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ESPIRITUALIDAD IGNACIANA
SUMARIO
PEDRO ARRUFE, S.I.: Inspiración trinitaria del carisma ignaciano ... 195
F. MARTIN, S.I.: Raíces Bíblicas del Principio y Fundamento ... ... 249
Notas y Comentarios
mases 267
LOYOLA
Centro de espiritualidad
V O L . 52 \ Julio-Septiembre 1980 N U M . 204
AZPEITI A - G U I P Ú Z C O A
Inspiración trinitaria
del carisma ignaciano*
INTRODUCCIÓN
! r
Relación con «nuestro modo de proceder» ' '
'Nuestro modo de proceder' partía del carisma ignaciano, descen-
diendo, por diversos niveles de aplicación, a «las cambiadas condi-
ciones de los tiempos». Hoy, arrancando también del carisma de
Ignacio, pretendo caminar en sentido inverso, remontándome hacia
lo más alto, hasta el supremo y originario punto de partida: las viven-
cias ignacianas de las que todo fluye, y que son las únicas que pueden
explicarnos en su ultimidad tanto su figura espiritual como su intui-
ción fundacional. En una palabra: su intimidad trinitaria.
Me propongo para ello analizar brevemente sus experiencias espi-
rituales más importantes (junto al río Cardoner en Manresa, en la
capillita de la Storta a la entrada de Roma y su 'Diario Espiritual');
a
* Conferencia leída en el acto de clau- D A L . 3. p l . de Alcalá, 1561. C o m m . d e
sura del Curso Ignaciano del «Centro tgna- Inst. 304. — (El texto de esta conferencia
clano de Espiritualidad», el 8 de febrero ha sido publicado en Manresa, Enero 1980,
de 1980. Roma.
1
pgs. 17-46).
«Este Instituto o modo de proceder, 2
P. C . N.» 2.
que assf lo llama el Padre Ignatlo...» NA-
Proceso previo
Ningún dato nos permite predecir los derroteros místicos que
había de tomar su vida espiritual, cuando, apenas a ocho meses de
Diarlo, nrt. 126-28 (7 marzo 1544). — Las citas de las fuentes jesuíticas primiti-
[Las citas de escritos de San Ignacio se vas son todas de volúmenes de M H S I . Se
nacen sobre la edición de sus obras com- citan por sus abreviaturas.).
Bletas en la Biblioteca de Autores Cristia- * J . DE GUIBERT. La Spirltualité de la
nos, 3." ed., Madrid. 1977. Se cita B A C Compagnie de Jésus. p. 55.
3 INSPIRACIÓN TRINITARIA DEL CARISMA IGNACIANO 187
16
«Tiene tanta memoria de las cosas, '« P O L A N C O . V l t » Patrls Ignatll (1574).
y aun de las palabras más Importantes, que N.» 16. F N II p. 527.
19
cuenta una cosa que pasó, diez, quince y P O L A N C O . Informatlo de Instituto S J .
más veces, omnlno como pasó, que la pone (1564). N . ' 9 F N II p. 309.
delante de los ojos; y plática larga sobre » P O L A N C O . Da vita P. Ignatll at da
cosas de Importancia la cuenta palabra por Soc. lesu Inltlls (1574), N.° 16. F N II p. 526.
palabra». L. G O N Z Á L E Z D A C Á M A R A . Me- 21
N A D A L . 3.* p l . d e Colmbra (1561),
morial. 29 enero 1955, N.° 99. F N I p. 586. N.° 11. F N II p. 152.
" J . DE GUIBERT. O p . clt., p. 13-14. B
N A D A L . Apología contra censuram.
(1577), N." 40. F N II p. 66.
MEDRO ARRUFE, S. I . 6
32
nueva verdad sobre todas las cosas, una inteligencia clavadísima ;
33
se le abrieron los principios de todas 'las c o s a s . En los 'Diálogos'
es más explícito: Entonces Dios empezó a enseñarle como hace un
maestro con un niño. Allí aumentaron sus ilustraciones del entendi-
miento, creció su facilidad para la oración y contemplación, le fue
inf urdida una superior inteligencia de las cosas espirituales y celes-
tiales. Allí recibió un insigne conocimiento ('praeclaram cognitionem')
de las personas de la Trinidad, y de la esencia divina. Más aún, recibió
no sólo una clara inteligencia, sino Visión interna del modo como Dios
34
creó el mundo, del modo como el Verbo se hizo carne... . Nadal es
un testigo serio, probo, que ha tenido acceso durante largos años a
las confidencias de Ignacio. Su testimonio es indudablemente una
pista de gran valor.
En definitiva, y tomando la ilustración del Cardoner como el cli-
max excepcional de un ciclo de ilustraciones que, en realidad, había
comenzado y progresado en la semanas precedentes, el contenido
puede definirse más o menos así: una iluminación intelectual infusa
sobre la esencia divina y la trinidad de personas en modo genérico y,
más concretamente, sobre dos operaciones ad extra: la creación y la
encarnación. Ignacio es introducido en la intimidad trinitaria, y se ve
a sí mismo como espectador iluminado de la creación y encarnación
en un encuadre trinitario. « E l descenso de las creaturas de Dios y su
necesario reascenso y reintegración en su fin último, Dios'mismo,
8S
constituye una de las experiencias más vivas de la gran iluminación .
Ignacio, sin saberlo, se sitúa en una línea teológica eminentemente
paulina. Este contexto trinitario será claramente perceptible en los
ejercicios. No sólo en la presentación que Ignacio hace del misterio
de la encarnación, sino en el mismo Principio y Fundamento que
escribirá más tarde, a juzgar por los elementos filosóficos que cor£
tiene y que exceden la preparación del peregrino en Manresa.
32 35
N A D A L . Diálogos, N.° 8. F N II p. 239. LETURIA. Génesis de los Ejercicios.
A H S I , 1941 p. 32.
36
FN II p. 406. N A D A L . Diálogos, N.» 17. F N II p. 252.
37
34
C f r . nota 32. LAINEZ, en nota marginal a Autob.
N.° 30. !
202 PEDRO ARRUFE, S. I . 8
« C f r . FN I p. 303. FN II p. 190.
« N A D A L . Pl. de Salamanca (1554), N." 6. 49
NADAL.Oratlonlsobaarvattonas,N*SI
I I p. 307. (cfr. nota 40). Ibld. p. 692.
« N A D A L . 2? pí. aa Alcalá (1561), N.° 8-9. * EJarc. Eap., N.° 98.
204 PEDRO ARRUPE, S. I . 10
47
C f r . A S T R A I N . Hist. de la C de J . en 4 9
P O L A N C O . Sumarlo... N.° 33. FN I
la A s . de Esp. I, p. 102; C A L V E R A S La Ilus- p. 169.
tración del Cardoner,.en A H S I 1956 p. 27, 50
Fabro en su Memorial dice que « C o -
etcBtera. duri y Broét nondum erant capti» FN I p. 39.
" Autob., N.° 96.
11 INSPIRACIÓN TRINITARIA' DEL « A B I S M A IGNACIANO 805
El discernimiento
La maduración de Ignacio es fruto de la constante aplicación de
uno de los más fundamentales principios de su modo de proceder:
el discernimiento, practicado según el método que él mismo ha codi-
ficado en los Ejercicios, en Manresa, para conocer la voluntad divina.
Con el mismo método ayuda a los compañeros a que busquen y en-
cuentren su camino. El primero de todos, Fabro, da en breves líneas
una descripción casi pictórica del cuadro: Por providencia de Dios me
tocó darle clase, y así comencé a tratarle en lo exterior, y después
también interiormente. Teníamos vivienda y habitación común, y así
mismo mesa y bolsa. Era mi director en cosas de espíritu, proporcio-
nándome el modo de progresar en el conocimiento de la divina no-
Si
luntad y de la mía propia . ,
51
P O L A N C O . Informatlo de Instituto, Instituto p. 262, N.° 33: Esto es religión,
¡° 9, FN II p. 309. gracia, Instituto y modo de proceder.
52 55
N A D A L . 2.' p l . de Alcalá, N.° 1. Es Ibid. y p. 287 N.° 52a. En un largo
traducción del manuscrito Italiano. El ejem-
plar español varía: al cual puso nuestro
Señor como exemplo vivo más proporcio- prima forma et gratia que el Señor dio a
nado a nuestra baxeca e imperfectlón de la Compañía. Cfr. también F N I p. 11. FN II
nuestro modo de proceder. FN I p. 179 y p. 2. 5, 6, 43, 143, 165, 227, etc.
178. C f r . también, N A D A L , Commentaril de 54
FABRO. Memorial, N.° 8, FN I p. 32-33.
206 PEDRO ARRUFE, S. I . 12
Los estudios
Conviene decir una palabra sobre los estudios de Ignacio y su
preparación intelectual. Nos es útil, no sólo porque este aspecto for-
ma parte del desarrollo de su personalidad, sino porque ello nos
servirá para calibrar la fiabilidad de los testimonios sobre sí mismo,
especialmente en materia y vocabulario tan delicado como el que
55
Autob., N." 85.
13 INSPIRACIÓN TRINITARIA D E L CARISMA IGNACIANO 207
La ordenación
En abril de 1537 el Papa les faculta para recibir el sacerdocio.
Se ordenan en junio. Se imponen un trimestre de contemplación y
penitencia para prepararse a la primera misa, que todos, menos Igna-
cio, celebran en septiembre. El seguirá aplazándola hasta año y medio,
con la esperanza de poder celebrarla en Jerusalén para, sellar allí
con la reproducción del sacrificio, el encuentro de 14 años antes en
su primera peregrinación. Cuando esto se hace imposible, elige el
altar de una reliquia palestina en Roma, el del santo pesebre en
Santa María la Mayor. En todos estos hechos, que son otros tantos
pasos lógica e inexorablemente conducentes a la fundación de la
Compañía, hay un armónico que nos es familiar: el rumor del Car-
doner. Es como el 'bajo continuo' que subraya y da fondo a toda su
vida puntuando con rítmica cadencia y marcando el 'tempo', acen-
tuando y dando estructura a los pasos clave.
61 M
N A D A L . Diálogos, N.° 17, FN II p. 252. Ibld.
63 <s
N A D A L . 2." pl. de Alcalá, N.° 15, FN II LAINEZ. Carta a Polanco. N.« 56, F N I
« p . 198. P. 136.
INSPIRACIÓN TRINITARIA « E L CARISMA IGNACIANO £09
Camino de Roma
Este es el Ignacio que, ordenado ya sacerdote, pero sin celebrar
aún Misa, se encamina de Venecia a Roma a finales de octubre de
1537. Lleva consigo a dos miembros de ese grupo, que, en carta
escrita aquellos días, llama nueve amigos míos en el Seftor". Todos
comparten el ideal y 'forma de vida* —quizás no. pueda h^bl&ra^róij
de carisma— que les ha comunicado Ignacio. Es, ciertamente, t u
versión de las cosas. Todos han reproducido en sí mismos la expe-
riencia que llevó a Ignacio a ser quien es. Por eso ahora son tan
semejantes a él, y es tan estrecha la unidad del grupo. Los Ejercicios
han sido el instrumento del cambio. Van a Roma sin mucha justifica-
ción, pues sólo han corrido seis meses del año de espera a que se
han obligado, y Venecia sería el punto ideal para aprovechar la impro-
bable posibilidad de realizar el viaje. Pero, aparte la cláusula papal
del voto, Roma —la Iglesia, el Papa—, ejerce en ellos una creciente
y misteriosa fascinación. Es un elemento de la visión ignáclana que
se desarrollará poderosamente en la etapa que ahora comiertzá. Aca-
bará incluso por redactar sin tardar mucho unas reglas para ÉérfBf
con la Iglesia, que serán incorporadas a los Ejercicios. Igjiacíó' va,
sin ser consciente de ello, al encuentro con su destino. La frrtüfcjdn
de Manresa va a llegar a su plenitud y a su realización. ''''"V?
Baja por la vía Casia camino de Roma con Fabro y Laínez^sletlisi
7
como él mismo dice, muy especialmente visitado del Seno** . Con reí
fervor del reciente sacerdocio y la intensa preparación paja celebrar
por primera vez la Misa — é l , que de la Misa había de hacer el tiempo
y lugar de sus más altas ilustraciones— es una época de muchas
visiones espirituales, y muchas, casi ordinarias, consoiacione». Lo
M
contrario de cuando estaba en París . Es la división en tres períodos
que aparece en todas las fuentes: pasado el paréntesis central —el
«tiempo de la distracción»— Manresa vuelve a despertarSlli-jafc.il
con nueva fuerza: Cuando se preparaba para decir la (primera) misa,
durante todos aquellos viajes, tuvo grandes visitaciones sobtánatu-
rales, de aquéllas que solía tener cuando estaba en Manresa. ^1 tes-
69 5
timonio es del propio Ignacio , y no puede ser más explícito.
Había determinado invertir un año preparándose y rogando a la
70
Virgen que le quisiese poner con su H i j o . Y lo dice así, como si
fuesen sinónimos 'ser puesto con el Hijo' y 'quedar preparado'. Y , en
realidad, para Ignacio así era. La búsqueda de aceptación y confirma-
ción se le hace apremiante ahora que se siente núcleo de un grupo
que busca la embocadura definitiva de su camino espiritual, y se ve
a sí mismo a punto de consumar su sacerdocio subiendo al altar.
Ignacio, tan favorecido en estos días con especiales dones, suplica
"
69
Autob.. H.° 95.
Ibld.
Autob.. N.« 96. " Autob., N.* 96.
PEDRO A R R U P E , S. I . 16
por ese 'ser puesto con el Hijo', que para él constituirá un definitivo
elemento de discreción y discernimiento, la autentificación, de que,
tras la genérica llamada del Cardoner, ha seguido un recto camino.
Y, al mismo tiempo, la luz para las jornadas que quedan por hacer.
Si el Cardoner había significado tanto un punto de llegada como un
punto de partida, otro tanto, y mucho más aún, puede decirse de lo
que en La Storta va a acontecer.
74
Diarlo. 23 febrero 1544 ( B A C N.° 67). 76
NADAL Diálogos, N.» 17, FN II p. 252.
75
Cfr. Ef 3. 18; Heb 7. 25; J n 14, 6; etc. 77
Autob., N.° 85.
212 PEDRO ARRUFE, 8.1. 18
78
los misterios divinos» se extendieron también a los de la Iglesia ,
desde Montmartre, y ahora en La Storta a las puertas de Roma, ve
que el servicio a la Iglesia pasa a través de la disponibilidad para con
el Vicario de Cristo.
Resultados fundamentales
De las narraciones coetáneas que del suceso de La Storta posee-
mos, hay que recoger aún dos cosas fundamentales.
1. La primera es la proyección grupal de la aceptación de Ignacio
por el Hijo. En vida aún de San Ignacio, 1554, Nadal lo explicaba
así en su plática de Salamanca: Cuando se le apareció Cristo con la
cruz... y el Padre le dijo 'os seré propicio en Roma' daba a entender
manifiestamente que DIOS nos elegía a nosotros como compañeros de
79
J e s ú s . Nadal, en el manuscrito que poseemos, añadió de su mano
esas palabras que habían escapado al copista: 'Dios', 'a nosotros'.
Era la certeza inconmovible que el núcleo de los más autorizados
coetáneos del fundador tenían de que en La Storta había nacido la
80
Compañía .
con los santos, más tarde porfió por no quedarse a medio camino en
los pleitos. Nuestro Padre Ignacio era de gran natural, de gran ánimo,
y, ayudado esto con la gracia de Nuestro Señor, siempre se esforzó
87
a abrazar cosas grandes . Será el hombre del magis, de la mayor
gloria divina. Afrontado a la Trinidad, el misterio fontal de la esencia
divina, Ignacio sublima sus ambiciones y acepta su misura, el misterio
de la pequenez e indignidad propia llamada a colaborar en la acción
divina. Es aquel sentimiento de la época del Cardoner: considerar sus
atributos comparándolos con sus contrarios en mí: su sapiencia a mi
ignorancia, su omnipotencia a mi flaqueza, su justicia a mi iniquidad,
88
su bondad a mi malicia . Ahora, admitido a la intimidad trinitaria y
confirmada su vocación de servicio, redimensiona y purifica las limi-
taciones de su cooperación mirando... cómo la mí medida potencia
89
desciende de la summa y infinita de arriba o, como dice en el
90
'Diario', mediendo mi mesura con la sapiencia y la grandeza divina .
General y Legislador
A un año de La Storta, en noviembre del 38, se presentan al
Papa, y el proceso fundacional entra en su fase decisiva. Lo que pasa
por la mente de Ignacio nos lo dice él mismo en una carta de esos
días: no se atreven a aceptar nuevos compañeros para no ser acusados
de institucionalizarse antes de la aprobación pontificia. La unión va
progresando: Así agora, y si no somos juntos en él modo de proce-
71
der, todos somos juntos en ánimo para concertarnos para adelante .
No hay unanimidad. Siguen las 'Deliberaciones' y las 'Determinacio-
nes' en la primavera del 39; y en el verano queda preparado el borra-
dor de la primera 'Fórmula' que el Papa aprueba oralmente el 3 de
septiembre. U n año tardaría en darse el documento pontificio. Es el
primer desarrollo orgánico del carisma de la Compañía, 1540. En abril
El 'Diario'
El 'Diario' demuestra hasta qué punto el proceso de convertir las
instituciones originarias del Cardoner y La Storta en principios insti-
tucionales—que no son otra cosa que las Constituciones— lo ttacen r
Pero, ¿quién hubiera podido suponer por frase tan gertérica que
Ignacio había sido «conducido por Dios por las vías de la oorrtsftiBte»
ción infusa en el mismo grado, si no de la misma manera, kptaaqa
San Francisco de Asís o un San Juan de la Cruz»? * ¿Y que éot9"éto
el 'medio' en que Ignacio, al menos en el punto concretd quéíodnaee»
mos, hace su elección, analiza las mociones que la avalan, la ofrece
y la agradece? ,***e
Lo que nos queda del 'Diario' —25 folios, de los que el primer
cuadernillo de 14 corresponden a los cuarenta días en qué deliberó
sobre la pobreza— es, sin duda, una mínima parte de aquél fá^'íff»^
grande de escritos de los cuales me leyó una parte que erige'ñó a
Cámara. Yo deseaba ver todos aquellos papeles de las Constituciones
y le rogué me los dejase un poco; pero él no quiso * Son las palabras
finales del epílogo de Cámara a la 'Autobiografía'. Ni siquiera üri
poco. Un sentimiento de pudor y de humildad, de fidelidad al Señor
que le había admitido a sus confidencias, y, posiblemente también, un
caballeresco sentimiento de lealtad para la libertad de quienes hablan
de ver y aprobar su trabajo, aun careciendo de tan altos elementos de
elección como él tenía, le hicieron reservarse para sí las luces con
que procedía.
El 'Diario' son notas escritas exclusivamente para sí mismo con
n
Autob.. N.° 28.\ « J . DE GUIBERT. O p . clt., p. 27.
» Ibld. N." 101. « Autob., N.» 100, 101.
* Ibld. N.° W-
PEDRO ARRUFE, S. I . 22
, m m
Conatltutlones «nnt 1541. M o n . Const. A . H A A S . C f r . Iparraguirre, « n B A C
I p. 35. p. 331, nota 24.
EJaro. Esp. N.* 98.
218 PWMKJ AKRepE^ s.l¡ 24
Desenlace
He aquí un brevísimo muestrario de frases especialmente reve-
ladoras de las comunicaciones trinitarias en torno a la elección de una
total pobreza:
— las Inteligencias eran circa el operar de las personas divinas y
del producir dellas, más sentiendo o viendo que entendiendo (21
de febrero). El contenido de esta ilustración es la procedencia del
Espíritu Santo bajo el aspecto formal de la operación del Padre
03
y el H i j o ' .
— El mismo día, 21 de febrero:
sentiendo inteligencias espirituales, a tanto que me parecía así enten-
der, que casi no había más que saber de esta materia de la Santísima
Trinidad. (...) Conocía o sentía, Dominus scit, que en hablar al Padre,
en v e r que era una persona de la Santísima Trinidad, me afectaba a
amar a toda ella, cuánto más que las otras personas eran en ella esen-
cialmente. Otro tanto sentía en la oración del Hijo. Otro tanto en la del
Espíritu Santo, gozándome dé cualquiera en sentir consolaciones, tribu-
1 M
yendo y alegrándome en ser de todas t r e s .
V A LA LUZ TRINITARIA: EL C A R I S M A I G N A C I A N O
Presencia constante
Este simple hecho nos da la medida de su discreción, de su
humildad y de su sensatez. Y , sin embargo, es con esta luz trinitaria
con la que nosotros —ahora que poseemos su secreto— debemos
iluminar los elementos del carisma ignaciano, si queremos compren-
der su más alto punto de referencia.
Por testimonio de Ignacio nos consta que algunas determinacio-
nes concretas relativas a nuestra vida común (carencia de coro y
hábito — « e l hábito nada importa»—) y las peregrinaciones como
prueba, hay que relacionarlas con un negocio que pasó por mí en
3
Manresa" . Nadal generaliza más, remitiéndose a sus confidencias
con el fundador: Cuando se le preguntaba por qué había dispuesto
4
esto o lo otro, solía responder: me remito a Manresa " . Incluso en
su modo de proceder como General en el gobierno, lo visto en Man-
115
resa era su criterio . Nadal llega en sus reflexiones a concluir, que
en La Storta San Ignacio tuvo una praeclarissimam futuri instituti
6
intelíigentiam " , la 'praenotio Instituti' a que me he referido más
arriba. No querría yo entrar en una interpretación maximalista de estas
genéricas afirmaciones de Nadal, sobre las que hay abundante biblio-
grafía. Considero, en cambio, de la mayor importancia subrayar la
matriz trinitaria de algunos vectores del carisma ignaciano, tal como
podemos deducir de las experiencias del Cardoner, La Storta y su
Diario espiritual.
Servicio y misión
La inmersión en la luz trinitaria, con sus dones de conocimiento
y amor infusos, no ha conducido a Ignacio a la mística nupcial o de
unión tranformante a que otros contemplativos han llegado. La con-
versión y transformación de Ignacio en el Cardoner pudiera haber
derivado a una espiritualidad eremítica, penitente y contemplativa.
Si no fue así, se debe, como elemento previo, a su predisposición
natural al empeño ardoroso y a su formación cortesana y castrense.
Pero, sobre todo, al designio divino y al mensaje mismo contenido
en las ilustraciones con que fue favorecido.
La ilustración del Cardoner es virtualmente una convocatoria.
Ignacio va a pasar de la contemplación de la Trinidad, a la contem-
plación de las obras de la Trinidad para, finalmente, aspirar a ser
admitido a colaborar con esa acción de la Trinidad. Es una mística
que le lleva a la acción. Porque lo que a él se le muestra entre
contornos imprecisos que se irán definiendo y enriqueciendo progre-
sivamente desde el Cardoner (1522) a La Storta (1537), a la época del
Diario (1544) y hasta su muerte (1556), es «la comprensión en el
Humillación y cruz
Nota esencial del carisma ignaciano y de claro origen trinitario
en la visión de La Storta, es que el seguimiento de Cristo ha de
hacerse en humillación y cruz. Ignacio lo ha entendido así, y el comen-
tario de este aspecto es tema de su conversación con Fabro y Laínez
apenas sale de la capilla y siguen acercándose a Roma. Las persecu-
ciones serán necesarias para mantener el temple militante de la
Compañía, y en este sentido Ignacio pedirá que nunca la falten. Son
también la contraprueba de la fidelidad a Cristo, y la señal de que
124
los jesuítas «no son del mundo» . La vida de Ignacio, sembrada de
procesos y sentencias —a veces tenazmente exigidas por Ignacio,
122
N A D A L . 3.* p l . de Alcalá. Comm. de Ibld. N.° 4.
125
Inst. p. 308. Ibld.
120 124
Diarlo. 11 febrero 1544 ( B A C N.° 15). Jn 15, 18 a 16, 14.
121
Form. Inst. J u l . I I I . N.° 1. 3. 4.
INSPIRACIÓN TRINITARIA DEL CARISMA IGNACIANO 823
Acción y contemplación
Trinitaria es también en el carisma de la Compañía la nota de
ser contemplativo en la acción. Pasma saber que cuando Ignacio está
pasando por las experiencias místicas que nos descubre su 'Diario',
sigue desarrollando su normal actividad: gobierno de la Compañía,
abundantes cartas, visitas hechas y recibidas y otras actividades
apostólicas. Por aquellos días está fundando la casa de Santa Marta
para recoger a cortesanas romanas, negocia con el Papa la supresión
del límite de 60 profesos, funda la casa para catecúmenos, etc. Nádá
de esto distrae a Ignacio de su intimidad trinitaria: tiene algunas
m
NADAL. Annotationes In Examen. MHSI 1,2
Diarlo. 7 marzo 1544 (BAC N." 126-128).
Nadal IV p. 651. 133
C f r . H. RAHNER. citado por Iparra-
130
NADAL. 2.' p l . de Alcalá, N.° 9. F N I guirre, BAC p. 376, nota 226.
p. 193. 134
NADAL. Orationls Ratlo In Soc. MHSI
111
NADAL. 3.* pl. de Alcalá. MHSI Nadal. Nadal I V p. 673.
Comm. de Inst. p. 324.
31; INSPIRACIÓN TRINITARIA DEL CARISMA IGNACIANO
m
Este es el círculo que yo suelo decir hay en los ministerios de la
Compañía: por lo que vos hicisteis con los prójimos y servísteis en
ello a Dios, os ayuda más en casa en la oración y en las ocupaciones
que tenéis para v o s ; y esa ayuda mayor os hace que después con
mayor ánimo y con más provecho os ocupéis del prójimo. De modo que
1 3 5
el un ejercicio a veces ayude al otro, y el otro a e s t e .
¿Ascética ignaciana?
Deseo añadir una observación que considero necesaria: no me
parece objetivo el caracterizar la espiritualidad ignaciana por su* 'as*
cética', cosa que consciente o inconscientemente se ha venido haCién*
do, quizás más en épocas pasadas que en la nuestra. La espiritualidad
ignaciana es un conjunto de fuerzas motrices que llevan simultanea
mente a Dios y a los hombres. Es la participación en la misión i^ef
enviado del Padre en el Espíritu, mediante el servicio Siempre olí
superación, por amor, con todas las variantes de la cruz, a imitación
y en seguimiento de ese Jesús que quiere reconducir a todos los
hombres y toda la creación a la gloria del Padre.
Lo cual no quiere decir, naturalmente, que no exista una ascética
ignaciana. Al contrario: es tan alta esta vocación, que quien siente
su llamada debe disponerse a ella destruyendo en sí misino, por lá
abnegación y purificación de todo desorden, cuanto le impida vivirla
en la medida de la gracia que le es comunicada. La biografía de
Ignacio nos da un ejemplo de esa purificación. Los Ejercicios Espiri-
tuales nos proporcionan el método de operarla en nosotros, y. de pro-
curarlas en los demás. Mística trinitaria ignaciana y ascética ignaciana
van siempre en una insuperable armonía. Su Diario no e> más que
un caso modelo del método de elección de los Ejercicios para^^u^a^
la voluntad de Dios, con la misma devoción espiritual y lágrimas^ el
mismo sentimiento de acatamiento y reverencia, el mismo use de
los mediadores que leemos en las páginas de los Ejercicios. . '
Un carisma en desarrollo
Sabemos que Ignacio fue favorecido con la gracia de contempla-
ción infusa de los más profundos rriisterios de la Trinidad: el misterio
de la unidad de esencia y trinidad de personas, el misterio de la
'circuminsesión', el misterio de la generación del Verbo y la proce-
dencia del Espíritu Santo, el misterio de las operaciones divinas ad
extra. Son sólq^ enunciados expresamente insertos en su 'Diario' o
™ N A D A L . 3.* p l . d * Alcalá. MHSI Na- -
dal, Comm. de Inst. p. 328.
22® •> P B D R O ARRUFE,: 32
Persona
En medio de tanta ruina de valores morales en los tiempos re-
cientes, nuestra época tiene el mérito de haber puesto de relieve,
como nunca antes, el valor de la persona. Esta revalorización se ha
hecho patente incluso en el campo eclesiástico, religioso y aun jesuí-
tico. No se trata de un humanismo ideológico o cultural, como pudo
acontecer en el siglo X V I , sino de la auténtica reverencia y respeto
por cada hombre o mujer concreto, individual e irrepetible, prescin-
diendo de cualquier condicionamiento de raza, credo, clase social o
país de origen. Este tema es uno de los ejes doctrinales del actual
pontificado. Una luminosa síntesis de la naturaleza, derechos y debe-
res de la persona, nos había sido dada ya por Juan XXIII en su última
137
encíclica «Pacem in Terris» .
Pero es en la Trinidad donde el concepto de persona obtiene
su más alta y misteriosa realización: modelo fascinante e inalcanza-
ble; pero, al mismo tiempo, ejemplar supremo en cuya imitación, a
infinita distancia, el hombre puede encontrar estímulo para su propio
perfeccionamiento, tanto en lo que cada uno es como en las relacio-
nes que mantiene con sus semejantes. Al fin y al cabo, el hombre
m
Autob. N.° 30. N.° 9 y 83.
33 INSPIRACIÓN TRINITARIA D E L CARISMA IGNACIANO 227
Donación - Pobreza
El misterio trinitario es, pues, en el fondo, un misterio de amor
y de comunión interpersonal entre las personas divinas. Es por con-
siguiente la diversidad en este dar y recibir de la misma vida divina,
lo que constituye la distinción y perijoresis de las personas divinas
en el misterio trinitario. En el vértice de tan misteriosa comunión, las
personas divinas no reservan absolutamente nada para sí, sino que
se enlazan indisolublemente con todo su ser. La comunión entre
ellas se opera precisamente por lo que tienen de más personal, de
más incomunicable. Es una paradoja maravillosa. Por ser la persona
incomunicable, y en la medida en que es incomunicable, puede comu-
nicarse a las otras sin alienarse en sí. No hay ninguna contradicción
entre la absoluta autonomía de cada persona divina y sus mutuas rela-
ciones, que consisten en un total don de sí mismas, puesto que ambos
aspectos coexisten simultáneamente en los sujetos más simples y
perfectos que pueda concebirse. Ambos aspectos no se oponen sino
que son complementarios. Puesto que las tres personas tienen la
misma naturaleza y las mismas perfecciones, cada persona es tan
grande recibiendo de las otras cuanto posee, como dando a las otras
cuanto tiene. En la coexistencia de estas dos perfecciones de dar y
recibir todo, está su suprema grandeza. Por analogía, en la superación
analógica de esa contradicción está también la perfección de la per-
sona humana.
La persona, como tal, es social y abierta a la relación por natu-
raleza. En la medida en que esta relación es comunión y no solamente
comunicación, la persona humana afirma su autonomía y originalidad
propia: darse a otros es el mejor uso que puede hacerse de la capa-
cidad de autodeterminación. Esta afirmación consciente del propio ser
y la deliberada donación de sí mismo es la mayor aproximación que
podemos hacer de la imagen perfecta de la Santísima Trinidad en
nosotros. Cierto que la noción de persona se realiza diferentemente
en Dios y en el hombre, pues en Dios se trata de un ser subsistente
totalmente en sí y para sí. Cierto también que en Dios la unidad de
naturaleza es no sólo específica, sino numérica; mientras que en el
hombre sólo es específica. Y cierto también que en Dios todo es
perfecto y el hombre es limitado incluso en lo que tiene de bueno.
- Pero ¿no es en la totalidad de la donación de cuanto se tiene a los
35 INSPIRACIÓN TRINITARIA DEL CARISMA IGNACIANO 229
Pobreza y comunidad
De este concepto de la persona que alcanza su plenitud en la
donación, se deducen dos conceptos sumamente importantes: el de
pobreza y el de comunidad.
a) En la Trinidad, el intercambio es tan total que todo es común
a las tres divinas personas. Es una total autodonación sin más límite
que aquello que la constituye como relación subsistente respecto a
las otras dos. El Padre no tiene como propio sino el dar su naturaleza
al Hijo, es decir, la relación personal de la paternidad. Y el Padre y
el Hijo no tienen como suyo propio sino el relacionarse en un amor
infinito que es el Espíritu Santo. A esta vida divina se refería Jesús
,3Í
cuando afirmaba «todo lo que es mío es tuyo y todo lo tuyo es mío» .
Jesús en su vida humana es la potenciación infinita de la capaci-
dad de despojo, porque siendo Dios, no se aferró ávidamente a su
condición divina, sino que se despojó de todo y optó por hacerse
siervo, hombre entre los hombres, humillándose y acatando la volun-
1 0
tad de Dios Tiesta la muerte, y muerte en la cruz " . En esta cruz,
Jesús, cuya única persona es divina y eternamente engendrado del
'» J n 17. 10. ' « FU 2. 7-8.
230 38
PEDRO ARROPE, S. T. ' . ;;
t
,51
lo comprende a s í . Vivencialmente, para Ignacio, misión y comunidad
apostólica van unidas en la comunicación trinitaria de La Storta. Oe
ahí que podamos afirmar que la comunidad jesuítica, siguiendo el
modelo trinitario, está unida, 'ad intra' por un sincero amor y caridad;
y 'ad extra' por la comunidad de servicio apostólico recibido como
misión. Todo el desarrollo que las comunidades hayan de tener en el
futuro —si queremos que sea un desarrollo orgánico, no canceroso—
ha de ser a partir de esos elementos: amor y misión, que en la trini-
dad tienen su más alta y misteriosa expresión. La Trinidad es, pues,
el modelo supremo, misterioso, al que nosotros nos acercamos con
analogías y oscuridades; pero al que hemos de recurrir perseverantes
para mantener la Compañía en estado de permanete inspiración, de
modo que sea siempre nueva y siempre ignaciana. , .• v
de combate.
2
O p . eit. pp. 275-276.
3
O . C Agudeza y arte de Ingenio, p. 298.
4
Tuvo una polémica con el P. Pineda, miembro del Jurado, porque le dieron el segundo
- premio. A l P. Pineda dedicó Góngora un soneto satírico que empieza: « Y o en Justa injusta
expuesto a la s e n t e n c i a / d e un positivo padre azafranado...» Góngora O . C p. 560.
3 B. GRACIÁN E IGNACIO DE LOVOLA
, INFLUENCIA DE ERASMO
Gaspar:
« A d ludum propero et quod iste locüs postulat toto ago pectoré.
Sic enirn imploro Chrjsti praesidium quasi citra illius opem nthii effi-
ciat nóstrürn studiüm: sic studeo quasi illa nihil auxílii sit laturus nis¡
graviter laboranti. A c modis ómnibus do operam, ne mérito vápulem,
2 7
ne quid dicto factove vel praeceptorem offendam, vel sodales m e o s » .
52
El P. Joseph DE GUIBERT, en La Splrltuallté de la Compagnie da Jésus. Esquiase
hlstorlqua, Roma, 1953, llama la atención aobre esta máxima tal como se encuentra en el
Examen; y afirma que es difícil encontrar un texto más característico del pensamiento y
estilo de San Ignacio, p. 659.
" SAINZ RODRÍGUEZ, op. clt. p. 127.
" Ejercicios Espirituales. [332] Obras ComoUU» B A C ' p. 2B2.
11 B. GUACÍAN E IGNACIO DE LOYOLA
Y e n O r . 193:
«Atención al que entra con la ajena para salir con la suya.»
31
Monumenta Ignatiana, Serle I V , Scripta de Sancto Ignatio, t. I, Madrid, 1904, capí-
tuto I V , p. 466.
19
Singulariza Gracián esta cualidad (El Héroe, cap. X I I ) en el duque de Guisa, pues s u
conducta era: «Hacer bien a todas manos; al que no llegan derechamente s u s benévolos
Influjos, alcanzan por reflexión, y cuando no obras, palabras». Amar para ser amado. Es un
lugar común. Se Tialla en el refranero (Si queréis amor, amad, que amor saca amor y amis-
tad, Correas: refranes); en Séneca: « s i v i s amari ama» {Epist. I, J X , 3), etc. Del Panegírico
de Trajano, de Plinio, tan estimado por Gracián, es esta sentencia: «Amarl princeps nisl
ipse amat, non potest».
40
Proteo se mudaba en varias formas. « Y el mudarse en varias formas era que con
su mucha prudencia —dice Pérez de Moya, en s u Phllosophla secreta— se acomodaba a
todas cosas».
" L a semejanza concilla benevolencia. Como señala Amelot, en su traducción, ya lo
•habla dicho Plinto (Epist. X V , l i b . 4): « A d connectandas amicitias tenaclsslmum vlnculum
morum similltudo». .-•'••>•.-.
13 B. GUACÍAN 1 10BUKCH»['••>'a£)YOLA
HMk. . "'"•>
Saber declinar a otro los males: tener escudos contra te malevo-
lencia, gran treta de los que gobiernan. No nace-de incapacidad, cerne
la malicia piensa, sí de industria superior, tener en quien recayga ¡a
censura de los desaciertos y el castigo común de I » rrrttfmfjración
(Or. 149).
Y un poco más adelante: ;
Todo lo favorable obrarlo por sí: todo lo odioso, por terceros. C o n
lo uno se concilla ta affciófl, con lo otro se ífecllnClá,malevolencia.
Mayor gusto es hacer bien que recibirlo... Tenga donde (jen los golpes
del descontento, que son el odio y la murmuración. { C r . 187).
veces, para ver la mudanza del rostro, usa de tanta prudencia y arti-
ficio divino que las primeras veces, que conversa con uno, luego
le conoce de pies cabera» (Párraf. 362).
Gracián escribe:
Hombre juicioso y notante*». Señoréase él de los objetos, no ios
objetos del... En viendo un personaje, lo comprehende y lo censura por
esencia. De raras observaciones, gran disfrazador de la más recatada
interioridad. Nota acre, concibe sutil, infiere juicioso: todo lo descubre,
advierte, alcanza y comprende ( O r . 49).
Raíces bíblicas
del principio y fundamento*
INTRODUCCIÓN
* Sobre este mismo tema publiqué un primer esbozo bastante elemental hace y a algún
tiempo. Los años transcurridos y la misma práctica pastoral me han ayudado " * PO^o_a
madurar aquella intuición germinal. C f r . Fondo escriturarlo del Principio y Fundamento.
Manr. 35 (1963) 241-250.
1
En adelante aludiré con esta sigla al Principio y Fundamento.
2
C f r . P. S Á N C H E Z CÉSPEDES, t o a Ejercicios a la luz da la Biblia, Madrid - Pontificia
Universidad Comillas 1967; David M . STANLEY, Moderno enfoque bíblico da loa Ejercicios
Espirituales, Madrid - Apost. Prensa 1969; Jean LAPLACE, Une expérlenee d e la v í a dans
l'Esprlt. Lyon - ChaIeX1972.
2. Sentido del PF ! t
f
La segunda cuestión concierne al sentido, n o d e l PF en su g b *
balídad, sino de su primera frase, que es la que determina el valor
del conjunto. ., •
Para centrar la atención, formulemos la siguiente preguntar íleiv
tro de esa primera frase, la que inicia la meditación furtdamerltaí
— « e l hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a titos
nuestro Señor»—, ¿dónde ha de colocarse el acento? Dfeho d e <btK.
, i
forma: ¿cuál es la palabra clave en el aspecto estructwra*? íEsf t«Wi
pregunta que se justifica plenamente, pues equivale a inquirir la fun>
ción que desempeña el PF en sí y en su conexión con el resto de
los Ejercicios.
La frase posee una construcción diáfana. En ella se destaca el
valor primacial de la preposición para, la cual manifiesta e^rJHflnt}
objetivo que Dios se propone al crear al hombre, e imprime al'.eoni
junto en que se inserta ritmo de auténtica revelación, por ouantoid»
respuesta a la primera pregunta que se hace cualquier hombre adulce
llegada la hora de las grandes decisiones («¿Para qué estoy
mundo?»); y es claro que en nuestro destino, en el para qué de
nuestra existencia, es donde descubrimos nuestra propia identidad.
Que el aspecto finalísticp de la existencia humana sea el que
tiene a la vista S. Ignacio es cierto, en primer lugar, por la última
frase del PF («solamente deseando y eligiendo lo que más nos con-
duce para ej fin que somos criados»). Lo confirman además sin lugar
a duda diferentes pasajes de los Ejercicios en los que se habla de
elección; por ejemplo: «En toda buena elección ... el ojo de nuestra
intención debe ser simple, solamente mirando para lo que soy criado,
252 T. MARTIN, » . I. 4
I
Lo que más se destaca en la primera frase es la intención, la
finalidad, tal como acabo de indicar: « E l hombres es criado para».
En ella s e proclama, no la condición creatural del hombre — s e afirma
ésta de/ manera incidental—, sino su destino en el mundo; destino
que se yergue en horizonte último desde el que podemos valorar
todos y cada uno de los pasos que vaya dando a lo largo de su re-
corrido.
4
Dlrectorium, c. X I I , nn. 1-2.
5
C f r . 6. C U S S O N , U n Jardín an Edén nommé Gethaamanl. La médltatlon fondamentale,
Cahiers de Spirituallté Ignatienne, Suppléments, n.° 1, féyrlér 1978, Québec (Canadá). Sobre
el valor intrínseco de las páginas que componen este cuaderno no tengo nada que decir,
ya que su contenido es correcto y ameno. Lo que sf quiero hacer constar es que no tiene
nada que v e r con la meditación fundamental dé los Ejercicios.
Otro tanto se diga a propósito de lo que indica el Directorio (c. X I I , n. 4), de que
a los menos avezados a la oración se les puede evitar la aridez habiéndoles sobre la crea-
ción de la nada, sobre la conservación, etc. Los Ejercicios poseen una estructura Interna
que debe ser siempre respetada; y hacerla valer en todo momento es una manera mucho
más eficaz de evitar la aridez.
s RAICES BÍBLICAS DEL PRINCIPIO Y FUNDAMENTO
II'
' Se trata de una oración modal construida con lamedh, en la que el llamado bo|h de
esencia confiere a la frase valor predicativo. La expresión ignacianá « s u ánima» tiene el porté
semítico de naphsó' ( = su alma), que ó o n frecuencia equivate en hebreo a un pronombre.
8
sse F. l u n n , t . i .
III
Si el hombre se define por su finalidad y ésta se especifica por
el amor, quiere decir, en primer lugar, que el amor es condición in-
dispensable para dar la talla humana y alcanzar el propio destino, y
en segundo lugar, que todo lo demás, por importante que parezca,
es sólo un medio que, aunque falte, ni desfigura su imagen ni le
impide llegar a puerto.
Saber distinguir entre el río y su cauce, entre el fin y los medios,
es lo típico de la sabiduría bíblica que, según Prov 3,18, es un árbol
de vida que hace feliz a quien lo posee.
Esto es cierto y, sin embargo, prácticamente desconocido. Baste
para percatarse de ello con prestar atención a la consecuencia in-
mediata de este enunciado fundamental, la cual constituye el prin-
cipo básico de moralidad. S. Ignacio la propone con su habitual
coherencia:
« D e donde se sigue, que el hombre tanto ha de usar deltas,
quanto le ayudan para su fin, y tanto debe quitarse deltas, quanto para
ello le impiden.»
IV
La palabra 'indiferencia' resulta hoy por hoy ambigua y se presta
a malentendidos, ya que con frecuencia se la entiende como sinó-
nimo de falta de interés. Sin embargo, en el texto ignaciano retiene
toda su fuerza original, tal como se deriva de la imagen mercantil
de la balanza cuyos platillos se mantienen emparejados sin que nin-
9
guno difiera del otro . Disponemos de un segundo término, ligado
también a la misma imagen, el cual tiene además la ventaja de no
caer en el equívoco; se trata dé la' palabra 'equilibrio', que sugiere
la idea de una balanza igualada, en el fiel.
A nadie se le oculta que el mayor obstáculo con que tropezamos
' Tal es la explicación que de el mismo S. Ignacio: « . . . y con esto hallarme Indiferente
sin affacción alguna dessordenada, de manera que no esté más Inclinado n i «ffectado •
tomar la cosa propuesta, que a dexarla, ni mes a dexarla que a tomarla; mas que n » halle
como en medio de un pesó para seguir aquello que sintiere s e r tila* en gloria y alabanza
de Dios nuestro Señor y salvación «ta mi anima» [179].
258 F. MARTIN, 8. I . 10
ción al plan del Creador. Pues bien, esta idea de humilde entrega
creo que anida en el interior del lema de S. Ignacio, condensado en
la máxima « A d Maiorem Dei Glorían.» y en perfecta coherencia con
su proyecto de «mínima Compañía». Con todo, por un falseamiento
cuyo origen desconozco, se ha dado en traducir por 'a la mayor gloria
de Dios' lo que significa una cosa completamente distinta; y así juzgo
necesario hacer una aclaración en honor a la verdad.
Epílogo
Me parece oportuno acabar este trabajo con una reflexión comr
plementaria que, si bien no le es indispensable al tema considerado
en sí mismo, ayuda a percibir mejor su función central en la trama
completa de los Ejercicios. Expondré de manera sucinta los principa-
les momentos en los que a mi juicio se capta la presencia orienta-
dora del PF.
1. El primer momento corresponde a la primera semana, donde se,
deja sentir el esquema ternario de la primera frase, tal como lo
vimos al analizarla más atrás.
Para comprender lo que digo conviene precisar que este primer
capítulo o semana es el más necesitado de remodelación, la cual,
como es obvio, no puede efectuarse de forma arbitraria, sino ope-
rando sobre el material original. Teniendo en cuenta que S. Ignacio
concentra una buena parte de su doctrina en las peticiones que pre-
ceden a cada meditación, centraremos la atención en ellas y las es-
tudiaremos para sacar conclusiones objetivas.
La primera semana consta de cinco ejercicios, fuertemente tra-
bados entre sí tanto por la coherencia interna de las materias como
262 tf. MARTIN, S. I. 14
Como aquí sólo se intenta dar una visión sintética que ayude sín
distraer del tema central, valga la siguiente sinopsis: ••* P .>.:
PF 2.' semana
a) enunciado básico: « E l hon> contemplación dei Reino: Jesüsi
bre es creado para alabar...» encarnación de! plan dé Oleé
[91-100] '
b) uso de las creaturas de estilo de Jesús en ei uso de <Sá
acuerdo con el fin creaturas: Dos banderas |*36>
148] ,,.,,) p
c) indiferencia: equilibrio en el tres binarios o clases de J»pn>
uso de las creaturas bres: disponibilidad de Jesús
;
[149-157]
d) tensión constante: «sofamen- tres maneras de humildad: la
te deseando y eligiendo...» tercera, seguir en todo a J e -
sús [164-168] ,
11
Para el sentido de este método de oración, que considero como el de más alto nivel
teológico, cfr. F. M A R Í N , Sentir a Dios, Manr. 36 (1964) 393-402.
12
Esta puede decirse que es la expresión favorita de S. Ignacio, a Juzgar por el uso
que hace de ella (Ejercicios, nn. [129. 132. 133. 159. 208]).
17 RAICES BÍBLICAS DEL PRINCIPIO Y FUNDAMENTO 265
* . . . * * .
No quiero cerrar estas líneas sin decir una palabra sobre la lógica
de los Ejercicios, a la vista de su impecable estructura que dejan
entrever las reflexiones que preceden.
Se ha insistido de forma abusiva, según creo, en el aspecto psi-
cológico, en el conocimiento que tenía S. Ignacio del hombre y de los
resortes que debía pulsar para obtener de él la respuesta adecuada.
Creo sinceramente que no se halla ahí la mejor explicación: sin igno-
rar la gran capacidad de introspección y el profundo humanismo del
santo, considero que el factor decisivo se encuentra por debajo y
más allá de todo eso. Si, como afirmé en la introducción de este tra-
bajo, los Ejercicios son una captación certera del sentido de las Es-
crituras, es en esta línea donde obtendremos la luz que buscamos.
Quiero decir que en los Ejercicios transpareoe la férrea lógica de
la historia salvífica tal como aparece en la Biblia, aprendida sin mixti-
ficaciones durante la fuerte experiencia de Manresa; y considero que
ésta es la razón por la que unas notas tan concisas y sin pretensio-
nes resultan hoy tan actuales y vigorosas como cuando se escribie-
ran por primera vez.
A mi entender, la mayor gloria de los Ejercicios consiste en pres-
tar un humilde servicio al Evangelio, en el sentido de acercar discre-
tamente al hombre a él sin pretender ejercer en ello protagonismo
alguno.
F. Martín, S.L
Universidad de Comillas
Madrid
NOTAS Y COMENTARIOS
1
Con este título evocador: «El Padre Maestro Ignacio» ha « I d o
publicada la última biografía que conocemos de San Ignacio: Así* té
llamaban los primeros jesuítas, más allá dé lo que pudiera represen-
tar su característica de- Fundador y General, aunque retornando el
pasado parisino del Maestro en París, y abandonando ya el Iñjgo bau-
tismal (Enecus, utilizado por el propio Iñigo cuando peregrinaba a J e -
rusalén), para quedarse con el Ignacio, que, definitivamente empleo,
quien con tal nombre había de ser canonizado.
1
Cándido de DALMASES: El P. Maestro Ignacio. Breve biografía Ignacianá. B A C po-
pular. Edlcá. Madrid 1979. 258 p g s v E j autor incluye con este libro a San Ignacio « é n la
galería de Grandes Testigos de Dios que ofrece a los lectores la B A C Popular». No adver-
timos, con todo, en el propio libro Indicación alguna de tal Galería.
2
San Ignacio de L O Y O L A : Obras completas. Edición Manual. Transcripción, Introduce
clones y notas d e ^ l . IPARRAGUIRRE y C . de D A L M A S E S . Tercera e d . revisada. B A C . 1977.
1.075 pgs. La prlmera^dioiómfue hecha en 1952; la segunda, en 1963.
3
Mario G I O I A : G i l Scritti di Ignazlo d i Loyola. Unione tipográfico - Editrice Tórinese.
1977. 1,113 pgs. C f r . Manresa, ,1978, pgs. 77-83.
4
Ignatius von L O Y O L A : Geistllene Ubungen und erlauternde Texte. Obersétzt und er-
láutert von Peter K N A U E R . Styria. Graz Wlen Kóln. 1978. 334 pgs. C f r , Manresa, 1980.
5
Rosendo R O I G : Yñigo de Loyola. Vida en sociedad, soledad y Compañía. Ediciones
Mensajero. 1978. 399 pgs. C f r . Manresa, 1978, pgs. 278-279.
* Ignacio de Loyola c o n un ensayó de Karl RAHNER, una crónica biográfica de Paul
I N H O F , 52 fotografías en color dé Helmuth NILS LOÓSE y 42 grabados de la « V i t a » de
Ignacio de 1609. Sal Terrae. Santander. 1979.
7
Ignacio de Loyola. Texto: H. RAHNER. Pórtico y versión: E. L A R R A C O E C H E A . Foto-
grafías: Leonardo V . MATT. Oesclée de Brouwer. 1956.
Ü C. DALMASES i "EL F. MAESTRO ICNACIO" 289
tinto del clásico calculador, del histórico estratega, o del capitán, que
se pasó de un campo de batalla al otro en que es Cristo el Sumo
Capitán de los buenos: en definitiva, un calculador estratega, que
racionaliza los medios para el fin, utiliza instrumentos, maneja peo-
nes, deshumaniza lo más sagrado de la personalidad de su gente.
Hoy entrevemos un Iñigo muy distinto. Se quiere ya olvidar al dicta-
dor que exigía obediencia ciega como la de un cadáver; o al jefe,
que se valía de sus subditos como de su bastón el hombre viejo.
J. Iturrloz. S. I.
Recensiones bibliográficas
L. M. de la Encina
pfrltu humano. A lo largo de casi dos mil años hombres procedentes de ambien-
tes culturales distintos han procurado avanzar más en el descubrimiento y en
le comprensión de lo que desde el principio de la historia cristiana había sido
dicho por Cristo.
do, como por los autores que la realizan, la obra se pondera por sí misma. Todos
aquellos que quieran tener un conocimiento histórico de los dogmas necesitarán
consultar esta obra.
A . Arza
Hace algunos años, quizás por influjo del estudio dedicado a otros temas,
tanto los estudios marlanos, como la misma presencia de María en ta Iglesia,
parecía que había perdido algo del esplendor a que había llegado en tiempos
anteriores. No era esta la verdad, porque durante todo este tiempo ha habido
profundos estudios sobre la Virgen; y la devoción a la Madre de Dios s e ha
mantenido viva en la Iglesia. Con todo, después de esta especie de oscureci-
miento, no estaba de más un estudio —al mismo tiempo científico y populara-
sobre la Virgen en todos los aspectos que se refieren tanto a la teología de
la Virgen y como a su devoción en el pueblo. .
El P. Pozo, especialista en teología mariana, ha tratado en este libro de
reunir todos sus conocimientos teológicos acerca de la Virgen, pero para pre-
sentárselos al pueblo. En efecto, ya antes en su obra Marta en la obra de le
salvación, había hecho la presentación científica de la doctrina teológica de
María. Ahora ha querido dar al pueblo esa misma doctrina. Pero si no lo ha
querido hacer en rigor científico, como en su obra anterior, lo ha hecho con
todo el rigor de la verdad, procurando aligerar la lectura, dejando é'tin" lado
las notas y las referencias a estudios y obras que para el pueblo no tienen
sentido. Solamente al final de la obra consigna una referencia bibliográfica su-
ficiente para quienes quieran profundizar en estos conocimientos.
Después de dar a conocer la razón de ser de un estudio teológico sobre
María, dedica en el libro un capítulo extenso a la problemática ecuménica de
la mariología. Y ya después estudia la figura de María en el Antiguo testamento
y en el Nuevo, con una dedicación especial a la Mariología en S. Juan.
Los estudios siguientes comprenden las prerrogativas de la Virgen, su ma-
ternidad divina, su virginidad, la Inmaculada Concepción, la Asunción, termina
con un capítulo sobre 'María, la nueva Eva' y el culto de María.
282 MANRESA. VOL. 52 (1980) RECENSIONES
El autor del libro es conocido entre las figuras del campo de la ciencia
bíblica. En este volumen pretende dar a conocer el contenido cristológico de
la teología joanea. Más en concreto, presenta el aspecto específico bajo el
cual Juan contempla la persona y la obra de Jesús. En el Evangelio de S. Juan
se nos presenta Jesús progresivamente como el enviado, el Hijo de Dios; y
en El se nos revela el amor salvífico del Padre.
Por eso, el autor ha titulado el libro como la verdad sobre Jesús en S. Juan.
El tema central, en todos los capítulos del libro, es la verdad sobre Jesús.
Como sobre la verdad hay tantas teorías, el autor, en un capítulo introductorio,
en síntesis vigorosa el sentido de la verdad bíblica y de la verdad cristiana.
Confiesa el autor que no siempre se ha entendido en el recto sentido la verdad
cristiana. Y , por eso, después de hacer una exposición del sentido de la verdad
en los griegos, en la filosofía platónica y escolástica, y en la filosofía existen-
cialista, describe el concepto de la verdad en la Sagrada Escritura, y de una
manera especial en S. Pablo y en S. Juan, tanto en el Evangelio, como en sus
cartas. Termina este capítulo introductorio con una breve síntesis de la verdad
cristiana y del pensamiento moderno.
Aceptamos las primeras líneas con que es presentado este librltb dé s*4
páginas: «llamada... a dar más importancia a la poscomunión personal debilitada
o anulada estos últimos tiempos». Muy diversas causas han influido en.aMo. El
P. Llamera estudia ante todo la «eficiencia santificadora de la Eucaristía*: • U>
que lleva a la conclusión de la primacía espiritual de la celebración aucartoica.
Sigue un florilegio de recomendaciones autorizadas de la Poscomunión: É Ma-
gisterio, los Doctores, los Maestros clásicos y modernos, y los ejemplos de los
Santos... Unas reflexiones declarativas a unir la actitud oracional de la Pos-
comunión con la vida real. El P. Llamera completa su doctrina con un apéndice,
que esquemáticamente propone varias maneras de vivenciar esta poscomunión.
Por fortuna son también muchos los que deseaban escuchar esta doctrina
del P. Llamera y afianzarse con ella en sus vivencias personales.
G A R C Í A ESCUDERO, José M.: A vueltas con las dos Españas. BAC minor. 58.
Madrid, 1979.
MARÍAS, Julián: Problemas del cristianismo. B A C minor. 51. Edica. Madrid, 1979.
ORBE, Antonio: Oración sacerdotal. Meditaciones sobre Juan 17. B A C minor 54.
Edica, Madrid, 1979.
Las 413 páginas del volumen «minor» superan lo que pudiera esperarse de
tal presentación: pero lo superan en profundidad, más que en el volumen. El au-
NOTICIAS BIBLIOGRÁFICAS
Nos llega el primer fascículo de esta revista publicada par el «IstitutQ per
le scienze religiose» de Bolonia. Se anuncia con una periodicidad semestral,
que aportará unas 500 páginas anuales. La Revista quiere adoptar y mantener un
nivel científico, como instrumento para la investigación en el ámbito del cris-
tianismo. Pero son problemas centrados en la historia, en cuanto ésta es cifra
de la realidad de vida y de experiencias dentro de un cuadro de cultura y de
humanismo. La historia dará vivo conocimiento de la Iglesia y de ras Iglesias,
como también de otras realidades sociales. Institucionales, artísticas... que se
hayan inspirado en el cristianismo. ,
Claro que no es intento de la Revista afrontar todos los problemas que,
radicados en la historia, se presentan hoy al cristianismo. Pero sus dirigentes
son conscientes de que en un mundo cambiante, el conocimiento riguroso ?de
la experiencia cristiana llegará a constituir un servicio irrenunciabJe a ta itbar-
tad de todos. • s
El distinguido equipo de directivos, redactores y colaboradores ños dan
las mejores esperanzas. Será una contribución más, pero muy cualificada, para
definir la misión del cristianismo en cada momento de la historia.