad cuando le llegue la hora de la prueba. Pero,
igualmente, el pastor ha de llevar a sus hermanos a buscar ser maduros en su fe,
dejando de lado la infancia espiritual, es decir el dejar de lado la actitud de solo
recibir para tener la disposición de dar frutos de servicio y compromiso, además
de saber en qué lugar del cuerpo de cristo lo quiere el Señor y haciendo qué.

d. Ofrecerle una orientación cristiana, respetando su libre albedrío.


Este punto está relacionado con el anterior en el sentido que tenemos que
brindar, como pastores, luces para que los hermanos descubran progresivamente
la voluntad de Dios para sus vidas. Ellos han de tomar decisiones, elegir, escoger.
Pero es fundamental que esta decisión no responda a un deseo personal, sino
que esté de acuerdo con la voluntad de Dios para sus vidas (Rom 12, 2). Por ello,
orientar aquí tendrá un sentido de enseñar a descubrir la voluntad buena
agradable y perfecta de Dios, la cual es algo a la vez activo y pasivo: lo que hago
es dejarme conducir por el Señor. Esto es lo más difícil para muchos, sobre todo
en un mundo donde se nos enseña a ser nosotros mismos los que tenemos el
control total de nuestras vidas.

2. LO QUE NO DEBE NI PUEDE HACER EL PASTOR

a. Incentivar en nuestro hermano un afán por ocupar cargos destacados.


Es necesario que se haga entender al hermano que en la Iglesia de Cristo
no puede haber la vanidad, la soberbia y el deseo de figuración, tentación para
quién aún no tiene mucha experiencia en el camino del Señor.

b. No tener discernimiento.
El pastor necesita de la luz del Espíritu Santo, para tener cuidado en lo que
dice, de actitudes y gestos sobre todo en el comienzo del pastoreo, porque
cualquier cosa realice será tomada muy en cuenta. El discernimiento aplica
cuando se debe aplicar normas o enfrentar desórdenes morales. En general
tenemos que evitar los reproches, pues pueden cortar la confianza y la
comunicación, más bien será útil hacerle ver al hermano las consecuencias
negativas de sus actos, lo cual puede ser peligroso para él mismo. El dominio
propio es fundamental para todo pastor, porque en ocasiones la respuesta
apática o irresponsable por parte de los pastoreados invitan a perder la paciencia.

c. Apropiarnos de los hermanos a nuestro cargo.


Esto ocurre cuando el pastor establece que nadie puede acercarse a los
hermanos que pastorea sin su permiso, sus celos lo vuelven sobreprotector. En el
fondo, lo que el pastor quiere en este caso es crear un discípulo propio, a quien
convertirlo en un incondicional suyo, una especie de clon que piense y actúe
como él, lo que teme es que conozca a otras personas y aprenda de ellas, con lo
cual dejaría el pastor de ser su principal punto de referencia.

d. Paternalismo / maternalismo.
Cuando el pastor trata al hermano (a) como “mi hijito”, “mi hijita”, “mi
bebé” o “mi ovejita”, está generando un problema grande, esto lleva a que el
pastor vea a la persona que se le encargó no como un hijo de Dios capaz de
tomar decisiones maduras y responsables, sino como alguien en quien no puede
confiar porque no está a su nivel. El pastoreado quizás no tenga nuestra
experiencia y formación religiosa, pero eso no debe llevarnos a verla y tratarla
como un infante, hacerlo sería una falta de respeto. También ocurre que en
ocasiones el pastor exagera en su celo pastoral y en su afán de cuidar de su
hermano y no exponerlo a posibles peligros, no incentiva que dé pasos de fe y
asuma riesgos y responsabilidades, como consecuencia la persona pastoreada no
progresa en su vida de fe, cuando lo que debe adquirir con el tiempo es una
mentalidad de pastor y no de oveja.

e. Crear dependencias.
Esto está relacionado con el punto anterior, cuando el pastor crea vínculos
tan fuertes que terminan convirtiéndose en ataduras, los hermanos pastoreados
pierden toda iniciativa y no hacen nada sin la opinión y consentimiento de su
pastor, quien se convierte en su “oráculo”. Los pastoreados se vuelven incapaces
de decidir por sí mismos, porque cada vez que tienen una disyuntiva, acuden al
pastor para que les diga qué hacer, y él comete un gran desatino al satisfacer esa
demanda, por eso no es bueno tener presente que el pastoreo ha de durar un
tiempo limitado, porque no es bueno para nadie que un pastoreo se convierte en
un proceso interminable.

f. Incentivar la crítica a otros hermanos del grupo.


Esto atenta contra la unidad de la comunidad. En algunas ocasiones el
pastor aprovecha sus sesiones de pastoreo para transmitir a sus hermanos su
visión crítica sobre el actuar de otras personas del grupo, comunicando sus
propios conflictos a alguien que no tiene que ver en el asunto, inculcándole una
actitud disociadora. El pastor debe siempre tener una actitud de optimismo, y si
en caso tiene un distanciamiento con alguien más del grupo, deberá hacer lo
posible para que eso no trascienda en sus sesiones de pastoreo, así se sintiera
injustamente maltratado, admitir que no todo marcha perfecto, pero que aun así
la gracia de Dios se manifiesta en medio de nuestras debilidades y limitaciones.

g. Limitarse a un solo aspecto: Consejería, oración, conversar.


No podemos reducir el pastoreo a una mera consejería o escuchar las
penas de la persona pastoreada. El pastoreo debe ser integral y ha de conducir a
un progreso real del hermano pastoreado. Tampoco, es conveniente ocupar la
mayor parte del tiempo de las sesiones de pastoreo en la formación, seguramente
que, como parte del pastoreo, habrá un poco de todo eso, el peligro es que no
logremos avances reales con nuestros hermanos o que sólo desarrollemos un
aspecto de su vida, en desmedro de los demás.

h. Pretender que uno lo sabe todo.


En ocasiones, el pastor va recibir preguntas sobre aspectos que uno no
conoce tan bien como quisiera, en esos casos, en lugar de responder lo primero
que se nos ocurra por salir del paso, mejor es decirle al hermano con toda
honestidad que en ese momento uno no está en capacidad de responderle, pero
que se compromete a averiguar bien sobre ese tema y traerle la respuesta que
espera en la próxima sesión. Muchas veces el decir “no lo sé” puede ser
verdaderamente lo mejor, y es además liberador.
i. Ser indiscretos.
El clima de confianza es fundamental en toda sesión de pastoreo, incluso
en aquellas que puedan ser grupales, todo lo que el pastoreado le haya dicho,
será para el pastor como un secreto de confesión. Desde un inicio, será elemento
clave del pastoreo la discreción sobre lo que se diga y haga en las reuniones. Por
ello se recomienda que en las primeras reuniones el pastor se esfuerce mucho
para ganar la confianza del hermano pastoreado dándole claros signos de que es
alguien confiable.
El pastor no debe escarbar más de la cuenta en los recuerdos y secretos
del pastoreado, esa actitud, a veces algo morbosa, seguramente causará
incomodidad en el hermano. Lo que uno se entere será producto de la
conversación misma y de lo que la persona pastoreada libremente decida
revelarnos. En ocasiones, en la reunión del Equipo de Servidores se hablará en
presencia del pastor sobre la persona que pastorea, en el caso que alguien la
proponga para realizar alguna tarea en la reunión de asamblea, sería necesario
preguntar a su pastor si considera que esa persona pastoreada se encuentra apta,
pues conoce mejor al hermano, si en caso no estuviera en condiciones, se deberá
señalar que por el momento no está en capacidad de hacerla, pero sin dar detalles
del porqué.

j. Confundir los sentimientos.


Hay que tener mucho cuidado con esos pastores hombre/mujer o
mujer/hombre, lo mejor es evitarlos, pero si no queda otra opción, quien ejerza
el pastoreo tiene que cuidar ese aspecto, porque los sentimientos podrían
confundirse si no se actúa con discernimiento. Más delicado aún es el caso de los
matrimonios, porque, por ejemplo, si un hombre soltero pastorea a una mujer
casada, pueden generarse conflictos aún sin haber hecho nada incorrecto.
TEMA 4:

ORGANIZACIÓN DEL PASTOREO - NIVELES

Se presentan 4 niveles

4.1 Primer nivel. Hch 6, 2 - 5

Acogida a nuevos participantes

Personas de buena fama, llenos de fe y del Espíritu Santo, llenos del amor
de Dios y permanente comunión con Dios que transmitan seguridad y
confianza. Sin dudas del obrar de Dios en los demás.
Darán la bienvenida y transmitirán el Kerygma.
Acompañarán, guiarán y le harán seguimiento.

4.2 Segundo nivel. 1 Co, 3, 10 - 11

Responsables a servidores

El responsable como apóstol deberá formar a los servidores el el servicio a


prestar viendo los carismas que tienen para agruparlos y adjudicarles los
miembros de la asamblea afines para el desarrollo del servicio.
Los acompañará espiritualmente, guiará e hará un seguimiento
personalizado para evitar el descuido de su vida espiritual.

4.3 Tercer nivel. Ex 18, 21

Servidores a asamblea Num 27, 18 - 19

Pastorear a los perseverantes comprometidos, acompañarlos y ayudarlos en


su caminar.
Pastorear a los perseverantes no comprometidos, orar con ellos y para ellos.
Acompañarlos en el caminar hacia Cristo Jesús.

4.4 Cuarto nivel. Rom. 12, 12 - 14

Ministerio de pastoreo (Ex Responsables, Ex Serviores)

Que la participación de los Ex. sea de acompañamiento.


Su aporte es muy valioso porque hay que cumplir una función en el pueblo
de Dios, es la misión recibirlas, guiar y cuidar del rebaño.
TEMA 5:

LA SESIÓN DEL PASTOREO

El pastoreo se realiza de variadas formas, situaciones y lugares, en realidad se


trata de una relación que se hace permanente y no se agota en las entrevistas
personales que tienen pastor y pastoreado una vez por semana por espacio de
dos horas. Uno pastorea antes de la reunión de grupo o saliendo de ella, en la
calle, en un parque, por vía telefónica y hasta por correo electrónico y el chat de
internet. Pero, ciertamente, estas sesiones llevadas a cabo específicamente para
realizar el pastoreo, son el eje fundamental de toda la labor del pastoreo. El
encuentro durante la sesión de pastoreo va más allá del servicio que le
corresponde al pastor y la necesidad del pastoreado de recibir esta ayuda, sino
es un camino en el que no saben qué situaciones y obstáculos encontrarán.

Si bien el pastor deberá tener un plan de pastoreo, lo cual incluirá objetivos,


metas y etapas, todo dependerá de cómo vaya dándose las cosas. En ocasiones
se presentan situaciones que pueden no ser deseadas, pero que exigen dedicarles
nuestra atención, para ello es muy importante el discernimiento.

El contenido de la sesión
Deberá combinar, en las medidas aconsejadas en cada caso por el discernimiento,
la oración, una reflexión, un momento de diálogo y también de revisión de los
propósitos o compromisos asumidos en la sesión anterior.

 La oración. Puede abarcar una oración al iniciar y al finalizar la sesión, pero


también podría estar dirigida a escuchar juntos al Señor, una oración de
intercesión por las necesidades del hermano, una alabanza juntos o incluso orar
por el grupo y sus dirigentes, motivos para orar son muchos, pero siempre el
pastor ha de considerar que las sesiones del pastoreo se convertirán para su
hermano en una verdadera escuela de oración, por ello se tiene que partir del
hecho muy probable de que el pastoreado no tiene una experiencia importante
de oración, eso le llevará a ponerse a su nivel para enseñarle, paso a paso, cómo
orar de diferentes maneras. Por tanto, no se deberá exigir por ello hábitos que
corresponden a una persona que tiene madurez espiritual, como orar durante
horas durante el día, la oración contemplativa, ni tampoco esas oraciones
extensas. Establezcamos por ello esta primera, y quizás única regla de oración:
será sincera, es decir saldrá del corazón.

 La reflexión. Será, según sea el caso, una exhortación, una explicación de


cómo se hacen las cosas o una pequeña enseñanza, más que un adoctrinamiento,
es un mensaje de vida, un poner en conocimiento del hermano aspectos que
debería saber para así vivir como un hijo de Dios. No se trata de decir todo lo que
uno sabe sobre el tema, sino de decir lo necesario para luego pasar al momento
de diálogo, que es para el pastor el más importante.

 El diálogo. Es una conversación en la que, en lo posible, ya no será el


pastor quien más hable, sino el hermano pastoreado, para que ello ocurra, el
pastor sacará a relucir toda su habilidad para incentivar que su hermano no sólo
hable, sino sobre todo que abra su corazón y exprese sin temores lo que siente,
sus inquietudes y lo que realmente quisiera. Las preguntas serán entonces una
herramienta clave para lograr que ello ocurra, un buen uso de las preguntas
asegurará un diálogo rico y beneficioso, si es que estas logran hacer que el
hermano profundice en su reflexión. No es tarea del pastor indicarle directamente
a su hermano qué es lo que tiene que hacer, por lo que tendrá que conducirlo
para que él mismo descubra qué es lo que quiere el Señor de él o se dé cuenta
que lo que hizo no estuvo bien.

Bien podríamos preguntarle si está atendiendo ciertos asuntos importantes de su


vida, como los estudios, el trabajo y la familia; si ha recibido alguna queja de algún
familiar o han bajado sus calificaciones; o cuál es la relación que piensa que existe
entre los diversos servicios en los que se ha comprometido y el llamado que el
Señor le ha hecho, si se siente realmente preparado para hacer bien todo eso, o
porqué aceptó realizarlos, si por convicción o por no saber decir que no. Las
respuestas que dé el hermano nos llevarán a conocerlo mejor y finalmente realizar
un pastoreo más integral, yendo a las verdaderas causas de sus problemas o
dificultades.

Hay preguntas que serán siempre bienvenidas, porque incentivan y profundizan


el diálogo:

 ¿Qué es lo más importante para ti en este momento?


 ¿Qué es lo que más necesitas?
 ¿Qué crees que te falta para ver los resultados que esperas?
 ¿Tienes algún temor?
 ¿Cómo te sentiste en la última reunión del grupo?
 ¿Tienes ganas de decirme algo?
 ¿Cómo te sentiste en la última reunión del grupo?
 ¿Tienes ganas de decirme algo?
 ¿Hay alguna decisión que te es difícil tomar?
 ¿Qué es lo que más le pides en estos días al Señor en tu oración?
 ¿Cuánto crees que conoces a Dios?

El saber hacer las preguntas adecuadas es un arte que el pastor irá aprendiendo
con la práctica y la disposición de ser un instrumento del Señor. Pero no
olvidemos que no debemos preguntar por mera curiosidad, sino con el afán de
profundizar en la conversación para así conocer mejor la situación de nuestro
hermano. Siempre es bueno y eficaz una buena retroalimentación, es decir que el
pastor con mucho discernimiento haga ver a su hermano cómo es percibido por
él y por los demás. Asimismo, fomentando la confianza, hará que disminuya
aquello que no quiere o no se atreve a comunicar y no se cierre tanto a los demás.

 La definición y revisión de los propósitos.

Es importante que el hermano pastoreado pueda confrontar en la realidad su


grado de compromiso y de entrega. Además, juntos evaluarán que tan fácil o
difícil fue cumplir lo que se había propuesto hacer nuestro hermano. Quizás se
dejó llevar por su entusiasmo y se fijó un propósito imposible de realizar según
su actual fe y capacidad; o puede ser que él no puso todo de su parte, todo eso
debe ser evaluado por el pastor, pero más que evaluar el cumplimiento de lo
propuesto, lo que el pastor más debe interesarle es la actitud del pastoreado: su
capacidad de enfrentar las dificultades, levantarse de las caídas y, sobre todo, su
fe.

Como pastores siempre debemos estimular a nuestro hermano a dar pasos de fe.
Por ello, nos toca estar atentos a si en aquello que hace el pastoreado hay una
presencia de fe, o si hizo las cosas confiando únicamente en sus propias
capacidades, la tentación de la autosuficiencia siempre estará presente, lo mismo
que la de la inseguridad que paraliza, ambas son peligrosas. Para ello, ante los
retos que se presenten, el pastor siempre debe animar a su hermano a responder
con fe, confiando en la gracia divina y también, por qué no decirlo, en las propias
capacidades. Conocer historias bíblicas, o de santos o cristianos de nuestro
tiempo, e incluso cuentos con un mensaje de fe, serán un recurso que muchas
veces servirán para lograr este objetivo.

Un recurso que podría servir, si el pastor lo estima útil, es contar con un formato
de preguntas referentes a aspectos de la vida espiritual del hermano y en
determinado momento de la sesión se le entrega esa ficha para que él la
responda y le entregue luego al pastor, quien puede iniciar un diálogo con el fin
de saber el porqué de sus respuestas. Otro elemento que se recomienda es el uso
de un cuaderno o libreta que nos sirva para hacer un seguimiento de cada
hermano pastoreado, sería una especie de Diario del pastor, donde podemos
plasmar los avances y dificultades en nuestro pastoreo, el cual podemos llenar y
revisar en casa.
 La distribución del tiempo

El día de la semana y el horario de las sesiones deberán decidirse por mutuo


acuerdo, procurará además el pastor no excederse de la hora por un tema de
respeto por el hermano. Generalmente las reuniones se realizan por la noche, y
terminar muy tarde puede ocasionarle problemas a uno de los dos, o a ambos,
más aún, si el uno de los objetivos del pastoreo es ayudar a ordenar la vida de su
hermano, no puede el pastor fomentar un desorden en nombre de una aparente
necesidad de extender la sesión más allá del tiempo fijado, en todo caso, si fuera
necesario, sería una excepción a la regla, y siempre con el consentimiento del
hermano pastoreado. En cuanto al tiempo de duración de cada momento dentro
de la sesión, queda al discernimiento del pastor, guiado por el Espíritu Santo.

Un esquema tentativo de distribución de los momentos en la reunión podría ser


el siguiente:

- Oración inicial: 10’


- Reflexión: 15’
- Diálogo: 60’
- Definir compromisos: 10’
- Revisar compromisos: 20’
- Oración final: 5’
Total: 120’

Esta distribución ha de ser flexible, de acuerdo a como se vaya desarrollando la


sesión y al tema mismo de la reflexión de ese día. En el contenido de cada
reflexión se hará en ciertos casos la sugerencia de que se empiece con un diálogo
antes de pasar a la reflexión misma.

 Un pastor informado.

Se recomienda que el pastor este permanentemente informado sobre la oferta


de formación y de otros servicios espirituales existentes en el movimiento y en la
Iglesia, esto debido a que, como producto de la conversación con su pastoreado,
puede llegar a la conclusión que éste requiere asistir a un retiro, una jornada o
un curso determinado.

 El pastor “que todo lo sabe”

Sin embargo, este afán por estar convenientemente informado no tiene que llevar
tampoco al pastor a considerar que debe tener respuestas para todo, la cual
podría ser una situación peligrosa, porque fomenta la dependencia hacia la
persona del pastor. Para evitar esto, se recomienda que en el diálogo debería ser
la persona pastoreada la que más hable, y el pastor quien haga las preguntas.
Una pregunta bien planteada puede ser más inteligente que una buena
respuesta, porque a través de una pregunta generamos las respuestas que
motivan que nuestro hermano abra su corazón, profundice, se cuestione y busque
soluciones.
Cuestionar a la persona pastoreada diciéndole, por ejemplo, “¿a qué crees que se
deba lo que te pasó?”, “¿Cómo te sentiste?”, “¿Cómo hubieras podido hacerlo
mejor?”, “¿a dónde crees que te llevará esto?”, “¿Cómo crees que se sintió la otra
persona?”, puede generar en ella todo un movimiento, que pueda sacarle del
punto de vista en que se encontraba y vea las cosas desde otra perspectiva.

 La sesión del pastoreo grupal

En este caso, ha de saber valorizar a todos y moderar el uso de la palabra: ni


demasiado a los que hablan mucho, ni dejar de lado a los tímidos, se debe
procurar no hablar con el vecino, ya que los aportes deben hacerse a todos los
miembros reunidos, procurará además el pastor que no se interrumpa a quién
está hablando. Si durante el diálogo se desvía del tema, debemos tratar con
cuidado de conducirlo a lo esencial, a veces una buena pregunta orienta de nuevo
al asunto tratado. Se puede también reservar un momento, dentro de la sesión,
para conversar personalmente con cada uno de manera privada, en este caso, se
pedirá a los demás que conversen o realicen alguna actividad para que no se
aburran mientras esperan su turno. Una de las ventajas de hacer un pastoreo
grupal es la posibilidad de hacer todos oración por algún hermano que requiera
de apoyo espiritual. En todo caso, siempre tendrá que reforzar el pastor la
absoluta discreción sobre lo dicho durante la sesión, como norma del pastoreo
grupal.
TEMA 6:

EL PLAN DE PASTOREO PASO A PASO

2.Apacienten el rebaño de Dios, cada cual en su lugar; cuídenlo no de mala gana,


sino con gusto, a la manera de Dios; no piensen en ganancias, sino háganlo con
entrega generosa; 3.no actúen como si pudieran disponer de los que están a su
cargo, sino más bien traten de ser un modelo para su rebaño. 4.Así, cuando
aparezca el Jefe de los Pastores, recibirán en la Gloria una corona que no se
marchita.
1 Pe. 5, 2 - 4.

- No debe ser extenso. Durará 6 meses en promedio con 2 horas semanales.


- Para lograr el crecimiento hay que fijar metas y etapas en un plazo de
cumplimiento. Lograda una etapa recién pasar a otra.
- Se recomienda máximo 3 personas, si son más se considera un pastoreo
grupal.
- El equipo debe reunirse periódicamente a fin de compartir experiencias y
evaluar la marcha del equipo.

TENEMOS 4 ETAPAS.

PRIMERA ETAPA: NACIMIENTO

Objetivo: Afianzar la decisión del hermano de entregar su vida a Cristo.


Texto Bíblico: Jn 3, 3

Meta: El hermano hace de Jesús el centro de su vida.

Sesiones:

1a sesión: La sesión será de diálogo en el que el hermano se abre a la oración de


Dios, en una auténtica conversión.

2a sesión: Reflexión sobre el amor de Dios en el compartir los gestos


misericordiosos en sus vidas. Identificar la oración de Dios en su vida.

3a sesión: Reflexión sobre la conversión mostrando la imagen realista a través del


encuentro con Jesús de diversos personajes en la biblia y sus conversiones. La
gracia de Dios es grande y hay que orar por el hermano para que reciba la
fortaleza para decidirse por Jesús.
Lc. 19, 1-10; 7, 36 - 50 Hch. 1 -18 Mt. 19, 16 - 30.

4a sesión: Reflexión sobre el señorío de Jesús, en la necesidad de tener una


relación con Jesús orar con Rom. 10, 9

SEGUNDA ETAPA: EDIFICACIÓN

Objetivo: Cimentar los pilares para un crecimiento espiritual sostenido.

Texto Bíblico: Mt, 7, 24 - 27


Meta: Hábitos adquiridos, misa dominical, confesión mensual, asistencia semanal
en su comunidad, oración personal y lectura biblia diaria.
Logro: Perseverancia en el deseo de practicar lo que se le propone.

5a sesión: ¿Cuál ha sido su experiencia con los sacramentos? Puede haber un


testimonio del pastor al respecto, más que nada referente a la confesión. Se le
puede acompañar si es necesario. La frecuencia, exhortante a que se confiese y
comulgue puede sugerirle acompañarlo.

6a sesión: En esta remarcar la importancia de la Eucaristía que asume la necesidad


de asistir a misa dominical. Compartir logros y dificultades de lo que se había
propuesto. Darle ánimos y consejos para lograr la propuesta y juntos con el
propósito a fijarse en la semana.

7a sesión: Compartir sobre la importancia de la comunidad porque solo no puede


perseverar en su fe. Se evalúa el comportamiento del propósito anterior y se
define el próximo. Consolidar la identidad del hermano con el movimiento o
comunidad. Hech. 2, 42.

8a sesión: El hermano debe valorar la fuerza que tiene el participar en la


comunidad unida en su fe y oración. Unidos somos fuertes, solos débiles, ante los
ataques y tentaciones. Lc. 11, 24 - 26. “Las brasas de la fogata”

9a sesión: Motivarle a orar. Expresar las dificultades que tienen para hacerlo. El
hermano puede libremente orar diario un tiempo y forma que decida.

10a sesión: Sugerir medios concretos de orar alabanzas, oración de gracias,


petición, intercesión. En las mañanas antes de los alimentos, al acostarse
Rom. 15, 30 - 33.
11a sesión: Leer la biblia, meditarla. Orar con la Palabra: Heb 4, 12; 2 Tim. 3, 16 –
17 Es necesario que el pastor ore, interceda para que el E.S. tenga hambre y sed
por la Palabra de Dios.

12a sesión: Experiencias en el cumplimiento del propósito de la semana anterior.


Orientarle sobre cómo manejar mejor la biblia, darle consejos. Exhortarle a que la
lleve a sus reuniones de grupo. Sal. 23, (22).

TERCERA ETAPA: IDENTIDAD

Objetivo: Llevar al hermano a conocerse y amarse a sí mismo.

Texto bíblico: 1 Pe 2, 9

Meta: Luego de seis semanas, el hermano será consciente para ordenar su vida
como persona.

Duración: Seis sesiones.

Observaciones:

 Esta es una etapa que busca que el hermano se conozca a sí mismo y se


vea como Dios lo ve.
 Partiremos de lo esencial: ¿Quién soy yo, según Dios?, para luego
preguntarnos ¿Cómo debo vivir?
 El bien que buscará lograr el pastoreado en el descubrimiento de sí mismo.

Sesiones:
13a sesión: Empezamos aquí a conocernos para valorarnos. Por eso, la primera
reflexión es: “Soy un hijo de Dios”. Lo que se busca aquí es que el hermano se
valore y se vea con los ojos de su Padre, Dios. Así el mundo lo rechace o
menosprecie, que nunca olvide aquella verdad que el Espíritu le revela
constantemente al corazón (Rom 8, 14-16). Que descubra su extraordinaria
dignidad proveniente de su bautismo. Se aprovecha la oportunidad para
cuestionarle si piensa que está viviendo como un auténtico hijo de Dios.

14a sesión: Continuando este proceso de descubrimiento, ahora compartimos


sobre “Soy un discípulo de Jesús”. Esta sesión debe llevar al pastoreado a que se
identifique con Jesús. Y todo discípulo ama, es fiel a su Maestro, está a sus pies
para escucharle, comparte su vida con él, le sigue y le sirve. Incluso, está dispuesto
a renunciar a lo que le pida el Señor. Todo ello movido por un temor filial, no por
obligación.
15a sesión: “Soy un miembro de la Iglesia” la fe no se vive individualmente, más
que dar una enseñanza, hay que exhortar al hermano a que se sienta parte del
pueblo de Dios. Lo que se busca es la identificación del hermano con la Iglesia,
que haga suya su misión, sus necesidades y sus luchas.

16a sesión: “Yo soy un testigo de Jesucristo”, busca impulsar en el pastoreado a


dar testimonio de la obra de Dios en su vida, destacando que ha tenido un
encuentro personal con un Jesús vivo en su comunidad, dándole las orientaciones
necesarias para que toque los corazones de sus hermanos.

17a sesión: Empezamos una secuencia de dos semanas en que se trata aspectos
importantes de la persona: “Áreas de mi vida”. En esta sesión el pastor se enfocará
en dos de ellas: Física e Intelectual. En el área Física, le exhortará a que cuide su
cuerpo, que lo valore, porque es obra de Dios y es parte de su ser, a través de la
práctica de ejercicios, atención médica, el descanso, actividades recreativas. En el
área Intelectual, le animará a cultivar su formación humana, a través de las
lecturas de libros formativos o el asistir a espectáculos culturales o ver una buena
película de cine. En este caso, el pastoreado tendrá que fijarse un propósito sobre
cada una de estas áreas para cumplir durante la semana y, si es posible, de manera
permanente.

18a sesión: Es la segunda parte de las “Áreas de mi vida”. Esta vez se dirigirá el
pastor a las áreas Afectivo / Sexual y Laboral. En el área Afectivo / Sexual, tema
algo delicado, el pastor buscará que el hermano tenga en orden este aspecto y
lo viva conforme a la voluntad de Dios. Igualmente, para que se abra, si lo
requiere, a la posibilidad de amar y ser amado por alguien de manera especial. El
área Laboral lo enfocará buscando también que el pastoreado atienda este
aspecto importante. Si encuentra el pastor que hay un descuido en esta parte, le
animará a ocuparse de ello. Esta área puede tener diversas variantes: trabajo
remunerado, estudios o el atender el hogar, para el caso de las amas de casa. Hay
que resaltar como el trabajo nos dignifica y nos hace ser más personas. Como en
la semana anterior, el pastoreado establecerá un propósito para cada una de
estas dos áreas.

CUARTA ETAPA: COMPROMISO

Objetivo: Comprometer al hermano con la Iglesia y la comunidad a la que


pertenece.

Texto bíblico: 1 Pe 4, 10

Meta: Al concluir el pastoreo, el hermano habrá asumido un compromiso, de


acuerdo al llamado que el Señor le haga, como miembro de su comunidad.
Duración: Seis sesiones.
Observaciones:

 Aquí lo que se busca es lograr un descubrimiento progresivo de la propia


misión como hijo de Dios y discípulo de Cristo.
 La pregunta que buscamos responder es: ¿Para qué he sido llamado por
Dios?
 El pastor, además, será un puente entre el pastoreado y los diversos
ministerios ya existentes. Animará al hermano a incorporarse a aquél al
cual crea que el Señor le ha llamado. A la vez, podrá contactarse con el
Responsable de este ministerio, para ponerle al tanto de esta inquietud y
considere llamarle.
 El bien que buscará lograr el pastoreado en esta etapa es el hacer la
voluntad de Dios.

Sesiones:
19a sesión: La vocación cristiana. Este compartir se enfocará en resaltar que, como
bautizados, hemos recibido un llamado de nuestro Señor a cumplir una misión,
que es original, insustituible e indelegable. Puede el pastor exponer casos bíblicos
de vocación o de la vida de los santos. Viviendo según nuestra vocación concreta,
nos realizaremos como personas y como cristianos.

20a sesión: El apostolado es otra área importante del cristiano, por eso aquí se
reflexiona sobre el Servicio, Esta exhortación buscará hacer ver al pastoreado que
el servicio es una vocación propia del cristiano y es a la vez la mejor forma de vivir
en libertad. Puede hacerle una exposición de muchas necesidades que hay
actualmente en la Iglesia y el mundo. Sería interesante que el hermano se fije
como propósito el empezar a cuestionarse sobre la voluntad de Dios para su vida.

21a sesión: Aquí se inicia una secuencia sobre los carismas, en la que el pastor
hará una primera exposición de cuáles son los dones, remarcando sus
características y diferencias. De lo que se trata es que el hermano tenga un
panorama de las maneras como el Señor capacita a los suyos para realizar su
obra. Aquí el pastor puede darle un formato en el que se aprecien la mayoría de
los dones espirituales, para que durante la semana el hermano se pregunte cuáles
dones considera que pueda haberle dado Dios.

22a sesión: En la segunda parte de los carismas, el pastor compartirá con su


hermano cómo resolvió el cuestionario sobre los dones espirituales, y le ayudará
a explorar las posibilidades de cada uno. Si está en condición de hacerlo, le hará
saber qué dones ha notado que podría tener. Sería bueno que oraran juntos para
que el Señor les aclare la visión.

23a sesión: En esta semana, el tema de los carismas se deriva en el de los


ministerios, que es donde el cristiano podrá ejercer sus dones en el grupo o
comunidad. Le expondrá cuáles son los ministerios existentes en su grupo y
cuáles son sus funciones principales. También, cuál es el proceso de incorporación
a un ministerio (por llamado de su Responsable). Procurará el pastor que, durante
la semana, el hermano discierna en oración a cuál ministerio el Señor podría estar
llamándole, teniendo en cuenta el carisma que recibió.

24a sesión: En esta segunda parte de los ministerios, el pastor revisará con el
pastoreado lo que éste pudo avanzar en su discernimiento durante la semana.
Juntos buscarán descubrir la voluntad del Señor para el hermano. En el caso de
que el pastor perciba que el pastoreado ya ha asumido diversos compromisos en
su grupo hasta el punto de saturarse de actividades, deberá orientarlo para que
sirva sólo en aquello a lo cual el Señor le haya llamado.

Bibliografía

- Pastoreo paso a paso. Luis Amico Razzeto (2005)


- El pastoreo. Jaime Salinas Chavez (2002)
- Cómo organizar el pastoreo en los grupos de oración. Miguel Alort
Palacios (2008)

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