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No solo la Economía, sino el Arte y la Cultura en esta Pandemia Mundial.

La tierra se ha puesto en pausa en repetidos momentos a lo largo de la historia,


muchas veces a raíz de las pandemias que aparecieron con la aglomeración de
las personas en grandes ciudades viéndose interrumpidas de modo destructivo
los funcionamientos regulares de las actividades usuales ejercidas por los
pobladores de los territorios en las que se desarrollaron, dejando a su paso y
gravemente enfermos a hombres, mujeres y niños produciendo la inevitable
muerte, también en reiteradas veces ciertas enfermedades letales suelen
aparecer por causa del traslado de personas de un lado a otro sin saber que en
su sistema alberga una bacteria, la cual estando en un lugar climatológico
desconocido, el agente infeccioso puede reaccionar dentro del organismo con el
pasar de los días en una mutación nada favorable, esa persona que lo posee, se
lo transmite a otro convirtiéndose en una cadena de contagio mortal; en los
centros de salud los doctores comienzan a registrar una sintomatología poco
habitual en los individuos infectados, un margen más arriba que el día anterior y
la información empieza a presentarse como principal titular en las noticias, cada
vez más, hasta que llega la fecha en que la Organización Mundial de la Salud
declara públicamente el padecimiento como pandemia debido a su extensión,
así, fue declarado el COVID-19 (nombre asignado por la misma institución) el 11
de febrero del presente año y que ahora el 97% de los países se encuentran
siendo víctimas de un mal invisible.
Los entes gubernamentales de cada nación deciden tomar como medida
provisoria ante el brote descontrolado de este virus (en el que quedan expedidos
tanto al personal de salud y funcionarios estatales como militares y policías) una
cuarentena social en la cual se aconseja solo salir de casa si es estrictamente
necesario, también se incluyen otras medidas como lavar la ropa apenas se
llegue a nuestros hogares en caso de haber estado fuera de ella, el uso
obligatorio de tapabocas, no tocar el rostro con las manos y estar en constante
aseo de las mismas lavándolas con agua y jabón, estas medidas deben ser
acatadas responsablemente por cada uno de los ciudadanos para así intentar
aligerar el proceso de infección ya que de lo contrario al no ejercerse, el impacto
de la crisis sanitaria sería mucho peor. Es innegable que esta cuarentena
paraliza otros aspectos en la vida de los individuos, por ejemplo, al estar
encerrados en sus hogares, sin asistir a sus espacios laborales no generan la
adquisición monetaria necesaria para el acceso de productos como alimentos,
artículos de higiene personal y medicamentos a excepción de aquellos que
trabajen en tiendas donde se ofrezcan estos artículos de primera necesidad (y
unos que otros restaurantes que poco a poco terminan cerrando sus locales en el
que no se toman en cuenta ni siquiera los pedidos a domicilio) en sí, la actividad
económica de todos los sectores se detiene. Las circunstancias ocasionan que el
desenvolvimiento de las relaciones sociales se haya tornado distante, evitando a
toda costa por miedo a contaminarse el contacto con otras personas y aquello de
lo que se solían disfrutar se desfigura considerándose como armas a los besos,
los abrazos, las reuniones entre familiares y amigos, capaces de originar que
más personas estén internas en los hospitales luchando por respirar.
Por supuesto es importante tratar el tema del arte y cultura que ya desde antes
no marchaba correctamente por diversos motivos que son de conocimiento de
todos aquellos inmersos en este ambiente: la convaleciente gestión del Ministerio
de Cultura, el poco presupuesto que se le destina desde hace años, los pocos
funcionarios, infraestructura y estímulos con los que cuenta, y la pandemia deja
en evidencia esta fragilidad. La producción audiovisual o el negocio editorial en
cualquiera de sus fases están siendo arrinconados en estos tiempos tan difíciles.
Las industrias de entretenimiento públicas, privadas y las que viven de la
autogestión encargadas del arte en vivo se han visto en la obligación de la
cancelación de actividades en los espacios propicios para su difusión como son
los museos de exposición de artes gráficas, pinturas y esculturas, bibliotecas,
espacios para encuentros y concursos de poesía, salas de conciertos, de cine y
teatro para frenar la aglomeración de personas. En el área que me desenvuelvo
que es la actuación al igual que en todos los teatros a nivel mundial, los grupos
dedicados al arte del drama en el Edo. Aragua, con estrenos y una temporada
corta de funciones pautadas para el mes de marzo como es sabido tuvieron que
ser pospuestas como también sucedió con los ensayos de nuevos proyectos
teatrales, provistos a levantar el telón entre los meses de abril, junio y julio
aunque ya de por sí la asistencia de público a las salas de teatro ha disminuido
considerablemente por la competencia directa que ha tenido con los programas
televisivos y ahora la aparición de plataformas digitales como Netflix, HBO y
Amazon Prime los cuales cuentan con un panorama muy distinto ante el teatro y
las otras ramas del arte ya que en esta cuarentena se ha aumentado el consumo
de series y películas, así como el uso de las redes sociales para interactuar con
otros desde la lejanía y el teatro parece que perdiese la batalla porque la obras
teatrales requieren ser expuestas en tiempo real en el que no existen las
segundas oportunidades, aclarando que son solo algunas particularidades de
otras que se presentan, en esta área y en las demás.
Entonces durante el encerramiento cruza por la mente la interrogante acerca de
que si se puede seguir creando, considero que sí, los artistas sin importar su
especialización, de cualquier situación incluso si son de carácter problemático y
hostil les produce un sentimiento, una emoción, un estado de ánimo (con lo cual
no se pretende decir que al resto de los seres humanos no puedan hacerlo), pero
simplemente lo que hace el artista, un buen artista, es aprovecharlo como fuente
de inspiración para transformarlo en escritos que se vuelvan poemas, canciones,
guiones literarios para cine y teatro o quizá visuales como fotografías, pinturas o
esculturas, para intentar liberarse de lo que abriga en su interior y luego expresar
a otros la visión personal que tiene, como enfoca lo que acontece o aconteció,
permitiéndole al que desde fuera observa interpretarlo, entenderlo y sentirse
identificado con ello; debido al pleno apogeo actual, hay que tener en cuenta que
esa creación debe, con la innovación de su artista acertar en la forma en la que
va a ser transmitido a terceros aquí se le puede sacar el máximo provecho a la
tecnología con un fin distinto al que se le suele dar como compartir memes y
chistes acerca de la epidemia, que no influyen positivamente a la cultura ni dan
un mayor valor de sabiduría.
Recordando el discurso que ofreció Shahid Mahmood Nadeem ofrecido el aún
reciente 27 de marzo en el Día Internacional del Teatro e interpretándolo, la
actuación teatral en líneas generales puede llegar a ser más que solo una
vivencia gustosa o intelectualmente alentadora sino un encuentro espiritual
intensamente vibrante y conmovedor donde el actor y espectador pueden
descubrir juntos las dimensiones espirituales del teatro y construir lazos entre el
ayer y el hoy llevando a un porvenir destinado a todas las colectividades en el
que los practicantes de este oficio ( pueden realizar frente a una cámara
monólogos grabados o en directo y subirlos a las redes sociales) permitiendo
entre lo que pasa con el COVID-19 y la reacción nerviosa, impulsiva, egoísta,
separatista que nos está decretando al precipicio volver a hallarnos por medio del
teatro, de las artes como seres sensibles, empáticos, reflexivos, como si se
hubiese asimilado una pizca de humanidad durante el aislamiento recordando
que no yacemos como inmortales, inquebrantables e insufribles.

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